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Los Padres apostólicos

2. LOS DOS PRIMEROS SIGLOS (II-III)


APARTADO 2.1. «Los Padres Apostólicos»

Lecturas complementarias

* La Didajé en RUIZ BUENO D. (Editor), Los padres apostólicos, (Madrid, BAC 1974).

* SAN IGNACIO, Carta a los romanos en RUIZ BUENO D. (Editor), Los padres apostólicos, (Madrid,
BAC 1974).

Nota introductoria
Los «padres apostólicos» pueden ser comprendidos bajo tres claves diversas: desde el punto de vista
cronológico por el tiempo en que se ubican; geográficamente por la región de donde provienen; y
doctrinalmente por el contenido desarrollado. Desde el punto de vista cronológico y doctrinal, son
reconocidos como «padres apostólicos» los siguientes escritos: La Didajé, San Clemente Romano,
San Ignacio de Antioquia, Hermas, San Policarpo de Esmirna y la carta de su martirio, la carta de
Berbané y Papías de Hierápolis. Y en lo que se refiere a la «Carta a Diogneto», la mayoría de los
manuales la ubican como un escrito apologista, razón por la cual también nosotros la estudiaremos
en la parte correspondiente a los apologistas griegos. El tiempo en el cual ubicamos todos estos
escritos va del año 50 al 160 aproximadamente. En cuanto a los géneros literarios en los cuales
vienen redactados estos escritos son, principalmente: epistolar, parenético, apologético y homilético.

Respecto a los contenidos doctrinales, podemos decir que sus obras son obras ad sum –de
ocasión-, dado que eso se ve reflejado en su doctrina que puede resultar parcial e insuficiente.
Centran su atención en la explicación del cristianismo como una institución de origen no humano
sino divino. Las fuentes en las que se inspiran tienen su origen en el dato revelado, estableciendo
para los dos testamentos una autoridad que tiene que ser reconocida y respetada. El tema de la
tradición (ά) es fundamental, pues de lo que se trata es de buscar el núcleo del mensaje del
Evangelio y la enseñanza fundamental de Jesucristo. Además introducen temas insólitos en la
historia del pensamiento cristiano como por ejemplo, la teoría de la creación a partir de la nada.

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En cuanto al testimonio antropológico, el tema de la divinización de los hombres en los


primeros siglos era algo poco creíble, por eso el cristianismo fue con tiento a la vez que con
urgencia para acentuar el carácter divino de Jesús. Por lo que se refiere a la Iglesia, destaca en
primer lugar su presentación como dato sociológico y carismático. Hay dos conceptos que
comienzan a formularse: el de “iglesia local” e “Iglesia universal”, aunque no definidos tal y como
los entendemos en la actualidad. Además se visualiza el concepto de Iglesia piramidal,
introduciendo conceptos como «jerarquía», dado que ella no es una institución democrática, sino
que posee un origen carismático. Y aunque la jerarquización de la Iglesia se postuló por motivos
prácticos, el principio constitutivo de la comunidad fue el de amar y servir. También surgió la
cuestión del primado de Roma, por estar en la capital del imperio romano y por la generosidad para
ayudar a otras iglesias.

En el tema de los sacramentos, aparecen delineados claramente el sacramento del bautismo,


la eucaristía, la penitencia y el matrimonio. En cuanto al tema escatológico, los padres apostólicos
acentúan la defensa del principio de la resurrección, el juicio final tal como aparece en los
evangelios, el fin del mundo y el milenarismo 1.

1. La ή, o «Doctrina de los Doce Apóstoles»

La Didajé gozó de grande notoriedad en la antigüedad cristiana. El autor de la Carta a Bernabé, en


los capítulos 18-20, manejándolos de nuevo, reproduce los capítulos 1-5 de la Didajé. También es
citada por Hermas en el Pastor2; hace uso de ella Clemente Alejandrino3 y la considera como
escritura sagrada; del mismo modo es considerada por Orígenes4. Eusebio la nombra algunas veces5.

1
«Milenarismo (Lat. millenarismus = mil). Forma española del término chiliasmo». «Chiliasmo (Del gr. ίς –jílios-
= mil). Movimiento herético y profético cristiano surgido en varias épocas históricas, según el cual, en el fin del mundo
Cristo resucitará primero únicamente a los justos (la así llamada “primera resurrección”) y ellos reinarán con él mil años.
Sólo sucesivamente tendrá lugar la resurrección universal (“la segunda resurrección”). El chialismo se basa sobre varias
interpretaciones del texto de Ap 20,1-7, en el cual se habla del así llamado “reino milenario” de Cristo, que en este
mundo debiera preceder el último juicio. En el texto no se trata de un dato cuantitativo y cronológico, que fue siempre
condenado por la Iglesia, sino sobre todo del valor cualitativo, simbólico del número, por medio del cual viene indicada
la larga vida de la Iglesia en esta tierra». J. HERIBAN, Dizionario terminologico-concettuale di scienze bibliche e
ausiliarie, (Roma, LAS 2005) 619; 220.
2
Cf. Los mandamientos, 2,4-6, corresponden a Didajé, 1,5-6; 4,7.
3
Cf. Stromata, 1, 20, 100, 4; El pedagogo, 2, 10,89.
4
Cf. De principios, 3, 2, 7.
5
Cf. Historia eclesiástica, III,25, 4.

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San Atanasio la aconseja como un libro útil para la instrucción de los catecúmenos 6. Hacia finales
del siglo III, los primeros cuatro capítulos de la Didajé fueron introducidos en los Cánones
eclesiásticos de los santos apóstoles (Constitución apostólica egipciana). En la segunda mitad del
siglo IV o principios del V, fue incorporada en las Constituciones Apostólicas. Difusa de este modo
en compilaciones más grandes, la Didajé perdió su notoriedad, y después del siglo XII no se
tuvieron más rastros de ella.

Respecto al documento que hoy conocemo como la “Didajé”, conviene recordar un poco de
su historia reciente. En el año 1873 el metropólita de Nicomedia, Filoteo Bryennios 7, descubrió en
Constantinopla un códice griego, escrito en el 1056 (actualmente conservado en la Biblioteca
Patriarcal de Jerusalén), el cual contiene la Didajé, las dos Cartas de san Clemente Romano y la
Epístola de Bernabé. En el 1875, Filoteo publicó el texto completo de las Cartas de san Clemente y
en el 1883 editó la editio princeps de la Didajé. La publicación de Bryennios suscitó por todas
partes mucho interés, entusiasmo y fervor por su estudio. Dada la importancia histórica, doctrinal y
litúrgica del breve escrito, las publicaciones sobre el argumento fueron numerosas en muchas
naciones. Después de unos veinte años de unánime entusiasmo por el escrito descubierto, las
opiniones de los estudiosos comenzaron a oscilar entre la más grande estima y la completa
desestimación. Un cuidadoso y exhaustivo estudio de Jean-Paul Audet8 valora y da nuevamente una
genial interpretación de la Didajé: «Una colección de instrucciones y de usanzas de la Iglesia
primitiva, hecha por uno de aquellos ministros itinerantes del Evangelio, del cual se habla en la
Didajé misma»9. La composición del escrito se remontaría, según Audet a la época en la cual fueron
compuestos los Evangelios y las Cartas de san Pablo, entre el 50 y el 70. Esta fecha es propuesta a
partir de las características intrínsecas y extrínsecas de la Didajé: las instrucciones eclesiásticas, la
liturgia bautismal y eucarística, así como los testimonios de escritores antiquísimos 10. Otros
estudiosos antes de J.P. Audet proponían diversamente a él la fecha de composición entre los años
50-150. En la actualidad se acepta como más probable los últimos decenios del primer siglo. El
lugar de composición parece que fue Siria y más precisamente Antioquia. El autor es un cristiano
proveniente del judaísmo. Por su antigüedad la Didajé constituye un testimonio de incomparable
valor sobre argumentos centrales del cristianismo, como resulta de la apreciación de su esquema 11:

6
Cf. Epístola festiva, 39.
7
Cf. https://www.iglesiapueblonuevo.es/index.php?codigo=bio_bryennionsf.
8
J.P. AUDET, La Didajé. Instructions des Apôtres, (París 1958).
9
Ibid., 3-6.
10
Análogas conclusiones sobre la antigüedad de la Didajé, son propuestas contemporáneamente por H. KOESTER,
Synoptische Überlieferung bei den Apostolischen Vätern, (Berlín 1957).
11
Cf. U. MATTIOLI, Didajé. Introduzione, traduzione e note, (Roma 1980).

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PRIMERA PARTE: Instrucciones morales (cc. 1-6): las dos vías


1) La vía de la vida: práctica del amor a Dios y al prójimo (c. 1), fuga del pecado (c. 2-3), cumplimientos de
nuestros deberes (cc. 3-4).
2) La vía de la muerte: pecados que la caracterizan (c. 5), exhortación a la vigilancia (c. 6).

SEGUNDA PARTE: Instrucciones litúrgicas (cc. 7-10)


1) El bautismo: forma, materia y modo de administrarlo, preparación al bautismo (c. 7).
2) El ayuno: días del ayuno (c. 8,1).
3) La oración: El Padre nuestro tres veces al día (c. 8,2-3).
4) La Eucaristía: oración por el cáliz, por el pan partido, después de la comunión, condiciones para recibir la
eucaristía (cc. 9-10).

