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EDUARDO A.

ZIMMERMANN

Los liberales reformistas

La cuestión social en la Argentina,


1890-1916

EDITORIAL SUDAMERICANA
UNIVERSIDAD DE SAN ANDRÉS
BUENOS AIRES
Agradecimientos

Este libro comenzó siendo una tesis doctoral presentada


en la Universidad de Oxford en 1991. Resulta justo, entonces,
comenzar agradeciendo a Alan Angell, mi supervisor en
Oxford, por su apoyo y generosos consejos durante el proceso
de preparación de la tesis. Los examinadores, Malcolm Deas y
Simon Collier, aportaron numerosas e importantes críticas y
mejoras a ese trabajo. A ellos se suman una larga lista de
amigos y colegas que leyeron todo o parte del manuscrito.
Jeremy Adelman, Carlos Newland, Nancy Stepan, Esteban
Thomsen y Hans Vogel leyeron y aportaron sus comentarios a
algunos capítulos. Osear Cornblit, John Fogarty, Francis Korn,
Iaacov Oved y Rubén Zorrilla fueron, a través de conversacio­
nes en Oxford y en Buenos Aires, una importante fuente de
información y de apoyo. En Oxford, Paula Alonso, Klaus Gallo,
Eduardo Posada y Varun Sahni compartieron las preocupacio­
nes propias de la elaboración de una tesis. Tras mi regreso a
Buenos Aires, Natalio Botana leyó y comentó todo el manuscri­
to, aportando valiosas sugerencias y el necesario estímulo para
la publicación. Lo mismo hicieron en seminarios y reuniones
donde se discutieron aspectos parciales del trabajo, Fernando
Devoto, Marcelo Montserrat, Ricardo Salvatore, Osear Terán y
Juan Carlos Torre. Por último, quiero expresar un agradeci­
miento especial a Ezequiel Gallo, no sólo por haber leído la
tesis con su agudeza y erudición habituales, sino por su apoyo
durante toda la "experiencia oxoniana".
Por el financiamiento de esa experiencia quiero agradecer
al Claude R. Lambe Fellowships Program del Institute for
Humane Studies at George Mason University, de los Estados
IMPRESO EN LA ARGENTINA
Unidos, y al Overseas Research Students Awards Scheme, del
Committee of V ice-Chancellors and Principals of the
Queda hecho el depósito
Universities of the United Kingdom. Durante mi último año de
que previene la ley 11.723.
© 1995, Editorial Sudamericana S.A estadía en Inglaterra, una Junior Research Fellowship en el
Humberto 1531, Buenos Aires Institute of Latin American Studies de la Universidad de Lon­
dres proveyó fondos adicionales. Del mismo modo, fondos del
ISBN 950-07-1051-X Inter-Faculty Committee for LatinAmerican Studies de Oxford
© 1995, Universidad de San Andr fueron utilizados para gastos de investigación. En Buenos Ai-
és

7
nal especializado cumplieron en
reclutamiento y preparación de perso
la formación de los Estados modern os p�eden verse en �?lfram
F ische r y Peter Lund gren, "The Recru1tment and ';I'ra1mng of

Admimstrat.ive and Technical



Personnel � , en Charles 1lly, ed., The
Western Europe (Pnnceton, N�w
FormatLOn of NatLOnal States in
Jersey· Pnnceton Univers ityf! ess, 1975), pp. �56-561 . Para los m­
_
tentos de formar una elite téCDica
en un caso latmoamencano, Fran.k 2
Safford, The Ichal of the Practj.cal.. Colombia
's Struggle to form a
Technical Elite (Austin· The Uruverslty ofTexas Press, 1976). El trasfondo ideológico
del reformismo liberal

Los fundamentos de un orden liberal-conservador

Una de las características del orden político del período


que ha sido frecuentemente destacada es el alto grado de
acuerdo existente entre los principales actores sobre los funda­
mentos políticos y económicos de la sociedad argentina; en
palabras de Federico Pinedo, "hombres de los distintos partidos
tenían el mismo concepto de la vida colectiva y parecidas con­
cepciones en cuanto a la organización económica."1 Esta visión
de la cultura política del período como ideológicamente homo­
génea, sin embargo, no debe ser exagerada. El liberalismo y el
conservadorismo, influencias presentes en alguna forma u otra
en prácticamente todas las fuerzas políticas organizadas, sir­
vieron como un "piso" ideológico común sobre el cual la diversi­
dad y el disenso se levantaron con frecuencia. Por otra parte, el
uso de los términos "liberal" y "conservador" en este contexto
permitía una diversidad de interpretaciones que hacen necesa­
rias ciertas aclaraciones previas.
El liberalismo latinoamericano del siglo diecinueve abar­
caba una variedad de temas que excedían la identificación con
el laissez {aire económico; temas que iban desde la preocupa­
ción por el establecimiento de garantías constitucionales pro­
tectoras de los derechos individuales hasta el apoyo a un proce­
so de secularización social que redujera o eliminara la influen­
cia de la Iglesia Católica. Por otra parte, los liberales latinoa­
mericanos debieron conciliar su preocupación por los límites
del poder estatal con las exigencias del proceso de construcción
de las naciones-Estados respectivas, lo que no siempre produjo
posiciones doctrinarias o políticas totalmente coherentes. En
este sentido, se ha argumentado que en la América Latina del
siglo diecinueve, "conservador" y "liberal" fueron muchas veces
interpretados como características complementarias más que

40 41
opuestas de un sistema político, dado el dilema que planteaba a fueron ardientes promotores de la reforma electoral de 1912
las nuevas naciones la dicotomía entre orden y libertad. Char­ hubo quienes rescataban el valor de una aproximación conser­
les Hale ha ilustrado cuán influyente resultó ser en América vadora a la política. Indalecio Gómez, ministro del Interior y
Latina la elaboración europea de un "conservadorismo liberal", diseñador de esa reforma, reconoció durante los debates parla­
derivado de las experiencias de la Tercera República Francesa mentarios de la nueva ley electoral que el sistema que estaba
y la República Federal Española, que combinaba por un lado por ser transformado había al menos tenido éxito en conformar
elementos de liberalismo político, principalmente a través de una clase conservadora de una voluntad y energía capaces de
garantías constitucionales, y por otro la defensa de un Estado resistir la anarquía, la revolución y el desorden. En esta ver­
fuerte y centralizado. Por otra parte, como puede también tiente, el conservadorismo era entendido como una actitud de
apreciarse en los mismos trabajos de Hale, el positivismo influ­ oposición a los cambios bruscos o violentos en el orden político
yó en la historia política latinoamericana de manera decisiva que pudieran aumentar los riesgos de un retorno a la anarquía
al brindar un canal de reconciliación entre el liberalismo y la y las luchas civiles, y no como una negativa filosófica al avance
tradición del gobierno fuerte, reconciliación justificada por la de los principios liberales y progresistas que había enfrentado
aproximación "científica" a los problemas políticos que las dis­ el conservadorismo europeo.4
tintas variantes del positivismo ofrecían.2 Existió otra corriente que podría identificarse como con­
En la Argentina, tanto la Constitución Nacional de 1853 servadora que, aunque no utilizara esta designación específica­
como las reformas institucionales de la década de 1880 refleja­ mente, tenía varios puntos de contacto con la oposición
ron la coexistencia de fuertes principios liberales y de una doctrinaria a las transformaciones inspiradas por el liberalis­
aceptación del espíritu conservador como reaseguro contra la mo que levantaron algunas variantes del conservadorismo eu­
peligrosa tendencia a las luchas internas y la anarquía que ropeo. En particular, la oposición católica a las transformacio­
habían sido palpables en un pasado no muy lejano. La Consti­ nes institucionales secularizadoras impulsadas por el
tución Nacional de 1853 había sancionado esa fórmula al se­ roquismo a partir de 1880 estuvo impregnada de elementos
guir la receta de progreso imaginada por Alberdi: la extensión doctrinarios conservadores. Durante la primera presidencia de
de amplias libertades civiles y económicas junto a una estruc­ Roca se hizo patente la encrucijada de los liberales que debían
tura de poder político centralizada y concentrada en el Ejecuti­ construir un Estado nacional: algunas de las reformas institu­
vo nacionaJ.3 La continuidad de esta línea de pensamiento se cionales introducidas -la creación del Registro Civil, la
reveló claramente en las preferencias de la dirigencia política secularización de los matrimonios y del registro de nacimientos
del ochenta, que en su mayoría se inclinaba por un enfoque y defunciones, el establecimiento de un sistema nacional de
conservador de la política como garantía de las libertades educación primaria laica- enfrentaron al Estado liberal con la
civiles Y económicas y del gradual perfeccionamiento del orden Iglesia, dando lugar a la confrontación ideológica más impor­
político: tanto Roca como Pellegrini (mientras éste se mantuvo tante del período, que reproducía a su vez el conflicto entre el
cercano al primero), por ejemplo, argumentaron en favor de un Estado moderno y la Iglesia que tuvo lugar en la segunda
enfoque gradualista y prudente de los cambios políticos ante­ mitad del siglo diecinueve en Europa.5 En sus memorias, Ra­
b
poniendo la necesidad de un proceso de mejora de há itos y món J. Cárcano describió los enfrentamientos entre liberales y
costumbres a cualquier reforma institucional drástica. Así católicos en Córdoba durante las celebraciones en 1880 por el
como Roca y Pellegrini, entre otros, concebían en cierto mo­ décimo aniversario de la entrada de las tropas nacionales ita­
mento al conservadorismo en términos de la mejora gradual lianas en Roma. Los liberales cordobeses, apoyados por la co­
d �l sistema político, para otros el espectacular progreso econó­ munidad italiana, vivaban por igual a Mazzini, Cavour,
Garibaldi, Roca y Juárez Celman, asociando la lucha de los
�mco del país implicaba una reivindicación de la postergación o
mcluso la completa eliminación del debate político. El presi­ liberales italianos con la de sus pares argentinos. Los vínculos
�ente ��árez Celm� afirmaba ante el Congreso .en 1889 que entre estos dos grupos tenían ya cierta consistencia: el mismo
1a �ohbca ( ... ) comienza a ser escasa, para bien de nuestra Cárcano era hijo de un inmigrante italiano que había sido
patria, ':( pronto habremos de prescindir de ella o transportar miembro de la Joven Italia y luchado contra los austríacos en
su senbdo a los hechos administrativos". Aun entre quienes 1848. Podía sumarse también el antecedente dado por el en-

