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ENSAYO
Autor(es):
Dr:
Chiclayo – Perú
2020
INDICE
I. INTRODUCCIÓN........................................................................................................................3
I. ARGUMENTACIÓN....................................................................................................................7
II. CONCLUSIÓN...........................................................................................................................11
III. REFERENCIAS.......................................................................................................................13
I. INTRODUCCIÓN
La descentralización, busca el desarrollo integral y sostenible del país, para garantizar esta
reforma se requiere “pensar y trabajar juntos” e “ir ajustando cosas que se han desajustado en
este proceso de descentralización” y, de esa manera, evitar la duplicidad de esfuerzos entre el
Gobierno nacional y las administraciones regionales. Asimismo, el objetivo de la descentralización
es generar un modelo de desarrollo territorial que satisfaga las legítimas expectativas de
inclusión, prosperidad y acceso a mejores oportunidades para el ejercicio de derechos. La
transferencia de capacidades y recursos hacia las regiones y localidades, aspecto central de la
descentralización tiene, el propósito de crear condiciones apropiadas para la competitividad y la
equidad, así como el fortalecimiento de la institucionalidad democrática en cada uno de los
niveles de gobierno, superando de esta manera el centralismo que ha caracterizado
históricamente al Estado peruano.
Para entender la situación actual por la que atraviesa el Perú en materia de descentralización,
nada mejor que echar una ligera ojeada sobre los antecedentes y la forma como los hechos se
fueron sucediendo a través del tiempo. Lo primero que hay que señalar es que el Perú, al igual
que los demás países de la América Latina, se forma, en realidad, a partir de los sucesos ocurridos
en el siglo XVI, cuando las coronas españolas, primero, y portuguesa, después, inauguran nuevas
rutas oceánicas. Lo que tradicionalmente se llamó y conoció como descubrimiento de América,
pero que, en realidad, tal como se acostumbra decir en los últimos años, es de encuentro de dos
mundos. El mundo indígena, autóctono, en cierto sentido original y único con sus peculiaridades,
y el mundo occidental que lo representaba en grado sumo, en aquel momento, España y Portugal,
y sobre todo el primero.
Desde entonces han pasado muchas cosas, y no siempre en la misma dirección. Los avances
colonizadores fueron muy distintos a los que se llevaron a cabo, sobre todo, en el África, durante
el siglo XIX, y bastante alejados de lo que fue la colonización inglesa en el norte de América.
Mientras que en el norte lo que hubo fue un traslado físico de una parte inglesa a nuevas tierras
americanas, con la técnica del saqueo y el arrasamiento de todo lo original (que fue seguido por
migrantes de otros países europeos), en el sur, sobre todo la corona española, por encima de
ciertos traslados, se mezcló, adoptó y juntó con lo vernáculo en lo humano, lo espiritual, lo
cultural y lo religioso. De esta manera, lo que aparece en el mundo iberoamericano a partir del
siglo XVI, y hasta ahora, es algo totalmente distinto a lo que había antes y bastante diferente de lo
que fue el mundo hispánico. La América ibérica (de habla castellana y portuguesa) es, pues, una
realidad diferente a lo que fueron los colonizadores o sus habitantes originarios. Y ello explica
muchas cosas, y también muchas virtualidades.
Lo cierto es que, a partir del siglo XVI, las tierras descubiertas por España, en la que por ahora nos
detendremos son divididas territorialmente y en forma muy gruesa en dos grandes espacios
geográficos: el norte que será el Virreinato de Nueva España en 1534 (México y los países
centroamericanos) y en el sur, el Virreinato del Perú en 1543, que cubría toda la América del Sur.
Más adelante, surgirán otras divisiones, en especial, las llamadas capitanías generales
(Guatemala, Venezuela, Chile) que se desenvolvían con cierta autonomía, pero que dependían de
un virreinato. Y por fin, en el siglo XVIII, algunos desmenbramientos en el sur: el Virreinato de
Nueva Granada (1717) y el Virreinato del Río de la Plata (1777). Esto es, en las postrimerías del
dominio español, ya que el periodo independendista, iniciado desde entonces, se afirmaría en el
breve espacio que va desde 1810 a 1824, fecha esta última en la cual todo el continente quedará
en forma independiente, con excepción de las islas de Cuba y Puerto Rico. Y el Imperio del Brasil,
que se hizo independiente en 1822, para convertirse en república en 1889.
