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Psicopatología

La psicopatología es la ciencia que estudia la etiología y las características


de los trastornos psicológicos. Es una ciencia a la que nos hemos de acercar
desde un modelo multidisciplinar, ya que se nutre de disciplinas científicas
diversas, como la psicología, la biología, la neurología, la genética, la fisiología, la
sociología y la antropología. Todas estas disciplinas contribuyen a la elaboración
de la psicopatología, y probablemente ninguna de ellas se baste por sí sola para
explicar los fenómenos anormales.

El objeto de la psicopatología se puede considerar, por tanto, amplio y


complejo (Belloch, Sandín y Ramos, 2008). En primer lugar será necesario
describir y conocer el fenómeno psicopatológico, para posteriormente poder
buscar explicaciones que den cuenta de los factores que pueden predisponer,
precipitar o mantener los comportamientos o las dificultades mentales alteradas.
Conocer e identificar estos factores favorecerá asimismo el poder predecir la
aparición, el curso o la evolución de los trastornos.

En sentido general, la disciplina trata de establecer leyes universales que den


cuenta y expliquen muchos y distintos tipos de alteraciones. Sin embargo, la
búsqueda de principios generales no debe ocultar que la finalidad última de la
psicopatología es el sujeto individual, por lo que los principios generales sólo
serán útiles si se pueden aplicar a personas concretas.

Ámbito de la psicopatología

La psicopatología no se encuentra sola en su interés por la anormalidad psíquica,


sino que comparte con otras disciplinas un interés básico en la comprensión y
explicación de la conducta humana. Para constituirse como disciplina ha de definir
sus límites y competencias, lo que en definitiva sería encontrar su propia
identidad. Las disciplinas que, por su objeto de estudio, son de especial interés en
su relación con la psicopatología, son la psiquiatría, la psicología clínica, la
psicología de la salud y la psicología de la personalidad.

Enfermedad mental

Concretamente, las enfermedades mentales quedan delimitadas por los


siguientes elementos:

1) Representan una ruptura biográfica, de forma que el estado morboso es


cualitativamente distinto del premórbido y tras la recuperación el paciente
se reajusta nuevamente a su situación inicial (a excepción de la
esquizofrenia que puede causar deterioro)

2) La enfermedad genera experiencias subjetivas desagradables (a excepción


de los estados maníacos)

3) Se restringe la libertad personal, entendiendo como tal una merma de las


posibilidades de enriquecimiento existencial.

4) Se presenta como un conjunto organizado y constante de síntomas, que


permiten al clínico reconocerlos en un síndrome que configura un
diagnóstico preciso;

5) Tienen un curso y un pronóstico predecibles.


6) Son sensibles generalmente a un tratamiento biológico específico, aunque
las terapéuticas psicológicas y/o rehabilitadoras puedan contribuir, a veces,
a configurar un mejor pronóstico.

La distinción entre las enfermedades mentales y los otros trastornos


psíquicos se establece en función de los siguientes puntos

1) En las enfermedades se constata una base genética, inexistente en las


patologías psicosociales.

2) Sólo se detectan anomalías biológicas en las enfermedades psíquicas.

3) En las enfermedades se produce una ruptura biográfica, y en las otras


patologías una continuidad que traduce la prolongación de conflictos que
parten del estado premórbido

4) En las enfermedades se observa una coherencia y estabilidad clínica y


diagnóstica, mientras que en los trastornos de base psicosocial se
producen fluctuaciones sintomáticas y los cuadros son menos estables, lo
cual da lugar a más cambios diagnósticos que en las enfermedades
psíquicas.

5) Con relación al punto anterior, las enfermedades psíquicas no son


sensibles a las influencias del medio; por el contrario, son arreactivas al
mismo, si bien éste puede modular ligeramente el comportamiento del
enfermo, pero sin modificar la clínica y la evolución de la enfermedad, en
tanto que los trastornos psicosociales son reactivos a las incidencias
externas (cambios o experiencias de la vida, psicoterapia), las cuales
pueden llegar en algunos casos a atenuar/difuminar o exacerbar el cuadro
clínico, y variar el curso y el pronóstico del mismo.
6) En las enfermedades la respuesta a los tratamientos biológicos es
sensiblemente más positiva que otros abordajes, en tanto que en los
trastornos neuróticos o de personalidad ocurre todo lo contrario, es decir,
una respuesta pobre a los tratamientos biológicos y positiva a la
psicoterapia (con excepción de las crisis de angustia y los trastornos
obsesivos, que sin ser psicosis pueden responder a los tratamientos
biológicos, y de algunos trastornos de personalidad refractarios a la
psicoterapia).

Historia

El hombre primitivo, atribuyendo un origen sobrenatural a la enfermedad


mental, llevó a cabo un primer enfoque terapéutico de ésta. Así lo confirman los
restos de cráneos trepanados encontrados en Perú, a través de cuyos agujeros
los espíritus malignos tenían la posibilidad de escapar. Los síntomas que el sujeto
presentaba orientaban hacia la clase de espíritus (buenos o malos) que
intervenían. El exorcismo se convirtió entre los antiguos hebreos, los griegos, los
chinos y los egipcios en una práctica frecuente, que primero realizaron los
hechiceros y luego los sacerdotes, con el fin de expulsar los espíritus malignos del
cuerpo del enfermo.

Greco-romano

Desde un punto de vista popular y médico, la concepción extranatural de las


enfermedades mentales se mantiene hasta Hipócrates (460-377 a. de C.), que fue
el primero en señalar el origen natural de tales trastornos. En los escritos
hipocráticos, la enfermedad gira en torno a la interacción de cuatro humores del
cuerpo (sangre, bilis negra, bilis amarilla y flema), resultado de la combinación de
las cuatro cualidades básicas de la naturaleza (calor, frío, humedad y sequedad).
Este autor elabora una clasificación basada en cuatro temperamentos (colérico,
sanguíneo, melancólico y flemático) que se pensaba que indicaban la orientación
emocional predominante. El nivel óptimo de personalidad se conseguía por la
crasis o interacción adecuada de las fuerzas internas y externas, y el conflicto de
las mismas o discrasia indicaba un exceso de humor que se corregía mediante
purgas. Es de destacar, asimismo, que clasifica los trastornos mentales en tres
categorías: manía, melancolía y frenitis, clasificación pionera que con escasas
modificaciones se mantiene durante toda la civilización griega y romana. Acerca
de la enfermedad mental en particular, sustenta una patología cerebral por
desajuste de los humores básicos.

Aristóteles (384-322 a. de C.) sigue las concepciones hipocráticas acerca


de las perturbaciones de la bilis, mientras que su maestro Platón (429-347 a. de
C.) considera que los trastornos mentales son en parte orgánicos, en parte éticos
y en parte divinos, poniendo énfasis en los aspectos más humanitarios de estos
pacientes. En su obra Fedro, la locura se clasifica en cuatro tipos: profética,
teléstica o ritual, poética y erótica.

