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PRIMERA PARTE = FILOSOFIA DEL CONOCIMIENTO

CAPITULO II: EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO (El Escepticismo)

ORIGEN DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO

12. El primer problema de la filosofía, cuya solución condiciona todos los demás problemas, es como
ya lo habíamos mencionado el problema gnoseológico, es decir, el problema del conocimiento. En efecto, es
inútil afrontar los problemas de la realidad, si no nos hemos dado cuenta primero de nuestra capacidad de
afrontarlos y resolverlos. ¿Es que existe alguna duda en relación con esta capacidad?.

Es un hecho evidente que nosotros espontáneamente tenemos la certeza de muchas afirmaciones


relacionadas con el orden ideal como con el orden real. Pero es un hecho no menos evidente que muchas
veces los hombres se equivocan en sus adhesiones a lo que creen es la verdad, surgen las ilusiones de los
sentidos y los errores del intelecto. Surge entonces la pregunta: ¿Podemos conocer la verdad? ¿Podemos
conocerla con certeza? ¿Con certeza filosóficamente justificada de frente a cualquier clase de crítica?.

El problema no es nuevo, como no es nueva la solución que daremos, pues ya la encontramos en algunos
elementos de los grandes filósofos de la antigüedad y del medioevo; pero que en la filosofía moderna ha
adquirido una extraordinaria importancia a tal punto de constituirse en el problema principal.

NOCIONES PRELIMINARES

13. La verdad lógica, según el común modo de entender es el acuerdo del conocimiento con el objeto
conocido; su contraste es el error. Denominamos verdadera aquella proposición que es conforme a la realidad,
falsa aquella que no es conforme1.

Frente a la verdad, la mente puede encontrarse en varios estados: a) la no ciencia, es la simple negación
del conocimiento, que también se denomina ignorancia si se trata de aquello que se debe saber; b) la duda, es
la suspensión de la mente entre dos partes contradictorias con motivos que empujan al sí y al no; surge la
sospecha cuando la mente se inclina por una de las dos partes, pero sin adherirse firmemente sino solo
formando aquella parte como si fuese más conforme a la verdad; c) la opinión, es la opción de la mente por
una de las dos partes, pero con temor de errar, y sin excluir que el contrario sea el verdadero; d) El último
estadio es la certeza: Esta es la adhesión firme de la mente a una verdad percibida sin temor de error; y se
dice natural e inmediata cuando es adhesión espontánea de la mente; y filosófica cuando ha sido justificada
por medio de la reflexión de frente a cualquier crítica. Motivo de la certeza es la evidencia objetiva.

LAS DIVERSAS SOLUCIONES

14. Se pueden reducir a cinco principales: el escepticismo, el positivismo, el idealismo, el


existencialismo y la escolástica. Nos detenemos a estudiar cada una de estas posiciones:
EL ESCEPTICISMO

1
De la verdad lógica se debe distinguir la verdad ontológica, que es la concordancia del objeto con el
conocimiento, es decir, la inteligibilidad de la cosa (Cf. No. 70) y la verdad moral, o veracidad que es el acuerdo
de la palabra con la mente, entre aquello que se dice y aquello que se piensa, y su opuesto es la mentira (Cf. No.
200).
Aspectos Históricos:

15. Escépticos fueron primeramente llamados aquellos que no negaban que el hombre pudiera alcanzar
la verdad, sino que sostenían que aún nadie la había alcanzado aunque de hecho la hubieran ya buscado. Más
tarde se denominaron escépticos quienes sostenían que la verdad era inaccesible al hombre. Este no podía
llegar a ninguna certeza, y el único estado posible de la mente era la duda.

Fueron escépticos los sofistas con Protágoras a la cabeza, posteriormente los académicos con Pirrón
quienes profesaban un puro escepticismo convencidos que de todo se debía dudar. En los tiempos modernos
Miguel de Montaigne intentó restaurar estos principios; nueva vida dieron a esas muchas escuelas filosóficas
modernas más o menos infectadas de escepticismo.

También en Italia el escepticismo ha encontrado seguidores. Recordamos entre los más recientes a G.
Rensi (+1941) quien trazó una apología del escepticismo, proclamando contra el idealismo la irracionalidad
de lo real, A. Levi (+1948) con su concepción solipsista del escepticismo. Tendencias escépticas que
encontramos en la filosofía de U. Spíritu y en la escuela de A. Banfi (+1957), nos afirman que en el mundo
nadie posee la verdad, aunque todos la buscan, haciendo de esta búsqueda el sentido de la vida; pensar y
buscar, pero una búsqueda que no concluye jamás; una verdad absoluta, definitiva, no existe, o al menos es
inalcanzable; un sistema filosófico que pretenda decirnos con certeza quiénes somos, qué es la naturaleza,
quién es Dios, es un mito; una filosofía así es un dogmatismo, mientras la filosofía debe ser siempre una
problematicidad siempre abierta, una historia de problemas y exigencias cuyas soluciones son siempre
provisionales, es pura investigación sin conclusiones definitivas, es negación de todo sistema y de toda verdad
absoluta.

El Escepticismo puede ser universal, es decir, la negación de la posibilidad del conocer alguna verdad,
o también parcialmente en cuanto más o menos limita la posibilidad del hombre de conocer la verdad.
Comencemos la refutación del escepticismo universal, que servirá para fijar algunos puntos que inciden
luego en la valoración de ciertas formas de escepticismo parcial, presente en varias actitudes de la moderna
filosofía relativista.

REFUTACION

16. Una verdadera refutación del escepticismo universal, que busque con sus principios refutar aquello
que se profesa, no es posible. Convencer a alguien quiere decir conducirlo a confesar que debe consentir la
proposición antes negada si no quiere estar en oposición con aquellos principios que admite; pero como quiera
que el escéptico no admite ningún principio, no puede ser desvinculado de su negación. El escéptico verdadero
y coherente, como dice Aristóteles, es un hombre que sólo vegeta, no razona. Pero podemos mostrar a quien
usa la razón que el escepticismo es:

a) Imposible de hecho. La historia, es verdad, nos recuerda los nombres de muchos que se consideran
escépticos; se ilusionan de ser escépticos totalmente, pero de hecho no lo son, ni pueden serlo. En efecto,
quienes se dicen escépticos (en el acto mismo) al mismo tiempo que dicen dudar de todo, no dudan de su
afirmación, están seguros de existir, de pensar, de dudar; suponen que la mente está en capacidad de conocer
alguna verdad, al menos de su propia existencia. (San Agustín, De Civ. Dei).

b) Absurdo como doctrina. El escepticismo implica una contradicción en los términos que lo destruyen
por sí mismo. En efecto, el escepticismo sostiene que es necesario dudar de todo, que no se puede conocer
con certeza ninguna verdad. Pero esta afirmación, no se puede hacer si primero no se conoce que es verdad,
duda, certeza, saber los motivos que justifican esta duda universal, admitir al menos el principio de
contradicción desde el momento en el que se suspende la opción entre el sí y el no.

c) Desastroso en sus consecuencias: Si el escéptico es coherente debe dudar no solo de la verdad


teorética, sino también de las morales, es decir de aquellos principios, que son la base y el fundamento de
toda la vida pública y privada (se debe hacer el bien y evitar el mal...); poniéndose en contradicción con su
vida práctica, porque obra no como quien duda, sino como quien está convencido de muchas cosas. Por eso
vemos filósofos escépticos que reconocen el deber en la vida práctica y moral y lo niegan en la teoría.
Concluía Levi su exposición sobre el escepticismo: "mi duda es tormentosa y lacerante, sobretodo porque me
deja sin respuesta frente al drama de la vida, de la muerte, de los problemas del dolor y del mal y no me
permite afirmar; al contrario, ni siquiera suponer que las luchas y el sufrimiento de los seres vivientes tengan
una finalidad y una razón, y que la existencia posea un significado y un valor. Pero al mismo tiempo si ella
se reduce a un tejido de vanas luchas de dolores privados de justificación y carentes de una meta y un sentido,
a cualquier precio yo debo hacer aquello que en su conciencia moral aparezca como el deber; solamente en
la conciencia encuentro una evidencia que no admite discusión y duda cuando se pasa del campo del
conocimiento al de la acción, el escepticismo teórico debe ceder el puesto al dogmatismo ético" 2.

Esta declaración que puede atentar contra la honestidad del hombre, confirma la falsedad de esta
doctrina.

LOS ARGUMENTOS DE LOS ESCEPTICOS

17. 1) La historia atestigua un permanente desacuerdo entre los filósofos a la hora de fijar y establecer
los sistemas. Así pues, de nada podemos tener certeza. Respuesta, este desacuerdo no se refiere a los
conocimientos más claros y comunes del género humano, sino a las cuestiones más difíciles y complejas. En
estos casos el desacuerdo proviene no de la incapacidad natural de la inteligencia, sino de la debilidad de la
mente, de la influencia de las pasiones y de otras causas extrínsecas que como veremos conducen al error.

