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¿Qué Significa Hacer Discípulos?

Por John MacArthur


En la descripción de la declaración del propósito de la iglesia, muchos apuntan a la enseñanza de
Cristo en la Gran Comisión de “hacer discípulos a todas las naciones” (Mateo 28:19).
Pero dependiendo de a quién le pregunte, usted puede encontrar una gran variedad de
interpretaciones sobre lo que realmente significa "hacer discípulos". La mayoría de las iglesias hoy
en día entendemos como un mandato evangelizar el mundo –llevar a la gente a la fe y al
arrepentimiento en todos los rincones del mundo y difundir el Evangelio en tanto sea posible.
Y aunque sin duda hay un aspecto evangelístico al mandato de Cristo, Sus instrucciones van más
allá de la difusión del Evangelio. El verbo traducido como “hacer discípulos” – mathēteuō –
es maravillosamente complejo, que lleva más significado que la simple acumulación de
convertidos. Comunica la idea de un creyente aprendiz, alguien que está creciendo en su fe y su
amor por el Señor
Las palabras de Jesús no enfatizan el momento de la salvación, sino la vida de santificación que
sigue. Hizo el mismo punto en Juan 8:31 cuando dijo: “Si vosotros permanecéis en mi palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos.” Es la diferencia entre una profesión única de fe y una vida
de crecimiento espiritual y piedad creciente –entre la conversión falsa y auténtica.
Pero si la misión de la iglesia es hacer crecer creyentes aprendices en todas las naciones, ¿por qué
muchas congregaciones limitan sus esfuerzos para llenar los asientos, a menudo satisfaciendo las
necesidades sentidas con trucos mundanos? Esa estrategia podría atraer a los no creyentes, pero
¿cómo promover el crecimiento espiritual de los creyentes ya entre ellos? ¿Cómo se puede subrayar
la importancia vital de la santificación cuando usted está persiguiendo agresivamente a las
tendencias e intereses de un mundo espiritualmente en bancarrota?
Demasiados predicadores populares e iglesias hoy en día dicen que no está interesado en alcanzar
creyentes –que sus sermones y servicios son destinados exclusivamente a los buscadores no salvos.
Incluso desalientan activamente a los creyentes que quieren profundizar en la riqueza de la
Escritura, que tienen hambre de algo más que los elementos más básicos del Evangelio, incluso si
están consiguiendo mucho.
Pero esas iglesias tienen pocas esperanzas de volver a incitar a la gente más allá del momento de la
salvación en una vida de santificación. De hecho, son mucho más propensos a conducir a los
hombres y mujeres a una fe poco profunda, un retraso en el crecimiento espiritual, y, por desgracia,
una conversión falsa.
Según lo definido por el mandato de Cristo a sus discípulos, el propósito de la iglesia es hacer
creyentes aprendices, hombres y mujeres cuyas vidas reflejan un profundo compromiso y amor por
el Señor, Su Palabra, y Su pueblo. ¿Está usted ayudando activamente a su congregación a crecer en
este propósito claro y crítico para la iglesia?

¿Por qué es importante hacer discípulos?


Después de su resurrección y antes de ascender al cielo,
Jesús les dijo a sus discípulos: "Jesús se acercó entonces
a ellos y les dijo: —Se me ha dado toda autoridad en el
cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de
todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer
todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que
estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo."
(Mateo 28: 18–20). Esto se conoce como la Gran Comisión
y se considera un mandato para todos los cristianos.
Hacemos discípulos porque Jesús lo ordenó. Pero, ¿qué
significa esto exactamente?

Un "discípulo" es un "alumno" o un seguidor de un maestro.


Es alguien que escucha, comprende y obedece las
enseñanzas de Jesús. Hacer discípulos es ayudar a las
personas a conocer a Cristo personalmente, seguirlo
completamente y darlo a conocer ampliamente. Camina
junto a un discípulo y lo entrena para seguir a Cristo.

Las personas a veces pueden cometer el error de pensar


que el cristianismo solo se trata de ir al cielo cuando
morimos y que la Gran Comisión solo se trata de convertir
a las personas al cristianismo. La eternidad en el cielo es
parte de la salvación, pero la salvación tiene implicaciones
para nuestras vidas ahora. Jesús nos llamó a hacer
discípulos, no solo conversos. Compartir las buenas
nuevas de la salvación eterna es la primera parte de
convertirse en un discípulo, pero hacer discípulos también
incluye "enseñándoles [a la gente] a obedecer todo lo que
[Jesús] les he mandado" (Mateo 28:20).

Es importante que las personas aprendan de Jesús, lo


sigan y se conviertan en sus discípulos, porque la
verdadera vida se encuentra en él. Efesios 2: 8–10 dice:
"Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la
fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de
Dios, no por obras, para que nadie se jacte. Porque somos
hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas
obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que
las pongamos en práctica." Hemos sido salvados del
pecado y a la vida. 2 Corintios 5:17 dice que somos una
nueva creación en Cristo Jesús. Dios tiene un propósito
para nosotros y nuestras vidas aquí. En Juan 10:10 Jesús
dice que vino a dar vida en abundancia. En Juan 15, Jesús
habla sobre la importancia de permanecer en Él y obedecer
sus mandamientos; lo vincula a nuestra capacidad de dar
fruto y a nuestra alegría. Permanecemos en Cristo siendo
sus discípulos.

La primera parte de hacer discípulos es presentar a las


personas a Jesús, difundir el evangelio. El resto se trata de
compartir la vida juntos y ayudar a las personas a conocer
y seguir a Jesús. Hay personas en nuestra sociedad
moderna que hacen del discipulado algo complejo al utilizar
programas específicos o al dar la sensación de que solo
algunos cristianos en particular pueden discipular a otros.
Pero hacer discípulos es algo más que entrenamiento
teológico, y es algo que todos los cristianos están llamados
a hacer.

Al tratar de hacer discípulos, es sabio recordar cómo Jesús


discipuló a otros. Los seguidores de Jesús caminaron junto
a él ... ¡literalmente! Vivieron con él, vieron cómo tomaba
decisiones, vieron cómo interactuaba con los demás, se
sentaron a sus pies y aprendieron. Estudiaron todo sobre
él. Como discípulos de Jesús, debemos tratar de conocerlo
y seguirlo de cerca. Como hacedores de discípulos,
compartimos nuestras vidas con los demás. Ayudamos a
enseñar a las personas a dedicar sus vidas a Cristo, y
caminamos junto a ellos. Oramos por ellos y hacemos
cosas como estudiar la Biblia junto a ellos. También
hacemos cosas como reunirnos para tomar un café, ir a
pescar, jugar, etc. Hacer discípulos es invertir en la vida de
otro con la intención de que ambas personas conozcan
mejor a Jesús y lo sigan más de cerca. Cuando
aprendemos de Jesús y lo conocemos, llegamos a amarlo y
queremos compartir su gran amor con los demás.
Aprendemos Su verdad y nos deleitamos en compartir Su
Palabra para que otros también puedan conocer la
verdadera vida en Él.

Bautismo en el nombre de Jesucristo.


Mateo 28:19 “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.”
Hechos 2:38 “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre
de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”
Hechos 8:16 “porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que
solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús.”
Hechos 10:48 “Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron
que se quedase por algunos días.”

Si Jesús mando en Mt 28.19 a bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, ¿por qué parece ser que Pedro desobedeció el mandato y bautizó en el nombre
de Jesucristo en Hch 2.38?
Pedro sin lugar a dudas escuchó a Jesús cuando dió las instrucciones, entonces ¿por
qué no usa la fórmula bautismal trinitaria?

Dijo Pablo en Hechos 19:4-5 “Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al


pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo.
Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.”
Pablo fue instruido por el Señor resucitado directamente y tampoco usa la fórmula
trinitaria.

Romanos 6:3 “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús,
hemos sido bautizados en su muerte?”
1 Corintios 1:13 “¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O
fuisteis bautizados en el nombre de Pablo? ”
Pablo le dice a los gálatas: Gálatas 3:27 “porque todos los que habéis sido bautizados en
Cristo, de Cristo estáis revestidos.”
¿Por qué Pablo no usa la fórmula trinitaria?

Si has estado cerca de mi en los bautismos o he tenido el privilegio de bautizarte,


habrás escuchado este pronunciamiento: Como ministro del evangelio de Dios, te
bautizo en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, en la autoridad (o a veces digo en
nombre, es igual para mi) del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Hay razones por la cuáles lo hago así. Comencemos por entender lo que significa:
“bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” Mt 28.19.

¿Se refiere a un nombre? Si es así ¿cuál es el nombre del Padre en el cual voy a
bautizar?
El nombre del Hijo lo sabemos pero ¿cuál es el nombre del Espíritu Santo?

Observe estas palabras de Jesús:


Juan 14:26 “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre,
él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.”

El nombre al cual responde el Espíritu Santo es el nombre de Jesús. El Padre es


innombrable.
Como ven la fórmula trinitaria no apunta a un nombre en su calidad gramatical sino a
la autoridad de la deidad.

Esta autoridad ha sido establecida en la persona de Cristo Jesús, nuestro Señor.


Juan 1:18 “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él
le ha dado a conocer.”
Si usted fue bautizado en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo, sepa que fue
identificado con la revelación de Dios: Cristo Jesús.
No hay otro nombre revelado mayor que el nombre de Jesús. Jesús significa Yahvé
Salva.

No se trata de magia o poder oculto en la pronunciación del nombre, sino de Su vida


multiplicada a través de los creyentes que lo conocen.

¿Qué significa bautizar en el nombre de Jesucristo?


Hechos 2:38 (NTV) “Pedro contestó: Cada uno de ustedes debe arrepentirse de sus
pecados y volver a Dios, y ser bautizado en el nombre de Jesucristo para el perdón de
sus pecados. Entonces recibirán el regalo del Espíritu Santo.”

¿Qué piensa un judío cuando dice “en el nombre de”?


Leamos Hch 4.7 “Hicieron entrar a los dos discípulos y les preguntaron: ¿Con qué poder
o en el nombre de quién han hecho esto?”

Para un judío el uso del nombre es equivalente a poder o autoridad. Veamos:


En Mt 10.1 “Jesús reunió a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar
espíritus malignos (en griego impuros) y para sanar toda clase de enfermedades y
dolencias.” Jesús les dió autoridad. ¿Cómo se oía esta autoridad en boca de los
discípulos? En Lc 10.17 los discípulos dicen: “Señor, ¡aun los demonios se nos sujetan
en tu nombre!”
El nombre es equivalente a poder o autoridad de la persona.
El uso de “en el nombre de Jesucristo”, es equivalente a “por el poder de” o “por la
autoridad de” Jesucristo.

¿Por cuál autoridad y poder Jesucristo hacía lo que hacía?


Es la misma pregunta que aparece en Mr 11.28 “y le dijeron (a Jesús): ¿Con qué
autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio esa autoridad?”
Jesús le respondió con otra pregunta, Jesús es un maestro del arte de pensar.
Mr 11.29 Les diré con qué autoridad hago estas cosas si me contestan una pregunta —
respondió Jesús. 30 La autoridad de Juan para bautizar, ¿provenía del cielo o era
meramente humana? ¡Contéstenme!
La respuesta es: provenía del cielo, Juan fue enviado con autoridad del Padre.

¿Por cuál autoridad y poder Jesucristo hacía lo que hacía?


