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LO FATAL

Rúbén Darío

Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,


y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,


y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,


y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,

¡y no saber adónde vamos,


ni de dónde venimos!...

¿LLENA TU BLANCO FUEGO MI SENTIDO?


Claudia Lars

¿Llena tu blanco fuego mi sentido?


¿Hablo de mi camino transparente,
del nombre que me habita, del viviente
a veces escuchado y comprendido?
Crece una luz… su vuelo, su latido
son el poder de la criatura ardiente:
ángel guardián, amigo de mi frente,
memoria de un país que casi olvido.
Celeste donador: sin ti sería
la tierra negro aliento, masa fría,
isla ciega en las noches de su nada.
Ángel: cantemos el fulgor desnudo,
tus alas encendidas y tu escudo
y en mis ojos la tierra iluminada.
SANGRE
Claudia Lars

Para Alberto Guerra Trigueros


Zumo de angustias, leche milagrosa,
raíz inaccesible, árbol salado.
¡Qué temblor en el túnel anegado!
¡Qué llama y nieve en subterránea rosa!
Escala de contactos, misteriosa
razón del sueño, el miedo y el pecado.
Silencio a todo grito encadenado
y tapiada presencia dolorosa.
De los muertos nos llegas… ¡muerte andando!
Substancia inevitable, gravitando
en la masa despierta de la vida.
Mi cuerpo de mujer te alza en el hombre,
te suelta en la aventura de su nombre
y te derrama por interna herida.

DEJA CORRER EL TIEMPO…


Por Julián Marchena

Deja correr el tiempo, que ya llegará el olvido,


y así como se adornan las secas ramazones
de mágicos renuevos, tu corazón herido
florecerá mañana con nuevas ilusiones.
No desesperes nunca. La sombra es precursora
de la luz que hay en ti. Detrás de la amargura
que empaña el cristal nítido de un alma soñadora
irradia la sonrisa, que todo lo depura.
Practica la severa virtud de ser sincero;
fortalece tu espíritu para que seas blando,
y si el dolor te hiere con su puñal certero
sé como las guitarras que sollozan cantando!
No aventures tu paso más allá de la vida
porque es abismo ignoto del cual nunca saldrás:
en cada tumba un pájaro de voz adolorida
como el cuervo de Poe responde "nunca más..."
Pero, eso sí, no dejes de sonreír a todo
a través de la niebla de tu melancolía;
derrama tu perfume, que es la bondad, al modo
de una flor, aunque sepas que has de durar un día...
VUELO SUPREMO
Por Julián Marchena

Quiero vivir la vida aventurera


de los errantes pájaros marinos;
no tener, para ir a otra ribera,
la prosaica visión de los caminos.
Poder volar cuando la tarde muera
entre fugaces lampos ambarinos
y oponer a los raudos torbellinos
el ala fuerte y la mirada fiera.
Huir de todo lo que sea humano;
embriagarme de azul... Ser soberano
de dos inmensidades: mar y cielo,
y cuando sienta el corazón cansado
morir sobre un peñón abandonado
con las alas abiertas para el vuelo.

HAY OJOS QUE MIRAN, HAY OJOS QUE SUEÑA.


Miguel de Unamuno

Hay ojos que miran, -hay ojos que sueñan,


hay ojos que llaman, -hay ojos que esperan,
hay ojos que ríen -risa placentera,
hay ojos que lloran -con llanto de pena,
unos hacia adentro -otros hacia fuera.

Son como las flores -que cría la tierra.


Mas tus ojos verdes, -mi eterna Teresa,
los que están haciendo -tu mano de hierba,
me miran, me sueñan, -me llaman, me esperan,
me ríen rientes -risa placentera,
me lloran llorosos -con llanto de pena,
desde tierra adentro, -desde tierra afuera.

En tus ojos nazco, -tus ojos me crean,


vivo yo en tus ojos -el sol de mi esfera,
en tus ojos muero, -mi casa y vereda,
tus ojos mi tumba, -tus ojos mi tierra.
¿QUÉ ES TU VIDA, ALMA MÍA?
Miguel de Unamuno

¿Qué es tu vida, alma mía?, ¿cuál tu pago?,


¡Lluvia en el lago!
¿Qué es tu vida, alma mía, tu costumbre?
¡Viento en la cumbre!

¿Cómo tu vida, mi alma, se renueva?,


¡Sombra en la cueva!,
¡Lluvia en el lago!,
¡Viento en la cumbre!,
¡Sombra en la cueva!

Lágrimas es la lluvia desde el cielo,


y es el viento sollozo sin partida,
pesar, la sombra sin ningún consuelo,
y lluvia y viento y sombra hacen la vida.