TERCERA PARTE: Instrucciones disciplinares (cc. 11-15)


1) Conducta que se debe tener hacia los ministros carismáticos del Evangelio, los apóstoles y los profetas (c. 11);
hacia los peregrinos (c. 12); hacia los profetas y doctores (c. 13).
2) Instrucciones sobre la eucaristía dominical, confesión de los pecados (c. 14), jerarquía local; corrección
fraterna, exhortación a vivir según el Evangelio (c. 15).

CONCLUSIÓN ESCATOLÓGICA: Invitación a vigilar en la espera de la Parusía de Jesús (c. 16)

2. Carta de San Clemente Romano a los Corintios

2.1. Noticias biográficas

Una tradición unánime y bien fundada considera a Clemente Romano autor de una carta que la
comunidad cristiana de Roma envió a la comunidad de Corinto. Sin embargo, son escasas las
noticias sobre la vida de este obispo de Roma.

Probablemente provenía del judeo-helenismo; seguramente fue discípulos de los Apóstoles,


como lo atestigua Orígenes12. Según san Ireneo, Clemente «había visto a los apóstoles mismos y se
había encontrado con ellos y tenía todavía en sus oídos la resonancia de su predicación y delante de
sus ojos la Tradición. Y no era el único, porque en su tiempo quedaban todavía muchos que habían
estado con los apóstoles» 13. Fue el tercer sucesor de san Pedro después de Lino y Anacleto, del 92 al
100/101 d.C14.

12
Cf. De los principios, 2, 3, 6.
13
Ad versus haereses, 3, 3, 3. El texto viene también presentado en EUSEBIO DE CESAREA, Historia eclesiástica, 5, 6, 2.
14
Según el testimonio de EUSEBIO DE CESAREA, Historia eclesiástica, 3,15 y 3,34, Clemente fue obispo de Roma por
nueve años del año duodécimo de Domiciano al tercero de Trajano, es decir del 92 al 100/101: «El año duodécimo del
mismo reinado, Clemente sucede a Anacleto, que había sido obispo de la Iglesia de Roma doce años. El Apóstol, en su

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Difícil de probar la identificación de este Clemente con el homónimo colaborador recordado


por Pablo en la carta a los Filipenses (4,3). Tal identificación había sido ya propuesta por Orígenes y
retomada por Eusebio15. Se ha hecho la hipótesis de una relación con el cónsul Flavio Clemente16,
sobrino de Domiciano, condenado a muerte por ateísmo entre los años 95/96. Poco probable es la
noticia de las Pseudo-Clementinas, las cuales presentan a Clemente como un ciudadano romano
perteneciente a la nobleza, miembro de la familia imperial. También la hipótesis de que él
perteneció a una familia de libertos de la gens Flavio tiene pocos fundamentos: a demás de todo esto
hay que tener presente que el nombre de «Clemente» estaba bastante difundido en la Roma imperial.

Una tradición tardía, al final del siglo IV, atribuye a Clemente el título de «mártir», cosa a la
cual los autores más antiguos no hacen ninguna referencia. San Jerónimo se limita a decir que
Clemente murió en el tercer año de Trajano y una iglesia levantada en Roma conserva hasta el día de
hoy su nombre17.

La autoridad y el prestigio de Clemente eran tales que a él fueron atribuidos (falsamente)


otros escritos, entre los que se encuentra una Segunda carta a los Corintios18, dos Cartas a las
vírgenes (de la primera mitad del siglo III), y sobre todo las llamadas Pseudoclementinas, un
conjunto de escritos que datan del siglo IV, que son reelaboraciones de documentos más antiguos 19.

2.2. La «Carta a los Corintios»

La fama y la importancia de Clemente son debidas a su Carta a los Corintios: dicho escrito es uno
de los más antiguos y significativos textos patrísticos, contemporáneo a los últimos escritos del NT.
El testimonio de varios autores como Dionisio de Corinto, Ireneo y Clemente Alejandrino,

carta a los Filipenses, hace saber a éstos que Clemente era colaborador suyo, diciendo: Con Clemente también y los
demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida».
15
Cf. ORÍGENES, Comentario al Evangelio de san Juan, 6, 54 (36), 279; EUSEBIO DE CESAREA, Historia eclesiástica, 3,
4, 9. Todavía Orígenes refiere la opinión de algunos, los cuales piensan que la Carta a los hebreos contenga el
pensamiento de Pablo expuesto por Clemente (Cf. EUSEBIO DE CESAREA, Historia eclesiástica, 6, 25, 13-14). Además
Eusebio pone en evidencia la semejanza y la afinidad de estilo entre la Carta a los Corintios de Clemente y A los
hebreos de Pablo y afirma que, según algunos, Clemente tradujo esta carta paulina del hebreo al griego (Cf. EUSEBIO DE
CESAREA, Historia eclesiástica, 3, 38, 2-3).
16
Cf. https://www.tesaurohistoriaymitologia.com/es/12256-flavio-clemente.
17
Cf. SAN JERÓNIMO, De hombres ilustres, 15,4.
18
En realidad se trata de una homilía de un corintio anónimo, escrita hacia el 140 d.C.
19
Alcanzan una cantidad de 10 libros de Recognitiones y 20 Omilie. Son una serie de narraciones romanescas con una
finalidad didáctica, cuyo protagonista es Clemente. Narran las vicisitudes de su vida, el encuentro con san Pedro, su
conversión, sus viajes misioneros con el Apóstol, la lucha con Simón Mago y el reconocimiento de los varios miembros
de su familia.

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fundamentan la antigüedad y autenticidad de esta carta, ya desde mediados del siglo II20. De este
modo la presenta Eusebio: «De éste se posee una Carta universalmente admitida, extensa y
admirable, que escribió en nombre de la iglesia de Roma a la de los Corintios con motivo de una
sedición que hubo entonces en Corinto. Sabemos que esta carta se ha leído públicamente en la
asamblea en la mayor parte de las iglesias, no sólo antiguamente, sino también en nuestros días. Y
de que en el tiempo indicado tuvo lugar la sedición de Corinto, Hegesipo es testigo suficiente» 21.

2.2.1. Ocasión de la carta

Como se puede extraer de la carta misma, la iglesia de Corinto estaba siendo golpeada por las luchas
internas, por motivos disciplinares y, quizás también, por motivos doctrinales: los presbíteros habían
sido depuestos injustamente por algunos jóvenes miembros de la comunidad. Este cisma doloroso
había conmovido y dejado en el desánimo y en la duda a muchos fieles y había causado dolor a
todos. Más tarde, también san Ireneo refiere la penosa situación: «Bajo Clemente, habiendo surgido
un contraste no pequeño entre los hermanos de Corinto, la iglesia de Roma envió a los corintios una
importantísima carta para reconciliarlos en la paz, renovar su fe y anunciar la tradición que habían
recibido de los Apóstoles» 22.

2.2.2. Fecha

Al inicio de la carta, Clemente se refiere a que las «calamidades improvistas y las adversidades
sobrevenidas una después de la otra» (I, 1), le han impedido una intervención más rápida. Esas
pueden identificarse con la persecución de Domiciano que duró del 94/95 al mes de septiembre del
96. La composición de la carta deberá situarse inmediatamente después de estos acontecimientos, en
una fecha aproximada entre finales del 96 e inicios del 98, bajo el imperio de Nerva 23.

2.2.3. Características de la intervención de Roma

La iglesia de Roma, informada de la situación, aunque si bien no tuvo una solicitud expresa, se
sintió con el deber de intervenir por el servicio y el rol particular que ella desempeñaba en la caridad
(ά), a favor de toda la Iglesia. Su intervención tenía un carácter fraterno y al mismo tiempo un

20
Dionisio, obispo de Corinto, hacia el año 170 testimonia que se leía todavía esta carta delante de la comunidad eclesial
(EUSEBIO DE CESAREA, Historia eclesiástica, 4, 23, 11). IRENEO habla de ella en Ad versus haereses, 3, 3, 3.
21
EUSEBIO DE CESAREA, Historia eclesiástica, 3, 16.
22
IRENEO, Ad vesus haereses, 3, 3, 3.
23
Cf. https://www.britannica.com/biography/Nerva-Roman-emperor. Marco Cocceio Nerva (narni, 8 novembre 30 –
roma, 27 o 21 gennaio 98).

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carácter de autoridad. Es el «nosotros», el pronombre que domina la carta (Cf. 1 Clemente a los
corintios, II, 3-5; IX, 1; XIV, 2; XXIII, 2; LVI, 1). Clemente hace captar con delicadeza que la
iglesia de Roma se siente implicada en la situación que está viviendo la iglesia de Corinto: «estamos
en la misma arena» (VII, 1).

Sin embargo, no se trata de la búsqueda de obtención de triunfos personales, sino de buscar


juntos la voluntad de Dios (Cf. LVI, 1-2). Y es justamente de esta voluntad divina que Clemente se
presenta como interprete autorizado para exigir, como consecuencia, la obediencia y la sumisión:
«Si algunos desobedecen a las palabras dichas que Dios ha pronunciado por nuestro medio, sabemos
que incurren en una culpa y en un peligro no pequeños» (LIX, 1). Y a la conclusión de la carta:
«Nos procurarán gozo y alegría si llegan a ser obedientes a las amonestaciones que nosotros les
hemos escrito, por medio del Espíritu Santo» (LXIII, 2).

2.2.4. Significado de la intervención

La «solicitud» de Roma hacia las otras iglesias es patente en el caso específico de Corinto, pero
¿cómo debe ser interpretada? La intervención no se puede explicar sólo como expresión de
solidaridad fraterna para instruir a otra iglesia en una situación difícil, pero tampoco exaltarlo en
sentido jurídico como «epifanía de un primado romano». Esa solicitud es demostración de la
preeminencia de Roma, signo de su responsabilidad y de su prestigio único entre las demás iglesias
en el plano del ágape. Si Roma, por medio de Clemente, habla con tono resuelto y seguro, no es en
virtud de un factor de tipo político (Corinto era una colonia romana), sino religioso: su
«presidencia» en la caridad, su rol especial al servicio de la Iglesia universal, porque ella está
cimentada sobre grandes columnas: los apóstoles Pedro y Pablo24.