2) Las facultades cognoscitivas son falibles y finitas; ¿En estas condiciones, quién me asegura que no
me equivoco siempre? o ¿cómo puedo saber cuándo me equivoco y cuándo no? Respuesta, ¿Yo puedo caer,
es mas, caigo siempre?, estoy seguro que ahora estoy de pie y no caído. Aunque la mente humana puede
equivocarse, también tengo la certeza en muchos casos de no equivocarme, y reflexionando sobre mis actos,
puedo saber cuándo me equivoco y cuándo no.

3) Si objetas las ilusiones de los sentidos a la hora de percibir la grandeza y el movimiento, etc...; en la
percepción de los sabores, los colores, según sean las disposiciones del ojo y el paladar; en los fenómenos
patológicos, del sentir el dolor en una parte del cuerpo que no es, de sensaciones producidas únicamente por
excitación del nervio sensitivo, sin correspondencia con el objeto real, etc. Respuesta, los sentidos no nos
engañan cuando los empleamos en condiciones normales; condiciones que se exigen a todos los instrumentos
de la naturaleza y del arte. Ahora bien, el sentido es infalible en relación a su objeto propio, al de su
competencia, cuando dicho objeto es convenientemente adaptado al órgano y no se interpone ningún
obstáculo que impida por ejemplo la transmisión regular de la luz o del sonido. Si falta esta condición, por
ejemplo, el bastón metido en el agua, aparecerá quebrado.

4) Si tuviésemos otros sentidos percibiríamos las cosas diversamente; si tuviésemos otra constitución
física diríamos las cosas diferente a como las decimos. Respuesta, ojos más perfectos podrían ser sensibles a
la radioactividad, o a la energía de un campo magnético; nuestros conocimientos sensitivos actuales podrían

2
LEVI, Archivo di filosofìa, novembre 1931, p. 34.
completarse aún con órganos más perfectos. Así, una inteligencia más perfecta vería más y mejor lo que hoy
entendemos pero no podría ver el contrario.

Dudar pues de todo es imposible, al menos alguna verdad podemos conocer y de hecho la conocemos:
nos resta solamente ver hasta dónde puede llegar nuestra capacidad de conocer la verdad y de mostrar el
carácter absoluto de la verdad, y cómo se funda en una realidad absoluta independiente de nuestro
pensamiento.

CAPITULO III: EL POSITIVISMO

18. Refutada la solución escéptica, se nos presenta la propuesta de los positivistas, es decir de aquellos
que admiten la capacidad de nuestra mente para conocer la verdad, pero la limitan a la esfera de las cosas
sensibles, al mundo fenoménico; todo aquello que lo trasciende, no es objeto de nuestro conocimiento
racional; por otra vía quizá se puede alcanzar dicho conocimiento: con el sentimiento, con la voluntad, pero
no con el intelecto. Como en las ciencias, así en la filosofía, la experiencia es el único criterio de verdad, de
aquí el nombre de positivismo, el cual, más que una doctrina particular denota un método común a varias
formas de pensamiento.

GENESIS Y DESARROLLO DEL POSITIVISMO

19. Tiene su origen en el viejo empirismo y su nuevo desarrollo en el siglo pasado bajo el influjo del
criticismo kantiano. Kant en efecto (Cf. no. 27) dice que mientras la metafísica que tiene por objeto lo
trascendente, no ha logrado dar soluciones convincentes y definitivas, las ciencias positivas, que tienen por
objeto el mundo de la experiencia sensible van alcanzando maravillosos progresos; sus soluciones son claras,
seguras y con ventajas prácticas.

Es significativo que solo nos sea cognoscible el mundo sensible mientras el trascendente, el noúmeno,
no. Donde la razón especulativa no puede llegar, solo le será posible a la voluntad o a la razón práctica; el
imperativo categórico (Haz el bien y evita el mal) que la conciencia nos muestra, y los tres postulados que
esto implica (la libertad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios) nos dan la certeza de aquellas
verdades trascendentales que intelectualmente no podemos conocer.

Apoyados más o menos conscientemente sobre la afirmación de Kant, que no podemos conocer sino la
realidad fenoménica, los positivistas buscan construir una doctrina filosófica con un método exclusivamente
experimental: Comte, Stuart Mill, Spencer y en Italia Ardigó (+ 1920) con sus discípulos llegaron después de
un laborioso trabajo del espíritu a la superación del positivismo y a la afirmación de un Dios trascendente y
personal; por ejemplo, Troilo (+ 1968), quien ha contribuido para que esta doctrina tenga revisión crítica.

20. Los positivistas, aunque concorde a la negación de una metafísica es decir del conocimiento racional
de la realidad suprasensible, asumen frente a ella diversas actitudes debido a:

A) Algunos simplemente la niegan, reduciendo toda la realidad a lo sensible y experimental. La realidad


es el hecho, el evento, el fenómeno conocido sensiblemente; y su explicación se busca no en una realidad
superior o trascendente, sino en otros hechos, eventos o fenómenos conocidos experimentalmente. Aquello
que no conozcamos no es "incognoscible", noúmeno existente; sino "un desconocido", no conocido todavía,
pero capaz de ser conocido experimentalmente; y será conocido posteriormente. Y como el dato experimental
es material, este positivismo, desemboca en el materialismo.
Al mismo método positivo, aplicado en las ciencias naturales, viene extendido a las ciencias del hombre,
como la psicología, la pedagogía y en particular las ciencias sociales, que se limitan al análisis de los
fenómenos psíquicos y de los comportamientos humanos, para deducir leyes, entendidas como expresión de
esas relaciones que de hecho ligan los fenómenos entre ellos.

B) Otros se contentan con afirmar la incognoscibilidad del trascendente sin negarlo según la célebre
corriente de Dubois Reymond "ignoramus et ignorabimus" y profesan un agnosticismo más o menos
temperado, que permite la posibilidad de admitir la existencia de una realidad suprasensible (como Dios) no
como objeto de ciencia sino de creencia y sentimiento, que viene postulado en la vida moral como
complemento de nuestras más grandes aspiraciones, etc. Se trata de una actitud común a otros sistemas, no
propiamente positivos, sino agnósticos de frente a las realidades religiosas. Entre estos tenemos:

21. EL PRAGMATISMO. Por falta de criterios intelectuales para conocer las verdades trascendentes,
recurre al criterio práctico de la utilidad. "Es verdadero aquello que es útil". Es la filosofía del utilitarismo
que procede del espíritu práctico y positivo del pueblo americano donde ha nacido (Pierre, James, etc.) y que
fue denominada por Gutberlet "la filosofía del dollar". Los mismos principios son aplicables a la moral y a la
religión: son verdaderos y buenos ciertos principios de moral porque son útiles a la salud, es verdadera y
buena la religión porque es útil al individuo y a la sociedad.

22. EL MODERNISMO. Es un verdadero agnosticismo religioso, surgió en el seno del catolicismo a


fines del siglo pasado (por obra de Tirrellen Inglaterra, de Loisy en Francia y de Buonaiuti en Italia), declarado
por Pio X "la síntesis de todas las herejías" y condenado en la encíclica "Pascendi" como contrario a la fe y
a la razón. Este afirma que a la verdad religiosa no se puede llegar mediante el raciocinio. El acto de Fe no
es un acto racional, sino un movimiento de la voluntad afectiva debido a ciertas exigencias latentes en el
subconsciente, por las cuales el hombre es llevado a afirmar realidades que trascienden el mundo material y
sensible. Las pruebas de la existencia de Dios y de la unidad del cristianismo las debemos buscar en nosotros,
en lo íntimo de nuestra conciencia y en las necesidades de nuestro corazón. El corazón tiene razones que la
mente por sí sola no conoce. Decía Pascal: "Dios ha querido que la religión entrara del corazón a la mente,
no de la mente al corazón ". De donde deducen que todas las religiones son igualmente buenas; verdadera es
para cada uno la que mejor se le adapta. La verdad es por tanto la conformidad del objeto con sus necesidades,
los deseos, las exigencias del sujeto y como estas cambian según los tiempos, los lugares y las personas,
también la verdad cambia, es relativa, de aquí el nombre de relativismo dado a este sistema.

REFUTACION

23. El positivismo agnóstico representa - anota el P. Jacchi - uno de los escollos más peligrosos para
los creyentes. Bajo un cierto aspecto también peligroso del mezquino materialismo, pues en su actitud
aparentemente modesta encuentra fácilmente la simpatía de los espíritus débiles que constituyen siempre la
mayoría. Estos gustosamente se adaptan a esta deshonrosa renuncia cargada de una impotencia, felices de
ahorrarse, junto con la pereza de la lucha, la responsabilidad ligada a la victoria sobre la duda3.

a) El principio sobre el cual se funda el positivismo es falso. Este sostiene que nosotros podemos
conocer científicamente solo aquello que cae bajo nuestra experiencia sensible. Gustosamente reconocemos
que nuestro primer conocimiento es el sensible, y constituye el fundamento de todos los demás. Y es verdad
también que el conocimiento suprasensible no lo podemos conocer con los mismos medios con los cuales
conocemos lo sensible; pero no es para nada verdadero que conocido lo sensible, carecemos de medios para

3
ZACCHI, Dio, Roma, 1952, p. 113.
sobrepasarlo y arribar a lo suprasensible. Estos medios son en cambio las relaciones necesarias que unen las
cosas sensibles con aquellas que trascienden los sentidos y que directamente no podemos intuir.

