Está en la página 1de 2

PIMIENTOS MEXICANOS O EL PLACER DE SUFRIR

“El hecho de poder digerir alimentos picantes esta asociado a un sentimiento de orgullo nacional,
una superioridad estomacal frente a toda otra nación”

Habiendo crecido en México, siempre competía con mi familia para saber quien era capaz de comer
la comida lo mas picante posible. Por lo común, mi mama, mi abuela y todas mis tías y tíos
terminaron teniendo gastritis. Al igual que mis compatriotas, una parte de mi identidad esta
constituida al rededor de la adrenalina que se siente cuando se consume capsaicina, la substancia
que da el picante a los pimientos.

En México, comemos picante hasta llorar. Dulces picantes, platos y salsas picantes, como la Salsa
Valentina, una salsa artificial picante anaranjada que forma nuestro paladar desde la infancia. Los
Mexicanos al rededor del mundo entero están unidos en el amor por el picante y el placer de sufrir.

La cocina mexicana se centra en unos pocos alimentos básicos, como las judías, el maíz y los
pimientos y sobre productos que cultivamos en las milpas, pequeños territorios de selva
temporalmente desforestados donde plantamos calabazas, batatas y paltas. Pero sobre todo son los
pimientos el único triunfo biocultural de México que lo distingue como nación. Al menos una
centena de variedades de pimiento han sido domesticados en México a partir de la especie
Capsicum Annum y la mayor parte de ellas son regionales. “Los pimientos son como nuestra
certificado de nacimiento” dice el chef Iraad Santacruz, auto proclamado embajador de la cocina
indígena tlaxcalteca. “Se puede saber la ciudad originaria de una persona a partir del tipo de
pimiento que come”.

Para los mexicanos, el pimiento es a la vez un fruto, una verdura, un condimento, medicina y
protector espiritual, pero existe una razón por la cual mucha gente no puede comerlos.
Contrariamente a los otros sabores tradicionales – dulce, salado, amargo y ácido – el picante no es
percibido por nuestras papilas gustativas, sino por nuestros Nociceptores, receptores sensoriales de
dolor. Parece contra-intuitivo comer algo que hace mal, pero los científicos descubrieron que
cuando comemos pimientos nuestro cuerpo libera endorfina, la hormona de la felicidad.

A pesar de su estado culinario ambiguo, el ser humano aprecia el ardor dado por los pimientos
desde la antigüedad. Las plantas de pimientos, originarias del continente americano, son cultivadas
y comercializadas desde hace mas de 6.000 años. La botánica Araceli Aguilar-Meléndez, quien ha
comenzado sus investigaciones sobre los pimientos hace 20 años, nos explica que la mayor parte de
las comunidades indígenas no los utilizan como condimento; los fuman durante sus ritos funerarios,
para librar sus casas de malas energías o mismo para alejar las serpientes y los ratones. Esta
tradición del pimiento como protector espiritual se extiende igualmente en la sociedad mexicana:
los chef al preparar los tamales, una suerte de papilla a base de maíz envuelta, colocan en el fondo
de la olla dos pimientos en forma de cruz para proteger a sus allegados del mal de ojo.

En México, se dice que el chile cura todo, desde la resaca hasta problemas en la piel.
Se le adjudican propiedades anticancerigenas, analgésicas y antimicrobianas, ademas de ayudar a
liberar las vías respiratorias. “La gente come pimientos porque piensan que son buenos para la
salud, dice Aguilar-Melèndez. Pero esto es algo mas sentimental que fisiológicos. Su sabor los
retrotrae a su hogar”.

Aguilar desarrollo una fascinación por los pimientos después de descubrir que eran las únicas
plantas o champignones que producían la capsaicina. Explica que ciertas creencias sobre los
beneficios del chile para la salud son de hecho comprobados por la ciencia. Por ejemplo que
permiten regular el apetito y esta demostrado que matan bacterias presentes en los alimentos que
podrían enfermarnos.
Es por esto que son consumidos en todo el mundo y en particular en los lugares de clima cálido
donde los patógenos de origen alimentario proliferan mas. Algunos estudios sugieren incluso que
los pimientos podrían ayudarnos a vivir mas tiempo.

Según el chef Santacruz, el picante es crucial en la cocina mexicana ya que ayuda a digerir los
platos con gran contenido de materia grasa. “Hay una colaboración entre el pimiento y el resto del
plato, un matrimonio perfecto”, dice.

Pero comer chile es mucho mas que una elección gastronómica, es un acto de fuerza y coraje. Por
ejemplo, en algunas ciudades, la tradición manda que la familia de la futura novia prepare una salsa
extremadamente picante como prueba para el novio. Según Aguilar y Santacruz, el hecho de poder
digerir alimentos picantes esta igualmente asociado a un sentimiento de orgullo nacional, una
especie de superioridad estomacal sobre las demás naciones. Como lo ha descripto el autor y
periodista mexicano Juan Villoro en su libro Safari occidental: “Hicimos de la diarrea una especie
de patriotismo”.

Cuando nací, en 1986, un pimiento fue apodado “Pique”, era la mascota de la copa del mundo
FIFA llevada a cabo en ese año en México. Pique tenia un bigote, un sombrero y una pelota de
futbol. Para los mexicanos el pimiento es mas que un alimento, es un símbolo de su personalidad.
La próxima vez que veas a un mexicano sufrir en la mensa, no te preocupes, esta llorando de
alegría.

También podría gustarte