2.2.5. Rol de Clemente

La carta fue enviada por la iglesia de Roma a la de Corinto, por lo cual es difícil distinguir entre el
autor de la carta y la comunidad a nombre de la cual se escribe. Pero además el nombre de Clemente
no aparece: será la tradición posterior la que se encargará de atribuírsela unánimemente a él. Lo
mínimo que debe decirse es que el autor es el portavoz autorizado y delegado del consejo presbiteral

24
1 Carta de Clemente a los Corintios, V, 2.

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de Roma y reivindica la autoridad del Espíritu Santo sobre la carta compilada a nombre de la iglesia
romana25.

Del escrito emerge una personalidad de carácter sereno, que une, al sentido de lo concreto,
sabiduría y equilibrio, un verdadero hombre de gobierno, más deseoso de persuadir que de restringir,
aunque no eximiéndose de dar ordenes y de pedir obediencia.

2.2.6. Esquema de la Carta

PRÓLOGO
Destinatario y saludo. Situación de la iglesia de Corinto antes y después de la sedición (cc. 1-3).
PRIMERA PARTE (TEÓRICO-PARENÉTICA)
- La conducta del cristiano. (cc. 4-38).
Los malvados provocados por los celos y la envidia (cc. 4-6) y exhortación a las virtudes cristianas del
arrepentimiento, de la hospitalidad, de la humildad, de la paz y de la concordia (cc. 4-22). El grande premio
de los buenos, la resurrección (cc. 23-30). Las vías de la bendición divina: fe, caridad, buenas obras,
sumisión a la Iglesia como cuerpo místico de Cristo (cc. 31-38).
SEGUNDA PARTE (PRÁCTICA)
- Consejos para apaciguar la discordia de los Corintios (cc. 39-58).
Todo poder viene de Dios: Jerarquía en el AT (cc. 39-41) y en el Nuevo (cc. 42-44); ejemplos antiguos y
recientes de insubordinación (cc. 45-47); exhortación a la unión y elogio de la caridad (cc. 48-50). Los
instigadores del cisma deben hacer penitencia; deben tomar voluntariamente la vía del exilio, a fin de que
pueda regresar la paz. Oración para que se revisen, se sometan a los presbíteros, retornen al rebaño y sean
salvos (cc. 51-58).
LA GRANDE ORACIÓN
Clemente alaba y agradece a Dios por su poder y por su bondad, al mismo tiempo que le suplica venga en
socorro del hombre necesitado y en la realidad concreta de la vida (cc. 59-61).
CONCLUSIÓN
Epílogo de los argumentos tratados, mención de los mensajeros de paz, exhortación a la concordia y
bendición final (cc. 62-65).

2.2.7. Principales temáticas teológicas y espirituales

La vida cristiana. La exhortación a la concordia y a la obediencia, objetivo inmediato de la carta, se


extiende en un programa de vida cristiana comprometida. En efecto, si en Corinto han sucedido

25
Cf. A. JAUBERT, Clément de Rome. Épître aux Corinthiens, (París 1971) 89-90.

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algunos abusos, el motivo fundamental viene buscado en la reinstauración de la caridad y en la


práctica de las otras virtudes cristianas indispensables. Por tanto, Clemente hace una urgente
llamado a la paz y al amor fraterno, exhorta a la penitencia y a la humildad; con vivos colores
describe por una parte los efectos desastrosos de la discordia y de los celos, y por otro ilustra los
beneficios que se derivan de la armonía y del orden. La unidad, que es visible en la armonía del
cosmos (XIX, 2-20), en la estructura de un ejército (XXXVII, 1-4), en el cuerpo humano (XXXVII,
5 – XXXVIII, 1) podrá ser restablecida del mismo modo: esa es un bien precioso y el fundamento de
la vida del cuerpo místico de Cristo, es decir, de la Iglesia.

Sucesión apostólica. Clemente afirma en modo explícito y claro la doctrina de la sucesión


apostólica (cc. XLII-XLIV). Las normas que la regulan derivan en último análisis de Dios: es Él en
efecto quien ha enviado a Jesucristo, el cual a su vez ha enviado a los apóstoles y éstos han enviado
a los primeros jefes de las comunidades y han establecido que a ellos les sucedan otros hombres de
probada virtud y dignidad. Todo procede, pues, ordinariamente de la voluntad de Dios (XLII, 1).
Quienes fueron establecidos por los Apóstoles o por sus sucesores, con la aprobación de toda la
Iglesia, no pueden ser depuestos, si se han comportado de una manera digna e irreprensible: su
autoridad no deriva de la comunidad sino de Dios, por medio de la sucesión apostólica 26. Y sin
embargo, se trata de una autoridad caracterizada por la humildad, por la bondad, por el servicio,
teniendo a Cristo como su modelo principal (cc. XVI, 1; XLIX-L).

Resurrección. Clemente presenta la resurrección como la plena realización del hombre en la


gozosa y segura espera de una promesa (XXVI). Tiene su fundamento en la resurrección de Cristo,
primicia de los que resucitan (XXIV, 1), y es sugerida por la misma naturaleza: día/noche,
semilla/fruto (XXIII, 3-5), y por la leyenda árabe del ave fénix (XXV: la más antigua alusión
cristiana a tal mito), y es demostrada con argumentos extraídos de la Escritura (XXVI, 2-3).

Oración. Documento de fe ardiente e iluminada es la «grande oración» (LIX-LX), elaborada


con un grande sentido lírico. Tiene una adaptación casi titánica, eco de fórmulas litúrgicas de la
iglesia romana. Está llena de reminiscencias y de expresiones bíblicas, presenta paralelismos
evidentes con antiguos textos litúrgicos, revela un substrato judeo-helenístico. La oración es un
himno a Dios en función del hombre en sus necesidades espirituales y en su realidad concreta,
también como ciudadano.

26
Cf. A.M. JAVIERRE, La primera «diadoché» de la patrística y los «ellógimoi» de Clemente Romano, (Torino 1958).

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2.2.8. Importancia para la historia de la Iglesia

La carta de san Clemente nos ofrece testimonios importantes sobre la vida cristiana del primer siglo,
sobre la sucesión apostólica, sobre los temas de predicación y sobre la liturgia, sobre las relaciones
entre la iglesia de Roma y la de Corinto. Además, nos informa sobre un posible viaje de san Pablo a
España, sobre la persecución de Nerón, sobre el martirio de Pedro y de Pablo en Roma (cc. V-VI).
Además alude a la persecución de Domiciano (I, 1).

2.2.9. Aspectos literarios

«El buen nivel de cultura y de instrucción del autor se revela también en la forma, caracterizada por
un estilo bastante concreto y por un lenguaje en lo general puro, que hace sentir el tentativo de una
elaboración literaria» 27. Ecos bíblicos y litúrgicos, influjos de la cultura judeo-helenista y de la
filosofía (particularmente la filosofía estoica), procedimientos de la retórica contemporánea (como
por ejemplo, la repetición de una misma palabra al servicio de una idea dominante), se encuentran
fundidos en una unidad de pensamiento y de estilo y confieren a la carta su fascinación y belleza.

3. Cartas de San Ignacio de Antioquia

A san Ignacio, Eusebio le dedica un capítulo de su Historia eclesiástica (III,36): «Ignacio, que hoy
celebramos, ocupó la sede episcopal de Antioquia, segunda después de san Pedro». En otra parte
(Cf. III,22), Eusebio dice que sucedió a Evodio, y en el Chronicon precisa que su episcopado inició
el año primero de Vespasiano (70). Se da como un hecho que Ignacio conoció a los Apóstoles y se
relacionó con ellos, como afirma san Juan Crisóstomo en la Homilía sobre san Ignacio (Cf. PG
50,588) y san Jerónimo en la traducción del Chronicon de Eusebio.

Ignacio debió nacer poco después de mediados del siglo I; a juzgar por el tono de su carta a
Policarpo, era mayor que éste. Siendo el segundo en la sede antioquena, su obispado no pudo
comenzar más tarde del año 100. La única fuente de información que tenemos son sus cartas 28.

3.1. El viaje de Antioquia a Roma

27
M. SIMONETTI, Lettera cristiana antica greca e latina, (Firenze, Sansoni 1969) 34.
28
Cf. J.J. AYÁN CALVO (Editor), Cartas de san Ignacio, = Fuentes patrísticas I (Madrid 1991). Ver sobre todo el estudio
de la Introducción.

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Los Padres apostólicos

A cerca de este viaje de san Ignacio nos cuenta Eusebio: «una tradición refiere que éste fue
trasladado de Siria a la ciudad de Roma para ser pasto de las fieras, en testimonio de Cristo.

«Al ser conducido a través de Siria, bajo la vigilancia cuidadosísima de los guardianes, iba
dando ánimos con sus charlas y exhortaciones a las iglesias de cada ciudad donde hacía parada. En
primer lugar los exhortaba a que sobre todo se guardasen de las herejías, que precisamente por ese
entonces comenzaban a pulular (especialmente los docetas), y los excitaba a aferrarse sólidamente a
la tradición de los apóstoles, que, por estar ya él a punto de sufrir martirio, creía necesario poner por
escrito en gracia a la seguridad» 29. Las herejías a las cuales se refiere Ignacio son las de los
judaizantes, que negaban la divinidad de Jesucristo y sostenían la necesidad de la práctica de los
ritos judíos. La otra herejía era la de los docetas –docetismo-30, que negaban la realidad de la
naturaleza humana de Cristo. Agregando la adhesión a la tradición apostólica, Eusebio ha llegado al
núcleo de la enseñanza de san Ignacio en sus cartas.