Si un objeto se pone, se presenta como portador de una determinada relación, una relación real con otro
objeto, podré conocer la existencia de ésta antes de intuirlo. Y conoceré de alguna manera también su
naturaleza, al menos en cuanto conviene pensar del segundo objeto para no destruir el conocimiento del
primero. Entro en una estación de tren y veo una serie de vagones en movimiento: tengo conocimiento de una
fuerza motriz incluso antes de intuirla. Veo una estatua: digo que una inteligencia se ha puesto en contacto
con la materia, inteligencia tanta más alta cuanto más perfecta es la obra, para saber si hubo un autor, no hay
necesidad de intuirla. Laverrier, estudiando los cambios en Urano, concluye en el conocimiento de la
existencia de un nuevo planeta, y calculó su grandeza y distancia antes que Galle lo observase con el
telescopio y experimentase exactamente los cálculos de Leverrier. Igualmente, estudió con un hecho psíquico,
el pensamiento: y analizando lo encuentró independiente de la materia y juzgó que este principio me permite
un conocimiento del alma espiritual. (cf. Cap. XIX).

b) Son falsos los criterios de verdad propuestos por los sistemas agnósticos y repugnan con la naturaleza
del hombre que es esencialmente ser racional. No negamos que motivos ilógicos influyen en nuestras
aserciones (afirmaciones), pero éste no es el modo propio del proceder de nuestra naturaleza humana, que no
puede renunciar a su prerrogativa de ser racional, bien cuando resuelve sus problemas de orden material, pero
sobre todo cuando resuelve sus problemas de orden espiritual. La experiencia misma nos lo confirma.

Cuando mi mente afirma la verdad de una proposición, así sea de orden trascendente; mi conciencia
atestigua que soy movido a hacer aquello no por el sentimiento (en muchas ocasiones aquella verdad me
disgusta, pues contrasta con los sentimientos de mi corazón), no por la utilidad (en ciertas circunstancias
quizá será más útil lo contrario), tampoco por instintos ciegos o impulsos similares, sino únicamente porque
VE que así es, y frente a la evidencia no se puede decir lo contrario, como tendremos ocasión de demostrar
algunos casos particulares (No. 38-39).
24. Como la voluntad contribuye a la consecución de la verdad. Si afirmamos la racionalidad del
proceder humano, no negamos, sino que al contrario aceptamos que la voluntad ayuda a la consecución de la
verdad:

a) En cuanto mueve al intelecto a la búsqueda de la verdad. En el estudio de todas las cuestiones,


particularmente las más difíciles, se requieren un esfuerzo de la voluntad para aplicar la mente a la
consideración de su objeto.

b) En cuanto apaga las pasiones que con frecuencia impiden ver claro. "Es necesario buscar la verdad
con toda el alma" (Platón).

c) en cuanto inclina al intelecto a una de las partes, cuando falta la evidencia intrínseca del objeto, en
la opinión; y también con sentido de certeza cuando el motivo formal es la autoridad de Dios que se revela,
como sucede en el acto de fe.

Frente a la verdad evidentemente propuesta, la voluntad no cuenta para nada, nada puede hacer. Un
seguidor del voluntarismo no sabría responder a quien le preguntase si la voluntad tiene algún valor a la hora
de afirmar la igualdad de los tres ángulos del triángulo a dos rectos.

La voluntad no sólo puede contribuir a la consecución de la verdad; sino que puede impedir que se
alcance y cometa el error, del que con frecuencia es la causa principal. Por diversos motivos, más o menos
conscientes, como la precipitación, la pereza, el interés o la ambición no pocas veces para justificar una actitud
incorrecta, o una conducta poco moral, influye sobre el intelecto, no porque sea falso aquello que es verdadero
(lo cual es imposible), sino para que se detenga a considerar las dificultades que le prueban una verdad y no
se aplique seriamente al argumento en cuestión o sobre los puntos ciertos, y así, en cambio de alcanzar la
verdad caiga en el error.

25. En qué sentido se puede decir que la verdad es relativa y cambiante?. La verdad en sí misma es
absoluta e inmutable. Pensar que la verdad en sí sea mutable de manera que después de un cierto tiempo sea
falso aquello que era verdadero o viceversa, lo cual es absurdo. ¿Quién podría pensar que de aquí a dos siglos
dos más dos sea diferente de cuatro?

Pero la verdad puede considerarse cambiante respecto de nosotros en el sentido que podemos progresar
en el conocimiento de la verdad; aquí no es la verdad la que cambia sino nosotros quienes cambiamos, quienes
progresamos en el conocimiento. Esto procede en el orden natural, donde cada nuevo descubrimiento es un
progresar del hombre en el conocimiento de la verdad natural.

Igualmente acontece en el orden sobrenatural, la verdad divina, revelada, es en sí misma inmutable y por eso
es injusta la acusación contra la Iglesia, considerándola como intransigente en su actitud celosa de
conservación en los dogmas. Si son verdad, permanecerán siempre verdaderos, como ciertos teoremas
matemáticos. Y también podemos progresar en el conocimiento de las verdades reveladas y de la definición
de un nuevo dogma, donde dicha formulación de la verdad ya contenida en la revelación aunque no era todavía
conocida claramente por nosotros.

CAPITULO IV: EL IDEALISMO

26. Mientras escépticos y positivistas disminuyen nuestra capacidad de conocimiento, colocándole


arbitrariamente unos límites, los idealistas al contrario la exaltan en un desmedido valor, pervirtiendo así el
concepto de verdad, una vez han negado a nuestro conocimiento el carácter de la trascendencia. El
conocimiento según ellos no puede salir de sí mismo, nada alcanza fuera de sí, sino que crea las cosas,
ubicando el ser inmanente al pensar. Así la verdad no es ya la conformidad del conocimiento con las cosas,
sino con las leyes del pensamiento. (Pensar es volver sobre sí mismo)

REFERENCIA HISTORICA

27. Criticismo kantiano. El idealismo moderno tiene sus orígenes en Descartes, germen desarrollado
por Locke, Berkeley y Hume; pero será Kant quien sienta las bases afirmando el principio de la inmanencia
que hasta hoy se mantiene como la tesis fundamental del idealismo.

Kant frente a algunas dificultades de nuestro conocimiento (por ejemplo, cómo las cosas son singulares
y contingentes en la realidad, y en nuestro intelecto en cambio asumen un carácter de universalidad y
necesidad etc.), recurre a la afirmación de la existencia de unas formas sintéticas a priori en nuestras facultades
cognoscitivas, las cuales aplicadas a las impresiones que vienen de fuera conducen a la formación del objeto
de nuestro conocimiento.

Este no es la realidad en sí, sino el resultado de dos causas: El mundo externo y nuestras facultades, la
síntesis de elementos objetivos y subjetivos. Por eso nuestra mente no conoce la realidad en sí; conoce sólo
aquella realidad que la mente construye, bajo la impresión externa, el mundo en sí mismo es para nosotros un
noúmeno incognoscible.
Aquí se han originado las relaciones del criticismo kantiano con el positivismo agnóstico, del que
hablamos en el capítulo anterior, como el principio de inmanencia arriba mencionado el cual afirma que
nosotros no podemos conocer lo que está fuera de nuestro conocimiento, sólo aquello que le es inmanente.

Idealismo. La realidad externa al pensamiento aunque incognoscible, para Kant existe; pero según
sus alumnos esta existencia se afirma incoherentemente. Kant, en efecto, afirma el noúmeno, el cual es causa
de nuestras sensaciones, donde el concepto de causa para Kant es una forma subjetiva a priori que tiene valor
solamente en el mundo fenoménico, no en el mundo nouménico; así Kant se contradice el noúmeno no existe,
toda la realidad está en nuestro pensamiento, he aquí el idealismo. Así Ficthe, Schelling y Hegel, etc.

El idealismo actual. El idealismo tuvo auge en Italia, durante la segunda mitad del siglo pasado por
obra especialmente de spaventa, Laja, etc.; y ha tomado varias formas con Benedetto Croce (+ 1952), Gentile
(+1944) etc. Entre estas formas de idealismo, el actualismo de Giovanni Gentile ha tenido éxito en Italia4, y
a nuestro modo de ver, es la forma más lógica de idealismo (también el error tiene su lógica) hasta superar
todo idealismo de sujeto objeto como existentes independientemente el uno del otro, resolviendo toda la
realidad en el pensamiento pensante, en el acto del pensamiento. Todo aquello que existe en tanto existe, en
cuanto es pensado, y todo lo pensado que está en el pensamiento, es pensamiento. "el carácter más conspicuo
del idealismo actual es la más rigurosa negación de la trascendencia". Así Gentile quién a llevado el idealismo
a sus más extremas consecuencias, sin quererlo ha mostrado también su falsedad, provocando un movimiento
contrario entre muchos filósofos Italianos, que se orientan hacia nuevas formas de idealismo.