Pues bien, si nos situamos en el periodo virreinal que más nos interesa, cabe destacar que, como
aspecto central, se tuvo una política centralizadora, esto es, todo dependía de los Virreyes y en
última instancia, de las autoridades en la península. Pero curiosamente, las inmensas extensiones
que había desde el norte hasta el sur, facilitaron la aparición de ciudades de cierta importancia,
que con el tiempo tuvieron vida propia en diversos aspectos (Guatemala, Caracas, Quito, Santiago
de Chile), dándose así una paradoja centralista en teoría, pero con un buen margen de autonomía
en la práctica. Esto es, las órdenes venidas desde España, se diluían conforme atravesaban los
vastos espacios en los cuales América estaba dividida. Y de ahí la famosa frase de «se acata, pero
no se cumple», basándose en el hecho de que las directivas no se discutían, pero no se aplicaban
por no haber forma de hacerlo, o porque la realidad se resistía a ellas.
Este fue, pues, el gran panorama que tienen nuestros países, al tiempo de ser independizados. Tal
es el caso que, en el Perú a través de toda su historia republicana, siempre han estado latentes
diversos temas de interés nacional, uno de ellos es sin lugar a dudas el del centralismo. Este no es
un problema de ahora, sino de hace mucho tiempo.
Entonces podemos resaltar que el Perú no ha constituido bases sólidas para la descentralización,
es decir no ha creado núcleos de desarrollo en el interior del país que pueden competir con la
capital que aspiren a ser autónomas en su manejo político, un caso palpable es el descuido
permanente de nuestras fronteras, así Tumbes, Tacna, Puno, etc. Se encuentran en desventaja
con ciudades vecinas extranjeras como Arica por ejemplo que tiene una importancia vital para
Chile.
Entonces ¿Cuáles serán las reformas de descentralización a partir de Bicentenario? Ahora bien
debemos tener en cuenta los procesos y objetivos que conlleven a una igualdad de oportunidades
como: la igualdad de las oportunidades en los centros y en las periferias, la expansión de
capacidades y derechos de las personas tanto en el ámbito local y regional, como en las ciudades
y en el campo, la articulación e integración económica de todas las regiones y provincias, la
reducción de las desigualdades de los componentes del IDH, la generación de centros económicos
alternativos (distintos a Lima), una intervención estatal redistributiva e integradora.
La descentralización se sustenta y se rige por los principios que es permanente porque constituye
una política permanente de Estado, de carácter obligatorio, cuyo efecto vinculante alcanza a
todos los Poderes del Estado, Organismos Constitucionales Autónomos y al gobierno en su
conjunto. Es dinámica por el proceso constante y continuo, se ejecuta en forma gradual por
etapas, previendo la adecuada asignación de competencias y la transferencia de recursos del nivel
central hacia los gobiernos regionales y los gobiernos locales; promueve la integración regional y
la constitución de macro regiones.
Exige una constante sistematización, seguimiento y evaluación de los fines y objetivos, así como
de los medios e instrumentos para su consolidación. Irreversible, este proceso debe garantizar, en
el largo plazo, un país; espacialmente mejor organizado, poblacionalmente mejor distribuido,
económica y socialmente más justo y equitativo, ambientalmente sostenible, así como
políticamente institucionalizado. Democrático, es una forma de organización democrática del
Estado que se desarrolla en los planos político, social, económico, cultural, administrativo y
financiero. Promueve la igualdad de oportunidades para el acceso a mayores niveles de desarrollo
humano en cada ámbito, y la relación Estado y Sociedad, basada en la participación y
concertación en la gestión de gobierno Integral, Abarca e interrelaciona a todo el conjunto del
Estado en el espacio nacional, así como las actividades privadas en sus diversas modalidades,
mediante el establecimiento de reglas jurídicas claras que garanticen el desarrollo integral del
país. Subsidiaria, Las actividades de gobierno en sus distintos niveles alcanzan mayor eficiencia,
efectividad y control de la población si se efectúan descentralizadamente. La subsidiariedad
supone y exige que la asignación de competencias y funciones a cada nivel de gobierno, sea
equilibrada y adecuada a la mejor prestación de los servicios del Estado a la comunidad. Gradual,
El proceso de descentralización se realiza por etapas en forma progresiva y ordenada, conforme a
criterios que permitan una adecuada y clara asignación de competencias y transferencias de
recursos del gobierno nacional hacia los gobiernos regionales y locales, evitando la duplicidad.
II. ARGUMENTACIÓN
En el caso de Perú, como ya mencionamos, se lleva a cabo una reforma descentralizadora que se
inició el año 2002, la cual fue casi desactivada el año 2006 y que, actualmente, ante la ausencia de
voluntad política para llevarla a buen puerto. Los temas en cuanto a la descentralización
administrativa, fiscal y territorial, han quedado a medio camino y en algunos de ellos ni siquiera se
ha comenzado.
El Plan Bicentenario considera imprescindible definir estrategias que contribuyan a cerrar las
diferentes brechas de desigualdad de recursos y capacidades entre Lima y las regiones, y entre las
propias regiones. Desarrollar una infraestructura económica y productiva suficiente y adecuada,
descentralizada y de uso público es un objetivo estratégico fundamental.
