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Agradecimientos

Moderadora de Traducción Moderadora de Corrección


Mew Rincone Karlix

Staff Staff
3lik@ Karlix
Evarg7 Jery_B2uty
Eni Yanii
Sara Herondale Eni
Andrea Moreno Jane
Krispipe Morin
Pili Oscense
Mew Rincone Mew Rincone
Katiliz94
Jane ♥ Revisión y Lectura Final
Lorellerena
Karlix
RufiArP
Pidgetravis ♥ Diseño
Mais020291 Mew Rincone
Índice
Agradecimientos Capítulo 28: Nixon
Índice Capítulo 29: Phoenix
Dedicatoria Capítulo 30: Nixon
Reconocimientos Capítulo 31: Chase
Sinopsis Capítulo 32: Chase
Prólogo Capítulo 33: Chase
Capítulo 1: Nixon Capítulo 34: Chase
Capítulo 2: Nixon Capítulo 35: Phoenix
Capítulo 3: Chase Capítulo 36: Chase
Capítulo 4: Nixon Capítulo 37: Chase
Capítulo 5: Nixon Capítulo 38: Chase
Capítulo 6: Chase Capítulo 39: Chase
Capítulo 7: Nixon Capítulo 40: Nixon
Capítulo 8: Chase Capítulo 41: Chase
Capítulo 9: Nixon Capítulo 42: Chase
Capítulo 10: Chase Capítulo 43: Nixon
Capítulo 11: Nixon Capítulo 44: Chase
Capítulo 12: Nixon Capítulo 45: Phoenix
Capítulo 13: Phoenix Capítulo 46: Chase
Capítulo 14: Chase Capítulo 47: Chase
Capítulo 15: Nixon Capítulo 48: Phoenix
Capítulo 16: Nixon Capítulo 49: Chase
Capítulo 17: Phoenix Capítulo 50: Nixon
Capítulo 18: Chase Capítulo 51: Nixon
Capítulo 19: Nixon Capítulo 52: Nixon
Capítulo 20: Chase Capítulo 53: Chase
Capítulo 21: Nixon Capítulo 54: Nixon
Capítulo 22: Chase Capítulo 55: Chase
Capítulo 23: Nixon Próximo libro
Capítulo 24: Phoenix Sobre la autora
Capítulo 25: Nixon Info. R&R.
Capítulo 26: Chase Créditos al foro.
Capítulo 27: Chase
Sinopsis
¿Morirías por la persona a quien amas?
Nixon Abandonato hizo su elección. Y ahora ha de pagar el precio.
Tracey es el amor de su vida, pero estar con él ha hecho de ella un objetivo para los
enemigos de su familia. La única manera de mantener a Trace con vida es
convenciendo al mundo que ella no significa nada para él.

Trace Rooksha caído irremediablemente enamorada del hijo del enemigo


jurado de su familia, y ella sabe en sus huesos que nada puede separarlos. Hasta que
Nix de repente la empuja a los brazos de su mejor amigo… Pero Trace no está
dispuesta a renunciar a un futuro con Nix, y si él no está dispuesto a luchar por ellos,
ella lo hará.

Al final, un sacrificio debe ser hecho. Una vida por una vida. Porque,
¿qué mejor manera de cubrir una multitud de pecados que con la sangre
de un pecador…?
Para todas esas chicas allí afuera que quieren ver al chico malo
redimido… Y para mi grandioso, grandioso grupo de lectores quienes hacen
de lo que hago el mejor trabajo del mundo! Los amo a todos!
En primer lugar, tengo que agradecer a Dios, él es totalmente la razón por la
que soy capaz de hacer cualquier cosa, y estoy muy agradecida cada mañana que
despierto y hago lo que amo.

Esposo, lo siento, sigo llevando mi computadora a la cama, pero gracias por ser
lo suficientemente impresionante para besarme de todos modos y apagar las luces,
incluso cuando estoy escribiendo las dos de la mañana!

Además, me siento muy mal… En mis últimos agradecimientos, ni una vez dije
gracias a Erica Silverman, mi increíble, increíble agente. Ella es como el soldado que
quieres en tu equipo durante el juego de Captura la Bandera, ella es tan
impresionante. Y yo soy muy competitiva, por lo que esto funciona.

A Grand Central Publishing, por su enorme corazón. Han sido tan increíbles en
este proceso. Las palabras no pueden ni empezar a describir lo increíble que ha sido
mi experiencia con ustedes!

Lauren, amiga, editora, investigadora fanática de Tom Hardy…Tu aportación en


mis dos últimos libros ha sido increíble! Nunca he tenido un proceso de edición tan
positiva, así que gracias no sólo por hacerme mejor, sino también por hacerlo tan
divertido!

Para mi equipo de la calle, los lectores beta, y todos los bloggers. Gracias a
todos y cada uno de ustedes que toman página y páginas. Sólo sepan que aprecio
tanto su amor y apoyo. No sería nada sin ustedes y estoy muy agradecida y honrada
que ustedes no sólo siguen leyendo, sino que me animan! Los amo chicos!
Prólogo
TRADUCIDO POR ENI & CORREGIDO POR KARLIX

M e escondí en las sombras con la esperanza de que él no me viera cuando


golpeara a mamá otra vez. Él le había prometido a mamá que dejaría de
tomar. Había prometido que no iba a ser malo nunca más, pero nunca
cumplía sus promesas, ya no.

—¡Tú, estúpida perra! ¡Sé que lo estabas mirando esta noche! ¿Crees que no me di
cuenta?

—¡No lo hacía! —Mi mamá se limpió las lágrimas y trató de tomar las manos de mi
padre, pero él la empujo al piso y la pateó en el estómago.

Asustado, miré alrededor buscando ayuda. Chase estaba justo a mi lado; podía ver
como se volvían blancos mientras apretaba sus manos en puños. Estaba tan impotente
como yo. Tragué cuando mis ojos se dirigieron hacia mi tío Tony; lentamente me miró.
Se quedó inmóvil en un rincón, con su mirada sin emoción. ¿Quería que me sentara allí
y observara? ¿Qué viera mientras mi padre mataba a mi mamá? ¿No se suponía que los
hombres protegían a los que amaban? Sentí mis fosas nasales abrirse en una furia
silenciosa. Alguien tenía que hacer algo.

Oí otro grito y luego el sonido de vidrio golpeando el suelo. Me volteé justo a


tiempo para ver a mi mamá golpear el suelo, la sangre brotando de un lado de su
rostro.

—¡Ma! —Corrí hacía ella, apartando a mi padre del camino. Tenía que salvarla,
tenía que protegerla—. ¡Ma!

—Nixon. —Una mano me detuvo—. No.

Levanté la mirada hacia los ojos tristes de Chase.

—Tengo que salvarla.

—No puedes.

—¡Pero no puedo! Tengo que…

—Nixon, eres mi mejor amigo en el mundo entero, pero papá dice que si haces que
tu padre se enoje de nuevo, él sólo va a volverse en tu contra. Tal como lo veo, él va a
desmayarse pronto de todas maneras.
—Pero… —Miré a mi mamá. Me dio un aterrador asentimiento en silencio antes
de que mi padre le diera un golpe en su cara. Sus ojos se cerraron cuando su cabeza
golpeo el suelo. Vi sus labios moverse así que podía decir que aún estaba respirando.

Su pecho subía y bajaba.

Viva. Estaba viva, esta vez. Paralizado por el miedo, me quedé viendo, contando los
segundos entre cada débil respiración, esperando, rezando porque ese no fuera el
último.

—Nixon, vamos.

Chase me agarró por el brazo y me llevó afuera. En el minuto en que mis pies
tocaron la hierba salí corriendo. Esforcé mis piernas hasta que dolieron, deteniéndome
finalmente en el árbol más lejano de nuestra propiedad.

—Nixon. —Chase estaba detrás de mí, sin aliento, pero aún así detrás de mí—. Lo
siento, Nixon. Lo siento mucho.

Asentí. Sabía que era lo correcto para decir, que él lo sentía; También lo sentía yo.
Sentía que un día no escucharía a Chase y ese día, mataría a mi padre por lo que le
estaba haciendo a mi mamá. Lo mataría e iría al infierno por eso, pero no me
importaba. Papá dijo que iría allí de todos modos.

—Vamos a hacer un pacto.

Chase puso su mano en mi hombro.

—¿Un pacto? —Sorbí y me volví hacia él—. ¿Qué clase de pacto?

—Uno que será para siempre. Uno que protegerá a las personas en lugar de
lastimarlas.

—¿Cómo hacemos eso? —De repente, estaba interesado. ¿Qué, si pudiera hacer
que todo mi dolor desapareciera? ¡Qué, si pudiera salvar a todos!

—Hacemos esto. —Chase sacó su navaja y cortó su mano, luego asintió


indicándome que hiciera lo mismo. Sin dudarlo corté mi mano y le di la navaja—.
Hermanos de sangre. Nunca nos lastimaremos y vamos a salvar a todos esas personas
como tu mamá, Nixon. Los que no se pueden salvar a sí mismos. Vamos a protegerlos.

—¿Cómo? —Vi como la sangre goteaba de mi palma abierta.

—Reglas. —Chase se encogió de hombros—. Mantienen a las personas seguras,


¿cierto? Al menos eso es lo que dice mamá. —Sonrió—. Crearemos reglas y
comenzaremos nuestro propio club. De esa manera, no tenemos que escuchar a nadie
más que a nosotros.

—Me gusta. —Me mordí el labio inferior—. ¿Cómo nos llamaremos?

—¿Los escogidos? —ofreció Chase.

—No, eso suena débil. Tenemos que sonar…más poderosos que eso.
Mis ojos se dirigieron hacia la carretera, y un cartel se veía en el suelo. Decía
elección.

—Elegidos —indiqué—. Nos llamaremos Los Elegidos.

Tenía sentido, después de todo, el presidente era elegido, ¿cierto? Nosotros no


éramos exactamente escogidos, pero estábamos haciendo la elección, estábamos
eligiéndonos a nosotros mismos como protectores. Eso era lo que éramos.

—¿Quién más puede entrar? —preguntó Chase.

—Tex y Phoenix. Querrán hacerlo. —De repente, parecía que un peso estaba
siendo levantado de mis hombros de doce años—. ¿Debemos darnos la mano?

—Sí. —Chase estrelló su mano contra la mía mezclando nuestra sangre—. No hay
vuelta atrás, Nixon.

—No. —Sacudí la cabeza—. No hay vuelta atrás.

Presioné mis dedos contra mis sienes y observé, reproduciendo ese momento
una y otra vez en mi cabeza mientras el contorno de Chase y Tracey parpadeaban a
la luz de la luna. ¿Realmente él me haría esto a mí? ¿Después de toda la mierda por la
que habíamos pasado? Medí su reacción, esperando que estuviera equivocado.
Rogándole a Dios que Trace sólo por esta vez me escuchara. Sus ojos parpadearon
con interés por unos breves segundos antes de mirar hacia el suelo.

—Mierda —Esperé en las sombras. Una parte de mi sabía que esto pasaría. La
parte que me dijo que enviara mis sentimientos al infierno e ignorara todas las
señales de advertencia que había estado viendo. Pero ahora, parecía demasiado
tarde. Me quedé, plantado donde estaba, observando, esperando.

—Chase, no puedes… —Trace sacudió la cabeza—. No puede ser así. ¡No


podemos hacer esto!

—No estamos haciendo nada —dijo Chase en voz baja, alcanzado la mano de
Trace—. ¿No es así? —Él me miró directamente, sin embargo todo lo que vio fue una
sombra. Sabía que estaba bien escondido—. ¿No te sientes de la misma manera?

Trace apartó su mano de la de Chase. —No importa lo que sienta. No es sobre


mí, Chase.

—Pero lo es —Chase la agarró de nuevo. Esta vez su mano agarró la suya en una
especie de abrazo íntimo, pensé que iba a vomitar por todo el suelo. El aire exterior
era frío como el infierno mientras pequeños pedazos de hielo trataban de encontrar
su camino dentro de mi abrigo de lana.

—No lo es. —Trace suspiró—. Nunca lo fue.

Chase la acercó hacia él. Ella cayó contra su pecho y lo miró a los ojos.

—¿Qué estás haciendo?

Chase suspiró. —¿Lo que debí haber hecho hace mucho tiempo? —Agarró la
parte trasera de su cabeza y tiró de ella para darle un beso. Sus labios se tocaron.

Tuve que apartar la mirada.

El único sonido de la noche fue el de mis suaves pasos mientras me


alejaba…dejando mi corazón roto en pedazos donde había estado de pie. Ella
estaba perdida para mí; ni siquiera fueron los Sicilianos los que la tomaron, sino mi
mejor amigo.

Un disparo resonó fuerte y claro en el aire de la noche. Me di la vuelta justo a


tiempo para ver a Trace colapsar en los brazos de Chase.
Capítulo 1
TRADUCIDO POR 3LIK@ // CORREGIDO POR KARLIX

Tres semanas antes.

C hase —gruñí—. Haz tu maldito trabajo.

Mi primo rodó sus ojos y me hizo un saludo militar mientras corría


hacia Trace. Todos coincidimos que sería mejor si ella se quedaba en la
escuela. Después de todo, la seguridad en Eagle Elite era estricta. Y nadie se
atrevería hacer algo durante el día.

Realmente, eran las noches las que me preocupaban. No sabía en quién confiar.
No estaba seguro de si podía confiar en mí mismo. Si algo le sucedía a Trace de
nuevo, nunca me lo perdonaría. De la manera en que iban las cosas, estaba teniendo
problemas en mirarme en el espejo después de la forma en que la había tratado en
las últimas semanas.

Violada. Ella estuvo jodidamente cerca de ser violada por alguien que una vez
había llamado amigo. Y ahora… ahora su abuelo estaba escondido, de nuevo. No
puedes simplemente dispararle a un jefe de la mafia y sin una maldita buena razón y
él no tenía una pierna para ponerse de pie. Fue crucial que averiguáramos quién
había asesinado a los padres de Trace, porque si fueron los de De Langes como yo
sospechaba, al menos, su abuelo no recibiría un disparo, o peor, ser torturado por
hacer lo que era correcto.

No pude evitar la sensación de que había sido mi culpa en primer lugar. Si me


hubiera alejado como su abuelo había pedido. Ella hubiera estado segura. En
cambio, la atracción que había entre nosotros era magnética, terminé
enamorándome. Antes de darme cuenta, estaba dispuesto a iniciar una guerra sin
cuartel contra la familia Alfero para tener a su nieta. Demonios, estaba listo para
secuestrarla.

Gemí mientras veía correr a Chase al lado de Trace y agarrar su mano. Bueno, yo
podría manejar una gran cantidad de cosas. Armas, violencia, gente que no conoce
su lugar de este mundo olvidado de Dios, pero ¿mi mejor amigo besando la mano de
mi novia? ¿La misma chica de la que he estado enamorado toda la vida? Sí, yo
malditamente iba a asesinarlo si él hace algo para arruinarlo.

Ella es lo único que tengo. Quiero decir, tengo mi hermana, pero mis padres ya
no están. Mi madre murió cuando yo era más joven, de la mano de mi bastardo
padre, y mi padre, bueno… yo bailaría sobre su tumba si eso no me hiciera quedar
como un verdadero idiota. El hecho es, que yo necesitaba a Trace; ella no era más
que una chica para mí, era mi tabla de salvación. Estaba aterrorizado de que si
llegara a perderla, me perdería, perdería todo lo que me mantenía conectado a
tierra y en un sano juicio.

—¿Estás bien con esto?—preguntó Tex junto a mí mientras se pasaba sus


manos por su cabello rojizo oscuro y asentía hacia la feliz pareja.

Me encogí de hombros, tratando de parecer indiferente. —¿Estás desafiando mi


juicio?

—Whoa —Tex alzando sus manos en señal de rendición—. Sólo preguntaba,


Nixon, no te desafiaba. Tómate un calmante. En serio.

—Tómate un… —Mordí mi labio inferior y succioné el aro en mi labio—. Estoy


bien.

—Cierto. Yo estoy bien, tú estás bien, todo el mundo está bien. Oh, mira, creo
que te ha brotado un arco iris del culo.

—¿Recuérdame por qué estás aquí otra vez?

Tex sonrió y se metió sus manos en los bolsillos. —Oh, tu sabes, para hacer tu
vida miserable. Eso y porque tu hermana caliente me prometió que me encontraría
con ella antes de su primera clase.

—Por favor, no uses ‘caliente’ y ‘hermana’ en la misma frase.

—Lo siento.—Tex se aclaró la garganta—.Estoy aquí porque tu sexi hermana


me prometió que me reuniría con ella antes de su primera clase.

—Y con eso me voy.—Rodé los ojos—. Dile a mí no-sexi, no-caliente hermana


que conteste su maldito teléfono.

—¡Lo haré!—Tex me hizo un saludo militar—. ¡No viajes sobre el arco iris, sol!

Le di la espalda y caminé en dirección contraria al edificio de negocios.


Técnicamente yo era de último año en la universidad, aunque realmente solo me
faltaban tres créditos para ser capaz de irme. Me había matriculado en asignaturas
optativas para poder permanecer como estudiante por el resto del semestre de
otoño. En serio estaba pensando en reprobar mis últimas clases para poder estar en
el semestre de primavera, también. Tenía que hacer algo, no había manera de que
fuera el único en no estar en Eagle Elite, no con los Sicilianos en sus botes de remo
en el Atlántico al mismo tiempo.

Tenía el control de la escuela porque mi familia era dueña de ella. Claramente


todo era una fachada. Necesitaba acceso a todo, y por lo que, el decano había
buscado otra manera cuando me inscribí en algunas clases y abandoné otras. Había
invertido cuatro años consecutivos tratando de descubrir quién había asesinado a
los padres de Trace cuando ella tenía seis años. Y después de tantos años de tratar
de limpiar el nombre de mi familia, eso sólo parecía que todo iba ahora hacia atrás y
girando fuera de control. Lo último que necesitaba era a los Sicilianos respirando en
mi cuello para aumentar el infierno de las últimas semanas.

—Sr. Abandonato. —Mi profesor de seminario de último año me anunció al


momento en que puse un pie en el salón. Era una pequeña clase de sólo quince
estudiantes, todos ellos demasiados absortos en hablar y enviar mensajes de texto
para importarles que hubiera llegado tarde. Ninguno de ellos incluso notó que me
veía como si acabara de volver del séptimo círculo del Infierno de una bienvenida
personal con el mismísimo Satanás.

—¿Sí? —Traté de no parecer tan irritado como me sentía. Tal como estaban las
cosas, sabía que estaba a sólo unos cinco segundos de perder mi mierda—. ¿Qué
puedo hacer por usted?

Mis palabras tenían un doble significado. Mi pregunta sería qué podía hacer por
él. Él sabía quién era; sabía sobre lo que hizo mi familia. Siempre seleccionaba mis
palabras con cuidado por esa misma razón. La mayoría de las personas piden
favores en público, no en privado. Así que, el arte del engaño era mi especialidad. Si
él respondía que necesitaba algo de qué encargarse, entonces sé que quiere tratar
con Nixon Abandonato, jefe de la mafia. Si él se ríe y comienza a echar bronca sobre
las instrucciones sin sentido de la escuela, entonces sólo quiere hablar con el viejo y
simple Nixon.

A veces me preguntaba que sería ser normal. Por ejemplo, ¿qué se siente usar
jeans sin ocultar una pistola en tu pierna? ¿O no sentirse desconfiado de cada
persona que te mira de reojo? Dormir estaba sobrevalorado, y ahora andar con la
adrenalina pura.

—Tenemos un nuevo estudiante —La mirada del señor Ryan parpadeó al frente
de la sala. Mis ojos siguieron a los suyos. La ira se mezcló con la adrenalina al mismo
tiempo, haciendo que mis manos temblaran cuando los hice puños.
—Mierda —Unos pocos estudiantes miraron en mi dirección, luego regresaron
a sus teléfonos cuando mis ojos lentamente llegaron al nuevo estudiante.
Probablemente podría gritar “fuego” y sus traseros seguirían plantados firmemente
en sus asientos. Idiotas, todos ellos.

—¿Perdón? —dijo el Sr. Ryan—. ¿Se conocen el uno al otro?

—Oh. —Un silbido de aire se escapó de mis labios mientras marchaba hacia su
escritorio—. Se podría decir eso.

—Bien —el Sr. Ryan dijo detrás de mí—. Si pudieras mostrarle los alrededores,
sería de mucho aprecio. Después de todo, eres el presidente del consejo estudiantil.

—Eso soy—le contesté. Me detuve frente del nuevo estudiante y le susurré—.


¿Cómo diablos entraste? —Estaba tan cerca de su rostro que podía ver los
moretones en su nariz, eso me decía una cosa. Él no estaba allí por elección, había
sido forzado; no es que él nunca admitiera la derrota. Mis fosas nasales se dilataron
mientras él lamía sus labios, tomándose su tiempo para responder.

Se echó hacia atrás en su silla, su cabello largo y oscuro cubría parte de su


rostro.

—¿Crees que eres el único que tiene conexiones, Abandonato?

—Por supuesto que no. —Agarré los lados de su escritorio y acerqué mi cara
hasta que estaba a centímetros de la suya—. Simplemente no creo que seas lo
suficientemente estúpido para elegir un bando.

—No elegí. Fui elegido. Quieren a alguien encargado de investigar. Alguien


digno de confianza en el interior. No es como si pudieran inscribirse en la
universidad.

—¿En serio?—Metí la mano en mi bolsillo y saqué mi cuchillo, deslizándolo


sobre el escritorio hacia su estómago—. ¿Y yo no lo soy?—Eché la cabeza hacia un
lado—. Ten cuidado de cómo responder, Faust. No dudaría en cortarte dónde te
sientas.

Desde que Faust había acusado a Trace de tú te lo buscaste, cuando casi fue
violada, ha estado en mi lista de mierda. Era de una de las familias originales
Sicilianas y un gigantesco dolor en mi trasero.

Se apoyó en mi navaja de manera que estuvo literalmente haciendo un agujero


en su camisa blanca de algodón.—Hazlo. Entonces Trace no tendrá a nadie que la
proteja, o su abuelo. Oficialmente los Alferos están en guerra con el resto de
nosotros. Elige un bando, Nixon, o yo lo haré por ti.
—¡Clase! —El Sr. Ryan dio una palmada—. Todo el mundo tome asiento.

Retiré el cuchillo y lo escondí en mi mano. —Esto no ha terminado.

—Por supuesto que no. —Faust sonrió, sus ojos se oscurecieron con
satisfacción petulante mientras asentía y respondía—: Es sólo el principio.
Capítulo 2
TRADUCIDO POR EVARG7 // CORREGIDO POR KARLIX

E
l minuto en que la clase se terminó, fui hasta el escritorio de Faust. Debí
haberlo visto venir—la cuál era la otra razón para que Chase fuera el
guardaespaldas de Tracey en mi lugar—No estaba pensando claramente
y todo era por culpa de ella—Mi concentración estaba en protegerla, pero, en el
proceso, estaba perdiendo mi toque.

Lo que sólo significaba una cosa.

Tenía que poner el miedo de Dios en Faust antes de que volviera y reportase lo
que sea que la familia de Sicilianos había mandado.

La puerta se cerró. Lentamente giré la cerradura de ella. Saqué un póster de la


pared y lo usé para cubrir la ventanita en el medio de la puerta, luego me volví a
girar para enfrentar a Faust.

Él estaba apoyándose en su escritorio.

—No puedes matarme.

Sonreí mientras la adrenalina corría por mi sistema. Apreté mis manos para
formar puños y me deleité en el sentimiento de sangre disparándose por mis venas.

—Oh, yo no soñaría con eso.

La sonrisa de Faust cayó de su cara cuando cargué hacia él desde el lado y


golpeé su cuerpo contra la pared de ladrillo. Sus brazos se levantaron para
detenerme, pero lo tenía sujetado con el peso de mi cuerpo. Con cuchillo en mano,
lo sostuve en su garganta.

—¿A quién mandaron?

Faust tragó contra mi cuchillo de metal, haciendo que su piel se raspara


ligeramente con el filo. Un hilo de sangre cayó del pequeño corte que su
movimiento había provocado. Se quedó quieto.

Faust no iba a responder.


Bien. Yo jugaría.

Lancé el cuchillo detrás de mí y lo golpeé en la mandíbula. Su cabeza hizo un


chasquido cuando golpeó contra la pared de ladrillo. No quería desmayar al tipo, así
que lo aparté de la pared y lo lancé a los pupitres. Maldiciendo, cayó al suelo y luego
se levantó.

—¿Eso es todo lo que tienes, Nixon? ¿Estás perdiendo tu toque?

Oh, demonios, no. Me lancé a por él. Justo cuando se apartaba de mi camino,
atrapé su pie. Trastabilló, golpeando su cuerpo contra el suelo. Lo arrastré del pie
hasta la ventana más cercana que pude encontrar y la abrí.

Estábamos en la segunda planta. La caída probablemente haría mucho daño;


quizá si aterrizaba de pie tendríamos suerte y se rompería ambas piernas él solito.
De cualquier forma, sólo esperaba que nadie estuviera en este lado del campus.
Imaginé que la mayoría de la gente estaría ya en su próxima clase.

Con un gruñido, lo levanté sobre el alféizar y agarré el frente de su camisa.

—Así es cómo va la cosa. —Sonreí con suficiencia—. O me dices quién te envió,


o participamos en una lección de física. ¿Qué tan rápido caerías desde seis metros? Y
cuántos huesos te romperías, si sobrevives a la caída y todo eso.

—No me matarías.

—Lo haría. —Parpadeé—. De hecho, la idea me seduce cada vez más mientras
miro a tu repulsiva cara.

Las fosas nasales de Faust se ensancharon. Impaciente, lo golpeé en la nariz y


agarré su camisa otra vez antes de que se cayera.

—Piensa, Faust.

—Nicolosi —espetó—. La familia Nicolosi está investigando. Llegaron hace dos


días.

Aturdido, sólo pude sujetarlo en posición. Olvida matarlo; quería saltar por la
ventana yo mismo.

Todas las familias menos los Nicolosi. Pensaría que habían enviado a una de las
familias originales Sicilianas, pero no la familia original.

No la familia que el abuelo de Trace había forzado a dejar Estados Unidos sin
ayuda —cuando habían tenido el suficiente dinero y poder para tener voz en el
asunto—Lo que era peor—nuestra familia los había ayudado a hacerlo. Claro que
todo eso pasó antes de que el drama de Romeo y Julieta llegase a escena con todos
nuestros padres, pero aún así.

Hijo de puta.

—Puedo decir por tu expresión horrorizada que estabas esperando a alguien


más —gruñó Faust.

Tiré de él para volverlo a meter en el salón de clases y lo golpeé tan fuerte en la


mandíbula que cayó en el frío suelo. Me limpié mis manos ensangrentadas en mis
jeans y salí de la clase.

El Sr. Ryan estaba esperando en el recibidor.

—¿Siquiera quiero saberlo?

—Nah… —Negué con la cabeza y le ofrecí una sonrisa—. Eso sólo te llevaría a la
muerte.

—¿Hay un cuerpo en mi clase? —Su tono era tranquilo, como si estuviera


preguntando si quería beber agua o soda.

—No podría decirlo. —Me encogí de hombros—.Pero quizá cancele el resto de


sus clases vespertinas.

El Sr. Ryan asintió y sacó su teléfono.

—Enviando el e-mail ahora. También pondré una nota en la puerta.

—Gracias.

Había llegado a la mitad del pasillo cuando la voz del Sr. Ryan gritó—: Tú, eh,
tienes un cuchillo saliendo de tu pierna.

Mierda. Baje la mirada. Así que por esto estaba sonriendo Faust. No lo había
sentido. Estaba tan acostumbrado a que me molieran a palos que raramente
reaccionaba cuando era atacado. Cuando reaccionas por dolor o miedo, te detienes,
dándole a tu enemigo tiempo para matarte.

—Eso es, Sr. Ryan. Que tenga un bien día.

Bajé el brazo, me saqué el pequeño cuchillo de mi muslo y me limpié la sangre


en mis jeans. Necesitaba cambiarme antes de que Trace me viera. Se volvería loca.
Capítulo 3
TRADUCIDO POR ENI // CORREGIDO POR KARLIX

E
n serio, tenía que dejar de hacer enojar a Nixon, pero besar a Trace en la
mano había sido una reacción instintiva. Sí no quería que fuera amistoso
con su novia, no debió haberme ordenado ser su guardaespaldas
personal cada maldito día de la semana escolar. Estaba viviendo en el infierno y sólo
yo lo sabía.

—¿Podemos faltar? —preguntó Trace mientras caminábamos hacia su tercera


clase del día. Era una clase de KI, una que sabía que ella odiaba porque era sobre
defensa personal. Para ser honesto, necesitaba eso y más, así que me mantuve
firme a pesar de que su hermosa sonrisa me estaba matando por dentro.

—No. —Puse mi brazo a su alrededor—. Sólo imagina la cara de Phoenix


cuando estés golpeando a Spike.

Trace se estremeció bajo mi brazo. —Sí, cuando imagino a Phoenix tengo un


cuchillo en sus bolas. Bastante segura que eso marcaría a Spike de por vida o me
echarían a patadas de Elite.

—Me parece bien. —La acerqué más—. Él se está haciendo cargo, Trace. Nadie
lo ha visto en dos semanas. Está escondido o al otro lado del Atlántico. No es lo
suficientemente estúpido para atacarte de nuevo. Deja a Nixon hacer su trabajo.
Puede que no seamos capaces de matarlo por lo que te hizo, pero estamos seguros
que podemos hacer su vida un infierno.

Trace asintió, pero no dijo nada. Sabía que todavía estaba traumatizada por
toda la dura experiencia. Mierda, yo aún estaba traumatizado y había hecho mi
parte de trabajo sucio en nombre de la familia Abandonato. Encontrarla en el suelo
con su ropa ensangrentada y desgarrada fue una de las experiencias más horribles
de mi vida.

Todavía quería matar a Phoenix.

Pero Nixon no lo permitiría.


Eso tenía que ver con alguna clase de código acerca de matar a descendientes
directos de los jefes de la mafia y los de su siguiente línea. Considerando que el
padre de Phoenix consiguió una bala en la cabeza hace unas semanas a manos del
abuelo de Trace, nuestras manos estaban literalmente atadas.

No significaba que no pudiera soñar con su muerte cada maldito día. Parecía
injusto que el bastardo pudiera respirar el mismo aire que Trace, dejarlo estar
alrededor como si no hubiera tratado de matarla.

—Llegas tarde —anunció el profesor de Trace cuando entramos.

—Es mi culpa —mentí—. Mi zapato estaba desatado, caí, me llevé a Trace


conmigo, toda su camiseta se ensució, y tuvo que ir a cambiarse.

Los profesores me odiaban. Nixon era el chico de oro, una especie de dios en
este lugar. Yo era solo su asistente, el que hacia el trabajo sucio. No ayudaba que
mis calificaciones eran menos que estelares desde que había estado tratando de
hacer mi tarea mientras Trace dormía. Era el único tiempo libre que tenía.
Mantenerla segura era un trabajo a tiempo completo. No era que me estuviera
quejando.

Los ojos afilados del profesor estaban enfocados en mí con una indiferencia
escalofriante. —Estás usando botas sin cordones, el sol está brillando, y una llegada
tarde más y tus notas caen, Trace.

—Ouch —murmuré a su lado—, puedo ordenar que golpeen a cualquier


profesor, sólo recuerda eso. —Le di una palmadita en su espalda y le guiñé el ojo al
profesor. Trace rodó los ojos, pero eso la hizo sonreír.

—Tu compañero se enfermó, así que, hoy trabajarás con Chase. —Con eso, el
profesor malhumorado caminó hacia la parte delantera del salón—. Ahora, hoy
vamos a trabajar en juego de pies y técnicas de defensa personal. Los paquetes de
instrucciones están en el escritorio; asegúrense de trabajar a través de todos las
situaciones antes de irse.

Trace se quejó a mi lado y fue a buscar un paquete. Su rostro cayó mientras leía
la primera página.

—No puedo, Chase. No puedo…

De repente, la Trace a la que estaba acostumbrado era una sombra de sí misma.


Temblando, envolvió los brazos alrededor de mi cuello como si fuera su tabla de
salvación, su salvador, su todo. Tanto como odiaba verla asustada, mi cuerpo
respondió a su proximidad como si ella fuera mi gravedad. Tembló de nuevo.
Suavemente, la alejé y miré sus ojos apenados llenos de temor.
—¿Qué demonios? —Le quité los papeles y rápidamente escaneé la primera
situación. Un chico y una chica solos en su apartamento. Él trata de aprovecharse de
ella, se aleja, pero él agarra su muñeca y la tira al suelo. ¿Qué haces? Maldito
infierno.

Tomó la mano de Trace y se la aprieto. —Sólo somos tú y yo, Trace, ¿bien? Vas a
poder con esto, y ¿sabes por qué?

Su mano temblaba dentro de la mía.

—Porque eres una Alfero. —Apreté los dientes y la acerqué a mí—. ¿Los Alfero
dan marcha atrás?

—No —susurró Trace.

—Lo siento; ¿qué fue eso?

—Diablos no —asintió.

—¿Dejas que las personas pasen por encima de ti? ¿Dejas que te ataquen, Trace?

—No. —Sus fosas nasales se ensancharon cuando apartó su mano de la mía y


me miró.

—Buena chica. —Asentí—. Ahora, trata de no olvidar que soy yo, no Phoenix.
Ten cuidado con mi anatomía, y me gustaría, ya sabes, tener hijos en el futuro algún
día.

Rodando los ojos, tomó postura a mi lado. Murmuré una oración mientras
rápidamente le hice una zancadilla y la empujé contra la colchoneta. Ella luchó
contra mí, pero sostuve con firmeza sus muñecas por encima de su cabeza, justo
como Phoenix la tenía. Mierda, eso me estaba matando. Su rostro se contrajo de
dolor cuando cerró los ojos y sacudió la cabeza de un lado para otro. Esperé a que el
miedo pasara, esperé el momento en que su cuerpo cambiara de estar aterrorizado
a estar enojado. Pero era duro como el infierno. Podía dispararle a un hombre que
me doblaba la edad a sangre fría. Había enterrado más cuerpos de los que podía
contar.

Crecí alrededor de las drogas, la prostitución, y el bajo mundo de las apuestas.


Nada, y quiero decir nada, había sido alguna vez más difícil que forzar a Trace a
revivir uno de los peores momentos de su vida. Nada era más necesario que ella
haciéndolo, así que la sostuve. La sostuve y me incliné.

—Lucha.
Se retorcía debajo de mí, podía ver el pánico brotar de sus ojos. Tal vez estaba
equivocado, tal vez se desplomaría bajo la presión, pero tenía que aprender a
defenderse por sí misma. Por mucho que quisiera estar, sabía que no era parte de su
futuro, no sería capaz de protegerla siempre. La agarré más fuerte. Las fosas
nasales de Trace se ensanchaban mientras tomaba respiros profundos.

—Trace —le susurré con voz ronca mientras su cuerpo se movía contra el mío.
Mierda, no contaba con mi respuesta física hacia ella, estar tan condenadamente
cerca… Maldiciendo, traté de enfocarme—. Piensa, Trace, piensa en cómo mover
mi peso, o usarlo como ventaja.

Sus ojos se estrecharon, y luego envolvió su pierna a mi alrededor y acercó mi


cuerpo al suyo, provocando que no pudiera hacer palanca. Fue un movimiento
inteligente; la mayoría de la gente gasta su energía tratando de quitarse de encima a
la persona, y luego se dan por vencidos.

En una situación así, siempre era sabio no luchar en contra sino con. Trace usó
su otra pierna para girarla alrededor de mi cuerpo y luego me empujo lentamente
de modo que estaba de costado y ella estaba encima de mí. Sin embargo, no fue
capaz de ganar suficiente apalancamiento. En segundos la tenía en su espalda de
nuevo.

En ese momento, al ver un poco de sudor corriendo por su rostro, odié a Nixon
una vez más. Porque nos estaba torturando. Él sabía lo difícil que era para mí
mantener mis garras lejos de lo que no era mío para tocar, sin embargo, confiaba lo
suficiente en mi para ponerme en esta maldita situación todos los días.

Su cuerpo se sentía tan bien debajo del mío, casi podía olvidar que esto no era
real, que no éramos solamente amigos, que éramos algo más. Mi pecho se contrajo
cuando Trace envolvió un brazo alrededor de mi cuello y me tiró hacia abajo; mi
boca golpeó su mejilla, no fuerte, pero ese toque, ese chisporroteo de mis labios
rozando su piel, fue suficiente para enviarme al abismo.

Ya no le estaba solamente enseñando.

Estaba luchando conmigo mismo.

Estaba viviendo un infierno, y ella no tenía idea.

—Eso es —dije con voz ronca—, ahora, usa tu pierna otra vez.

Trace lo intentó de nuevo; esta vez fue capaz de ponerme de espaldas antes de
que la volcara de nuevo.

Exhausta, cerró los ojos y suspiró cuando estuve encima de ella.


—Estoy cansada…creo que lo tengo.

—Claro que no. —Apreté los dientes y me apoyé hacia abajo para que todo el
peso de mi cuerpo estuviera en ella—. No lo tienes, todavía no lo tienes. Que Dios
me ayude, pero te mantendré clavada a este maldito suelo todo el día si no luchas
contra mí como si tu vida dependiera de ello. Vamos, otra vez.

Sus ojos destellaban ira cuando envolvió sus brazos alrededor de mi cuello otra
vez. Nuestras bocas estaban a sólo centímetros, ambos respirábamos con dificultad
por el esfuerzo. Corrección: Ella respiraba con dificultada por el esfuerzo. Yo
respiraba con dificultad por el supremo autocontrol que me tomaba mantener mis
labios alejados de los suyos y mi ropa en mi cuerpo.

Gimió por la agitación.

Hijo de puta.

Gimió de nuevo, y de verdad, me pregunté, en ese momento, ¿valdría la pena la


muerte? ¿Valdría la pena tirar a la basura toda una vida de amistad con Nixon para
tener una oportunidad con esta chica?

Trace debió sentir mi pausa. Tomó su oportunidad, envolvió una pierna a mí


alrededor, y con un fuerte grito me inmovilizó en el suelo.

—Bien hecho. —Mierda. Mierda. Mierda. Necesitaba encontrar una novia o


encontrar una distracción. Cualquier cosa. Estaba cerca, tan malditamente cerca de
arruinarlo todo.

—¡Lo hice! —Su pecho subía y bajaba con esfuerzo; su camiseta blanca sudada
estaba presionada contra su cuerpo.

—Así es. —Reinaba en el deseo—. Fuiste un regular Tito Ortiz.

—¿Quién?

Me reí. —No importa. Ahora, quítate de encima antes que te tiré de nuevo
contra el suelo.

Se rió.

Yo no lo hice.

Esto era malditamente serio.

Colgaba de un hilo. Vaya pues, nuca entendí esa expresión hasta ahora.
Fantástico.
Capítulo 4
TRADUCIDO POR 3LIK@ // CORREGIDO POR KARLIX

L
e envié un texto rápido a Chase para que me busque en nuestro lugar de
reunión en el campus, o como Trace lo llama, la Bat Cueva. Tenía
exactamente diez minutos para limpiar la sangre de mi cuerpo y
cambiarme de ropa.

Para ser sinceros, he estado limpiando la sangre de mis manos los últimos diez
años de mi vida, así que no era una experiencia nueva para mí.

Tomé una cerveza de la nevera y agarré sal y bicarbonato de soda. Tiré de mis
jeans y los metí en agua fría, y luego hice una pasta con las cosas domésticas.
Después de frotar, fui y los metí en la lavadora.

Estaba vestido con sólo mis boxers.

—Si tan sólo estuvieras lavando tus pecados… —dijo una voz detrás de mí.

—Ah, las malditas ofensas. Dime, ¿Qué tal estuvo los Estudios de la Mujer?—Me
di la vuelta para ver a Chase y a Trace colocando sus bolsos en el sofá.

—Increíble—dijo Chase con sequedad—. Exactamente aprendí a cómo no


molestar a Trace, deberías venir uno de estos días, o como en los próximos
segundos.

—Chistoso. —Trace lo empujó y luego me tendió una mano—. Te extrañé.

¿Estaba mal que yo odiase lo mucho que la echaba de menos, también? suspiré y
la atraje a mis brazos. Dios, ella olía tan bien. Siempre me tranquilizaba abrazarla.
Tenerla en mis brazos era lo más cercano al cielo que alguna vez pudiera tener.

—¿Qué tal tu día?

—Mejor que el tuyo. —Ella se apartó—. Por lo menos yo mantuve mi ropa.

Chase gimió desde el sofá.


—¿Estás bien?—Miré por encima de la cabeza de Trace.

—Magnífico. Pregúntele a Trace acerca de su clase de KI. Pateó mi trasero.

Trace envolvió sus brazos alrededor de mi cuello y me besó suavemente en los


labios. Aún me hace sentir—desequilibrado—cuando la gente me toca. Trace nunca
supo la verdadera razón. Juré llevármelo a la tumba. Pero siempre recordaba sus
manos, de ser estrangulado a centímetros de mi vida, de estar encerrado en mi
habitación sin comida. Simplemente es… jodidamente difícil. Y sin embargo ella me
tranquiliza—cuando envuelve sus brazos alrededor de mí, o cuando me siento
como si no tuviera escapatoria—entro en pánico.

Poco a poco desato sus manos detrás de mí cuello y beso sus dedos. Me
gusta esa conversación. ¿Así que pateaste el trasero de Chase? Ya era hora, diría.

Lo intenté. Sus hombros se encorvaron cuando sus cejas se fruncieron.

Me tensé. ¿Qué demonios pasó?

¿Por qué tendría que pasar algo? preguntó Chase detrás de ella.

Porque ella está toda… rígida.

Yo también Chase refunfuñó.

¿Perdón?

Olvídalo. Chase se levantó del sofá—. Mira, me tengo que ir. Señaló la
puerta . A tomar un descanso de los detalles de seguridad. Volveré por ella para su
última clase y tú y yo podemos charlar, ¿de acuerdo?

Bien. Lo vi salir. El nerviosismo estaba haciendo un maldito agujero en mi


estómago. Lleve a Trace al sofá.

Tenía los ojos clavados en mi estómago desnudo.

Esa no es mi cara, Trace. Levanté su barbilla. Ella se sonrojó y luego cerró


los ojos.

Eso fue vergonzoso.

No lo es para mí Sonreí—. Ahora, deja de objetivar, y dime lo que pasó en la


clase.

No fue un gran problema. Quiero decir, pero fue…

¿Por qué demonios estás temblando? Agarré sus muñecas, probablemente


es más difícil de lo que debería tomar, y me dije cálmate—.Trace, dime.
Ella se estaba cerrando a sí misma, la forma en que se sentó en el sofá, cruzando
las piernas y sus manos remilgadamente colocadas en su regazo, era todo. Esta no
era la Trace con quien yo estaba acostumbrado a estar. Asustó el infierno fuera de
mí.

Tuvimos que actuar escenarios.

Sentí que mis ojos se estrechan. ¿Qué clase de escenarios?

Trace jugaba con el borde de su camisa y se encogió de hombros. Esos


cuando la gente es atacada, ultrajada… violada. —Su voz se apagó.

Ese profesor particular simplemente acaba de sellar su jubilación.

Trace, mírame, ¿estás bien? Chase hizo…

—Chase estuvo genial. —Su rostro se iluminó. Maldita sea—. Él me guio a


través de la situación y, bueno, terminó bien. Creo que estoy un poco azorada. Él me
obligó a hacerlo. Básicamente me tiró contra la colchoneta y me dio bronca.

Me tomó cinco segundos decidir exactamente cómo iba a matarlo en el acto por
ponerla en esa posición. Diez segundos después, sentí unos celos enfermizos de
que su cuerpo estuviera presionado contra el suyo, casi tomo mi arma y voy tras él.

Entonces…—Unos mechones de su cabello cayeron sobre su rostro mientras


se mordía el labio—. Chase me dio un poco de amor firme, dijo anímate, y lo hice. De
hecho, lo inmovilicé en el suelo. Su rostro se iluminó como un maldito árbol de
Navidad. No es de extrañar que Chase se fuera; no quería que le disparara en el
trasero.

Solté un bufido. Estoy seguro de que disfrutó eso.

¿Qué? Trace ladeó la cabeza. ¿Era realmente tan despistada?

¿Realmente no tienes idea? Metí algunos mechones de su oscuro cabello


detrás de su oreja y suspiré—. ¿No tienes ni idea?

¿Idea? ayúdame Nixon. Yo no hablo locura.

Maldiciendo, tiré de ella a mi regazo y envolví sus piernas alrededor de mi


cintura así su cuerpo estaba apretado contra el mío. —Tú. Eres. Preciosa. —Su
cuerpo se estremeció en respuesta a mi toque. Un silbido de aire se escapó de sus
labios mientras sus piernas se tensaban alrededor de mi cuerpo.

Apreté sus caderas con mis manos y lentamente las levante. Miré su cuerpo
perfecto encajar como una pieza faltante en mi rompecabezas. —Cualquier hombre
sería un idiota para no tener un problema de erección en sus pantalones a tu
alrededor, Trace. Y esa es la verdad.

¿Tú no pareces tener ese problema? Me guiñó un ojo.

Gruñí y tiré su cabeza hacia la mía, aplastando mis labios contra los suyos.
Deslicé mi lengua más allá de la barrera de sus labios y me prometí que ella olvidaría
que Chase la tocó hoy. Es cierto gruñí bajo en mi garganta—. No hay problema
alguno. Básicamente soy un santo Llevé sus manos a mi pecho y más abajo, a mis
boxers—. Necesitas saber una cosa, cariño.

¿Qué? Sus manos se detuvieron en mis abdominales.

Asesinaría a mi propio primo.

¿Qué? Su expresión se volvió horrorizada: Sus ojos y su boca se abrieron


completamente.

Lo haría. Me encogí de hombros—. Él sabe que no eres suya para tocarte,


no eres suya para quererte.

—¿Y yo soy tuya?—Oh, genial, ahora la he cabreado.

Agarré su rostro entre mis manos y la besé en la boca suavemente. —Sí. Te


guste o no, nos pertenecemos el uno al otro. Soy tan tuyo como tú eres mía, yo no
comparto. Quiero jodidamente asesinar a todo el que mire incluso en tu dirección o
a tus zapatos, y maldita sea si no odio esas botas que Chase te dio. Quiero
devorarte. Quiero ser el que ponga una sonrisa en tu rostro. Quiero ser el que te
enseñe a satisfacerme. Nadie más. Compartirte, incluso del modo que lo hago con
mi primo, en quien confío más que nadie en el mundo, tiene que ser una de las cosas
más difíciles que he hecho.

Nixon. Suspiró contra mi boca—. Te amo. Tienes que saber eso.

Ese es el problema le dije.

—¿Cómo es eso un problema?

Es un problema porque estoy consumido por ti, Trace. ¿Tienes hambre?


¿Cómo van las clases? ¿Necesitas tu espacio? ¿Tienes miedo? ¿Puedes disparar un
arma? Mierda. Ni siquiera puedo dormir por las noches porque estoy tan asustado, y
literalmente he compartido la cama contigo las últimas dos semanas.

Un rubor tiñó sus mejillas.


Compartir una cama no es sexo; deja de ruborizarte. Guiñó un ojo cuando
me golpeó en el hombro—. No es que me oponga a la idea…

—Eres un chico. Nunca te opones.

—No estás lista, por lo tanto tengo que hacerlo. —La aparté con suavidad y
tomé su rostro con mi mano derecha—. No te estoy diciendo todo esto para que te
pongas toda sensiblera y que te espantes. Sólo quiero que sepas lo que está en
juego.

—¿Qué quieres decir?

—Faust está aquí.

¿QUÉ? Trace tropezó fuera de mi abrazo y se levantó—. ¿El mismo Faust


que me acusó de buscármelo cuando le dije que Phoenix intentó violarme? ¿Ese
Faust?

Me reí entre dientes. Sí, aunque pueda que sea irreconocible ahora.

—Nixon, no lo…

Me encogí de hombros. Está vivo.

Trace presionó una mano temblorosa en su sien. —¿Qué es lo que quiere?

—¿Qué quiere alguien en nuestro mundo? ¿Influencias? ¿Dinero? Su conjetura es


tan buena como la mía. Pero básicamente quiere que escoja un lado…

—No has terminado esa frase, supongo que no es el lado Alfero en el que él
quiere que estés.

—Lista y sexy. ¿Cómo me volví tan afortunado?

Trace suspiró y cerró sus manos. —Mi abuelo…

—Está bien. —Estábamos solos lo sabía, pero… una persona nunca podría ser
demasiado cuidadosa—. Déjalo.

Odiaba tener que ser duro con ella. Odiaba que fuera necesario con el fin de
protegerla. Si ella sabía dónde estaba, ella estaría haciendo de sí misma un objetivo.
Lo sabía, y eso era suficiente.

Entonces, ¿qué pasa ahora? Trace agarró mi mano y trazó un pequeño


círculo junto a mi nueva cicatriz.

Esperaremos. Los Sicilianos están aquí. Conozco bien a la familia. Los


negocios continúan como siempre y tú intenta graduarte.
Sin perder la vida murmuró.

—Nadie va tras de ti. —Solté su mano y me levanté—. Además, ellos tendrán


que matarme primero y no muero fácilmente.

—Cierto.

—Voy a ponerme ropa para que dejes de mirarme el trasero.

—No estoy… —Trace cerró los ojos mientras su rostro flameaba de un rojo
brillante.

—Lo estas. —Caminé a la habitación de invitados, donde guardamos la ropa y


tomamos siestas entre clases—. Pero te perdono porque tengo un trasero muy
lindo. Sería una especie de crueldad reprochártelo.

Wow, engreído y asesino. ¿Cómo me volví tan afortunada? dijo secamente.

Me eché a reír y fue a la habitación para encontrar algo sin sangre en él. No es
como si fuera estar libre de manchas. Después de todo, era como mi marcador,
sangre.

Una vez que estuve vestido, volví para encontrar a Trace acostada boca abajo
en el sofá, su respiración era profunda.

Miré el reloj. Ella tenía clases exactamente en diez minutos. Le envié un texto
rápido a Chase que iba a robarme a Trace el resto de la tarde. Respondió
rápidamente, que no le importaba y que iba a ir a buscar una chica caliente con
quien salir. Mientras que no sea mi chica caliente, yo estaba bien con eso.

¿Trace? Le di un toque para despertarla. Ella gimió y murmuró algo que no


sonaba como español—. Trace —Besé su nuca. Movió su brazo hacia mí,
golpeándome directamente en el estómago. Fuerte.

Le golpeé en el trasero tan duro y me reí cuando ella cayó del sofá y me miró.—
¡Qué sucede contigo! ¡Tú no puedes ir despertando a la gente de esa manera! Podría
tener…

¿Qué? ¿Podrías tener qué? Me crucé de brazos y sonreí—. ¿Qué


posibilidades hay que me dejes de rodillas?
Trace se lamió los labios y me miraba de arriba abajo. —Oh, tengo un par de
ideas.

Bien jugado me quejé—. Nos saltaremos las clases.

—¿Por qué?

—Porque quiero.

—¿Por qué?

Di gracias, Trace, y que Dios me ayude si dices por qué una vez más, te voy a
llevar de nuevo al dormitorio y haré mi voluntad contigo hasta que no puedas
preguntar por qué nunca más.

Ella pareció de hecho pensar en ello. Mierda. Estaba bromeando, no estaba


preparado para eso, no con ella. Parecía demasiado adorable. Y yo que estaba
bromeando sobre ello.

Bien. Ella bostezó y estiró los brazos por encima de su cabeza—. ¿Necesito
enviarle un texto a Chase?

No, acabo de hacerlo. Dijo que está por salir con alguna chica. Es evidente que
te estás metiendo con su encantamiento.

El rostro de Trace se cayó un poco. —Supongo que nunca pensé en eso.

—No te sientas mal por él. El hombre podría encantar a cualquiera con pulso y
probablemente podría utilizar este tiempo como una forma de hacer algún tipo de
ritual de purificación.

Ella asintió con la cabeza y tomó mi mano. Así que, ¿a dónde vamos?

A un lugar seguro Le guiñé un ojo.

Estacioné la Range Rover en las puertas anchas de metal. Después apreté el


botón del intercomunicador, una leve voz vino del altavoz—: ¿Quién está de visita?

—Nixon Abandonato.

Muchos gritos y silencios y luego—: Que placer, señor. —Las puertas se


abrieron delante de nosotros y conduje atravesándolas.
¿Eso no te molesta? preguntó Trace, quitándose sus gafas de sol.

—¿Qué?

¿Señor? Su ceja se arqueó—. Te hace sonar tan viejo y… simplemente viejo.

Es una cosa de respeto. —Me encogí de hombros.

No argumentó—. Es una cosa de viejos.

¿Qué? Estacioné en frente de la mansión y apagué el coche—. ¿Preferirías


que me llame tipo o pandillero?

—Yo voto por pandillero. Suena…

Soy un Siciliano nacido en Estados Unidos la interrumpí—. Suena como una


manera fácil de conseguir un tiro; a eso suena.

Trace rodó los ojos y se desabrochó el cinturón de seguridad. Mientras buscaba


la puerta, la agarré de la muñeca y la atraje hacia mí. —¿Cómo me llamarías?

¿Quieres decir que no sea tu nombre? Sus ojos se estrecharon.

Sí. Me lamí los labios. Mi lengua tocó el metal de mi aro en el labio. Casi
podía saborear su caliente boca en la mía.

Perfecto. suspiró—. Yo te llamaría perfecto. —Sus manos ahuecaron mi


rostro cuando su lengua tocó mi aro en el labio y luego se metió en mi boca.

Gruñí en frustración cuando nuestros labios se juntaron en un frenesí. No era


realmente el momento ni el lugar para estar besándola, o casi con la explosión de
frustración que yo no podía saltar la consola y mutilarla. De mala gana, me aparté.

—Por mucho que me encantaría terminar esta… conversación… —Me mordí el


labio inferior con fuerza y, literalmente, tuve que apartar la mirada de ella, así que
no diría demonios y llevarla de vuelta a mi casa y encerrarla en mi dormitorio—.
Estamos aquí por una razón.

¿Ah, sí? Sus ojos estaban dilatados mientras me miraba de arriba abajo—.
¿Qué es eso?

Sonreí. Ya lo verás.

Afortunadamente, el aire era fresco, así que cuando salí de la camioneta no


estaba aún tan excitado que estaba listo para dispararle a algo.

¿Qué es este lugar? Trace levantó la mano como sombra sobre sus ojos y
miró a la mansión.
Era una impresionante de cuatro plantas, con más de trescientas habitaciones.
Me encantaba este lugar, me encantaba visitarlo. Había sido mi refugio cuando mi
padre me golpeaba. —Mi primo Sergio se encarga del lugar mientras su padre
cumple su condena. —La llevé detrás de la casa.

¿Condena? Trace repitió—. Como ¿condena de cárcel?

Nos gusta pensar en ello como una oportunidad para una reunión familiar.
Una voz interrumpió. Me reí cuando Sergio le hizo un guiño a Trace y tendió la
mano—. Ha pasado mucho tiempo, Nixon. —Su cabello oscuro y ondulado estaba
atado en la nuca. Era un corte presentable, para uno de los inusuales que no eran
rebeldes contra la formalidad de estar en la mafia. Su camiseta azul estaba pegada
al pecho mientras permanecía de pie en frente de Trace.

Él no te llama ‘señor’ intervino Trace, luego se llevó la mano a la boca—.


Oh, Dios mío, lo siento mucho; se me escapó.

Se le escapa a menudo añadí.

Sergio se echó a reír. Eso me han dicho. —Le tendió la mano. Cuando ella le
dio sus dedos, él le besó los nudillos y sonrió—. Supongo que los rumores son
ciertos.

Rumores. Trace apartó la mano y la frotó.

—Por tu belleza… —Sergio se acercó a ella y suspiró—. Es una pena que no te


descubriera primero.

Sí, ese lamento está listo para tomar a otro primo. Le di una palmada en la
espalda—. No me hagas amenazarte, también.

Trace rodó los ojos y se puso a caminar a nuestro lado.

Sergio Mi primo se aclaró la garganta—. Mi nombre es Sergio.

Trace examinó su rostro. —Por supuesto que sí.

—¿Perdón? —Él dejó de caminar.

Ella miraba entre nosotros y se encogió de hombros. —La forma en que lo veo,
todo nombre Siciliano suena como algo salido de una película de la mafia o a…

—¿A…? dijimos al unísono.

—No importa. Así que, linda casa. —Trace trató de cambiar de tema.

¡Oh, no, cariño! —Tiré de su brazo y la hice detenerse—. Suéltalo. O ¿a qué?


—¿Prometen no dispararme? se quejó.

¿Él ha amenazado antes con hacerlo? gritó Sergio.

No Rodé los ojos—. Está siendo dramática.

Trace se giró hacia Sergio. —Soy una chica.

Me di cuenta Sus ojos se oscurecieron mientras lamía sus labios y la miraba


como por un minuto, devorándola donde ella se encontraba.

—Trace… —Le di un codazo—. ¿Cómo suenan los nombres Sicilianos?

Tengo que aprender cuándo callar Se puso las manos sobre su rostro—. A
nombres de estrellas porno. ¿Bien?

Sergio y yo nos echamos a reír. Maldita sea, me encanta esa chica. Las puntas de
las orejas quemaban de color rojo brillante mientras se cubría el rostro con las
manos.

Sabes dijo Sergio con una voz grave—, no es por presumir pero no estás
demasiado lejos con tus suposiciones, yo…

No Negué con la cabeza—. No vas a terminar esa frase. Tú. Te dispararé.

Sergio se rió y levantó las manos. —Entonces, todo está arreglado.


Simplemente me aseguro que no mataras a ninguna vaca.

¿Vacas? La mirada de Trace se disparó—. ¿Dónde?

En los campos Sergio se aclaró la garganta— .Donde viven —Él me miró y


movió la cabeza.

—¿De dónde has dicho que viene ella?

Abrí la boca para contestar, pero Trace estaba corriendo hacia el campo de las
vacas.

—A ella le gustan las vacas.

Ya veo Sergio se rió entre dientes mientras veíamos a Trace correr hasta la
cerca y estar de pie sobre ella.

¿Cómo van las cosas? pregunté . ¿Más noticias?

Ellos quieren conocerte. Sergio metió las manos en los bolsillos—. Eso es
todo lo que he oído. Es tu llamada, Nixon. Si deseas reunirte con ellos, poner a
prueba tu capacidad de mantener la paz, no te quitaré eso.
¿Pero? Crucé los brazos y seguí observando a Trace reírse mientras no tenía
una sola preocupación en el mundo.

Pero… Sergio se aclaró la garganta—, no veo un buen final. Para cualquiera


de nosotros. Debes estar preparado para pasar a la clandestinidad. Debe estar
preparado para lo peor.

Me tragué la sequedad en mi garganta. No tengo miedo de morir.