3.2. Primera etapa, Esmirna: cuatro cartas

Afirma Eusebio que, encontrándose Ignacio en Esmirna, donde Policarpo era obispo, escribió una
carta a la iglesia de Éfeso, en la que recuerda al obispo Onésimo; otra a la iglesia de Magnesia, de la
que recuerda al obispo Dama; otra a la iglesia de Trales, de la cual nos informa que su obispo era
Polibio. Además de estas comunidades, el escribió también a la iglesia de Roma, para solicitarles
que no le privaran del martirio con inoportunas intercesiones a su favor.

Eusebio integra en su «Historia» el capítulo 5 de la Carta a los Romanos 31. La fecha de


llegada de Ignacio a Esmirna viene señalada en la carta a los Romanos (Cf. X, 3), aproximadamente
el 24 de agosto. Quien recibió a Ignacio en Esmirna, además del obispo de la ciudad, se encontraba
el obispo de Éfeso (Onésimo), el de Magnesia (Dama), y el de Trales (Polibio) acompañados por

29
EUSEBIO DE CESAREA, Historia eclesiástica, III, 36, 3-4.
30
«Docetismo (del gr. έ, dokéo = parecer). Doctrina herética según la cual Cristo, durante su vida terrena, tuvo un
cuerpo humano únicamente aparente y por ello su pasión en la cruz no fue real. El docetismo niega la realidad histórica
de la vida de Jesús y considera el cuerpo y la materia como cosas en contraste con Dios. En los primeros tiempos de la
Iglesia, el docetismo fue confesado por los teólogos influenciados por el gnosticismo (Valentín, Marción y otros). Ya el
apóstol san Juan condenó esta herejía (Cf. 1Jn 4,2-3), y así también Ignacio de Antioquia y otros padres posteriores. La
razón principal por la cual la Iglesia condenó el docetismo como herejía, es la siguiente: si Cristo hubiese tenido
únicamente un cuerpo aparente y, por tanto, hubiese sufrido la pasión sólo aparentemente, él no nos habría realmente
redimido». J. HERIBAN, Dizionario terminologico-concettuale di scienze bibliche e ausiliarie, 296.
31
Cf. EUSEBIO DE CESAREA, Historia eclesiástica, III, 7-9.

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Los Padres apostólicos

algunos de sus feligreses. Ignacio escribe para cada una de estas iglesias una carta, que entregó a
cada uno de sus obispos, además de la ya señalada para los Romanos.

3.3. Segunda etapa, Tróade: tres cartas

Hallándose lejos de Esmirna, desde Tróade se pone a conversar, también por escrito, con los fieles
de Filadelfia y con los de la iglesia de Esmirna, y en particular con Policarpo, que la presidía.
Reconociendo a este como varón verdaderamente apostólico y porque él mismo era pastor legítimo,
le confía su propio rebaño de Antioquia y le pide que se preocupe de él con solicitud 32.

En Tróade Ignacio fue alcanzado por dos diáconos, Filón de Cilicia y Reo Agatopodo de
Antioquia, los cuales le anunciaron la persecución en Antioquia había cesado. Sin embargo, san
Ignacio debió partir para Neáopolis en Macedonia

3.4. De Tróade a Roma

De Tróade san Ignacio fue conducido por mar a Neápolis en Macedonia. Desde ahí, por la vía
Egnacia a Filipos, donde se unieron a él otros dos mártires, Zósimo y Rufino. Prosiguieron su
camino por la vía Egnacia que, atravesando la Macedonia y el Illirico, conducía a Durazzo y
Apolonia. De uno de estos dos puertos, la comitiva partió para Brindis, donde por la vía Apia,
llegaron a Roma. Era el camino militar habitual por el que también Cicerón tuvo que ir al exilio en
Tesalónica.

3.5. El martirio

Eusebio sitúa el episcopado de Ignacio entre el año primero de Vespasiano (70) y el año décimo de
Trajano, es decir el 107, como el año de su martirio en Roma. El Martyrium Antiochenum
(Colbertinum) precisa el 20 de diciembre como día del martirio. La Iglesia sitúa el dies natalis de
san Ignacio en torno al 17 de octubre33.

32
EUSEBIO DE CESAREA, Historia eclesiástica, III, 36, 10.
33
La fecha del año 107 es la tradicional, y es referida por Eusebio; sin embargo, no se puede postular como
absolutamente precisa, porque, según su método habitual, Eusebio en el Chronicon reagrupa en torno al año décimo de
Trajano tres eventos del mismo género, tres actos de persecución contra los cristianos: el martirio de san Simeón en

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Los Padres apostólicos

3.6. Importancia doctrinal y artística

Las cartas de san Ignacio no poseen un específico fin doctrinal: ellas son ocasionales y su contenido
está determinado por las necesidades de las iglesias a las cuales van dirigidas. No ofrecen un sistema
completo de doctrina teológica; sin embargo, son un tesoro muy rico y, dada su antigüedad, de
inestimable valor, ellas reflejan no únicamente la más antigua tradición, sino también el alma de una
de las personalidades más sobresalientes de la Iglesia antigua, el tercer obispo de la Iglesia, donde
los creyentes fueron llamados por vez primera cristianos (Cf. Hch 11,26).

En ellas vienen afirmados con claridad algunos de los dogmas principales: Trinidad y unidad
de Dios, divinidad de Jesucristo, realidad de la encarnación, pasión y muerte de Jesucristo (contra
los docetistas), su resurrección, la concepción virginal en el seno de María, efectos de la redención,
el bautismo, la eucaristía, el matrimonio 34, la Iglesia mística y las iglesias locales, la jerarquía
eclesiástica a tres grados. Ignacio es el doctor de la unidad, él «es el hombre al cual se ha confiado la
tarea de la unidad» (A los de Filadelfia, 8,1): unidad de Dios, unidad del Cristo, unidad de la Iglesia
católica (término que es usado por vez primera) unidad «en la fe y en la caridad, de las cuales no
puede haber nada más excelente» (A los de Esmirna, 6,1).

Como cabeza de cada iglesia está el obispo, centro doctrinal, disciplinar y litúrgico: «él tiene
el lugar de Dios, los presbíteros tienen el lugar del senado de los Apóstoles, los diáconos son los
encargados del servicio de Jesucristo» (A los de Magnesia, 6,1). «El Padre de Jesucristo es el obispo
universal: quien engaña al obispo visible, engaña al obispo invisible» (A los de Magnesia, 3,1-2).

«La iglesia de Siria (después de la partida de Ignacio para Roma), tiene a Dios como pastor:
Sólo Jesucristo la regirá como obispo» (A los Romanos, 9,1). La iglesia de Éfeso es alabada porque
«su venerable colegio sacerdotal, digno de Dios, está armoniosamente unido al Obispo, como la
cuerdas a la cítara» (A los Efesios, 4,1).

San Ignacio no ha tenido ciertamente preocupaciones de tipo literario, especialmente en las


condiciones en las cuales escribió las cartas que permanecen: no obstante tal circunstancia, las cartas
constituyen unas de las obras más originales de la literatura cristiana antigua. Lo que crea
admiración es «la originalidad vigorosa de un temperamento excepcional. Ignacio es un oriental, que

Jerusalén, el de san Ignacio en Roma, y la persecución de Bitinia. De estos tres hechos, habla Eusebio también en su
Historia Eclesiástica (Cf. III, 32. 33. 36): en el escrito aparecen como hechos cercanos, pero cronológicamente quizás
estaban más distanciados.
34
A Policarpo, 5,2: único testimonio en los padres apostólicos.

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Los Padres apostólicos

privilegia continuamente la imaginación, que no tiene preocupación por el orden o la regularidad. Él


es un místico, que siente vivir en sí mismo al Cristo…, es un lírico como san Pablo. Él descompone
la sintaxis; comienza su frase, sin saber como la terminará: pero siguiendo el ritmo del sentimiento
que lo atropella, él sabe encontrar instintivamente el estilo más conmovedor y más expresivo, acto
para traducir la exaltación de la fe» 35.

En las cartas de Ignacio, como en los escritos de Tertuliano, el ardor íntimo y la pasión se
liberan de los vínculos del lenguaje, para expresar una personalidad extraordinariamente original y
vigorosa.

4. Carta y Martirio de San Policarpo de Esmirna

4.1. Policarpo, discípulo de los Apóstoles y obispo de Esmirna

Policarpo, obispo de Esmirna, gozó de una gran veneración en la Iglesia primitiva, por haber sido
discípulo de los apóstoles, por su grande celo pastoral y por su martirio. Podemos dibujar a grandes
líneas su vida y su personalidad, gracias a testimonios de primera mano36.

Nació en torno al año 69 d.C., de padres cristianos, convertidos del paganismo, y de


condiciones económicas estables 37. Ireneo atestigua que Policarpo «no sólo fue educado por los
apóstoles y vivió con muchos que habían visto al Señor, sino que también fue establecido por los
Apóstoles en Asia como obispo de la iglesia de Esmirna. Nosotros mismos lo hemos visto en nuestra
edad primera (…). Él enseñó siempre las cosas que había tomado de los apóstoles, las mismas que la
Iglesia transmite y que son las únicas verdaderas»38. Una tradición de la iglesia de Esmirna,
enseñada por san Jerónimo precisa que Policarpo fue nombrado obispo por el apóstol san Juan: si así
ha sucedido, entonces la ordenación episcopal debiera ser ubicada en torno al año 100.

