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Semana 3

Técnicas Proyectivas I

Unidad 4
Frases Incompletas de Rotter

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UNIDAD 4. FRASES INCOMPLETAS DE ROTTER
Tal como se ha venido trabajando, existen más de treinta pruebas de frases incompletas y
sin embargo, una que se destaca por ser usada con bastante frecuencia, por su extensión
de su base teórica y de investigación y su buena reputación en validez y confiabilidad, es
el Test de Frases Incompletas de Rotter (Hogan, 2015).

Ésta es definida como una técnica de gran uso tanto en la investigación como en la clíni-
ca. Intenta detectar áreas de conflictos en las personas, consta de 40 palabras o frases
que constituyen el comienzo de una oración que debe completar el examinado y explora
áreas de familia, pasado, perspectiva temporal, estado de ánimo, entre otras. Esta prueba
se encuentra dentro de la categoría de pruebas proyectivas de asociación y complemen-
tación de palabras (Arocha, S/F).

Fue creada por J.B. Rotter en 1949. La interpretación más frecuente de este test es la
cualitativa, a pesar de que el autor creó un sistema cuantitativo en una escala de 7 pintos
para una de las 40 frases que contiene la prueba, de acuerdo a una tabla elaborada para
hombres y mujeres donde aparecen clasificadas las respuestas de tres tipos: positivas,
negativas y neutras (González, 2007).

Miembros de la Sociedad para la Evaluación de la Personalidad fueron encuestados acer-


ca del uso que le daban a las pruebas de frases incompletas y la Rotter fue la que obtuvo
mejores puntajes respecto a selección y uso. Por otra parte, en esta prueba existen dos
ediciones, siendo que hay cuarenta años entre una y otra, y la diferencia entre ellas es
mínima en cuestión de propósito, estructura y “troncos de oraciones” (Hogan, 2015).

Encontramos que existen tres versiones o formas de la prueba de Rotter, para bachille-
rato, universidad y para adultos. La universitaria fue la original y la que más es empleada
para investigaciones. Las otras dos son diferentes de acuerdo a unos cuantos troncos o
reactivos. Todas las formas del test de Rotter constan de 40 troncos o frases incompletas.
Los troncos son conformados con sólo dos palabras en general, a veces una y máximo
cuatro o cinco palabras (Hogan, 2015).

El protocolo de aplicación es muy sencillo, sólo se le pide al paciente que exprese sus
“verdaderos sentimientos” al completar cada una de las oraciones. El tiempo de aplicación
es en general entre 20 o 25 minutos. El test de Rotter busca medir la adaptación o des-
adaptación que tiene el paciente en la esfera familiar, en relaciones interpersonales, en
intereses y vocación, en la esfera personal y en el amor y matrimonio. Define adaptación
como una relativa libertad de estados o emociones prolongados de infelicidad o disforia,
la capacidad de afrontar la frustración, iniciar y mantener actividades constructivas y la
habilidad para establecer y mantener relaciones interpersonales satisfactorias (Hogan,
2015).

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Para la calificación de los signos de adaptación o desadaptación, el psicólogo requiere
medir con una escala de 0 a 6 puntos, siendo 6 un puntaje para una grave desadapta-
ción, 3 es una respuesta neutral y 0 una respuesta favorable de adaptación, saludable
y positiva. La suma de general de la puntuación conforma la puntuación de Adaptación
general que puede ser desde 0 (muy bien adaptado) a 240 (sumamente desadaptado).
Generalmente, las personas con una adaptación dentro de un promedio normal, se en-
cuentran en un rango entre 100 y 170 (Hogan, 2015). A pesar de utilizar una medición
cuantitativa, la parte cualitativa se conforma en el trabajo del psicólogo el cual es buscar
a cuál respuesta de la tabla se asemeja más la respuesta del paciente y así, determinar la
calificación. Esta interpretación cualitativa no cuenta con un método específico, depende
de la experiencia, entrenamiento y orientación teórica del psicólogo (González, 2007).
Es importante recordar que las respuestas que se dejan en blanco son indicadores de
conflicto. Cuando existen esas respuestas, para poder obtener el puntaje final se debe
de realizar la siguiente fórmula (González, 2007):

Puntaje alcanzado + [(40 puntos X el total sin responder) / 40 – total sin responder] =
puntaje final.

