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Fallo provisto por Microjuris.

com

En Buenos Aires a los 25 días de mes de junio de dos mil diez,


reunidos los Señores Jueces de Cámara en la Sala de
Acuerdos fueron traídos para conocer los autos PATERNO
KARINA ALEJANDRA contra VISA ARGENTINA S.A. Y OTRO
sobre ORDINARIO (expediente n°51.785/2003; Juzgado
Comercial n° 1 Sec. 1) en los que al practicarse la
desinsaculación que ordena el artículo 268 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación resultó que la votación debía
tener lugar en el siguiente orden: Doctores Ojea Quintana,
Barreiro y Tevez.

Estudiados los autos la Cámara plantea la siguiente cuestión a


resolver:

¿Es arreglada a derecho la sentencia apelada de fs. 689/694?

El Dr. Juan Manuel Ojea Quintana dice:

I.- La causa

1. Se presentó a fs. 157/171 Karina Alejandra Paterno,


promoviendo demanda por daños y perjuicios contra Visa
Argentina S.A. y Banco Río de la Plata S.A. por la suma de
pesos sesenta y un mil doscientos uno con dieciséis centavos
($61.201,16) o lo que en más o en menos arroje la prueba
instruida.

Señaló que se desempeña como odontóloga y trabaja en un


consultorio al que se presentó la Sra. María Ocaña el
24.8.2001 para realizar un tratamiento. La actora presupuestó
la prestación en u$s 4.250.

La paciente le abonó en dos cuotas con su tarjeta de crédito


VISA, y en dicha oportunidad la accionante le pidió el
documento de identidad y solicitó telefónicamente autorización
a la marca. Habiendo sido aprobada la operación -autorización
n° 01474- le confeccionó el correspondiente cupón. Luego, en
el mes de septiembre de 2001, depositó el comprobante de esa
transacción en el banco y éste, efectuados los descuentos, se
acreditó por la suma de u$s3.711.

El 26 y 27 de septiembre del mismo año la Sra.Ocaña consultó


por un tratamiento para su prima ya que, según señaló, estaba
atravesando dificultades económicas y por eso ella lo pagaría
con su tarjeta de crédito; el costo del mismo era de u$s 2250.
Repitió la operación descripta precedentemente y Visa le
comunicó que el código de autorización era el n° 07143. Ese
cupón fue presentado el 28.9.2001 en el Banco Río S.A. y se
acreditó por la suma de u$s 1934,87 -3.10.2001-.

Indicó que el 21.11.2001 la accionada debitó de su saldo la


suma de u$s 6.072,63. Al enterarse de ello, la Sra. Paterno se
dirigió a una sucursal del banco y el oficial de su cuenta le
informó que se había ordenado una contrapartida de los fondos
y le entregó el resumen en el que constaba que las
transacciones habían sido desconocidas por la titular de la
tarjeta y los cupones estaban incompletos pues no tenían
número de documento.

Luego, efectuó numerosos reclamos sin obtener respuesta


favorable. El 10.12.2001 Visa le comunicó que daban por
concluida la relación contractual.

Resaltó que la extracción del dinero de su cuenta corriente le


ocasionó un desequilibrio financiero, pues quedó sobregirada y
le inhabilitaron las tarjetas de crédito Visa Gold y American
Express Gold que tenía en el citado banco. Explicó que por ello
tuvo que adquirir un préstamo personal de $15.200.

Expuso que se presentó en Defensa del Consumidor y participó


de numerosas audiencias pero no llegó a ninguna solución.
También indicó que el 23.12.2003 la citaron en la Fiscalía en lo
criminal de Instrucción n°21 en carácter de testigo para aportar
datos sobre la filiación de la persona que atendió en su
consultorio relacionada con la tarjeta cuyos consumos fueron
aquí cuestionados.

Mencionó que no colocó el número de documento en el cupón


de la Sra.Ocaña pues así venía operando hacía bastante
tiempo y que parecía ocioso ya que en tal instrumento no se
indicaba que haya que insertarlo y, además, ese dato lo
consignaba en las fichas odontológicas.

Destacó que el cese de la adhesión al sistema de tarjeta de


crédito en razón de los hechos relatados provocó una pérdida
del prestigio de su negocio e importó una disminución de sus
pacientes.

Solicitó el resarcimiento de los siguientes rubros: a) daño


económico directo, $4.250 y $2.250; b) daño emergente,
$2.701; c) lucro cesante, $30.000; d) daño moral, $20.000; y, e)
daño psicológico, $2.000.

Fundó en derecho y ofreció prueba.

2. Corrido el traslado de la demanda, a fs. 187/198 se presentó,


por apoderamiento judicial, la coaccionada Visa Argentina S.A.
solicitando su rechazo con imposición de las costas.

Formuló una pormenorizada negativa de los hechos narrados


por su contraria, con excepción de aquellos que fueron de su
especial reconocimiento.

Sostuvo que su parte no efectuó el contracargo cuya


improcedencia invoca la actora. Explicó que, sin embargo, ello
encontró sustento en el desconocimiento de la operación por
parte del usuario y en el incumplimiento de los recaudos de
seguridad que son exigidos para recibir pagos mediante el
plástico.

Se opuso a los argumentos desarrollados por la accionante


pues manifestó que la falta de espacio en los cupones para
colocar el número de documento o la forma en la que venía
realizando las operaciones no justifica la omisión del
cumplimiento de una exigencia legal y contractual. Agregó que
dicho requisito no se suple con la autorización de la operación
solicitada telefónicamente.
Señaló la condición de comerciante que reviste la actora e hizo
referencia a la falta de responsabilidad de su parte, dado que
no fue quien decidió realizar los contracargos.

Requirió el rechazo de la indemnización pretendida en


concepto de daños.

Solicitó la citación como tercero de la Sra.Ocaña, titular de la


tarjeta de crédito, pues señaló que su intervención es crucial
para esclarecer los acontecimientos narrados por la actora en
su demanda.

Ofreció prueba.

3. A fs. 218/227 se presentó la codemandada Banco Río de la


Plata S.A. y solicitó la suspensión para la contestación de la
demanda pues alegó que faltaban copias de ese escrito.

Subsidiariamente, para el supuesto en que no se recepte su


petición, opuso falta de legitimación pasiva pues arguyó que no
se verifican los presupuestos fácticos ni jurídicos necesarios
para imputar la responsabilidad por los daños alegados.
Resaltó que la demanda debió haberse entablado contra la
titular de la tarjeta de crédito que fue quien desconoció los
consumos.