Entre los romanos, las directrices son similares a las mantenidas por los
griegos. Así, Asclepíades (124 a. de C.), aunque rechaza la teoría humoral de
Hipócrates, mantiene un enfoque progresista, enfatizando el papel de las
influencias ambientales y oponiéndose con firmeza a los tratamientos inhumanos y
al encierro carcelario de estos pacientes. Fue el primero en distinguir entre
alucinaciones, ilusiones y delirios, así como en diferenciar las enfermedades
mentales en agudas y crónicas. Por su parte, Areteo (30-90 d. de C.) fue el
primero en sugerir que las enfermedades mentales eran procesos normales
exagerados. Subrayar el papel de los factores emocionales y de la personalidad
prepsicótica fue una observación brillante para su época. Sorano (120 d. de C.),
basándose en las recomendaciones del enciclopedista Celso (quien frente a la
idea hipocrática de que la enfermedad mental afectaba a un solo órgano sustentó
una repercusión general en todo el organismo y diferenció la locura del delirium
por fiebre elevada, así como alucinaciones de ilusiones), revisa y amplía la
clasificación hipocrática de los trastornos mentales, incluyendo en ella la histeria y
la hipocondría, la primera relacionada con trastornos uterinos y la segunda con
base en el hipocondrio. Son reconocidos y destacados los principios humanitarios
que aplicó Sorano en el tratamiento de estos pacientes. Galeno (130-200 d. de C.)
hizo una labor de síntesis de los conocimientos existentes, dividiendo las causas
de los trastornos psíquicos en orgánicas (lesiones craneoencefálicas, alcohol,
cambios menstruales) y mentales (temores, contratiempos económicos,
desengaños amorosos). Sostiene que la salud psíquica depende de la armonía
adecuada de las partes racional, irracional y sensual del alma. Finalmente, cabe
destacar que con la muerte de Galeno concluye una etapa esperanzadora en la
consideración tanto teórica como práctica de estos trastornos, iniciándose una
larga época de oscurantismo y, en ocasiones, horror que, salvo honrosas
excepciones, se extiende hasta el siglo xviii.

Edad media

Tras la muerte de Galeno y posteriormente con la caída del Imperio


Romano, las prometedoras ideas de las culturas griega y latina sufren una
involución. Renacen el primitivismo y la brujería, observándose una fanática
reaparición del modelo extranatural de la enfermedad mental. Se observan, ya
hacia el siglo x, verdaderas manías epidémicas de danzas frenéticas colectivas,
en que se saltaba y bebía. Esta conducta, que recordaba los antiguos ritos
orgiásticos de los griegos cuando adoraban a sus dioses, se conoce como
tarantismo en Italia (siglo xiii), donde hace eclosión, extendiéndose posteriormente
a Alemania y al resto de Europa, donde se la denominó baile de San Vito. Estas
epidemias de desajuste psíquico se prolongaron hasta el siglo xvii, pero tuvieron
su mayor auge en los siglos xv y xvi durante las épocas de mayores calamidades
y pestes.

En este período, el tratamiento de los enfermos mentales se realiza,


fundamentalmente, por los monjes en los monasterios. Durante la primera parte
del medievo, aunque con un prisma desenfocado, en que los poderes mágicos y
sagrados y los exorcismos son la base del conocimiento, el trato al enfermo
mental es respetuoso y delicado. Más adelante se va afianzando un criterio
demonológico con el consiguiente endurecimiento de las prácticas exorcistas, ya
que el castigo se consideraba un buen medio para ahuyentar al diablo.

Hacia finales del siglo xv empeora la situación, ya que generalmente al


pretendido poseso se le atribuye una alianza satánica, por lo que se le considera a
priori hereje y brujo.

Como culminación de este estado de cosas, el papa Inocencio VIII emite,


en 1484, la bula Summis Desiderantes Affectibus, en la que se exhortaba a los
clérigos a utilizar todos los medios para detectar y eliminar la brujería. Siguiendo
sus doctrinas, dos frailes dominicos inquisidores, Sprenger y Kraemer, publican
hacia 1487 el Malleus Maleficarum («El martillo de las brujas»), texto de
«inspiración divina» que orientaba hacia la detección, examen y condena de
brujas, las cuales solían finalizar en la hoguera previo martirio.

Esta situación se prolonga con todo su dramatismo a lo largo de los siglos


xvi y xvii, iniciándose en el xviii cierto atemperamiento. Parece que la última
ejecución por brujería ocurrió en 1782, aunque las ideas básicas de la época
sobre la locura se extienden a nivel popular hasta bien entrado el siglo xix.

No obstante, existieron excepciones a esta concepción primitiva y mágica


de la enfermedad mental. Todavía en el Bajo Imperio, San Agustín (354-430)
acepta la descripción de Cicerón sobre cuatro pasiones (deseo, miedo, alegría y
tristeza) que podían ser modificadas por la razón. La noción de que el alma no
podía enfermar y de que, por tanto, la locura era un trastorno esencialmente de
base orgánica fue sostenida en el siglo xiii por Alberto Magno (1193-1280) y
Tomás de Aquino (1225-1274).

Ya hemos apuntado la posición de los árabes respecto al proceso psíquico


morboso, actitud que venía muy influida por la cultura griega, los principios del
cristianismo y el tipo bizantino de gobierno. La comprensión y el humanitarismo
marcaban el estilo terapéutico.

En Italia, Constantino el Africano (1020-1087), fundador de la Escuela de


Medicina de Salerno, mantiene el punto de vista hipocrático respecto a la causa
humoral (exceso de bilis) de la depresión en su obra De Melancholia, donde se
describen por primera vez los síntomas característicos y el pronóstico de este
trastorno.

Renacimiento

José Luis Vives (1492-1540) cuestiona el origen extranatural de los


procesos psíquicos; Fernel (1497-1588) propicia con sus estudios fisiológicos y
anatómicos la correlación entre enfermedad y estructura corporal, y Paracelso
(1493- 1541) defiende una aproximación humana al enfermo y en su libro De las
enfermedades que privan al hombre de la razón rechazó la demonología,
formulando una alusión al inconsciente con su idea sobre la etiología psíquica de
la locura y la intervención de los factores sexuales.

Se tiende a considerar al neerlandés Johann Weyer (1515-1588) como


padre de la psiquiatría moderna y primer psiquiatra. En 1563 publica su obra De
Praestigiis Daemonum, donde, por primera vez, se hace una denuncia formal a la
demonología oficializada a través del Malleus Maleficarum. Defendió la calificación
de enfermos para los brujos e insistió en la conveniencia de que su tratamiento
estuviera orientado por principios médicos y humanos. Su contribución al campo
de la clínica psiquiátrica y la psicoterapia (relación terapéutica, comprensión,
observación) fue notable. Sus trabajos tuvieron algunos defensores, como Scot
(1535-1599), quien en 1584 publicó El descubrimiento de brujerías, pero en
general fue duramente atacado (Bodin), como lo muestra el hecho de que sus
trabajos estuvieran censurados por la Iglesia hasta el siglo xx.