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cuentro entre Garibaldi y los liberales argentinos exiliados en preocupación por la limitación del poder estatal y la necesidad
Montevideo durante la era rosista, y el hecho de que varios de construir y utilizar un Estado fuerte como herramienta en
inmigrantes italianos -que compartían se �ti
,
n;li
ent �s liberales el proceso de construcción de la nación. En el caso argentino,
y anticlericales- hab1an reforzado sus comc1denc1as con los además del debate entre católicos y liberales, surgieron argu­
grupos liberales argentinos a través de lazos familiares.6 mentos similares en los debates sobre la federalización de la
Estas relaciones no hacían sino presagiar el conflicto en­ ciudad de Buenos Aires. En 1880, Leandro N. Alero trataba de
tre liberales y católicos argentinos, que alcanzó el pico de defender la autonomía de Buenos Aires contra el proyecto de
mayor intensidad tras el Congreso Pedagógico de 1882 y la federalización, sugiriendo que la cesión de la ciudad de Buenos
consecuente sanción de la ley 1420 de educación en 1884. El Aires implicaba reforzar aún más el ya poderoso gobierno cen­
gobierno reaccionó severamente a los actos de oposición de la tral, y darle al Ejecutivo nacional el control sobre el único
Iglesia Católica: el nuncio apostólico fue expulsado y algunos resorte de poder independiente que quedaba en la república.9
profesores de extracción católica perdieron sus puestos. Cuan­ Tanto la crítica católica de Estrada como la autonomista
do Juárez Celman reemplazó a Roca en la presidencia en 1886, de Alem se nutrían de una línea de análisis del Estado liberal
Miguel Cané, a cargo de la legación diplomática en Madrid, desarrollada por Tocqueville y los doctrinarios franceses, y por
debió asegurar a la opinión pública española, ante los anuncios algunos exponentes del conservadorismo europeo: la construc­
en contrario hechos por la prensa local, que el nuevo presidente ción del Estado liberal resultaba en un proceso de centraliza­
no tenía intenciones de ordenar la separación de Iglesia y ción política y atomización social, que eliminaba toda institu­
Estado. La potencial emigración a la Argentina, razonaba ción intermedia entre los individuos y el Estado. 10 En el caso de
Cané, podía ser perjudicada "alarmando las masas rurales, los católicos, como veremos, esta crítica se extendía al debate
profundamente católicas, con la perspectiva de conflictos y sobre la cuestión social: el Estado liberal era responsable tanto
agitaciones de carácter religioso".7 por el predominio dellaissez {aire económico que abandonaba a
En el plano doctrinario, los católicos basaron su oposición su suerte a los más necesitados, como por el ataque a institu­
al liberalismo en las negativas consecuencias que el proceso de ciones intermedias -como la Iglesia- que tradicionalmente ha­
secularización tendría en términos de concentración del poder bían servido como refugio para tales emergencias. Pero el cato­
en el Estado y la consecuente eliminación de instituciones licismo social no fue la única voz que cuestionó los principios
sociales intermedias. Ya en 1871 José Manuel Estrada -que fue del liberalismo económico que inspiraban buena parte de la
despedido de su cátedra en el Colegio Nacional en 1883- había acción oficial; numerosas otras vertientes, que corrían tanto
advertido sobre por el oficialismo como por la oposición, ofrecieron divergentes
puntos de vista en la materia.
la falta de organización social, que sin aumentar las fu erzas
individuales por su aglomeración libre y orgánica, sin criar
centros competentes de acción y de resistencia, pone toda la
actividad en manos de la autoridad política de la cual los pue­ Liberalismo e intervencionismo económico
blos esperan en vano los bienes que se prometieron al resignar­
se a su omnipotencia. Al analizar la prevalencia del liberalismo económico en la
Argentina de fm de siglo, el historiador británico H.S. Ferns
Estrada argumentaba que la centralización del poder efec­ concluyó que "ningún país del mundo incluyendo Gran Bretaña
tuada por el Estado liberal sobre otras instituciones sociales implementó durante tanto tiempo políticas económicas y co­
culminaría también con la muerte de los "derechos municipa­ merciales liberales dirigidas a dejar a las fuerzas de mercado
les" y del localismo, y, en definitiva, con la extinción de toda la determinación de qué se producía, quién lo producía, qué se
protección de derechos y libertades que no fuera la del Estado invertía, y dónde se invertía." Queda para los historiadores
central: "Así resulta literal y llanamente cierto que el liberalis­ económicos juzgar la certeza de este juicio, aunque sí puede
mo promulga la religión del Dios-Estado."8 apuntarse que si bien las discusiones en torno a la política
El diagnóstico de Estrada apuntaba a la ya mencionada económica fueron en general atenuadas por los exitosos resul­
tensión existente en el liberalismo latinoamericano entre su
tados alcanzados por las políticas liberales del período, las

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opiniones sobre la amplitud con que debía entenderse el libera­ criticaba a los políticos que "con una extraña perversidad ... han
lismo económico estaban lejos de ser uniformes, y la constante constantemente abogado por una elevada tarifa protectora".
fue más bien la heterodoxia en la aplicación de tales principios. "La Argentina", concluía, "es claramente un país proteccionis­
Desde la sanción del Código de Minería o la política monetaria ta." Y en 1910 Urien y Colombo coincidían describiendo al
de Juárez Celman en los años ochenta, hasta algunas prescrip­ sistema económico del país como "francamente proteccionis­
ciones de Miguel Ángel Cárcano en su estudio sobre el régimen ta".15
de la tierra pública de 1916, fueron acumulándose numerosos Similares desacuerdos surgieron en torno al papel que
ejemplos de disidencias o heterodoxias frente al liberalismo debía cumplir el Estado en otras áreas de la economía. En 1887
clásico. Como ha señaladoTulio Halperín Donghi, "en la Argen­ el presidente Juárez Celman afirmaba en su mensaje anual al
tina la fe en las leyes de mercado aparecía compatible con el Congreso que era conveniente para la Nación el "entregar a la
reconocimiento de un rol estatal más complejo que el de demo­ industria privada la construcción y explotación de las obras
ler las barreras legales heredadas del pasado"Y públicas que por su índole no sean inherentes a la soberanía". l6
Una de las áreas en las que la intervención o abstención Ese mismo año, la discusión sobre la provisión de un sistema de
del Estado provocó mayores discusiones fue la de la protección aguas corrientes en Buenos Aires por una compañía privada,
arancelaria a la industria nacional. Desde los debates de 1875- dio pie a diversas opiniones. Por una parte, tanto Eduardo
76, en los que Carlos Pellegrini y Vicente F. López defendieron W ilde, representando al gobierno y a favor del proyecto, como
el proteccionismo, los debates en torno a los aranceles aduane­ Aristóbulo del Valle, que se oponía al mismo, coincidían en que
ros fueron una nota recurrente en el debate económico nacio­ "los gobiernos son malos administradores". Por la otra, el gene­
nal.12 En 1899 el presidente Roca reconocía a dirigentes indus­ ral Roca escribía desde Europa preocupado por las negativas
triales que la protección "moderada" resultaba una herramien­ reacciones que la medida había desatado en la opinión pública
1
ta necesaria para el desarrollo de la industria nacional, y y concluía:
Felipe Yofre, destacado dirigente roquista, confirmaba la con­
solidación de Pellegrini como líder de una corriente proteccio­ A estar a las teorías de que los gobiernos no saben administrar,
nista dentro del Partido Autonomista Nacional, afirmando: llegaríamos a la supresión de todo gobierno por inútil, y debe­
"nuestro partido vestirá la escarapela azul y blanca del protec­ ríamos poner bandera de remate a la Aduana, al Correo, al
teléfono, a los puertos, a las Oficinas de Rentas y a todo lo que
cionismo nacional..." 13 Los dirigentes industriales, a través de
constituye el ejercicio y deberes del poder.17
la Unión Industrial Argentina, por su parte, mantenían una
constante prédica e n favor del proteccionismo, obteniendo cier­
En 1901, Marco M. Avellaneda, diputado nacional (y años
to grado de éxito, como en la ley de aduanas de 1906. Ezequiel
más tarde presidente del Departamento Nacional del Trabajo),
Ramos Mejía, miembro del gabinete durante la presidencia de
criticaba al abstencionismo estatal en la economía siguiendo
Figueroa Alcorta (1906-1910), afirmó en sus memorias que en
parecidos argumentos:
aquella oportunidad "el gobierno tomó una actitud completa­
mente decidida del lado del proteccionismo", y, más reciente­
Por haber seguido a un sociólogo europeo a quien se le ocurrió
mente, Carlos Díaz Alejandro, en su estudio sobre la evolución decir que el Estado era un pésimo administrador, nos hemos
de las tarifas aduaneras en la Argentina, concluyó que tras la desprendido de todos nuestros ferrocarriles, de nuestras gran­
modificación de 1906 la política comercial del país no podía ser des empresas y obras públicas, disipando pródigamente una
descrita como librecambista.14 Numerosos observadores con­ fuente constante y segura de recursos. para el tesoro fiscal.18
temporáneos criticaron lo que se entendía como una política
proteccionista y de privilegios a los industriales. Por un lado, la Por su parte el diario La Nación empre n.dió en 1906 una
lucha contra la protección aduanera se convirtió en una de las intensa campaña en favor de la nacionalización de los servicios
banderas del Partido Socialista. Por otro, algunos de los nume­ públicos. El primer paso fue una serie de editoriales atacando
rosos estudios sobre la evolución argentina aparecidos en la "la peregrina teoría de que el Estado es mal administrador y
primera década de este siglo atacaban la política proteccionista que conviene confiarlo todo al capital privado (. .. ) En todos los
del gobierno. En 1908, un observador británico, N. L. Watson, países bien administrados se tiende a la oficialización de los