Lo sé. Sergio me dio unas palmaditas en la espalda—.Tu problema radica


en el hecho de que por fin has encontrado a alguien por quien vivir. No es nuestro
miedo a la muerte, pero si lo es el dejar atrás a los que amamos.

—¿Estás seguro que no quieres ser el que mantenga la paz, oh derramador de


sabiduría? bromeé.

No Sergio pateó la hierba a sus pies y sacó una pistola de la parte de atrás
de sus jeans—. Estoy aquí para aconsejarte en secreto. Me gusta mi vida. ¿Ser un
Elegido? ¿Regresar al centro de atención contigo y Chase? No. Soy más útil haciendo
lo que hago.

—Un fantasma.

Uno muy bueno Sergio golpeó mi espalda con su mano—. Toma, déjala
utilizar esta pistola. Era de mi madre.

Tomé el arma de sus manos. Era más delgada y más pequeña que la mía; Sería
un arma perfecta para que Trace aprendiera. Gracias por esto.

Hago lo que puedo. Ahora, trata de mantenerte con vida. Su camisa azul se
desplegaba en el viento mientras metía sus brazos en sus bolsillos y se alejaba.

¡Nixon! Trace gritó desde la valla—. ¡Ven!

Me acerqué a ella y suspiré. Las vacas no estaban acostumbradas a la gente. Eso


significa que las estaba asustando como el demonio.

Bien. Señalé a las criaturas de color marrón y la levanté de la cerca—.


Ahora, tenemos una hora o más o menos, luego tenemos que regresar a la ciudad.
Vamos a hacer un buen uso de ellas, ¿de acuerdo?
Capítulo 5
TRADUCIDO POR SARA HERONDALE // CORREGIDO POR YANII

S
oy muy mala en esto —dijo Trace por décima vez—. No entiendo cómo
puedes dispararle a algo sin caerte. —Acerqué su cuerpo al mío y envolví
mis brazos a su alrededor para ayudarle con la posición de la pistola.

—Por eso es que necesitas práctica.

—¿Por qué se ve tan fácil en la TV?

—Porque es televisión —le susurré en el oído—. Ahora, concéntrate en el


objetivo. Recuerda que las pistolas siempre tienen una ligera patada1. ¿Quieres los
tapones para los oídos?

—No. —Suspiró ella—. Porque entonces no podría oírte y por alguna razón
ayuda tenerte detrás de mí, es más fácil concentrarme. —Gracioso. Justamente
estaba pensando lo opuesto. Era tan malditamente difícil concentrarme en respirar
y mucho menos disparar un objetivo cuando su cuerpo se retorcía frente a mí.

—Recuerda —le susurré—. Quieres relajarte pero también tener una posición
que te permita respirar y soportar el golpe.

—¿Golpe? —Su voz temblaba con temor

—Del retroceso2 de la bala, no dejaría que recibas un disparo. —Ella enderezó


los hombros y apretó el gatillo, disparando a cien metros de distancia del objetivo
actual.

—No está mal. —Mentí. Trace me entregó el arma.

—No puedo ser mala en esto, no cuando seguimos en peligro.

—Ey. —Tomé el arma y la coloqué en el tronco de madera junto a nosotros—.


No eres mala y no se supone que sepas como hacerlo bien. Solo estas un poco

1
Patada: Movimiento brusco del arma que empuja levemente la mano de quien empuña el arma
hacia atrás debido a la fuerza del disparo. El empuje será mayor o menor dependiendo del calibre del
arma.
2
Retroceso: La fuerza que impulsa el arma hacia atrás al ser disparada.
oxidada ya que estas acostumbrada a disparar rifles en una granja. No con un arma
pequeña que no tiene una gran puntería.

—Lo sé. —Ella miró hacia la mansión—. ¿Supongo que Sergio no se va a reunir
con nosotros? —Me encogí, pensando que era mejor ocultarle parte de la verdad.
Mientras más sepa, más podría estar en peligro.

—A él no le gusta involucrarse en negocios. —Trace tomó mi mano y tiro hacia


abajo para sentarme en la mesa de madera junto con toda la munición.

—No entiendo. ¿Entonces por qué te ayuda?

—Sergio es lo que me gusta llamar un fantasma. No existe. A él le gusta de esa


forma. Después de que su padre fuera puesto en prisión, bueno, era fácil para él
salir. Los federales estaban husmeando demasiado y básicamente la familia lo dejó
irse por su cuenta. Por supuesto, todavía seguía observado, pero básicamente él es
libre de vivir su vida como mejor le parezca. Me ayuda cuando puede; es brillante
cuando se trata de hackear computadoras e investigar. —Trace entrecerró los ojos.
Tenía esa mirada en su cara, esa que significaba que realmente estaba haciendo un
esfuerzo para pensar sobre algo.

—Así que si Sergio decide que quiere avanzar y casarse con alguna chica normal
y vivir una vida normal… ¿podrá? —Sus ojos parecían esperanzados. Maldita sea,
odiaba ser el único que apagara esa esperanza.

—En teoría —respondí lentamente—. Pero Trace, realmente tú nunca estarás


libre de esto. Siempre tendrás que estar cuidando tu espalda. Siempre llevarás un
arma contigo por si acaso y nunca confiarás en las otras familias, o a veces, incluso
en ti misma. —Exhaló.

—Suena un poco horrible. —Acaricié su barbilla con mi mano.

—Suele serlo. Pero ahora —La besé suavemente en los labios—. No tanto.

—¿Tienes miedo? —Sus pestañas abanicaron sus pómulos.

—He conocido el miedo dos veces en mi vida. La primera vez cuando era
pequeño y veía a mi madre ser golpeada y sufrir por las manos de mi propio padre. Y
ahora…

—¿Ahora? —preguntó.

—Contigo. Cada maldito segundo el miedo amenaza con afectar mi paz.


Porque, al final, no puedo controlar las decisiones de nadie, solo las mías.
—Lo lamento —Trace apoyó su cabeza en mi hombro—. Por hacerte sentir de
esa forma.

—Ey. —Me aparté y sostuve su cabeza firmemente entre mis manos—. Tú me


haces sentir increíble. Pienso en el miedo como algo saludable. Significa que soy
más cuidadoso con el tesoro que he recibido.

—Me acabas de llamar un Tesoro —suspiró ella felizmente.

—Eso hice.

—Chase diría que te has vuelto dulce.

—Chase puede besar mi culo —me quejé—. Y no soy dulce. Solamente estoy…

—¿Solamente? —Besé su frente y me reí.

—Estoy enamorado.

—¿Quién es ella? —Se puso de pie y gritó—. Exijo saber quién es la persona que
tiene tu afecto.

—¡Es el Oriente! ¡Y Julieta es el sol! —Salté fuera de la mesa—. Levántate bello


Sol, y mata a la Luna envidiosa, que ya está enferma y pálida de pena, porque tú, su
sirvienta, eres mucho más hermosa pero ya que ella es envidiosa no seas su
sirvienta. Su ropa de vestal es de un verde apagado: Y solo lo llevan los bobos.
¡Tírala! —Caminé hacia ella y tomé sus manos—. Es mi dama, oh, es mi amor —
Toqué su cara y susurré—. Oh pero ella sabía que era ella. —Los ojos de Trace se
cerraron mientras se apoyaba en mi mano.

—Esto ha sido… —Una pequeña sonrisa se dibujó en la comisura de sus


labios—. La cosa más sexy que he experimentado —Me reí entre dientes.

—Entonces claramente estoy siendo descuidado. Tú sabes, con todos los


disparos en mi dirección y manteniéndome escondido de un enemigo ofendido.

—Excusas, excusas —Abrió los ojos y envolvió sus brazos alrededor de mi


cuello—. Prometo que no le contaré a nadie que tienes memorizadas escenas de
Romeo y Julieta si me dices más de las mismas.

—¿Y si digo que no?

—Entonces lo diré.

—Estoy muy seguro que eso es un soborno, quizás estoy al borde de una
extorción.

—Soy una Alfero, ¿qué esperabas?


—Todo. —Tomé su labio inferior tiernamente entre mis dientes—. De ti, lo
quiero todo.

Odiaba lo fácil que era con Trace. Cuando estuvimos solos fue casi como si
realmente estuviéramos solos y pudieramos hacer cualquier cosa que queríamos. En
un mundo perfecto las cosas podrían ser diferentes; solo apestaba que nuestro
mundo estuviera tan lejos de la perfección de lo que una persona podría conseguir.
Salí fuera del SUV y abrí la puerta de Trace. Se estaba haciendo tarde y todavía
necesitaba la confirmación final de que íbamos a encontrarnos esa noche con la
familia Nicolosi. Caminamos hacia mi casa y encontramos a Mo bebiendo un vaso de
vino y leyendo un libro.

—Me voy a dar una ducha —Trace se puso de puntillas y me besó en la mejilla,
luego caminó a través del vestíbulo mientras mi celular sonaba.

Esta noche, 7:00

Después de mi tarde con Trace, sabía más de lo que me gustaría admitir que era
un blanco fácil. Pero para esta reunión necesitaba a los chicos conmigo. Me pasé las
manos por el pelo y suspiré. Mo levantó la vista del libro, su rostro mostraba
preocupación.

—¿Qué pasa?

—Tengo que robar a Chase por la noche, ¿está bien? —Metí mis manos en mis
bolsillos e intenté parecer como si estuviera analizando el clima o un partido de
fútbol, cuando realmente estaba más estresado de lo que creía. Mo frunció el ceño.

—¿Y Tex? ¿Él va a ir con ustedes?

—Probablemente —Me encogí de hombros—. No es gran cosa, solo negocios.


Asegúrate de cerrar con llave las puertas, poner las alarmas. Me aseguraré de que el
Tío Tony sepa que ustedes están solas y les mande a algunos chicos.

—Genial —resopló y jaló sus hombros hacia atrás contra su cuerpo—. Más
asesinos. ¡Me apunto!

—Lo siento. Conoces las reglas.

—Odio las malditas reglas.


—Las reglas…

—Nos mantienen a salvo —terminó Mo—. Lo sé. Solo desearía que pudiéramos
caminar por ahí como gente normal sin miedo de recibir disparos. Si Trace tuviera
alguna idea de lo malo que realmente es.

—Ella no se dará cuenta —Sentí mi control romperse mientras miraba a mi


gemela—. ¿Cierto? Porque estoy seguro que yo no se lo diré.

—Nixon —maldijo Mo—. Algunas veces realmente te odio. —Algunas veces


también me odiaba. Se cruzó de brazos y frunció el ceño al suelo. Maldije y cubrí mi
rostro con las manos. No quería tener que lidiar con un drama familiar. Podría actuar
como una princesa consentida de la mafia bajo su propia responsabilidad.

—Anótate en la lista. Ahora haz lo que digo.

—Sí, Señor —Me elogió con su dedo del medio. Poniendo una sonrisa, le di unas
palmadas en el hombro.

—Yo también te quiero.


Capítulo 6
TRADUCIDO POR ANDREA MORENO // CORREGIDO POR YANII

L
a única cosa positiva acerca de todo el día yéndose al infierno—el
negocio estaba en pleno auge—o eso es lo que mi papá dijo cuando me
fui a casa a conseguir ropa limpia antes de que me encontrara con Nixon.

—¿Cómo está la chica? —preguntó Anthony.

Nunca me he referido a él como “padre”. Él nunca me ha dado la


impresión que eso fuera algo que se me estuviera permitido hacer. Y no estaba a
punto de faltarle el respeto.

—La chica… —Puse algunas camisas en mi bolso—…Está bien. Está yendo a la


escuela segura.

—Gracias en parte a ti —Anthony rió con amargura—. ¿Así que Nixon te puso
en el detalle de la seguridad? ¿Cómo crees que se ve?

—Hmm —Me detuve y me volví hacia él—. ¿Cómo creo que se ve que el jefe
confié en mi con el amor de su vida y en nadie más, ni siquiera tú? Bastante bien,
gracias por preguntar.

—Es joven.

—Es el jefe. —Apreté los dientes y traté de no perder la calma en su presencia,


pero realmente me molestó.

—Deberías haber sido tú —Anthony maldijo—. Dios sabe que deberías haber
sido tú.

¿Ha estado mi padre espiando en mi mente o algo? Quiero decir, sé que hubiera
deseado ser yo, pero solo por Trace; no porque quisiera la responsabilidad de una
familia Siciliana de un siglo de edad colgando de mis hombros. No gracias.

—Sí, bueno —Puse mi bolso sobre mi hombro—. Lo siento, no nací antes que
él, que aún está vivo. Así que: ¿De qué quieres que me disculpe? No voy a
disculparme por ser leal, o por pensar que él es lo mejor para esta familia.
—Él puede conseguir que nos maten.

No era un idiota. Mi mente surgió con todos los peores escenarios, cada posible
resultado, y sabía que no estábamos en el lado correcto de las posibilidades.
Diablos, ni siquiera estábamos en el mismo universo. Pero no podía empezar a
preocuparme por la familia cuando todo lo que realmente me importaba era
mantener a Trace a salvo. Moriría antes de que algo le pasara. Anthony podría irse al
infierno por todo lo que me importaba.

—No, si puedo evitarlo —Empujé pasando a Anthony y cogí las llaves de mi


Range Rover.

—No puedes evitar lo que viene. Ha estado colgando sobre nuestras cabezas
por años —dijo Tony detrás de mí. No sabía si quería que le respondiera, pero
escogí ignorarlo.

Desde que el padre de Nixon había muerto, en los últimos años las cosas habían
estado agitadas. La mitad de la familia pensó que sería bueno tener sangre fresca
liderando Los Abandonatos. Después de todo, el padre de Nixon había golpeado
literalmente la mierda de Nixon y su mamá de forma regular cuando era pequeño. Y
posiblemente, él había matado a los padres de Trace en un ataque de celos porque
había amado a la madre de ella más que a la vida y ella no lo escogió.

Mierda, eso golpeaba demasiado cerca de casa.

Lo que fuera.

En lo que a mí se refería aquella era un viejo drama y el resto de la familia podría


o estar a bordo o joderse. Nixon estaba haciendo el mejor trabajo que podía a los
veintiuno. Mierda, yo probablemente estaría teniendo una crisis nerviosa si tuviera
algunas empresas de miles de millones de dólares debajo de mí. Por supuesto, él
tenía socios de negocios que se ocupaban de la mayor parte del dinero, pero aun
así. Era una gran responsabilidad. Conduje las diez millas hasta su casa. Vivía en el
otro lado de la ciudad, donde las casas tenían portones y la gente tenía helipuertos
en sus patios traseros. Nuestras casas eran bastante similares. Solo que la mía nos
contenía solo a Anthony y a mí. Mi madre había muerto varios años atrás, al igual
que la de Nixon.

Me pregunté si esa era una mala señal, o algún tipo de profecía. Las mujeres
nunca duraban en nuestra familia. Negándome a pensar acerca de Trace y de su vida
por delante si ella se quedaba con nosotros, me detuve en la puerta, deslicé mi
tarjeta y toqué la bocina. Nixon salió volando de la casa con Tex.

Dios. Se reían.
—Amigo, ¿Que te tomó tanto tiempo? —dijo Tex desde el asiento trasero—. Las
chicas estaban viendo estúpidas películas de mujeres de nuevo.

Nixon resopló.

—Sí, y ya sacaron cada DVD de su colección, probablemente debería parar de


quejarme.

Tex sonrió.

—Entonces, ¿A quién matamos?

Mi risa fue hueca. Tex siempre había parecido tan despreocupado sobre el
negocio. Yo, sin embargo, aún odiaba hacer el trabajo sucio. No me importaba ver a
otros hacerlo, pero ¿hacerlo yo mismo? Digamos que no soy tan atemorizante como
la gente le gustaría pensar que soy. No, esa nominación iba para Nixon. Las cosas
que le he visto hacer a ese chico pondría pesadillas hasta en la peor clase de
prisionero.

—Tenemos una reunión —dijo Nixon en una imperturbable voz—. Con la familia
Nicolosi.

—¡Hijo de puta! —Pisé los frenos en medio de la entrada de coches—. ¿Los


Silicianos? ¿Vamos a conocerlos? ¿Ahora? ¿Estás volviéndote loco?

—No. —Nixon sacó su celular—. Solo nos quedan veinte minutos para llegar al
centro de Chicago. Yo me apresuraría.

—Muy bien —Arremetí contra el acelerador y maldije—. ¿Qué demonios, Nixon?


Es como si quisieras que muriésemos.

—No nos mataran —¡Por qué estaba tan malditamente calmado!—. Ellos no
pueden. Tenemos demasiado dinero. Además, a estas alturas Faust habrá
reportado.

—¿Y qué crees que dijo?

—Te refieres ¿antes o después de que se cagara en sus pantalones?—Nixon


sonrió—. Ellos saben dónde estamos. Así que ahora negociamos. Les decimos que
lo tenemos bajo control.

—Um… —Tex se aclaró la garganta detrás de nosotros—. Sin ánimo de


ofender, Nixon, pero no tenemos absolutamente nada manejado. Tenemos a un
loco jefe de la mafia escondido y aún no sabemos quién mato a los padres de Trace.

Suspiré en exasperación. Tal vez haya sido el padre de Nixon, después de todo,
él era capaz de cualquier cosa. Todos sabíamos eso.
—Cierto —Exhaló Nixon—. Pero ellos aún no saben que nosotros no tenemos
las respuestas. Y tengo un plan.

—¿Plan? —repetí—. ¿Quieres que conozcamos a la más temible familia conocida


de la mafia porque tienes un plan? ¿Estás loco?

—Dios, ojalá —Se río Nixon y se mordió el anillo del labio. Se quitó chaqueta de
cuero y comprobó algunas de sus armas atadas a su cuerpo—. Tenemos un viejo
asunto entre nosotros. Ellos van a estar curiosos, van a querer escuchar.

Maldije y golpeé el volante.

—Cálmate —espetó Tex. ¿En verdad no lo sabía? Una vez que estuvimos en el
semáforo di la vuelta y miré.

—¿Calmarme? Ingenuo pedazo de mierda. La última vez que estuvimos en


Chicago a mi madre le dispararon. Ella murió, Tex. Que Dios me ayude, la próxima
vez que me digas que me calme te pego un tiro en el pie.

El semáforo pasó a verde y salí a toda velocidad. Completo silencio cubrió el


auto, y por una vez me alegré de no tener a nadie en mi vida que me amara. Porque
si se trataba de un tiroteo con esos chicos, lo tomaría, con placer. Terminaría con
ellos, por lo que le hicieron a mí y a mi familia. Sin vacilación.
Capítulo 7
TRADUCIDO POR EVARG7// CORREGIDO POR KARLIX

S
abía que Chase estaba enfadado. También sabía que no hubiera venido si
le hubiera dicho con quién nos encontraríamos. Y él necesitaba esto tanto
como yo. Necesitaba una conclusión. Lo que le hicieron a su madre… fue
horrendo. Nunca se probó que hubiera sido asesinada por la familia Nicolosi, pero
teníamos nuestras sospechas. Fuertes sospechas. Después de todo, toda familia
tenía un escudo de familia, y la que se dejó junto al cuerpo había pertenecido a nada
menos que a la Nicolosi.

Fue violada y golpeada en cada centímetro de su cuerpo —y todo porque le


había hablado a una de sus esposas— Confió en ellos con algo que tenía que ver con
la familia.

Había sido asesinada al día siguiente. Abandonada en el almacén.

La adrenalina surgió dentro de mí cuando nos detuvimos en el restaurante. Era


un lugar bueno para reunirse, una de las cadenas que teníamos, conocida por su
comida china, lo cual francamente, siempre me pareció hilarante. Sólo porque
éramos Sicilianos no significaba que sólo teníamos restaurantes italianos.

El olor a cerdo dulce y arroz frito invadió mis sentidos cuando entramos
bruscamente al restaurante y fuimos a la habitación trasera de reuniones.

Lo primero que noté fue que las luces eran tenues, más tenues de lo que
recordaba. Lo segundo fue que la mano del camarero estaba temblando. Sonrió y
asintió en nuestra dirección, pero su maldita mano estaba teniendo problemas para
servir las bebidas.

Le respondí con un asentimiento y le mostré una de mis armas, reafirmación y


todo eso.

La habitación trasera estaba reservada usualmente para invitados de fuera de la


ciudad. Pero cuando digo “invitados”, en realidad me refiero a familias de fuera de
la ciudad que necesitan un lugar para interrogar.
Estaba completamente insonorizada y tenía al menos veinte cámaras puestas en
diferentes ángulos en las paredes, sólo por si necesitábamos mirar el video para ver
exactamente quién hizo qué primero.

Asentí hacia Tex. Él cerró la puerta detrás de nosotros. Caminé hacia la mesa y
tomé asiento, poniendo mi arma frente a mí para que todos la vieramos.

—Nixon… ha pasado… un tiempo. Dime, ¿cómo está tu familia?

—Igual —dije secamente—. Rica, poderosa, enfadada…

Luca Nicolosi sonrió. Sus brillantes dientes blancos eran como una luz brillante
contra su piel bronceada. A los 47, él había estado cuidando de la familia Nicolosi
desde que su padre muriera hace diez años. La última vez que lo había visto, había
sido un personaje arrogante. Ahora, bueno, ahora sólo me hace enfadar. Todo en él
gritaba indulgencia, desde su prensado traje de seda hasta su cabello bien peinado.
El odio ni siquiera comenzaba a describir lo que sentía por él y su familia.

Los detestaba, más que a nada en el mundo.

A los once años, había confiado en ellos. Había corrido a sus brazos esa noche…

—¡Ayuda! ¡Ayúdenme! —Mi padre había dejado la caja sin cerrar esta vez. No me
había dado cuenta hasta que empecé a patear la puerta. Me estaba castigando otra
vez. Sabía que era mi culpa que estuviera enfadado. Me había dicho que espiara a Ma
otra vez y yo le había dicho que se fuera al demonio.

Así que me había puesto un tiempo en la caja.

Era muy pequeña y negra. Una vez había estado ahí el día entero.

Últimamente, parecía que sólo mirarlo mal me hacía ganar tiempo en la caja.

—¡Ayuda! —Corrí directamente a la sala de estar, donde algunos hombres estaban


sentados. Papá no estaba en ningún lugar.

—¿Ayuda? ¿Con qué necesitas ayuda? —Luca estaba de pie en la esquina, con las
manos en los bolsillos. Su marcado acento me recordaba a mi abuelo. Había sido
amable conmigo, mi abuelo.

—Mi padre, me encerró en una caja y no sé adónde fue mi ma y…

—Aww —Luca aplaudió—. Drama familiar. Nunca deja de asombrarme lo


fácilmente que las familias se derrumban cuando las dejamos a sus propios recursos.

¿De qué estaba hablando?


—Escucha —Luca se arrodilló frente a mí—. ¿Escuchas eso?

—Escuchar, ¿qué? —Sólo podía oír mi respiración.

—Exactamente —Luca palmeó mi hombro—. A nadie le importa que estuvieras


encerrado en una caja, ni siquiera a Dios. Así que corre y vuelve a entrar arrastrándote
antes de que yo te dé una verdadera razón para gritar en busca de ayuda.

Congelado donde estaba, sólo pude mirarlo fijamente.

—Corre… —Sonó aburrido mientras huía de la sala. Estuve aterrorizado durante


el resto de la noche, aterrorizado de que cumpliera con su promesa y viniera a por mí.
Incluso entré arrastrándome en la caja.

Mi papá finalmente me encontró en la misma posición un día después,


deshidratado y traumatizado. Fue la primera vez que me pegó. Dijo que era una
vergüenza para las otras familias.

También fue la primera vez que disparé un arma y puse su nombre en el blanco.
Moriría a mis manos un día; él moriría igual que Luca.

—¿Por qué exactamente estás aquí? —preguntó, fingiendo aburrimiento


mientras yo tamborileaba con mis dedos en la mesa—. No tienes nada que ganar
con tu presencia.

Luca se rió.

—Y ahí es dónde estás equivocado. Nosotros mantenemos la paz entre las


familias. Hemos oído un poco de agitación. Conoces las reglas, Nixon. Vives con
ellas. Uno no puede simplemente disparar a alguien porque tiene rencor. Entrega al
Sr. Alfero y todo esto será sólo un recuerdo. Nos iremos en el primer avión.

—No puedo hacer eso.

—¿Y por qué no? —Se inclinó hacia delante—. ¿Qué tienes que ganar al
protegerlos?

—Nada —mentí—, excepto una consciencia libre de culpa. ¿Cómo logrará su


muerte hacer borrón y cuenta nueva?

—Una vida por una vida —Luca se encogió de hombros—. Después de todo,
¿no tiene un nieto o nieta en la siguiente línea?

Así que eso es lo que querían.

A Trace.
Sobre mi cadáver.

—¿Cómo lo sabría yo?

—Tráelo —Luca le hizo señas a alguien detrás de él. La puerta se abrió y se


volvió a cerrar.

Intenté parecer impávido mientras miraba a Faust traer a Phoenix a la sala. Pero
que me condenen si no quería saltar sobre la mesa y terminar con su vida.

Chase se tensó a mi lado.

¿Así que se había reducido a esto? ¿Lo dejamos vivir y lo dice todo?

Phoenix tomó asiento, con una amplia sonrisa petulante en su cara. Santa
madre de Dios, ansiaba terminar con su vida.

—Este hombre parece pensar diferente. Todo lo que pido… —Luca se aclaró la
garganta—…Es que entregues al Sr. Alfero, entregues al hombre responsable de la
muerte de De Lange. Una vida por una vida. Si no, les haré daño a los que más amas.
Después de todo, Phoenix es el líder de los De Langes ahora. La justicia tiene que ser
cumplida.

—Apuntado —dije entre dientes.

—¿Dudas de mí? —Luca ladeó su cabeza y puso sus manos en la mesa mientras
se ponía de pie—. Claramente, lo haces, de otra forma estarías entregando la
cabeza de la familia Alfero en bandeja de plata.

—¿Por qué demonios traería la cabeza de la familia Alfero, especialmente


cuando la persona gritando por su cabeza no es más que una serpiente traicionera?
—Mire a Phoenix y lo fulminé con la mirada—. Así que escúchame tú.

Las cejas de Luca se levantaron sólo ligeramente.

—Descubriré quién mató al hijo e hija de Frank Alfero y cuando pruebe lo que he
sospechado todo el tiempo, se irán.

Luca se rió. Phoenix hizo un breve contacto visual conmigo y negó con la
cabeza, sólo una vez. Pero fue suficiente para que me tome por sorpresa. ¿A qué
clase de jodido y peligroso juego estaba jugando? Estaba a cinco segundos de sacar
mi arma y abrir fuego sobre todos en esa maldita sala.

—Haré daño a los que más amas —susurró Luca—. ¿Es eso lo que quieres?

—No amo a nadie.


Luca se rió y metió la mano en su bolsillo. Sacó un sobre y sacó un mechón de
pelo de él.

Un mechón de sedoso pelo castaño oscuro. Lo sostuvo en su nariz e inhaló.

—¿Coco? ¿Lavanda? Recuérdame que le pregunte a tu noviecita qué usa. Es


absolutamente… divino.

Me aferré al asiento hasta que mis nudillos se blanquearon.

Chase estalló en carcajadas y me golpeó en la espalda.

¿Qué demonios estaba haciendo?

—Phoenix, tú siempre tan tonto. Luca, ¿puedo llamarte por tu nombre de pila?

El cabello todavía estaba levantado junto a su cara, Luca nos miró a Chase y a
mí. Permanecí gélido por fuera, mientras que por dentro estaba rezando para que
mi primo sacara su cabeza de su trasero. ¿En qué demonios estaba pensando?

—¿Y quién eres tú?

—Me presento como Chase Winter, el apellido de mi mamá y todo eso, pero soy
un Abandonato. Soy el jefe de mi primo. También estoy un poco confundido por lo
que Phoenix pudo haberte dicho.

—Bueno, permíteme dejar las cosas claras. —Luca apretó los dientes y señaló a
Phoenix.

—Preferiría que no. —Chase se puso de pie—. Verá, cada minuto que le oigo
faltarle al respeto a Trace es otro minuto que estoy añadiendo tiempo para poner
mis manos alrededor del cuello de Phoenix y personalmente presentárselo a
Jesucristo, cuando de seguro recibirá su justa recompensa: Una eternidad en el
infierno. Así que permítame aclarar las cosas con usted. Si toca a mi novia, lo
mataré. No pararé hasta sacar su corazón latiente de su jodido pecho y sentir su
último latido en mi apretado puño mientras su sangre cae de mis dedos. Sugiero, Sr.
Nicolosi, que consiga su información correctamente antes de que venga a nuestro
país, a nuestra ciudad y a nuestra familia. Le estoy advirtiendo: No nos pongas al
límite, porque de seguro que lo pondremos también.

El pelo cayó desde los dedos de Luca a la mesa. En un instante, Phoenix fue
sacado de su asiento y golpeado contra la pared, con un arma sujetada en su cuello.

—¿Sobre qué más estás mintiendo? —Luca empujó el arma más profundamente
en el cuello de Phoenix—. ¿Hmm? ¿Tu único objetivo es destruir a la familia que
obstruye tu camino hacia tu máximo poder? Despierta, niño. No eres un hombre,
eres una embarcación que estoy usando para asegurar que nuestros tratos de
negocios no sean descubiertos por ninguno de nuestros gobiernos. Permite que tus
celos te debiliten y te mostraré el verdadero significado del dolor. —Soltó a Phoenix
y lo dejó caer al suelo. En un instante, estaba dando órdenes a los otros dos
hombres en la sala.

Uno de los hombres de Luca dio un paso adelante, mostrando un grueso sobre.
Dentro había fotos.

De Chase y Tracey.

Casi pierdo el control justo ahí.

Chase había puesto su vida en la línea por nosotros dos, y ahora yo sabía que no
había vuelta atrás. Tenía que ser real. Tenía que ayudarlos a hacerlo real porque si
ellos supieran que habíamos mentido…

Todos nosotros moriríamos.

—Esto. —Luca señaló a la primera foto—. ¿De esto es de lo que estabas


hablando?

Chase estaba sobre Tracey, sujetándola en el suelo. Miré a la foto y recé para
que mantuviera mi expresión aburrida cuando mi corazón estaba rompiéndose
dentro de mi pecho. Sabía lo que estaban haciendo, sabía que era parte de su sesión
de entrenamiento de KI. Pero aún así.

Nos habían estado espiando durante la pasada semana, eso era seguro.
Repentinamente estaba agradecido de que Chase hubiera sido el elegido para Trace
todo el tiempo. Chase había usado a su servicio de seguridad como una brillante
excusa para su relación.

—Para ser justos —dijo Faust al lado de Luca—, podrían estar compartiéndola.

Esta vez habló Tex.

—Sin ofender, Faust, pero los hombres de nuestra familia no tienen problemas
para tener mujeres. A diferencia de algunas personas…

Los orificios nasales de Faust se hincharon, pero no dijo nada.

—Esto. —Luca señaló a las fotos—. ¿Esto es verdad? La heredera Alfero y tú,
¿están juntos?

Chase puso sus ojos en blanco.


—¿Por qué más estaría sobre ella en clase? Estoy intentando estar tan cerca de
ella como sea posible, incluso cuando los profesores están mirando.

Mi corazón martilleaba contra mi pecho. Sabía que era una mentira, pero que
me aspen si no se sentía como verdadero.

—Si están mintiendo… —Luca suspiro—… las cosas no terminarán bien para
ustedes.

—No mentimos. No somos ratas. Ahora, dinos cómo podemos ayudarte. Por lo
que veo… —Me incliné hacia delante sobre la mesa y me doblé mis manos—
…Cuanto más rápido trabajemos juntos, más rápido remarás, remarás y remarás
con tus botes para cruzar el Atlántico.

—Directo al grano. ¿Sin amenazas, sólo preguntas? —Luca asintió—. Me gusta


eso.

—Soy un tipo amigable —Le sonreí con una sonrisa llena de dientes y me lamí
los labios, deteniéndome para darle dramatismo—. Hemos mantenido el orden
durante un largo tiempo. Mi propuesta es ésta. Nos permites el resto del semestre
para continuar sumergiéndonos en la familia De Lange, sin interrupción. Entrega a
Phoenix, permítenos hacer nuestro trabajo y, al final, si no podemos encontrar una
solución, entregamos al Sr. Alfero y se irán. Todos ustedes.

—Tiempo. Quieres tiempo.

—Y a Phoenix. No te olvides de él —Señalé a Phoenix—. Tenemos algunos


asuntos sin terminar. Supongo que Faust no te contó sobre las alegaciones de
violación a la novia de Chase.

—No pensé que fuera necesario —interrumpió Faust.

—¿No necesario? —Luca lanzó su cabeza hacia atrás y se rió—. ¿Alguna vez
siente, Sr. Abandonato, que es el único que no es un idiota?

Sonreí y me recliné en mi silla.

—Todo el jodido tiempo.

—Yo también —En un instante, Luca tuvo su arma apuntada a Faust y apretó el
gatillo siete veces. Faust cayó al suelo. Los hombres a su alrededor pusieron su
cuerpo sin vida en la esquina.

—Ahora —Luca estiró su mano hasta el otro lado de la mesa—. Creo que
tenemos un trato.
Capítulo 8
TRADUCIDO POR ANDREA MORENO//CORREGIDO POR KARLIX

H
abía perdido mi maldita mente. Pero había entrado en pánico. No sabía
que otra cosa hacer. No vi alguna otra manera de salir de nuestro
aprieto. Y sabía, sabía que era posible que hubieran estado
observándonos. Las fotos probarían mi historia. Ahora solo tenía que asegurarme
que mi primo no fuera a dispararme y lanzar mi cuerpo en el lago de Michigan.

Caminamos en silencio hacia el coche. Lo encendí y nos dirigimos a la casa de


Nixon. Nadie dijo una palabra. Todo en lo que podía enfocarme era en la tenue
música de Awolnation en segundo plano y la pesada respiración de Nixon, lo que
significaba que estaba molesto. Magnifico.

—Así que — dijo Tex finalmente diez minutos más tarde—, eso fue un ataque.

Sonreí y luego escuché la risa de Nixon al mi lado. Pronto todos estábamos


limpiándonos las lágrimas de nuestros ojos porque nos reíamos tanto.

—Es como vivir en un mal programa de Televisión. —Me atreví y miré a Nixon.
Aún seguía sonriendo, pero su sonrisa no llegaba a sus ojos. Estresado. Él estaba
estresado.

Nixon suspiró. —Es mucho peor que eso. Yo uh… —Se humedeció los labios y
se extendió para tocar mi hombro—. Te debo una hombre. No estaba pensando
con claridad. No se me ocurrió. Cuando él retiró un mechón de cabello de Trace, yo
solo...

—Todos entramos en pánico —lo interrumpí—. Solo esperaba que


comprendieras lo que estaba haciendo.

—Me tomó algunos minutos porque al principio perdí el conocimiento con


visiones estrangulándote.

Nixon movió su mano de mi hombro y golpeo mi pecho.

—Ouch —resoplé.
—Gracias —dijo Nixon—. A ambos. Por protegerla. Por ayudarme a redimir el
nombre de mi familia.

—Bueno… supongo que se lo sacaremos torturando a Phoenix y al resto de su


familia —dijo Tex desde el asiento de atrás—. Nuestra misión se ha convertido en
un infierno mucho más sangriento.

Entre a la calzada de Nixon y saludé a uno de nuestros hombres de pie en la


puerta. Apagué el coche y me enfrenté a Nixon.

—No te detengas —suspiró—. Cuando interrogues, no te detengas. Tira de sus


uñas, rasga la piel, utiliza martillos; hazlo lo más gráfico y aterrador como puedas.
Porque si no resolvemos esta mierda pronto…

El abuelo de Trace iba a morir. Pero era mucho más que eso. Cuando alguien es
asesinado, nunca se detiene con el jefe. No, la familia normalmente toma la línea
completa. Los Sicilianos harían una limpieza, y Trace seria incluida en eso. Ella sería
eliminada, al igual que su abuelo. Y un nuevo líder sería nombrado. Uno sobre el cual
no tendríamos control.

Nixon suspiró. —Phoenix tiene que saber algo que nosotros no. Hubo un
momento…—Negó con la cabeza—. No lo sé, un momento que parecía realmente
asustado.

—Um —Tex levantó la mano—. ¿Quién no estaría asustado? Ese era Luca
Nicolosi. Corre el rumor de que él y su hermano todavía están en desacuerdo por
algún tipo de drama que pasó veinte años atrás. La última vez que se vieron ambos
estuvieron en el hospital por meses.

Miré a Nixon. El apretó los labios y detuvo el carro.

—Tex —dijo sin darse vuelta—. Dame a mí y a Chase unos minutos, ¿okey?

Tex llegó a la puerta y se detuvo. — ¿Chicos, van a matarse entre ustedes?

—No —dijimos al unísono.

—Porque, si es así…

—Tex —gruñó Nixon—. Vete.

—Bien, bien. —La puerta del carro se estrelló y otra vez nos envolvió el silencio.
Mierda.

Nixon sacó su favorita arma antigua y empezó a jugar con ella. Diablos, todo lo
que sabía era que si su dedo se deslizaba no sería un accidente. Me recosté en mi
asiento y esperé a que dijera algo. Traté de verme natural, pero Nixon solo sacaba
su arma cuando se sentía sentimental por la muerte de alguna persona. Perfecto.
Descargó el arma y jugó con una de las balas, pesándolo en la palma de su mano
antes de cargar esa sola bala en la cámara. Con la otra mano hecho atrás el martillo
y apuntó el arma a mi cabeza. Bueno, mierda.

—Solo porque eres de sangre no significa que dudaría el apretar este gatillo —
dijo Nixon, tranquilo como un maldito día soleado—. Mi amor por Trace triunfa por
sobre mi amor por ti, siempre. Aunque aprecie lo que hiciste esta noche, parece que
no puedo sacar esta sensación de hundimiento de que has estado esperando por
una oportunidad todo este tiempo y he estado ciego como el pecado mientras te
deslizabas.

Tragué saliva. —Supongo que solo tendrás que confiar en mí.

Nixon sonrió. Con el arma aun apuntando en mi cuello se inclinó. —Ese es el


maldito problema. Confío en ti en más que en nadie.

—¿Por qué es eso un problema, entonces?

Sacudiendo la cabeza, Nixon sacó el arma de mi cuello y puso la seguridad de


vuelta.

—Es un problema porque eres mi familia. Has estado en el infierno y de regreso


conmigo. Si te pierdo —Nixon maldijo—. Tú eres como un hermano para mí, Chase.
¿Ser traicionado por ti? Bueno, no puedo imaginar un peor destino, aparte de ser
traicionado por Trace. Entonces, ¿cómo crees que me hace sentir, poner a las dos
personas más importantes juntas? Ella te ama. Yo sé que te ama. Sé que tú la amas.
Y los estoy forzando a estar juntos… No puedo controlar que pase y al final, si soy
traicionado…Mierda, Chase, no sé si pudiera incluso sobrevivir. ¿Entiendes lo que
estoy diciendo?

—Sí —dije con voz ronca—. Tienes miedo como el infierno.

—En eso tienes razón —Nixon se rió—. Pero supongo si no estuviera cagado de
miedo, ella no valdría la pena, ¿no?

—Lo hace —Tragué saliva y me detuve—. Merece la pena, quiero decir.

—Sería un infierno mucho más fácil si ella no lo fuera.

—Tendrás que decirle esta noche.

Nixon exhaló y se frotó los ojos. —Lo sé.

—Y luego…
—Dije que lo sé —espetó Nixon—, solo dame esta noche, danos esta noche y
veré para ponerla en su propia habitación a lado de la tuya, ¿de acuerdo?

—Por el bien de las apariencias —dije en voz alta, más para convencerme a mí
mismo que nada.

—Sí, solo en caso que Luca decida que quiere tener una cena familiar con
nosotros y tengamos que invitar al diablo a nuestra tierra prometida.

—Así es.

El carro se sintió en silencio de nuevo. No sabía que decir. Quiero decir, ¿qué se
supone que diga? Si he estado colgado de un hilo ayer, entonces muy malditamente
bien puedes asumir que estaba colgando por el ligero aire en este momento. Nunca
traicionaría a Nixon, nunca. En ese momento decidí. Preferiría morir antes que herir
a mi familia y preferiría morir que herir a Trace. Esto solo significaba una cosa:
Incluso si me matara, no podría ponerme en una posición donde deseara por sobre
Trace. Sí, tendríamos que hacer que pareciera real, pero necesitaba serlo sin mi
mente en ello, al igual que estaba fuera de mí el matar…Ahora, ambas cosas eran
mi trabajo. Mi corazón grito con indignación, como si la idea de ignorar su
palpitante canto rítmico al nombre de Trace fuera un pecado capital. Pero sabía que
no lo era. No, el gran pecado seria ceder a mí mismo, y si eso sucedía, Nixon no
tendría que matarme, yo pondría la bala en mi propio frenético corazón. No valdría
la pena. No habría justificación para mis acciones, solo un muy oscuro futuro en el
séptimo círculo del infierno.
Capítulo 9
TRADUCIDO POR SARA HERONDALE//CORREGIDO POR ENI

C
erré de un golpe la puerta del auto y corrí dentro de la casa. Pino, uno de
nuestros hombres estaba esperando afuera de la puerta.

—¿Algo de acción esta noche? —pregunté.

Pino se rió. —No Señor, no si tiene en cuenta varios de los hombres


suplicándole a las chicas que quitaran El Padrino.

—¿El Padrino? —repetí—. Creí que estaban viendo películas de chicas.

Pino suspiró. —Sí, bueno, Trace y Monroe pensaron que nos entretendría más
ver una película acerca de nuestras vidas.

Me reí entre dientes. —¿Nuestras vidas?

—Sí. —Puso los ojos en blanco—. Intento averiguar si me gusta la idea de


Marlon Brando representándome.

Le di una palmada en la espalda. —Hazle una llamada al tío Tony, ¿quieres?


Tenemos algunos negocios que atender mañana en la noche y necesitaré su ayuda.

—Enseguida, Señor. —Pino sacó su teléfono y abrió la puerta para mí.

Entré e inmediatamente me golpeó el olor a galletas con chispas de chocolate.


Sin pensarlo caminé hacia la cocina, ansioso por comer. Con todo el estrés de la
noche olvidé comer. Trace llevaba uno de los viejos delantales de mi mamá. La
nueva canción de T.I. sonaba en su iPhone, estaba cantando súper fuerte y fuera de
tono mientras cocinaba la pasta de la galleta y la colocaba en el horno.

—Delicioso —Le guiñé un ojo. Ella dejo de bailar ruborizada—. No, tienes que
fingir que no estoy aquí. Continua, sacude tu culo. Estoy seguro de que en algún
lugar de esa pequeña lista de cosas por hacer antes de morir está cantar desafinada
en la cocina mientras tu novio mira. Sólo que mi lista te incluye en nada más que el
delantal; pero oye, no soy exigente.
—Muy gracioso —Trace subió la música y dio vueltas, luego camino hacia mí y
me puso en sus brazos—. Estaba preocupada por ti.

—No te preocupes.

Besé su boca. Sabía a chispas de chocolate y de repente me olvidé de todo, de


Luca, de Chase. Sólo era Trace y el ligero sabor de galletas de chispas de chocolate
en su lengua. Sin romper el beso la levanté en mis brazos y caminé por el corredor.
Mi padre era un loco paranoico, así que todas las habitaciones estaban en el primer
piso en caso de necesitar una salida fácil. Abrí la puerta de mi habitación de una
patada y la cerré de golpe detrás de mí. Si esta era nuestra última noche durante un
tiempo, quería saborearla; quería saborearla a ella. Trace gimió en mi boca mientras
seguía chupando el chocolate de su lengua. Maldita sea, iba a extrañar su sabor.

Se echó hacia atrás y se quitó el delantal, luego envolvió sus brazos alrededor
de mi cuello y me atacó, realmente, no había otra palabra para eso. Caliente. Fue la
primera palabra que vino a mi mente cuando los labios de Trace se presionaron
contra los míos. Urgente, sería la segunda palabra mientras su lengua recorría mi
labio inferior, haciéndome maldecir en voz alta, justo antes de jalarla contra mi
cuerpo y ponerla contra la puerta de la habitación.

Y luego nada. Las palabras me abandonaron. Besar a Trace era una experiencia
fuera del cuerpo. Me asusté, ese solo toque podía devastar no sólo mi cuerpo, sino
también mi alma; me asustaba demasiado y odiaba que en sus brazos no fuera
capaz de mostrar fuerza, sólo debilidad total.

Tal vez esa era la tercera palabra. Debilidad. Cuando la levanté en mis brazos y
sentí su cuerpo presionando apretadamente contra el mío—cuando sus suaves
gemidos me volvieron loco, haciendo que mis manos tiraran su camisa fuera de su
cuerpo—me di cuenta de una cosa. Debilidad significaba muerte, especialmente
ahora. Y sólo era cuestión de tiempo antes que descubrieran que era mía… Sólo era
cuestión de tiempo antes de que todo el mundo se enterara que ella no era de
Chase, sino mía. El tiempo era esencial y sólo tenía una cantidad limitada.

Desesperación, la última palabra que resonó en mi conciencia mientras la


impulsaba para envolver sus piernas alrededor de mi cintura y me prometí que la
protegería a toda costa, incluso si eso significaba mi propia vida. Ya había perdido
mi corazón. ¿Perder mi vida? Me aparté y miré sus grandes ojos marrones. Claro que
sí, sí valdría la pena.

—¿Nixon? —El aliento de Trace hizo cosquillas al lado de mi cuello mientras se


inclinaba para apoyar la cabeza contra mi pecho.

—¿Sí?
—Dime que todo va a estar bien. —Suspirando, besé su suave mejilla.

—Preferiría mostrártelo…

Tocaron la puerta. Con una maldición, puse a Trace en la cama y me dirigí a la


puerta. ¿Quién demonios tenia el descaro de interrumpirme? La abrí. Un Chase
sonriente estaba de pie al otro lado. El idiota de mi primo sabía que no debía
interrumpirme cuando estaba solo con Trace y estoy bastante seguro que sabía que
estaba a solas con ella. ¿No habíamos decidido que tenía esta noche con ella? ¡Él iba
a tenerla durante meses! Yo quería una noche.

—¿Qué? —gemí—. ¿Qué podrías necesitar?

Chase me evadió. —Buena pregunta. —Se aclaró la garganta—. No tengo una


respuesta para eso.

—Escucho —Apreté los puños y vi como Trace se inclinó hacia Chase, su muslo
casi tocándolo. Iba a enojarme bastante si alguna parte de su cuerpo tocaba algo
del suyo. Mierda, iba a ser un largo semestre de otoño. Necesitaba un maldito
sedante. Mierda. ¿Ahora estaba tomando el consejo de Tex? Algo estaba muy mal
con esa imagen.

—¡Mo está saliendo en secreto con Tex cada noche!

Rodé los ojos. —¿Eso es todo? ¿Qué ella ha estado viéndose en secreto con su
novio cada noche? Ella es una adulta. Ella puede… —Mi cabeza empezó a girar.
¡Qué demonios, esa era mi hermana gemela!

—Espera un poco —susurró Chase. Trace se rió—. Un poquito mas…

Maldije, pero no sirvió de nada. Imágenes de mi hermana gemela con uno de los
Elegidos, mi amigo y socio de negocios, pasaron por mi cabeza. ¿Él la estaba
tocando? Oh Dios, ¿Ella estaba desnuda? ¿Ellos lo…?

—¡Lo mataré con propias manos!

—Ah, ahí está —Chase aplaudió ruidosamente—. Bien hecho. Controlaste tu


enojo un segundo más que la última vez.

—¿La última vez? —preguntó Trace.

—Cuando se enteró de que tú y yo… —Levanté mi mano. En serio NO


necesitaba que Chase repitiera que él y Trace habían compartido la cama varias
veces cuando fue asignado para protegerla. Trace frunció el ceño.

—¿Cuando nosotros qué? —Chase negó con la cabeza.


—Nada.

—¿Qué? ¿Podrías decirme, pero tendrías que matarme?

—No. —Chase se rió—. Podría decirte, pero luego él tendría que matarme.

—Buen punto —Trace suspiró y se recostó en la cama—. Entonces, ¿qué vas a


hacer, Nixon? ¿Correr a su habitación blandiendo armas, disparar a los pies de Tex
así como el abuelo hizo contigo?

—El mejor día de mi vida —cantó Chase.

—¿Por qué estás aquí? —le pregunté.

—Mo. Tex. Sudor, sonidos escandalosos… —No lo dejé terminar. En vez de eso,
corrí fuera de la habitación en busca de Mo y de Tex.
Capítulo 10
TRADUCIDO POR KRISPIPE // CORREGIDO POR ENI

S
uspiré felizmente y me tumbé en la cama.

—¡Tú sucio mentiroso! —Trace me golpeó en la cara con una


almohada. Sonriendo, me apoyé en mi codo y le guiñé un ojo.

—¡No estaba mintiendo! Además, es un problema de seguridad


enorme si tenemos a Tex escabulléndose dentro y fuera todo el tiempo.
Probablemente debería quedarse aquí, sobre todo ahora.

Ah, las palabras no dichas. Me alejé un poco de ella y lamí mis labios.

—¿Qué pasa? —suspiró y se acercó más a mí—. Pareces molesto.

—Nada. Sólo pienso.

—¿En qué?

—Oh, ya sabes. —Extendí la mano y toqué un pedazo de colcha—. Armas,


sangre, venganza, cosas típicas de chico.

—Cosas de chico mi trasero, ¿qué está pasando, Chase?

—Nada —mentí y forcé una sonrisa—. Voy a dejar que Nixon hable contigo de
todos los detalles sangrientos y divertidos. Por ahora, sólo sé feliz. Estás a salvo.

—Puede que esté a salvo, pero aún tengo que ir a la escuela mañana.

—Sí —resoplé—. Y yo tengo que ir a esa estúpida clase de derechos de la mujer.


Demonios, debería llevar mi pistola. En serio, esas chicas enloquecen en esa clase.

—Admítelo, te divertiste ayer —Empujó mi brazo—. Admítelo ahora o le diré a


Nixon que lloraste durante The Notebook.

—¡Murieron tomados de la mano, Trace! —¡Mierda! ¿La chica en serio va a dejar


que eso colgara sobre mi cabeza para siempre? Por lo menos eso hizo que el dolor
en mi corazón se disipara, aunque sólo fuera por un segundo.

—¿Quién murió? —dijo Mo desde la puerta.


—La pareja de ancianos —aclaró Trace.

—¿Mataste a una pareja de ancianos? —preguntó Tex mientras se asomaba en


la habitación. La parte triste es que él realmente parecía intrigado.

—Raro. Pensé que estarías en el extremo opuesto del arma de Nixon ahora
mismo —Me levanté de mi asiento en la cama y aplaudí—. Bien hecho. Has
conseguido frustrar…

—¡Tex! —El vozarrón de Nixon hizo eco a través de la sala.

Los ojos de Monroe se ensancharon mientras entraba en la habitación y se


ponía detrás de mí. Claro, como si Nixon no estuviera ya a dos segundos de
matarme.

—Tex —gruñó Nixon mientras tomaba a Tex por la camisa y lo arrastraba a la


habitación, cerrando la puerta detrás de él—. Está bien, nuevas reglas. Todo el
mundo escuche.

¿No iba a hablar él primero con Trace?

—La seguridad va a tener que ser firme en las próximas semanas. Tex y Chase
saben lo que está pasando, pero por favor no les pidan detalles. No les dirán y sólo
conseguirán herir sus sentimientos cuando les nieguen información. Así que por
favor, hágannos un favor a todos y sigan con sus vidas. Vayan a la escuela, coman
tres comidas, sonreían a sus profesores, y déjennos hacer lo que mejor sabemos
hacer.

Mo tragó saliva y bajó la mirada al suelo. —Es así de malo, ¿verdad?

Los ojos de Trace se abrieron un poco antes de que se moviera al lado de Nixon
y se apoyara en él. La mirada de él se encontró con la mía mientras envolvía su
brazo alrededor de Trace y la atraía hacía él.

—Sí, es malo, pero nada que no hayamos manejado antes. Debido a que la
seguridad ya no le permitirá a Tex escabullirse, va a tener que quedarse aquí. De
ninguna manera voy a permitir que cualquiera de ustedes salga a hurtadillas y tenga
su pequeño encuentro sucio.

—¡No son sucios! —defendió Mo, mientras Tex se reía y levantaba la mano para
chocar los cinco. El chico estaba jugando con fuego. En serio.

—Lo que sea —Nixon se pellizcó el puente de la nariz y dejó a Tex con la mano
levantada—. Sólo… manténganlo en OP bajo mi techo, ¿de acuerdo?
—Bien. —Monroe pasó despreocupadamente junto a él—. Vamos, Tex. Vamos
a ser OP.

—OP significa orientación parental —señaló Tex—. ¿Eso quiere decir que
quieres venir a orientarnos, Nixon? ¿O estás bien?

—Idiota —Nixon rodó los ojos—. Sólo sean… —gesticuló hacia ellos—.
Cuidadosos.

Hice una mueca ante la cara de impotencia de Nixon.

Las cosas no se pusieron raras hasta que la puerta se cerró y éramos sólo, Trace,
Nixon y yo. La tensión era tan sofocante que empecé a sudar. Miré a Nixon y luego
de vuelta a Tracey. Me di cuenta de que ella estaba tratando de averiguar qué
demonios estaba pasando. Pero no quería ser la persona que dejara caer esa bomba
sobre ella. No, eso necesitaba venir de Nixon y sólo de Nixon.

—Entonces —Metí las manos en los bolsillos—. Estaré en el pasillo si me


necesitas.

Nixon asintió mientras Trace se acercó y me besó en la mejilla. Por el rabillo del
ojo vi a Nixon cerrar brevemente los ojos y murmurar una maldición. Sí, bueno, no
iba a ser fácil para ninguno de nosotros, pero era necesario. Así que él necesitaba
mantener la calma. ¿En qué estaba pensando? Necesitaba hacer eso tanto o más
que él.
Capítulo 11
TRADUCIDO POR KRISPIPE //CORREGIDO POR ENI

S iéntate —dije en voz baja.

—¿Aún dándome órdenes? —Trace hizo sobresalir su cadera y me


miró.

Sonriendo, jugué con el aro de mi labio y me reí. —Lo siento, granjera. Puedes
por favor, sentarte.

—Pensé que nunca lo pedirías —Trace me guiñó un ojo y se sentó en la cama.

Me moví para pararme frente a ella y tomé su mano. —No estoy seguro de lo
que debo decirte o lo que debo ocultarte.

—¿Tengo elección?

—Absolutamente no.

—¿Por qué?

—Porque si por ti fuera sabrías cada detalle sangriento. Quieres saber nombres,
números, detalles… todo. Y cuánto más sepas, más peligroso será para ti.

Sus ojos se cerraron durante unos breves segundos antes de que me mirara a
través de sus espesas y oscuras pestañas.

—Es algo realmente malo, de lo contrario no estarías mirándome así.

Cómo podía ser tan transparente con ella pero totalmente distante con los
asesinos estaba más allá de mi ámbito de entendimiento.

—¿Y cómo te estoy mirando?

—Como si no fueras a verme de nuevo. Estás mirándome como lo hiciste


cuando éramos niños y te dije que te iba a salvar. Tus ojos estaban tan tristes, fue
como si supieras que estaba diciendo que no sería capaz de seguir adelante, pero
me abrazaste de todos modos.
Y quizá ese era el problema. Confiaba en mí mismo, y hasta cierto punto
confiaba en Chase, ¿pero Tracey? No la culparía si me dejara. No la culparía si
eligiera a alguien que pudiera protegerla mejor que yo. Porque la verdad del asunto
era que mi vida nunca sería segura. Nuestra existencia juntos nunca sería una cosa
segura. La muerte era mi realidad cotidiana, era mi carga, no la suya y no la de
Chase.

Tal vez si fuera un hombre fuerte, la dejaría y sufriría solo. Tal vez si fuera el tipo
de persona que ponía a los demás primero… me alejaría de ella.

Pero ella era mi debilidad. Habría dado dos pasos antes de darme la vuelta y
pedirle de rodillas que me dejara volver. Lo que significaba que tenía que confiar en
nosotros, tenía que confiar en ella.

—Trace, no podemos ser vistos juntos en este momento.

Sacudió sus manos lejos de las mías y me miró.

—¡Oh no lo harás, Nixon Anthony Abandonato!

No esperaba esto. Me eché a reír sin pensar, y entonces ella me dio una
bofetada en la cara.

Ardió como el infierno. —¿Qué fue eso?

—¡No me dejarás!

—¿Dije que lo haría? —Aunque mi mejilla estaba latiendo no pude dejar de


reírme ante su respuesta. Y por esto nunca me alejaría. ¿Quién se alejaría de esta
pistolita?

—Oh —Trace tiró de su labio inferior entre los dientes y tímidamente levantó la
vista hacia mi mejilla—. Probablemente deberías poner un poco de hielo en eso. —
Hice una mueca cuando tocó mi mejilla.

Cubriendo su mano con la mía, le guiñé un ojo. —Sí, bueno, las he tenido
peores. Lo juro.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero a su favor las mantuvo todas dentro. Si
acaso me enamoré de ella un poco más. Su fuerza era tan malditamente sexy, ni
siquiera podía poner en palabras lo que me hacía.

La besé suavemente y suspiré contra su boca que aún sabía a chocolate. —


Cariño, Chase tuvo… Bueno, hoy tuvo un golpe de brillantez. La cabeza de la familia
Nicolosi habló con nosotros esta tarde, y tenía a Phoenix con él.
Rápidamente le expliqué lo que pasó, dejando de lado toda la violencia, armas y
amenazas. Así que básicamente censuré todo y luego dejé caer la bomba.

—Tú y Chase tienen que fingir que están juntos. Personas te vigilarán, te
seguirán.

Tracey tragó saliva y se humedeció los labios. —¿Y tú qué? ¿Pretenderás que me
odias otra vez?

—¡Diablos, no! —espeté, agarrando su trasero y levantándola hasta que su


cuerpo estaba firmemente presionado contra el mío—. Seré el amigo. Básicamente,
Chase y yo cambiaremos los papeles. Él consigue jugar al novio, yo consigo jugar al
idiota.

Eso me hizo ganar una rodada de ojos y una risa de ella. La dejé en el suelo y la
besé en la nariz. —Si se enteran de lo mucho que significas para mí, van a usar eso
contra nuestra familia y contra tu abuelo.

Se quedó en silencio por un momento. Sus manos trazaron círculos alrededor


del tatuaje asomando debajo de mi camiseta blanca. La escritura estaba en Siciliano,
pero decía “Cada Santo tiene un pasado, cada pecador tiene un futuro”. Siempre
me había preguntado cuál era yo. ¿El santo o el pecador?

Era el tatuaje favorito de Trace, aunque tenía varios en mi brazo izquierdo y


unos cuantos en mi estómago y espalda. Su favorito siempre había sido ese, en el
lado izquierdo de mi pecho. Decía que le daba consuelo. Supongo que lo estaba
usando para confortarse en estos momentos.

—Está bien —susurró—. Lo haré.