SINTESIS DEL IDEALISMO ACTUAL

28. Presentamos una breve síntesis del pensamiento actual, tal como lo propone Gentile en su obra:
"Teoría general del espíritu como acto puro" para mostrar un modo idealista de interpretación de la realidad.

a) La esencia del idealismo Gentiliano es un puro monismo, no existe más que el pensamiento en el
cual se resuelve la realidad, toda la multiplicidad de lo real. Este pensamiento que crea y resuelve todo el
universo, no es mi pensamiento, el mío como individuo particular contrapuesto a los otros individuos y a las
otras cosas (yo empírico) sino el pensamiento absoluto (el yo trascendental) dentro del cual están contenidos
los mismos yo empíricos.

b) Este yo trascendental no es algo estático, no es la sustancia espiritual de la vieja escolástica, sino que
es esencialmente dinámico; incluso no es jamás, sino que siempre se hace; es en sí un proceso constructivo.
Pensando, dialectizando, el yo trascendental se crea, crea la naturaleza, la extiende en el espacio, la desarrolla
en el tiempo, la resuelve en sí mismo.

c) Los momentos de la dialéctica y las formas absolutas del espíritu. Este proceso constructivo de la
realidad o dialéctica del pensamiento comprende tres momentos (sin sucesión de tiempo): el sujeto que se
pone (tesis); el objeto puesto por el sujeto en su continuo hacerse, porque el sujeto es siempre sujeto de un
objeto (antítesis); y el espíritu que es síntesis del sujeto y del objeto.

d) Así en la filosofía se resuelven arte y religión; dos actitudes provisionales del espíritu que aún no ha
llegado a la plena conciencia de sí. En la filosofía se resuelve también la ciencia; consiste en la contemplación
del objeto (la naturaleza) creado por el sujeto, que aún no ha llegado a la perfecta conciencia de su autonomía
creadora. Igualmente en la filosofía se resuelve la historia; sería naturaleza si se le considera ingenuamente
en el tiempo, pero en realidad no es otra cosa que el mismo proceso del espíritu en su devenir. Finalmente en
4
Más que Gentile, Cruce ha tenido un notable influjo en la cultura italiana, pero tal influjo no lo ha tenido como
filósofo, sino como crítico estético - literario y como historiador.
la filosofía se resuelve también la ética; en el acto puro del espíritu toda distinción desaparece; si pensar es
crear la realidad, conocer es querer, hacer. El espíritu es moral porque es perfectamente libre; la actualidad
del espíritu, es decir, todo aquello que el espíritu hace, es bien, como todo aquello que el espíritu afirma, es
verdadero; el mal, como el error, es el pasado del espíritu, momento necesario en el proceso constructivo del
bien, como lo falso es el momento necesario en el proceso constructivo de la verdad. Así, las distintas
manifestaciones de la actividad humana, se resuelven en la filosofía, la cual a su vez, es actualidad del
pensamiento, el acto puro, el espíritu en el cual se resuelve toda la realidad.

REFUTACION

29. No nos es posible seguir muy de cerca de Gentile y a los demás idealistas en la laboriosa
construcción de sus sistemas para examinar una por una sus tesis. De otra parte, demasiado evidente aparece
el esfuerzo para explicar toda la realidad en función de la concepción idealista con afirmaciones quizá
paradójicas, explicaciones arbitrarias y violentas de los hechos más comunes y evidentes. Nos limitamos a
algunas consideraciones, notando que las primeras tres hacen relación en particular al idealismo Gentiliano,
mientras la cuarta se refiere directamente a todo el idealismo y por eso es la más importante.

1) La existencia del Yo trascendental, que constituye la esencia del idealismo, es una afirmación gratuita
y contrastante con los mismos principios del idealismo. Según el idealismo podemos afirmar, la realidad sólo
de aquello que tenemos conciencia; deberíamos tener conciencia de este yo trascendental, si existiera, de su
actividad creadora, de su presencia en nosotros, que arrancado de nosotros se reduce a una mera abstracción.

En cambio ninguno sinceramente cree en esta pretendida identidad con el absoluto. Todos tenemos el
vivo sentido de nuestro yo particular como opuestos a otros yo y ningún sentido de yo común. Si existiese
este yo o conciencia común no podría haber secretos; todas las conciencias serían traspasadas la una a la otra
y no se asemejarían como sucede de hecho, a santuarios cerrados de los que ningún extraño posee llave. Si
todos los hombres fueran momentos de un único proceso del espíritu humano, todos tendrían el mismo grado
de desarrollo moral e intelectual y no se explicarían la lucha de los contrastes que dividen la humanidad.

2) La naturaleza del yo trascendental que viene propuesta por el idealismo, es contradictoria. El espíritu
es ser que no es, sino que siempre se hace, deviene, sin sucesión. Es el absoluto, inmutable, infinito, necesario,
eterno, fuente de toda perfección que a la vez que se identifica con el yo empírico, es relativo, finito, mutable,
contingente, contemporáneo, lleno de imperfecciones y deficiencias; es poder creador, libertad absoluta, y luz
en la oscuridad de la ignorancia, se debate en medio de las más grandes miserias físicas y morales. Es sujeto
pensante, autoconciencia, realidad única, conciencia de sí y al mismo tiempo olvido de sí mismo para producir
la ilusión de una realidad diversa, de Dios y de la naturaleza.

Es verdad que los idealistas nos responden que el principio de contradicción, tiene valor solo para lo
pensado, no así para el pensamiento pensante; pero si no se concede valor absoluto al principio de
contradicción es imposible razonar; y sin razonamiento válido cae toda filosofía, también la idealista.

3) Las consecuencias que lógicamente siguen al idealismo, llevan a la ruina. Negación de la ciencia y
de la moral. Aquello que piensa y obra en nosotros es el yo trascendental, el cual piensa y obra como debe
pensar y obrar, porque no supone sino que crea las leyes del pensamiento y de la acción, así todo será
infaliblemente verdadero, todo inevitablemente bueno. Pero verdadero y bien son solo el acto presente del
pensamiento, del hacerse; el hecho, el pensamiento pasado, pensado se hace error y mal; cae así toda
distinción intrínseca entre verdadero y falso, entre bien y mal; haciéndose imposible ciencia y moral que se
fundan sobre esas distinciones.
Negación de la religión. Sí Dios se identifica con el hombre es imposible la religión; permanece el
nombre, pero no la cosa. Hablan algunos idealistas de Dios, de espíritu, de inmortalidad y de eternidad, de
culto y de religión. Citan incluso en sus escritos, textos de Las Sagrada Escritura (como interpretados) pero
el significado de las palabras ha sido del todo cambiado; es destruido el verdadero concepto de Dios, negada
la religión, especialmente la cristiana5.

4) El principio de inmanencia que es el fundamento de todo el idealismo es falso. En esto hacemos


consistir principalmente nuestra refutación al idealismo. A juicio de los mismos idealistas, la tesis
fundamental de todo el sistema, es el principio de inmanencia, reafirmado frecuentemente por ellos, pero
más supuesto que probado, como si fuese un principio evidente tal que mira comprensivamente los
adversarios ingenuos.

Es formulado así: "Por medio del pensamiento no se puede salir fuera del pensamiento". El pensamiento
no alcanza nada fuera de sí ( inmanencia del conocimiento), de donde se sigue que el objeto del pensamiento,
aunque fuera pensado está siempre dentro del pensamiento, no tiene otro ser que el pensamiento; pensar una
realidad existente fuera del pensamiento es absurdo; (negación de la trascendencia). A esto respondemos que
el principio de trascendencia es:

a) Arbitrariamente afirmado por los idealistas. ¿Cuáles son sus pruebas? se pueden reducir al siguiente
argumento. Toda la realidad que conocemos, es conocida en cuanto es pensada por nosotros; así toda la
realidad es inmanente a nuestro pensamiento, de él depende, es su creación. Este argumento, expuesto en
forma extraña, puede llevar al engaño a los inexpertos, bien analizando aparece como un puro sofisma. Del
hecho que la realidad no pueda ser pensada sin el pensamiento que la piensa, se deduce que la realidad no
puede ser simpliciter sin el pensamiento; como si dijésemos: "Este libro no puede ser iluminado sin una luz
que lo ilumine, así pues, si no existiese la luz, el libro no existiría... Respondemos: No sería iluminado, de
acuerdo; no sería simpliciter, negamos.

b) Contradice los datos evidentes de la conciencia, la cual atestigua que el objeto de conocimiento:

1). Es algo distinto del sujeto que conoce y del conocimiento con el cual el sujeto conoce,

2). Es algo que no depende de un sujeto que conoce, pues existe sin mí; no es un hecho de mi
conocimiento, sino que se me impone a él, el cual frente al objeto es pasivo no activo (lo pienso porque existe,
no existe porque lo pienso). Perfectamente puedo distinguir lo que es producto de mi fantasía y de mi
pensamiento, de todo aquello que se impone a mi pensamiento y del cual no depende.

3). Es algo determinado en su esencia independiente de mí y solo con estudio y fatiga llego a conocer
y afirmo que tiene esta o aquella naturaleza porque así se me presenta y me obliga a afirmar (yo pienso tal
porque es tal y no es tal porque lo pienso).

Esta pasividad de mi conocimiento, de la cual mi conciencia es testigo, viene contradicha por el


idealismo. Pero no se puede contradecir el testimonio evidente de la conciencia sin contradecir y negar todo
(¿cómo sé que existo, que vivo, que pienso sino por el testimonio de mi conciencia?). Y renunciar a toda
filosofía comprendida el idealismo.

