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ISFD N° 88 – 3º E – Tramo 1: Literatura Española –2023- Prof. R.

Bertinetti- LÍRICA PETRARQUISTA

ISFD N° 88 “Paulo Freire” - Profesorado de Lengua y Literatura

Literatura Española y Latinoamericana


Tramo 1: Literatura Española
Año académico 2023

Docente: Ricardo Bertinetti

Material para el EPEPI - Lírica

Parte 1 - La Lírica del Renacimiento.

Garcilaso de la Vega – Sonetos (selección) – Égloga 1

Introducción - Textos críticos


ISFD N° 88 – 3º E – Tramo 1: Literatura Española –2023- Prof. R. Bertinetti- LÍRICA PETRARQUISTA

Garcilaso de la Vega. Cancionero (Selección). Barcelona, RBA Editores S.A., 1995.

SONETO I SONETO V

Cuando me paro a contemplar mi estado, Escrito está en mi alma vuestro gesto,


y a ver los pasos por do me ha traído, y cuanto yo escribir de vos deseo;
hallo, según por do anduve perdido, vos sola lo escribisteis; yo lo leo
que a mayor mal pudiera haber llegado; tan solo que aun de vos me guardo en esto.

mas cuando del camino esto olvidado En esto estoy y estaré siempre puesto,
a tanto mal no sé por do he venido; que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
sé que me acabo, y más he yo sentido de tanto bien lo que no entiendo creo,
ver acabar conmigo mi cuidado. tomando ya la fe por presupuesto.

Yo acabaré, que me entregué sin arte Yo no nací sino para quereros;


a quien sabrá perderme y acabarme mi alma os ha cortado a su medida;
si ella quisiere, y aun sabrá querello; por hábito del alma misma os quiero.

que, pues, mi voluntad puede matarme, Cuanto tengo confieso yo deberos;


la suya, que no es tanto de mi parte, por vos nací, por vos tengo la vida,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello? por vos he de morir, y por vos muero.

SONETO VII SONETO X

No pierda más quien ha tanto perdido, ¡Oh dulces prendas, por mi mal halladas,
bástate, Amor, lo que ha por mí pasado; dulces y alegres cuando Dios quería!
válgame agora jamás haber probado Juntas estáis en la memoria mía,
a defenderme de lo que has querido. y con ella en mi muerte conjuradas.

Tu templo y sus paredes he vestido ¿Quién me dijera, cuando en las pasadas


de mis mojadas ropas y adornado, horas en tanto bien por vos me vía,
como acontece a quien ha ya escapado que me habíais de ser en algún día
libre de la tormenta en que se vido. con tan grave dolor representadas?

Yo había jurado nunca más meterme, Pues en un hora junto me llevastes


a poder mío y mi consentimiento, todo el bien que por términos me distes,
en otro tal peligro, como vano. llevadme junto el mal que me dejastes.

Mas del que viene no podré valerme; Si no, sospecharé que me pusistes
y en esto no voy contra el juramento; en tantos bienes porque deseastes
que ni es como los otros ni en mi mano. verme morir entre memorias tristes.

SONETO XII SONETO XIII

Si para refrenar este deseo A Dafne ya los brazos le crecían


loco, imposible, vano, temeroso, y en luengos ramos vueltos se mostraban;
y guarecer de un mal tan peligroso, en verdes hojas vi que se tornaban
que es darme a entender yo lo que no creo, los cabellos que el oro oscurecían:

no me aprovecha verme cual me veo, de áspera corteza se cubrían


o muy aventurado o muy medroso, los tiernos miembros que aún bullendo estaban;
en tanta confusión, que nunca oso los blancos pies en tierra se hincaban
fiar el mal de mí que lo poseo, y en torcidas raíces se volvían.

¿qué me ha de aprovechar ver la pintura Aquel que fue la causa de tal daño
de aquel que con las alas derretidas a fuerza de llorar, crecer hacía
cayendo, fama y nombre al mar ha dado, este árbol, que con lágrimas regaba.

y la del que su fuego y su locura ¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,


llora entre aquellas plantas conocidas, que con llorarla crezca cada día
apenas en el agua resfriado? la causa y la razón por que lloraba!
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SONETO XV SONETO XVIII

Si quejas y lamentos pueden tanto, Si a vuestra voluntad yo soy de cera,


que el curso refrenaron de los ríos, y por sol tengo sólo vuestra vista,
y en los diversos montes y sombríos la cual a quien no inflama o no conquista
los árboles movieron con su canto; con su mirar, es de sentido fuera;

si convirtieron a escuchar su llanto de do viene una cosa, que si fuera


las fieras tigres y peñascos fríos; menos veces de mi probada y vista,
si, en fin, con menos casos que los míos según parece que a razón resista,
bajaron a los reinos del espanto, a mi sentido mismo no creyera;

¿por qué no ablandará mi trabajosa y es, que yo soy de lejos inflamado


vida, en miseria y lágrimas pasada, de vuestra ardiente vista, y encendido
un corazón conmigo endurecido? tanto, que en vida me sostengo apenas.