Estaba esperando sentirme aliviado, pero lo único que sentí fue tensión. Mis
músculos se tensaron, literalmente, bajo su toque en el minuto en que las palabras
“está bien” cayeron de sus labios en un perfecto puchero.

—Sin embargo, voy a pedirte disculpas por adelantado —resopló Tracey


mientras una lágrima corría por su mejilla.

—¿Por qué te disculpas?

Sus ojos se encontraron con los míos.

—Porque voy a romper tu corazón.


Capítulo 12
TRADUCIDO POR PILI // CORREGIDO POR KARLIX

¿ Iba a romper? ¡Ya estaba roto! Horrorizado, la observé mirar hacia el suelo,
sus hombros se desplomaron derrotados.

—Nixon —Colocó sus manos sobre mi pecho—. Necesito que me hagas


un favor.

—Cualquier cosa —Mi voz era ronca por la emoción.

—Confía en mí. Confía en nosotros. No importa lo que diga, no importa lo que


haga y, haré cosas terribles, quiero que sepas que te amo. No importa qué.

—Suena como el discurso que te di hace unas semanas —suspiré.

—Apesta ¿eh? —Se rió un poco e inclinó su cabeza en mi pecho donde ya habían
estado sus manos—.S in importar lo que haga, tienes que saber, que te amo, Nixon.
Te elijo a ti y sólo a ti. Voy a romperte el corazón todos los días. Sostendré su mano
en vez de la tuya. Va a matarme el reírme de sus chistes sabiendo que estás
muriendo un poco por dentro. Y si me besa… lo besare de vuelta, Nixon. Voy a
romperte el corazón, porque no me has dado ninguna otra opción.

—Lo sé —Maldita sea si no estaba listo para echarme a llorar. Sabía que sería
difícil, pero no así de duro—. Hazme un favor, Trace.

—Cualquier cosa.

—Piensa en mí… —Sonreí—. No en él. Cuando lo beses, hazme un favor y


mantén los ojos cerrados de modo que puedas imaginar que no es mi mejor amigo y
el tuyo. Y te juro por todo lo sagrado que si pone su lengua en tu boca, se la cortaré.

Tracey rió contra mi pecho. —Tienes un acuerdo contigo, Padrino.

—Oí hablar de eso… ¿Quisiste dar a algunos de los hombres algo de


entretenimiento?

—Se trata más bien de una lección de historia para mí —Me tensé mientras
siguió hablando— .Mo dijo que los escritores de la película tuvieron que hablar con
miembros reales de la mafia para mantenerlo realista. Incluso tuvieron que pedir
permiso para hacer la película. Loco, ¿cierto?

Nop, no loco del todo. Era un mundo que rara vez la gente lo logra ver, y si ellos
lo hacían, o bien quedaron ciegos o deseaban que Dios les diera muerte. Vivir en un
constante estado de miedo no es vivir, era el infierno en la tierra.

—No contamines tu mente con la versión de Hollywood de nuestra realidad, ¿de


acuerdo, Trace? —Besé su cabeza—. Ahora, vamos a conseguir algunas de esas
galletas antes de que Chase se las coma todas.

Se retiró y entrelazó su brazo con el mío.—Nixon —Dejó de caminar y me


miró—. Dime que hay un final feliz.

—Trace, yo…

—Miente —ordenó Tracey—. Miente si es necesario. Necesito escucharte


decirlo.

—Trace —Enrosque un mechón de su pelo alrededor de mis dedos—. ¿Para


nosotros? Siempre habrá un final feliz. Siempre.

Ella cuadrado sus hombros y me dio un silenciosos guiño antes de arrastrarse


fuera de la habitación. Diablos si no sentía que el mundo literalmente estaba
descansando sobre mis hombros, su mundo, para ser exactos.
Capítulo 13
TRADUCIDO POR ENI // CORREGIDO POR MORIN

L
a habitación era fría y oscura. Diablos, tenía cada grieta, cada parte llana
de la pared memorizada. Irónico que la misma habitación en la que solía
jugar cuando era niño se había convertido en mi propia habitación de
infierno personal.

Lo merecía.

Todo esto.

Era demasiado egoísta para suicidarme, aunque el pensamiento había cruzado


por mi mente más veces de las que le admitiría a alguien, y mucho menos a Nixon.

Mis ojos se ajustaron a la oscuridad y me enfoque en la puerta. Sabía que era


sólo cuestión de tiempo antes que Nixon irrumpiera a través de la puerta,
blandiendo sus armas. Al menos, estaba tratando con Nixon en lugar de Chase.
Había un melodrama con el que no quería lidiar, dos chicos enamorados de la misma
chica, y que suerte la mía, era objeto de su odio.

Me odiaría también. Hice que me odiaran. Odiaba lo que era, odiaba lo que hice,
odiaba lo que representaba; pero más que nada, odiaba el legado que dejaría atrás
como un De Lange que era un intento de violador y una rata.

Sería colgado. Y merecería cada maldito segundo de la soga alrededor de mi


cuello. Algunas cosas no podían deshacerse, o pasar desapercibidas, y mis ojos,
habían visto y experimentado todo. Mi papá se aseguró de eso. Quiso exponerme a
la oscuridad de nuestra familia, recé por primera vez en años, el día que enviaron a
Mil muy lejos. Ella era sólo mi hermanastra pero habría hecho cualquier cosa por
salvarla, lo que fuera para protegerla de la fealdad de la que mi padre era parte.
Porque sabía que era sólo cuestión de tiempo antes que fuera llevada a su círculo.
Tenía sólo dieciséis cuando me pasó a mí, y aún podía ver la sangre en mis manos.

—¿Qué quieres decir? —pregunté—. Quieres que… —Me tragué las lágrimas—
…la lastime.

—No dolerá —Mi papá se rió entre dientes—. Imagina que le gusta.
Me lamí los labios y le eché un vistazo a la puerta. Era difícil ver debido a las luces
que seguían parpadeando, como si no pudieran decidir si brillar en el infierno que
estaba experimentado u oscurecerse, permitiéndome olvidar lo que estaba justo en
frente de mí.

Mi papá golpeó a la chica en la cara. Ella tenía dos contusiones leves en su mejilla
derecha y un labio sangrando. Su cabello rubio estaba enmarañado en su cabeza, y
podía ver cortes y raspaduras en todo su cuerpo, como si alguien la hubiera usado
como su afilador de herramientas personal.

―Así se tiene que hacer, hijo ―Mi papá me dio una palmada en la espalda―. Es
más fácil de esta manera. De esta forma, no sentirás, ¿entiendes?

Sacudía la cabeza mientras los ojos de la chica me suplicaban. Quería gritar, llorar,
hacer algo. En vez de eso, simplemente me quede allí mientras mi papá me explicaba
otra vez.

―Dinero, hijo. Lo necesitamos, nuestra familia lo necesita. A veces tenemos que


hacer cosas malas con el fin de conseguir el bien.

Asentí concordando y metí las manos en mi bolsillo para evitar asfixiarlo.

―Así que vendemos a estas chicas ―Mi papá se encogió de hombros―. De


verdad, no es tan malo como parece. Son vendidas a hombres muy ricos que están
dispuestos a pagar mucho por alguien tan… joven.

―¿Joven? ―Casi susurré.

―Menores de edad ―aclaró―. Por suerte para ti, esta chica en particular no tiene
que ser…pura, si sabes lo que quiero decir. Entre más pronto remedies la situación
mejor te sentirás sobre todo esto. Después de todo, es sólo sexo.

¿Sólo sexo? Nunca había tenido sexo. Era el único de mis amigos que no había
tenido. Ellos pensaban que era porque estaba esperando, nunca adivinarían que era
porque lo veía como una violación. Nunca podría verlo de manera diferente, porque
toda mi vida había visto a mi padre violar a mi madre una y otra vez, y ahora, me
estaba pidiendo que hiciera lo mismo.

Me limpié una lágrima y aparté la mirada. —¿No podemos conseguir a alguien más
para hacerlo?

La bofetada llego tan rápido que no tuve tiempo de agacharme a tiempo. Picaba
como el infierno cuando caí contra el concreto al lado de la chica que estaba tratando
de salvar.
—¿Quieres entrar en el negocio? ¿Quieres ser el jefe algún día? —Mi papá tiró un
cuchillo en el suelo. El ruido pudo haber sido una bomba por lo fuerte que sonó—. O
haces esto —Asintió hacia el cuchillo—. O la mataré. La sangre estará en tus manos y le
explicarás a nuestro cliente por qué exactamente no fuimos capaces de entregar lo
prometido. Piensa en tu madre, tu hermana, y toma una decisión. —Bajó la mirada a
su reloj y frunció el ceño—. Estaré de vuelta en veinte minutos.

En el minuto en que la puerta se cerró, dejé escapar más lágrimas antes de mirar a
la chica temblando a mi lado.

—Yo… —dije con voz ronca y cerré los ojos.

—Hazlo —Su voz era apenas un susurro—. Sólo hazlo rápido, por favor sólo hazlo
rápido.

Ella agarró mi mano. La chica sin nombre que iba a ser vendida como esclava
agarró mi mano para consolarme. —Si no lo haces, voy a morir de todas formas.

Asentí y aturdido trabajé en los botones de mi camisa, quitándomela, seguido de


mis jeans.

En el momento en que la toqué, la luz que había estado una vez en sus ojos, el
último hilo de dignidad que permanecía en su poder, desapareció. Todo lo que vi fue
negro, todo lo que sentí fue maldad, y papá tenía razón. Porque cuando todo terminó,
no sentí nada.

Unos faros brillaban a través de la pequeña ventana encima de la puerta. Mis


manos se apoderaron de la silla y esperé, pero nadie entró.

Exhalando de alivio, traté de enfocarme en algo, en cualquier cosa, para que los
recuerdos de mi infancia desaparecieran. Pero al final, sabía que no funcionaría. No
tenía alma. Y la gente que no tenía alma, ellos no—no podían—sentían nada más
que oscuridad y eso era lo que yo era, el mismísimo Lucifer.
Capítulo 14
TRADUCIDO POR MEW RINCONE // CORREGIDO POR ENI

M e está mirando. —Le di un sorbo a mi café y le devolví el teléfono a


Trace—. No me gusta cuando me miran.

Trace rodó los ojos. —Es una vaca, Chase. ¿Qué esperabas que hiciera? ¿Hablar
contigo por teléfono?

—Mu. ¿No se supone que las vacas hacen mu? Parece rara allí de pie comiendo.

—Fuiste el que dijo que quería ver como se veía mi hogar.

Me reí. —“Hogar” como “Casa”. No pensé que me darías un discurso de media


hora sobre la vida de granja y la forma de criar ganado. Por cierto, gracias por las
fotos y el vídeo. Siempre quise saber por qué los granjeros metían sus manos por el
trasero de las vacas…

Trace tomó mi café de las manos y tomó un sorbo.

—No seas mojigato.

Riendo, alejé mi café de ella. —Cariño, esta es la primera vez que he sido
acusado de algo así.

—Mi error. —Tracey arrebató el café de vuelta—. Chase, no seas tan puto.

—Mejor —Robé mi café de vuelta—. Ahora, deja de tomarte mi café. Son las
ocho de la mañana y todavía no estoy completamente listo para enfrentar el día,
sobre todo a esa profesora de tu clase de Estudios de la Mujer. En serio, la chica
necesita echar un polvo. Creo que odia a los hombres.

—Para ser justos… —Trace intentó agarrar mi café, pero lo sostuve por encima
de mi cabeza así ella tendría que conseguirse una escalera para agarrarlo—. Ella…
—Trace saltó—, sólo te odia. —Saltó de nuevo—… Debido a que la llamaste gorda.

—No es cierto —Bostecé y mantuve el café en el aire—. Simplemente le


pregunté cuando nacería su bebé.

Con un resoplido Trace se rindió y puso las manos en sus caderas.


—Claro, y no estaba embarazada, así que básicamente es la misma cosa.

Me encogí de hombros. —Mi error. —Trace todavía vigilaba mi café—. Está


bien, vamos a que consigas algo de café, pero recuerda que no puedes llegar tarde a
ninguna otra de tus clases.

Miré el reloj. —Está bien, tenemos exactamente quince minutos para atravesar
el campus, comprar café, y dirigirnos al edificio de Ciencias Sociales.

—¡Vamos a estar bien! —Trace me agarró la mano—. Vámonos.

Corrimos a través del campus y nos detuvimos en la fila de la tienda de café. Por
suerte, sólo había una persona delante de nosotros.

Pero como mi suerte era tan mala, la persona que se encontraba delante de
nosotros resultó ser Luca.

¿Qué demonios estaba haciendo en el campus? Y ¿cómo tuvo idea de que


íbamos a conseguir un café? ¿De verdad nos estaba observando tan
cuidadosamente?

Agarré con fuerza la mano de Trace en la mía.

Ella me miró. —Chase, en serio. Súpera la cosa de la vaca.

Me reí y me fui a la acción. —Lo superaré, sí te pones debajo de mí.

Su boca cayó abierta. Eché mi cabeza hacia la izquierda. Ella no necesitó más
información. En un instante, sus brazos estaban alrededor de mi cuello y se inclinó
hacia mí, su boca a centímetros de la mía. —Hmm, ¿qué tal si nos saltamos las
clases, entonces?

—Bien.

Estaba sudando en serio. Sintiéndome todo torpe y fuera de mis límites. Sí iba
con esa actitud, sabía que iba a hacer sentir a Tracey incómoda y sólo tenía dos
segundos para decidir qué demonios iba a hacer. Luca se volvió justo cuando me
inclinaba y presionaba mis labios contra los de Trace.

Contaba con que su reacción fuera tímida, y así fue.

La mía, sin embargo, era como la de un tigre hambriento desatado de su jaula.


Empujé mi lengua en su boca y la probé, realmente la probé. Mierda, iba a ir al
infierno por disfrutar de esto malditamente demasiado. Con mi cuerpo tan tenso
como un tambor, abrí su boca con mi lengua y continué tomando lo que no era mío
para tomar. Ella puso su mano en mi pecho, casi como si me estuviera empujando
lejos, pero negué con la cabeza mientras profundizaba el beso y deslizaba su mano
hacia abajo por mis abdominales a la parte delantera de mis jeans.

Una garganta se aclaró. Poco a poco, me aparté de Tracey y miré la cara


divertida de Luca.

—Chase —Él asintió con la cabeza—. ¿Y tú debes ser? —Estaba mirando a Trace
con más curiosidad que otra cosa. Mierda, ¿sabía que había estado jugando con él?

—Oh, um. —Trace soltó una risita—. Siento que nos hayamos dejado llevar, soy
la novia de Chase, Tracey.

—Que encantador —Luca tomó su mano extendida y la besó—. Qué hermosa


pareja. Un placer, señorita Tracey. Chase, estaremos en contacto.

Asentí mientras se alejaba con su café, viendo que algunos hombres estaban
con él.

Escuché débilmente a Trace pedir su café y luego me condujo fuera de la


cafetería hacia el edificio de Ciencias Sociales. Fingí que todo estaba bien en el
interior, pero no era así.

Yo estaba lejos de estar bien.

En el interior estaba rasgado en pedazos.

Porque hasta hacía unos minutos, no había tenido ni idea de lo que me estaba
perdiendo. Y ahora… ahora la tenía.

Y de repente, el traicionar a todos los que amaba estaba de vuelta sobre la


mesa. Debido a Tracey, ella tenía una parte de mí que no podía recuperar, y eso me
asustaba como el infierno.
Capítulo 15
TRADUCIDO POR MEW RINCONE // CORREGIDO POR JANE

M
e eché la mochila sobre mi hombro y palpé alrededor por mí arma.
Sabía que de verdad iba a perder mi mente si comprobaba mi arma
cada cinco segundos en el día, pero no podía evitarlo. Estaba
preocupado por todo.

Maldita sea, si mi madre pudiera verme ahora.

Fui a mi primera y única clase del martes y traté de dar miedo. De ninguna
manera estaba de ánimos para hablar con los estudiantes o mi profesor con toda la
situación de Trace y Chase cerniéndose sobre mi cabeza. Mierda, sus nombres
incluso rimaban. ¿Cómo demonios me había perdido eso?

Gemí en voz alta.

—Sr. Abandonato, ¿hay algo que le gustaría compartir con el resto de la clase?
—preguntó el Sr. Smith.

Infiernos. No. —Lo siento, tengo dolor de cabeza.

Hizo una mueca, pero no dijo nada. Probablemente fue una buena idea ya que
yo estaba literalmente a dos minutos de perder mi cabeza.

La clase terminó cinco minutos después. Me dirigí hacia el extremo opuesto del
campus, hacia el Espacio.

Lo llamaba el Espacio porque llamarlo otra cosa parecía raro. El edificio se


utilizaba para cosas especiales, tenerlo en el campus estaba reservado para fines
especiales.

Y tenía un infierno de propósito el día de hoy.

Arruinar la vida de Phoenix y recuperar mi cordura. Fácil, ¿verdad?

Irrumpí través de la puerta sólo para encontrarme a Phoenix mirándome desde


una silla de metal. Tenía las manos esposadas a la espalda y había una mordaza en
su boca.
Saqué la pistola de mi mochila y la metí en mis pantalones.

—¿Cómo dormiste, solecito?

Los ojos de Phoenix goteaban odio, pero no hizo ningún sonido.

Suspirando, me acerqué a al armario de la muerte, como a Tex le gustaba


llamarlo, y saqué mis herramientas.

Phoenix comenzó a sacudirse contra la silla, pero continué extrayendo el


instrumental médico. No iba a hacerle nada realmente, aún. La parte desafortunada
era que yo trataba de limpiar el negocio familiar, lejos de la influencia Siciliana.

La mafia estaba viva y bien en Sicilia, pero ¿aquí? Aquí manteníamos la paz,
volando bajo el radar. Mientras no hiciéramos volar una bandera roja sobre nuestros
negocios, nos dejaban relativamente en paz.

Todo empezó con los asesinatos de los padres de Trace y yo esperaba por Dios,
que todo terminara allí. Sabía que no habría un fin; siempre habría personas que
tratarían de conseguir a mi familia. La codicia siempre existiría. Pero ese era el orden
con el que yo contaba. Los Sicilianos tenían unas formas certeras de hacer las cosas,
una manera respetuosa de mantener el orden dentro de la familia.

Ellos estaban ahí porque si por alguna razón las cosas se iban al sur, no querían
que aquello se les devolviera a ellos.

Demasiado dinero estaba en juego. Y Phoenix sabía eso, así que yo no lo podía
torturar, no ahora, pero sabía que era a donde aquello se dirigía. Odiaba lo de tener
la sangre de mi ex-mejor amigo en mis manos casi tanto como me odiaba a mí
mismo por querer matarlo cada maldito segundo del día.

Saqué la mezcla de cemento y vertí agua en él.

Los ojos de Phoenix se abrieron pero no dijo nada.

Aquel era un hormigón de fraguado rápido. Lo mezclé durante unos minutos y


luego empujé el cubo hacia donde Phoenix estaba sentado.

—Bueno —Me mordí el labio inferior y me crucé de brazos—. Quiero que mires
esto. Y me refiero a que, lo mires de verdad.

Los ojos de Phoenix se posaron en el cubo lleno de hormigón.

—Ahora —Empujé el cubo más cerca de él—. Éste es tu futuro. ¿Lo ves? Míralo
realmente bien. Tu futuro está en este cubo. Sabes que si me traicionas no vacilaré.
Tus pies estarán tan pesados dentro del hormigón que cuando te deje en el lago
Michigan, ni siquiera tendrás tiempo para aspirar un último aliento de aire. Nadie te
encontrará. Nadie se preocupará. Así que es tu decisión.

Phoenix cerró los ojos.

Tiré de la mordaza de su boca para que pudiera hablar. —Ahora, di gracias.

—¿Qué? —Su voz era ronca.

—Por el hecho de que puedas elegir. Di gracias. Y dime todo lo que sabes. O de
lo contrario…meteré tus pies en el cubo de hormigón y rezaré por tu condenada
alma.

Phoenix parecía pensar realmente en ello, lo cual demostró su idiotez en ese


mismo momento. ¿Qué tuviera que pensar si prefería vivir o morir? Eso significaba
que su mierda era profunda y que no veía una salida de ella, sino la muerte en
ambos extremos.

—Maldita sea —Acerqué una silla de metal y me senté frente a él—. Es malo,
¿eh?, ¿quién te tiene, Phoenix?

—Es… —maldijo—. Es complicado.

—Las familias siempre lo son.

Hubo una pausa mientras continuaba mirando el cubo. —Me lo estoy


imaginando.

—¿El qué?

—Cuál sería la muerte más rápida.

—No te voy a disparar —Me reí—. Lo siento, pero en el momento en que


intentaste violar a Tracey fue el momento en que perdiste todo el derecho a una
muerte rápida.

—Lo sé —Phoenix chasqueó—. Yo sólo estaba…

—Pensando —Saqué mi manopla 3 y lo deslicé en mi mano derecha—.


Permíteme ayudarte con tu decisión.

Los nudillos se hundieron en la carne en el lado derecho de su mandíbula


cuando lancé el puño.

Phoenix maldijo, pero nada más a parte de eso.

3
Arma metálica en forma de eslabón, con agujeros para meter los dedos, que cubre el puño de la
mano y se utiliza para golpear a una persona. También puede conocerse como “puños americanos”.
—Di gracias —dije con una maldición.

—Gracias —La sangre goteaba de la cara de Phoenix sobre su camisa blanca.

—Gracias, ¿qué?—Ahuequé mi oído.

—Señor. Gracias, señor.

—¿Por?

—Por ser amable y darme una opción.

—Mejor —Me quité los nudillos y los limpie en mis jeans—. Ahora, ¿qué te
gustaría decirme?

Él sonrió y se recostó en su silla. —Todos ustedes van a morir, y que ni siquiera


saben lo peor.

—Oh, ¿se pone peor? —Me reí con amargura—. Dímelo. Ahora.

—Una tormenta de mierda está llegando y ustedes no tienen ni idea. Tampoco


la tiene la familia Nicolosi. ¿Todo el mundo piensa que esto es acerca de un poco de
carne antigua, algo de celos entre la familia Alfero y Abandonato? Infiernos, no. No
se trata de celos. Se trata de sangre. Se trata de la sangre equivocada liderando; se
trata del secreto que tu familia ha estado manteniendo, que sigue manteniendo. ¿Y
la mejor parte? —Se inclinó hacia adelante, con una sonrisa de comemierda en su
rostro—. Me lo llevo todo el camino hasta el fondo del Lago Michigan conmigo.
Infiernos, no voy conseguir un último aliento, pero voy a morir con una sonrisa en
mi cara sabiendo que tú ni siquiera sabes quién era tu verdadero padre.

No recuerdo cuántas veces lo golpeé antes que se desmayara. La sangre


goteaba de mis dos manos y aún quería más. ¿Qué clase de infernal juego mental
era el que jugaba Phoenix?

Rápidamente marqué el número del tío Tony y le dije que se encontrara


conmigo. Teníamos que avanzar más rápido de lo que yo pensaba, necesitaba toda
la información, las pistas que habíamos recogido en los últimos años, la evidencia.
Quería y necesitaba todo.

Algo me decía que nos estábamos quedando sin tiempo más rápido de lo que
me podía imaginar, y sabía que Phoenix tenía la llave. ¿La única pregunta? ¿Quién
había puesto la información en la cabeza de él?
Capítulo 16
TRADUCIDO POR MEW RINCONE // CORREGIDO POR JANE

¿ Estás seguro de que esto es todo lo que tienes? —pregunté por tercera vez.
Tony me había dado una USB con toda la información que habíamos
recogido en los últimos años, las imágenes incluyendo imágenes de las idas
y venidas de la familia De Lange, y las cuentas activas.

Mierda, ellos estaban peor de lo que pensaba.

Y ese era el problema.

Por lo que podía decir, ellos no recibían ningún pago de cualquier fuente
externa. Nadie parecía estar sobornándolos. No había transferencias.Nada.

Tony resopló. —Nixon, no eres sólo mi jefe, sino mi sobrino. ¿Por qué habría, de
todas las personas, ocultarte a ti información vital? —Encendió el cigarro y se acercó
a la gran ventana de mi cocina.

Infiernos. Me estaba mintiendo, el muy hijo de puta me estaba mintiendo. Yo


siempre podía decir cuando alguien no era honesto. No es que me gustara presumir,
pero cada vez que las personas mienten tienden a dar más información de la
necesaria. Ellos lo hacen con el fin de convencerte de que el hecho de que ellos
tengan detalles, son inocentes.

Si Tony hubiera estado diciendo la verdad, se habría encogido de hombros y


dicho—: Sip.

Él ni siquiera lo negó. No, en lugar de eso, se había girado en la mesa y dicho:


“¿Por qué habría, de todas las personas, ocultarte a ti información vital?”

La culpa goteaba de cada palabra.

¿Por qué, de hecho?

Fingí desplazarme a través de las cuentas bancarias en el ordenador. Toda era


información que ya había visto antes. Cosas que realmente no importaban y no
ayudarían a nuestro caso.
¿Qué motivo podría tener Tony para ocultar algo de mí? ¿Qué había que él
pudiera ganar? Él estaba forrado. Todas nuestras transacciones comerciales eran
dirigidas por diferentes compañías. Yo supervisaba todas las operaciones.

El hombre tenía un valor cercano a un billón de dólares. Por supuesto, eso era
una gota en el océano comparado con mi propia fortuna, pero aún así.

No podía ser por dinero. Él tenía dinero.

—Bueno —Tony dio una calada a su cigarro y me miró—. Creo que voy a volver
a casa. ¿Ya me contarás si surge algo?

Aquí iba algo.

—Nah —Me eché hacia atrás en la silla—. No creo que sea necesario que sepas
todos los detalles sangrientos. Sólo haz para lo que te pago que hagas.

Las fosas nasales de Tony se dilataron, sus ojos siguieron siendo fríos y
distantes. —¿Y qué es eso?

Sonreí. —Tu maldito trabajo. Gestionar las transacciones que entran y salen del
banco, asegurarte de que se le paga a cada miembro de la familia al final del mes. Ya
sabes, ese tipo de cosas —Volví a mirar a mi ordenador, descartando su presencia.

—Ahora, escucha aquí, Nixon, puede que tú…

—Hemos terminado ahora —Mis ojos parpadearon a los suyos—. Si me


disculpas, tengo un lío que limpiar.

Parecía luchar con lo que quería decir. En su lugar, asintió. —Sí señor —Y salió
de la habitación.

—Angelo —llamé detrás de mí.

—Sí, señor.

—Síguelo. Quiero saber lo que come para el desayuno, el almuerzo y la cena.


Quiero saber qué pasta de dientes usa en las noches, que whisky prefiere, todo.
Quiero que lo conozcas tan condenadamente bien que si pongo su piel en tu
cuerpo, las personas no podrían notar la diferencia. Cualquier cosa sospechosa, me
llamas. Y, ¿Angelo?

—¿Señor?

—Nadie, y quiero decir nadie, sabrá de esto. Y si eres capturado…

—Lo entiendo, señor —Angelo asintió y salió de la habitación.


Gemí y puse mi cabeza en mis manos. Las cosas no parecían mejorar. Me
pregunté si Trace había tenido un día mejor que yo. En realidad, no lo esperaba;
sabía que lo había tenido. Después de todo, ¿qué podía ser peor que amenazar con
matar a tu ex-mejor amigo y descubrir que tu tío era una posible rata?

Chase entró en la casa viéndose como si estuviera cerca de cinco segundos de


poner una pistola en su propia cabeza.

—Idiota —Arrojé una lata de cerveza en su dirección—. ¿Quién se ha muerto?

Atrapó en el aire la cerveza y la dejó sobre la mesa, y luego se sentó. —Nadie.


Que yo sepa, al menos. Bueno, déjeme reformular. Yo no maté a nadie. ¿Qué hay de
ti?

—Todavía no —Negué con la cabeza y luego me eché a reír.

—¿Qué es tan gracioso?

—Nosotros —Me senté a su lado y suspiré—. ¿Quién pregunta eso cuando


alguien llega a casa por la noche?

—Maldita sea, nosotros no bromeamos.

—Maldita sea —Estuve de acuerdo y toqué mi cerveza con la suya—. Entonces,


¿qué te hace lucir tan cabreado? ¿Trace te hizo quitar el barro de sus botas o algo
así?

—Nah —Se aclaró la garganta—. Nada de eso. Odio ir a sus clases. Apestan, por
cierto, y yo era un estudiante de primer año, hace tres años, muchas gracias.
Además, te juro que cada uno de sus profesores quiere asesinarme.

—Bueno —Tomé otro sorbo—. Dormiste con dos de cuatro profesoras. Estoy
bastante seguro de que eso es razón suficiente para algo de rencor.

Chase resopló. —Ellas me deberían dar las gracias, no mantenerlo en mi contra.


¡Les di el momento de sus vidas!

—Si tú lo dices —Me reí—. Ellas, sin embargo, explican la situación un poco
diferente.

—¿Les preguntaste? —Los ojos de Chase se abrieron.


—Chase, no puedes seducir a una mujer mayor y luego llamarla cougar4 en su
cara, sobre todo si eres quien le habló dulcemente en la cama en primer lugar.

— ¡No es mi culpa! —Chase levantó sus manos—. ¿Podemos cambiar de tema?

—Está bien.

—¿Crees…? —Chase maldijo—. ¿Crees que tal vez Tex pueda ayudar un poco,
también, con Trace, quiero decir?

—¿Te das cuenta de que estás haciendo que suene como si ella fuera nuestra
amada hija, necesitada de una niñera durante el día?

Chase no se rió. ¿Qué demonios estaba atascado en su culo?

—Idiota —Él le dio un codazo—. Escúpelo. ¿Qué pasa?

—Yo… —Él cerró los ojos y sacudió la cabeza—. Estoy realmente…

—¡Nixon! —Trace irrumpió en la habitación y tiró sus brazos alrededor de mi


cuello, y luego se sentó en mi regazo—. Te extrañé. —Sus labios encontraron los
míos y mi preocupación por Chase se fue por la ventana.

Él se aclaró la garganta un par de veces antes de que Trace se apartara de mí.


—¿Así que él te lo dijo, entonces?

—Estaba a punto —La voz de Chase se agrietó.

—¿Decirme? —pregunté, mirando de uno al otro.

—Luca —Trace suspiró—. ¿Ese tipo Nicolosi con aspecto escalofriante? Nos
siguió hoy.

—¡Qué demonios! —Sin soltar a Trace, me acerqué y golpeé a Chase en el


hombro—. ¿Eso es lo que se arrastró por tu culo y murió? No puedes guardar estas
cosas de mí, hombre. Necesito saber este tipo de cosas. ¿Por qué no me enviaste un
mensaje?

—No lo pensé —Chase tragó saliva y miró hacia otro lado—. Lo siento. Supongo
que estaba en tal shock que no sabía qué hacer, pero no te preocupes, Tracey
estaba segura. Estábamos bien.

—¿Bien? —Trace resopló—. Nixon —Ella se volvió en mi regazo y tocó su


cabeza con la mía—. Chase ha estado actuando como un completo lunático durante
todo el día. Creo que está defectuoso.

4Cougar: Expresión que se utiliza para nombrar a las mujeres que tienen parejas varios años menores
que ellas. En Latinoamérica se utiliza “robacunas” o “asaltacunas”.
—¡Yo no estoy defectuoso! —gritó Chase.

—Y él no es un juguete… —defendí, sonriendo.

—Cachibache. —Tracey asintió—. Sin duda un cachibache, pero lo que estoy


diciendo es, que él ha estado tan condenadamente deprimido todo el día que no
puedo manejar estar cerca de él.

—Justo aquí. Estoy sentado aquí —Chase suspiró.

—¿Por favor? —Tracey besó mi boca, lamiendo parte de mi aro del labio y luego
mordisqueando mi labio inferior. Sus labios se arrastraron a mi oído donde ella
susurró—. Algo está muy mal.

Asentí con la cabeza y aparté su cara de la mía, asegurándome de besar su nariz


cuando miré sus ojos. —Ve a cambiarte en ropa cómoda para la cena, ¿está bien?
Estaré en un minuto.

—Está bien.

Una vez que Trace estuvo fuera del alcance del oído, extendí la mano y agarré a
Chase por el brazo, arrastrándolo conmigo todo el camino hacia el viejo estudio de
mi padre. Cerré la puerta detrás de mí.

—¿Qué diablos pasó?

Chase no quiso mirarme a los ojos. Se metió las manos en los bolsillos de sus
jeans y se quedó mirando el suelo.

—¿Chase?

—La besé.

—Tienes exactamente cinco segundos antes de que te dispare en la cara.


Explica por qué la besaste. Ahora.

—Luca, él estaba de pie en la fila delante de nosotros, y me entró el pánico. Yo


la besé, ella me besó, no muy bien si es lo que estás pensando, y luego se la
presenté a Luca y nos fuimos a clases. Eso es todo lo que pasó.

—¿Hubo lengua?

La cabeza de Chase se levantó rápidamente. —¿Qué?

—Ya me has oído. ¿Hubo lengua?

—Eso uh… —Agitó la mano en el aire—. Sucedió tan condenadamente rápido,


Nixon. Sí, probablemente, no lo sé. No estoy seguro. Todo lo que puedo decir es
que lo siento. Fue lo único en lo que pude pensar en hacer. Tenía miedo de que
Trace se fuera a molestar, pero ella entendió.

—¿Así que has estado disgustado por qué…?

—Bueno, me gusta vivir, muchas gracias. —Chase sonrió. ¿Es que todo el
mundo iba mentirme hoy? ¿No podía confiar en nadie más que en mí mismo?

—¿Y?

—Nada —Forzó una sonrisa—. Simplemente me comí la cabeza todo el día, eso
es todo. Se sentía mal, se siente mal; ¿sabes lo que quiero decir?

Mis ojos se estrecharon. Esa parte, por lo menos, parecía auténtica. —Sí, sé lo
que quieres decir. Odio esto más de lo que podría decir, pero Chase, recuerda, esto
no es para torturarte.

Él soltó un bufido. Yo continué.— Es para mantenerla a ella a salvo.

—Sé eso. ¿Crees que no lo sé? —La ira llenó los ojos de Chase cuando su
máscara de culpa cayó, y en su lugar… hubo algo que odié ver. Fue como si un
cuchillo se estuviera clavando en mi espalda y no hubiera manera para mí de sacarlo.

Traición.

Él quería traicionarme.

Y no había nada que yo pudiera hacer excepto rezar para que cuando llegase el
momento… él no lo hiciera.
Capítulo 17
TRADUCIDO POR PILI // CORREGIDO POR OSCENSE

M
e desperté con el charco de sangre alrededor de mi cabeza. Traté de
mover mi silla, así al menos podría sentarme cómodamente pero
sabía que eso requería la fuerza que no tenía, y francamente, ¿que
importaba de todos modos? ¿Si yo muero acostado o sentado en una silla o siendo
arrojado al lago?

Sentí un nudo en mi garganta. En el momento en que vi a Nixon entrar en mi


habitación supe la verdad: nunca me perdonaría. Sería mejor para mí morir con el
conocimiento que tenía, que poner sobre él cualquier dolor o peligro. Rechazaba
ser la causa de todavía más caos, más de lo que ya había apilado sobre él y su
familia.

Si hubiera tenido un corazón para romper, mirando a mi ex-mejor amigo y la


mirada de traición en su rostro lo habrían hecho, se habría roto en miles de billones
de piezas y quemado al entrar en contacto con el aire. Yo nunca podría explicarle
plenamente la profundidad de mi humillación, del horror que había experimentado
cuando estaba con Trace.

Pensaban que había intentado hacerle daño porque yo era un monstruo, y eso
era cierto. Yo estaba enfermo; solo que ellos no eran conscientes de la gravedad.
Siempre lo había tapado, lo mejor que pude. La primera vez que me desmayé
durante un episodio, mi padre había llamado a los mejores doctores.

—¡Él no recuerda cosas! ¿Mi hijo es un retrasado? —Su tono era nervioso, después
de todo solo gastaba miles de dólares que no tenía con el fin de conseguirme ser visto
por los mejores del mundo.

—Algunas veces —La doctora me dedicaba una sonrisa triste—. Cuando las
personas experimentan un trauma, o continúan experimentándolo, los sentimientos se
aíslan completamente. Es como si el cuerpo actuara en piloto automático. Parece que
él es consciente de lo que está haciendo y en cierta manera está impotente para
impedirlo. Después del episodio, él no recuerda detalles, sólo que algo malo sucedió, y
el ciclo se repite.

Papá cerró su puño sobre el escritorio. —¿Entonces? ¿Es tonto? ¿Está loco? ¿Qué
hacemos?

—Ninguna de las anteriores —La doctora tenía mucha más paciencia de la que yo
podría tener—. La hipnoterapia podría ser aconsejada, si usted está dispuesto a tener
que…

—De ninguna manera —papá interrumpió—. ¿Cómo sé que no estarán tratando


de lavarle el cerebro? ¿Cómo puedo saber…?

—Sr. De Lange —La doctora lamió sus labios—. Su hijo necesita ayuda. Usted no
puede seguir ignorando el problema, se pondrá peor. Es casi como si… —Su voz se
extinguió.

—¿Qué? —dije aturdido—. ¿Como si qué?

—Como si tu ira fuera tan profunda, tan implacable, que aún si amaras a alguien
desmesuradamente, incluso si estuvieras dispuesto a morir por alguien… Si ellos te
accionan, le matarías y no sentirías nada.

Pues bien, se siente bien oírlo. No sólo estaba loco sino que me encontraba
aproximadamente a cinco segundos de distancia de matar a aquellos que amaba.

—Hemos terminado aquí —Papá cruzó sus brazos y miro fijamente mientras la
doctora agarraba su maletín, así como el grueso sobre de manila que él le había dado,
y salió de nuestra casa.

—Los médicos no lo saben todo. La forma en que yo lo veo —Papá resopló—, es


que tú serás el mejor jefe mafioso de la historia de la familia.

—¿Cómo lo sabes? —Mi voz rezumando sarcasmo.

La sonrisa de papá era malvada cuando se acercó y me dio una palmada en la


espalda. —Matarías a tu propia sangre para salir adelante y sin ni siquiera pestañear.
Al parecer, eres más útil de lo que pensaba.

Me quedé helado en mi silla. Quería correr, gritar, pero otra vez, no sentí nada. Era
como si toda la oscuridad interior engullera la culpa y la vergüenza que debería haber
estado sintiendo. En todo caso, yo estaba en un estado constante de pérdida.

—Así que esta chica —Papá lamió sus labios—. La que almuerza contigo.

Mi cabeza se movió rápidamente hacia arriba. Por supuesto que él sabía acerca de
Trace. Después de todo era el decano de Eagle Elite. Y fue por esa razón por la que
Nixon estaba protegiéndola. Él sabía que una chica guapa como Trace llamaría la
atención de mi padre. No es que mi padre contradeciría alguna vez a Nixon, pero aun
así.

—¿Cuántos años tiene?

—Vieja —respondí rápidamente—. Dieciocho, demasiado vieja para ti.

Se movió para abofetearme pero agarré su muñeca en mi mano y le tiré tan rápido
contra la mesa que oí su brazo crujir. Bien, déjenle sentir el dolor.

—Probablemente deberías seguir los consejos de la doctora —Yo seguí


retorciendo—. Después de todo, estoy a cinco minutos de perderme. ¿Quién sabe lo
que haré? Recuerda, tú dijiste que mataría a mi propia familia, no me pongas a prueba.
—Solté su brazo y salí fuera.

Mi cabeza aporreo con el recuerdo, parecía como una eternidad. Me alejé de mi


padre ese día sintiéndome más poderoso de lo que lo había estado en mucho
tiempo. En realidad había peleado con él, lo había amenazado.

Una sonrisa se curvo en mis labios, diablos sí, ése fue el día en que me había
hecho invencible, y había perdido mi brújula moral.

Había visto a Trace al día siguiente en la escuela y note que algo era diferente.
Los ojos de Nixon estaban puestos con persistencia en ella, tanto como los de
Chase, ¿sin embargo cuando me miro a mí? Nada.

Era como si ella pudiera sentir mi oscuridad. Lo que me hizo enojar. ¡Ella no me
conocía!

Quizá por eso lo hice, porqué traté de espantarla. Si no podía tenerla —la única
chica que por primera vez en mi vida me hizo querer sonreír— entonces no quería
que nadie más la tuviera, tampoco.

Y fue entonces cuando había sentido un quiebre.

La chica que había violado. Esa misma chica. Que no había sido querida por el
cliente después de todo, al igual que Trace no sería querida por Nixon o Chase si
hacia algo para prevenirlo. Si pudieran ver que ella no era digna. Las cosas se
hicieron infinitamente peores cuando por su culpa fui excluido del círculo íntimo de
Nixon. Tras el infierno que había sufrido —todos los sacrificios que había hecho— y
al final no tenía nada, todo por ella. El odio que sentía por ella en ese momento fue
más fuerte que cualquier cosa que yo hubiera sentido hacia mi padre. Quería que
ella sufriera porque me había robado a mi familia. Nunca había amado a mi padre,
¿pero a Nixon? ¿A Chase? ¿A Tex? Habíamos sido hermanos de sangre hasta que esa
perra había intervenido. Lo perdí… todo.

La bilis se elevó en mi garganta cuando vomité la sangre. Por primera vez en


siete años, lloré como un bebé, el único sonido en ese cuarto hueco eran mis
propios gritos y quejidos. El terror en su rostro, sus súplicas suaves, y mis manos,
mis manos desnudas rasgando su ropa. Mis dientes castañearon cuando el recuerdo
me golpeó con una fuerza tan fuerte que me ahogaba. Yo hice eso. No mi padre.
Yo.

Si pudiera volver atrás y corregir las cosas lo haría, y por eso hice lo que hice.
Porque no podía volver en el tiempo. Por eso estaba tumbado en esa silla.

Inhale profundamente —nunca conocerían toda la verdad— no los podía dejar,


pero yo sabía exactamente cómo podría redimir la oscuridad de mi vida
representada.

Después de todo, en todas las historias de redención un sacrificio se tiene que


hacer. Tal vez el sacrificio tenía que ser yo.
Capítulo 18
TRADUCIDO POR MEW RINCONE // CORREGIDO POR OSCENSE

M
e sentía como la mierda. Todo el día me había dividido entre querer
disparar a Nixon y querer dispararme a mí. Decir que me día había
apestado sería como decir que los Sicilianos eran solo ligeramente
intimidantes.

PTI5, ellos eran aterradores. Más de un hombre se cagaría en sus pantalones en


su sola presencia y yo estaba viviendo en mi propio infierno personal.

¿Cómo conseguía ser tan afortunado?

Sabía que no debería habérselo dicho a Nixon, pero también sabía que no podía
mentirle incluso aunque quisiera. Él me conocía demasiado bien y siempre podía
oler a una rata o a un mentiroso a cientos de metros de distancia. Lo cual me dejaba
solo con la descarada honestidad.

Yo podía leerlo, así como él podía leerme a mí.

Yo era básicamente como un cable expuesto cuando se trataba de él.

Y sabía que él lo sabía.

En ese breve encuentro en el estudio fue como si se cumplieran todos sus


miedos. Él no era estúpido, sabía que yo estaba afectado, pero seguía
confiándomela a ella a mí.

Entonces, ¿qué decía eso sobre del tipo de persona que era yo? ¿O del tipo de
confianza que Nixon tenía en mí?

Nixon me había dejado solo en el estudio mientras iba a ir a ver cómo había ido
el resto del día de Trace. Yo tenía exactamente cinco minutos para conseguir juntar
mi mierda y luego necesitaba hacer algo, y ese algo era hacer la cena. Necesitaba
una distracción, una que no empezara con “T” y terminar con una “y”.

5
PTI: Para Tu Información.
Tomé unas cuantas respiraciones profundas y me dirigí a la cocina. Encontrando
un delantal, lo envolví alrededor de mi cintura y me serví un vaso grande de vino. Yo
superaría esto, pasaría a través de esto y entonces estaré bien. Solo tenía que
atornillarme a un montón de chicas y, posiblemente, estar totalmente borracho
mientras lo hacía. Correcto. Ningún problema.

Un buen trago de vino hizo maravillas cuando comencé a cortar las verduras
para mi pasta ncasciata. Acababa de terminar de organizar la berenjena y alistar los
guisantes cuando Tex entró en la cocina con Mo.

—Oh mierda —Tex se sirvió una copa de vino—. ¿Se ha muerto tu maldito
perro, Chase?

—Él no tiene perro —Mo fue hacia la copa de vino de Tex.

Empujó el vino lejos de ella. —Consigue tu propio vino, y es una expresión, Mo.

Ella rodó los ojos y me palmeó con fuerza en la espalda. —¿Qué pasa, primo?
Sólo cocinas o cuando estás tratando de impresionar a alguien o cuando estás listo
para cometer un asesinato.

—Sí —Nixon bailó dentro de la cocina con Trace al remolque—. Eso es sólo
parcialmente cierto. ¿Recuerdas el verano pasado cuando horneó durante tres
meses seguidos?

—¿Por qué? —Trace se acercó a mi lado y examinó la berenjena con una mirada
confusa en su rostro.

Tomé la berenjena de sus sucias manos y la puse de nuevo en el bol. —Fue una
especie de experimento. —Dios, ella olía bien.

—¿Experimento? —Mo se atragantó con su risa—. ¿Así es como lo llaman


ahora?

Tex rió detrás de mí. —Chase reemplazó el sexo con la cocina.

Tracey se echó a reír. —¿Y él duró tres meses? —¿En serio? ¿Incluso Trace
pensaba que yo era un mujeriego? ¿De verdad? Bueno, ahí iba mi autoestima, y no es
que eso fuera demasiado peligroso ni nada en primer lugar. Después de todo, yo
había metido mi lengua en su garganta y reflexionado sobre el suicidio todo al
mismo tiempo que le tomó a ella no sólo olvidar nuestro acalorado intercambio sino
besar a mi primo directamente delante de mí. ¿Dónde diablos estaba una pistola
cuando uno la necesitaba?

—Oh, mira, ¡la cena está casi lista! ¿Quién quiere ayudar con la pasta? —Aplaudí
con fuerza y traté de distraer a todos en la habitación pero ellos siguieron hablando.
—Tres días —resopló Nixon—. Duró tres días, pero él no quería que nadie
supiera de su fracaso épico, así que preparó la cena todas las noches durante tres
meses.

—Eso es… — Tex tomó un sorbo de vino y sonrió. Rodé los ojos y esperé a que
continuara—. Hasta que le dijimos que ya sabíamos que él había fallado pero
habíamos querido buenas cenas. Compró nuestro silencio con comida.

—Bastardos —Arrojé una toalla en la cara de Tex—. ¡Estuve esclavizado


durante días y días por los dos!

—Y te lo agradecemos, Betty Crocker6, realmente lo hacemos. —Nixon sonrió


en mi dirección. La única razón por la que fui capaz de devolverle la sonrisa fue
porque sabía que él sólo estaba tratando de hacer las cosas normales para todos.

Nos sentaríamos. Comeríamos. Y yo podría fingir que no estaba


irreversiblemente enamorado de su novia. Sin. Problemas.

—¿Necesitas ayuda con la pasta?—Trace agarró mi copa de vino y bebió un


sorbo. Estaba decidido. Dios me odiaba. Sus labios estaban por todas partes en mi
copa y ¿ahora tenía que beber después de ella? Tienes que estar tomándome el pelo

Al estilo Siciliano que había hecho los fideos desde cero, a alguien que no
supiera qué demonios estaba haciendo podría tomarle mucho tiempo. —Pasta. —
Apunté a mi obra—. Está casi hecha, ¿por qué no te vas a relajar? Bebe un poco de
vino, pon los pies en alto, haz las tareas.

Trace gimió. —¿Acabas de decirme que haga mis tareas?

—¿No? — Di un paso lejos de ella. El perfume que ella llevaba estaba


literalmente matándome y simplemente no podía aguantar la respiración durante
tanto tiempo. Y estaba seguro de que si me tocaba probablemente explotaría por la
frustración o simplemente gritaría y tendría que ser institucionalizado. Me
pregunto si la mafia tiene conexiones en el manicomio.

—Mira, tienes un montón de tareas. ¿Quizás Nixon pueda ayudarte?

—¿Ayudarme? —repitió y luego inclinó la cabeza hacia un lado. Antes de que


pudiera dar marcha más lejos, ella levantó la mano y la colocó sobre mi frente—.
¿Estás enfermo?

—No —Manoteé su mano lejos—. Sólo estoy… cocinando.

Oh Dios mátame ahora.

6
Nombre de una marca especializada en recetas para comida cacera, también tuvo un programa de
televisión sobre cocina.
—¿Cocinando?

—¿Vas a repetir todo lo que digo?

—Eso depende —Se encogió de hombros—. ¿Vas a dejar de actuar como un


idiota?

Sonreí. —Nop.

Trace golpeó la parte trasera de mi cabeza. —Ahí estás. Bienvenido de nuevo,


imbécil, no me asustes así. Me estás poniendo nerviosa con todo esto de hornear y
ordenarme que sea responsable y que haga mis tareas. Tú no eres mi hermano,
¿sabes?

El enorme trago de vino que acababa de tomar salió pitando de mi boca hacia la
estufa.

La habitación se quedó en silencio, y entonces Nixon aplaudió. —Bien hecho,


por fin has sorprendido el infierno fuera de él, Trace.

Me limpié la cara y tiré la toalla manchada de vino a la cabeza de Nixon. —Lo


que sea. A lavarse, niños, la cena está casi lista.

—¡Sí ma!—Todos gritaron mientras iban a poner la mesa, dejándome solo en la


cocina una vez más.

Me incliné sobre el lavabo y me dije a mi mismo que mantuviera el contenido de


mi estómago en mi interior, no afuera.

¿Hermano? ¿Un maldito hermano? ¿Estaba loca? Sí, bastante seguro de que yo
nunca, jamás pensaría en ella como familia. Ella no era de mi familia. Ella era…
mierda. Ella lo era todo.
Capítulo 19
TRADUCIDO POR MEW RINCONE // CORREGIDO POR OSCENSE

B
ueno, eso fue raro. Puntos para Chase por no perder completamente su
mierda mientras Tracey le tocaba la frente y seguidamente le decía que
no fuera un idiota. Si no fuera mi novia la que lo estaba enloqueciendo,
podría encontrarlo gracioso.

Pero no lo era.

Así que en lugar de darle rienda a mi ira, estaba apretando mi tenedor y


tratando de malditamente no doblarlo por la mitad mientras estábamos todos
sentados alrededor de la mesa como una pequeña familia feliz.

—Entonces… —Mo mojó su pan en el aceite de oliva en el centro de la mesa y


se lo metió en la boca—. ¿Alguna novedad, Nixon?

Me encogí de hombros y me serví otro vaso de vino. —Nada útil. He estado


buscando por todas las cuentas de la familia De Lange. Lo mismo de siempre.
Estamos trabajando sobre una corazonada. Sabemos que mi padre no mató a nadie,
pero eso es todo. No sabemos nada más, y ahora que el abuelo de Trace no está
aquí no es como si él nos fuera ayudar de todas formas. Quiero decir, él moriría
antes de que pudiéramos tener acceso a lo que necesitamos.

Trace dejó caer su tenedor en el plato. —¿Mi abuelo?

—Si —Froté su espalda—. Trace, lo siento, es solo que él es el único implicado


en esto que no estaba viendo dibujos animados ni jugando con soldados de juguete
cuando ocurrió todo.

Hizo una mueca. —Me gustaría ser de más ayuda. Siento que todo el mundo
está arriesgando mucho por mí y yo no estoy haciendo nada para mejorarlo. Si algo
es peor.

—Lo que sea —Mo movió su tenedor en el aire—. Botas, las cosas apestaban
antes de que llegaras. Nixon nunca sonreía y estoy bastante segura de que si no
hubieras aparecido Chase podría haber preñado a una de sus profesoras.
—Gracias, Mo. —Chase le sacó el dedo.

—Lo que sea —Mo rodó los ojos—. Esta es nuestra familia. Esta es la vida, la
tomas o la dejas. Si no sería otra cosa, así que por ahora sólo tenemos que
centrarnos en… —Sus ojos lanzaron dardos a los míos. De hecho, todo el mundo lo
hizo. Correcto. Sin presión.

—El pasado —dije lentamente—. Tenemos que enfocarnos en el pasado.

—Trace… —Tex se inclinó y cogió un trozo de pan—. ¿Te acuerdas de alguna


cosa de esa noche…?

—Tex —espetó Chase—. Déjala en paz.

Manteniéndome fiel a mi habilidad para ser un idiota completo, dije—: Estoy de


acuerdo con Tex. Lo siento Trace, pero necesitamos saber. Sé que tenías seis años,
pero, ¿recuerdas algo? ¿Alguna palabra que tu abuelo le dijera a tu abuela? ¿Alguna
cosa en Siciliano?

Trace miró su plato. —Chicos, me gustaría poder ayudar pero no hay nada…

Ella se levantó de su silla y salió corriendo de la habitación.

—Bien hecho —espetó Chase—. ¿Por qué no haces que tenga una crisis
nerviosa? —Él tiró su servilleta sobre el plato y se puso de pie justo cuando Trace
entraba corriendo en la habitación.

—¡Esto! —Sostuvo un pequeño libro en su mano—. Mi abuela mantuvo esto


con ella todo el tiempo. Ella incluso durmió con esto esa noche. Antes de morir, ella
me dijo que quería que yo contara su historia. Como se conocieron ella y mi
abuelo… la cosa es… aunque mi abuelo me dio esto, nunca me dio la llave.

—No necesitamos una llave —Le tendí la mano.

Trace puso el pequeño estuche de cuero en mi palma. Estaba asegurado con


una cerradura muy buena pero también era muy vieja. Tiré de la cerradura varias
veces.

Tex se rió y en una terrible imitación de mi voz, dijo—: No necesitamos una


llave.

Lo ignoré y lo intenté de nuevo.

—Idiotas —Suspiró Mo—. Todos ustedes. —Ella sostuvo su mano en alto—.


Dame el libro.

—¿Perdón?
—Dame el libro.

—¿Qué? ¿Para buscar un espejo? Mo, deja que los chicos se encargan de esto,
¿de acuerdo?

Trace golpeó la parte trasera de mi cabeza tan fuerte que podría haber jurado
que mis dientes se quedaron insensibles. —Idiota, entrégale el libro.

Maldiciendo, lo dejé caer en las manos de Mo.

Tex se rió entre dientes. —Trace acaba totalmente de demostrar su verdadera


herencia justo ahí. Juro que si yo tuviera un dólar por cada vez que mi mamá golpeó
la parte trasera de mi cabeza…

Mo hizo los honores esta vez, haciendo que Tex casi derramara su vino cuando
se golpeó contra la mesa.

Tracey siguió a Mo a la barra de desayuno, donde Mo cavó en su bolso. Sacó


algo pequeño, y luego lo encajó en la cerradura. Tres segundos después, ella estaba
colgando el libro de cuero en frente de mi cara. —¿Qué estabas diciendo?

—¿Las chicas reinan, los chicos babean? —ofrecí sarcásticamente mientras


arrebataba el libro a Mo y lo abría por la primera página.

—«Los secretos se ocultan en nuestro pasado, ellos definen nuestro futuro.


Esta, mi amor, es nuestra historia. En estas páginas encontrarás todo lo que
necesitas saber. Todo lo que hay que saber. Siempre mi amor. Abue.»

—Bueno —Cambié de página—. Eso no fue críptico.

Todo el mundo se quedó en silencio cuando le di la vuelta a la siguiente página y


leí en voz alta—: «Lo vi a través de la habitación…»

Tex gimió.

Riendo, continué—: «No debería haber mirado, pero no pude evitarlo. Él no era
mío para mirar, sin embargo yo seguí mirando. Y lo supe… yo lo tendría y maldito
fuera tu abuelo. Maldito sea por guardarlo de mí, y maldito sea por comprar mi
silencio. Estaría con este hombre, le devolvería el honor a los Alferos en el nombre
de mi familia. Ellos destruyeron lo que yo tenía y debido a ellos, me niego a guardar
silencio por más tiempo.»

Tragué saliva y cerré el libro. —Mierda.

—Tal vez esta no es lo mejor cosa para leer… —Trace intentó agarrar el libro,
pero yo se lo arrebaté.
—Vamos a leer cada maldita página. Juntos, ¿de acuerdo? Tenemos que saber lo
que ella sabía, Trace. Sé que nos estamos agarrando a un clavo ardiendo, pero a
menos que Phoenix hable o que alguien confiese, es todo lo que tenemos.

Su mirada parpadeó de la de Tex a la de Mo y finalmente a la de Chase. Él asintió


hacia mí con la cabeza y luego puso su mano en la de Trace. —Nixon está en lo
correcto.

—Está bien. —Ella le apretó la mano y luego se volvió hacia mí—. Pero lo
leemos juntos, ¿está bien?

—De acuerdo.

El libro también pudo haber sido un invitado de honor. Estuvo puesto sobre la
mesa durante el resto de la cena recibiendo miradas curiosas de todo el mundo,
Trace incluida.

Finalmente, una vez que terminamos de comer, cogí el libro y asentí con la
cabeza hacia el vino. —Más vale hacer de esto una fiesta.

—Gracias a Dios —susurró Mo—. No estoy segura de que pudiera pasar a través
de tanto trapo sucio sin vino y sé que Trace va a necesitarlo. Era su abuela, después
de todo.

Trace sonrió pero no se rió. Entramos en la sala de estar y nos sentamos, cada
uno de nosotros con una copa de vino.

—¿Quién quiere leerlo?

—Yo voto por Chase —Eso vino de Mo—. Él siempre tuvo las mejores
calificaciones en la clase de lectura y siempre me he preguntado por qué los
profesores encontraban tan seductora su voz…

—Yo tenía siete años —Chase miró.

—Él empezó tan joven —Tex puso una mano sobre su corazón—. Ahora lee,
perra. Tengo una clase de laboratorio a las siete a.m. a la que asistir.

—Ahora mismo —Chase saludó y siguió donde yo lo había dejado—. «Lo seguí
con toda la intención de proponérselo. Yo quería sentir el deseo. ¿Tal vez, la mano
derecha de los De Lange me lo podía dar?» —Chase se atragantó y cerró los ojos—.
Sí, sintiéndome como un pervertido ahora mismo.

—¡Lee!—Todo el mundo gritó al unísono.

Chase se aclaró la garganta y siguió leyendo—: «Él salió. Encendió un cigarro en


las sombras, y luego vi subir a otra persona. Ellos intercambiaron bromas sobre el
tiempo y luego éste le entregó un sobre. Recuerdo que pensé que era muy extraño,
¿qué alguien te entregue un sobre y no examines lo que hay dentro en primer lugar?
Eso significaba que el uno confiaba en el otro. Yo no tenía forma de saber que al día
siguiente él estaría muerto. Tampoco que eso significaría que mi propio marido sería
culpado. Mi vergüenza sería expuesta para que todos la vieran porque yo tendría
que decirles a todos lo que había visto y por qué lo vi. No creí que él alguna vez me
lo perdonase. Pero él lo hizo y es por eso que estoy escribiendo esta historia. Para
explicarte sobre el perdón, Trace. Así que entiende, que cuando leas el capítulo final
de esta historia, este no significa el final para tu familia o para ti. Está bien que tú le
ames.»

