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DB

AU TO R ES CR ISTIA N O S
D e c l a r a d a de i n t e r é s n a c i o n a l
ESTA COLECCIÓN SE PUBLICA BAJO LOS AUSPICIOS Y ALTA
DIRECCIÓN DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

LA COMISIÓN DE DICHA PONTIFICIA UNIVER­


SIDAD ENCARGADA DE LA INMEDIATA RELA­
CIÓN CON LA BAC ESTÁ INTEGRADA EN EL
AÑO 1967 POR LOS SEÑORES SIGUIENTES:

Presidente :

Exodo , y Rvdmo. Sr. Dr. M auro R ubio R epullos , Obispo


de Salamanca y Gran Canciller de la Pontificia Universidad.
V icepresidente : Exano. Sr. Dr. T omás G arcía B arberb -
na , Rector Magnífico.

V o c a l e s : Dr. U rsicino D omínguez dbl V a l , O. S. A .,


Decano de la Facultad de Teología; Dr. A ntonio G ar ­
cía , O. F. M., Decano de la Facultad de Derecho Canónico;
Dr. Isidoro ]Rodríguez, O. F. M., Decano de la Facultad
de Filosofía y Letras; Dr. José R iesco , Decano adjunto de
la Sección de Filosofía; Dr. C laudio V il á P a lá , Sch. P.,
Decano adjunto de Pedagogía; Dr. José M aría G uix , Sub­
director del Instituto Social León X III, de M adrid; Dr. M a ­
ximiliano G arcía C ordero, O. P., Catedrático de Sagrada
Escritura; Dr. B ernakijino L lorca , S. I., Catedrático de
Historia Eclesiástica; Dr. C asiano F loristán , Director del
Instituto Superior de Pastoral.
Secr etario : Dr. M anuel U seros, Profesor.

LA EDITORIAL CATOLICA, S. A . — A partado 466

MADRID · MCMLXVII
102 bíblica

CAPITULO IV
Naturaleza de la inspiración bíblica
Revelación e inspiración bíblica son, de suyo tomados, dos
conceptos distintos y que, de por si, no se incluyen. Revela­
ción es, estrictamente hablando, la manifestación de una ver­
dad preferentemente sobrenatural nueva. Pero estando la Es­
critura toda ella inspirada, se ve ya que no toda ella está reve­
lada en este sentido técnico y estricto. Pues muchísimas de
las cosas que se dicen en la Escritura no son verdades ni nue­
vas ni sobrenaturales para el hagiógrafo, sino que eran ele­
mentos—conocimientos— de su cultura humana. Sólo en un
sentido lato puede hablarse de estar toda la Escritura revelada,
en el sentido de que, aun esos conocimientos que el hagiógrafo
tiene por vía humana, al ser juzgados con la inspiración bíbli­
ca, tienen un nuevo modo de ser en él, son ahora verdades ex­
trínsecamente sobrenaturales al ser juzgadas, conocidas y ma­
nifestadas «cuín cerlitudine divina» y «modo divino» 1. Es un
modo secundario de revelación.
Pudiendo, pues, la inspiración bíblica ser ajena a la reve­
lación estricta, se va a estudiar ahora la naturaleza de la inspi­
ración bíblica, dejando para un apartado siguiente el estudio
de la inspiración con revelación.
El hagiógrafo, causa instrumental racional.— A través
de la enseñanza de la Iglesia, lo mismo que de los datos de la
Escritura, se ve que el hagiógrafo fue tomado por Dios, «cau­
sa principal» (Benedicto XV), para escribir un libro, como su
«instrumento», pero con la particularidad de que lo tomó como
instrumento vivo y racional. Por tanto, el hombre, como hom-
■ bre, es el que es tomado por Dios como su instrumento para
escribir una obra.
Pero este instrumento humano no va a ser tomado pusira-
mentc, inertemente, sino como ser *vivo y racional», vitalmente.
*Es órgano o instrumento del E. S., con la circunstancia de
ser vivo y dotado de razón» (Pío XII)
Mas este instrumento humano, para escribir una obra, no
es un instrumento simple, como lo es el pincel o la sierra, sino
que es complejo, compuesto: el hombre, para esta obra, es un
haz de facultades. Todas las facultades que intervienen en la
psicología humana para componer un libro van a entrar aquí
en juego para esta obra. Todas ellas— el hombre— van a ser
1 Pk»c:h, Dc ?fLspti‫־‬rií)o»t?S\ Stripíiwíí (1906) p.414 n.TO.
2 lili 0.565.
C.4, Naturaleza 103

instrumentos que va a utilizar, para componer un libro, el


mismo Dios. Dios va a ser autor principal del libro. Y se va
a constituir como tal por la inspiración bíblica (concilios Va­
ticano 1 y II), con cuya acción se va a ir posesionando instru­
iucuta !mente de las facultades del hagiógrafo, ¿En qué for­
ma? Si, por parte de Dios, la inspiración es una acción con la
que tiende a posesionarse instrumentalmente de las facultades
del hagiógrafo, esta acción inspiradora ha de ser distinta en
urden a cada una de las facultades de las que ha de posesionar­
se. Está condicionada por la naturaleza de éstas. Así, será luz
en la inteligencia, pero dinamismo en la voluntad. Por eso la
inspiración bíblica tiene un valor análogo, según las potencias.
La inspiración bíblica es gracia carismática.— Tratán­
dose del orden sobrenatural, se está en el orden de la gracia.
La gracia es estática o dinámica. La estática es la gracia san­
tificante o «habitual», la cual santifica el sujeto en el que está
y le afecta en la linca del ser. Fuera de la linea del ser o de la
esencia, hay otro tipo de gracia que mira a la operación, y
ésta es doble. Una es la «gracia actual», que Dios confiere
para actuar sobre naturalmente, y con la cual busca normal­
mente la expansión de la gracia «habitual‫ ״‬, a que se prorrumpa
en obras de santidad, al ser informadas por la caridad, y con
la cual busca la santificación personal del sujeto.
Otra es también un tipo de «gracia actual», sobrenatural,
pero con la cual no tiende, directamente al menos, al prove­
cho espiritual del sujeto en el que recaiga, sino que tiende a
beneficiar a la Iglesia, a los hombres. Se da a uno, pero direc­
tamente en beneficio de otros Son las gracias «carismáticas».
Entre estas gracias «carismáticas» está la gracia de la inspi­
ración bíblica.
Es, en primer lugar, «gracia» sobrenatural. Los concilios
y los Pontífices lo expresan al decir que estos libros se compu­
sieron *inspirando el Espíritu Santo». Y toda acción del Espí­
ritu Santo es acción divina sobrenatural. Lo cual dice abierta­
mente Benedicto XV, al escribir que al hagiógrafo se le confiere
esta acción de Dios en la inteligencia como «donación de la
gracia» (gratia collata) A Y León XIII, en la PmvtdeiUisiimus
Deus, dice que Dios mismo «excitó y movió con virtud mfirciw-
tural fsupernaturali ipse virtute) a escribir «a los hagiógrafos» 5.
En segundo lugar no se constituyó Dios autor primario de
estos libros, no los «conscribíó» con el hagiógrafo directamente
3 Sumrn. Thcaí* I- 1I q .m a,l.
4 EB n.461.
5 EB n. 110.
104 Inspiración bíblica

