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El concepto de la realidad según Platón.

Problema: ¿Cuál es la naturaleza de la verdadera realidad según Platón? Platón (428 - 347 a.C.)
fue un filósofo griego, uno de los pensadores más originales e influyentes en la historia de la
filosofía occidental. Lo eterno y absoluto. Este es el tema en que Platón fundamenta su teoría
de las ideas, que pretende encontrar la naturaleza de la realidad. Precisamente el tema que para
la ocasión me he propuesto.
Lo real es lo que no vemos, y lo que vemos es solo la apariencia, una falsa
realidad, según Platón. Sin embargo, lo que no vemos proviene de un más allá que nuestros
sentidos no perciben, y solo llegamos ahí a partir de las ideas. Por tanto, son las ideas aquello
que constituye la naturaleza de las cosas, lo permanente e invariable de ellas, es decir, la
esencia. A este punto, lo real queda separado de lo aparente. Y lo aparente es lo inmediato, lo
sensible; y lo real es algo abstracto, una idea. Entender qué es lo aparente es más fácil, pero
¿Qué es una “idea”?
Empecemos por que no es una "idea". No es algo que podemos captar de los sentidos.
Entonces, las ideas deben ser la representación del objeto que percibimos en nuestra mente, por
ejemplo la palabra "escritorio" no se refiere a un escritorio en particular, si no a cualquier
mueble para escribir. Aquí el escritorio que vemos y sentimos es lo aparente, pero el mueble
para escribir es el ideal.
En el Libro VII de la República, Platón nos presenta el mito de la caverna. El mito de la
caverna describe a unos hombres que desde niños fueron encadenados para vivir en el fondo de
una cueva, dando sus espaldas a la entrada de la cueva. Atados de cara a la pared, su visión está
limitada y por lo tanto lo único que ven es la pared de la caverna sobre la que se reflejan
modelos o estatuas de animales y objetos que pasan delante de una gran hoguera. Con la ayuda
de un hombre superior uno de los hombres huye, el camino a la salida es difícil pero finalmente
sale a la luz del día, la luz lo deslumbraba, le producía ceguera momentánea y dolor, esperó a
que fuera de noche para irse acostumbrando a la tenue luz que reflejaba la luna, luego la luz del
día al amanecer y, finalmente pudo adaptarse a la luz del sol. Entonces se dio cuenta, de que
había vivido engañado toda su vida, con las imágenes reflejadas en el fondo de la cueva,
regresa a la caverna diciendo que las únicas cosas que han visto hasta ese momento son
sombras y apariencias y que el mundo real les espera en el exterior, le toman por loco y se
resignan a creer en otra realidad, ellos solamente creen en la realidad de las sombras que se
reflejan en el fondo de la caverna. Platón a través del mito de la caverna nos intenta construir
un modelo explicativo de la condición humana: Platón explica "el mundo de las ideas" y cómo
se puede llegar a él, para comprobar que todo lo que veían solo era un reflejo de la verdadera
realidad. El mundo de sombras de la caverna simboliza para Platón el mundo físico de las
apariencias, es decir el mundo sensible, en el mundo sensible captaríamos únicamente, las
sombras de la verdadera y perfecta realidad, que está en otro mundo, invisible a nuestra
percepción sensible y dominado por el devenir. La escapada al exterior de la caverna simboliza
la transición hacia el mundo real, el acceso de a un nivel superior de conocimiento, el acceso a
este nivel de conocimiento viene acompañado por un camino difícil, conseguir llegar a este
mundo real (verdad) es difícil ya que representa el paso de lo sensible a lo inteligible. El
exterior es el mundo del pensamiento, el mundo de las Ideas; el fuego (hoguera) representa la
Idea más perfecta, que es el bien, la cual tendrá primacía absoluta sobre todas las ideas. Los
prisioneros simbolizan el alma prisionera en el mundo sensible y las cadenas, el cuerpo. El
individuo que consigue escapar representa la figura del filósofo, que tiene la intuición de las
Ideas, y cuya enseñanza del mundo superior es despreciada por los hombres. En el mito de la
caverna Platón establece una concepción dualista, la realidad material o sensible es tan solo un
mundo imperfecto, y efímero; y que el auténtico ser, el mundo inteligible (de las ideas) es lo
más valioso y perfecto, eterno e inmutable, y solo es captado por los filósofos.
Mito: El mito de la caverna de Platón nos permite entender de qué manera el filósofo percibía
el mundo. Una relación entre lo físico y el mundo de las ideas que dan lugar a una realidad
llena de luces y de sombras. Por una parte, tenemos la realidad tal cual es. Por otra,  nos
encontramos con una realidad ficcionada donde nuestras creencias e ilusiones toman
protagonismo. Pero, antes de sumergirnos más en todo esto, ¿qué cuenta el mito de la caverna?
En el mito se nos presenta unos hombres encadenados en lo más profundo de una caverna
donde solo pueden ver una pared. Nunca, desde que nacieron, han podido salir y tampoco han
podido mirar hacia atrás para saber el origen de las cadenas que les atan. Sin embargo, a sus
espaldas hay un muro y un poco más lejos una hoguera. Entre el muro y la hoguera hay
hombres que portan objetos. Gracias a la hoguera, las sombras de los objetos son proyectadas
sobre la pared y los hombres encadenados pueden verlas. Veía imágenes que eran mentiras y
falsas realidades. Pero, ¿cómo podría considerarlo yo tal cosa? Si desde pequeño me es lo único
que he visto que sea real.
Realidad ficcionada
Los hombres solo habían visto lo mismo desde que nacieron, por lo que no tenían la necesidad,
ni la curiosidad de darse la vuelta y comprobar qué era lo que reflejaban esas sombras. Pero
esta era una realidad engañosa, artificial. Esas sombras los
distraían de lo que era la verdad. Sin embargo, uno de ellos
se atrevió a girarse y ver más allá. En un principio se sintió
confuso y todo le molestaba, sobre todo esa luz que veía al
fondo (la hoguera).
Entonces empezó a desconfiar. ¿Había creído que las
sombras eran lo único existente cuando no era así? Cada
vez que avanzaba, sus dudas le tentaban con la posibilidad de regresar a sus sombras.
No obstante, con paciencia y esfuerzo siguió adelante. Acostumbrándose, poco a poco, a lo que
ahora le resultaba tan desconocido. Sin dejarse vencer por la confusión ni entregarse a los
caprichos del miedo, salió de la caverna. Eso sí, cuando corrió hacia atrás para contárselo a sus
compañeros, estos le recibieron con burlas. Un menosprecio que reflejaba la incredulidad que
sentían aquellos habitantes de la caverna por lo que aventurero les contaba.
El mito de la caverna hoy en día:
Es curioso como esta visión que nos ofrece el mito de la caverna puede trasladarse a la
actualidad. Ese patrón que todos seguimos y por el que, si nos salimos de lo dictado, empiezan
a juzgarnos y a criticarnos. Piensa que a muchas de nuestras verdades absolutas las hemos
hecho nuestras sin pararnos a cuestionarlas, sin plantearnos si de verdad el mundo está muy
cerca o muy lejos de ser así.
Por ejemplo, pensar que el error es un fracaso puede influir en que abandonemos cualquier
proyecto al primer contratiempo. Sin embargo, si no nos dejamos llevar por esta idea,
cultivaremos nuestra curiosidad y el error dejará de ser un demonio cargado completamente de
negatividad. Así, el cambio de perspectiva no solo conseguirá que dejemos de temerlo, sino que
cuando lo cometamos estaremos en disposición de aprender de él.
Salir de la caverna es un proceso difícil, pues el hombre que en el mito de la caverna decide
liberarse de las cadenas que lo aprisionan toma una decisión muy difícil. Pero en el mito, esa
decisión, lejos de ser apreciada por sus compañeros, es valorada como un acto de rebeldía.
Algo que no está muy bien visto, que podría haberle instado a abandonar su intento.
Cuando se decide, emprende en solitario el camino, superando ese muro, ascendiendo hacia esa
hoguera que tanta desconfianza le provoca y que lo deslumbra. En el proceso las dudas le
asolan, ya no sabe qué es real y qué no. Tiene que desprenderse de creencias que llevan mucho
tiempo con él. Ideas que no solo están arraigadas, sino que, a su vez, suponen la base del resto
del árbol de sus creencias.
Pero, a medida que avanza hacia la salida de la caverna, se va dando cuenta de que lo que creía
no era del todo cierto. Ahora… ¿qué le queda? Convencer a los que se burlan de él de la
libertad a la que pueden aspirar si se deciden a romper con la comodidad aparente en la que
viven. El mito de la caverna nos presenta a la ignorancia como esa realidad que se vuelve
incómoda cuando empezamos a ser conscientes de su presencia. Ante la más mínima
posibilidad de que haya otra posible visión del mundo, la historia nos dice que nuestra inercia
nos empuja a derribarla por considerarla una amenaza para el orden establecido.
Las sombras ya no se proyectan, la luz ha dejado de ser artificial y el aire roza ya mi rostro.
Suavizar las sombras, por nuestra condición humana quizá no podamos prescindir de ese
mundo de las sombras, pero sí podemos hacer un esfuerzo porque esas sombras cada vez sean
más nítidas. Quizás el mundo perfecto e icónico de las ideas sea una utopía para nuestra
naturaleza, sin embargo eso no quiere decir que renunciar a nuestra curiosidad sea mejor que
rendirnos a la comodidad de quedarnos instalados en lo que hoy sabemos (o pensamos que
sabemos).
A medida que crecemos, las dudas, las incoherencias, las preguntas nos ayudan a quitarnos esas
vendas de los ojos que, en ocasiones, nos hacían la vida mucho más difícil de lo que en realidad
es.

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