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ESCUELA DE POSGRADO

ENSAYO

“LA DESCENTRALIZACIÓN UNA REFORMA DESDE EL


BICENTENARIO”

Autor(es):

Fiestas Nieto Valeria Lisseth


Rivera Izquierdo Yenni Lucia
Valdivia Vargas Luz Maribel
Vargas Rubio Antonio
Rioja Chávez Luis

Dr:

Edilberto Bardales Román

Chiclayo – Perú
2020
INDICE
I. INTRODUCCIÓN........................................................................................................................3
I. ARGUMENTACIÓN....................................................................................................................7
II. CONCLUSIÓN...........................................................................................................................11
III. REFERENCIAS.......................................................................................................................13
I. INTRODUCCIÓN

La descentralización, busca el desarrollo integral y sostenible del país, para garantizar esta
reforma se requiere “pensar y trabajar juntos” e “ir ajustando cosas que se han desajustado en
este proceso de descentralización” y, de esa manera, evitar la duplicidad de esfuerzos entre el
Gobierno nacional y las administraciones regionales. Asimismo, el objetivo de la descentralización
es generar un modelo de desarrollo territorial que satisfaga las legítimas expectativas de
inclusión, prosperidad y acceso a mejores oportunidades para el ejercicio de derechos. La
transferencia de capacidades y recursos hacia las regiones y localidades, aspecto central de la
descentralización tiene, el propósito de crear condiciones apropiadas para la competitividad y la
equidad, así como el fortalecimiento de la institucionalidad democrática en cada uno de los
niveles de gobierno, superando de esta manera el centralismo que ha caracterizado
históricamente al Estado peruano.

A menos de un año de conmemorarse el bicentenario de nuestra independencia, la


descentralización como modelo de organización y estructura política del Estado reviste una
mención necesaria. Por ello, desde el Congreso la Comisión de Descentralización, Regionalización,
Gobiernos Locales y Modernización de la Gestión del Estado ha priorizado temas de debate y
reformas que fortalecen el proceso de descentralización especialmente en materias de:
Descentralización política, descentralización administrativa, descentralización fiscal, organización
y ordenamiento territorial, sistemas administrativos de la gestión del Estado y reformas del
Estado.

Para entender la situación actual por la que atraviesa el Perú en materia de descentralización,
nada mejor que echar una ligera ojeada sobre los antecedentes y la forma como los hechos se
fueron sucediendo a través del tiempo. Lo primero que hay que señalar es que el Perú, al igual
que los demás países de la América Latina, se forma, en realidad, a partir de los sucesos ocurridos
en el siglo XVI, cuando las coronas españolas, primero, y portuguesa, después, inauguran nuevas
rutas oceánicas. Lo que tradicionalmente se llamó y conoció como descubrimiento de América,
pero que, en realidad, tal como se acostumbra decir en los últimos años, es de encuentro de dos
mundos. El mundo indígena, autóctono, en cierto sentido original y único con sus peculiaridades,
y el mundo occidental que lo representaba en grado sumo, en aquel momento, España y Portugal,
y sobre todo el primero.

Desde entonces han pasado muchas cosas, y no siempre en la misma dirección. Los avances
colonizadores fueron muy distintos a los que se llevaron a cabo, sobre todo, en el África, durante
el siglo XIX, y bastante alejados de lo que fue la colonización inglesa en el norte de América.
Mientras que en el norte lo que hubo fue un traslado físico de una parte inglesa a nuevas tierras
americanas, con la técnica del saqueo y el arrasamiento de todo lo original (que fue seguido por
migrantes de otros países europeos), en el sur, sobre todo la corona española, por encima de
ciertos traslados, se mezcló, adoptó y juntó con lo vernáculo en lo humano, lo espiritual, lo
cultural y lo religioso. De esta manera, lo que aparece en el mundo iberoamericano a partir del
siglo XVI, y hasta ahora, es algo totalmente distinto a lo que había antes y bastante diferente de lo
que fue el mundo hispánico. La América ibérica (de habla castellana y portuguesa) es, pues, una
realidad diferente a lo que fueron los colonizadores o sus habitantes originarios. Y ello explica
muchas cosas, y también muchas virtualidades.

