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Veinte poemas de amor y una canción desesperada

“Pablo Neruda”, 1924

[1]
Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos, como tú lo desees y hacia donde tú quieras.
te pareces al mundo en tu actitud de entrega. Márcame mi camino en tu arco de esperanza
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava y soltaré en delirio mi bandada de flechas.
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra. En torno a mí estoy viendo tu cintura de niebla
Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros y tu silencio acosa mis horas perseguidas,
y en mí la noche entraba su invasión poderosa. y eres tú con tus brazos de piedra transparente
Para sobrevivirme te forjé como un arma, donde mis besos anclan y mi húmeda ansia anida.
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda. Ah tu voz misteriosa que el amor tiñe y dobla
Pero cae la hora de la venganza, y te amo. en el atardecer resonante y muriendo!
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme. Así en horas profundas sobre los campos he visto
Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia! doblarse las espigas en la boca del viento.
Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste!
Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia. [4]
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso! Es la mañana llena de tempestad
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue, en el corazón del verano.
y la fatiga sigue, y el dolor infinito. Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes,
el viento las sacude con sus viajeras manos.
[2] Innumerable corazón del viento
En su llama mortal la luz te envuelve. latiendo sobre nuestro silencio enamorado.
Absorta, pálida doliente, así situada Zumbando entre los árboles, orquestal y divino,
contra las viejas hélices del crepúsculo como una lengua llena de guerras y de cantos.
que en torno a ti da vueltas. Viento que lleva en rápido robo la hojarasca
Muda, mi amiga, y desvía las flechas latientes de los pájaros.
sola en lo solitario de esta hora de muertes Viento que la derriba en ola sin espuma
y llena de las vidas del fuego, y sustancia sin peso, y fuegos inclinados.
pura heredera del día destruido. Se rompe y se sumerge su volumen de besos
Del sol cae un racimo en tu vestido oscuro. combatido en la puerta del viento del verano.
De la noche las grandes raíces
crecen de súbito desde tu alma, [5]
y a lo exterior regresan las cosas en ti ocultas, Para que tú me oigas
de modo que un pueblo pálido y azul mis palabras se adelgazan a veces
de ti recién nacido se alimenta. como las huellas de las gaviotas en las playas.
Oh grandiosa y fecunda y magnética esclava Collar, cascabel ebrio
del círculo que en negro y dorado sucede: para tus manos suaves como las uvas.
erguida, trata y logra una creación tan viva Y las miro lejanas mis palabras.
que sucumben sus flores, y llena es de tristeza. Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.
[3] Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Ah vastedad de pinos, rumor de olas quebrándose, Eres tú la culpable de este juego sangriento.
lento juego de luces, campana solitaria, Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
crepúsculo cayendo en tus ojos, muñeca, Todo lo llenas tú, todo lo llenas.
caracola terrestre, en ti la tierra canta! Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
En ti los ríos cantan y mi alma en ellos huye y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.
Ahora quiero que digan lo que quiero decirte [8]
para que tú las oigas como quiero que me oigas. Abeja blanca zumbas --ebria de miel-- en mi alma
El viento de la angustia aún las suele arrastrar. y te tuerces en lentas espirales de humo.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban. Soy el desesperado, la palabra sin ecos,
Escuchas otras voces en mi voz dolorida. el que lo perdió todo, y el que todo lo tuvo.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas. Ultima amarra, cruje en ti mi ansiedad última.
Amame, compañera. No me abandones. Sígueme. En mi tierra desierta eres la última rosa.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia. Ah silenciosa!
Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras. Cierra tus ojos profundos. Allí aletea la noche.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas. Ah desnuda tu cuerpo de estatua temerosa.
Voy haciendo de todas un collar infinito Tienes ojos profundos donde la noche alea.
para tus blancas manos, suaves como las uvas. Frescos brazos de flor y regazo de rosa.
Se parecen tus senos a los caracoles blancos.
[6] Ha venido a dormirse en tu vientre una mariposa de sombra.
Te recuerdo como eras en el último otoño. Ah silenciosa!
Eras la boina gris y el corazón en calma. He aquí la soledad de donde estás ausente.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo. Llueve. El viento del mar caza errantes gaviotas.
Y las hojas caían en el agua de tu alma. El agua anda descalza por las calles mojadas.
Apegada a mis brazos como una enredadera, De aquel árbol se quejan, como enfermos, las hojas.
las hojas recogían tu voz lenta y en calma. Abeja blanca, ausente, aún zumbas en mi alma.
Hoguera de estupor en que mi sed ardía. Revives en el tiempo, delgada y silenciosa.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma. ¡Ah silenciosa!
Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa [9]
hacia donde emigraban mis profundos anhelos Ebrio de trementina y largos besos,
y caían mis besos alegres como brasas. estival, el velero de las rosas dirijo,
Cielo desde un navío. Campo desde los cerros. torcido hacia la muerte del delgado día,
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma! cimentado en el sólido frenesí marino.
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos. Pálido y amarrado a mi agua devorante
Hojas secas de otoño giraban en tu alma. cruzo en el agrio olor del clima descubierto,
aún vestido de gris y sonidos amargos,
[7] y una cimera triste de abandonada espuma.
Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes Voy, duro de pasiones, montado en mi ola única,
a tus ojos oceánicos. lunar, solar, ardiente y frío, repentino,
Allí se estira y arde en la más alta hoguera dormido en la garganta de las afortunadas
mi soledad que da vueltas los brazos como un náufrago. islas blancas y dulces como caderas frescas.
Hago rojas señales sobre tus ojos ausentes Tiembla en la noche húmeda mi vestido de besos
que olean como el mar a la orilla de un faro. locamente cargado de eléctricas gestiones,
Sólo guardas tinieblas, hembra distante y mía, de modo heroico dividido en sueños
de tu mirada emerge a veces la costa del espanto. y embriagadoras rosas practicándose en mí.
Inclinado en las tardes echo mis tristes redes Aguas arriba, en medio de las olas externas,
a ese mar que sacude tus ojos oceánicos. tu paralelo cuerpo se sujeta en mis brazos
Los pájaros nocturnos picotean las primeras estrellas como un pez infinitamente pegado a mi alma
que centellean como mi alma cuando te amo. rápido y lento en la energía subceleste.
Galopa la noche en su yegua sombría
desparramando espigas azules sobre el campo.
[10]
Hemos perdido aun este crepúsculo. [12]
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas Para mi corazón basta tu pecho,
mientras la noche azul caía sobre el mundo. para tu libertad bastan mis alas.
He visto desde mi ventana Desde mi boca llegará hasta el cielo
la fiesta del poniente en los cerros lejanos. lo que estaba dormido sobre tu alma.
A veces como una moneda Es en ti la ilusión de cada día.
se encendía un pedazo de sol entre mis manos. Llegas como el rocío a las corolas.
Yo te recordaba con el alma apretada Socavas el horizonte con tu ausencia.
de esa tristeza que tú me conoces. Eternamente en fuga como la ola.
Entonces, ¿dónde estabas He dicho que cantabas en el viento
¿Entre qué gentes? como los pinos y como los mástiles.
¿Diciendo qué palabras? Como ellos eres alta y taciturna.
¿Por qué se me vendrá todo el amor de golpe Y entristeces de pronto, como un viaje.
cuando me siento triste, y te siento lejana? Acogedora como un viejo camino.
Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo, Te pueblan ecos y voces nostálgicas.
y como un perro herido rodó a mis pies mi capa. Yo desperté y a veces emigran y huyen
Siempre, siempre te alejas en las tardes pájaros que dormían en tu alma.
hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas.
[13]
[11] He ido marcando con cruces de fuego
Casi fuera del cielo ancla entre dos montañas el atlas blanco de tu cuerpo.
la mitad de la luna. Mi boca era una araña que cruzaba escondiéndose.
Girante, errante noche, la cavadora de ojos. En ti, detrás de ti, temerosa, sedienta.
A ver cuántas estrellas trizadas en la charca. Historias que contarte a la orilla del crepúsculo,
Hace una cruz de luto entre mis cejas, huye. muñeca triste y dulce, para que no estuvieras triste.
Fragua de metales azules, noches de las calladas luchas, Un cisne, un árbol, algo lejano y alegre.
mi corazón da vueltas como un volante loco. El tiempo de las uvas, el tiempo maduro y frutal.
Niña venida de tan lejos, traída de tan lejos, Yo que viví en un puerto desde donde te amaba.
a veces fulgurece su mirada debajo del cielo. La soledad cruzada de sueño y de silencio.
Quejumbre, tempestad, remolino de furia, Acorralado entre el mar y la tristeza.
cruza encima de mi corazón, sin detenerte. Callado, delirante, entre dos gondoleros inmóviles.
Viento de los sepulcros acarrea, destroza, dispersa tu raíz Entre los labios y la voz, algo se va muriendo.
soñolienta. Algo con alas de pájaro, algo de angustia y de olvido.
Desarraiga los grandes árboles al otro lado de ella. Así como las redes no retienen el agua.
Pero tú, clara niña, pregunta de humo, espiga. Muñeca mia, apenas quedan gotas temblando.