5
Cf. GENTILE, La mia Religione, Firenze, Sansoni, 1943.
Ni siquiera para explicar aquellos datos de la conciencia vale la pena recurrir a la distinción entre el yo
trascendental y el yo empírico, porque o la distinción es real, entonces cae el principio de inmanencia, o no
es real y entonces no explica nada.

ALGUNAS OBJECIONES DE LOS IDEALISTAS

30. 1) Si la realidad existe independientemente del pensamiento, el pensamiento es negado como


espíritu, que es actividad creadora. Respondo: Es negado el pensamiento como conocedor de la realidad,
niego; como creador de la realidad, concedo; pero quedaría por demostrar que la esencia del pensamiento (y
del espíritu) es de crear su objeto.

2) La cosa conocida no puede estar en el sujeto cognoscente; lo que es necesario para que haya
conocimiento. Respondo. La cosa conocida no puede estar en el sujeto cognoscente con su ser real y físico,
concedo; con su ser intencional, es decir, con una forma que lo representa, niego; y en esta unión intencional
del cognoscente con la cosa conocida descrita en la psicología, está la perfección del conocer.

3) Entonces es imposible conocer la verdad de la cosa pensada, porque se necesitaría confrontarla con
la cosa en sí, lo que es absurdo. Respondo. Como explicaremos en el capítulo VI, aquello que nosotros
directamente e inmediatamente conocemos no son nuestros conocimientos (ideas), sino las cosas mismas; el
conocimiento es solo el medio con el cual conocemos directamente la realidad y por eso no hay que hacer
ninguna confrontación para estar seguros de la verdad de nuestros conocimientos.

4) ¿Si más allá de nosotros y de nuestro pensamiento, existe la naturaleza, existe Dios, cómo es posible
esta coexistencia?. Dios es todo, es el infinito, y fuera del todo y del infinito no puede existir nada. Por tanto,
o Dios o nosotros: "Dios para ser Dios, hace imposible el mundo" (Gentile, problemas de la escolástica).
Respondo. Si existe Dios no puede existir nada fuera de él, que sea independiente de él, concedo, que sea
dependiente de Él, niego. Como un estado donde existiera un soberano absoluto, este tendría toda la autoridad,
y en dicho estado nadie más podría tener autoridad independiente de él. Así Dios es el ser infinito que tiene
en sí todas las perfecciones, lo cual no impide que nosotros poseamos ser y perfecciones limitadas,
participadas y dependientes de él. (Cf. Cap. XXIV).
CAPITULO V: EL EXISTENCIALISMO.

31. El idealismo había tenido el mérito de reivindicar contra el positivismo materialista los derechos del
espíritu sofocados por el materialismo; pero había dejado insatisfechas otras exigencias del pensamiento
humano: la desvaloración de los problemas de la ciencia y de la naturaleza reducida a una abstracta proyección
del sujeto, la solución inaceptable acerca de los problemas morales, religiosos, sobre todo la anulación de la
personalidad del individuo absorbida por el anónimo sujeto universal, no podían no provocar reacciones
filosóficas. Entre estas filosofías reaccionarias, del anti-intelectualismo (filosofía de la acción) de Bergson al
fenomenologismo de Husserl, han encontrado particular favor el existencialismo, al cual han llegado varios
filósofos por vías diversas y contrastantes.

ACERCAMIENTO HISTORICO.

32. KIERKEGAARD (+1855) Es considerado el padre de la nueva doctrina; ha llegado a ésta por la
meditación de algunas tristes experiencias de la vida (el pecado del padre y el rompimiento de su noviazgo)
que le producen angustia, la cual es superada por la fe en Dios (su fe es protestante).

Gracias al Ruso Dostojevskij y al poeta filósofo Nietzsche, los temas existencialistas tomaron rumbos
diversos y se difunden en la conciencia Europea, y en los últimos decenios el existencialismo se ha afirmado
gracias al renacer alemán del espíritu Kierkegariano. Sus principales representantes han sido Heidegger y
Jaspers; quienes han fundado una sistematización del existencialismo sobre bases kantianas (que desde la
angustia que pone al individuo frente a la nada y la muerte se va desarrollando en un esfuerzo de trascendencia
hacia el ser). En Francia junto al existencialismo negativo y ateo de Sartre tenemos con Marcel un
existencialismo orientado hacia el realismo escolástico y el catolicismo, y en Rusia su máximo exponente ha
sido Berdiaieff quien no ha resentido mucho la ortodoxia rusa.

En Italia junto con pensadores de tendencia existencialista, afines con el realismo y el catolicismo como
Carlini (1959) y Guzzo Paci (1976) y especialmente Abbagnano más fiel a la corriente atea e idealista, buscan
salvar la positividad del ser objetivo para escapar al nihilismo metafísico y dar al existencialismo una forma
más aceptable.

LAS CARACTERISTICAS DEL EXISTENCIALISMO.

33. La breve enumeración que hemos hecho de los filósofos existencialistas, los cuales profesan
diversas doctrinas entre ellos, nos muestra inmediatamente como el existencialismo es una doctrina muy
indeterminada; más que un sistema (el existencialismo no quiere sistemas) es una actitud del pensamiento en
la cual pueden encontrarse filósofos aceptables en sus concepciones de la realidad y de las cuales trataremos
de tomar y examinar algunas características fundamentales.

1) El conocimiento. La primera característica del existencialismo es el anti-intelectualismo. Surgió


como reacción al idealismo absoluto, al panlogismo Hegeliano, para quien todo lo real es racional porque es
creación del pensamiento, el existencialismo afirma la irracionalidad de lo real, que no puede ser comprendido
y explicado con nuestros conceptos. Esto es, debido a su abstracción y universalidad no pueden captar la
realidad concreta y singular, continua y cambiante que para ellos viene dividida y solidificada y por ende
falseada.

Por eso la realidad no debe ser contemplada desde fuera, es preciso penetrarla, vivirla, realizarla; para
captarla en su concreta singularidad es necesario superar el intelectualismo la abstracta filosofía de la esencia,
la cual es necesario sustituir por la concreta filosofía de la existencia y colocarse en contacto inmediato con
ella, a partir de una especie de intuicionismo (intuición emocionante, revelación indirecta, conocimiento
prelógico).

2) El hombre. El centro de la realidad está para el existencialismo en lo individual; el existencialismo


es llamado la filosofía del concreto, de lo contingente, de lo singular, de lo que está aquí y ahora, del yo sujeto
particular (no sujeto universal), distinto del todo y no reductible a un simple momento de un proceso en
sentido idealístico y al tiempo único e irrepetible que según los existencialistas no es asumible en un concepto
universal ni en individuo de un género como desea el abstracto intelectualismo.

Este singular es el individuo humano que solo propiamente existe (las demás cosas son pero no existen)
porque existir no dice simplemente actualidad, sino que existir quiere decir "estar fuera", emerger, surgir de
la realidad que sólo es, para transcenderse, tender a ser aquello que aún no es, aspirar a ser más. Lo que
naturalmente supone la finitud o limitación del individuo (ya que el infinito no tiende a ser otro, dado que lo
tiene todo en sí); donde su poder ser y las infinitas posibilidades de ser entre las que debe elegir para actuarse
a sí mismo. Estas posibilidades son limitadas para cada individuo, dada la situación en que cada hombre se
halla inserto en la realidad (parientes, patria, época), la cual determina el campo de sus posibilidades, el riesgo
de la elección, pero también le indica cómo debe existir distanciándose de la situación, rescatándose en la
libertad, aceptando el riesgo, y con la elección y la decisión constituir y desarrollar la propia personalidad.
Naturalmente para esta existencia auténtica el individuo encuentra dificultad por parte del mundo al que ha
sido arrojado y del cual no puede substraerse, entre las condiciones de la vida que no logra resolver a las que
el sentido de la angustia (o conciencia de su deber ser y el perpetuo riesgo con el deber decidir sobre sí) propia
del existencialismo por la cual muchos (los hombres ordinarios) se pierden sumergiéndose en las
complicaciones y estruendos de la vida cotidiana; estas no existen, sino que son como las otras cosas, no viven
sino que viven de la masa, de la muchedumbre anónima (existencia inauténtica). En cambio el verdadero
hombre (el hombre de excepción) quiere existir, quiere vivir con empeño su vida, desplegar plenamente su
propia personalidad, aún consciente de su finitud y limitación (pecado original) fiel a sí mismo, mirando
sereno la muerte que espera infaliblemente y para dar sentido a la vida, pero que no quiere sucumbir sin que
antes haya realizado su destino, y viendo con empeño su vida.

