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LOS ORIGENES
La arquitec tura que nació de esas comunidades es , al principio,
solo prácti ca y utilita ria , sin pretensiones monumentales , y la mansión
de los dioses era a imagen de la de los hombres .
Esa arquitec tura no conserva nada de la tradición palacial m1ce-
ni ca . Algunos ejemplos aislad os, o en conjuntos, como el poblado
d e la antigua Esmirna, evocan las primeras form as de ese ren ac i-
miento. Se hacían con strucciones a islada s y autónomas. La casa solo
tiene una ha bitación; es d e planta elíptica, rec tangul a r y, pos terior-
mente, absid al. En Esmirna los dos primeros tipos son los m ás anti- a nálogo a las fo rmas q ue p resen ta el ed íc ulo votivo de Samas . hecho
guos (s iglos x 1-1x) ; el tercero es contemporá neo d el último per ío do d e pied ra. Nó tese que e n Esmi rn a, com o en c-1 pequeño templo d~
del arte geom étrico (fin al del siglo ,x y primera mit ad d e l v 111) ; In Apo lo Da fn éfo ro rec iente men te d esc u bier to e n Ere tria, el dispos itivo
con stru cción (de 5 a 7 me tros de longitud y 3, 5 a 4 me tros e n la pur- de esos pil mes in ter iores es dis imé tr ico . Es un o solo en un extremo.
re m ás an cha ) se hace co n ladrillm, de ad o be o npi so nudos ase nt ad os do bl e e n e l o t ro; hay que imagi na r so bre ese pilar doble un cuadral
' . 1·ezas
en un bas amento de pi edra o de si ll ería. Mu y p ron to esos busa me n- qm: so po rt u una carga m.ís pesa da po rqu é apoya n e n el las P
tos alcan za ro n import ancia hac iéndose los bl oques talluc.l os, des pués de un a nr 111 uzó n radiu d u que co r r1:' s po nde a l refuerzo del caballet_e.
como ort os 1a tos, gra nd es losas so bre el sue lo cuyo e m p ico i;e man- m ie nt ras qul! e n d o t ro e x tre mo, e n la fa chad a, a pa rece el front~n
1endría a lo largo de la hi sto ri a de h1 arqui tectu ra gri cgu . En e l inl e- tri u11gul ar, u n ido a l ag u iló n de l tc-jado n dos aguas. Aquí todavio
rior, los pilares de madera situados en el eje princip a l pe rmit iero n suoieren
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los cd k ul os vo ti vos de te r raco ta e.le Perac hora y de A rgos
sosten er una armadura rudimentaria fo rmad a por un ca bullct t: ul ·
y j ust1·1··1ca n esa rest 1tuc ·
1·ó n . La arm azo· n sigue t a
e ncon r,' ndose en .e1
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que se sujetaban los e lementos latt:ralt:s. El tejado es a d os agu as , sigl u \' t i..:n d k soro de l H crn ió n de Sila ris , próx imo a Pose• ·
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ión de un tempio, 47. Reconstitu ción de la fachada y
45 _ Reconstituc la planta del templo A de Prinias
Drer_os (Creta) (de Demargne,
¡964). (de Charbonne aux- Martln - Vil/ard,
1968).
46. Ed(c11/o votivo de Argos.
Museo Nacional de Atenas. 48. A rquitrabe del templo de
Prinias. Museo de Herakle/611.
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CJ
A. primera época (s. IX)
B. segunda época (s . Vllll
LA ARQUITECTURA RELIGIOSA
Dos regiones de mundo griego conservaron los vestigios más an-
tiguos de la arquitectura religiosa en sus comienzos que nos permi-
ten captar la concepción, las novedades y las supervivencias que
heredó de las tradiciones egeas.
Primero en Creta, donde los templos primitivos de Prinias y
Dreros se distinguen de las plantas absidales de la Grecia continen-
tal. Las plantas siguen conservando el récuerdo de las capillas mi-
noicas; de proporciones rectangulares, incorporan al edificio el altar
de los sacrificios, las mesas de libaciones y las banquetas donde se
colocan las ofrendas y se presentan las esfigies divinas. El agranda-
miento del espacio interior exige la presencia de soportes que sos-
tengan la cubierta dispuesta en azotea; la forma de los pilares, el
predominio de ritmos impares , el gusto por fajas pintadas y esculpi-
das asociadas a vanos o a bordes de tejados subrayan los lazos que
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·~·~ unen a esos edificios arcaicos (siglos v111 y v11) con las superviven-
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cias de la arquitectura minoica.
