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Como indica su título, esta obra está concebida como una introducción a los
temas más importantes que se discuten hoy en día bajo el rótulo, más bien
confuso, de «epistemología» o teoría del conocimiento. La epistemología es el
estudio del conocimiento y de la justificación de la creencia. Entre las
cuestiones centrales a las que trata de responder están: ¿qué creencias están
justificadas y cuáles no?; si hay algo que podemos conocer, ¿qué es?; ¿cuál es
la relación entre conocer y tener una creencia verdadera?; ¿cuál es la relación
entre ver y conocer? Cuestiones como éstas se hallan en el corazón de la
epistemología, pero ésta va más allá y, como en cualquier otra disciplina
filosófica, sus fronteras son más bien difusas.
Este libro constituye, pues, una introducción general a los principales temas
que conforman el objeto del debate filosófico actual en la teoría del
conocimiento y la justificación. Resultará de gran utilidad, por su original y
riguroso enfoque, a todos aquellos que deseen saber qué está sucediendo
exactamente en la epistemología contemporánea. El hecho de que sea un libro
introductorio no le impide ofrecer y defender con consistencia una posición
propia.
En la trama argumental de esta obra se entrecruzan diferentes líneas de
pensamiento. Examina Dancy, en la primera parte, las teorías actuales sobre el
conocimiento, especialmente la de R. Nozick. En la segunda, se debaten los
méritos relativos de las diferentes teorías de la justificación. La tercera parte se
ocupa básicamente del problema de la percepción.
Después de preguntarse cómo es posible la epistemología, Dancy proporciona
su propia respuesta a los retos del escéptico. A lo largo de todo el libro se hace
constante referencia a los puntos de vista de los filósofos del siglo XX más
destacados, especialmente a Wittgenstein y a Quine, para mostrar las
características más relevantes de la epistemología contemporánea.
PARTE I CONOCIMIENTO
1. ESCEPTICISMO
1.1. ALGUNAS DISTINCIONES
Es preciso señalar a este respecto que las dos proposiciones anteriores son
dudosas. La segunda, por ejemplo, equivale a la aseveración de que no es
posible responder a la cuestión «¿Cómo sabes que tienes dolor?» diciendo
simplemente «Porque tengo dolor». Quien da esta respuesta está
considerando claramente que en algunos casos funciona, y no debemos sentar
la cuestión en contra suya por anticipado.
El análisis tradicional del conocimiento, alrededor del cual gira todo el trabajo
reciente al respecto, define el conocimiento como creencia verdadera
justificada. Por tanto, mantiene que a sabe que p si y sólo si
1. p,
2. a cree que p,
La segunda cláusula, que, si a sabe que p, a cree que p (Sap → Cap), parece
ser de contenido mínimo. La tercera, que, si a sabe que p, su creencia de que p
está justificada (Sap → CJap), trata de evitar que cuente como conocimiento
cualquier acierto casual por parte de un imprudente que confíe acriticamente en
sus propias decisiones. Sin embargo, es importante que tengamos en cuenta
una consecuencia de esta justificación de la cláusula 3: normalmente una
creencia no está justificada por el mero hecho de ser verdadera, de otro modo
la cláusula 3 sería redundante.
Esta sugerencia simple tiene dos defectos. En primer lugar, pueden escribirse
variaciones del tema de Gettier en las que, aunque haya falsedad, no se dé
ninguna inferencia. Supongamos que creo que hay una oveja en el campo
cercano a causa de lo que veo. No estoy infiriendo la existencia de la oveja a
partir de lo que veo. Simplemente, veo que hay una oveja
REFUTABILIDAD
FIABILIDAD
RAZONES CONCLUYENTES
Otro punto de vista diría que el fallo de Henry en el ejemplo comentado se debe
al hecho de que sus razones no llegaban a ser concluyentes. Si, para que haya
conocimiento, requerimos que la creencia verdadera justificada esté basada en
razones concluyentes, todos los ejemplos de Gettier, y todos los casos en los
que el creyente acierta por casualidad, se vienen abajo.