Con más piedad debía ser escuchada Mas si de cera soy acometido
la voz del que se llora por perdido de vuestros ojos, luego siento, helado,
que la del que perdió y llora otra cosa cuajárseme la sangre por las venas.

SONETO XXIII SONETO XXV

En tanto que de rosa y azucena ¡Oh hado ejecutivo en mis dolores,


se muestra la color de vuestro gesto, cómo sentí tus leyes rigurosas!
y que vuestro mirar ardiente, honesto, Cortaste el árbol con manos dañosas,
con clara luz la tempestad serena1; y esparciste por tierra fruta y flores.

y en tanto que el cabello, que en la vena En poco espacio yacen mis amores
del oro se escogió, con vuelo presto y toda la esperanza de mis cosas,
por el hermoso cuello blando, enhiesto, tornadas en cenizas desdeñosas,
el viento mueve, esparce y desordena: y sordas a mis quejas y clamores.

coged de vuestra alegre primavera Las lágrimas que en esta sepultura


el dulce fruto antes que el tiempo airado se vierten hoy en día y se vertieron
cubra de nieve la hermosa cumbre. reciben, aunque sin fruto allá te sean,
Marchitará la rosa el viento helado, hasta que aquella eterna noche oscura
todo lo mudará la edad ligera me cierren apuestos ojos que te vieron,
por no hacer mudanza en su costumbre. dejándome con otros que te vean.

SONETO XXVI SONETO XXVIII

Echado está por tierra el fundamento Siento el dolor menguarme poco a poco,
que mi vivir cansado sostenía. no porque ser le sienta más sencillo,
¡Oh cuánto bien se acaba en solo un día! mas fallece el sentir para sentillo,
¡Oh cuántas esperanzas lleva el viento! después que de sentillo estoy tan loco.

¡Oh cuán ocioso está mi pensamiento Ni en sello pienso que en locura toco,
cuando se ocupa en bien de cosa mía! antes voy tan ufano con oíllo,
A mi esperanza, así como a baldía, que no dejaré el sello, y el sufrillo,
mil veces la castiga mi tormento. que si dejo de sello el seso apoco.

Las más veces me entrego, otras resisto Todo me empece, el seso y la locura;
con tal furor, con una fuerza nueva, prívame éste de sí por ser tan mío;
que un monte puesto encima rompería. mátame estotra por ser yo tan suyo.

Aquéste es el deseo que me lleva, Parecerá a la gente desvarío


a que desee tornar a ver un día preciarme de este mal, do me destruyo;
a quien fuera mejor nunca haber visto. yo lo tengo por única ventura.

1
Otras ediciones consignan: “enciende el corazón y lo refrena”
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BREVE APROXIMACIÓN A LA LÍRICA del RENACIMIENTO ESPAÑOL


El término “Renacimiento” procede del italiano rinascita y fue utilizado por primera vez por Giorgio
Vasari (hacia 1550 en sus “Vidas2”) en referencia al renacer de la cultura clásica, y con ciertas
variaciones a llegado a nuestros días sin perder su esencia. Si entendemos la tradición como un
proceso activo en el que el presente resignifica el pasado (como lo plantea, entre otros, Raymond
Williams, que podría sintetizarse en su concepto de tradición selectiva) esa vuelta a la cultura
grecolatina es también la vuelta a valores de un mundo precristiano, una resignificación de la visión
teocentrista medieval respecto del arte y la filosofía clásica. Como hemos visto al trabajar con La
Celestina y El Lazarillo, frente a Dios (y sus representantes) y la fe como principios ordenadores de
toda la cultura, aparecen la experiencia directa, la razón, el hombre, no ya como mera creación sino
como actor de su destino, como creador, y la naturaleza, no como mero producto de la creación divina
(como reflejo de ese poder) sino como fuente de experiencia y aprendizaje. El “hombre del
renacimiento” (cuyo modelo ideal podría representar Leonardo Da Vinci) que busca la suma del
conocimiento en la experiencia y la experimentación (y no en el estudio de un canon de literatura
considerada como apropiada) es ahora el centro de la cultura. Y eso es lo que se busca en esa
reversión del pasado clásico. En la cronología, existe un pre renacimiento con centro en el norte de
Italia, y en parte en los Países Bajos, cerca del siglo XIII, en el cual se destacan en la literatura Dante
Alighieri, Petrarca y Bocaccio, sobre todo los dos primeros en su reversión del amor cortés provenzal,
que a partir del Canzioneri de Petrarca, íntegramente dedicado a su idealizado amor por Laura, da
lugar a un fenómeno cultural y, sobre todo, literario conocido como petrarquismo.
En España el renacimiento tiene sus antecedentes en el siglo XV, con influencia por un lado del
renacimiento italiano y, luego, del erasmismo (muy presente en El Lazarillo). Pero es con Juan Boscán
y Garcilaso de la Vega que las formas líricas del petrarquismo italiano llegan a la península ibérica,
introduciendo nuevos modelos métricos, estilísticos y temáticos al ya complejo sistema literario
castellano. Hacia fines del siglo XVI y en el siguiente, complejizan sus formas dando paso a la lírica
del barroco. Para contextualizar lo dicho recomendamos vean la siguiente presentación de Power Point
(si lo descargan pueden acceder a un audio descriptivo).

