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EL CONCEPTO DE MULTIPLICIDAD Y EL DEBATE EN TORNO AL

OBJETO DE ESTUDIO DE LA PSICOLOGÍA

Eduardo de la Barrera – Carolina Bonvillani

INSTITUTO SUPERIOR “RAMÓN MENEDEZ PIDAL”


RÍO CUARTO - CÓRDOBA

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EL CONCEPTO DE MULTIPLICIDAD Y EL DEBATE EN TORNO AL OBJETO DE
ESTUDIO DE LA PSICOLOGÍA
Eduardo de la Barrera – Carolina Bonvillani

TEMÁTICA: La perspectiva histórico socio cultural de la Psicología. El debate actual en


torno al objeto de estudio de la disciplina y a la producción de teoría. Su incidencia e importancia
en la formación profesional.

Modalidad de producción: (2) Ensayo

RESUMEN:
Se torna necesario instaurar un debate alrededor del objeto de estudio en Psicología a la luz de las
reconceptualizaciones elaboradas hoy en el difuso campo de las ciencias humanas y sociales. Esta
propuesta intenta establecer un dialogo con otros desarrollos teóricos, teniendo como objetivo,
proponer el concepto de multiplicidad e inaugurar una discusión sobre una forma de pensar en
Psicología que se introduzca en las consecuencias que implican las posiciones epistemológicas
que sostienen al lenguaje como generador de las construcciones discursivas de los procesos
psicológicos.
Implementar este “giro” en la producción conceptual, implicaría discutir la clásica dicotomía
“interior-exterior” que sostiene al dualismo sujeto-objeto; como también cuestionar los términos
de “adentro” y “afuera”. Así, la noción de “relación” tomada desde el modelo de racionalidad al
que adscribió la Psicología hasta hoy, es criticada al colocar lo “relacional” en tanto multiplicidad
como condición necesaria para que alguien devenga humano y diferente.
EL CONCEPTO DE MULTIPLICIDAD Y EL DEBATE EN TORNO AL OBJETO DE
ESTUDIO DE LA PSICOLOGÍA
Eduardo de la Barrera – Carolina Bonvillani