para santificar a éste, sino para dejar en la Escritura su palabra


y su revelación escrita a los hombres. La misma Escritura lo
dice en ocasiones. Los profetas transmiten la palabra de Yahvé
a su pueblo. El autor del segundo libro de los Macabeos hace
un resumen del libro de Jasón de Cirene para «utilidad de
todos aquellos que toman este libro en sus manos» (2 Mac 2,27).
San Lucas dirá en el «prólogo» de su evangelio que lo escribe,
dirigiéndolo a Teófilo, «para que conozcas la firmeza de la
doctrina que has recibido» (Le 1,4). Y San Juan, en el fin de
su evangelio, dice su objetivo: «Estas cosas fueron escritas
para que creáis que Jesús es el Mesías, Hijo de Dios, y para
que, creyendo, tengáis vida en su nombre» (Jn 20,32). Esta es
la finalidad de todos los libros de la Escritura: tender a ense­
ñar la vida eterna y el modo de conducirse para alcanzarla.
Y la inspiración bíblica, como gracia carismática, se da para
la finalidad que se propone el hagiógrafo.
Dándose esta «gracia» para escribir un libro, ha de ser
transitoria en el sujeto, sólo en orden a componerlo. La inspi­
ración bíblica, pues, no es una gracia permanente, sino tran­
sitoria, «vial».
L a inspiración bíblica es de suyo inconsciente al ha­
giógrafo.— La inspiración es, salvo revelación, desconocida
por el hagiógrafo. Como ésta no supone, de suyo, revelación
de nuevas verdades, sino juicio divino, «certitudo divina»,
sea de las reveladas o de las conocidas por vía natural; y como
la gracia «actual» opera en el sujeto al «modo humano», como
escondiéndose en el molde humano— hecho incluso de expe­
riencia religiosa ordinaria— , se sigue que la inspiración bíblica,
carisma perteneciente al género de la gracia «actual», no exige
acusar su presencia sobrenatural en el sujeto sobre el que
recae. De la misma manera que un cristiano, a la hora de sus
prácticas piadosas, hechas bajo la moción de la gracia actual,
sabe por la fe que aquélla existe y sin duda le actúa, pero no
puede saberlo con certeza ni experimentar su presencia en él,
así el hagiógrafo, salvo revelación de Dios, no puede ser
consciente de esta acción sobrenatural de la inspiración bí­
blica. De la gracia habitual— y analógicamente vale a este
propósito de la gracia inspirativa— el concilio de Trento enseña
que «nadie puede saber con certeza de fe, en la que no puede
haber error, hallarse en estado de gracia» 6. Y hasta los pro­
fetas mismos, en ocasiones, llegaron a dudar si lo que conocen
lo saben por revelación o por espíritu propio, a causa de dárse-
6 D enzimgeil Endurrdton Symboíorum n.802.
C.4. Naturaleza 105

les esta revelación, como dice Santo Tomás, «por cierto ins­
tinto ocultísimo»7.
La misma Escritura muestra también el desconocimiento
que los hagiógrafos tienen de esta acción carismática inspira­
dora en ellos. Así, por ejemplo, el autor del segundo libro de
los Macabeos, ya citado, proponiéndose hacer un «resumen»
de la obra de Jasón de Cirene; los autores de los libros de los
Reyes y de los Paralipómenos remitiendo al lector, para varios
datos, a las fuentes que utilizan; San Lucas diciendo el pro­
pósito de su evangelio y las «fuentes» en las que se documentó,
o San Juan diciendo que narra lo que vio (Jn 19,35; 1 Jn 1,1-3).
No dicen que Dios Ies haya «hablado® para hacer esto; ni
«revelado» el propósito, ni que se hallen «inspirados». Hablan
sencillamente de un intento aparentemente religioso-humano,
que, sin embargo, estaba todo él iluminado y movido por la
acción carismática de la inspiración bíblica. Eran inconscientes
de ella.
L a preparación «cultural» del hagiógrafo.— Se está es­
tudiando la inspiración bíblica en cuanto no incluye revelación
sobrenatural en sentido estricto, Por eso hace falta indicar
esta preparación, previa a la inspiración, que el hagiógrafo ha
de tener, y sobre cuyos elementos, en orden a la composición
del libro, va a recaer la inspiración bíblica.
La finalidad de los Libros Sagrados es una finalidad reli­
giosa, más o menos acusada. Incluso aparece esto en el libro
de Rut.
Para esta finalidad religiosa el hagiógrafo pone a contribu­
ción sus elementos culturales y religiosos. Estos conocimientos
pueden ser:
a) Naturales: historia, costumbres, geografía, etc.
b) Religiosos: no sólo la especulación filosófica que uno
pudiera alcanzar sobre Dios y la moral— Teodicea y Etica— ,
sino que son muchas veces sobrenaturales, pero no revelados
por Dios a él, sino que es la revelación hecha a otros, v.gr.,
profetas, y que viene ahora por vía humana a recogerla el
hagiógrafo, y a su luz, influido por sus principios y conse­
cuencias, va a componer un libro sagrado.
Cabe que para determinarse a la composición del mismo
haya podido haber incluso iluminaciones o mociones sobre­
naturales previas, incluso con mandatos, como se lee en la
misma Escritura, v.gr., cuando se lee que Dios ordenó a
Moisés «poner por escrito» la victoria sobre los amalecitas
7 H - I I q . 1 7 , a-S.
106 Inspiración bíblica