https://docs.google.com/presentation/d/1CECoRM-
HdBny_DLieMwkYYJnsNWz5LUi/edit?usp=share_link&ouid=114088526390144402874&rtpof=true&sd=true

Para abordar la lírica renacentista castellana en general, y la obra de Garcilaso de la Vega en


particular, debemos atenernos a ciertos conceptos que regían la producción artística y literaria en esa
época. De entre ellos uno de los más importantes es el de la Imitatio, la imitación de modelos
consagrados. En esa imitación, quién demuestre mayor maestría se convierte en un nuevo modelo a
imitar, construyendo así una cadena de modelos. Por ejemplo, el trovador provenzal Arnaut Daniel es
un modelo para Dante Alighieri y sus sonetos de tema amoroso, los cuales son a su vez modelos para
Petrarca, que se transforma en “él” modelo para la lírica amorosa europea en todo el renacimiento y
barroco. Los que deseen ampliar este tema pueden comenzar por esta ponencia de Gabriel Laguna
Mariscal, La influencia de la poesía Latina en la Española del Renacimiento

https://drive.google.com/file/d/1wH7YkryKgUtaz9VZ1fdHJblQi7XakXE6/view?usp=sharing

De allí destaco, en su primera parte, denominada FACTORES CULTURALES DE LA IMITACIÓN, sus


ítems: a) Descubrimiento y difusión (mediante la imprenta) de la poesía latina; b) La poesía como
vehículo moral y como una de las materias de estudio (studia humanitatis); c) Prestigio cultural de la
imitación (imitatio) de autores clásicos, que comienza así: “Por otro lado, y como es sabido, en el
Renacimiento no se valoraba especialmente la originalidad absoluta de la obra literaria (ideal que nace
sustancialmente con la estética del Romanticismo, ya en el siglo XIX). Al contrario, se prestigiaba la imitación
cabal de modelos clásicos.”; d) Práctica de extractar pasajes poéticos y de agruparlos por tópicos.
Publicación de antologías según ese sistema.

2
“Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos” 1550, reeditado y ampliado en 1568
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Y luego la introducción a su segunda parte: MODALIDADES (O NIVELES DE INTENSIDAD) DE LA


IMITACIÓN LITERARIA.

“Después de haber pasado revista a esos cuatro factores culturales que, sin duda, han de tomarse como
catalizadores del fenómeno de la imitación literaria, es hora de ya de ejemplificar dicha imitación. Para
ello, estableceremos convencionalmente tres categorías de imitación (o, más exactamente, niveles de
intensidad), de mayor a menor cercanía con el modelo. Distinguiremos entre traducción (en latín,
interpretatio), imitación (imitatio) y adaptación libre y creativa (aemulatio).”

Ahora bien, toda imitación supone una intertextualidad, la existencia de fuentes que, en el caso de la
imitación ecléctica, que propone tomar lo mejor de cada autor (es decir, una operación de selección y
combinación), pueden ser varias y variadas. Por ejemplo, para el caso de las Églogas de Garcilaso
adjuntamos como fuente primigenia la Égloga VIII del poeta latino del siglo I Virgilio (también
denominadas Bucólicas, de allí deriva el adjetivo). Pero la imitación genera un fenómeno, ya conocido
en la edad media, que es el de los lugares comunes o tópicos literarios, que son constantes temáticas
que, con diversos abordajes formales, se reiteran en la literatura occidental (y, en gran parte, universal).
Si se los toma como parte del fenómeno de la imitación, su uso prestigia al autor que los toma, siempre
que logre un tratamiento formal adecuado. Para tener una idea de ellos, adjuntamos aquí un breve
texto de Carolina Corbacho Cortés que lista los principales, refiriendo su fuente y, en algunos,
presentando sus variaciones.
Por otro lado, y respecto al estilo, rige la máxima ars est celare artem, (“el arte es ocultar el arte”) que
indica para el caso de la literatura el uso de un lenguaje que, sin renunciar al refinamiento y las
exigencias del “estilo alto”, resulte sencillo en su expresión, “escribir como se habla”, según decía Juan
Valdéz, amigo de Garcilaso:
“Para deciros verdad, muy pocas cosas observo, porque el estilo que tengo me es natural y sin afetación
ninguna. Escribo como hablo; solamente tengo cuidado de usar de vocablos que sinifiquen bien lo que
quiero dezir, y dígolo quanto más llanamente me es possible, porque, a mi parecer, en ninguna lengua
sta bien el afectación.”