De seguido, efectuó una general negativa de los extremos


basales de su contraria.

Ofreció prueba.

4. Banco Río de la Plata S.A., amplió demanda a fs. 229/238


-especialmente en punto a las negativas de los hechos sobre
los que no pudo expedirse por la falta de recepción de las
copias-. Ratificó lo manifestado en la presentación anterior.

II.- La sentencia de primera instancia

Mediante el pronunciamiento de fs. 689/694 el anterior


sentenciante hizo lugar parcialmente a la demanda.
En primer lugar, absolvió a la Sra. Ocaña -titular de la tarjeta de
crédito- que había sido citada como tercera en los términos del
Cpr. 94 . Ello pues consideró que no existían elementos de
juicio que permitan responsabilizarla por la conducta endilgada
por Visa y, conforme lo dispuesto en el artículo 37 de la ley
24.240, estimó que en caso de duda debe interpretarse en el
sentido más favorable al consumidor. Condenó a Visa al pago
de los gastos generados por esa citación (Cpr. 68 ).

De seguido, juzgó responsable a la administradora de la tarjeta


de crédito y a la entidad bancaria por su accionar antijurídico,
ya que le anularon las operaciones luego de abonarlas, sin la
conformidad de la accionante.Agregó que tampoco acreditaron
haber actuado conforme lo pactado.

Rechazó la excepción de legitimación pasiva opuesta por el


banco demandado y estimó que resulta solidariamente
responsable frente al comercio por los daños derivados de la
prestación de servicios.

Receptó el rubro lucro cesante y el daño económico directo; no


así los reclamados como "daño emergente", "daño moral" y
"daño psicológico".

Impuso las costas a cargo de las demandadas (Cpr. 68).

III.- El recurso

De esa sentencia apeló la actora a fs. 700 y los demandados,


Banco Río de la Plata S.A. y Visa Argentina S.A., lo hicieron a
fs. 695 y 703. Los tres recursos fueron concedidos libremente
-v. fs. 701, 696 y 704, respectivamente-.

a) La accionante expresó agravios a fs. 720/722 y esa


presentación fue contestada por la codemandada Visa
Argentina S.A. a fs. 732 y por Banco Río de la Plata S.A. a fs.
739/745.

Criticó que el anterior sentenciante haya rechazado la


indemnización pretendida en concepto de reparación de daño
moral y daño psicológico pues adujo que el proceder ilegítimo
de las demandadas le ocasionó un perjuicio que debe ser
resarcido.

b) Banco Río de la Plata S.A. fundó su recurso a fs. 724/729, el


cual no mereció réplica.

Se quejó de la decisión del anterior sentenciante en punto al


rechazo de la excepción de falta de legitimación pasiva
interpuesta por su parte dado que, según se desprende de sus
argumentos, el problema se habría suscitado entre la actora y
la titular de la tarjeta.

En tal sentido, criticó también lo decidido por el anterior


sentenciante con relación a la absolución de la Sra. Ocaña,
quien no habría sido diligente en el uso del plástico y resaltó
que no correspondió la aplicación de la ley 24.240 entendiendo
que resulta supletoria a la normativa específica de tarjeta de
crédito.

c) Visa Argentina S.A. expresó agravios a fs. 717/718.Criticó el


alcance de la indemnización fijada por el anterior sentenciante
en concepto de "daño económico directo" ya que arguyó que
resultaría superior a la suma que debitaron de la cuenta de la
accionante y, cuestionó la procedencia y el alcance de la
indemnización por "pérdida de chance", pues afirmó tal
perjuicio no estaría acreditado.

IV.- La solución

1. Un orden lógico de prelación aconseja abordar liminarmente


el recurso interpuesto por el Banco Río de la Plata S.A. -quien
persigue la revocación íntegra de la sentencia en crisis-, pues
de lo que se discierna jurisdiccionalmente en tal aspecto
dependerá la evaluación de la apelación formulada p or la
accionante y por Visa Argentina S.A. -quienes sólo
cuestionaron el alcance de la indemnización-.

2. Recurso de Banco Río de la Plata S.A.

La crítica introducida por la codemandada Banco Río en prieta


síntesis, gira alrededor del rechazo de la excepción de falta de
legitimación pasiva interpuesta por su parte. Cuestionó también
la aplicación de la Ley de Defensa del Consumidor pues alegó
que la actora es una comerciante.

a) Excepción de falta de legitimación pasiva

La apelante estimó improcedente el rechazo de la defensa


planteada por cuanto, en su carácter de banco emisor, se limitó
a cumplir con las órdenes que le impartió Visa. Señaló que ésta
última es quien analiza el reclamo del usuario de la tarjeta de
crédito por errores en el resumen y, de considerarlo
procedente, emite el contracargo y se lo informa al banco
pagador.

Así las cosas, la recurrente alegó que no puede imputársele


responsabilidad alguna. Explicó que los cargos se habrían
realizado con la tarjeta de crédito de la Sra.Ocaña y ante su
desconocimiento, debe inferirse que la prestó o se la robaron y
ello resulta totalmente ajeno a la relación jurídica que vinculó a
la actora con las demandadas.

b) Primeramente cabe referirse a la red de vinculaciones que


se hilvanan entre quienes intervienen en el negocio de tarjeta
de crédito. Ello, a fin de proveer una adecuada perspectiva de
la cuestión.

La entidad emisora y el banco adherido conforman en su actuar


conjunto una conducta social típica cuyo efecto será producir,
frente al usuario contratante (y también frente al comerciante
adherido), consecuencias jurídicas de orden contractual. De
allí entonces es que se genera (en los sistemas abiertos) entre
la entidad emisora y el usuario una relación contractual fáctica
que se apoya además en la relación emergente de contratos
particulares y en la finalidad económica común de ambas
instituciones frente al usuario y que justifican el apartamiento
del principio de relatividad de los contratos del art. 1199 del
Cód. Civil (conf. Roberto A. Muguillo, "Régimen de Tarjetas de
Crédito", pág. 30, Astrea, Bs. As., 2003).

De modo que no pueden desconocer la responsabilidad que les


compete en este complejo negocio jurídico (Sala C, voto del Dr.
Monti, in re: "Jaraguionis Nefi c. Banco de Boston y otros" , del
21.5.1998; publicado en LL 1998-F, 168).

