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C.

8 / EL PAPEL DEL ESPÍRITU SANTO EN LA SANTIFICACIÓN 1


A. EL PAPEL DEL ESPÍRITU SANTO EN LA SANTIFICACIÓN, c. 8
1. La liberación por el Espíritu, vv. 1-4
a. "ninguna condenación hay", vv. 1-2
¿Por qué escribió Pablo el capítulo siete? Porque él sabía que muchas personas tratarían de vivir
libres de pecado, pretendiendo alcanzar la santificación guardando la Ley en su propia fuerza, así como él
había tratado de hacer. ¿Puede alguien realmente santificarse a sí mismo y vivir sin pecar? No se puede,
porque la carne es débil. Al final del capítulo siete, en medio de su frustración, Pablo exclamó: "¡Qué
hombre tan miserable soy! ¿Quién me rescatará de este cuerpo de muerte?" (NVI). Nadie puede librarse a
sí mismo, ni persona alguna que le pueda librar. El Único que puede librar a personas pecadoras de su
dependencia y esclavitud a un cuerpo que no le puede ayudar en su lucha con la naturaleza pecaminosa, y
los pecados que ésta le incita a hacer, es el Señor Jesús.
v. 1 "Por tanto"; "Así pues" (DHH), ―lo que tenemos en el c. 8 es una continuación del c. 7. En
vistas de la liberación de los creyentes por el Señor Jesús de su esclavitud a un "cuerpo de muerte" (7:24-
25), tenemos la maravillosa declaración que resuena a través de los siglos y por toda la eternidad en un
gran grito de alegría: "¡a los que pertenecen a Jesucristo ya no les espera ninguna condenación!" (BD).
¿Por qué no hay condenación para los que están en Cristo Jesús? Porque el Señor Jesús llevó en Su muerte
todo el castigo que la Ley justamente demanda por causa de nuestros pecados. Si una persona ha puesto su
fe en la obra consumada de Cristo, nunca vendrá a condenación (Jn. 3:18):
"El que cree en Él no es condenado (juzgado); pero el que no cree ya ha sido condenado,
porque no ha creído en el nombre del unigénito (único) Hijo de Dios."
Pero, si el creyente es carnal y no anda conforme al Espíritu, ¿no será condenado según la segunda
mitad del versículo? Esta frase no está en los manuscritos más antiguos. Parece que algún copista, o por
error, o por esclarecer el sentido del versículo, la copió de la segunda mitad del v. 4, donde tiene su
debido lugar. El problema es que al incluirla en el v. 1, en vez de esclarecer el texto, lo confunde,
haciendo que la afirmación de que no hay condenación para los que están en Cristo parezca estar limitada
a los creyentes fieles y obedientes. Si este es el caso, entonces, no hay liberación para el creyente del
círculo vicioso de conocer la voluntad de Dios, esforzarse para hacerla, y fracasar por causa de su
debilidad carnal.
El creyente que puede gritar en triunfo como lo hizo Pablo al final del c. 7, es el que sabe que Dios
no tiene ninguna cosa en su contra, a pesar de que merece ser condenado. Es la persona que sabe que Dios
le acepta en base a lo que Cristo hizo, y no en lo que ella misma haya hecho. Si somos salvos, estamos en
Cristo, y si estamos en Cristo, ninguna condenación pesa ahora sobre nosotros; y PUNTO.
v. 2 Nunca habrá condenación para nosotros porque hemos sido libertados "de la ley del pecado [la
naturaleza pecaminosa] y de la muerte" por "la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús". Las dos "leyes"
en este versículo no se refieren a leyes legales, sino a principios, como lo es, por ejemplo, la "ley de la
gravedad". Cuando Pablo dijo en 7:25: "sirvo… con la carne, a la ley del pecado", quiso decir que su
carne, su cuerpo humano mortal, respondía por principio, o ley, a la naturaleza pecaminosa y no a Dios.
"La ley del pecado" es, entonces, el poder que la naturaleza pecaminosa ejerce sobre el cuerpo.
El principio o ley de la naturaleza pecaminosa viene acompañado del principio o ley de la muerte.
Siendo que el cuerpo está sujeto a la naturaleza pecaminosa, también lo está a la muerte y, por ende,
morirá.
Pero gracias a Dios, estos principios no regirán finalmente sobre nosotros porque hemos sido
libertados por "la ley [o principio] del Espíritu de vida". El agente de esta liberación es el bendito Espíritu
Santo. Cuando creímos en el Señor Jesús Su Espíritu nos regeneró dándonos una vida completamente
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nueva EN CRISTO. En ese mismo momento de fe, el Espíritu Santo vino a morar en nuestros cuerpos,
asegurando de esta manera que nuestra liberación sea una realidad en nuestra vida cotidiana. Esta vida que
tenemos por estar EN CRISTO no responde a la naturaleza pecaminosa porque Él ha roto las cadenas que
nos ataban a ella. Ya no le servimos obligatoriamente (Ro. 6:6):
C. 8 / EL PAPEL DEL ESPÍRITU SANTO EN LA SANTIFICACIÓN 3

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