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- CANTAR DE MÍO CID:

El poema fue escrito hacia el año 1110, inmediatamente después de sucedidos los hechos por primera
vez por un juglar de la zona de San Esteban de Gormaz. Se divide en tres partes o cantares : cantar del
Destierro, Cantar de las bodas y Cantar de la afrenta de Corpes

Cantar I. Cantar del Destierro :


El Cid sale de Vivar y llega a Burgos, donde nadie se atreve a darle asilo por temor a las represalias
del rey. Después se dirige al monasterio de San Pedro de Cardeña, para despedirse de su esposa, doña
Jimena, y de sus dos hijas, a las que deja confiadas al abad de dicho monasterio. Entra luego en tierra de
moros, asalta la villa de Castejón y vence a los moros en varias ocasiones, recogiendo un rico botín del que
envía parte al rey.

Gran dolor tienen en Burgos todas las gentes cristianas Seguid y que os proteja Dios con sus virtudes santas."
de Mío Cid se escondían: no pueden decirle nada. Esto le dijo la niña y se volvió hacia su casa.
Se dirige Mío Cid adonde siempre paraba; Bien claro ha visto Ruy Díaz que del rey no espere gracia.
cuando a la puerta llegó se la encuentra bien cerrada. De allí se aparta, por Burgos a buen paso atravesaba,
Por miedo del rey Alfonso acordaron los de casa a Santa María llega, del caballo descabalga,
que como el Cid no la rompa no se la abrirán por nada. las rodillas hinca en tierra y de corazón rogaba.
La gente de Mío Cid a grandes voces llamaba, Cuando acabó su oración el Cid otra vez cabalga,
los de dentro no querían contestar una palabra. de las murallas salió, el río Arlanzón cruzaba.
Mío Cid picó el caballo, a la puerta se acercaba, Junto a Burgos, esa villa, en el arenal posaba,
el pie sacó del estribo, y con él gran golpe daba, las tiendas mandó plantar y del caballo se baja.
pero no se abrió la puerta, que estaba muy bien cerrada. Mío Cid el de Vivar que en buen hora ciñó espada
La niña de nueve años muy cerca del Cid se para: en un arenal posó, que nadie le abre su casa.
"Campeador que en bendita hora ceñiste la espada, Pero en torno suyo hay guerreros que le acompañan.
el rey lo ha vedado, anoche a Burgos llegó su carta, Así acampó Mío Cid cual si anduviera en montaña.
con severas prevenciones y fuertemente sellada. Prohibido tiene el rey que en Burgos le vendan nada
No nos atrevemos, Cid, a darte asilo por nada, de todas aquellas cosas que le sirvan de vianda.
porque si no perderíamos los haberes y las casas, No se atreven a venderle ni la ración más menguada.
perderíamos también los ojos de nuestras caras.
Cid, en el mal de nosotros vos no vais ganando nada.

Cantar II. Cantar de las Bodas :


Refiere fundamentalmente la conquista de Valencia. El Cid vence al rey moro de Sevilla y envía un
nuevo presente al rey Alfonso VI, lo que permite el reencuentro del Cid con su familia. Poco después la
ciudad es sitiada por el rey moro de Marruecos ; el Cid le derrota y envía un tercer presente al rey Alfonso.
Los infantes de Carrión solicitan al rey de Castilla las hijas del Cid en matrimonio y el rey y señor del Cid
interviene para lograr el consentimiento de aquel y lo perdona solemnemente. Con los preparativos termina
el Cantar.

"Mi mujer, doña Jimena, sea lo que quiera Dios.


A vos os digo, hijas mías, doña Elvira y doña Sol,
que con este casamiento ganaremos en honor,
pero sabed que estas bodas no las he arreglado yo:
os ha pedido y rogado don Alfonso, mi señor.
Lo hizo con tanta firmeza, tan de todo corazón,
que a aquello que me pedía no supe decir que no.
Así en sus manos os puse, hijas mías, a las dos.
Pero de verdad os digo: él os casa, que no yo".