Lo cierto es que, a partir del siglo XVI, las tierras descubiertas por España, en la que por ahora nos
detendremos son divididas territorialmente y en forma muy gruesa en dos grandes espacios
geográficos: el norte que será el Virreinato de Nueva España en 1534 (México y los países
centroamericanos) y en el sur, el Virreinato del Perú en 1543, que cubría toda la América del Sur.
Más adelante, surgirán otras divisiones, en especial, las llamadas capitanías generales
(Guatemala, Venezuela, Chile) que se desenvolvían con cierta autonomía, pero que dependían de
un virreinato. Y por fin, en el siglo XVIII, algunos desmenbramientos en el sur: el Virreinato de
Nueva Granada (1717) y el Virreinato del Río de la Plata (1777). Esto es, en las postrimerías del
dominio español, ya que el periodo independendista, iniciado desde entonces, se afirmaría en el
breve espacio que va desde 1810 a 1824, fecha esta última en la cual todo el continente quedará
en forma independiente, con excepción de las islas de Cuba y Puerto Rico. Y el Imperio del Brasil,
que se hizo independiente en 1822, para convertirse en república en 1889.

Pues bien, si nos situamos en el periodo virreinal que más nos interesa, cabe destacar que, como
aspecto central, se tuvo una política centralizadora, esto es, todo dependía de los Virreyes y en
última instancia, de las autoridades en la península. Pero curiosamente, las inmensas extensiones
que había desde el norte hasta el sur, facilitaron la aparición de ciudades de cierta importancia,
que con el tiempo tuvieron vida propia en diversos aspectos (Guatemala, Caracas, Quito, Santiago
de Chile), dándose así una paradoja centralista en teoría, pero con un buen margen de autonomía
en la práctica. Esto es, las órdenes venidas desde España, se diluían conforme atravesaban los
vastos espacios en los cuales América estaba dividida. Y de ahí la famosa frase de «se acata, pero
no se cumple», basándose en el hecho de que las directivas no se discutían, pero no se aplicaban
por no haber forma de hacerlo, o porque la realidad se resistía a ellas.
Este fue, pues, el gran panorama que tienen nuestros países, al tiempo de ser independizados. Tal
es el caso que, en el Perú a través de toda su historia republicana, siempre han estado latentes
diversos temas de interés nacional, uno de ellos es sin lugar a dudas el del centralismo. Este no es
un problema de ahora, sino de hace mucho tiempo.

Entonces podemos resaltar que el Perú no ha constituido bases sólidas para la descentralización,
es decir no ha creado núcleos de desarrollo en el interior del país que pueden competir con la
capital que aspiren a ser autónomas en su manejo político, un caso palpable es el descuido
permanente de nuestras fronteras, así Tumbes, Tacna, Puno, etc. Se encuentran en desventaja
con ciudades vecinas extranjeras como Arica por ejemplo que tiene una importancia vital para
Chile.

Entonces ¿Cuáles serán las reformas de descentralización a partir de Bicentenario? Ahora bien
debemos tener en cuenta los procesos y objetivos que conlleven a una igualdad de oportunidades
como: la igualdad de las oportunidades en los centros y en las periferias, la expansión de
capacidades y derechos de las personas tanto en el ámbito local y regional, como en las ciudades
y en el campo, la articulación e integración económica de todas las regiones y provincias, la
reducción de las desigualdades de los componentes del IDH, la generación de centros económicos
alternativos (distintos a Lima), una intervención estatal redistributiva e integradora.

Los errores en el proceso de descentralización residen principalmente en la falta de claridad de las


competencias. Sobre ese punto, nuestro Tribunal Constitucional identificó que la misma radicaba
en la ausencia de enunciados acerca de las competencias del Gobierno Nacional en la
Constitución. Si bien podemos pensar que esas imprecisiones fueron corregidas a través de la
emisión de la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo y en las leyes de organización y funciones de los
ministerios, ello no fue así. Muy por el contrario, la dualidad de funciones se mantiene y se
evidencia a través de la creación de oficinas desconcentradas de los sectores como salud,
educación, vivienda, trabajo y cultura en las circunscripciones de gobierno regional.

Hoy nuestro país se encuentra encaminado a ingresar a la Organización para la Cooperación y el


Desarrollo Económico (OCDE). En esa línea, las acciones por emprender abren la oportunidad de
establecer nuevas estrategias para la mejora del proceso de descentralización, que conlleve a la
revisión o actualización del marco normativo existente o el replanteo del modelo iniciado. La
descentralización, en oposición a una forma de gobierno centralista, dota sin duda de mayores
oportunidades para impulsar un país más equitativo y justo, priorizando la atención de
necesidades orientadas al cierre de brechas en los sectores de pobreza y pobreza extrema de la
sierra, selva y costa del país, y promoviendo un desarrollo sostenible con igualdad de
oportunidades para sus habitantes.