Sacudiendo la cabeza, Chase dejó el libro y se echó a reír torpemente. —Um,


¿alguna posibilidad de que tu abuela fuera psíquica o algo así?

La boca de Trace todavía estaba abierta. —Um, no, ninguna posibilidad. ¿Qué
demonios?

—¿Alzheimer? —Chase declaró, ignorando la pregunta de Trace.

—No.

—¿Drogas? ¿Consumía drogas?

—¡Chase! —Le di un manotazo—. ¿En serio?

—¿Cómo si no iba a saberlo? —Chase señaló el libro—. ¿Cómo si no ella iba a


saber sobre ti…?

—Esa es la cosa —Mo hiló—. ¿Cómo sabemos que es de Nixon sobre quien ella
está hablando? ¿Y no de Tex, Chase o cualquier otro chico?

—Buen punto —Me lamí los labios y vi como los ojos de Chase se iluminaron.
Oh, infiernos no—. Pero —Me aclaré garganta—. Lo más probable es que ella esté
diciendo “él” como un ejemplo, ¿no? Quiero decir, ¿quién sabe? —Chase le devolvió
el libro a Trace.

—Claro —Trace susurró y sostuvo el diario cerca de su cuerpo—. Creo que


todos deberíamos… ir a la cama. ¿Tal vez haber leído esa primera entrada me ayude
a recordar?

Tex bostezó. —Bien, pero si sueño con tu abuela teniendo sexo, voy a entrar en
tu habitación y disparé un arma de fuego contra el techo.

—¿Te das cuenta de que el baño está justo encima de su dormitorio?

Tex se encogió de hombros. —Entonces rezo por no darle al inodoro.


—Asqueroso —Trace rodó los ojos mientras Mo lo golpeaba de nuevo y se
despedía con un buenas noches a todos.

Dejándonos a Trace, Chase y a mí mirándonos torpemente entre nosotros.


Quien haya dicho que los tríos eran una buena idea estaba claramente trastornado.

—Yo, um… voy a estar en la habitación. —Chase me rozó y corrió por el pasillo.

Las cejas de Tracey se fruncieron cuando lo vio salir corriendo como un ciervo
asustado. —¿Él está bien?

Puse mi brazo alrededor de su hombro. —Por supuesto. ¿Por qué lo preguntas?

—No es el mismo. —Sus ojos se encontraron con los míos—. Quiero decir, él
está actuando como si me odiara un minuto y al siguiente es como si fuera a romper
a llorar.

—Chase nunca llora —Incliné su barbilla hacia mi cara—. Él está bien, creo que
simplemente es la presión que tiene. Después de todo, está tratando de seguir
aprobando sus clases de último año, protegerte y no tener una crisis nerviosa antes
de cumplir los veintidós.

—¿Pero, por qué no actúas tú de esa manera? —Su rostro parecía tan abatido.
No podía decirle la verdad, que Chase estaba actuando de esa forma porque él era
un hombre en una situación difícil. Y ella solo estaba haciéndolo más complicado.
No estaba seguro de si yo debería simplemente contarle para que así ella lo dejara
estar por un tiempo o simplemente dejar que las cosas se desarrollaran.

Sus labios se curvaron en una sonrisa. —Hay algo en tu mente.

—Tú —Besé su nariz—. Siempre estás en mi mente.

—Bien —Ella me abrazó y aspiró en mi camiseta—. ¿Podemos estar juntos esta


noche?

Con un profundo suspiro, negué con la cabeza. —Trace, ojalá pudiéramos. Sé


que nuestra seguridad es una mierda, la casa está bajo estricto control, tenemos
hombres por todas partes, pero es un riesgo enorme. ¿Y si algo pasa y tú estás en mi
habitación y alguien por casualidad ve que soy yo y no Chase? Sip, no estoy
dispuesto a correr ese riesgo.

—Entonces, ¿por qué no me quedo en mi propia habitación?

Metí su pelo detrás de su oreja aquí. —Porque no confío en ninguno de mis


hombres tanto como confío en Chase. Él recibiría una bala por ti sin pestañear. —Lo
cual me molestaba tanto como me aliviaba. Él haría cualquier cosa por ella, yo
estaba contando con ello para mantenerla a salvo de morir, ¿pero de él? El jurado
aún estaba deliberando7. En este punto, yo no confiaba en nadie. Sólo sabía que si
Chase estaba cuidando del amor de mi vida, por lo menos yo podía dormir por las
noches sabiendo que ella no estaba en peligro.

—Pero…

Apreté mi dedo en sus labios. —Te amo. Y te prometo que este fin de semana
voy a encontrar una manera para que estemos juntos. ¿Te gustaría eso?

—¡Sí! —Ella apuntó con su dedo hacia mi cara—. Pero más vale que sea una cita.
Una cita de verdad, con comida de verdad, y diversión y…

—Deja de tratar de decirme cómo ser un hombre. Estoy bastante seguro de que
soy muy bueno en materia de citas.

Ella rodó los ojos. —Claro, porque la última vez no conseguimos ser perseguido
por hombres con armas de fuego.

Me encogí de hombros. —Mala suerte de la primera cita. Nada más.

Su risa fue como un bálsamo para mi dañado corazón. —Está bien, confío en ti.

—¿Lo haces? —Agarré su mano dentro de la mía—. ¿Confías en mí?

—Con todo.

—¿Tu seguridad?

—Sí. —Respiró.

—¿Tu vida?

—Por supuesto.

—¿Tu corazón? —susurré a través de sus labios.

—Dímelo tú, Nixon. —Hundió sus dedos en mi pelo y tiró de mi cabeza hacia la
suya. Su boca encontró la mía en un frenesí—. Tú eres el que lo sostiene.

Suspiré de alivio y besé con fuerza su boca, empujándola más lejos en la sala
donde podíamos escondernos de cualquier ventana y cubrirnos en las sombras.

—¿Estás seguro de que no puedes quedarte conmigo? —jadeó ella, yendo


debajo de mi camisa y corriendo sus manos por mi espalda desnuda.

7 Expresión que implica que una conclusión acerca de alguien o algo aún no se ha alcanzado. A lo que
Nixon se refiere, es que no sabe aún si puede confiar en Chase en cuanto a Trace.
—Créeme —gruñí, mordiendo sus labios—. Si me quedara contigo, hasta el
maldito Presidente de los Estados Unidos sabría que algo está pasando. Cuando
esté contigo, Trace. Esa primera vez. No va a ser un maldito secreto. No va a ser
algo que tengamos que ocultarle al mundo. Va a ser que altere vidas, y tú vas a ser
mía una y otra y otra vez hasta que la única palabra en tus labios sea mi nombre. ¿Lo
entiendes?

Su respiración aumentó cuando asintió y dijo con voz ronca—: Sí.

—Bien. —Exhalé—. Ahora tengo que ir a tomar una ducha fría.

—¿Necesitas compañía? —Ella me guiñó un ojo y golpeó con fuerza mi culo


antes de que caminara hacia su habitación.

—Que graciosa—dije y me fui en busca de una ducha muy, pero muy fría.
Capítulo 20
TRADUCIDO POR MEW RINCONE//CORREGIDO POR MORIN

S
upe el instante en que ella entró en la habitación. Tomó exactamente tres
segundos para que su perfume flotara de su cuerpo a mi infierno
personal.

Yo estaba acostado debajo de un edredón blanco gigante y trataba de respirar


el olor del detergente para la ropa.

—¿Chase? —susurró.

Mierda. Apreté los ojos bien cerrados y respondí—: ¿Qué?

—Lo siento.

—¿Eh?

La luz estaba apagada, así que no podía verla pero sabía que ella estaba cerca.
Pronto sus pies fríos tocaron mis piernas cuando ella salió de su cama y se acostó
junto a mí en la mía. Afortunadamente, el edredón creaba un agradable límite entre
ella y mi cuerpo. De lo contrario… bueno, yo estaría probablemente muerto.

—Por lo que sea que hice que te haya hecho sentir mal. —Su mano se acercó
para acariciar mi brazo—. Lo siento.

—Trace… —gemí—, tú no has hecho nada. —Y ese era el problema, ¿no? Mi


orgullo estaba un poco herido, eso estaba seguro. Pero, una parte de mí, una
pequeña parte, o tal vez una gran parte, pensó que nosotros teníamos algo. Una
conexión que ella y Nixon no tenían. Lo que habíamos compartido durante los
últimos meses había sido único, diferente. Yo lo sentí y ella no. Ella no debía
disculparse por ser la fuerte.

—Ven aquí. —De repente no estuve tan preocupado por perder el control. Yo
era su amigo, ella me había puesto en esa zona, y la última cosa que necesitaba era
que yo fuera un asno porque no me amara cuando su abuelo estaba atrapado en la
clandestinidad y su casi-violador estaba encadenado a una silla pegada al suelo
amenazando con matar a todo el mundo—. Soy yo el que debe disculparse. —La
besé en la cabeza y suspiré cuando ella envolvió su brazo alrededor de mi pecho y
metió su cabeza bajo mi brazo.

—¿Por qué te disculpas?

Oh por tantas, tantas cosas. —Por no ser quien necesitas que sea.

—¿Quieres decir como antes, cuando estabas siendo un burro en tu estúpido


delantal de Betty Crocker?

Riendo entre dientes, la apreté más cerca. —Hey, no odies el delantal. Y sí,
como el día de hoy. Supongo… bueno, supongo que no estoy acostumbrado a
todas tus hormonas.

—¿Qué? —Su voz fue afilada.

Me eché a reír. —Trace, estoy mucho más acostumbrado a la violencia y al


asesinato, y entonces apareces tú con un llavero de vaca, un fetiche por cada
maldita ardilla en el campus y con la capacidad de hacerme partir el culo de risa,
independientemente de si es tu intención o no. Simplemente eres…

Increíble, ella era increíble.

—Perfecta, y tu tipo de luz hace que mi oscuridad parezca mucho más solitaria.

—Pero tú estás conmigo las veinticuatro/siete.

Sí, sólo otro problema. —Sí, pero tú no eres mía. ¿Lo entiendes? Es como recibir
un regalo en Navidad sólo para descubrir que alguien va a llevárselo en Año Nuevo.

—¿Qué clase de regalo soy yo? —Trace rió—. Vamos, puedes decírmelo.

—Una bicicleta —Me sacudí con la risa—. Porque te montaría tan duro que tú…

Su puño sacó el aire de mi estómago con bastante efectividad, arruinando la


excitación que había estado teniendo hacía alrededor de unos quince minutos.

Nos quedamos allí en completo silencio por un rato, y entonces ella dijo con voz
soñolienta—: No me dejes otra vez, Chase. Por favor.

—No lo haré. —Prometí—. Lo juro.


El día siguiente no apestaba tanto. En primer lugar, era martes, así que era el día
de laboratorio para Trace, lo que significaba que yo tenía que sentarme y verla
aprender cómo no hacer química. La chica realmente necesitaba decidirse por una
de las principales pronto. La Educación General iba a ser la muerte de uno o de los
dos.

—No puedes mezclar estos —Me acerqué y alejé el vaso de ella y lo puse cerca
del quemador Bunsen que, por suerte, no estaba encendido actualmente. Mierda, al
ritmo al que iba ella, quemaría toda la escuela.

Con un suspiro, se dejó caer en su taburete. —Ya es oficial. No me gusta la


química.

Guiñándole un ojo, me senté a su lado. —Yo conseguí una A en esta clase.

—¿Te acostaste con la Dra. Stevens? —Se quedó sin aliento—. Chase Winters,
cállate, no vas a detenerte ante nada por conseguir una buena nota, ¿verdad?

Con el ceño fruncido, miré hacia el frente de la clase donde una muy mayor Dra.
Stevens estaba escribiendo sobre la pizarra. —Ella tiene ochenta.

—Los mujeriegos no discriminan. —Trace levantó las manos en señal de


rendición.

—Me gané la A, yo no… hice actos sexuales para conseguirla. De verdad tienes
que dejar de creer todo lo que dice Tex.

—Es curioso, eso es lo que dice él de ti.

Las cosas estaban siendo muy fáciles entre nosotros todo el día de hoy.
Mientras yo no la tocara o pensara sobre el beso, estaba bien y no me daban ganas
saltar de cabeza por la ventana. Sólo esperaba que Luca y el resto de sus hombres
no fueran a saltar de los arbustos o cuestionaran mi relación con ella. Estábamos
juntos lo suficiente como para hacer que se viera real. Por lo menos yo espera que lo
fuéramos.

La puerta del aula se abrió.

Y Luca caminó dentro. Mierda, eso sólo significaba una cosa. Él había pasado
por encima de la cabeza de Nixon, directamente al consejo escolar. De ninguna
manera Nixon iba a dejarlo entrar en este lugar en bases regulares. Por suerte para
Luca, Nixon no podía decir una palabra en su contra sin ocasionar preguntas.
—¡Clase! —La Dra. Stevens lanzó un silbido—. ¡Hoy tenemos un regalo especial
para todos ustedes! Luca Nicolosi es un investigador de renombre mundial en el
campo de la química. Él estará aquí por el siguiente mes de visita familiar y se ha
comprometido a dar mi clase de Química 101 durante el mes. Yo uh… —Su sonrisa
fue forzada—. Tal como vamos, no he tomado vacaciones en bastante tiempo. Es el
momento perfecto. Verdaderamente. Un maravilloso momento.

Mierda. Ella estaba mintiendo, tratando de convencerse a sí misma de la idea,


eso estaba claro. Mantuve una sonrisa indiferente en mi cara mientras la Dra.
Stevens continuaba disparando todos los maravillosos atributos de Luca.

Luca era brillante. Yo debería haberlo visto venir, pero mi atención se había
centrado en Trace, no en el Siciliano que serpenteó su camino dentro de nuestra
propia universidad privada.

Cuando ella terminó, Luca habló. —Me siento honrado de estar aquí en Eagle
Elite y he oído informes entusiastas de su cuerpo estudiantil. Estaré más que feliz de
compartir mis conocimientos con cualquiera que esté dispuesto a seguir una carrera
en el interesante campo de la química.

—Gracias, Sr. Nicolosi —La Dra. Stevens se aclaró la garganta—. Clase,


terminaremos un poco antes el día de hoy.

La sala estalló en aplausos mientras los estudiantes recogían sus cosas y se


dirigían hacia la puerta. Trace cogió mi mano. Yo la apreté y puse mi mochila en mi
otro hombro.

Luca nos miró todo el camino hasta la puerta. —Chase, Tracey, espero contar
con su presencia en la clase de laboratorio del Jueves.

—Eso es si Tracey lo consigue hasta entonces —bromeé y la empujé un poco—.


La química no es su punto fuerte, hoy casi quema la clase, ¿eh, nena?

—Lo siento —Trace acarició mi cuello y suspiró—. Gracias por rescatarme.

—Bueno. —Luca se aclaró la garganta—. Qué conveniente que una persona


mayor como usted, Sr. Winter, pudiera inscribirse en una clase de primer año.

—Malditamente conveniente —Guiñé un ojo y le besé la mano a Trace—. Nos


vemos el jueves.

Podía sentir la mano de Trace sacudirse en la mía incluso cuando salimos de la


habitación. —Él todavía está mirando —susurró ella.

Caminamos más lejos por el pasillo. —¿Ahora? —pregunté, mientras hacíamos


una pausa en medio del pasillo fingiendo mirar en su mochila.
—Sí.

—Maldita sea —La agarré por los hombros y la empujé contra la pared, no duro,
pero lo suficientemente duro como para llamar la atención de los estudiantes que
pasaban.

Mis labios estuvieron en los suyos en cuestión de segundos. La única diferencia


con la última vez y ahora era que la chica me estaba devolviendo el beso como si su
vida dependiera de ello.

Que en este caso, lo hacía.

Su lengua tocó la mía y mi cuerpo respondió como si yo acabara de ser


electrocutado. Sabía que tenía segundos, tal vez un minuto. Paladeé su sabor.
Saqué y empujé, probé y chupé. Gemí cuando sus manos tiraron de mi pelo. Casi
muero cuando mordió mi labio y casi lloré cuando se apartó.

—Él ya no está mirando —dijo una voz masculina detrás de mí. Paralizado, vi
como los ojos de Trace se llenaban de lágrimas. Y supe, antes de darme la vuelta,
que la voz pertenecía a Nixon y que él había visto cada maldita cosa.
Capítulo 21
TRADUCIDO POR PILI // CORREGIDO POR MORIN

L
a parte de mierda era que yo no pude reaccionar. Chase no había
respondido mi último mensaje y yo conocía el horario de Trace como la
palma de mi mano.

Decir que mi corazón estaba rompiéndose en un millón de piezas sería una


burda infravaloración. Nunca había sentido tanto dolor como cuando vi el miedo en
los ojos de Trace mientras ella apretaba la mano de Chase y caminaba por el pasillo.
Observe a Luca observarlos y sabía que era malo. Tan malo, que de hecho, si Chase
no hacía algo pronto, para demostrar que no estábamos jugando con él… Bueno,
las cosas no estarían bien.

La golpeó contra la pared.

Mi novia.

Tomó su mano, mi mano y la presiono sobre su cabeza, mientras que usó su otra
mano para sumergirse en su sensual y denso cabello. Su boca estaba en la suya.

Su boca estaba en la de él.

Lengua. Claro que sí, vi lengua. La lengua de ella, para ser exactos, así que
realmente no podía enfadarme con Chase. Mierda, yo sabía de lo que esa lengua era
capaz. Pondría a cualquier varón de rodillas. Fue por eso que me sorprendió ver a
Chase tan brusco con ella.

No tierno. Y tal vez ese fue el problema. Un tema que tendría que hablar con
ellos. Él era agresivo. Ella trataba de defenderse de la agresión. No eran un equipo
en lo que estaban haciendo. Cualquiera con dos ojos podría ver que parecían
adolescentes en celo. ¿Pero enamorados? No. En absoluto.

Estaba aliviado y atemorizado, ambos.

Y en ese momento supe que tenía que hablar, con ambos, pero sobre todo con
Trace. Maldita sea si no necesitaba hacer lo que prometí que nunca haría.
¿Pero si estaba protegiéndola? ¿Si estaba salvando su vida conduciéndola a los
brazos de otro hombre? ¿Iba a redimirme al final? ¿O simplemente todos nosotros
estábamos condenados?

—Él ya no está mirando —Sonreí tristemente hacia Trace, mientras sus ojos
parpadeaban hacia el suelo. Me di cuenta de que ella estaba a dos segundos de
romper a llorar. Chase parecía que acaba de tomarse un chute de heroína, su
cambio era tan elevado.

—Ambos. A la Bat Cueva, ahora —Sonreí para el espectáculo, y di a Chase un


duro golpe en la espalda y cabeceé hacia Trace.

Diez minutos más tarde y nosotros estábamos sentados en silencio.

—Eso fue… —Silbe—. La peor actuación que he visto en toda mi vida.

—¡¿Qué?! —gritaron al unísono.

—Sí. —Asentí—. Chicos ni siquiera podrían protagonizar una película porno, fue
tan penoso. Ustedes chicos eran… penosos.

—¿Penoso? —Chase estaba de pie y comenzó a marcar el paso—. Lo hice lo


mejor que pude.

—Sé lo que estabas haciendo y te lo agradezco. Has hecho un trabajo realmente


bueno actuando como adolescentes que nunca han tenido relaciones sexuales
antes.

Trace se sonrojó mientras Chase me miró ofendido.

—Es un hombre brillante. —Pasé mis manos a través de mi pelo y miré entre
ambos—. Si no se ha dado cuenta ya, lo hará pronto.

—¿Entonces, qué quieres que hagamos?—Trace se quejó—. Te dije que soy una
actriz terrible.

—Dejar de mentir —dije con calma—. Trace, lo amas. Está bien que lo ames, no
soy estúpido, tú lo sabes.

—¿Qué? —Unas cuantas lágrimas cayeron por su rostro—. ¿De qué estás
hablando?

—No quiero perderte. Chicos van a conseguir que nos maten a todos por no
darnos el tiempo que necesitamos para profundizar sobre este tema. Todo depende
de que ustedes hagan que esta relación venda, ¿está bien?

—Pero… —El labio inferior de Trace tembló—. Estamos intentándolo.


—No. —Sacudí mi cabeza—. ¿Quién te compró las botas, Trace?

—¡¿Qué tiene esto que ver con lo que está pasando?! —Chase gritó.

—Trace —repetí—. ¿Quién te compró las malditas botas?

—Chase lo hizo —ella susurró.

—¿Quién te salvo del ridículo en la fiesta de bienvenida cuando te grité delante


de todo el cuerpo estudiantil?

Cerró los ojos mientras una lágrima corría por su mejilla. —Chase.

—¿Quién te protegió de Phoenix?

Trace no dijo nada.

—¿Quién nunca se alejó de tu maldito lado cuando yo oí las ordenes de tu


abuelo y te alejé?

Y una vez más, el silencio.

Tenía que sacarlo. Tuve que hacerlo. No había ninguna otra manera. —Así que
en cuanto a mí respecta, siempre ha sido Chase. Nunca he sido yo. Siempre ha sido
él y sólo él. De aquí en adelante, yo soy la otra persona, soy el imbécil que te
avergonzó delante de tus compañeros, el chico que te amenazo con destruirte. No
soy nada, ¿y Chase? Es tu salvador.

Caminé fuera de la habitación y no mire hacia atrás. No podía. Sabía que si lo


hacía caería de rodillas y pediría disculpas por ser tan duro o lloraría por primera vez
desde que tenía 12 años.

Acababa de dar, sin ayuda, al amor de mi vida a mi mejor amigo , en bandeja de


plata, con un brillante moño atado.

Y no me importaba si yo moría, ¿pero si Trace moría? ¿Por mí culpa? ¿Debido a mi


orgullo y a la imposibilidad de llegar a mí mismo? Rezaría por la muerte. ¿Si eso
significaba que tenía que dejar la única cosa para la cual vivía? Valdría la pena. Si ella
estaba a salvo. Valdría la pena. Me repetí a mí mismo por el resto de la noche, y
cuando Trace regresó a casa y no dijo nada durante la cena. Lo dije, una y otra vez, y
cuando abrí la botella de whisky y me senté en mi habitación, lo dije otra vez.

Hasta que me desmayé.


Me desperté con resaca. Era mi culpa. Refunfuñando, tomé una ducha y bajé a
desayunar antes de ir al Espacio para ver si Phoenix podría cambiar el tono.

—Hola. —Trace estaba sentada en la mesa comiendo una tostada.

—Hola —saludé. Idiota. Ella estaba sentada delante de mí.

Sus ojos no dejaron los míos. Me congelé en el lugar y podía oír literalmente
cada latido de mi corazón en el silencio.

—Te equivocas, lo sabes. —Ella estaba parada y camino hacia mí—. Sobre un
montón de cosas, todo en realidad. Y que eres un idiota.

—Yo…

—Estoy hablando, estás escuchando. —sonrió y agarró la parte delantera de mi


camisa y me empujó hacia la despensa. Ella me tiró contra la puerta, con bastante
fuerza, podría añadir que ella la abrió y me empujo dentro. Es decir, podría
pelearme con ella pero estaba demasiado excitado y extrañado para hacer algo
excepto contemplarla.

—Yo. Te. Quiero. A ti. —Se quitó su camiseta. ¿Qué diablos?—. Sólo a ti. —Sus
vaqueros fueron los siguientes. La despensa inmediatamente se convirtió en mi
lugar favorito número uno de la casa.

Frente a mí en nada más que en su escandalosa ropa interior de encaje blanco,


susurró en el oído. —Esto. ¿Qué ves? Lo que está delante de ti, no se trata solo de
yo queriéndote. Quiero todo de ti. Quiero ser vulnerable contigo, expuesta. Pero me
tienes que dejar… tal vez la razón por la que yo no quiero abrir una parte de mí
misma a Chase es porque él no es tú, Nixon. Él no tiene esto. —Ella puso mi mano
sobre su piel desnuda directamente encima de su pecho. Mierda, me estaba
muriendo lentamente por dentro. ¿Ella ni siquiera se daba cuenta de lo que me
estaba haciendo?

—No tiene nuestra historia, nuestro pasado, nuestro drama. Lo amo, tienes
razón. Lo amo tanto que no puedo imaginar la vida sin él. Pero él y yo… no somos
esto. Así que dime, Nixon. Dime si quieres que lo olvide. Me olvidaré de lo que
tenemos, si eso es realmente lo que quieres. Si quieres que salte a sus brazos sin
mirar atrás, yo lo haré. Pero has de saber que te odiare por siempre por rendirte
conmigo.

—No lo hago —la interrumpí—. No puedes rendirte de algo que nunca tuviste.

Me pegó duro en la cara. —Lo prometiste, Nixon. Me lo prometiste.


La besé duro en la boca, apreté sus muñecas en mis manos mientras la
inmovilizaba contra la puerta. —Tienes razón —gruñí y me aleje—. Y lo siento por
herirnos, por hacerte daño, pero Trace… la próxima vez que me retengas en un
armario, en nada más que en ropa interior. Me aprovechará de ti. Te follare hasta
que olvides tu propio nombre. No juegues con fuego y no te metas conmigo. Aun
soy pésimo para ti, él es mejor, y me mantengo en lo que dije. Ahora apártate de mi
camino antes de que realmente pierda el control y te arrebate tu virginidad al lado
de los malditos Cheerios8.

Cruzó sus brazos sobre su pecho y me fulminó mientras la esquivaba y caminaba


fuera de la despensa y directamente a Tex.

—¡Guau! —Tex me miró a la cara y luego bajo la vista. Su sonrisa se amplió—.


Ocupándote de tus negocios en la despensa, ¿o la Srta. Butterworth9 te pone
cachondo?

—Cállate.

—¡Es genial! ¡Está desnuda, lo entiendo! —Tex dijo en voz alta detrás de mí,
mientras yo corrí escaleras arriba, agarrando mi teléfono y llaves, y saliendo
corriendo de la casa. Lejos de Trace, lejos de todo.

8
Marca estadounidense de cereales para el desayuno fabricado por General Mills.
9
Marca estadounidense de jarabes y mezclas para panqueques fabricado por Pinnacle Foods.
Capítulo 22
TRADUCIDO POR MEW RINCONE // CORREGIDO POR KARLIX

¿Q uieres hablar de ello? —Deslicé la taza de café sobre la mesa en la sala


común y esperé a que Trace dijera algo.

Los miércoles siempre eran días tempranos para Trace y sus


clases, pero por el aspecto que tenía, había conseguido dormir menos que yo. Ella
había gritado su nombre anoche. Pretendí que eso no importaba, incluso cuando mi
corazón amenazó con romperse en millones de pedazos.

—No. —Tomó mi ofrenda de paz e hizo una mueca. Su pelo oscuro estaba
recogido en una apretada cola de caballo. Su camisa blanca de Eagle Elite con cuello
la llevaba por fuera de la pretina de su falda y se veía como si hubiera estado
llorando.

—Eso está bien. —Me recosté en mi silla y miré a la gente mientras caminaban
por ahí, cada uno de ellos mirándonos a Trace y a mí como si tuviéramos algún tipo
de enfermedad. Había sido así desde que ella se inscribió en otoño. La gente miraba
fijamente. Yo les sacaba el dedo y algunas veces amenazaba sus vidas.

Miré de vuelta a Trace y no pude soportarlo más.

—Está bien —refunfuñé—. Te voy a dar el maldito discurso.

—¿Eh? —Su cabeza se levantó—. ¿Qué discurso?

—El discurso. —Me aclaré la garganta y me incliné sobre la mesa, engullendo su


mano dentro de la mía—. Tracey, eres perfecta.

—¿Chase? —Trató de apartar la mano, pero yo la agarré con más fuerza.

—Elígeme. Escógeme —susurré—. Soy mejor para ti… más que el… demasiado
alto de Nixon.

—¿Él es demasiado alto?


—Y musculoso. ¿De verdad quieres un tipo que luce tan aterrador? —Negué con
la cabeza—. No va a suceder. Así que elígeme. Sal conmigo. Déjame amarte, déjame
protegerte, déjame honrarte. Déjame atornillarte hasta que pierdas los sesos.

—Idiota. —Esbozó una sonrisa.

Al menos ella sonrió. Me aclaré la garganta y solté su mano. Caminando hacia su


lado de la mesa, me puse de pie y alcé su barbilla hacia mí.

—Te mantendré a salvo.

—No estoy preocupada por mi seguridad.

—Te besaré mejor.

—Una vez más, no me preocupo por los besos.

Suspiré y con un encogimiento de hombros me incliné hasta que nuestros labios


estuvieron a centímetros de tocarse. Tan dulce dolorosa agonía. —La cosa es… —
Mi labio inferior rozó los suyos—. Que son de los besos de lo que debes
preocuparte.

—¿Por qué? —Exhaló. Su labio superior tembló cuando el aire escapó de su


boca.

—Todo lo que se necesita es un beso. Un beso puede salvarte. Un beso puede


arruinar una vida. ¿Y mis besos? Más vale que ellos te arruinen, Trace. Porque si no lo
hace, entonces claramente no estoy haciendo un buen trabajo, y seamos honestos,
realmente no puedo actuar ni para salvar mi vida, así que mis besos son
exactamente de lo que tienes que preocuparte. —Arrastré mi dedo sobre sus
labios—. Debido a que mis besos son reales, significan un infierno mucho más que
los tuyos, y de aquí en adelante… no voy a frenarme.

La besé.

No duro.

Probablemente ni siquiera se vio como un beso. Nuestros labios se tocaron


durante el más breve de los momentos, pero en esa corta conexión de nuestras
bocas, de intercambiar el mismo aire, hice una elección.

De compartir mi alma con ella. De serlo todo para ella—incluso si eso significa
que yo no consiga nada a cambio—porque me di el permiso para hacerlo. Decidí
que iba a robarla. Ya no era traición, era por supervivencia.

Trace cubrió su boca con una mano temblorosa y cerró los ojos.
—Probablemente deberíamos ir a clase.

Sus mejillas se tiñeron con un lindo sonrojo. Asentí con la cabeza y cogí su
mano. No pedí permiso, no lo necesitaba. En lo que a mí respectaba, ella era mía
para proteger, mía para salvar y mía para tomar. Yo lo estaba haciendo real…
porque para mí, lo era.

—Chase, yo…—Trace soltó mi mano y luego se examinó la suya, como si en ella


hubiera brotado algo de alguna manera por haber entrado en contacto con mi
persona—. Yo um…

—Escúpelo, Trace, o vamos a llegar tarde —bromeé.

—No sé —suspiró—. No sé si puedo hacer esto.

Sin pensarlo, tiré de su brazo y caminé hacia uno de los grandes robles.

—Yo no soy él —Atrapé su cuerpo con el mío, notando como cada vez que
nuestros cuerpos se ponían en contacto, ella literalmente temblaba contra mí—.
Mírame.

Sus ojos se abrieron. Indecisión. Ella estaba indecisa y necesitaba estar segura.

—Tú puedes hacer esto —susurré con voz ronca—. Porque amas Nixon.
¿Cierto?

Ella miró hacia otro lado. ¿Era la incertidumbre hablando o simplemente mi


propia pobre esperanza de que ella sintiera exactamente el mismo tirón en la boca
del estómago como yo lo hacía? Tal vez fuera ridículo desear que otra persona se
sintiera tan horrible como tú, pero eso era lo que yo quería. Estaba enfermo por
ella, y quería que ella se sintiera de la misma forma para mí.

—Cierto —respondió finalmente con un suspiro—. Pero Chase… siento como si


los estuviera traicionando a los dos. Cuando estoy con él, pienso en ti. Me pregunto
cómo estás, me preocupo por ti, te amo, sabes eso. Y cuando estoy contigo… me
duele, me duele tan condenadamente tanto porque es como si clavara un chuchillo
en su corazón cada vez que me tocas en lugar de él.

—Bueno, maldita sea —Me reí para mis adentros. Quiero decir, en serio, ¿qué
otra cosa podía hacer? ¿Llorar?

—¿Qué? —Empujó contra mi pecho—. Esto es serio. ¿Por qué te ríes?

Me encogí de hombros. —Fue un buen discurso.

—Gracias pero…
—Voy a vencer, así que observa —La hice callar con mis labios. Sabía a menta y
a café. Con ternura, eludí su boca para que se abriera con la lengua. Su boca era
como el terciopelo, cada maldita parte de mi cuerpo fue golpeada con adrenalina,
tan duro, que de hecho tuve que apoyar mi mano contra el árbol haciendo así que
mi cuerpo se empujara contra el de ella.

—No luches contra ello —murmuré en sus labios—. Por una vez, simplemente
deja de pensar, y no luches contra ello, Trace. Solo somos tú y yo. No hay mafia, no
hay nadie aquí fuera para matarnos y no estamos con una tapadera. Estamos
haciéndolo aquí fuera, detrás de un árbol en la universidad, como lo harían unos
estudiantes universitarios normales. —Agarré sus manos y las ayudé a envolverse
alrededor de mi cuello y la empujé un poco más fuerte contra el árbol. La sensación
de su cuerpo apretado contra el mío casi hizo que perdiera el conocimiento. Gemí
cuando comenzó a jugar con mi pelo y entonces su lengua estuvo en mi boca.

En mi boca.

Sus manos. En mi cabello.

Su cuerpo contra el mío.

Nos separamos. Sus ojos no eran condenatorios, no estaba asustada. En su


lugar, se suavizaron cuando se rió. —Ese fue un infierno de buen discurso.

Sonriendo, tiré de ella dentro de mis brazos y la besé en la frente. —Y eso que la
gente dice que soy todo acción, no de hablar.

—Um, no —Trace rió contra mi pecho—. La gente dice que tienes demasiada
acción. Hay una diferencia, Chase.

—Detalles —suspiré y le besé en la frente de nuevo. Era como si no pudiera


evitarlo. Se sentía tan real, tan correcto.

—Gracias —suspiró—. Por decir todas esas cosas, por ser tan… genial. Juro que
probablemente soy la última persona con la que quieres estar por todo eso.

Mi sonrisa se desvaneció. —¿Qué quieres decir?

—Admítelo —Me dio un puñetazo en el brazo—. Voy a matar todo tu juego por
el resto del año si la gente piensa que estamos juntos.

Tropecé cuando me alejé de ella. ¿Me estaba tomando el pelo? ¿Ella realmente
pensaba que yo simplemente estaba diciendo todas esas cosas por decirlas?

—No es de extrañar que las chicas se lancen a ti, Chase Winter. Besas como un
dios y haces que las chicas se olviden de que eres un mujeriego.
Mierda. Bien jugado, Trace. Bien jugado. Ahí estaba ese maldito escudo de zona-
de-amigos al que era aficionada.

—¿Clases? —Agarró mi mano primero esta vez.

—Um, sí, sí. Vamos a clase. —Y a orar por no desmayarme de cansancio y lujuria
antes de llegar.
Capítulo 23
TRADUCIDO POR MEW RINCONE//CORREGIDO POR KARLIX

A
ún estaba conmocionado por mi encuentro con Trace y Mr. Butterworth
esa mañana. Maldita sea, nunca miraría el jarabe de la misma forma.

Por desgracia Tex probablemente nunca me dejaría olvidarlo,


tampoco. El hijo de puta. Caminé a través del campus hacia el Espacio y abrí la
puerta de la bodega.

La sangre estaba apelmazada en la cara de Phoenix por nuestra última reunión.


Uno pensaría que su expresión sería menos petulante, como si nada fuera a
empeorar. Acerqué una silla y suspiré.

—Entonces… —Abrí mis nudillos—. ¿Has dormido bien?

—Como un bebé.

—¿Ya estás listo para hablar?

—No.

—Eso pensé —Mis rodillas traquearon cuando me puse en pie y poco a poco me
alejé de Phoenix. Metí la mano en mi bolsillo de atrás y saqué mi cuchillo. La luz de
una de las ventanas captó el filo de este, haciéndolo brillar en el otro lado de la
oscura habitación—. ¿Qué significa tu vida para ti?

—Nada. De cualquier manera estoy muerto.

Asentí con la cabeza. — ¿Qué pasa si te digo que te esconderé? Yo lo haría, ya


sabes. No porque esté particularmente orgulloso de ti, sino porque necesito saber
qué demonios está pasando y tú pareces ser el único suficientemente estúpido
como para delatar a la gente para salvar su maldito pellejo.

—Es cierto —Phoenix sonrió—. Pero esto es más grande que tú, Nixon. Es más
grande que nosotros.

—¿Qué se supone que significa eso? —Dejé caer de un golpe el cuchillo sobre la
mesa.
—Ni siquiera es sobre nosotros. Se trata de ellos, se trata de él y lo que él hizo.
Mierda, ni siquiera sabes lo que yo sé. Créeme, si lo hicieras, no confiarías en Chase
tan rápido como has hecho.

—¿Chase? —Negué con la cabeza—. ¿Qué demonios tiene que ver Chase con
esto?

—Él tiene que ver con todo. Cada maldita cosa se remonta a tu familia. Los
Abandonatos. ¿Cuántas personas crees que… murieron para proteger el secreto?
¿Hmm? Tu padre se lo llevó a la tumba, tu madre, Dios la bendiga, nunca tuvo la
oportunidad de decir la verdad, y ahora la única persona que lo sabe… —Él rió y
guiñó—. No va a decir nada a nadie.

—¿Cómo sé que incluso lo que estás diciendo es cierto? ¿Y por qué diablos iba
ser alguien tan estúpido como para decírtelo?

—No me lo dijeron. Lo escuché.

—¿De?

—No. —Phoenix rió—. ¿Te mata qué yo sepa algo que tú no? ¿Qué ese pequeño
trapo sucio de tu familia vaya a morirse conmigo? Tal vez eso sea una buena cosa.
No queremos joder con la forma en que la familia hace las cosas.

—Voy a matarlos a todos —dije en voz baja—. A todos y a cada uno de los
miembros de tu familia. Voy a matarlos.

—Hazlo. Te reto.

—No deberías animarme. Estoy tambaleándome al borde de la locura en este


momento.

Phoenix se encogió de hombros. —En primer lugar, la familia Nicolosi


averiguaría que has estado sacando del juego a los miembros de mi familia. En
segundo lugar, es casi imposible encontrarlos a todos, a menos que hackees todas
nuestras cuentas y veas donde enviamos los pagos con fin de comprar silencio.
Como ves, en nuestra familia, el dinero habla… probablemente porque es escaso.

Sonreí y metí el cuchillo en mi bolsillo. —Gracias, Phoenix. Es bueno hacer


negocios contigo.

Su sonrisa se desvaneció.

—Voy a enviar a Tex para que tire un cubo de agua sobre tu cara para que
puedas limpiarte un poco. No quisiera que ninguno de esos cortes se infectara.
—Podría morir y tú probablemente sonreirías mientras pronuncias mi
panegírico10. —escupió Phoenix.

Hice una pausa, de espaldas a él cuando suspiré. —Te equivocas. Fuiste uno de
mis mejores amigos. Cuando mi padre me pegaba, tú me decías que no llorara.
Cuando te dije que quería matarlo, me dijiste que me conseguirías un arma. Cuando
Trace me fue arrebatada, me dijiste que ella regresaría. ¿Y ahora? Ahora todo lo que
veo es a mi ex-mejor amigo —Me di la vuelta y lo enfrenté—. Te ves como el
Phoenix con el que crecí, suenas como él, infiernos, siempre caminabas por ahí
como si el mundo te debiera algo. Sencillamente que no sé cómo diablos llegamos
de ahí a aquí. Nunca quise esto. Yo nunca habría elegido esto para ninguno de los
dos.

Phoenix cerró los ojos y cuando los abrió era casi como si hubiera un abismo
entre nosotros. Sus opciones, mi lealtad a Trace, nuestros demonios del pasados,
también podía haber toda una vida de separación desde la puerta hasta la silla.

—Yo no lo quise. Pero no tuve otra opción. Él la tomó por mí en el minuto en


que me enteré de la verdad.

Mi latido se detuvo. —¿Quién? ¿Quién te lo dijo?

—Sé que soy un idiota —Phoenix pasó su lengua por sus resecos labios y
rompió el contacto visual—. Y sé que lo que le hice a Trace fue imperdonable. Los
celos son una perra y todo eso, pero la verdad, la única forma en la que puedo
expiar muchos de mis pecados es mantenerte lo más lejos posible de él, lejos de la
verdad. Me lo llevo a la tumba no porque la muerte me parezca una idea muy
divertida, sino debido a que el segundo en que te diga algo, te condenaré a ti y al
resto de tu familia junto conmigo. Él no se detendrá ante nada.

—Pero…

—Sólo di gracias —Phoenix rió con amargura—. Por salvar tu lamentable vida.

Tragué saliva. —Esa es la cosa. Eso es algo que nunca se supuso que estuvieras
a tu cargo.

—Es mejor la mía que la tuya —gruñó Phoenix —. Déjame en paz, Nixon. Vete a
casa a tu vida perfecta, con tu hermosa novia y tú montón de dinero. Vete a casa y si
regresas, es mejor que estés preparado para pegarme un tiro en la cabeza.

Cerré los ojos. No podía mirarlo cuando prometí—: Voy a hablar con el resto de
los Elegidos.

10
Discurso que se pronuncia en honor o alabanza de alguien, o incluso de un lugar en los funerarios.
—¡No es lo suficientemente bueno! —gritó Phoenix, con la voz ronca por la
emoción—. Cuando montamos nuestro pequeño club, lo prometimos. Si alguno de
nosotros se metía en mierda hasta el cuello, si alguno de nosotros ponía a otra
persona en peligro, le dispararíamos. Hazme el favor. Ahógame, para lo que me
importa. Pero dispárame antes de que ellos consigan la información porque no sé si
yo sea lo suficientemente fuerte, hombre. No sé si soy lo suficientemente
desinteresado. Maldita sea, sé que no soy lo suficientemente desinteresado para
romperme a pesar de que sé que voy a morir. Así que cuando vuelvas, trae tu pistola
y algunas cuentas de oración.

—Muy bien —Cerré la puerta antes de que pudiera retroceder en mi palabra.

Habíamos hecho ese trato, el contrato de los Elegidos, cuando éramos


adolescentes. Conocíamos los negocios de la familia, vimos un montón de nuestros
tíos y amigos morir por información o morir porque eran soplones.

Sabíamos lo que les sucedía cuando eran torturados.

Una noche, Phoenix había entrado. Sangre apelmazada en sus quinceañeras


manos.

—Yo lo maté.

—¿Qué?—Tomé algunas ropas viejas del suelo—. ¿Qué quieres decir con que lo
mataste?

—El Tío John. —sollozó Phoenix—. Yo lo maté. Papá dijo que era hora de
romperme.

—¿Romperte?—repetí—. Como en…

—Hora de aprender el negocio. —Sacudiéndose, Phoenix cayó de rodillas delante


de mí, las lágrimas corrían por su pálido rostro—. Yo no quería hacerle daño, pero
papá dijo que teníamos que hacerlo callar por lo que había hecho.

—¿Qué hizo?

Phoenix negó con la cabeza. —No lo sé. —Se limpió la nariz con la manga y sorbió
por la nariz—. Debió de haber sido muy malo, en todo caso.

—Lo siento, Phoenix. ¿Qué puedo hacer? —Puse mi brazo alrededor de sus
hombros torpemente y suspiré.
—¿Qué si somos nosotros? —susurró—. Ese podría ser uno de nosotros. ¿Qué pasa
si me fío de la persona equivocada y me matan? ¿Qué pasa si hago algo que moleste a
mi padre o peor aún, a tu padre?

Me encogí, porque yo ya había pensado exactamente lo mismo una y otra vez


tanto que ya no podía dormir por las noches.

—Yo no quiero morir de esa forma, Nixon.

—¿Qué quieres decir…?

—¡Le dieron una paliza! —El labio inferior de Phoenix se estremeció—. Lo


golpearon delante de mi tía y luego… yo lo golpeé porque me dijeron que lo hiciera y
ella… —Él comenzó a hiperventilar—. Ella me dijo que no pasa nada. Ella me entregó
la pistola y…

—Está bien. —Le di unas palmaditas en el hombro—. No tienes que hablar de ello.

—No es como en la televisión, Nixon. No lo es. —Él comenzó a mecerse de atrás a


adelante—. Había tanta sangre y tranquilidad, Nixon. Es tan condenadamente
tranquilo cuando alguien muere. Fue como de repente, sus ojos no tenían vida y hay
sangre, y la gente empezó a hablar sobre el partido de anoche como si alguien no
acabara de morir.

Levantó la vista hacia mí. —Prométeme algo…

Tex entró en la habitación con Chase, ambos miraron a Phoenix y a mí y luego otra
vez a Phoenix.

—Lo que sea —Me arrodillé en el suelo y lo enfrenté.

—Hagamos un pacto. Nosotros cuatro. —Phoenix miró hacia arriba, con los ojos
vidriosos por el llanto—. Si alguno de nosotros se mete en mierda profunda,
independientemente de si es culpa nuestra o no, le hacemos el favor a la persona de
matarlo. No quiero morir como una rata. No quiero morir así, Nixon.

Eché un vistazo a Chase. Él asintió con la cabeza y sacó su cuchillo, cortó su palma y
luego entregó la hoja a Tex.

—Lo prometemos —dije, cortando mi propia mano y juntándola con cada una de
sus manos con sangre antes de limpiar mi propia sangre sobre mis jeans—. Una muerte
rápida.

—En la cabeza. —Tex estuvo de acuerdo.

—Está hecho.
Phoenix asintió y se puso de pie.

Yo le había hecho una promesa. Lo gracioso era que me había olvidado


totalmente de la promesa y ahora que Phoenix me la había recordado, no podría
volver atrás, no con un juramento de sangre, no importa la edad que haya tenido
cuando la hice.

Envié un mensaje de texto rápido a Chase.

BATCUEVA.

Él respondió de inmediato.

VDC11.

La única parte buena de mi día era que iba a ver a Trace de nuevo, pero
técnicamente eso podría definirse como malo, considerando que la había empujado
casi desnuda lejos de mí esta mañana.

Mierda, ella se veía bien.

Maldita sea.

Infiernos.

No había suficientes malas palabras en el mundo para describir lo irritado que


estaba con mi decisión de empujarla a los brazos de la Chase. Pero realmente, ¿qué
otra opción tenía? La necesitaba con vida más de lo que necesitaba mi siguiente
aliento. Incluso si eso significaba que nunca fuera mía. Necesitaba que estuviera
bien.

Entré en el lugar de reunión de Los Elegidos y rebusqué en la nevera por un


sándwich.

Unas risitas interrumpieron mi comida. ¿Qué demonios?

Susurros y luego más risas.

Cerré la nevera y me acerqué a la habitación de invitados y abrí la puerta.

—¿Tex?

11
OMW en el original. Siglas de On My Way, que quiere decir que va de camino. VDC: Voy de Camino.
Tex cayó de la cama, utilizando la sabana para cubrir su cuerpo. Rodé mis ojos y
estuve brevemente traumatizado por el hecho de que estaba a punto de ver a mi
hermana desnuda, cuando… mis ojos vieron pelo rubio, no marrón.

—¡Hijo de puta! —grité y me abalancé sobre Tex. Sus ojos se abrieron


brevemente antes de que se echara para atrás.

—¡Espera! —Puso sus manos en alto—. Puedo explicarlo.

—Que sea rápido. —Apreté los dientes y me incliné—. ¡Porque estoy cerca de
cinco segundos de asesinarte!

—¡Mo lo sabe! —Tex alzó una mano delante de sí mismo—. ¡Nosotros


rompimos! ¿Está bien?

—Entonces si yo la llamara ahora mismo y le pregunto si ustedes dos siguen


saliendo, ¿ella va a decirme que no?

—No. —maldijo Tex —. Porque nosotros decidimos que esta familia ya tenía
suficiente drama, sin añadirnos a nosotros.

—Todavía no te creo —Crucé los brazos—. Ustedes han estado escabulléndose


y besándose y…

—Vaya, realmente no conoces a tu hermana tan bien como crees que haces.

—Tengo un arma —señalé—. No me hagas enfadar.

—¡Vete! —le gritó Tex a la chica en la cama. Ella cogió su ropa y corrió fuera de
la habitación tan rápido como sus piernas desnudas pudieron llevarla. Tex se sentó
en la cama y maldijo—. Está totalmente asustada, hombre.

—¿Quién?

—¡Mo!—gritó Tex—. ¿Ves? ¡A esto es a lo que me refiero! ¡Todo el mundo está


tan malditamente preocupado de Trace y su abuelo y Luca, pero mierda, Nixon! Tu
hermana acaba de perder a su padre hace unos meses. Tú eres todo lo tiene ahora y
no lo estás haciendo mejor actuando como si estuvieras a cinco segundos de perder
la cabeza siempre que estamos todos juntos.

—No sé lo que quieres decir…

—Vete al infierno —resopló Tex —. Te conozco desde que teníamos tres años y
estábamos forzados a jugar en la misma caja de arena. Estás totalmente loco por
Trace y apuesto a que no estás durmiendo, no con Chase en su habitación con ella.

Maldito sea para saber eso.


—Todo está bajo control —le espeté.

—¡No lo está! —Tex suspiró—. Mierda, estoy como a un día de lejos de robar
hierba a uno de los hombres de mi padre para pillar un subidón y pretender que no
tengo algo sobresaliendo de mi culo.

—Buen plan. —Me senté en la cama y lo enfrenté.

—Está claro que no lo he pensado bien —refunfuñó Tex—. El punto es que me


quedo con Mo todas las noches porque tiene pesadillas. Ella tiene miedo, Nixon.
Todos lo tenemos. No se trata solo de ti y de Trace. Se trata de todos nosotros.
Alguien está filtrando información y hasta que descubramos quien traicionó a quién
y quién está hablando… todos estamos en el tajo.

—Tiene razón —dijo Chase desde la puerta. Trace estaba de pie detrás de él,
con una expresión confusa en su rostro.

—Él está desnudo —señaló Trace mientras Tex se cubría con una manta y
maldecía.

—Mierda hombre. —Chase se rió entre dientes—. No sabía que estabas tan
desesperado como para cambiar de equipo ya que no puedes tener una novia.

—Cállate —dijimos Tex y yo al unísono.

Sin dejar de reír, Chase asintió a Tex. —¿Supongo que tú y Mo ya no son un dúo?

—¿Quién dice “dúo”? —Trace le dio un codazo por detrás y rodó los ojos—. Y
no, no son un dúo, bicho raro. Están en un descanso muy necesario.

—Gracias —intervino Tex —. Sabía que Mo te lo diría.

—Lo sé todo. —suspiró Trace.

Metí las manos en los bolsillos y miré a todos los rostros expectantes. A pesar
de que Trace no era técnicamente parte de Los Elegidos, todo lo ocurrido con
Phoenix le afectaba directamente.

Me acerqué a la puerta y la cerré, cubriéndonos a todos en silencio mientras


recorría mis dedos por mi cabello y maldije. —Phoenix quiere que lo mate.

—Hazlo —resopló Chase —. No, en realidad, déjamelo a mí.

—Ese astuto hijo de puta —Tex resopló—. Está llamando el juramento que
hicimos esa noche, ¿verdad?

—Sip. —Mordí mi aro del labio y miré rápidamente a Trace. Era imposible leer su
expresión, pero si yo fuera un hombre de apuestas, diría que estaba cabreada.
—Hicimos ese maldito juramento cuando teníamos quince años. —Chase se
movió para estar delante de mí—. De ninguna manera en el infierno seré amable
con él, no después de lo que hizo.

—Nosotros… —anuncié mis palabras con mucho esmero—, hicimos un


juramento. Sin importar la edad, mantenemos nuestras promesas. Él quiere que
regresemos mañana. Él va a morir de todas formas.

—¿Qué? —Trace empujó a Chase fuera del camino y se acercó a mí. ¿Era fallo
mío que el minuto en que ella dio un paso dentro del alcance mi brazo tomara cada
onza de fuerza de voluntad que tenía no tomarla en mis brazos y besarla hasta
dejarla sin sentido? Maldita sea, extrañaba su contacto. Echaba de menos sólo estar
a su lado. Me estaba matando lentamente desde adentro hacia afuera—. ¿Por qué
va a morir de todas formas?

—Alguien tiene algo más con él —le respondí con honestidad—. Según lo que él
dice, se enteró de una información que nunca debería haber sabido y por el
conocimiento que tiene, va a morir de cualquier manera. Él tiene miedo de que si
llega a manos equivocadas no vaya a terminar bien para ninguno de nosotros.

—Bueno, muy bien. —Trace puso las manos en sus caderas—. Entonces, ¿qué
hacemos?

Mierda. Odiaba haberla traído a mi mundo, a mi oscuridad. —Haremos lo que él


nos pide. Le mataremos.

—Mañana —Tex estuvo de acuerdo—. ¿Después de nuestras clases de la tarde?

Trace suspiró. —Ustedes hablan de la muerte como si se tratara de una cita con
el médico o algo así.

—La muerte siempre lo es —murmuré—. Una cita, quiero decir. A todos nos
llega la hora. A veces no depende de nosotros programarla, a veces nos la saltamos,
y otras veces…

—Alguien la lleva a cabo por ti —Chase terminó.

Nuestras miradas se encontraron.

Mierda, como si no tuviera suficiente estrés en mi vida, él se veía casi… feliz.


Había sólo una razón para que él fuera feliz. Trace.

Los miré a los dos. Trace inclinó su cabeza sobre el hombro de Chase y tuve que
apartar la mirada. Si seguía centrándome en ellos, entonces no podría ayudar a mi
familia. Sería inútil.
—Tengo que ir a revisar las cuentas de los De Langes de nuevo. Todavía siento
como si me perdiera algo —Me rasqué la cabeza y mordí mi labio—. Los veré de
nuevo esta noche en la casa.

Salí de la habitación tan rápido como pude.

—Nixon —Trace llamó desde detrás de mí. Tan cerca.

—¿Qué pasa? —Me di vuelta y traté de sonreír, traté de parecer feliz e


indiferente cuando en realidad mi corazón golpeaba con tanta fuerza contra mi
pecho que tenía miedo de que ella pudiera oírlo.

—Gracias… —Tragó saliva.

—¿Por qué?

—Por no detenerte ante nada para protegerme. —Se rió torpemente y miró
detrás de ella—. Pero sobre todo, por amarme. —Sus ojos se llenaron de lágrimas—
.Tan condenadamente tanto.

Cerré los ojos por un breve momento antes de abrirlos. Sólo que esta vez vi a
Chase venir detrás de ella y envolver su brazo alrededor de sus hombros.

—Me tengo que ir. —Asentí hacia Chase y le guiñé un ojo a Tracey antes de
caminar rápidamente fuera de la habitación. Obligándome a no cortarle las manos a
Chase mientras mi mente repetía las imágenes de ellas tocando su suave hombro.
Capítulo 24
TRADUCIDO POR ENI // CORREGIDO POR OSCENSE

M
aldita sea, odiaba el silencio, casi tanto como odiaba mi propio
reflejo. Eran los ojos que lo hicieron.

Sabía que los míos se veían como los de ella solían verse,
deberían estar llenos de vida, pero en lugar de luz, había completa oscuridad.

Iba a morir. Pero al menos ellos estarían seguros, al menos no iría al infierno
deseando haber hecho algo para redimir lo que pasó. Si moría, los secretos morirían
conmigo, lo que significa que nunca sabrían la verdad. Al fin y al cabo, si les decía
sería como poner blancos gigantes en sus espaldas. Mejor ser yo que ellos.

El pacto que hicimos hace mucho tiempo de repente parecía la mejor opción.
Recibiría una bala en mi cabeza a manos de mis tres hermanos antes que casi morir
a golpes a manos de él algún día.

Sólo esperaba que cumplieran su promesa. Confiaba en eso, de lo contrario iba


a ser un infierno de mucha sangre y no iba a ser solamente la mía.

Un escalofrío sacudió mi cuerpo. No podía acurrucarme para obtener calor, no


podía moverme hacia el rincón de la habitación para protegerme de la corriente de
aire, y en ese momento me di cuenta que es lo que era mi vida. Había estado atado a
la silla que escogió mi padre, pero fui el que levantó las manos en señal de
rendición. Y con mi rendición he dado todo, con la esperanza de proteger a los que
amo, y protegerme a mí mismo.

Me reí, realmente no había nada más que pudiera hacer. Mi maldito culo se
estaba congelando en esta estúpida habitación porque Nixon había, muy
probablemente a propósito, dejado el aire acondicionado a todo lo que da, y todo
mi cerebro reproducía recuerdos y elecciones una y otra vez, haciendo que mi
estómago se revolviera con disgusto.

Imaginaba que el infierno se parecía mucho a lo que estaba experimentando


actualmente. Pensé en Mil, mi hermanastra. Cuando las cosas se fueran a la mierda,
sabía que ella estaría bien. Le envié todo lo que necesitaba saber, confié en ella por
encima de todo y a cambio me prometió que se quedaría en la clandestinidad.
Maldita sea, era afortunado que la chica tuviera bolas de acero, debido a que
era la única en todo este maldito universo que sabía toda la verdad sobre mí, sobre
Nixon, sobre los padres de Trace, y rezaba a Dios que al final, una vez que la bala
estuviera alojada en mi cabeza, que encontrara una manera de salvar nuestras
familias antes que fuera demasiado tarde.
Capítulo 25
TRADUCIDO POR MEW RINCONE // CORREGIDO POR OSCENSE

L
o hice en tanto llegaba a mi Range Rover, antes de sentir mi control
romperse. Golpeé el asiento del conductor cinco veces tan fuerte como
pude con mi puño… no sirvió de nada. Necesitaba un bate de béisbol, o
algo. Todo estaba tan revuelto y no sabía cuánto tiempo más podría soportar estar
alrededor de ella—alrededor de ellos—antes de que volara mi propia tapadera.

—Recuérdame que nunca te haga enojar —dijo una voz detrás de mí.

Me giré y vi a una mujer de mi edad con el pelo castaño y ojos azules brillantes.
Llevaba un uniforme de Eagle Elite pero yo nunca la había visto antes en mi vida.

—¿Puedo ayudarte? —pregunté, tratando lo mejor que pude de no sonar


aterrador.

—Depende —Se puso un par de gafas de sol negras y se acercó a mí. Era alta
para ser una chica, probablemente alrededor del metro setenta.

—¿De? —Me apoyé en el SUV.

—De ti, supongo —Metió la mano en su bolso de cuero rojo y sacó una pequeña
unidad USB—. Cógelo.

—¿Por qué? —Hice una pausa antes de tomar la unidad en mi mano y


metérmela en el bolsillo—. ¿Qué hay en él que yo necesite? ¿Las respuestas de mi
último final del semestre?

—Bueno, tienes razón en parte de eso —suspiró—. Vas a encontrar algunas


respuestas, pero no van a ser lo que esperas.

—Ah, sí, ¿y eso por qué?