En el terreno asistencial cabe destacar la fundación del primer nosocomio


del Viejo Mundo en Valencia por un español, el padre Jofré, en 1410. Desde 1412
a 1489 se fundaron en España cinco centros similares y, en 1567, en la ciudad de
México, Bernardino Álvarez fundó el Hospital de San Hipólito, primer centro mental
del Nuevo Mundo. Sin embargo, Fuster, en 1960, encontró un pergamino, que
data de 1405, con los Privilegios que el rey Martí concedió a la cofradía del
Hospital de la Santa Cruz en Barcelona, en el cual consta la asistencia a los
orates, eslabón pionero de la asistencia psiquiátrica en el Hospital General
(Bernardo y Casas, 1983). Los españoles han sido, por tanto, pioneros en la
asistencia de estos pacientes, posiblemente por la influencia recibida de la cultura
árabe. Durante la misma época en Londres se transforma el monasterio de Santa
María de Belén en hospital psiquiátrico, de infeliz memoria por las condiciones y
métodos deplorables que en él se dieron. El primer hospital francés se fundó en
París en 1641, el célebre Lunatics Tower en Viena en 1784 y el primer hospital
mental de Estados Unidos se construye en Williamsburg (Virginia) en 1773. En
general las condiciones de estos sanatorios eran bastante desastrosas, con
excepciones como la del santuario de Geel en Bélgica, cuya labor excepcional se
ha prolongado hasta nuestros días, la del York Retreat en Inglaterra, obra en 1796
del rico cuáquero William Hack Tuke o la del Hospital Bonifacio, abierto en
Florencia en 1788 bajo la dirección del joven médico Vicenzo Chiarugi.

Anatomía patológica psicológica


La psicopatología biológica es el estudio de la etiología biológica de las
enfermedades mentales con un énfasis particular en las bases genéticas y
neurofisiológicas de la psicología clínica. La psicopatología biológica intenta
explicar los trastornos psiquiátricos utilizando múltiples niveles de análisis, desde
el genoma hasta el funcionamiento cerebral y el comportamiento. Aunque está
estrechamente relacionado con la psicología clínica, es fundamentalmente un
enfoque interdisciplinario que intenta sintetizar métodos en campos como la
neurociencia, la psicofarmacología, la bioquímica, la genética y la fisiología. Es
conocido por varios nombres alternativos, que incluyen "neurociencia clínica" y
"psicopatología experimental". Debido al enfoque en los procesos biológicos de los
sistemas nerviosos central y periférico, la psicopatología biológica ha sido
importante en el desarrollo de nuevos tratamientos de base biológica para los
trastornos mentales.

La psicopatología biológica es un campo que se centra principalmente en la


investigación y comprensión de las bases biológicas de los principales trastornos
mentales, como el trastorno afectivo bipolar y unipolar, la esquizofrenia y la
enfermedad de Alzheimer. Gran parte de la comprensión hasta ahora proviene de
técnicas de neuroimagen como la tomografía por emisión de positrones (PET) con
radiotrazador y las exploraciones de resonancia magnética funcional (fMRI), así
como estudios genéticos. Juntos, la neuroimagen con PET/fMRI multimodal y las
investigaciones farmacológicas están revelando cómo las diferencias en las
activaciones cerebrales conductualmente relevantes pueden surgir de variaciones
subyacentes en ciertas vías de señalización cerebral. Comprender la interacción
detallada entre los neurotransmisores y los fármacos psiquiátricos que los afectan
es clave para la investigación en este campo. La investigación significativa incluye
investigaciones relevantes a las bases biológicas tales como campos bioquímicos,
genéticos, fisiológicos, neurológicos y anatómicos. Desde un punto de vista
clínico, la etiología de estas enfermedades tiene en cuenta diversas terapias,
dieta, fármacos, posibles contaminantes ambientales, ejercicio y efectos adversos
de los factores estresantes de la vida, todos los cuales pueden causar cambios
bioquímicos notables.

Psicologuismo

El psicologismo es una familia de posiciones filosóficas, según las cuales


ciertos hechos, leyes o entidades psicológicas juegan un papel central en
fundamentar o explicar ciertos hechos, leyes o entidades no psicológicas. La
palabra fue acuñada por Johann Eduard Erdmann como Psychologismus, siendo
traducida al inglés como psicologismo.

El Oxford English Dictionary define el psicologismo como: "La opinión o


doctrina de que una teoría de la psicología o de las ideas constituye la base de
una descripción de la metafísica, la epistemología o el significado; (a veces)
especifica la explicación o derivación de leyes matemáticas o lógicas en términos
de los hechos psicológicos". El psicologismo en epistemología, la idea de que sus
problemas "pueden resolverse satisfactoriamente mediante el estudio psicológico
del desarrollo de los procesos mentales", se argumentó en el Ensayo sobre el
entendimiento humano de John Locke (1690).

Otras formas de psicologismo son el psicologismo lógico y el psicologismo


matemático. El psicologismo lógico es una posición en la lógica (o la filosofía de la
lógica) según la cual las leyes lógicas y las leyes matemáticas se fundamentan,
derivan, explican o agotan en hechos o leyes psicológicas. El psicologismo en la
filosofía de las matemáticas es la posición en la que los conceptos matemáticos
y/o las verdades se fundamentan, derivan o explican mediante hechos o leyes
psicológicas.
Funcionalismo

La psicología funcional o funcionalismo se refiere a una escuela de


pensamiento psicológico que fue una consecuencia directa del pensamiento
darwiniano que centra la atención en la utilidad y el propósito del comportamiento
que se ha modificado a lo largo de los años de la existencia humana. Edward L.
Thorndike, mejor conocido por sus experimentos con el aprendizaje por ensayo y
error, llegó a ser conocido como el líder del movimiento vagamente definido. Este
movimiento surgió en los EE. UU. a finales del siglo XIX en contraste directo con el
estructuralismo de Edward Titchener, que se centraba en los contenidos de la
conciencia más que en los motivos e ideales del comportamiento humano. El
funcionalismo niega el principio de introspección, que tiende a investigar el
funcionamiento interno del pensamiento humano en lugar de comprender los
procesos biológicos de la conciencia humana.

Si bien el funcionalismo finalmente se convirtió en su propia escuela formal,


se basó en la preocupación del estructuralismo por la anatomía de la mente y
condujo a una mayor preocupación por las funciones de la mente y más tarde al
enfoque psicológico del conductismo.

Principales representantes:

 John Dewey
 William James
 Harold Lasswell
 Kurt Lewin
 Bronislaw Malinowski
Conductivismo

El conductismo es un enfoque sistemático para comprender el


comportamiento de los humanos y los animales. Asume que el comportamiento es
un reflejo evocado por el emparejamiento de ciertos estímulos antecedentes en el
entorno, o una consecuencia de la historia de ese individuo, incluidas
especialmente las contingencias de refuerzo y castigo, junto con el estado
motivacional actual del individuo y los estímulos de control. Aunque los
conductistas generalmente aceptan el importante papel de la herencia en la
determinación del comportamiento, se enfocan principalmente en los eventos
ambientales.

El conductismo surgió a principios del siglo XX como una reacción a la


psicología profunda y otras formas tradicionales de psicología, que a menudo
tenían dificultades para hacer predicciones que pudieran probarse
experimentalmente, pero se derivaron de investigaciones anteriores a fines del
siglo XIX, como cuando Edward Thorndike fue pionero en la ley. de efecto, un
procedimiento que involucraba el uso de consecuencias para fortalecer o debilitar
el comportamiento.

Con una publicación de 1924, John B. Watson ideó el conductismo


metodológico, que rechazaba los métodos introspectivos y buscaba comprender el
comportamiento midiendo únicamente comportamientos y eventos observables.
No fue hasta la década de 1930 que B. F. Skinner sugirió que el comportamiento
encubierto, incluidas la cognición y las emociones, está sujeto a las mismas
variables de control que el comportamiento observable, lo que se convirtió en la
base de su filosofía llamada conductismo radical. Mientras que Watson e Ivan
Pavlov investigaron cómo los estímulos neutrales (condicionados) provocan
reflejos en el condicionamiento respondiente, Skinner evaluó las historias de
refuerzo de los estímulos discriminativos (antecedentes) que emiten el
comportamiento; la técnica se conoció como condicionamiento operante.

