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-En Humano demasiado Humanao, Nietzsche dice que todas las acciones obedecen a
un solo motivo, que no propiamente será moral; es de otro orden. ¿Cuá l es ese
motivo? Ahí surge la pregunta por el valor de nuestras representaciones. En general
el motivo es el deseo de goce de sí mismo: aunque no hablará de un motivo absoluto.
Relació n que establecemos en el orden del placer y del displacer. Intentar encontrar
una razó n de lo humano, que sea “pre-representacional”.
-¿El 109 es una prescripció n que propone Nietzsche para dominar un impulso? ¿Por
qué habría de dominar los impulsos? En realidad Nietzsche está haciendo psicología,
o una especie de fenomenología, de quien se ha propuesto dominar los impulsos.
-Es una lucha por llenar un vacío: tal vez el enfrentamiento entre dos impulsos sea
por la nutrició n, los impulsos se nutren. Vacío de un hambre de satisfacció n.
-Estamos constituidos por una infinidad de impulsos que no conocemos. Las leyes
que rigen la nutrició n de los impulsos no nos son conocidas. Hay una diná mica de
los impulsos.
-El instinto en Freud los impulsos está n ligados a un objeto. En Nietzsche el impulso
se satisface con lo primero que encuentre.
-Freud: la ley de eros: la ley es la ley de la carencia. Nietzsche: aquí no hay ley, las
leyes nos son desconocidas.
-116: una de las cosas má s complicadas apara nuestra comprensió n es que no nos
hemos conocido a nosotros mismos.
-Cuando hablamos de la ira, hablamos del punto má s alto de la ira. ¿En qué
momento comenzó la ira? Hay una cantidad de matices para los que no tenemos
palabras. Tenemos el lenguaje para referirnos a los grados má s elevados de una
sensació n, pero no para los má s sutiles. Esa es una de las cosas que dificulta nuestro
conocimiento. No tenemos leguaje para todos esos impulsos, para los grados
mínimos.
-No tenemos sino sensaciones para algunas cosas. Medimos el mundo de acuerdo a
horizontes limitados: en cierta forma Nietzsche es discípulo de Protá goras. Nosotros
ponemos la medida de aquello que conocemos. Estamos encerrados en una especie
de cá rcel. Nuestra sensació n, nuestra manera de medir el mundo, funciona como
una tela de arañ a: para capturar la presa.