Se torna necesario instaurar un debate alrededor del objeto de estudio en Psicología a la luz de las
reconceptualizaciones elaboradas hoy en el difuso campo de las ciencias humanas y sociales, ya
que los diferentes trabajos realizados en distintas áreas todavía no han impactado en la
Psicología, posiblemente debido al fuerte sesgo que ha adquirido esta, en relación con la
Neurología y afines. Al evadir dialogar con otros desarrollos teóricos, impide ciertos debates, uno
de los cuales es el que intentamos abrir aquí.
Es por eso que este trabajo tiene como objetivo, al proponer el concepto de multiplicidad,
inaugurar una discusión sobre una forma de pensar que vaya más allá de lo fenomenológico que
se presenta a los sentidos y se introduzca en las consecuencias que implican las posiciones
epistemológicas que sostienen al lenguaje como generador de las construcciones discursivas de
los procesos psicológicos.
Se torna entonces indispensable comenzar por los desconocidos efectos que ha producido el “giro
lingüístico” en el campo de la Psicología y que no parece haber impactado en el centro de las
controversias que hoy parecen irresueltas. Nos referimos a aquello que Ibáñez (2003) mencionara
como el gran impacto que se suscitó en la Filosofía después de los trabajos del tardío
Wittgenstein y que nunca terminaron de llegar a la Psicología, menos por lo revolucionario del
planteo que por la insuficiencia de los análisis psicológicos acerca del sujeto. Es que el concepto
de sujeto, nunca entró en controversia ya que primó siempre una forma de acercamiento que
respondió más al modelo individualista tradicional que colocaba el énfasis en los procesos
mentales de ese individuo, sin tener en cuenta la importancia del lenguaje en la elaboración de
esas categorías que permitían la comprensión de lo mental.
Los pioneros trabajos de Vigotsky (1978) y los posteriores de Bruner (1987) consideraron al
lenguaje como central en el desarrollo de los procesos mentales ya que era el que permitía
construir no solo relaciones entres los seres humanos sino también mundos en los cuales habitar.
A partir de 1987 la obra fundacional de Jonathan Potter y Margaret Wetherell Discourse and
Social Psychology, fue pergeñando un “giro” en la Psicología al introducir todo un
cuestionamiento a los trabajos sobre cognición social que habían dominado hasta entonces
principalmente en el campo de la Psicología Social y si, a esto le agregamos los trabajos previos
de Charles Antaki (1981) The Psychology of ordinary explanations of social behavior y el de
Billig (1987) Arguing and thinking, vemos que comenzaron a desarrollarse importantes
reconceptualizaciones sobre aquellos temas que parecían incuestionables como las
representaciones, las actitudes, las atribuciones, colocando ahora el acento en los procesos
discursivos como procesos psicosociales. Todo esto fue generando el ámbito de desarrollo de un
incipiente nacimiento de “otra Psicología”, muy diferente a la que se conocía hasta entonces y
que tomó el nombre de Psicología Discursiva y que desembocó en una sistematización más
desarrollada en los trabajos de Edwards y Potter (1992); Edwards (1997) y Potter (1998).
Lo importante a rescatar de todos estos trabajos es el “giro” que se produce a la hora de
conceptualizar a la Psicología como tal, en donde hay un “abandono” de ciertos modos de pensar
lo psicológico y la apertura a pensar de otro modo lo “mental”: “De este modo, según los
propósitos de la Psicología Discursiva, nos estaríamos desprendiendo de la tarea de producción y
desarrollo de léxicos psicológicos, ocasionando una apertura hacia el estudio efectivo de cómo
las personas comprendemos y utilizamos tales léxicos. Desde este punto de vista, la tarea
principal consistiría en la restitución social de lo mental; en el sentido de que si lo psicológico no
se entiende como un producto de las mentes individuales, sino el resultado de la participación en
dinámicas y procesos de intercambio; se posibilita la reubicación de lo cognitivo pasando de un
locus “mental” a un locus “relacional”, así como también un reposicionamiento epistemológico.”
(Garay, Iñiguez y Martínez, 2005: 113)
El cuestionar este supuesto de lo “mental” que subyace a gran parte de la Psicología y girar hacia
la dimensión relacional permite establecer la necesidad de una nueva conceptualización del sujeto
psicológico que cuestione esa mirada de una mente individual, y más bien genere una ruptura.
Ruptura que tiene el objetivo de construir otro concepto de sujeto desde el cual partir en los
análisis psicológicos, aunque esto tenga como consecuencias el desarrollo de “otra Psicología”.
Para tal fin, es que hemos ido al pensamiento de Gilles Deleuze y Félix Guattari porque en ellos
creemos se encuentra esta idea que apoya en cierta manera lo relacional que más arriba
destacábamos y que se hace necesario entrelazar para constituir una nueva conceptualización que
permita analizar las consecuencias sobre el futuro desarrollo de la Psicología.
En primer lugar, Deleuze y Guattari (1990) consolidan un concepto que se vincula con aquello
que venimos señalando sobre “lo relacional”: el agenciamiento, entendido este como
entrecruzamiento, como una especie de encuentro de singularidades pero que no remite a un
sujeto sino a un agenciamiento colectivo. Entonces, ya no se trata de un sujeto, de una
individualidad sino más bien de un “entre” que refiere a un estado de cuerpos entrecruzados y
que en ese cruce transmiten afecto, enunciados, que permiten organizar los signos de una manera