(Ex 17,14), o cuando San Juan dice en el Apocalipsis: «Oí


una voz del cielo que decía: Escribe: Bienaventurados los que
mueren en el Señor» (Apoc 14,13), salvando siempre lo que
haya de «género literario»; o que la providencia de Dios haya
actuado con influjos morales, y por medio de causas segundas,
como sería la petición que unos caballeros romanos hicieron
a San Marcos para que escribiese su evangelio8; o incluso
haber surgido en principio por un simple motivo de conve­
niencia humana, tal es el caso del segundo libro de los Maca-
beos. Todos estos elementos son previos. Pero la inspiración
bíblica ha de llegar a influir en estos elementos previos a la
hora, al menos, de la decisión de la composición, para hacer
que el propósito y juicio de los mismos sean sobrenaturali­
zados, aparte del momento en que sean seleccionados para su
incorporación al libro planeado. Si no no rebasarían, por razón
del sujeto autor, la valoración y propósito naturales y huma­
nos. Y la inspiración bíblica afecta a todo el cuadro psicológico
normal del autor humano para la elaboración de su obra;
lo contrario sería, psicológicamente, violento. Y la gracia ca-
rismática inspirativa obra suavemente: al «modo humano».
La preparación «moral» del hagíógrafo.— Siendo la ins­
piración bíblica una gracia sobrenatural que va a hacer al
hagíógrafo in s t r u m e n t o de Dios para hablar por él, ¿no exige
esto en el sujeto paciente, si no una santidad de grado elevado,
al menos el estado de gracia? Dos cosas pueden considerarse:
a ) una, lo que sea absolutamente necesario; b ) otra, lo conve­
niente.
a) Lo necesario.— Si se atiende a ver si es absolutamente
necesaria alta santidad de vida, o, al menos, estado de gracia,
hay que decir que no.
En primer lugar, si puede haber profetas que hablan ver­
daderamente en nombre de Dios— como instrumentos —y no
sean santos, se ve que el hagíógrafo igualmente puede estar
sin gracia. Y de esto da algún caso la Escritura. Pues ésta cita
la profecía de Balaán, que aparece como una especie de brujo
(Núm cc.22-24). Y ®I mismo Santo Tomás admite que puedan
profetizar verdaderamente los hombres malos 9, e incluso ad­
mite que los profetas de los demonios son instruidos, a veces,
por los demonios en la verdad, y cuyas verdades— revelacio­
nes— pudieron ellos recibir de Dios por medio de los ángeles 1(i.
La razón teológica de esta posibilidad está en la doctrina
8 C l e m e n t e A ., Hypotyp. ad i Pet. 5 ,14 : M G 9 ,7 3 3 .
9 II-II q.172 a.6,
10 II-II q.172 a.6.
C.4. Naturaleza 107

de la gracia «actual», a la que pertenece, como una especie,


la gracia «carismática» de la inspiración bíblica, la cual no
exige, de suyo, la santidad ni el estado de gracia.
Si Dios, por el contacto con un sujeto— instrumento-
medíante la gracia «actual», confiriese santidad, o exigiese
esto una unión a él por la caridad, entonces toda gracia «ac-
lual» seria santificad ora. Y, aunque la gracia «actual» que Dios
dispensa normalmente, como medio de actividad sobrena­
tural en el sujeto, tiende a santificarlo— sea por disposición,
sea por desarrollo— , no por ello exige que ya sea santo el
sujeto sobre el que recae— tal es la gracia preveniente y dis­
positiva a la justificación— , ni siempre esta gracia dispositiva
(«gracia suficiente») logra su objetivo de santidad («gracia
eficaz»).
Pero, sobre todo, la inspiración bíblica es una gracia
c a r is m á tic a , con cuyo tipo de gracias Dios no tiende directa­
mente al provecho espiritual del que la recibe ni, por tanto,
mira directamente a santificarlo, sino que se la comunica a
él como a un intermediario, en orden al provecho espiritual
de la comunidad. Y una gracia que, por hipótesis, no es «san­
tificante» ni se da al sujeto para santificarlo, no exige en éste
un estado, de suyo, ni d is p o s i t i v a m e n t e apto para que esta
gracia lo santifique, ni un estado de gracia para que con la
colaboración de la misma le aumente ésta. Por todo lo cual,
la inspiración bíblica no exige en el sujeto, absolutamente
hablando, ni alta santidad de vida, ni siquiera el estado de
gracia.
b) L o c o n v e n i e n t e ,— Pero si se atiende a lo c o n v e n i e n t e ,
entonces, teniendo en cuenta el plan sabio y suavemente pro­
vidente de Dios, seguramente hay que admitir que sus hagió­
grafos no sólo estaban unidos a él por la caridad y la gracia,
sino que probablemente, sobre todo para los que transmiten
las más altas verdades, se hallaban en un alto grado de santidad,
De hecho se sabe que varios de ellos eran apóstoles; v.gr.,
fian Mateo, San Juan, San Pablo y otros que estaban íntima­
mente ligados a los apóstoles y a su obra, como San Marcos
y San Lucas. En el A. T., si hay libros, como los Salmos o
el Cantar de los Cantares, que son férvidas elevaciones a
Dios, otros, en cambio, tienen menos contenido religioso,
tal el libro de Rut. Sin embargo, todos estos autores que iban
a ser instrumentos vivos de Dios, que iban a hablar en su
nombre, todos estos libros que iban a ser por excelencia
santos, que contenían la revelación «oficial» e s c r it a , todo esto,
en el plan de la providencia sobrenatural de Dios, acusa una
108 Inspiración bíblica

máxima conveniencia del estado de gracia y de una cierta


santidad, no sólo ordinaria, en éstos. Así se concebiría mal
un San Juan volcando su amor en Cristo al componer su
evangelio, o los arrebatos de altísima mística de San Pablo
en sus cartas cristológicas, sin hallarse en alturas de santidad.
La inspiración en la inteligencia.— Dando Dios el caris‫״‬
ma de la inspiración bíblica precisamente para componer
con el hagiógrafo un libro de verdades religiosas, se ve ya que
esta acción sobrenaturalmente inspirativa ha de afectar a la
inteligencia del hagiógrafo, puesto que si el libro va a ser de
verdades, éstas están formalmente en la inteligencia. Y si
el hagiógrafo va a ser instrumento de Dios para expresarlas,
ha de serlo antes instrumento suyo en el concebirlas.
Abiertamente dice León XIII, en la encíclica Providentis-
simus Deus, que Dios actúa sobrenaturalmente en la inteli­
gencia de los hagiógrafos. Dice: Dios mismo
«los excitó y movió con virtud sobrenatural («supernaturali virtute»),
a escribir, y él mismo los asistió mientras escribían, de tal manera que
concibiesen rectamente en su mente ( ut recte mente conciperent) ...
todo y solamente lo que él les ordenaba escribir» •1.