Juan 5:19 —el Hijo no puede hacer nada de sí mismo sino lo que ve hacer al Padre.
Porque todo lo que él hace, esto también lo hace el Hijo igualmente.
Juan 5:30a – Yo no puedo hacer nada de mí mismo.”
Hch 10.38 “Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y con poder. Después
Jesús anduvo haciendo el bien y sanando a todos los que eran oprimidos por el diablo,
porque Dios estaba con él.”
Mt 12.28 “si yo expulso a los demonios por el poder del Espíritu de Dios, eso significa
que el reino de Dios ha llegado a ustedes.”
¿Por cuál autoridad y poder Jesucristo hacía lo que hacía? Con la autoridad del Padre y
el poder del Espíritu Santo.

Bautizar “en el nombre de” es bautizar en su autoridad. Significa “en el poder o la


autoridad de” Jesús. Jesús vino en la autoridad de Su Padre y envía a sus discípulos en
su nombre (Jn 20.21). El bautismo en el nombre de Jesucristo se hace “por autoridad
divina” y en el poder del Espíritu Santo. En el siglo 4 d.C. fue añadido a Mt
28.19 “bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo”. No está
bien poner en labios de Jesús la formula bautismal trinitaria porque con seguridad no
dijo esto. La doctrina trinitaria fue oficializada en Nicea en el año 325 d.C.

El primer paso
Bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Mateo 28:19

El bautismo es la señal exterior de la fe de uno en Cristo. Es un acto de obediencia


mediante el cual una persona muestra la realidad de su salvación. La salvación no
se ve con los ojos, sino que es algo sobrenatural y espiritual. Sin embargo, debe ser
evidente el fruto o resultado de la salvación.

En la iglesia primitiva, el fruto inicial de la obediencia era el bautismo, y se puede


esperar hoy día ese mismo fruto. Es el medio por el cual una persona da testimonio
de su unión en la muerte, sepultura y resurrección de Cristo (Ro. 6:3-4). Gálatas
3:27 dice: "Todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis
revestidos".

La Gran Comisión en Mateo 28 nos ordena que prediquemos el evangelio y


bauticemos a otros. Eso quiere decir que debemos decir a las personas que la
salvación es algo que no solo deben creer, sino también confesar públicamente,
con el bautismo como el primer paso. Cuando alguien es reacio a confesar
públicamente a Cristo de esa forma, tenemos razón para poner en tela de juicio la
autenticidad de su fe. Jesús dijo "A cualquiera, pues, que me confiese delante de
los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos"
(Mt. 10:32). Esa es la confesión pública que todos debemos hacer. 

LA RELACIÓN DEL BAUTISMO


CON EL CUERPO DE CRISTO
Luego de realizar estudios a lo largo de los años, de mantener
discusiones con muchas personas durante este tiempo, y a partir de
la observación de organizaciones religiosas, debo concluir que el
tema del presente trabajo es crucial, y su desarrollarlo es sumamente
necesario. Otros estudios publicados han tratado el acto del
bautismo, el significado del bautismo, el propósito del bautismo y
los temas relacionados al bautismo. Sin embargo, la relación del
bautismo con el cuerpo de Cristo, un tema de gran importancia y de
muchas implicaciones prácticas, aún necesita ser explorado.
La mayoría de gente religiosa simplemente no comprende la
relación que tiene el bautismo con el Cuerpo de Cristo o la
Comunidad de los Santos. Algunos creen que Dios, a través del
bautismo, trae a la persona al cuerpo universal, “invisible”; otros
dicen que a través del bautismo uno se convierte en miembro de una
determinada denominación, y aún hay otros que dicen que el
bautismo es una “puerta” para formar parte de la congregación local.
Muchos otros niegan todo esto afirmando que el bautismo es
solamente una simple ceremonia de naturaleza simbólica que da
testimonio de una experiencia previa de conversión. No es de
sorprender que en medio de esta mezcla religiosa muchos se sientan
fácilmente confundidos y no sepan qué pensar con respecto al
bautismo. Esperamos que nuestro estudio sobre este tema vital sea
informativo, esclarecedor y convincente para todos los lectores.
Nuestro mayor interés es poder conocer la mente de Dios en cuanto
a este importante tema.
La única manera en que podemos responder adecuadamente a la
pregunta sobre la relación del bautismo con el cuerpo de Cristo es
consultando la Palabra de Dios. Sólo Dios puede hablar con
veracidad infalible acerca de esta inquietud. Solamente Él puede
revelar su mente y voluntad de una manera lo suficientemente clara
para que podamos creer y hacer su voluntad. Las tradiciones
humanas no son confiables (cf. Marcos 7:5-9, 13; Colosenses 2:8).
Los credos, las confesiones y las conferencias religiosas no son
infalibles. Los pronunciamientos, normas y disciplinas
denominacionales y de las iglesias han demostrado ser errados; los
pastores, sacerdotes, profetas y predicadores se han equivocado.
Esto demuestra la necesidad de consultar la infalible, inequívoca y
autoritativa Palabra del Dios Vivo en esta área de la verdad, así
como también en todas las demás áreas. Leámosla con la humildad,
respeto y receptividad que las sagradas Escrituras se merecen.
¿Qué dice la Palabra de Dios?
Veamos simplemente algunos pasajes bíblicos y examinémoslos
para determinar la relación del bautismo con el Cuerpo de Cristo.
Trataremos de hacer que la verdad que descubramos sea tan simple
y clara como sea posible
Mateo 28:18-20 (La Gran Comisión)  
Este pasaje es parte de la “Gran Comisión” de Cristo para sus
seguidores a fin de que proclamen su mensaje a todo el mundo. El
empieza diciendo “toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la
tierra” (versículo 18). Basándonos en esta soberanía universal ¿Qué
es lo que nos está ordenando nuestro Señor? “Id, Pues, y haced
discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo
que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo” (versículos 19-20).
Cristo dice que su anterior mandamiento para limitar la prédica
solamente a los judíos (Mateo 10: 5-6) ha sido ahora superado por
una “mayor” comisión, para hacer discípulos (seguidores) de “todas
las naciones” ¿En qué consiste hacer discípulos y llevarlos a la
perfección? Jesús nos lo dice. Aquellos que responden al mensaje de
las buenas nuevas concernientes a Jesucristo deben ser bautizados.
Sabemos, por supuesto, que las personas deben arrepentirse de sus
pecados y poner su fe y confianza en Dios a través de Cristo, pero en
esta parte nuestro Señor enfatiza especialmente la importancia del
bautismo para que uno pueda unirse a Dios y convertirse en un
discípulo.
Sin embargo, tomemos en cuenta que este bautismo es de carácter
especial. Ellos deben bautizar “en nombre de” el Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo. La mayoría de nuestros lectores están conscientes
de que el Nuevo Testamento fue escrito originalmente en griego. 
Las autoridades del griego declaran que la frase “en el nombre de”
tenía un significado técnico en el primer siglo. Ya que está
relacionado con el bautismo, la frase denotaba que “aquel que es
bautizado se convierte en la posesión y queda bajo la protección de
aquel cuyo nombre lleva” (Arndt y Gingrich, A Greek-
English Lexicon of the New Testament [Glosario Griego-Inglés del
Nuevo Testamento], s.v. onoma, p. 572). Significa “bautizado en la
posesión del Padre” (Moulton y Milligan, The Vocabulary of the
Greek Testament [Vocabulario del Testamento en Griego], p. 451).
Significa “unión, el paso a una nueva lealtad y comunión” (The
New Bible Dictionary [El Nuevo Diccionario de la Biblia], s.v.
“Nombre”, p. 861). Implica una “transferencia de posesión”
(F.F. Bruce, The Books Parchments [Los Libros y los Pergaminos],
p. 66). En resumen, esta frase representa que aquel que es bautizado
se convierte en la posesión de, queda bajo la protección de, está bajo
el control de, establece una unión vital con, pasa a una nueva
propiedad de, y entra en comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo.
Podemos ver las implicancias del significado del bautismo muy
claramente. Esto no sólo se refiere a los individuos que han sido
bautizados verdaderamente, sino a todos aquellos que han sido
bautizados, es decir, se aplica a todo el cuerpo de creyentes. Todos
aquellos que han sido bautizados genuinamente, han ingresado
conjuntamente en esta bendita relación con Dios. Esto es
simplemente parte de todo el significado del bautismo bíblico. Las
personas que están bautizadas verdaderamente no sólo están
compartiendo este compañerismo espiritual, sino que Jesús dice que
estos cristianos bautizados deben recibir enseñanza a fin de que
observen todo lo que (Él) les ha mandado (Mateo 28:20).

