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En general, el desarrollo de las ciencias sociales surge para entender lo que está pasando como
consecuencia de la Revolución Industrial. Esta etapa pone énfasis en el Hombre como centro de
interés, buscando su desarrollo e integridad, de ahí, que surjan una serie de elementos teóricos y
conceptuales que permitan establecer el punto de partida de las ciencias sociales, ya que su interés
está dado por la necesidad de estudiar la sociedad para modificar su funcionamiento.
Ahora bien, los inicios de la profesionalización del trabajo social lo sitian en esta misma época,
donde el surgimiento de las problemáticas que se producen en virtud de la revolución industrial,
obligan a que la ayuda social entregada hasta ese entonces, se ordenara en términos de generar
una metodología más eficaz.
En este contexto, desde las ciencias sociales se desarrollan una serie de corrientes filosóficas,
epistemológicas y teóricas que analizan en contexto social y los diversos fenómenos que se
presentan. De ahí, que el Trabajo Social históricamente se ha nutrido de ellas, incorporando
elementos que le permitan una menor comprensión de los aspectos que interviene.
1.1. El Positivismo:
El Positivismo es una corriente filosófica que afirma que todo conocimiento deriva de la experiencia,
la que debe ser respaldada por medio del Método Científico. En ese contexto, el positivismo
rechaza cualquier conocimiento previo a la experiencia y que no se haya demostrado
científicamente, descarte ideas previas ya que todo conocimiento debe demostrarse de manera
objetiva.
Rechaza las nociones a priori y los conceptos o creencias de tipo universal que no hayan
sido comprobados.
El positivismo se basa en que los hechos empíricos son los que fundamentan el
conocimiento.
El método científico debe ser aplicado tanto a las investigaciones científicas como
humanísticas.
1.2. La dialéctica:
La dialéctica es una corriente filosófica que intenta descubrir la verdad mediante la confrontación
de argumentos contrarios entre sí, siendo el arte de persuadir, debatir y razonar ideas diferentes.
La dialéctica también es conocida como una manera de filosofar. Su concepto fue debatido por
años por diversos filósofos como Sócrates, Platón, Aristóteles, Hegel, Marx y otros. Sin embargo,
fue Platón el pionero de la dialéctica al emplearla en sus diálogos como método para llegar a la
verdad.
Por su parte, Hegel toma la dialéctica como un proceso constante y continuo para llegar a la
verdad, partiendo de un primer postulado (tesis), que luego será refutado (antítesis), para llegar a
una nueva idea o resultado (síntesis), que llevará nuevamente a una tesis y así sucesivamente,
siempre con la finalidad de buscar una respuesta certera al tema en debate.
Desde esta perspectiva, el aporte de la dialéctica al Trabajo Social está dado por la necesidad
permanente de pensar y analizar los distintos problemas sociales, partiendo de una tesis de su
gestación, para contraponerlas con otros elementos y generar así una síntesis que permita una
comprensión mayor, ahora con nuevos argumentos, de la realidad social que se interviene. Esto
resulta prudente y necesario a la hora de aportar con nuevos insumos teóricos al quehacer
profesional.
La Fenomenología es la corriente filosófica que estudia los fenómenos, “lo que se manifiesta”, “lo
que se muestra”. Propone la descripción de los fenómenos tal y como se dan, interpelando las
experiencias de los individuos de las situaciones que viven.
Alfred Schutz fue un gran exponente de esta corriente y señala que: el ser
humano nace en un mundo social, con elementos que están ya establecido
y que no los cuestiona, sino que, por el contrario, los hace parte de su
realidad. Para él, el mundo de los sujetos está constituido por las
experiencias cotidianas, por las cuales persigue sus intereses y que ellos
están presentes en su cotidianeidad, siendo subjetivos y llevados a cabo
de manera rutinaria.
Cada sujeto entonces, se relaciona con los otros a partir de sus “propios mundos” (subjetividades),
que son micro espacios que se van nutriendo de los otros, por lo que no existen problemas
individuales, sino que problemas que son colectivos, compartidos por un conjunto de subjetividades.
De ahí que para él, la fenomenología, la vida cotidiana, es decir, el conjunto de acciones
ritualizadas que realiza el sujeto, constituyen la base de la intervención en el trabajo Social, ya que
es ahí donde encontraríamos las principales características de los problemas sociales, pero también
las potencialidades para salir de aquellas situaciones. En lo cotidiano entonces, encontramos
identidades, sentidos y significaciones que las personas le entregan a su propia realidad y es ahí
donde el Trabajo Social gesta su intervención.
1.4. El Funcionalismo:
El Funcionalismo es una corriente que se ocupa de estudiar los fenómenos que ocurren dejando
de lado la historia, es decir, tomando como punto de partida, como la sociedad se encuentra en
un momento determinado, para intentar comprender como es posible que cada elemento
perteneciente a ella se articule con los restantes conformando un todo.
De ahí que los problemas sociales se deben principalmente a desajustes en el sistema, que deben
ser abordados volviendo a hacerlos funcionales. Se trata entonces, de descubrir qué es lo que está
“fallando” y desde ahí abordar el problema, sin un análisis superior que permitan identificar los
supuestos que hay en esa dificultad puntual.
De estos elementos, en términos concretos, se puede indicar que el objeto del trabajo social serían
los problemas sociales. Son pocos los conceptos tan asociados a la profesión como lo es el de
problema, por ello, resulta indispensable, generar una conceptualización adecuada que permita
entender los alcances de este concepto.