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Las grandes creacion es del orden 10111co
Más al Este, particularmente en Delos y en Samas , esos rasgos
·~ nün perceptibles en el Artemisión y el Letoon delios, evolucionan
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rápidamente dando paso a un a concepc1on más amplia, más monu·
ment al a lá que, sin eluda, no le son ajenas influe ncias de exube·
\ rnntes co lumnas eg ipcias.
Las preocupaciones rituales y las exige ncias del culto llevaron ª
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N In creac ión ele farmas nuevas adaptadas a una función religiosa
S1o a meridiona l
Seg undo Heca1ornpedon específica. A las orillas del lmbrasos, no lejos de Samos, la efigie
J Camino procesi onal
4 All ar
dt: Hern, llevada por los argonautas, era venerada bajo un baldaqui-
no , e ntre las espesuras de mimbres sagrados, en medio de altares al
aire libre . Esos son los elementos permanentes del culto que no c~-
ºr._:::::'r::º::::::2[0::::J:::::j◄Om . sarían de e ncon trarse en las múltiples transformaciones arquitectónJ-
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51. Planta del templo de Hera 53 . Planta del primer templo de
construido por Reco y Teodoros, Apo/o Dafnéforo, Eretria (de
Samos (de Bervé-Gruben, 196/). Auberson, /968) .
52. Planta del templo de Hera,
construido por Polfcrates, Samas
(de Bervé-Gruben, /961).
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conjunto.
Finalmente , se realizó nuevo progreso hacia 570-560 por los ar- ••••••••••••••••• • •• n
qu itectos Roicos y Teodoros, que construyeron el templo de Hera en
Samas y par ticiparon-al menos el segundo-en el trabajo de los
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canteros del Artemisión de Efeso, en colaboración con el cretense
Jersifronte y su h ijo Metagenes. Con ellos, trabamos conocimiento J • •• •I •
con la primera generaci ón de grandes arquitectos griegos que libra-
ron su arte de los tanteos primi tivos gracias a una vigorosa capaci- • • 1: D
dad creadora y a notable maes tría técnica. Eran , a la vez, arquitec-
tos, esc ul tores e ingenieros que se ntían gran curiosidad por el mundo
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ex terior-los dos arq uitec tos samios viaj aron a Egipto-y , al igual • ••• • •• • •• •• • ••••• •
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q ue su época, se preoc upaban por las técnicas y sentían inclinación
por las invest igaciones sutil es; dice Plinio: «T eodoros , autor del
laberi nto de Sa ma s (el gra n templo díptero) hi zo en bronce su pro-
pia esta tua y alcanzó la ce lebridad no solo por el asombroso pa reci-
do del retra to sino por la gra n finura de su arte.» Unos y otros c rea-
ron, además, la trad ición de los coment arios que los grandes arti s- N~
tas pu bli caban sobre sus ob ra s. Los escasos ecos sobre ~sos co men- o o o u o o. Q_ Q_ tl Q_ t) Q. Q_ u:..._r
tarios, llegados a nosotros a tra vés de Vitruvio y de Plinio el Vi ejo,
hace n lamentar la pérdida de un a lit era tura téc ni ca y tcó rk n que
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nos hubiera aclarado muchos aspec tos de la creación a rquit ec tónka
griega.
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_ Para juzga r la obra de Ruicob y J e Tcodorob nos qu1:dan los ves- ;b
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tiglos del gra n templ o de Hera . Las proporciones su 11crt:cientnn
ampli amt nle ( 105 X 52 ,5 metros) . el peristilo co nbtc1 de doble colum-
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nata exterior, se gú n la plant a d fptaa, qu e conbtitu ye u11 verdadero '1 1~1n ,
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54. Capitel eólico de Larisa. Muse<, 56. Recomtitución de las fachadas
Arqueológico de lstambul. de los tesoros de Cnido, Marsella y
55. Capitel eólico de Neandria.
Sijnos, en Delfos (de Charbonneaux
Museo Arqueológico de lstambul. -Martin-Villard, 1968).