Debemos preguntar cuál es el contexto en el que ocurren estas


actividades de enseñanza. La respuesta es obvia. Los apóstoles y
otros son responsables de enseñar a los creyentes recién bautizados a
fin de que obedezcan todos los mandamientos de Cristo. Esta es una
actividad colectiva. Debe llevarse a cabo en relación con otros.
Obviamente debe hacerse dentro del Cuerpo de Cristo o la
Comunidad de Creyentes. No solamente se trata de creyentes
bautizados en el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo, sino
de creyentes que además disfrutan de una relación con todos
aquellos que han experimentado este mismo bautismo y luego
continúan recibiendo enseñanza, siendo alimentados, edificados y
fortalecidos a medida que continúan dentro de esta relación.
La pequeña figura simplemente representa a aquellos que han
ingresado en una relación de salvación con el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo. Pero podemos ver que, en consecuencia, ellos tienen
una relación con todos los demás que han ingresado en la misma
relación. Además, ellos se encuentran idealmente expuestos a la
misma instrucción de transformación dada por el Señor Jesucristo.
Hechos 2:38-47 (El día de Pentecostés)
Poco tiempo después de que el Señor Jesús diera la “gran comisión”
(Mateo 28:29-30; Marcos 16:15 SS; Lucas 24:44 SS), Él envió al
Espíritu Santo para dar poder a los apóstoles a fin de que dieran
testimonio de su muerte y resurrección para la salvación (Hechos
2:1-21).  El gran Día de Pentecostés, Pedro proclamó las buenas
nuevas de Cristo en su plenitud y acusó a su audiencia de rechazar y
matar al Mesías prometido (vv. 22-36). Aquellos que escucharon y
se convencieron preguntaron, “Hermanos, ¿qué debemos hacer?” (v.
37). En respuesta a esta pregunta sincera, Pedro declaró,
“Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del
Espíritu Santo.” (v. 38). Más adelante leemos, “Y con muchas otras
palabras testificaba solemnemente y les exhortaba diciendo: Sed
salvos [sálvense ustedes mismos] de esta perversa generación” (v.
40). ¿Alguien respondió a esta orden divina? Sí que lo hicieron.
“Entonces los que habían recibido su palabra fueron bautizados; y se
añadieron aquel día como tres mil almas” (v. 41).
Una vez más vemos en este pasaje la importancia del bautismo en
relación con la comunidad de creyentes. Con la finalidad de
responder al mensaje del evangelio, aquellos que estaban
convencidos de sus pecados debían convertirse, es decir, cambiar su
corazón, mente y propósito (Hechos 2:38). Además, debían
bautizarse en el nombre de Jesucristo. Nuestro propósito aquí no es
discutir el acto o la acción del bautismo, sin embargo, debe quedar
claro que el bautismo es una inmersión o un sumergimiento en agua
(un hundimiento momentáneo en agua y luego la persona es
levantada del agua a medida que uno se identifica con la muerte,
entierro y resurrección de Cristo). En el pasaje anterior, Pedro
también les dice a quienes le preguntan cuál es el propósito de su
arrepentimiento y de su bautismo: “. . . para perdón de vuestros
pecados” (v. 38). En griego es eis aphesin ton hamartion humon y
significa simplemente lo mismo.  Más adelante les dice acerca del
don de Dios que les será concedido: “. . . y recibiréis el don del
Espíritu Santo” (v. 38). Estos pecadores que escuchaban podían ser
perdonados misericordiosamente y recibir el Espíritu Santo como se
les había prometido.
Pero ¿qué relación tiene esto con la comunidad de los santos? El
versículo 41 nos dice que “los que habían recibido su palabra” (a
través de la fe y el arrepentimiento) “fueron bautizados.” Luego, ¿se
dejaba que cada creyente que se había arrepentido y bautizado se
fuera por su cuenta? ¿Se les dejaba que se valieran por sí mismos?
No, según las escrituras, “…se añadieron aquel día como tres mil
almas” (v. 41). Más adelante en el mismo capítulo encontramos
estas palabras adicionales: “Y el Señor añadía cada día al número de
ellos los que iban siendo salvos” (v. 47).  Aquellos que han sido
verdaderamente bautizados (inmersos) como expresión de un
arrepentimiento genuino y fe de corazón y han sido por tanto
perdonados y han recibido el don del Espíritu Santo eran agregados
“los unos a los otros” (Marshall) o sumados a otros quienes del
mismo modo se habían arrepentido y habían sido inmersos. Noten
que este no es un proceso adicional o posterior—sino que era la
inmediata consecuencia de responder al evangelio. Ellos no
solamente entraron a una relación con el Salvador, sino que además
comenzaron una relación con los demás que también habían sido
salvados.
Esto no es todo. Tome nota de lo que pasaba luego de que estos
creyentes arrepentidos y bautizados respondían al Señor: “Y se
dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la
comunión, al partimiento del pan y a la oración” (Hechos 2:42). 
Estos creyentes que se “dedicaban continuamente a” o “continuaban
perseverantemente” (Marshall) en diferentes actividades colectivas.
Cuando se reunían, ¿qué hacían? Ellos dirigían su devoción a:
(a) Escuchar y aprender las enseñanzas de los apóstoles (que era la
enseñanza del Señor—Mateo 28:20);
(b) Compañerismo (el compartir y participar el uno con el otro);
(c) La partición del pan (probablemente una referencia a la
conmemoración de la muerte del Señor mediante la partición del pan
(Lucas 22:19; Hechos 20:7);
(d) Oraciones (cf. 4:24-31; 12:5,12).
Estos creyentes arrepentidos y bautizados compartían sus vidas el
uno con el otro y centraban sus pensamientos en las cosas del cielo
(cf. vv. 44-47). Sin lugar a dudas podemos ver que su bautismo
estaba directamente relacionado a la vida en el cuerpo.
Hechos 8:26-39 (El Etíope)
Luego de que Felipe proclamara a Jesús en Samaria y que muchas
personas creyeran y fueran bautizadas (8:12-13), el Señor hizo que
este predicador del evangelio se encontrara con un devoto adorador
de Etiopía. Las escrituras registran que Felipe “le anunció el
evangelio de Jesús” (v. 35). Evidentemente el Etíope estaba
convencido de sus pecados y estaba convencido de que Jesús era el
Hijo de Dios que había sido crucificado y resucitado, ya que
respondió, “Mira, agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado?” (v. 36).
Si este hombre convencido de su pecado estuviera vivo el día de
hoy, algunos predicadores le dirían, “Bueno, esto le impide ser
bautizado: Tenemos que llevarlo de regreso a Jerusalén (o Samaria)
y debe contar con la aprobación del ‘consejo de la iglesia’. Luego
tendrá que aprender el catecismo por dos años. Luego en ‘servicio
público’ de la iglesia podrá ser bautizado.” (Hay muchas variaciones
para el procedimiento). Felizmente, el etíope no vive en nuestros
días y Felipe estuvo de acuerdo en bautizar a este creyente
arrepentido. Algunos manuscritos establecen que él confesó su fe en
Jesús; sin embargo, existe cierta duda de que en efecto hubiera
ocurrido algún tipo de confesión ya que dicha confesión no figura en
los primeros manuscritos. Luego Felipe y el Etíope descendieron al
agua, Felipe lo bautizó y regresaron a la orilla. Podemos entender
por qué Lucas escribió, “[él] continuó su camino gozoso” (v. 39).
Este registro se diferencia del anterior (en Hechos 2) al menos en
algo muy importante. Este hombre fue bautizado
relativamente solo (no entre una multitud como en el día de
Pentecostés) y evidentemente no había otros creyentes en Etiopía en
esa época. Tal vez había, pero simplemente no lo sabemos. Esto nos
revela que cuando uno es bautizado, no se bautiza para pertenecer a
una asamblea o congregación local. (Sin lugar a duda el bautismo no
se hace para pertenecer a una denominación.) En el caso del Etíope,
¡no había asamblea local! No había denominaciones humanas en la
tierra. Pero, del mismo modo que en los pasajes que hemos
examinado anteriormente este creyente bautizado había entrado en
una relación con Dios a través de Cristo y también había entrado en
una relación con todos los demás creyentes en todo el mundo que se
habían arrepentido genuinamente y se habían bautizado. En otras
palabras, era parte del cuerpo de Cristo o de la Comunidad de
creyentes. Sin lugar a dudas, si había otros creyentes bautizados en
el país al que él viajaba, él seguramente se unió a ellos. Si no había
ninguno, cada persona que él trajera a Cristo sería parte del cuerpo
de creyentes y serían responsables de vivir en comunidad.
Hechos 9 y 22 (Pablo, el Apóstol)
La Conversión del apóstol Pablo (entonces conocido como Saulo)
añade un poco más a nuestro estudio.  La Biblia dice que él iba
camino a Damasco para perseguir a aquellos que creían en Cristo. El
Señor se le apareció y le dijo, “levántate, entra en la ciudad, y se te
dirá lo que debes hacer” (Hechos 9:6; cf. 22:10). Luego de haber
quedado ciego, ayunado, y orado por tres días, Ananías se acercó a
este hombre miserable, convencido y arrepentido y dijo, “Levántate
y sé bautizado, y lava tus pecados invocando su nombre [de Cristo]”
(Hechos 22:16). Las escrituras dicen que “se levantó y fue
bautizado. Tomó alimentos y cobró fuerzas” (9:18-19).
Ahora Pablo era un creyente. Él había sido bautizado. Sus pecados
habían sido “lavados.”  Él había sido “bautizado en Cristo Jesús” y
“bautizado en su muerte” (Romanos 6:3; note el uso del pronombre
personal, “nosotros,” en este contexto). ¿Se consideraba Pablo a sí
mismo un individuo solitario en ese momento?  No, ahora el
reconocía que era parte del mismo grupo de creyentes que
anteriormente había buscado destruir. Las escrituras registran, “Y
por varios días estuvo con los discípulos que estaban en Damasco”
(9:19). inmediatamente sintió un parentesco espiritual con otros que
se habían alejado de sus pecados, que habían creído en Jesús como
el Hijo de Dios y el Mesías y que habían sido inmersos para “lavar
sus pecados invocando el nombre del Señor” (cf. 22:16; 2:21).
Ahora él era parte de “la comunidad de Dios” que anteriormente
trató de “destruir” (Gálatas 1:13; cf. v. 23).  
Hechos 16:13-15 (Lidia)
Existe una hermosa historia sobre la conversión de una mujer y su
familia en Hechos 16. Cuando Pablo, Silas, Timoteo y Lucas fueron
a la colonia romana de Filipos deben haber encontrado pocos judíos,
si es que encontraron alguno. En lugar de ir a la sinagoga judía (los
judíos insistían en que se requería un quórum de al menos 10 judíos
varones para que hubiera una sinagoga formal), ellos fueron “a la
orilla de un río” (16:13), donde los judíos y los gentiles temerosos
de Dios se reunían normalmente para orar. Estos servidores de Dios
se sentaron y comenzaron a hablar a las mujeres que se habían
reunido (v. 13b). Luego las escrituras nos dicen que Lidia escucho
las palabras de los apóstoles y que el Señor abrió su corazón a fin de
que pudiera responder (v. 14). Ahora tome en cuenta el versículo 15:
“Si juzgáis que soy fiel al Señor, venid a mi casa y quedaos en
ella. Y nos persuadió a ir” (v. 15).
Esta historia revela muy poco sobre la conversión de Lidia a Cristo,
aparte del hecho de que ella fue bautizada (evidentemente inmersa
en el río donde se habían reunido—v. 13) y del hecho de que ella
sabía de qué esto era necesario para ser “fiel al Señor” (v. 16). Esta
mención del bautismo enfatiza la importancia de esta respuesta
inicial de arrepentimiento de tanta importancia y fe en la prédica de
Cristo.
 