La chica tomó aire y luego cayó contra mí. La agarré por la cintura, y mis manos
entraron en contacto con la sangre. Un montón de sangre.
Con mi mente a toda marcha, rápidamente la levanté en mis brazos y la puse en
el asiento trasero de la camioneta. Había sido tiroteada en la espalda, pero no podía
decir exactamente dónde y no iba a tomarme ningún riesgo.

Rápidamente marqué el número del tío Tony mientras conducía al hospital más
cercano.

Él contestó al primer timbrazo.

—Sí, ¿Nixon?

—Leve problema. Una chica desconocida acaba de darme…

—¿Darte qué, Nixon? No tengo tiempo para escuchar sobre tus actividades
extracurriculares.

Al recordar la forma en que él había actuado antes, mentí. —Ella dijo que tenía
información que darme… pero le dispararon antes de que pudiera decir nada. La
tengo conmigo ahora mismo. Estoy de camino al hospital.

—No, Nixon. Nosotros nos encargaremos de ella.

—Ella podría morir —Apreté los dientes—. No voy a dejar que uno de los
nuestros cuide de ella. Necesita un hospital, no un primo que solía ser cirujano antes
de que fuera capaz de ver bien sin una botella de licor.

—He dicho… —Tío Tony se aclaró la garganta—, que nosotros nos


encargaremos de esto. No podemos tener ningún cabo suelto. No tenemos idea de
quién es, y no podemos llamar la atención de la policía. Las heridas de bala son
básicamente como si agitaras una bandera roja delante de sus ojos. Ellos
investigarán y no se detendrán ante nada para llegar a nosotros.

—¡Lo sé! —grité—. ¿No crees que sepa eso? ¿Pero que sí…?

—Nixon —Su irritación brilló a través de la forma en que dijo mi nombre, como
si fuera una mala palabra en lugar de un identificador—. Por una vez en tu vida, sólo
escucha a alguien que es mayor y tiene más experiencia que tú.

—Bien —le espeté—. Estoy de camino.

Colgué el teléfono y me dirigí hacia el banco. La mayor parte de la familia estaría


allí trabajando, lo que significaba que a esta ahora, Tony ya les habría dicho lo que
estaba pasando y cómo necesitaban prepararse.

—No lo hagas —dijo una voz ronca detrás de mí—. No me lleves a él.

No hice caso de su súplica. Odiándome a mí mismo todo el camino.


—Él va a matarme.

—Estarás muerta de todas formas —le dije tan suavemente como pude.

—Puedo ayudarte.

—Casi te mueres tratando de ayudarme. Corrígeme si me equivoco, pero si ese


es el tipo de ayuda que me estás ofreciendo, creo que voy a pasar.

—Está bien —Su voz se estaba debilitando—. Sólo dile que siento haber fallado.

—¿A quién? ¿Decirle a quién?— Me detuve en un semáforo y me di vuelta.

Ella sonrió con tristeza. —Dile a Phoenix que fallé.

—¿Phoenix? ¿Cómo diablos conoces a Phoenix?

—Pensé que no querías mi ayuda —Ella hizo una mueca y miró detrás de ella—.
Gracias a Dios. Creo que la bala sólo me rozó.

Mordiéndome el labio por un segundo, pensé en lo que tenía que hacer. Maldita
sea si la telaraña no se estaba enredando más. Con una maldición, salí a un lado de
la carretera y me di la vuelta. Saqué mi arma y le apunté en la cabeza. —Si estás
muerta de todas formas no debería importar, ¿verdad? Ahora tienes exactamente
cinco segundos para apelar por tu caso, o te dispararé aquí. Y te prometo que lo que
yo tengo planeado es más amable que el lugar donde te voy a llevar.

—Yo sé quién mató a los padres de Tracey.

Retiré mi arma y la miré. —Está bien. ¿Quién los mató entonces?

—Tu padre.

Apunté con el arma a su cabeza de nuevo, esta vez con la intención de


dispararle con ella, salvo que ella negó con la cabeza y se veía como si casi… lo
sintiera por mí. Lo cual era raro, teniendo en cuenta que era ella la que iba a morir.

—No el padre que siempre has conocido, Nixon. Tu verdadero padre.

Bueno, mierda.

Alcé la pistola y le disparé en el pie. Yo necesitaba más sangre para poder


demostrar mi caso.

Ella gritó de dolor y cayó de espaldas contra el asiento. —¿A qué demonios ha
venido eso?
—Si estás mintiendo… —Me encogí de hombros—, sabrás que seré bueno en
mi promesa de acabar con tu vida. Si dices la verdad, oficialmente tendré que mentir
por ti y esconderte. Ahora, quítate la ropa.

—¿Qué? —Empezó a temblar. Genial, ahora iba a entrar en shock.

—No me hagas repetirme. Quítate la maldita ropa. —Alejé el arma del camino y
extendí mis manos para que pudiera entregarme su ropa.

Toqueteando a tientas su camisa, se la quitó por la cabeza y lo mismo con el


resto de su ropa, hasta que ella estuvo acostada allí en nada más que un sujetador y
ropa interior.

—¿Documentación? —Le tendí la mano.

Cerrando sus ojos trajo su bolso hacia adelante. —Realmente eres un hijo de
puta, ¿no es así?

—Aw, ¿la gente ha estado hablando de mí, dulzura?

Se estremeció y luego se encogió. —La gente dice que eres el demonio.

—Soy mucho peor —Busqué en su bolso y saqué su documentación y casi me


desmayo cuando leí su apellido—. ¿Emiliana De Lange?

—Encantada de conocerte…

—Pero eso significa… —Mierda—. Eres la hermanastra de Phoenix

—Ah, sí, el hijastro pelirrojo de la familia del que no les gusta hablar. Sí, esa sería
yo. ¿Ahora, podemos por favor darnos prisa antes de que me desmaye? Estoy muy
cerca y por mucho que esté disfrutando de estar desnuda en tu asiento de atrás,
tenemos que irnos.

—A Phoenix no le va a gustar esto.

—Phoenix puede irse al infierno. ¡Estoy salvando su lamentable culo!— gritó


Emiliana.

Con una maldición, me bajé del coche y cogí la ropa ensangrentada. Las puse en
el maletero junto con su identificación y luego saqué una manta para que pudiera
envolverse en ella.

Salté de nuevo dentro de la camioneta y me dirigí directamente hacia mi casa,


marcando al Tío Tony en el camino.

—¡¿Dónde diablos estás?! —gritó.


—En el lago Michigan. Ella no lo consiguió. He hecho lo que tenía que hacer.

—¿Tenía alguna identificación?

—No, pero ella dijo algo acerca de alguien con ganas de matarla. ¿Alguna idea?

Tony suspiró. —¿Cómo voy a saberlo? Este negocio es delicado. ¿Has quemado
la ropa?

—Voy de camino a hacer precisamente eso. Ella se está hundiendo tan rápido,
que no creo que la encuentren. Te dejaré saber si tengo algún problema limpiando.

—Muy bien, Nixon.

—Adiós.

Colgué el teléfono y di un golpe en el volante con la palma de mi mano.

—Gracias —Su voz era cada vez más débil. Realmente necesitaba sacar la bala
de su pie. Bueno, primero lo primero. Teníamos otra persona que ocultar. Pero
primero, yo iba a descubrir lo que ella sabía.

Al parecer, yo era un bastardo hijo de puta. Genial. Añade este divertido hecho a
mis condenadas cualidades.

Si el padre que yo había odiado toda mi vida no era mi verdadero padre,


entonces eso planteaba una cuestión, ¿quién era? Porque en este momento… eso
también significaba… que yo no era el jefe.

Nunca lo había sido. Simplemente se me había permitido interpretar ese


papel… ¿por qué?
Capítulo 26
TRADUCIDO POR MEW RINCONE // CORREGIDO POR KARLIX

N
ixon nos necesita. —Agarré el bolso del hombro de Trace y la empujé
hacia el coche—. Como en, ahora mismo.

Su mensaje de texto había parecido frenético. Algunas de las


palabras estaban incluso mal escritas.

Nos llevé en silencio fuera de la universidad. No habíamos hablado mucho desde


el beso o desde nuestro encuentro en la oficina central. Maldita sea, deseaba saber
lo que ella estaba pensando.

Pasé mi mano a través de la consola y agarré su mano.

Ella devolvió el apretón y no la soltó.

No cuando entramos en la calzada de Nixon.

Y no cuando entramos por su puerta.

Ella lo estaba intentando.

Y yo la amaba aún más por ello.

—¡Cariño, ya estoy en casa! —Anuncié cuando entramos por la puerta. Nixon


estaba cubierto de sangre y bebía escocés puro. ¿Qué demonios?

A su lado había algunas ropas ensangrentadas, un monedero, y… mis ojos


cayeron en una chica. Una chica casi desnuda tirada en el suelo. Estaba vendada.

—¿Qué demonios es esto?—Señalé a ella.

Ella se volvió hacia mí, con los ojos muy abiertos por el horror. En un instante
cogió el arma de Nixon de la mesa y me apunto a la cara.

Yo ya tenía mi arma apuntando a ella.

Nixon sonrió.

Trace me soltó la mano y se alejó.


—Chase, conoce a Emiliana De…

—¡Sé quién es esta perra! —grité.

—Chase —Ella sonrió—. Relájate, tenemos que dejar que el pasado sea el
pasado. —Su pelo castaño colgaba en ondas sobre su espalda vendada pero por lo
demás estaba desnuda. Tuve que mirar hacia otro lado antes de que hiciera algo
más estúpido.

Los recuerdos vinieron inundándome de nuevo. Mierda. Había pasado hacia


tanto tiempo. No creí que alguna vez volviera a verla… que nadie lo hiciera.

—No —Me reí con amargura, con mi pistola apuntando de nuevo hacia ella—.
Lo que necesito es que poner una bala en tu cabeza.

Nixon se echó a reír. —Chase, siéntate, toma una copa. Tú también, Trace.
Brindemos por nuestra desgracia —Él ya parecía borracho.

—¿Has perdido la cabeza?—Me paré frente a Trace, bloqueándola de ver a


tantas personas dementes en la habitación—. Ella es la hermanastra de Phoenix, ¿y
por qué en el infierno es que está casi desnuda?

—Lo sé —Nixon hizo una mueca mientras tomaba otro sorbo de whisky—.
Dime, Chase. ¿Cómo fue tu fiesta de tu decimosexto cumpleaños en Las Vegas?

—Hija de puta —Sacudí la pistola en el aire—. ¿En serio, Mil? ¿Se lo dijiste?

Ella sonrió. —Déjalo ir, Chase. Fue una vez, y ni siquiera le dije a nadie…

—Hasta ahora —me quejé, dejando la pistola sobre la mesa. En un momento de


pura estupidez había dormido con la hermana de Phoenix. Yo culpaba a las Vegas.
No lo sabía en ese momento, pero ella tenía catorce años. Lo que significaba que
eran dos niños haciéndolo. Todo lo que podía salir mal, salió totalmente mal, y
quiero decir totalmente mal. Estaba tan malditamente avergonzado que hice la
promesa de no decírselo a nadie. Aquello había funcionado muy bien hasta que su
mamá se enteró y la envió a un reformatorio poco después.

Al asunto no ayudó que Phoenix hubiera venido a nosotros. Conseguí un ojo


negro y el labio ensangrentado. Terminamos en una pelea a puñetazos mientras Mil
era llevada lejos en un coche, para no volver a ser vista de nuevo. Phoenix y yo
juramos que nos lo llevaríamos a tumba. Supongo que el secreto se había
descubierto.

Con un guiño, ella puso su pistola sobre la mesa y se sentó.


—¿Quién es la zorra? —preguntó Tex mientras entraba en la habitación, arma
levantada.

—¿Qué es lo que pasa con ustedes y las armas de fuego? —Trace agitó las
manos en el aire—. Baja eso, Tex.

Él resplandeció.

Mo lo seguía de cerca y entró en escena. —¿Vamos a disparar o algo así?

—O algo así —Nixon asintió—. Digamos “o algo así”. A menos que Chase
realmente quiere dispararle a la hermanastra de Phoenix.

—¡Sabía que me resultaba familiar! —Tex abofeteó su pierna y soltó una


carcajada—. Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas, ¿eh Chase?

Gemí en mis manos y contemplé brevemente dispararme a mí mismo si eso


significaba que sería capaz de escapar de los recuerdos del pasado, de los
arrepentimientos y vergüenzas.

Mo rió detrás de él. Oh, genial. —¿Lo sabe todo el mundo? ¿En serio?

—Yo no lo sabía —Nixon levantó la mano derecha—. Lo juro. Yo no sabía nada


hasta que ella me lo dijo y estoy bastante seguro de que eran los analgésicos
hablando.

—Me acojo a la Quinta12 del porqué ustedes tienen drogas en casa. —Trace
gimió, tapando sus oídos.

Rodando mis ojos, saqué los dedos de sus orejas y miré a Nixon. —Son las tres
de la tarde. ¿Por qué demonios estás bebiendo?

Se encogió de hombros mientras tomaba otro sorbo, mirando todo el tiempo a


Trace. ¿Qué demonios estaba pensando?

—Necesito saber que ustedes protegerán a Emiliana —Puso el vaso en la mesa


y cruzó las manos—. Independientemente de lo que me pasa a mí, prométanme
que la protegerán.

Trace resopló. —Um, ¿te das cuenta de que Chase estaba apuntando a su
cabeza con una pistola hace cinco segundo?

—Oh, eso —Nixon sonrió—. Él falla todo el tiempo, dudo que le hubiera dado,
¿eh Chase?

12
La Quinta Enmienda de la Constitución de los EEUUdicta que: Nadie estará obligado a responder de
un delito castigado con la pena capital o con otra infamante si un gran jurado no lo denuncia o
acusa.
Agarré la mesa con tanta fuerza que me sorprendió que no se desmoronara
bajo mis manos. —¿En serio? ¿Qué demonios está mal contigo?

—Muchas cosas —Nixon tomó otro sorbo, y sus ojos estaban vidriosos
mientras miraba por la ventana—. Solo prométanmelo.

—Está bien —Tex puso las manos entre nosotros—. Nosotros la protegeremos.
Ya se nos ocurrirá algo.

Algo pasaba. Nixon no estaba actuando como él mismo, estaba actuando


como… mierda, no sé, como si el mundo llegara a su fin, como si nosotros
estuviéramos perdiendo de alguna manera, como si él fuera a morir o algo así.

—¿Eso es todo? —pregunté—. Todo lo que necesitas de nosotros.

—Yup. —Tomó otro trago de whisky—. Ella se quedará con nosotros por un
tiempo.

—Está bien. —Trace sonaba confundida. Ella miró de mí a Nixon.

—Perfecto —Nixon se apartó de la mesa—. Yo, uh, tengo que ir a ver algo.
Trace, ¿puedo hablar contigo un minuto?

—Claro —Me miró antes de mirar de nuevo a Nixon.

—Mi habitación —dijo—. A solas.

Estaría mintiendo si dijera que quería que ella fuera. No tenía idea de qué
demonios estaba pasando, pero por primera vez en mi vida, no confiaba en que
Nixon no hiciera algo estúpido. Tenía esa mirada en sus ojos, la misma mirada que
había tenido cuando era un niño mirando a su padre golpeando a su mamá.

De mala gana, vi a Trace seguir a Nixon por el pasillo y cerrar la puerta.

—Apuesto que te gustaría ser una mosca en la pared —murmuró Tex.

—Cállate, Tex. —Agarré vaso vacío de Nixon y la botella de whisky y me serví


una buena dosis.
Capítulo 27
TRADUCIDO POR MEW RINCONE // CORREGIDO POR KARLIX

M
iré el whisky sobre la mesa y me serví una buena dosis de líquido y
me bebí el contenido, todo antes de tomar asiento junto al lugar de
Mil en el suelo.

—Así que… —Ella hizo todo lo posible para cubrirse con la manta, pero fracasó
miserablemente. Me odiaba a mí mismo de que en realidad estuviera mirando. Pero
yo era un chico, ¿quién—podría—culparme? no podía decidir si estaba más
avergonzado del pasado que compartíamos o del hecho de que todos los demás en
la habitación lo más probable era que supieran de mis sentimientos por Trace,
también, y me compadecían mientras estaba sentado en el suelo con la chica con la
que había perdido mi virginidad—. Te ves bien.

—Diría lo mismo…—maldije y tiré de la manta alrededor de ella—, pero te ves


como el infierno.

Se encogió de hombros y tiró de la manta hacia arriba, dejando al descubierto


su pie. —¿Estás herida?

Tomó la copa de mi mano y me hizo señas para que vertiera más whisky.
Después de que tomara un trago, suspiró. —Nixon me disparó.

—¿En el pie?

—Sí.

—¿Por qué?

—Para probar un punto, el muy idiota.

Traté de ocultar mi sonrisa. —Él puede ser un idiota, pero al menos te está
protegiendo. ¿Por qué te está protegiendo, por cierto? ¿Y por qué estás aquí? ¿No se
supone que estés en algún internado en Florida?

—No cuando me necesitan aquí. —Sus ojos se marchitaron como lo hizo su


mano. Cogí el vaso y lo deposité en el suelo.
—Mil —insté, tratando de usar una voz agradable teniendo en cuenta que
acababa de tener un arma apuntando a su cara—. ¿Qué está mal?

—¿Te lamentas de algo, Chase?

¿Um, en serio? Miré hacia atrás por el pasillo. Lamentaciones. Genial,


jodidamente odiaba esa palabra. Parecía definir todo lo que estaba pasando en mi
vida últimamente.

Me lamentaba de amar a Tracey.

Me hubiera gustado no hacerlo.

Pero lo hacía.

Lamentaba que yo haría cualquier cosa por tenerla.

Y me lamentaba de que, al final, era Nixon el que estaba en esa habitación y no


yo. Así que le respondí—: Claro, creo que todos las tienen.

—Yo tengo un montón.

—¿Soy yo una de ellas? —bromeé.

Ella se echó a reír. Me había olvidado de lo preciosa que era su risa. Era lo que
me había atraído de ella en primer lugar. Siempre se había reído como si ella no
diera un culo de rata si las personas la escuchaban. Tiraba su cabeza hacia atrás y
ponía todo su cuerpo en ello, todo su rostro se iluminaba como un árbol de Navidad
y aquello me atrajo a su red. Asusta que chicas de catorce años crecieran
pareciendo que tuvieran más de veintidós.

—Nah —Me miró con sus brillantes ojos azules y se encogió de hombros—. No
eres una lamentación.

—¿Un error?

—Sí, voy a brindar por eso —Se rió de nuevo. Por alguna razón eso me hizo
sentir mejor, como si enfocarme en mi pasado, mi futuro no se vería tan sombrío—.
Te odié por mucho tiempo, Chase Winter.

—Odié, como ¿en pasado?

—Vaya, me equivoque. Quise decir “odio”.

—Anotado.

—Tú me sedujiste.
—Yo tenía dieciséis años y fue difícilmente una seducción, Mil. Sabías
exactamente lo que estabas haciendo.

—Claramente, tú no.

—Que graciosa.

Se lamió los labios. —No me arrepiento de ti, Chase, así que deja de sentir
lástima por ti mismo. Y si te fijas en ese pasillo una vez más, voy a golpearte.

—¿Soy tan obvio?

Negó con la cabeza. —Eres patético. ¿Seguro que no quieres que te dispare y te
saque de tu miseria?

—Pregúntame después —Tomé otro trago de whisky e hice una mueca de


dolor.

—Me arrepiento de no haber estado ahí para él —dijo Mil en voz baja—.
Lamento que cuando él más me necesitaba, yo no le creí. No hasta que fue
demasiado tarde.

—Nunca es demasiado tarde, Mil. —Puse mi brazo alrededor de ella—. Lo


prometo, siempre hay una oportunidad. —Tuve que creer las palabras que estaba
diciendo, porque si me equivocaba entonces eso significaba que mi futuro era tan
sombrío como el de ella. Vaya, realmente éramos patéticos.

—¿Estás hablando de Phoenix? —Le pregunté después de unos minutos de


silencio.

—Él es mi hermanastro —Ella bostezó—. Y creo que he llegado demasiado


tarde. No sé si Nixon pueda arreglarlo.

—¿Arreglar qué?—Se me pusieron los pelos de punta. ¿Qué sabía ella que yo
no?—. ¿Mil?—Le sacudí un poco—. ¿Que Nixon pueda arreglar el qué?

—¿Crees que iremos al cielo? —Había cambiado el tema de nuevo. Era evidente
que los medicamentos realmente la estaban pateando.

—¿Mil?

—Nixon dijo que sí —Sus ojos se abrieron y luego se cerraron—. Si él no puede


arreglarlo, yo espero que él lo haga.

—¿El qué? —susurré.

—Ir al cielo. —Y luego se desplomó contra mí.


Con una maldición, me puse de pie y la recogí en mis brazos. No estaba seguro
de dónde Nixon la estaba alojando, pero sabía que ella tendría un infierno de dolor
de cabeza si dormía en el suelo de esa manera. Así que entré en la habitación
contigua a la mía y la acosté en la cama.

Realmente era una pena que estuviera enamorado de otra persona.

Porque necesitaba algo de compañía femenina.

No es que Mil se hubiera ofrecido.

Mierda, ¿cómo de afortunado era yo? La única chica a la que amaba ni siquiera lo
sabía y seguro como el infierno que ella no me amaba así, y la única otra persona a
quien podía confiarle mis secretos y estilo de vida quería dispararme en la cara.

Salí de la habitación y caminé lentamente hacia donde Nixon.

Fue el silencio el que lo hizo por mí.

Me mataba por dentro.

Y entonces oí reír a Trace.

Y me sentí como si me hubieran matado de nuevo. ¿Cuántas veces puede un


chico tener una experiencia de muerte antes de estar listo para que lo consuma? Fui
en busca de más whisky y me prometí a mí mismo que iba a intentarlo más duro con
Trace. Yo haría que ella me amara. Haría que me eligiera.

Al final, yo era mejor para ella. Ella simplemente no lo veía porque lo único que
podía ver era a Nixon, pero sí yo pudiera cambiar eso… sí él pudiera simplemente…
permanecer fuera del panorama como había prometido. Nosotros tendríamos una
oportunidad. Al final, ¿hacerle daño a ella, a fin de conseguirla? Parecía que valía la
pena. Sabía que estar lejos de Nixon era difícil para ella, pero a mí no podía
importarme una mierda si él se quedaba lejos para siempre. Porque él estaba
robando mi razón de vivir. Y cuando ella se fuera, no me sentiría con ganas de vivir
mucho más.
Capítulo 28
TRADUCIDO POR PILI // CORREGIDO POR KARLIX

L
a noticia de Emiliana se sentía como si hubiera dejado un agujero
quemado en el fondo de mi cerebro.

No es mi padre, no soy su hijo. No soy quién pensaba que era.


Hablando de una gran crisis de identidad. Tampoco ayudó el hecho de que Angelo
no tuviera nada sobre el tío Tony. Nada sospechoso. El hombre estaba limpio. Iba a
jugar al golf en las tardes, bebía coñac en la noche, se aseguraba de revisar sus
muchos negocios e iba a la cama a las once cada maldita noche.

Algo no cuadraba y sabía que no podía darme cuenta por mi cuenta. Necesitaba
ayuda y un plan, que podría hacerme daño más que nadie. Pero estaba
desesperado. Sabiendo lo que le hice—mi futuro estaba desahuciado. Y si no hacía
algo pronto— Trace también lo estaría.

Era más difícil de lo que creía. Maldita sea, quería despertar de esta pesadilla.
Pero no importaba cuán duro sacudiera mi cabeza, cuantas copas bebiera, mi
realidad era la misma.

Iba a ir a por todas.

Tenía una baza, solamente una, y después de escuchar todo lo que Emiliana
tenía que decir, lo sabía, ¿mi verdadero padre? No se detendría ante nada para
obtener el control de la familia, y ya era hora de eliminarlo.

—Necesito el diario de tu abuela —le dije a Trace.

—¿Qué? —Trace sonrío—. Pensé que íbamos a leerlo todos juntos.

—Eso era antes.

—¿Antes?—Sus cejas arqueadas interrogantes—. ¿Antes de qué?

—De ahora. —Me encogí de hombros—. ¿Puedes dármelo? Prometo que lo


devolveré tan pronto como pueda.

—¿Por qué lo necesitas?


—No te lo puedo decir.

—¿Cuánto tiempo lo tendrás?

—Tampoco lo sé.

—Nixon —dijo mi nombre como un insulto—. ¿Qué diablos está pasando?

Oh nada… sólo montones y montones de mentiras, muerte, amor, tragedia.


Olvídate de la TV. Esto era mucho peor.

—El diario tiene alguna información, faltan algunas piezas que tengo que poner
juntas.

—Así que es como una pieza del rompecabezas. —Chupó su labio inferior y se
acercó a mi cama. Tomé una bocanada de su perfume dulce cuando se sentó en el
extremo y cruzó sus brazos sobre su pecho.

—Algo así —Me encogí de hombros.

—De acuerdo —No miró hacia mí—. Puedes tener el diario.

—Gracias —Exhalé aliviado.

—Pero… —Alzó la vista hacia mí—. Quiero algo a cambio.

—No sabía que estábamos negociando—dije riendo—. ¿Qué quieres?

—Quiero que me abraces.

Atónito, miré hacia ella. —Lo siento, ¿qué?

Trace se paró, y me agarró la mano. —Llámalo paranoia, pero…siento que algo


está mal. No te estas comportando como un mandón.

Aparté mi mirada pero tomó mi barbilla y me obligó a mirarla. —Es malo, ¿no?

Incapaz de mentir, asentí con mi cabeza. —Sí, Trace. Es malo.

—¿Y el diario de mi abuela te ayudara?

—Ayuda a mi caso, sí. Prometo traerlo de vuelta, y ponerlo donde yo siempre


estaré. En tu corazón.

Ella se estremeció. —¿Y si no ayuda a tu causa? ¿Qué pasará?

Arruinaría todo si le dijese la verdad. Tenía que suceder exactamente como lo


había imaginado en mi cabeza, pero diablos si no sentía las paredes cerrándose
alrededor mientras la veía mirándome. Siempre me pregunté cómo sería, decirle
adiós a alguien al que amas, sabiendo bien que nunca serías capaz de sentir el calor
de su piel en la tuya nunca más.

No quería esto para nosotros. Todavía no lo quiero para nosotros, salvo para
salvarla—bueno, yo iría hasta los confines de la tierra si eso significaba protegerla—
, si significara pelear esta batalla por ella. Podría apuntar con una pistola en mi
cabeza y yo aún lo volvería a hacer. Todavía lucharía mientras tuviera energía para
hacerlo… Después de todo, si algo no te costara absolutamente todo, ¿realmente lo
amaste alguna vez en primer lugar?

Ella me costaría todo lo que tenía.

Y ese hecho ponía una sonrisa en mi cara. ¿Ella merecía la pena?

Le di una sonrisa triste. Claro que sí, ella siempre merecería la pena.

—Trace —Había acunado su cara—. Necesito que me escuches.

—Nixon, me estás asustando.

—No tengas miedo —Besé su frente—. Tienes que confiar en mí, ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

—Te amo.

—Nixon yo…

—No he acabado —Presioné mi dedo contra sus labios—. Prefiero morir antes
de permitir que algo te pasara, pero…

—¿Pero?

Sonreí. —Pero, a veces en la vida, las cosas no terminan como queremos que lo
hagan. A veces, lo que queremos que suceda y lo que tiene que pasar son dos cosas
muy diferentes.

—Nixon —Presionó sus labios contra los míos, suave, y, luego con más ardor
mientras me agarraba—. No me dejes, por favor. No creo que pueda soportarlo si lo
haces. No sé lo que haré si te vas.

—¿Quién dice que vaya a irme?

—Tus ojos —susurró ella— Están diciendo adiós. ¡Maldita sea!, ¿por qué estás
diciendo adiós?

Suspiré, mi frente tocando la suya. —Cariño, solo voy a desaparecer por un


tiempo, ¿de acuerdo? Recuerda eso. Si no recuerdas nada más, recuerda esto. Me
marcho. Pero yo siempre estaré aquí —Presioné mi mano sobre su pecho—. Y en el
momento justo…—Besé sus labios y luego los roce con mis dedos—. Estaré aquí
mismo, besándote, amándote, estando contigo y solo contigo.

—Júralo. —Trace envolvió sus brazos alrededor de mi cuello—. Júralo o juro


que yo misma te perseguiré.

Riendo, besé su nariz. —Lo juro.

—Adiós —La emoción había obstruido la parte trasera de mi garganta.

—Adiós —Ella cerró los ojos y me besó con fuerza en la boca.

—Adiós, adiós, adiós —repetí una y otra vez de nuevo mientras ella levantaba
su camiseta sobre su cabeza y me ayudaba a tirar de la mía.

Nosotros no hablamos.

No estaba seguro de que pudiera decir nada. Tenía miedo de arruinar el


momento mágico que estábamos viviendo.

Ella lo sabía.

Yo lo sabía.

Y nos necesitábamos más que nada en el mundo.

Sólo una vez… después de todo… cada hombre condenado a muerte consigue
un último deseo, ¿verdad?

La tumbe sobre la cama y me cerní sobre ella. Trace se estiró y paso sus manos
sobre su tatuaje favorito. Cerré mis ojos. Su toque era casi como una quemadura,
tan poderoso, tan perfecto.

Besar su cuello era mi perfección, mi última comida, mi última copa, mi último


todo. Quería memorizar el momento exacto en que mis labios tocaron su cuello, el
minuto exacto en que ella gritara mi nombre.

El segundo que encontrara su placer.

Sus labios encontraron los míos de nuevo mientras nuestras lenguas se


enroscaron juntas, peleándose, alentándose, probándose.

Más ropa fue arrojada y entonces era solo piel. Piel suave y caliente presionando
contra mí.

—¿Estás segura? —dije en voz baja.

Una lágrima cayó por su rostro mientras asentía. —Sí.


Tal vez no debí haber sido tan egoísta. Tomar lo único que yo sabía que tenía
para ofrecer a otro hombre. Pero lo quería. La quería y si no podía tenerla para
siempre, quería al menos una parte de ella que nadie más tuviera.

Quería odiar en ese instante a Chase.

Quería odiarlo por poder tocarla en lugares en los que yo no sería capaz.
Despreciaba que serían sus labios los que besaran la parte de sus caderas, donde
sus largas piernas se reunían con el resto de su cuerpo, donde sus suaves curvas
invitaban y rogaban por un toque masculino. Prometiéndole noches de placer.

—Te amo —Agarré el cabecero y baje la vista hacia ella—.Te amo tanto.

—Yo también te amo —Ella se arqueó debajo de mí y me jaló hacia ella.

Nos quedamos en mi cuarto el resto de la noche. Sabía que Chase asumía lo que
estaba pasando y era probable que estuviese borracho o muy cabreado.

A las dos a.m. Tenía que irme. Agarre mis cosas y el diario que Trace me había
dado permiso para utilizar.

Un último beso sobre su hombro, y salí por la puerta. Entré en mi coche y lo


encendí.

¿Tenía las pelotas para hacer esto?

No.

Pero mi corazón no me dejaba otra opción.

Suspiré mientras el olor de Trace flotaba a mí alrededor. No debí hacerlo.


Debería haber permitido que diera libremente su corazón a otra persona, porque si
las cosas salían mal, siempre me odiaría por robar esa cosa que otro hombre debería
haber recibido.

Una batalla rugía dentro de mí. Me sentía culpable y agradecido al mismo


tiempo. No quería ser ese tipo. El que presionaba a una chica para dormir con él
diciendo basura lamentable como: «Si esta es nuestra última noche juntos… bla,
bla, bla.» No, diablos no. Fue mucho más que eso. Era mi propia necesidad egoísta
de saber que para el resto de su vida, ella me recordaría. Tenía esta necesidad
paralizante de marcarla como mía, aun cuando sabía que al final las probabilidades
no estaban a favor de nosotros, sino de ellos.

Las chicas siempre recordaban cosas así.

Su primer beso.

Su primera vez.

Sólo por lo general, las chicas buenas, chicas como la dulce e inocente Trace,
que se entregaban por primera vez a sus maridos y sólo a ellos.

Me preguntaba si estaría agradecida o decepcionada.

No podía encontrar en mi corazón lamento por lo que había hecho porque


realmente estaba conservando cada gramo de amor que Trace me dio, para pasar la
noche. Para hacer lo que tenía que hacer.

Era mi sentencia a muerte.

Mi última oración.

Recé.

Tal vez Dios verdaderamente sería compasivo que después de todo el pecado
que había cometido en mi vida para mi familia en nombre de la sangre, que todavía
sería bastante cortés para protegerla mientras yo supiera que yo no podría.

El viaje fue corto. Como aquellos viajes que lo son, el que una vez quieres para
perder el tiempo y todas las luces están verdes y no hay tráfico.

La seguridad en el Campus Universitario era alta según mis instrucciones. Abrí el


Espacio y entré. No podía matarlo, pero había algo que podía hacer.
Capítulo 29
TRADUCIDO POR KATILIZ94 // CORREGIDO POR KARLIX

E
l mango de la puerta se giró. Así que esto era. Iba a morir. Ojala pudiese
decir que no estaba aterrado.

¿Dolería? ¿Incluso sentiría dolor y miedo? ¿O terminaría tan rápido que


acabaría de sentir nada más que mi cuerpo finalmente descansando? Nixon caminó
hacia la luz. Tenía una bolsa de basura en una mano y en la otra un arma.

—Phoenix —Nixon dijo mi nombre lenta, resueltamente. Ah mierda, había


venido solo. Lo cual significaba que iba a conseguiría llegar al infierno con mucho
más que una bala en la cabeza. Visiones de cuchillos, nudillos sangrantes, y
jeringuillas me vinieron a la mente.

—Nixon. —No pude evitar el temblor en mi voz. Sabía que estaba por venir, no
era completamente valiente.

—Voy a darte una última oportunidad para decirme la verdad.

—Nunca fui realmente bueno con todo eso de la honestidad —Sonreí con
suficiencia—. Creo que me llevaré las oportunidades con la muerte.

—¡Maldita sea! —Nixon golpeó la mesa a mi lado y entonces con una maldición
la arrojó a un lado, provocando que el polvo explotase en el aire—. ¿Por qué es
que… —dijo, su voz fatigada—, después de toda la mierda por la que hemos
pasado, es ahora cuando decides desarrollar una conciencia?

Me encogí, intentando actuar indiferente.

Nixon agarró mi camiseta, me tiró para ponerme de pie y luego me golpeó con
tanta fuerza en la cara que sentí que eso recorría todo el camino hasta la punta de
los dedos de mis pies. La punzada palpitó mientras me empujaba hacia adelante,
haciendo que la silla que estaba apegada a mi girase en mis brazos en tal forma que
me sorprendí que nada se rompiese.

He visto a Nixon enfadado y le he visto calmado como el infierno cuando era


interrogado, ¿pero este lado de Nixon? No era ningún tipo de desesperación.
—No puedo —susurró al final en voz baja—. Lo siento, Phoenix. Sé que te lo
prometí, pero no puedo.

Con una sacudida de cabeza final se acercó al expuesto cuarto de baño en la


esquina y comenzó a agarrar toallas. Dejó salir el agua en un gran cubo. Segundos
después estaba vertiéndome el cubo sobre la cara, y durante un segundo pensé que
él iba a ahogarme. Me llevó unos minutos darme cuenta de lo que en realidad
estaba haciendo… era limpiarme.

En la familia siempre habían sido fuertes Católicos, pero nunca en mi vida había
entendido la absoluta humildad de limpiar los pies del prójimo… hasta que Nixon
comenzó a limpiar las heridas de mi cara.

Las palabras no se formaron en mis labios mientras él continuaba limpiando mis


cortes. Después pasó a mis manos, quitando la mezcla de suciedad y sangre. No dijo
nada y aun yo no era capaz de hablar sin perder mi mierda, así que me senté.

Que divertido, cuando has golpeado el fondo, nunca imaginas que alguien
pueda lanzarte una cuerda. Pero eso es lo que él estaba haciendo. Nixon vio mi
dilatada marca de desesperación, y prefirió matar eso dentro de mí, ofreció un
salvavidas, uno que yo no merecía.

—Entonces —Nixon hundió el trapo en el cubo y me lo pasó por la mejilla una


última vez—. Alguien estará aquí mañana para… —Se encogió de hombros—
…verte.

—Los chicos —respondí, encontrando mi voz.

Nixon no respondió. Untó mis manos y sacó ropa limpia de la bolsa de basura,
tirándomelas a la cara. —Ponte esto, luego siéntate.

Mis manos temblaban mientras lentamente me sacaba las sangrientas ropas del
cuerpo. Mis movimientos se sentían lentos y extraños, mi muñeca dolía como el
infierno después de ser atada. Cuando las ropas sucias estuvieron fuera, tomé
asiento en la silla de metal y lentamente me puse la sudadera con capucha de olor
fresco sobre la cabeza. Brinque cuando el dolor se disparó por mis manos al tener
que tirar del áspero material sobre mi exhausto y destrozado cuerpo. Lo que
debería haberme llevado segundos me llevo al menos diez minutos, pero no me
había sentido así de limpio en días.

Nixon sacó una barra de granola de su bolsillo y me la tendió. ¿Qué diablos le


pasaba a su manga?

O me estaba encadenando antes de morir o de verdad era un jodido santo.


Maldito.
Básicamente tragué la barrita de granola por completo y esperé a que Nixon
agarrase el arma de nuevo. En su lugar me esposó a la silla y caminó hacia la puerta.

—¿Eso es todo? —dije—. ¿Solo vas a marcharte?

Su mano estaba en el pomo. Sin mirar atrás respondió—: Eras uno de mis
mejores amigos, Phoenix.

—¿Cuál es tu punto?

—Todos los amigos merecen morir con un poco de dignidad, ¿no estarías de
acuerdo? —Se giró, encontrando mi mirada.

—Yo no.

Sonrió.

—Bueno, entonces gracias a tus afortunadas estrellas no soy el que hace las
llamadas al Día del Juicio. Intenta dormir. Tiene una semana por delante.

—Esperaré a nuestro sangriento encuentro mañana —espeté.

La cara de Nixon cayó. Con un asentimiento abrió la puerta y se marchó.


Confuso como el infierno, solo pude sentarme y preguntarme por qué.
Capítulo 30
TRADUCIDO POR ENI // CORREGIDO POR MORIN

M e acerqué al edificio y di tres pasos antes de oír el sonido de pasos


ligeros golpeteando contra el pavimento. Tomó menos de un par de
segundos para que sus hombres me agarraran por los brazos y me
arrastraran el resto del camino hacia la gran puerta de madera.

—¿Qué quieres? —preguntó un hombre con un fuerte acento.

—Él está aquí por mí —dijo una voz seca desde la puerta.

Miré a Luca a los ojos. —Ese soy yo.

—¿Tienes lo que hablamos?

—Justo aquí —Saqué el diario—. Vamos a hablar adentro.

Asintió y entramos a una pequeña cocina.

Luca me sirvió una gran copa de vino. —Trabajas más rápido de lo que
esperaba.

—Tuve ayuda —Suspiré y señalé el diario—. Guardaré tu secreto si guardas el


mío. —Sonó como una burla, cuando era más una súplica.

—¿Y qué voy a ganar con este pequeño intercambio?

Tomé un largo trago de vino. —Has estado tratando de encubrirlo durante


mucho tiempo, Luca. Al menos admite que es demasiado.

—Se ha vuelto…complicado.

—Ella debe saber que eres su tío abuelo.

—Trace no necesita saber esas cosas. Es mejor mantenerlas…en privado.

—¿Al igual que te enamoraste de su abuela? ¿Cosas como esa?

Luca dio un puñetazo en la mesa. —¡Esa mujer debió haber dejado las cosas
como estaban! Escribirlas en un diario va más allá de mi comprensión.
—No era como si le pudiera decir a alguien —Suspiré—. Pero tienes el diario,
tienes algo que necesitas…y yo aún tengo un problema.

—¿Los asesinos? ¿No los has encontrado? —Luca paseaba frente de mí—.
¡Pensé que venias a celebrar! Finalmente, podemos dejar el pasado atrás, ¿sí?

—Pronto —Golpeteé las yemas de mis dedos contra el mostrador—. He


descubierto información sobre mi familia.

—¿Y? —Luca se sentó—. ¿Eso que tiene que ver conmigo?

—Debido a que mi verdadero padre mató a los padres de Trace.

—Ya veo. ¿Y quién es?

Jugué con el tallo de mi copa de vino. —No me creerías incluso si te lo dijera.


Necesito más pruebas que sólo alguien diciéndomelo. Tengo que atraparlo.

Luca asintió y tomó un tentativo sorbo de su vino. —Quieres decir con las
manos en la masa.

—Me refiero a hacer una maldita buena red en la que todo el mundo dentro de
unas cuarenta millas sepa que él es una rata, pero es complicado.

—Nuestro negocio siempre lo es.

—Cierto.

Luca sacó un cigarrillo y lo olió. —Hablemos claramente. ¿Qué puedo hacer por
ti, Nixon?

Mi corazón martilleó en mi pecho cuando lo miré a los ojos y dije—: Necesito


que me mates.
Capítulo 31
TRADUCIDO POR ENI // CORREGIDO POR MORIN

L
o vi irse y no dije nada. No estaba seguro si tenía derecho a estar enojado,
después de todo, técnicamente ellos estaban saliendo, ¿cierto?, ¿o ya no?
Incluso yo estaba confundido a este punto y todo lo que realmente quería
hacer era ahogarme en una botella de algo.

Ella estaba en su habitación.

Durmiendo.

Y sabía que tenía que ir a buscarla y llevarla a su propia habitación. ¿Cómo podía
ser él tan descuidado? ¿Qué sí Luca hubiera venido? Era extraño que Nixon
simplemente la dejara en la habitación sin decirle a nadie. ¿Qué sí, ellos vigilaban la
casa? O peor aún, ¿qué sí, tenían a alguien adentro observándonos todo el maldito
tiempo? Mierda.

Entré a la habitación y levanté a Trace en mis brazos. La cubrí lo mejor que pude
y la puse cuidadosamente en su propia cama, entonces me acosté a su lado. Bueno
nadie dijo que la vida era justa y por lo que parecía, me había dado un buen golpe de
mierda.

Nixon durmió con ella y luego se fue.

Nixon no hacía cosas como esas. Yo hacía esas cosas. La sensación en la boca de
mi estómago no desaparecía. Trace gimió a mi lado. Gimió su nombre, no el mío, y el
cuchillo se clavó más profundo en mi corazón.

—Duerme, Trace. Está bien, estás a salvo —Metí la manta alrededor de su


cuerpo y suspiré cuando se volvió hacia mí y envolvió los brazos alrededor de mi
estómago, pensando que era él. Y por primera vez en mi vida, deseé serlo.
Me desperté con un fuerte golpeteo en la puerta. El reloj en el escritorio
marcaba las siete en punto. ¿Quién diablos se despertaría tan temprano? ¿Y cómo
entró? Tex sabía que no debía tocar mi puerta tan temprano y Nixon, bueno,
supongo que podía estar enojado.

Suspirando, bajé los pies de la cama para levantarme cuando la puerta se abrió
de golpe. —¿Papá? —Me froté los ojos—. ¿Qué demonios estás haciendo aquí? —
Generalmente, mi papá era bueno enviando mensajes de texto o llamando antes de
presentarse, así no recibiría un tiro en el acto. Nunca tomábamos ningún riesgo,
incluso con la familia. Lo que significaba una sola cosa. Algo estaba mal. ¿Tal vez
Nixon lo dejó entrar? Sacudí la cabeza para aclarar los pensamientos que pululaban
alrededor.

Sus ojos se posaron en Trace y luego de nuevo a mí. Ella comenzó a despertarse,
pero no había manera de que dejara que mi padre viera que apenas llevaba ropa. La
empujé hacia abajo y la cubrí con más manta.

—¿Nixon?

—No —Me tragué la emoción en mi garganta—. Soy Chase.

—Papá, ¿no ves que estoy un poco ocupado? —Irritado, lo miré y luego señalé a
Trace.

—Esto no puede esperar —Sus ojos se veían cansados. Había bolsas debajo de
sus ojos y las líneas alrededor de su boca se veían más pronunciadas. Siempre había
sido un hombre bien parecido, pero ahora mismo se veía… viejo.

—¿Qué pasa?

Siguió mirando a Trace. ¿Por qué diablos la está mirando? Ella estaba cubierta
por las mantas, ¡por el amor de Dios! Suspiré.

—No tengo todo el día.

—Es Nixon.

Pude sentir el aire tenso en la habitación. Fue uno de esos momentos en los
que, literalmente, el tiempo se detuvo. Vi a mi papá encogerse de dolor mientras
miraba a Trace y luego a mí.

Por favor Dios, no hablaba en serio. Por favor, que esté bien. Finalmente, encontré
mi voz y pregunté con voz ronca.
—¿Qué pasa con él?

—Está muerto.
Capítulo 32
TRADUCIDO POR MEW RINCONE // CORREGIDO POR KARLIX

L
a forma en que tratamos la muerte dice mucho sobre cómo vivimos. De la
fuerza y la capacidad de ayudar a los muertos indefensos… —Me
atraganté con la palabra “muerto” y mis manos temblaban mientras
seguía leyendo—. De honrar sus frágiles restos… —Mis ojos se posaron en Trace,
que tenía su cuerpo desplomado sobre Tex, con los ojos hundidos como si su alma
se hubiera ido a la otra vida junto con Nixon—. Del hondo alcance dentro de
nosotros con algo básico como la humanidad, Paul Gregory Alms.

La luz de la tarde bailó alrededor de la Catedral Holy Name, casi como si se


burlara de la oscuridad alrededor de todos. Solo había una habitación. En los dos
días que nos tomó planificar el funeral, ni una sola vez se me ocurrió que sería un
asunto tan público. Las familias habían viajado desde Sicilia a ofrecer sus
condolencias. Y personas que no había visto en años, se acercaban a mí y sacudían
mi mano como si aquello me fuera a hacer sentir mejor. ¿Un maldito apretón de
manos? ¿Para traer de regreso a mí mejor amigo? Por supuesto que no.

Mo había querido que yo dijese los elogios. No me merecía tal honor. Infiernos, ni
siquiera merecía estar en la misma habitación que el ataúd de Nixon. Había tratado
de seguir todo el procedimiento, tomando decisiones por Mo, pero me estaba
muriendo por dentro junto con ella.

—Nixon era mi mejor amigo —Lamí mis labios—. Era uno de los buenos. El tipo
de chico al que no te gustaría hacer enojar, pero, al mismo tiempo, el que querías
dentro de tu equipo. Todo aquello que hacía era por los demás. «Egoísmo» nunca
formó parte de su vocabulario. Creo que si tomamos en cuenta algo aparte de su
innecesaria muerte, es que vivió su vida al máximo, pero la vivió para los demás. —
Mis ojos se encontraron con Trace—. Vivió para los que amaba, murió protegiendo
lo que era más preciado para él. Y por ello, se ha ganado un lugar en el cielo, porque
cuando todo se vino abajo, él estuvo dispuesto a sacrificarlo todo por la familia…
por la sangre. No sé cuánto tiempo voy a estar en esta tierra, pero oro por irme de
ella justo igual… peleando por la única cosa cierta en nuestra existencia.
Doblé el papel y lo metí de regreso en mi bolsillo. Dando dos pasos a la vez, me
dirigí al lado de Trace y me senté. Ella agarró mi mano con tanta fuerza que hice una
mueca de dolor. No me había ido de su lado desde que recibimos la noticia hace
unos días, y seguro como el infierno que no iba a dejar su lado ahora.

El resto del funeral fue deprimente como el infierno. Vi como el sacerdote decía
una oración final sobre la incomprensión de los caminos de Dios, pero aquello cayó
seriamente en oídos sordos.

Era como si su boca se moviera pero aun así no podía entender las palabras que
salían de ella. Trataba de mantenerme fuerte en el exterior. Pasé mi brazo alrededor
de Trace y la abracé. Ella tembló en mis brazos. Yo quería arreglar eso.

Estaba tan malditamente enojado con Nixon. ¿Cómo había podido irse y
dejarnos? Con cada fibra de mi ser deseaba saltar en ese condenado agujero y abrir
el ataúd. Quería sacudirlo, quería oírle gritarme y decirme que hiciera mi maldito
trabajo.

Pero él estaba muerto.

Y yo estaba vivo.

Sosteniendo a su novia.

Mo estaba inconsolable. Se apoyaba en Tex y se negaba a mirar hacia el ataúd.


No había comido en toda la mañana y seguía diciendo que si Nixon hubiera muerto,
ella lo habría sentido, al parecer eran cosas de gemelos. Cuando uno estaba en
peligro, el otro sentía la pérdida.

Nos tomó dos horas convencerla de que él se había ido. Incluso entonces, se
negó a creer y comenzó a gritar su nombre de arriba abajo por los pasillos.

Trace se había encerrado en su habitación.

Entre las dos, yo estaba listo para perder mi maldita cabeza, por no mencionar el
hecho de que acababa de perder a mí primo y mejor amigo. Estaba hundido,
arruinado, y no estaba seguro de que volviera a ser el mismo otra vez.

Aparentemente Luca nos había mentido a todos. Nixon había ido a apelar por
nuestro caso y se ofreció a sí mismo como tal cordero a un matadero.

Lección número uno de la mafia, no hagas cosas nobles. Sencillamente


terminarás muerto. Nixon no era estúpido. Sabía que aquella era una misión suicida,
pero fue de todos modos, dejándonos a nosotros para recoger los pedazos.
Según mi padre, él había confesado que su padre había matado a los padres de
Trace y le dijo que buscaba castigo por todos los actos ilícitos. Luca había dicho que
una vida por una vida, y era eso lo que quiso decir. Tenía la intención de hacer de
Nixon un ejemplo, de todos nosotros.

Una bala en la cabeza. Eso fue todo lo que necesitó. El enfermo bastardo incluso
lo hizo por detrás. Nixon tuvo que haberlo visto venir, sin duda. Cualquier persona
con un cerebro lo haría. Y él simplemente se quedó ahí de pie… se quedó de pie y
no hizo nada. Sencillamente tomó la caída.

La mañana de la muerte de Nixon mi padre recibió un paquete con una foto del
cadáver de Nixon. El anillo que él solía usar—un anillo de la familia—estaba dentro.

Yo estaba en la negación de creerlo, no hasta que mi padre me enseñó la foto.

Cuando el sacerdote finalmente dejó de hablar, todos nos levantamos de


nuestros asientos y seguimos la lamentable multitud hacia afuera. La procesión con
el ataúd era tan larga que la policía tuvo que dirigir el tráfico. Trace y yo fuimos en
completo silencio todo el camino. Yo no sabía que decir para que aquello fuera
mejor. Nada podría hacerlo mejor y ese era el problema. Un pedazo de ella había
desaparecido, enterrado en la fría y húmeda tierra, y yo me quedaba para arreglar
un corazón que estaba roto por la mitad.

Más tarde esa noche, cuando finalmente regresamos del funeral, corrí hasta el
baño y perdí todo lo que había comido ese día. Nunca había estado tan
violentamente enfermo en toda mi vida. Estuve en el baño durante una hora antes
de que Tex finalmente viniera a decirme que Trace me necesitaba.

La encontré en la esquina de la habitación meciéndose de atrás hacia adelante.


Estaba mirando la maldita foto. ¿Quién había sido tan descuidado como para
enseñársela en primer lugar?

Los hombres siempre tenemos esta maldita loca necesidad de arreglar las cosas.
Quería recoger su corazón y sostenerlo en mis manos. Quería revivirla, pero ¿Cómo
revivir a alguien cuando tu propio corazón también está roto?

—¿Trace? —Me arrodillé delante de ella y retiré la imagen de sus manos. No


estaba llorando, lo que me asustó. ¿No debería estar llorando? Quiero decir, yo
había llorado.
—No lo entiendo.

La puse en mi regazo y la abracé. —Estaría mintiendo si dijera que yo lo hago,


Trace. No tengo ni idea de qué demonios está pasando.

En serio. ¿En. Qué. Demonios. Estaba. Él. Pensando?

Tomó su virginidad. Porque asumo que lo hizo, y ¿luego se va y hacen que lo


maten? Porque el sabía muy bien que ir donde Luca haría de eso una gran
posibilidad.

Por una vez en mi vida estaba tan ridículamente enojado con él. Enojado porque
el tipo que había sido un monje desinteresado en los últimos años, había hecho algo
tan imprudente y estúpido.

Lo cual me demostraba de nuevo lo desesperado que había estado por cualquier


parte de Trace que lo llevó a la otra vida. Y si era completamente honesto conmigo
mismo, probablemente yo habría hecho lo mismo o más. Y no me arrepentiría ni de
una maldita cosa. No es que yo pudiera decirle eso a ella.

—¿Qué haremos ahora? —Su voz era tranquila. Mierda, me estaba volviendo
loco.

—No lo sé —respondí con sinceridad—. Ir a la escuela, fingir que no nos estamos


muriendo un poco cada minuto que él no está con nosotros. Vivimos, seguimos
adelante y hacemos que se sienta orgulloso. —Caray, sonaba más compuesto de lo
que me sentía.

Asintió con la cabeza y entonces una lágrima resbaló por su mejilla, seguida de
más. Sus brazos se apretaron alrededor de mi cuello mientras sollozaba. —No me
dejes, por favor no me dejes. No puedo… Chase, no puedo hacerlo. Por favor, por
favor, ¡por favor!

Sus dientes comenzaron a castañear mientras se aferraba a mí como si su vida


dependiera de ello.

La abracé tan fuerte que era difícil respirar. —Nunca, Trace. ¿Me escuchas? Nunca
te dejaré. ¿Lo entiendes? —La agarré tan fuerte como pude y aplasté mi boca en su
mejilla. Era imposible que le mostrara lo importante que era ella para mí, que
mantenerla a salvo y feliz era mi prioridad número uno.

—Dilo otra vez. P-por favor, dilo otra vez.

Abrí sus brazos de mi cuerpo y tomé su cara en mis manos. —Te lo juro. Nunca
me iré de tu lado.
—Está bien. —Exhaló un suspiro tembloroso—. Está bien.

No tengo ni idea de por cuanto tiempo nos quedamos así, pero fue el tiempo
suficiente para que mis piernas se durmieran y para que Trace dejara de tener hipo.

—¿Chase? —Tex llamó a la puerta y entró—. Tenemos que ocuparnos de algo.

—Muy bien. —Ayudé a Trace a levantarse y la llevé hasta la puerta—. Ve a pasar


el rato con Mo. Estaré contigo dentro de poco, ¿de acuerdo?

Podía decir que la última cosa que ella quería era irse. Sus ojos me rogaban que
me quedara, pero esto era trabajo. Muerte o no muerte, teníamos un trabajo que
terminar. Finalmente, asintió con la cabeza y se marchó como un zombi por el
pasillo.

—Infiernos —murmuró Tex en voz baja—. No sé siquiera como es incluso capaz


de funcionar en este punto.

—El shock —murmuré—. No la elección que yo habría hecho, Tex.

—Yo tampoco. —Frunció el ceño—. Pero desde que él se ha ido, necesitamos un


nuevo jefe. Hay algo de confusión sobre quién es el próximo en la línea, así que
mientras los hombres discuten y se reúnen, tenemos que hacernos cargo de un
último cabo suelto.

—¿Qué cabo suelto?

Tex maldijo. —Phoenix.

—Odio esta familia. Odio lo que han hecho de nosotros. Somos demasiado
jóvenes para esta mierda. —Me rasqué la parte posterior de mi cabeza y me dirigí
hacia la mesa de la cocina para coger mi arma. La revisé para asegurarme de que
estaba cargada y puse el seguro.

—Voy contigo. —Mil elevó la voz desde detrás de nosotros.

—No. —Metí la pistola en la parte trasera de mis pantalones y me saqué la


camiseta de mis pantalones para cubrirla.

—Sí. —Palmeó sobre el mostrador—. Él es mi hermanastro. Él es… es mi familia.


Solo déjame ir contigo, ¿por favor?

—¿Así puedes salvar su lamentable culo? —escupió Tex.

—Así puedo salvar el tuyo, idiota. —Mil golpeó el pecho de Tex y luego se giró
hacia mí—. La familia se mantiene junta, y soy la única cosa segura que ustedes
tienen justo ahora.
—¿Cómo lo sabes?

Sonriendo, sacó una nota de su bolsillo trasero y me lo entregó. Era la letra de


Nixon. Mierda.

—Porque… —Suspiró—… dejó instrucciones.

Casi no quise abrir la carta. Temblando, se la entregué a Tex y le dije a mi


estómago que dejara de agitarse, de lo contrario me desmayaría por la falta de
alimentos y la deshidratación.

—¿Qué dice? —pregunté mientras Tex la habría. Su sonrisa crecía a medida que
seguía leyendo, hasta que finalmente se echó a reír. No podía decir si era una risa
histérica—ya sabes, de ese tipo de risas que tienen las personas que están a punto
de perder la cabeza—o si en realidad solo pensaba que la carta era divertida. Se
limpió los ojos y me entregó la carta.

—Velo por ti mismo, pero Mil viene con nosotros.

Cogí el papel de sus manos y lo escaneé.

“Ella es una zorra inteligente. Protégela a toda costa. Donde sea que vayas, ella va.
Ella te ayudará a ocultar a Phoenix. Es la única forma. Lo siento…por todo. Nixon.”

Me reí, pero la mía fue más amarga, más dolorosa. Si escuchaba más
atentamente casi podía oír la voz de Nixon en la habitación, y aquello apestaba. Él
no merecía nada de esto.

Había gastado toda su vida protegiendo a los demás y al final, cuando había
llegado nuestro turno de protegerlo, cuando más nos necesitó… habíamos fallado.

—Vamos. —Tex agarró las llaves. Lo seguí con la cabeza gacha. No sentía que
pudiera mirar a los ojos a nadie y no quisiera pegarme un tiro. ¿No había sido justo la
semana pasaba que había estado considerando traicionar a Nixon solo porque
estaba enamorado de lo que no era mío?

Sip.

Debería hacer sido yo. Yo debería haber caído, porque al final, Nixon tenía mucho
más que perder y yo no tenía nada. Qué pensamiento tan jodidamente deprimente.
Capítulo 33
TRADUCIDO POR MEW RINCONE // CORREGIDO POR KARLIX

U
no pensaría que para el momento en que llegamos al Espacio, donde
estaba Phoenix, me habría calmado.

No lo estaba.

Quería dispararle a algo, cualquier cosa.

Si una ardilla se cruzaba conmigo, la cosa no terminaría bien para ella. Joder, si
una araña me miraba con diversión, iba a terminarla con una bala.

—Vaya, buen lugar —Esto vino de Mil cuando la dejamos entrar a la habitación y
encendió las luces.

Phoenix estaba sentado en la silla, como si hubiera estado esperando por


nosotros.

Él se veía bien. ¿Por qué demonios se veía tan bien? ¿Nixon no le había
torturado? ¿Y por qué sus ropas se veían limpias? ¿Y por qué demonios me estaba
sonriendo?

Antes de que pudiera procesar las ramificaciones de mis acciones, me dirigí


hacia él y le di un puñetazo con tanta fuerza en la mandíbula que se cayó de su silla.