«laberinto » con sus 105 columnas. cuyo ritmo está impuesto por las
divisiones de los espacios interiores ; para responder al alineamien-
to de los muros de la cella y de la doble columnata interior, los
intercolumnios centrales de las fachadas sobrepasan bastante (8 , lO me-
tros) al de las naves laterales (5 ,25 metros) .
El Artemisión de Efeso, obra contemporánea y de análogas pro-
porciones (115 , 14XSS ,10 metros), aventajó a su rival por la ri-
queza decorativa . También es djptero y presenta un ritmo de facha-
da de 8 columnas, diferente del de la fachada posterior (9 colum-
nas) y las mismas variaciones en la longitud de intercolumnios. La
decoración esculpida, que la época clásica fijaría en zonas definidas,
se sitúa aquí curiosamente en las columnas de las fachadas. Los pri-
meros tambores de cada columna, que reposan en una basa ricamen-
te fileteada con doble mediacaña sobremontada por un bocel, están
decorados con débil relieve, a menos que, según hipótesis reciente,
esa decoración no haya que desplazarla hacia arriba, a los capi-
teles (?). Creso, el rico rey de Lidia, había ofrendado algunas de
esas columnas suntuosas a la diosa de Efeso y había hecho grabar
en. ellas su nombre.
Esos dos edificios dejaron su impronta y, durante muchos si-
glos, impusieron las formas y los motivos del orden jónico de Asia;
sólo variaciones de detalle afectaron a la reconstrucción hecha en el
siglo 1v en Efeso y en Sardes. Se necesitaría el nuevo vigor de los
arquitectos helenísticos para imponer, en las proporciones y en la
decoración, elementos nuevos en Magnesia del Meandro o en Dí-
dima.
Fuera de su propio dominio, el orden jónico tendría algunos ecos ,
tímidos y discretos, tanto en la Grecia continental como en Occiden-
te, donde tuvo que afrontar la supremacía del estilo dórico. Se tiene
la impresión de algunas variaciones introducidas en el tema funda-
mental.
En la Grecia continental , el santuario de Apolo Délfico y la
Acrópolis de Atenas conservaron los ejemplos más bellos de una ar-
quitectura jónica aplicada a edificios de proporciones reducidas. re-
finados, tratados como elementos preciosos, destinados a introducir
en los conjuntos dóricos un poco de luminosidad, de fantasía, ma-
yor gracia decorativa y más encanto en el . adorno monumental de
esos santuarios . Los tesoros de Delfos, el templo de Atenea Niké ª
la entrada de Acrópolis ateniense , y el Erecteón. frente al Partenón,
tienen la relativa severidad de los grandes edificios dóricos .
Los tesoros jónicos de Delf os, en el período de 550 a 525 a. de c..
expresan con la mayor libertad el gusto por la decoración esculpida
en esa arquitectura en miniatura. El tesoro de Clazomene y el de
Marsella reemplazaron el capitel de grandes volutas , propio de A_sia
Menor, por un capitel de palmas cuyo modelo, sin duda, es egipcio;
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57. Cariátide del tesoro de Sifnos. 58. Frontón del tesoro de Sifnos.
Museo de De({os. Museo de De(fos.
59. Friso del tesura de Sifnos.
Museo de Deifos.
60. Basamento del tesoro de
Marsella en el santuario de A tenea,
Deifos.
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·-.:; . 'J 61 . Detalle del friso septentrional
del tesoro de Sifno . Museo de
De/fas.
62. Cornisamento del tesoro ele
Sifnos. Museo de Delfos.
63 . Frontón del olivo. Museo de la
Acrópolis, Atenas.
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64. Frontón con la apoteosis de
Heracles. Museo de la Acrópolis,
Atenas
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65. Templo de A tena Niké en la
Acrópolis de Atenas.
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182. El teatro de Priene.
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183. El teatro de E · 1
184. Detalle del te pie auro.
185. Una torre d afro de Segeste.
Egostena. e los bastiones de
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186. Vista de la fortale:.a de 188 ·. Tclllpln de Cástor v Pr!I 11 1. ,
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Eleutera.
18 7, Vista de la (orra/e._a de
Ele111cra.
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J89. Templo de la Concordia en
Agrif!ento.
J90. La Basi7ica de Pesto.
