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La música y el
canto en el
culto
congregacional
Pastor Sugel Michelén

Conozca nuestro sitio web:


https://srlseminario.org/
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Esta es una serie de sermones que han sido transcritos por el


ministerio de publicaciones de la Iglesia Bautista Reformada la
Gracia de Dios en Medellín.
Agradecemos al pastor Sugel Michelén por su invaluable apoyo
al compartirnos algunos de sus sermones sobre este tema.

Medellín, 2015
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Contenido
Introducción ...................................................................... 4
1. LA ADORACIÓN Y LA ALABANZA A DIOS EN EL
CULTO PÚBLICO I ........................................................ 6
2. LA ADORACIÓN Y LA ALABANZA A DIOS EN EL
CULTO PÚBLICO II..................................................... 21
3. La Adoración y la alabanza en el culto público III ....... 39
4. Canto congregacional 1. .............................................. 60
5. Canto congregacional 2 ............................................... 77
6. Canto congregacional 3. .............................................. 97
7. La música en la adoración 1 ...................................... 121
8. La música en la adoración 2 ...................................... 144
9. La música en la adoración 3 ...................................... 169
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Introducción:
A la hora de lidiar con asuntos prácticos
concernientes a la adoración, debemos reconocer
que existe el peligro de extraviarnos por causa de dos
enemigos mortales del Principio regulativo de la
adoración: el Subjetivismo y el Pragmatismo.
El subjetivismo toma al hombre y a sus experiencias
como la base del conocimiento humano; lo que yo
siento, lo que me agrada, lo que me gusta, aquello
para lo cual me inclino, eso es lo que está bien. El
sujeto es la base del conocimiento. En el subjetivismo
no existe autoridad alguna fuera de nosotros mismos,
ni siquiera la voluntad de Dios expresada en su
Palabra. Debemos decir, con tristeza, que el
subjetivismo tiene una influencia cada vez mayor en
la iglesia contemporánea, sobre todo en lo que
respecta en la alabanza a Dios en un culto público.
Cada vez es más ampliamente aceptado el
pensamiento, la idea, de que la música es
moralmente neutra, que lo importante es lo que se
canta, la letra, que la música no tiene importancia
porque la música es moralmente neutra; por lo tanto,
la alabanza en nuestros cultos de adoración
dependerá básicamente de nuestros gustos, o de
nuestras preferencias personales, o de nuestra
cultura alrededor. Por eso, si alguien tiene la osadía
de levantar su voz en contra de cierto tipo de
alabanza en la iglesia, muchas personas cerrarán sus
oídos y no escucharán ninguno de sus argumentos,
porque ya está presuponiendo, de plano, que esta
persona está tratando de imponer sus gustos
personales en el culto de adoración. Esa es su
referencia, yo tengo la mía propia.
Y ciertamente es posible que una persona sea
movida subjetivamente a oponerse a ciertas cosas
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porque simplemente no van de acuerdo con sus
gustos o preferencias personales, eso es posible.
Pero así como debemos cuidarnos de ser subjetivos,
también debemos cuidarnos de acusar a otros
falsamente de subjetividad. No debemos presuponer
sin haber oído y ponderado sus argumentos; no
debemos suponer que si alguien se opone a cierto
tipo de alabanza en la iglesia, por ejemplo, está
descansando subjetivamente en sus gustos o
preferencias culturales. Puede ser que esa persona
tenga alguna razón, pero si partimos de la premisa
que está tratando de meternos en una camisa de
fuerza e imponernos sus gustos, entonces nosotros
ya no vamos a considerar sus argumentos.
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1. LA ADORACIÓN Y LA ALABANZA A
DIOS EN EL CULTO PÚBLICO I
Leamos Hebreos 12:18-24: “Porque no os habéis
acercado al monte que se podía palpar, y que ardía
en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la
tempestad, 19 al sonido de la trompeta, y a la voz que
hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se
les hablase más, 20 porque no podían soportar lo que
se ordenaba: Si aún una bestia tocare el monte, será
apedreada, o pasada con dardo; 21 y tan terrible era
lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y
temblando; 22 sino que os habéis acercado al monte
de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la
celestial, a la compañía de muchos millares de
ángeles, 23 a la congregación de los primogénitos
que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de
todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,
24 a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre
rociada que habla mejor que la de Abel”

Si le preguntamos a un grupo de creyentes que se


dirigen al culto de la Iglesia el domingo ¿Qué se
supone que harán allí? Es muy probable que
respondan: “Voy a adorar a Dios”. Pero si les
pedimos que nos expliquen ¿Qué significa eso?, es
muy probable que nos respondan con cosas muy
diversas. Es que no todos los cristianos tienen
conceptos claros de qué es la adoración a Dios, de lo
que Dios prescribe en su Palabra para que su pueblo
le adore.

Ahora bien, teniendo en cuenta que fuimos creados y


redimidos para la gloria de Dios, y que adorarle a Él
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es nuestra razón de ser como iglesia, los creyentes
no podemos darnos el lujo de ser ignorantes en este
asunto; la Biblia nos advierte que existe la posibilidad
de que nuestro Dios sea adorado en vano y aún que
Él puede ser profundamente ofendido con nuestra
adoración, como vemos en la Biblia el caso de Nadab
y Abiú, dos sacerdotes atrevidos que ofrecieron un
fuego extraño, una adoración no ordenada y fueron
fulminados por Dios.