La pregunta que nos interesa es la siguiente: ¿fue ella agregada a un
cuerpo de creyentes? Hasta ese momento no había habido otras
personas que respondieran al evangelio en dicha localidad. Sólo
había cuatro hombres que iban predicando el evangelio en la
ciudad.  En cierto sentido, ellos podrían haber sido considerados el
Cuerpo de Cristo en Filipos, pero definitivamente no se hallaban
firmemente establecidos. Por lo tanto, Lidia y su familia (que puede
haber estado formada de al menos otras dos personas responsables—
tal vez ancianos, hijos responsables o sirvientes) constituyeron el
centro, núcleo o inicio de la Asamblea en Filipos. Más adelante, el
carcelero y su familia (16:30-34) y otros “hermanos” (v. 40) también
fueron miembros del cuerpo de Cristo en esta ciudad.
De todo esto podemos ver una vez más que cuando una persona es
bautizada no está siendo bautizada para formar parte de una
congregación local (especialmente una congregación
denominacional).  Más bien, al iniciar una relación con Dios, Cristo
Jesús y el Espíritu Santo, el creyente bautizado se convierte en parte
del Cuerpo de Cristo en la tierra. Si existe una manifestación local
del cuerpo, la persona forma parte de él, pero si se trata del primer
creyente verdadero en un área geográfica representa el inicio del
trabajo de Dios en dicha localidad. Los demás que sean salvos a
partir de ese momento se convierten del mismo modo en parte del
cuerpo de Cristo y parte de la manifestación local de su cuerpo.
Hechos 16:25-34 (El Carcelero)
Un tiempo después de la conversión anterior, Pablo y Silas fueron
enviados a la prisión a causa de su fe en Cristo. En medio de la
noche Dios envió un terremoto muy fuerte que los liberó de los
maderos y las cadenas (Hechos 16:22-26). Este evento llevó al
carcelero a hacer una pregunta insistente a Pablo y a Silas: “Señores,
¿qué debo hacer para ser salvo?” (v. 30). Ellos respondieron, “Cree
en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y toda tu casa” (v. 31). Ellos
continuaron predicándole a él y a su familia “la palabra del Señor”
(v. 32). En una expresión evidente de remordimiento, compasión y
arrepentimiento, el carcelero lavó las heridas de Pablo y Silas (v.
33). Las escrituras señalan que, “enseguida fue bautizado, él y todos
los suyos [su casa]” (v. 33).  Después de su inmersión, el carcelero
los llevó a su hogar, les dio de comer, y se regocijó grandemente por
haber creído en Dios con todos los suyos (v. 34). El carcelero podía
ahora regocijarse grandemente porque él y su casa eran salvos (v.
31).
Pero preguntémonos: En los siguientes días, ¿se consideraría él un
individuo solitario? ¡Definitivamente no! Más bien, él debe haber
reconocido con gran claridad que era parte del cuerpo de Cristo—
especialmente aquel segmento que vivía en la ciudad de Filipo. Él
no tenía que “postular para ser miembro” o aprender un catecismo
durante un año para ser miembro”. ¿Por qué?  Porque él se convirtió
en un miembro del cuerpo en el mismo momento que formó parte de
Jesucristo.  Él era parte de la asamblea de los Filipenses, ya que
formaba parte de Cristo, la Cabeza del Cuerpo. No se trataba de un
proceso en “dos pasos”, sino que se trataba de una ocurrencia
simultánea, era parte del cuerpo de Cristo al mismo tiempo que sus
pecados eran perdonados.
Hechos 18:8 y 1 Corintios 12:13 (Los Corintios)
En su Segundo viaje Pablo proclamó a Cristo crucificado en
Corintos, Acaya (1 Corintios 2:2). Lucas nos habla de los resultados
de las labores de Pablo: “Y Crispo, el oficial de la sinagoga, creyó
en el Señor con toda su casa, y muchos de los corintios, al oír, creían
y eran bautizados” (Hechos 18:8). Cuando Pablo escribió más
adelante a estos creyentes bautizados, se dirigió a ellos de la
siguiente manera, “a la iglesia [comunidad] de Dios que está en
Corinto, a los que han sido santificados en Cristo Jesús, llamados a
ser santos” (1 Corintios 1:2). Cuando esta gente regresó al Señor en
fe y bautismo, conformaron desde entonces la comunidad de Dios—
llamada también el “templo de Dios” (3:16) y “asamblea de los
santos” (cf. 14:33). Ellos habían sido santificados en “Cristo Jesús”
y por lo tanto se habían vuelto santos. Todo esto estaba relacionado
a su respuesta original de fe y bautismo. (Justamente esta fue la
misma respuesta que Jesús requirió en la “Gran Comisión”: “El que
crea y sea bautizado será salvo” (Marcos 16: 16).
Todo esto se vuelve aún más claro a medida que leemos las palabras
de Pablo en 1 Corintios 12:12-13: “Porque, así como el cuerpo es
uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo,
aunque son muchos, constituyen un solo cuerpo, así también es
Cristo. Pues por un mismo Espíritu todos fuimos bautizados en un
solo cuerpo, ya judíos o griegos, ya esclavos o libres, y a todos se
nos dio a beber del mismo Espíritu.”  Debemos tomar nota de que
esto se refiere a un evento en el cual todos los corintios creyentes
habían participado: “todos fuimos bautizados en un solo cuerpo” (v.
13).  Esto concuerda con el bautismo de la “Gran Comisión”,
que cada discípulo ha experimentado (cf. Mateo 28:19; Marcos
16:16).
En Segundo lugar, debemos reconocer que existen diferentes
maneras de entender el bautismo. El griego para el versículo
“Pues por un mismo Espíritu todos fuimos bautizados” (1 Corintios
12:13) es: kai gar en eni pneumati hemeis pantes eis en soma
ebaptisthemen. Si traducimos el griego en como “por” tenemos al
Espíritu Santo como agente del bautismo: “Por un mismo Espíritu
todos fuimos bautizados.” Si vemos el término en como “en,”
veríamos al Espíritu como el elemento en el cual ellos fueron
bautizados. Al menos podemos decir que el Espíritu Santo se
encuentra muy involucrado en el bautismo (ya vimos esto en Mateo
28:19 y Hechos 2:38, y también puede verse al comparar Gálatas
3:27 con 4:6 y tal vez al notar Tito 3:5). En otras palabras, el
bautismo en agua, no es simplemente un bautismo en el agua, ya que
existe una dimensión del Espíritu que no debe pasarse por alto. Si el
Espíritu Santo fuera retirado del bautismo sólo habría una acción
vacía, sin significado alguno. En el momento del bautismo el
Espíritu ha convencido al pecador; ha atraído al pecador; el Espíritu
está revelándole a Cristo, el Salvador; aquél que responde está
entrando al Espíritu y el Espíritu está entrando en él. (cf. Juan 3:5-8;
16:7-11; Romanos 5:5; 8:9; 2 Corintios 1:21-22; Gálatas 3:3, 5, 14;
Efesios. 1:13-14).
El punto que podemos enfatizar aquí es que todos los creyentes en
Corinto habían sido bautizados (Hechos 18:8) y Pablo asume que
este es el caso (cf. 1 Corintios 1:13-17).  Además, todos ellos habían
sido “bautizados en un solo cuerpo” (12:13). Ya sea que el Espíritu
sea el agente o el elemento, él estaba muy involucrado en la
salvación de ellos y en su ingreso al cuerpo de Cristo.
Nuevamente podemos ver cuán importante es el bautismo y cómo se
relaciona con la membresía en el cuerpo o la comunidad del Señor.
Hechos 19:1-6 y Efesios 4:5
Cuando Pablo llegó a Efesios encontró una situación más bien única
de doce hombres que sólo habían sido bautizados con el bautismo de
Juan, que era el bautismo de arrepentimiento (Hechos 19:1-3). Ellos
no habían escuchado hablar del Espíritu Santo, por lo tanto, Pablo
sabía que ellos también desconocían sobre el bautismo de la “Gran
Comisión”, que es en el Espíritu Santo (Mateo 28:19) y trae “el don
del Espíritu Santo” (Hechos 2:38). Cuando estos discípulos honestos
comprendieron la explicación de Pablo, “fueron bautizados en [del
griego eis] el nombre del Señor Jesús” (Hechos 19:5). Hasta aquí no
sabemos el tamaño de la comunidad de santos de Efeso.
Evidentemente Priscila y Aquila, así como también Apolos, y otros
“hermanos” eran parte de la asamblea en ese lugar y tal vez otros
más (cf. 18:24-26; evidentemente, Apolos había partido de Corinto
antes que Pablo llegara). Ahora doce hombres fueron agregados al
total. Después de la labor de Pablo en la región por tres años hubo
muchos otros que llegaron a la fe y al bautismo (cf. 19:8-10; 20:18-
21, 31).
Más tarde Pablo escribió una carta para los santos en Efeso (puede
haber habido una carta circular, dirigida también para otras
asambleas, ya que la referencia “en Efeso” [Efesios 1:1] no se
encuentra registrada en los primeros manuscritos). Aquí Pablo
declara que sólo existe “un bautismo” (4:5). Ya que sabemos que el
bautismo de la Gran Comisión debía ser hasta el final de los tiempos
(Mateo 28:19-20), seguramente al hablar de “un bautismo” Pablo se
refiere al mismo bautismo. Aquí podemos notar las bases de la
unidad que todos los miembros comparten el uno con el otro dentro
del cuerpo del cual se forma parte a través de un bautismo basado en
la fe.
Cuerpo          
                                                            Espíritu                     
                                                            Esperanza
   (Efesios  4:4-6)        Un(a)            Señor
                                                            Fe
                                                            Bautismo
                                                            Dios
 
