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ANTOLOGÍA TEXTOS RENACIMIENTO (SIGLO XVI) – GARCILASO DE LA VEGA

TEXTO 1 TEXTO 2

En tanto que de rosa y azucena Escrito está en mi alma vuestro gesto,


se muestra la color en vuestro gesto, y cuanto yo escribir de vos deseo;
y que vuestro mirar ardiente, honesto, vos sola lo escribisteis, yo lo leo
enciende al corazón y lo refrena; tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

y en tanto que el cabello, que en la vena En esto estoy y estaré siempre puesto;
del oro se escogió, con vuelo presto, que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto, de tanto bien lo que no entiendo creo,
el viento mueve, esparce y desordena; tomando ya la fe por presupuesto.

coged de vuestra alegre primavera Yo no nací sino para quereros;


el dulce fruto, antes que el tiempo airado mi alma os ha cortado a su medida;
cubra de nieve la hermosa cumbre. por hábito del alma mismo os quiero.

Marchitará la rosa el viento helado, Cuando tengo confieso yo deberos;


todo lo mudará la edad ligera, por vos nací, por vos tengo la vida,
por no hacer mudanza en su costumbre. por vos he de morir, y por vos muero.

TEXTO 3 TEXTO 4

A Dafne ya los brazos le crecían Estoy contino en lágrimas bañado,


y en luengos ramos vueltos se mostraban; rompiendo siempre el aire con sospiros,
en verdes hojas vi que se tornaban y más me duele el no osar deciros
los cabellos qu'el oro escurecían; que he llegado por vos a tal estado;

de áspera corteza se cubrían que viéndome do estoy y en lo que he andado


los tiernos miembros que aun bullendo 'staban; por el camino estrecho de seguiros,
los blancos pies en tierra se hincaban si me quiero tornar para huiros,
y en torcidas raíces se volvían.
desmayo , viendo atrás lo que he dejado;
Aquel que fue la causa de tal daño, y si quiero subir a la alta cumbre,
a fuerza de llorar, crecer hacía a cada paso espántanme en la vía
este árbol, que con lágrimas regaba. ejemplos tristes de los que han caído;
sobre todo, me falta ya la lumbre
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño, de la esperanza, con que andar solía
que con llorarla crezca cada día por la oscura región de vuestro olvido.
la causa y la razón por que lloraba!
TEXTO 5 TEXTO 6

De aquella vista buena y excelente Si a vuestra voluntad yo soy de cera,


salen espirtus vivos y encendidos, y por sol tengo sólo vuestra vista,
y siendo por mis ojos recibidos, la cual a quien no inflama o no conquista
me pasan hasta donde el mal se siente. con su mirar, es de sentido fuera;

Entránse en el camino fácilmente, ¿De do viene una cosa, que, si fuera


con los míos, de tal calor movidos, menos veces de mí probada y vista,
salen fuera de mí como perdidos, según parece que a razón resista,
llamados de aquel bien que está presente. a mi sentido mismo no creyera?

Ausente, en la memoria la imagino; Y es que yo soy de lejos inflamado


mis espirtus, pensando que la vían, de vuestra ardiente vista y encendido
se mueven y se encienden sin medida; tanto, que en vida me sostengo apenas;

mas no hallando fácil el camino, mas si de cerca soy acometido


que los suyos entrando derretían, de vuestros ojos, luego siento helado
revientan por salir do no hay salida. cuajárseme la sangre por las venas.
POESÍA RELIGIOSA DEL RENACIMIENTO

Noche oscura del alma, San Juan de la Cruz

En una noche oscura, ¡Oh noche que guiaste!


con ansias, en amores inflamada, ¡oh noche amable más que el alborada!
¡oh dichosa ventura!, ¡oh noche que juntaste
salí sin ser notada Amado con amada,
estando ya mi casa sosegada. amada en el Amado transformada!

A oscuras y segura, En mi pecho florido,


por la secreta escala, disfrazada, que entero para él solo se guardaba,
¡oh dichosa ventura!, allí quedó dormido,
a oscuras y en celada, y yo le regalaba,
estando ya mi casa sosegada. y el ventalle de cedros aire daba.

En la noche dichosa, El aire de la almena,


en secreto, que nadie me veía, cuando yo sus cabellos esparcía,
ni yo miraba cosa, con su mano serena
sin otra luz y guía en mi cuello hería
sino la que en el corazón ardía. y todos mis sentidos suspendía.

Aquésta me guiaba Quedéme y olvidéme,


más cierto que la luz de mediodía, el rostro recliné sobre el Amado,
adonde me esperaba cesó todo y dejéme,
quien yo bien me sabía, dejando mi cuidado
en parte donde nadie parecía. entre las azucenas olvidado.

Oda a la ida retirada, Fray Luis de León

¡Qué descansada vida ¿Qué presta a mi contento


la del que huye del mundanal ruïdo, si soy del vano dedo señalado;
y sigue la escondida si, en busca deste viento,
senda, por donde han ido ando desalentado
los pocos sabios que en el mundo han con ansias vivas, con mortal cuidado?
sido;
¡Oh monte, oh fuente, oh río,!
Que no le enturbia el pecho ¡Oh secreto seguro, deleitoso!
de los soberbios grandes el estado, Roto casi el navío,
ni del dorado techo a vuestro almo reposo
se admira, fabricado huyo de aqueste mar tempestuoso.
del sabio Moro, en jaspe sustentado!
Un no rompido sueño,
No cura si la fama un día puro, alegre, libre quiero;
canta con voz su nombre pregonera, no quiero ver el ceño
ni cura si encarama vanamente severo
la lengua lisonjera de a quien la sangre ensalza o el dinero.
lo que condena la verdad sincera.

Despiértenme las aves


con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves Téngase su tesoro
de que es siempre seguido los que de un falso leño se confían;
el que al ajeno arbitrio está atenido. no es mío ver el lloro
de los que desconfían
Vivir quiero conmigo, cuando el cierzo y el ábrego porfían.
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo, La combatida antena
libre de amor, de celo, cruje, y en ciega noche el claro día
de odio, de esperanzas, de recelo. se torna, al cielo suena
confusa vocería,
Del monte en la ladera, y la mar enriquecen a porfía.
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera A mí una pobrecilla
de bella flor cubierto mesa de amable paz bien abastada
ya muestra en esperanza el fruto cierto. me basta, y la vajilla,
de fino oro labrada
Y como codiciosa sea de quien la mar no teme airada.
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa Y mientras miserable-
una fontana pura mente se están los otros abrazando
hasta llegar corriendo se apresura. con sed insacïable
del peligroso mando,
Y luego, sosegada, tendido yo a la sombra esté cantando.
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada A la sombra tendido,
de verdura vistiendo de hiedra y lauro eterno coronado,
y con diversas flores va esparciendo. puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
El aire del huerto orea del plectro sabiamente meneado.
y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
con un manso ruïdo
que del oro y del cetro pone olvido.

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