A continuación, te presentamos el test que se ha de aplicar a los pacientes (González,


2007):

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4.1 Confiabilidad y validez
● Confiabilidad: es una propiedad de la medida que hace referencia a su potencial
error (o error de medida). A su vez, el error de medida puede proceder de distintas
condiciones de la prueba, por ejemplo, el tiempo en el que se aplica (o fiabilidad
test-retest, estabilidad de la medida), la objetividad del registro u observación (o
fiabilidad entre observadores, entre entrevistadores). Si contamos con una medida
en agregado, la relación que existe entre los elementos que constituyen el test o el
instrumento de medida (consistencia interna), y finalmente, si vamos a utilizarla para
valorar un tratamiento, que sea sensible, es decir, que pueda verse afectada por éste
(Fernández-Ballesteros, 2013). En el caso específico de la prueba de frases incomple-
tas de Rotter, la confiablidad va a depender de la experiencia, conocimientos, entre-
namiento y objetividad del psicólogo evaluador, ya que de ello dependerá el puntaje
que se le asignará a cada una de las frases de acuerdo al nivel de adaptación de su
paciente en las diferentes esferas revisadas.

● Validez: un instrumento es válido si existe evidencia de que mide lo que preten-


de medir. Si en el momento de operacionalizar las variables presentes en nuestra
hipótesis hemos seleccionado instrumentos rigurosos, ello será una garantía en el
momento de valorar el tratamiento con ellos. Hay que resaltar que el hecho de que
nuestras variables hayan sido medidas con rigor no implicará que nuestras hipótesis
lo sean, ya que el valor de éstas se comprobará experimentalmente tras el tratamiento
(Fernández-Ballesteros, 2013).

Dentro de los antecedentes históricos encontramos que el test de Rotter fue validado en
grupos de participantes que no pertenecían al grupo donde se desarrollaron los princi-
pios de calificación o los manuales originales. La calificación se hizo "a ciegas". En otras
palabras, el evaluador desconocía si su evaluado era un sujeto adaptado o desadaptado.
Los datos de validación fueron obtenidos separadamente para los dos sexos ya que los
manuales difieren para ambos sexos. El grupo estaba conformado por 124 hombres y 82
mujeres clasificados como adaptados o desadaptados (es decir, que necesitaban orien-
tación personal o no). Para cada sexo, se tuvo que generar otros dos grupos o subgrupos
ya que la forma para medir la adaptación o desadaptación no fue la misma para todos los
participantes (García, 2007). Los grupos estaban divididos así:

● Grupo I: conformado por hombres y mujeres estudiantes clasificados por sus maes-
tros como adaptados o desadaptados. El maestro instructor debía clasificarlos como uno
u otro de acuerdo a sus juicios que no estaban totalmente definidos.
● Grupos II: conformado por mujeres clasificadas como estudiantes clínicos adapta-
dos o desadaptados.
● Grupo III: conformado por hombres de los cuales 46 fueron remitidos para trata-
miento psicológico por orientadores vocacionales y todos considerados desadaptados.

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El criterio de validez se considera el punto más débil del test, esto se debe a la diferencia
entre número de casos de desadaptación entre los grupos, la falta de criterios estable-
cidos para seleccionar quienes eran los adaptados y desadaptados y que el evaluador
no contaba con un conocimiento adecuado para calificar correctamente (García, 2007).
Por otra parte, respecto a la confiabilidad Rotter dividió los troncos en dos mitades con-
sideradas tan equivalentes como era posible. Con ello, logró que sus puntajes de confia-
bilidad fueran altos Los resultados obtenidos para la validez y la confiabilidad se dieron
por la calificación semi-objetiva de las respuestas, por lo que el autor siempre reiteró que
este factor era fundamental en la aplicación de la técnica (García, 2007).

