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Publicidad: Esta regla exige que el juicio sea público. Lo que hace es
trasparentar la actuación probatoria como regla general, de tal forma que
sobre ella exista control ciudadano.
Es importante resaltar además los medios de prueba que se hace referencia a los
utilizados en un proceso judicial y se clasificación es la siguiente:
La confesión: Para constituirse como tal debe darse cuando el imputado
acepta los cargos o la imputación presentada por el fiscal. Sin embargo, se
brinda garantías a esta aceptación para darle valor probatorio cuando es
debidamente corroborado con otros elementos de convicción. La
autoincriminación es insuficiente para sustentar una condena porque puede
darse el caso que se reconozca el delito y no haya información adicional
que confirme la confesión. Se beberá establecer que la confesión sea dada
libremente, es decir que no haya, por ejemplo violencia física o psicológica
de por medio. Además, se debe apreciar que el confeso este gozando de
facultades psíquicas normales y que la confesión sea prestada ante el juez
o el fiscal, pero siempre con presencia de si abogado defensor. Si no se
cumple estas garantías perderá merito probatorio.
El testimonio: El testigo es aquel órgano de prueba que va a dar en el
proceso información relacionada a la imputación objeto del proceso penal. La
doctrina reconoce cuatro clases de testigos:
Directos o presenciales: Los que tienen una apreciación directa de los
hechos que son objeto de la imputación.
Indirectos o de referencia: Los que informan sobre datos proporcionados
por otras personas.
De conducta: Los que aportan elementos de juicio sobre el
comportamiento del imputado.
Instrumentales: Los que acuden al proceso judicial para dar fe de algún
documento o de su contenido o firma.
El juez está facultado a verificar la capacidad física o psíquica del testigo para tal
efecto y si fuere necesario ordenara que se realicen las indagaciones, o pericias.
La comparecencia de un testigo en juicio es obligatoria salvo que
excepcionalmente por razones justificadas no puede acudir al llamado, dentro de
una ponderación con otras actividades que realiza en forma simultánea como por
ejemplo obligaciones laborales o educativas o de otra naturaleza.
Para concluir es importante resaltar, que cuando hablamos de que “una prueba
debe estar más allá de toda duda razonable” inmediatamente nos
contextualizamos en el ámbito del sistema judicial anglosajón, en el cual se exige
que la prueba debe establecerse por encima de cualquier duda. Ahora bien,
afirmar que la prueba debe estar más allá de toda duda razonable no equivale
necesariamente a que debe estar más allá de toda sombra de duda, ya que en tal
situación se necesitaría descartar, en su totalidad, cualquier otra versión de los
hechos diferente a la que da lugar la imposición de la culpa, mientras que
generalmente se admite que este postulado permite la existencia de otras
hipótesis posibles, aunque improbables”.
El concepto o expresión “más allá de toda duda razonable”, comienza a cobrar
fuerza cada día en las nuevas sistemáticas penales con tendencia acusatoria,
sucediendo lo mismo en el derecho continental, teniendo como referencia su
transcendencia o fuerza vinculante en el derecho anglosajón quienes desde ya
hace tiempo vienen aplicando este estándar probatorio, sin desconocer que
primero pasó por el proceso penal ingles en donde tuvo sus origines y es una
herramienta probatoria del derecho para desestimar las dudas infundadas.
La existencia del Estado, es la de establecer un orden justo y ello implica tener en
cuenta un debido proceso que permita establecer la verdad de los hechos, para lo
cual se implementa una sistemática procesal que colabore en ello y al interior de
ésta unas figuras procesales que permitan hacerlo, especialmente al juez al
momento de emitir una decisión, la cual debe ser justa, en la medida que los
temas y medios de prueba, no lo solo le sean disponibles sino también que le
permitan conocer y convencerse de la pretensión planteada o llevada como
problema jurídico para resolver, sea la fiscalía o la defensa, en tratándose del
proceso penal. El proceso penal tiene como objetivo resolver un conflicto trabado
entre el estado y uno o varios de sus coasociados, y para resolver este conflicto se
requiere establecer los hechos y circunstancias materia del juicio, y por supuesto
la responsabilidad de quien realizo éstos y éstas, para lo cual se elabora un
método normativo de investigación que le permita, no solo a las partes construir
sus pretensiones sino también al juez valorar y analizar esas pretensiones para de
esa manera dar respuesta justa en la solución del problema jurídico que le llevaron
a su conocimiento. El juez no solo deberá tener conocimiento del tema que se va a
probar, es decir, los hechos del litigio, sino también que deberá conocer los
medios de prueba, que le permitirán adquirir el convencimiento de la
responsabilidad o no del acusado de los hechos en los cuales se vincula éste.
La finalidad del “más allá de toda duda razonable” no es intentar convencer al juez
de que el acusador debe probar sus acusaciones, ni mucho menos, aunque ese
fuera el origen de la concepción y tampoco intenta persuadirle de que los
ciudadanos suelen ser más inocentes que culpables. El “más allá de toda duda
razonable” es tratar de hacer al juez más imparcial, alejándolo del impacto que
haya generado el daño que hayan podido provocar los hechos, a fin de que no
quiera ver con precipitación a un culpable donde no lo hay, que es lo más
frecuente entre la sociedad.