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Sabemos que los entrevistados no titulan sus notas y que muchas veces no aprobarían los títulos
con que son publicadas sus opiniones, en esta nota además el entrevistador vierte las propias que por
momentos se confunden con las del entrevistado. Para el caso el uso del verbo justificar, que no enlaza de
forma causal dos enunciados, y usado como mecanismo por la neurosis para explicar actos realizados cuyas
determinaciones se desconocen, es cuanto menos problemático. Si explicitamos un poco mas lo condensado
es esa especie de sofisma, apoyados en lo referido al acto analítico podríamos seguir así; hay en todo acto
una dimensión de indeterminación de los datos que no permite determinar la conclusión a partir de ellos, si
no es por el agregado de un plus, algo del orden de la elección que aporta lo que falta a los datos iniciales y
que podemos llamar, sin forzar demasiado las cosas, un sujeto tal como lo desprende Jacques Lacan de la
experiencia freudiana. El a priori, omitido por el editor en el desplazamiento a título, con que el autor
precede a la conclusión, y el es evidente que antecede a exclusión social y también omitido, modalizarían la
frase en una mejor dirección. Los datos iniciales exclusión social y desigualdad, como ningún otro dato, la
riqueza por ejemplo, no justifican ningún acto posterior, ni la opción por el delito ni ninguna otra opción. La
forma de la universal negativa, vacía de todo elemento, puesto que nada justifica nada, al ejemplificar con
una particular cualquiera, algo que no ocurre en ningún caso, de todos modos produce un determinado
efecto, distinto a si se hubiera usado como ejemplo la riqueza u otra cosa, aunque tampoco determinen
nada. Y todo esto apoyado en la nota en la enunciación del alguien que es presentado como estudioso del
psicoanálisis y la criminología. Aunque de estructura distinta, vale la pena recordar un ejemplo del gusto de
Freud: Se castiga igual a quien dice “el que diga que el rey es un asno, tendrá que vérselas conmigo”.
Imaginemos el título del editor en cuestión.
Si dejamos el título y pasamos al subtítulo la cosa se complica mas aun, el psicoanálisis es anacrónico para
dar cuenta del estado de cosas actual.
“No nos sirven del todo las ideas de Freud. Hoy hay formas de delincuencia indiferentes a la culpa”
Subtitula (el mismo diario quizá con el mismo gusto con el que tantas páginas dedicó al lanzamiento del
último libro de M Onfrey)
Según el “hoy”, con el que se intenta separar de un envejecimiento, por otro lado real de algunas
referencias teóricas de Freud, el “ayer”, de Freud, tendría: primero, una teoría sobre la delincuencia y luego
su concepto central sería la noción de culpa, cuya declinación actual haría anacrónicas “las ideas de Freud”
¿Cuáles? ¿Todas en una bolsa? ¿También las que permitieron plantear un sujeto como el mencionamos mas
arriba? Pero suspendamos un momento nuestra limpieza y veamos, antes de tirar nada, que dijo Freud.
Si ampliamos un poco esta separación de los campos propuesta por Freud con conceptos de los que
dispondrá unos años mas adelante, el funcionamiento descripto allí, será teorizado con la noción de superyó
y apoyado en los estudios de uno de sus discípulos, a uno de los que mas interesó el superyó, F Alexander,
los que podemos llamar crímenes para calmar la severidad de superyó corresponden a niños criados con el
máximo amor, excesiva bondad de los padres que impide orientar la agresión hacía otro lugar que al yo
propio. El superyó, muy vinculado al ello y a su sadismo produce este cuadro. Del otro lado la niñez
desamparada parecería no encontrarse con éste problema de tensión entre yo y superyó y puede dirigirse
hacia afuera. Al menos si delinquen no podemos achacarle demasiado a la culpa del superyó. Una educación
demasiado permisiva podría dar un syo severísimo, o no, viceversa. El superyó no espeja al padre, aunque
tampoco es independiente de él. Paradojas freudianas. Si ahora ubicamos a los estratos marginales,
excluidos socialmente y criados en condiciones de vulnerabilidad, según se menciona en el artículo, no es allí
que hay buscar a los que delinquen por conciencia de culpa y no parece una buena idea pensar los delitos de
los jóvenes chorros como “crímenes por conciencia de culpa”. No es mi propósito reivindicar la idea de
Freud tomada como anacrónica ni suplantarla por otra idea del mismo Freud más válida, sino mostrar que es
la manera de escribir de Freud, proponer una idea y luego su refutación, la que pone en cuestión cualquier
enunciado del tipo Freud dijo. Y para el caso anterior es fácil una contra-refutación planteando que la
vulnerabilidad de una clase social no excluye un excesivo amor.