Aun así, aparecen tropos como el hipérbaton, pero con un uso más sosegado, reflejo de la gramática
latina, y no con los excesos de los posteriores autores del barroco. En suma, este estilo responde
también a la búsqueda de armonía propia del renacimiento. En ese sentido incorporamos aquí dos
breves textos teóricos referidos a las Églogas, uno de Alexander Parker y otro de Elías Rivers,
que nos aportan elementos de análisis que “cruzan” petrarquismo con otros temas (por ejemplo, humanismo, y
dentro de él referencias a la literatura latina) pero extensibles en muchas de sus observaciones al resto de
la producción garcilasiana.
Finalmente, para un primer acercamiento a las características de la lírica petrarquista recomendamos,
por un lado, el texto de Lola González, El léxico de tradición petrarquista en los sonetos amorosos de
la edad de oro”, del que sería bueno que vean la operatoria de rastrear para Garcilaso y Herrera, el
léxico que utilizan para referirse al amor, al amado y al amante (particularmente lo referido a Garcilaso,
que indica de cuál soneto es extraído, es decir, los guía hacia nuestra selección)

https://drive.google.com/file/d/1SfQsUhuL0By5tqrF6Hy2Z1cURooY-AXZ/view?usp=share_link

Y, por otro, el texto de Lorna Close “El petrarquismo y los cancioneros en la poesía amorosa de Quevedo: el
problema de la discriminación”, que recorre (para Quevedo, pero extensible a toda la lírica petrarquista española)
qué elementos forman ese “código” tan pautado del petrarquismo, es decir Petrarca (y sus imitadores) como fuente
de imitación. Contiene, como guía, diversos resaltados y subrayados que le agregué para presentarlo en otras
cursadas, y que no van más allá de la página 6

https://drive.google.com/file/d/1NljlIPoYGaXV3zKbmos6MqvwscSFuwHo/view?usp=share_link

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De este texto destacamos, como ayuda al análisis, los siguientes extractos referidos a las
características del petrarquismo en Quevedo y en la lírica petrarquista de España:

“[La poesía de Quevedo] Exhibe los rasgos estilísticos que […]: intensificación ingeniosa de la
hipérbole, reducción del inventario de conceptos petrarquistas a taquigrafía sagaz, incremento
de la ostentación y la pompa expresiva, esmero por conseguir efectos maravillosos. […] la
poesía amorosa de Quevedo y los tipos de imaginería asociados, se corresponden con la
caracterización del estilo petrarquista que realiza Leonard Forter en The Icy Fire (pp. 8 y siguientes), y
que pueden relacionarse de manera detallada con ejemplos de la antología de Luigi Baldacci Lirici del
Cinquecento:
• alabanza de la amada, con el arsenal de analogías, metáforas, circunstancias externas (rubíes,
corales, perlas, oro, nieve, esferas celestes, sol, estrellas, fuego, rosas, tesoros de Oriente, fénix);
• efecto de la belleza de la amada, especialmente de su mirada, sobre el enamorado (expresado
en términos de fuego, agua, vientos, calor de mediodía, hielo, flechas, tempestades, tiranía, fiebre,
prisión, infierno);
• sufrimientos y locura de amor, el enamorado se convierte en advertencia para los demás, en
objeto de asombro y confusión para sí mismo (tormenta, enfermedad mortal, muerte, errante perdido
en un camino solitario, etc.);
• crueldad de la amada y del amor, y actitudes ambivalentes de protesta y aquiescencia
satisfecha por parte del enamorado;
• constancia del amor a pesar de los sufrimientos, el paso de los años, la ausencia, el cambio de
las estaciones, incluso la muerte;
• fórmulas para expresar la tristeza: apóstrofes a la primavera, al cielo, arroyos, ríos, lugares de
encuentro, pájaros;
• fórmulas con exageraciones de la experiencia de enamorado, al relacionarla con la mitología,
el bestiario y prodigios naturales; y
• actitudes neoplatónicas: distinción entre amor espiritual y sensualidad vulgar, rechazo de la
esperanza de la conquista o de favores físicos, adoración de la belleza espiritual como manifestación
de lo divino.

[…]La poesía amorosa de Petrarca, fuente primigenia del petrarquismo, […] algunas de sus
características esenciales se derivan de ahí: adoración idealizadora de la amada, sensibilidad de
ternura ardiente y sincera, maneras expresivas de dolcezza y gravità. [...] manipulación de los
escenarios de la tristeza (por ejemplo: contraste entre desgracia presente y felicidad pasada,
personificación o prosopopeya, obsecratio o ruego, división de la infelicidad en partes, etc.), la nobleza
armoniosa del lenguaje, el manejo de toda la gama de figuras, la elaboración del pensamiento
por sententiae, la dignidad expresiva alcanzada por medio de la imitación clásica. También me
refiero a las características relacionadas: el lamento del poeta en un escenario natural, que abre
dimensiones de patetismo, ternura plañidera, y gusto por lo pictórico que está ausente en la poesía
de cancionero; alabanza de la amada, con todas las descripciones asociadas, visiones y
numerosos tópicos metafóricos. […]
[…] [el petrarquismo y los cancioneros] comparten numerosas ideas y actitudes más o menos
parecidas: el amor entra por los ojos, el amor le roba el alma al enamorado, el amor es un
sufrimiento agridulce y una paradoja de contrarios, por ejemplo. […]”

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FUENTE PRIMIGENIA de las ÉGLOGAS de Garcilaso: ÉGLOGA VIII de VIRGILIO


Esta égloga tiene dos partes: en la primera, el pastor Damón canta las quejas de un amante de Nise,
sacrificado a su rival Mopso; en la segunda, Alfesibeo declara los encantamientos de una hechicera
para ganar la voluntad de Dafnis, y de esta segunda toma nombre la composición.