4.2 Hipótesis clínicas y las frases incompletas


Dentro del proceso de evaluación psicológica, el primer paso es la recogida de infor-
mación y el segundo paso es la formulación de las hipótesis. Esta fase trata de plantear
supuestos verificables sobre el caso del paciente. Se realiza en función de las observa-
ciones e informaciones recibidas. Estos planteamientos están próximos a lo que se ha
llamado formulación de casos (Fernández-Ballesteros, 201). Con respecto a la prueba de
Rotter tenemos lo siguiente:

Ahora que ya se conoce el procedimiento de aplicación y calificación, entonces se puede


comprender cómo es que el psicólogo puede establecer sus hipótesis de acuerdo a los
conflictos que ha de presentar su paciente. Para esto, se requiere de revisar las frases
que contienen puntajes de desadaptación y cotejar dichas frases de acuerdo a su clasi-
ficación (González, 2007):

(Obtenido de González, F. 2007. Instrumentos de evaluación psicológica).

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En esta fase de la evaluación de la prueba de frases incompletas de Rotter encontramos
que hay dos momentos básicos (Fernández – Ballesteros, 2013):

1) Formulación de hipótesis: con base en las observaciones realizadas y su ajuste a los


conocimientos generales y específicos, consiste en establecer hipótesis, formulando
lo que podríamos llamar una teoría sobre el caso del paciente y sus problemáticas.

2) Deducción de enunciados verificables: se refiere a decidir con qué instrumentos va


a operacionalizarse cada una de las variables presentes en cada una de las hipótesis
formuladas. En otras palabras, cuáles otras herramientas deberán utilizarse para poder
comprobar las hipótesis planteadas a partir de las frases que generaron conflicto.

En resumen, los resultados obtenidos a través de esta técnica conforman la o las hipótesis
que deben de ser verificadas posteriormente con otras baterías de pruebas psicológicas,
la entrevista clínica, manual de diagnóstico de trastornos mentales y otras fuentes de
información (González, 2007).

4.3 Estabilidad de las interpretaciones de las respuestas a


las frases incompletas
Tal como ya se ha revisado con anterioridad, las pruebas proyectivas son tests objetivos
de percepción a través de los cuales se pretende sondear bien la dinámica de la per-
sonalidad, los procesos cognitivos y afectivos del sujeto en exploración, a través de la
amplificación y registro de respuestas que se suponen relacionadas con tales estructuras
o procesos internos. Sin embargo, las técnicas proyectivas han sido desarrolladas, en su
mayoría, desde un marco conceptual psicodinámico. Teóricamente se parte de que el
material de prueba, con un mínimo de estructura y/o instrucción, provoca la proyección
del mundo interno del sujeto (Fernández-Ballesteros, 2013).

Entonces, como característica principal de la prueba de frases incompletas y del resto


de las pruebas proyectivas, se parte de que el sujeto cuenta con una estructura básica y
estable de la personalidad. Tal estructura está integrada por ciertas dimensiones, rasgos
o construcciones organizados de forma idiosincrática en cada sujeto. Las respuestas de
los sujetos ante las técnicas proyectivas permitirán la exploración de tal estructura (Fer-
nández-Ballesteros, 2013).

