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INTERVENCIÓN GRUPAL

SEMANA 6
INTERVENCIÓN GRUPAL
Metodología para la Intervención Grupal
desde el Trabajo Social
SEMANA 1
Parte III
n Grupal desde el Trabajo Social

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Artes y Ciencias de la Comunicación S.A. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.
APRENDIZAJES ESPERADOS
El estudiante será capaz de:

• Relacionar el rol profesional con la intervención socio


terapéutica en los grupos de autoayuda, considerando
sus características y aplicabilidad.

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SEMANA 6 – INTERVENCIÓN GRUPAL

APRENDIZAJES ESPERADOS ................................................................................................................. 2


INTRODUCCIÓN ................................................................................................................................... 4
RESUMEN ............................................................................................................................................ 5
PALABRAS CLAVE................................................................................................................................. 5
PREGUNTAS GATILLANTES .................................................................................................................. 6
1. LA INTERVENCIÓN SOCIOTERAPÉUTICA .......................................................................................... 7
1.1. El Grupo de autoayuda ........................................................................................................ 8
1.2. Características ................................................................................................................... 10
1.3. Aplicabilidad ...................................................................................................................... 12
1.4. Fases de desarrollo (Domenech López) ............................................................................ 12
2. ROL PROFESIONAL EN LA CONDUCCIÓN DE UN GRUPO DE AUTOAYUDA ................................ 16
COMENTARIO FINAL........................................................................................................................... 18
REFERENCIAS ..................................................................................................................................... 19

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INTRODUCCIÓN
Los grupos constituyen un espacio natural para el crecimiento y desarrollo de las personas. Desde
la primera infancia y hasta la muerte las personas viven numerosas experiencias de participación en
diferentes tipos de agrupaciones o asociaciones, los cuales dejan en su vida aprendizajes en
contenidos, emociones, capacidades y habilidades.

Durante esta semana, se abordará de manera específica la realidad y características de los grupos
socioterapéuticos que, entre otros aspectos, buscan mejorar la calidad de vida de quienes participan
en ellos, mediante la adquisición y/o fortalecimiento de nuevos conocimientos, desarrollo de
capacidades y habilidades. Dentro de los grupos socioterapéuticos, destacan de manera particular
los grupos denominados de autoayuda, los cuales constituyen una especial forma de trabajo grupal,
propia de las intervenciones socioterapéuticas.

En la actualidad, este tipo de grupos constituye un campo de acción propicio para el Trabajo Social
de Grupo. Por ello es importante conocer en qué consisten los grupos de autoayuda, cómo surgen,
cuáles son sus principales características y objetivos, así como también qué acciones puede
desarrollar el profesional o técnico del área para estimular su formación.

“Los grupos de autoayuda surgen como alternativa al sistema tradicional donde


la dirección y la responsabilidad corre a cargo de un profesional”.

Domenech (1998, p. 182).

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RESUMEN
En este documento se exponen los elementos centrales sobre una modalidad de intervención grupal
socioterapéutica, conocida como los grupos de autoayuda o ayuda mutua (GAM), describiendo sus
principales características, las diferentes fases o momentos de intervención que se deben
desarrollar con ellos.

Adicionalmente, se describen algunos ejemplos para su aplicabilidad y algunas técnicas útiles para
el ejercicio comunicacional al interior de estos tipos de grupo, finalizando con el rol que juegan los
profesionales y técnicos en este tipo de agrupación.

Cabe destacar que, bajo esta estrategia de acción, los encuentros cara a cara y la participación de
los miembros del grupo, son claves para la continuidad y sostenibilidad de su quehacer.

Todo lo anterior, para que los estudiantes sean capaces de:

• Relacionar el rol profesional con la intervención socio terapéutica en los grupos de


autoayuda considerando sus características y aplicabilidad.

