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En este artículo no entraremos a revisar los detalles técnicos de la ley de insolvencia; sin
embargo, haremos la claridad de que el el término técnico de este procedimiento es
Insolvencia para personas naturales no comerciantes y está regulado por la Ley 1564 de
2012 en su título IV.
En este escenario, cuando ya no hay nada más que podamos hacer para normalizar nuestra
vida crediticia, es que podemos declararnos insolventes y volver a comenzar en nuestras
finanzas personales.
Este acuerdo debe ser validado por un juez y aceptado, al menos, por los acreedores a
quienes les debemos más de la mitad del monto total. Es importante aclarar que cualquier
proceso judicial relacionado con el cobro de estos créditos se detendrá mientras hace curso
el trámite de insolvencia.
Cuando hemos intentado todo para pagar nuestras obligaciones, pero nuestra situación
financiera nos impide acceder o cumplir con cualquiera de las opciones que hemos revisado
anteriormente.
Puntos a tener en cuenta para considerar acogerse a la ley de insolvencia
Existen dos consecuencias que tenemos que tener en cuenta al acudir a un proceso de
insolvencia:
Se nos cerrarán, al menos por un tiempo prolongado, las puertas del sistema financiero en
lo relativo a productos de financiación (lo cual, en ocasiones puede terminar siendo una
gran ventaja también).
Nuestro patrimonio puede estar en riesgo si no llegamos a un acuerdo con nuestros
acreedores.
Vale la pena aclarar que para poder acceder al trámite de insolvencia no podemos haber
cedido ningún bien en los seis meses anteriores al mismo; de lo contrario, el mismo podría
sernos negado.
Ten en cuenta que el trámite de insolvencia puede realizarse en las notarías y en los centros
de conciliación autorizados por el Ministerio de Justicia y del Derecho.
El objetivo de esta ley es permitirle a un deudor negociar con sus acreedores la posibilidad
de pagar sus deudas en las condiciones que sus finanzas personales le permiten, a través de
una conciliación. Se trata de un procedimiento que busca proteger al deudor, sobre la base
de su buena fe, para permitirle normalizar su vida crediticia y lograr, eventualmente, la
condonación total de los intereses de sus préstamos, los gastos de cobranza, los honorarios
de abogados, entre otros.
La ley dispone que no tener dinero para pagar un abogado no debe ser obstáculo para
iniciar el trámite de insolvencia. En este sentido, es posible ir directamente a un centro de
conciliación autorizado y obtener la asesoría necesaria para evitar caer en "las garras" de
personas y empresas que pueden ofrecerse a adelantar este tipo de acciones buscando
únicamente sacarle dinero al deudor.