Hay, pues, una accto'n sobrenatural de Dios en la inteli­


gencia del hagiógrafo, que le hace concebir rectamente lo que
Dios quiere comunicar a los hombres por su medio.
Pero esta acción sobrenatural de Dios en la mente del
hagiógrafo, ¿es extrínseca o intrínseca a ella?
Sería extrínseca si se la concibiese como una acción de
Dios en la facultad —inteligencia— de tal manera que, actuando
extrínsecamente a ella, obligase, forzase a ésta a prorrumpir en
lo que Dios quisiese, puesto que Dios puede gobernar aun
así profundamente las potencias.
Benedicto XV, en la encíclica Spiritas Paraclitus, hablando
precisamente de la doctrina de San Jerónimo sobre la inspira­
ción bíblica, dice:
«Sí ahora tratamos de saber cómo hay que entender este influjo de
Dios sobre el escritor sagrado y su acción como causa principal, vere­
mos que la enseñanza de San Jerónimo está en perfecta armonía con la
doctrina católica común en materia de inspiración. Puesto que Dios,
afirma él mismo, por un don de su gracia, ilumina el espíritu del escritor
(gratia collala, scriptoris mentí lumen preferre) en lo que respecta a la
verdad que éste debe transmitir a los hombres en nombre de Dios» 12..

No se trata, pues, según la Iglesia, de una acción extrínseca


a la potencia, forzadora y violenta, con la que Dios hiciese
11 EB n.no. ir EB n.461,
C.4. Naturaleza 109

prorrumpir al hagiógrafo en un pensamiento suyo, sino que


es por una acción intrínseca («gratia collata») e iluminadora 12*.
Pero si se concibiese esta acción de Dios, en la hipótesis
dicha, por una acción extrínseca a la potencia, resultaría que
esta acción del hagiógrafo sería simplemente humana. Porque
si Dios movía a la potencia humana— inteligencia— a que pro­
rrumpiese en un pensamiento que él quería y al que él la
/orzaba, ya que este modo era humana y psicológicamente
violento, resultaba que Dios movía a la potencia a actuar,
pero el pensamiento era «elícito» sólo de ella. Y, por tanto, era
un pensamiento puramente humano. Y si llevaba la infalibi­
lidad por esa acción, aunque violenta, hipotéticamente posible,
en modo alguno podría decirse de ese acto o pensamiento,
«elícitamente» humano, que era, en verdad, palabra sobrena­
tural de Dios, como es toda la palabra de la Escritura. El
concepto católico de la palabra de Dios en la Escritura, que
se constituye precisamente por la inspiración, exige que ese
acto «elícito» de la mente sea producido no sólo por la simple
facultad humana, sino por la conjunción de ésta con la luz
sobrenatural: que sea intrínsecamente producido por la potencia
connaturalmente sobre natura liza da.
Por otra parte, se concluiría normalmente esto sabiendo
que Dios toma al hagiógrafo para esta obra como instrumento
humano y, por tanto, con su psicología normal. Pues «la gracia
no destruye la naturaleza, sino que la eleva y perfecciona».
Para el acto cognoscitivo humano natural se requieren
fundamentalmente dos elementos: a) la potencia intelectiva,
cognoscitiva, «luminosa», el intelecto (posible), que es el que
va a emitir el «juicio» sobre lo que haya de considerar; b) el
objeto, sensible o intelectual, que en todo caso ha de estar
«intelectualizado» para poder ser comprendido por el «entendi­
miento posible». De la conjunción de ambos elementos, el
entendimiento conoce. Santo Tomás, hablando precisamente
del proceso sobrenatural profético revelatorio, enuncia la ne­
cesidad de estos dos elementos así: «Para el conocimiento
(sobrenatural con revelación) se requieren dos cosas: la recep­
ción de lo que se ha de conocer y el juicio (sobrenatural) de
estas cosas» 1L
Llevado este proceso al orden sobrenatural inspirativo,
sin revelación, se ve que ha de ser modificado algún tanto el
cuadro del conocimiento sobrenatural. Sobre el objeto a cono­
cerse, en absoluto, no hace falta. Así, San Lucas, para escribir
su evangelio, tiene todo el material preparado. Sin duda que
n * lí- í r q .!7 r a,i ad 4, 13 De Verit. q.12 a,7.
110 Inspiración bíblica