Todos los miembros del cuerpo en Efeso podían encontrar unidad a
medida que se comprometían con los principios mencionados en
Efesios (4:4-6). Ellos eran miembros de “un cuerpo” y compartían
“un Espíritu.” Ellos albergaban la “misma esperanza” maravillosa de
lo que vendría. Ellos estaban comprometidos a servir al “mismo
Señor.”  Ellos habían creído en la “misma fe” y se mantenían en sus
verdades sagradas y de salvación. Todos ellos se habían sometido al
“mismo bautismo” y por lo tanto eran hijos del “mismo Dios y
Padre.” Una vez más podemos ver que el bautismo tiene un lugar
crucial en relación con el cuerpo de creyentes.
Otros Pasajes Bíblicos
Además de los pasajes bíblicos antes mencionados podríamos
examinar varios otros que tienen implicancia en la relación del
bautismo con el cuerpo de Cristo. Considere los siguientes:
Marcos 16:16 y 1 Pedro 3:21 con Hechos 2:40,47
Cristo dijo esto a sus seguidores antes de ascender a los cielos: “Id
por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El
que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será
condenado” (Marcos 16:15-16). Esto no podría estar más claro. El
Señor dijo que las buenas nuevas concernientes a Él deberían ser
proclamada a todos. Aquellos que creyeran en este evangelio y se
bautizaran serían salvos. Aquellos que escogieron no creer en el
mensaje serían condenados. Podemos imaginarnos esto de la
siguiente manera:
Fe + Bautismo = Salvación
Otro pasaje que complementaría lo que nos dice Marcos sería la
declaración de Pedro: “Y correspondiendo a esto [la salvación de
Noé por medio del agua], el bautismo ahora os salva (no quitando la
suciedad de la carne, sino como una petición a Dios de una buena
conciencia) mediante la resurrección de Jesucristo” (1 Pedro 3:21). 
El apóstol claramente dice, “ahora el bautismo os salva.” Claro que
no salva a través de ningún valor inherente al hecho en sí, tampoco a
través de ningún poder semi-mágico propio del acto. Esta
perspectiva es a menudo llamada “regeneración bautismal” y es, con
justa razón, condenada como falsa, una perversión de la enseñanza
bíblica tanto del bautismo como de la salvación a través de Cristo.
¿Entonces cómo “salva” el bautismo al creyente arrepentido?
“Salva” a través de la muerte y resurrección de Cristo Jesús
(compare 1 Pedro 3:21 y Romanos 6:3). La Salvación reside en la
obra salvífica de Dios en Cristo Jesús. Sin embargo, una vez más
vemos la importancia del bautismo—”salva” del pecado y del juicio.
A medida que comparamos estos pasajes con los procedimientos en
Hechos 2 podemos ver la conexión entre el bautismo y la comunidad
de los salvos.  En el versículo 40, Pedro advirtió a los oyentes,
“Sálvense de esta generación corrupta”.  Luego, más adelante en
este capítulo, Lucas nos informa: “Y el Señor añadía cada día al
número de ellos los que iban siendo salvos” (v. 47). El contexto
revela por supuesto que cuando los pecadores contritos se
arrepentían eran bautizados (vv. 38, 41), ellos en efecto “iban
siendo salvos” del juicio que está sobre los pecadores—y el Señor
en verdad los “sumaba” a la comunidad de creyentes. De esta
manera podemos ver que cuando uno es bautizado (expresando
sincero arrepentimiento), se convierte en parte del cuerpo de
creyentes—la comunidad de santos.
Romanos 6:3-5 y Gálatas 3:26-27
Estos pasajes son extremadamente importantes, pero debemos hacer
algo más que simplemente comentar superficialmente acerca de
ellos. Pablo escribe, “¿O no sabéis que todos los que hemos
sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su
muerte?” (Romanos 6:3).  Gálatas 3:26-27 añade, “pues todos sois
hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús. Porque todos los que
fuisteis bautizados en Cristo, de Cristo os habéis revestido.” Lea
cada palabra de este versículo cuidadosamente. Note que Pablo está
describiendo un evento común a todos los cristianos.  El dice
“todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús” y ” todos los
que fuisteis bautizados en Cristo” (Romanos 6:3 y Gálatas 3:27).  En
otras palabras si una persona en Roma o en Galacia era una persona
verdaderamente sabia, en unión con Cristo Jesús, Pablo sabía que él
había sido bautizado en este tipo de relación. Él no conocía de
ninguna excepción. Esto llevó a que un escritor diga con justa razón,
“La idea de un cristiano no bautizado simplemente no se considera
en el Nuevo Testamento” (F.F. Bruce, Commentary on the Book of
the Acts [Comentario sobre el Libro de los Hechos], p. 77).  Claro,
la razón por la cual no puede encontrarse en el Nuevo Testamento es
que el bautismo era una parte integral de la respuesta de fe y de
arrepentimiento que una persona daba a Cristo, incluso dentro del
mismo acto de la conversión.
Ya que estos pasajes afirman que uno es “bautizado en Cristo” y que
todos los que están “en Cristo” han sido bautizados en Él, podemos
ver como la Biblia del mismo modo afirma que aquellos que están
en el cuerpo de Cristo han sido bautizados en dicho cuerpo. Uno no
puede estar “en Cristo” y no pertenecer al “cuerpo” de Cristo. Una
persona tampoco puede estar en el “cuerpo” espiritual de Cristo y no
estar “en Cristo” mismo. La misma respuesta de fe y
arrepentimiento que lleva a una persona a una relación de salvación
con Cristo crucificado también la lleva a una relación salvadora con
otros que han sido salvados y que están dentro del cuerpo de Cristo.
Hechos 22:16; 1 Corintios 6:11; Efesios 5:26; Tito 3:5; Hebreos
10: 22
¿Recuerda nuestra discusión sobre la salvación del apóstol Pablo? 
Notamos que Ananias le dijo a Pablo, “Y ahora, ¿por qué te
detienes? Levántate y sé bautizado, y lava tus pecados invocando su
nombre [el de Cristo]” (Hechos 22:16).  El término “lava” aquí
es apolouo y significa “sacar, quitar lavando” (W.E. Vine, The
Expanded Vine’s Expository Dictionary of New
Testament Words [Diccionario Expositivo Ampliado de Vine sobre
Palabras del Nuevo Testamento] p.1211). Aquí es usado
metafóricamente para indicar “el quitar lavando” o limpiar los
muchos pecados de Pablo.  Él sería perdonado de sus pecados y por
lo tanto puro y limpio. El mismo término es encontrado en 1
Corintios 6:11 donde Pablo se refiere a la conversión de los
corintios: “pero fuisteis lavados [apelousasthe, que se deriva
de apolouo], pero fuisteis santificados, pero fuisteis justificados en
el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.” 
Del mismo modo en que Pablo debía ser bautizado y sus pecados
“lavados”, también los corintios habían sido “lavados” de su
impureza espiritual o lo que es similar, sus pecados habían sido
perdonados. Una vez más notemos que esta era una experiencia
común de aquellos que habían sido salvados en Corinto. Si alguno
había sido salvado ellos habían sido “lavados” de sus pecados—
evidentemente creyendo en el bautismo. Esto ocurrió
individualmente—pero era a la vez una experiencia colectiva.
En Efesios 5, Pablo asemeja la comunidad de Cristo a la amada
“esposa” de Cristo: “así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí
mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el
lavamiento del agua con la palabra” (w. 25-26). Esto no es claro
pero existe la posibilidad de que Pablo tuviera una vez más el
bautismo en mente cuando dijo que la comunidad de creyentes había
sido “purificada” “por el lavamiento del agua con la palabra.”  El
término “lavamiento” aquí es loutro, y proviene de loutron, el cual
denota “tomar un baño” (Vine, p. 1212).  El “lavamiento” iba de la
mano con la “palabra.” Tal vez esta es una referencia a la misma
“palabra” a la cual Ananías se refería al hablarle a Pablo: “Levántate
y sé bautizado, y lava tus pecados invocando su nombre” (Hechos
22:16).
Una misma referencia que usa el mismo término, “lavar” (loutron),
es Tito 3:5: “Él [Dios] nos salvó, no por obras de justicia que
nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia, por
medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el
Espíritu Santo.”Si esta es una referencia al bautismo como muchos
estudiosos de la Biblia afirman, es interesante ver que va unido con
“la renovación por el Espíritu Santo.” La conexión entre el bautismo
y el Espíritu se encuentra en varias partes como ya hemos podido
ver (cf. Mateo 28:19; Hechos 2:38; Gálatas. 3:27 con 4:6; tal vez
Juan 3:5; 1 Corintios 12:13; y 1 Corintios 6:11).  (También es
interesante notar que si esto se refiere al bautismo, se diferencia
claramente de una “obra”—note también Efesios 2:8-9.)
Un pasaje final sería Hebreos 10:22, en el que leemos:
“acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe,
teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y nuestro
cuerpo lavado con agua pura”  El término “lavado” usado aquí
proviene de louo, que significa, “bañar.” Este versículo por lo tanto
puede referirse a una limpieza interna (el corazón “purificado”) así
como también una acción externa (el cuerpo “lavado” o “bañado”). 
Si la acción externa se refiere al bautismo, podría ser similar a 1
Pedro 3:21 en la cual existe una acción externa (bautismo) y una
respuesta interna (un llamado a Dios para recibir una buena
conciencia). (Podemos notar aquí que incluso en las Escrituras
hebreas “lavar” puede significar “hundirse y volver a salir” o
“sumergirse”—cf. 2 Reyes 5:10,12,13 con v. 14.) Aunque no
quisiéramos ser dogmáticos sobre este pasaje se podría muy bien
tratar de otra referencia al “bautismo de fe” que yace al inicio de la
vida en Cristo que experimenta una persona.
Es importante notar que en estas diversas referencias la suposición
básica es que todos los lectores que han sido verdaderamente salvos
han experimentado el “lavamiento” sobre el cual Pablo y el autor de
Hebreos escriben.  Sabemos por supuesto que el “lavamiento” se
refiere a una realidad interna y que la sangre de Cristo es la base
para dicho lavamiento (cf. 1 Juan 1:7; Apocalipsis 7:14; 22:14). Sin
embargo, lo que hemos visto debería ser suficiente para
convencernos de que el bautismo (como una expresión de fe y de
arrepentimiento) tiene un lugar muy importante en la respuesta
inicial de una persona a Cristo. El hecho de que se asuma
que todos los lectores cristianos han tenido esta experiencia, es otra
evidencia de que el bautismo tiene lugar al inicio de la vida de una
persona en el cuerpo de Cristo (no algún tiempo después). El
cristiano no es el único que ha sido “lavado” y “limpiado” de sus
pecados, sino que también la Comunidad de Cristo es un cuerpo
“lavado” y “limpiado.”
Algunas Aclaraciones
Además, debemos mantener en mente que cuando las escrituras
hablan del bautismo de la  “Gran Comisión,” no denota un
“bautismo” en una denominación, un “bautismo” simplemente para
testificar de un perdón o una limpieza previos, o un “bautismo”
simplemente “para seguir el ejemplo de Jesús.” Más bien el
significado del bautismo es rico y multi-facético. El arrepentimiento
y el bautismo son “para el perdón de los pecados” (cf. Hechos 2:38).
El bautismo de fe es un bautismo en la muerte de Cristo (Romanos
6:3) y en el cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:13). Si uno desconoce
este énfasis en el Nuevo Testamento y especialmente si niega o
lucha en contra de este significado, su bautismo difícilmente puede
calificar como el bautismo genuino de las escrituras. Mientras que
las personas en el tiempo de los apóstoles pueden haber ignorado
diversos aspectos de este acto, evidentemente ellos no negaron su
significado o propósito básicos.
Debemos diferenciar claramente el verdadero acto significativo del
bautismo, que hemos descubierto en las escrituras del “sacramento”
post apostólico, del bautismo que niega las características básicas
propias del bautismo del Nuevo Testamento. Esta opinión, que
surgió en los siglos segundo, tercero y cuarto predomina incluso hoy
en día en la “Cristiandad” de todo el mundo. Se ve al bautismo como
una ceremonia de agua eclesial semi-mágica usualmente
desempeñada por un sacerdote o clérigo “ordenado”. Se piensa que
el ritual concede a un infante salvación, perdón y el Espíritu Santo –
sin la necesidad de la existencia de una fe consciente, sin un
arrepentimiento deliberado, sin un pleno compromiso para toda la
vida y sin la aceptación del yugo del discipulado. Las Escrituras no
respaldan de ninguna manera esta percepción ex opere operato del
bautismo—una visión que diría que algo automático ocurre en el
mismo acto del bautismo sin consideración alguna de lo que el
bautismo desea en efecto expresar. El bautismo tiene significado
debido a aquello que personifica (fe y arrepentimiento) y debido a
su relación con la muerte redentora de Cristo por nuestros pecados
(Romanos 6:3-4; Mateo 26:28).
Esta perspectiva sacramental predominó durante el largo período
medieval. En el siglo XVI los anabaptistas se opusieron con justa
razón a esta teología de la “regeneración bautismal” de la iglesia
Católica Romana (y Luterana), y debido a su oposición fueron
perseguidos severamente. Tristemente, muchos grupos a partir de
esa época, proclamando mantener el “bautismo del creyente” han
vaciado de tal manera su acto de bautismo de contenido bíblico que
ahora éste contiene muy poca semejanza con el acto de fe y
obediencia del Nuevo Testamento. Mucho de esto proviene de una
reacción exagerada en contra de la perspectiva católica de la
“regeneración bautismal” del infante, pero parte de esto proviene de
una simple incredulidad – por caer en falta al no tomar las escrituras
seriamente y no creer en todo lo que esta revela sobre el acto del
bautismo.
El Cuerpo de Cristo es la Comunidad de Cristo
Cuando nos referimos al cuerpo de Cristo, nos referimos
necesariamente a la comunidad o congregación de Cristo. El
término original es ekklesia, un término usualmente traducido como
“iglesia” en la mayoría de las traducciones. Esta es una traducción
pobre, una mejor traducción habría sido comunidad, agrupación,
congregación o asamblea. El término “iglesia” lleva una
connotación formal, organizacional, institucional y denominacional
que el término ekklesia no tenía. De hecho, “iglesia” se deriva de un
término griego totalmente diferente (kuriakon), que significa “la
casa del Señor” (Terry L. Miethe, A Compact Dictionary of
Doctrinal Words [Diccionario Compacto de Palabras Doctrinales],
p.59).
Lo que tratamos de decir con esto es lo siguiente: Cuando las
escrituras hablan del bautismo, lo relacionan con el ingreso al
cuerpo de Cristo  o a la “comunidad” o “asamblea” de Dios. Uno se
convierte en un miembro del “cuerpo de Cristo” y “cada
uno individualmente un miembro de él” (1 Corintios 12:27; cf. v.12;
Romanos 12:4-5) cuando uno responde por fe en bautismo. Uno se
vuelve parte de la agrupación de creyentes, la asamblea de santos, la
comunidad de discípulos, o la familia de Dios. Las escrituras
identifican definitivamente al “cuerpo” con la “comunidad” y la
“comunidad” con el “cuerpo”: “la ekklesia, la cual es su cuerpo”
(Efesios 1:22-23); “El es también la cabeza del cuerpo que es
la ekklesia” (Colosenses 1:18; cf. v.24).
Idealmente, esta comunidad de creyentes debería tener varias
características que se deriven del hecho de que está compuesta por
creyentes arrepentidos que han sido bautizados, que han sido
limpiados de sus pecados, que están haciéndose santos a través del
obrar del Espíritu Santo, que están viviendo en obediencia activa a la
voluntad de Dios y que están siendo conformados a la imagen de
Cristo. Dios ha dicho que cada manifestación local del cuerpo
universal de Cristo (i.e., cada asamblea local) debe:

 Edificarse a sí misma en amor (Efesios 4:16).


 Amonestar a los indisciplinados (1 Tesalonicenses 5:14).
 Cuidar de las necesidades espirituales (Gálatas. 6:2; 1 Corintios
12:27).
 Cuidar de las necesidades físicas (2 Corintios 8:1-15).
 Excluir a aquel que no se arrepiente (Mateo 13:15-20; 1 Corintios
5).
 Promover el amor y las buenas obras (Hebreos 10:24-25).
 Llevar el mensaje de Cristo a otros (Marcos 16:15).