PALABRAS CLAVE

Grupos de autoayuda Acompañamiento profesional

Socioterapia Parafraseo Escucha activa

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PREGUNTAS GATILLANTES
Te invitamos a responder las siguientes preguntas en el foro de diagnóstico de esta semana:

• ¿Cuál es el aporte de los grupos de autoayuda que se desarrollan preferentemente con


personas que sufren enfermedades físicas y mentales?

• ¿Qué técnica destacaría para favorecer la comunicación empática entre los participantes
de un grupo de autoayuda?

• ¿Cuál es el rol que los profesionales y técnicos del Trabajo Social deben desempeñar para
favorecer la autonomía paulatina del grupo de autoayuda? ¿La evaluación del proceso
grupal es una actividad permanente para el facilitador y los miembros del grupo?

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1. LA INTERVENCIÓN SOCIOTERAPÉUTICA
La intervención socioterapéutica tiene por objetivo tratar aspectos o situaciones que producen
sufrimiento a las personas, impidiéndoles desarrollar sus potencialidades en diferentes ámbitos de
la vida cotidiana. En estos grupos lo más importante es instalar las condiciones propicias para el
intercambio de experiencias entre los participantes, promoviendo así su desarrollo personal y social.

Durante esta semana se abordará con especial énfasis el grupo de autoayuda, definiendo sus
características y sugiriendo algunas acciones para su conformación, así como el rol de los
profesionales y técnicos del Trabajo Social de Grupo (TSG) respecto a esta metodología.

Para Teresa Rossell (1998), los grupos socioterapéuticos:

Se utilizan desde el trabajo social para tratar aquellos aspectos que conf lictúan y producen

sufrimiento a las personas, o les impide desarrollar sus capacidades, afectos, relaciones y

responsabilidades sociales. La intervención socioterapéutíca va dirigida a mejorar las vivencias

y la participación social de una persona, lo cual implica un desarrollo de las capacidades

personales para enfrentarse consigo mismo y con el entorno: grupos de padres de hijos que

presentan problemas diversos, grupos de mujeres para aumentar su autoestima e

independencia, grupos de personas que a causa de una enfermedad tienen que modificar sus

hábitos de vida, etc. (p.112).

Las intervenciones socioterapéuticas se sustentan en tres pilares claves: la observación, la


comunicación y la creatividad.

Observación Comunicación Creatividad y


participante interpersonal plasticidad

Figura 1: Pilares claves de las intervenciones socioterapéuticas. Fuente: Elaboración propia.

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En primer lugar, se encuentra la observación, que es una técnica que aporta conocimientos en
relación con la situación que se encuentran los integrantes del grupo, si presentan avances o
retrocesos en pro de alcanzar una nueva condición de bienestar. El tipo de observación que se
espera que desarrollen los profesionales que conducen el grupo implica no sólo estar alerta a lo que
sucede en el proceso grupal, sino que devolverle a este las particularidades y distinciones que el
profesional o técnico que observa logra percibir; así se está en presencia de un tipo de observación
participante, donde existe compromiso e interés con el fenómeno observado y cuyos resultados
constituyen una clave para la intervención socioterapéutica.

Complementariamente, hay que precisar que los grupos socioterapéuticos resultan ser muy útiles y
eficaces para trabajar en contextos educativos, laborales y con pacientes y sus cuidadores en el área
de la salud. Principalmente, porque su foco está puesto en prevenir, promover y habilitar mediante
el fortalecimiento de competencias y conocimientos en favor de una vida más saludable y plena.

EJEMPLO

Un grupo socioterapéutico donde asisten 15 niños entre 12 y 16 años,


utiliza como estrategia creativa y plástica las redes sociales para
comunicarse y enviar contenidos a abordar por el grupo; entre las
técnicas aplicadas en las sesiones se encuentra el uso de dibujos en
grafitis y tatuajes que son removibles, estos últimos acogiendo los
intereses y preferencias de los adolescentes que conforman el grupo.