Lo hasta aquí expuesto resulta suficiente para concluir que el


accionado reviste la condición de idoneidad o habilidad
requerida por la ley para discutir el objeto sobre el que trata el
litigio. Más aún considerando que es quien realizó el
contracargo cuya procedencia aquí se discutió -v. pericia
contable obrante a fs. 581-. En consecuencia, corresponderá
confirmar la sentencia de primera instancia en este aspecto.

c) El contracargo

El a quo juzgó que el banco y la administradora de la tarjeta de


crédito obraron de manera injustificada -cfr. artículo 512 del
Código Civil-, pues efectuaron un descuento unilateral de la
cuenta de la Sra.Paterno sin permitirle ejercer su derecho de
defensa.

Ello fue cuestionado por Banco Río al considerar que el


conflicto se planteó entre la usuaria de la tarjeta de crédito y la
titular del comercio adherido, no pudiendo imputársele a su
parte.

En tal sentido, si bien asiste razón a la recurrente en punto a


que el problema se originó a partir del desconocimiento de la
titular de la tarjeta de crédito de los consumos que pretendió
percibir la actora, lo cierto es que dicha crítica no desvirtúa los
argumentos vertidos por el anterior sentenciante.

Ello pues, resulta inequívoco que lo que se cuestionó al Banco


Río S.A. y a Visa Argentina S.A. es que hayan decidido
unilateralmente y "sin la expresa y específica conformidad del
proveedor" -v. fs. 691 vta.-, a quien ni siquiera se le comunicó,
anular las operaciones ya liquidadas y descontar la plata
depositada.

Resáltase que la recurrente sólo hizo referencia a la relación


entre la usuaria del plástico y la titular del comercio adherido,
pero nada dijo en punto a la responsabilidad que le atribuyó a
su parte al juzgar reprochable la falta de instrumentación de "un
sistema adecuado y eficaz" para asegurar el derecho de
defensa que le asiste a la accionante -v. fs. 691 vta.-

Concuerdo plenamente con el emplazamiento legal dado al


tema por el juez de grado quien, por lo demás, ha sustentado
su argumentación en antecedentes jurisprudenciales en los
cuales intervino el suscripto como vocal preopinante en la Sala
C , en la sentencia recaída en los autos "Lenzi Gerardo c/ Visa
Argentina S.A. s/ ordinario" del 15.4.2008. Este temperamento
también se halla corroborado por lo manifestado por el
suscripto en el voto de mi distinguido colega, Dr. Monti, en
"Greco SCA C/ Argencard S.A. MasterCard s/ sumario", del
22.2.02.

En tales condiciones, correspondió hacer responsable al Banco


Río de la Plata por su proceder antijurídico.d) Cuestionó
también que el magistrado de grado apreciara la cuestión en el
sentido más favorable para la actora según lo dispuesto por la
Ley de Defensa del Consumidor en su artículo 37, pues alegó
que no se trata aquí de una comerciante -en la relación sería el
"comercio adherido"-.

Por lo demás, agregó que dicha normativa es de aplicación


subsidiaria a lo dispuesto por la ley 25.065 que es la que regula
el contrato de tarjeta de crédito y prevé la posibilidad de
desconocer un pago realizado en un comercio adherido.

Cabe destacar que resulta equívoco el argumento vertido por el


banco demandado en este sentido y corresponde su rechazo.
Ello pues en la sentencia de grado se aplicó el mencionado
principio, es decir, en caso de duda debe interpretarse en el
sentido más favorable para el consumidor, al juzgar sobre
responsabilidad de la Sra. Ocaña -usuaria de la tarjeta de
crédito- y no de la Sra. Paterno -comercio adherido-.

Así, el juez a quo manifestó que no hay elementos que


permitan realizar algún reproche a la titular de la tarjeta de
crédito de la conducta que pretendió endilgarle VISA y, de
seguido, aclaró el carácter de consumidor que revistió la
Sra.Ocaña en su vínculo jurídico con esta codemandada.
Por ello, debe rechazarse lo manifestado por Banco Río en
este aspecto y confirmar lo decidido en la sentencia de grado.

e) Por último, la entidad bancaria accionada se quejó de la


valoración que hizo el anterior sentenciante de las conclusiones
arribadas en la pericia scopométrica; señaló que ese informe
pondría en evidencia una contradicción entre lo manifestado
por la actora en la demanda y lo alegado por la usuaria de la
tarjeta de crédito en su primer presentación.

Cabe señalar en primer lugar que ello en nada revierte la


solución pues, tal como se señaló precedentemente, se juzgó
dirimente la conducta asumida por las demandadas al realizar
el "contracargo" de forma unilateral sin analizarse la
procedencia del mismo.

En dicho informe el experto indicó que "en los formularios


comprobantes de pago que dieran origen a los cupones
cuestionados en autos, se determina que ambos elementos
debitados fueron confeccionados con una misma tarjeta de
crédito"; agregó que "los comprobantes de pago debitados se
corresponden con las impresiones de cupones indubitados,
facilitados por VISA Argentina S.A.ello autoriza sostener que
los debitados fueron confeccionados con una tarjeta de crédito
genuina".

Si bien de ello se desprende cierta incertidumbre en punto a


quien efectuó el consumo, es innegable que la Sra. Paterno
obró de manera diligente pues cobró dos tratamientos con una
tarjeta de crédito genuina entregada por la misma titular en dos
oportunidades distintas.

No puede imputarse a la odontóloga, ni siquiera por vía de


inferencia, un obrar negligente pues las falencias del sistema
son atribuibles a las demandadas.

En consecuencia, corresponde rechazar este planteo.

3. La indemnización
Cuestionaron la procedencia y alcance de la indemnización
tanto la actora como la codemandada, Visa Argentina S.A.

a. La accionante criticó el rechazo del resarcimiento pretendido


por daño psicológico y daño moral.

b. Por su parte, Visa Argentina S.A., se quejó del monto fijado


para resarcir lo que la actora identificó como daño económico
directo.Ello pues señaló que la suma reclamada en la demanda
ascendía a $6500, pero en el mismo escrito la Sra. Paterno
mencionó que de su cuenta le fueron debitados $6.072,63.
También estimó que es improcedente el resarcimiento por
pérdida de chance.

c. Daño económico directo

Criticó VISA el alcance del reintegro de las sumas que habrían


sido erróneamente debitadas pues arguyó que el valor de la
condena es mayor al reclamado por la actora.

La demandante, al referirse al descuento que le efectuaron,


manifestó que "el banco Río, sin explicación de ninguna clase,
debitó de mi cuenta corriente dólares 6.072,63" y ello surge
también del resumen que acompañó al libelo de inicio -v.
fotoduplicado obrante a fs. 22-.