—Mierda —gruñó Tex detrás de mí—. Se supone que lo ayudemos, no que le


causemos una conmoción cerebral.

Mil caminó hasta mi lado. —Probablemente se lo merecía.

—Y más. —Me agaché y tiré de la silla de Phoenix, poniéndola recta con él


todavía en ella. Gruñendo por lo pesado que era, había empezando a sudar cuando
sus ojos encontraron los míos, con una pregunta hirviendo.

—O estás todavía cabreado por lo que pasó con Trace y conmigo, o tienes
problemas con la ira.

—Yo apostaría por ambos —Mil sonrió a Phoenix—. Hey, hermano.


—Mil —Entrecerró los ojos—. Te ves vieja.

—Gracias. Tú te ves como el infierno —Se agachó y le apretó la barbilla entre los
dedos, examinando su rostro. Cuando terminó, apartó la mano, sacó una pistola de
su bolsillo trasero y disparó a sus pies.

—¡¿Qué demonios, Mil?! —gritó Phoenix.

—Solo quería asegurarme de cómo estaban tus reflejos —Le guiñó un ojo.

Tex rió junto a mí. —¿Estaría mal estar cachondo en este momento?

Rodé los ojos.

—Entonces —Phoenix se pasó la lengua por sus labios—. ¿Quién va hacer los
honores? ¿Y dónde infiernos está Nixon?

—Nixon no es de tu incumbencia —Con la voz ronca, me aclaré a garganta—.


Por lo menos, ya no. Y aunque me gustaría hacer los honores y disparate varias
veces en la cabeza, ésta de aquí —Señalé a Mil—. Tiene información que puede
salvarte. Solo que, según mi cuenta ella solo tiene alrededor de diez segundo para
escupir antes de que los mate a los dos —Me giré hacia Mil—. Así que, habla.

Mil rodó los ojos. —Chase. Siempre tan dramático.

Phoenix exhaló y miró a Mil. —Nada de lo que sepas puede salvarme.

—Mira y aprende, hermanito mayor, mira y aprende —Sacó su teléfono y marcó


y a continuación dijo—: Estamos listos.

En cuestión de segundo, llamaron a la puerta. ¿Qué demonios? Nixon siempre


tenía cámaras custodiando el lugar. En cualquier momento que alguien tan solo
respirara cerca del edificio, éramos alertados por un mensaje de texto. La
electricidad seguía encendida, ¿así que por qué las cámaras no estaban
funcionando? ¿O el sistema de alarma? ¿Mil sabía sobre la seguridad?

—¿Qué demonios? —Agarré su brazo—. Si nos has traicionado, te mataré, sin


dudarlo.

Ella se soltó. —Nixon dijo que confiaras en mí, así que o le haces caso o
traicionas su palabra.

Mierda. ¿Ella tenía que usar la palabra «traición»?

Asentí con la cabeza y crucé mis brazos mientras ella iba hasta la puerta y la
abría.

Nada podría haberme preparado para lo que estaba a punto de ver.


Frank Alfero caminó dentro con Luca al remolque.

—¿Estás jodidamente tomándome el pelo? —grité, cerca de alrededor de un


minuto de distancia de cargar contra el hombre responsable de la muerte de mi
primo.

—Sr. Winter, por favor, controle el nivel de su voz —Frank me dio unas
palmaditas en la espalda y se acercó a Phoenix—. Aún así vas a pagar por lo que
hiciste, por lo que intentaste con Trace.

—Lo sé —susurró.

—Nos ayudarás en nuestra… caza.

Phoenix alzó la cabeza de súbito. —¿Qué estamos cazando?

—Una rata —Esto vino de Luca.

Yo no podía mirarlo. Si lo hiciera, acabaría disparándole y haciendo las cosas


mucho peor. ¿De todas formas, por qué demonios estaba aquí? Me jodía que en
nuestro mundo, el asesinato fuera tan normal como desayunar. Se suponía que yo
debía estar calmado. Así era como funcionaba todo. Yo conocía las reglas, pero
maldito fuera si no tenía ganas de acabar con la vida de Luca. Él se había llevado a
mi madre y ahora a mi primo. Pero lo que más dolía era que él había arruinado la
vida de Trace. Nunca lo perdonaría por eso.

Tal vez sintió mi irritación o sencillamente sintió la rabia que tenía por él. Se giró
hacia mí. —Una vida por una vida, Sr. Winter. Tienes suerte de que tu amigo tomara
la caída por las mentiras dichas.

—¡Tú, hijo de puta! —Cargué hacia él pero Tex envolvió sus brazos alrededor de
mí mientras mis músculos se flexionaban en protesta y me contuvo.

Luca se echó a reír. —¿Así es como tratas a alguien que te está ayudando? Los
insultos y las amenazas vacías no te llevarán a ninguna parte, Sr. Winter. Trabajamos
juntos o te dejaremos para que recojas las piezas rotas de tu familia.

—Juntos—Frank ya estaba quitando las esposas de las muñecas de Phoenix—.


Trabajaremos juntos y expondremos lo que debería haber sido expuesto hace
mucho tiempo.

Los ojos de Luca se entristecieron. Se acercó al Sr. Alfero y pasó su brazo


alrededor de su hombro. —Si sirve de algo, lo siento.

—Ella también —murmuró Frank—. Ella también.

—!Mierda! —Tex dejó caer su arma en el suelo con fuerte ruido—. ¡Mierda!
—¿Qué? —Le di un golpe—. ¿Qué va mal contigo?

—Ustedes son… —Señaló hacia el Sr. Alfero y Luca—. Ustedes son…

—Hermanos —murmuró Phoenix—. Son hermanos.

Miré hacia ellos. ¿Cómo no había visto antes el parecido? Era extraño.
Obviamente Frank era mayor por unos buenos quince años, y los dos tenían el pelo
oscuro, aunque el de Frank estaba salpicado con gris. Tenían los mismos ojos azules,
la nariz, barbilla. En realidad, era extraño de ver.

—Pero… —Mi mente no podía trabajar tan rápido—. Phoenix, ¿Cómo sabes tú
eso?

—Phoenix hizo su fortuna como un excelente espía. ¿No es verdad, hijo? —


escupió Luca—. Revisando entre las cosas de Trace, leyendo los diarios personales.
Entonces, en un instante de intentar descubrir los pequeños sucios secretos de todo
el mundo, viste algo. Algo que no se suponía que debieras ver. Y ese es el problema
con el espionaje. Eventualmente te pillan.

Sin palabras, Phoenix dejó caer su cabeza.

—Y tu padre pagó el precio con su propia vida.

Phoenix negó con la cabeza. —No se suponía que llegara tan lejos. Pensé que
yo estaba ayudando. Pensé que si le exponía, o al menos causaba malestar con las
familias ese día, me ganaría tiempo, que ellos verían que había muchas mentiras y
que nunca fue sobre mi familia. Y… estaba asustado, ¿está bien? A él le debíamos
dinero, y mi padre no estaba haciendo nada al respecto, y entonces, cuando
descubrí que no éramos culpables, me asusté. Yo quería que él estuviera fuera de la
ecuación. Él lo estaba arruinando todo.

—¿Qué quieres decir? ¿Esto no es sobre tu familia? —pregunté.

—No —Phoenix parecía estar temblando—. Es sobre la tuya.

—Bueno, mierda —Tex se frotó la parte posterior del cuello—. Entonces, ¿qué
hacemos ahora?

—Estaremos en contacto —dijo Frank.

Phoenix hizo una mueca cuando Frank palmeó con fuerza su espalda.—Cuánto
menos se sepa, mejor será para todo el mundo.

Mil permanecía en silencio en un rincón. Sin añadir nada.


—Entonces, ¿qué hacemos? —pedí—. Tiene que haber una manera de que
podamos ayudar.

—Besa tu novia —Luca hizo un guiño—. Pretende que todo es fantástico,


porque te prometo que, en unos pocos días, estaremos en algo más que en un
horrible sueño.

—Las personas no mueren en los sueños.

Frank bajó la cabeza y murmuró una oración. Luca cogió su arma y la sostuvo al
lado de Phoenix. —Hasta que nos volvamos a encontrar. —Luca asintió y se paró al
otro lado de Phoenix mientras Frank y él le encaminaban fuera de la habitación.

—¿Mil? —preguntó Tex—. ¿Algún otro secreto interesante que decirnos?

Ella se encogió de hombros y luego negó con la cabeza.

Saqué mi arma y la empujé contra la pared de cemento. Ella hizo una mueca de
dolor y cerró los ojos mientras le apartaba el pelo con mi arma. —Habla.

—No hay mucho de qué hablar —dijo con los dientes apretados.

—Déjame que te refresque la memoria —Yo hervía—. Mi mejor amigo muere


un día después que se encuentra contigo y ¿ahora estás dejando que tu
hermanastro se fugue con el tipo que lo mató? Quien ahora resulta ser el que tiene
el abuelo de Trace cautivo como un maldito prisionero.

Presioné la pistola en su cuello, haciendo que su garganta se convulsionara


contra el metal.

—Nixon dijo que me protegieras a toda costa —dijo.

—Y eso… —la solté de un tirón y metí la pistola en la parte posterior de mis


pantalones—… Es la única razón por la que todavía respiras. Si sospecho algo, si te
escabulles para encontrarte con alguien, si desapareces de repente —juré—. Mil, te
perseguiré, te torturaré hasta que me ruegues que te mate, y ¿sabes lo que voy a
decir?

—¿Qué? —Se frotó la garganta con las lágrimas agrupándose en sus ojos.

—No —Sonreí—. Diré condenadamente que no y te seguiré torturando. Te


estoy protegiendo como una promesa a mi mejor amigo muerto, no hagas que me
arrepienta.

—¿Algo más? —dijo con voz ronca, una sonrisa de suficiencia tirando de las
comisuras de su boca. Maldita sea, quería estrangularla.
—No.

—Entonces vámonos a casa —Pasó junto a mí, empujando mi cuerpo hacia un


lado como si ella tuviera la fuerza suficiente para derribarme. La observé todo el
camino hasta el auto, la miré y esperé por un paso en falso. Nada cuadraba, ella
tenía que ser la respuesta.
Capítulo 34
TRADUCIDO POR PILI // CORREGIDO POR KARLIX

C
uando llegamos a casa, me debatía entre buscar a Trace y sólo dejarla
estar sola por un tiempo. Es decir, incluso no podía mirarme a mí mismo
en el espejo. Culpable, culpable, culpable, gritaba mi conciencia.

Debería haber hecho algo.

Pero no, también estaba atrapado en mi propio drama y celoso.

Y ahora mi mejor amigo estaba muerto.

Y el corazón del amor de mi vida estaba destrozado. Maldita sea, no estaba


seguro de si ella sabía dónde habían caído las piezas, y la peor parte era que, todavía
quería encontrarlos todos y arreglarlos, arreglar todo. Pero no se puede arreglar a
quien se niega a tu ayuda, y ahora parecía que todo lo que Trace quería hacer era
sufrir.

—¿Chase? —Trace caminaba hacia mí en el pasillo. Ella veía como me sentía,


como una mierda.

—¿Sí? —Puse mi arma sobre la mesa y la intercepte a mitad de camino—. ¿Has


comido algo?

Se encogió de hombros. Sus ojos estaban hundidos y su pelo se veía algo


enmarañado en su cabeza. Parecía como si no se hubiera duchado o no hubiera
hecho otra cosa más que mirar fijamente a la pared desde que me había marchado.

—Trace, tienes que comer.

Era como un fantasma. Si se encogía de hombros otra vez iba a perder mis
estribos. En cambio, ella no hizo nada. No había ninguna expresión en su rostro,
sólo vacío.

¿Lo entendía? Demonios sí, lo entendía. Me dolía también, ella era preciosa;
había sido todo para Nixon. ¿Qué clase de persona me haría si la dejaba ir por ese
camino? ¿Si la permitía enfurruñarse? Esto era sobre el amor duradero—mierda, ella
iba a odiarme— pero necesitaba descansar y cuidar de sí misma. Estaba el duelo y
estaba el sepultar tu alma con lo que habías perdido.

Ella estaba haciendo lo último.

Y maldita sea si iba a dejar que lo hiciera.

Tomé su mano y la arrastré pasillo abajo.

—Chase —Se apretó contra mí—. ¿Qué estás haciendo? ¡Chase!

Bien, déjala que se enoje.

La metí en el baño y cerré la puerta. En un rápido movimiento abrí el agua.

El baño era enorme, el chorro de ducha era uno en el cual podría andar sin
necesidad tener que pasar por encima de algo. Fue la mejor terapia en la que pude
pensar, aparte de emborracharla. Estaba bastante seguro de que eso sería
sencillamente su suicidio.

—Entra. —Señalé a la ducha—. O que Dios me ayude, te desnudaré yo

Encontró mis ojos. Un fuego lento irradió de ellos, y, a continuación, se


extinguió cuando se encogió de hombros una última vez.

—Eso es todo —La agarré por el codo y la arrastré, literalmente, dentro de la


ducha, ambos con la ropa puesta.

Una vez estuvimos bajo el agua, la mantuve ahí. Agua caliente corrió por
nuestras caras. Trató de liberarse de mi agarre pero la sujeté. Enojado con ella por
no pelear, por no ser fuerte como yo necesitaba que lo fuera.

—Despierta de una puñetera vez, Trace.

Sus fosas nasales llamearon, pero al menos no se encogió de hombros.

Trato de liberarse de mí de nuevo pero la sujeté firmemente. Comenzó a darme


patadas en las espinillas. Ignoré las punzadas de dolor que se irradiaban a través de
mis huesos y grite—: ¡¿Quién eres tú?!

—¿Qué? —Se retorcía bajo mi toque.

—¿Quién. Eres. Tú?

—Una Alfero —susurró.

—¿Qué hacen los Alfero?

No dijo nada.
La zarandeé. —¡Maldita sea! Trace, ¿qué hacen los Alfero?

—¡Luchamos! —gritó y trató de presionar mi pecho—. Pero no puedo. Mi


corazón está roto. Está condenadamente roto, siento que no puedo respirar —
Tenía hipo y luchaba contra mí.

—Respira hondo —La liberé y me quité mi camiseta negra empapada—. Respira


en mi atmosfera, respira hondo aquí, y así por lo menos sé que respiras. Al menos
puedo oírte inhalar y exhalar. Trace, no puedo arreglar lo que se ha roto, y no estoy
tratando de tomar su lugar. Dios sabe que no puedo, no importa cuánto desearía
hacerlo.

Se desplomó contra mí y envolvió sus brazos alrededor de mi cuello,


aferrándose a mí tan apretadamente que podía sentir su calor a través de su ropa.

—Lo siento —suspiró—. Comeré.

—¿Y qué más?—La separé de mí—. ¿Y qué más quieres hacer?

—Luchar.

—¿Y por qué vas a pelear, Trace? —dije en voz baja.

Respiró hondo. El agua cayó a través de sus labios carnosos. —Porque eso es lo
que él hubiera querido.

—Muy bien —Tomé su mano y la besé.

Suspiró y luego, de alguna manera, no sé ni cómo sucedió, nos estábamos


besando. No—no nos besábamos—, la estaba devorando.

¿Era malo estar agradecido? ¿Estar tan condenadamente perdido en otra


persona que aunque lo único que estén ofreciendo sean sus pedazos rotos y
usados, te aferras a ellos para salvar su vida y deseas que, de alguna manera si los
amas lo suficiente, esas piezas se volverán a juntar?

—Yo no soy él, Trace—dije contra sus labios.

—Lo sé —suspiró en mi boca—. Lo sé.

Nuestros labios se separaron. Nos alejamos el uno del otro. Maldita sea si no me
pareció que una parte de mí estaba muriendo junto con Nixon.

Bajó la mirada.

Nuestra relación iba a ser complicada. Eso era seguro. Pero no iba a dejarla ir, se
necesitaría un milagro para que la dejara ir.
—Quítate la ropa —suspiré.

—¿Qué? ¡No! ¡Entonces estaría desnuda!

Trate de aguantar la risa, intento fallido.

Me golpeó repentinamente con su mano y luego se incorporó. Las lágrimas


corrían por su rostro, no sabía si eran de diversión o simplemente agotamiento.

—La cuestión es, Trace, te prometo que puedo controlar mis impulsos. Ahora
quítate la ropa, nos podemos duchar en distintos lados, estaré girado todo el
tiempo. A pesar de que siempre he imaginado como te verías desnuda…

—Idiota —Levantó su camisa sobre su cabeza.

—Siempre —Guiñe un ojo—. Siempre seré un idiota por ti.

—¡Que dulce! —Prescindió de sus pantaloncitos cortos de deporte que llevaba y


se despojó por si misma del resto de su ropa. Y tanto como yo quería arrojarla
contra la pared, no podía. Porque estaba bastante seguro de que la última persona
que la había visto de esa forma había sido Nixon.

No le arrebataría ese recuerdo. No lo reemplazaría con imágenes mías. Eso, en


mi corazón, sería la traición final, así que me giré, me quité mi ropa y me duché con
ella.

No nos tocamos de nuevo.

No mencionamos el beso.

Y al final, la hice reír dos veces.

Básicamente lo que significaba era que yo era cabrón. Necesitaba su risa más de
lo que ella comprendía.

Su risa me decía que aunque le dolía como el infierno… íbamos a estar bien…
Un día, tal vez no fuera hoy, nos recuperaríamos.
Capítulo 35
TRADUCIDO SOS POR ENI // CORREGIDO POR KARLIX

A
sí que, esto sí es divertido —me quejé, preguntándome porqué estaba
literalmente sentado a un pie de distancia del conocido jefe de la mafia
más temido en Sicilia. Él sonrió y no dijo nada, mientras Frank, el asesino
de mi padre, mantenía un arma apuntando a mi cabeza.

Mal momento. Definitivamente, mal momento.

—Nunca te di las gracias —Aclaré mi garganta y traté de no sonar tan asustado


como me sentía.

—¿Por? —respondió Frank.

—Por matar a mi padre, por supuesto.

Frank resopló. —No puedo decir si estás enojado porque te gané o si realmente
sientes lo que dices.

—Si él no lo hubiera hecho, yo sí —intervino Luca de repente desde el asiento


delantero. El conductor estaba llevándonos por una serie de subdivisiones, casi
haciéndome marear mientras los árboles y las perfectas casas volaban por la
ventana.

—¿Cómo? —pregunté.

—Tu padre, espero que esté ardiendo en el infierno —dijo Luca secamente—. Y
espero que cuando me encuentre allí con él, sea capaz de experimentar su muerte
bajo mis manos por una eternidad.

Mierda. Realmente esperaba que Luca no fuera el que me matara. Sabía que ya
lo había cabreado lo suficiente para toda una vida de tortura, lo cual planteaba la
pregunta, ¿por qué estaba todavía respirando cuando él había dejado
perfectamente claro hace unas semanas que si lo traicionaba, o siquiera hablaba,
terminaría conmigo?

—¿Por qué estoy aqu…?


—Ahora no —espetó Luca—. No es seguro.

—Cierto. Nunca lo es —murmuré.

—Tienes suerte de que te necesite. Si fuera tú, rezaría por mi alma, porque si
esto termina mal, la tuya estará condenada al igual que la de tu padre.

—No puedes rezar por algo que nunca tuviste.


Capítulo 36
TRADUCIDO POR JANE // CORREGIDO POR KARLIX

S
iempre he odiado las reuniones «familiares». Para la gente normal, una
reunión familiar significaba una charla sobre el toque de queda o incluso
la noche del juego.

Bien. Nuestros juegos incluían sangre y armas. Estaba bastante seguro de que
una reunión familiar en mi casa era como invitar al diablo a cenar.

La única cosa que no podía realmente entender era por qué, de todos los
lugares, nos reuníamos en mi casa. Quiero decir, entendía que Nixon se había ido,
pero Mo no, y dado que la familia es la familia, simplemente me pareció extraño.

En cualquier caso, era totalmente posible que mi papá hubiera pensado que
sería demasiado duro para Nixon quedarse.

Me puse unos bonitos pantalones negros y una camisa blanca con una corbata
verde. ¿Algo más en las reuniones familiares?

Había que ser respetuoso. Mi padre odiaba que tuviera tatuajes, decía que me
hacían ver como un punk, lo que sólo me animaba a conseguir más. Quería que los
cubriera durante las reuniones. Siempre había sido difícil para Nixon, teniendo en
cuenta que incluso tenía tatuajes detrás de su oreja, por no hablar de la perforación
del labio que molestaba a casi todo el mundo aparte de los que lo conocían.

Se había rebelado porque era el único control sobre su vida que tenía, lo que le
hacía a su cuerpo, que era suyo y sólo suyo. Aparte de eso, su vida, el viaje en que
había estado, había sido planeado con solidez sin él.

—¿Chase? —llamó mi padre desde abajo.

—Ya voy —Cogí mi arma y le envié un mensaje rápido a Trace para que se
quedara fuera de problemas y mantuviera las puertas cerradas. La casa Abandonato
era como una maldita fortaleza, pero no me hacía sentir mejor al dejarla sola,
especialmente en su estado emocional.

La familia Abandonato era enorme. Todo el mundo se encontraba presente, por


lo menos todos los hombres. Por lo general, las mujeres se reunían con nosotros
para una comida y luego todos iríamos por caminos separados. Los hombres
entraban en una sala aparte para hablar de negocios y fumar cigarros y las mujeres
charlaban en la cocina.

Se podía decir que no era una reunión típica. Todo el mundo, y quiero decir todo
el mundo, parecía haber tenido cerca de una hora de sueño.

Susurros silenciosos provenían de la sala de estar cuando entré. ¿Por qué todos
me miraban? Mierda, ¿podían ver mis tatuajes a través de mi camisa blanca?

Sintiéndome incómodo, asentí una vez, y me acerqué a la barra para hacerme


una bebida.

Necesitaba algo fuerte si iba a pasar la noche. Sólo hablar de Nixon me hacía
sentir enfermo.

—¿Cómo te va? —Tex apareció a mi lado.

—Oh, ya sabes —Me encogí de hombros y tomé un sorbo de whisky puro—.


Fantástico.

Tex se rió entre dientes.

—¿Qué?

—Nada —Se sirvió una bebida similar, sólo agregó más whisky a su vaso—. Es
sólo que, tal vez tú y Nixon se parecen más de lo que crees. Es como si hubiera
dejado su estado de ánimo oscuro contigo, así como el palo que tenia metido de
forma permanente en el culo.

—Gracias, hombre —Le di una sonrisa, no porque pensara que fuera divertido,
sino porque sus palabras realmente me hicieron sentir mejor. Me hicieron sentir
como si de alguna manera Nixon todavía estuviera con nosotros.

Mi padre se aclaró la garganta y dio unos toquecitos al cristal. —¿Podrían tomar


asiento, por favor? Tenemos mucho que discutir.

Tex y yo tomamos un asiento junto a la chimenea y esperamos. Unos pocos


hombres se quejaron pero todos se calmaron cuando mi padre comenzó a hablar de
nuevo.

—Mientras lloramos la pérdida de Nixon… —suspiró—. Estamos agradecidos


por el sacrificio que hizo para salvar a nuestra familia.

Unos pocos hombres asintieron, mientras que otros hicieron una cruz sobre su
pecho y besaron sus dedos ante la oración.
—Dios lo bendiga —La voz de mi padre era sofocada—. Que Dios siga velando
esta familia.

—Amén —dijimos todos al unísono, haciendo un movimiento de barrido desde


la frente a nuestros corazones y a través de nuestros pechos.

—Ahora —Mi padre dio una palmada—. Espero que podamos dejar atrás el
asesinato que tuvo lugar hace tanto tiempo. La muerte de Nixon demuestra lo de
una vida por una vida. La familia Nicolosi ha hecho las cosas bien y no habremos de
seguir buscando algo que ya no tiene ningún valor en esta familia.

Eso no me pareció bien, porque todavía quería saber quién había matado a los
padres de Trace, y sabía que no había manera de que el padre de Nixon en realidad
hubiera cometido el asesinato. Por un lado, había sido un asesino mejor. Él había
sido víctima de una trampa, y si no fue la familia De Lange… entonces tenía que
haber sido otra persona. Alguien que tenía razones suficiente para querer eliminar
no sólo la familia de Trace, si no a Nixon también.

—… Sólo tiene sentido mantenerla en la familia —terminó mi papá. Bloqueé la


primera parte, pero supuse que él hizo lo que mejor sabía. Tomar el control.

—¿Quién? —habló mi primo Vin—. La única opción sería usted, pero…

—Ahora no vamos a adelantarnos —Mi padre levantó las manos—. No quiero el


trabajo. Mi trabajo es ser la mano derecha del que tiene el control. Me gusta que
sea así y, aunque, naturalmente, este recaería a mí…creo que hay alguien que se lo
merece, me atrevo a decirlo, incluso más que Nixon.

Confundido, miré alrededor de la habitación. ¿Quién demonios merecía dirigir a


la familia más que Nixon? ¿Su padre había sido el jefe, al igual que su padre y el suyo
antes de él? Enojado, estaba a punto de irrumpir fuera de la habitación cuando oí mi
nombre.

—Chase —ordenó mi padre—. Ponte de pie por favor.

Quería decir que no, gracias, pero no podía faltar el respeto a mi padre delante
de todos. Con las piernas temblorosas me acerqué a la mitad de la habitación. Todos
los ojos estaban sobre mí. Me sentía caliente y luego frío por todas partes. Esto no
podía estar sucediendo, era demasiado pronto. Nunca había querido esto.

Mi padre sacó algo de su bolsillo. —Propongo a mi hijo, Chase. Mejor amigo y


mano derecha de Nixon. Ha estado aquí desde el principio, vio los horrores de la
infancia de Nixon y estuvo a su lado durante la investigación, yendo tan lejos como
para inscribirse en Eagle Elite para eliminar al asesino. Salvó la vida de Tracey Alfero.
No hay nadie que se merezca más este título, ni siquiera yo mismo.
Aturdido, me quedé allí, rezando a Dios que la gente pensara que mi padre
estaba borracho y hacía tonterías. Abrí la boca para decir algo, pero era demasiado
tarde.

—Yo secundo —Vin levantó la mano.

—Y yo.

—Yo también.

Los hombres siguieron acordando, y con cada acuerdo sentía como que no
podía respirar. Esto no puede estar pasando. Yo no lo quiero. Nunca lo he querido.
Imaginé que lo que sucedía se sentía muy parecido a la esclavitud, como verte ser
vendido al mejor postor a sabiendas de que tu vida nunca volvería a ser la mismo de
nuevo.

—Tiene que ser unánime —Mi padre se aclaró la garganta y miró a Tex.

Mis ojos rogaron. Me quedé mirándolo. Intensamente. Iba a patearle el culo si


levantaba la mano. —Lo siento, Chase —Tex cerró los ojos y levantó la mano.

Las palabras no quisieron salir. No podía pensar. No con todo el mundo


mirándome, no con mi papá levantando mi mano en el aire.

Y cuando él empujó un anillo en mi mano derecha, casi vomité.

El anillo de Nixon.

Dije que quería ser él.

Y ahora lo era.

Cerré los ojos para evitar que las lágrimas de rabia salieran.

Nunca debería haber sucedido de esta manera.

Y ahora estaba atrapado, encadenado a la familia en más de un sentido, y la


historia de la pobre Trace se repetía.
Capítulo 37
TRADUCIDO POR JANE// CORREGIDO POR KARLIX

¿E stás bien, hombre? —Tex me trajo mi quinto vaso de whisky y me


golpeó en la parte trasera de la cabeza.

—Usa un bate de béisbol en vez de una mano y te lo haré saber —


Tomé un sorbo de la bebida y dejé que el alcohol se deslizara en mi garganta.

—Lo siento.

—Eres un imbécil —espeté—. Todo lo que tenías que hacer era decir que no. —
Mis palabras empezaban a oíre arrastradas, pero no me importaba.

—Lo sé —Tex tomó asiento junto a mí—. Pero tu padre tenía razón. Él no es el
hombre para el trabajo, lo eres tú. Tal vez por tomar su lugar, deberás definir las
cosas bien.

—No funciono bien bajo presión. —Tomé otro sorbo.

—¿En serio? —Tex rio—. Chase, siempre has funcionado bien bajo presión.
Vamos, de los cuatro, siempre fuiste el menos asustadizo. El que nunca lloraba y se
reía cuando nosotros lo hacíamos. Cuando te caíste de aquel árbol acomodaste tu
propio brazo antes de decirle a tu madre que tenías que ir al médico.

—Esto es muy diferente a un brazo roto —Me encogí.

—Sí, bueno — suspiró Tex—. Por lo menos ahora, tienes el poder para proteger
a las personas que amas, aquellos que ambos amamos.

—¿Mo? —pregunté.

Él asintió. —Ella no está bien. Quiero decir, ella perdió a su padre, que era un
imbécil, pero nunca vio ese lado de él, reservaba todo eso para Nixon. ¿Y luego a su
hermano? ¿Su gemelo? ¿Puedes imaginar por lo que está pasando ahora mismo?

—No —Me lamí los labios—. He escuchado que es peor para los gemelos, que
no son los mismos… después.
—No quiere hablar conmigo —Tex se golpeó la pierna con su mano—. Sigue
diciendo que está bien, pero creo que sólo está insensible.

—Siempre puedes intentar con amor rudo.

—Sí, ¿y cómo funcionó eso con Trace? Tienes suerte de que no te apuntara con
una pistola o algo así.

Con una risa, tomé otro sorbo de mi bebida.— Es cierto. Pero valió la pena. Al
menos su fuego ha vuelto.

Hubo un momento de silencio y luego Tex dijo—: Sé que la amas.

—Malditamente mucho —le contesté con sinceridad. Era evidente que el


whisky hacía efecto.

—Pobre de ti.

—Si —Removí el hielo en mi vaso y me quedé mirando el suelo—. Se siente tan


mal. ¿Su novia, su título, su dinero? Tiene que ser una broma cruel, ¿sabes?
Simplemente no puedo dejar de preguntarme cómo se desarrollará con Frank y
Luca.

—Pensé en eso, también —Tex se rascó la cabeza—. Dijeron que actuáramos


con normalidad y siguiéramos haciendo lo que estamos haciendo.

—Sí, también dijeron que besara a mi novia, lo que significa que es evidente que
aún no saben que todo era una farsa.

—O tal vez lo sabían —dijo Tex—. Tal vez esa era su manera de darte permiso.

—¿Permiso? —Solté un bufido—. Permiso para besar a una chica que, cada
maldita vez que toco sus labios, se imagina que soy Nixon. Hola, Chase, te damos la
bienvenida a un infierno en vida. Oh, espera, he estado acampando allí desde hace
meses.

—Sólo decía.

—Sí, bueno, deja de decirlo —Me levanté de mi asiento—. Vamos a ver a las
chicas. Tengo que salir de aquí.
Me encontré con papá y le dije que me iba.

—No puedes irte —Me agarró del brazo—. Hay cosas que tenemos que discutir.

—Entonces probablemente deberías esperar hasta que no esté tan borracho. —


Tiré de mi brazo—. Mañana. Hablaremos mañana.

—Está bien —Deslizó algo en el bolsillo de mi pantalón—. Hazte un favor y ata


todos los cabos sueltos, cuanto antes mejor.

—¿Cabos sueltos? —Negué con la cabeza—. Todo el mundo está muerto, o ¿no
lo has notado?

—No todo el mundo —Él sonrió y me dio una palmada en el hombro—. Ahora,
haz tu trabajo.

¿Acaba de amenazarme? ¿Y quién diablos sería el cabo suelto?

—¿Listo? —Tex tendió las llaves y las sacudió—. Conduciré yo porque estoy
bastante seguro de que si lo haces tú, veremos a Nixon más temprano que tarde.

—Cierto —Lo seguí por la puerta.

Una vez que estuve en el coche, saqué el sobre de mi bolsillo. Dentro había una
foto de Mil con la cara tachada en rojo. Y a continuación, una imagen de Nixon y
Trace. Ambos sonriendo con feas marcas rojas en toda la cara.

—¡Detente! —grité.

—¡Estamos en la autopista! ¡No puedo detenerme exactamente! —gritó Tex en


respuesta.

—¡Detente o que Dios me ayude voy a saltar fuera de este maldito auto!

—Mierda… —El auto se sacudió mientras Tex lo detenía, maldiciendo todo el


camino.

Abrí la puerta y vomité.

—Ah infierno —refunfuñó Tex—. ¿Tenías que beber tanto?

—No es el alcohol —Me limpié la boca—. ¡Tenemos que volver a la casa, ahora!

Saqué mi movil y marqué el número de Trace. Responde, responde, responde.


—¿Hola?

—¡¿Trace?! —grité.

—¿Sí?¿Qué pasa?¿Cómo te fue?

—Cierra las puertas.

—Están cerradas.

—Trace, yo… —Agarré la puerta del auto con la mano libre—. No le abras la
puerta a nadie, ¿de acuerdo? No me importa si es el Papa que ha decidido bendecir a
nuestra familia entera de repente. Permanece en el interior. Tienes que esperar a
que nosotros lleguemos, ¿de acuerdo?

—Está bien. Me estás asustando, Chase.

—Bien. Debes tener miedo, porque estoy cerca de cinco segundos de volverme
loco.

—Eso no es bueno —dijo al mismo tiempo que Tex dijo—: Ya enloqueció.

—Sólo… estaremos en casa en diez —Terminé la llamada y cerré mi mano


contra el asiento.

—Cálmate. ¿Qué demonios te pasa? —preguntó Tex.

—Quería a Nixon muerto.

—¿Quién?

—Mi padre.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque quiere que mate a Tracey.


Capítulo 38
TRADUCIDO POR PILI / CORREGIDO POR KARLIX

T
ex pisó los frenos repentinamente, luego debió haber comprendido que
estábamos en la autopista, porque aceleró de nuevo.

—¿Cómo sabes eso?

¿Un mal presentimiento? No lo sabía. Demonios, todos los indicios apuntaban a


mi padre asesinando a Nixon, pero eso sería imposible, ¿no? Eso significaría que
Luca no había sido, y por otra parte, él lo había admitido.

Mierda, las cosas se complicaban.

¿Qué podría ganar mi padre si yo ataba todos los cabos sueltos? ¿Qué cabos
sueltos?

—Te lo mostraré cuando entramos en la casa Abandonato sin recibir disparos.

—Es justo —Tex exhaló y maldijo una vez más mientras conducíamos el resto
del camino hacia la casa.

Una vez dentro, sacamos las armas y dimos instrucciones a los hombres de
porqué debían doblar la seguridad hasta que dijéramos que estábamos seguros otra
vez.

Active todas las alarmas en el exterior y me aseguré de que mi arma estuviera


cargada, dos veces.

Trace, Mo y Mil nos esperaban en la sala de recreo. Todas ellas estaban sentadas
alrededor de la tele de pantalla plana.

Al momento en que Trace me vio, corrió a mis brazos. Mentiría si dijera que no
lo necesitaba más que respirar.

—¿Qué ha pasado? —Tomó mi mano derecha y me arrastró sobre el sofá. Se


detuvo de repente y liberó mi mano como si le quemara—. ¿Chase?

Se dio la vuelta y sus ojos se empequeñecieron. Echó un vistazo en mi mano. Yo


la coloque detrás de mi espalda.
—En algún momento descubrirán por que todo el mundo va a llamarte «señor»,
Chase —dijo Tex detrás de mí.

Mo comenzó a llorar suavemente sobre sus manos. Por lo menos ella


finalmente estaba mostrando algo de emoción, también. ¿Nuestras vidas volverían a
ser normales?

Mil me obsequió con una lastimosa mirada que las chicas dan a los chicos
cuando se compadecen de ellos pero no quieren decirlo en voz alta, no sea que eso
les haga sentir menos hombres.

Y Trace. Trace solo miraba hacia mi mano.

La traición envolvió sus rasgos y luego el entendimiento. —Su anillo.

—No tuve opción —susurré.

—¡Qué diablos hiciste! —Mo gritó desde el sofá—. ¡Estoy tan enferma y
cansada de que los chicos digan que tú no tenías otra opción! ¡Esta familia, no son
nuestros dueños! ¡No son nuestros dueños, Chase! ¡Puedes escapar, puedes correr!
¡Esto no tiene por qué ser nuestro destino!

Me restregué la cara con mis manos y gemí.

—Pero lo es —dijo Tex, tirando de Mo hacia ella para un abrazo—, porque


nacimos en ella. Cuando naces en algo como esto, el único modo de irse…

—Es morir —finalizó Mil.

La sala se quedó en silencio

—Trace, necesito hablar contigo sobre esa noche, la noche en que Nixon se fue.

Su rostro se puso rojo cuando se sentó en el sofá y empezó a hurgar en sus


manos. —¿Qué necesitas saber?

—¿Nixon dijo algo? ¿Te dio alguna pista sobre lo que estaba haciendo?

Trace meneó la cabeza. —Me dijo adiós, pero pensé que se refería a que él se
iba por un tiempo. No tenía ni idea. Quiero decir ¿cómo iba a saber que iba a hacer
eso?

—Mierda —Me recosté sobre el sofá y jugué con el anillo en mi dedo.

—Pidió un favor.

Era seguro de decir que no había posibilidad en el infierno que quisiera conocer
sobre el favor que le había pedido a ella.
—El Diario de mi abuela —Entrecerró los ojos —. Dijo que lo tenía que tomar en
préstamo, pero también dijo que lo devolvería.

Me levanté de mi lugar en el sofá y corrí por el pasillo seguido por alguna otra
persona de la habitación. Corrí al cuarto de Trace y comencé a buscar los diferentes
estantes por el diario. —¿Dónde lo pondría?

Trace entró detrás de mí y comenzó a buscar donde yo ya había buscado.

—No, espera —La detuve—. ¿Qué más te dijo? Piénsalo. ¿Te dio alguna pista?

Trace suspiró y puso sus manos sobre su boca. De sus ojos brotaron lágrimas. Se
acercó a la cama y retiró las sabanas.

Mil, Tex, y Mo entraron en la habitación.

Trace suspiró y levantó la almohada de su cama.

Y ahí estaba.

El diario.

Y había una nota en él.

Trace lo recogió y lo puso sobre su pecho. —Me dijo que lo pondría lo más
próximo a mi corazón, donde él quería estar.

—¿En tu cama? —dijo Tex detrás de nosotros.

Yo sabía. Aunque Tex no lo supiera. Su cama —él se refería a la noche que ella le
dio su corazón— la noche que tomó todo de ella.

Sólo para darle algo de ella de nuevo.

¿Por qué demonios tuvo que morir y ser tan noble, incluso en su muerte?

Punto para Nixon. —¿Qué dice?

Arrancó la nota del diario y estrechándolo en su mano lo leyó—: Recuerda lo que


dije, es sólo un adiós por ahora. Tienes que confiar en mí. Escucha a Chase. Él te
protegerá mientras yo no pueda. Y por el amor de Dios lee el maldito diario. He tenido
que tirar algunas páginas de él. Más secretos de familia y todo eso. Pero asegúrate de
leer el diario con sólo aquellos en los que confías. Esto no se puede caer en manos
equivocadas, porque es la única evidencia que tenemos.

—Bueno —Aclaré mi garganta—. No fue críptico, en absoluto.

—¿Por qué está hablando como si estuviera observando? —susurró Trace,


trazando la nota con sus dedos.
—Porque así es —respondí—. Siempre estará con nosotros.

Mentiría si dijera que no era un poco sospechoso. La nota se escribió en tiempo


presente. Una vez más él no sabía qué se iba a morir, y podría haber ordenado a
alguien que devolviera el diario si él no podía.

Pero el pensamiento me molestó. Porque había estado en un ataúd cerrado, y


las cosas se complicaban demasiado. ¿Qué si…? Odiaba el «qué si» casi tanto como
odiaba la palabra «arrepentimiento».

Trace asintió con la cabeza y me entregó el diario. —Creo que deberíamos ir a


leerlo. No quiero hacer enojar a Nixon.

—Sí, probablemente nos perseguiría —resopló Tex.

Incluso Mo y Mil se rieron.

Decidimos ponernos ropa cómoda y reunirnos en la sala de recreo en media


hora. Puse el diario en la cama de nuevo y me senté.

—¿Qué haces? —preguntó Trace, cerrando la puerta para que así tuviéramos
intimidad.

—Tratar de seguir el rápido latido de mi corazón. Juro que si otra cosa va mal
me voy a ocultar en tu armario y taparme los oídos.

—Me tengo que cambiar.

—Cámbiate —Me encogí de hombros.

Trace sacó su cadera poniendo la mano sobre ella. —Bien —Agarró su ropa,
entró en el vestidor y cerró la puerta.

—¡No juegas limpio! —grité.

Abrió la puerta un poco y tiró su ropa descartada en mi cara. Muy divertido.

Después de algunos minutos (durante los cuales juro que la oí caer y maldecir)
apareció en una sudadera y leggins negros. —Estoy lista.

—Debería ir a cambiarme, también.

Asintió con la cabeza y luego mordió su labio.

—¿Qué?

—Nada. No es nada.

—Trace, nunca es nada contigo. Juro que de verdad puedo oír tu cerebro
haciéndose daño a sí mismo. ¿Qué pasa?

—¿Tu tatuaje? —Asintió hacia mi pecho—. ¿Qué significa?

Me reí. —¿Cuál?

Apuntó al lado izquierdo de mi pecho. —Ese. Las letras están en italiano.

Lentamente me desabroche la camisa y tiré de ella a un lado. —Dice hermanos


de sangre, Fratelli por patto di sangue.

—Nixon —Acarició las letras en mi pecho—. Tenía uno también.

—En el mismo lugar. Pero creo que ya lo sabías.

Asintió.

—Debería irme.

—De acuerdo.

Me paré y salí de la habitación, sabiendo muy bien que si me quedaba, haría algo
irreversible. Se merecía algo mejor que eso, y por primera vez en mi vida estaba
empezando a pensar que yo también lo hacía.
Capítulo 39
TRADUCIDO POR PILI // CORREGIDO POR KARLIX

N
os tomó una hora averiguar sobre lo que Nixon había escrito. Miré la
escritura y tuve que pestañear varias veces para entenderlo. ¿Podría
ser cierto?

—Mierda —suspiró Tex —. Realmente no sé qué decir ahora mismo.

Los ojos de Mo se llenaron de lágrimas.

Mil no parecía sorprendida en absoluto, pero la muchacha era imposible de


sobresaltar. Quiero decir, era la hermana de Phoenix y todo esto. La chica era dura
como una roca.

Trace se escabulló lejos de mí. No la culpé. Yo también me alejaría de mí si fuera


ella.

—¿Cómo sabemos que esto es cierto? —Señale ofendido al diario y maldije—.


Quiero decir, es una locura, ¿no?

Mo se perdió. Comenzó a llorar y luego me abordó en el abrazo más apretado


que nunca había sentido en toda mi vida.

No la culpo.

Ella había sido más que una simple prima, había sido como una hermana para mí
toda mi vida, y ahora finalmente sabía por qué lo había sentido así.

La Madre de Nixon había tenido una aventura con mi papá. Nunca fui hijo de mi
padre. Esto significaba que mi supuesto tío, el padre de Nixon, era mi padre. El
hombre que me llamó monstruo cuando era un niño pequeño… sangre de mi
sangre. ¿Cómo de malo era esto?

Así que básicamente mi verdadero padre estaba muerto.

Debido a que ambas esposas habían mentido.

Ambas esposas lo hicieron así para vengarse la una de la otra.


Cuando mi mamá se enteró de la traición de Tony, ella había ido a por el padre
de Nixon, quien era mi verdadero padre.

La madre de Nixon había estado enamorada de Tony. Tuvieron un romance


durante dos años y luego apareció Mo y Nixon. Gemelos.

Nadie lo hubiera sabido excepto que el padre de Nixon tuvo sospechas y pidió
una prueba de paternidad.

En el minuto que la verdad fue descubierta ambas mujeres estuvieron jodidas.

Y las dos murieron por ello.

Liberé a Mo y suspiré. —Todavía no explica cómo los padres de Trace murieron.

—No —Mo limpió sus ojos—. Pero eso explica muchas cosas ¿Por qué tu padre
guardo esto de ti? ¿Por qué lo mantendría como un secreto? ¿Por qué ordenaría a
Nixon llamar tío a Tony cuando en realidad era su padre? ¿Por qué dejaría que su
hermano golpeara a su hijo? Y encima de eso… —Hipó—. Nos han mentido durante
toda la vida. ¿Cómo sabemos en quién confiar?

Cuánto más lo pensaba me resultaba más grave. Ella tenía razón. El verdadero
padre de Nixon—mi padre, Tony— había estado presente y viendo cuando su hijo
era golpeado y no hizo nada.

Una cosa era segura: Mi padre, tío o quién demonios quiera que sea, era un
monstruo. Y estaba ocultando algo. Iba a sacárselo o matarlo con mis propias
manos. Nunca me había sentido relacionado con él, nunca sentí que fuéramos
cercanos. Y ahora sabía por qué.

Ambos hombres nos habían guardado secretos, ¿pero por qué?

—Necesito un poco de aire —Hui de la habitación y corrí fuera. Algunos


hombres me miraban como si hubiera perdido la cabeza.

Para ser justos, estaba más allá de simplemente perderla y de camino a la


locura.

—¡Chase! —Trace corrió fuera de la casa en uno de mis abrigos y se detuvo


delante de mí—. ¿Estás bien?

—¡No, no estoy bien! —grité—. ¿Cómo diablos se supone que voy a responder a
eso? ¡No era sólo mi primo! —El aire frío tocó mi cara—. Él siempre fue como un
hermano para mí, me dio todo y yo…

—¿Qué?
—¡Lo tomé todo de él! ¡Todo!

—Chase —advirtió Trace—. Los hombres. No sabemos en quién podemos


confiar. No podemos pelear… no ahora.

—Shh —La empujé cerca—. Alguien está observando. Puedo ver su sombra,
quédate cerca —susurré—. Y sígueme la corriente —Pudo haber sido uno de
nuestros hombres, pero empezaba a convertirme en un loco paranoico cuando se
trataba de todo el mundo, especialmente teniendo en cuenta mi conversación con
Tony. ¿Qué pasa si ellos trabajaban para él? ¿Qué pasa si su lealtad no para mí? La
sombra se movió y luego desapareció detrás del edificio.

Tiré de Trace más cerca y bese su frente, haciendo uso de la palabra. —Te
quiero. Necesito estar contigo, Trace. Que Nixon no esté me está matando.

—Chase, no puedes…—Trace meneó su cabeza—. No puede ser así. ¡No


podemos hacer esto!

—No hacemos nada —dije en voz baja, alcanzando la mano de Trace—. ¿No? —
Miré directamente a la sombra, rezando a Dios que no estuviese alucinando, quiero
decir, hace dos segundos estaba bastante seguro de que había muerto o algo así. —
¿No te sientes igual? —Miré por encima de la cabeza de Trace hacia la sombra y
luego de vuelta a Trace.

Ella tiró de su mano lejos de mí. —No importa lo que siento. No es por mí,
Chase.

—Pero esto lo es —Me acerqué a ella otra vez. Esta vez su mano se quedó
firmemente en la mía. Ella tenía que seguir aparentando o iba a morir. Ella no lo
sabía, pero yo lo hacía. Porque había visto que mi padre nos observa desde la
esquina de la casa. Es decir, que él tenía que creer que acataba lo ordenado, que
seguiría con su asignación.

—No —Suspiró el Trace—. Nunca lo fue.

Tiré de ella hacia mí otra vez. Cayó contra mi pecho y levanto la vista hasta mis
ojos. —¿Qué haces?

Suspiré. —Lo que debería haber hecho hace mucho tiempo.

La besé, duro y luego deslicé mi boca a su oído para susurrar—: Voy a disparar
mi arma. Esto es muy importante. Necesito que te recuestes contra mí, ¿de acuerdo?

Asintió con la cabeza y se aferró a mi camisa mientras disparaba mi arma hacia


un lado de su abrigo, haciendo un sonido sordo que resonó en el aire nocturno.
Trace cayó sobre mí.

Con una maldición, la levanté y la llevé dentro.

Los hombres miraban y con la esperanza de que también estuviera mi padre.


Pensaría que había atado un cabo suelto. Curiosamente, esto podría hacerle jugar
perfectamente en mis manos.

La cosa enferma era, que tanto como había pedido a todos mis hombres que la
protegieran, nadie corrió a mi lado cuando le disparé, nadie parpadeó. Mi familia
oficialmente apestaba.

Cuando llegamos a la cocina le dije que se arrastrara por el pasillo y entrara en


su habitación, cerrara la puerta hasta que yo le dijera que todo estaba seguro. Cerré
las persianas de las ventanas y saqué mi cuchillo y me hice una tajada en mi brazo
para tener sangre real en mis manos. Unté mi camisa, usando tanta sangre como
podía, y a continuación me vendé.

Un golpe sonó en la puerta.

Si era mi padre, el justo castigo iba a pasar mucho más pronto de lo que pensé
en un principio.

Para mi absoluta conmoción y sorpresa y más probable mala suerte, fui


noqueado al suelo por un puño en la cara.

—Tu hijo de puta. Juro que te mataré si de verdad le disparaste a su perfecto


cuerpo.

—¿Nixon? —Me quedé boquiabierto.

—No. Soy un ángel de la muerte que viene a llevarte a tu creador, cretino, claro
que soy yo.

—P-p-pero…—tartamudeé.

—No tenemos tiempo. Tenía que asegurarme de que realmente no le


dispararon. Tienes suerte de que haya visto al tío Tony o te habría disparado en el
lugar. Y echado todo a perder. Bonito anillo, por cierto.

—Estoy muerto —Revisé mi cuerpo por heridas de bala y lo que recibí fue otro
golpe en la mandíbula.

—¿Responde eso a tu pregunta? —Nixon inclinó su cabeza a un lado—. ¿O


necesitas que haga las cosas más claras?

—Todavía un cretino.
—Aún más como un hermano que tú primo, ¿no crees?

Me quedé helado.

—Mira, no puedo quedarme. No debería estar aquí. Sólo necesitaba


asegurarme de que te habían hecho jefe… ¿Qué dijo el Tío Tony esta noche?

—Que me merecía tu lugar, oh, bien y me dijo que atará los cabos sueltos.

—Trace —Nixon maldijo.

—Sí, Nixon. ¿Qué está pasando?

—Sólo actúa normal —Marco el paso frente a mí—. Yo ya estoy muerto, ¿de
acuerdo? Pero ustedes… están vivos, ¿entiendes? Si esto sale mal…

¡Ay! Mierda! Me decía lo que no quería saber. Si todo salía mal, y el moría, él no
quería que Trace le llorara de nuevo.

—Pero cómo están Luca y el Sr. Alfero…

—Lo siento. Aquí es donde termina nuestra conversación. —Nixon levantó su


mano hacia mi cabeza y todo se volvió negro.
Capítulo 40
TRADUCIDO POR MEW RINCONE // CORREGIDO POR KARLIX

l tiene suerte como el infierno que no le haya sacado la mierda. —Golpeé la

É mesa con mi puño y maldije.

—Nadie dijo que estar muerto fuera fácil —dijo el abuelo de Trace
riéndose entre dientes.

—No me gusta esto.

—Es la única forma. Muy inteligente también, podría añadir —Tomó un sorbo
de café y tamborileó los dedos sobre la mesa—. No pasará mucho tiempo a partir
de ahora.

—Ya ha sido demasiado tiempo —me quejé—. Si esto no funciona, si me he


equivocado, si Phoenix y Mil están equivocados…

—Si, si, si. Deja de preocuparte, te va dar una ulcera. Al menos lo hice rápido —
dijo Luca entrando en la habitación—. Directo en la cabeza, justo como pediste.

—Que… amable —murmuré.

—Estoy para complacer.

—No, estás para matar —dijo Frank.

Luca se rió entre dientes. —Eso también. Ahora, ¿qué descubriste en tu


pequeña misión de espionaje? Todo está yendo bien, ¿no?

Si bien significaba que tenía que sentarme y ver como Chase tomaba el control
de mi vida y se estaba enamorando cada vez más de mi novia, entonces sí, aquello
iba fantástico. Me incliné hacia adelante y me serví otra taza de café. —Él ordenó
un golpe contra Trace.

Frank se apoderó de la mesa. —Ese mentiroso pedazo de…

—Tranquilo —Luca levantó la mano—. ¿Y?


—Y, Chase sabe que el tío Tony no es su verdadero padre. Dejé suficientes
pistas y ellos claramente leyeron el diario.

—Así que… —Luca cruzó sus brazos—. Todos los cabos sueltos se han atado,
¿no?

—Sí.

—Entonces esperemos —Frank tomó otro sorbo de café.

—No me gusta esperar —Quería golpear mí cabeza contra la mesa un millón de


veces.

—Anímate —Luca sacó un cigarrillo y me lo entregó—. Si tienes razón en tus


suposiciones, lo estarás celebrando con tu novia el fin de semana —Eso era si ella
todavía me amaba… más que a él. Después de todo, yo la había dejado de nuevo. Y
Chase, él había estado allí todo el tiempo.

—¿Y si estoy equivocado?

—Entonces iremos a pescar en el Lago Michigan —Usando mi cuerpo como


cebo, sin duda. Me encantaban los futuros sombríos. En realidad, eran los que me
ayudaban a pasar mi monótona vida.

Infiernos, necesitaba un trago, pero me había estado manteniendo sobrio solo


en caso de que se me necesitara. Mierda, pero mi cuerpo estaba completamente
exhausto. La única cosa que ayudaba era mi teléfono.

¿Quién hubiera sabido que sería tan adicto a la tecnología?

¿O ella?

Lo había puesto en modo avión, de modo que no podía recibir llamadas. Pero
podía ver mis fotos.

Mi pulgar se movió sobre la foto que le había tomado a Trace en nuestra


primera cita. La había llevado a un picnic. Si ella hubiera resultado ser una chica
normal y no la niña con la que crecí, me habría enamorado igualmente.

Aún así la desearía.

Porque ella era tan malditamente especial. Ella era… mi otra mitad. Ella no
tomó mi mierda como la mayoría de la gente haría y se veía genuinamente
preocupada. Cuando ella me tocaba… bueno, algunas veces aquello se sentía como
si todo estuviera bien en mi mundo. Y necesitaba esa paz más de lo que me gustaría
admitir.
Tal vez me estuviera aferrando a una fantasía. Era posible que ella volviera o que
se alejara de mí. Y cuando llegara ese momento, si esa era la decisión que ella quería
tomar, se lo permitiría. No porque quisiera dejarla ir, sino porque la respetaba
demasiado como para obligarla a quedarse cuando lo que quería era irse.

Realmente creo que el sacrificio más grande que alguien puede hacer en su vida
es poner las necesidades de otra persona antes que las suyas propias y deseos.
Amar a alguien con tal pasión que no te importaría sufrir el resto de tu vida solo
para poder verles sonreír. Irías al infierno y volverías, aunque aquello solo significara
mantenerlos a salvo.

Ella era mi Julieta, y maldita sea si no quería que la historia terminara de otra
manera. Quería que ella tuviera una vida, incluso si eso significaba que estuviera
lejos de mí.

Vi un par de botas y unos pantalones rotos y miré hacia los ojos de Phoenix. —
¿Qué?

—Nada —se sentó—. Yo solo… —Con un profundo suspiro, se inclinó hacia


adelante—. Quería disculparme de nuevo. Lo entiendo, no merezco tu perdón y te
aseguro que no me merezco tu protección o alguna otra cosa. Sé que la única cosa
que me ha mantenido con vida hasta este momento ha sido el hecho de que soy un
jefe de la familia De Lange, e incluso eso casi no pudo mantenerme con vida.

Bajé mi teléfono y me recosté. —No. Nosotros lo hicimos.

—Y mi hermana, no te olvides de ella —dijo Phoenix.

—No puedo incluso si quisiera —suspiré—. Una vez que ella empezó a
contarme todo lo que sabía, lo que tú viste… —negué con la cabeza—. Sabía que
no había otra opción.

—Siempre hay una opción —susurró Phoenix—. Simplemente resulta que eres
uno de los buenos.

—¿Qué quieres decir? —Levanté mi cabeza.

—Sabes lo que quiero decir —Sonrió—. Por mucho que me duela admitirlo, y
por mucho dolor en el culo que hayas sido durante toda tu vida… eres un buen
chico. El que corre de cabeza a la batalla con su espada alzándose por encima de su
cabeza. Eres como el jodido William Wallace —Resopló—. ¿Y el resto de nosotros?
Bueno, si no estamos cegados por los celos, estamos cegados por algo
completamente distinto.

Tragué saliva y me miré las manos. —¿Ah sí? ¿Y que sería eso?
—Esperanza —Suspiró—. Esperanza de que esto no sea siempre así, de que
nuestras familias no vayan a estar siempre en pie de guerra y que, al final, sea
posible que el chico bueno gane.

—¿Y si no lo hace? —Miré mis manos—. Ganar, quiero decir.

—Incluso en tu muerte ganarías, Nixon —Hizo una pausa—. Debido a que


luchaste, y que independientemente del resultado, tu éxito estuvo en tu camino.

Luché contra la emoción en mi garganta. Maldito sea si el estar enamorado no


me estaba haciendo uno de esos chicos que se convertían en un completo y total
perdedor emocional cuando las vidas estaban en juego.

—Gracias —murmuré—. Si no fueras un completo tonto del culo, incluso


podrías gustarme otra vez.

—No hay problema, Y si tú no fueras un completo grano en el culo, yo en


realidad podría aceptar un segundo intento de amistad —Se levantó de su asiento
para alejarse.

—¿Phoenix?

—¿Sí? —Se detuvo y se giró hacia mí.

—Si muero…

—Nixon, no me hagas esto ahora…

—Solo escucha, maldita sea. Si muero… asegúrate que Chase no te mate, ¿de
acuerdo?

Con una sonrisa, Phoenix me saludó y se marchó. —Todos sabemos que Chase
prefiere torturarme que matarme, pero de todas formar me aseguraré de dormir
con un ojo abierto.

—Cierto.

Me quedé solo.

Una vez más. Saqué mi teléfono una última vez y miré la foto de Trace.
Murmuré una oración en voz baja.

—Ya es hora —anunció Luca, caminando de regreso en la habitación—.


Recuerda los términos de nuestro acuerdo. No me gusta la perspectiva de matar a
personas buenas, pero te mataré si eso significa mantener mi nombre al margen de
esta pequeña riña.
—Entendido —Metí mi teléfono de regreso en mi bolsillo y murmuré una última
oración por Trace. Recé para que ella no se sintiera culpable por amarlo, recé para
que ella pudiera dejarme ir, y sobre todo, recé por si se suponía que yo tenía que
morir para salvarla… que Dios fuera justo y me llevara.
Capítulo 41
TRADUCIDO POR MEW RINCONE // CORREGIDO POR KARLIX

J
oder. ¿Me había imaginado toda la mierda? Me desperté en el sofá con una
manta cubriéndome. Mis ojos se acostumbraron poco a poco a la
oscuridad en la habitación.

Mil estaba junto a mí, leyendo.

—¿Qué demonios ha pasado? —Negué con la cabeza un par de veces para


aclararla.