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/ 91 . El templo dórico de Segeste
visto desde la colina del teatro.
,icles erigió un edificio que responde a esas múltiple_s dificultades Y sistemático de toda presentac1·'on ax1·a1, a una renuncia voluntaria
conservaba una unidad profunda y real. Respetó el ritmo f undamen- de composiciones simétricas.
tal de los propileos arcaicos con las cinco puertas de acceso a la Con 1as vanan· tes di·ctadas por el pai saje y el lugar,
. se encuentran
.
planicie sagrada, abiertas en un muro transversal que cort~ba el _co- las mismas preocupaciones en los conjuntos tan ~,fe rentes de ?lim-
rredor que bordeaba los dos muros laterales. Pero una hgera dife- pia yDelfos. El peregrino que asciende por la V1_a Sacra , ª! pie de
rencia de orientación ponía el eje del edificio en relación con el final las fedríadas , descubre progresivamente, de nivel en mvel, las
de \a Vía Sacra y con el eje Este-Oeste de la planicie, separando el ofrendas consagradas a Apolo colocadas en ángulos diferentes. Des-
Pnrtenón y el conjunto del Erecteón. Para respetar y subrayar el pués de los grandes conjuntos de esculturas que_ ornan la prime~a
movimiento ascendente de la procesión, el cuerpo central de los parte, bordea los tesoros de Sicione, ve por <letras el tesoro de Stf-
nuevos propileos con sus cinco puertas se situó donde la ruptura de nos cuya suntuosa fachada , con sus cariátides , no se descubre hasta
la pendi ente era más acentuada , sobre un basamento de cinco esca- dar vuelta al camino, mientras que ya contempla en toda su pleni-
lones que compensaban el desni vel ; la continuidad del movimiento tud el tesoro de los atenienses. Continuando su ascensión, percibe
se subrayaba con la importancia de la puerta central (4,13 metros más allá de la columnata del pórtico de los atenienses y por encima
de anchura y 7,3S de altura) , ante la cual se interrumpen los esca- del muro poligonal la cima de las columnatas del templo principal ,
lones para dejar paso al carro de la diosa y pa ra la ampliación del del que no descubrirá la fachada , al mismo tiempo que el largo cos-
entrepaño correspond iente en el pórtico occidental (5,43 metros en tado norte al desembocar en el ángulo noreste de la explanada hasta
vez de 3,62 en los entrepaños laterales) . Para recibir la procesión, después d~ haber bordeado la masa calcárea azul del altar de Quío.
se erigió al exterior una fach ada de seis columnas dóricas sobre un Se encuentra entonces en el corazón del santuario, que ha ido descu-
basamento de cuatro escalones que se doblan en ángulo recto para briendo progresivamente desde los ángulos más diversos .
sos tener las columnatas de las fachadas· laterales encuadrando la Sin ocupar el centro geométrico, sin desempeñar el papel de ele-
explanad a de llegada . mento director, el templo de Zeus , en medio de su santuario de
Pero la dificultad estaba en situar la vía de acceso en el inte- Olimpia, domina los alineamientos de columnatas que acompaña-
rior del vestíbulo; entonces es cuando se establecieron las correspon- ron los pasos del peregrino desde su entrada, en el ángulo noroeste.
dencias con el edificio principal del santuario; la anchura del vestí- También aquí se capta el templo con una sola mirada que ab arca
bulo es de 18, 12 metros ; análoga a la de la cella principal del la fachada occidental y el largo costado norte que hay que bordear
Partenón ; la profundidad es de 12 ,96 metros, igual que en la cella para contemplar la fachada principal y su frontón . donde Zeus pre-
occidental. Además, el orden jónico que sostenía el techo de esa sala side la histórica carrera de Pélope , conquistando a la vez la mano
fu e adoptado por Mnesicles para ordenación del vestíbulo, especie de Hipodamia y el poder sobre la Elida . Los propios des fil es c!e los
de preludio de las composiciones de Ictino; bordeando el espacio concurrentes a los Juegos Olímpicos seguían un recorrido sinuoso,
central que coincide con la gran puerta central , Mnesicles situó dos entre dos columnatas variadas, para alcanzar la puerta del estadio.
