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de Sociocultura y Comunica<
l1 INTELECTUALES
. NOTAS DE INVESTIGACIÓN
Carlos Altamírano
GRUPO
EDITORIAL
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Bogotá, Barcelona, Buenos Aires, Caracas, Guatemala,
Lima, México, Panamá, Quito, San José, San Juan,
San Salvador, Santiago de Chile, Santo Domingo
www.norma.com
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1111, l« de lnvestigación/Carlos Altamirano.-
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1 111¡,. 1k cm.- (Enciclopedia latinoamericana de sociocultura
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1 l11tclectuales 2. Sociología de la cultura 3. Vida intelectual.
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· lbnco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango
ce 24860
ISBN 958-04-9599-8
Prohibida la reproducción total o parcial por
cualquier medio sin permiso escrito de la editorial
Tabla de contenido
Prólogo
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2. La tradición normativa
6. Contextos
Bibliografía
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PRÓLOGO
14
Intelectuales. Notas de investigación
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que no se componen entre sí. Reconocer la pluralidad de
las perspectivas y mantener la tensión entre ellas puede
ser fértil desde el punto de vista del conocimiento. El
propósito del trabajo no ha sido exponer una teoría ge-
t neral de los intelectuales, sino indicar los criterios que
me parecen productivos para un tratamiento histórico
y contextual del tema. En este sentido y parafraseando
15
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1. NACIMIENTO Y PERIPECIAS DE UN NOMBRE
Relato de orígen
De acuerdo con una tradición consagrada, el naci-
miento de la noción de intelectuales en la cultura con-
temporánea remite a Francia, al año 1898 y al debate
que movilizó y dividió a la opinión pública francesa en
torno del asunto Dreyfus. Hasta entonces el término ha-
bía circulado en francés marginalmente, sobre todo en
revistas de la vanguardia anarquista y simbolista parisina
(Charle, 1990).
"En el comienzo estaba el caso Dreyfus", escribe
Jean-Fran('.ois Sirinelli (1990) cuando evoca esa escena
originaria. En 1894 el capitán del ejército francés, Alfred
Dreyfus, alsaciano y de origen judío, había sido arrestado
bajo la acusación de haber entregado información secreta
al agregado militar alemán en París. Pese a la fragilidad
de las pruebas, un consejo de guerra lo halló culpable
de alta traición y lo condenó a cumplir cadena perpetua
en la Isla del Diablo ( Guayana Francesa), tras ser des-
pojado de sus grados militares. Sólo la familia cree en
su inocencia y se mo'viliza para lograr la reapertura de
la causa buscando apoyo en el mundo político y en la
prensa. Aunque en 1896 el descubrimiento de nuevos
indicios da sustento a la demanda de los Dreyfus, la
justicia militar francesa, dominada por círculos de la
derecha nacionalista y antisemita, se niega a revisar el
caso y a investigar las pruebas que señalan a un nuevo
sospechoso, el comandante Walsin Esterházy. Para los
¡,·les militares, la admisión del error afectaría la autoridad
del ejercito. No obstante, la labor de los familiares y los
18
Intelectuales. Notas de investigación
l1
1
que habían rodeado el caso Esterházy, y exigía una revi-
sión. Las firmas de respaldo se escalonarían a lo largo de
muchas semanas. Algunos de los firmantes gozaban de
gran notoriedad-Anatole France, Pierre Louys o Charles
Seignobos-; el renombre de otros ante el gran público
era menor, como el de los todavía jóvenes André Gide,
Marcel Proust, Charles Peguy; el resto era completamen-
te desconocido. A la firma de quienes consideraban que
su nombre bastaba (los eximía de mayor identificación el
1 prestigio de una obra literaria o científica asociado con su
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nombre), el petitorio sumaba la de quienes consignaban
los títulos profesionales de que estaban investidos o sus
diplomas ("licenciado en letras", "licenciado en ciencias",
r "agregé", etcétera).