En relación con la Gobernabilidad en nuestro país, el Plan Bicentenario, nos marca la pauta en el
tercer eje estratégico, “Estado y Gobernabilidad”, el cual tiene como objetivo nacional, consolidar
un “Estado democrático y descentralizado que funciona con eficiencia al servicio de la ciudadanía
y del desarrollo, que garantiza la seguridad y defensa nacionales y promueve una política exterior
de soberanía, paz, integración continental y defensa del desarrollo social y la democracia.”
Todas las personas que vivimos en el país debemos conocer que el Estado peruano es un Estado
unitario y descentralizado; unitario, porque es una sola entidad que tiene deberes comunes y
persigue metas compartidas, como el bienestar general o la protección de las personas. No
obstante, también es descentralizado porque el gobierno debe ejercerse en tres niveles; un
gobierno nacional, 25 gobiernos regionales y 1834 municipales - provinciales y distritales. De esta
forma, el Estado se acerca a la población para satisfacer de mejor manera sus necesidades y velar
por sus derechos en condiciones de igualdad y respeto a la pluralidad.
A puertas del bicentenario el estado peruano tiene el deber de generar las condiciones necesarias
para el bienestar de sus ciudadanos y el desarrollo del país. Para ello debe organizar instituciones
orientadas a prestar servicios de calidad al ciudadano, haciendo rentables los tributos del
contribuyente.
Esta nueva visión de Estado orientado al servicio del ciudadano, demanda remover los cimientos
de las instituciones públicas a fin de evaluar si sus procesos, productos y resultados se encuentran
alineados a la satisfacción de las necesidades de todos los peruanos, es decir, requiere la
modernización de la gestión pública.
La modernización del Estado es responsabilidad de todas las entidades públicas y los funcionarios
que las conforman, sin excepción, como bien lo señala la Política de Modernización de la Gestión
Pública. En este sentido, las entidades de los poderes del Estado, de los gobiernos sub nacionales,
los Organismos Constitucionalmente Autónomos y la sociedad civil tenemos el deber de tomar la
iniciativa para proponer alternativas que mejoren los niveles de desempeño de nuestras
instituciones en favor de nuestros ciudadanos.
En este proceso se pueden identificar tres dimensiones, “una económica, caracterizada por un
sistema de producción que permite a los empresarios locales usar eficientemente los factores
productivos, generar economías de escala y aumentar la productividad a niveles que permiten
mejorar la competitividad en los mercados; otra sociocultural, en la cual el sistema de relaciones
económicas y sociales, las instituciones locales y los valores sirven de base al proceso de
desarrollo, y otra política y administrativa, en la que las iniciativas locales crean un entorno local
favorable a la producción e impulsan el desarrollo”.
La descentralización y el desarrollo económico local, por tanto, son dos procesos que se
encuentran inherentemente unidos. Ambos son procesos que han mostrado fuertes sinergias en
las políticas de organización de la economía y del Estado. La descentralización, entendida como la
devolución de competencias a las comunidades locales y regionales tiene sus fundamentos en la
mejora del Estado con miras a una mejor organización y eficiencia económica para poder
gestionar los procesos de desarrollo local.
III. CONCLUSIÓN
El Plan Bicentenario busca desarrollo nacional integral del Perú, por ello es muy importante
además la descentralización implica varias dimensiones, etapas o niveles que deben ser atendidas
y relacionada de manera coherente con la realidad de la población peruana, en base a ello
tenemos: una dimensión social, que implica el fortalecimiento de diversas formas de Asociación
Ciudadana para que la población puede ejercer plenamente sus derechos democráticos, una
dimensión ambiental, la misma, que implica tomar conciencia de los diversos recursos naturales y
actividades productivas de la región, para que sus gobiernos regionales y locales hagan un uso
adecuado de estos, fomentando así el desarrollo sostenible del país y por último, se quiere una
dimensión política educativa que construya la formación de su población para hacerla más
productiva y comprometida con su realidad.
Rodríguez Alfonso, José R y Lobo, Thereza. “Fiscal Descentralization and Participation in Delayed
Democratic Experiences”, documento para el Foro Tinker “El Papel del Estado en Latinoamérica y
el Caribe”, México, octubre de 1996.
Banco Mundial, Más Allá del Centro: La Descentralización del Estado, Washington D.C. 1999.
Gonzales de Olarte, Efraín (1998), “La descentralización en el Perú: entre la fortaleza del centro y
la debilidad de la periferia”, en Revesz, Bruno (Editor), Descentralización y gobernabilidad en
tiempos de globalización, 1ra. Edición, CIPCA, IEP, Lima, Perú, pp. 123-146.