3) La naturaleza y Dios. Más allá de esta existencia personal con frecuencia románticamente descrita,
el existencialismo poco está en condiciones de decirnos. Existe la naturaleza, aquello otro que nos importa y
contra quien lucha nuestra existencia, pero que permanece para nosotros un enigma, no conocemos sus
apariencias, y en sí es un noúmeno. Un enigma todavía mayor es Dios, admitido por algunos existencialistas
(Marcel, Berdiaieff, Wust) como verdaderamente trascendente y personal; otros en cambio los resuelven
panteísticamente en el absoluto, ser alógicos incognoscible e inalcanzable ante quien la tendencia del existente
está destinada al fracaso, al naufragio (Jaspers está marcado por el panteísmo en la religiosidad de Lavelle);
muchos lo niegan más o menos abiertamente (Heidegger; Nietzsche, Abbagnano) para quienes el fin de la
existencia en la trágica nada, y la absoluta mundanidad, es el carácter de su filosofía.

Esta diversidad profunda muestra cómo el problema de Dios permanece ajeno al existencialismo como
tal; como igualmente extraño a la metafísica existencialista es el problema de la inmortalidad con las relativas
consecuencias en el orden moral que carece privado de fundamento.

CRITICA AL EXISTENCIALISMO.

34. El existencialismo aparece como filosofía pobre de contenido que aunque haya tenido fortuna,
inmediatamente después de la guerra, entre el filósofo y no filósofo, porque ha tocado diversos problemas
que interesan íntimamente al hombre en su existencia concreta, pero que pronto ha comenzado a decaer
porque no ha sabido dar a estos problemas una solución satisfactoria.
1) Bajo el aspecto gnoseológico no ha logrado escapar al abstraccionismo que él mismo condenaba ¿no
son quizá universales y abstractas las nociones de individuo, persona, existente, de las cuales se habla
insistentemente? ¿no son abstractos sus análisis acerca de la existencia auténtica e inauténtica, de la angustia,
de la elección del salto y del fracaso?. Es verdad que no es posible obrar de otra manera con nuestro lenguaje
humano, así no debemos condenar en los otros aquello que nosotros mismos no podemos evitar.

De otra parte, no es en absoluto verdadero que los conceptos universales y abstractos no nos permiten
captar la realidad objetiva. Como tendremos ocasión de explicar (en el No. 45) nuestro concepto universal,
por ejemplo el de hombre, no permite conocer aquello que existe verdaderamente en cada hombre (su
naturaleza racional), aunque no nos diga todo aquello que existe en cada hombre en cuanto singular (en su
individualidad); es pues un concepto imperfecto, pero verdadero, que no agota el objeto, signo de la limitación
del conocimiento humano pero no lo deforma.

Se había equivocado el idealismo en afirmar que todo lo real es racional (lo es respecto a la inteligencia
infinita de Dios, pero no respecto a la inteligencia finita del hombre), también el existencialismo se equivoca
al afirmar la irracionalidad de lo real, opaco e ininteligible, particularmente de la existencia humana. Si en
efecto, la existencia humana no puede ser perfectamente interpretada por el pensamiento humano, no se
concluye que ser irracional y misterioso, indescifrable, indiviso para el pensamiento divino; y respecto al
mismo pensamiento humano, si es verdad que este aprende imperfectamente la realidad concreta, no es verdad
que la deforme o la falsifique; será conocimiento imperfecto pero verdadero: no será total y exhaustivo, sino
objetivo y fiel.

2) Si del aspecto gnoseológico pasamos a considerar el existencialismo bajo el aspecto metafísico nos
aparece el contrario del idealismo, con un error análogo al idealista.

El idealismo es la filosofía del absoluto, el cual viene despersonificado y destruido lo individual, lo


contingente y yo empírico; su error no está en la afirmación del absoluto, sino en la negación de toda realidad
fuera del absoluto. El existencialismo es la filosofía del contingente, de lo singular, del yo empírico con
exclusión de toda otra realidad; el error del existencialismo no está en la afirmación de lo contingente, sino
en la negación de lo absoluto.

Lo contingente, es decir la existencia humana, con sus miserias, sus dolores, considerada en sí misma,
no puede ser realmente explicada, se constituye en un problema sin solución, drama frente al cual el
existencialismo permanece mudo, se reduce a una pura fenomenología, atormentada y tormentosa
fenomenología de la vida espiritual (orografía de la vida interior dice Marcel), descripción vivaz y realista del
individuo y de su trágica suerte, pero sin explicación filosófica; o exagerando el valor del individuo e
idolatrándolo luego de haberlo arrancado de Dios, crea así el superhombre de Nietzsche, del corazón de
bronce que guía masas de pueblos como rebaños para ser por él sacrificados, cuya última tentación es la
compasión por los dolores humanos.

La existencia humana en efecto no se puede explicar sino en la visión integral de la realidad, que no es
solo el absoluto idealístico ni solo el contingente existencialístico, sino es la coexistencia de los dos términos;
el primero: infinito, independiente y perfecto, el segundo: finito y por lo mismo sujeto a imperfecciones y
miserias pero al mismo tiempo dependiente y condicionado del primero, así que el dolor y el mal del segundo,
tiene en el primero la explicación y la redención. A esta visión integral y armónica de toda la realidad se
impide la vía existencialista regida, cerrada en la parcial visión del individuo contingente; en cambio la
orientación de los existencialistas menos rígidos, en quienes el sentido profundo de la propia finitud e
insuficiencia suscitan el anhelo en la trascendencia en Dios (no siempre de un modo coherente y mediante un
salto fideísta), como llamado e invocación que son el preludio a la oración y a la adoración.

EL SIGNIFICADO DEL EXISTENCIALISMO.

35. Si el existencialismo por los motivos expuestos no puede ser aceptado en el conjunto de sus
principales afirmaciones tiene indudablemente méritos en la historia del pensamiento filosófico moderno.
Contra el monismo idealístico ha reafirmado el valor de la persona humana defendiendo sus derechos frente
a la explotación de la sociedad; además en la descripción cruda y realista de la vida con sus riesgos y
dificultades, con sus incertidumbres y angustias, con sus miserias y dolores ha contribuido al derrumbamiento
de los castillos hechos por el idealismo, para quien todo lo real es verdadero y bueno; por esto el
existencialismo ha ejercido una fascinación a la atormentada alma moderna y se ha constituido en algunas
épocas la filosofía de moda. Si es la filosofía de la catástrofe es al mismo tiempo la filosofía de la recuperación,
de la acción, del desquite y si para algunos permanece como una filosofía de la desesperación para otros ha
sido el aliciente que orienta al bien, capaz de abrir nuevos y saludables caminos.

El existencialismo es la filosofía del naufragio, de la muerte, de la nada, que hace sentir la vanidad de
la realidad mundana y material, es un reclamo a los valores espirituales y eternos; muestra al hombre
naturalmente miserable, pecador, despojado de todo, es una invitación revestirse de la gracia celeste; así el
pecado se transfigurará en perdón, la angustia fasinante en un abrazo amoroso del Padre, las miserias del
exilio, en las riquezas de la casa paterna. En este sentido no por acaso el existencialismo ha sido definido
como la filosofía del hijo pródigo en la época contemporánea, a la que se refiere Schubert - Soldern con las
siguientes palabras: "La filosofía del ocaso y de la disolución de la civilización occidental es una forma
incubada de arrepentimiento. Es la predicación de la penitencia de la historia contemporánea. Según el estilo
del tiempo, esta sirve de expresión filosófica crítica en cambio de la forma teológica moralizante que
conocemos en la Biblia. Pero el contenido es el mismo. Cuando los tiempos están cargados de nuevas fuerzas
religiosas, surgen aquellos predicadores de penitencia, y esto es un signo seguro que en el hombre crece la
conciencia de la impotencia y la propia culpa. Desesperación sentido lancinante de la miseria humana; este
es el motivo fundamental de la filosofía existencialista (Heidegger y Jaspers) arrepentidos, y conscientes con
horror de su natural corrupción el hombre se siente empujado a la nada o se abandona en el polvo de frente a
Dios. Que el hombre no sea digno de Dios, es la nueva convicción que florece en el hombre occidental, quien
hasta hace poco tiempo proclamaba que el pensamiento de Dios no es digno del hombre. Se prepara así el
arrepentimiento general de todo un continente que finalmente desemboca en el reconocimiento de que la
civilización prometeica con cero penas y miserias de cuatro siglos era un falso camino".
CAPITULO VI: EL REALISMO ESCOLASTICO

RETORNO AL REALISMO

36. Los distintos sistemas que hemos considerado brevemente no ofrecen una solución satisfactoria al
pensamiento contemporáneo, que aparece orientado en un movimiento de retorno al realismo, pero en dos
formas opuestas y en neto contraste entre ellas, estas son el materialismo ateo y el espiritualismo cristiano.

EL MATERIALISMO ATEO: que parte de un presupuesto positivista (N. 20), es una doctrina de escaso
valor filosófico, pero de notable importancia práctica porque está a la base de todo el sistema político, social
y económico propugnado por el comunismo. Sostiene que toda la realidad que conocemos es de orden
material; y quiere explicar con la sola materia todas las manifestaciones de la vida incluso la más perfecta
como es la vida intelectual.