1/l "En la memoria del medio intelectual, el acto fun-
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1, dador de la gesta de los clercs es la firma de ']'accuse ... !'
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CARLOS ALTAMIRANO
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Intelectuales. Notas de investigación
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Intelectuales. Notas de investigación
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CARLOS ALTAMIRANO
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CARLOS ALTAMIRANO
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la guía más segura en política" (ibid.: 197). La otra causa
es de orden sociológico:
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Intelectuales. Notas de investigación
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CARLOS ALTAM!RANO
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Intelectuales. Notas de investigación
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acepción se había hecho cada vez más frecuente,
l.1 ;1ccpción sociológica, que se quería ideológicamente
neutra y por la cual los intelectuales eran identificados
rnmo un conjunto de categorías profesionales.
Todos estos significados, concluye Heyck, no fueron
impermeables unos a otros y a menudo ellos se superpo-
nían en el discurso sobre los intelectuales. En diferentes
momentos, uno de ellos resultaba predominante, pero
finalmente ninguno acabaría por consolidarse.
Algunas conclusiones
La primera es que si bien la resonancia que tuvo la
acción de los intelectuales franceses en la crisis de 1898
fue muy amplia, los efectos de su irradiación no fueron
los mismos en todas partes. La segunda conclusión resi-
de en que los intelectuales no son considerados ni anali-
zados de la misma manera en todas las sociedades, aun
cuando todas ellas sean modernas. Conviene no olvidar,
en este sentido, que la difusión del apelativo intelectual
acotó la propagación de otro, que alcanzaría también
un uso general: intelligentsia. Utilizado para referirse a
un estrato surgido en Rusia y en Polonia en la segunda
mitad del siglo x1x, formado en las aulas universitarias
y caracterizado por la crítica radical que sus miembros
harían al orden establecido y por la imagen de sí mismo
como élite salvadora, el término intelligentsia pasó a los
países de Europa occidental (sobre todo a Alemania)
1
con los viajeros y exilados rusos, ellos mismos repre-
¡ sentantes de esa minoría de ilustrados disidentes (Gella,
1978; Malia, 1971). Actualmente se lo emplea con un
significado más o menos próximo al de intelectuales y
a menudo ambos se usan como intercambiables. Ya en
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30.
2. LA TRADICIÓN NORMATIVA
32
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dos "humanidades", ambas igualmente necesarias. Por
1111 L11111 se hallaba esa parte de la humanidad compuesta
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33
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considerarse a la vez como una réplica al credo de La
trahíson des clercs -aunque sea y contenga mucho más
que eso- y una reformulación del papel de los intelec-
tuales como grupo ético. Sartre no empleará en este libro
sino excepcionalmente el término intelectual -hablará
del escritor-, pero la extensión de su doctrina del com-
promiso literario al conjunto de los intelectuales, una
asimilación que se volvió corriente desde la publicación,
en 1948, de los ensayos de ¿Qué es la literatura?, no es
arbitraria. Novelista o ensayista (recuérdese que excluye
de su doctrina el arte de los poetas), el escritor de Sartre
es un intelectual y el intelectual, antes que nada, un
escritor. ¿Qué era, por otra parte, Les Temps Modernes,
la revista que fundó en 1945 y en que publicó por pri-
mera vez esos ensayos, sino una revista que agrupaba,
expresaba y se dirigía a los intelectuales?