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servicios públicos como un medio de abaratarlos, evitar los característica común a las llamadas regiones de asentamiento
trusts, los monopolios y las confabulaciones. . . " Al mismo tiem­ reciente:
� �
po se abogaba por una polític� es at�l m � firme � ontra los
latifundios y a favor de una meJOr distnbuc1on de la tierra, y se La era que valorizó los principios dellaissez {a ire liberal fue la
introducía a la dependencia económica como un serio peligro, misma en la que el conocimiento científico despertó el optimis­
mo en la creencia de que la gente podía ejercer control sobre su
dada la participación del capital extranjero en los servicios
ambiente y sobre su destino. En las fluidas soc1edades de
públicos argentinos: "políticamente independizados, estamos
asentamiento reciente, estas dos tradiciones se fusi onaron
en una dependencia económica tal, que ni aun los asuntos exitosamente en una filosofía política pragmática que combina­
internos podemos dirimir por nosotros mismos. La voluntad ba nociones e c o n ó micas liberales c o n el acti v i s m o e
argentina se quiebra o se dobla contra la muralla del capital intervencionismo gubernamental. 21
extranjero ... " Finalmente se reclamaba expresamente la nacio­
nalización de los servicios públicos (principalmente electrici­ El pensamiento político liberal de fines de siglo, por otra
dad, teléfonos y ferrocarriles), lo que se describía como "un parte, estaba fuertemente marcado por una profunda transfor­
anhelo que se difunde cada vez más... " En un paso seguramente mación: desde los primeros intentos de John Stuart Mill por
vinculado con esta campaña, Emilio Mitre, probablemente res­ fusionar preocupaciones liberales individualistas con inquietu­
des más cercanas a la tradición socialista, hasta la reelabo­
ponsable de esta línea editorial, diputado nacional y líder del
ración de un "nuevo liberalismo" británico basado en una con­
Partido Republicano, promovió en el Congreso la sanción de la
cepción "positiva" de la libertad en autores como T.H. Green, o
ley 5315, conocida como la "ley Mitre", que establecía un minu­
Leonard Hobhouse (que tendría su expresión política en el
cioso control del Estado del proceso de fijación de las tarifas
ministerio liberal de Lloyd George de comienzos de siglo), e
ferroviarias. 19
incluyendo al "solidarismo" francés de la Tercera República, a
Para otros la intervención estatal en la economía estaba
las variantes reformistas sociales en el liberalismo alemán o al
fundada en la cláusula constitucional que encargaba al Con­
reformismo social en la Restauración española, y -más cerca­
greso la promoción y establecimiento de la inmigración, de
nos a la experiencia argentina- a los movimientos progresistas
ciertas industrias y obras públicas, lo que además resultaba
en Australia, Canadá y los Estados Unidos, una buena parte
comprensible en un país joven:
del liberalismo occidental apuntaba hacia una extensión del
papel del Estado en la solución de ciertos problemas sociales,
aquí, donde el capital apenas comienza a existir, (. . . ) el Estado que convergería en muchos de esos casos con las propuestas del
debe atender todos los ramos; debe operar en los negocios como reformismo socialdemócrata.22
contratista, apoyando el establecimiento de industrias a través
Como veremos, en la Argentina este tipo de Interpretacio­
de premios y recompensas, y estimular la introducción de capi­
nes no era privativo de ninguna línea partidaria en particular,
tales e inmigrantes. 2 0
sino que se extendía por todo el espectro político.

La importancia de esta evolución en la opinión pública del


período reside en la delineación del contexto intelectual dentro El radicalismo
del cual aparecieron las intervenciones "sociales" propuestas
por los reformistas: éstas no sugerían un corte revolucionario Hasta 1916 la Unión Cívica Radical no difería demasiado
con las ideas predominantes sino una extensión de las mismas del oficialismo en cuanto a la visión del papel que le correspon­
al campo social; una aplicación que, como veremos, fue por otra día jugar al Estado dentro del prevaleciente clima de liberalis­
parte impulsada y guiada por los desarrollos en las ciencias mo económico; los radicales no constituían una amenaza de
sociales (véanse los capítulos 3 y 4). Ese proceso de extensión serias transformaciones en las políticas sociales o económicas,
de un campo previamente aceptado de facultades estatales de aunque podían encontrarse diferencias entre las distintas si­
intervención a los problemas sociales, dentro de un marco tuaciones regionales y los pronunciamientos de la dirigencia
general predominantemente liberal, se ha sostenido, fue una partidaria nacional. 23 La falta de propuestas alternativas al

48 49
oficialismo motivó en parte la explo

siv:a c �rta e renuncia que repr esentantes en el Congreso. Proyectos de legislación social

el cordo bés Pedro Molin a dir igie !


r � a Hipóhto 71goyen �n 1909, como la regulación de las condiciones laborales para mujeres y
i d de pos1c10nes uruficadas niños, o el establecimiento de seguros obligatorios contra acci­
en la que se enumeraba la divers ��
en el radicalismo sólo por la O O
J? � Ición �a os grupo� gob� rnan­ dentes de trabajo, fueron promovidos y/o apoyados
análisis similar realizo el escntor espanol V1cente entusiastamente por los diputados radicales. El diputado
tes.2• Un _
Ones del Rogelio Araya describió los principios que inspiraban la posi­
Blasco Ibáñez, que visitó el país durante las celebraci
ción del partido:
Centenario de 1910 :

El partido radical merece más su título por los procedimientos Yo miro estas leyes de mejoramiento social, no como leyes socia­
que le son favoritos que por su programa. Representa un simple listas, sino como leyes de civilización y de progreso; y si fuera
movimiento de indignación contra lo existente, antes que un posible clasificarlas, las llamaría más bien leyes antisocialistas,
partido de doctrinas revolucionarias. Sus aspiraciones se basan porque vienen a romper las diferencias existentes entre las
en la reforma moral del país más que en la reforma política. clases . . . , porque tienden a borrar los surcos abiertos por las
Quiere la pureza del sufragio, la integridad administrativa, con tendencias del sectarismo y por los prejuicios que dividen la
otras nobles y vagas aspira ciones, que lo mismo po drían figura r sociedad.
en el programa de un partido con servador. Aparte de esto, no ha
hecho ninguna afirmación claramente revolucionaria en las Si bien Araya parecía rechazar y condenar el enfoque
cuestiones religiosas y sociales que tanto preocupan hoy al socialista por clasista y sectario, alegando que el radicalismo
radicalismo de otros países. 25
apuntaba a un ideal de armonía entre clases, quedaba claro
que en el plano electoral los radicales estaban dispuestos a
Cuando el radicalismo anterior a 1916 se involucró en el
competir abiertamente con los socialistas por el voto obrero.
debate de la cuestión social lo hizo más por consideraciones
Un año más tarde, el mismo Araya afirmaba en la Cámara de
prácticas que ideológicas. Tras la sanción de la ley Sáenz Peña
Diputados:
los radicales montaron una eficaz maquinaria política a través
de los comités, distribuyendo pan, leche y carne a bajos precios,
Es natural que no sólo al partido socialista pueda interesar lo
y lanzando una campaña de organización de los consumidores que signifique una situación ventajosa para el obrero, porque el
"para oponer a los excesos de los trusts la acción de conjunto de pueblo trabajador es el que constituye las nueve décimas partes
los compradores organizados". En un número de la Revista de la población del país y comprende la sustancia de todos los
Argentina de Ciencias Políticas de 1915 dedicado al radicalis­ partidos . . .
mo, se destacaba esta evolución:
Al mismo tiempo, Araya dejaba en claro que sus preocupa­
El pan radical, la leche radical, la carne radical, la semilla ciones por la reforma social no tenían vinculación con lo que se
radical (y luego el alojamiento radical y el homestead radical)
conocía como socialismo de Estado, ni implicaban una indebida
demuestran bien que el partido desea esa moderada interven­
expansión de la esfera de acción estatal. Más aún, en su proyec­
ción del Estado que corrige los rigores del laissez {aire económi­
to sobre seguro contra accidentes de trabajo, Araya otorgaba el
co para con los pobres, los desarmados en la lucha, moderada
intervención a la que los ingleses dan el acertado nombre de manejo y administración del mismo a asociaciones privadas: "a
"paternalismo". Es un excelente punto de programa mínimo, cada momento tenemos ocasión de ver que en casi todos los
económico-social. asuntos atendidos por el Estado existen deficiencias tales que
lo colocan a un nivel completamente inferior al desempeño que
Los propósitos electoralistas de este nuevo paternalismo cumplen las empresas privadas". Además de una cuestión de
radical fueron rápidamente denunciados por la prensa eficiencia, Araya retomaba la idea de armonía social que podía
anarquista, que atacó a los radicales duramente.26 ser puesta en peligro por el inevitable faccionalismo implícito
Que tras la sanción de la ley Sáenz Peña los radicales en la lucha por el control del aparato estatal:
estaban ansiosos por aparecer como una alternativa a los socia­
listas para el voto obrero quedó demostrado por algunos de sus Considero que el Estado no es más que el gobierno, un grupo de