1.1. EL GRUPO DE AUTOAYUDA


Los grupos de autoayuda (también conocidos como grupos de ayuda mutua, GAM) nacen como una
alternativa al sistema tradicional de apoyo social. Este último se caracteriza por depositar la
responsabilidad y conducción del grupo en un profesional. Así pues, en la medida que el Trabajo
Social con Grupos fue evolucionando, adquirió fuerza esta nueva manera de generar espacios
grupales. El puntapié inicial de esta metodología fue la creación de Alcohólicos Anónimos en 1930
(Domanech, 1998).

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• En el siguiente video se describe el programa de Alcohólicos


Anónimos, organización presente en más de 180 países. Si bien
cada grupo posee características particulares según su ubicación
geográfica-territorial, a nivel general sus servicios se describen en
el video:

https://www.youtube.com/watch?v=sOf0hxFOjuQ

Los principales objetivos de los grupos de autoayuda radican en consolidar, ampliar y complementar
la red social de apoyo del individuo. Esta red social es comprendida como el conjunto de actores
(personas o instituciones) que acompaña y brinda contención a las personas. Para la intervención
que realizan los grupos de autoayuda, se entiende que las personas atraviesan por una dificultad
y/o problema, por el cual no han recibido el apoyo adecuado de parte de otros sistemas de su red.
Cabe señalar que estos grupos han surgido bajo el alero de diversos campos, como el de salud
mental, adicciones, crisis vitales, etc.

• Es importante señalar que los grupos de autoayuda enfatizan la


interacción social cara a cara, además de la responsabilidad
personal de sus miembros, respecto a sus propios procesos de
cambio y transformación personal y social.

Para los grupos de autoayuda, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha adoptado la siguiente
definición:

Los grupos de autoayuda son grupos pequeños y voluntarios estructurados para la ayuda

mutua y la consecución de un propósito específico. Estos grupos están integrados

habitualmente por iguales que se reúnen para ayudarse mutuamente en la satisfacción de

una necesidad común, para superar un hándicap común o problemas que trastornan la vida

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cotidiana, y conseguir cambios sociales y/o personales deseados. (Katz & Bender, en

Domanech, 1998, p. 182).

1.2. CARACTERÍSTICAS
Los grupos de autoayuda suponen para el Trabajo Social una estrategia de intervención centrada en
el apoyo social. Esto se ve reflejado en los siguientes ámbitos (Domenech, 1998):

• Estructural: surgen cuando los sujetos poseen una red muy escasa o bien no cuentan con un
sistema de apoyo que les permita generar intercambio de forma recíproca (como, por ejemplo,
un cuidador de una persona postrada que no tiene contacto con personas en igual situación).
Es así como el grupo de autoayuda permite brindar a la persona una nueva red de apoyo.
• Funcional: el apoyo social es concebido como una instancia donde los sujetos intercambian
recursos. Este apoyo además cumple la función de permitir que las personas enfrenten de mejor
forma un evento estresante, desde una perspectiva emocional, instrumental (a través de apoyo
material o físico, o bien con conductas que le permiten solucionar alguna dificultad de manera
directa) e informacional (es decir, haciendo entrega de información útil para la persona que
permita resolver alguna situación de relevancia para ella). Por ejemplo, un grupo de autoayuda
para familiares de personas con consumo problemático de drogas, puede entregar información
a sus miembros sobre estrategias y acciones que les permita a las personas superar el problema
que los afecta. Esta información puede ser respecto a: centros de tratamiento, vías de ingreso,
sistema de salud y apoyo financiero, etc.
• Contextual: brindan un espacio que permite a las personas tratar temas o situaciones, que en
otros espacios no lo podrían haber realizado. Por ejemplo, en un grupo de padres de hijos
fallecidos, todos han experimentado una situación común. Un padre o madre que ha pasado
por esa situación puede necesitar comprender y compartir su dolorosa experiencia, hablar de
ello le permitiría bajar sus niveles de angustia por el recuerdo del hijo fallecido e integrar dicha
experiencia a su vida cotidiana. Dado que socialmente es muy difícil generar las condiciones
para abrir estos temas, los grupos de autoayuda surgen como un contexto propicio para
conversar sobre problemáticas que no se abordan en el cotidiano vivir.