"Para nosotros -escribirá en la presentación de Les
Temps Modernes- el escritor no es ni una Vestal ni un
Ariel; haga lo que haga, 'está en el asunto', marcado,
comprometido, hasta su retiro más recóndito" (Sartre,
1981: 9). Carecía de sentido, pues, preguntarse cuándo
y ante qué causa resultaba necesario salir del claustro
e intervenir en el mundo porque; simplemente, no era
posible sustraerse del asunto:
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Intelectuales. Notas de investigación
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Bien, la Verdad o la Belleza, evocaba para Sartre a un
cómplice de los opresores. El escritor habla a sus con-
temporáneos aunque aspire a laureles eternos. Se engaña
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dócil no se deja domesticar por las instituciones. El arte
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Intelectuales. Notas de investigación
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otras profesiones, sin otra responsabilidad que la de ser
competentes y objetivos en su labor y sin involucrarse
en nada que sea ajeno a la incumbencia profesional. El
antídoto contra la actitud profesionalista es el espíritu
de amateur:
'
El intelectual debería ser hoy un amateur o afi-
cionado, alguien que considera que el hecho de
ser un miembro pensante y preocupado de una
sociedad le habilita para plantear cuestiones mo-
rales que afectan al fondo mismo de la actividad
'
desarrollada en su seno, incluso de la más técnica
y profesionalizada, en la medida en que dicha
actividad compromete al propio país, su poder,
sus modos de interactuar con sus ciudadanos y
con otras sociedades. Por otra parte, el espíritu
del intelectual que actúa como amateur puede
penetrar y transformar la rutina meramente pro-
fesional con que nos comportamos la mayoría
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3. A LA LUZ DEL MARXISMO
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La obra teórica y política de Karl Marx alimentó una
importante tradición de análisis y discusión sobre los
intelectuales, aunque no en vida del propio Marx. En
efecto, el tema sólo comenzó a cobrar algún relieve en el
campo marxista a partir de la última década del siglo x1x,
en el ámbito de lo que se conoce como el "marxismo de
la Segunda Internacional", cuando el socialismo comen-
zó a atraer hacia sus filas a miembros de la intelligentsia
(Hobsbawm, 1979: vol. 2). Una preocupación estraté-
gica presidiría desde entonces el tratamiento de la cues-
tión: ¿cuál era el papel de los intelectuales en la lucha
entre el proletariado y la burguesía? Marx, sin embargo,
no le había dedicado a los intelectuales (los "ideólogos",
de acuerdo con la denominación que usaba con mayor
frecuencia) demasiada atención ni reflexión. A sus ojos
parecía no haber una cuestión allí, lo que encierra cierta
paradoja. ¿Qué otro pensador socialista le otorgó tanta
importancia como él a la teoría y a las batallas teóricas7
Consagró mucho tiempo no sólo a elaborar junto con
Engels su propia concepción, sino también a combatir
implacablemente las doctrinas que juzgaba erróneas, •sea
porque desviaban al proletariado de sus metas o porque
impedían su acción autónoma de clase. Sin embargo, en
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Intelectuales. Notas de investigación
~
famosas Tesis sobre Feuerbach redactadas por Marx hacia
la misma época, se formulan por primera vez los linea-
mientos de la interpretación materialista de la historia.
En ese marco intelectual se inscribe la tesis sobre los
"ideólogos". (El término ideólogo tiene en el vocabulario
teórico de Marx, al igual que el de ideología, un sentido
crítico-negativo: señala la creencia en el poder propio
de las ideas y en que resulta suficiente cambiar éstas,
cambiar la interpretación del mundo, para que cambie
el mundo. Constituye la ilusión por excelencia de la fi-
losofía especulativa, equivalente a la de ese hombre listo,
escribe Marx irónicamente, que "dio una vez en pensar
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11!: Lasalle, pertenecían a la inteligencia" (ibid.: 257). Ahora
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se estaba frente a hechos nuevos que exigían examen y
i:i determinación estratégica: "Los problemas que tenemos
que abordar son otros: cuáles son las características de la
inteligencia, si sus intereses coinciden y en qué medida
con los del proletaiiado, si hay que esperar y en qué me-
dida que ésta tome su mismo lugar en la lucha de clase, y
cuáles son sus estratos más difíciles de conquistar" (ibid.:
259). Ahora bien, cuando aborda su objeto, el discurso
de Kautsky toma un rumbo zigzagueante, que oscila
entre la noción unitaria de intelligentsia y la diversidad
de sus categorías constitutivas, entre la referencia a los
intereses objetivos del grupo y la alusión a las actitudes
subjetivas que predominan en sus integrantes.