 
Esto por supuesto se diferencia grandemente de lo que hemos visto a
menudo hoy en día en el mundo religioso en el cual puede haber:

 Fe no genuina en Cristo
 Un arrepentimiento del pecado que no viene del corazón
 Un acto no verdadero de bautismo
 Un significado no verdadero de bautismo
 Falta de compromiso con Cristo como Señor y Rey
 No se da a Cristo la gloria que Él merece como salvador
 No se camina en santidad y justicia
 No hay una adherencia seria al modelo bíblico para la asamblea
 No hay separación del mundo ni de sus caminos de maldad
 No hay conformidad con los caminos de Dios
 No hay una devoción seria con las escrituras
 No hay compromiso con una obediencia práctica

Se podría decir mucho más acerca de los privilegios y


responsabilidades de cada comunidad local de Cristo.
Definitivamente existe una responsabilidad corporativa de caminar
en la verdad de Dios (2 Juan 4; 3 Juan 4), de vivir en absoluta
santidad y paz (Hebreos 12:14; 1 Tesalonicenses 5:23), y crecer en
amor genuino (1 Tesalonicenses 3:12; 2 Tesalonicenses 1:3). Si una
agrupación local se muestra infiel a Dios, Cristo quitará su candelero
de su lugar (Apocalipsis 2:5)—una representación gráfica que sin
duda significa que Él dejará de reconocerla como una verdadera
comunidad suya.
Además, podemos notar que una asamblea no necesita estar
compuesta por cientos de cristianos. Tampoco necesita tener
cincuenta, veinte, ni diez. Sin lugar a duda, un cristiano solitario no
podría constituir una comunidad en un área determinada. Se
necesitaría tener dos o más.  Jesús sugirió esto en Mateo 18:20:
“donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en
medio de ellos.”  Tal vez Mateo 18:15-17 pueda sugerir incluso
muchos en número. Como notamos anteriormente Lidia y su familia
(esto sería al menos tres personas) deben haber sido el núcleo de la
familia de Dios en Filipos (Hechos 16:14-15). Pero un cristiano en la
situación particular de estar solo en un determinado momento
cualquiera que sea (e.g., el Etíope, Hechos 8), sin duda no
constituiría una comunidad local—aunque él sería parte del cuerpo
universal de Cristo o ekklesia de Dios. Igualmente, él se convirtió en
un miembro del cuerpo cuando él a través de su fe y
arrepentimiento, por un Espíritu, fue bautizado en un solo cuerpo
(cf. 1 Corintios 12:13; Hechos 8:36-39).
Implicaciones de Nuestro Estudio
Hemos revisado muchos pasajes bíblicos y hemos aprendido que, en
verdad, el bautismo tiene un significado directo en el hecho de que
una persona forme parte del cuerpo de Cristo, la comunidad del
Señor. Consideremos otras varias implicaciones de nuestro estudio.
Primero, uno ingresa al cuerpo de Cristo en el momento de su
salvación. Existen muchas bendiciones relacionadas a la salvación
(perdón, redención, reconciliación, herencia, el Espíritu Santo,
condición de hijos, nuevo nacimiento, etc.)—y la membresía en
la ekklesia, la comunidad, el cuerpo de Cristo, es uno de ellos.
Cuando una persona con convicción sincera, con fe verdadera (Juan
3:15-18) y arrepentimiento genuino (Hechos 3:19) es bautizada en
Cristo (Hechos 2:38-41; Romanos 6:3-5), Dios la añade, a través de
su gracia, a la comunidad de los que han sido salvos o al cuerpo de
Cristo (Hechos 2:41,47; 1 Corintios 12:13).
Segundo, uno se convierte automáticamente en parte de la
manifestación local del cuerpo de Cristo en el momento de la
conversión o lo que es lo mismo, en el momento del bautismo. No
hemos visto que una persona que desea convertirse deba seguir un
proceso ni de dos ni de tres pasos para ser parte de una comunidad
local. Aquellas personas arrepentidas y bautizadas en Jerusalén, no
necesitaban esperar tres años, un año, un mes, ni siquiera una
semana después de que eran bautizados para convertirse en parte de
la comunidad de creyentes (Hechos 2:38-47; cf. 5:14).  Los
creyentes arrepentidos y bautizados constituyeron inmediatamente la
comunidad de Jerusalén.
Tercero, no existe indicación de que un individuo una vez salvo y
perdonado se convertiría en un cristiano solitario— esto es siempre
y cuando hubiera una asamblea de creyentes fieles y obedientes en
dicha localidad. Simplemente se “suponía” que uno sería parte de
una manifestación local del cuerpo universal de Cristo. Por lo tanto,
no había referencia alguna en cuanto al individualismo entre los
santos de las primeras comunidades. Sabemos, por supuesto, de que
había excepciones (tales como el Etíope y tal vez otros) y habrá
excepciones  hasta el día de hoy. En estos días de incredulidad,
desobediencia, donde reina lo mundano y la apostasía muchos de los
que dicen ser cristianos realmente no son Cristianos genuinos. Por lo
tanto un cristiano puede encontrarse solo hasta que Dios obre para
cambiar las circunstancias. Pero debemos ver esto como la
excepción y no la regla.
Cuarto, considere la composición del cuerpo en los tiempos
apostólicos. Los miembros eran creyentes. Ellos eran creyentes
arrepentidos que se habían bautizado (i.e., inmersos—sumergidos
momentáneamente en agua y levantados del agua). Ellos eran
creyentes arrepentidos y bautizados que caminaban en temor del
Señor (Hechos 9:31), caminaban en verdad (3 Juan 4), caminaban en
amor (2 Juan 5-6), caminaban en santidad (Hebreos 12:14), y
caminaban en comunión y adoración verdadera (Hechos. 2:42). Aquí
estamos hablando de algo ideal que debería ser siempre nuestro
mayor deseo.
Quinto, la primera comunidad de creyentes definitivamente no era
un “club” religioso o una organización. Era muy diferente del club
de Leones o del Rotary Club. No era como los Masones, ni como
ninguna otra asociación que el mundo conozca. Era distinta de
cualquier club social u organización secular o religiosa. Uno no
podría “unirse” del mismo modo en que uno se uniría a un club o
asociación. En vez de ser una institución u “organización”, la
primera comunidad de santos era en realidad un “organismo”—un
cuerpo vivo compuesto de miembros vivos, conectados mediante
una relación vital y salvífica a la Cabeza, Cristo Jesús el Señor
(Efesios 4:15-17). También se dice que el cuerpo se asemeja a una
familia, la propia “casa” de Dios (Efesios 2:19), compuesta por
hermanos y hermanas (Santiago 2:15; 1 Corintios 7:15) quienes son
hijos amados de Dios (1 Juan 3:1-2), hijos e hijas del Padre Celestial
(2 Corintios 6:18).
Sexto, seguramente había diferencias entre los diversos miembros
aunque ellos estaban dentro del mismo cuerpo. Pablo dice, “Pues así
como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los
miembros tienen la misma función, así nosotros, que somos muchos,
somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de
los otros.” (Romanos 12:4-5; cf. 1 Corintios 12:12-30).  Pablo
menciona la diversidad dentro del cuerpo: “Pues por un mismo
Espíritu todos fuimos bautizados en un solo cuerpo, ya judíos o
griegos, ya esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber del mismo
Espíritu” (1 Corintios 12:13). En otro contexto sobre el bautismo
Pablo escribe, “No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no
hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús”
(Gálatas. 3:27-28; cf. Colosenses 3:11). Todos los creyentes se
habían convertido en “hijos de Dios mediante la fe” (Gálatas 3:26).
Ellos eran hijos de Dios “en Cristo Jesús” (v. 26).  Y ellos se
habían unido a Jesucristo mediante el bautismo: “todos los que
fuisteis bautizados en Cristo, de Cristo os habéis revestido” (v. 27).
Dentro del cuerpo se espera que exista una diversidad legítima.
Sétimo, existe una diversidad apropiada, también debe haber una
unidad y compañerismo profundos. Los miembros deben ser cada
vez más unidos. Pablo da esta directiva sorprendente: “Os ruego,
hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos os
pongáis de acuerdo, y que no haya divisiones entre vosotros, sino
que estéis enteramente unidos en un mismo sentir y en
un mismo parecer” (1 Corintios 1:10). En otra parte Pablo hace la
misma petición: “Haced completo mi gozo, siendo del mismo sentir,
conservando el mismo amor, unidos en espíritu, dedicados a
un mismo propósito” (Filipenses 2:2; cf. 1:27). Aquellos que han
sido bautizados en el cuerpo de Cristo deberían estar cada vez más
de acuerdo acerca de lo que es la voluntad de Dios, compartir cada
vez más un estilo de vida común y ver cada vez más las
circunstancias y el mundo con una perspectiva común—La
perspectiva de Dios mismo revelada en las Escrituras.
Octavo, cuando una persona se vuelve a Cristo en arrepentimiento y
bautismo, se convierte en parte del cuerpo de Cristo—pero no se
convierte en parte de una denominación humana o secta. Como lo
hemos observado, la asamblea del Nuevo Testamento no era
institucional, denominacional ni sectaria. La comunidad de
creyentes era simplemente eso—una agrupación de individuos que
estaban unidos a Cristo, la cabeza, y por tanto estaban unidos entre
si por lazos de amor (Colosenses 2:2; 3:14).  Si una persona cree que
a través del bautismo se está convirtiendo en parte de una
denominación, institución, iglesia u organización religiosa sin duda
ha malentendido el concepto del bautismo bíblico así como del
cuerpo de Cristo. Si el bautismo de una persona es un bautismo
denominacional sin duda no es el bautismo del Nuevo Testamento,
que es el bautismo de la Gran Comisión, por tanto esta persona no
ha sido bautizada genuinamente de acuerdo a las Escrituras. Si uno
ha experimentado un bautismo deficiente, este es un bautismo no
válido, no bíblico, y la persona necesita volverse a bautizar (en
realidad sería la primera vez que se bautiza, esta vez de acuerdo a las
Escrituras).
Noveno, en este estudio no hemos discutido extensivamente todos
los significados y propósitos del bautismo.  Hemos hecho alusión al
hecho de que el bautismo es en realidad una inmersión en agua. El
término griego baptizo significa en realidad sumergir, hundirse,
hundirse y volver a salir, meter algo en, abrumar con, inundar
(ver The Expanded Vine’s Expository Dictionary of New Testament
Words [Diccionario Expositivo Ampliado de Vine sobre Palabras
del Nuevo Testamento], pp. 88-89; Wesley J. Perschbacher, The
New Analytical Greek Lexicon [El Nuevo Lexicón Analítico del
Griego], p. 66; Arndt and Gingrich, A Greek English Lexicon of the
New Testament [Lexicón Griego-Inglés del Nuevo Testamento], pp.
131-132).  (Ver también el capítulo 3 de nuestro estudio, Una
discusión amistosa acerca del bautismo, y nuestro estudio
personal, La enseñanza bíblica acerca del bautismo.) En todas las
escrituras que hemos examinado deberíamos mantener en mente
que, cuando Jesús o Pablo o Pedro se refieren al “bautismo”, ellos
están pensando en la inmersión en agua – y no los sustitutos de hoy
en día de humedecer, salpicar o derramar agua. Esto es necesario
para la importancia de todo nuestro estudio.
Consejos Para el Día de Hoy
Luego de concluir con este estudio permítanos hacer varias
aplicaciones.
En primer lugar, cualquiera sea su situación religiosa en la
actualidad, usted necesita regresar al Señor y obedecerle. Si usted no
ha creído realmente, usted necesita colocar su fe en el señor
crucificado y resucitado. Si usted no se ha arrepentido de sus
pecados, usted necesita cambiar su corazón en cuanto a sus pecados
y a su relación con Dios. Si usted no ha sido bautizado (inmerso),
usted necesita someterse a la voluntad del Señor en esto.
Segundo, si usted está cerca a un grupo de creyentes verdaderos que
están viviendo en verdad y santidad, usted necesita estar con ellos.
Si usted se pregunta si un grupo o sus conocidos cumplen con esta
descripción, usted querrá determinar definitivamente si ellos se han
vuelto al Señor tal como lo dicen las escrituras y si se han
convertido en efecto en parte de un solo cuerpo a través del
bautismo bíblico. Aunque existen muchos grupos religiosos e
iglesias el día de hoy, pocos han cumplido con la voluntad del Señor
en esta área así como en otras áreas. Hágase parte de una comunidad
que guarda conformidad con las directivas de las escrituras en un
bautismo verdadero y en otros elementos de verdad y santidad.
Tercero, si no existe una manifestación local en su área (que usted
conozca), empiece a compartir acerca de Cristo y su voluntad con
otros. A medida que el señor empieza a traer a personas con
necesidades espirituales a su camino, y a medida que ellos son
bautizados en Él y en Su Cuerpo empiece a reunirse con ellos para
su edificación, comunión, para alabar y para otras actividades
bíblicas. Lea el Nuevo Testamento y haga de él su “programa de
acción” y haga corresponder cada aspecto de la comunidad de
creyentes bautizados con las directivas que allí se definan. Recuerde
que usted debe dar cuentas a Dios y no a un consejo gobernante
denominacional humano ni a una jerarquía eclesial.
Cuarto, si usted conoce de una comunidad genuina de Cristo en
alguna parte, usted puede escoger mudarse allá para estar cerca a los
creyentes en esa localidad. Usted podría nutrirse en ese lugar y
podría también edificar a otros en la fe. Sin embargo, como se
mencionó anteriormente, sea cuidadoso hasta que esté plenamente
seguro de que ellos están caminando conforme a la voluntad de Dios
en cuanto a una fe verdadera, pureza, bautizmo, las obras internas de
la comunidad y todas las demás áreas de la verdad.
A medida que cada persona que busca la verdad percibe la variedad
de iglesias, asambleas, comunidades, grupos en hogares en el mundo
el día de hoy, debe prestar atención especial a muchos factores
cruciales. Debe considerar las cualidades de dichas agrupaciones, su
amor por Dios y su Palabra, su énfasis en Cristo y la obra del
Espíritu, su amor y calidez dentro de la comunidad, su interés y
compasión por el débil y el afligido y su pasión por alcanzar al
perdido. Debe considerar si ellos están separados del mundo y si
ellos excluyen a los miembros que no se arrepienten. Debe
cuestionar qué es lo que piensan de los supervisores-ancianos,
servidores (conocidos también como diáconos), predicadores y
maestros, tal como los define la Biblia. Debería considerar si ellos
llevan a cabo la adoración tal como lo indica el Nuevo Testamento
—oración, cánticos, edificación mutua, enseñanza y la partición
semanal del pan.
Y es sumamente importante que aquel que busca la verdad y la
comunión con otros creyentes examine si los miembros del cuerpo
se han arrepentido verdaderamente, si han ejercido una fe salvífica y
se han sometido a un bautismo bíblico—un entierro y resurrección
que los identifica con Cristo y el evangelio para el perdón de los
pecados, y que los llevó a ser parte del cuerpo de creyentes del
Señor. Definitivamente esto último es una prioridad y no debe ser
pasada por alto ni minimizada. Ya que Cristo puso mucha
importancia en el bautismo, debemos hacer lo mismo.
¿Podemos Ayudarlo?
Hemos discutido importantes temas en este estudio—temas que
afectan su vida diaria y su futuro tanto en la tierra como en la
eternidad. La Biblia dice que “la infinita sabiduría de Dios” sea
ahora “dada a conocer por medio de la iglesia [ekklesia] a los
principados y potestades en los lugares celestiales” (Efesios 3:10). 
El cuerpo espiritual de creyentes de Cristo es precioso para Él. La
familia o la casa de Dios está cerca a su corazón. Es vital que
seamos parte de este cuerpo ya que Cristo es “el Salvador del
cuerpo” (Efesios 5:23). Es esencial que formemos parte del pueblo
de Dios, o lo que es lo mismo, del cuerpo de Cristo, que “Él compró
con su propia sangre” (Hechos 20:28).
En este estudio hemos examinado como se relaciona el bautismo con
este cuerpo o comunidad. Hemos visto que esto tiene un significado
directo con la entrada al cuerpo espiritual de Cristo.  A manera que
respondemos a las buenas nuevas del Señor crucificado y resucitado,
a manera que ponemos nuestra confianza y seguridad en el Señor
resucitado, a medida que nos alejamos de nuestros pecados y de
nuestra autosuficiencia para conducir nuestra vida y a medida que
somos bautizados en Cristo Jesús, Dios nos añade a su comunidad
redimida. Cristo lo añadirá a su cuerpo espiritual. El Espíritu morará
en nosotros así como mora en la comunidad de Dios como un todo.
Corramos a Él con los brazos abiertos y aceptemos su abundante
gracia, su gracia y amor que son revelados en el maravilloso cuerpo
de creyentes de Cristo.
Richard Hollerman  
Mat 28:19 Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas
las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo, 
En estos versículos se resumen la visión y misión del
creyente, la visión consiste en ir y hacer discípulos
bautizándolos. La visión de Dios para la humanidad es
que se conviertan de sus pecados y alcanzan la
salvación a través de la predicación del evangelio a toda
criatura. Tenga en cuenta que se nos envió a predicar y
a hacer discípulos, la palabra ir en el griego original
traduce andar, apartar, camino, ir, salir, seguir, subir,
así que ir significa seguir al maestro por el camino,
apartado del mundo y mientras caminamos junto a Él
apartad a quienes han sido llamados a salvación. La
palabra hacer traduce en el griego original significa
enseñar o instruir a otros llamados a seguirle.

