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Instituto de Formación Docente N°5

Profesorado de Lengua y Literatura

Trabajo Práctico n°1

Espacio curricular: Española 1


Docente: Prof. Mariela Miranda.
Alumno: Mariano David Quispe.
Año:2020.
La construcción de los personajes en el Cantar del Mío Cid

Siguiendo a María Nikolajeva en su obra La Retórica del Personaje en la


Literatura para chicos, podemos encuadrar el Cantar del Mío Cid, dentro de la
época histórica en la que la literatura está en transición entre la narración
mítica y el romance. Con personajes bastante estáticos que mantienen sus
características, defectos y virtudes a lo largo de la obra. A modo de ejemplo el
mismo Cid y sus compañeros, siempre valientes y arrojados, leales al Rey aún
a pesar de las injurias recibidas. Los Infantes de Carrión son un ejemplo de
personajes llenos de fallas y defectos. Su cobardía y perfidia asoman desde su
primera aparición y se mantienen constantes a lo largo de todo el poema. La
mayoría de los que intervienen en la trama comparten está característica de ser
personajes que atraviesan la historia sin sufrir cambios. Sin embargo podemos
encontrar un personaje que va cambiando en su forma de pensar a lo largo de
la narración. Hablamos del Rey Alfonso VI, Rey de Castilla y señor del Cid
Rodrigo Díaz de Vivar, quien transita desde una ira regia contra su vasallo,
hasta el amor fraternal, desde decretar el destierro del Campeador hasta
llenarlo de los más altos honores.
En los párrafos siguientes proponemos documentar este pasaje del Rey, por
medio de la cita de algunos fragmentos del poema; privilegiando aquellos que
ponen de manifiesto el cambio de actitud que tiene éste hacia el Cid
Campeador.
Luego de decretado el destierro, y aún después de haber abandonado las
tierras reales, el Cid aún teme que la ira del Rey le persiga. Cómo podemos
observar en el siguiente verso.
“vencidos están los moros, la paz con ellos firmada, el rey Alfonso atacarnos
podría con su mesnada”
Para resaltar la inquina del Rey contra Díaz de Vivar, en el poema encontramos
versos que nos enseñan, que aquella se extiende a todo aquel que brinde
ayuda al desterrado; así vemos, al pueblo de Burgos reacio a asistirlo y en
boca de una niña oimos:
“Campeador que en bendita hora ceñiste la espada, el rey lo ha creado, anoche
a Burgos llegó su carta, con severas prevenciones y fuertemente sellada. No
nos atrevemos, Cid a darle asilo por nada, porque si no perderíamos los
haberes y las casas, perderíamos también los ojos de nuestras caras.”
Luego, se expresa en igual sentido Martín Antolínez:
“Mío Cid Campeador qué en tan buena hora a nacido, descansemos esta
noche y mañana ,de camino, porque he de ser acusado, Cid, por haberos
servido y en la cólera del Rey también me veré metido.”
Éste es el punto de partida del personaje del Rey Alfonso, una actitud casi de
antagonista frente al Cid. Luego, los logros en el campo de batalla, los
obsequios que le envía y sobre todo las muestras de su lealtad, consiguen
cambiar los sentimientos del Su Majestad hacia el de Vivar. Concediéndole
sucesivas gracias, hasta finalmente otorgarle su perdón, e incluso llenarlo de
honores. Proceso que vemos transcurrir a lo largo del poema y que va
asociado a la rehabilitación de la honra del Campeador. Así:
Luego de tomar la fortaleza de Alcocer, el Cid envía a su pariente Alvar Fañez
a presentarse ante el rey en su nombre llevándole obsequios, promesa de
lealtad y pedido de gracia. El rey recibe de buen grado los presentes, y aunque
no cambia su palabra respecto al Cid, permite que el emisario regrese a su
lado, con un salvoconducto para cruzar las tierras. Lo muestran los siguientes
versos.
“y me alegro de que el Cid logré tan buena ganancia. Y sobre todo lo dicho, os
perdonó a vos, Minaya, vuestros honores y tierras otra vez o sean dadas, a
vuestro gusto salid y entrad, qué estáis en mi gracia, más del Cid campeador,
no puedo deciros nada.”
El Cid continúa sus correrías en tierras moras, tiempo después logra conquistar
la fortaleza de Valencia. Cuantioso botín obtiene de dicha hazaña; y una vez
más envía a Minaya, a llevar cuantiosos regalos a Alfonso. Éste los acepta de
buen grado y perdona a la familia de Ruy Díaz y permite que todo aquel que
desee unirse al ejército del Cid pueda hacerlo con su venía. Esto queda
plasmado en los siguientes fragmentos:
“Alzó la mano derecha el rey y se santiguó: De estas ganancias tan grandes
que logró el Campeador, por San Isidro bendito, me alegro de corazón, me
alegro de las hazañas qué hace el Cid campeador.”
Más adelante ante el pedido de permitir que la familia del Cid parta a su
encuentro, formulado por Fañez en nombre de su señor, el Rey expresa:
“Pláceme de honor. Mientras vayan por mis reinos les daré manutención,
guárdenlas todos de mal, de afrenta y deshonor.”
Por último añade:
“Aquellos que quieran irse con el Cid campeador, venia les doy, váyanse en
gracia del Creador. Más ganaremos con esto que con otro desamor.”
Con motivo de su victoria sobre el Rey de Marruecos, el Cid hace al Rey
Alfonso nuevos regalos, ante estos nuevos presentes, éste dice:
“Agradezco a Mío Cid este don que me ha enviado. Espero que llegue el día en
qué por mí se ha premiado.”
En éste episodio vemos al Rey con una actitud completamente distinta a la que
en principio albergaba contra Rodrigo de Vivar, llegando al punto de pedir en
matrimonio a las hijas del Campeador para dos de sus nobles y solicitar un
encuentro con él, donde el Cid disponga. Virtualmente lo ha perdonado.
“muy bien que me está sirviendo mío Cid campeador y como él se lo merece le
concederé perdón que venga haberse conmigo si gusta vuestro señor.”
Y sigue.
“Llevad vos este mensaje, que así os lo ruego yo, decídselo de mi parte al buen
Cid Campeador. A honra lo habrá de tomar, qué irá ganando en honor, si por
bodas emparenta con infantes de Carrión.”
Finalizando:
“Decid a Rodrigo Díaz el que en buena hora nació qué en sitio que a él le
convenga podremos vernos los dos y en lugar que designe será nuestra
reunión.”
Dicha reunión será la ocasión propicia para que el Rey le otorgue su perdón al
Cid.
En éste encuentro, Ruy Díaz pide al Rey:
“Merced os pido, buen Rey, vos mi natural señor, que ante vos arrodillado, me
devolváis vuestro amor.
A lo que el Rey responde:
“Así lo haré con alma y con corazón, aquí os perdono Cid, y os vuelvo a mi
favor, desde hoy en todo mi reino acogida os doy yo”
Para luego prodigarse mutuamente señales de amor y respeto.
Así vemos ilustrado el cambio operado en los sentimientos del Rey hacia el Mío
Cid, gracias a las hazañas heroicas y los preciosos regalos realizados por éste
a Alfonso VI, quién va, desde la ira inicial hasta el amor y la honra.

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