Lo propuesto por los antiguos filósofos fue sostenido por L. Feuerbach, G. Moleschot y Buchner entre
otros en el siglo pasado. Carlos Marx aplicando al materialismo la dialéctica hegeliana (Cf. No. 28) ha
elaborado el materialismo dialéctico según el cual la realidad que es sola y totalmente materia, está en
continuo devenir, mediante un proceso evolutivo, análogo a aquel de la idea hegeliana. La aplicación del
materialismo dialéctico a la historia nos da el materialismo histórico, según el cual toda la historia humana se
desarrolla por férrea necesidad, determinada por factores puramente económicos, sin puesto alguno para la
libertad en un sistema filosófico, en el cual es negada toda realidad espiritual. El materialismo histórico es la
filosofía del comunismo, cuyo programa político es justamente la aplicación del materialismo a la acción
práctica para actuar, a partir de la desesperación de la lucha de clases la consecuente revolución, el nuevo
orden social: el comunista.

El pensamiento marxista ha encontrado en Italia varios cultivadores, aunque con acentos diversos; entre
ellos ha ejercido un particular influjo A. Gramsci (+ 1937).

La crítica del materialismo filosófico se hará en los capítulos siguientes especialmente cuando se
demuestre la espiritualidad del intelecto humano (cap. XIX), y la liberta de la voluntad humana (cap. XX), y
cuando se pruebe la existencia de Dios (cap. XXIV), ser esencialmente espiritual, sin el cual no es posible
explicar la misma realidad material.

EL ESPIRITUALISMO CRISTIANO. Parte también de una exigencia realista que el idealismo antes que
apagar, había agudizado pero junto a una exigencia metafísica en vibrante reacción a la mentalidad positivista
e historicista que junto a una exigencia moral-religiosa cada vez más sentida por los autores, entre quienes se
destacan los ya citados (Carlini +1959) y Guzzo, Stefanini (+ 1959), Sciacca (1975) etc., quienes no obstante
las diferencias personales coinciden en algunas características importantes. Estas son: la afirmación del
espíritu y sus valores en contra de toda forma de materialismo dialéctico e histórico; el esfuerzo de penetrar
en lo más íntimo del espíritu, no único, sino múltiple, mediante un proceso de interiorización cada vez mayor;
el reconocimiento de la limitación de este espíritu individual, que postula un absoluto que en cualquier modo
lo trasciende y es Dios; así pues una visión cristiana de Dios y de las relaciones del hombre con él, que se
concretizan en las normas morales, es lo que justifica el nombre de cristiano dado a este espiritualismo.

Se debe reconocer el esfuerzo generoso de estos pensadores casi siempre venidos de otras escuelas a la
hora de superar posiciones que se consideraban definitivamente estables, de retomar posiciones que se
consideraban irremediablemente superadas.
De la misma manera laudable constituye el esfuerzo por armonizar el pensamiento tradicional con el
pensamiento moderno, la filosofía con la revelación cristiana aunque los desarrollos del pensamiento
filosófico no siempre coinciden con la metafísica tradicional.

Nosotros sostenemos que la verdadera solución al problema del conocimiento se halla aún en el
realismo escolástico, el cual se presenta hoy luego de la experiencia gnoseológica del positivismo y del
idealismo, como realismo crítico, superior al realismo prekantiano, que en sus líneas fundamentales está de
acuerdo con cuánto hay de válido en la filosofía moderna, pero defiende cuanto de perennemente verdadero
se halla en la filosofía antigua, reivindicando el valor de la razón humana y del conocimiento de la verdad
absoluta.

EL REALISMO ESCOLASTICO.

37. El problema por resolver era: ¿podemos conocer la verdad, conocerla con certeza, con certeza
filosóficamente justificada de frente a toda crítica?. La filosofía escolástica responde que sí, afirmando la
capacidad de nuestra mente para conocer con certeza la verdad en el sentido genuino de la palabra, es decir
la conformidad de nuestro conocimiento con la cosa en sí, con la realidad objetiva. ¿Cómo lo demuestra?.

38. A - Conviene observar que una verdadera demostración no es ni útil ni necesaria tratándose de una
afirmación que aparece por sí evidente a quien se acerca con ánimo sereno y libre de prejuicio. Hemos dicho
que no es posible demostrar que nuestra razón es capaz de la verdad porque se necesitaría otra razón que
juzgara la bondad de la nuestra. Criticar la razón es absurdo, observa vivamente Mattiussi a quien con Kant
quiere hacer la crítica de la razón.

¿Cómo la criticaríamos y juzgaríamos sino con la misma razón? y luego si, se llegara a la conclusión
que la razón es buena y se dirá, que para lograr esto se ha supuesto en la demostración el valor de la razón, es
decir, que se ha supuesto como conclusión verdadera la conclusión que se quería probar. Si en cambio
llegásemos a hallarla falaz, recordemos bien que aún no hemos demostrado nada porque con qué razón buena
habéis podido descubrir que la razón es mala? 6.

Erraron y yerran cuantos con Descartes y demás defienden una duda universal positiva o negativa real
o metódica, al inicio del problema crítico puesto que de tal duda inicial es imposible salir al no tener otra
facultad distinta de aquella sobre la cual se duda, cayéndose así en la absurda posición escéptica, ya refutada
anteriormente.

¿Debemos ahora admitir dogmáticamente o ciegamente la actitud de nuestra mente para conocer la
verdad? ni siquiera, porque podemos ver su actitud y si cree dogmática o ciegamente lo que no se ve. Nosotros
podemos reflexionar sobre nuestro pensamiento, porque este es transparente así mismo y mirar
inmediatamente su naturaleza, visión inmediata que no es adhesión ciega, lo que vale más que cualquier
demostración crítica y no puede ser negada o puesta en duda, puesto que quien negase o pusiese en duda el
testimonio inmediato de la conciencia debería renunciar a la filosofía, cualquiera que esta fuese. Así esta
reflexión, que muestra la auténtica naturaleza del conocer y nos da el conocimiento explícito y formal de
nuestra actitud para la verdad y que se halla implícita y virtual en cada acto directo de conocimiento, en el
cual el espíritu reposa tranquilo y seguro, consciente de las sólidas bases sobre las que se apoya el verdadero
realismo7.

6
MATTIUSSI, Dichiarazione del giuramento antimodernista, Bergamo, 1912, p. 41. Cf. anche
MATTIUSSI, Il veleno kantiano, Roma, Univ. Greg.
7
Cf. GIACON, Fenomenismo, realismo e idealismo, en “Riv. di Fil. Neoescol.”, Marzo, 1941, pp. 168 - 194.
39. B - La reflexión, en efecto, nos muestra cómo la naturaleza de nuestro conocimiento está en alcanzar
la realidad objetiva para conformarse con ella. Somos así, capaces de conocer con certeza la verdad absoluta.

1). La naturaleza de nuestro conocimiento está en alcanzar la realidad objetiva. En nuestro


conocimiento, bien sea sensible o intelectual tenemos conciencia de aprehender no nuestras sensaciones o
nuestras ideas, sino una realidad que se pone en contacto con nuestro pensamiento, pero que es independiente
de nuestro pensamiento, que no es por el hecho de ser conocida, sino que es conocida porque es; así el objeto
inmediato de nuestro conocimiento es el ser, la realidad objetiva, no el pensamiento o las modificaciones
objetivas. Y así debe ser.

El objeto en efecto, término del conocimiento, debe por naturaleza, no por duración, preceder el
conocimiento. Repugna que el conocimiento se preceda a sí mismo; así el objeto del conocimiento es anterior
al pensamiento; y no es el pensamiento mismo, incluso cuando hacemos objeto del pensamiento nuestro
mismo pensamiento, este es una realidad objetiva presupuesta al mismo pensamiento.

Haber olvidado este dato primitivo y evidente del conocimiento, ha llevado a ciertos filósofos a la falsa
suposición de que conocemos inmediatamente nuestras ideas, y de las cuales debemos pasar a las cosas,
surgiendo así la famosa cuestión del puente, que fue el problema y el tormento de los cartesianos y es el
problema de los realistas modernos.

Al respecto, como ya lo hemos dicho, no hay necesidad de puente porque las necesidades y las ideas
están en las cosas como en su término y están en sí como sentidas y pensadas. Las sensaciones y las ideas no
son el objeto del conocimiento, sino el medio mediante el cual conocemos, como el lente que no es la visión,
pero que nos permite ver. Sólo mediatamente lo conocemos; inmediatamente se conocen las cosas, y es un
error cerrarse en las ideas y luego preguntarse si corresponden a las cosas.

La naturaleza del conocer está en alcanzar el ser, la realidad objetiva, bien por medio de los sentidos
con los cuales experimentamos la real existencia de las cosas, bien por medio del intelecto que intus legit en
las cosas, es decir, penetra su naturaleza.

Esta necesaria referencia al ser, a la realidad objetiva, aparece aún más clara en el juicio; cuando afirmo
que "hoy llueve" no intento decir "yo pienso que hoy llueve", sino que es así en la realidad, más allá de mi
pensamiento; y excluyendo lo opuesto no intento excluir solo mi pensamiento del no llover, sino la realidad
en sí del no llover. En este sentido toda afirmación trasciende el pensamiento, y afirma la realidad en sí y por
sí. La naturaleza del conocer está en alcanzar el ser, más o menos perfectamente, pero inmediatamente: se
puede graduar el conocimiento pero no se puede mediar.