LA HECHICERA (Damón. Alfesibeo)


Voy a decir los cantares con que luchaban los pastores Damón y Alfesibeo, que olvidada de pastar,
escuchaba la novilla embelesada; suspensos quedaban también los linces al oírlos y los ríos
enfrenaban su desviada corriente. Voy a decir los versos de Damón y Alfesibeo.
¡Oh tú, que vas trasmontando ahora las peñas del gran Timavo o sigues la playa del mar de Iliria!,
¿cuándo llegará para mí el día en que pueda cantar tus altos hechos? ¡Cuándo me llegará el día en
que pueda llevar por todo el orbe tus versos, únicos dignos del coturno de Sófocles? Tú diste principio,
da hoy término a mis cantos; acepta éstos, que he escrito compelido por ti, y permite a esta hiedra que
circunde tus sienes entre victoriosos lauros.
Apenas se había alejado del cielo la fría sombra de la noche, a la hora en que es gratísimo al rebaño
el rocío de la blanda hierba, así empezó a cantar Damón, apoyado de pechos en su cayado de olivo:

DAMÓN
Ven, lucero de la mañana, precursor del almo día, mientras yo me lamento, burlado por la perfidia de
mi prometida Nise, y aunque nada me ha aprovechado tomar a los dioses por testigos de mi desgracia,
a ellos levanto mi voz moribunda en osta hora postrera.
Entona conmigo, zampoña mía, versos dignos del Ménalo.
El Ménalo tiene un bosque sonoro y gárrulos pinos; siempre está oyendo amorosas quejas de los
pastores y al dios Pan, el primero que no consintió permaneciesen ociosos los caramillos.
Entona conmigo, zampoña mía, versos dignos del Ménalo.
A Mopso se da Nise; ¿qué no hemos de esperar los amantes? Los grifos se ayuntarán con las yeguas
y pronto las tímidas corzas acudirán a abrevarse juntas con los perros. Corta, Mopso, nuevas teas; la
mujer te llevan a casa. Esparce nueces, marido. para ti deja Héspero el Oeta.
Entona conmigo, zampoña mía, versos dignos del Ménalo.
¡0h esposa digna de tal marido! Tú, que a todos nos desdeñas, que aborreces mi caramillo y mis
cabras, y mi cerdoso sobrecejo, y mi larga barba, y crees que no hay un dios que se cuida de las cosas
mortales.
Entona conmigo, zampoña mía, versos dignos del Ménalo.
Te vi, cuando eras niña, que ibas con tu madre por mis huertos, cogiendo manzanas cubiertas de
rocío. Yo era vuestro guía; entraba entonces en los doce años y ya podía alcanzar desde el suelo a
los frágiles ramos. Te vi y empecé a morir. ¡Qué funesto delirio se apoderó de mi!
Entona conmigo, zampoña mía, versos dignos del Ménalo.
Ahora conozco al amor. Nació este niño entre duras peñas, en las regiones del Ísmaro o entre los
remotos Garamantas; nada tiene de nuestro linaje ni de nuestra sangre.
Entona conmigo, zampoña mía, versos dignos del Ménalo.
El cruel Amor enseñó a una madre a mancharse las manos con sangre de sus hijos. Cruel fuiste tú
también, ¡oh madre!, pero ¿fue más cruel la madre que malvado el niño? Malvado fue el niño, mas tú
también, ¡oh madre!, fuiste cruel.
Entona conmigo, zampoña mía, versos dignos del Ménalo.
Huya ahora el lobo de la oveja, produzcan doradas pomas las duras encinas, florezca en los olmos
el narciso, destile la corteza de los tamariscos espeso ámbar, desafíen a cantar las lechuzas a los
cisnes, sea Títiro un Orfeo en las selvas, un Arión entre los delfines.
Entona conmigo, zampoña mía, versos dignos del Ménalo.
Tórnese mar ahora toda la tierra. Selvas, adiós para siempre. Desde la cima de un alto monte voy a
precipitarme en las olas; recibe este postrer tributo de un moribundo.
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Deja, deja ya de entonar, zampoña mía, versos dignos del Ménalo.


Esto canto Damón; decid vosotras, ¡oh Piérides!, lo que respondió Alfesibeo. No todos lo podemos
todo.

