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Este texto trata de la cuestión de la antropología de Platón donde se centra en el problema del

alma a la cual considera eterna. En concreto se relaciona con el argumento de la simplicidad


del alma al compartir la naturaleza de las ideas. Esto se fundamenta en su epistemología
donde afirma la existencia de un mundo inteligible “el mundo de las ideas”. En este existen las
ideas, esencias absolutas, modelo perfecto de cuanto existe en el mundo. Estas son simples,
indivisibles, inmutables e idénticas a sí mismas. “Es necesario-dijo Cebes-que se mantengan
idénticos y en las mismas condiciones”. El Demiurgo, admirando la perfección de estas,
moldeó la materia inerte prexistente utilizando como modelo las ideas, existiendo por lo tanto
una relación de mímesis entre los objetos del mundo material y estas. Sin embargo, los objetos
del mundo material son tan solo copias imperfectas, corruptibles, divisibles y variables “estas
cosas: jamás se presentan de igual modo.” En el argumento de la simplicidad Platón afirma que
el cuerpo es como las existencias del mundo sensible y por lo tanto le corresponde al cuerpo
disolverse y morir, mientras que el alma como las ideas es incorruptible e idéntica así misma,
por lo que permanecerá indisoluble, inmortal.

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