De la lectura de dicha presentación puede inferirse el motivo de


esa diferencia, ya que indicó que las sumas que efectivamente
se acreditaron eran significativamente menores a los valores
nominales consignados en los cupones debido a las
deducciones efectuadas por comisiones e impuestos, véase la
primer operación fue por la suma de u$s 4.250 y efectivamente
se acreditó en la cuenta de la Sra. Paterno la suma de u$s
3711. Tales cargos descontados no fueron objeto de
cuestionamiento por la actora.

Corresponde receptar el agravio pues, la pérdida efectivamente


sufrida por la víctima asciende a la suma de $6.072,63, que es
lo que se le debitó de su cuenta -cfr. artículo 1069 Cód. Civ.- y,
en consecuencia debe modificarse lo decidido por el anterior
sentenciante en este aspecto.
d. Pérdida de chance.

i. Visa Argentina S.A. manifestó que el monto fijado por este


concepto no encontró justificación toda vez que no fue
demostrado por su contraria el quantum del daño. Alegó que el
anterior sentenciante reconoció por "pérdida de chance" una
indemnización similar a la solicitada por la actora por "lucro
cesante".

ii. Señalaré el marco teórico referido a este concepto.Por un


lado se encuentra el rubro lucro cesante, que Zannoni sostiene
que indemniza, no la pérdida de una mera expectativa o
probabilidad de beneficios económicos futuros, sino el daño
que supone privar al patrimonio damnificado la obtención de
lucros a los cuales su titular tenía derecho, es decir título, al
tiempo en que acaece el eventus damni (conf. autor cit.: "El
Daño en la responsabilidad civil", pág. 48, Ed. Astrea, 1982).

En el mismo sentido Mosset Iturraspe (conf. "Responsabilidad


por daños", T. 1, pág. 153) denomina lucro cesante "a la
utilidad o ganancia abierta y no puramente eventual o
hipotética, de la cual es privada la víctima". Es así que requiere
de la prueba de la actividad alegada, para así resarcir la
pérdida concreta de las ganancias.

De otro lado, la pérdida de chance puede entenderse como


aquél rubro que debe ser indemnizado cuando se ha roto o
interrumpido un proceso que podía conducir a favor de otra
persona a la obtención de una ganancia (conf. Mosset
Iturraspe, op. cit., T. 1, pág 153); ello si la chance fuera
fundada, de probabilidad suficiente y juzgada de manera
objetiva.

Cuando el daño consiste en la frustración de una esperanza,


en la pérdida de una chance, de una probabilidad, existen a la
vez -es decir, coexisten- un elemento de certeza y un elemento
de incertidumbre. Certeza de que de no mediar el evento
dañoso -trátese de un hecho o acto ilícito o de un
incumplimiento contractual-, el damnificado habría mantenido la
esperanza en el futuro que le permitiría obtener una ganancia o
evitar una pérdida patrimonial. Pero, a la par, incertidumbre,
definitiva ya, de si, manteniéndose la situación de hecho o de
derecho que era el presupuesto de la chance, la ganancia se
habría en realidad obtenido, o si la pérdida se habría evitado
(conf. Zannoni, op. cit., pág. 50). Explica Matilde Zabala de
González que:"dado que la "chance" no ostenta el mismo grado
de certidumbre que el de un efectivo lucro cesante, el alcance
de la indemnización a cobrar por tal concepto es problemático
(por serlo la realización de la chance misma) y, al igual que en
el caso del daño moral, entronca bastante con el prudente
arbitrio judicial. No caben aquí estrictos razonamientos
matemáticos o actuariales, ya que lo resarcible es la pérdida de
una probabilidad u oportunidad futura que el curso de los
acontecimientos, al troncharla, hace imposible saber si la
esperanza se habría tornado en realidad" (conf. "Daños a las
personas, Pérdida de la vida humana", T. 2B-274).

No obstante, dicha diferenciación conceptual entre el lucro


cesante y la pérdida de chance -que radica principalmente en
la aplicación del arbitrio matemático para el cálculo de la
indemnización en el caso del primero-, no excluye la posibilidad
de utilizar a título aproximativo, algún cálculo como si se tratara
de lucro cesante, y luego, sobre esa base, aplicar algún
porcentaje de reducción, más o menos amplio, según el grado
de probabilidad que tenía la chance frustrada (PS.94-II-244-
Sala II).

Mas la indemnización no ha de ser del beneficio dejado de


percibir, sino la suma que determina el juez, con arreglo a las
circunstancias especiales del caso (conf. Mosset Iturraspe, op.
cit., T.1, págs. 155/6). El juzgador debe evacuar, si en base a
los elementos probatorios aportados a la causa surge una
posibilidad suficientemente fundada, una probabilidad cierta, de
la pérdida de un beneficio económico futuro (v. Trib. Sup. Civ. Y
Com., in re "Fitz Maurice Lucio c/ Josefina Pueyrredón de
Lanús y otro s/ demanda de recurso directo" , del 21.04.98).

En igual sentido tiene dicho la jurisprudencia que: "ante la


dificultad de su determinación, éste queda sujeto al prudente
arbitrio judicial, valorando cada caso en forma particular
(P.S.1996 .II- 285/289, Sala IICC0002NQ, CA 1006 RSD-285-
96 S 2-5-96, in re "Mendez Gonzalez, José Dolores c/ Arioni
José Rubén s/ daños y Perjuicios").

iii. Dentro de tal óptica conceptual, es preciso ubicar el caso


sub exámine.

Al respecto, y en contraposición a lo resuelto por el magistrado


de grado, considero que la accionante no acreditó la totalidad
de las sumas que pretendió resarcir mediante este rubro, para
poder así predicarse stricto sensu la existencia de pérdida de
chance.

A mi entender (art. 386 Cód. Proc.), el haber rescindido Visa el


contrato suscripto con la Sra. Paterno impidiéndole de esta
forma la posibilidad de ofrecer a sus pacientes que paguen sus
tratamientos con la tarjeta de crédito de esta marca, no provoca
como consecuencia inmediata una disminución de trabajo. A su
vez, cabe destacar que la demandante no indicó pautas ciertas
que permitan estimar la ganancia que dejó de percibir,
incumpliendo así con la carga que le pesaba (Cpr. 377 ).

Sin embargo, evidentemente, es razonable inferir que medió


pérdida de chance en función de que, según los documentos
acompañados a fs. 41/75, muchos pacientes pagaron con Visa
con anterioridad a la rescisión del contrato. De ello se sigue
que la actora fue privada de la obtención de una ganancia de
probabilidad suficiente, aunque no así, de la cuantía por ella
reclamada.