ALFESIBEO
Trae agua y ciñe estas aras con flexibles vendas; quema pingües verbenas e inciensos machos; que
quiero ver de sanar con mágicos conjuros la locura de mi amante. Dispuesto está todo, y solo falta el
ensalmo.
Traed de la ciudad a casa, conjuros míos, traed a Dafnis.
Poderosos son los conjuros a atraer del cielo la luna; con ellos transformó Circe a los compañeros de
Ulises; con ellos se parte en los prados la fría culebra.
Traed de la ciudad a casa, conjuros míos, traed a Dafnis.
Ciño lo primero esta tu imagen con tres lienzos de tres colores, dándoles tres vueltas, y tres veces la
llevo en torno de los altares; el número impar es grato al numen.
Traed de la ciudad a casa, conjuros míos, traed a Dafnis.
Ata, Amarilis, con tres nudos estos lienzos de tres colores; átalos pronto, Amarilis, y di: "Atando estoy
los lazos de Venus."
Traed de la ciudad a casa, conjuros míos, traed a Dafnis.
Así como un mismo fuego endurece este barro y derrite esta cera, así con mi amor suceda a Dafnis.
Desparrama la salsa mola y quema con betún esos frágiles laureles. Funesto Dafnis me abrasa de
amor, y yo abraso a Dafnis en este laurel.
Traed de la ciudad a casa, conjuros míos, traed a Dafnis.
Cual novilla rendida de buscar al toro por los bosques y los altos montes se deja caer sobre las verdes
juncias a la margen de un río y no se acuerda de volverse aun ya muy entrada la noche, tal este Dafnis
de amor por mí, sin que yo me cure de aliviarle.
Traed de la ciudad a casa, conjuros míos, traed a Dafnis.
Estos despojos me dejó el pérfido en otro tiempo, caras prendas de su amor, y yo ahora te las entrego,
¡oh tierra!, en este mismo dintel; estas prendas están obligadas a devolverme mi Dafnis.
Traed de la ciudad a casa, conjuros míos, traed a Dafnis.
El mismo Meris me dio estas hierbas y estos venenos cogidos en el Ponto, donde nacen en
grandísima abundancia. Muchas veces con ellos he visto a Meris convertirse en lobo y vagar por las
selvas; muchas veces le he visto sacar los espíritus de los hondos sepulcros y trasladar de una parte
a otra los sembrados.
Traed de la ciudad a casa, conjuros míos, traed a Dafnis.
Saca esas cenizas, Amarilis, y arrójalas al arroyo por encima de tu cabeza, sin mirar atrás. Con este
ensalmo veré de vencer a Dafnis; pero él no hace caso ni de los dioses ni de los ensalmos.
Traed de la ciudad a casa, conjuros míos, traed a Dafnis.
¡Mira, mientras me tardo en sacarla, de suyo la ceniza ha rodeado el ara con trémulas llamas! ¡Ojalá
sea para bien! No sé que será, pero Hílax está ladrando a la puerta. ¿Podré creerlo? ¡O será que los
amantes se fingen sueños a su antojo?
Basta, que ya vuelve Dafnis de la ciudad; basta ya, conjuros míos.

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Corbacho Cortés, Carolina. Literatura y arte: el tópico "ut pictura poesis". Cáceres: Universidad de Extremadura, 1998.
TÓPICOS LITERARIOS
Los tópicos o lugares comunes son esquemas del pensamiento y de la expresión ya prefijados, muchos de ellos
procedentes de la literatura antigua greco-latina que, al igual que las figuras retóricas, todavía perduran en la literatura
contemporánea. Al margen de muchas figuras retóricas que por su excesivo uso y reiteración se han convertido en elementos
tópicos (figuras lexicalizadas: los cabellos rubios de la amada comparados con los rayos del sol, los dientes como perlas, la
piel blanca como el mármol, etc.) y de las frases hechas, lexicalizadas, aquí únicamente nos referiremos a los principales
temas:

1.- Tempus irreparabile fugit (el tiempo huye irreparablemente)


Es uno de los más antiguos de la literatura universal. Básicamente consideraremos tópicos a dos tratamientos del tema:

a) Estoicismo: reflexión sobre la brevedad de la vida y lo absurdo de pretender riquezas o poder, ya que la muerte llega
de improviso. La moral estoica concede a la razón una autonomía y un poder casi divinos: es el único medio para afrontar
con éxito las adversidades, renunciando a lo material y a lo sensitivo. El estoicismo clásico es fatalista y, en el fondo, panteísta
y negador de la inmortalidad del alma. El estoicismo cristiano, doctrina moral surgida entre los humanistas, pretende aunar
el rigor del estoicismo clásico con las exigencias del dogma cristiano, también llamado neoestoicismo.

Séneca, De providentia, II.


"Nada malo puede pasar a un hombre bueno: no se mezclan las cosas contrarias, ni la naturaleza consiente que en
ningún tiempo lo bueno dañe a lo bueno; pues entre los hombres buenos y los dioses hay amistad, cuyo enlace es la virtud (...).
Lo que importa no es cuánto sufres, sino cómo lo sufres (...). A medida que el razonamiento avance te demostraré cómo no son
males aquellos que lo parecen. Dígote que éstas que tú llamas asperezas, adversidades, abominaciones, son provechosas,
primeramente al que las sufre, luego, a la universidad de los hombres."

b) Epicureísmo: ante la brevedad de la vida, se exhorta a gozar de los placeres de la vida mientras ésta dure. Muestra un
punto de vista alegre y jocoso, desenfadado; a veces contiene una reflexión ligeramente angustiada en la que se nos anima
al goce porque pronto vendrá la destrucción. Ofrece, además, otros matices más o menos admonitorios y reflexivos. En
poesía, la primera visión del tema suele aparecer como carpe diem (de Horacio) -"aprovecha el tiempo" -y el collige, virgo,
rosas (de Ausonio) -incitación a la brevedad de la belleza de una doncella-.