El término “problema” expresa una dificultad que se presenta en una situación y que no puede
resolverse automáticamente, sino que requiere de una intervención específica. Ahora bien, un
“problema social” es la dificultad existente en una sociedad para satisfacer las necesidades de sus
miembros, se refiere a lo social porque se refiere a las relaciones entre el individuo y su contexto
social, porque sus consecuencias son sociales porque advierte preocupación social y porque
trasciende al individuo para proyectarse en el contexto de lo social.
Otro elemento que distingue un problema social es que se manifiesta como una carencia que
afecta a sectores considerables de la población, impidiéndoles satisfacer sus necesidades básicas
y lograr el pleno desarrollo de sus potencialidades.
El concepto de necesidad humana hace referencia a un requerimiento del ser humano que persiste
en el tiempo, donde cuya satisfacción depende de que la persona pueda desarrollarse. Estas
necesidades básicas son bio-psicosociales, es decir, se relacionan con el hombre como ser físico,
psíquico y social. Son necesidades biológicas en cuanto tienen relación con la conservación de la
vida física: la necesidad de alimentación, vivienda, vestuario y salud. Son psicológicas en cuanto
se relacionan con la conservación de la salud mental: la necesidad de afecto, de seguridad, de
relación y de Identidad. Finalmente, son sociales en cuanto se relacionan con el desarrollo de la
vida social: la necesidad de trabajo, de seguridad social, de educación, de recreación, entre otras.
Siguiendo lo anterior, se podría indicar que el sujeto/objeto del trabajo social es la sociedad en sí
misma, ya que la génesis de los problemas sociales se encuentra en el sistema social global. Desde
la estructura económica, los problemas sociales expresan prioritariamente las necesidades básicas
insatisfechas de aquellos grupos sociales que no tienen la capacidad económica para satisfacerlas
directamente. Efectivamente nuestro sistema económico apunta al libre mercado, donde la
obtención de recursos para satisfacer las necesidades depende directamente de la capacidad
económica de las personas, por lo tanto, las problemáticas sociales de orden económico, afectan
directamente a un sector importante de la población que no cuenta con dicha capacidad.
La naturaleza de un problema social no puede ser definida por situaciones individuales, ya que
muchas veces se trata de dificultades en la estructura social que han fallado y han generado este
problema social. Tienen, por tanto, un origen estructural, si bien es la persona que acude al
Trabajador Social quien manifiesta el problema, el profesional debe necesariamente analizarlo en
función de la recurrencia y magnitud que dicho problema tiene, no solo para esa persona, sino
que para el conjunto de personas que pueden estar en la misma situación, para, a partir de ese
análisis, establecer de qué tipo de problema social se está interviniendo.
Como ya se ha revisado, la intervención del trabajo social se funda en una serie de elementos
teóricos, epistemológicos y éticos que dan forma al quehacer profesional.
En la actualidad, el escenario social que marca la intervención profesional está dada por una serie
de características como la existencia de una marcada exclusión social, pobreza, desigualdad,
fragmentación social, entre otros., que aluden a modificaciones sociales que se encuentran en
curso.
En este sentido, se advierte que estos nuevos escenarios demarcan el desafío para el trabajo social
de que la intervención no se centre en dar respuesta parcial a las demandas de los sujetos sociales,
sino que trabajar con ellos en su empoderamiento para que sean ellos, a partir de sus propias
capacidades, los que puedan superar sus dificultades, recuperando lazos sociales, haciendo que
las relaciones sociales de los sujetos se vuelvan más sólidas para generar, desde los tejidos
sociales, experiencias comunes de solución a las problemáticas.
A partir de o anterior, se requiere entonces, que los profesionales del Trabajo Social,
tengan una mayor profundidad en el estudio de cómo se presenta la realidad social,
resignificando las problemáticas y generando un análisis crítico.
Para esta intervención fundada, se hace necesaria la consideración de los siguientes elementos:
A. El hacer del trabajador social debe estar centrada en el sujeto, sus experiencias y concepto
de problema que él presenta, atendiendo a su contexto individual y social
D. Generar una propuesta de intervención centrada en los derechos humanos, esto es,
considerar a la persona plena y facultada en derechos, dotada de capacidades que se
transforman en potencialidades para enfrentar las situaciones que se le presentan.
Por medio del siguiente mapa conceptual, se destacan las ideas clave de esta semana:
Para Intervención
propone
Trabajo r
Social Abordando
Se Sujeto de
nutre intervención
Paradigmas
Ciencias Objeto del
Sociales Trabajo Social
https://www.youtube.com/watch?v=VH4hyVcMZyY
Video
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4968409.pdf
Presentación
Como hemos visto en el contenido de esta semana, el Trabajo Social como disciplina de las
ciencias sociales se ha nutrido de una serie de corrientes epistemológicas, filosóficas y teóricas que
han constituido el acervo de su quehacer. No se trata entonces, de la ejecución de una intervención
social disociada de la realidad, sino que, por el contrario, inserta en un contexto que marca su
quehacer.
Desde esta perspectiva, el objeto de intervención del Trabajo Social está dado por las
problemáticas de tipo social y la manifestación que ellas tienen en los sujetos. Indicar esta
proposición, supone que el Trabajador Social debe necesariamente reflexionar sobre el devenir
social, sus componentes históricos y su evolución. Solo de esta manera, la comprensión de los
fenómenos que aborda se verá nutrida y alineada con el dinamismo que se presentan.
AQUÍN, Nora “Acerca del objeto del Trabajo Social”, en: Revista Acto social IV/ N°10.
Universidad Nacional de Córdoba. Febrero, 1995.
ALYWIN DE BARROS, Nidia “El objeto de Trabajo Social”, en: Revista Trabajo Social
Matus, Teresa. La intervención social como gramática. Revista de Trabajo Social PUC n°
72 Santiago. 2004