Al joven obispo de Esmirna, Ignacio dirigirá una carta, después de haber estado como su
huésped, durante el último viaje hacia Roma, probablemente hacia la mitad del año 107. En esa

35
A. PUECH, Histoire de la littérature grecque chrétienne jusqu’à la fin du IV siècle, II (París 1929) 53.
36
Entre las más importantes recordamos las Cartas de san Ignacio (A los efesios, 21,1; A los de Magnesia, 15); el
Martirio de Policarpo; IRENEO, Ad versus haereses, 3, 3,4; EUSEBIO, Historia eclesiástica, III, 36, 13-15.
37
Se puede pensar que sus padres no eran de origen judío por el hecho de que él confiesa en la Carta a los Filipenses
(12,1), tener poca familiaridad con el AT.
38
IRENEO, Ad versus haereses, 3, 3,4; Cf. EUSEBIO, Historia eclesiástica, IV, 14, 3-4.

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Los Padres apostólicos

carta, el futuro mártir lo reconoce por su piedad y lo exhorta a progresar en su testimonio de caridad
y de celo.

Atento y cercano discípulo de Policarpo fue sin duda san Ireneo, originario de Esmirna, que
llegará a ser obispo de Lión. Con el ánimo lleno de conmoción, él evoca los recuerdos de los años
pasados junto a Policarpo. De ese modo Ireneo persigue también un fin de tipo teológico: justificar
su doctrina que, por medio del grande obispo de Esmirna, se sentía ligada directamente a los
Apóstoles. En el reclamo que hace a su condiscípulo Florido, caído en la herejía gnóstica, Ireneo le
escribe: «yo te conozco desde cuando eras todavía un jovencito en Asia menor, en el tiempo de
Policarpo (…). Las cosas de entonces las rememoro mejor que las del tiempo presente (…). Yo te
podría decir todavía el lugar donde el beato Policarpo se sentaba para hablar, sus exhortaciones y
entrada en los argumentos, su modo de vivir, el aspecto de su persona, las conversaciones que tenía
con el pueblo, como refería sus lazos de cercanía con Juan y con los otros que habían visto al Señor,
como rememoraba sus palabras y aquellas que había oído contar por ellos a propósito del Señor, de
sus milagros y de su enseñanza; como Policarpo, después de haber recibido todo ello por los testigos
oculares del Verbo, lo refería en armonía con las Escrituras. Estas cosas también entonces, por la
misericordia de Dios que ha venido en mí, yo escuche atentamente, anotándolas no sobre la carta (de
papiro), sino en mi corazón y, siempre, por la gracia de Dios, las repienso fielmente» 39.

4.2. Policarpo en Roma con el papa Aniceto: unidad a pesar de la diversidad 40

Hacia el final del año 154 Policarpo se encontraba en Roma con el Papa Aniceto (154-166) para
discutir sobre diversas cuestiones eclesiásticas, en particular sobre la fecha de la celebración de la
Pascua, fijada en Asia el 14 de Nisan, según el uso cuartodecimano, y en cambio en Roma siempre
el domingo sucesivo. Ambos, representantes de las interpretaciones opuestas del calendario pascual,
se fundamentaban en las respectivas tradiciones, y recíprocamente reconocieron la diversidad y, no
obstante tales diferencias, conservaron la paz y la unidad eclesial. De este modo refiere san Ireneo el
hecho: «Y cuando el beato Policarpo vino a Roma en el tiempo del papa Aniceto, no obstante
habiendo tenido el uno y el otro algunas divergencias sobre pequeñas cuestiones, rápido se
pacificaron, no deseando estar en desacuerdo por este argumento (la fecha de la Pascua). En efecto,

39
EUSEBIO, Historia eclesiástica, V, 20,5-7.
40
Cf. C. BROX, Una o ninguna. La doctrina de Cipriano sobre la Iglesia católica y la Tradición en Concilium 71 (1972)
33-42.

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Los Padres apostólicos

ni Aniceto logró persuadir a Policarpo a no observar aquella (= el cuartodecimano) que había


observado con Juan, discípulo de nuestro Señor y con los otros apóstoles con los cuales había
vivido, ni Policarpo persuadió a Aniceto a observarlo, porque este último decía que era necesario
mantener la costumbre de los presbíteros predecesores. Aún estando así las cosas, permanecieron en
comunión entre ellos y en la Iglesia Aniceto concedió a Policarpo (presidir) la Eucaristía (junto a él),
evidentemente por respeto, y se separaron el uno del otro en paz» 41.

Durante esta estancia en Roma, Policarpo explicó su celo pastoral: convirtió muchos
heréticos, seguidores de Marción 42 y de Valentín, «predicando haber recibido de los apóstoles la
única y sola verdad, la que fue trasmitida a la Iglesia» 43. Ireneo cuenta que a Policarpo se habría
acercado Marción, para pedirle que le reconociera. «Yo te reconozco –le respondió- como el
primogénito de Satanás» 44.

4.3. Su martirio, después de ochenta años al servicio de Cristo

A su regreso a Esmirna, Policarpo sufrió el martirio, «el día del grande sábado», probablemente el
23 de febrero del 15545. Nos ha llegado la narración de su heroico testimonio de fe en una carta que
la iglesia de Esmirna envió a la iglesia de Filomelio en Frigia: El martirio de Policarpo. Dicha carta
fue redactada antes del primer aniversario de la muerte de Policarpo: es la única narración de su
martirio que se conoce46.

Con mucha sobriedad, se narra la captura –después de la traición de un esclavo-, el


interrogatorio, la condena a la hoguera y la última oración del obispo de Esmirna. Él reafirma su
amor y su fidelidad a Jesucristo, delante del procónsul Stazio Quadrato, que lo invitaba a la
apostasía: «son ochenta años que sirvo a Cristo, y no me ha hecho jamás ninguna injusticia: ¿cómo

41
IRENEO, Carta al Papa Victorio sobre la Pascua, referida por: EUSEBIO, Historia eclesiástica, V, 24, 16-17.
42
“Letter. Patr. – Hereje cristiano y fundador de una secta, notorio por sus obras y teorías referentes a la Biblia. Él nació
hacia el final del siglo I en Sinope en las inmediaciones del mar Negro; en el año 144 fue excomulgado por la Iglesia, y
murió hacia el año 160. La herejía y la secta de Marción son una consecuencia de su comprensión herrada del AT. Él
rechazó del AT, su doctrina y sus prescripciones, porque le parecían contrastantes con la revelación de Cristo”. J.
HERIBAN, Dizionario terminologico-concettuale di scienze bibliche e ausiliarie, (Roma, LAS 2005), p. 584.
43
IRENEO, Ad versus haereses, 3, 3,4.
44
Ibid., 3, 3,4.
45
La fecha del martirio es una cuestión polémica: además de la indicada, algunos estudiosos indican otras fechas: el 22
de febrero del 156, o el 23 de febrero del 167, y algunos otros el 23 de febrero del 177. Para las varias posturas, Cf. H.
GREGOIRE, P. ORGELS, La véritable date du martyre de Saint Polycarpe (23 février 177) et le corpus Polycarpianum en
Analecta Bollandiana, 69 (1951) 1-38.
46
Cf. Il martirio di Policarpo en A. QUACQUARELLI (editor), I padri apostolici, (Roma, Città Nuova 2001) 161-172.

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Los Padres apostólicos

podría blasfemar a mi Rey y Salvador?»47. El redactor ha querido subrayar intencionalmente algunos


detalles particulares del sufrimiento padecido por Policarpo que lo aproximaban a la pasión de
Cristo, de tal modo que su muerte es un martirio según el Evangelio 48.

Ya grande de edad, el que había sido definido por los paganos como el Maestro del Asia, el
padre de los cristianos, el destructor de los dioses 49, coronó dignamente su vida con un martirio que
tuvo una fuerte resonancia en la Iglesia.

4.4. La carta (¿o cartas?) a los Filipenses

Policarpo, según la versión de Ireneo, envió varias cartas, tanto a las iglesias vecinas, como a
algunos hermanos en particular, para amonestarlos y exhortarlos 50. Sólo contamos con la carta a los
Filipenses, los cuales la habían solicitado como copia de las cartas de Ignacio. Ireneo define esta
carta como muy importante, por medio de la cual quien quiera y busque la propia salvación, puede
aprender el carácter de la fe y la predicación de la verdad 51. La carta (uniendo la primera y la
segunda) contiene:

- La invitación esencial a imitar a Jesucristo, en plena fidelidad al mensaje evangélico y con la


práctica de las virtudes cristianas, particularmente de la caridad (cc. 1-3. 8-10. 12);
- Exhortaciones pastorales a diferentes categorías de fieles (cc. 4-6);
- La afirmación de fe en la divinidad de Jesucristo y en la realidad de su muerte y resurrección
(contra las falsas afirmaciones de los docetas, y quizás de los marcionitas: c. 7);
- La preocupación por los pecadores miembros sufrientes y separados de la Iglesia, para ser
llamados nuevamente con firmeza, pero al mismo tiempo con dulzura (c. 11);
- Una alusión al martirio de Ignacio y a sus cartas (cc. 9 y 13).