50 51
personas qu �, por 1o genera
l representan un partido y con el adulaciones y desprecio: ¿qué importa si la soc1edad se enri­
Partido 1d �as que le son �
pro ias y que muchas veces encarnan
. . , · ·
quece?28
·
egoísmo de asociacJOn, y que, por cons1gu1en-
· 1 21
ego¡smo de cuerpo
• .
los mtereses soc1a es.
t E:, no es la encarnación de todos Éstos eran argumentos adelantados por los movimientos
católicos sociales y por los conservadores continentales euro­
En su proclamado propósito de superar las divisiones de
peos, particularmente en Francia, Alemania y España, y serían
clase y su desconfianza hacia la expansión del Estado, el enfo­
retomados por los sucesores de Estrada en laArgentina.29 Esta
que de la reforma social expresado por el r�dical Aray � se
sucesión se encarnaría principalmente en los Círculos de Obre­
asemejaba al de otras fuerzas políticas refornnstas de comien­
ros Católicos creados en la década de 1880 y que apuntaban a
zos de siglo, desde el "nuevo liberalismo" �ritáni co y el
la difusión y defensa de los principios católicos entre los traba­
"solidarismo" francés, hasta algunas de las vertientes " progre­
jadores, y luego a contrarrestar la creciente influencia del
sivas" norteamericanas. Otras fuerzas opositoras al oficialismo
socialismo en el movimiento obrero. En 1884 José Manuel
liberal con otras líneas de emparentamiento con el reformismo
Estrada informaba a la Asociación Católica de la existencia del
d
social e las naciones más desarrolladas, tuvieron su expresión
primer círculo con 250 afiliados. La encíclica Rerum Novarum
en el movimiento social católico y en el Partido Socialista.
de León XIII (1891) dio gran impulso a la formación de estas
asociaciones, y en 1895 el padre Federico Grote fundó en Bue­
nos Aires la Federación de Círculos Obreros Católicos que con­
El movimiento social católico
taba al año siguiente con representaciones a lo largo del país
sumando 17 círculos con 4.000 afiliados. En 1902 existían 50
Como se ha mencionado, los dirigentes políticos católicos
círculos con más de 13.000 afiliados y para 1913 habían crecido
que se enfrentaron a las reformas liberales del r oqu smo no
.
� a 70 círculos con casi 24.000 afiliados.30
dudaban en responsabilizar al proceso de seculanzac1ón des­
Existían además un buen número de agrupaciones católi­
atado por el liberalismo por los emergent�s conflictos soc ales. � cas diferenciadas de los Círculos de Obreros. En 1902, con un
En 1884 Estrada advertía sobre las relaciOnes entre capital y
programa orientado a la organización de gremios y corporacio­
trabajo:
nes profesionales, se fundó la Liga Democrática Cristiana, que
luego cambiaría su nombre por los de Unión Democrática Cris­
Esos antagonismos, que pronto se convierten en verdaderas
dislocaciones sociales, arrancan de un orden económico y moral tiana y Unión Democrática Argentina. La nueva organización
que no se removerá sino por la restauración de los principios adhería explícitamente a los principios de la democracia cris­
cristianos (... ) Erróneamente se llama a ese conflicto "la cues­ tiana dictados por León XIII en Graves de Communi. En 1909,
tión social" como si la conflagración de los intereses y de los siguiendo una recomendación del Tercer Congreso Nacional

instintos fu ra un hecho inherente al Estado de sociedad, según Católico de 1908, se fundó la Liga Social Argentina, que tenía
la fórmula de Darwin trasladada a la sociología positivista. No como propósitos alentar la organización social bajo los princi­
es tal, señores: es un derivado de la cuestión religiosa. pios cristianos, la lucha contra las "tendencias subversivas" en
la sociedad, y el elevamiento moral e intelectual en todas las
Además de los nefastos efectos sobre la capacidad de re­
profesiones y clases sociales. La Liga agrupaba entre sus direc­
signación de unos y de caridad de otros que Estrada atribuía a
tores a los más prominentes líderes del movimiento católico
la secularización liberal, su análisis se extendía a los funda­
argentino: Emilio Lamarca, Santiago O'Farrel, Mons. Migu �l
mentos doctrinarios de la economía liberal: de Andrea, Alejandro Bunge y el padre Gustavo J. Franceschi.
En 1914 contaba con 5.743 miembros y 184 centros en todo el
Esta escuela desde Smith, su patriarca, hasta los más gárrulos
país.31

y vacíos sofi tas de nuestros tiempos, considera el trabajo como
Como se ha mencionado, los fundamentos de la perspecti­
.
una función social, cuyos resultados y peripecias se deben enca­
rar en el conjunto, desdeñando todos los accidentes de detalle, va católica de la cuestión social de comienzos de siglo continua­
...y en suma, el aspecto moral de la distribución de la ri queza. ban los lineamientos dictados por Estrada en la década del
(. ..) Sucumba enhorabuena la clase obrera, obJeto a la vez de ochenta, y se basaban en una severa acusación al liberalismo Y

52 53
en un reclamo por el ret or no a una re�rgani�ación de la socie­
_
de su abolengo, puesto que la masonería es el brazo ejecutivo y
_ engen­
dad sobre los pr inc i pi os cristianos. El liberahsmo hab1a el instrumento del judaísmo; éste la gobierna, y frecuentemente
drado e l "laissez {aire, laissez passer de la escuela los núcleos de los llamados "Grandes Orientes" son consistorios
manchesteriana ( .. ) con todas sus consecuencias prácticas" y
.
israelitas.
había promovido el empobrecimiento espiritual que constituía
la verdadera fuente del conflicto social: "La cuestión social es Para esta interpretación, era esa conspiración judea­
producida por la combinación de varios elementos que se pue­ masónica la que impedía que la Iglesia Católica aportara la
den reducir a uno solo (. .. ) Ese elemento es el individualismo verdadera solución a la cuestión social.34
exagerado, o para darle un nombre menos técnico pero más Desde un punto de vista práctico, sin embargo, el movi­
claro: el egoísmo, el dios yo". La Iglesia Católica debía ser miento social católico no persiguió durante el período una línea
restaurada a un lugar de preeminencia, y la unidad espiritual militante en tal dirección. Sus acciones se orientaron principal­
en sus principios aseguraría el regreso de la estabilidad y la mente en dos líneas: por una parte la atracción de la clase
armonía en la vida social: "la llamada cuestión social (. .. ) sólo trabajadora hacia organizaciones como los Círculos de Obreros
puede tener acertada y segura solución bajo las inspiraciones Católicos; por el otro, la participación de sus dirigentes en el
de una sana y pura moral como es la que enseña y difunde el desarrollo de programas de legislación social y obrera desde el
cristianismo".32 Estado. Los diputados católicos O'Farrel, Caferatta y Bas
En cuanto a las propuestas institucionales concretas, al­ promovieron numerosos proyectos en el Congreso, mientras
gunas vertientes dentro del movimiento católico enfatizaban la que Alejandro Bunge, que fue director de los Círculos, alcanzó
necesidad de atemperar los excesos y errores implícitos en el una considerable cuota de influencia dentro del Departamento
capitalismo y la democracia liberal a través del establecimien­ Nacional del Trabajo (véase el capítulo 9). La influencia ideoló­
to de un sistema que reconociera el valor de las corporaciones y gica del movimiento social católico sobre el debate de la cues­
el principio de la representación funcional. Algunos ejemplos tión social, en consecuencia, adquirió mayor peso a través de la
tomados del periódico católico Acción Democrática ilustran es­ acción de determinados individuos en posiciones de cierto po­
tas preocupaciones. En 1914 se reproducía un detallado pro­ der, que participaron en el desarrollo de un programa modera­
grama de acción elaborado por la Unión Democrática Cristiana do de reforma social, que por su peso dentro del movimiento
que incluía entre sus propuestas de política social el reconoci­ obrero o las organizaciones profesionales de signo católico. Un
miento legal de los sindicatos, el cumplimiento de la legislación fenómeno similar se dio con la participación de dirigentes so­
laboral existente, la jornada laboral de ocho horas, un salario cialistas en algunos de los programas e instituciones diseñados
mínimo legal, la responsabilidad de los empleadores por los por reformistas liberales.
accidentes de trabajo, la organización de fondos de pensiones y
bolsas de empleo y la creación de un ministerio del trabajo y de
consejos profesionales que facilitaran su gestión. Sobre la orga­ El socialismo y "la burguesía inteligente"
nización política del Estado se recomendaba la sustitución del
La primera organización de signo socialista creada en el
Senado "político" existente por uno "profesional", anticipando
país, el Club Vorwarts, fundado en 1882 por inmigrantes ale­
de ese modo la preferencia por la representación funcional o
manes que llegaron al país exiliados por las leyes antisocia­
corporativa que cobraría fuerza en la política argentina duran­
listas de Bismarck, declaraba como su objetivo la cooperación
te las décadas del veinte y el treinta.33 Las páginas de Acción
en la realización de los objetivos del socialismo, como eran
Democrática también anunciaban una teoría conspirativa que
entendidos en el programa del partido socialdemócrata ale­
se volvería sumamente popular para la extrema derecha de las
mán. Con la fundación del Partido Socialista Obrero en 1895 se
décadas siguientes:
consagró en el país la línea reformista del socialismo europeo
basada en el reconocimiento de la política parlamentaria y el
La impulsión primera y el lanzamiento de la idea socialista es
impulso al cooperativismo, principios que Juan B. Justo había
completamente judía . . . El socialismo nació y tuvo por cuna la
logia masónica, y esto basta ya en realidad como demostración absorbido del partido socialista belga con el que mantuvo con­
tactos en su viaje de 1895.35