Era la que iba formando el viento con hojas iluminadas. Sin embargo, algo canta entre estas palabras fugaces.
Detrás de las montañas nocturnas, blanco lirio de incendio, Algo canta, algo sube hasta mi ávida boca.
ah nada puedo decir! Era hecha de todas las cosas. Oh poder celebrarte con todas las palabras de alegría.
Ansiedad que partiste mi pecho a cuchillazos, Cantar, arder, huir, como un campanario en las manos de un
es hora de seguir otro camino, donde ella no sonría. loco.
Tempestad que enterró las campanas, turbio revuelo Triste ternura mía, ¿qué te haces de repente?
detormentas Cuando he llegado al vértice más atrevido y frío
para qué tocarla ahora, para qué entristecerla. mi corazón se cierra como una flor nocturna.
Ay seguir el camino que se aleja de todo,
donde no esté atajando la angustia, la muerte, el invierno,
con sus ojos abiertos entre el rocío.
[14] Como todas las cosas están llenas de mi alma
Juegas todos los días con la luz del universo. emerges de las cosas, llena del alma mía.
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
Eres más que esta blanca cabecita que aprieto y te pareces a la palabra melancolía.
como un racimo entre mis manos cada día. Me gustas cuando callas y estás como distante.
A nadie te pareces desde que yo te amo. Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
¿Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las déjame que me calle con el silencio tuyo.
estrellas del sur? Déjame que te hable también con tu silencio
Ah déjame recordarte cómo eras entonces, cuando aún no claro como una lámpara, simple como un anillo.
existías. Eres como la noche, callada y constelada.
De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
El cielo es una red cuajada de peces sombríos. Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Aquí vienen a dar todos los vientos, todos. Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Se desviste la lluvia. Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Pasan huyendo los pájaros. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
El viento. El viento.
Yo sólo puedo luchar contra la fuerza de los hombres. [16]
El temporal arremolina hojas oscuras Paráfrasis a R. Tagore
y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo. En mi cielo al crepúsculo eres como una nube
Tú estás aquí. Ah tú no huyes. y tu color y forma son como yo los quiero.
Tú me responderás hasta el último grito. Eres mía, eres mía, mujer de labios dulces,
Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo. y viven en tu vida mis infinitos sueños.
Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus La lámpara de mi alma te sonrosa los pies,
ojos. el agrio vino mío es más dulce en tus labios:
Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas, oh segadora de mi canción de atardecer,
y tienes hasta los senos perfumados. ¡cómo te sienten mía mis sueños solitarios!
Mientras el viento triste galopa matando mariposas Eres mía, eres mía, voy gritando en la brisa
yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela. de la tarde, y el viento arrastra mi voz viuda.
Cuanto te habrá dolido acostumbrarte a mí, Cazadora del fondo de mis ojos, tu robo
a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan. estanca como el agua tu mirada nocturna.
Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos En la red de mi música estás presa, amor mío,
y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en y mis redes de música son anchas como el cielo.
abanicos girantes. Mi alma nace a la orilla de tus ojos de luto.
Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote. En tus ojos de luto comienza el país del sueño.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo. [17]
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues, Pensando, enredando sombras en la profunda soledad.
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos. Tú también estás lejos, ah más lejos que nadie.
Quiero hacer contigo Pensando, soltando pájaros, desvaneciendo imágenes,
lo que la primavera hace con los cerezos. enterrando lámparas.
Campanario de brumas, ¡qué lejos, allá arriba!
[15] Ahogando lamentos, moliendo esperanzas sombrías,
Me gustas cuando callas porque estás como ausente, molinero taciturno,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. se te viene de bruces la noche, lejos de la ciudad.
Parece que los ojos se te hubieran volado Tu presencia es ajena, extraña a mí como una cosa.
y parece que un beso te cerrara la boca. Pienso, camino largamente, mi vida antes de ti.
Mi vida antes de nadie, mi áspera vida. Me miran con tus ojos las estrellas más grandes.
El grito frente al mar, entre las piedras, Y como yo te amo, los pinos en el viento,
corriendo libre, loco, en el vaho del mar. quieren cantar tu nombre con sus hojas de alambre.
La furia triste, el grito, la soledad del mar.
Desbocado, violento, estirado hacia el cielo. [19]
Tú, mujer, ¿qué eras allí, qué raya, qué varilla Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas,
de ese abanico inmenso? Estabas lejos como ahora. el que cuaja los trigos, el que tuerce las algas,
¡Incendio en el bosque! Arde en cruces azules. hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos
Arde, arde, llamea, chispea en árboles de luz. y tu boca que tiene la sonrisa del agua.