Horacio, Odas(I, 5)
No investigues, pues no es lícito, Leucónoe, el fin que ni a mí / ni a ti los dioses destinen; a cálculos babilonios / no te
entregues. ¡Vale más sufrir lo que haya de ser! / Te otorgue Júpiter varios inviernos o solo el de hoy, / que destroza al mar
Tirreno contra las rocas, prudente / sé, filtra el vino y en nuestro breve vivir la esperanza / contén. Mientras hablo, el tiempo
celoso habrá ya escapado: / goza el día y no jures que otro igual vendrá después."

2. – Contemptus mundi (desprecio del mundo)


Tiene que ver con la concepción de la fugacidad de las cosas mundanas y la sobrevaloración que los hombres hacemos
de los bienes materiales que nos alejan de Dios.

3- Ubisunt? (¿dónde están?). Jorge Manrique en las Coplas a la muerte de su padre formula una serie de preguntas
retóricas sobre el destino de caballeros, damas, galas, amores, músicas, bailes: todo desaparece. Este "ubisunt" deviene en
uno de los tópicos más célebres. Los versos a los que aludimos son:

"¿Qué se ficieron las damas,


sus tocados, sus vestidos,
sus olores?
¿Qué se ficieron las llamas
de los fuegos encendidos
de amadores?"

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4- Locus amoenus (lugar agradable). Deriva de Teócrito y de Virgilio y tuvo un gran desarrollo en nuestra poesía bucólica
de la Edad de Oro. La descripción del paisaje tiene las mismas características: prados verdes, riachuelos cristalinos, pájaros
cantando, árboles con deleitosa sombra. No importa la precisión geográfica, sólo que sea el marco ideal para el amor.
Garcilaso es un buen exponente en el uso magistral de este tópico.

Garcilaso de la Vega, Égloga III, 8


"Cerca del Tajo, en soledad amena, / de verdes sauces hay una espesura / toda de hiedra revestida y llena, / que por
el tronco va hasta la altura / y así la teje arriba y encadena / que el sol no halla paso a la verdura; / el agua baña el prado con
sonido, / alegrando la vista y el oído."

En ciertas ocasiones, sin embargo, aparece el tema llamado "Late anguis in herba" de origen virgiliano. Es un aviso para
los confiados: el peligro, el mal, pueden aparecer en cualquier parte, preferentemente en los lugares aparentemente bellos.

5- Beatus ille(dichoso aquel)


Feliz aquel que logra aislarse de la vanidad humana y vive en contacto con la naturaleza, lejos de la ciudad, sin
preocupaciones mundanas, intrigas ni pasiones.
El tópico se extiende hacia otras dos versiones: "menosprecio de corte y alabanza de aldea" y la "aurea mediocritas" -elogio
de la vida sobria, discreta y sin pretensiones-.

Horacio, Épodos, II
Feliz aquel que, sin negocio alguno, / como los hombres de antaño / los campos paternos con su yunta labra / libre
de usura, al que nunca / despierta en las filas clarín truculento, / quien no teme al mar airado / y el foro rehuye y umbrales
soberbios / de ciudadanos ricos, / (...)

Fray Luis de León, Canción a la vida solitaria


¡Qué descansada vida / la del que huye del mundanal rüido, / y sigue la escondida / senda, por donde han ido / los
pocos sabios que en el mundo han sido! / Que no le enturbia el pecho / de los soberbios grandes el estado / ni el dorado techo
/ se admira, fabricado / del sabio moro, en jaspes sustentado (...)

6- Fortuna mutabile (fortuna mudable)


Reflexión sobre los avatares y vueltas de la fortuna, unas veces favorable, otras desfavorable; generalmente se la
representa como una rueda que va girando.

Juan de Mena, Laberinto de Fortuna (X y LVI)


"Mas bien acatada tu varia mudança, / por ley te goviernas, maguer discrepante, / ca tu firmeza es non ser constante,
/ tu temperamento es distemperança, / tu más cierta orden es desordenança, / es la tu regla seer muy enorme, / tu conformidat
es non ser confforme, / tú desesperas a toda sperança."
"Bolviendo los ojos a do me mandava, / vi más adentro muy grandes tres ruedas: / las dos eran firmes, inmotas y
quedas, / mas la de en medio boltar non çesava; / e vi que debaxo de todas estava / caída por tierra giente infinita, / que avía
en la fruente cada qualescripta / el nombre e la suerte por donde passava."

7.- Muerte igualitaria


Reflexión sobre la desigualdad de la fortuna entre los hombres y el envanecimiento de éstos cuando sabemos que al final
la muerte nos llegará a todos, igualándonos.

Danza de la muerte ("La llamada de la muerte")


"A la danza mortal venid los nacidos / que en el mundo sois, de cualquier estado; / el que no quisiere, a fuerza y amidos / hacerle he
venir muy tostepriado. / Pues que ya el fraile os ha predicado / que todos vayáis a hacer penitencia, / el que no quisiere poner diligencia
/ por mí no puede ser más esperado (...)"