¿Qué es la intelligentsia? Una clase "que se gana la
vida valorizando sus conocimientos y capacidades par-
ticulares" (ibid.: 261). Tiene su génesis histórica en la
separación del trabajo manual y el trabajo intelectual
y su número aumenta continuamente en la sociedad
moderna por obra del modo de producción capitalista,
que no absorbe, sin embargo, a todos los intelectuales
que su dinámica arroja al mercado de trabajo. Hay pues
superproducción de agentes intelectuales y, por ello, ma-
lestar en sus filas. Este conjunto social en expansión ha
reconfigurado el universo de las clases en el capitalismo,
dando nacimiento a una nueva clase media. Surgida de
las demandas de la organización capitalista del trabajo
industrial, del desarrollo de la administración estatal,
así como de la decadencia de la pequeña empresa, esta
nueva clase media se vuelve cada vez más importante
que la tradicional pequeña burguesía. "El crecimiento de
la inteligencia y el crecimiento de su descontento repre-
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Intelectuales. Notas de investigación
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La revolución de Gramsci
En ocasión de una entrevista, el filósofo italiano
Lucio Colletti (1975: 55-56) indicaba que a su juicio
Antonio Gramsci había tenido un conocimiento parcial
de la obra de Marx, sobre todo de la teoría económica
marxista, y de hecho nunca había intentado llevar a
cabo un análisis económico del capitalismo italiano o
europeo. Pero en este punto débil había radicado su
fuerza y la posibilidad de su original contribución al
pensamiento marxista:
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3 "La pretensión (presentada como postulado esencial del ma-
¡ terialismo histórico) de presentar y exponer toda fluctuación política
y de la ideología como expresión inmediata de la estructura tiene
que ser combatida en la teoría como un infantilismo primitivo, y
en la práctica hay que combatirla con el testimonio auténtico de
\ Marx, escritor de obras políticas e históricas concretas". Cf. Antonio
¡ Gramsci, Antología. Selección, traducción y notas de Manuel Sacristán,
México, Siglo xx1, 1977, p. 276.
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Intelectuales. Notas de investigación
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4. PERSPECTIVAS SOCIOLÓGICAS
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Intelectuales. Notas de investigación
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Los "sistemas simbólicos" se distinguen, funda-
11 mentalmente, según sean producidos y al mismo
,¡¡ tiempo apropiados por el conjunto de un grupo
11 o, al contrario, sean producidos por un cuerpo
¡:
il, de especialistas y, más precisamente, por un cam-
po de producción y de circulación relativamente
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autónomo: la historia de la transformación del
mito en religión (ideología) no es separable de
la historia de la constitución de un cuerpo de
productores especializados en discurso y rito re-
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La razón legisladora
El pensador y sociólogo polaco Zigmunt Bauman se
muestra escéptico respecto de cualquier definición de los
intelectuales que se reduzca a los rasgos de la categoría
misma. Las definiciones del intelectual, anota, no suelen
ser otra cosa que autodefiniciones y como tales hay que
considerarlas -como recursos de legitimación de quienes
las enuncian-. Para Bauman (1997: 32) la categoría de
intelectual debe ser abordada como un elemento estruc-
tural dentro de una configuración social, "un elemento
definido no por sus cualidades intrínsecas, sino por el
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Intelectuales. Notas de investigación
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lugar que ocupa en el sistema de dependencias que re-
presenta dicha configuración, y por el papel que cumple
en la reproducción y desarrollo de ésta". El significado
de dicha categoría sólo podría extraerse del estudio de la
configuración como una totalidad. A la inversa, el hecho
de que la categoría de los intelectuales aparezca efecti-
vamente como un elemento estructural de una determi-
nada configuración resulta clave para la comprensión de
esta misma configuración, es decir, para "la comprensión
de la naturaleza de las dependencias que la mantienen
unida y el mecanismo de su reproducción, tanto en sus
aspectos conservadores como innovadores". En suma,
los "análisis de la categoría intelectual y de las configu-
raciones en las que ésta aparece están inseparablemente
unidos en un círculo hermenéutico".