Si bien existen diversas características atribuidas a los grupos de autoayuda, se reconocen a las
siguientes como las más relevantes (Gracia, en Domanech, 1998):

• Intercambio de experiencias comunes: quienes participan en este tipo de grupos han vivenciado
similares situaciones y comparten sentimientos comunes sobre ellas. En este sentido, quien
proporciona la ayuda ha pasado por el mismo problema de quien la recibe.
• Apoyo emocional: este apoyo motiva a la persona a que se ajuste a la situación por la que está
pasando o bien que genere un cambio profundo respecto a dicha situación. Esto puede suceder

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en las reuniones del grupo como otros espacios fuera de ellas; actualmente, el uso de redes
sociales permite que este intercambio se fortalezca en otras instancias. Algunas formas de
brindar apoyo emocional son los refuerzos positivos, el feedback que brinda el grupo, la
retroalimentación del facilitador, el compartir experiencias cotidianas, etc.
• Intercambio de información, consejo y educación: esta dinámica ayuda a la capacidad que
poseen las personas para enfrentar sus problemas, pues es en este intercambio donde los
participantes van aportando su experiencia y posibilidades de acción que facilitan la resolución
de problemas a los otros miembros del grupo. Los profesionales y técnicos, a su vez, brindan
información específica en caso de que el grupo lo demande.
• Reestructuración cognitiva: el intercambio que se genera en el espacio grupal le va entregando
a los participantes nuevas “formas” de comprender la situación por la que está pasando. Así,
van surgiendo nuevas posibilidades de acción para abordarla, promoviendo el cambio y la
autoconfianza.
• Socialización: ser partícipe de un grupo de autoayuda permite a las personas superar sus
sentimientos de aislamiento social, pues por lo general les ha sucedido que pasan por
situaciones complejas donde no han recibido el adecuado apoyo, las lleva a estar solas y dejar
de participar de las actividades sociales o de su comunidad.
• Acciones en conjunto: la persona se involucra colectivamente en las actividades del grupo. En
los grupos de autoayuda, se espera que las personas participen activamente en la instancia
grupal, y que no sean un mero receptor de información.
• Promotor de sentimientos de control, autoconfianza y autoestima: como se ha abordado a
través de las otras características señaladas, contar con mayores herramientas para enfrentar
los problemas por los que pasan las personas, fortalece la autoimagen de estas, los sentimientos
de control frente a las circunstancias que los rodean y el amor propio.

EJEMPLO
Un grupo de autoayuda de personas con disfemia (tartamudez) se ha
constituido en un espacio de intercambio para sujetos que presentan
dificultades en la comunicación. Compartir con otros que poseen
similares características genera un sentido de pertenencia y de soporte
social difícil de encontrar. Generalmente, quienes presentan esta
perturbación al hablar son víctimas de burlas y hostigamiento, y en el
espacio grupal pueden compartir libremente sus experiencias,
información y reflexiones, y así enfrentar de mejor manera situaciones
cotidianas que les generan estrés.

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1.3. APLICABILIDAD
Tan diversa es la aplicabilidad de estos grupos, como diversas son las problemáticas por las que
atraviesan los individuos. No obstante, se debe precisar que esta estrategia de intervención es
ampliamente utilizada en el campo de la salud física, con pacientes críticos (que padecen cáncer) y
crónicos (diabéticos e hipertensos), y en el campo de la salud mental (depresión, adicciones, etc.).
Además, existen grupos para personas que brindan apoyo a otras (cuidadores de personas
postradas), personas que presentan dificultad en el afrontamiento de un determinado rol (padres y
madres de hijos con conductas disruptivas), sobrevivientes (de catástrofes, violencia de pareja),
entre otras situaciones. A fin de clasificar los grupos de autoayuda, se presenta el siguiente cuadro
(Ródenas, 1996):