Si bien tales instrumentos fueron desconocidos por las


demandadas, lo hicieron en el marco de lo dispuesto por el artí-
culo 356, inc. 1, mas dicho principio no es absoluto ni rige su
aplicación mecánica, puesto que queda condicionado a los
elementos de juicio acompañados en la causa.

En tal sentido, corresponde resaltar que la mera negativa no


basta para restarle valor a los documentos acompañados por la
actora dado que no produjo prueba que la desvirtúe.
iv. Por ello y en los términos del art. 165 del Cód.Proc.,
considero prudente y apropiado reducir la indemnización fijada
por el anterior sentenciante a la suma de $10.000.

e. Daño moral

La accionante solicitó que se revoque la decisión en punto al


rechazo del daño moral. Alegó que el débito de las sumas
acreditadas en su cuenta la colocó en una situación que "duró y
dura varios años" -v. fs.721-.

El juez a quo rechazó esta arista de la indemnización


arguyendo que, en materia contractual, debe apreciarse con
criterio restrictivo.

Corresponde destacar, liminarmente, que el agravio moral


importa una lesión a las afecciones legítimas; entre otras, la
paz, la tranquilidad de espíritu, la libertad individual, el honor, la
integridad psíquica, los afectos familiares, etc. (conf. CNCom.,
Sala B, in re: "Katsikaris A. c. La Inmobiliaria Cía. de Seguros s.
ordinario", del 12.08.86). No se reduce al pretium doloris, pues
involucra todo daño a intereses jurídicos extrapatrimoniales
(conf. CNCom., Sala B, in re: "Galán, Teresa c. Transportes
Automotores Riachuelo S.A. s. sumario", del 16.03.99). Se trata
de una lesión susceptible de causar lo que una aguda fórmula
ha llamado "modificaciones disvaliosas del espíritu" (v. Pizzarro
Daniel, "Reflexiones en torno al daño moral y su reparación",
JA del 17.09.86, especialmente pág. 6 y doctrina allí citada).

No puede dejar de tenerse en cuenta que el agravio moral


debe ser entendido aquí en su doble función, como sanción
ejemplar al proceder reprochable y como reparación a quienes
padecieran las aflictivas consecuencias de dicho proceder (ver
esta Sala, in re: "López, Carlos c/ Banco Roca Coop. Ltda.
s/ordinario", del 12.10.94.; in re: "Rodrigo, Juan Carlos y otros
c/ Esso S.A.P.S.A. s/ ordinario" , del 23.3.99; in re: "Porcel,
Roberto José c/ Viajes Futuro S.R.L. s/ sumario , del 28.3.03; in
re: "Albín Gabriel F. y otro c. Club Vacacional S.A. -Rincón
Club- y otros s.ordinario", del 20.04.2007).
Sentado ello, diré que encontrándose decidida su procedencia,
en el caso concreto la determinación del quantum puede
quedar librada al prudente arbitrio judicial (conf., entre otros,
CNCom., Sala B, in re: "Albrecht c. Estímulo", del 06.07.90;
"Muzaber c. Automotores y Servicios", del 23.11.90; ídem.
"Kofler c. David Escandarami", del 26.02.91; ídem, "Villacorta
de Varela c. Plan Rombo S.A. de Ahorro", del 15.11.91; ídem,
"Greco c. Círculo de Inversores S.A.", del 10.02.92).

Cabe señalar, tal como lo manifestó el anterior sentenciante, el


carácter restrictivo que la jurisprudencia asigna a la reparación
de esta clase de daño en materia contractual, criterio que
tiende esencialmente a excluir de este ámbito las pretensiones
insustanciales, basadas en las simples molestias que pueda
ocasionar el incumplimiento del contrato (conf. Guillermo A.
Borda, "La reforma de 1968 al Código Civil", p. 203; Ed. Perrot,
Bs. As., 1971).

Sin embargo, esa razonable restricción no puede erigirse en un


obstáculo insalvable para el reconocimiento del agravio moral
cuando el reclamo tiene visos de seriedad suficientes y
encuentra base sólida en los antecedentes de la causa (esta
Sala, in re: "Giorgetti Héctor R. y otro c. Georgalos Hnos.
S.A.I.C.A. s. ordinario", del 30.6.93; in re: "Miño Olga Beatriz c.
Caja de Seguros S.A. s. ordinario", del 29.5.2007).

Es perceptible, a poco que nos emplazamos en la situación de


la accionante, que padeció alguna tribulación anímica con
significación jurídica a raíz de la conducta asumida por las
contrarias. Ello pues, de las constancias de la causa se
desprende que:

1. La Sra. Paterno se vio obligada a realizar numerosos


reclamos -v. cartas documentos y notas obrantes a fs. 12/13,
17/20; y, denuncia en la Secretaria de Defensa de la
Competencia y del Consumidor", fs. 7/10-;

2. Visa Argentina S.A. rescindió el contrato que tenía con su


consultorio -v. fs. 18 y 159 vta.-;
3.Inhabilitaron sus tarjetas de crédito, Visa Gold y American
Express Gold -v. fs. 12 y 160-;

4. Tuvo que contraer un préstamo para cancelar el descubierto


de su cuenta y pagar los saldos de sus tarjetas de crédito
inhabilitadas.

De tal reseña fáctica puede inferirse sin dificultad que el


episodio de autos excedió una mera inquietud o incomodidad,
para tornarse en una situación en la cual se causó a la actora
un serio disgusto que trasciende las molestias que han de
tolerarse en el cotidiano plano contractual.

De modo que, dentro de los parámetros de prudente


discrecionalidad que deben orientar la labor judicial en estos
casos, conforme la previsión del Cpr. 165, juzgo adecuado fijar
la indemnización por este concepto en la suma de quince mil
pesos ($15.000) con más los réditos que serán calculados de
acuerdo a las pautas señaladas en la sentencia de grado en el
considerando VI, al cuantificar el daño económico directo.

(f) Daño psicológico

La accionante cuestionó también el rechazo de este rubro de la


indemnización. Relató que "siempre tengo un nudo en el
estómago pensando en como voy a salir de los problemas que
me ocasionaron los demandados, todo esto se traduce en un
malestar psíquico general con síntomas de angustia, depresión
y ansiedad" -v. fs. 169-.