Ahora bien, para Bauman, la configuración históri-
ca en que los intelectuales tienen el valor de elemento
estructural, por el papel desempeñado tanto en su naci-
miento como en su desarrollo, es la forma de existencia
social moderna. los llama "legisladores", porque tanto
su ocupación como su preocupación características fue
trazar los principios y las leyes del orden:
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y propagadas, y en maleza que tendría que ser
eliminada desde la raíz (2005: 42-43).
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11
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1 Intelectuales. Notas de investigación
r
dictar y reforzar el debe ser sobre lo que es" (ibid.: 63).
En el centro de la interpretación de Bauman se halla
la interrelación moderna de poder/conocimiento, donde
inscribe tanto el nacimiento de los intelectuales, la "clase
del conocimiento" en una cultura secularizada, como el
surgimiento de las llamadas ciencias del hombre. La deu-
da que esta perspectiva tiene con los pensadores críticos
de la modernidad es evidente (con el Michel Foucault de
Vigilar y castigar, en el caso de Legisladores e intérpretes, y
con Dialéctica del iluminismo, de Adorno y Horkheimer,
en los ensayos de Modernidad y ambivalencia, la deuda
es explícita). No es necesario aprobar sin reservas su
versión para reconocer lo que ella deja ver respecto de
los philosophes legisladores, un linaje que continuó su
vida en los siglos x1x y xx, y una historia social del saber
y de sus agentes no podría renunciar a lo que enseña
este punto de vista. Como toda perspectiva, sin embar-
go, ella contiene también sus puntos de ceguera. No
sólo encierra el riesgo de simplificar la filosofía de la
Ilustración, convirtiéndola en un conjunto demasiado
uniforme, sino que deja escapar hechos sobresalientes
de la cultura moderna, tanto en términos de corrientes
intelectuales como de sensibilidad.
Si se considera el pensamiento político y social con-
servador moderno, por ejemplo, sería difícil hallarle
espacio en el cuadro de Bauman, aunque la reacción con-
servadora ante la revolución industrial y la Revolución
Francesa inspiraría varios de los temas y las preocupa-
ciones de la sociología (Nisbet, 1969: 25-30). En efecto,
¿dónde situar en esa narrativa a Edmund Burke y sus
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Intelectuales. Notas de investigación
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\'1d:1 11rhana, el individualismo, las masas en la escena
1Hil1tica, en fin, el conjunto de fenómenos que suele
11'.½llmirse con la noción sintética de sociedad moderna.
ll:111man hace una liquidación sumaria de esa diversidad:
las diferencias y aun la oposición entre las diferentes
visiones surgidas en el cuadro de la modernidad son
,.' '\tlgo así como reyertas familiares" (1997: 167). Es decir,
,·:1riantes de un mismo núcleo de certezas compartidas.
Si se llevara al límite la interpretación de Bauman po-
dria decirse que su propio punto de vista crítico, que
aprovecha los recursos de la tradición sociológica (¿qué
()l ra cosa es lo que llama "hermenéutica sociológica"?),
resultaría inexplicable.