La carta, escrita con estilo simple y recatado, en prevaleciente forma exhortativa y de tono
pastoral, contiene numerosas citaciones del NT (y alguna alusión a la primera carta de San
Clemente). La carta de Policarpo es un documento histórico importante que deja trasparentar la fe
profunda de los primeros cristianos, a pesar de las dificultades, persecuciones y malos ejemplos,

47
Il martirio di Policarpo, 9,13.
48
Cf. Ibid., 1,1.
49
Ibid., 12,2.
50
Cf. IRENEO, Carta a Florino, referida por: EUSEBIO, Historia eclesiástica, V, 20, 8.
51
IRENEO, Adversus haereses, 3, 3,4.

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Los Padres apostólicos

mostrando sobre todo la voluntad decidida de asemejarse con Cristo: en este programa de Policarpo
está presente su guía ejemplar y su prestigio como maestro. La misma carta nos ofrece otros tantos
trazos de la pastoral y de la predicación del II siglo, con particular insistencia en la doctrina
cristológica, además de que nos da una idea de la composición «social» y de la organización de la
Iglesia de Filadelfia. Finalmente, se nos ofrece como una garantía de la autenticidad de las cartas de
san Ignacio.

5. Papías de Hierápolis

Papías, obispo de Hierápolis en Frigia Menor, fue contemporáneo de Ignacio y de Policarpo de


Esmirna. Nos han llegado algunas noticias de su vida a través de Ireneo, quien dice que oyó predicar
al apóstol Juan y que fue compañero de Policarpo (Cf. Adversus haereses, 5, 33, 4). Eusebio no
comparte el testimonio de Ireneo de que Papías fuera oyente del Apóstol Juan, y nos da un juicio un
tanto severo al escribir que «fue un varón de mediocre inteligencia, como lo demuestran sus
libros»52. Tal vez esta severidad podría estar motivada por la postura milenarista que defiende
Papías, que no coincide con la de Eusebio. De todos modos conviene precisar que el milenarismo
estaba extendido entre personas de cierto relieve en el siglo II, como el Pseudo-Bernabé, san Justino,
Ireneo y Tertuliano. Para evitar confusiones conviene distinguir, en Papías, los presbíteros
mencionados como discípulos de los apóstoles de aquellos otros de discípulos del Señor, es decir,
del grupo de los Doce.

Papías redacta hacia el año 130 una obra titulada: Explicación de las sentencias del Señor,
compuesta de cinco libros. De este escrito sólo nos han llegado algunos fragmentos recogidos por
Eusebio. No obstante, su valor testimonial es importante, sobre todo, por los datos que nos presenta
de la composición de los Evangelios de Marcos y Mateo 53.

La importancia de los pasajes aludidos es incontestable, tanto por la antigüedad del


testimonio, como por los datos que aporta. Pero también nuestro autor inserta otros relatos que
tienen más bien un carácter fantasioso, como son algunas extrañas parábolas del Salvador y el
milenarismo, que merecen el rechazo sin ambages de Eusebio 54.

52
EUSEBIO, Historia eclesiástica, III, 39, 3.
53
Cf. Ibid., III, 39, 15.
54
Cf. Ibid., III, 39, 11-12.

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Los Padres apostólicos

6. «La Epístola de Bernabé»

6.1. Autenticidad y fecha de composición

La Carta que toma el nombre de Bernabé y que los más antiguos testimonios de la tradición
atribuyen concordemente al compañero de san Pablo55, se presenta en realidad como un breve
tratado apologético-catequético bajo el género de una carta. La crítica actual ha llegado de alguna
manera al acuerdo, según el cual, tal atribución tradicional al Bernabé de los Hechos de los
Apóstoles es una atribución que se debe excluir por diversos motivos internos al texto y sobre todo
en base a las razones de orden cronológico. En efecto, hoy la mayor parte de los estudiosos está de
acuerdo en que el autor de la carta es un ά -didaskálos: maestro o enseñante- anónimo,
de probable extracción judía que escribe en un ambiente siro-palestinense en los primeros decenios
del siglo II.

6.2. Estructura

La carta consta esquemáticamente de una introducción, de dos partes fundamentales y de dos breves
conclusiones:

1. INTRODUCCIÓN (1,1-2,3)

- Saludo, finalidad y fe de los destinatarios

2. PRIMERA PARTE: TRATADO APOLOGÉTICO-POLÉMICO CONTRA LOS JUDÍOS (2,4-16,10)

- Polémicas anti-cultuales: (2,4-10; c. 3) sobre los sacrificios y el ayuno; (cc. 9-10) sobre la
circuncisión y las carnes prohibidas; (cc. 15-16) sobre el sábado y el tiempo.
- Contraposición de los dos pueblos respecto a la Alianza: compara inmediatamente después de la
primera sesión (c. 4), y es retomada en los cc. 13-14.
- Encarnación y pasión en relación al bautismo (cc. 5-6).
- Tipología de la pasión y de la cruz (cc. 7-8 y 12,1-7).
- Tipología del agua, de la cruz y del bautismo (c. 11).
- Jesús, Hijo de Dios encarnado (12,8-11; 14,4).

3. SEGUNDA PARTE: TRATADO MORAL DE LAS DOS VÍAS (cc. 18,1-21,1)

- Descripción de la vía de la luz, a la cual están predispuestos los ángeles de Dios (cc. 18-19).
- Descripción de la vía de las tinieblas, que presiden los ángeles de Satanás (c. 20).

55
Cf. CLEMENTE ALEJANDRINO, El pedagogo, 2, 10, 89, 1; Stromata, 2, 6, 31, 2; ORÍGENES, Contra Celso, 1, 63; De los
principios, 3, 2, 4.

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Los Padres apostólicos

4. CONCLUSIÓN (cc. 17 y 21,2-9)

- Conclusión de la primera parte (c. 17).


- Conclusión de la segunda parte (21,2-9).

6.3. Finalidad y temas principales

6.3.1. El perfecto conocimiento

El hilo conductor que da unidad al escrito y que constituye también su objetivo es el anunciado en
1,5: «Habiendo, por tanto, pensado que si tendré cuidado de hacerlos partícipes de lo que he
recibido, el haber prestado servicio a tales espíritus me será de recompensa, me he apresurado a
mandarles este breve escrito, a fin de que más allá de su fe, tengan también un conocimiento
(gnosis) perfecto». Se ha discutido mucho el sentido de esta gnosis56. Se ha notado que esa puede
asumir varias connotaciones dependiendo de los diversos contextos. Sin embargo, parece que tal
gnosis deba fundamentalmente entenderse como una revelación personal del anónimo ά,
obtenida sobre todo por medio del recurso de la interpretación alegórica de la Escritura, mediante la
cual es posible comprender los tipos, es decir las prefiguraciones bíblicas del misterio de Cristo y de
la interioridad de la ley moral cristiana, tomando distancia del judaísmo que ha sido un grande
sobre-entendimiento de la voluntad espiritual de Dios. Tal gnosis, finalmente, no está jamás
desligada de la vida, porque supone un fuerte compromiso moral para huir del pecado y observar la
nueva ley interior traída por Jesucristo.

6.3.2. La polémica anti-judía

Lo que salta inmediatamente a los ojos en la Carta es la marcada posición polémica del autor contra
las instituciones judías. En efecto, una parte considerable del escrito (más allá de una tercera parte),
está caracterizada por una dura crítica respecto al judaísmo: el culto, los sacrificios, el ayuno, la
circuncisión, las leyes sobre las carnes prohibidas, así como también lo que se refiere al sábado y al
templo. Esta actitud negativa asume algunas veces los tonos de un radicalismo extremo que hacen
presagiar la herejía de Marción, que llegará al punto de rechazar todo el AT y su autor.

Parece, en efecto, que para Bernabé no se puede hablar propiamente de la existencia de dos
alianzas, es decir de la Ley antigua y de la nueva en Cristo, como aparece claramente en doctrina de

56
Véase: F. SCORZA BARCELLONA, Epistola di Barnaba, 29-30.

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Los Padres apostólicos

la Iglesia (sobre todo en san Pablo). En realidad para Bernabé las instituciones de la Ley antigua han
sido errores debidos a la carnalidad del judaísmo (9,4). Al máximo, esas instituciones han sido
únicamente una prefiguración de Cristo y de la nueva economía por él instaurada.

6.3.3. La interpretación de la sagrada Escritura

Otro tema significativo de la carta es la exégesis de Ps. Bernabé. A este respecto, la carta se ocupa a
profundidad del AT, y la extracción judeo-cristiana del autor se advierte también por los
procedimientos de tipo midráshico puestos en obra para la interpretación de algunos pasajes
escriturísticos 57; pero su judeo-cristianismo cultural es afín al de Pablo y la carta a los Hebreos y se
traduce, de frente al AT, en la radicalización de la postura paulina. Pablo, en efecto, no había puesto
en duda que para los judíos la Ley hubiese tenido valor real; en cambio el Ps. Bernabé interpreta el
episodio de Ex 32,15ss., en el cual Moisés rompe las tablas de la Ley, como signo de que los judíos
por su perversión no fueron dignos de la alianza que Dios había querido concluir con ellos y, por
eso, fue transferida a los cristianos (Cf. 4,6-8; 14,1-5).