fil as de tres columnas jónicas, cuyas esbeltas proporciones sobrepa- abierta al pie de la explanada de los tesoros . bordeada de grade ríos
san toda s las normas clásicas y helenísticas. Las naves estaban cu- donde se hacinaba la muchedumbre de espectadores.
biertas por techos artesonados de mármol, cuyas vigas marmóreas tam- En todos esos conjuntos se revelan los mismos principios que
bién sobrepasa ban los seis metros . Mnesicles tuvo que recurrir aquí asocian a los edificios con relaciones inseguras y movimientos pro-
a un a téc ni ca inusitada para reíorzar los arquitrabes que sostenían ducidos mutuamente por los volúmenes, pero sin ence rrarlos en
esos techos «armándolos» con un a barra metálica . Al desembocar, líneas estrictas de composiciones geométricas. Solo en la época si-
fin alment e, en el pórtico orie nt al, el pereg rino ca ptaba los volúme- guiente fue cuando los arquitec tos helenísticos . bajo influencias más
nes desiguales y disimétricos del Par tenón hacia el Sur , del Erec teón complejas, recmrieron en sus vas tas creaciones a normas de orga-
hac ia el Norte, de un a y otra parte del eje intermedio jalonado por las nización en las que la ax ialidad y la simetría regían la disposición
ofrend as y las estatuas o grupos de es tatu as aisladas. El detalle de de los edificios y de las masas monumentales.
la composición y de la deco raci ón de e.ida monument o solo se le re-
velaba progresivamente. Primera ment e encuadrab a desde un a aber- La organización del espacio en los conjun tos arquitectónicos
t ura angul ar el poderoso volumen del Partenón, rea lzado así por la Las relac iones funcionales de los edificios asociados en un mismo
nitidez de la fac hada occident al y el desa rro llo Je la column nla conjunto, sa ntuario o plaza p(1blica, ve ndrían a determinar los prin·
septentrional ca ptados en un a sola mirada. Se asiste a un rec ha zo cipios que regirían su ag rup amiento es pacia l.
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192 _ Templo de Poseidó11 e11 Pesto.
l93. Planta de los propileos,
Ate11as (de Brevé-Gr11be11, 1961).
·,,1,¡ \1 Hacia mediados del siglo vm, el ágora de Mégara Hibla se valió
1/¡ > de los mismos recursos; la plaza está separada de las calles y de los
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barrios vecinos, al Norte y al Este, por dos stoai simples que se abren
hacia la plaza. En el siglo siguiente, en la acrópolis de Selinonte como
en el Heraión de Samos, la stoa, de dos alas unidas en escuadra, acen-
túa la función de esos pórticos.
No solo cierran el espacio y lo delimitan con prec1s1on sino que
constituyen un motivo decorativo; forman el fondo sobre el que se
destacan con mayor nitidez los edificios esenciales del templo, el
altar o las construcciones principales del ágora, proporcionando, a
la vez, refugios a los peregrinos del santuario y resguardo a los
habitantes de la ciudad. El empleo utilitario de esos pórticos les ase-
guraría rápida extensión. Ofrecían grandes superficies cubiertas, don·
de acabarían instalándose, hacia fines del siglo v, salas y tiendas
que asegurarían funciones administrativas o religiosas en el ágora de
10 20 Atenas y en el santuario de Artemis Prauronia en el Atica . Así se
constituyó entonces uno de los temas principales de la arquitectura
ele conjuntos.
No cesaría ele desarrollarse adaptándose a los lugares y a las
funcion es qu e les era n propias. En el siglo v se realizó un nuevo
progreso con la ex tensión de los pórticos, a los que se agregó otra ala
con el fin de que rodearan el es pacio por tres lados. El primer
ejemplo parece ser la stoa del santuario de Artemis en Brauron, en
la costa nores te del Atica. En esa especie de monasterio, donde
138
194. Planta del ágora, Mégara
Hibla .
195. El ágora de Morgantina.
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/99. La Palestra, Olimpia. 202. Tesoro de los atenienses,
200. Arco de entrada al estadio, De/fas.
Olimpia .
20 I. Terraza de los tesoros,
Olimpia.
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203. Planta de la stoa del santuario
de Artemis, Brauron (de Bouras,
/967) .
204. Sección de la stoa del
santuario de Artemis, Brauron (de
Bouras, /967) .