40. 2). La naturaleza de nuestro conocer está en conformarse con nuestra realidad objetiva. A la
reflexión, el conocer aparece no solo como un aprehender la realidad, sino un conformarse a ella; vemos en
efecto que en los juicios y en los raciocinios nuestro intelecto busca adecuarse a la realidad que aprehende y
hasta cuando no se está seguro de conformarse a las cosas no suspende su empeño.

a). En los juicios de experiencia. Si no veo claramente, si llueve o no llueve, no dejo de investigarlo; y
si no alcanzo a distinguir, no afirmo ni niego; suspendo el juicio y busco, no para saber acerca del contenido
de mi pensamiento, que sé bien cuál es, sino para poder adecuar verdaderamente mi pensamiento a la realidad.

b). En los juicios analíticos. Cuando digo que dos más dos es igual a cuatro, tengo conciencia de afirmar
la identidad entre el sujeto y el predicado, porque veo que claramente es así, y si dijese lo contrario mi
afirmación no correspondería a la realidad. Si ocurriese un momento de excitación, suspendería también mi
juicio hasta no ver claramente.

c). En los razonamientos. Cuando nos viene propuesta una proposición no inmediatamente evidente,
por ejemplo el teorema de Pitágoras, la mente permanece perpleja; el solo examen de los términos no
encuentra las razones para afirmarlo o negarlo y fluctúa entre el sí y el no. Pero al desarrollarlo en la
demostración aparecen los argumentos que prueban la verdad del teorema y la mente se siente inclinada a
adherirse; pero si por el contrario existen dudas y dificultades el asentimiento no es pleno e incondicionado;
sólo al final de la demostración, superadas las dificultades y diluidas las dudas la mente exclama: "ahora veo,
es evidente" y con certeza se adhiere a la afirmación porque es conforme a la realidad.

41. 3). Estamos por tanto en capacidad de conocer con certeza la verdad absoluta. La naturaleza del
conocer es alcanzar la realidad y conformarse con ella; pero es en esta adecuación del conocer a la realidad,
donde se halla la verdad absoluta; así la naturaleza de nuestra mente consiste conocer la verdad, conocerla
con certeza, y cuyo criterio es precisamente la evidencia.

Nosotros tenemos la capacidad de conocer la verdad con certeza, no digo que todos los conocimientos
sean ciertos, porque no siempre nuestro intelecto logra adecuarse a la realidad, debido a la dificultad de la
investigación y del estudio; pero que podemos llegar a conocimientos ciertos, y de hecho los conquistamos
cuando la realidad no es evidentemente propuesta; es aquí cuando tenemos una certeza absoluta que no admite
dudas.

El error es imposible en los conocimientos que se desarrollan según nuestra naturaleza; este puede
aparecer sólo per accidens, debido a una intervención de la voluntad, más o menos consciente, que determina
el intelecto a no reflexionar suficientemente a la hora de juzgar y a quedarse en una consideración parcial del
objeto. Sentidos e intelecto en sí mismos son infalibles, no dicen y no pueden decir más que la verdad.

Así, no obstante la desconfianza de la filosofía moderna, más o menos contaminada de escepticismo,


que tiene frente a la razón humana, nosotros tenemos plena confianza que con nuestra razón, aunque
procedemos con circunspección y prudencia, sin pasiones ni prejuicios, podemos conocer la verdad, conocerla
con certeza, y con certeza filosóficamente justificada.

CAPITULO VII: ORIGEN Y DESARROLLO DEL CONOCIMIENTO

Demostrado el hecho que la mente humana es capaz de conocer la verdad, queda por explicar el modo
como llega a conocerla. Presentamos aquí en forma sintética la doctrina escolástica en armonía con los datos
de la experiencia.

42. La mente recibe los elementos de sus conocimientos mediante los sentidos. No existen las ideas
innatas de Platón, Descartes etc... y nada existe en el intelecto que no haya tenido en cualquier modo origen
en los sentidos. Así se explica la ausencia absoluta de ciertas ideas (ejemplo colores) en quien carece de
alguno de los sentidos (la vista en este caso), el retrazo de la actividad del intelecto hasta el punto que la parte
sensitiva no haya alcanzado una cierta perfección, y en general aquella conexión manifiesta entre los
fenómenos de la vida intelectiva y aquellos de la vida sensitiva.

43. El conocimiento sensitivo es pues, el amanecer y el inicio de todo el orden cognoscitivo humano.
Los sentidos externos cuando operan en su estado normal, alcanzan con certeza, sin temor a ilusión, su objeto
propio y proporcionado que venga en manera debidamente presentada dándonos así en fiel testimonio de la
existencia real de los diversos sensibles perceptivos.

Ahora bien, el sentido no dice nada de la constitución del ente: aprehende infaliblemente este color,
sonido... pero no se pronuncia sobre la naturaleza del color o el sonido, si sean o no cualidaes simples o
complejas de vibraciones o movimientos. Esto deberá prudentemente decidirlo el intelecto examinando cual
sea la naturaleza de las cosas; es por eso indiferentemente del lado crítico la cuestión agitada entre
percepcionistas e interpretacionistas.

44. Los datos de los sentidos externos vienen reunidos por el sentido común, conservados en la memoria
sensitiva, reproducidos por el fantasma o imagen que sintetiza las cualidades recogidas en un mismo sujeto.
Aquí se detiene el conocimiento sensitivo, suficiente en la vida animal, para discernir entre las cosas y dirigir
los movimientos. En el hombre esto es superior.

45. El fantasma es presentado al intelecto; por fuerza de la misma naturaleza, intus legit, lee las notas
esenciales, abstrayendo, universalizando, espiritualizando; el fantasma representa la cosa, la substancia, el
hombre y el intelecto abstraen de estos la idea universal de ente, de substancia, de hombre, etc... idea
inicialmente universalísima que poco a poco con el multiplicarse de los datos de la experiencia, con las
relaciones y confrontaciones entre una noción y otra, se van determinando cada vez más y originan así un
conocimiento más perfecto y completo de las cosas.

Por medio de las ideas nosotros conocemos realmente las cosas, en su esencia, aunque con más o menos
perfección según el modo propio de nuestra naturaleza, las cosas en la realidad son concretas y singulares,
nosotros en cambio las conocemos en modo abstracto y universal: aquello que nosotros conocemos, está
realmente en las cosas, aunque no en el mismo modo. Esto debe tenerse presente bien para resolver el famoso
problema de los universales que ha dado origen a tantos errores filosóficos desde Platón a Kant y desde Kant
a tantos filósofos modernos, bien a la hora de explicar la naturaleza del conocimiento que no es un mero
espejo que reproduce pasivamente la realidad, sino que es un conocimiento activo, no en el sentido de creación
o de formación del objeto, sino en la aprehensión del objeto según la naturaleza del sujeto que conoce.

46. A la formación de los primeros conceptos sigue naturalmente la intuición de los primeros juicios o
principios (de contradicción, de razón suficiente, de causalidad, etc.) que son reales y objetivos no vacíos
esquemas mentales. Ahora bien para hablar solamente del principio de no-contradicción (por el principio de
causalidad Cf. N. 68) por real necesidad aquello que es, mientras es, no puede no ser, el no y el sí son
incompatibles en el mismo sujeto, bajo el mismo aspecto, y la mente lo afirma no porque tenga necesidad de
pensar así, sino por necesidad intrínseca de las cosas que a la mente se impone.

47. Luego de la intuición de los primeros principios la mente procede a la investigación de la verdad
por vía de razonamiento deductivo e inductivo: razonamiento deductivo cuando de juicios más universales
desciende a conclusiones más particulares, razonamiento inductivo cuando de lo particular se pasa a la
afirmación universal, luego de usar el experimento para determinar aquello que pertenece a la esencia de un
objeto, ejemplo: de un hombre y fundándose sobre la necesaria verdad de aquello que pertenece a la naturaleza
del objeto, verificándose en todos los objetos de la misma especie: si el hombre por naturaleza es mortal,
todos los hombres por naturaleza son mortales; y si es de la naturaleza del agua la ebullición siempre y toda
agua ebullirá a cien grados. La inducción tiene particular importancia en las ciencias, las cuales con el
multiplicarse de las experiencias llegan no solo a simples hipótesis, sino también a conocimientos ciertos de
la realidad, no solo a formular leyes simplemente estáticas, sino también al conocimiento de verdaderas leyes
naturales.
48. Del origen de nuestros conceptos y de la naturaleza del ser inteligente humano, compuesto de alma
y cuerpo, se sigue que el objeto proporcionado a nuestra inteligencia es la naturaleza de las cosas sensibles.
De las cosas espirituales que trascienden los sentidos, nuestra mente no puede tener un concepto inmediato y
adecuado; pero puede conocer con certeza su existencia por la relación que dichas cosas tienen con las cosas
sensibles, y de su naturaleza se pueden formar un concepto análogo (N. 23).

Así, poco a poco, se ha venido construyendo el gran edificio de las ciencias y de la filosofía, fruto de
un laborioso trabajo de las más selectas inteligencias humanas, precioso patrimonio de la humanidad que las
nuevas generaciones deben continuar y perfeccionar para que desarrollado y enriquecido pueda ser
transmitido a las futuras generaciones.

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