habría intervenciones sobrenaturales, providenciales al me­


nos, en el curso de su proceso elaborativo. Ya que el hagió-
grafo, movido por Dios, ha de escribir «lo que Dios quiere
y c o m o é l quiere». Y puede ser que Dios quisiera no amoldarse
a una simple conveniencia de rasgo humano— polémico, his­
tórico, kerigmático, etc.— , sino que el hagiógrafo se amolde
a propósitos y matices suyos. Pero se considera preferentemen­
te el objeto a juzgarse sobrenatural mente por la «inspiración»
como simplemente humano, ya que se le considera sin reve­
lación.
Mas para que este o b je t o sea sobrenaturalizado hace falta
que sea percibido y entendido bajo su j u i c i o s o b r e n a t u r a lm e n t e .
Esto exige, en absoluto, ser emitido por la facultad humana
en virtud de una «luz» sobrenatural. Pues «el juicio de la mente
humana se da según la fuerza ( v i m ) de la iuz intelectual» *4.
Por eso, si la «luz» es sobrenatural, el «juicio» que se dé
de los conocimientos que se tengan por vía humana— v.gr., San
Mateo al referir en su evangelio las palabras y milagros que
presenció de Cristo— , o por tradición y documentación— como
San Lucas, que se informa de testigos orales y escritos sobre
la vida de Cristo, para escribir su evangelio— , es s o b r e n a t u r a l.
El hagiógrafo, en este caso, «juzga» s o b r e n a t u r a lm e n t e lo que
Dios quiere y como él quiere que lo juzgue. Es el caso del
hagiógrafo que, por hipótesis, sólo haya de escribir sobrenatu­
ralmente cosas que sabe por vía humana y no por una revela­
ción que directamente se le haga a él. Tal es el efecto que
produce esta «luz» en el hagiógrafo: juzgar «modo divino» y
«con certeza divina», aunque aparentemente él no lo perciba,
como antes se indicó al hablar de la gracia «actual», la expe­
riencia de su presencia.
Si se quisiera sensibilizar el efecto de esta «luz», se podría
decir que, si el intelecto fuese blanco, vería las cosas conforme
a las reacciones que en ellas proyectase su luz; si el sobrena­
tural fuese colorear la potencia de un color rojo, las cosas se
percibirían con la objetividad que tenían, pero coloreadas de
rojo. Lo que no es otra cosa que el aforismo escolástico de
que «quidquid recipitur ad modum recipientis recipitur».
Pero hasta aquí no es más que la acción sobrenatural «ins­
pirativa» en la inteligencia, relativa a la r e c e p c ió n del «objeto»
a conocerse ante la presencia de la facultad intelectiva sobre­
naturalizada.
En qué consista este «lumen supernaturale» es un misterio.
Aunque, en realidad, no es más que la potencia humana inte-
14 II-II q.173 a.2.
C.4. Naturaleza 111

lectiva elevada al orden sobrenatural. Como el entendimiento


es de naturaleza «luminosa», pues tiene por misión «ver» natu­
ralmente, al elevarlo al orden sobrenatural, Dios le confiere
un aditamento, un accidente sobrenatural, que lo sobrenatu­
raliza en su misma línea y naturaleza cognoscitiva. Con ello,
el intelecto se eleva, se «fortifica», por lo que se capacita para
ver con modo sobrenatural los elementos que se presenten a
su consideración. Así dice Santo Tomás: «El juicio sobrena­
tural del profeta (aquí hagiógrafo) se hace en virtud de la luz
que se le infundió, por lo cual el intelecto es fortificado («robo-
ratur») para juzgar» 15.
Inspiración del juicio.— La Escritura es un libro en el
que se comunica la verdad. Pero la verdad se encuentra for­
malmente en el juicio. Es ésta la segunda operación mental en
la que se establece formalmente la verdad. Por eso, si el hagió­
grafo recibe sobrenaturalmente de Dios «luz en la mente»
(«mentí lumen» ) 16 para que «conciba rectamente... todo,,, lo
que (Dios) le mandase» escribir, como dice León XIII 11,
puesto que por su obra escrita se va a comunicar la verdad de
Dios, se sigue que esta inspiración ha de afectar especialmente
al juicio.
Y así Santo Tomás, al hablar de la revelación profética,
enuncia un principio fundamental de la psicología de la ver­
dad: «El juicio de la mente humana se hace en virtud de la
luz intelectual» *8. Analógicamente sucede esto en el orden
sobrenatural. Esa verdad que conoce ya humanamente, por
hipótesis, el hagiógrafo, se va a hacer verdad divina al ser
juzgada con un juicio que prorrumpa no en virtud de la sim­
ple «luz intelectual» humana, sino en virtud de una luz sobre­
natural ( lumen intelligibile supernaturale).
Pero el juicio aparece en la mente humana con una doble
función: «juicio especulativo» o «teórico» y «juicio práctico».
A ambos juicios ha de afectar la inspiración bíblica.
a) Inspiración del juicio especulativo.— El juicio especula­
tivo es el que valora la verdad en sí misma; la considera, la
estudia, la afirma o la niega en sí misma, en lo que tiene de
tal. Es valoración absoluta.
Tratándose aquí, ahora, sólo de la inspiración bíblica que
no lleve aneja revelación, sino que es sólo «luz» para juzgar
ideas y conocimientos que el hagiógrafo ya tiene recibidos
por vía natural, se sigue que, si Dios quiere que esas verdades
15 De Vertí, q.12 a.7. 17 E B n .n o .
16 E li n.461. 18 11-11 q , ! 7 3
112 Inspiración bíblica

se a n ju z g a d a s so b re n a tu ra lm e n te (quod Deus vultj y d e l m o d o


q u e a él le plazca (quomodo vultj, e n to n c e s es a b so lu ta m e n te
n ecesario q u e la in sp ira c ió n b íb lica afecte al «juicio teórico«.
Sólo así esas v e rd a d e s se rá n ju z g a d a s, an tes d e p asar al lib ro ,
com o v e rd a d e s so b re n a tu ra le s, e n la m e d id a q u e él q u ie ra
q u e e n el lib ro a p a re z ca n ésas e sc rita s com o verdades. El
co m p le m e n to d e esta afirm ación se v e rá p ro n to . Y esto hace
v er, n a tu ra lm e n te , q u e la in sp ira c ió n b íb lic a h a d e a fe c ta r
ta m b ié n a la p rim e ra o p e ra c ió n m en tal: «sim ple apreh en sió n »
o re c e p c ió n d e «especies», ideas. Y a q u e d e ellas h a d e salir
el fru to so b re n a tu ra liz a d o d e l juicio.
b ) Inspiración del juicio práctico.— E l «juicio práctico» c o n ­
sid e ra la v e rd a d o falsed ad — el p e n sa m ie n to d e la m e n te — en
o rd e n a u n a realización práctica. T ie n d e fo rm a lm e n te a su
tra n sm isió n , a su en señ an za, o a u n p ro p ó sito y fin co n creto .
«El intelecto especulativo y el práctico difieren en esto— dice Santo
Tomás— : el intelecto especulativo lo que aprehende no lo ordena a la
obra, sino sólo a la consideración de la verdad; el intelecto práctico,
por el contrario, lo que aprehende lo ordena a la obra« 1“ .