SEGÚN SUS PARTICIPANTES SEGÚN LAS PROBLEMÁTICAS

• Enfermedades crónicas: Escleorosis


• Personas que viven directamente el
Lateral Amiotrófica (ELA), diabetes, etc.
problema: consumidores de drogas,
• Problemas de conducta a causa del
con VIH, entre otros.
consumo de alcohol y/o drogas,
• Compuestos por personas que
anorexia, ludopatías, etc.
padecen indirectamente el
• Problemas psicosociales: separación de
problema: como familiares y
pareja, pérdida de un hijo, vejez, etc.
cuidadores.
• Problemas generados por el medio:
• Para profesionales: espacio de
exclusión de la diversidad sexual,
intercambio entre colegas.
minorías étnicas, migrantes, etc.
Tabla 1: Clasificación de los grupos de autoayuda. Fuente: Elaborado con base en Ródenas (1996).

1.4. FASES DE DESARROLLO (DOMENECH LÓPEZ)


La mayoría de los grupos de autoayuda en sus inicios contaron con la dirección de un técnico o
profesional del área. A continuación, se presenta una propuesta (Domenech, 1998) de fases o etapas
de creación de un grupo de autoayuda, donde los profesionales y técnicos del Trabajo Social están
más presentes en las primeras etapas y casi fuera del grupo al finalizar, dando apoyo de manera
externa. Importante es señalar que no todos los grupos pasan por las etapas que aquí se describen,
pues muchos contarán siempre con el apoyo de un experto para su ejecución (Domenech, 1998).

1ª FASE: LA CREACIÓN DE UN GRUPO DE AUTOAYUDA


La formación de un grupo de autoayuda puede provenir de la iniciativa de un profesional o técnico,
que considera adecuada este tipo de intervención grupal para abordar un determinado problema,
o bien, por la iniciativa de un grupo de personas, quienes serán los miembros del grupo. En ambos
casos, se debe desarrollar un proceso de preparación donde las personas toman contacto entre sí,

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se comprometen a trabajar en conjunto y definen los elementos para el funcionamiento del grupo.
En esta fase es el grupo en su conjunto quien establece los objetivos específicos y las actividades de
autoayuda a realizar. Si bien los profesionales o técnicos pueden proponer o sugerir algunas
acciones, es el resultado del ejercicio democrático y de intercambio colectivo realizado por los
propios participantes, el que determina los fines y las actividades del grupo. En este momento es
clave que los potenciales participantes del grupo comprendan, en términos generales, los alcances
de los grupos de autoayuda (Domenech, 1998).

También corresponde en esta fase desarrollar acciones para la difusión del grupo, invitando a
posibles participantes a tomar contacto, ya sea a través de un líder (experto o no) o directamente
asistiendo a la reunión de grupo.

• Algunos de los medios por los que se puede difundir la creación


de un grupo de autoayuda son artículos en diarios, revistas y
medios audiovisuales; carteles en sitios de interés y de
asistencia de los futuros miembros, y también anuncios en
redes sociales.
• Toda publicidad debe precisar: fecha, hora y lugar de la
reunión; además de los datos de contacto de la persona a
cargo.

2ª FASE: PRIMEROS CONTACTOS CON EL GRUPO


En esta fase lo clave es que el grupo se vaya consolidando y configurando su propio cuerpo,
identidad, objetivos y normas. Aquí los profesionales y técnicos tienen un rol activo, sin embargo,
es el propio grupo quien establece sus límites. Los participantes definen, por ejemplo, las
condiciones de ingreso, número máximo de participantes, lugar, día y hora de reunión, etc.

En las primeras sesiones se establecen las bases de cómo se desarrollará el grupo. Es importante
señalar que los participantes deben comprender con claridad las estrategias y fines de esta
metodología, especialmente en lo que refiere a (Domenech, 1998):

• La autoresponsabilización de los participantes respecto de sus procesos de cambio.