La aplicación del conductismo radical, conocido como análisis de


comportamiento aplicado, se utiliza en una variedad de contextos, que incluyen,
por ejemplo, el comportamiento animal aplicado y la gestión del comportamiento
organizacional para el tratamiento de trastornos mentales, como el autismo y el
abuso de sustancias. Además, si bien el conductismo y las escuelas cognitivas de
pensamiento psicológico no concuerdan teóricamente, se han complementado en
las terapias cognitivo-conductuales, las cuales han demostrado utilidad en el
tratamiento de ciertas patologías, incluidas las fobias simples, el TEPT y los
trastornos del estado de ánimo.

Los títulos dados a las diversas ramas del conductismo incluyen:

 Genética del comportamiento: Propuesta en 1869 por Francis Galton,


pariente de Charles Darwin.

 Interconductismo: Propuesto por Jacob Robert Kantor antes de los escritos


de B. F. Skinner.

 Conductismo metodológico: El conductismo de John B. Watson establece


que solo los eventos públicos (comportamientos motores de un individuo)
pueden ser observados objetivamente. Aunque todavía se reconocía que
los pensamientos y sentimientos existen, no se consideraban parte de la
ciencia del comportamiento. También sentó las bases teóricas para la
modificación del comportamiento de enfoque temprano en las décadas de
1970 y 1980.

 Conductismo psicológico: Según lo propuesto por Arthur W. Staats, a


diferencia de los conductismos anteriores de Skinner, Hull y Tolman, se
basaba en un programa de investigación humana que involucraba varios
tipos de comportamiento humano. El conductismo psicológico introduce
nuevos principios de aprendizaje humano. Los seres humanos aprenden no
solo por los principios de aprendizaje de los animales, sino también por los
principios especiales de aprendizaje humano. Esos principios involucran la
capacidad de aprendizaje excepcionalmente enorme de los humanos. Los
humanos aprenden repertorios que les permiten aprender otras cosas. El
aprendizaje humano es, por tanto, acumulativo. Ningún otro animal
demuestra esa capacidad, por lo que la especie humana es única.

 Conductismo radical: La filosofía de Skinner es una extensión de la forma


de conductismo de Watson al teorizar que los procesos dentro del
organismo, en particular, los eventos privados, como los pensamientos y los
sentimientos, también son parte de la ciencia del comportamiento, y sugiere
que las variables ambientales controlan estos eventos internos. del mismo
modo que controlan los comportamientos observables. Aunque los eventos
privados no pueden ser vistos directamente por otros, luego se determinan
a través del comportamiento manifiesto de la especie. El conductismo
radical forma la filosofía central detrás del análisis del comportamiento.
Willard Van Orman Quine utilizó muchas de las ideas del conductismo
radical en su estudio del conocimiento y el lenguaje.

 Conductismo teleológico: Propuesto por Howard Rachlin, post-Skinneriano,


propositivo, cercano a la microeconomía. Se centra en la observación
objetiva en oposición a los procesos cognitivos.
 Conductismo teórico: Propuesto por J. E. R. Staddon, agrega un concepto
de estado interno para permitir los efectos del contexto. Según el
conductismo teórico, un estado es un conjunto de historias equivalentes, es
decir, historias pasadas en las que los miembros de la misma clase de
estímulo producen miembros de la misma clase de respuesta (es decir, el
concepto de operante de B. F. Skinner). Por lo tanto, se considera que los
estímulos condicionados no controlan ni el estímulo ni la respuesta, sino el
estado. El conductismo teórico es una extensión lógica de la definición
(genérica) de la operante basada en la clase de Skinner.

Dos subtipos de conductismo teórico son:

 Hullian y post-Hullian: Datos teóricos, grupales, no dinámicos, fisiológicos


 Propósito: La anticipación conductista de Tolman de la psicología cognitiva

Principales representantes:

 John Watson
 Burrhus Skinner
 Iván Pavlov
 Edward Thorndike

Psicología dinámica
Una psicología dinámica considera la experiencia mental y el
comportamiento como una función de la interacción de variables motivacionales,
afectivas y cognitivas de diferentes grados de intensidad o fuerza. Ha habido una
variedad de teorías en la historia de la psicología que caen bajo la rúbrica de
psicología dinámica. Estas teorías, cuya influencia ha disminuido en el último
medio siglo, incluyen la teoría general de los sistemas, las teorías conductistas (p.
ej., Hull), la teoría del campo de Lewin, la teoría de la disonancia cognitiva
(Festinger), las teorías de los sistemas familiares, la teoría de la necesidad-presión
de Henry Murray, y una variedad de teorías psicodinámicas (p. ej., Freud, Adler,
Rank, Horney, Sullivan). Aunque difieren en aspectos importantes, estas teorías
tienen en común un enfoque en la intensidad y dirección de las fuerzas
motivacionales y los conflictos involucrados en el comportamiento dirigido a
objetivos adaptativo y desadaptativo. Por ejemplo, los conflictos de acercamiento-
evitación involucran la interacción dinámica de necesidades, motivos, miedos y
metas en competencia.

Psicosociales

El enfoque psicosocial analiza a las personas en el contexto de la influencia


combinada que tienen los factores psicológicos y el entorno social que los rodea
en su bienestar físico y mental y en su capacidad para funcionar. Este enfoque se
utiliza en una amplia gama de profesiones de ayuda en entornos de asistencia
sanitaria y social, así como por investigadores médicos y de ciencias sociales.

Adolf Meyer a finales del siglo XIX declaró que; "No podemos entender la
presentación individual de la enfermedad mental [y los factores que la perpetúan]
sin saber cómo funciona esa persona en el entorno". La evaluación psicosocial
parte de esta idea. Erik Erikson aplicó por primera vez la relación entre el
bienestar mental y emocional y el medio ambiente en su descripción de las etapas
del desarrollo psicosocial. Mary Richmond consideró que existe una relación
estricta entre causa y efecto, en un proceso de diagnóstico. En 1941, Gordon
Hamilton renombró el concepto existente (1917) de "diagnóstico social" como
"estudio psicosocial".

El estudio psicosocial fue desarrollado aún más por Hollis en 1964 con
énfasis en el modelo de tratamiento. Está en tensión con diversas psicologías
sociales, que intentan explicar patrones sociales dentro del individuo. Los
problemas que ocurren en el funcionamiento psicosocial de una persona pueden
denominarse "disfunción psicosocial" o "morbilidad psicosocial". Hace referencia a
la falta de desarrollo o atrofia diversa del yo psicosocial, que a menudo se
presenta junto con otras disfunciones que pueden ser de naturaleza física,
emocional o cognitiva. Ahora existe un campo de estudio interdisciplinario y
organizaciones como la Organización Psicosocial Transcultural (Alto Comisionado
de las Naciones Unidas para los Refugiados) y la Asociación de Estudios
Psicosociales.