S ien do, p ues, el fin d el ju ic io práctico te n d e r a tra n s m itir


u n p en sa m ie n to , a c o m u n ic a r u n a id ea, p ro p o n ié n d o se el
h ag ió g rafo — m ejo r, D io s p o r el h ag iógrafo— c o m u n ic a r a los
h o m b re s p o r esc rito d iv erso s p e n sa m ie n to s, exige e sto q u e
e sté in sp ira d o el ju ic io práctico. Ya q u e, d e lo c o h tra rio , no
e sta ría n estas v e rd a d e s ordenadas sobrenaturalmente a transmi­
tirse por Dios, sino sólo p o r el hagiógrafo. N o sería u n a o b ra
«teándrica», sino sim p le m e n te h u m a n a >íy*.
A lg u n o s au to res p ro p u sie ro n q u e la in sp ira c ió n bíb lica,
e n la in telig en cia, sólo afectab a al «juicio práctico», p o rq u e los
co n o cim ien to s ya e ra n p re v io p a trim o n io d e l hagióg rafo , lo ­
g rad o s p o r vía h u m a n a , y, p o r ta n to , b a sta b a p a ra c o m u n ic a r
e sto s p e n sa m ie n to s h u m a n o s el q u e D io s le in sp ira se el «juicio
práctico» so b re la conveniencia d e d a rlo s a la p u b lic id a d p o r
escrito .
Y a la m ism a e x p re sió n de la Providentissimus Deus— «ut
recte m e n te conciperent»— va p re fe re n te m e n te al ju ic io e sp e c u ­
lativ o . L a «recta concepción» d e lo q u e E l q u ie re c o m u n ic a r
p o r esc rito se e n tie n d e p re fe re n te m e n te d el ju ic io teórico: d e
c o n c e b ir re c ta m e n te, «cum c e rtitu d in e divina», la v e rd a d m ism a.
P ero la ra z ó n fu n d a m e n ta l q u e hace v e r q u e e sta po sició n
19 I q.79 a. i i .
19 * E. L evesque , Essaí sur la na ture Je Vinspiratiani Rcvuc des Facultes cath. d e l'Ouest
(18 9 5 ) 2 0 8 -2 1 1 ; M . D ic k , L ‫׳‬inspira tto n : R c v u c B ib liq u e {1896) 4 9 0 ; T h . C a l m é s , Q riV st-ce
que. UÉcriture sainte? (1899); P e s c h , De inspiratiane (1 9 0 6 ) 0 .4 1 8 ; D íirb c h , fm litu tto iw s the-olo‫״‬
giae fundamentalis (1927) p . 1 0 4 1 0 5 ‫־‬.
C.4. Naturaleza 113

no es a c e p ta b le es q u e , si so la m e n te la in sp ira c ió n b íb lic a se
diese p a ra s o b re n a tu ra liz a r el «juicio práctico», re su lta b a q u e
las ideas, los p e n sa m ie n to s d el hagiógrafo, se ría n ex clu siv a­
m en te humanos. E ra D io s q u e h acía v er s o b re n a tu ra lm e n te al
h agiógrafo la c o n v en ien cia d e tra n s m itir su s p ro p io s p e n sa ­
m ien to s h u m a n o s. Y la E sc ritu ra , a p a rte d e lo q u e tie n e d e
co n ten id o revelado, es p a la b ra y verdad, n o d e l h o m b re , sin o
de D ios.

I n s p ir a c ió n d e l ju ic io p r á c tic o c o m o « m o d o » d e r e a ­
liz a c ió n .— D io s, q u e in sp ira el ju ic io práctico co m o JiecJio,
es d ecir, com o c o n v en ien cia d e tra n sm isió n d e p en sam ien to s,
ha d e in sp ira r ta m b ié n el «juicio p rá c tic o ‫ )׳‬e n lo q u e tie n e d e
modo c o n c re to d e realización.
L o s p en sa m ie n to s d el h ag iógrafo q u e, in sp ira d a m e n te , va
a tra n s m itir, exigen, p a ra esc rib irse , encarnarse e n u n a fo rm a
o «modo» co n creto . N o es u n a sim p le co n cep ció n aco m p añ ad a
de u n v ago ju ic io so b re la co n v en ien cia d e p o n e r p o r escrito
tales p e n sa m ie n to s. L a in sp ira c ió n m u ev e al «juicio práctico»
eficazm ente p a ra q u e esos p e n sa m ie n to s sean p u e sto s p o r es­
crito. E sto hace q u e el «juicio práctico», a fectad o p o r la in s p i­
ració n b íblica, se e x tie n d a a v e r el p la n o g én ero lite ra rio g e ­
neral m ás co n v en ien te p a ra e n c a rn a r ese p e n sa m ie n to fu n d a ­
m en tal, o esas ideas-eje, e s tru c tu ra d o r d el lib ro , a u n q u e luego,
e n la c o n fecció n y so b re la m a rc h a , se vay a ju z g a n d o la c o n ­
v en ien cia d e los d etalles d e co m posición, d e estilo, d e léxico.
El «juicio práctico» q u e D io s in s p ira es para p o n e r p o r escrito
esos p e n sa m ie n to s d e l «juicio teórico». «Pues el lib ro , sin d e ­
te rm in a d a fo rm a e x te rn a , n o existe; p re c isa m e n te es esto lo
q ue h ace q u e te n g a el ser lib ro y n o sea u n a m e ra c o n sid e ra ­
ció n in tern a» 20.
P o r o tra p a rte , la elección de u n a co n v en ien cia es u n acto
d e la v o lu n ta d 21, p e ro el v e r y juzgar la conveniencia m ism a
de u n p la n general p a ra esa idea o g ru p o fu n d a m e n ta l d e id eas
a d e sa rro lla r, esto p e rte n e c e fo rm a lm e n te al « en ten d im ien to
práctico», ya q u e es juzgar de u n modo d e realizar algo. Y esta
exig en cia está en c o n so n an cia c o n lo q u e dice L e ó n X III, en
la .Providerctissimus Deus, so b re la fu n c ió n d e D io s inspirador
d e los hagiógrafos. P u e s d ice q u e D ios:

«Con virtud sobrenatural los excitó y movió a escribir, y El mismo


los asistió mientras escribían, de tal manera que ellos concibiesen
rectamente, quisiesen relatar fielmente, y expresasen aptamente con10

10 A . B ea, De Scripturae Sacras z'mptraitone (1935) P.S4.


21 I q .1 8 3 a .3 .
114 Inspiración bíblica

verdad infalible (et apte infallibili veritate exprimerent), todo... lo qUL·


El les ordenase escribir!» 222
.
3

E ste e x p re sa r «aptam ente» y con «verdad infalible» to d o el


p ro p ó sito q u e D io s te n ía al u tiliz a r al h ag iógrafo com o causa
in s tru m e n ta l, q u e h a d e llegar h a sta las ú ltim a s con secu en cias
d e ex p resió n , su p o n e co m o m ín im u n la a p titu d fu n d a m e n ta l
d e u n p lan , e sq u e m a o g é n e ro lite ra rio a u tilizar. Y el cu al no
se v a a lo g ra r e n esta o b ra per accidens, sino p ro p u e sto e i n ­
te n ta d o p o r D io s y p o r el hagiógrafo, a q u ie n D io s «excitó y
movió» co n v irtu d so b ren atu ral» para esta o b ra to tal, com o
d ic e L e ó n X III. Y, p o r ta n to , p a ra el «juicio práctico», q u e es
el m o d o psicológico, c o n n a tu ra l y n o v io len to , d el a c tu a r del
h o m b re e n esta o b ra «teándrica».
El modo co m o D io s ejerza en el « e n te n d im ie n to práctico»
esta in sp ira c ió n o in flu jo so b re n a tu ra l «puede se r e n «parte in ­
m ediato», es d ecir, a y u d a n d o y elev an d o la m ism a v irtu d in ­
telectu al; e n p a rte mediato, a sab er: o m e d ia n te el e n te n d im ie n ­
to te ó ric o o p rá c tic o , si los m ism o s ju ic io s y su fo rm a ex tern a
e stá n p sico ló g icam en te ta n ín tim a m e n te u n id o s e n tre sí q u e
tal ju ic io reclam e ta l fo rm a, o m e d ia n te o tra s facu ltad es, com o
la m e m o ria y fantasía»

Función del juicio teórico y práctico en el propósito


del hagiógrafo.— El hagiógrafo, m o v id o in sp ira d a m e n te p o r
D io s p a ra c o m p o n e r su o b ra , va a u tiliz a r e n ella ju ic io s e sp e ­
cu lativ o s y p ráctico s. Y en ello, D io s va a re sp e ta r el m odo
h u m a n o d e la psicología del hagiógrafo, y p o r ta n to su ju icio
te ó ric o y práctico , a u n q u e h a c ie n d o q u e in fa lib le m e n te éstos
re a lic e n su p ro p ó sito d iv in o al se r él cau sa p rin c ip a l d e a m ­
b o s ju icio s.
P e ro e n la v id a p síq u ica, si estos d o s ju ic io s se d a n con
e sta e sq u e m a tiz a ció n y p rio rid a d lógica, d e h ech o ta m b ié n se
d a n y fre c u e n tí si m á m e n te , con u n o rd e n d e p ro p ó sito in v e r­
tid o s. P u es n o siem p re el «juicio teórico» es el q u e p reced e,
c o n d ic io n a n d o e n este se n tid o al «práctico», co m o si d e l logro
y c o n sid e ra c ió n d e la v e rd a d se siguiese su d e sb o rd a m ie n to ,
te n d ie n d o a su ex p a n sió n y d ifu sió n práctica, sino q u e, en
ocasiones, sucede a la inversa. Y en to n ces su s rep ercu sio n es
gnoseológicas p u e d e n se r fu n d am en tales.
N o es, n a tu ra lm e n te , q u e el «juicio práctico» sea ajen o a
u n «juicio especulativo», al q u e sie m p re im p líc ita m e n te s u p o ­
n e y tra n sm ite , sino q u e, e n ocasiones, el «juicio práctico», con

22E B n .iio .
23 A . B e a , De Scripturae Sacras inspira tiune (iQ 3 5 ) p .5 4 - 5 5 .
C.4. Naturalez¿t 115