Se derrumba, crepita. Incendio. Incendio. Un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras
Y mi alma baila herida de virutas de fuego. de la negra melena, cuando estiras los brazos.
¿Quién llama? ¿Qué silencio poblado de ecos? Tú juegas con el sol como con un estero
Hora de la nostalgia, hora de la alegría, hora de la soledad, y él te deja en los ojos dos oscuros remansos.
¡hora mía entre todas! Niña morena y ágil, nada hacia ti me acerca.
Bocina en que el viento pasa cantando. Todo de ti me aleja, como del mediodía.
Tanta pasión de llanto anudada a mi cuerpo. Eres la delirante juventud de la abeja,
Sacudida de todas las raíces, la embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga.
¡asalto de todas las olas! Mi corazón sombrío te busca, sin embargo,
Rodaba, alegre, triste, interminable, mi alma. y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada.
Pensando, enterrando lámparas en la profunda soledad. Mariposa morena dulce y definitiva
¿Quién eres tú, quién eres? como el trigal y el sol, la amapola y el agua.

[18] [20]
Aquí te amo. Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
En los oscuros pinos se desenreda el viento. Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
Fosforece la luna sobre las aguas errantes. y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
Andan días iguales persiguiéndose. El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Se desciñe la niebla en danzantes figuras. Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Una gaviota de plata se descuelga del ocaso. Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
A veces una vela. Altas, altas estrellas. En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
O la cruz negra de un barco. La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Solo. Ella me quiso, a veces yo también la quería.
A veces amanezco, y hasta mi alma está húmeda. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Suena, resuena el mar lejano. Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Este es un puerto. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Aquí te amo. Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte. Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Te estoy amando aún entre estas frías cosas. Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
A veces van mis besos en esos barcos graves, La noche está estrellada y ella no está conmigo.
que corren por el mar hacia donde no llegan. Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Ya me veo olvidado como estas viejas anclas. Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Son más tristes los muelles cuando atraca la tarde. Como para acercarla mi mirada la busca.
Se fatiga mi vida inútilmente hambrienta. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
Amo lo que no tengo. Estás tú tan distante. La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Mi hastío forcejea con los lentos crepúsculos. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Pero la noche llega y comienza a cantarme. Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
La luna hace girar su rodaje de sueño. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. en que nos anudamos y nos desesperamos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. Y la ternura, leve como el agua y la harina.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Y la palabra apenas comenzada en los labios.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. Ese fue mi destino y en él viajó mi anhelo,
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, y en él cayó mi anhelo, ¡todo en ti fue naufragio!
mi alma no se contenta con haberla perdido. Oh, sentina de escombros, en ti todo caía,
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, ¡qué dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron!
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo. De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste.
De pie como un marino en la proa de un barco.
[21.- “La canción desesperada”] Aún floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes.
Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy. Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo.
El río anuda al mar su lamento obstinado. Pálido buzo ciego, desventurado hondero,
Abandonado como los muelles en el alba. descubridor perdido, ¡todo en ti fue naufragio!
Es la hora de partir, ¡oh abandonado! Es la hora de partir, la dura y fría hora
Sobre mi corazón llueven frías corolas. que la noche sujeta a todo horario.
¡Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos! El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa.
En ti se acumularon las guerras y los vuelos. Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros.
De ti alzaron las alas los pájaros del canto. Abandonado como los muelles en el alba.
Todo te lo tragaste, como la lejanía. Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos.
Como el mar, como el tiempo. ¡Todo en ti fue naufragio! Ah más allá de todo. Ah más allá de todo.
Era la alegre hora del asalto y el beso. Es la hora de partir. ¡Oh abandonado!
La hora del estupor que ardía como un faro.
Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego,
turbia embriaguez de amor, ¡todo en ti fue naufragio!
En la infancia de niebla mi alma alada y herida.
Descubridor perdido, ¡todo en ti fue naufragio!
Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo.
Te tumbó la tristeza, ¡todo en ti fue naufragio!
Hice retroceder la muralla de sombra,
anduve más allá del deseo y del acto.
Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí,
a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto.
Como un vaso albergaste la infinita ternura,
y el infinito olvido te trizó como a un vaso.
Era la negra, negra soledad de las islas,
y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos.
Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta.
Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro.
¡Ah mujer, no sé cómo pudiste contenerme
en la tierra de tu alma, y en la cruz de tus brazos!
Mi deseo de ti fue el más terrible y corto,
el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido.
Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas,
aún los racimos arden picoteados de pájaros.
Oh la boca mordida, oh los besados miembros,
oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados.
Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo

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