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CASO 37 EL DOBLE ENGAÑO

De Sandra se podría decir que es una mujer virtuosa y que aparte de ser prudente y justa, es
fuerte y templada. Digamos que el fuerte es quien posee una actitud firme para superar los
obstáculos que se le presentan. Es la virtud cardinal que nos ayuda a avanzar y darla cara a
nuestros temores, miedos, problemas, pero de una forma sensata y racional. Sandra tuvo que
demostrar su fortaleza en primer lugar: al no derrumbarse con el injusto despido y en segundo
lugar: al tener que tomar la decisión de demandar, ya que como bien es sabido, es un proceso
largo y complicado para el que se necesita mucha fortaleza y paciencia, porque no era fácil
para ella comprobar algo que se acordó de palabra. Su templanza también se vio a prueba,
pues en ningún momento ella insultó o agredió a su empleadora al verse perjudicada, sino que
esperó y tomó la decisión de demandar, pero tampoco dejó que se cometiera el abuso hacia
ella. Auto-control y disciplina para soportar lo que ella soportó. Hubo situaciones en que
Sandra pudo haber actuado de forma muy distinta, pero ella logró el dominio de la voluntad
sobre los instintos, permitió que la justicia actuara y entendió que a ella no le correspondía
hacer justicia por sus propias manos.

Indudablemente las virtudes deben primar en nuestras vidas. Sólo con justicia, prudencia,
fortaleza y templanza, virtudes que están intrínsecamente unidas, seremos personas
realmente completas y valiosas. De esta forma, podemos contribuir con nuestro actuar en la
construcción de un mundo mejor donde los verdaderos valores morales, aquellos que por su
naturaleza deben ser universales, aplicables a todo el mundo y necesarios, es decir,
fundamentales para la convivencia pacífica.

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