La evaluación psicosocial considera varias áreas clave relacionadas con el


funcionamiento psicológico, biológico y social y la disponibilidad de apoyos. Es
una indagación sistemática que surge de la introducción de la interacción
dinámica; es un proceso continuo que continúa a lo largo de un tratamiento y se
caracteriza por la circularidad de causa-efecto/efecto-causa. En la evaluación, el
médico/profesional de la salud identifica el problema con el cliente, hace un
balance de los recursos disponibles para tratarlo y considera las formas en que
podría resolverse a partir de una hipótesis educada formada por la recopilación de
datos. Esta hipótesis es de naturaleza tentativa y pasa por un proceso de
eliminación, refinamiento o reconstrucción a la luz de los datos recién obtenidos.

Modelo médico
El modelo médico supone epistemología y nosología. Es decir, es un
modelo, no una teoría. Por tanto, define un proceso a través del cual generar más
conocimiento.

Según este modelo, la gnosología permite definir categorías de trastornos.


Estos trastornos se manifiestan mediante signos y síntomas. Además, es posible
distinguir unos trastornos de otros mediante el diagnóstico diferencial.

Modelo Médico Organicista

La conducta anormal se considera el resultado de alteraciones biológicas


heredadas o adquiridas, estructurales o funcionales, que afectan al sistema
nervioso; se considera que la etiología básica es de tipo orgánico.

Modelo Médico Clínico

Se denomina modelo médico a la consideración de los trastornos mentales


mediante el diagnóstico diferencial. Este tipo de diagnóstico, en consecuencia,
requiere formación específica en psicopatología y en la clasificación de trastornos.
Actualmente están formados para ello el médico y los profesionales en psiquiatría
y psicología.
El modelo médico de corte biologicista espera encontrar marcadores
biológicos para la enfermedad mental (como determinar los niveles en sangre de
alguna sustancia, o alguna alteración cromosómica o genética específica, o alguna
imagen cerebral), sin embargo, no se ha encontrado ningún marcador biológico
para ninguna enfermedad mental. Generalmente se refieren a características
biológicas en un sentido estadístico, cuyo origen causal es muy discutible.

Historia de la psicopatología

Las primeras explicaciones de las enfermedades mentales estaban


influenciadas por creencias religiosas y supersticiones. Las condiciones
psicológicas que ahora se clasifican como trastornos mentales se atribuyeron
inicialmente a posesiones de espíritus malignos, demonios y el diablo. Esta idea
fue ampliamente aceptada hasta los siglos XVI y XVII. Los individuos que poseían
estas llamadas "posesiones" eran torturados como tratamiento o como describe
Foucault en la Historia de la locura: vistos como videntes (Juana de Arco). Los
practicantes religiosos usaban esta técnica con la esperanza de devolver la
cordura a sus pacientes, pero cada vez más se producía el cambio hacia el gran
confinamiento.

El médico griego Hipócrates fue uno de los primeros en rechazar la idea de


que los trastornos mentales fueran causados por la posesión de demonios o del
diablo. Creía firmemente que los síntomas de los trastornos mentales se debían a
enfermedades que se originaban en el cerebro. Hipócrates sospechó que estos
estados de locura se debían a desequilibrios de fluidos en el cuerpo. Identificó
estos fluidos como cuatro en particular: sangre, bilis negra, bilis amarilla y flema.
Esto más tarde se convirtió en la base de la teoría del desequilibrio químico
utilizada ampliamente en el presente.

Además, no muy lejos de Hipócrates, el filósofo Platón vendría a


argumentar que la mente, el cuerpo y el espíritu funcionaban como una unidad.
Cualquier desequilibrio traído a estas composiciones del individuo podría traer
angustia o falta de armonía dentro del individuo. Esta idea filosófica se mantendría
en perspectiva hasta el siglo XVII. Más tarde fue desafiado por Laing (1960) junto
con Laing y Esterson (1964) quienes notaron que era el entorno familiar el que
conducía a la formación de estrategias adaptativas.

En el Movimiento Romántico del siglo XVIII, la idea de que las relaciones


sanas entre padres e hijos proporcionaban cordura se convirtió en una idea
prominente. El filósofo Jean-Jacques Rousseau introdujo la noción de que el
trauma en la infancia podría tener implicaciones negativas más adelante en la
edad adulta.

La disciplina científica de la psicopatología fue fundada por Karl Jaspers en


1913. Se la denominó "comprensión estática" y su propósito era recrear
gráficamente el "fenómeno mental" experimentado por el cliente.

En el siglo XIX, muy influido por las ideas y la filosofía de Rousseau, el


psicoanalista austriaco Sigmund Freud inventaría la psicoterapia y se convertiría
en el padre del psicoanálisis, un método clínico para tratar la psicopatología a
través del diálogo entre un paciente y un psicoanalista. La terapia de conversación
se originaría a partir de sus ideas sobre las experiencias del individuo y los
esfuerzos humanos naturales para dar sentido al mundo y la vida. En las
reuniones de los miércoles en Viena, Adler adoptó otra perspectiva y afirmó que
estaba enraizada en la vida social del individuo tal como se describe en sus obras
completas (Adler, 1999).
Criterio estadístico

Parte del supuesto de que las características de las personas tienen una
distribución normal en la población general. Por tanto, las experiencias anómalas
serían todo aquello que se desvía de la norma, que, en estadística, se identifica
con la media aritmética. Así, se considera psicopatológico lo infrecuente, lo que se
encuentra fuera de los límites de la distribución normal. El criterio estadístico se
rige también por el supuesto de la continuidad, según el cual los elementos que se
encuentran en las psicopatologías aparecen también en la normalidad, pero con
una intensidad distinta, por exceso o por defecto (Belloch et al., 2008). Por tanto,
las diferencias entre lo normal y lo patológico serían cuantitativas.

Criterio social

Consideraría psicopatológico aquello que se desvía de las normas sociales


establecidas, lo que se aparta de las normas dominantes en una determinada
sociedad o en un momento histórico. Por ejemplo, algunas conductas sexuales se
han considerado dentro o fuera de lo psicopatológico en distintas culturas,
dependiendo del momento histórico y de la ética dominante. De esta forma, varían
las consideraciones de una cultura a otra y de una época a otra.

Criterio subjetivo

Se refiere a que el problema esté causando algún deterioro que interfiera en


el desarrollo de la vida cotidiana de la persona que lo sufre. La interferencia se
refleja en una o varias áreas importantes de la vida, como el trabajo, las
actividades sociales o de ocio, la vida familiar o de pareja, entre otras. Este criterio
es uno de los más utilizados en la práctica clínica para considerar si una persona
presenta un trastorno mental (Wakefield, 2009).

Criterio biológico

Se centra en la idea de que las manifestaciones psicopatológicas se


deberían a disfunciones de estructuras o procesos biológicos. Asumir este
supuesto significa aceptar que los trastornos psicopatológicos tienen una etiología
orgánica. Los criterios biológicos han proporcionado avances importantes en la
definición de los trastornos mentales desde distintas disciplinas, como la genética,
la fisiología o la neurología. Sin embargo, al utilizar sólo este criterio para definirlos
existe el riesgo de dejar de lado otros factores (psicológicos y sociales) que
pueden tener un valor descriptivo y explicativo importante en la definición de la
psicopatología.

Criterio clínico

Se trata del reconocimiento, por parte del evaluador, de unas alteraciones


objetivas, como serían los síntomas o signos cuya presencia supone una
disfunción. En ocasiones estos síntomas serán subjetivos, como por ejemplo que
el paciente diga siento angustia, estoy triste, etc. En otras ocasiones serán
observables por el evaluador, como una alteración psicomotora o del lenguaje.
Criterio del sufrimiento

Referido a la presencia o ausencia de dolor, en este caso dolor psíquico.