—Te desmayaste. Debió ser por tanta presión —Mil se encogió de hombros—.
Tienes suerte que yo estuviera ahí para atraparte.

—¿Me atrapaste? ¿El metro ochenta que soy? ¿En serio? —Solté un bufido y
luego gemí. Mi cabeza saltó en señal de protesta.

Mil sonrió. —En realidad, te atrapó la mesa y luego aterrizaste en mi bota, lo


cual sigue siendo un atrape, en caso de que te lo estés preguntando —Se puso de
pie y tomó una taza de la mesa—. Aquí, esto debería ayudar.

Tomé un sorbo del caliente líquido y me ahogué. —¿Esto es whisky puro?

—Con limón —Se encogió de hombros y se sentó.

—Le vi, Mil.

—¿A quién?

—A Nixon —susurré.

—No, no lo hiciste —dijo sencillamente—. Lo que viste fue tu imaginación


evocando imágenes de tu mejor amigo muerto con el fin de aliviar la culpa que
sientes por querer meterte en los pantalones de su novia.

Entrecerré los ojos y dije lentamente—: ¿Quién eres tú?


Genial… sin respuesta. Ella estaba oficialmente de vuelta leyendo e
ignorándome otra vez. Lancé una almohada a su rostro. —Y para que lo sepas, no
me siento culpable.

Sus cejas se arquearon y su resoplido fue suficiente para hacerme desear tirarle
mi bebida en su perfecta cara.

¿Qué infiernos?

¿De dónde había venido eso?

Mierda.

Miré mi taza y sacudí la cabeza por tercera vez. Tenía que haberme golpeado
verdaderamente fuerte si de repente estaba encontrando a Mil atractiva.

—Te sientes culpable —dijo sin apartar la vista de su libro—. Sientes como si le
estuvieras robando su vida, pero no te preocupes. Las cosas siempre tienen una
forma de trabajar.

Fue mi turno de bufar y rodar mis ojos. —Sí, dudo que llegue el día en que no
me sienta como el peor amigo del mundo por vivir mientras él no.

Mil se lamió los labios y cerró el libro. —Chase…

—Oh dios mío, ¿Qué le ha pasado a tu cabeza? —Trace corrió a mi lado y pasó
sus dedos por mi sien—. ¿Y en tu ojo?

—¿Mi ojo? —repetí.

Mil se rió detrás de su libro.

—¿Qué demonios está mal con mi ojo?

—Se está poniendo negro y azul —Los ojos marrones de Trace se llenaron de
preocupación mientras tocaba la tierna carne.

—¿Te importaría explicarlo, Mil?

—Nop —Se levantó de su asiento y lanzó el libro sobre el sofá—. Chicos, los
veré por la mañana, va a ser… un día ocupado.

—Es jueves. ¿Por qué iba ser ocupado? —preguntó Trace. —Soy la única con
clase de laboratorio.

—Sólo confía en mí —Nos dio una débil sonrisa y se alejó hacia los dormitorios.

Me rasqué la cabeza. —Levanta la mano si piensas que ella está tramando algo.
Trace y yo levantamos la mano y sonreímos. Agarré la de ella en el aire y la senté
en el sofá conmigo. Nos quedamos así durante probablemente diez minutos antes
de que su pesado suspiro me rogara hacerle la pregunta. —¿Qué tal tu casi roce con
la muerte?

—Genial —Suspiró—. ¿Cómo estuvo mi actuación?

—Demasiado bien —Gemí—. Casi me hiciste creer que te disparé.

—¿Por qué disparaste?

Y ahí estaba.

No sabía lo mucho o lo poco que le podía contar, pero el problema era que ella
estaba involucrada. Necesitaba estar alerta.

Metí la mano en mi bolsillo y saqué la foto que mi padre me había dado esa
misma tarde.

—Mira —Señalé las marcas rojas en el rostro de Nixon, así como en el de ella.

Tomó la foto de mis manos y luego la metió de regreso en ellas como si le


hubiera quemado los dedos. —¿Por qué? ¿Por qué iba él a quererme muerta?

—Cabos sueltos —susurré—. ¿Eres riesgo de fuga? No lo sé, si hubiera estado


consiente la última hora probablemente habría llegado más lejos que hacerme la
misma maldita pregunta.

—Bien, ¿y por qué estabas inconsciente? —Ella todavía estaba en mis brazos,
pero se giró hacía mí. Nuestros labios estaban a solo un suspiro de distancia el uno
del otro.

Yo sabía que lo que había visto era real. Sabía que había visto a Nixon, pero por
alguna razón, tanto Mil como Nixon necesitaban que yo no lo supiera. Y por razones
que sabía que tenía que mantener el secreto, Trace nunca podía saber que había
una posibilidad de que Nixon estuviera vivo, porque si lo estaba, y moría otra vez…

Mierda, ella no podría pasar por eso.

No estaba seguro de que yo pudiera pasar por eso.

El pánico se apoderó de mi pecho cuando levantó la mano y trazó mis labios con
sus dedos. Qué horrible me hacía que mi primer pensamiento era que si Nixon vivía,
iba a perder esto. La perdería a ella. Y no solo por el momento, sino para siempre.
Toda persona entra en pánico cuando se da cuenta, de repente, que sus vidas
van a cambiar, que van a ir en una dirección que nunca vieron venir. Yo me sentía
como si toda mi vida hubiera llevado a este momento.

El destino de Nixon no solo se definía a nuestra familia o la Trace; también


definía la mía. El resultado de todo lo sucedido definiría el resto de mi existencia.

Cerré los ojos y tragué cuando los dedos de Trace cayeron sobre mi mandíbula,
acariciando ligeramente mi sombra de barba, y luego sumergiéndolos en mi pelo.

Gimiendo, mi incliné hacia adelante. Nuestras frentes se encontraron.

—Te amo —susurré.

Ya está. Lo había dicho.

—Yo también te amo —dijo ella demasiado rápido, demasiado simple. No era el
mismo amor. Ella tenía que entender.

—Trace —Mi voz se quebró mientras alcanzaba su mano y la sujetaba con mis
dedos—. No lo entiendes, nunca lo entenderás.

—¿Qué? —Sus ojos se llenaron de lágrimas —. ¿Qué no entiendo?

—Tú. Yo. Nosotros. —Suspiré y besé la punta de su dedo y luego chupé el final
de éste antes de pasar a su siguiente dedo y al siguiente. Ella abrió la boca, pero no
dijo nada. Cuando terminé mi asalto, besé la parte superior de su mano y suspiré
contra ella—. Cuando digo que te amo. No me refiero a la forma en que tú lo haces.
Yo no… soy capaz de amarte de esa manera.

Sus ojos se estrecharon.

Allí no pasaba nada.

—Cuando digo que te amo, me refiero a que te amo tanto que duele estar cerca
de ti, duele estar lejos de ti. Me duele todo el maldito tiempo porque mi estúpido
corazón ha decidido por alguna razón que no puede sobrevivir sin estar a tu lado.
No sé qué demonios me has hecho, pero soy un desastre. Estoy roto por ti y no
quiero ser reparado nunca. Y duele como el infierno, porque cuando me besas, sé
que piensas en él. Cuando yo te beso, lo que veo es a ti, todo lo que siento eres tú.

Una lágrima cayó por su mejilla.

—Cuando me tocas, una parte de mi corazón se rompe, porque en el fondo de


mi mente, siempre soy consciente de que la forma en que me tocas y la forma en
que yo lo siento son dos cosas totalmente diferentes. Trace, te amo. Te amo. Yo…
—Mi voz se rompió—. Estoy enamorado de ti.
—P-pero todas esas veces… —tartamudeó ella—. Pensaba que estabas
bromeando, ¡actuando! quiero decir, ¡eres Chase! Nunca vas en serio cuando se
tratan de esas cosas. Y Nixon… Nixon te mataría…

—Él ya me amenazó con dispararme en la cabeza… créeme. Sé que amarte va a


ser el precio más algo que nunca voy a pagar por algo. Pero Trace, vales la pena el
costo.

—¿Qué estás pidiendo? —Se lamió los labios y miró mis ojos—. ¿Qué estás
diciendo?

Yo iba a hacerlo.

A pesar de que sabía que él estaba vivo.

Iba a pedirlo.

Porque ella se merecía la pregunta, independientemente de lo que pudiera


responder.

—Elígeme —susurré—. Porque, ¿mi corazón? ¿Mi alma? ¿Mi maldita existencia?
Ya han hablado y te quieren, y únicamente a ti… para siempre.

Me sentía como si hubiera corrido una maratón sin comida y sin agua. Mi pechó
se movía con esfuerzo cuando sus ojos buscaron los míos durante un minuto más.
Entonces sus labios tocaron los míos.

Un beso real.

Ella me estaba besando de la forma en que yo siempre había querido un beso


suyo, ella estaba consumiendo mi oscuridad y sustituyéndola por su luz. Y en ese
instante lo supe… nadie podría jamás compararse con ella. Durante mi vida entera
había estado perdido, y ahora me había encontrado.

Moldeé mis labios a los suyos y envolví mis brazos alrededor de ella. Cada plano
de su cuerpo estaba tocando el mío, haciéndome arder con necesidad de más de
ella. Gruñí bajo en mi garganta cuando nuestras lenguas chocaron. Con un tirón,
estuve encima de ella, presionándola en el sofá mientras la sensación de su sabor, y
sus labios, se grababan fuertemente en mi alma.

Todo éramos nosotros. No existía nada más aparte de su beso, su sabor, sus
manos sobre mi cuerpo. Empujé mi cuerpo duro contra el suyo. La necesidad de
mostrarle mi frustración acumulada, todos mis sentimientos, era tan abrumadora
que no estaba seguro de poder controlarme. Amoraté su boca con la mía y no me
importó. Ella tenía que sentirme. Yo necesitaba que me sintiera a mí y solo a mí.
Trace de repente se rompió, o algo se rompió—era como si toda la frustración,
todo lo que ella había estado aferrando—se liberara. Y era como si yo pudiera
físicamente ver a Nixon salir de su existencia.

Besándome, ella lo estaba dejando ir.

Pero ella se sentía demasiado bien como para sentirme culpable. Yo sabía que la
persona que ella estaba dejando ir aún seguía respirando.

Mi rodilla golpeó el control de la TV, encendiéndolo y haciéndome saltar hacia


atrás y mirar sus ojos.

—¿Trace?

Cogió mi cabeza y tiró de mí en otro beso caliente. Su boca se estrelló con la


mía. Me alejé un poco. —¿Trace?

—¿Qué? —Respiró.

Mierda, yo iba a ser ese tipo, ese que solo necesitaba la verdad…

—Tengo que saber algo —Jugué con un trozo de su cabello y cavé con mi mano
en la profundidad de este, el cual caía en cascada a través de mis dedos.

Cerró los ojos y apoyó su cabeza en mí mano. —Cualquier cosa.

—Si él estuviera aquí, si Nixon estuviera aquí… ¿seguiría siendo yo? ¿Estarías
dejando que te besara y te tocara? ¿Seguirías queriendo esto?

Los ojos de Trace se abrieron lentamente y luego un rubor apareció en su


rostro. Poco a poco se lamió los labios y entrecerró los ojos. —Chase, esa no es
nuestra realidad.

—Puedo verte dejándole ir… —Suspiré—. Quieres eso. Puedo sentirlo. Pero
maldita sea si mi curiosidad no lo arruina todo —Sacudiendo mi cabeza, me puse de
pie—. Te sigo amando. Esto no cambia nada. Supongo… —Infiernos—… Supongo
que simplemente lo quiero todo.

Sus ojos estaban tristes cuando levantó la cabeza y suspiró. —Yo también,
Chase. Yo también.

Le tendí la mano y la ayudé a ponerse de pie y caminé con ella por el pasillo. No
dijimos nada mientras nos cruzábamos y nos preparábamos para ir a la cama.

Apagué las luces y me metí en mi improvisada cama en el suelo, colocando la


pistola debajo de la almohada.
Sí, no había manera de que fuera a dormir después de todos esos besos, la
conversación, jodidamente haber sangrado mi corazón por todo el lugar solo para
descubrir que siempre sería el segundo.

La respiración de Trace se hizo pesada, pero mis malditos ojos no podían


cerrarse.

Alrededor de una hora más tarde, mientras estaba contemplado de si debía o no


simplemente quedarme despierto toda la noche, ella se agitó.

—¡No! ¡No lo hagas! —Sacudiéndose en la cama, Trace dejó escapar un


gemido—. Por favor, Nixon. ¡No! ¡No! ¡No te vayas! ¡No lo hagas!

Mi corazón se rompió. Rápidamente me lancé sobre la cama y tiré de ella a mis


brazos. —Shh. Trace. Está bien. Estás a salvo. Está bien.

Por un momento, solo se sentó allí y entonces se relajó. —No está bien —Su voz
era débil y ronca—. La única cosa que estaría bien sería que Nixon aún viviera —Se
dio la vuelta en mis brazos y me besó brevemente—. Pero tienes razón.

Fue mi turno para tensarme.

Trace agarró ambos lados de mi cara con sus manos. —No es justo para ti ser un
segundo —Sus ojos se llenaron de lágrimas—. Él se ha ido. Tú estás aquí, Chase.
Siempre has estado aquí.

Tragué saliva.

—Tú —Colocó un tierno beso en mi boca—. El primero, Chase. Quiero que seas
el número uno. Te elijo a ti.
Capítulo 42
TRADUCIDO POR MEW RINCONE // CORREGIDO POR KARLIX

L
a luz de la luma iluminaba el rostro lagrimoso de Trace mientras se
sentaba en mi regazo en la cama. —Di algo, Chase.

—Duerme —Toqué mi frente con la suya—. Los dos estamos


cansados y emocionales. Vamos a dormir e ir al laboratorio mañana… conseguir tu
café y tratar de ir por la vida como de costumbre.

—¿Tú y yo? —Trace delineó mi mandíbula con su dedo índice. Sus ojos estaban
cargados de agotamiento.

—Hablaremos por la mañana —Suavemente me acosté en la cama y levanté mi


brazo para que descansara sobre mí.

Ella suspiró y apoyó su cabeza en mi pecho. En cuestión de segundos su


respiración se había profundizado. Yo seguía mirando el techo, preguntándome
cómo demonios iba a explicárselo a Nixon—eso si él sobrevivía—que había tomado
de él lo único por lo que él realmente vivía.

La luz del sol se asomaba por las ventanas. El brazo de Trace estaba cruzado
sobre mi pecho. Tracé pequeños círculos a lo largo de él, contento con solo
observarla mientras dormía, sabiendo que en mis brazos estaba a salvo… de todo.

La puerta se abrió de golpe.

Allí estaba Tex. Pensé que más le valía que tuviera una buena razón para
interrumpirnos. Sus ojos escanearon la cama y luego el suelo donde normalmente
yo dormía y luego de regreso la cama. Tragó y parpadeó un par de veces, aún sin
decir nada, pero las palabras no eran realmente necesarias. Él lo tuvo que saber. Era
evidente por la manera que nos aferrábamos el uno al otro. Todo el mundo estaba
siguiendo adelante, maldita sea si no dolía como el infierno seguir creciendo, seguir
adelante.

Tex dio un paso en la habitación. —Sólo quería saber si querían café. Mo está
haciendo el desayuno y… bueno, solo parecía que sería bueno que todos
comiéramos juntos, como solíamos hacer antes… —Su voz se fue apagando.
La culpa me invadió de nuevo.

Pero era incapaz de decir algo para hacérselo fácil. —Claro hombre, sólo danos
unos minutos, ¿de acuerdo?

—Está bien —Salió de la habitación—. Si te sirve de consuelo, yo sé que la


amas.

Sus palabras hicieron que mi mano se detuviera, helada. La culpa creció y creció.
—Lo hago. La amo.

—Así lo hizo él —Tex asintió y salió de la habitación. Y yo estaba oficialmente


agotado. Estaba con tiempo prestado de cualquier manera. Y así lo estaba Trace,
solo que ella no lo sabía.

—Oye —susurré en su pelo—. Dormilona. Tienes que levantarte. Tienes


laboratorio con Luca y tal vez estoy siendo demasiado optimista de que vayas a
quemar todo el edificio.

—Yo no quemo cosas —se quejó ella—. ¿Qué hora es?

Levantó la cabeza y parpadeó un par de veces, como si tratara de hacer menos


difusa la imagen de mi cara.

La respiración se enganchó en mi pecho. Era tan hermosa. Sus ojos dorados


marrones se clavaron en los míos mientras un mechón de su pelo caía sobre su
rostro. No podía encontrar las palabras. En serio me sentía como un idiota porque
me quedé totalmente sorprendido ante ella como si hubiera acabado de perder la
cabeza.

—¿Chase? —Entrecerró los ojos—. ¿Estás bien?

No. Me estaba muriendo. Realmente muriendo por dentro… ¿Cómo iba a poder
seguir sin ella en mi vida? ¿Sabiendo lo que era despertar con ella a mi lado? De
tenerla en mis brazos. El familiar dolor se disparó a través de mi pecho, pesando
tanto como si acabara de ser enterrado bajo el océano.

—Um, sí, sólo estoy cansado. Roncas, por cierto.

Frunció el ceño. —Suenas como Nixon.

La habitación se quedó en silencio. No sabía qué hacer para que fuera mejor,
por lo que sencillamente me encogí de hombros y me reí.

—Bueno, éramos más como hermanos.

Y mierda. Era como si en realidad no hubiera pensado en eso hasta ahora.


Infiernos. Primos con algún jodido parentesco que casi nos hacía quedar como
hermanos. Ambos enamorados de la misma chica. Raro, porque era como si
compartiéramos padres, también, o ellos se compartían entre sí, como sea que
quieras verlo. Tenía que haber una ley sobre eso, o decir algo en la Biblia sobre ser
condenado al infierno por codiciar a la novia de tu primo. El mismo primo que
técnicamente parecía infernalmente mucho más ser tu hermano y quién
emparentaba con tu verdadero padre. Mierda, esto era un desastre. Por el lado
positivo, al menos Nixon y Trace no habían casado. Claro, porque eso lo hacía
menos horrible.

—Voy a ir a la ducha, ¿de acuerdo? —Trace interrumpió mis oscuros


pensamientos y se dirigió hacia el cuarto de baño. Agarré mis cosas y fui al baño del
pasillo. En quince minutos estaba listo para salir. Me había puesto mi uniforme de
Eagle Elite, pantalones negros con una camisa blanca de botón alto, chaleco rojo y
chaqueta, y me dirigí directo a la cocina. El olor de salchichas y huevos me golpeó.

—Hey, Harry Potter, me alegro de que hayas podido venir —dijo Tex desde la
mesa.

—Te has estado guardando esa por cuatro años, ¿no es así? —Negué con la
cabeza—. Lamentable y esto no se parece en nada a Harry Potter. No seas un idiota
sólo porque no tienes que ir a clase los jueves.

Él se río.

Cogí un vaso de jugo de naranja y me senté.

Mil estaba leyendo el periódico en la esquina, aún en pijama. —Tú ojo se está
curando —señaló ella sin levantar la vista del papel.

—No gracias a ti —Agarré un pedazo de pan tostado—. Tengo suerte de haber


sobrevivido.

—¿Sobrevivido a qué? —preguntó Mo desde la cocina y lego me miró—. ¡Santo


cielo! ¡Qué pasó!

—La gente realmente debería aprender a no beber y caminar al mismo tiempo.


—Eso vino de Tex.

Mirando a Tex, le respondí a Mo—: Al parecer, me caigo sobre las mesas y


mierda.

—Deberías tener más cuidado —Mo puso un plato de comida delante de mí.

—Claro —contesté—. Seré más cuidadoso la próxima vez que esté entorno a
una mesa llamada Mil.
—¿Eh? —preguntó Mo.

—Nada —Mil sonrío dulcemente a mí hermana y luego me dio una furiosa


mirada. Le sonreí y tomé otro bocado de pan tostado.

—Oh dios mío, eso huele increíble —Trace entró en la cocina y de inmediato
empecé a asfixiarme.

—Amigo, mastica la comida —Tex dio unas palmaditas a mi espalda y me


ofreció un vaso con agua pero negué con la mano.

El agua no ayudaría. Necesitaba un maldito RCP13.

Hermosa. Maldita sea, ella era tan malditamente hermosa que dolía mirarla. Su
cabello castaño claro estaba en una coleta alta y, por primera vez en dos días, su
uniforme parecía planchado, limpio, perfecto en su cuerpo.

¿Y lo mortal?

¿La parte que me tenía listo para saltar de mi silla y pegar a esa chica perfecta
contra la pared y besarla hasta dejarla sin sentido?

Estaba llevando las botas.

Mis botas.

Las que yo le había dado.

Sonreí mientras enseñaba una pierna en busca de aprobación.

Haciéndome un guiño, cogió un plato de Mo y se sentó a mi lado. El olor a coco


flotó de ella directo a mi espacio aéreo. Estaba hambriento de ella. Me incliné hacia
ella y puse mi mano sobre su rodilla desnuda.

Comimos con el resto del grupo.

Las cosas eran casi normales.

Excepto que no lo eran. Lo cual me lo recordó el momento en que abrí la puerta


para salir, sólo para encontrarme con que todos y cada uno de los hombres que
había puesto a vigilar la casa… se habían ido.

—¿Qué demonios? —Marqué el número de mi padre. Necesitábamos a esos


hombres para llevarnos a la escuela sin que nadie viera a Trace. Mi padre era el
único que sospechaba que ella estaba muerta y yo estaba tomando un riesgo
enorme dejándola seguir con su vida.

13
Reanimación Cardiopulmonar
Necesitábamos un transporte. Y teníamos que ser capaces de colarla dentro y
fuera de sus clases, no porque la educación universitaria fuera demasiado
importante, sino porque Nixon había dicho específicamente que siguiera con la vida
como hizo Luca. Además, la última cosa que necesitábamos era que Tony apareciera
en la casa ahora que mis hombres habían desaparecido. La escuela era
probablemente el único lugar al que no iría a husmear.

El teléfono sonó y sonó.

Finalmente, mi padre contestó. — Chase, estoy un poco ocupado ahora mismo.

—Mis hombres —ladré al teléfono—. ¿Dónde están?

—Hijo, no tengo ni idea de lo que estás hablando.

—Claro —Me reí—. Vamos a intentarlo de nuevo. Tú trabajas para mí. Soy tu
jefe. Si no tengo mis hombres de vuelta en una hora, voy a llevar mi culo
personalmente a tu casa y a golpearte la cabeza. ¿Lo has pillado?

Mi padre hizo un sonido ahogado, como si se estuviera riendo de mí. —Estás


actuando como un niño otra vez.

—Sí —susurré—. Siendo un niño y realmente ser capaz de conseguir hacer la


mierda en lugar de quedarme en casa como un completo inútil. Lo digo en serio.
Hice lo que pediste anoche, pero esto es el colmo. O me quieres en el poder o no.

Él suspiró profundamente en el otro extremo de la línea. —Es complicado,


Chase. No estoy seguro, no en casa, necesito seguridad extra. Por si acaso.

Me quedé en silencio durante un momento. —¿Alguien te ha amenazado?

No había duda de que Nixon estaba husmeando alrededor.

—No exactamente —Se aclaró la garganta—. Es solo que… ya sabes lo que


pasa cuando se bebe mucho y…

—¿Y? —pregunté.

—Nixon —Mi padre se echó a reír—. Podría haber jurado que vi a Nixon, pero
en su lugar, era el chico De Lange. Quiere hacer un trato.

Las cosas se estaban poniendo interesantes. —¿Ah, sí?

—Iba a hablar contigo…

—Es tu día de suerte. Estás hablando conmigo ahora. ¿Qué quiere Phoenix?
—Dinero —soltó mi padre—. Quiere dinero y entonces desaparecerá para
siempre. Pero lo que pasa, Chase… es que yo no tengo acceso a los fondos que
usamos para los sobornos. Necesito que tú hagas el retiro.

Que hijo de puta. Mi propio padre me iba a traicionar. ¿Creía que yo era tan
estúpido? El jefe nunca hacía el retiro. No, a menos que el quisiera conseguir: A) Un
tiro, o B) ser marcado por los federales.

—Hmm… —Hice una pausa y articulé a Tex que consiguiera el coche—. Está
bien. Conseguiré el dinero. ¿Para cuándo lo necesita Phoenix?

—Esta noche.

—Por supuesto que sí —le dije—. Está bien. Iré por el dinero. Vamos a dejar
todo esto atrás y a vivir como una gran familia defectuosa. ¿Suena bien?

—Nunca he entendido tu sentido del humor.

—No estaba siendo gracioso, papá.

—Está bien. Esta noche, ¿entonces? —Maldición si no sonaba ridículamente


satisfecho consigo mismo.

—Claro. Ah, y recuerda —Me aclaré la garganta—. Si algo sale mal, si por un
segundo huelo a rata, te dispararé.

—¿Dispararías a tu propia carne y sangre?

—Por supuesto que no —Colgué y tiré el teléfono contra el suelo. Se rompió en


un millón de pedazos.

Tex se detuvo y bajó del coche. —Mierda. No tenías que tomártela con tu
teléfono.

—Necesito uno nuevo —Solté la mano de Trace y flexioné los dedos.

—Estoy en ello —Mo volvió corriendo a la casa. Siempre manteníamos


teléfonos adicionales alrededor. Principalmente porque necesitábamos líneas
abiertas para los negocios, pero también porque Nixon y yo siempre habíamos
tenido tendencia a romper los teléfonos cuando nos enfadábamos. Un hábito caro.

Caminé delante de todos. —Él nos quiere en la oscuridad por alguna razón.
Maldito seas, Nixon —Me di cuenta de mi desliz. Trace me miró con curiosidad, igual
que Tex y Mil—. Lo siento, eso estuvo fuera de lugar —Me aclaré la garganta—.
Normalidad. Todo tiene que ser normal hoy. Trace, voy a ir a clases contigo, tal vez
encontremos las respuestas allí. Si no… mierda, voy a tener que conseguir el dinero
yo mismo.
—¿Dinero? —repitió Mo—. ¿Qué dinero? ¿Qué está pasando?

—Al parecer tenemos que pagarle a alguien —Apreté mi mano en un puño—. Y


el bueno de mi viejo padre quiere que sea yo quién haga la transferencia.

—Es una trampa —intervino Tex—. Ningún jefe hace los negocios él mismo. Le
paga a alguien para que los haga por él. Lo que está pidiendo Tony no solo es
ridículo, es estúpido. Él sabe que no eres lo suficientemente estúpido como para
que hagas eso tú mismo.

—Lo cual exactamente el porqué lo voy hacer —Rasqué la parte de atrás de mi


cabeza—. Iré al banco después de las clases y haré una retirada con Sherry. Ella es
de la familia, así que no pestañeará ni un ojo cuando tome tanto dinero de la cuenta.
Sólo sé que si explota una bomba, probablemente no sea un accidente.

Trace tomando aliento agudamente me detuvo. —Mierda, lo siento, Trace. Sólo


estaba siendo sarcástico.

Su mano voló a través de mi cara tan fuerte que casi me caí. —Bueno, para de
ser tan sarcástico, ¡o voy a matarte yo misma!

Mo acababa de regresar, extendió mi nuevo teléfono pero lo alejó de nuevo de


mí.

—¿Qué demonios, Mo? ¡Necesito eso!

Mo lo metió en la mochila. —No hasta que dejes de verte como si quisieras


dispararle a la primera cosa que te miré con diversión.

Tex sonrió tímidamente y bateó sus pestañas.

—¿Qué demonios estás haciendo?

—Mirarte con diversión. ¿Funciona? ¿Quieres matarme?

—No —Metí mis manos en los bolsillos.

—Bien. Mo, dale el maldito teléfono.

—¡Hombres! —gritó y me entregó el teléfono, luego se metió en el coche. Mil


se quedó de pie en la entrada y se despidió.

Hice una pausa. —No hay ningún hombre aquí para protegerte.

Levantó la taza de café en el aire con una mano y sacó una pistola de su bata
con la otra. —¿Me veo como alguien que necesita protección?

—No —Me reí.


—Ese sería un infernal no —dijo Tex desde el asiento delantero—. Que te
diviertas, Mil.

—¡Siempre lo hago! —Volvió a entrar y cerró la puerta.

—Ella me asusta —anunció Tex una vez estuvimos en el camino.

Me eché a reír. —Sí, bueno, imagínate como era ella antes de la escuela de
reformación.
Capítulo 43
TRADUCIDO POR LORELLERENA // CORREGIDO POR MEW RINCONE

¿E ntonces? Tomé un trago largo de café y me apoyé contra el árbol.


Cincuenta-cincuenta que va a hacer el trabajo.
Yo diría que… Phoenix se encogió de hombros Treinta-
setenta y cinco.
Chase lo hará porque sabe que no es una llamada normal. Podemos contar
con eso Repetí el plan en mi cabeza una y otra vez hasta que quería vomitar . Le
dije que era sobre negocios como de costumbre. Él lo hará.
Bien Phoenix asintió con la cabeza . Porque si no lo hace, el plan entero
se va al infierno.
Estará bien, tiene que estarlo. ¿Cómo estaba Tony?
Oh, ya sabes Phoenix se encogió de hombros . Cabreado, pero cuando
haces una oferta a un hombre enojado no puede negarse...
Él es malo interrumpí . Pura maldad. Sin lugar a dudas.
Como yo una voz nos interrumpió . El peligro no está en el mal, sino en
la persona. El mal está en todas partes, pero al final siempre lo eliges tú.
¿Y tú lo elegiste? pregunté a Luca . ¿Escogiste hacer la vida de todo el
mundo un infierno?
Absolutamente no se mofó . Yo mantengo el orden en un mundo lleno
de caos. Soy percibido como malo, ¿pero el verdadero mal? El tipo al que la gente le
teme se hace pasar por algo mucho peor que la oscuridad.
Suspiró y de puso sus gafas de sol oscuras. Te hace creer que eres la luz y
eso es donde encuentras tu peligro. Estén listos esta noche, caballeros, o estarán
saludándome desde el fondo del Lago Michigan.
Phoenix maldijo. Tan encantador.
Nunca pensé… reí ... Nunca pensé que al final seríamos tu y yo. Viejos
amigos. Enemigos jurados.
Sí, Dios tiene un gran sentido del humor.
Miré a Trace caminar a clases. Estaba sosteniendo la mano de Chase y se
estaban riendo. El cuchillo se hundió más profundo en mi pecho mientras intentaba
apartar la mirada, pero era como si no pudiera. Estaba tan malditamente feliz;
estaba sana, viva, segura. Pasaría mi vida mirándola desde lejos, siempre y cuando
supiera que todavía estaría sonriendo, siempre y cuando supiera que estaría segura
de la maldad a su alrededor.
Phoenix me dio una palmada en la espalda. Si te sirve de consuelo, ella
claramente te ama.
¿Cómo lo sabes? espeté.
Removió su mano de mi espalda. La forma en que te mira. Es diferente a la
forma en que mira a Chase.
¿Y cómo mira a Chase?
Como si fuera su salvador dijo Phoenix suavemente.
¿Y a mí?
Como si fueras su oxígeno.
No dije nada.
El problema era que no acababa de ver cómo reaccionaron entre sí. Podía
decir por su lenguaje corporal que poco a poco, pieza por pieza, ella estaba
dispuesta a dejarme ir. No estaba seguro de lo que era peor: lo rápido que era capaz
de hacerlo o conocer a la persona por quien de verdad lo estaba haciendo.
El año pasado prácticamente la marqué como mía.
Y ahora no estaba tan seguro. No importa lo que nadie me dijese, sabía lo que
veía. Ella se estaba escurriendo como arena por entre las puntas de mis dedos y no
tenía a nadie para culpar de ello excepto a mí. Quería golpear a Chase hasta que
sanara, pero él no era el villano, no en esta historia. No, sólo tenía que mirar en el
espejo para ver a ese tipo.
Fui forzado a ser el chico malo así ella podía tener una oportunidad.
Pero maldición, cómo quería, solo por una vez en mi miserable vida, ser el
héroe, el caballero de brillante armadura, el chico que se merecía tener. El chico
quien la rescatara cualquier costo, el chico quien mandaría a su familia al infierno
para mantenerla.
Pero no podía olvidar a mi familia.
Mi sangre.
Mi maldito código de honor.
Me imaginé estando con Trace al final, pero últimamente, su rostro había
empezado a desaparecer, junto con mi futuro.
Phoenix me dio una palmada en la espalda. Ella te necesita hombre; solo
dale tiempo. Y hazme un favor: Cuando esto termine y no estemos saludando a Luca
desde el pozo sin fondo del Lago Michigan, dale la oportunidad de procesar las
cosas, ¿está bien?
Resoplé. Nunca te tomé por un chorro de sabiduría.
Sí, bueno la muerte inminente tiene una manera de hacerle eso a una
persona.
No ibas a morir Me di la vuelta para mirarlo . Ninguno de nosotros lo
hará. Ahora vamos detrás de la casa. Si mi memoria no falla, se supone que debes
estar ayudando a Tony a conseguir juntar la pandilla.
Phoenix rio. El asesinato en masa es mi especialidad.
—Todavía no puedo creer que él siga adelante con esto.
Quiere silenciar a todo el mundo y es un bastardo. Por supuesto que seguirá
con esto. Traicionó al más poderoso jefe de la mafia de los Estados Unidos, y luego
escupió en la cara a uno de los Originales en Sicilia. Por si eso no fuera lo
suficientemente malo, trató de acabar con Trace y establecer su propia familia. Yo
diría que se merece lo que se le viene encima.
Tienes razón Tenía la sensación de hundimiento; las cosas no eran lo que
parecían, pero no podía expresar mi opinión en voz alta. No quería que Phoenix
vacilara, la vacilación podría significar la muerte, y después de ver a Trace otra vez,
deseaba mucho seguir con vida.
Capítulo 44
TRADUCIDO POR LORELLERENA // CORREGIDO POR KARLIX

Y
aquí llega él dije en voz baja mientras Luca se balanceaba dentro del
salón de clases, portafolio en mano.

Buenos días clase Sonrió en cada dirección menos en la


nuestra . Hoy voy a repartir una hoja de estudio para el examen de la próxima
semana. Confío que todos ustedes han estado estudiando diligentemente. El
examen será en formato de laboratorio. Necesitarán superar una serie de tres
laboratorios para una oportunidad de ganar 150 puntos para el examen de mitad de
semestre. Alguna pregunta, por favor no duden en levantar su mano.

Estaba deseando levantar mi mano y decir como: «¿Por qué demonios


pretendes que mataste a mí mejor amigo? ¿Qué juego estás jugando?». En cambio,
mordí mi labio y me volví hacia el escritorio. Los papeles fueron pasando para atrás
hasta que nos alcanzaron. Tenían un corte. Genial. Ahora realmente tenía que
levantar mi mano.

Levanté mi mano pero Luca estaba mirando hacia abajo.

Esperé y luego, finalmente, con un jadeo empujé mi silla y me dirigí a su


escritorio. Necesito un papel.

Luca buscó brevemente en su escritorio y sonrió. Así parece, Sr. Winter.


Deslizó una nota sobre el papel y guiñó un ojo . La memorización es la clave, Sr.
Winter. ¿No le parece? Después de todo, es más fácil saber qué buscar una vez que
haz obtenido las respuestas aquí Señaló con la cabeza y entonces regresó a su
escritorio.

Seguí sus ojos para ver algo escrito en el papel.

No falles.

El mensaje podía tener tantos significados, pero en ese momento, sabía que
estaba relacionado conmigo. No podía fallar.
Metí la nota en mi bolsillo y tomé la hoja de papel. Gracias, Sr. Nicolosi, buena
platica.

Claro murmuró sin mirar.

Caminé hacia el escritorio y vi que Trace estaba trabajando duro en su hoja.


Saqué la nota que Luca había colocado en la parte superior de mi hoja de trabajo y la
leí.

Habrá cinco hombres allí para dispararte. Ve solo. Un fantasma estará allí para
vigilar tu espalda, como los fantasmas tienden a hacer. Será casi imposible conseguir
esa cantidad de dinero a la vez. Consigue el número de cuenta y trae el pedazo de papel
contigo en un portafolio vacío. Llévalo a la casa de Nixon. Él estará esperando—
victimas es de suponer. Hagas lo que hagas, no confíes en nadie más. En nadie más que
el fantasma.

Rápidamente, encendí el mechero Bunsen y coloqué la nota sobre la llama.


Entró en erupción rápidamente. Fingí no darme cuenta. Trace levantó su cabeza.
¡Santa mierda! ¡Te estás quemando!

Me encogí de hombros y tiré el papel lejos, luego lo sellé con mi mano y lo arrojé
a la papelera al lado de nuestra mesa de trabajo. Vaya.

Sus ojos se estrecharon.

Me encogí de hombros. Entonces, ¿qué problema tienes?

¿Qué fue eso?

Una nota de amor.

Mentiroso. No escribí una nota de amor.

Sonreí. ¿Quién dice que eres la única interesada?

Estas siendo un idiota.

Aclaré mi garganta y metí un pedazo de su cabello detrás de su oreja. Pensé


que estabas acostumbrada a eso para ahora.

Uno no se acostumbra a un idiota, una solo aprende a hacer frente a sus


múltiples caras.
¿Me estas llamando en mi cara un idiota? Incliné mi cabeza y me incliné
hacia delante . Porque tengo un poco de eso.

¿Qué pasa contigo? Trace se rió . Se supone que estamos trabajando.

Que se joda el trabajo Tiré el papel al suelo, ganándome una mirada de los
estudiantes de la mesa de al lado . Vamos a salir temprano. La manera en que yo lo
veo, Luca tiene que dejarnos ir. Además, necesito hacer este realmente divertido
recado después de la escuela y los dos sabemos lo divertido que va a ser.

Parecía pensárselo.

Agarré su mano. Sólo sígueme, todo estará bien.

Agarramos nuestras cosas y nos acercamos a su escritorio de la mano.

Sr. Winter, Srita. Rooks, ¿qué puedo hacer por ustedes?

No se me había ocurrido hasta ahora que tanto Trace como yo estábamos


escondiendo nuestras identidades, nuestras líneas de sangre con nuestros apellidos.

Con un fuerte suspiro respondí : Está un poco ruidoso aquí. ¿Podemos estudiar
en la biblioteca?

Las cejas de Luca se fruncieron y le di un firme asentimiento. Estaba esperando


que mi encanto mafioso estuviera trabajando. Esperando que viera el tema
subyacente, no el trabajo o la excusa del ruido. Mierda, había un silencio sepulcral
ahí. Pero necesitaba alejarme. Lentamente incliné mi cabeza hacia Trace y entonces
articule por favor a Luca.

Vaya, debía estar desesperado, nunca decía por favor.

Brillante idea, Sr. Winter Luca nos alejó con su mano . Recuerde no llegar
tarde.

Siempre estoy a tiempo respondí, agarrando la mano de Trace con la mía


mientras salíamos del salón de clase y caminamos de las manos todo el camino por
el pasillo.

El día lo había tomado, oficialmente, conmigo—la gravedad de la situación, la


compresión de que lo que Trace y yo teníamos nunca sería permanente. Ridículo
que con todo el caos alrededor de mí, la muerte planeada de mi mejor amigo, lo
único que pudiera pensar era en hacerla mía. Mis emociones estaban en
hipervelocidad. Una parte de mi quería poner Trace en la clandestinidad, sólo para
mantenerla a salvo—pero la parte egoísta de mi anhelaba con tenerla cerca. Sólo un
beso más, sólo un toque más y estaría encantado de caminar hacia el verdugo.
Cuando llegamos afuera no pude más, la arrojé detrás de uno de los edificios,
solté mi mochila, lancé la suya en el suelo, y la empujé contra la pared. No sé qué la
tocó primero—mi cuerpo, mis labios, mis manos. Estaba todo sobre el lugar,
necesitando probarla.

Porque en la boca de mi estómago sabía que podía, probablemente, ser la


última vez. Estaba desesperado porque ella me viera, no a él. Necesitaba que ella
sintiera mis labios, no los de él. Sabía que había hecho su elección; lo había dicho
anoche, pero mi corazón estaba doliendo con la posibilidad de que sólo tuviéramos
hoy… teníamos el ahora y eso era.

Chase. Con un empuje, Trace puso algo de distancia entre nosotros. Ambos
estábamos respirando pesadamente. Sus labios estaban hinchados por mi asalto .
¿Qué está pasando?

Estamos saltándonos las clases.

¿Por qué?

Así puedo besarte Rocé su labio inferior con mi lengua y le di un lento y


agonizante beso, entonces empujó de nuevo . ¿Es eso un problema?

Su sonrisa no alcanzó sus ojos. No, excepto que parece como si estuvieras
molesto o algo.

No molesto Mis manos temblaban cuando las coloqué en sus hombros y


exhalé . Sólo un poco…sentimental.

Chase Winter Rió . Nunca pensé que vería el día.

Por favor Tenía que tocarla. Mis manos fueron a su cuello mientras mis
pulgares rosaban su labio inferior . He estado más que sentimental contigo.

Tienes dos pilotos automáticos. Idiota o tonto sentimental. ¿Por qué no


puedes sólo encontrar un terreno medio? ¿Hmm? probó.

Ve a lo grande o vete a casa, supongo Me incliné hasta que nuestros labios


estaban tocándose nuevamente.

Me empujó.

Mierda.

Yo… Sus mejillas se pusieron rojas . Chase, me gustas, te amo, pero


Nixon sólo ha estado muerto unos pocos días y solo… Lágrimas brotaron de sus
ojos . No estoy diciendo que no. Sólo estoy diciendo no en este momento.
Necesito tiempo. Y la manera en que me besas, la manera en que me tocas… Se
atragantó con un sollozo . Algunas veces me haces olvidarlo y me odio después de
todo lo que ha hecho por ti, por mí.

Nunca en mi vida me había sentido como un gran hijo de puta hasta en este
momento. Me aparté de ella y cogí ambas mochilas. Tienes razón, Trace. Lo
siento, no sé qué me ha pasado.

Hormonas bromeó.

Me reí con ella, pero por dentro estaba un poco aplastado. Tal vez para
ella…pero ¿para mí? Era instinto. Era amor.
Capítulo 45
TRADUCIDO POR RUFIARP // CORREGIDO POR MEW RINCONE

S
abía que algo estaba mal en el minuto en que Tony respondió al teléfono. —
¿Si? —Estaba demasiado calmado, demasiado paciente, no era usual en él.

—¿Entonces, hacemos esto o qué? —espeté.

—Paciencia —Tony se rio entre dientes—. ¿No te encanta cuando todo va de


de acuerdo al plan?

—Estoy malditamente viviendo por eso. En serio. Oh mira. Casi me cago en


los pantalones por tu feliz entusiasmo.

—Eres un dolor en el culo, ¿sabías eso?

—Sí, bueno —Rodé los ojos y me las arregle para mantener mi tono—. Es mi
marca; ¿Qué puedo decir?

Tony estuvo en silencio por un minuto y luego dijo rápidamente—: Mi casa.


Nos encontraremos ahí y haremos el intercambio.

—Si me la juegas…

—Eres tú el que va a conseguir la mejor parte del trato. Mi silencio. Mi


lealtad. Y mi dinero. Deberías cerrar el maldito pico si sabes lo que es bueno para ti.

Me reí.

—¿Qué es tan gracioso? —espetó Tony.

—Tú.

—No me presiones, chico, o yo…

—Harás nada. Eso es. Nada. Tú podrás tener el dinero, podrás tirar de los
hilos, y puedes pensar que soy una estúpida marioneta, pero tengo algo que tú no.

—¿Y eso es?


—Cada maldita carta apilada contra ti. Así que si yo fuera tú, comenzaría a
hablar un poquito más bonito antes de que deje caer un infierno de tormenta sobre
tu maldito espectáculo.

Colgué el teléfono y lo lancé a través de la habitación.

Luca aplaudió detrás de mí. —Bien jugado. Tal vez tenga un uso para ti en mi
familia.

Negué con la cabeza. —Más familia es la última cosa que necesito.

—Redención —Los ojos de Luca se estrecharon—. Serias el primero.

—¿Cómo en el infierno redimes los condenados, Luca? La mierda sigue


siendo mierda aunque le pongas una rosa.

—Y la sangre es más espesa que la vida —Luca levantó lentamente un


cigarro hacia su boca y dio una calada—. Puedes decir que no quieres una familia,
puedes decir que quieres salir, pero te estas olvidando de una pequeña cosa.

Aparté la mirada, esperando que él no continuara.

—Yo. Nosotros. Tú.

—¿Todo listo? —dijo Nixon mientras entraba en la habitación.

Rápidamente oculté mi expresión y me encogí de hombros. —Seguro —Mis


ojos se dirigieron a Luca y él dio un asentimiento con la cabeza—. Todo está yendo
de acuerdo al plan.

—Bien —La boca de Nixon se relajó mientras se sentaba en la silla y miraba


su teléfono otra vez. Sabía lo que estaba haciendo; estaba memorizando la cara de
ella. Infiernos, si yo tuviera una chica, estaría haciendo la misma maldita cosa. No
éramos muy diferentes de los soldados que se dirigen a la guerra—al final todos
nosotros queremos algo por lo que luchar—ya fuese una chica guapa o una causa.
Cuando estás de cara a la muerte—cada humano existiendo necesita algo de eso, si
pasaba lo peor—te esforzarías debido a ellos.

Y tal vez ese fuera el porqué estaba comenzando a sentirme tan


aterrorizado—porque sabía—no tenía nadie de valor por quien esforzarme, y eso
dolía como el infierno.
Capítulo 46
TRADUCIDO POR PIDGETRAVIS // CORREGIDO POR MEW RINCONE

D
espués de que mi sesión de besos saliera mal, llamé a Tex para recoger
a Trace. No hablamos de ello y me molestaba que algo que quería con
tantas ganas estuviera tan cerca que era capaz de probarlo, pero no
pudiera tenerlo plenamente.

Estaba confundido por mis propios sentimientos y definitivamente no en mi


juego A, lo que significaba que era posible que fuera asesinado en mi propio banco
si no juntaba mi mierda—rápido.

Comprobando mis dos pistolas por tercera vez, me puse una en la parte trasera
de mis pantalones y saqué mi camisa por encima de ellos.

Era un gran fan de los nudillos de bronce, así que puse uno de esos en mi mano
izquierda. También tenía un cuchillo que al presionar se soltaba y cortaba a alguien
si lo necesitaba. De todos modos hacía todos mis negocios con mi mano derecha.

Después de tomar unas cuantas respiraciones profundas, me acerqué al edificio


grande. Era blanco, con grandes picos que sobresalían de la parte superior. Tony lo
había construido para parecer más de una fortaleza artística que un edificio de
negocios. Su oficina, y las oficinas de la familia, estaban todas en la parte inferior del
mismo. El sótano.

Estaban allí por una razón.

Sin ventanas para saltar, sin escapatoria.

Si ibas allí y hacías algo para cabrear a los Abandonatos, deberías grabar tu
último adiós en el pequeño video de seguridad del ascensor, ya que sería necesario
un acto de Dios para que salieras con vida.

Lo gracioso es que habíamos tenido a varias personas haciendo exactamente


eso. Era como si supieran que ser llevados al sótano ese sería su descenso final.

Era su infierno.
Saludé a la secretaria, ella sonrió y le sonreí de vuelta. Con una exhalación
caminé hacia la parte posterior del edificio donde estaban los ascensores. Apreté el
botón, sonó, entré y mire a la cámara mientras las puertas de plata se cerraban.

Sótano. Apreté el resplandeciente botón B y esperé mientras el ascensor


descendía la planta baja. Con un ding, las puertas se abrieron. El completo silencio
me saludó. Caminé directamente hacia la secretaria del nivel del sótano.

Sus ojos revelaron su miedo.

Esa fue la primera y la última cosa que note antes de que un arma se disparara.
Una bala pasó zumbando por mi cabeza. Me agaché y metí la mano en mi cintura
por la pistola. Me volví hacia la derecha y vi a un tipo acechándome. La secretaria
empezó a gritar y se escondió en la esquina. Disparé dos tiros directamente en su
frente y rodé detrás de la mesa, donde estaba sentada la secretaria. Liberando mis
puños de acero agarré mi otra arma y la sostuve delante de mí. Una pistola
señalando a la derecha, otra a la izquierda.

Y entonces sentí algo tocar la parte de atrás de mi cabeza.

—No muy inteligente para un jefe, ¿eh?, —dijo una voz de hombre.

No entré en pánico. No haría que nada mejorara. —Soy inteligente.

—¿Ah, sí? Entonces, ¿por qué tienes un arma apuntando a tu cabeza?

Me encogí de hombros. —Dímelo tú —Miré hacia abajo a sus zapatos.

Sin botas. Llevaba zapatillas de tenis. Zapatos de tenis para estrenar. Sin marca.
Cerré los ojos e inhalé. Olía a comida rápida.

Pagado. Era un hombre al que habían contratado para el golpe. Y por el aspecto
de sus zapatos, ya había conseguido la mitad de su pago.

Tampoco estaba acostumbrado a la mafia, acostumbrado a nuestro estilo.

Me eché a reír.

—¡Deja de reír! —Empujó el arma más fuerte contra mi cabeza—. Voy a


disfrutar esto.

Suspiré y lo patee en el pie y rápidamente me incliné hacia la derecha mientras


sacaba su brazo hacia adelante y lo golpeaba contra la encimera de mármol. Su
arma cayó al suelo. Me volví y le di una patada en el estómago, y se tambaleó hacia
atrás, golpeando la fotocopiadora.
—Yo voy a disfrutar esto mucho más, te lo garantizo —Saqué mi pistola y le
dispare en ambas rodillas. Cayó al suelo con un fuerte crujido y maldijo en agonía.

Tres más. Había tres tipos más.

Se acercaban unos pasos.

Me metí debajo de la mesa y le indique a la secretaria que se callara, pero sus


manos estaban temblando. Mierda. Con un rápido movimiento, la empujé al suelo y
tiré de ella debajo de la mesa conmigo.

—Gracias, muchas gracias —Se sacudió en mis brazos.

La golpeé en la parte posterior de la cabeza, dejándola inconsciente. No me


daría las gracias cuando se despertara con un dolor de cabeza asesino, pero al
menos estaría viva.

Los pasos se acercaban.

Y luego se oyeron tres disparos.

Un hombre caminó delante de la mesa. Sus zapatos eran blancos.

Extendió su mano hacia mí. —Venga. No tengo todo el día —se quejó, sonando
genuinamente irritado de que hubiera tenido que matar a alguien.

Tomé su mano, pero mantuve mi dedo en el gatillo de la mano izquierda.

Una vez que él me sacó de debajo del mostrador, me encontré cara a cara con
la última persona que pensé que vería.

—¿Sergio? —Jadeé—. ¡Hombre! ¡Pensé que habías mudado!

—Nah —Descargó su arma—. Me gusta irrumpir cada tanto cuando veo a una
damisela en apuros.

Solté un bufido y guarde mi arma. —El mismo viejo Sergio. Gracias, por cierto.
Tú debes ser…

—El fantasma.

—No pensé que fueras un hombre de contratar en estos días.

Sus ojos marrones se estrecharon. —Un hombre hace lo que debe hacer, para
ayudar a la familia —Sergio se metió la pistola en la parte de atrás de sus pantalones
y se apoyó en la encimera de mármol.

Tragué saliva y miré hacia otro lado. —Sí, bueno... ¿crees que puedes ayudarme
a conseguir la información de la cuenta?
Soltó un bufido. —Podría hacerlo con los ojos vendados. Hagámoslo. Tienes
más armas esperando por ti.

—Lo espero con gran anticipación —Maldije y lo seguí hasta la oficina de Tony.
De repente se sintió mal estar llamándolo Tony en lugar de papá. No había amor
perdido, y eso era malditamente trágico. Niños sin padres, todos nosotros. Nixon,
Trace, Mo, Mil.

—Entonces —Sergio se sentó detrás de la computadora—. Las calles dicen que


necesitas diez mil.

—¿Las calles dicen? ¿Qué somos? ¿Una pandilla?

Sergio se rió entre dientes. —¿Cómo más lo llamarías?

—Buen punto —Me apoyé en el escritorio de cristal y lo vi iniciar sesión en el


ordenador de mi padre—. ¿Cómo es que sabes su contraseña?

—Soy un fantasma. Lo sé todo —Sus manos se apresuraron a través del teclado


tan rápido que me mareaba—. Esto puede tardar unos minutos —Hizo una seña a
un asiento, pero me negué a sentarme. No después de tener a cinco tipos
disparándome a la cara y saber que había sido mi propia familia quien los había
enviado.

Esta era sólo la quinta vez en toda mi vida que había estado en la oficina de mi
“padre”. Me acerqué al minibar en el extremo derecho y me serví un whisky.

—¿Crees que deberías beber, considerando como están las cosas? —preguntó
Sergio desde el ordenador.

Sin hacerle caso, tomé un largo trago y miré a la mesa al lado del minibar. Había
fotos. Pero ninguna era mía.

Eran de él y Nixon.

Con una maldición me di la vuelta. ¿Era todo siempre sobre él? ¿Nunca sería
sobre mí? Cuán egoísta podía ser que me atrevía a preguntarlo, pero... quería algo
que fuera mío, alguien que fuera mío, y parecía como si últimamente hubiera estado
atrapado ya fuera como el segundo mejor o recogiendo piezas de algún otro.

—Casi está, sólo mantén puestos tus pantalones —dijo Sergio.

Una vez más, no le hice caso y busqué más alrededor de la habitación. No había
más fotos en las mesas que él había puesto. Dos sillas estaban en la esquina con un
armario hacia la puerta principal. Curioso, me acerqué a ella y traté con la perilla.

Bloqueada.
Saque una de mis fotos y tuve la puerta abierta en segundos. Conmoción no era
la palabra adecuada para describir lo que estaba viendo. Conmoción habría sido una
respuesta normal. Mi respuesta fue cualquier cosa menos normal.

¿Horrorizado? Ahora, esa era mejor.

Un santuario.

Con rosarios.

Y una foto de la mamá de Nixon. Podía soportar eso, podía hacer frente a esa
cantidad de locura, pero la imagen tenía a los padres de Trace en ella. Los había
visto sólo una vez cuando era pequeño pero también había visto fotos. Por lo que
Nixon me había dicho, eran inconfundibles.

Había marcas rojas en cada rostro en las fotos. Mi estómago se revolvió cuando
conté cuantos rostros tenían la marca roja. Ambos padres de Trace... y mi papá. Mi
padre real.

Lo cual sólo podía significar una cosa.

Tony había estado eliminando a toda la familia durante más de dieciocho años.

Y hoy sería su día del juicio final. Su final.

Tenía la esperanza en Dios que fuera una decepción enorme. Incluso le diría eso
a la cara, justo antes de apretar el gatillo.

—¡Hecho! —anunció Sergio. Me di la vuelta y caminé hacia el escritorio


mientras garabateaba algo en un pedazo de papel—. Según esto, la transferencia
bancaria se destinará a esta cuenta —Me entregó el papel—. ¿Te has acordado de
conseguir un maletín?

—Ya está en el coche —Metí el trozo de papel en mi bolsillo y me encogí de


hombros—. ¿Cómo es que estás en esto? ¿Para quién estás realmente trabajando?
¿Para mí? ¿Para Luca?

Los ojos de Sergio se lanzaron detrás de mí. Me giré y vi una cámara muy bien
ubicada en la esquina. Genial.

Cuando me di la vuelta él ya estaba caminando hacia la puerta.

—Espera —llamé—. Si esto sale mal... gracias, por lo que acabas de hacer.

—Somos familia —Se encogió de hombros y sacó un par de gafas de sol—.


Trata de no terminar con una bala en la cabeza, ¿bien?
—Haré todo lo que pueda —Mostré una sonrisa y me senté en la lujosa silla de
cuero de Tony.

¿Cuánto tiempo? ¿Cuánto tiempo había estado planeando esto, y por qué
diablos estaban involucrados los padres de Trace? Me estrujé el cerebro, pero no
pude llegar a ninguna solución que no fuera la locura pura.

Esperé cinco minutos más y luego salí de la habitación y caminé por el pasillo
hasta el ascensor.

Estaba más cabreado que asustado; realmente no podía asustarme más. Una
muerte inminente nunca me había asustado. Demonios, era una realidad. ¿Pero
ahora? ¿Sabiendo que Trace podría perderme a mí y a Nixon? ¿Al mismo tiempo?
¿Todo de nuevo? Sí, eso sería malísimo. Me negaba a dejarla. Incluso si tuviera que ir
al infierno y volver y mendigar para ser devuelto a la vida—me negaba a dejarla. No
podía.

El ascensor sonó. Salí y marqué el número de Tony. —Tengo el dinero.

—¿En serio? —El asno parecía sorprendido.

—Si.

—¿Complicaciones?

—Unas pocas. Nada por lo que inquietarse.

—Estoy impresionado.

—No lo estés —me reí—. Ahora, ¿dónde te encuentro?

—En nuestra casa, por supuesto.

Hice una pausa. Pensé que nos íbamos a encontrar con Nixon, lo que significaba
que él estaba cambiando las cosas.

¿Por qué estaba cambiando las cosas? —Está bien. Nos vemos en diez.

Colgué y me metí en mi coche. Mierda. Las cosas ya iban en diferentes


direcciones y no tenía idea de qué esperar. ¿Me pondrá una pistola cuando abra la
puerta? ¿Tomará el dinero, confesará, y entonces me disparará?

Contemplé todas las formas en las que podría morir durante todo el camino a la
casa. En el momento en que llegué, salté del coche y cogí el maletín. Los pájaros
cantaban y el sol brillaba, como si no se avecinará algo enorme.

Y entonces oí el chasquido de un arma. —Hemos estado esperándote.


Me di la vuelta. —¿Phoenix?

Su satisfecha sonrisa me dio ganas de arrancar la cabeza de su cuerpo.

—¿Esperabas a alguien más?


Capítulo 47
TRADUCIDO POR RUFIARP // CORREGIDO POR MEW RINCONE

P
hoenix empuñó su arma en mi espalda. Santa mierda. Yo lo mataría.
Acabaría con él. Si como mucho estornudaba en mi espalda. Caminé
delante de él y abrí la puerta de la casa.

Tony estaba parado en la sala de estar, fumando su usual puro y mirando por
la ventana.

—Ah, lo hiciste.

—Agradable recibimiento —dije secamente—. ¿Podrías decirle a Phoenix que


se aleje de mí, antes de que le meta una bala en la cabeza?

Tony asintió y Phoenix se retiró, acercándose a Tony y palmeando su espalda.


—¿Ves lo fácil que ha sido esto?

—¿Fácil?— repetí.

—Él necesitaba dinero —Tony se encogió de hombros—. ¿Como se vería si


nuestra familia, sencillamente le diera a los De Lange diez millones de dólares? Se
vería como una limosna. Además, necesito que Phoenix guarde silencio, y hemos
llegado a un tipo de acuerdo. Yo le pago a él para que mantenga mis secretos y él
termina los asuntos que yo no quiero.

—¿Qué asuntos?— El terror se formó en mi estomago.