54
55
Desde su primer congreso nacional y en sus primeros d e violencia anarquista, los socialistas fueron vistos por buena
documentos oficiales, el partido manifestó su adhesión a una �
parte de la opinión pública como parte de mismo fenóm �no

aproximación "le �alista" o "parl�mentarista" al S_?�ial smo : l � conflictivo, y debieron enfrentar las negativas consecuencias
_
participación activa de los trabaJadores en la pohtica oficial de tal asimilación, entre los liberales con preocupaciones por la
era el camino para conseguir las mejoras buscadas. Para Justo cuestión social se simpatizaba con las intenciones de los socia­
la política era un campo en el que la clase trabajadora debía listas y se diferenciaba claramente a los dos grupos. Así, el mi­
luchar por sus intereses, y, en consecuencia, el congreso funda­ nistro del Interior, Joaquín V. González, informando al Congre­
dor del partido sugirió a las asociaciones obreras que recomen­ so en 1904 sobre choques armados entre la policía y obreros du­
daran a sus miembros el voto por el Partido Socialista en las rante las celebraciones del 1 de Mayo, ponía especial cuidado
o

elecciones nacionales. Las relaciones entre asociaciones obre­ en distinguir entre las dos vertientes del movimiento obrero:
ras y partido, sin embargo, estuvieron lejos de ser armónicas y
se convirtieron en una permanente fuente de conflictos y divi­ una de tendencias ordenadas y regulares, compuesta por los que
siones internas, siendo el surgimiento del llamado "sindicalis­ en realidad pueden llamarse los verdaderos factores del trabajo
nacional, y la otra de elementos menos respetuosos de las for­
mo puro" dentro del partido la más importante.36 En 1908, el
mas institucionales que la República se ha dado, y que se incli­
criminólogo italiano Enrico Ferri, un miembro prominente del
nan a los procedimientos violentos y al desconocimiento de las
socialismo de su país, describió al partido argentino como una
leyes esenciales de la organización política.39
mezcla de "partido obrero", con un programa económico limita­
do, y "partido radical" en lo político (en la tradición del radica­
González era un entusiasta partidario de la colaboración
lismo francés), pero lo d e s c a lificaba como un partido con los dirigentes del socialismo en la elaboración de un pro­
auténticamente socialista, principalmente por la falta de con­
t:
grama de reforma social, y a aj o a varios de ellos p ru:_a l a
diciones objetivas en el país para justificar la existencia de tal _
preparación d e s u proyecto d e codigo l �b �ral (véase e l capitulo
partido.37
8). Por otra parte, también desde el socialismo podían verse las
Los socialistas enfrentaban una dura competencia en las
ventajas de tales esfuerzos. José Ingenieros no sólo expresó sus
asociaciones obreras al chocar con la rotunda negativa de los simpatías por el proyecto de González sino que aprovechó la
anarquistas a participar en la política partidaria o a luchar por
oportunidad para delinear y defender los términos e n que
reformas parciales. Los socialistas favorecían una aproxima­ _
socialistas y liberales podían colaborar. En una entrevista con
ción gradualista a la reforma social, rechazando lo que conside­ el periódico anarquista La Protesta, Ingenieros comenzó por
raban el "revolucionismo extremo" postulado por los anarquis­
alabar a "dos tendencias socialistas importantísimas" que con­
tas. En su Teoría y práctica de la historia (1909, 1915) Juan B.
cordaban con su pensar. Una era la que aceptaba la "participa­
Justo afirmaba que "la idea de una repentina transformación
ción en el gobierno burgués", como en el caso de Millerand en
social que establezca de golpe un orden perfecto, va perdiendo
Francia· la otra era la que postulaba el "apoyar al gobierno
terreno en la mente del pueblo a medida que se ocupa éste con
� �
cuando ealiza r formas socialistas", como la fracción socialis­
más inteligencia de los problemas de cada día". Esta actitud
ta de Turati en Italia. Conviene reproducir el resto del diálogo
llevó a los socialistas a repudiar el principio de la huelga
entre Ingenieros y el representante anarquista porque resume
general revolucionaria, que los anarquistas y sindicalistas
claramente las dos posiciones frente al reformismo:
veían como el instrumento más apropiado para sus fines de
transformación social, y a adoptar en cambio el reformismo Ingenieros: Usted me concederá que esas dos tendencias son las
legalista instrumentado a través de la participación parlamen­ más recientes dentro del movimiento socialista, las más moder­
taria. Con gran insistencia La Vanguardia instaba a sus lecto­ nas . . .
res a abandonar la obsesión anarquista por la "gimnasia revo­ Periodista: Las más aburguesadas.
lucionaria" y a confiar en la participación política de los traba­ Ingenieros: Hasta eso le concedo; las más aburguesa das. Y así
jadores, a través de sus representantes en el Congreso, como el debe ser. Mientras el Partido Socialista s e limitó a ejercer una
mejor camino. ss acción de crítica, puramente negativa en el orden político (como
_ _
la acción actual de los anarquistas), pudo mantenerse 1ntrans1-
Si bien frecuentemente, y en particular durante los picos