Este criterio implica que la anormalidad psicológica debe concretarse en una
vivencia subjetiva dolorosa. Así, algunos ejemplos serían la persona con una
depresión profunda que sufre anímicamente, la expresión de angustia dolorosa en
una crisis de ansiedad o el miedo producido por unas alucinaciones.

Nosología

La nosología es la rama de la ciencia médica que se ocupa de la


clasificación de las enfermedades. Clasificar completamente una condición médica
requiere conocer su causa (y que solo hay una causa), los efectos que tiene en el
cuerpo, los síntomas que se producen y otros factores. Por ejemplo, la influenza
se clasifica como una enfermedad infecciosa porque es causada por un virus y se
clasifica como una infección respiratoria porque el virus infecta y daña ciertos
tejidos en el tracto respiratorio. Cuanto más se sepa sobre la enfermedad, más
formas en que la enfermedad se puede clasificar nosológicamente.

La clasificación de los trastornos mentales también se conoce como


nosología psiquiátrica o taxonomía psiquiátrica. Representa un aspecto clave de la
psiquiatría y otras profesiones de la salud mental y es un tema importante para las
personas que pueden ser diagnosticadas. Actualmente existen dos sistemas
ampliamente establecidos para clasificar los trastornos mentales:
 El Capítulo V de la décima Clasificación Internacional de Enfermedades
(CIE-10) elaborada por la Organización Mundial de la Salud (OMS);
 El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5)
producido por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA).

Ambos enumeran categorías de trastornos que se cree que son tipos


distintos, y han convergido deliberadamente sus códigos en revisiones recientes
para que los manuales a menudo sean ampliamente comparables, aunque
persisten diferencias significativas. Otros esquemas de clasificación pueden estar
en uso más localmente, por ejemplo, la Clasificación China de Trastornos
Mentales.

Otros manuales tienen un uso limitado por parte de los de tendencias


teóricas alternativas, como el Manual de Diagnóstico Psicodinámico.

Las clasificaciones ampliamente utilizadas del DSM y la CIE emplean definiciones


operativas.

Historia de la nosología

Los tratados médicos antiguos tenían una variedad de formas diferentes de


clasificar y agrupar las enfermedades. Textos chinos como el Huangdi Neijing
clasificaron las enfermedades según las cuales se creía que las influencias
atmosféricas eran responsables de ellas. Muchos autores antiguos griegos,
mesopotámicos, romanos y egipcios categorizaron las enfermedades según las
partes del cuerpo que afectaban, mientras que otros dividieron las enfermedades
en enfermedades agudas o crónicas. Hipócrates clasificó los trastornos mentales
en categorías como manía y paranoia, y este sistema fue utilizado por autores
posteriores como Najib ad-Din Samarqandi.

Muchos sistemas populares de clasificación de enfermedades antiguas se


basaban en gran medida en el humorismo, que se prolongó hasta la época
medieval. Los primeros intentos de desarrollar enfoques más completos para la
clasificación de enfermedades fueron realizados por Jean Fernel en el siglo XVI.
Los primeros esfuerzos nosológicos modernos agruparon las enfermedades por
sus síntomas, mientras que los sistemas modernos se enfocan en agrupar las
enfermedades por la anatomía y la causa involucrada.

En el siglo XVII, el médico inglés Thomas Sydenham fue el primero en


proponer una clasificación de enfermedades basada en síndromes. Para
Sydenham una enfermedad y un síndrome eran conceptos equivalentes.

En el siglo XVIII, el taxónomo Carl Linnaeus, Francois Boissier de Sauvages


y el psiquiatra Philippe Pinel desarrollaron una clasificación temprana de las
enfermedades físicas. A fines del siglo XIX, Emil Kraepelin y luego Jacques
Bertillon desarrollaron sus propias nosologías. El trabajo de Bertillon, que clasifica
las causas de muerte, fue un precursor del sistema de códigos moderno, la
Clasificación Internacional de Enfermedades.

Clasificación de la nosología

En la literatura científica y académica sobre la definición o categorización de


los trastornos mentales, un extremo argumenta que es enteramente una cuestión
de juicios de valor (incluyendo lo que es normal) mientras que otro propone que es
o podría ser enteramente objetivo y científico (incluyendo por referencia a normas
estadísticas); otros puntos de vista argumentan que el concepto se refiere a un
"prototipo borroso" que nunca se puede definir con precisión, o que la definición
siempre implicará una mezcla de hechos científicos (por ejemplo, que una función
natural o evolucionada no funciona correctamente) y juicios de valor ( ej., que es
dañino o no deseado). Los conceptos comunes de trastorno mental varían
considerablemente entre diferentes culturas y países, y pueden referirse a
diferentes tipos de problemas individuales y sociales.

Las encuestas nacionales y de la OMS informan que no existe un consenso


único sobre la definición de trastorno mental, y que la redacción utilizada depende
del contexto social, cultural, económico y legal en diferentes contextos y en
diferentes sociedades. La OMS informa que existe un intenso debate sobre qué
condiciones deben incluirse bajo el concepto de trastorno mental; una definición
amplia puede cubrir la enfermedad mental, la discapacidad intelectual, el trastorno
de la personalidad y la dependencia de sustancias, pero la inclusión varía según el
país y se informa que es un tema complejo y debatido. Puede haber un criterio de
que no se debe esperar que ocurra una condición como parte de la cultura o
religión habitual de una persona. Sin embargo, a pesar del término "mental", no
existe necesariamente una distinción clara entre el (dis)funcionamiento mental y el
(dis)funcionamiento del cerebro, o incluso entre el cerebro y el resto del cuerpo.

La mayoría de los documentos clínicos internacionales evitan el término


"enfermedad mental", prefiriendo el término "trastorno mental". Sin embargo,
algunos usan "enfermedad mental" como el principal término general para abarcar
los trastornos mentales. Algunas organizaciones de movimientos de
consumidores/sobrevivientes se oponen al uso del término "enfermedad mental"
con el argumento de que apoya el predominio de un modelo médico. El término
"deficiencia mental grave" (SMI, por sus siglas en inglés) se usa a veces para
referirse a trastornos más graves y duraderos, mientras que "problemas de salud
mental" puede usarse como un término más amplio, o para referirse solo a
problemas más leves o transitorios. La confusión a menudo rodea las formas y los
contextos en los que se utilizan estos términos.

Los trastornos mentales generalmente se clasifican por separado en


trastornos neurológicos, problemas de aprendizaje o retraso mental.
Modelos taxonómicos

Actualmente, las taxonomías están organizadas siguiendo una estructura


vertical, horizontal o circular. La vertical es conocida como jerárquica. Las
categorías están organizadas en árboles diagnósticos en los que las de rango
inferior están subsumidas en las de rango superior. La verticalidad es el nivel de
inclusión de la categoría. Cuanto más alto es el nivel, mayor es el grado de
abstracción.