LA TEORÍA CAUSAL
Por atractivo que sea este punto de vista, plantea varias dificultades. La
primera es la dificultad en suponer que los hechos causen algo; son demasiado
inertes como para afectar la manera en que funciona el mundo, incluso si el
mundo es el mundo meramente mental de las creencias. Después de todo,
¿qué son los hechos? Una primera idea es que los hechos son similares, si no
idénticos, a las proposiciones verdaderas (lo que explicaría por qué no hay
hechos falsos). Pero ¿pueden las proposiciones verdaderas causar algo?
Ciertamente, los hechos (o las proposiciones verdaderas) parecen reflejar el
mundo más que actuar sobre él. Los análisis más corrientes de la causación
parecen estar en lo cierto al no permitir que sean causas más que los sucesos
y, posiblemente, los agentes.
Mi creencia de que todos los hombres son mortales está causada, pero no por
el hecho de que todos los hombres sean mortales; si hay hechos que causen
tal creencia, son los hechos de que este hombre, ese hombre, etc., han muerto.
Y lo que ha causado que esos hombres mueran no es el hecho de que todos
los hombres mueran (lo que reivindicaría de nuevo al análisis causal, con una
causa intermedia); más bien sucede que todos los hombres mueren porque
esos hombres concretos (junto con otros muchos) lo hacen. ¿Cómo podría
mostrar el análisis causal que yo sé que todos los hombres mueren? Hay
respuestas a algunas de estas críticas, por supuesto.
3.1. LA TEORIA
1. p 2. a cree que p
2. , junto con 3. si p no fuera verdadera, a no creería que p.
3.2. ALGUNOS COMENTARIOS
a) El requisito de que la creencia de que p debe seguir el rastro a la verdad
de p es el requisito de que las dos primeras cláusulas de la teoría deben
estar relacionadas de alguna manera.
b) Considerábamos si la teoría causal del conocimiento descansaba sobre
(o nos permitía acceder a) una teoría causal de la justificación. Es obvio
que podríamos preguntar lo mismo respecto a la teoría condicional.
¿Podemos ofrecer una definición condicional de CJap como CJap ≡ (p
9→ Cap & ~p 9→~Cap)? Esto equivaldría a mantener que una creencia
justificada es aquella que sigue el rastro a la verdad. Pero surgen
dificultades del mismo tipo. Una creencia falsa puede estar justificada.
Entonces, CJap es consistente con (Cap & ~p). Pero (Cap & ~p) es
inconsistente con (p 9→ Cap & ~p 9→ ~Cap); una creencia falsa no
sigue el rastro de la verdad. De modo que la definición condicional de la
justificación falla.
c) c) Otro aspecto que, a mi parecer, está en favor de la teoría es que
comienza a dar cierto sentido teórico al sentimiento intuitivo de que lo
incorrecto en los ejemplos de Gettier era la suerte excesiva que en ellos
se incorporaba.
d) d) La teoría parece poseer algunos recursos con los que explicar los
vínculos entre certeza y conocimiento. Alguien que pretende que sabe
que p, pretende que no creería en p si p no fuese verdadera, y que
creería en p cuando p fuera verdadera. No podría tener tal pretensión si
no estuviera seguro de p. Lo que había perdido el mal estudiante del
ejemplo que mencionábamos anteriormente era la confianza en que sus
creencias estuvieran rastreando la verdad; consideraba que, aunque
creía que p, era por lo menos tan probable que estuviera en lo cierto
como que no lo estuviera.
Todavía hay una queja que Nozick podría hacer y que probablemente hiciera.
Podría decir que su concepción del conocimiento es una concepción
externalista, mientras que nuestro argumento escéptico a partir del error es un
argumento internalista. Si el externalismo es una actitud sensata, el argumento
del error será irrelevante, dado que no hace sino elaborar un punto de vista
defectuoso (aunque tradicional) sobre la epistemología. Si hace algo más, sólo
muestra cómo ese punto de vista defectuoso conducirá al escepticismo.
1. p es verdadera
2. a cree que p