La descentralización se sustenta y se rige por los principios que es permanente porque constituye
una política permanente de Estado, de carácter obligatorio, cuyo efecto vinculante alcanza a
todos los Poderes del Estado, Organismos Constitucionales Autónomos y al gobierno en su
conjunto. Es dinámica por el proceso constante y continuo, se ejecuta en forma gradual por
etapas, previendo la adecuada asignación de competencias y la transferencia de recursos del nivel
central hacia los gobiernos regionales y los gobiernos locales; promueve la integración regional y
la constitución de macro regiones.

Exige una constante sistematización, seguimiento y evaluación de los fines y objetivos, así como
de los medios e instrumentos para su consolidación. Irreversible, este proceso debe garantizar, en
el largo plazo, un país; espacialmente mejor organizado, poblacionalmente mejor distribuido,
económica y socialmente más justo y equitativo, ambientalmente sostenible, así como
políticamente institucionalizado. Democrático, es una forma de organización democrática del
Estado que se desarrolla en los planos político, social, económico, cultural, administrativo y
financiero. Promueve la igualdad de oportunidades para el acceso a mayores niveles de desarrollo
humano en cada ámbito, y la relación Estado y Sociedad, basada en la participación y
concertación en la gestión de gobierno Integral, Abarca e interrelaciona a todo el conjunto del
Estado en el espacio nacional, así como las actividades privadas en sus diversas modalidades,
mediante el establecimiento de reglas jurídicas claras que garanticen el desarrollo integral del
país. Subsidiaria, Las actividades de gobierno en sus distintos niveles alcanzan mayor eficiencia,
efectividad y control de la población si se efectúan descentralizadamente. La subsidiariedad
supone y exige que la asignación de competencias y funciones a cada nivel de gobierno, sea
equilibrada y adecuada a la mejor prestación de los servicios del Estado a la comunidad. Gradual,
El proceso de descentralización se realiza por etapas en forma progresiva y ordenada, conforme a
criterios que permitan una adecuada y clara asignación de competencias y transferencias de
recursos del gobierno nacional hacia los gobiernos regionales y locales, evitando la duplicidad.

Se justifica el problema de la Descentralización una reforma desde el bicentenario: el caso


peruano, en razón de que la realidad existente sobre descentralización, no satisface ni a los
operadores políticos ni a los ciudadanos de las circunscripciones territoriales regionales y locales.
Esto no implica como algunos sostienen que debemos dejar sin efecto la descentralización por
cuanto si bien hay problemas, esto requiere de nuevos enfoques teóricos desarrollando
ampliamente la temática de la descentralización fiscal que implica en cierta forma promover la
autonomía fiscal regional y local.

II. ARGUMENTACIÓN

El anhelo de la descentralización es vista frustrada por la oleada que se ha registrado en muchos


de los gobiernos regionales, y que incluye a las autoridades locales (municipales locales y
distritales) a pesar de esta situación de regionalización, que resulta indispensable para el futuro
de la vida política, economía y social de la nación aún carece de efectivos resultados como los que
demanda constantemente la población provinciana.

En el caso de Perú, como ya mencionamos, se lleva a cabo una reforma descentralizadora que se
inició el año 2002, la cual fue casi desactivada el año 2006 y que, actualmente, ante la ausencia de
voluntad política para llevarla a buen puerto. Los temas en cuanto a la descentralización
administrativa, fiscal y territorial, han quedado a medio camino y en algunos de ellos ni siquiera se
ha comenzado.

La importancia y urgencia de una descentralización efectiva en el Perú se puede sustentar en el


fracaso del centralismo para coadyuvar a la formación de una nación homogénea en sus aspectos
políticos, económicos, sociales y culturales. La mala experiencia de un proceso descentralizador,
mal llevado a cabo, no puede invalidar una propuesta de Estado descentralizado que tenga como
meta la inclusión y desarrollo de vastas zonas del territorio peruano que no se han incorporado a
la modernidad. Un país macrocefálico, con una capital sobredimensionada como Lima, no puede
ser sostenible en el medio ni largo plazo.