única y siempre provisoria. Luego, como resultado de ese agenciamiento, surgirá el deseo que les
da movimiento y velocidades de intensidades variables a estos agentes colectivos, que devienen
siempre provisorios. De esta manera, se constituye una especie de individuación que no es un
individuo, sino una producción relacional que abre a las posibilidades que se manifiestan en esas
líneas de fuga que, señala Deleuze (2002), serán individuaciones sin sujeto, solo diferencias que
devienen.
Planteamos entonces, ya no un sujeto ni un individuo sino más bien un devenir humano solo
posible cuando se entrecruza con otros devenires, no hay devenir sin entrecruzamiento por lo
tanto: “Nosotros decimos todo lo contrario: el deseo solo existe agenciado o maquinado. No
podéis captar o concebir un deseo al margen de un determinado agenciamiento, en un plano que
no pre-existe sino que debe ser construido.”(Deleuze y Parnet, 2004:108)
En segundo lugar, Deleuze (2002) toma el concepto de “diferencia” y así podemos ver que se
trata de una acción que nos hace salir del pensamiento con imágenes y nos lleva a pensar que la
diferencia es un momento donde nos enfrentamos a un obstáculo, a un conflicto. Así cuando nos
entrecruzamos bajo ese formato que plantea el agenciamiento, surge esta nueva condición de lo
humano que hasta ahora no ha sido llevada tan manifiestamente a la Psicología, y que sería
pensar que lo humano, toma características de tal, solo cuando deviene y se entrecruza
necesariamente con otros devenires que no pueden ser conceptualizados como “sujetos con
mente” sino más bien singularidades que devienen a partir de relacionarse con otras
singularidades sin que pueda pensarse “uno” como punto de partida sino “muchos” como punto
de inicio.
Finalmente, esta noción de “muchos” es tomada por Deleuze y Guattari (1988) bajo el concepto
de multiplicidad y lo refieren a la organización que adquieren los “muchos” que permite un
desplazamiento de la clásica oposición entre lo Uno y lo Múltiple para ir hacia la multiplicidad
como aquella que resulta de los agenciamientos. Ahora lo múltiple son varias dimensiones que se
dan simultáneamente en forma de pliegues unos con otros, en donde ya no hay más posibilidades
de un sujeto sin más en Psicología desde donde iniciar la constitución de una disciplina. En
definitiva, la multiplicidad, es propuesta por nosotros como el nuevo sujeto de la Psicología.
La destitución de una universalidad que está presente en la Psicología “mainstream” y su
reemplazo por una psicología de los acontecimientos significa una orientación hacia una
“ontología social” que defina una forma de existencia que salga de los dualismos y vaya hacia la
multiplicidad de la vida. Así, lo que ocuparía ahora a la Psicología, sería aquello que ocurre
“entre” y esto significa ocuparse de una praxis permanente que deviene, fuga constante que se
entrecruza con otros devenires. Es por eso que Deleuze y Guattari realizan ese tránsito que va de
lo molar, de lo universal hacia lo molecular, entendida esta, como una micro relación, un
entrecruzamiento que la ilustra en la noción de rizoma para mostrar la complejidad del entre
humanos, que aparece bajo la opacidad y lo incierto.
Estos autores en su obra “Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia” (1988) se refieren a una
teoría de las multiplicidades para señalar que Freud intentó el abordaje de la multitud en el
sentido inconsciente pero no alcanzó a vislumbrar que el inconsciente es una multitud y que
como tal no puede ser reducido al Uno, mucho menos confundirse con una persona. “Volvamos a
esa historia de multiplicidad, porque fue un momento importante la creación de ese sustantivo
precisamente para escapar a la oposición abstracta de lo múltiple y lo uno, para escapar a la
dialéctica, para llegar a pensar lo múltiple al estado puro, para dejar de considerarlo como el
fragmento numérico de una Unidad o Totalidad perdidas, o, al contrario, como el elemento
orgánico de una Unidad o Totalidad futuras” (Ibíd.:39)
La instauración de una lógica de las multiplicidades les permite dejar de lado el pensar como
mecanismo abordado por el cognitivismo para pasar a situarse en la reflexión sobre el vivir, es
decir, sobre esa compleja práctica humana. De este modo tampoco se trataría de una “lógica” tal
como se la conoce, sino que sería una lógica que permite el abordaje de la complejidad del vivir,
en donde ya no es posible alcanzar un reduccionismo pero si abordar lo problemático de lo
relacional. También permite alojar el concepto de diferencia como afirmación de vida y dejar de
lado la conceptualización que se le hace, cuando se la significa como “malogro” o “error”.
En el campo de la Psicología Educacional intentamos insertar este concepto de multiplicidad con
el fin de reconceptualizar la noción de aprendizaje y darle a este proceso su condición de múltiple
e inconcluso a partir del entrecruzamiento de líneas de fuga y velocidades que serían esas
multiplicidades desde las cuales partimos en nuestro análisis. Allí entonces, afirmábamos que la
multiplicidad disuelve la polaridad sujeto-objeto y convoca a la Psicología a un replanteo sobre el
sujeto, el deseo y la diferencia (de la Barrera y Bonvillani, 2010)
La referencia a la multiplicidad en el campo de la Filosofía Política se hace bajo la noción de
multitud con Paolo Virno (2003) donde introduciéndose en el debate Hobbes-Spinoza destituye
aquella falsa opción que se esgrimía entre “pueblo” como algo organizado y deseable
