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LA SANTISIMA TRINIDAD SEGÚN SAN AGUSTÍN

1. UNIDAD E IGUALDAD
San Agustín profesa su fe y la fe de la Iglesia católica: «el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo insinúan, mediante la inseparable igualdad de substancia única e idéntica, la
divina unidad y, por eso, no son tres dioses sino un único Dios -aunque el Padre ha
engendrado al Hijo y por eso el Hijo no es quien es Padre, y el Hijo ha sido
engendrado por el Padre y por eso el Padre no es quien es Hijo, y el Espíritu Santo,
también el coigual al Padre y al Hijo y perteneciente a la unidad de la Trinidad, no
es el Padre ni el Hijo, sino solo Espíritu del Padre y del Hijo-; no, empero, esa
Trinidad sino solamente el Hijo ha nacido de María virgen, ha sido crucificado bajo
Poncio Pilato y sepultado, ha resucitado al tercer día y ha ascendido al cielo» . Agustín
concluye: «Esta es la fe también mía, cuando esta es la fe católica
1.1. Tres dificultades (Preguntas que fatigan al obispo de Hipona)
Primera dificultad. el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, ¿más
la Trinidad no es tres dioses sino un solo Dios?
Segunda dificultad. ad extra, la Trinidad actúa inseparablemente en cada cosa, esto es,
sus operaciones ad extra son inseparables; pero la Escritura parece indicar que la voz del
Padre (cfr. Me 1,11) no es la voz del Hijo y de los tres ninguno sino el Hijo ha nacido,
sufrido, ha sido resucitado y ha ascendido al cielo
Tercera dificultad. Solo el Espíritu Santo ha aparecido en forma de paloma (Mt 3,16);
¿cómo, pues, la Trinidad, que ad extra actúa inseparablemente, lleva a cabo acciones
diversas?
El Espíritu Santo no es engendrado por el Padre ni por el Hijo ni por ambos, aunque él
es el Espíritu del Padre y del Hijo. ¿Cuáles son, pues, las propiedades personales del
Espíritu Santo, y cuál es la naturaleza de la distinción, en Dios, entre generación y
espiración?
Para facilitar la solución Agustín da las siguientes reglas
a. Cuando los textos escriturísticos se refieren sin mención explícita de la Trinidad al
único Dios verdadero, que es la Trinidad, estos textos han de entenderse no solo de
una persona sino de las tres.

b. Para indicar y recordamos que Dios es Trinidad, la Escritura dice ciertas cosas de
esta o aquella persona, mas no de otras, pero esto no ha de entenderse como si lo
predicado de alguna no pueda serlo también de las restantes. Hay aquí una cuestión
de «economía» divina en la manifestación de la Trinidad, por ejemplo, Jn 14,16-24

c. Regla Canónica. Los textos escriturarios sobre Cristo han de entenderse, unos, de
Cristo hombre, otros, de Cristo Dios o, para usar el lenguaje de san Pablo, de Cristo
según la forma de Dios. Según esta regla el Hijo, si bien procede del Padre, no es
inferior a este; los textos neotestamentarios que hablan sobre la superioridad o
precedencia del Padre respecto al Hijo, muestran no que exista desigualdad entre
ambos, sino que el segundo ha nacido del primero.
1.2. Las teofanías
Tras haber hecho un cuidadoso análisis de las Sagradas Escrituras, nadie puede afirmar
a la ligera cuál de las personas de la Trinidad se apareció a cada uno de los Padres o
profetas, a menos que el contexto de la Sagrada Escritura ofrezca algunos argumentos
probables en favor de alguna de las personas divinas.

¿fue creada expresamente una criatura con la tarea de revelar a Dios a los ojos
humanos, o fueron enviados en nombre de Dios los ángeles, que ya existían?
Agustín responde firmemente que, cuando Dios se aparecía a los Padres de la
antigüedad antes de venir el Salvador, las voces y formas corporales eran producidas
por ángeles.

Como hacen los ángeles estas cosas, o mejor, como las hace Dios mediante los ángeles,
Agustín confiesa ingenuamente ignorarlo; sin embargo, añade «afirmamos que fueron
realizadas mediante ángeles, pues asi lo ensena la divina Escritura».

