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Tiempo y Región
Los rituales
Sobre los rituales que llevaban a cabo los huastecos no se sabe mucho,
más bien Ochoa Salas sugiere que adoptaron alguno de los mexicas, quie-
nes invadieron la región huasteca en el inicio del periodo Posclásico.
Huellas de su presencia las encontramos en los sitios arqueológicos de
Tamuín y de El Consuelo, en San Luis Potosí, de ahí que nos remitamos
a los rituales llevados a cabo por los mexicas como un referente para
efectuar interpretaciones sobre el tipo de ritual al que fue sometido el
individuo del entierro 16 de Tamtoc.
Graulich, en su artículo sobre el sacrificio humano comenta que:
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dos, el varón tenía una punta de flecha en el área del abdomen. A partir
de este hallazgo, Ramírez Castilla (2007) interpreta que al menos uno de
los dos individuos de cada entierro pudo haber sido sacrificado por flecha-
miento. Este tipo de sacrificio es relatado en los Anales de Cuahutitlan,
como originario de Cuextlan de la Huaxteca (Lorenzo Ochoa cfr. Ramírez
Castilla, 2007).
El mismo Ramírez Castilla (2004) registra indicios de prácticas de
mutilación y decapitación en entierros de la cuenca lacustre del río Pá-
nuco, reportando en total cinco decapitados y ocho mutilados (Ladrón de
Guevara, 2010).
La ciudad prehispánica de Tamtoc ha sido explorada desde los años
sesenta, de esas excavaciones se han obtenido varios entierros con huellas
de violencia, como el entierro colectivo número 7 de la estructura AW,
que según tenía evidencias de que fueron sacrificados, aunque desafortu-
nadamente no hemos podido localizar los restos en los distintos depósitos
que tiene el INAH, para realizar un análisis más profundo.
Otra de las áreas excavadas recientemente en Tamtoc, es La Noria,
cuya función es netamente funeraria y de la que se han recuperado esque-
letos con evidencias de violencia, que no han sido analizadas desde esta
perspectiva, así como el entierro excavado por los Stresser-Peán en la
estructura C9, cuya función es habitacional, y del que se reportan huellas
de cortes que se asocian con un forma violenta de morir, por lo que la
información que aquí presentamos es un primer esbozo de los estudios
sobre la evidencia de la violencia en este sitio.
Tamtoc
La zona arqueológica de Tamtoc se localiza en la planicie costera de la
huasteca potosina (Estado de San Luis Potosí, México), al sureste de Ciu-
dad Valles y a, aproximadamente, 18 km del poblado de Tamuín. El área
monumental del sitio se ubica en un meandro que forma el río Tampaón,
afluente del Pánuco. Presenta una extensión aproximada de 154 ha donde
se han registrado más de 60 montículos.
Tuvo varios periodos de auge, el primero en el 300 a.C. durante el
Formativo o Preclásico, otro durante el Clásico (400-600 d.C.) y otro, con
mayor duración, en el Posclásico (1100 a 1400 d.C.), lo que hace suponer
que el lugar fue abandonado y vuelto a ocupar en estas tres ocasiones
(Stresser-Péan y Stresser-Peán, 2001).
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Denominado así por la recuperación de varios ejemplares de quelonios de la especie Terrapene mexica-
na mexicana Gray (Stresser Pean, 2001)
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De acuerdo con el análisis tafonómico realizado por las autoras para otros casos de entierros sedentes
en Tamtoc, el hecho de que el cráneo esté depositado sobre la pelvis o entre las piernas no es indicio de
decapitación, como se ha sugerido por otros autores, más bien al reblandecerse los tejidos y tendones,
por efecto de la descomposición del cadáver, por gravedad el cráneo se desprende y queda atrapado entre
la región pélvica, lo que por otro lado señala que el individuo está depositado en un continente abierto,
es decir no cubierto por completo de tierra. Quizás el espacio se haga por el efecto del amortajamiento
en petate.
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Según Duday (2007) el hecho de que un bulto mortuorio se desplace hacia adelante o hacia atrás es
indicador de que no fue propiamente enterrado, sino que fue depositado en una cámara, de tal manera
que habría espacio alrededor del cuerpo para modificar su postura una vez llevado a cabo el proceso de
descomposición del cadáver.
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Solían traer arcos y flechas, delgadas y pulidas, que en las puntas tenían
unos casquillos de pedernal o de guijarros, o de piedras de navaja, y a
cuantos tomaban en la guerra les cortaban la cabeza, y dejando los cuer-
pos se las llevaban y ponían con sus cabellos en algún palo, puestas en
orden, en señal de victoria (Sahagún 1981:Tomo III, Libro X:203).
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