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SORANO
PHILIPPE PINEL
Alrededor de 1800 comienza en Francia la Psiquiatría Científica, con la obra del médico y
reformador francés Philippe Pinel (1745-1826), quien plantea que no deben construirse
nuevas hipótesis sino limitarse a la observación y descripción de hechos.
La contribución fundamental de Pinel fue cambiar la actitud de la sociedad hacia los
enfermos mentales para que pasasen a ser considerados como seres humanos merecedores
de un tratamiento médico digno.
A cargo de la Bicêtre, liberó a los pacientes de sus cadenas en 1793; dos años después hizo
lo mismo en la Salpêtrière.
Pinel llamó a su labor "tratamiento moral", y muchos de sus principios conservan su valor
hasta el día de hoy.
En su obra “Tratado de la Insanía” (1801), clasificó las enfermedades mentales en cuatro
tipos: manía, melancolía, idiocia y demencia, explicando su origen por la herencia y las
influencias ambientales. Con la obra de Pinel y sus seguidores, como Esquirol, la
Psiquiatría se libera de las interpretaciones demonológicas y se sustituye la especulación
por la observación empírica, retomándose el camino iniciado en el periodo grecolatino y
abandonado casi en su totalidad durante los siglos XVI y XVII.
KARL JASPER
Uno de los principales aportes de Karl Jaspers a la psiquiatría fue el método biográfico.
Consiste básicamente en pedirle al paciente que relatara por escrito la forma como percibía
sus síntomas. En otras palabras, que consignara su visión de la realidad. Esto daba valiosos
elementos para comprender lo que sucedía en su mente.
Su importancia radica en que le otorga valor a la palabra del paciente en psiquiatría, algo
que no sucede con frecuencia en la psiquiatría moderna. En los enfoques más biologicistas,
las palabras del paciente se consideran como un producto del mal funcionamiento cerebral.
El método biográfico, en cambio, otorga valor a esos “disparates” y los entiende como una
vía para comprender las alteraciones en la percepción del paciente.
SAN AGUSTÍN
Acepta la descripción de Cicerón sobre cuatro pasiones (deseo, miedo, alegría y tristeza)
que podían ser modificadas por la razón. La noción de que el alma no podía enfermar y de
que, por tanto, la locura era un trastorno esencialmente de base orgánica fue sostenida en el
siglo xiii por Alberto Magno (1193-1280) y Tomás de Aquino (1225-1274).