El Plan Bicentenario ha tomado en consideración la necesidad de reducir la envergadura del


sector público, sobre todo en la capital del país, heredera de una secular hiperconcentración del
poder. Al mismo tiempo, juzga indispensable hacer crecer las instituciones del Estado en las
regiones, como parte del proceso de descentralización y de erradicación del centralismo.

El Plan Bicentenario considera imprescindible definir estrategias que contribuyan a cerrar las
diferentes brechas de desigualdad de recursos y capacidades entre Lima y las regiones, y entre las
propias regiones. Desarrollar una infraestructura económica y productiva suficiente y adecuada,
descentralizada y de uso público es un objetivo estratégico fundamental.
En relación con la Gobernabilidad en nuestro país, el Plan Bicentenario, nos marca la pauta en el
tercer eje estratégico, “Estado y Gobernabilidad”, el cual tiene como objetivo nacional, consolidar
un “Estado democrático y descentralizado que funciona con eficiencia al servicio de la ciudadanía
y del desarrollo, que garantiza la seguridad y defensa nacionales y promueve una política exterior
de soberanía, paz, integración continental y defensa del desarrollo social y la democracia.”

Todas las personas que vivimos en el país debemos conocer que el Estado peruano es un Estado
unitario y descentralizado; unitario, porque es una sola entidad que tiene deberes comunes y
persigue metas compartidas, como el bienestar general o la protección de las personas. No
obstante, también es descentralizado porque el gobierno debe ejercerse en tres niveles; un
gobierno nacional, 25 gobiernos regionales y 1834 municipales - provinciales y distritales. De esta
forma, el Estado se acerca a la población para satisfacer de mejor manera sus necesidades y velar
por sus derechos en condiciones de igualdad y respeto a la pluralidad.

Asimismo, la descentralización es un proceso político-técnico que forma parte de la reforma del


Estado peruano y está orientado a alcanzar un buen gobierno, es decir, un gobierno efectivo,
eficiente y al servicio de la ciudadanía. Este proceso tiene como finalidad el desarrollo integral,
armónico y sostenible del país en beneficio de la población.

Entonces si definimos la descentralización es un proceso de reforma de la estructura del Estado


orientado a dotar de poder efectivo a instancias de gobierno sub nacionales, expresado en
mayores atribuciones, recursos económicos y autonomía política, además de la administrativa.
Por ello requiere de decisiones políticas del más alto nivel para ser impulsado, de un conjunto
bastante complejo de procedimientos administrativos para implementarlo, así como de
mecanismos efectivos de participación ciudadana para hacerlo sostenible.

Un Estado descentralizado eficiente, es un tipo de Estado que ha distribuido territorialmente su


poder en niveles de gobierno y cada nivel de gobierno cuenta con autonomía política, económica
y administrativa para el ejercicio de sus competencias y funciones.

A puertas del bicentenario el estado peruano tiene el deber de generar las condiciones necesarias
para el bienestar de sus ciudadanos y el desarrollo del país. Para ello debe organizar instituciones
orientadas a prestar servicios de calidad al ciudadano, haciendo rentables los tributos del
contribuyente.

Esta nueva visión de Estado orientado al servicio del ciudadano, demanda remover los cimientos
de las instituciones públicas a fin de evaluar si sus procesos, productos y resultados se encuentran
alineados a la satisfacción de las necesidades de todos los peruanos, es decir, requiere la
modernización de la gestión pública.

La modernización del Estado es responsabilidad de todas las entidades públicas y los funcionarios
que las conforman, sin excepción, como bien lo señala la Política de Modernización de la Gestión
Pública. En este sentido, las entidades de los poderes del Estado, de los gobiernos sub nacionales,
los Organismos Constitucionalmente Autónomos y la sociedad civil tenemos el deber de tomar la
iniciativa para proponer alternativas que mejoren los niveles de desempeño de nuestras
instituciones en favor de nuestros ciudadanos.

Un elemento de suma importancia en la modernización del Estado es la descentralización de sus


funciones y competencias. Un proceso de descentralización implica, en resumidas cuentas, una
transferencia de funciones hacia aquellos estamentos que, por encontrarse en contacto directo
con los ciudadanos, se encuentran en una mejor posibilidad de identificar sus necesidades, y de
esta manera proveerles de más y mejores servicios públicos. Dentro de este marco, la Contraloría
General de la República, comprometida con el desarrollo de una gestión eficaz y moderna de los
recursos públicos, ha desarrollado el “Estudio del Proceso de Descentralización en el Perú”, con la
intención de avivar el debate público sobre el proceso de descentralización emprendido por
nuestro país hace más de una década y proponer medidas que aseguren su éxito.