• La toma de conciencia de los recursos y deficiencias individuales que le permitan resolver las
problemáticas comunes.

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• La estructuración de reuniones o sesiones que promuevan la participación real de los


participantes del grupo: expresar ideas, sentimientos y emociones, escucharse activamente y
facilitar feedback (o retroalimentaciones mutuas).
• El uso de las redes sociales es una ayuda para que los miembros del grupo puedan comunicarse
y establecer la frecuencia de sesiones y asistencia permanente de los participantes en el grupo.

En esta fase se sugiere que el profesional o técnico que facilita el proceso grupal vaya formando a
los miembros en técnicas de facilitación de grupos. Por lo que se sugiere realizar un
acompañamiento sistemático en la preparación de las reuniones, proponiendo temas y/o técnicas
a abordar, así como brindar un espacio para la evaluación de las reuniones con los líderes,
promoviendo las habilidades de observación y reflexión en torno a lo ocurrido en cada sesión.

Por otro lado, en esta fase es clave generar las condiciones para la confidencialidad de lo abordado
en el grupo, pues las temáticas y situaciones abordadas son íntimas, personales y no deben ser
divulgadas a personas que no formen parte del grupo.

3ª FASE: ACOMPAÑAMIENTO PROFESIONAL


En este momento los participantes se entrenarán en la práctica sobre la metodología de autoayuda,
lo que implica aprender el estilo de comunicación característico de estos grupos, donde prima la
comunicación asertiva, a través de pautas relacionales horizontales, participativas y empáticas.

Para un adecuado intercambio entre los participantes, es fundamental que los participantes
conozcan y desplieguen las técnicas apropiadas para clarificar ideas y sentimientos, así como
explorar diversas alternativas para las soluciones a las problemáticas que los unen. Entre las técnicas
más utilizadas para alcanzar estos propósitos, destacan (Ródenas, 1996) las siguientes:

• Técnica del espejo: consiste en imitar sutilmente algún elemento del lenguaje no verbal (gesto,
postura corporal o el tono de voz) del otro.
• Uso de parafraseos: consiste en expresar con palabras propias lo que el otro ha dicho, con el
objeto de chequear que el receptor ha comprendido el mensaje transmitido por el emisor.
• Empleo de preguntas abiertas: son aquellas interrogantes que no pueden ser respondidas con
escasas palabras (sí, no o tal vez) más bien invitan a responder de forma más larga y reflexiva.
• Reflejo de sentimientos (especialmente los no verbales): consiste en comunicar lo que se percibe
de los sentimientos y emociones de una persona, especialmente aquellos no verbalizados.
• Escucha activa: se trata de poner todos los sentidos a disposición para entender el mensaje que
el emisor está transmitiendo.
• Técnicas de dinámica de grupos: se refiere a la diversidad de actividades que se pueden
desarrollar con los participantes del grupo, especialmente cuando se trata de resolver
conflictos, fomentar la participación e integración grupal.

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• En el siguiente video se ejemplifican los elementos expuestos: el


uso de parafraseos, reflejos de emociones y formulación de
preguntas abiertas. Si bien el ejemplo corresponde a una instancia
de intervención individual, para el trabajo con grupos se utilizan las
mismas técnicas.

https://youtu.be/a_SOiFbRiXI

En esta fase, el profesional o técnico solo ha de intervenir cuando es estrictamente necesario, como
por ejemplo, proveyendo de alguna información que no sea de fácil acceso para los participantes,
gestionando recursos con redes institucionales o conteniendo situaciones de crisis interna que los
participantes no han podido resolver por sí solos. El rol de los profesionales y técnicos debe
focalizarse en facilitar la comunicación entre los participantes y apoyar al facilitador.