Coda
Aunque todos se muestran interesados en el papel
político de los intelectuales, el punto en que conver-
gen las diferentes perspectivas de estos sociólogos no
radica en la definición del compromiso cívico de los
intelectuales, sino en la función que desempeñan en
el espacio social. Entendidos como estrato intersticial
(Mannheim), como fracción subordinada de las clases
dominantes (Bourdieu) o como clase del conocimien-
to (Bauman), los intelectuales tienen su imperio en la
esfera de la cultura, de la ciencia, el arte y la literatura,
es decir, en la esfera de la producción, distribución e
inculcación de las significaciones o bienes simbólicos. El
reconocimiento social de ese papel, que es el rasgo que
define la posición de los intelectuales en la sociedad, se
liga con valores que inspiran deferencia, se trate de la
creatividad, del saber erudito, del conocimiento de las
cuestiones últimas o del "saber hacer" (ser competente)
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5. ÜNA ESPECIE MODERNA
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la Revolución, escribe Paul Benichou (1981: 26), "la
apología del hombre de letras se convierte en una ver-
dadera glorificación, que se asocia en un tono grandioso
a una doctrina general de emancipación y progreso". La
Encyclopédie de Diderot y D'Alambert también colabo-
ró en ese trabajo de edificación del reconocimiento del
hombre docto y le destinó dos de sus artículos: Phíioso-
phe y Gens de lettres. Mientras el resto de los hombres, se
lee en el primero de ellos, actúa sin conocer las causas
de su obrar, el filósofo, por el contrario, desenreda las
causas, las previene y "se libra de ellas con sabiduría
[... ]. La razón es, para la consideración del filósofo, lo
que la gracia es a la consideración del cristiano. La gracia
determina al cristiano a actuar, la razón determina al
filósofo". Los otros hombres son arrastrados por sus pa-
siones (sin reflexión, marchan en las tinieblas), en tanto
el philosophe aun en sus pasiones, sólo actúa después de
la reflexión: "marcha en la noche, pero precedido por
una antorcha".
El artículo sobre los literatos (gens de lettres) fue re-
dactado por Voltaire, quien describe un tipo y a la vez un
ideal -el del hombre ilustrado-. Esta denominación (gens
de lettres), dice Voltaire, corresponde a lo que griegos y
romanos llamaban gramáticos, que no eran sólo versa-
dos en Gramática, "la base de todos los conocimientos",
sino también en geometría, filosofía, historia, poesía y
elocuencia. No merecía, pues, en el siglo xvm, el título de
hombre de letras quien cultivara un solo género literario
o de conocimiento. Aunque no podía exigirse al litera-
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6. CONTEXTOS
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Intelectuales. Notas de investigación
Universidad
La universidad está en el corazón del contexto insti-
tucional que produce las élites intelectuales en la socie-
dad contemporánea. No hay que entender por esto que
todo intelectual sea, por definición, un universitario ni
que todo aquel que ostente un grado universitario sea un
intelectual. Significa únicamente que en nuestra época la
universidad, entendida como núcleo del sistema de ense-
ñanza superior, es el centro productor de las profesiones
de donde se recluta la enorme mayoría de aquellos que
desempeñan en el espacio público el papel de intelectua-
les, sean médicos o enseñantes, sociólogos o abogados,
biólogos o lingüistas, críticos literarios o historiadores,
arquitectos o filósofos. Por cierto, la universidad como
CARLOS ALTAMIRANO
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Intelectuales. Notas de invc,1 i¡•,:11 1, ,11
123
CARLOS ALTAM!RANO
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1,
supone esa cultura remite al sistema escolar, prosigue
1
Gouldner, a la enseñanza secundaria y, sobre todo, a la
educación universitaria, donde culmina el aprendizaje
de las actitudes crítico-reflexivas así como la adquisición
de los lenguajes técnicos de las diferentes disciplinas.
Que la universidad moderna sea el ámbito en que se
inculca ese conjunto de costumbres intelectuales descri-
tas por Gouldner como cultura del discurso crítico no
implica que ella sea una fábrica de pensadores rebeldes.