Como consecuencia de lo anterior, él sostiene que los judíos observaron erróneamente al pié
de la letra una cantidad de preceptos que, en cambio, deberían haberse observado espiritualmente.
De este modo, con un procedimiento típicamente midráshico interpreta alegóricamente58 las
prescripciones sobre los alimentos: no comer carne de puerco significa no tener contacto con los
hombres que se comportan como cerdos; abstenerse de la carne de liebres significa evitar la
pederastia; la prohibición de comer algunas aves significa que era necesario evitar llegar a ser como
los hombres que no saben procurarse los propios alimentos con el sudor y el esfuerzo del trabajo (c.
10). En el capítulo 9,8, la interpretación simbólica de la circuncisión de Abraham, como anticipación
profética, el Ps. Bernabé interpreta el número 318, indicativo de los siervos de Abraham, como
símbolo del nombre de Jesús y de la cruz, inaugurando en ambiente cristiano la interpretación
simbólica de los números, ya conocida por los judíos, pero revalorizada sobre todo por los griegos y
los judíos. En ese sentido los siete días de la creación son vistos (c. 15) como símbolo de los 6000
años de la duración del mundo y, el sábado, como símbolo del reposo escatológico que seguirá al
juicio final.

57
Cf. J. DANIELOU, Théologie du judéo-christianisme, (Tournai 1958).
58
El Ps. Bernabé no emplea la palabra «alegoría» y derivadas de ella, y sí en cambio emplea la palabra typos.

- 21 -
Los Padres apostólicos

También la interpretación específicamente tipológica viene en la carta de Bernabé dilatada


respecto a los precedentes paulinos, pero también quedando circunscrita a los hechos narrativos en
el libro de la ley, y algunas veces los detalles de los textos son hechos objetos de interpretación muy
puntual. Es característica de este autor la presentación de enteras series de hechos reagrupados en
torno a tipologías individuales: por ejemplo, los ritos del día de ayuno, del chivo expiatorio, del
sacrificio del cordero (cc. 7-8), son presentados en conjunto como typoi del Jesús sufriente59; más
allá de la tipología paulina, son interpretados como referencias al bautismo una gran cantidad de
pasajes del AT en los cuales se habla del agua (c. 11) 60; viene referido a la cruz la narración de
Moisés que, durante la batalla entre israelitas y amalecitas, reza a manos extendidas (Cf. Ex 17,8ss)
(c. 12).

No obstante los límites y los peligros señalados, la Epístola de Bernabé queda como un
documento significativo e importante para la historia de los orígenes de la exégesis cristiana del AT.

6.3.4. El tema de las dos vías

La segunda parte de la Carta está dedicada al tratado moral de las dos vías. Como es bien sabido, es
un lugar clásico de la catequesis moral del cristianismo primitivo, sobre todo para los convertidos
provenientes del paganismo. Por este motivo este documento también es importante para la historia
de la catequesis moral antigua 61. La catequesis moral es de la que se conservan los testimonios más
antiguos, y muchas veces ella constituyó la única preparación a la recepción del bautismo.

6.4. Unidad literaria y transmisión de la carta

La desproporción de la segunda parte de la Carta (muy breve) en comparación de la primera (muy


extensa y no del todo homogénea), había hecho pensar a algunos estudiosos que el escrito fuese un
texto compuesto, fruto de varias interpolaciones sucesivas. En la actualidad la crítica tiende a
reconocer la unidad de la obra 62, incluso desde el punto de vista literario, y atribuye las durezas

59
La simbología del Cordero es muy rica de detalles: el Cordero es Jesús, los pecadores que lo ofrecen son los judíos
que lo han matado, los niños que asperjan la sangre (este detalle no aparece en Nm 19, pero deriva de la Mishna) son el
símbolo de los apóstoles; la lana sobre el leño indica que el reino de Jesús está sobre el leño, etc. (8, 2-6).
60
Cf. F. SCORZA BARCELLONA, L’Epistola di Barnaba, (Torino 1975) 149ss.
61
Cf. J. DANIÉLOU J., R. CHARLAT DU, La catequesis en los primeros siglos, (Madrid, Studium 1975) 115-129.
62
Cf. H. WINDISCH, Der Barnabasbrief, (Tübingen, J.C.B. Mohr 1920).

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estilísticas y formales a la escasa elaboración de las fuentes y recolección de los testimonios 63, y de
los documentos catequéticos64.

El texto ha sido transmitido en el original griego en el famoso Codex Sinaiticus65 del IV


siglo, donde se encuentra de manera íntegra inmediatamente después del libro del Apocalipsis, y en
el Codex Hierosolymitanus del 1056, descubierto por el metropolita F. Bryennios en el 1873.

7. «El Pastor» de Hermas

7.1. El «Pastor» en la antigüedad

El Pastor de Hermas, incluido entre los «Padres Apostólicos» es en realidad un Apocalipsis apócrifo
que gozó, en la antigüedad, de una grande estima y de una notoriedad que se podría parangonar con
la de la Imitación de Cristo en los tiempos modernos. San Ireneo lo considera como sagrada
escritura (Ad versus Haereses, 4, 20, 2). Clemente Alejandrino (Stromata, 1, 17, 85, 4; 1, 29, 181, 1)
y Orígenes (In romani, 10, 31) lo consideran también como libro inspirado, aunque si bien no a la
par de los evangelios o de la cartas de san Pablo.

Pero esta suerte, fue sólo efímera. Después de Orígenes, en el Oriente el Pastor se incluyó en
el alón de deficiencias hacia todos los Apocalipsis. El Occidente fue primeramente favorable; pero,
hacia el año 200, El fragmento Muratoriano prohibió realizar la lectura pública de este escrito en las
asambleas, porque no se trataba ni de un profeta, ni un apóstol. A finales del siglo IV san Jerónimo
atestigua que «el Pastor es leído públicamente en algunas iglesias griegas, pero entre los Latinos se
volvió un escrito casi totalmente desconocido»66. El Decretum Gelasianum de libris recipiendis et
non recipiendis lo relegó definitivamente entre los libros apócrifos.

Los datos más seguros, son quizás los del Código de Muratori, que afirma: «El Pastor fue
escrito recientemente, en nuestros tiempos, en la ciudad de Roma, por Hermas, mientras su hermano
Pío (140-154) ocupaba la sede episcopal de la iglesia de la ciudad de Roma. Era necesario, por tanto,

63
Cf. P. PRIGENT, Les testimonia dans le christianisme primitif : l'épître de Barnabé I-XVI et ses sources, (Paris, J.
Gabalda 1961).
64
Cf. K. WENGST, Schriften des Urchristentums: Didache (Apostellehere). Barnabasbrief. Zweiter Klemensbrief. Schrift
an Diognet, (München, Kösel 1984).
65
Codex Sinaiticus Petropolitanus: the New Testament, the Epistle of Barnabas and the Shepherd of Hermas preserved
in the Imperial Library of St. Petersburg, now reproduced in facsimile from photographs by Helen and Kirsopp Lake;
with a description and introduction to the history of the codex by Kirsopp Lake.
66
De los hombres ilustres, 10.

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leerlo: pero no hacer lectura pública al pueblo en la Iglesia, incluido entre los profetas, porque el
número de estos era completo, y mucho menos entre los apóstoles, porque el tiempo de los apóstoles
había ya concluido».

El Catálogo Liberiano fue redactado ya tarde, en torno al 354; pero muy probablemente el
redactor se ha referido a la Crónica de Hipólito, que es del 234, y se vale de listas de obispos que se
remontan hasta el 170, época muy cercana a Pío I, del cual ha dicho: «Bajo su pontificado, el
hermanos suyo, Hermas, escribió un libro en el cual están contenidos los preceptos que le dio un
ángel, venido hasta él con vestido de pastor» 67.

7.2. La «autobiografía» de Hermas

En su escrito, Hermas nos ofrece datos «autobiográficos», cuya historicidad es puesta en duda por
algunos autores. El modo en como habla de la Arcadia, induce a pensar que ese sea su país de
origen. Crecido en el cristianismo, fue vendido como esclavo a una señora cristiana de Roma, de
nombre Rode, la cual le dio la libertad68.

Hermas alcanzó rápido la riqueza, tuvo esposa e hijos. Sumergido en los negocios, se
preocupó poco de la familia, por lo que sus hijos se abandonaron a toda suerte de vicios, y cuando se
desató la persecución, no sólo apostataron sino que también denunciaron a sus padres. En
consecuencia, parece que les fueron confiscados, al menos en parte, sus bienes y fueron reducidos a
una pobreza relativa, aunque poseyendo algo de poder y a sus siervos.

La desgracia lo hizo volverse cristiano fervoroso y del Señor recibió el encargo de predicar la
penitencia. Por el Pastor, podemos conocer que en tiempos de Hermas había todavía profetas en la
Iglesia. Él asume semejante misión y trata de imitar la forma literaria de éstos. La singularidad del
estilo es debía al género apocalíptico 69, del cual el autor imita las formas. El Pastor revela un cultura
judeo-cristiana, con elementos helenísticos. E lenguaje es el del pueblo. Más que un literato, Hermas

67
L.M.O., DUCHESNE, Le Liber pontificalis aux mains des guibertistes et des pierléonistes, (Rome, Cuggiani, 1921) I, 4.
68
La condición de esclavo, aseverada en el escrito, no es fácilmente conciliable con la condición de ser hermano del
Papa Pío I, dato ofrecido por fuentes autorizadas. La narración tiene el sabor de una invención literaria hecha para
anunciar una tesis, la del rigorismo intransigente, contra la cual está volcada el libro.
69
«Quiere decir revelación. Se propone revelar en lenguaje esotérico los secretos y exponer el programa de los últimos
acontecimientos, que creía estaban por llegar de un momento a otro». J. BRIGHT, Historia de Israel, 487. Para una
profundización de este género: F. MEZZACASA, La Biblia habla así, = Evangelizar hoy, (Asunción, Don Bosco 1982)
176-182.