Durante esta fase, se sugiere estructurar las reuniones o sesiones del grupo en torno a tres
momentos, que a continuación se describen:

Inicio de la Cada participante comenta como se encuentra y si le ha sucedido algo relevante


reunión desde la última reunión, comentando particularmente sobre el cumplimiento
de las tareas acordadas.
En lo El facilitador sugiere los temas a abordar, siendo el grupo el que define cuál será
intermedio la temática que se tratará durante la sesión.
Al cierre Se realiza una evaluación de la sesión y se proponen tareas o compromisos para
el próximo encuentro.
Tabla 1: Momentos de la estructura de la reunión o sesión. Fuente: Elaborado en base a Domenech, 1998.

4ª FASE: FASE DE OBSERVACIÓN EN EL GRUPO


En esta etapa, los profesionales y técnicos del Trabajo Social pasan a asumir un rol de observador
pasivo del grupo, por lo que se sugiere ubicarse en una posición espacial que sea fuera del círculo
que habitualmente ocupan los participantes. En este contexto, es importante que el profesional o
técnico focalice su atención y observación en los siguientes elementos: desarrollo del liderazgo,
divisiones al interior del grupo (alianzas, subgrupos o exclusión de algún miembro del grupo) y
desarrollo de las tareas, pudiendo al finalizar la reunión señalar algún comentario acerca de lo
observado (Domenech, 1998).

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5ª FASE: FASE EXTERNA O DE AUTODIRECCIÓN


En este momento, se espera que el grupo cuente con la suficiente autonomía para funcionar por sí
solo como un grupo de autoayuda. Las sesiones se desarrollarán sin la presencia de profesional o
técnicos en calidad de expertos, aunque estos pueden apoyar como supervisores y/o asesores.
Atendiendo a las necesidades del grupo, al finalizar una reunión o sesión del grupo, el profesional o
técnico podrá reunirse con los participantes y coordinadores para evaluar la actividad llevada a cabo
(Domenech, 1998).

Como se ha señalado, durante el proceso de conformación de un grupo de autoayuda, el


acompañamiento que pueden realizar los profesionales y técnicos del Trabajo Social permite a los
participantes ir adquiriendo herramientas que gradual y progresivamente fomenten la autonomía
del grupo. Sobre este aspecto es importante señalar que los participantes del grupo podrán contar
con el apoyo técnico-profesional cuando lo requieran, especialmente frente a situaciones de
conflicto o crisis.

En cuanto a las fechas, si bien no es posible establecer plazos para el desarrollo de cada una de las
fases, ya que esto depende de diversos factores, se espera que el proceso completo o total de este
tipo de grupos tenga una extensión que va entre los seis y doce meses (Domenech, 1998).

2. ROL PROFESIONAL EN LA CONDUCCIÓN DE UN GRUPO DE


AUTOAYUDA
Importancia y elementos

Como se ha señalado con anterioridad en este documento, en los grupos de autoayuda los
profesionales y técnicos del Trabajo Social tienen un rol más bien tangencial, actuando según las
necesidades y requerimientos que el propio grupo manifieste o demande. En este sentido, entre las
principales funciones que desempeñan estos a lo largo del proceso que viven los grupos de
autoayuda, se encuentran las siguientes (Ródenas, 1996; Domenech, 1998):

• Motivar, apoyar y orientar al grupo en sus fases de inicio. Para ello deberá informar de las
características de su participación y abandonar el grupo en cuanto pueda.
• Atender a las consultas técnicas que surjan desde los participantes del grupo, ya sea en la
implementación de actividades, contenidos, dinámica de grupo, etc.
• Moderar instancias donde los propios participantes del grupo no hayan sido capaces de resolver
los problemas surgidos en el seno del grupo.

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• Conocer muy bien las problemáticas y necesidades que presenten los participantes de grupo,
desde una mirada teórico-técnica, lo cual permitirá articular las acciones de los grupos con otras
intervenciones más específicas, en el caso de que algún participante lo requiera.
• Asesorar, formar y brindar apoyo a los líderes del grupo. En este aspecto el conocimiento de las
habilidades de liderazgo que posean los profesionales y técnicos del Trabajo Social permitirá
desarrollar una acción coherente con el logro de la autonomía de grupo, característica
fundamental y clave para la metodología que proponen los grupos de autoayuda.