1.3. Las misiones divinas


Argumento arriano. Quien envía es mayor que su enviado; por tanto, el Padre es
mayor que el Hijo, pues el Hijo siempre dice haber sido enviado por el Padre;
consiguientemente, el Padre es mayor que el Espíritu Santo.
Respuesta de San Agustín. Ni el Hijo es menor porque el Padre lo envíe, ni tampoco
el Espíritu Santo es menor porque el Padre y el Hijo lo envíen. La Escritura utiliza ese
lenguaje en atención a las criaturas visibles, o mejor, en orden a hacer conocer el
principio de procedencia de las personas en la Trinidad.
Principio de teología trinitaria.
Todas las operaciones de la Trinidad al exterior de sí son inseparables. La entera
Trinidad produjo por actuación común la voz del Padre, la forma del Hijo y la paloma
del Espíritu Santo, aun cuando, en virtud del principio de apropiación, cada acción se
atribuye a una persona y no a las otras dos.

1.4. Conclusión
- En san Agustín, las teofanías y misiones divinas no implican ninguna especie de
inferioridad o subordinación de una persona divina respecto a otra.
- Esta doctrina ha acabado con todas las formas de subordinacionismo.

2. LA TEORÍA DE LAS RELACIONES

2.1. Cognoscibilidad de Dios


«a Dios hemos de comprenderlo como bueno por encima de toda calificación, grande
sin cantidad, creador sin penuria, presente sin ubicación, contenedor de todo, por nada
ocupado, todo el por doquier sin ocupar lugar, sempiterno sin tiempo, hacedor de lo
mudable, nunca mudado y por nada alterado. Asi evitamos el peligro de pensar sobre
Dios algo que Él no es, aun cuando no lo hayamos comprendido a él enteramente.
Eunomio. Sostenía que un Dios de simplicidad no puede ser un Dios de misterio, pues
incluso un hombre es tan competente como Dios para conocer la simplicidad.

2.2. Dios es esencia


Dios es una substancia o mejor una esencia, que los griegos llaman «ousia». «Esencia»
recibe esta denominación de «ser». El que es posee el ser en grado sumo. Excepto la
esencia de Dios, todas las esencias o substancias son capaces de recibir accidentes y, por
tanto, de cambiar. En Dios no hay accidentes. Puesto que Dios no puede estar sujeto a
cambio alguno, puede ser llamado, en el sentido más verdadero, Ser.
Sí cuanto de Dios se predica, siempre es predicado de su substancia, entonces las
palabras yo y el Padre somos uno se aplican también a su substancia; de ahí que el
Padre y el Hijo son de una substancia y no dos substancias diversas, según mantienen
los arrianos.

2.3. Relación
Se refiere a su substancia, pues algo puede ser dicho de él respecto a la relación, por
ejemplo, la relación del Padre al Hijo y la del Hijo al Padre. Con la generación del Hijo
no se introduce en Dios ningún accidente, pues es eterna; el Hijo siempre fue
engendrado y nunca comenzó a ser Hijo ni cesará jamás de serlo. Por tanto, en su
substancia no existe diferencia porque las denominaciones Padre e Hijo no se refieren a
la substancia sino a la relación, la cual no es un accidente porque no es mudable.

2.4. El No Engendrado
Argumento arriano. Padre se dice en relación al Hijo, e Hijo al Padre; pero ingenito y
engendrado dicen relación a sí mismos. Ahora bien, todo cuanto dice habitud a sí
mismo se predica según la substancia, por lo que “no engendrado” y “engendrado” son
substancias diversas por ser uno diverso del otro.

Respuesta de san Agustín. Cuando uno afirma que el Padre es “no engendrado”, no
designa lo que él es, sino que se limita a declarar lo que no es. Puesto que “engendrado”
expresa una relación, no engendrado niega simplemente una relación y no una
substancia.

2.5. Tres Reglas


Para hablar correctamente del Dios Uno, que es la Trinidad
- Todo vocablo absoluto cuanto de algo se predica respecto a el mismo designa la
substancia; todo termino relativo cuanto de algo se predica sobre sus relaciones
atañe no a la substancia sino a una relación.
- «La fuerza de una misma substancia en el Padre y en el Hijo y en el Espíritu Santo
es tan intensa, que, cuanto se predica de cada uno respecto a el mismo se ha de
entender no en plural por adición, sino en singular». Y esto por la identidad
sustancial entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
- No hay tres dioses sino solo uno, no hay tres grandes sino solo uno, no hay tres
buenos sino solo uno, no hay tres omnipotentes sino solo uno
Conclusión de las reglas. «Cualquier cosa que se predique de Dios en cuanto tal, se
predica en singular de cada una de las tres personas esto es, del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo- y, a la vez, de la Trinidad misma, pero no en plural sino en singular.
2.6. Una esencia, Tres personas
Los griegos usan el término «hipostasis», pero Agustín admite que no conoce que
diferencia de significado establezcan ellos entre «ousia» y «hypóstasis». Los escritores
latinos que tratan en griego estas cuestiones, usan las expresiones “mian ousian, treis
hipostaseis”, es decir, una esencia tres sustancias.