HIJO DEL ALMA


José Martí

¡Tú flotas sobre todo,


hijo del alma!
de la revuelta noche
las oleadas,
en mi seno desnudo
déjante el alba;
y del día la espuma
turbia y amarga,
de la noche revueltas
te echan las aguas.
Guardancillo magnánimo,
la no cerrada
puerta de mi hondo espíritu
amante guardas;
¡y si en la sombra ocultas
búscanme avaras,
de mi calma celosas,
mis penas varias,
en el umbral oscuro
fiero te alzas,
y les cierran el paso
tus alas blancas!
Ondas de luz y flores
trae la mañana,
y tú en las luminosas
ondas cabalgas, (Sigue en la próxima página)
no es, no, la luz del día
La que me llama,
Sino tus manecitas
En mi almohada.
Me hablan de que estás lejos:
¡Locuras me hablan!
Ellos tienen tu sombra;
¡Yo tengo tu alma!
Ésas son cosas nuevas,
mías y extrañas.
yo sé que tus dos ojos
allá en lejanas
tierras relampaguean,
y en las doradas
olas de aire que baten
mi frente pálida,
pudiera con mi mano,
cual si haz segara
de estrellas, segar haces
de tus miradas.
¡Tú flotas sobre todo,
Hijo del alma!

SUEÑO DESPIERTO
José Martí
Yo sueño con los ojos
abiertos, y de día
y noche siempre sueño.
Y sobre las espumas
del ancho mar revuelto,
y por las crespas
arenas del desierto,
y del león pujante,
monarca de mi pecho,
montado alegremente
sobre el sumiso cuello,
¡Un niño que me llama
Flotando siempre veo!
AMADÍS DE GAULA A DON QUIJOTE DE LA MANCHA
Miguel de Cervantes

Tú, que imitaste la llorosa vida


que tuve, ausente y desdeñado, sobre
el gran ribazo de la Peña Pobre,
de alegre a penitencia reducida;

tú, a quien los ojos dieron la bebida


de abundante licor, aunque salobre,
y alzándote la plata, estaño y cobre,
te dio la tierra en tierra la comida,

vive seguro de que eternamente,


en tanto, al menos, que en la cuarta esfera,
sus caballos aguije el rubio Apolo,

tendrás claro renombre de valiente;


tu patria será en todas la primera;
tu sabio autor, al mundo único y solo.

SONETO
Emilia Pardo Bazán

Considera que en humo se convierte


el dulce bien de tu mayor contento,
y apenas vive un rápido momento
la gloria humana y el placer más fuerte.

Tal es del hombre la inmutable suerte:


nunca saciar su ansioso pensamiento,
y al precio de su afán y su tormento
adquirir el descanso de la muerte.

La muerte, triste, pálida y divina,


al fin de nuestros años nos espera
como al esposo infiel la fiel esposa;

y al rayo de la fe que la ilumina,


cuanto al malvado se parece austera,
al varón justo se presenta hermosa.
HUMILDAD
Alfonsina Storni

Yo he sido aquella que paseó orgullosa


El oro falso de unas cuantas rimas
Sobre su espalda, y se creyó gloriosa,
De cosechas opimas.
Ten paciencia, mujer que eres oscura:
Algún día, la Forma Destructora
Que todo lo devora,
Borrará mi figura.
Se bajará a mis libros, ya amarillos,
Y alzándola en sus dedos, los carrillos
Ligeramente inflados, con un modo
De gran señor a quien lo aburre todo,
De un cansado soplido
Me aventará al olvido.
Peso ancestral
Tú me dijiste: no lloró mi padre;
Tú me dijiste: no lloró mi abuelo;
No han llorado los hombres de mi raza,
Eran de acero.
Así diciendo te brotó una lágrima
Y me cayó en la boca... más veneno:
Yo no he bebido nunca en otro vaso
Así pequeño.
Débil mujer, pobre mujer que entiende,
Dolor de siglos conocí al beberlo:
Oh, el alma mía soportar no puede
Todo su peso.

EL AVE Y EL NIDO
Salomé Ureña

¿Por qué te asustas, ave sencilla?


¿Por qué tus ojos fijas en mí?
Yo no pretendo, pobre avecilla,
llevar tu nido lejos de aquí.

Aquí, en el hueco de piedra dura,


tranquila y sola te vi al pasar,
y traigo flores de la llanura
para que adornes tu libre hogar.
(Sigue en la próxima página)
Pero me miras y te estremeces,
y el ala bates con inquietud,
y te adelantas, resuelta, a veces,
con amorosa solicitud.

Porque no sabes hasta qué grado


yo la inocencia sé respetar,
que es, para el alma tierna, sagrado
de tus amores el libre hogar.

¡Pobre avecilla! Vuelve a tu nido


mientras del prado me alejo yo;
en él mi mano lecho mullido
de hojas y flores te preparó.

Mas si tu tierna prole futura


en duro lecho miro al pasar,
con flores y hojas de la llanura
deja que adorne tu libre hogar.

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