Cantar III. La afrenta de Corpes :

Los infantes de Carrión quedan en ridículo ante los cortesanos del Cid por su cobardía en el campo de batalla
y por el pánico que demuestran a la vista de un león escapado. deciden entonces vengar las burlas de que han
sido objeto, para ello parten de Valencia con sus mujeres y, al llegar al robledal de Corpes las abandonan,
después de azotarlas bárbaramente. El Cid pide justicia al rey. Convocadas las cortes en Toledo, los guerreros
del Campeador desafían y vencen a los infantes, que son declarados traidores. El Poema con las nuevas
bodas de las hijas del Cid, doña Elvira y doña Sol, con los infantes de Navarra y Aragón.
"Escuchadnos bien, esposas, doña Elvira y doña Sol:
vais a ser escarnecidas en estos montes las dos,
nos marcharemos dejándoos aquí a vosotras, y no
tendréis parte en nuestras tierras del condado de Carrión.
Luego con estas noticias irán al Campeador
y quedaremos vengados por aquello del león."
Allí los mantos y pieles les quitaron a las dos,
sólo camisa y brial sobre el cuerpo les quedó.
Espuelas llevan calzadas los traidores de Carrión,
cogen en las manos cinchas que fuertes y duras son.
/.../
Las damas mucho rogaron, mas de nada les sirvió;
empezaron a azotarlas los infantes de Carrión,
con las cinchas corredizas les pegan sin compasión,
hiérenlas con las espuelas donde sientan mas dolor,
y les rasgan las camisas y las carnes a las dos,
sobre las telas de seda limpia la sangre asomó.
Las hijas del Cid lo sienten en lo hondo del corazón.
¡Oh, qué ventura tan grande si quisiera el Creador
que asomase por allí Mío Cid Campeador!
Desfallecidas se quedan, tan fuertes los golpes son,
los briales y camisas mucha sangre los cubrió.
Bien se hartaron de pegar los infantes de Carrión,
esforzándose por ver quién les pegaba mejor.
Ya no podían hablar doña Elvira y doña Sol.
Lleváronse los infantes los mantos y pieles finas
y desmayadas las dejan, en briales y camisas,
entre las aves del monte y tantas fieras malignas.
Por muertas se las dejaron, por muertas, que no por vivas.
¡Qué suerte si ahora asomase el Campeador Ruy Díaz!

Métrica:
La versificación es irregular, oscilando la medida de los versos entre las 10 y las 20 sílabas, aunque se
aprecia un predominio de los de 14, 15 y 13 con hemistiquios de 6, 7 y 8 sílabas combinados preferentemente en
7 + 7, 7 + 8 y 6 + 7. Entre los hemistiquios se genera un espacio que se denomina cesura. Los versos están
agrupados en series o tiradas que encierran una misma idea, cuya asonancia es más o menos continua. Suele
cambiarse la asonancia cuando la narración da paso al discurso directo o viceversa y cuando una nueva escena o
tema.

Estilo:
Destacan los siguientes recursos:
Con el propósito de ennoblecerlos el poeta dota a los personajes de cualidades excelentes mediante el
epíteto épico - "el que en buen hora nació", "el bueno de Vivar",
Visualiza las escenas de emocionantes mediante expresiones deícticas, señaladoras - afectos (heos
aquí), veriedes - porque presupone un auditorio.
Hay pleonasmos - llorando de los ojos - que intensifican la expresión emotiva.
Abundan las descripciones de personas, batallas y lugares que dotan de realismo al texto.
Para terminar hay que destacar la claridad y simplicidad que el poeta confiere a la narración que
discurre con rapidez y viveza (dinamismo).

El Cid:
El protagonista de la obra, Rodrigo Díaz de Vivar, existió alrededor del siglo X – XI, siendo un destacado
guerrero cristiano en la tarea de Reconquista. Al parecer, fue tanta la fama alcanzada por este caballero que su
vida fue convirtiéndose en leyenda y, de ahí, derivó en Cantar de gesta.
El Cid cumple los rasgos propios de los héroes épicos, cuya configuración se basaba en el tópico latino
“Fortitudo et sapientia” (Fuerza y sabiduría). El tópico dibuja a un personaje que, en su esfera privada y personal
es amable con su familia, amigos y servidores leales (sapientia), mientras que en el ámbito militar es fiero e
implacable con el enemigo (fortitudo).
En el caso del Cid, además, se añade la honra como motor de su comportamiento, articulándose la obra
como una continua lucha del protagonista por recuperar la honra perdida (destierro del Cid, vejación de sus hijas).
La recuperación del honor por parte del Cid, siempre se hace, eso sí, siguiendo unos cauces “legales”, nunca por
medio de la venganza personal por parte del caballero. El motivo es claro: el Cid, modelo para la ciudadanía, no
puede mandar el mensaje de que, cuando es deshonrado, se debe tomar la “justicia por su mano”:

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