Interpretaciones de la fórmula “una esencia tres personas”


- propone considerar la esencia como sustrato único, presente en las tres personas.
Agustín acepta esta explicación: «Por tanto, los vocablos: substancia y esencia los
entendemos no según la categoría de especie y género, sino como cuando hablamos
de un material único y común. Por ejemplo, si de un mismo lingote de oro se
esculpen tres estatuas, hablamos de tres esculturas y un solo lingote de oro, pero no
denominamos genero al oro y especie a las estatuas, ni al oro especie y a las estatuas
individuos de ella».

2.7. Conclusión
- Lo rescatable en el argumento de San Agustín contra los arrianos es que el concepto
formal de persona divina tuvo que transformarlo en concepto relacional, lo cual
sugiere la posibilidad de transformar el concepto de persona, aplicado a los seres
humanos, en concepto también relacional. (Persona como un ser en relación)

3. EL HOMBRE INTERIOR, IMAGEN DE LA TRINIDAD

3.1. De modo más íntimo


En este apartado nos suministra la clave del mundo reflexivo, analítico y contemplativo
de Agustín. Para que el alma pueda mirar la esencia de la verdad purificada de toda
escoria material, tiene que comenzar su lento y largo ascenso por medio de la oración y
la reflexión continua sobre las verdades de fe; lo cual culminara, por último, en un
mejor conocimiento de Dios y en la contemplación de este, el Dios de la verdad,
bondad, justicia y amor.
Se trata de una elevación mística y una exhortación a conocer a Dios por medio de las
perfecciones de las criaturas. Agustín intenta que el lector comprenda de alguna forma
lo que Dios es. Para lograrlo toma en consideración cuatro perfecciones fundamentales:
verdad, bondad, justicia y amor. Están en Dios y son Dios.
Agustín insiste que tenemos que adherirnos a Dios mediante el amor para poder gozar
de su presencia. Si no lo amamos ahora, nunca lo veremos. Antes de poder ver y
percibir a Dios Él tiene que ser amado mediante la fe. Subraya el importante papel de
las virtudes teologales.
Sabiduría teológica. Es el conocimiento y el amor de la verdad y del bien que
encuentran su realización y fruición con las tres virtudes teologales, cuyo papel consiste
precisamente en unir al alma con Dios. Esta sabiduría es una síntesis viviente de fe,
esperanza y amor.
Sobre la cuestión de la Trinidad y el conocimiento de Dios. Se trata de tener en
cuenta que Dios es amor. Él está dentro de nosotros si queremos estar con Él. No digas,
no sé qué amar, Ama a tu hermano y amarás al mismo amor. Ves la Trinidad, si ves el
amor. El amor fraterno en sí mismo no sólo proviene de Dios, sino que es también Dios.
Tres hay: amante, amado, amor.
3.2. Mente, noticia, amor
La mente, su amor y su conocimiento son una especie de Trinidad. Los tres son una
única realidad y, cuando son perfectos, son iguales. Los tres son inseparables unos de
otros, cada uno de ellos es una substancia y los tres juntos son una substancia o esencia,
mientras los vocablos expresan relación mutua.
En resumen:
el hombre interior es una imagen de la Trinidad. Mente, conocimiento, amor; tres
realidades, que son una sola cosa y, cuando son perfectas, son iguales. Existen
relaciones reciprocas entre estas realidades. La palabra está en el amor y el amor en la
palabra.
Una Trinidad más evidente
Agustín quiere determinar cómo se conoce el alma a sí misma. Él se pregunta cómo la
mens trata de conocerse, sabe que está buscándose: por lo tanto, se conoce a sí misma.
Esto equivale a invitarla a mirar dentro de sí y a vivir conforme a su naturaleza:
sometida a Dios que la rige, el alma puede, a su vez, regir los seres que están bajo su
gobierno.
Por tanto, cuando al alma se le intima el autoconocimiento, le piden que retire esa costra
de tierra a la que se ha adherido por incremento de aquellas imagenes de objetos
sensibles, que dejan -por asi decir- sus huellas impresas en la mente que los ama
desordenadamente. Precisamente, retirando lo que al alma la enmascara ante sí misma,
recobra ella el conocimiento intuitivo de sí.
El alma conoce que entiende, existe y vive. No puede dudar de que vive, recuerda,
entiende, quiere, piensa, conoce, juzga, porque en su duda verdadera están implicados
todos estos actos, reconocidos por el alma como parte y parcela de su propia substancia
espiritual. Los tres principales poderes del alma son memoria, entendimiento y
voluntad. Ellos constituyen una única substancia espiritual; cada uno está contenido en
los otros y todos en cada uno y se distinguen mediante sus relaciones mutuas.
Trinidad del hombre exterior
En el hombre exterior uno no puede hallar una imagen verdadera de la Trinidad; si, en
cambio, sólo un vestigio.
. «La trinidad del hombre exterior aparece primeramente en lo que se ve fuera, y consta
del objeto visto, de la forma que desde el objeto viene a imprimirse en la visión del que
ve, y de la tensión de la voluntad, que une a ambos. Pero estos tres elementos ni son
iguales entre sí ni son de una sola substancia.
Una segunda trinidad es el acto de recordar. La forma impresa en la memoria, visión
que el espíritu alcanza, y por la voluntad que mantiene fija en la forma impresa en la
memoria la capacidad visual del espíritu.
3.3. Una especie de trinidad en la ciencia
La trinidad de la ciencia consta de memoria, pensamiento y voluntad.
3.4. La Trinidad de la fe
La trinidad de la fe consta del recuerdo de los datos temporales de fe, el pensamiento y
la voluntad. Agustín describe este ascenso como por gradas desde lo corpóreo a lo
noético. (En la memoria están los sonidos de los contenidos de la fe o de las palabras- se
forma la visión de nuestra meditación al pensar en ellos-nuestra voluntad piensa, une
recuerdo y reflexión).
Ascendiendo más Agustín encuentra una segunda trinidad, la trinidad del hombre
interior. Nociones que de esta fe y de la vida virtuosa hay en el alma del creyente
replican cierta trinidad sui generis: cuando están almacenadas en la memoria y son
atentamente miradas por el recuerdo y gustan a la voluntad. La vida de según la trinidad
del hombre interior es auténtica, cuando uno practica las virtudes morales y teologales.
3.5. Trinidad de la mente – de la sabiduría- Imagen de Dios
Cuando el alma o espíritu recuerda a Dios, lo conoce y lo ama, una Trinidad de
sabiduría irradia la imagen de Dios en el alma. El alma ha sido creada capaz de Dios y,
solo cuando ella se une a Dios, puede encontrarse de nuevo. Realiza verdaderamente en
sí misma aquella imagen que la convierte en imagen de Dios. Esta imagen se forma por
la renovación interior y moral, la cual requiere conocer a Dios por la memoria y la
conciencia, perseverancia intelectual para alcanzar justicia y santidad verdaderas. De
esta manera, la trinidad humana-memoria, entendimiento y voluntad- llega a ser imagen
perfecta de Dios y comparte la condición divina.
3.6. Diferencias de esta imagen con respecto a la Trinidad. Visión en
espejo
Ya llegamos a ver que el ser humano es imagen de la Trinidad. Por encima de ella esta
Dios. Que esta sea trinidad, debemos demostrarlo no solo los creyentes sino también los
intelectuales. A los primeros mediante la autoridad de las Sagradas Escrituras, a los
segundos mediante algún razonamiento si podemos.
3.7. La singularidad y misterio de procesión del Espíritu Santo
Agustín establece firmemente el hecho y modo de procedencia del Espíritu Santo del
Padre y del Hijo como característica de la Iglesia latina frente a las Iglesias orientales.
3.8. Notas conclusivas. Un análisis final
- Para Agustín el fundamento de la fe es la razón. Sin este este discurso razonado no
puede haber fe en la Trinidad.
- Los destinatarios de esta obra son los herejes arrianos, puesto que son los que piden
razón de la Trinidad. También se debe añadir a los maniqueos y neoplatónicos.
- Presenta una teoría de los signos naturales: los vestigios de las cosas creadas, los
vestigios del hombre exterior, la semejanza entre el hombre interior y la imagen de
Dios. El punto focal es el espejo, mediante el cual vemos confusamente.
- La fe la clave para comprender la alegoría, esto es, la procesión eterna de las
personas de la divina Trinidad.

3.9. Mensaje de San Agustín para el hombre moderno

- ¿De qué provecho es un hombre para sí mismo, si no está cierto de que en sus
profundidades él está construido sobre la certeza de si? ¿De qué provecho es un
hombre para los otros, si, antes que nada, él no se conoce? ¿Qué valor tiene una
sociedad unida solo por metas extrínsecas, y que ha olvidado sus profundidades?
- «Señor, Dios nuestro; creemos en Ti, Padre e Hijo y Espíritu Santo... Que yo te
recuerde, te comprenda, te ame».

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