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Los Padres apostólicos

es un hombre práctico, buen conocedor de los hombres y óptimo moralista, lleno de comprensión
para la debilidad humana, y por eso autor de un cristianismo equilibrado, lejano de exageraciones
rigoristas.

7.3. Los tiempos descritos en el Pastor

Cuando Hermas concebía la idea de escribir su libro, la Iglesia estaba saliendo de la persecución,
durante la cual los fieles fueron llevados delante de los tribunales, interrogados sobre su condición y
confesión de cristianos, invitados a renegar, a blasfemar contra Cristo y a hacer sacrificios a los
ídolos. Muchos habían apostatado: había incluso quien había traicionado a los propios hermanos,
denunciándolos, como lo hicieron sus hijos con Hermas. Los que apostataron fueron liberados; los
demás fueron sancionados con penas diversas, prisión, flagelaciones, cruces, bestias feroces.
Algunos, como el caso de Hermas, solo sufrió la confiscación de los bienes materiales.

La composición del libro debió durar bastantes años, que fueron de una paz relativa. La gran
tribulación, que Hermas avista como próxima y preconizadora de la Parusía en las Visiones, con las
cuales se abre su libro, parece que no haya tenido lugar. En la segunda parte de la obra (Preceptos y
Semejanzas), Hermas no habla más de esta grande tribulación, sino de un estado en permanente
hostilidad entre la Iglesia y el imperio, razón por la cual el cristiano debe considerarse como un
extranjero en esta tierra, siempre listo al martirio: Expeditum morti genus. Este estado de cosas
corresponde exactamente a los tiempos de Antonino, después de la respuesta de Trajano a Plinio.

Hay un capítulo 9 de las Semejanzas, que posee una correspondencia perfecta de


pensamiento y de ambiente con el escrito. No hay ya persecución declarada, en este período, pero
los cristianos están a la merced de sus denunciadores: Justino está a la merced de Crescente (Cf.
Apología II, 3), Policarpo a la merced de los paganos de Esmirna que lo conocen.

Es difícil precisar cual es la persecución a la cual se refiere Hermas de haber escapado. San
Ireneo informa que el Papa Telesforo murió mártir en Roma, en torno al año 136 (Adversus
Haereses, 3, 3, 3). Ciertamente no fue la única víctima. Podría tratarse de la persecución que sufrió
la familia de Hermas, y los años que siguieron a ella los años de composición del Pastor.

7.4. El mensaje de penitencia predicado por Hermas: primer grado en la disciplina penitencial

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El Pastor es un libro que busca edificar, «un vasto examen de conciencia de la iglesia romana» 70,
una invitación a la penitencia, de carácter apocalíptico.

En los primeros decenios del siglo II, las filas de los cristianos aumentaron. Es la
constatación hecha por Plinio en Bitinia: «muchos de cualquier edad, de cualquier orden y también
de ambos sexos… Ni el contagio de esta superstición se ha limitado a las ciudades, pues también se
ha difundido en los barrios populares y por el campo… Los templos están casi desiertos… las
víctimas encontraron raros compradores…» 71. El mismo aumento del número de cristianos debió ser
confirmado en Roma, como se puede intuir por los datos que ofrece el Pastor. Pero el fervor había
venido a menos: para muchos el cristianismo no era más una conquista voluntaria, obtenida con
frecuencia por medio de sacrificios heroicos. Muchos eran ya nacidos en el cristianismo sin haber
optado por él y lo vivían sin entusiasmo: padres que descuidaban a la familia y la dejaban caer en los
vicios, como hizo Hermas, cristianos tibios, cristianos que vivían como paganos, pecadores,
blasfemos, apostatas… También en el clero había graves faltas: diáconos que se enriquecían con los
bienes de la Iglesia, presbíteros habidos de ocupar los primeros lugares.

La persecución había dado una sacudida a la comunidad cristiana: junto a los mártires, se
descubrieron los cobardes y los apostatas. Un grupo considerable fue dejado fuera de la Iglesia, y
empujado por la desesperación de las corrientes rigoristas, los cuales proclamaban que para esos
tales no había más salvación.

El mensaje de Hermas se injerta en esta delicada situación con una intuición psicológica y
pedagógica realista y perspicaz: no acabar con la esperanza de salvación para ninguno y poner un
límite al desenfreno: «hay posibilidad de penitencia y de reconciliación para todos aquellos que han
pecado, pero esa es la última ocasión». «Escuche, dijo, Señor, de algunos maestros que no hay más
penitencia sino cuando descendemos en el agua y recibimos la remisión de nuestros pecados
pasados. Pero dijo: Escuchaste bien, así es en efecto. Necesitaría que quien ha recibido la remisión
de los pecados no pecase más, sino que se establezca en la inocencia» (De los mandamientos, 4,3).

No pecar más: pero el hecho es que muchos han pecado. Hermas es el encargado de predicar
la penitencia para estos infelices. Esos podrán obtener el perdón, siempre y cuando hagan penitencia

70
J. TIXERONT, Histoire des dogmes, I (París 1909) 122.
71
R.E. VAN VOORST, Gesù nelle fonti extrabibliche, = Studi sulla Bibbia e il suo ambiente 9 (Milano, San Paolo 2004)
37-44.

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«antes del día fijado», pero que dicho día queda como misterioso, porque se trata de un día
comprendido de modo escatológico.

Sucesivamente para Hermas, seguirá presente el hecho de que los hombres «pecan incluso
después del bautismo» y que tales pecados pueden obtener el perdón, y la Iglesia los perdonará.
Gradualmente se volverá una praxis común y regular la remisión de los pecados que son
consideraros graves, es decir, la apostasía, la fornicación y el homicidio. El primer paso en la
disciplina penitencial fue hecho por Hermas, el cual afirma: «esta es la última ocasión para obtener
el perdón de Dios», pero en realidad hace comprender «que Dios no es como los hombres, que
conservan el recuerdo del mal; él no conoce el resentimiento, sino que tiene una tierna compasión
para con sus criaturas» (De los mandamientos, 9,3), y el único límite al perdón de Dios es el rechazo
por parte del pecador: «las piedras que caen en el fuego y se queman, son aquellos que se han
separado definitivamente del Dios viviente; y el pensamiento de hacer penitencia no ha entrado
jamás en su corazón» (De las visiones, 3,7,2).

Hermas demuestra poseer un profundo sentido católico y un buen espíritu profético al


entrever el camino de la disciplina penitencial, del cual su escrito representa el primer escalón de
una grande escalera que estaba por construirse.

7.5. Caracteres de la doctrina penitencial de Hermas

Hermas, predicando el perdón de los pecados, cometidos después del bautismo, no hace otra cosa
sino confirmar un uso de la Iglesia, contra las afirmaciones de la corriente rigorista: no dice que sea
la primera vez que se conceda tal perdón, sino que ésta es la última ocasión para obtenerlo.

La penitencia predicada por Hermas es universal, es decir que no excluye ningún pecado: esa
no tiene otro límite más que la disposición del pecador. Sólo están excluidos los que «en su corazón
no ha entrado más el pensamiento de hacer penitencia» (De las visiones, 3,7,2), aquellos «que
voluntariamente se han orientado hacia el mal, y cuya penitencia no sería otra cosa sino una
hipocresía y una nueva profanación del nombre de Dios» (De las semejanzas, 8,6,2).

La penitencia implica una «metánoia», es decir, un cambio de la voluntad convertida hacia


Dios, dado que voluntariamente se somete a las penas debidas a la culpa. Hermas indica también
una tarifa: «una hora de placer viene penalizada con treinta días de penitencia; un día, con un año»

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(De las semejanzas, 6,4). Entre las obras de penitencia también viene comprendido el ayuno:
«ayunarás a pan y agua; pero se presupuestará la suma de las comidas ahorradas y con ello se hará
limosna a la viuda, al huérfano y al necesitado» (De las semejanzas, 5,3,7). «Aunque el ayuno que
más agrada al Señor es el que el hombre no haga el mal, sirviendo al Señor con corazón puro y
observando sus mandamientos» (De las semejanzas, 5,3,5).

La penitencia produce una santificación interior, parecida a la que produce el bautismo por la
infusión del Espíritu Santo (Cf. De las semejanzas, 5,7, 1-2). Ella aparece en Hermas como un
«negocio» entre Dios y el pecador. La reconciliación con Dios está ciertamente en primer plano;
pero sucede en la Iglesia y por medio de la Iglesia. La predicación de la penitencia es motivada por
Hermas para que la Iglesia la lleve a cabo. Volver a Dios significa ser parte de la Iglesia,
simbolizada como una torre en construcción.

Hermas pone en primer plano el cambio interior del alma delante de Dios, porque es ese el
objetivo al que quiere llevar a los pecadores. En cuanto al modo de reingresar en la Iglesia, no era
necesario explicarlo, porque era conocido de todos y viene simbolizado en todo el escrito de
Hermas.

Finalmente hay que decir que la lengua usada por Hermas es una lengua popular, la de los
ambientes helenísticos de Roma, de Alejandría y de las grandes ciudades del Asia, con anacolutos,
construcciones irregulares propias del hablar familiar, repeticiones de términos que tienen un cierto
sabor pueril, y algunas veces también con cierta oscuridad debido al carácter apocalíptico. Y sin
embargo, la fascinación y la eficacia persuasiva del Pastor le vienen justamente de este estilo
original, espontáneo, colorido, simple y algunas veces infantil. Si en algún punto se nota la
incomodidad que produce la expresión, debe tenerse presente que tal incomodidad viene también en
el original. Así escribe su autor.

Una última palabra sobre la división del escrito: este comprende 5 visiones, 12 preceptos y
10 semejanzas.

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