Lacan y la ley- Freud y el amor?
Muchos lacanianos muestran un gusto especial por la ley, el deseo y la ley, la ley del deseo, etc. Quizá por
eso la fórmula lacaniana madre enloquecedora, estragante, ley del padre normalizante ha tenido tanto éxito
no solo en sectores “psí”, sino también en jueces, maestros y todo lo que quieran. No tuvo el mismo éxito la
parte en la que Lacan, afortunadamente, se saca buena parte de eso de encima. Las referencias a la culpa en
el artículo de Freud citado en la nota se relacionan al incesto y al parricidio como leyes de la cultura. Pero
cuando unos años después introduce el superyó, con el que da cuenta del sentimiento (consciente-
inconsciente tendrá valor diagnóstico de estructura clínica) de culpa, ésta se enlaza al peligro ante la
pérdida de amor, primero del Otro externo y luego de interiorizada su instancia, del superyó. Este es el
término bajo el cual Freud subsume, lo elaborado por él antes como Ideal del yo en Introducción del
Narcisismo y Psicología de las masas, aunque parecen no referirse exactamente a lo mismo y que quizá hace
tan paradójico el término. El título del capítulo de su introducción es el superyó y entre paréntesis Ideal del
yo. Por su parte Jacques Lacan prefiere mantener separados sus matices un buen tiempo teniendo que
elaborar muchas cosas antes de hablar del superyó aunque su entrada al psicoanálisis se relaciona con éste.
En un movimiento parecido al de Freud, Lacan en los años 70 retoma la operación de la metáfora de la
cuestión preliminar incluyendo el amor, ausente aquella vez, la operación es tratada en términos de
amonedar el nombre del padre, ya no tanto en términos de ley no ley.
El establecimiento del narcisismo por parte de Freud es para Lacan, casi tan importante como el del
inconsciente. El yo, además de sus funciones de percepción, conciencia, es una imagen que nos da placer.
Para el tema que nos ocupa robar da prestigio, (dejémoslo por el momento circunscripto al subgrupo villero
aunque se puede verificar sin problemas que también funciona así en sectores mas “acomodados”) sería
difícil no considerarlo un ideal, y de los fuertes en los grupos de adolescentes. Los que delinquen y hasta los
jóvenes de clase media que sin hacerlo se mimetizan con su épica y sus expresiones lingüísticas, consiguen
chicas y de las buenas (dejo sin tomar el universo de las pibas chorras que, digamos de paso, que
cuantitativamente insignificante) y sus relatos dan protagonismo en la rueda de la esquina. Las supuestas
caídas del ideal pueden ser exacerbaciones del mismo, por ejemplo en el ideal post moderno de no tener
ideal. La dialéctica ideal-identificación establecida por Freud mantiene su interés hasta para visualizar los
promocionados cambios en relación al ideal, no solo de los contenidos sino de los vectores de dichas
identificaciones. Así por ejemplo el eje vertical de identificación a los adultos no solo ha perdido en relación
al horizontal de identificaciones entre adolescentes, sino que en otros casos ha invertido su dirección. Es la
madre lo que copia, a veces muy trabajosamente, la vestimenta de la hija, ó el padre la del hijo.
Delito adicción
Por último solo señalo que si bien las temáticas adictivas y delictivas muchas veces van asociadas, no son lo
mismo. Según mi experiencia de trabajo con adolescentes en conflicto con la ley penal, el campo del delito
adolescente es grupal, la mayoría roba con un “compañero” o varios, lo que no coincide con la soledad del
criminal oprimido por su culpa, ni con el goce solitario del toxicómano. Lo mismo para la circulación de
objetos algalmáticos como zapatillas, celulares etc., que inicia el dinero robado. Queda por ver si es en el
lazo social en juego en la problemática delictiva, y presente en la construcción de esa red por fuera del
código penal, a la que acertadamente refiere el autor de la nota, el espacio donde es posible operar.
Gustavo Gonzalez
Fin