8.- Nihil novum sub sole (nada nuevo bajo el sol)


Asunto de origen bíblico. El hombre se afana y cree descubrir cosas nuevas cuando siempre la vida ha sido igual para
todos; nos repetimos constantemente.

Eclesiastés
"Todo trabaja, más de cuanto el hombre puede decir, y no se sacia el ojo de ver ni el oído de oir. Lo que fue, eso será.
Lo que ya se hizo, eso es lo que se hará; no se hace nada nuevo bajo el sol. Una cosa de que dicen: "Mira esto, esto es nuevo",
aun esa fue ya en los siglos anteriores a nosotros, no hay memoria de lo que precedió, ni de lo que sucederá habrá memoria
en los que serán después."
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9.- Vanitas vanitatum(vanidad de vanidades)


De origen bíblico también. El hombre sólo se mueve por vanidad y no se da cuenta de que nada puede hacer por resolver
el gran enigma de la creación. A veces el hombre olvida su condición de mortal y se quiere igualar a Dios.

Eclesiastés
"Vanidad de vanidades, dijo el Cohelet, vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho saca el hombre de
todo cuanto se afana debajo del sol?
Pasa una generación y viene otra, pero la tierra es siempre la misma. Sale el sol, pónese el sol, y corre con el afán
de llegar a su lugar, de donde vuelve a nacer. Tira el viento al mediodía, gira el norte y va siempre rodeado de continuo y torna
de nuevo sus giros. Los ríos van todos a la mar y la mar no se llena; allá de donde vinieron tornan de nuevo, para volver a
correr."

10.- Vita flumen (la vida como un río)


Es la idea de entender la vida como un río que desemboca en el mar, que es la muerte. Las resonancias son manriqueñas
y es un tópico muy hermoso que el propio Machado ha empleado alguna vez. Una variación es el "Homo viator" (hombre
viajero) donde se entiende la vida como un camino que nunca ha de volver. Es “el todo pasa y todo queda” de Antonio
Machado o la referencia de Berceo en la introducción a los Milagros de Nuestra Señora, en que compara al hombre con un
romero o peregrino.

Jorge Manrique, Coplas por la muerte de su padre, III.


"Nuestras vidas son los ríos / que van a dar en la mar, / qu'es el morir; / allí van los señoríos / derechos a se acabar /
e consumir; / allí los ríos caudales, / allí los otros medianos / e más chicos, / allegados, son iguales / los que viven por sus
manos e los ricos."

11.- Homo viator (el camino del hombre)


Nuestra vida es como un camino sobre el que nunca hemos de volver.

Dante, La Divina Comedia, Canto I


"A mitad del camino de la vida me encontré en una selva oscura por haberme apartado de la recta vía.
¡Ah!, cuán difícil me resultaría decir lo salvaje, áspera y espesa que era aquella selva, que sólo el recordarlo me
produce pavor. Era aún más triste que la muerte. Mas para hablar del bien que allí encontré, narraré las otras cosas que vi (...)."

12.- La vida como sueño, máscara, teatro o representación


En la vida los hombres soñamos o bien representamos un papel como en el teatro, pero que no es vida verdadera, ya que
nosotros somos como muñecos de trapo, "guiñol", que alguien (Dios) mueve a su antojo y al final tenemos que dejar de
representar para morir. Algunos se "creen" el papel y se envanecen si les ha tocado ser reyes, príncipes, etc. Este tema alude
al absurdo de la vida humana y lo grotesco de la existencia, sobre todo de los vanidosos.

Juan Boscán
"Dulce soñar y dulce congojarme, / cuando estaba soñando que soñaba; / dulce gozar con lo que me engañaba, / si
un poco más durara el engañarme / (...) Durmiendo, en fin, fui bienaventurado; / y es justo en la mentira ser dichoso / quien
siempre en la verdad fue desdichado."

Calderón de la Barca, La vida es sueño, II, 19.


Sueña el rico en su riqueza, / que más cuidados le ofrece; / sueña el pobre que padece / su miseria y su pobreza; / sueña
el que a medrar empieza, / sueña el que afana y pretende, / sueña el que agravia y ofende, / y en el mundo, en conclusión, /
todos sueñan lo que son, / aunque ninguno lo entiende. / (...) ¿Qué es la vida? Un frenesí. / ¿Qué es la vida? Una ilusión, / una
sombra, una ficción, / y el mayor bien es pequeño; / que toda la vida es sueño, / y los sueños, sueños son."

13.- Descriptio puellae (descripción de la mujer)


Responde a una fórmula muy conocida de la poesía de la Edad de Oro. El rostro es el centro de esta belleza, se
habla de su cabello -rubio-, de su tez, del color blanco, de su frente, de sus cejas, de sus ojos, de su boca, de su cuello, de
sus dientes... Petrarca lo dominó en sus poemas dedicados a Laura, así como otros poetas de nuestro barroco.

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En RICO, Francisco. Historia y crítica de la literatura española. Barcelona,Crítica,1983.

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