Ej: CIE-10 o los trastornos afectivos del DSM-IV. La horizontal se conoce como
multiaxial. Ordena las distintas clases de atributos en categorías paralelas. Se
segmentan las categorías del mismo nivel de inclusividad. En contraposición a la
jerárquica en la que se diferencia un único tipo de atributos, permite múltiples tipos
de datos. DSM-III y posteriores tienen una estructuras tanto multiaxial como
jerárquica. La circular es conocida como circumpleja. Es utilizada por los autores
que ordenan los rasgos de personalidad. Las categorías similares están situadas
en un lugar relativamente más cercano, en los segmentos de un círculo. Las
representadas opuestas en la representación circular son consideradas antitéticas.
Esta estructura es más una herramienta teórica que un modelo clínico.

Procedimientos multiaxiales

Los modelos de clasificación psicopatológica multiaxiales han prosperado


debido a las ventajas que ofrecen a la hora de representar la información
disponible y de hacerla más comprensible, así como para el diseño de un plan de
acción para el manejo de cada paciente. Los dos aspectos más habituales que
han dado lugar a ejes son la fenomenología y los factores etiológicos. Otros ejes
frecuentes son: síndromes y síntomas psiquiátricos, causa, trastornos de la
personalidad, trastornos físicos, nivel intelectual, duración y curso de la
enfermedad, estresores psicosociales, gravedad psicopatológica/psicoticismo,
funcionamiento adaptativo y rapidez del comienzo de la alteración.

Los ejes del DSM-III y propuestos por Mezzich y colbs son:

1. Síndromes psiquiátricos

o Síndromes psiquiátricos calificados en función en función de la


gravedad/psicoticismo, curso clínico y etiología

2. Trastornos de la personalidad y del desarrollo

o Alteraciones conductuales estables (trastornos de la


personalidad, trastornos específicos del desarrollo, retraso
mental)

3. Trastornos físicos

o Trastornos físicos (con mejores instrucciones)

4. Gravedad global de los estresores psicosociales

o Estresores/situaciones psicosociales específicos (incluyendo


falta de soportes)

5. Nivel más alto de funcionamiento adaptativo en el año anterior

o Funcionamiento adaptativo actual


Se ha sugerido la incorporación de otros ejes. Destacan los que valoran los
mecanismos de defensa o modos de afrontamiento y el tipo de funcionamiento
familiar. Los mecanismos de defensa son procesos psicológicos que modifican la
percepción de la realidad interna y externa.

Sus funciones son:

 Mantener los afectos dentro de unos límites soportables durante las súbitas
alteraciones de la vida emocional.

 Restaurar la homeostasis psicológica,

 Disponer de un tiempo para adaptarse y controlar los cambios bruscos en la


propia imagen cuando no es posible integrarla de forma inmediata.

 Manejar conflictos con personas significativas para el individuo, vivas o


fallecidas, a las que no puede soportar abandonarlas.

 Resolver la disonancia cognoscitiva.

 Adaptarse a cambios bruscos de la realidad externa. Esta aportación


requiere demostrar que es posible identificarlas con facilidad y que tienen la
suficiente validez predictiva.

Es necesario definir operacionalmente los modos de afrontamiento. Se


diferencian las defensas maduras (sublimación, supresión, anticipación, altruismo
y humor); defensas neuróticas o intermedias (desplazamiento, represión,
aislamiento, formación reactiva) y las defensas inmaduras (proyección, fantasía
esquizoide, masoquismo, acting-out, hipocondrías y negación neurótica). Se
refiere un mejor nivel de salud en función del uso de defensas maduras respecto a
las intermedias e inmaduras).
También se aconseja prestar atención a los sistemas de relación social y al
contexto social, sobre todo en la salud y disfunción de la familia. Se recomienda
una reestructuración del eje IV del DSM.

Novena clasificación internacional de los trastornos mentales

La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) es una herramienta


de diagnóstico de uso mundial con fines epidemiológicos, de gestión de la salud y
clínicos. El ICD es mantenido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que
es la autoridad directiva y coordinadora para la salud dentro del Sistema de las
Naciones Unidas. El ICD se diseñó originalmente como un sistema de clasificación
de atención médica, que proporciona un sistema de códigos de diagnóstico para
clasificar enfermedades, incluidas clasificaciones matizadas de una amplia
variedad de signos, síntomas, hallazgos anormales, quejas, circunstancias
sociales y causas externas de lesiones o enfermedades. Este sistema está
diseñado para mapear condiciones de salud a categorías genéricas
correspondientes junto con variaciones específicas, asignándoles un código
designado, de hasta seis caracteres. Por lo tanto, las categorías principales están
diseñadas para incluir un conjunto de enfermedades similares.

La CIE es publicada por la OMS y se utiliza en todo el mundo para


estadísticas de morbilidad y mortalidad, sistemas de reembolso y soporte de
decisiones automatizado en el cuidado de la salud. Este sistema está diseñado
para promover la comparabilidad internacional en la recopilación, procesamiento,
clasificación y presentación de estas estadísticas. Al igual que el Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (que se limita a los
trastornos psiquiátricos y es casi exclusivo de los Estados Unidos), el ICD es un
proyecto importante para clasificar estadísticamente todos los trastornos de la
salud y brindar asistencia diagnóstica. El ICD es un sistema de diagnóstico
clasificatorio básico basado en estadísticas para cuestiones relacionadas con la
atención de la salud de la Familia de Clasificaciones Internacionales de la OMS
(OMS-FIC).

El ICD se revisa periódicamente y actualmente se encuentra en su 11.ª


revisión. El ICD-11, como se lo conoce, fue aceptado por la Asamblea Mundial de
la Salud (WHA) de la OMS el 25 de mayo de 2019 y entró en vigencia oficialmente
el 1 de enero de 2022. El 11 de febrero de 2022, la OMS declaró que 35 países
estaban utilizando el ICD. -11.

El ICD es parte de una "familia" de clasificaciones internacionales


(WHOFIC) que se complementan entre sí, incluyendo también la Clasificación
Internacional de Funcionamiento, Discapacidad y Salud (ICF) que se enfoca en los
dominios de funcionamiento (discapacidad) asociados con condiciones de salud,
desde perspectivas tanto médicas como sociales, y la Clasificación Internacional
de Intervenciones de Salud (ICHI) que clasifica toda la gama de intervenciones
médicas, de enfermería, funcionales y de salud pública.

El título de la CIE es formalmente Clasificación Estadística Internacional de


Enfermedades y Problemas de Salud Relacionados, aunque el título original,
Clasificación Internacional de Enfermedades, sigue siendo informalmente el
nombre con el que se la suele conocer.

La Conferencia Internacional para la Novena Revisión de la Clasificación


Estadística Internacional de Enfermedades, Traumatismos y Causas de Muerte,
convocada por la OMS, se reunió en Ginebra del 30 de septiembre al 6 de octubre
de 1975. En los debates previos a la conferencia, originalmente se había tenía la
intención de que hubiera pocos cambios aparte de la actualización de la
clasificación. Esto se debió principalmente al costo de adaptar los sistemas de
procesamiento de datos cada vez que se revisaba la clasificación.

Había habido un enorme interés por la CIE y había que encontrar formas de
responder a esto, en parte modificando la clasificación misma y en parte
introduciendo disposiciones especiales de codificación. Los organismos
especializados que se habían interesado en utilizar la CIE para sus propias
estadísticas hicieron varias representaciones. Algunas áreas temáticas de la
clasificación se consideraron inadecuadamente organizadas y hubo una presión
considerable para obtener más detalles y adaptar la clasificación para hacerla más
relevante para la evaluación de la atención médica, clasificando las afecciones en
los capítulos correspondientes a la parte del cuerpo. afectados en lugar de
aquellos que lidian con la enfermedad generalizada subyacente.

