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Se entona el canto:
Ya resuena melodiosa
la Angélica legión
con la nueva venturosa
por los valles la canción
Es la alegre bienvenida
del caudillo de Israel,
que desciende a dar la vida
y la Paz al pueblo fiel.
Guía: Padre Santo, que nos has donado a tu Hijo, enséñanos a donarnos y a
compartir nuestra vida con todos nuestros hermanos. Padre nuestro…
Guía: Cristo Palabra eterna, que al venir al mundo anunciaste la alegría a la tierra,
alegra nuestros corazones con la gracias de tu visita. Padre nuestro…
Guía: Espíritu Santo, fuente de luz, ilumina nuestras vidas para que la Luz de Jesús
nos traiga la Paz. Padre nuestro…
Guía: Señor Jesús, Dios de la vida, estamos aquí reunidos para adorarte, queremos
permanecer en tu presencia, queremos recibirte en nuestra vida.
Todos: En el principio la Palabra era Dios y esa misma Palabra nos ha nacido como
Salvador del mundo.
Todos: Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la
herencia del pueblo santo en la luz.
Todos: Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino
de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los
pecados.
Todos: Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda creatura; pues por medio
de él fueron creadas todas las cosas:
Todos: Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud. Y por él quiso reconciliar
consigo todas las cosas. Haciendo la paz por la sangre de su cruz, así del cielo
como de la tierra.
Todos: En el principio la Palabra era Dios y esa misma Palabra nos ha nacido como
Salvador del mundo.
Lector 1: El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz intensa; los que vivían en
tierra de sombras quedaron inundados de luz. Porque un niño nos ha nacido, un
hijo se nos ha dado; lleva sobre sus hombros el signo del imperio y su nombre será:
“consejero admirable”, “Dios poderoso”, Padre eterno”, “Príncipe de la paz”. Su
glorioso reino no tendrá límites y su paz no tendrá fin. Establecerá el trono de David
y lo consolidará con la justicia y el derecho, desde ahora y para siempre. El celo del
Señor Todopoderoso lo realizará. (Is 9, 1.5-6)
Momento de silencio
Lector 2: Mientras José y María estaban en Belén, le llegó a ella el tiempo de dar a
luz y tuvo a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre,
porque no hubo lugar para ellos en la posada. En aquella región había unos
pastores que pasaban la noche en el campo, vigilando por turno sus rebaños. Un
ángel del Señor se les apareció y la gloria de Dios los envolvió con su luz y se
llenaron de temor. El ángel les dijo: “No teman. Les traigo una buena noticia, que
causará alegría a todo el pueblo: hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un
Salvador, que es el Mesías, el Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán al niño
envuelto en pañales y recostado en un pesebre”. De pronto se le unió al ángel una
multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: “¡Gloria a Dios en el
cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!”. (Lc 2, 6-14).
Momento de silencio
Se entona el canto:
Adeste fideles
Laeti triumphantes
Venite, venite in Bethlehem
Natum videte
Regem angelorum
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum
En grege relicto
Humiles ad cunas
Vocati pastores approperant
Et nos ovanti gradu festinemus
Adeste fideles
Laeti triumphantes
Venite, venite in Bethlehem
Natum videte
Regem angelorum
Escúchanos, oh Maestro.
- Para que la Iglesia, haciendo suyo el anhelo de Cristo, acoja a todos los
pueblos.
- Para que nuestra comunión con los hermanos y con el Papa nos encamine a
la unidad con todos los hombres.
- Para que en todos los pueblos del mundo se realice la verdadera democracia,
haya trabajo para todos, justicia social y caridad.
Jesús, Maestro divino, que has dicho: “La mies es mucha, pero los obreros
pocos”, con amor recibimos tu invitación: “Rueguen al dueño de la mies que mande
obreros para la cosecha”.
Suscita una cruzada vocacional: “Todos los fieles para todas las vocaciones”.
Que haya más sacerdotes y sean sal de la tierra, luz del mundo, ciudad puesta en
alto, para la salvación de la humanidad redimida con tu Sangre.
María, “la elegida de Dios”, Madre y protectora de las vocaciones, ruega por
nosotros y por todos los que Dios ha llamado. Amén.
Se entona el canto: