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AQUELLOS A QUIENES FILMAMOS

Por Jean Louis Comolli, en “Voir et pouvoir” , ( “Ver y poder” p.63).

Existe una preocupació n moderna, la preocupació n por la imagen propia. En estos


tiempos, cualquiera de entre nosotros tiene una reserva de imá genes por manejar.
somos ricos en ello y esta fortuna es evasiva, infinita y cambiante.

Todos y cada uno ha sido y será filmado. Podrá o no desearlo, o incluso


rechazarlo, como lo hizo Degas, sería el primero? Quien huye calle abajo en la
película de Sacha Guitry (“Los de nuestra casa”, 1914). Pero huir de la filmació n era
ya saber algo de ella. Guitry termina entonces por hacer un “retrato” del pintor en
un calle del barrio Montmartre, filmá ndolo en su fuga de espaldas y al borde del
cuadro, o sea desencuadre y picado.

Es el saber del pintor, pá nico del observador de ser observado. Todo el mundo
puede tener miedo, pero este es de los que se pueden controlar o dominar. Estamo
ante lo que yo denomino la capacidad de aquellos que son filmados a ponerse en
escena. A producir la puesta en escena de ellos mismos. A dominar ese temor y
actuar.

Este miedo también nos aparta de la “primera vez” original, que sin embargo
ocurre todas las veces siguientes y que denota algo de esa primera inocencia de
esa magia inicial.

Concibo entonces el trabajo documental a partir de esta situació n, de esta


conciencia difusa que circula y que hace que haya siempre películas en el
ambiente.

Hay un deseo del otro lado de la cá mara, en el otro, en cuanto que él puede ser el
tema del film. Filmar a aquellos que se disponen y se prestan a través de un
dispositivo que ellos adelantan, y del cual son también, y quizá s sobre todo
responsables.

….No hay que olvidar que en el cine documental el actor y el personaje no son sino
uno. Que cada uno de los hombres y mujeres, comunes o no, se prestan al juego de
la película bajo diferentes formas: Aceptan de ser filmados:

. En algunas ocasiones aceptan ser puestos en escena, y en otras producen su


propia puesta en escena (“auto puesta en escena”). Todos se comportan y se
consideran como comediantes de su propio rol, actor de si mismo. Todos actú an,
las puestas en escena familiares, intimas nos presentan sus simulacros y sus
coqueteos. Y todo el mundo hace y hará fotos y videos tomando a cualquiera por
actor. Y esto marca el triunfo del espectá culo en el fin del siglo XX.

Extracto de El espejo de dos caras, en “Arrrêt sur histoire”, 1997, Centro Georges
Pompidou, París.
Traducciones de Gustavo Ferná ndez V.

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