Tony dio una calada a su puro. —Tu y algunos otros…

Abrí la boca para hablar cuando de repente escuché un quejido. Caminé más
allá, dentro de la sala de estar. Mis ojos cayeron en el sofá.

Mo, Mil y Trace estaban sentadas ahí. Sus manos atadas atrás en sus espaldas
y sus bocas cubiertas con cinta adhesiva.

—Tu, enfermo hijo de puta…


—¡Niños! —escupió Tony—. ¡Todos ustedes son niños! ¿Que pensaste, que
todo esto era un juego? ¿Pensabas que he estado trabajando bajo las órdenes de un
niño, por los últimos cuatro años para solo entregar todo el poder que he cogido?
¿Que piensas que siento teniendo que escuchar a un niño ordenándome como si yo
no fuera nada? Un niño que ni siquiera merecía ser el jefe en primer lugar. ¡Pariente
consanguíneo, Chase! Tú eres, el pariente consanguíneo.

—Lo sé —mascullé—. Pero eso no quiere decir que necesitabas matar a


Nixon. Tu verdadero hijo, tú, sucio bastardo.

—Por suerte para mi, no tuve que hacerlo. Simplemente le proporcione la


información a la familia Nicolosi. Yo sabía que ellos no estaban muy complacidos de
que su familia dorada, los elegidos Abandonatos, se estuvieran cayendo a pedazos,
todo porque no dejaban ir el pasado.

—¿Dejar ir el pasado?— Me pare más cerca del sofá—. Le dice el cazo a la olla,
¿no es así? Considerando que tú mataste a los padres de Tracey a sangre fría y te las
arreglaste para que cayera la culpa en alguien de tu propia familia.

—Él se merecía la muerte y más —Tony caló su puro otra vez, y miró por la
ventana—. Era un débil, por eso golpeaba a su esposa. Pero ella me amaba, nos
amábamos; ella iba a dejarlo y él…

—La mató —terminé —. ¿Y mi madre?

Tony se rió —La estúpida perra descubrió mi aventura, entonces fue al padre
de Nixon y tuvo su pequeña propia aventura; solo que ella nunca lo amó. Cuando él
descubrió que ella lo estaba usando, él le pidió a los Nicolosi que se encargaran de
ella por él… no quería su sangre en sus manos. Aunque no se oponía a tomar la
sangre de su propia esposa —o incluso la de un niño que no era su hijo. ¿Quizás fue
por eso es que la mantuvo viva tanto tiempo? El quería verla sufrir, quería ver a su
hijo bastardo sufrir, mientras su madre era golpeada.

Le disparé una mirada a Trace. Sus fosas nasales se dilataron. Maldición, en los
últimos cinco minutos, ella había pasado de verse aterrorizada a estar
completamente cabreada.

—Entonces…— Me moví más cerca dentro de la habitación—. ¿Por que


matar a los padres de Trace? Ellos no estuvieron envueltos en tu pequeño
melodrama.

—Mario, el padre de Tracey—él nos descubrió una noche. Dijo que su lealtad
estaba con las familias Alfero y Abandonato. Iba a arruinarlo todo.
—Por lo que, lo eliminaste y señalaste al único hombre del que todos
sospechaban —Sacudí la cabeza con disgusto—. Eres una patética excusa de ser
humano.

Tony arrojó su puro en el cenicero más cercano y siguió sus pasos hacia mí. —
¡Yo sobreviví! ¡He mantenido la familia unida! Puedo ser un desalmado, ¡pero al
menos sé lo que cuesta mantener nuestra sangre fuerte!

Se paró directamente en frente de mí, con el pecho agitado.

Sacudí mi cabeza. —Tu. No. Eres. Nada.

Su puño voló a mi mandíbula. Yo sabía que él iba a golpearme, así que lo dejé.
En el momento en que caí al suelo, me alejé rápidamente de él como si estuviera
asustado y saqué un cuchillo de mi bolsillo.

—¿Y yo soy el patético? —resopló Tony—. Todavía te arrastras lejos de mí,


como una pequeña perra. Al menos Nixon murió con honor, mientras que tu…—
Cogió su pistola—. Vas a morir avergonzando a todos.

Haciendo caso omiso de él y su arma levantada, deslicé mi cuchillo al primer


par de pies que toqué, y entonces alejé mis manos rápidamente.
Capítulo 48
TRADUCIDO SOS POR RUFARP // CORREGIDO POR KARLIX

L
as cosas se estaban yendo al infierno rápidamente. Lo que era peor, se
me dio la tarea de atar a cada una de las chicas. Por suerte, tuve la
oportunidad de hacer los nudos lo suficientemente flojos para que al
menos pudieran zafarse sin muchos problemas.

Tony estaba claramente loco. Apuntó con el arma a Chase mientras yo daba
otro paso dentro de la sala de estar.

—¿El teatro es realmente necesario? —Traté de sonar aburrido mientras


examinaba mis uñas.

Trace me gritó a través de su boca tapada, por el fuego que se veía en sus ojos
podía decir que no me estaba cantando alabanzas es ese momento.

Tony echó su cabeza atrás y se rió mientras yo articulé: Perdóname.

Nunca le pedí perdón a nadie antes, nunca tuve que hacerlo. Mi padre siempre
había dicho que nuestra vocación estaba por encima del perdón, que estábamos
por encima de cualquier reproche por lo que hacíamos, quienes éramos.

Tony limpió sus ojos. —¿Cómo de orgulloso, Chase, piensas que me hace el
verte… mi hijo bastardo, sobre sus rodillas?

—Aquí vamos otra vez —murmuré, tratando de distraer a cada uno.

Tony balanceó a Chase, tirándolo al suelo otra vez, y fue entonces cuando vi el
cuchillo. Él estaba consiguiendo que lo mataran para salvar a las chicas… mi
hermana, Trace, Mo. Actuando rápido, me apresuré hacia ellos y me arrodillé.

—¡Qué demonios estás haciendo! —escupió Tony.

—¡Los nudos! Se desataron. ¡Los estoy arreglando de nuevo, bastardo! —grité,


luego deslicé el cuchillo lentamente por la pierna de Trace, sabiendo que
probablemente eso la estaba asustando como el infierno. Pero en lugar de
acobardarse, se centró todo el tiempo en mis ojos. Me imaginé que pudo haberlo
hecho peor, la mirada fija en dos agujeros sin alma, pero ella no me estaba viendo
como si no tuviera alma. Por el contrario, me estaba mirando como si yo fuera su
única esperanza. Mi corazón latía un poco más duro mientras finalmente ponía el
cuchillo en sus manos. Me paré y me di la vuelta, así con eso ella podría poner el
cuchillo debajo de su ropa sin que Tony lo viera.

Tony pateó a Chase en el estómago una y otra vez. Sabía que Chase era duro, así
que no lo detuve, a pesar de que quería. Chase preferiría sufrir de algunas costillas
rotas, sabiendo que las chicas estaban a salvo, que salvar su linda cara y ser
responsable de sus muertes.

La sangre corría por la barbilla de Chase. Sus ojos habían comenzado a


hincharse y cerrarse, entonces miró detrás de él y vio que las chicas estaban libres,
luego el me miró confundido.

Hice un movimiento para ayudarlo a ponerse de pie justo cuando Tony ladeó la
pistola.

—Yo no lo siento —Tony inclinó la cabeza y apuntó entre los ojos de Chase—.
Dile hola a Nixon cuando lo veas.

—O puedes decirme hola ahora —dijo una voz desde la puerta.


Capítulo 49
TRADUCIDO POR PIDGETRAVIS // CORREGIDO POR KARLIX

O
í gemidos femeninos detrás de mí mientras Nixon se dirigía a la
habitación, un arma apuntando directamente a la cabeza de Tony. Fue
seguido por Luca, que estaba aplaudiendo.

—Hermosa actuación —dijo Luca—. ¿Crees que conseguimos todo lo que


necesitábamos, Nixon? ¿O deberíamos hacerlo sufrir?

—¿Tengo un voto? —le pregunté desde el suelo, todavía molesto.

Nixon me miró y rodó los ojos. Al menos parecía que todavía estaba de buen
humor.

Tony saltó sobre mi cuerpo y en frente de las chicas en el sofá.

Mierda.

—¿Cómo es que estás vivo, Nixon? —Tony apuntó su arma a Trace—. ¿Hmm?
¿Cómo es eso posible?

Nixon se encogió de hombros. —Soy como un gato. Tengo nueve vidas.


Además, Dios dijo que no me quiere.

Tony se rió entre dientes. —Así que, ¿qué pasa ahora? ¿Me matarás?

Luca asintió. —La idea tiene cierto atractivo.

—¿Cómo crees que vas a ser capaz de hacer una cosa así? —preguntó Tony—.
Tengo a todas tus preciosas mujeres en la punta de mis dedos. Un tirón de este
gatillo y Tracey muere, ¿o qué sobre Mil? Phoenix, siempre has odiado a tu hermana.
¿Por qué no me ayudas? La manera en que yo lo veo es que es sólo tres contra dos.

—Cierto —Phoenix se puso al lado de Tony, el bastardo.

Luca asintió y se frotó la barbilla. —Creo, Nixon, que ya he tenido suficiente —


Apuntó su arma en dirección de Tony y disparó al mismo tiempo que Tony disparó a
Luca.
Luca cayó al suelo, todavía disparando. Tony se encogió y extendió el brazo.

Hice un movimiento para agarrar a las chicas y tirar de ellas al suelo conmigo
justo cuando una bala me rozó el hombro.

Caí con un silbido. Bueno, eso apestaba. Al menos sentía como si hubiera
traspasado. Las armas estaban siendo disparadas por todas partes hasta que
finalmente todo quedó en silencio.

Miré hacia arriba para ver que Tony estaba apoyado contra la pared sosteniendo
su brazo. Phoenix estaba a su lado, agachado. Nixon y Luca cruzaron la habitación,
ambos ilesos.

—Vas a tener mi sangre en tus manos, Nixon —escupió Tony—. ¡Ustedes dos
serán los culpables por hacer caer a una familia entera!

Nixon negó con la cabeza. —No puedes culpar a un fantasma, ¿cierto, Luca?

—Cierto —Él asintió con la cabeza a Nixon que levantó su arma hacia Tony.

Sonó un disparo, pero no fue del arma de Nixon.

Preso del pánico miré hacia arriba para ver a Tony en el suelo y a Phoenix con su
arma todavía apuntando, temblando.

—Lo siento —dijo Phoenix—. Después de todo, Nixon. No puedo… no puedo


permitir que tengas su sangre en tus manos. En las mías. Me lo merezco.

—Phoenix… —Nixon se movió para atraparlo, pero Phoenix cayó al suelo, la


sangre salía de la herida en el estómago—. No se suponía que fuera así. Se suponía
que me dejarías dispararle. ¡Maldita sea, Phoenix! ¡Por qué no me escuchaste!

Phoenix tosió un poco de sangre y sonrió. —Se suponía que iba a pasar
exactamente así. Quizás en mi muerte… —Volvió a toser—. Tal vez Dios podrá
perdonarme. Tal vez… —Jadeó—. Ahora todos ustedes están limpios. Todos y cada
uno de ustedes. Y yo puedo morir… en paz.

Los ojos de Nixon se llenaron de lágrimas. —Por lo menos no es el fondo del


lago Michigan, ¿cierto, hombre? —Alcanzó la mano de Phoenix y la apretó.

Phoenix dejó escapar una risa débil. —Sí, por lo menos no es el lago Michigan.
Nixon, di la oración, dila…

Nixon se arrodilló sobre Phoenix e hizo una cruz, a continuación, en Siciliano,


dijo—: Se ha cumplido nuestro código de honor. Dios, toma su alma, perdona los
pecados cometidos en tu contra, en contra de la humanidad, recibe a Phoenix,
entonces y sólo entonces, puede que muera en paz. Amén.
Los ojos de Phoenix se cerraron mientras tomaba su último aliento.

Había visto la muerte toda mi vida.

Pero no fue hasta ahora que me sentí contener las lágrimas.

Tuve que apartar la mirada.

Sintiendo como si estuviera a punto de vomitar, me recosté en el sofá y cerré los


ojos.

—Ya está hecho —dijo Luca con voz triste—. En el nombre del padre, el hijo y el
espíritu santo.

—Amén. —Todos dijeron al unísono.


Capítulo 50
TRADUCIDO POR MAIS020291 // CORREGIDO POR MORIN

L
os ojos de Trace encontraron los míos y en ese instante tuve que
volverme indiferente. Tenía que enfocarme en mi tarea, de otro modo,
no iba a terminar bien. Diablos, no esperaba para nada que sucediera de
esta forma. Se suponía que no me iba a aparecer, pero no pude evitarlo, no después
de escuchar lo que este bastardo le había hecho a mi familia, a la familia de Trace.
Quería venganza. Así que tomé un salto de fe.

Coloqué mi pistola en la mesa y me incliné contra ésta mientras unos cuantos


hombres pasaban por ahí y preparaban el cuerpo de Phoenix para los arreglos del
funeral y el de Tony para el entierro. Él no tendría funeral, ningún honor, nada. ¿Pero
Phoenix? Mientras Trace estuviera bien con ello, quería su funeral para honorarlo.
Lo que había hecho por nosotros era…estaba más allá de lo que le había pedido. En
estos últimos días, había tenido el respaldo de uno de mis mejores amigos.
Posiblemente uno de mis únicos amigos que quedaban, considerando que estaba
listo para dispararle a Chase desde donde estaba.

Él no podía dejarlo ir—no podía dejarla ir a ella. ¿Realmente pensaba que no


estaría observándolo? ¿Observándola?

Sus besos robados me destruyeron.

¿Y el hecho que él le había hecho escoger?

Su habitación había sido pinchada con micrófonos. Al menos había pensado que
Chase sería lo suficientemente inteligente para saberlo. O tal vez él quería que yo
escuchara.

Tal vez quería que mi corazón se rompiera en dos.

—¿Nixon? —La calidez de la mano de Trace calentó mi espalda. Me sacudí y me


di la vuelta.

—¿Sí?
—T-tú estás vivo —Lágrimas corrieron por su rostro mientras dio un paso hacia
mis brazos. Era la única cosa que había estado esperando. Volver a la normalidad.
Pero no sabía cómo. No sabía cómo arreglarlo.

Gentilmente la aparté. —¿Por qué no vas a ver a Chase? No queremos que se


desmaye por su herida.

—Pero…

—Anda —la urgí—. Tengo un par de cosas de qué hacerme cargo.

Con las manos temblando, limpié tanto las pistolas de Phoenix como la de Tony,
y las coloqué en una bolsa de plástico, entregándolas a Sergio. Que había llegado un
poco después para ayudar a limpiar.

Otra de sus especialidades. Hacer que las cosas desaparezcan.

—¿Algo más? —preguntó, examinando la habitación—. Vas a necesitar que un


equipo venga aquí.

—Sí —No podía poner bajo control mi enojo ni mi dolor—. ¿Sergio, podrías
hacerte cargo? Necesito…

—Está bien —me interrumpió—. Ve.

Asentí y salí de la habitación. La última cosa que escuché antes de que la puerta
se cerrara de un golpe, fue mi nombre en los labios de Trace.

No sabía hacia dónde estaba yendo o qué estaba haciendo. Solo conduje.
Conduje por el lugar donde Trace y yo habíamos tenido nuestra primera cita.
Conduje por la universidad y terminé deteniéndome en la curva y apagando el auto.

Golpeé el timón una y otra vez hasta que mis dedos sangraron.

¿Cómo diablos las cosas se habían complicado tanto? Pensé que podría
manejarlo. Me mentí a mí mismo. Me forcé a mí mismo a creer que podía existir en
un mundo donde Tracey y Chase estuvieran juntos. Pero no podía.

Lentamente me mataría por dentro, hasta que desearía la muerte.

Con una maldición, encendí el auto e hice mi camino de regreso a mi casa.


Tiempo para enfrentar la música. Y despedirme de todos.
Capítulo 51
TRADUCIDO POR MAIS020291 // CORREGIDO POR JERY_B2UTY

A
brí la puerta de mi casa y entré.

Las chicas estaban sentadas en la mesa, como si me estuvieran


esperando. Los ojos de Tex se ampliaron cuando me vio. Rápidamente
se levantó de la mesa y me abrazó.

—Hombre, pensé que estabas muerto.

—Sí, todos lo pensaron —Mis ojos cayeron en Trace. No era su culpa. La había
empujado hacia los brazos de Chase. Le había dado mi maldito permiso. ¿En qué
diablos había estado pensando? ¿Estaba drogado o algo?

—Estoy contento que estés de vuelta hombre, las cosas han estado locas…y
ninguna herida de bala. Lindo.

—Sí, lindo —repetí—. ¿Luca se fue? —Mis ojos cayeron en Chase, que estaba
sentado lejos de todos en la esquina. Un vendaje envuelto alrededor de su hombro.

—Sip —Asintió—. Todo se ha arreglado.

Mis ojos cayeron en la mano de Chase. Era como si mi anillo estuviera


mirándome.

—Te extrañé —Mo se estiró a través de la mesa y cogió mi mano.

—Gracias Mo, lo siento, yo…

Mi hermana me lanzó un golpe en el rostro y luego golpeó mi pecho,


colapsando en mis brazos. —¡Nunca más Nixon, o juro que yo misma te mataré! —
Sollozos sacudieron su cuerpo mientras la sostenía.

—Era el único camino…

—¡Al diablo con tus malditas excusas, Nixon! —Mo se apartó y me golpeó de
nuevo, Mierda, la mujer era fuerte—. ¡Puede que seas el diablo pero estoy algo
acostumbrada a tener tu odioso trasero dando vueltas por aquí!
Sonreí. Probablemente la primera sonrisa que tenía en unos cuantos días. —Lo
siento Mo. Te amo.

—Juro que eres el mellizo del diablo. —Se empujó contra mi pecho y se lanzó
contra su silla.

—¿Alguien más necesita dispararme? —bromeé.

Trace mantuvo baja su cabeza, mirando la mesa. Caminé un poco más cerca. Su
cabeza se alzó, seguida por su pistola en mano.

Un disparo sonó y luego sentí dolor severo en mi brazo izquierdo. —¿Qué


diablos? —Toqué la parte de afuera de mi tríceps y examiné mis dedos. Sangre se
escurría.

—¡Santa mierda! —Tex se apartó de la mesa—. ¡Te acaba de disparar!

Mo y Mil rieron disimuladamente y cubrieron sus bocas. Incluso Chase quebró


una sonrisa.

—¿Qué diablos está mal contigo? —dirigí mi grito hacia Trace—. La última vez
que te llevé a disparar, ni siquiera podías darle a ningún maldito objetivo. ¡Podrías
haberme matado!

—¡Bien! —Se alejó de la mesa y lanzó la pistola en esta, haciendo un ruido


estrepitoso—. ¡Es lo que te mereces!

La habitación quedó en silencio mientras cruzaba sus brazos.

—¿Merezco ser disparado? ¿Morir?

—Sí. —Su labio inferior tembló—. ¡Porque me destruiste! ¿No lo entiendes? ¡Me
arruinaste! ¡Me rompiste! ¡No hay vuelta atrás y todo es tu culpa! ¡Tú y Chase! ¡Estoy
tan enojada que ni siquiera sé qué hacer! ¡No tengo nada! ¡No tengo a nadie!

—Pero…

—¡No! —gritó—. No tengo a nadie. ¡Chase me mintió, tú me mentiste, y al final


ambos rompieron mi corazón en dos! ¡Sí, mereces ser herido, porque entonces, tal
vez puedas sentir algo de lo que yo estoy sintiendo ahora mismo! No tengo corazón.
Las piezas se han ido. Me has dejado sin nada. Y te odio por eso. ¡Los odio a los dos!
—Con un último sollozo, corrió por el pasillo, dejando la habitación cubierta de un
silencio incómodo.

Después de unos cuantos segundos, Mo habló. —Estás llenando de sangre el


suelo.
—No es el momento, Mo —siseó Tex.

Mil se puso de pie. —Nosotros vamos a… irnos.

Se fueron de la habitación, dejándome a mí y a Chase mirándonos uno al otro.


No sabía qué decir, qué hacer. Creo que él tampoco. Mierda, habíamos hecho un
desastre.

Chase se alzó de su silla y lentamente se acercó a mí. Con un simple


asentimiento, tragó y luego caminó hacia la barra, y nos sirvió dos tragos.

Sin palabras, lo seguí mientras él abría las puertas hacia el exterior. Caminamos
en silencio hasta el final de la propiedad. El lugar donde por primera vez habíamos
hecho nuestro pacto. Él sostuvo el vaso de whiskey.

Tomamos en silencio.

—No puedo lograr disculparme —dijo finalmente Chase.

—No estaba pidiéndote que lo hagas.

—La tomé —Chase bajó la mirada hacia su vaso—. No tengo excusa más que
pensé que tú estabas muerto, y luego cuando descubrí que no lo estabas… —Rió
sin humor—… entré en pánico. La vi deslizándose a través de mis dedos…la vida
que quería, nuestro futuro…todo.

—Mi culpa —Mi voz era ronca, como si hubiese pedazos rotos de vidrio
atrapados en mi garganta, haciendo difícil hacer que las palabras salieran
suavemente—. Los empujé a los dos a estar juntos. En tantas formas pensé que
ayudaría. No sé qué diablos estaba pensando. Yo solo…yo estaba…

—Estabas pensando en ella, Nixon —Chase sacudió su cabeza—. Y es ahí donde


diferimos. Porque hacia el final, cuando la estaba forzando a escoger —suspiró—,
no estaba pensando en ella. Estaba pensando en mí.

Exhalé y cerré mis ojos. —No pelearé por ella.

Chase tiró su bebida y me golpeó en la mandíbula. —¡Y una mierda no lo harás!


¡Pedazo de mierda! ¡Merezco que me disparen! Y tú vas a quedarte ahí sentado y
simplemente rendirte.

Mi bebida resonó en el suelo mientras me ponía de pie. —¿Qué diablos Chase?


Eres el que tomó la parte más preciosa de mi vida. Eres el que, aunque sabías que
estaba vivo, besaste a mi novia, a mí para siempre, a mí razón de vivir. ¿Y me estás
gritando?

—Maldita sea que lo hago —espetó Chase—. ¡Ella te ama!


—Ella también te ama a ti —Le hice un masaje a mi mandíbula—. Y no voy a
hacerle eso a ella.

—¿Hacerle qué?

—Hacerla escoger.

Chase colgó su cabeza y acarició su sien. —Deja de ser el gran hombre.

Suspiré. —No se trata de mí, hombre. Se trata de ella. No voy a ponerla entre
los dos. Diablos, ni siquiera voy a dejar que se trate de ti y de mí. Es ella, siempre ha
sido ella, se trata de ella. ¿Ella te ama? Bien. Porque, Chase, nunca se ha tratado de lo
que quiero o necesito. No puedo vivir si ella está infeliz. No puedo respirar si ella
está triste. Si estar contigo le da paz, entonces quiero que tú la tengas. Yo seré tu
padrino en la boda. Haré de niñero de tus hijos cuando quieras una cita con ella de
noche. Chase… —Tragué la emoción en mi voz y sacudí mi cabeza—. Todo se trata
de ella.

Los ojos de Chase se llenaron de lágrimas. Nunca en mi vida había visto a un


chico llorar, pero sabía que él estaba cerca. El hombre era duro como la mierda. Y
odiaba que hubiéramos tenido que pasar por esto, que después de toda una vida de
amistad, sería algo como pelear por una chica que nos regresaría al punto donde
hicimos nuestro pacto.

Sus ojos se nublaron mientras enderezaba su espina dorsal. —No sé si pueda


dejarla ir. ¿Cómo la dejaste ir tú? ¿Cómo lo hiciste? No puedo… —Se estremeció—.
No puedo, Nixon. Lo siento, pero si ella quiere estar conmigo, no diré que no. No
puedo.

Tomé un profundo respiro y sostuve mi mano para él. Él la tomó. Lo atraje para
un abrazo. —No esperaba que lo hicieras, Chase. Nunca te pediría eso.

—Quiero odiarte.

Lo solté de mi agarre y reí. —Sí, bueno, siento decepcionarte.

—¿Quieres ir a disculparte primero? ¿O debo ir yo? —preguntó Chase.

—Démosle un poco de tiempo, ¿de acuerdo? Ella acaba de dispararme. No


dejaré que lo vuelva a hacer.

Chase rió. —Diablos, fue un disparo de suerte Estoy sorprendido que aún
puedas caminar derecho, un poco a la izquierda y hubieses sido…

—Gracias, sí, sé lo que hubiese sido. Estaría muriéndome.

Recogimos nuestras bebidas y regresamos caminando a la casa.


Abrí la puerta para ver a Mil, Mo y Tex de regreso en la habitación,
observándonos pensativamente.

Era como si todos hubiesen tomado un profundo respiro y estuvieran


esperando a ver si Chase o yo necesitábamos ir al hospital.

—Está bien —Sacudí mi mano en el aire—. Nadie ha muerto.

Exhalaron al unísono.

—No es por malograrles sus planes, pero debemos reunir a los hombres esta
noche. Hacerles saber lo que ha sucedido —Tex metió sus manos en sus bolsillos.

Era incómodo. Unas cuantas semanas atrás, yo había sido el jefe. Había sido el
jefe por años y ahora tenía que mirar a Chase. Después de todo, su sangre era la
sangre del jefe, el hombre que solía llamar padre.

Apretó su mano derecha, y luz rebotó desde su anillo. —Haz la llamada, Tex.

—Ahora mismo —Tex sacó su celular y empezó a hacer los arreglos.

—Y el funeral —dije—. No podemos olvidarnos de Phoenix.

—No —Chase asintió—. No lo olvidaremos.


Capítulo 52
TRADUCIDO POR ANDREA MORENO // CORREGIDO POR JERY_B2UTY

V
i como los hombres comenzaron lentamente a caer a mi casa. La mayoría
de ellos estaban tan malditamente felices de verme con vida, era como si
no hubiera este gigante elefante en la sala de estar de Chase siendo el
jefe, y yo siendo… ¿Qué? ¿Qué era yo? Cogí una copa de vino y me senté. Chase
llamó a ordenar a la reunión justo cuando Sergio entró. Los hombres comenzaron a
susurrar entre ellos. Y luego Frank Alfero entró, con Luca. No se me había ocurrido
hasta ahora la cantidad de energía que se estaba asentando en la sala. El jefe de la
familia Nicolosi de Sicilia, Los Abandonatos, y el jefe de la mafia Alfero. Frank asintió
con la cabeza y tomó un asiento opuesto en el sofá.

—Señores —Chase se aclaró la garganta—. Démosle la bienvenida a Luca


Nicolosi y Frank Alfero. Ellos han sido lo suficientemente amables para asistir a
nuestra reunión.

Luca asintió hacia Chase. —Alguien tiene que limpiar el aire.

Durante la siguiente hora Luca explicó en gran detalle los planes que se habían
desarrollado durante las últimas semanas. Como había ido con él y escenificado mi
muerte con el fin de desenmascarar a Tony. Como necesité más pruebas y como, en
un momento de claridad, el jefe De Lange, Phoenix, se había redimido no solo para
ayudarnos, sino para acabar con la rata que nos puso en esta situación en primer
lugar. Vi como los hombres, con los que había crecido, con los que había arribado,
sacudir la cabeza, apegándose entre ellos y comenzar a murmurar oraciones. Si.
Éramos la mafia. ¿Pero cuando muere la familia? ¿Cuándo las vidas se perdían
inútilmente en nuestra muy unida familia? Eso no era negocio. No, era una tragedia
y todos y cada uno de ellos lo sabían.

Cuando Luca terminó, Frank se puso de pie. —Me gustaría decir algo —Se
aclaró la garganta y miró alrededor de la habitación—. Me gustaría agradecer a su
familia. No sólo me puso en la clandestinidad, sino que protegió a mi nieta a toda
costa. Es por ustedes que finalmente puedo dejar ir la muerte de mi hijo e hija. Es
por ustedes que soy capaz de mantener mi cabeza en alto una vez más. Te debo mi
lealtad. Esta lucha entre nosotros, termina. Se termina ahora —Luego tomó su
asiento.
Chase se puso de pie. —Hay una cosa más qué discutir.

Supe cuán incomodo le sería, así que me puse de pie y me acerque a su lado,
dándole ánimos en silencio con mi presencia.

—Nixon y yo… —Él miro al techo—. Bueno, nosotros descubrimos algunas


cosas acerca de nuestro pasado, cosas que realmente no deberían importar más,
independientemente de mi linaje, independiente del suyo, hago moción para re
instituir a Nixon como el jefe.

—Chase —gruñí—. ¿Qué demonios estás haciendo?

Él giro hacia mí y sonrió. —Mi maldito trabajo, como me ordenaste hacerlo.

Fue unánime. Chase me dio una palmada en la espalda y dejó el centro de la


habitación. No estaba seguro como me sentí, pero por alguna razón, era correcto. A
pesar de no estar sanguíneamente relacionado con mi padre, aun cuando
normalmente era como las cosas funcionaban. Era bueno en lo que hacía. Y lo
quería. Lamentablemente, no pude disfrutar de la gloria por mucho, no cuando me
di cuenta de que las cosas fueron hacia atrás una vez más. Si Trace quisiera terminar
con Chase, él sería otra vez la opción más segura. Demonios.

—Una cosa más —Luca se paró—. Desde que estoy aquí, es imperativo que
notifiquemos a la familia De Lange los sucesos. También es crucial que se nombre al
siguiente jefe.

—¿Acaso Phoenix tenía algún hermano? —preguntó Sergio.

—No —Me reí entre dientes y miré a Chase—. Pero él tiene un infierno de
hermanastra.

—¿Una mujer?—Un hombre preguntó.

—Se ha hecho antes —respondió otro—. ¿No es la ciudad más pacífica en Sicilia
dirigida por una mujer?

—Cierto —Luca parecía pensar en eso—. ¿Debería tocar el tema con la familia?

Me reí. No pude evitarlo. —¿Tocar el tema? —Asentí con la cabeza. —Me parece
que tu forma de llevar las cosas incluye amenazas de muerte y el lago Michigan.

Luca se encogió de hombros. —No puedo evitar ser un dramático.

Frank rodó sus ojos en mi dirección.

—Está bien —Asentí—. Notifica a la familia y a Emiliana. Quiero que se haga


antes que te vayas, Luca, y el funeral también.
—Hecho—dijo—. Ahora, hagamos un brindis.

Cada hombre levantó sus bebidas.

—Salud—dijo Luca—. Por la familia.

—¡Por la familia! —Todo el mundo aplaudió y bebió.


Capítulo 53
TRADUCIDO POR ANDREA MORENO // CORREGIDO POR KARLIX

L
as cosas se establecieron bien. Sabía que Nixon estaba probablemente
pensando en el fondo de su mente que yo le había regresado su rango y
así yo podría tener a Trace, pero no podía estar más equivocado. Le di el
titulo porque sabía que yo no tenía lo necesario para llevarlo a cabo. Nixon era un
maldito…ridículamente leal y desinteresado. Al final sabía que me escogería por
sobre alguien más.

Y es por eso que no me merecía a Trace.

Porque al final, me elegí a mí, no a ella. Si la hubiera elegido, no la habría


colocado en esta posición.

Al final, era un egoísta en mi búsqueda por ella. La amaba…y quizás ese era el
problema. Mi amor por ella eclipsaba todo lo demás. Hubiera huido con ella sin
mirar atrás.

Los hombres se dispersaron.

Me senté en la mesa girando una copa en mis manos.

Todas las luces estaban apagadas. Era solo yo y una botella añeja de whiskey.

Dios mío, era deprimente.

Sentí una mano tocar mi hombro y mire hacia arriba. Trace estaba a mi lado, con
sus ojos tristes. No podía mirarla. Tuve que mirar a otro lado, mi respiración se
detuvo cuando su mano se deslizó por mi brazo y luego tocó mi mano. Me aferré,
me aferré por su querida vida.

—Chase, yo…

Cerré mis ojos y solo escuché su voz. —Di mi nombre otra vez…por favor.

—Chase —Se atragantó un poco—. Chase, Chase, Chase… —Soltó mi mano y


agarró mi cara entre sus manos—. Chase.
Abrí mis ojos y miré directamente a los de ella, reteniéndola con mi mirada,
rogándole con mi alma…Yo, escógeme. Porque te necesito. Más de lo que quiero
admitir. Su boca se encontró con la mía en un suave beso. Por un breve momento,
me sentí aliviado, pensé que quizás me estaba escogiendo, quizás solo íbamos a ser
nosotros, quizás había un final feliz y cabalgaríamos hacia el atardecer. Pero se
retiró demasiado pronto. Me incliné hacia adelante, nuestras frentes se tocaron.

Habló tan bajo que casi no la escuché. —Estoy tan molesta contigo.

—Lo sé. —Suspire.

—Me mentiste, Chase. Me hiciste…—Sus ojos se cerraron—. Me hiciste


elegirte. Confié en ti para todo. Fuiste mi supervivencia y me traicionaste,
traicionaste lo que éramos, lo que tuvimos.

Asintiendo, traté de alejarme de ella pero no me dejó. Sus manos eran como
tenazas en mi cabeza.

—Me hiciste amarte, me hiciste confiar en ti…Por ti, no sé si seré todo para él.
No sé si puedo ser esa chica que amó primero. Y quiero odiarte por eso, excepto
que me has hecho amarte condenadamente tanto que duele.

—Trace, yo…

Sus labios me silenciaron, de nuevo, un breve beso, un breve beso aterciopelado


de su labio inferior y luego se retiró otra vez. —Yo sí te amo…pero…

—¿Pero? —Sabía lo que iba a venir. Los vellos de mi nuca se levantaron. Rompí a
sudar frío.

—Chase —Se apartó y se secó una lágrima de su ojo—. Tú tienes mi corazón,


pero Nixon… él posee mi alma.

Me estremecí, se sentía como si agarrara un cuchillo y en lugar de apuñalarme


en la espalda, me dijera que me iba a cortar profundamente en el pecho. Al final,
hubiera preferido el ataque sorpresa, porque tal vez entonces no tendría que ver
esos hermosos ojos marrones llenarse de lágrimas mientras yo asentía y sentí que
mi pecho se encogía hasta que pensé que mi cuerpo iba a explotar por la presión. El
frío cuchillo fue directo a mi corazón, atravesó el músculo, cesando de latir, pero no
terminó ahí. Si ella me hubiera simplemente rechazado, el dolor se habría detenido,
pero ella no estaba solo rechazándome, estaba decepcionada de mí, y todavía
eligiendo a otro. Así el cuchillo giró, se retorció hasta que fui insensible y luego…
Cerré mis ojos mientras saboreaba la sensación de que todo en mi mundo se
detenía.
Era yo y Trace, atrapados en un túnel del tiempo. Cogí su cara y suspiré cuando
mi mano entró en contacto con su mejilla. Una sola lágrima encontró mis dedos. Me
aparté y froté la lágrima entre mi pulgar y el dedo índice y luego me levanté.

—Chase, espera…

—No —Agarré la botella de la mesa—. Está bien. —Logré una tensa sonrisa—.
Esta fue siempre la forma en que se suponía que fuera, Trace. Créeme, estamos
mejor como amigos.

—¿Podemos ir allí? ¿Después de… todo?—Tenía los ojos esperanzados.

—Claro —le mentí y tropecé lejos de ella, en busca de la oscuridad de mi


habitación y la parte inferior de la botella en la mano derecha. En el momento en
que entré en mi habitación, cerré la puerta detrás de mí y cerré con llave. Mierda,
¿tiene que oler a ella? Aturdido, me acerqué a la cama, la misma cama que habíamos
compartido hacía menos de cuarenta y ocho horas. Su olor estaba tan
profundamente grabado en las fibras de las sabanas que no me atreví a hacer nada
más que tomar un trago de whisky y dejar que su olor abrumara el dolor.

No sé cuánto tiempo me quedé allí sentado en la cama. Bebiendo y oliendo


como un lunático. Esa es la cosa con el amor, harías cualquier cosa para asegurarlo,
excepto cuando por fin lo tienes, estas tan malditamente preocupado por perderlo
que tus opciones ya no son desinteresadas, sino egoístas. Eso es lo que sucedido
con las cosas con Trace y al final así fue como la perdí.

Me negué a enterrar el recuerdo de su beso.

La forma en que encajábamos a la perfección.

Me aferré a esos recuerdos porque en ese momento estaba malditamente


seguro de que ninguna chica alguna vez sería capaz de borrarlos totalmente de mi
conciencia, infiernos si me lo permitiría, para empezar.

Me bebí la mitad de la botella.

No era un momento de orgullo para alguien que normalmente no bebe. Mierda,


¡ella me convirtió en un alcohólico en el transcurso de dos semanas! ¿Qué demonios
decía eso de mi auto-control?

La habitación daba vueltas. Puse la botella abajo y me froté los ojos.

Era tarde.

Se podría pensar que estaría demasiado borracho como para siquiera pensar.
Evidentemente, tenía tolerancia al alcohol de manera más alta que la que
hubiera preferido para la situación actual.

Alguien golpeó suavemente a la puerta.

Me negué a contestar.

La golpearon de nuevo.

Con una maldición me tropecé con mis pies y abrí la puerta. Mil estaba al otro
lado. Su pelo estaba recogido en un desordenado moño y estaba vistiendo unos
realmente cortos pantalones negros de entrenamiento y una camiseta sin mangas.

—Mierda, Mil, no estoy de humor —Me moví a cerrar la puerta, pero su mano
me detuvo. Ella empujó contra mi pecho.

—Relájate. No estoy aquí para tomar ventaja de tu estado de embriaguez —


Rodando sus ojos pasó junto a mí en mi habitación.

—¿Qué parte de que no estoy de humor no entiendes?—Arrastré las palabras y


tropecé hasta mi cama.

Mil levantó las manos. —Una vez más, no estoy aquí para robar tu virtud y estoy
bastante segura de que si la oportunidad se presentara en sí, te estarías durmiendo
en un montón de tu propio vómito dentro de treinta segundos. Así que, gracias,
pero no gracias.

Me quejé entre mis manos y me acosté boca abajo en la cama.—¿Qué demonios


es lo que quieres?

Murmurando una maldición, se acercó a mi cuarto de baño y abrió la ducha. Oí


algunas cosas haciendo ruido alrededor antes de que estuviera de vuelta, de pie
delante de mí. De alguna manera mis zapatos estaban fuera, entonces mis jeans.
Maldita sea, hacía frío. Mil me ayudó a ponerme de pie y me levantó la camiseta por
encima de mi cabeza. Me tambaleé contra ella.

—Chase Winter, te lo juro, si vomitas sobre mí o intentas ligar conmigo de


alguna manera, voy apuñalarte. ¿Está claro?

—¿Estoy en el infierno?—Mis dientes castañeteaban cuando el frío de la sala se


filtró en cada hueso de mi cuerpo.

—Cerca —murmuró, agarrando mi mano y encaminándome hacia el baño. El


vapor se elevaba fuera de la ducha—. Entra.

—¿Por qué?—dije con voz ronca.


—Porque hueles a whisky.

—Tal vez me gusta oler a whisky.

No dijo nada, sólo se quedó allí, con los brazos cruzados.

—¿Inspeccionándome? —Di un paso más cerca de ella y tropecé. Me apoyé en la


encimera de granito y maldije.

Mil resopló.—Créeme, no podrías ser menos atractivo para mí en este momento


si trataras.

—¿Es tu plan hacerme suicida?—Cerré los ojos para que la habitación dejaría de
girar.

—¡No!, aunque creo que en un momento era tuyo. ¿Sabes que beber mucho
whisky añejo podría hacer que te mate?

—Tengo un estómago de acero —Eructé y luego corrí al baño y empecé a


mostrarle cuán acerado podría ser mi estómago. Un paño frío se colocó en mi cuello
mientras seguía vomitando.

—¿Por qué demonios estás siendo tan amable conmigo?—Me limpié la boca con
la misma tela y maldije.

Mil me ayudó a ponerme de pie y se las arregló para mirarme a los ojos mientras
me quitaba el resto de mi ropa y tropecé en la ducha. Ella estaba detrás de mí,
ayudándome, como si yo fuera una especie de persona de edad avanzada. Al
parecer, no iba a responder a la pregunta. No recuerdo mucho de la ducha, sólo que
de alguna manera me las arreglé para volver a mi cama y que estaba seco. Raro. ¿Me
habría secado con la toalla?

Hola roca, conoce el fondo.

—Te estoy ayudando… —Mil susurró mientras sacaba las mantas sobre mis
hombros y palmeó mi cabeza como un niño pequeño—. Porque aunque creo que
eres un gilipollas… que te rompan el corazón es una mierda. Además, tengo una
propuesta para ti.

—Está bien —Me di la vuelta y levanté la sábana—. Pero que sea rápido.

—Sí, tienes que dejar de parpadear —Puso la manta sobre mí—. Bebe un poco
de agua y hablaremos por la mañana.

—¿Por qué hablar cuando podemos…?

Puso su mano sobre mi boca.—No creo que me guste el Chase borracho.


—A mí tampoco…—me quejé.

—Hora de dormirse, bella durmiente. La mañana vendrá muy pronto —Mil salió
de la habitación y caí en una pacífica oscuridad.
Capítulo 54
TRADUCIDO POR MAIS020291 // CORREGIDO POR JERY_B2UTY

¿C ómo ha ido? —pregunté una vez que Trace estuvo de vuelta en mi


habitación. Sus ojos estaban rojos por haber llorado. Mierda. No pensé
que sería tan malo. Quiero decir… ¿Qué debo hacer con ello?
¿Consolarla por amar a alguien más? ¿Decir que todo está bien aunque mi propio
maldito corazón estaba al borde de romperse?

—Horrible. Bastante segura que está desmayado por la borrachera en algún


lugar. —Trace me pasó, y se sentó en la cama.

Abrí mi boca para hablar pero ella me interrumpió. —Si dices que va a estar
bien, voy a apuñalarte.

Retrocedí lejos de ella. —Entonces sólo me quedaré aquí de pie y luego rezaré
para que no encuentres mi cuchillo —bromeé tratando de aligerar el humor.

—Apestas —Trace se rehusó a mirarme—. Ustedes dos apestan. Me siento


como un juguete. Vieja, sucia, usada… —Su respiración se cortó—. ¡Maldita sea,
Nixon!

Caray, ¿cuándo pasó de triste a enojada? Retrocedí de nuevo, y estuve contra la


puerta cuando ella cargó contra mí, golpeando mi pecho con sus puños. —¡Maldito
seas!

—Trace…

—¡Te di todo y tú tuviste la osadía de ir y pedir que te asesinaran! ¿Quién eres?


¿Romeo? ¡Qué diablos estás mal contigo!

—Yo…

—¡No! —Empujó de nuevo contra mi pecho—. ¿Y si hubiese sido yo?

—Trace —Sacudí mi cabeza—. Es difícil que sea lo mismo…

Sus manos se congelaron en el aire mientras su rostro se contorsionaba. —Pero


lo es Nixon. ¿Cómo no puedes verlo? Entiendo por qué lo hiciste, pero tú… —Se
volteó y cruzó sus brazos—. Te di mi corazón… ¿Y si hubieses muerto de verdad?
¿Crees que me hubiese recuperado de ello? ¿Algún día?

Me coloqué detrás de ella y envolví mis brazos a su alrededor. —Sabía que


tenías a Chase, sabía que si te empujaba hacia él, estarías bien. Tarde o temprano
me olvidarías. Hubieses estado bien.

—Increíble. —Trace sacudió su cabeza.

Mis brazos se apretaron a su alrededor. —¿Qué sucede?

—Puedes ser más astuto incluso que los más repugnantes jefes de la mafia y
aun así, cuando se trata del amor, tienes inteligencia de una pulga.

—Eso dolió.

Su cuerpo se desplomó contra el mío. —Me siento perdida.

—Déjame encontrarte.

—Me siento enferma.

—Déjame curarte —Besé su cabeza.

—Me siento triste.

—Déjame ser tu felicidad.

Se volteó en mis brazos. —¿Y si realmente mueres? ¿Vas a esperar que yo te siga
hacia la muerte?

—No —Alcé su mentón—. Espero que vivas una maldita buena vida. Espero que
me escuches cuando te digo que aquí no ha habido nadie más que tú. Sólo tú,
siempre tú, para siempre tú. Y lo siento, pero no me arrepiento de lo que hice.

Sus ojos se ampliaron mientras intentaba apartarse de mí.

—Escucha —ordené, endureciendo mi agarre alrededor de su cuerpo—. No


arrojaría ningún momento contigo. No tiraría mi decisión de dejarte, porque al final,
era la cosa correcta por hacer. Siempre te salvaré. Debes saber eso…siempre te
escogeré sobre mí. Incluso si eso significa irme, incluso si eso significa dejar que tú y
Chase estén juntos. ¿Trace, si significa que por el resto de mi vida sólo tenga que
vivir con los recuerdos de tu beso? Lo haré. Porque nunca se ha tratado de mí, sino
de ti y lo que yo pueda hacer por ti.

Exhaló.
—Cuando me despierto por las mañanas…no pienso, caray, ¿cómo puedo hacer
que ella me ame más? ¿Cómo puedo tener mi camino con ella? ¿Yo, yo, yo? No está
en mi vocabulario. De hecho, soy un gran fanático de la palabra tú. Yo como, pienso
en ti. Bebo, bebo para ti. Lloro, para que tú no lo tengas que hacer. Moriría para que
tú vivas. Y sobreviviría con un corazón roto sólo si eso significa enmendar el tuyo.

Su labio inferior tembló mientras sus ojos se pusieron vidriosos. —¿Cuándo te


volviste tan romántico?

—He estado leyendo bastante de Romeo y Julieta —Guiñé el ojo—. Además, el


romance no es algo en lo que trabajas… no cuando encuentras a la chica correcta.
Cuando te enamoras, cuando tomas ese salto, es tan natural como respirar, es tan
simple como eso. Soy romántico porque mi corazón demanda que no seré menos
que cien por ciento, para ti, día y noche.

Trace suspiró. —No sé qué hacer con eso. Cuando eres un pesado al menos
puedo amenazarte con daño corporal, pero ahora…

—¿Ahora? —Coloqué un beso ligero como una pluma contra sus labios—. ¿Qué
quieres hacer ahora?

—Creo… —Presionó sus manos contra mi pecho—. Creo que quiero volver a
empezar.

—Me gustan los nuevos comienzos —Sonreí—. Las primeras veces también son
buenas.

Se sonrojó. —Sí sobre eso…estaba algo atrapada en el momento, y te veías tan


triste…

—¿Te estás disculpando por dormir conmigo? —Me reí.

—Sí. Eso creo —El rostro de Trace se iluminó rosado mientras cubría su rostro
con sus manos—. Santa mierda, soy tan tonta.

Besé su nariz. —Estás perdonada.

—¿Por? —No movió sus manos.

—Por aprovecharte de mí.

Apartó sus manos de su rostro y abrió su boca, lo más probable para gritar, pero
luego mi boca estaba presionada contra la suya, amortiguando las palabras entre
nuestros labios. En un beso frenético, la alcé del suelo y la lancé contra la cama.
Su lengua sabía a casa. Gruñí en frustración mientras agarraba unos cuantos
mechones de mi cabello y los apretaba. Diablos, necesitaba calmar todo antes que
pierda totalmente control.

Un golpe sonó en la puerta.

Me levanté pero Trace me jaló de nuevo, encima de ella. —Ignóralo —Sus


dientes pellizcaron mi aro del labio.

—Diablos, eso se sintió bien.

Sonriendo, lamió mi labio inferior y luego me besó de nuevo.

Los golpes en la puerta siguieron.

—Mierda, no… —Me levanté de la cama—. No te vayas a ningún lado.

—¿Qué voy a hacer? ¿Esconderme bajo la cama? —preguntó, sin aliento.

—Correcto —Abrí la puerta por una grieta y ladré—: ¿Qué?

—Es Luca. Se han hecho arreglos y él necesita hablar contigo —Tex se asomó
alrededor de mi cuerpo y me mostró un pulgar hacia arriba. ¿Sería totalmente
inapropiado estrangularlo?

—¡Ve! —Escuché gritar a Trace detrás de mí—. De todos modos necesito


alistarme para ir a la cama.

Gruñí.

—Estarás bien —Golpeó mi trasero y caminó pasandome—. Nos vemos, Tex.

—Botas —Sonrió.

—Deja de mirar su trasero. —Pasé a Tex y me las arreglé para no golpearlo


incluso cuando no había negado que eso era exactamente lo que estaba haciendo.

Luca estaba sentado en la mesa con una copa de vino. Sostenía el tallo entre su
dedo pulgar y su índice, retorciéndolo y moviéndolo en la mesa con fastidio.

Jalé una silla y me senté. —Hazlo rápido.

—Necesitas una bebida.


—No, estoy bien.

—Dije… —Luca asintió hacia Tex—… que necesitas una bebida. Créeme,
querrás una.

—Oh mierda. —Tomé un vaso de Tex y lamí mis labios—. ¿Malas noticias?

—¿En algún momento traigo buenas noticias?

Punto para él.

Luca tomo un largo sorbo de vino. —Se ha decidido que Emiliana subirá a la
posición de jefe para la familia De Lange. Las familias están pidiendo que la paz se
restablezca entre las cinco familias aquí en Chicago.

—¿Y? —Me encogí de hombros—. Nosotros sabíamos que eso sucedería.

—Sin embargo… —Sus ojos se lanzaron entre Tex y yo—. No todos están
convencidos que ella hará un trabajo adecuado. Por lo tanto, han nombrado a tu
familia como una clase de… —Alzó su manos en el aire—… niñera, si tú deseas.

—¿Niñera? —repitió Tex—. ¿Qué diablos significa eso?

—Le enseñarás tus formas de trabajo —expresó Luca, suavemente.

—Esto no es el maldito Viaje a las Estrellas —espeté—. Yo no soy Obi-Wan


Kenobi y sin duda, ella no es Luke Skywalker.

—Exactamente, mis pensamientos. Tienes mucho en tu lugar, Nixon. No te


pediría esto a ti si no fuera de suma importancia.

—¿No lo puede hacer Frank? —No había forma en que quisiera ayudar a Mil a
aprender los oficios. O ella sabía cómo funcionaban las cosas o no. No puedes
simplemente aprender cómo ser un jefe.

—El resto de familias, incluido Frank Alfero, creen que tú eres el mejor para el
trabajo. Todos ustedes son jóvenes, son la nueva generación.

—Gracias, creo —Tenía razón, necesitaba una bebida. Tomé un largo sorbo de
vino y miré fijamente la pared—. ¿Eso no es todo, verdad?

—Siempre me has gustado.

Reí. —¿Me vas a disparar ahora?

—Nah —Luca sorbió otra copa de vino—. Los De Langes estuvieron


involucrados en unos cuantos negocios inapropiados de transacciones.

—Mierda. —Exhalé—. Quieres decir que limpie el desastre.


—Quiero decir que lo mandes al diablo —expresó Luca—. La chica…Puede que
ella no tenga el estómago para lo que se necesita hacer.

—¿Tengo alternativa? —pregunté después de unos minutos de silencio.

—Siempre hay una alternativa —Luca se levantó y golpeó mi hombro—. Pero


recuerda, siempre hay consecuencias.

—Sí, sí —Terminé mi vino y me puse de pie—. ¿Ya lo sabe Mil?

—Sí —Luca abotonó su saco y enderezó su corbata negra—. No está feliz.

—¿Cuándo ha sido feliz? —murmuró Tex detrás de mí.

—¿Confío en que escucharé acerca de tu luminoso progreso durante los


siguientes meses?

Sacudí la estirada mano de Luca y lo besé en su mejilla izquierda y derecha. —


No puedes contar con ello.

—He escuchado que el Lago Michigan es lindo en la primavera —bromeó


mientras hacía su camino hacia la puerta—. Debería verte mañana por la tarde en el
funeral.

—Sip.

Después que se fue, Tex y yo nos sentamos en silencio en la mesa.

—Es un idiota —Una voz femenina dijo desde la cocina.

—Ah, Mil —Cogí una copa de vino vacía—. Feliz que puedas unirte. Y Luca no es
un idiota, es sólo…un hombre con un montón de poder.

—Oh, lo sé —Tomó la copa—. No estaba hablando de él. Estaba hablando de


Chase.

Alcé mi copa. —Entonces estamos de acuerdo. Salud.

Cerró sus ojos y tomó un profundo sorbo del vino negro. —Chicos, los necesito
ahora, más que nunca.

—Caray, esa es la cosa más linda que ella jamás nos ha dicho, Nixon —Tex le
guiñó un ojo, y ella frunció el ceño y tomó asiento.

—Ayudaremos lo más que podamos —Miré fijamente por la oscura ventana y


me concentré en el día en un futuro, donde no tendríamos la muerte inminente
colgando sobre nuestras cabezas.
Capítulo 55
TRADUCIDO POR MAIS020291 // CORREGIDO POR JERY_B2UTY

E
ra oficial.

Odiaba los funerales.

Cremación. Ese era mi futuro. No había una maldita oportunidad


que fuera hacer pasar a mis amigos y familia por horas de tortura para revivir todos
los recuerdos y luego ser enterrado en la tierra.

Ajusté mi corbata negra y me coloqué mis lentes de aviador para esconder mis
ojos inyectados en sangre. Había estado al borde desde que me desperté, para
recordar a Mil y su palabra. Proposición. Maldita sea, eso no podía ser bueno.
¿Desde cuándo esa chica necesitaba favores de alguien?

El sermón no fue largo.

Nixon y yo fuimos los primeros en colocar los pétalos de flores en el ataúd,


seguidos por Tex, Frank, Luca y las chicas.

Nadie realmente lloró.

Mi estómago era un nudo mientras el ataúd era bajado hacia la tierra. Luego
empezó a llover.

Caray, era como si Dios estuviera al tanto de mi humor y hubiera decidido


hacerlo peor. Cantamos en Siciliano, y luego el pastor murmuró la bendición.

Escuché que alguien se sorbía la nariz a mi lado y miré, mientras Trace escondía
su rostro en la chaqueta de Nixon.

Diez segundos. Miré fijamente por diez segundos. Incluso tomé un paso hacia su
dirección. Estaba tan malditamente acostumbrado a consolarla que verla llorar
causaba una reacción instintiva en mí. Quería ser el que atrapara esas lágrimas.

Ella retiró sus lentes oscuros y limpió sus ojos, luego miró en mi dirección.

Debí haber apartado la mirada.


Pero no podía.

Estaba congelado.

En diez pasos, ella estaba en frente de mí.

Mi mandíbula se apretó mientras lentamente dio un paso hacia mis brazos y me


abrazó. Coloqué mi mentón en su cabeza y envolví mis brazos alrededor de su
cuerpo.

Nixon miró en nuestra dirección, me dio un pequeño asentimiento, y se fue.

No sé cuánto tiempo estuvimos así. ¿Minutos? ¿Horas? La gente empezó a


conversar. Algunos se fueron apenas terminó el funeral; otros, se quedaron y
sacudieron sus manos con Nixon.

¿Pero yo? Estaba abrazando a la chica que amaba.

—Siento haber estado enojada contigo —susurró Trace—. Es solo…no lo sé, no


quiero que esto sea horrible pero creo que lo será, ¿verdad?

—Sí —Me las ingenié por decir—. Va a apestar, pero… —Miré hacia el hueco,
donde el cuerpo de Phoenix acababa de ser bajado.

—Necesitas saber algo —Besé la punta de la nariz de Trace—. Siempre estaré


para ti. Siempre. Te prometo que intentaré seguir adelante, si tú me prometes una
cosa.

—¿Qué? —Sus ojos brillaron.

Asentí hacia Nixon. —Dale el infierno.

Su rostro se rompió en una sonrisa. Sentí mi expresión acompañar la suya y


luego ambos reímos. Ella me dio un abrazo final y luego corrió hacia los brazos de
Nixon que esperaban.

Gracias, le dije con los labios.

Él asintió y caminó con ella.

—Ey, bello durmiente. ¿Soñaste conmigo? —dijo Mil, detrás de mí.

Bueno, no hay tiempo para lamentar por mi corazón roto cuando debo lidiar
con el diablo y una resaca en la misma mañana. —Gracias por tu, eh, ayuda, Mil.

Cruzó sus brazos, forzando a su vestido a apretarse alrededor de su pequeño


cuerpo. Maldita sea, pero ella era un pequeño paquete de furor. Desde su cabello
negro hacia sus realmente largas piernas y brillantes ojos azules. Si no fuera tan
hostil tendría la mitad de mi mente atraída hacia ella.

Pero era como una maldita tigresa.

Y yo era aficionado de todas mis partes, muchas gracias.

—¿Y? —Coloqué un brazo cautelosamente alrededor de ella—. ¿Cuál es tu


propuesta?

Mil se tensó debajo de mí. —No te rías o te juro que te disparo. No creas que no
lo haré. Después de todo, estamos en un cementerio.

—¿Alguna vez te he dicho lo amorosa que eres? —Incliné mi cabeza—. ¿No?

—Idiota. ¿Quieres escucharla o no?

—De acuerdo, me tienes —Dejé de caminar—. ¿Qué necesitas?

Exhaló y alzó su mirada hacia mis ojos. —Quiero que te cases conmigo.
Eagle Elite #3 - Entice
“A medida que se quema ese santo, se quema mi alma. Entré vivo, y voy a tener
que salir muerto."

Chase Winter dejó al amor de su vida deslizarse de entre sus dedos y a las
manos de su mejor amigo y jefe de la mafia de la
familia Abandanato. Ahora que sele ha dado
una segunda oportunidad para corregir un
error, se niega a dejar que su propio egoísmo se
interponga en el camino. ¿El único problema? Él
no está en plena posesión de su corazón, así
que cuando Mil DeLange, la chica que le robó la
inocencia, y heredera de la peor de las peores
familias de la mafia en los EE.UU., le pide un
favor. Él en realidad dice que sí, sin darse cuenta
que ese sí tiene el poder de destruirlos a todos.

Mil ha estado enamorada de Chase desde


que tiene memoria, pero a medida que pasaron
los años, el amor se convirtió en odio, y ahora
que él está de acuerdo en ayudarla, se está
preguntando si cometió un error fatal. Debido a
que Chase ya no es un adolescente. Es un
hombre de sangre caliente, empeñado en ser
dueño de todas las partes de su cuerpo y de su
alma, y está dispuesto amatar en su paso a
cualquiera que se atreva a interponerse en el camino.

Es hora de que los secretos finalmente sean revelados…pero no nos


engañemos, va a tomar un montón de derramamiento de sangre el descubrir esas
verdades.
Sobre la autora
Rachel Van Dyken es de las autoras más
reconocidas por el New York Times, Wall
Street Journal Y USA Today, por sus novelas
de regencia y romances contemporáneos
.Cuando no está escribiendo puedes
encontrarla tomando un café en Starbucksy
pensando en su próximo libro mientras ve The
Bachelor.

Mantiene su casa en Idaho con su esposo y su


perro Boxer que ronca, Sir Winston Churchill.
A ella le encanta saber de los lectores. Puedes
seguir su viaje de la escritura en su página
web: www.rachelvandykenauthor.com
Info. Redacción y Realización

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