Estas son las últimas palabras que registra Mateo en su evangelio dichas por Jesús
después de haber resucitado. En las películas normalmente cuando alguien está por
fallecer o en sus últimos momentos, le permiten que diga sus “últimas palabras” y en
general siempre tratan de dar las últimas indicaciones antes de morir. Pienso que si Jesús
quería dejar algo claro sobre el propósito de su venida lo hizo notorio al aparecerse
resucitado y recordar la principal tarea: ir y hacer discípulos, bautizarlos, enseñarles que
guarden los mandamientos y recordar que Él está cada día con nosotros.
Algunas personas se tomaron tan a pecho la cuestión del bautismo que incluso dicen que
sin él no hay salvación, otros tratan de hacer discípulos imponiendo y obligando a serlo y
así entre otras cosas. No entiendo por qué nos complicamos tanto y cambiamos los
mandamientos de Jesús. Las palabras son claras, simples y totalmente imperativas.
Hoy quiero llevarte a reflexionar sobre este mandamiento en tu vida espiritual.
¿Qué estás haciendo? ¿Estás siguiendo estos pasos o te has dedicado a ti mismo?
Las palabras de Cristo no dan espacio para poder salirnos del mandamiento. Tú y yo
debemos ir y hacer discípulos. No se trata de que quieras o que tengas ganas o que
pienses que eso “ya es mucho”. Si realmente eres una persona que cree en Jesús, lo ama
y lo tienes como tu Señor y Salvador, el ir y hacer discípulos debe ser algo que deberías
estar haciendo TODOS los días. Jesús nos conoce a tal perfección que sabía que si algo
era necesario que nos recordaran son dos principales puntos: 1- hacer discípulos 2- yo
estoy con vosotros siempre.
A veces parece que Dios está distante y que no está escuchando nuestras oraciones.
Habrá muchos momentos de angustia, de humillaciones, de enfermedades, de escasez,
de incertidumbre, de inestabilidad, de duda, de cansancio. El cumplir con la palabra de
Dios CUESTA trabajo. Pero cuando te sientas así debes de recordar sus palabras: he
aquí yo estoy con vosotros SIEMPRE. Y lo mejor de todo es que cuando muramos y
tengamos que ir al gran juicio, Cristo estará ahí para decir: “Yo he pagado ya por sus
pecados”.
Jesús está siempre contigo, entregó su vida por ti y dejó de ser Dios por ti, él a cambio te
pide que vayas y compartas con los demás lo que hizo por ti. ¿No te parece que es lo
menos que puedes hacer en agradecimiento?
¡Comprométete con Dios! Ve y has discípulos. Vive confiado en que él está siempre
contigo…

Oración
Padre: gracias te doy por estar siempre conmigo. Mi vida no sería la misma si no hubieras
tocado mi corazón. Quiero comprometerme contigo y obedecer tus mandamientos, por
ello te pido que me des entendimiento de tu Palabra para que pueda ir y compartirla y fe
para recordar que Tú siempre estás a mi lado. Te lo pido en el nombre de Jesús
Amén
En el presente, casi todo el mundo tiene acceso a las Escrituras. Pero junto
con ese privilegio está también una gran responsabilidad, dada por Jesús:
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que
guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19, 20).

Para cumplir con este mandato, debemos primero apropiarnos del


reto. Después, debemos rendirnos por completo para ser utilizados por
Dios. Por último, debemos ponernos a Su servicio, como mensajeros en la
tarea de hacer discípulos en todo el mundo.

En el presente, casi todo el mundo tiene acceso a las Escrituras. Pero junto
con ese privilegio está también una gran responsabilidad, dada por Jesús:
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que
guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19, 20).

Para cumplir con este mandato, debemos primero apropiarnos del


reto. Después, debemos rendirnos por completo para ser utilizados por
Dios. Por último, debemos ponernos a Su servicio, como mensajeros en la
tarea de hacer discípulos en todo el mundo.
HEMOS RECIBIDO UN MANDATO

¿Cuál cree usted que es el propósito para su vida? Mucha gente diría que
es disfrutar la vida o quizás ser buenas personas. Otras pudieran estar
soportando circunstancias tan difíciles, que su principal objetivo es la
supervivencia.

Algunas pudieran sentir que tienen una misión que cumplir.


Lamentablemente, son muchas las personas que no tienen un verdadero
propósito en la vida, y lo que logran carece de valor duradero. Pero
cualquier creyente que entiende lo que es la vida cristiana, deseará cumplir
el plan de Dios para su vida. Y a todos los seguidores de Cristo se les ha
dado la tarea de compartir el Evangelio.

Piense en lo mucho que Dios ha invertido en usted. Piense en cómo ha


dado a cada uno de Sus hijos dones y capacidades específicas para poder
actuar en y a través de nosotros, para tocar a otros y para profundizar
nuestra relación con Él.

Dios tiene un plan para cada creyente, y cuando lo descubrimos ya no


tenemos que perder tiempo buscándolo en vano; comenzamos a vivir la
vida con un propósito claro y específico. El Señor quiere impactar
poderosamente a quienes nos rodean. En el capítulo 5 del Evangelio según
Mateo, Él nos da el mandato: debemos ser la sal de la tierra y la luz del
mundo (vv. 13, 14).

EL MANDATO REQUIERE ENTREGA

Para poder hacer esto, Cristo tiene que ser nuestra primera prioridad. El
llevar a cabo esa tarea requiere dejar que alguien tenga el control de
nuestras vidas. Los verdaderos discípulos dejan que Cristo viva Su vida a
través de ellos.

Jesús advirtió que esta opción tenía un alto costo, y por eso aconsejó a Sus
seguidores que pensaran antes lo que eso involucraba (Lucas 14:28-32). En
realidad, el Señor habló claramente de un gran “precio”. “Si alguno viene a
mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y
hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lucas
14:26).

La palabra griega traducida como “aborrecer” significa en realidad “amar


menos”. Es decir, somos capaces de ser discípulos de Jesús sólo cuando
nuestro amor por Él sea mayor que nuestro apego a las cosas más
preciosas para nosotros, y que le obedezcamos aun a costa de ser
incomprendidos. La Biblia no da a entender en ninguna parte que la vida
cristiana sea fácil, o que nuestros amigos o parientes estarán de acuerdo
con nosotros. En realidad, nuestra vida de fe puede ser un proceso
doloroso.