La descentralización permitirá fortalecer la unidad de la nación, democratizado el poder,


potenciando los diversos territorios y sus ámbitos locales y regionales y, dinamizando los 5
grandes espacios territoriales que se configuran en el país: el marco norte; el amazónico; el marco
sur; el centro sur y el de Lima-Callao. Afirmamos nuestro objetivo nacional de ser el país de macro
regiones transversales y que la descentralización sea el reencuentro con las raíces y
potencialidades territoriales de la nación, para alcanzar nuestro objetivo nacional bicentenario.

La descentralización se da en diferentes contextos. No es lo mismo hablar de descentralización en


un país con profunda raíz centralista, que hablar de descentralización en un país con diversas
fuerzas que empujen hacia una visión diferente al centralismo. De esta manera es necesario
entender de qué estamos hablando al referirnos a descentralización en un contexto de desarrollo
económico local.

La dimensión económica también es importante para entender los procesos de descentralización.


el proceso de descentralización no se limita a la trasferencia de recursos y competencias para
mejorar la gestión local, sino que incorpora una clara dimensión productiva, no se trata
únicamente de un proceso de descentralización fiscal, sino de una forma de reorganizar el Estado
mediante el fortalecimiento de sus diferentes niveles de gobierno y la construcción de espacios de
diálogo, participación y concertación de los diferentes actores locales”.

la descentralización ni la regionalización atentan contra el Estado unitario; simplemente lo hacen


más eficiente y, por tanto, más fuerte y democrático. Esto requiere otra dimensión, más allá de la
económica, referida a un modelo institucional que permita una coordinación muy eficiente.

los objetivos principales de la descentralización es propiciar el desarrollo homogéneo del


territorio nacional, y esto implica desarrollar las actividades económicas y sociales donde vive la
población. Uno de sus componentes es el desarrollo económico local entendido como un proceso
de crecimiento y cambio estructural que, mediante la utilización del potencial de desarrollo
existente en el territorio, conduce a elevar el bienestar de la población de una localidad o una
región.

En este proceso se pueden identificar tres dimensiones, “una económica, caracterizada por un
sistema de producción que permite a los empresarios locales usar eficientemente los factores
productivos, generar economías de escala y aumentar la productividad a niveles que permiten
mejorar la competitividad en los mercados; otra sociocultural, en la cual el sistema de relaciones
económicas y sociales, las instituciones locales y los valores sirven de base al proceso de
desarrollo, y otra política y administrativa, en la que las iniciativas locales crean un entorno local
favorable a la producción e impulsan el desarrollo”.

La descentralización y el desarrollo económico local, por tanto, son dos procesos que se
encuentran inherentemente unidos. Ambos son procesos que han mostrado fuertes sinergias en
las políticas de organización de la economía y del Estado. La descentralización, entendida como la
devolución de competencias a las comunidades locales y regionales tiene sus fundamentos en la
mejora del Estado con miras a una mejor organización y eficiencia económica para poder
gestionar los procesos de desarrollo local.

Dado que el proceso de descentralización afectará la estructura y el funcionamiento del Estado en


su relación con la población, sobre todo en su capacidad de asignar y proveer bienes públicos, es
necesario analizar sus beneficios y problemas que puede tener su aplicación. Para esto es
necesario considerar los siguientes supuestos: Algunos servicios públicos son exclusivos para
algunas regiones, los gastos e ingresos implicados en esta provisión son propios de estas regiones,
y existe perfecta movilidad de bienes y servicios entre los niveles interregionales
Las ventajas de brindar autonomía a las regiones para proveer bienes y servicios públicos serían la
mejora de identificación de las demandas de bienes y servicios en el territorio, fiscalización o
control en la ejecución de los proyectos, al estar más cerca de los ciudadanos, Menor incentivo a
la evasión tributaria al percibir de manera más directa los beneficios de pagar impuestos, Mayor
incentivo para mantener el equilibrio fiscal, Mejor desempeño de la administración pública
descentralizada que al tener mayor conocimiento de las necesidades locales funciona mejor;
quizás funcione con mayor eficiencia (menores costos administrativos) que la administración
central, que requiere órganos delegados en las localidades, vis a vis el menor tamaño de las
dependencias descentralizadas y su mayor conocimiento de las necesidades locales y
características regionales, Mejor división interregional del trabajo.