Este concepto apunta a efectivas disfunciones y trastornos de


orden psíquico que alteran de algún modo la personalidad
integral del reclamante y su vida de relación; se diferencia del
daño moral que está dirigido a compensar padecimientos,
molestias o angustias por él sufridas (conf. CNCom., Sala A, in
re "Gomez Beatriz c/ Giovannoni Carlos s/ Sumario" del
16.12.92). Tiene dicho la jurisprudencia que el daño psicológico
consiste en la perturbación permanente del equilibrio espiritual
preexistente y tienen carácter patológico. Será material cuando
cause un grado de incapacidad psíquica mensurable en dinero
o cuando se reclaman los costos del tratamiento psicológico
(conf.CNCom., Sala B, in re "Pérez, Isabel c/ Hermida José s/
Sumario", del 9.08.04).

Lo cierto es que en el sub lite no existe ninguna constancia que


demuestre que la actora haya padecido un daño de su psiquis
-tal como hubiera sido un informe de perito psicólogo, el
ofrecimiento de testimonios, etc.-. Así las cosas, no es posible
estimar procedente este aspecto del reclamo indemnizatorio y,
en tal sentido, corresponde confirmar lo decidido por el anterior
sentencia.

4. Costas de Alzada

Resta decidir la distribución de las costas generadas por los


recursos de las partes.

Si bien existieron vencimientos parciales y mutuos, resulta de


plena aplicación en el sub lite el inveterado criterio asumido por
el suscripto en numerosos procedimientos en el sentido que en
los reclamos por daños y perjuicios, las costas deben
imponerse a la parte que con su proceder dio motivo al pedido
resarcitorio, de acuerdo con una apreciación global de la
controversia y con independencia que las reclamaciones del
perjudicado hayan progresado parcialmente respecto de la
totalidad de los rubros o montos pretendidos, sin que quepa
sujetarse en esta materia a rigurosos cálculos aritméticos (Sala
C, 14-II-1991, in re "Enrique R. Zenni y Cía. S. A. c/Madefor S.
R. L. y otro s/ordinario"; 11-II-1992, in re "Martín, Oscar C.
c/Toyoparts S. A. s/sumario"; 23-III-1994, in re "Levi, Raúl
Jacobo c/Garage Mauri Automotores s/ordinario"; 29-III-1994,
in re "Alba de Pereira, Victorina c/Morán, Enrique Alberto
s/daños y perjuicios"; 2-II-1999, in re "Pérez, Esther
Encarnación c/Empresa Ciudad de San Fernando S. A. y otro
s/sumario", entre otros).

En consecuencia, los gastos causídicos originados por las


actuaciones ante esta Alzada estarán a cargo de las
demandadas sustancialmente vencidas (Cpr. 68).

5. Las consideraciones hasta aquí vertidas resultan suficientes


para concluir sobre la procedencia de los recursos proferidos
por las partes.Recuérdese que el sentenciante puede inclinarse
por aquellas pruebas que merezcan mayor certidumbre en
concordancia con las demás obrantes en la causa, siendo ello,
en definitiva, una facultad privativa del magistrado (Sala C, in
re: "Belloni Omar Marcelo c. Mazza Turismo-Mazza Hnos.
S.A.C." del 27.05.02; ídem re: "Abaceta Héctor Luis c. Tonel
Antonio A.", del 18.06.96) y que los jueces no están obligados a
seguir a las partes en todas sus argumentaciones, sino tan sólo
pronunciarse acerca de aquéllas que se estimen conducentes
para fundar sus conclusiones y resulten decisivas para la
solución de la controversia (CSJN, fallos 307:2216 y
precedentes allí citados).

V.- Conclusión

Por lo expuesto, si mi criterio fuera compartido por mis


distinguidos colegas, corresponderá: a) rechazar el recurso
interpuesto por la codemandada, Banco Río de la Plata S.A.; b)
receptar parcialmente la apelación deducida por Visa Argentina
S.A. y, en consecuencia, reducir el monto fijado en reparación
del daño económico a la suma de $6.072,63 y en concepto de
pérdida de chance a la suma de $10.000; y, c) hacer lugar
parcialmente al planteo de la actora, condenando al pago de $
15.000 en concepto de daño moral con más los intereses
calculados conforme lo dispuesto en el acápite (e) del punto 3
del Considerando IV y, por último, rechazar lo pretendido por
daño psicológico.

Las costas de Alzada se imponen conforme lo dispuesto en el


punto 4 del considerando IV.

Así voto.

Voto del Señor Juez de Cámara doctor Barreiro:

Por análogas razones a las expresadas por el Sr. Juez de


Cámara doctor Ojea Quintana, el Señor Juez de Cámara doctor
Barreiro adhiere al voto preopinante que antecede.

Disidencia parcial de la Señora Juez de Cámara doctora Tevez:


1. Debo señalar, de modo liminar, que concuerdo en un todo
con la solución que surge del voto de mi distinguido colega,
Dr.Ojea Quintana.

Mas creo pertinente formular algunas breves consideraciones,


referidas -en lo sustancial- al fundamento dirimente por el que
considero que cabe atribuir en el caso responsabilidad a Visa
S.A. y a Banco Río de la Plata S.A.

Me refiero, concretamente, al obrar antijurídico imputado a las


defendidas por el hecho de haber efectuado un descuento
unilateral de la cuenta de la actora sin permitirle ejercer su
derecho de defensa, argumento que ha sido desarrollado en
profundidad en el voto de mi apreciado colega.

Debo también señalar, en otro orden de cosas, mi postura


respecto del doble carácter que atribuye aquél a la
indemnización por daño moral.

A estas dos cuestiones me referiré en los puntos siguientes.

2. En relación al fundamento de la responsabilidad de las


demandadas.

Estimo innecesario abundar en consideraciones sobre los


antecedentes de la causa reseñados en el voto del distinguido
vocal preopinante y sobre la relación hecha en el mismo
sentido en la sentencia apelada, que describen
adecuadamente la médula del conflicto que debe dirimirse.

Sólo agrego que meritó el primer sentenciante dos aspectos


que no fueron eficazmente controvertidos por los apelantes y
estimo relevantes: i) que no existen pruebas de que Ocaña
hubiere obrado en forma negligente respecto a su deber de
custodia del plástico (v. fs. 691, punto IV) y ii) que se encuentra
acreditado que no fue Ocaña quien utilizó la tarjeta de crédito
(v. fs. 691 "in fine").