Sin embargo, aunque la estructura de personalidad del paciente sea estable, para que
se pueda tener una adecuada interpretación, es necesario que el evaluador analice las
respuestas del evaluado de una manera objetiva y también estable. Esta objetividad y
estabilidad es lo que le dará validez y confiabilidad a la interpretación de las respuestas

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del evaluado, ya que, aunque contamos con una escala para medir la adaptación o desa-
daptación, la asignación de los puntajes dependerá del entrenamiento, conocimientos y
práctica del psicólogo evaluador y por supuesto, de su perspectiva ante dichos criterios.
Para poder entonces encontrar una estabilidad en la interpretación de los resultados,
es importante que el psicólogo se respalde de otras técnicas que le pueden ayudar. Tal
es el caso de la observación de ciertas conductas que pueda tener el paciente mientras
trabaja (Martínez, 2013):

1. Expresiones emocionales.
2. Reflexiones acerca de la tarea.
3. Dificultades para completar las frases.
4. Nivel de tensión o relajamiento en la tarea.
5. Conductas que reflejen contenidos presentes o ausentes de la regulación induc-
tora.
6. Posición activa o pasiva en la ejecución de la tarea.
7. Esfuerzos volitivos para realizarla.
8. Manifestaciones temperamentales.
9. Concentración de la atención.
10. Todo lo que pueda ser útil para procesar e interpretar los resultados y caracterizar
la regulación inductora de la personalidad.

Finalmente, debe de existir una integración y establecimiento de relaciones entre los indi-
cadores del procesamiento. Identificación de necesidades, motivos, formaciones motiva-
cionales, vivencias afectivas, manifestaciones volitivas, posibles problemas, frustraciones
y conflictos. Deben integrarse y contrastarse los resultados obtenidos con los de los otros
métodos y tests aplicados y así es como podremos encontrar una mayor estabilidad para
la evaluación o diagnóstico (Martínez, 2013).

4.4 La predicción del ajuste


En general, las pruebas de frases incompletas son flexibles, ya que pueden ser adaptadas
para aplicarse en diferentes áreas de la psicología y apoyar en el estudio de diferentes
problemáticas o conflictos. Sin embargo, lo más frecuente es que se use como herra-
mienta de evaluación clínica de la personalidad, en la psicología social y en la orientación
vocacional.

Sin embargo, usar el test de frases incompletas de Rotter servirá para medir el nivel de
adaptación o desadaptación del paciente en diferentes esferas de su vida, tales como la
esfera familiar, en relaciones interpersonales, en intereses y vocación, en la esfera per-
sonal y en el amor y matrimonio.

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Por otra parte, Rotter indicó que su instrumento es factible y útil para diversos fines, tales
como el estudio de actitudes sociales y como herramienta para la selección de personal
para diferentes niveles organizacionales y tipos de empresa. Entonces, indica que es
posible la modificación de los reactivos de acuerdo al propósito u objetivo de la evalua-
ción, pero recomienda que dichas modificaciones sean validados para así poder realizar
la creación de nuevos manuales (García, 2009).

Entonces, a pesar de que el instrumento tenga flexibilidad de adaptación a diferentes ti-


pos de problemas: clínicos, experimentales o para aplicación de prácticas, es importante
que los principios de los troncos o enunciados se puedan redactar en términos de un
lenguaje familiar al paciente, persona o grupo a evaluar (García, 2009).

Ahora bien, ¿cómo podemos realizar un ajuste a la herramienta? Una vez seleccionadas
las medidas que nos van a servir para valorar las hipótesis, se requiere proceder a estable-
cer en qué medida las puntuaciones obtenidas por el sujeto en la prueba han de cambiar
una vez administrado éste. En otras palabras, cómo las nuevas preguntas y respuestas
van a influir en la interpretación de las mismas.

Tres características generales deben reunir los criterios de ajuste formulados (Fernán-
dez-Ballesteros, 2013):
1. Que estén en armonía con las necesidades y demanda del cliente/sujeto y hayan
sido discutidos con él. ¿Qué es lo que se requiere medir?

2. Que sean realistas (nunca irreales o difícilmente alcanzables).

3. Que estén debidamente temporalizados (en el sentido de cuándo pueden ser al-
canzados y en qué orden).

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