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II

Selección de texto del Capítulo II: ACTIVO Y REACTIVO del libro NIETZSCHE Y LA
FILOSOFÍA de Gilles Deleuze

Deleuze, G. (2013). Nietzsche y la filosofía (1967) (Décima ed.). Barcelona: Anagrama.

1. El cuerpo
Spinoza abría a las ciencias y a la filosofía un nuevo camino: ni siquiera sabemos lo
que puede un cuerpo, decía; hablamos de la conciencia, y del espíritu, charlamos
sobre todo eso, pero no sabemos de qué es capaz un cuerpo, ni cuáles son sus fuerzas
ni qué preparan1. Nietzsche sabe que ha llegado la hora: «Nos hallamos en una fase
en que lo consciente se hace modesto»2. Llamar a la conciencia a la necesaria
modestia es tomarla por lo que es: un síntoma, nada más que el síntoma de una
transformación más profunda y de la actividad de unas fuerzas que nada tienen que
ver con lo espiritual. «Quizás cualquier desarrollo del espíritu se reduce únicamente
al cuerpo». ¿Qué es la conciencia? Al igual que Freud, Nietzsche piensa que la
conciencia es la región del yo afectada por el mundo exterior3. De cualquier modo,
la conciencia más que definirse en relación a la exterioridad, en términos de real, se
define en relación a la superioridad, en términos de valores. Esta diferencia es esencial
en una concepción general del consciente y del inconsciente. En Nietzsche, la
conciencia es siempre conciencia de un inferior en relación al superior, al cual se
subordina o se «incorpora». La conciencia no es nunca conciencia de sí mismo, sino
la conciencia de un yo en relación a ello (yo de otro), este último no consciente. No
es conciencia del señor sino conciencia de un esclavo en relación a un señor que no
se preocupa de ser consciente. «Habitualmente la conciencia sólo aparece cuando un

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Spinoza, Ética, III, «Ya he demostrado que no se sabe lo que puede el cuerpo o lo que se puede deducir de
la única consideración de su naturaleza, y que por experiencia se comprueba que de las leyes de la
naturaleza proceden un gran número de cosas que jamás se habría creído que se pudiesen producir,
sino bajo la dirección del espíritu…»
2
VP, II, 261.
3
VP, II, 253; GS, 357.
2

todo quiere subordinarse a un todo superior…. La conciencia nace en relación a un


ser superior al cual se subordina o se «incorpora»4. La conciencia testimonia
únicamente «la formación de un cuerpo superior».

¿Qué es el cuerpo? Solemos definirlo diciendo que es un cuerpo de fuerzas, un


medio nutritivo disputado por una pluralidad de fuerzas. Porque, de hecho, no hay
«medio», no hay campo de fuerzas o de batalla. No hay cantidad de realidad,
cualquier realidad ya es cantidad de fuerza. Únicamente cantidades de fuerza, «en
relación de tensión» unas con otras5. Cualquier fuerza se halla en relación con otras,
para obedecer o para mandar. Lo que define a un cuerpo es esta relación entre
fuerzas dominantes y fuerzas dominadas. Cualquier relación de fuerzas constituye
un cuerpo: químico, biológico, social, político. Dos fuerzas cuales quiera, desiguales,
constituyen un cuerpo a partir del momento en que entran en relación: por eso el
cuerpo es siempre fruto del azar, en el sentido nietzscheano, y aparece siempre como
la cosa más «sorprendente», mucho más sorprendente realmente que la conciencia
y el espíritu6. Pero el azar, relación de la fuerza con la fuerza, es también la esencia
de la fuerza; no nos preguntaremos, pues, cómo nace un cuerpo vivo, ya que todo
cuerpo es viviente como producto «arbitrario» de las fuerzas que lo componen7. El
cuerpo es un fenómeno múltiple, al estar compuesto por una pluralidad de fuerzas
irreductibles; su unidad es la de un fenómeno múltiple, «unidad de dominación».
En un cuerpo, las fuerzas dominantes o superiores se llaman activas, las fuerza
inferiores o dominadas, reactivas. Activo y reactivo son precisamente las cualidades
originales, que expresan la relación de la fuerza con la fuerza. Porque las fuerzas que
entran en relación no poseen una cantidad, sin que al mismo tiempo cada una deje
de tener la cualidad que corresponde a su diferencia de cantidad como tal. Se llamará
jerarquía a esta diferencia de las fuerzas cualificadas, conforme a su cantidad: fuerzas
activas y reactivas.

4
VP, II, 227.
5
VP, II, 373.
6
VP, II, 173: «El cuerpo humano es un pensamiento más sorprendente que el alma de antaño»; II, 226: «Lo
que es más sorprendente es, más bien, el cuerpo; no nos cansamos de maravillarnos ante la idea de
que el cuerpo humano se ha hecho posible».
7
Sobre el falso problema de un comenzó de la vida: VP, II, 66 y 68. Sobre el papel del azar: VP, II, 25 y 34.

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