En lo que aquí interesa referir, se quejó el Banco Río de la


Plata S.A. en cuanto reputó inaplicable la doctrina expuesta por
el "a-quo" a los hechos ocurridos en la causa. De la lectura
integral de su escrito de contestación de demanda, de la
sentencia y de la expresión de agravios, surge que entiende
errónea la aplicación al caso de aquellos argumentos referidos
a la realización de lo que denomina "contracargos" sin permitir
a la actora el ejercicio del derecho de defensa.Obsérvese que
la base fáctica de su queja es que los consumos fueron
realizados con una tarjeta original, mas no por parte de Ocaña
(v. fs. 726 "in fine").

Así las cosas, adelanto que, analizadas las pruebas producidas


a fin de determinar cómo fue el real acontecer de los hechos
sucedidos respecto a los consumos realizados a través de la
tarjeta de crédito; concluyo que quien se apersonó al
consultorio de Paterno lo hizo con un documento de identidad
falsificado y con una tarjeta apócrifa.

Veamos.

(i) Prueba informativa.

Al contestar la citación de tercero, Ocaña ofreció como prueba


informativa el libramiento de un oficio al consultorio
odontológico del Dr. Ricardo G. Gutiérrez (v. fs. 338). En fs.
433/36 se encuentra glosada la respuesta al informe requerido.
El odontólogo señaló, textualmente, que: 1) "la Sra. María del
Carmen Ocala es paciente de este consultorio" (me permito
señalar, por ser evidente el error de pluma, que donde dice:
"Ocala" debe leerse: "Ocaña") y que ii) "los odontogramas que
se acompañan no concuerdan con el registrado en este
consultorio y como correspondiente a la Sra. Ocaña" (v. fs.
436). El profesional acompañó, asimismo, "odontograma
obrante en este consultorio correspondiente a la Sra. María
Ocaña" (v. fs. 436).

Dicho informe no fue impugnado en los términos del art. 403


del cpr. por ninguna de las partes. Acótase que,
posteriormente, la codemandada Visa S.A. desistió de la
prueba pericial odontológica, en mérito del contenido de esa
respuesta (v. fs. 498).

(ii) Prueba pericial scopométrica.


Informó el experto que, a fin de realizar la pericia, Visa S.A. le
entregó cupones en blanco y tarjetas genuinas fuera de
circulación.

Como conclusiones a la labor realizada dijo que:"De acuerdo


con las similitudes encontradas entre las impresiones de tarjeta
de crédito en los formularios comprobantes de pago que dieran
origen a los cupones cuestionados en autos, se determina que
ambos elementos dubitados fueron confeccionados con una
misma tarjeta de crédito". "Atento que las impresiones obrantes
en los comprobantes de pago dubitados se corresponden con
las impresiones de cupones indubitados, facilitados por Visa
Argentina S.A. en cuanto a la disposición de la numeración,
fechas y nombres, ello autoriza a sostener que los dubitados
fueron confeccionados con una tarjeta de crédito genuina" (v.
fs. 559/560).

No comparto las conclusiones a las que arribó el experto en el


sentido de que los cupones dubitados fu eron confeccionados
con una tarjeta de crédito legítima.

Sabido es que, como premisa general, por resultar el auxiliar un


colaborador y dependiente del juez, su juicio técnico no obliga
en modo alguno al magistrado. Ello pues la pericia está dirigida
a integrar y complementar el conocimiento del juzgador y no a
sustituirlo en su misión jurisdiccional. En tal orden de ideas, el
dictamen pericial no cercena la facultad judicial de ponderar la
virtualidad probatoria que puede adjudicarse a cada uno de los
restantes elementos traídos al proceso, que no deben dejar de
ser valorados integral y globalmente. Sostener lo contrario,
importaría admitir que el juzgador pueda descartar de plano el
ejercicio de sus propias e indisponibles facultades de
apreciación. De allí que, de conformidad con lo dispuesto por el
art. 475 del Cód. Procesal, el juez puede apartarse de las
conclusiones del perito, expresando los fundamentos de su
convicción apoyados en razones de entidad suficiente (Palacio
Lino, "Derecho Procesal Civil", T IV, p. 720, Ed. Abeledo Perrot,
Bs.As., 1992).

Sentado lo anterior, debo decir que, en el caso, la mera


circunstancia de que los espacios llenados en los cupones
dubitados guarden relación de forma, espacio y cantidad de
filas estampadas para tarjetas de crédito con determinada
vigencia, no permite concluir que el plástico que fuera
presentado para cancelar los consumos efectuados en el
consultorio de Paterno fuera genuino.

El sentido común (G. E. Moore, "Defensa del sentido común y


otros ensayos", Ediciones Orbis S.A., España, 1984) indica que
si una persona tiene la espuria intención de realizar consumos
con una tarjeta ilegítima, se ocupará de tomar -permítaseme la
expresión- mínimos "recaudos" con el objeto de que el plástico,
al menos a la vista, exhiba o simule ostentar una contextura
similar o lo más parecida posible a su original.

Así puede corroborarse inclusive a través de numerosos


precedentes jurisprudenciales, en los que ha sido analizada la
cuestión vinculada a la realización de consumos mediante
tarjetas falsificadas o mellizas.

Coadyuvante -y considérese la virtualidad jurídica que debe


otorgarse a lo expuesto-, adviértase que el perito señaló en su
dictamen que: "Respecto de la rúbrica (firma), se insiste que
ambos cupones cuestionados en autos, las mismas guardan
relación de similitud por lo que se sostiene fueron estampados
por la misma mano escritora (que no es precisamente de la
señora MARíA DEL CARMEN OCAí‘A)" (el destacado es del
original, v. fs. 559, "in fine").

Así las cosas y en base a las pruebas colectadas en la causa;


aparece como un contrasentido sostener que la firma inserta en
los cupones dubitados no le pertenece a Ocaña y, al propio
tiempo, afirmar que los consumos fueron realizados con una
tarjeta genuina.

Coincido por ello con lo afirmado por el juez de grado en el


sentido de que se encuentra probado en autos que no fue
Ocaña quien utilizó la tarjeta (v.fs. 691, 4to.párrafo). Y
concluyo, tras analizar los antecedentes del proceso en su
conjunto bajo las reglas de la sana crítica y el derecho aplicable
(Kielmanovich, Jorge L., Código Procesal Civil y Comercial
Comentado y Anotado, p. 594, Lexis Nexis, Abeledo Perrot)
que los consumos impugnados fueron realizados mediante la
utilización de una tarjeta y documentación personal falsificados.