Institución compleja, la universidad encierra inclina-
ciones diferentes, desde la que mueve a quienes tienen
afición por la ciencia y la erudición a la de aquellos que
sienten mayor atracción por el debate y la reflexión en el
espacio público. Los mismos recursos intelectuales (por
ejemplo, los de la cultura del discurso crítico) pueden
ser empleados para sostener posiciones diferentes, como
.. 1
124
Intelectuales. Notas de investigación
Microsociedades
Por importante que sea el papel desempeñado por
la universidad en la producción de conocimientos y en
la generación de élites culturales, ella no abarca todas
las esferas de la vida intelectual. Hay contextos de socia-
bilidad que no poseen estructura y reglas instituciona-
les como la universidad o las academias, pero que son
ámbitos característicos de la actividad de los hombres
de ideas, escritores y artistas. En esos espacios, com-
puestos por quienes considera sus iguales, sean amigos,
compañeros de discusión o miembros de su misma fe
ideológica o estética, el intelectual intercambia ideas y
somete a prueba las propias.
Para dar cuenta de estos ámbitos el historiador
Christophe Prochasson (1992) ha retomado la noción
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muchos actores considerados aquí como intelectuales"
1 (ibid.: 444). El ejemplo más claro de estas estructuras
de sociabilidad intelectual es para Prochasson el de las
revistas: "Ellas no son sino excepcionalmente simples
recopiladoras de artículos; son lugares de vida. Las amis-
tades que se tejen, las solidaridades que se refuerzan,
las exclusiones que alli se manifiestan, los odios que se
J¡ 1 anudan son elementos igualmente útiles para la com-
" ::: prensión del funcionamiento de una sociedad intelec-
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'1
tual y para el análisis de la circulación de las ideas, de
los modos de recepción, para decirlo de otra manera"
(ibid.). Las revistas culturales son, pues, un modo de
organización de la intelligentsia y engendran microclimas
propios. A través de ellas pueden seguirse las batallas
de los intelectuales (libradas por lo general dentro la
propia comunidad intelectual) y hacer el mapa de la
sensibilidad intelectual en un momento dado.
Para estas formas de microsociedad intelectual, de
estructura informal -donde pueden englobarse también
los círculos literarios, ordenados alrededor de una figura
o de un manifiesto, y las sociedades de ideas- Raymond
Williams reserva el nombre de "formaciones". Williams
incluye entre las formaciones modernas los movimientos
artísticos y literarios, que a veces pero no siempre se
reúnen en torno de una declaración o una publicación
periódica. Desde el romanticismo a las vanguardias de
J:
Intelectuales. Notas de investigación
Tradiciones
"Ningún poeta, ningún artista, de cualquier clase que
sea, tiene, por sí solo, su sentido completo -escribió T.
S. Eliot-. Su significado, su apreciación es la apreciación
de su relación con los poetas y los artistas muertos. No
podemos valorarlo por sí solo; debemos colocarlo, para
contraste y comparación, entre los muertos" (194 7, t.
1: 13). Se puede extender esta observación de Eliot más
allá de la literatura. ¿Por qué una idea o un texto son
valiosos? No hay una sola respuesta para preguntas como
estas, pero cualquiera que sea tendrá como referencia
una tradición y un juicio, al menos implícito, de la re-
lación de lo nuevo con lo viejo. En realidad, no sólo la
apreciación de un significado cultural, sino el trabajo
intelectual mismo opera siempre en el contexto de una
tradición. Aun la creación de vanguardia, que se defi-
ne por su espíritu de ruptura respecto de la tradición,
participa de alguna. En principio, de la tradición que
hace de la transgresión de un "estado" del pensamiento
filosófico, artístico o científico, el requisito, si no el fin,
de una verdadera creación intelectual. Poner en cuestión
una tradición puede ser así un modo de cultivar otra.
Hay tradiciones en todos los campos de la produc-
ción cultural. Ahora bien, se las identifique en términos
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CARLOS ALTAMlRANO
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1 · Intelectuales. Notas de investigación
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