Notemos lo que Jesús necesitó de Sus seguidores: los llamó a dejar su


actividad para que le siguieran (Mateo 4:20; 9:9). ¿Qué cree usted que
pensaron los padres de Mateo, Andrés o Pedro en cuanto a eso?
Probablemente no se sintieron muy entusiasmados.

Muchos padres cristianos me han dicho: “Quiero que mis hijos obedezcan al
Señor, siempre y cuando no tengan que servirle en el extranjero”, o “Quiero
que Dios use a mis hijos, pero de ninguna manera que los llame al
ministerio”.
Desde el punto de vista de Jesús, no hay ninguna condición que sea
aceptable; no hay ningún “si…”, “pero…” o “a menos que…” que podamos
agregar a nuestra decidida lealtad a Él. Es decir, nuestra lealtad tiene que
poner a Cristo por encima de todas las personas y de todas las cosas,
cueste lo que cueste.

EL MANDATO REQUIERE SERVICIO

Mucho del mundo cristiano se ha vuelto tan opulento, y la iglesia ha caído


en una debilidad tal, que el discipulado simplemente no coincide con
nuestra manera de pensar. Pero recordemos que Dios nunca nos pedirá
que hagamos algo que contradiga las Escrituras o que no sea consistente
con la vida de Jesús. La tarea que Él nos da puede parecer ridícula ante los
ojos del mundo, pero será totalmente compatible con las enseñanzas de la
Biblia.

Si usted le ha dicho alguna vez a Dios que quiere obedecerle, pero le


pone condiciones a esa obediencia, Él no bendecirá su disposición.

Ya sea que usted vacile por no querer herir los sentimientos de alguien, o
por temor a la persecución, mientras usted se mantenga en el lado
equivocado de la obediencia no será un seguidor leal de Jesucristo, y Dios
no podrá desarrollar al máximo el potencial de su vida. Sólo cuando
decimos finalmente: “De acuerdo, Señor, estoy dispuesto”, Él nos devuelve
la paz.

Cuando Jesucristo utiliza la palabra “discípulo”, está hablando de seguirle a


Él, lo cual involucra la disposición de dar cualquier paso que el Señor
requiera, incluso si las consecuencias resultan severas.

En Lucas 14:27, Jesús dice: “El que no lleva su cruz y viene en pos de mí,
no puede ser mi discípulo”. La gente muchas veces se refiere a alguna
enfermedad física o sufrimiento como su “cruz”, pero eso no es lo que este
versículo significa.

En el primer siglo, la cruz era un instrumento de ejecución; uno entendería


muy fácilmente el significado, si el versículo dijera: “El que no lleva su
ataúd…” Lo que Jesús está diciendo es que sus discípulos tienen que
escoger a la muerte por encima de su propia vida, y unirse a Él.

Llevar nuestra cruz habla también de la disposición a sufrir dolor,


persecuciones y el oprobio por causa de Cristo. No se refiere a sufrir críticas
y reproches por nuestro pecado, sino más bien a soportar el rechazo que
glorifica al Dios vivo.

Hágase esta pregunta: ¿A qué estoy apegado? No hay nada de malo en


disfrutar de relaciones o de las cosas que tenemos, siempre y cuando las
cosas materiales y los apegos emocionales no sean más importantes que el
Señor. Un genuino seguidor de Jesucristo hunde muy superficialmente sus
raíces en el mundo.

Usted y yo debemos estar dispuestos a hacer todo lo que Dios diga, e


ir donde Él nos dirija, no importa lo que el Señor decida.

Para ser discípulos del Señor, debemos desprendernos de este mundo y


unirnos a Cristo, no a las posesiones materiales, a las ideologías o las
relaciones. Debemos seguir a Jesús sin importar el costo, aunque eso
signifique no aceptar un ascenso profesional o la ruptura de una relación.

Si usted no es promovido en su trabajo por obediencia a Dios, sin duda


alguna el Señor le promoverá en el momento que Él tenga decidido hacerlo.
Y cuando lo haga, el resultado será mucho mejor.

Lucas 14:33 dice: “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a


todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”. Debe haber un momento en
su vida, cuando diga: “Señor, todo es Tuyo. Haz con mi vida lo que Tú
quieras”. La verdadera pregunta no es: ¿Cuánto tiene usted? sino: ¿Cuánto
tiene Dios?

Los discípulos del Señor no pueden contemporizar con el mundo; vivir


practicando el pecado y seguir la cruz de Cristo son extremos
totalmente opuestos del espectro. ¿

Desea usted ser un discípulo del Señor? La Biblia muestra una forma de
proceder muy clara: esté dispuesto a obedecer Su sagrada tarea, apártese
de sus preocupaciones mundanas y únase a sus hermanos y hermanas en
Cristo en la Gran Comisión.

La tecnología nos ha dado medios sin precedentes para la difusión del


Evangelio de Jesucristo, y tenemos el claro mandato de hacerlo. Nuestro
mundo ha cambiado mucho, pero nuestro mensaje sigue siendo el mismo.
La orden de Mateo 28:19 de “id, y haced discípulos a todas las naciones” es
tan pertinente hoy como lo fue hace dos mil años.
La Biblia nos ensena que cada uno tiene la tarea y la
responsabilidad de primeramente ser un discípulo y
segundamente lograr discipular a otros. Es importante
comprender que cada uno de nosotros hemos sido
comisionados por el Señor para hacer este trabajo. La
labor del discipulado no es solo para unos pocos, es
para todos.
La Biblia nos enseña como Jesús nos ha dado una
gran comisión. Las ultimas palabra a sus discípulos
antes que el partiera al cielo con el Padre eran, ¡Id y
haced discípulos! Entendemos que estas palabras no
eran una sugerencia de Jesús, sino una comisión.
¡Jesús estaba dando una orden! En esta mañana uno
se puede preguntar, ¿porque es que Jesús nos ha
comisionado a ir y hacer discípulos? Por el hecho que
el discipulado es el mejor y único método para
alcanzar nuestro mundo con el evangelio de
Jesucristo. Vemos en las Escrituras el impacto que los
primeros discípulos de Jesús tuvieron en el mundo.
Un número de hombres comprometidos que al
principio era pequeño, pero al paso del tiempo por
medio del discipulado llegaron a impactar no solo
Jerusalén, pero se extendieron por todo el mundo.
Esta la visión que Dios desea ver hoy día para su
iglesia. Debemos orar esta mañana que El Espíritu
Santo nos enseñe la gran urgencia que hay de
levantar discípulos para el Señor. Que logremos
entender que no hay otro plan que el Señor nos ha
dejado, no hay otra estrategia. ¡Solo una comisión! Ir y
hacer discípulos. Este año 2013 el Señor desea usar
nuestras vidas para que la obra del Señor crezca y se
multiplique. Tomemos todos el reto y la
responsabilidad de forjar discípulos para su obra.
Dos Ordeanazas Hay solamente dos ordenanzas establecidas en el Nuevo Testamento,
clasificadas como actos de obediencia o participación ritual o ceremonial y son: la Santa
Cena y el Bautismo de Agua. El ser bautizado no debe de estar sujeto a lo que uno sienta;
si ya creyó, debe ser bautizado, cuando alguien dice que todavía no esta listo para
bautizarse, quiere decir que no tiene cierto que es salvo. El bautismo en agua, es un
compromiso y la Biblia enseña que el bautismo en agua es la declaración de un
compromiso que marca el inicio de un discipulado (San Mateo 2617 -29; Romanos 6: 1 -
11; 1ª Corintios 11: 23 -26).
Ir a buscar …y no esperar que vengan Ir. Habla de un compromiso con el mundo. La
iglesia tiene un compromiso para que el carácter de esta apoca sea cambiado y este
carácter va a cambiar, en la medida que la iglesia cumple su labor evangelizadora.
Hacer discipulos : Discipular Tenemos un compromiso con Cristo por la salvación del
mundo, ese compromiso también nos hace un compromiso con la iglesia y la Gran
comisión.
Enseñar Este es un compromiso con el nuevo creyente que hemos traído a Cristo y no es
opcional. Es responsabilidad del creyente maduro, guiar al nuevo discípulo en el camino
del evangelio y conducirlo hasta llevar fruto. (Hechos 9: 17 -18; 26 -31).
Es una orden de Jesus El bautismo en agua, no es algo por lo cual nosotros nos
agradamos a nosotros mismos. Es esencial que cada creyente en Cristo obedezca este
mandato de la Palabra de Dios. También es esencial obedecerlo a la manera bíblica.
Jesús dijo: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama” (Jn 14:
21).
El bautismo en agua debe ser por inmersión. Significa sepultar al hombre viejo en sus
delitos y pecados, para que resucite el nuevo hombre, la nueva naturaleza que esta
engendrada por el Espíritu Santo en nuestras vidas. En el bautismo en agua, el discípulo
se identifica con Cristo en su muerte, porque decide morir a la viaja vida, en su sepultura,
porque al ser sumergido en el agua su viejo yo es sepultado, para que al salir nuevamente
del agua se identifique con Cristo en su resurrección, con una vida nueva llena de
victorias sobre el pecado (Romanos 6: 3).
1 ¿QUIÉN DEBE SER BAUTIZADO? Ejemplos Bíblicos Durante el ministerio de los
seguidores de Cristo, únicamente los que se arrepintieron de corazón, creyeron y
aceptaron a Cristo en sus corazones, fueron bautizados. El Día De Pentecostés. “Al oír
esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones
hermanos, ¿Qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentios, y bautícese cada uno de vosotros
en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados. . . Así que, los que recibieron su
palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas” (Hch 2: 37,
38, 41).
1 ¿QUIÉN DEBE SER BAUTIZADO? Los Cristianos Recién Convertidos En Samaria.
“Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre
de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres [nótese no menciona niños pequeños]"
(Hch 8: 12).
Significados Generales del Bautismo en Agua. Confesión y promesa que se es propiedad
de Cristo (Galatas 3: 27) Una Respuesta a lo que Cristo ha hecho por el creyente. Es un
paso de admisión a la comunidad cristiana, primeramente tiene que haber conversión (1ª
Corintios 12: 12 -13 Es un testimonio al mundo exterior de la obra realizada en mi interior
por el Espíritu Santo. (1ª Juan 5: 6 -9).

Concluyo este pensamiento diciendo que como discípulos de Cristo debemos anunciar y
enseñar cada día el evangelio de nuestro Señor Jesús. No debemos esperar a que nuestra
iglesia nos dé el púlpito para hablar, nuestro escenario no es el púlpito de tu iglesia ni
nuestra audiencia son las personas que están en ese espacio. No se debe ver así sino que
nuestro lugar es estar dónde está el necesitado, estar con el que está angustiado, con el
que llora, con el que pasa necesidad. Nuestro lugar es ir a dónde está el que necesita de
Dios. Jesús mismo dijo que los sanos no necesitan médicos, pero sí los enfermos. Él vino a
llamar los que se saben pecadores y necesitan arrepentimiento. Ése es nuestro lugar. Dar
la vida por los demás de la misma manera que Jesús la dio para que su mensaje sea
anunciado.

Más allá de las paredes de nuestras iglesias hay hijos, padres, hermanos, tíos, abuelos,
primos. Hay personas en la calle, hay amigos de facultad, hay compañero de trabajo.
Personas que necesitan escuchar de Dios y como iglesia debemos actuar. Pero hay
una condición para que el mundo crea en Jesús, y es que como iglesia, ¡seamos uno!

¡Amén!

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