En tal sentido, entiendo que si bien "prima facie" merece


reproche la conducta de las defendidas en punto a la
realización de un débito unilateral de la cuenta de Paterno sin
permitirle ejercer su derecho de defensa; lo decisivo aquí es
analizar si aquél así llamado "contracargo" fue incorrecto mas
no en base al modo en que fue efectuado, sino por: (i) haber
mediado una utilización indebida de la tarjeta de crédito
(debiendo hacerse cargo la entidad bancaria por la falencia del
sistema frente al actuar diligente del comercio adherido -en el
caso, la Sra. Paterno-); y (ii) haberse pretendido cancelar
consumos mediante una tarjeta apócrifa.

Bajo estos lineamientos conceptuales, entiendo que el


fundamento central de la responsabilidad de los defendidos
reposa en su deber de implementar un sistema que resguarde
adecuadamente a los usuarios y comercios adheridos de la
utilización de tarjetas mellizas o falsificadas. En razón de ello
es que quienes deben responder por los daños derivados de
las fallas del régimen originadas en la utilización de tarjetas
adulteradas, son la entidad administradora y el banco. En
efecto, son ellos quienes crean, administran y se benefician
con el sistema (Graiewski, Mónica, "Responsabilidad por uso
fraudulento de tarjetas de crédito", LL 1999-D, p. 957; en igual
sentido; CNCOM, Sala, E, "Hierrotech de di masi y otro C/
Diners Club Argentina S.A. s/ sumario", del. 13.03.01; idem,
Sala B, "Otegui Rodolfo c/ Diners Club argentina S.A. s/
ordinario"(ref.MJJ5497); del 21/08/2002; "idem", Sala A, "Millar
Jorge y otros c/ Visa Argentina S.A.y otro", del 12.12.03; entre
muchos otros).

Agrego adicionalmente que, en el caso, la actora acompañó


con su demanda la ficha odontológica de Ocaña en la que
figura su número de documento de identidad, coincidente con
el otorgado por el Ministerio del Interior (v. fs. 317).

Es claro entonces, a mi modo de ver, que cumplió Paterno con


todas las obligaciones que como comercio adherido estaban a
su cargo. Más aún: fue Visa S.A. quien mediante comunicación
telefónica autorizó la realización de la operación luego
impugnada; circunstancia que fue reconocida inclusive por
aquella al tiempo en que contestó demanda (v. fs. 193).

3. En relación al daño moral.

Si bien no desconozco que una parte de la doctrina y


jurisprudencia por demás respetable así lo entiende, me inclino
por considerar que se trata exclusivamente de una reparación
del daño sufrido por el damnificado.

Me explico. Sabido es que el resarcimiento de los daños puede


llevarse a cabo: i) con una reparación "in natura", en la que se
reestablece materialmente el estado de cosas que existía antes
del acto ilícito; o ii) con una reparación pecuniaria, en la que se
compensa el menoscabo sufrido por medio de su equivalente
en dinero.

El art. 1083 del Cciv. establece que "el resarcimiento de daños


consistirá en la reposición de las cosas a su estado anterior,
excepto si fuera imposible, en cuyo caso la indemnización se
fijará en dinero. También podrá el damnificado optar por la
indemnización en dinero".

Así, siendo imposible la reposición de las cosas a su estado


anterior, la reparación siempre se traducirá en un obligación de
dar sumas de dinero, con el objetivo que el patrimonio de la ví-
ctima sea reestablecido cuantitativamente en sus valores
menoscabados. De ese modo, ha de quedar eliminada la
diferencia que existe entre la situación actual del patrimonio y
aquella que habría existido de no suceder el acto ilícito.Esta
diferencia constituye, en principio, el daño resarcible (Orgaz,
Alfredo, El daño resarcible, Ed.

Bibliográfica Argentina, Bs. As., 1952, p. 143).

La regla general en materia de reparación es que el


responsable debe resarcir todo el daño causado por su acto ilí-
cito, sin que tenga carácter de pena, sino de indemnización. Tal
postura surge de los artículos 1068, 1069, 1077 , 1078 , 1079,
1082 y 1109 del CCiv.
En este sentido, no veo que la reparación a las "modificaciones
disvaliosas del espíritu" (Pizarro, Daniel, "Reflexiones en torno
al daño moral y su reparación", J.A., 17.09.86) presente
características particulares respecto a los restantes perjuicios
indemnizables que ameriten apartarse del principio general de
nuestro código civil.

Acótese que la ley al referirse el daño en cuestión, siempre


habla de reparación (conf. arts. 522 , 1078, 1077, 1079, 1081,
1109, 1110 CCiv) y nunca de pena o sanción (v. en tal sentido,
"Orgaz, Alfredo, "El daño moral: ¿Pena o reparación?, ED 79-
857).

En síntesis, en mi parecer la indemnización del daño moral


tiene carácter exclusivamente resarcitorio. Este criterio, por lo
demás, ha sido seguido en reiteradas oportunidades por
nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación (Fallos: 184:
52; 311:1018; 316:2894; 318:1598; 321:1117; 325:1156 ;
326:847; 327:5991 ; 328:4175 ; 329:2688 ; 329:3403 ;
329:4944; 330:563 ; etc.).

4. Con tales salvedades adhiero al voto de mi distinguido


colega preopinante Dr. Ojea Quintana.

Con lo que terminó este acuerdo que firmaron los Señores


Jueces de Cámara doctores:

Juan Manuel Ojea Quintana

Rafael F. Barreiro

Alejandra N. Tevez

(disidencia parcial)

Fernando I.Saravia Secretario

Buenos Aires, 25 de junio de 2010.-

Y VISTOS:
Por los fundamentos expresados en el Acuerdo que antecede,
a) rechazar el recurso interpuesto por la codemandada, Banco
Río de la Plata S.A.; b) receptar parcialmente la apelación
deducida por Visa Argentina S.A. y, en consecuencia, reducir el
monto fijado en reparación del daño económico a la suma de
$6.072,63 y en concepto de pérdida de chance a la suma de
$10.000; y, c) hacer lugar parcialmente al planteo de la actora,
condenando al pago de $ 15.000 en concepto de daño moral
con más los intereses calculados conforme lo dispuesto en el
acápite (e) del punto 3 del Considerando IV y, por último,
rechazar lo pretendido por daño psicológico.

Las costas de Alzada se imponen conforme lo dispuesto en el


punto 4 del considerando IV. Juan Manuel Ojea Quintana,
Rafael F. Barreiro, Alejandra N. Tevez (en disidencia parcial).
Ante mí: Fernando I. Saravia. Es copia del original que corre a
fs. de los autos que se mencionan en el Acuerdo precedente.

Fernando I. Saravia - Secretario

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