mu id ea a tra n sm itir, n o es m ás q u e u n a m e ta o fin a lo g ra r, y


en fu n c ió n d e l c u a l se co n d ic io n a rá el u so q u e v a a hacerse d e
las d em ás v e rd a d e s y ju ic io s e n o rd e n a lo g ra r esa m e ta y ese
lin. E n este caso, el «juicio práctico», así v alorado, v a a im p o ­
ner al «juicio especulativo»— a la fu n c ió n d e l m ism o co n rela­
ción a o tra s v e rd a d e s q u e v a n a e n tra r e n ju e g o — m o d alid ad es
q ue p u e d e n se r su stan tiv as.
P o rq u e en to n ces n o es y a la v e rd a d lo q u e se v a a d a r
como té rm in o b enéfico d e su c o n te m p la c ió n , sino q u e estas
verdades c o n te m p la d a s v a n a ser u n sim p le medio e n o rd e n
¡il fin p ro p u e sto , al o b je tiv o a lo g rarse. Y e n c u a d ra d o y e n c a ­
sillado ese tip o d e v e rd a d co m o sim p le medio, la v e rd a d e n ­
tonces, o m ejo r, el uso q u e d e ella se haga, p u e d e re v e stir to d a
tina g am a d e significados q u e v ay an d e sd e el u so q u e se h ag a
de la verdad como tal— v a lo ració n o b je tiv a d e la m ism a — , h a s ­
ta el u so q u e p u e d e h a cerse d e ella, p e ro p re sc in d ie n d o d e su
v aloración lógica y d el v alo r o b jetiv o d e la m ism a.
A sí, si u n a u to r se p ro p o n e u n a fin alid ad diddctico-especu-
lativa, la e n se ñ a n z a d e las m atem áticas, p o r ejem plo, la v e r­
dad, e n este caso, exige com o p rim o rd ia l y esencial el «juicio
teórico», p u e s se tra ta d e e x p o n e r la v e rd a d m a te m á tic a en
toda su ex a c titu d .
Si se p ro p o n e u n fin apologético, la d id á c tic a q u e use p o n ­
drá e n ju e g o , fu n d a m e n ta lm e n te , el «juicio teórico», p u e s las
verdades q u e se p o n e n e n ju e g o se u sa n p rin c ip a lm e n te p o r
su v alo r ob jetivo.
Si se in te n ta persuadir p a ra lo g rarse u n p ro p ó sito d e te rm i­
nado, n o se e x c lu irá n las v e rd a d e s— el «juicio teórico»— , p ero
se a p elará m u y fre c u e n te m e n te al halago d e la v o lu n ta d y a
influir e n los valores afectivos. E n este caso, la v e rd a d p u e d e
re p re se n ta r u n v a lo r se c u n d a rio . Se p u e d e n u tiliz a r afirm acio ­
nes, en señ an zas, h isto rias, etc., p o r lo q u e te n g a n d e am en o ,
de p lástico , d e relleno, p o r lo q u e p u e d a n se rv ir d e so p o rte y
cañ am azo e n la e s tru c tu ra g en eral d e la o b ra, p ero sin q u e esto
im p o rte n e c e sa riam e n te , p o r p a rte del a u to r—■orador o p u b li­
cista— , su «juicio teórico» d e afirm ación o neg ació n so b re la
v erd ad q u e utiliza. Sí e n tra ñ a , n e c e sa riam e n te , e n esto su
a se n tim ie n to al «juicio práctico»: a la co n v en ien cia u o p o r tu n i­
d ad d e u tiliz a r d e te rm in a d o s tip o s d e v e rd a d e s co m o e le m e n ­
tos d eco rativos, estéticos, hábiles, p o r el influjo q u e p u e d e n
o q u e h a n d e ejercer so b re los valores afectivos d el su je to -le c to r
en o rd e n al fin a lo g ra r p ro p u e sto p o r el a u to r.
Sólo c u a n d o la v e rd a d se tr a ta d e e x p o n e r b ajo su ra z ó n
fo rm al d e v e rd a d , es c u a n d o el a u to r c o m p ro m e te en su ex-
116 Inspiración bíblica

p o sic ió n su «juicio especulativo». P e ro c u a n d o la v e rd a d se


u tiliz a co m o e lem en to se c u n d a rio , p re sc in d ie n d o el a u to r, en
el u so q u e h ace d e ella, d e lo q u e tie n e d e c o n te n id o o b jetivo,
e n to n c e s el a u to r n o c o m p ro m e te ni im p lic a su ju ic io e n el
asen so so b re el v alo r o b jetiv o d e la m ism a. D e tal m a n e ra q u e,
si c o n relació n a ella, e n su ju ic io personal, p riv ad o , e stá en
situ a c ió n lógica d e v e rd a d o e rro r, e n el uso q u e hace d e la
m ism a e n este caso, d e lib e ra d a m e n te , o d e h ech o , al m en o s 24,
p re sc in d e del v a lo r o b jetiv o d e su c o n te n id o y de su a c titu d
m e n ta l d e v e rd a d o e rro r fre n te a la m ism a.
T o d o , e n este caso, d e p e n d e del á n g u lo d e v isió n y d e p r o ­
p ó sito e n q u e el a u to r se coloque, y de la e x te n sió n q u e q u ie ra
d a r a sus afirm aciones. P u e sto q u e «cada gén ero lite ra rio tien e
su verdad» 25. V e rd a d q u e es aq u í la a d e c u a ció n e n tre el p ro ­
p ó sito d e l a u to r y el m e d io e x p re siv o — g én ero lite ra rio — q u e
u tiliza.
E sta psicología h u m a n a es, en ocasiones, re sp e ta d a p o r
D io s e n su acció n in sp ira tiv a . M á s a ú n , al se r re sp e ta d a en
o casiones esta re stric c ió n d e ju icio s teó rico s en el hag ió g rafo
p o r la acción in sp ira tiv a , es p re c isa m e n te in te n to d e D io s con
relació n a d iv erso s p u n to s de la E sc ritu ra . N o es q u e to d a ella
n o esté in sp ira d a , lo q u e iría c o n tra la fe, sino q u e n o sie m p re
se in te n ta d e c ir p o r D io s y el hag ió g rafo u n a v e rd a d in sp ira d a
co n «juicio teórico», sin o sólo con «juicio práctico». L a exégesis
es la q u e b u sc a rá e n cad a caso, sie m p re b ajo el M a g iste rio d e
la Iglesia, si la afirm a c ió n e sc ritu rístic a está afectad a p o r el
«juicio teórico» d el h ag ió g rafo o sólo p o r el «práctico».
E s e n esta d iv ersa d osificación en q u e e n tra n e n el p ro p ó ­
sito d el h ag iógrafo y e n el in te n to d e D io s el «juicio e sp e c u la ­
tivo» y el «práctico» d o n d e se halla situ a d a la m etafísica d e los
«géneros literarios». Y a q u e éstos son los d iv erso s m o d o s d e
d e c ir y d e utilizar la verdad. Y e n la E sc ritu ra es v e rd a d todo
lo q u e d ice D io s y el h agiógrafo, o m ejo r, D io s p o r m e d io d el
hagiógrafo, p ero lo es e n el sentido e n q u e lo d icen . L o cual
n o es o tra cosa q u e o e n se ñ a r u n a v e rd a d com o ta l— «juicio
especulativo»— o u tiliz a rla sin la fo rm a lid a d e stric ta d e la v e r ­
d a d — «juicio práctico»— , p o r o tro s m otivos 26.

Inspiración bíblica con revelación.— P e ro los lib ro s b í­


b lico s a p a re c en tra n sm itie n d o , e n ocasiones, v e rd a d e ra s re v e ­
lacio n es so b re n a tu ra le s. Si sólo v ien en éstas a in c o rp o ra rse al
24 Esto se estudiará más adelante en la «Cuestión Bíblica♦ , en el apartado que se titula
«Teoría de una disociación psicológica«.
25 A . Ü e a , De Scripturae Sacrae inspiratione (1 9 3 5 ) p . 106.
26 P. B e n o ít , S. Th. d’Aquin: Sotnme Théologiquc; La Propkétie (1 9 4 7 ) e d ic . d e la R e v u e
d e s Jeunes p .3 M 3 ‫־‬i6.

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