socialmente, del cual se iba a derivar luego el Estado, y la noción de “multitud” que había sido
marginada del pensamiento occidental ya que representaba el caos, lo ingobernable. Al recuperar
esta última, Virno no hace otra cosa que introducir un concepto que puede permitir un análisis
complejo de las formas de vida contemporáneas, y a la vez coloca a la multitud como sujeto
gramatical al cual es posible asociarle predicados provenientes de distintos campos de
conocimiento.
Desde la Ciencia Política también el concepto de multitud es retomado, ahora por la obra de
Hardt y Negri (2004) como una forma necesaria para repensar los viejos y básicos conceptos de
la Política y generar una conducción diferente en lo político con la finalidad de una posible
transformación social: “Con el término de multitud, en cambio, designamos a un sujeto social
activo, que actúa partiendo de lo común, de lo compartido por esas singularidades. La multitud es
un sujeto social internamente diferente y múltiple, cuya constitución y cuya acción no se fundan
en la identidad ni en la unidad (ni mucho menos en la indiferenciación), sino en lo que hay en
común.” (Ibíd.:128)
Como señala Tomás Ibáñez Gracia en un artículo que titula “La dimensión política de la
Psicología Social” (1993) se trata de llevar a los psicólogos a que se abran al debate de los
conceptos que utilizan diariamente en sus prácticas, aunque esto signifique revisar su profesión
en particular y la racionalidad imperante de la Psicología en general. Creemos que el concepto de
multiplicidad va en esa dirección ya que cuestiona los viejos términos de identidad, de actitud, y
también el presupuesto que los procesos mentales son universales. Bajo este último supuesto se
edifica la Psicología que obedece a los lineamientos, también supuestos, de constitución de una
ciencia que señala que para ser tal debe elaborar leyes generalizables.
Discusión
La introducción del concepto de multiplicidad como punto de partida de ahora en más de la
Psicología, consideramos que permitiría implementar un “giro” en la producción conceptual de
esta, con las siguientes consecuencias:
- La extinción de la clásica dicotomía “interior-exterior” sostenida en el dualismo sujeto-
objeto. Esto significa desmontar toda una concepción fuertemente arraigada en los
psicólogos que tiene incluso, consecuencias sobre la definición de la realidad, tal como ha
invitado Bruner (1987) a discutir sobre aquello que se llama “realidad psicológica”.
- La posibilidad de generar otros conceptos que no pertenezcan al modelo de racionalidad
al que adscribió la Psicología hasta hoy. Esto significa que el concepto de multiplicidad
rompe con la linealidad-causalidad del saber neopositivista que sostenía a lo psicológico
como un resultado de mentes individuales e incorpora la complejidad que significan los
agenciamientos como aquello que resulta de los cruces, de las combinaciones de deseos,
de devenires.
- Ya no es posible seguir pensando en un “adentro” y en un “afuera”. Con el concepto de
multiplicidad se piensa en términos plegables en donde alguien se pliega con otro y estos,
a la vez con otros, conformando un entrecruzamiento, un agenciamiento que deviene
multiplicidad, complejidad. Esto cuestiona firmemente la noción de “relación” hasta aquí
sostenida en Psicología en tanto era pensada como un paso posterior al individuo. Ahora,
lo relacional es condición necesaria para que alguien devenga humano y diferente.
- La diferencia, desde nuestra propuesta, es conceptualizada como aquella que se afirma
como condición de lo humano, siendo la que está presente en la multiplicidad. Esto
significa una ruptura con lo homogéneo, que suele sostenerse en la Psicología cuando
realiza el abordaje de lo humano.
Referencias
Antaki, Ch. (1981) The Psychology of ordinary explanations of social behavior. London:
Academic Press.
Billig, M. (1987) Arguing and thinking: A Rhetorical Approach to Social Psychology. Cambridge:
Cambridge University Press.
Bruner, J. (1987) Realidad mental y mundus posibles. Barcelona: Gedisa.
Edwards, D. (1997) Discourse and Cognition. London: Sage.
Edwards D. y Potter J. (1992) Discoursive Psychology. London: Sage.
De la Barrera, E. y Bonvillani C. (2010) Hiperaprendizaje. Deseos, multiplicidades, devenires.
Buenos Aires: Prometeo.
Deleuze, G. (2002) Diferencia y repetición. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Deleuze, G. y Guattari F. (1990) Kafka. Por una literatura menor. México: Era.
--------------- (1988) Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Valencia: Pre-textos.
Deleuze, G. y Parnet C. (2004) Diálogos. Valencia: Pre-textos.
Garay, A., Iñiguez L. y Martínez L. (2005) La perspectiva discursiva en Psicología Social.
Revista Subjetividad y Procesos Cognitivos. 7, 105-130.
Hardt, M. y Negri A. (2004) Multitud. Buenos Aires: Debate.
Ibáñez Gracia, T. (1993) La dimensión política de la Psicología Social. Revista Latinoamericana
de Psicología. 25 (1), 19-34.
---------------------- (2003) El giro lingüístico. En L. Iñiguez (edit.) Análisis del Discurso. Manual
para las Ciencias Sociales. Barcelona: EDIUOC.
Potter, J. (1998) La representación de la realidad. Barcelona: Paidós.
Potter, J. y Wetherell M. (1987) Discourse and Social Psychology. Beyond Attitudes and
Behaviour. London: Sage.
Vigotsky, L. (1978) Pensamiento y lenguaje. Madrid: Paidós.
Virno, P. (2003) Gramática de la multitud. Buenos Aires: Colihue.

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