56 57
gente y libre de tocamientos con la burguesía. Pero cuando
último, en 1912 el diputado Adrián Escobar concluía u n largo
resolvió colocarse dentro de la legalidad, participando de hecho
elogi o del "socialismo evolucionista" europeo recordando que
en la vida política burguesa con el fin de ejercer una acción
los representantes más destacados del socialismo argentino,
política positiua, no ya de pura crítica sino de realización de su
programa, se colocó en la necesidad inevita ble de estar de ac uer­ Justo y Palacios, eran "burgueses que han abrazado con todo
do con la burguesía inteligente,toda vez que ésta resolvió reali­ entusiasmo la causa socialista", y enfatizando la importancia
zar reformas de carácter socialista . . .4o de los antecedentes académicos de ambos.42
Escobar destacaba así una importante característica de la
Esta colaboración con la "burguesía inteligente" tenía dirigencia socialista que explicaba el prestigio de que ésta
como contrapartida la exclusión del debate sobre la cuestión � �
gozaba en el establishment P?lí ico, y que facili aría �1 intento
social de los partidarios de posturas extremistas, alejados del de acercamiento desde el ofic1alismo: la predommanc1a de pro­
estudio "científico" de estos problemas: "desde que el socialismo fesionales de destacada carrera en sus respectivos campos en
se ha fundado sobre bases científicas serias, ha dejado de ser los cuadros dirigentes del partido. La dirigencia partidaria
accesible a la inteligencia infantil de las muchedumbres".41 socialista estaba compuesta por dos grupos profesionales: los
Ingenieros dejaba sentadas así las bases sobre las cuales se médicos (Justo, Repetto, Dickmann, Augusto Bunge) y los abo­
asentarían los intentos de colaboración entre los liberales gados (Palacios, Del Valle Iberlucea, Bravo), de�tro de lo� cua­
reformistas y los socialistas. les algunos habían alcanzado una gran reputac16n profeswnal:
Las sesiones de la Cámara de Diputados fueron uno de los Justo y Palacios enseñaban en la Universidad de Buenos Aires,
ámbitos donde quedó expuesta la voluntad de los reformistas Del Valle Iberlucea en la Universidad de la Plata. El partido
liberales -la "burguesía inteligente" de Ingenieros- de superar había atraído además a algunos de los más brillantes intelec­
a sus colegas socialistas en esa "acción política positiva". En tuales y escritores de la épóca, como José Ingenieros, Leopoldo
1904 el diputado Belisario Roldán (h), que había presentado el Lugones, Roberto Payró y Manuel Ugarte.43
_
prrmer proyecto de seguro contra los accidentes laborales, afrr­ Existían, además de estas similitudes en cuanto a la com­
maba que posición social y al enfoque de la reforma social, otras impor­
tantes coincidencias. Por una parte, las posturas en favor del
la pretendida burgue-sía gubernamental argentina está librecambio y del patrón oro que mantuvo el socialismo lo
reali­
zando, sin jactan?ia y sin ademanes descompuestos, todo
cuanto acercaban frecuentemente a las posiciones de los liberales or­
el programa mínuno del socialismo militante tiene en sí
mismo todoxos en materia económica. Por la otra, el anticlericalismo
de discreto o de factible (. .. ) ¡Y no es que el socialism
despacio: es que la burguesía ha andado más ligero!
o ande también operó como un factor de acercamiento: alarmado por
la creciente influencia del movimiento social católico en las
Y en 1905 el diputado liberal Emilio Gouchón insistía en organizaciones obreras, el socialista Alfredo Palacios propuso
que la legislación ya aprobada y los proyectos presentados ante la creación de los "Círculos de Obreros Liberales" como un
la Cámara demostraban que "los que no se titulan socialis p o s i b l e m ecanismo p a r a contrarresta r el r e b r o t e del
tas clericalismo.« También a través de la masonería, que promovía
van mucho más lejos que los representantes del socialis
mo". la organización de "Congresos de Libre Pensamiento", l a coope­
Adolfo Mujica predecía que el carácter evolucionista
de los
socialistas los llevaría a abandonar progresivamente sus ración entre liberales y socialistas se orientó a la elaboración
de­ de programas de reforma social que contrarrestaran la influen­
mandas más utópicas y a coincidir en un programa más
mode­
rado, "y al fin acabaremos por entendernos todos: los burgue cia clerical. En el congreso de 1906 particip3U"on en proyect�s
ses _
se abrazarán con los socialistas". Carlos Delcass e, introdu de tal carácter liberales como Agustín Alvarez y Em1ho
cien­ Gouchón y socialistas como Alfredo Palacios, Enrique Del Valle
do en 1904 un proyecto sobre jornada laboral de ocho
horas Iberlucea y Enrique Dickmann.45
sostenía: "el Congreso es socialista, como yo tambié
cuando no tengamos la etiqueta de tal", y en 1907,
n, a � Por último como veremos en los capítulos siguientes, el
en un debate
sobre la regul ación del trabaj o de menores, insistí �
acercamiento e tre intelectuales liberales y socialistas adqui­
a: "el Parla­
mento argentino _
es el primer socialista de la república . . . " Por rió gran importancia en el mundo universitario, donde las
inquietudes reformistas en lo social recibían el impulso de una

58 59
..

fundamentación "científica" que facilitaba la superación de las 869. Sobre el conflicto Iglesia-Estado en las naciones que más influ­
disidencias políticas o ideológicas. yeron sobre el debate en la Argentina véase D. Mack Smith, ltaly. A
Modern History. (The University of l\fichigan Press, 1959), pp. 89-99;
R. Carr, Spam 1808-1939. (Oxford: Oxford Uruvers1ty Press, 1966),
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·
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·
_
PP· , �84-85, pa�a una 1lustrac10n de la influencia que tuvo 1985), p. 90; y "¿Para qué la inmigrac ión?", pp. 466-67 . Sobre las
poht1ca argentma el republicano español Emili en 1�· confrontaciones entre liberales' y católicos anteriores a 1880 véase
o C as t e 1ar, qulen
-como señala Hal . , e- e�carnaba para muchos pensadores latinoameri- Néstor T. Auza, Los católicos argenlinos (Buenos Aires: Ediciones
f-�no� � expres10n mas gen� i:" a del conservadorismo liberal. Sobre Diagrama, 1962), pp. 11-25.
1 er _a_ Y ord�n en la Amenca Latina del siglo diecinueve 7 Miguel Cané a Norberto Quimo Costa, 21 de
octubre de 1886,
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Aires:
ncana, 19 84); Tuho Halperin Donghi, "Una NacióEditor ial Sudame­

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_
, en Jose Lu1s Romero y Luis Alberto Romero eds p.e ·
s J. M. Estrada, "Discurso pronunciado
en la Convención Consti­
�onseru?-_<!-or (1815 -1898). (Caracas: Biblioteca A;acu�ho ����)t pp .
ento
tuyente de la provinci a de Buenos Aires, el 6 de octubre de 1871 al
lX-XXXVlll. '
'
discutirse el artículo relativo a libertad de enseñan za", en Dtscursos.
1 3 Sob�e la influen ia que la constitución (Buenos Aires: Edicione s Estrada , 1946), vol. 1, p. 107; J.M.
� chilena de 1833 tuvo en 2 vols.
e pensan:1ento alberdiano, cf. N. Botana, La tradición repub
_ en de Portale r la licana · Estrada, "Problemas argentinos", en T. Halperín Donghi, ed., Proyec­
sobre el r�g1m sanción de la constitución chilena ' to y construcción de una nación, p. 447; J.M Estrada, "Discurs
o de
?
c{j S. C�lher, Ideas c:nd PolLtLcs of Chilean Independence 1808- en J. L. Romero y L. A.
183J Clausura del Congreso Católico" (1884),
( ambndge: Cambndge University Press 1967) Romero , eds., Pensam iento Conseru ador, p. 257.
, 4 Par� el pe samiento de
� Roca y Pellegrini en esta materia ' Leandro N. Alem, "Debate sobre la capitalización de Buenos
veanse sus ,MensaJes de Apertura al Congreso" de 1886 Aires en la Legislatura Provincial, noviembre de 1880", en Mensaje. y
;��\Y 190 �, �n H. Mabragaña, Los mensajes (Buenos Alres, '1910)
1892 1899
Destino (Buenos Aires: Editorial Raigal, 1955), vol. 6, pp.
294-306
5 _
ra ��:rrez �elman, Mabt;.agaña, Los mensajes, vol. 4,
: 1o
Cf. Larry Siedentop, "Two Liberal Traditions", en AJan Ryan,
p. Ús. . . �a�e �am 1en T1m Duncan, Government by Audacit ed. The Idea of Freedom. Essays in Honour of IsaLah Berlín (Oxford:
Poli�lC S and the Argentine Economy, 1885-1892", tesis doctoral un[ Oxford University Press, 1979), p. 163; N. Botana, La tradición repu-
-:'ers�dad de Melbourne, 1981, sobre los fundamentos del si�tema blicana, pp. 130-39.
Juans ta, Y Charles Hale, The '!"" nsformation of Liberalism, donde
se
11
H.S Ferns, Argentina (Londres: E. Benn Ltd., 1969), p. 124;
es..tud�_ a el ..desarrollo de �na s1mila D:
r oposición entre "administración" Tulio Halperin Donghi, "Argentina: Liberalism in a Country Boro
-
Y_ pohtica en el pens!'lmunto de los científicos mexicanos de fines
de Liberal•' en Joseph L. Love y Nils Jacobsen, eds., Guiding the lnuisi­
s1glo pasado. Indalec10 Gome : z citado en Osear Cornb · '
ble Hand. Economlc Liberalism and the State in Latín
American
ervad lit "L p p. La estructura
���� ora en la política argentina", DE, vol. 14, 197 5, �; ���� History (New York: Praeger Publish ers, 1988), 105.
de la propiedad de la tierra fue uno de los temas que ori�nó la �ayor
� n de
� Carlos Floria, "El clima
ideológico de cantidad de esas disidencias. Cf. Tulio Halperín Donghi, "Canc1o
erran_ Y Gallo, eds., LaArgentina del Ochentalaalquere lla escolar" en
Centenario , pp. S 51- otoño en primav era: previsi ones sobre la cris1s de la agricultura

60 61
cerealera argentina (1894-1930)", en El espejo de la historia (Buenos pri ocipismo doctrinario liberal), y las razones instrumentales que
Aires: Editorial Sudamericana, 1987), pp. 253-276. impuls aban la intervención estatal en la economía durante el perío­
12 José Carlos Chiaramonte, Nacionalismo
y liberalismo econó­
do.
micos en Argentina 1860-1880 (Buenos Aires: Solar/Hachette 1971)·
17 Wilde y A. del Valle en DSCS, 1887, p. 160, citado por O.
Donna J. Guy, "Carlos Pellegrini and the Politics of Early Ar entin

lndustrializat o? , 187? -1906", JLAS, vol. 1 1 , 1, mayo 1979,
� � Cornblit, "La opción conservadora", p. 604 . Carta de Roca a Agustín
pp. 123- de Vedia, citada por Carlos lbarguren, La historia que he vivido, p.
144. Un anáhs 1s cnt1co de algunas interpretaciones
erróneas en 104. Probablemente, la oposición de Roca se basaba más en la evolu­
torno al �roteccionismo y la industrialización argent
ina puede verse ción de la opinión pública y en las dificultades ocasionadas por el
� n Ezequ � el Gallo, "Agrarian Expansion and Industrial Development proyecto político de J uárez Celman que alrededor de un desacuerdo
m Argenti a, 1880-1 930", Raym
� ond Carr, ed., Latin AmericanAffairs. doctrinario fundamental sobre el papel del Estado en la economía.
St. Antony s Papers, No. 22 (Oxford: Oxford
University Press 1970). 18
Marco M. Avellaneda, "Nuestros problemas. Necesidad de
13
Sobre Roca y los industriales, cf. D.C.M . Platt
Á
Latín merica estudiarlos con un criterio nacionalista" (1901), en Del camino anda­
& Charl s Black 1972)
and British Trade 1806-1914 (Londres: Adam
pp. 79-80; sobre el proteccionismo en el PA.N
� do. (Economía Social Argentina) (Buenos Aires: Cooperativa Edito ­

