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1. Introducción
La Psicología es una disciplina científica que se caracteriza por los disensos. Si les preguntamos
a diez psicólogos ¿qué estudia la Psicología? (es decir, cuál es su objeto de estudio específico)
es probable que obtengamos diez respuestas distintas, y seguramente tampoco habrá acuerdo
sobre la existencia de algún método para estudiarlo que sea propio de esta disciplina. Tal como
lo afirma García Campos (2014), tampoco existen certezas sobre qué teoría o qué escuela explica
mejor los fenómenos psicológicos, ni claridad sobre su clasificación como ciencia natural o social.
Estos (y otros) disensos han conducido a que se hable de una “crisis permanente” de la
Psicología, la cual puede ser analizada como la pugna entre dos grandes concepciones: la
objetivista y la subjetivista. Ambas coexisten desde los inicios de la disciplina, definiendo de
manera diferente objeto y métodos de estudio, y constituyendo aun hoy culturas antagónicas
(Cornejo, 2005).
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Entendido como modelo de lo que debía considerarse como ciencia.
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Desde la (neuro-)fisiología, la psicofísica, la medicina clínica y la psicometría
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Desde la concepción objetivista el método es el conjunto de procedimientos a seguir para responder a las preguntas
de investigación. Para ello se deben plantear los problemas científicos, se observan gran cantidad de elementos
singulares que se repiten en busca de elementos de prueba universales (conforme a las reglas de la estadística), de
esta manera se ponen a prueba las hipótesis científicas y se interpretan los resultados a la luz de cuerpos teóricos.
Este tipo de verificación requiere, siempre que fuera posible, la exposición intencional del objeto de estudio a ciertos
estímulos controlados (experimentación), aunque también puede aplicarse fuera del laboratorio. Más información
en Bunge (1997).
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…al menos una parte importante de los psicólogos…
sobre la causalidad psíquica. El análisis es posible mediante introspección; pero, como el
contenido de la Psicología son procesos y no objetos estáticos, la forma de observar es mediante
experimentos (en Duero, 2013).
La metodología de las ciencias ‘duras’ implica que, para estudiar un objeto como la mente, el
investigador debe situarse fuera de la persona que se estudia, formular hipótesis sobre el
accionar del sujeto, y someter estas hipótesis a experimentación para comprobar su veracidad o
falsedad. Una vez comprobadas las hipótesis, el proceso metodológico completo debería ser
replicable en otros casos, obteniendo los mismos resultados. Así pueden generarse leyes
universales acerca de los fenómenos mentales, trabajando con la estadística como principal
herramienta (Cornejo 2005).
Esta metodología asume los supuestos de homogeneidad y regularidad (expuestos con
anterioridad), reconociendo una simetría entre el pasado y el futuro, y permitiendo por lo tanto la
predicción, y el establecimiento de leyes universales de ocurrencia de ciertos fenómenos con
respecto a los objetos naturales. En otros términos, a partir de la descripción de hechos ocurridos
en un momento dado y de las leyes naturales que los rigen, por medio de inferencia lógica, se
puede derivar cualquier otro hecho pasado o futuro. Se expone de esta manera que el mundo
natural puede ser conocido, explicado y predicho (Salvático, 2006).
Con esta base se crean posteriormente instrumentos de medición de cualidades y atributos
psicológicos (cuestionarios, encuestas y tests), como por ejemplo aquellos que miden el
coeficiente intelectual. Se puede ver en este tipo de métodos la predominancia del supuesto de
la homogeneidad, ya que parten de la creencia que todas las personas deben tener un
desempeño similar ante la aplicación de una prueba/test psicológico, y aquellas que no
demuestren ese desempeño esperado serán consideradas como casos anormales.
La principal crítica que ha recibido esta metodología en Psicología ha estado centrada en la
implementación de los estándares de las ciencias naturales a las ciencias sociales. Es decir, que
ha provocado la simplificación extrema del objeto de estudio psicológico sin poder reconocer su
complejidad y matices, la permanente búsqueda de predictibilidad y control de la conducta, y la
focalización exclusiva en los aspectos mecánicos del actuar humano, aquellos homogéneos y
similares entre las diferentes personas, ignorando aquellos no-mecánicos, impredecibles y
ligados al sentido o significado que cada persona otorga a sus acciones (Cornejo, 2005).
5. Consideraciones finales
En este texto hemos querido introducir al lector novel a la situación de la disciplina respecto al
objeto de estudio y su metodología, sin cuestionar su estatus científico. En función de ello, se ha
presentado de manera binaria – y quizás simplista – algo que obedece a una realidad mucho más
compleja, y que requiere su profundización y matización.
La situación de “crisis permanente” de la Psicología, a la que hemos aludido en la introducción
de este texto, obedece a la coexistencia desde los inicios formales de la disciplina de dos grandes
concepciones divergentes del objeto de estudio y del método apropiado para estudiarlo. Y en
palabras de Cornejo (2005), esta división dentro de la Psicología parece responder a una división
más amplia que existe dentro de la sociedad moderna.
Existe una suposición implícita común a ambas concepciones, a saber, que todo psicólogo
pertenece o bien a una o bien a la otra. Claramente esto conduce a la dificultad de incorporar
constructivamente las críticas de la otra concepción y, por ende, obstruye la posibilidad de
alcanzar la unificación.
El reconocimiento de la complejidad del objeto de estudio de la Psicología (Cornejo, 2005), de la
polisemia del concepto de “escuelas o sistemas psicológicos” (Fierro & Visca, 2015) y el
movimiento unificacionista actual (Bruno & Miceli, 2009) son algunas de las implicancias más
importantes que la disciplina puede extraer de los debates actuales en filosofía de las ciencias.
Esto debe entenderse como la suspensión de las pretensiones hegemónicas por parte de ambas
concepciones de Psicología. Por un lado, la cultura objetivista debiera aceptar la existencia del
sentido/significado como una dimensión ontológica constitutiva del objeto de estudio, y, como
consecuencia metodológica, de su interpretabilidad histórico-cultural. Por el otro, la cultura
subjetivista debiera aceptar que el sujeto-objeto de estudio tiene también dimensiones
cuantificables y es susceptible de explicación naturalista (conductual y neurobiológica, por
ejemplo).
Así, el objeto de estudio de la Psicología no se agota en sus dimensiones observables en tercera
persona, como tampoco se agota exclusivamente en sus dimensiones experienciables en primera
persona (Cornejo, 2005).
6. Referencias bibliográficas
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