La centralización es ineficiente porque incrementa los costos sociales y los desequilibrios


territoriales, a la vez que conduce a un modelo de Estado tecno-burocrático vinculado a los
grupos de poder económico, dejando de lado al Estado político que debe existir. De ahí que el
sistema político se hace más autoritario y la sociedad se “gremializa” al tratar los temas de
manera sectorial. Esta centralización del Estado es negativa para la sociedad, tanto desde el punto
de vista funcional como del punto de vista democrático. Mientras más alejados estén los centros
de decisión de los ciudadanos más problemas existirán para recibir un servicio eficiente del Estado
y, sobre todo, sin posibilidades de control.

III. CONCLUSIÓN

La descentralización es el proceso mediante el cual se trata de promover y llevar a cabo las


transferencias de competencias económicas, fiscales, administrativas y sociales por parte del
gobierno central a los gobiernos regionales y locales, pretendiendo con ello, materializar un
conjunto de reglas unificadoras que produzcan la capacidad institucional del sistema de relaciones
intergubernamentales. Dicho en otras palabras, la descentralización es una dinámica social y
política de gran complejidad, en la cual confluyen diversos factores económicos, fiscales, políticos
institucionales y culturales.

El Plan Bicentenario busca desarrollo nacional integral del Perú, por ello es muy importante
además la descentralización implica varias dimensiones, etapas o niveles que deben ser atendidas
y relacionada de manera coherente con la realidad de la población peruana, en base a ello
tenemos: una dimensión social, que implica el fortalecimiento de diversas formas de Asociación
Ciudadana para que la población puede ejercer plenamente sus derechos democráticos, una
dimensión ambiental, la misma, que implica tomar conciencia de los diversos recursos naturales y
actividades productivas de la región, para que sus gobiernos regionales y locales hagan un uso
adecuado de estos, fomentando así el desarrollo sostenible del país y por último, se quiere una
dimensión política educativa que construya la formación de su población para hacerla más
productiva y comprometida con su realidad.

La descentralización desde el punto de vista político, se centra en el inherente derecho


democrático a la autonomía tanto de los gobiernos regionales como de las municipalidades y el
costo fiscal del gobierno central para asegurarlo. En base a esta perspectiva, se debe de tener en
cuenta que las regiones y municipalidades quieren mayor autonomía institucional, aunque con
mayores niveles de dependencia fiscal en donde debe primar la transparencia por parte del
gobierno central. En esta línea de pensamiento la descentralización ejerce su efecto, al dotar
tanto a las regiones como a los municipios de autonomía para manejar y controlar los intereses
que le fueron confiados que se generan dentro de su jurisdicción.
IV. REFERENCIAS

Azpur, J. (2005). Descentralización y Regionalización en el Perú. Setiembre,2019, del grupo


propuesta ciudadana. Sitio Web:
http://propuestaciudadana.org.pe/sites/default/files/sala_lectura/archivos/ Descentralizacion.pdf

Consejo Nacional de Descentralización. (2006). El modelo peruano de descentralización.


Setiembre,2019, del Consejo Nacional de Descentralización. Sitio Web:
http://www2.congreso.gob.pe/sicr/cendocbib/con4_uibd.nsf/F0F7A45E99

Rodríguez Alfonso, José R y Lobo, Thereza. “Fiscal Descentralization and Participation in Delayed
Democratic Experiences”, documento para el Foro Tinker “El Papel del Estado en Latinoamérica y
el Caribe”, México, octubre de 1996.

Banco Mundial, Más Allá del Centro: La Descentralización del Estado, Washington D.C. 1999.

Gonzales de Olarte, Efraín (1998), “La descentralización en el Perú: entre la fortaleza del centro y
la debilidad de la periferia”, en Revesz, Bruno (Editor), Descentralización y gobernabilidad en
tiempos de globalización, 1ra. Edición, CIPCA, IEP, Lima, Perú, pp. 123-146.

Gonzales de Olarte, Efraín (2010), “Descentralización, divergencia y desarrollo regional en el Perú


del 2010”, en Rodríguez, José; Tello, Mario D. (Editores), Opciones de política económica en el
Perú: 2011-2015, 1ra. Edición, PUCP, Lima, pp. 175- 204.

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