Lucas Ayarragaray, 8 de noviembre de 1899,


Y
., carta de Felipe ofre � rial Ltda., 1919), p. 28.
en Archivo Felipe Yofre 19 "Los servicios públicos", La Nación, 30 de junio de 1906, p. 7, y
_ _
1887-1907, L1bro de cop1as (correspondencia)
No. 1, p. 208, Archivo "El Estado y los servicios públicos", La Nación, 3 de diciembre de
General de la Nación, Sala VII. 1906, p. 7; "El latifundio urbano", La Nación, 30 de junio de 1906, p.
• •
14 Ejemplos de la propaganda
industrialista en favor del protec- 7; "La distribución de la tierra", La Nación, 10 de septiembre de 1906,
Cion; smo pued n encontrarse n Unión Indust p. 6; "La dependencia económica. Serio Peligro", La Nación, 21 de
� 7 rial Argentina, La ca­
restLa �e la vLda y el proteccwnismo (Buenos Aires, diciembre de 1906, p. 7; "Nacionalización de servicios públicos", La
1913) y en la

c� ecc10n _ del Boletín de la Unión Industrial Argentina.
Véase tam­ Nación, 11 de marzo de 1907, p. 5 . Sobre la "ley Mitre", Eduardo A.
bien Eugene G. Sharkey, "Unión Industrial Zalduendo, "Aspectos económicos del sistema de transportes de la
Argentina, 1887-1 920:
Pr�ble�s of Indus trial Devel opmen t", tesis Argentina (1880-1914)", en G. Ferrari y E. Gallo, compiladores, La
doctor al, Rutgers
Uruversity, 1977, pp. 149-16 2, sobre la partic Argentina del Ochenta al Centenario, p. 458. Para la evolución poste­
ipación de la U.I.A. en
los deb�tes de la ley de aduana de 1906. Ezequ rior de La Nación respecto al intervencionismo económico véase Ri­
� iel Ramos Mejía, Mis
memonas 1853-1 935 (Buenos Aires: Librería cardo Sidicaro, La política mirada desde arriba. Las ideas del diario
y editorial La Facultad
1936), p. 25�; Carlos Díaz Alejandro, Ensayos La Nación 1909-1989 (Bs.As.: Sudamericana, 1993).
_ sobre la historia econó �
mtca argentma (Buenos Aires: Amorrortu Editor 20
A.B. Martínez y M. Lewandowski, The Argentine in the
es, 1975), pp. 275-79 .
Cabn_� agr�gar que cor parado co los nivele Twentieth Century (Londres: T. Fisher Unwin, 1911), p. 300.
� ? s de protección que
expenm�� to el pais _ en decada _ 21 J
ohn Fogarty, "Social Experiments in Regions of Recent
s siguie ntes, distaba mucho también de
ser un reg¡men prot ccionista. De todos modos Settlement: Australia, Argentina and Ganada", en D.C.M. Platt,
� lo que interesa aquí es

explorar as percepciones que los actores tenían compilador, Social Welfa re 1850-1950, pp. 179-199.
22 Sobre los orígenes históricos de las políticas de bienestar
sobre el tema, más
que los mveles reales de protección establ
ecidos.
15 Ilustraciones d social en las economías occidentales pueden consultarse los estudios
� la crítica socialista al proteccionis mo pueden
verse en La V ngua dLa del 3 de septiembre de Asa Briggs, "The Welfare S tate in Historical Perspective", Archives
� ; de 1904, o del 8 de mayo
?
de 19 1 6, por Citar s lo dos momentos diferentes Européenes de Sociologie, 2, 1961, pp. 22 1-258, y Gaston V. Rimlinger,
__ del período, así como
tambien en los escnt os de Juan B. Justo. Véase también los manifi Welfare Policy and lndustrialization in Europe, America and Russia
es­ (N. York: John Wiley, 1971). Sobre las transformaciones ideológicas
tos ele torales del partido en Jacinto Oddon
� e, Historia del socialismo
argentmo, 2 vols. (Buenos Aires: Centro implícitas en ese proceso, C.L. Mowat, "Social Legislation in Britain
Editor de América Latina
1983 ) . �.L. Watson, The Argen tine as and the United States in the Early Twentieth Century. A Problem in
? _
Pu hcation of the University of Manchester,
a Market (Man chest er � the History of Ideas", en J.C. Beckett, ed., Historical Studies, vol. VII
1908) , ps. 2, 41; Carlos
(Londres: Routledge & Kegan Paul, 1969), pp. 81-96, y David Harris,

U�Ien Y Ez10 Colombo, La República Argen
tina en 1910. (Buenos
;
Aires Casa Editora Maucci Hermanos,
1910) , p. 523.
"European Liberalism in the Nineteenth Cen tury", American
6 H Mabragaña Historical Review, vol. LX, No. 3, 1955, pp. 501-526. Para el
, Los mensajes, vol. iv, pp. 179-1 80. Véase
;,
Duncan, G?vernment by Audacity",
Tim surgimiento del "nuevo liberalismo" británico, Michael Freeden, The
pp. 102-1 17, donde se analizan
las mo �IvaciOnes de Juárez Celman para
_ New Liberalism. An Ideology of Social Reform (Oxford: Clarendon
llevar adelante esas ventas
de activos estatales (que en gener Press, 1 9 7 8 ) ; Peter Clarke, Liberals a n d Social Democrats
al tenían poco que ver con un
(Cambridge: CUP, 1978); Stefan Collini, Liberalism and Sociology.

62 63
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a.l Argum ent in England, 1880- 1914 do e n la Asociación Católica d e Socorros Mutuos el 13 d e noviembre
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( c an1 bn
- 0·dg1 e .· CUP 1979), de 1884" , ambos en J. M. Estrada, Discursos, vol. II, pp. 21-22 y pp.
Tra.ditton Vol. II The I�eol_ogt ca l Hentage
.

. �( ondres: Methuen, 1983).
7 9-8 0, respectivamente; "Le Play y el liberalismo", conferencia dada
Para el reform 1 smo soctal hbe �al en Alemama y Francia, véase James
e n la Academia Literaria del Plata, el 24 de junio de 1882, en Discur­
J Sheeh an, The Ca.reer of Lujo Brentano. A Study of Liberalism and
sos , vol. I, p. 298.
Soctal Reform in Imperial Germany (Chicago: The University of 29 Sobre los casos francés, alemán y español, cf. Parker Thomas
Cbicago Press, 196� ); Sanford Elwitt, The Thtrd Republic Defended
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State Umverstty Press, 1986); Judith F. Stone, The Search for Social Frartce (New York: The MacMillan Company, 1921); Benjamín F.
Pe a_ce. � eform Legislatwn in France, 1890-19 14 (Albany : State Martín, Count Albert de Mun. Paladín ofthe Third Republic. (Ch ape}
Umversttr of New York Press, 1985), para el caso español, Hill: The University of North Carolina Press, 1978); Matthew H.
Raymond
Carr, Spam 1808-1936 (Oxford: OUP, 1966). Para los casos australia Elbow, French Corporative Theory, 1789-1948 (New York: Octagon
­
no '! cana�iense, Gordon Greenwood, ed., Australia. A Books, 1966); Ralph Bowen, German Theories ofthe Corporatwe State
. Social and

Poltttcal Htstory Sydney: Angus and Robertson, 1955), y la colección With Special Reference to the Period 1870-1919 (New York: McGraw­
de ensa!os comptlada por D.C.M. Platt, Social Welfare, 1850-195 Hill Book Co., 1947), pp. 75-1 18; Frances Lannon, Privilege,
0.
Austral�a Argentina and Ganada Compared, ya citado. Para Persecution, and Prophecy. The Catholic Church in Spain 1875 -1975.
� el
progrestvismo norteamericano, Sidney Fine, Laissez Faire and (Oxford: Clarendon Press, 1987), pp. 146-169.
the
General Welfare State. A S �udy f Conflict in American Thought, 1865-