En el otro extremo de la escala, estaban las representaciones de países y


áreas donde una clasificación detallada y sofisticada era irrelevante, pero que, sin
embargo, necesitaban una clasificación basada en la CIE para evaluar su
progreso en la atención de la salud y el control de enfermedades. Una prueba de
campo con un enfoque de clasificación biaxial, un eje (criterio) para la anatomía y
otro para la etiología, mostró la impracticabilidad de dicho enfoque para el uso de
rutina.

Las propuestas finales presentadas y aceptadas por la Conferencia en 1978


mantuvieron la estructura básica de la CIE, aunque con muchos detalles
adicionales al nivel de las subcategorías de cuatro dígitos y algunas subdivisiones
opcionales de cinco dígitos. En beneficio de los usuarios que no requieren tal
detalle, se tuvo cuidado de asegurar que las categorías al nivel de tres dígitos
fueran apropiadas.

Para el beneficio de los usuarios que deseen producir estadísticas e índices


orientados a la atención médica, la 9ª Revisión incluyó un método alternativo
opcional para clasificar las declaraciones de diagnóstico, incluida información
sobre una enfermedad general subyacente y una manifestación en un órgano o
sitio en particular. Este sistema se conoció como el 'sistema de daga y asterisco' y
se mantiene en la Décima Revisión. En la Novena Revisión se incluyeron otras
innovaciones técnicas, destinadas a aumentar su flexibilidad para su uso en una
variedad de situaciones.

Eventualmente fue reemplazado por ICD-10, la versión actualmente en uso


por la OMS y la mayoría de los países. Dada la expansión generalizada en la
décima revisión, no es posible convertir conjuntos de datos ICD-9 directamente en
conjuntos de datos ICD-10, aunque hay algunas herramientas disponibles para
ayudar a guiar a los usuarios. La publicación de ICD-9 sin restricciones de PI en
un mundo con sistemas de datos electrónicos en evolución dio lugar a una gama
de productos basados en ICD-9, como MeDRA o el directorio Read.

La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) es una clasificación


diagnóstica estándar internacional para una amplia variedad de condiciones de
salud. La CIE-10 establece que trastorno mental "no es un término exacto",
aunque generalmente se usa "... para implicar la existencia de un conjunto de
síntomas o comportamientos clínicamente reconocibles asociados en la mayoría
de los casos con angustia e interferencia con las funciones personales. " El
capítulo V se centra en los "trastornos mentales y del comportamiento" y consta de
10 grupos principales:

 F0: Trastornos mentales orgánicos, incluidos los sintomáticos


 F1: Trastornos mentales y del comportamiento por consumo de sustancias
psicoactivas
 F2: esquizofrenia, trastornos esquizotípicos y delirantes
 F3: Trastornos del estado de ánimo [afectivos]
 F4: Trastornos neuróticos, relacionados con el estrés y somatomorfos
 F5: Síndromes conductuales asociados a alteraciones fisiológicas y factores
físicos
 F6: Trastornos de la personalidad y del comportamiento en personas
adultas
 F7: retraso mental
 F8: Trastornos del desarrollo psicológico
 F9: Trastornos emocionales y del comportamiento de inicio habitual en la
infancia y la adolescencia
 Además, un grupo de "trastornos mentales no especificados".
Dentro de cada grupo hay subcategorías más específicas. La OMS ha
revisado la CIE-10 para producir la última versión de la CIE, la CIE-11, adoptada
por la 72.ª Asamblea Mundial de la Salud en 2019 y que entró en vigor el 1 de
enero de 2022.

DSM

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM;


última edición: DSM-5-TR, publicado en marzo de 2022) es una publicación de la
Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA) para la clasificación de los
trastornos mentales utilizando un lenguaje común y criterios estándar y es el
principal libro para el diagnóstico y tratamiento de los trastornos mentales en los
Estados Unidos y es considerado una de las "Biblias" de la psiquiatría junto con el
ICD, CCMD y el Psychodynamic Diagnostic Manual.

Es utilizado, principalmente en los Estados Unidos, por investigadores,


agencias de regulación de medicamentos psiquiátricos, compañías de seguros de
salud, compañías farmacéuticas, el sistema legal y los formuladores de políticas.
Los profesionales de la salud mental utilizan el manual para determinar y ayudar a
comunicar el diagnóstico de un paciente después de una evaluación. Los
hospitales, clínicas y compañías de seguros en los Estados Unidos pueden
requerir un diagnóstico DSM para todos los pacientes con trastornos mentales.
Los investigadores de atención médica utilizan el DSM para categorizar a los
pacientes con fines de investigación.

El DSM evolucionó a partir de sistemas para recopilar estadísticas de


censos y hospitales psiquiátricos, así como de un manual del Ejército de los
Estados Unidos. Las revisiones desde su primera publicación en 1952 han
agregado gradualmente al número total de trastornos mentales, al tiempo que han
eliminado aquellos que ya no se consideran trastornos mentales.

Las ediciones recientes del DSM han recibido elogios por estandarizar el
diagnóstico psiquiátrico basado en evidencia empírica, a diferencia de la nosología
ligada a la teoría (la rama de la ciencia médica que se ocupa de la clasificación de
enfermedades) utilizada en el DSM-III. Sin embargo, también ha generado
controversia y críticas, incluidas preguntas constantes sobre la confiabilidad y
validez de muchos diagnósticos; el uso de líneas divisorias arbitrarias entre
enfermedad mental y "normalidad"; posible sesgo cultural; y la medicalización del
sufrimiento humano.

El DSM-IV se publicó originalmente en 1994 y enumeraba más de 250


trastornos mentales. Fue producido por la Asociación Estadounidense de
Psiquiatría y caracteriza el trastorno mental como "un síndrome o patrón
psicológico o conductual clínicamente significativo que se presenta en un
individuo... se asocia con angustia presente... o discapacidad... o con un trastorno
significativamente mayor riesgo de sufrir" sino que "...ninguna definición especifica
adecuadamente los límites precisos para el concepto de 'trastorno
mental'...diferentes situaciones exigen diferentes definiciones" (APA, 1994 y 2000).
El DSM también establece que "no se supone que cada categoría de trastorno
mental sea una entidad completamente discreta con límites absolutos que la
dividan de otros trastornos mentales o de ningún trastorno mental".

El DSM-IV-TR (Text Revision, 2000) constaba de cinco ejes (dominios) en


los que se podía evaluar el trastorno. Los cinco ejes fueron:

 Eje I: Trastornos Clínicos (todos los trastornos mentales excepto los


Trastornos de la Personalidad y el Retraso Mental)
 Eje II: Trastornos de la Personalidad y Retraso Mental
 Eje III: Condiciones Médicas Generales (debe estar relacionado con un
Trastorno Mental)
 Eje IV: Problemas psicosociales y ambientales (por ejemplo, red de apoyo
social limitada)
 Eje V: Evaluación Global del Funcionamiento (Las funciones psicológicas,
sociales y relacionadas con el trabajo se evalúan en un continuo entre la
salud mental y el trastorno mental extremo)
 El sistema de clasificación de ejes se eliminó en el DSM-5 y ahora tiene
mayor importancia histórica.

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