Adicionalmente, es importante precisar para cada una de las fases del proceso que desarrollan este
tipo de grupos, el rol que desempeñan los profesionales y técnicos del Trabajo Social, los cuales se
presentan en el cuadro que sigue a continuación:

Fases del proceso grupal Rol desempeñado por el profesional

Creación del grupo de Informativo. Difusión y captación de los miembros del grupo a
autoayuda través de contactos de carácter informal.

Primeros contactos con Informador y formador con el grupo. Formar el grupo junto con
el grupo delimitar los elementos del grupo: normas y objetivos.

De acompañamiento De apoyo. Aprender la metodología de trabajo y entrenar


personal habilidades de comunicación en el grupo.

De observación en el Observador pasivo. El grupo se autogobierna e Independencia de


grupo los coordinadores de grupo.

Externa o de De supervisor externo y asesor, esperando que el propio grupo se


autodirección autogobierne y regule en su funcionamiento.
Tabla 2: Roles de los profesionales en las fases del proceso. Fuente: elaborado en base a Domenech, 1998.

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COMENTARIO FINAL
En la relación de ayuda, la empatía es fundamental para el establecimiento de vínculos significativos
que permitan a los sujetos impulsar los cambios y las transformaciones para la instalación de un
estilo de vida basado en el bienestar personal y social. En los grupos de autoayuda, la empatía surge
de manera espontánea, ya que su conformación está dada por personas que han experimentado de
mutuo propio las mismas situaciones y, probablemente, los mismos pensamientos y sentimientos.

Los profesionales y técnicos del Trabajo Social -que en lo personal pueden o no haber
experimentado las situaciones que motivan la conformación de un grupo de autoayuda-, tienen la
misión, desde esta metodología, de promover el empoderamiento y apoyo mutuo entre los sujetos.
Ello permite que las acciones trasciendan a su particular intervención, y perduren en el tiempo,
reproduciéndose de manera interminable.

Finalmente, es importante resaltar que es clave para los profesionales y técnicos del Trabajo Social
no solo conocer las técnicas, estrategias y etapas que permiten la conformación de un grupo de
autoayuda, sino también de contar con las habilidades propias de un líder democrático, capaz de
lanzar su acción sin ánimo de apropiarse de ella. Desde esta perspectiva, los grupos de autoayuda
no pueden ser capturados por las instituciones, deben apoyarse de ellas para crecer en libertad y
autonomía, con conciencia plena de que su acción no solo es favorable, sino también necesaria para
los seres humanos.

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REFERENCIAS
Caro, E. y Mendoza, L. (1999). Manual de grupos de autoayuda: Sugerencias para organizar,
establecer y dirigir grupos de autoayuda. 1.ª edición: Gobierno del Distrito Federal de México.

Domenech, Y. (1998). Los Grupos de Autoayuda como estrategia de Intervención en el Apoyo Social.
Revista Alternativas, Cuadernos de Trabajo Social, N° 6. Universidad de Alicante. Escuela
Universitaria de Trabajo Social.

IACC. (2018). Metodología para la Intervención Grupal desde el Trabajo Social. Parte 3. Intervención
Grupal I. Semana 6.

Ródenas, S. (1996). Grupos de Ayuda Mutua: Una respuesta alternativa en la práctica del Trabajo
Social. Revista Alternativas, Cuadernos de Trabajo Social, N° 4. Universidad de Alicante.
Escuela Universitaria de Trabajo Social.

Montaño, R. (2013). Grupos de Autoayuda: Una cultura de espacios sociales de sostén para el trabajo
grupal y la ayuda mutua. (Tesis de doctorado inédita). Universidad Autónoma Metropolitana,
México, D.F.

PARA REFERENCIAR ESTE DOCUMENTO, CONSIDERE:

IACC (2020). Metodología para la Intervención Grupal desde el Trabajo Social. Parte III.
Intervención grupal. Semana 6.

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