30 N. T. Auza, Los católicos argentinos. Su experiencia política y
1901 (Ann Arbor: The Umverstty of Michigan Press, 1956); Richard social. (Buenos Aires: Ediciones Diagrama, 1962), pp. 61-62; y Acier­
Hofstadter, The Age of Reform (N. York: Vintage Books, 1955). tos y fracasos sociales del catolicismo argentmo. 4 vols. (Buenos Aires:
Sobre
e_l proceso de convergencia entre el progresivismo, el reformis Editorial Docencia, 1987), vol. I: Grote y la estrategia social, p. 74;
mo
h?eral Y la s� ctal democracia, véase James T. Kloppenberg,
.
Uncertain Tercer Censo Nacional, vol. 10, p. 93. Un ejemplo de la visión que del
Vtcto ?. Soctal Democracy and Progress ivism in European socialismo tenían los promotores del movimiento social católico ar­
and
Amencan Thought, 1870 1920 (Oxford: OUP 1986). gentino puede verse en F. Grote, De cómo el socialismo explota al
'
23 _1?. -
Rock, Politic� in Argentina, p. 50; E. Gallo y S. Sigal, "La obrero actualmente y lo explotará en el Estado que pretende crear
form�ct � n de los partidos", p. 135. Sobre diferencias en
algunas (Buenos Aires, 1904).
provtnc1as cf. G. Heaps-N elson, "Argentine Provincial 3 1 Auza, Aciertos y fracasos, vol. I, pp. 156-188; vol. II: Monseñor
Politics"·
De Andrea, realizaciones y conflictos, pp. 219-264; Sandra McGee
'
Karen L. Remmer, Party Competition, pp. 100 249.
2� La dec�si�n de Malina se basaba tambi
é
n en lo que considera­ Deutsch, Counterreuolution in Argentina, 1900-1932. The Argentine
ba e �a� desVIaciOnes del partido de los principios del liberalis Patriotic League. (Lincoln: The University of Nebraska Press, 1986),
mo
e�on omtco que había apoyado tradicionalmente en favor del p. 53.
_ protec­
ctomsmo aduanero. Cf. Pedro C. Malina, La Unión Cívica Radical. 3 2 Las citas han sido tomadas de Gustavo J. Franceschi, "El
Su
programa y sus dirigentes (Córdoba, 1909). gobierno de la calle", La Semana, 4 de junio de 1909, pp. 5-6, y de
• 25 Vicente Blasco Ibáñez, Argentina y sus grandezas. (Madrid Pedro Olaechea y Alcorta, "Ora et Labora. Lema de los Círculos de
_ :
; �
Edtto tal spañ l� Ameri ana, 1910), p. �44. Subrayado
� � _ agregado. Obreros", La Semana, 1 de diciembre de 1905, p. 7.
Umón Ctvi�a Radtcal, Abaratamtento de la vtda. Consejos 33 "Programa de la Unión Democrática Cristiana", en Acción
, .
uttle � a los �onsumtdores. (Buenos Aires, 1915), p. 1; R. Wilmart, "El Democrática, No. 26, 20 de septiembre de 1914.
partido rad1cal. Su ubicación", RACP, vol. X, 1915, p. 369;
"El pan 34 "El socialismo es de origen judío", en Acción Democrática,
� azo Y el que�o parlamentario", La Protesta, 4 de marzo
de 1915, y enero de 1915.
,
La olla pohtica y el puchero radical" La Protesta 13 de
1915.
' , marzo de 35Jacinto Oddone, Historia del socialismo argentino (1896-1911)
(Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1983), vol. I, p. 8;
27 En DSCD, 1912, vol. II, pp. 129-30, Araya presenta
ba su Richard J. Walter, The Socialist Party of Argentina, 1890-1930
proyecto de ley sobre seguro obligatorio para emplead
_ os y obreros (Austin: University of Texas Press, 1977), p. 20; Donald F. Weinstein,
firmado Junt me te con otros diputados radicales entre
� � _ los que se Juan B. Justo y su época (Buenos Aires: Ediciones de la Fundación
contaban Jose LUis Cantilo, Emesto Celesia y Marcelo
T. de Alvear. Juan B. Justo, 1978), pp. 34-35. Sobre la formación política e ideológi­
Las restantes declaraciones en DSCD, 1913, vol II ' pp. 503-4· y' ca de Justo véase también Jorge E . Dotti, "Justo lector de El Capital»,
DSCD, 1914, vol. III, p. 189.
en Jorge E. Dotti, Las vetas del texto ( B uenos Aires: Puntosur, 1990),
28 "Info
�e del presidente de la Asociación Católica, leído en la pp. 89-136, y la reciente biografia intelectual de Luis Pan, Juan B.
Asamblea Ordmana del 15 de mayo de 1884", y
"Discurso pronunc1a- Justo y su tiempo (Buenos Aires: Editorial Planeta, 1991).

64 65
B J sto "Coop
eración obrera" (1898), p. 2 1 , en Obras 41Ingenieros, "La legislation", en Terán, José Ingenieros: Pensar
" Juadn J�a� 'Justo
B.
completas
(Bs.As.: Editorial La Vanguardia, . 1978); la nación, p. 170.
oria del . socw
e
st . vol . I , p. 63 . Sobre 1�s dlVlS 42DSCD, 1904, vol. 1, pp. 483, 459-65, 647; DSCD, 1905, vol. 1, p.
J Oddone, H,
· ltsmo, . �. o �es
· el partid o véase M1chael F. Mullaney, "The Argentine Sociahst 70 ; DSCD, 1907, vol. 1, p. 116; DSCD, 1912, vol. l, pp. 375-76;
��ty 1890-193 0: Early Development and Interna} Schisms", tesis Belisario Roldán (h), Discursos Completos, pp. 132-33.
doctoral, Universidad de Essex, 1 9 8 3 , pp. 6 2 - 1 0 3 . Para el 43R. Walter, The Socialist Party of Argentina, pp. 33-40, 60-64.
surgimiento del sindicalismo "puro" o "revolucionario• y sus relacio­ Véase también M. Mullaney, "The Argentine Socialist Party•, capitu­
nes con el socialismo, Jeremy Jennings, Syndicalism in France. A lo 4, para un análisis del surgimiento tras �a Primera Guerra M �­
Study of Ideas (Londres: Macmillan, 1990); para la historia de esta
dial de una dirigencia "obrera" opuesta al hderazgo de los "profesio-
corriente en la Argentina, Julio Arraga, Nociones del sindicalismo nales".
(Buenos Aires: Biblioteca de "La Acción Obrera", 1913); Sebastián
.
H Finalmente Juan B. Justo decidió descartar la
idea: si bien
Marotta, El movimiento sindical argentino (Buenos Aires: Ediciones Justo reconocía que los socialistas podían tener ;ierta afinidad co � el
Libera, 1975). liberalismo insistía en que ambos grupos deb1an permanecer dife-
renciados. N. Repetto, Mi paso por la políti�a, pp. 54-57:
37 Este diagnóstico fue inmediatamente rechazado por Juan B.

Justo con una larga justificación de la existencia y métodos del "


45 Véase "Congreso Internacional de L1bre Pensru �uento (1906),
partido socialista argentino. Véase E. Ferri, "El partido socialista da Ltberal
en J. B. Zubiaur y F. A. Barroetaveña, Propagan (Buenos
argentino"; Juan B. Justo, "El profesor Ferri y el Partido Socialista
Aires: Cia. Sudame ricana de billetes de banco, 1913), PP· 43-.50 .
Argentino", ambos en Juan B. Justo, Socialismo (Buenos Aires: La
Sobre los conflictos entre socialistas y católicos en matena soc1al,
Vanguardia, 1920), pp. 121-41. Por otra parte, otros visitantes euro­
véase también el capítulo 9.
peos criticaron la postura de Ferri y apoyaron al socialismo argenti­
no; entre otros, Adolfo Posada, el reformista español, en 1910, y Jean
Jaurés, el líder socialista francés, en 1911.
38 Juan B. Justo, Teoría y práctica de l a historia (1909, 1915) (Bs.
As.: Editorial Libera, 1969), p. 455; Nicolás Repetto, Mi paso por la
polltica, pp. 61-62, 79-80. Sobre el surgimiento de este reformismo
legalista dentro del socialismo europeo véase James Joll, The Second
lnternational (Londres: Weidenfeld and Nicholson, 1955), pp. 77-105;
Carl Landauer, "The Origin of Socialist Reformism in France",
lnternational Reuiew of Social History, vol. Xli, 1967, pp. 81-107.
Sobre la presencia en el socialismo argentino de una línea marxista
"ortodoxa", opuesta al reformismo oficial, encabezada por Germán
Ave Lallemant, corresponsal de Neue Zeit en Argentina y fundador
del periódico El Obrero, véase José Ratzer, Los marxistas argentinos
del 90 (Córdoba: Ediciones Pasado y Presente, 1969). Sobre las visio­
nes utópicas de la sociedad futura en el pensamiento socialista y
anarquista véase la introducción de Félix Weinberg a su Dos utopías
argentinas de comienzos de siglo (Buenos Aires: Solar/Hachette,
1976).
39 DSCD, 1904, vol. I, pp. 147-60; OCJVG, vol. 13, pp. 445-477.
40 "Los socialistas y la Ley Nacional del Trabajo. lnterview con
José Ingenieros", La Protesta, 24 de julio de 1904. Subrayado agrega­
do. Ingenieros realizó un detallado análisis del proyecto González y
una elaboración más amplia de estos principios en La legislation du
trauail dans la République Argentine. Essai. critique sur le projet du
ministre González (París: Edouard Cornély et Cie., 1906), que sería
reproducido en su Sociología argentina. Véase la selección de textos
de esta obra en Osear Terán, José Ingenieros: Pensar la nación (Bue­
nos Aires: Alianza, 1986), pp. 159-173. Sobre el proyecto González,
véase más adelante el capítulo 8.

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