¿Qué significa adorar a Dios?, ¿Debemos suponer


que cada iglesia debe determinar el QUÉ y el CÓMO
de la adoración, confiando en alguna intuición o gusto
espiritual?, ¿O Dios ha dado indicaciones claras en
su Palabra acerca del tipo de adoración que es
aceptable en Su Presencia?

A partir del siglo 20 se vio un cambio tremendo en la


forma como las iglesias adoraban a Dios, en especial
por la introducción de la música cristiana
contemporánea y una mal llamada espontaneidad en
la adoración; incluso muchos pretenden que la
adoración sea semejante a las costumbres
autóctonas de su cultura, por ejemplo los mexicanos
adorar con mariachis o los caribeños con merengues
y vallenatos. Así las cosas, hoy hay una gran
confusión sobre la adoración en el pueblo de Dios y la
gente, no solamente no sabe qué es adorar, sino que
tampoco sabe la forma correcta de hacerlo.

En esta serie de sermones que comenzamos hoy


vamos a tratar de aclarar todo esto desde la base
bíblica misma, definiendo qué es la adoración y los
principios correctos para realizarla. Con los principios
que aprenderemos nos será fácil identificar cuál es
una verdadera adoración bíblica y recibiremos
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elementos para una mejor participación en ella.
Obviamente, siempre estaremos hablando de la
adoración pública que como iglesia rendimos a Dios
cada día del Señor, y no de nuestros actos privados o
familiares de adoración.

En día de hoy estudiaremos básicamente dos cosas:


1. Una definición de la adoración.
2. Dos actitudes necesarias para la correcta
adoración.

1. Una definición de la adoración.


¿Qué es la adoración? Con la adoración ocurre lo
mismo que con otras cosas de Las Escrituras,
muchas personas presuponen lo que es, pero pocos
pueden definirlo con precisión. Quizás la definición
más simple que podemos dar de adoración es:
Rendir honor a un ser superior, puede tratarse de
un ídolo o puede tratarse del Dios vivo y verdadero,
pero la esencia de la adoración es rendir honor,
respeto, reverencia, alabanza, gloria a un ser
superior. Las dos palabras más comunes que la Biblia
usa para referirse a la adoración, tanto en el Antiguo
como en el Nuevo Testamento, conllevan la idea de
doblegarse, doblarse, reverenciar; era una palabra
para describir cómo los perros se agazapan y le
besan la mano a su amo, de hecho la palabra
significa literalmente en griego: Besar la mano. Las
personas que le besan el anillo al papa de Roma
están efectuando, sin saberlo, un acto de adoración.

Así que, la adoración implica el reconocimiento de la


grandeza de aquel que es adorado; es por eso que la
adoración digna de ese nombre es la que el creyente
le tributa a Dios y a nadie más. Cuando nosotros le
atribuimos gloria a otro ser fuera del Dios vivo y
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verdadero estamos dando una vana gloria, una gloria
sin base, una gloria sin contenido, estamos
concediendo una gloria inmerecida porque sólo Dios
es el único digno de ser alabado, adorado, “Al Señor
tu Dios adorarás, y a él sólo servirás", Mateo 4:10.

Cuando Satanás tentó a Cristo en el desierto le


ofreció los tesoros de todos los reinos: “Si postrado
me adorares”, El Señor le respondió: “Vete Satanás
porque escrito está al Señor tu Dios adorarás y a Él
sólo servirás”, y en Apocalipsis 4:11 al apóstol Juan le
fue mostrada una visión, la adoración que se le tributa
a Dios en el Cielo, y dice que vio seres celestiales
postrados ante el Señor diciendo: “…digno eres de
recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú
creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y
fueron creadas”, sólo nuestro Dios posee las
características que lo hacen digno de recibir este tipo
de homenaje de parte de sus criaturas. De Él, por Él y
para Él son todas las cosas, por lo tanto como dice
Pablo en Romanos 11:36: “A él sea la gloria por los
siglos”. ¿Qué es pues la adoración? Es el
reconocimiento de la grandeza de Dios y la
reacción que esto debe provocar en nosotros.

Por eso alguien definió la adoración como “La


ocupación del corazón no con sus necesidades,
ni siquiera con sus bendiciones, sino con Dios
mismo”; es el corazón ocupado, no de sus
necesidades, ni siquiera de sus bendiciones, es el
corazón ocupándose de Dios; la adoración se enfoca
en el Ser de Dios y no únicamente en lo que Dios
hace, nuestro Dios es intrínsecamente Digno de toda
gloria, toda honra, todo honor y toda obediencia, y el
hombre fue creado como un ser a semejanza de Dios
poseyendo un alma racional, con el propósito de
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tributarle a Dios esa adoración de la que Él es digno.

Ahora veamos cómo la salvación que recibimos de


Dios nos lleva a la adoración, y como en el proceso
aparece la alabanza. La alabanza y la adoración son
casi lo mismo pero se puede ver una pequeña
diferencia entre ambas; examinemos el recorrido a la
luz de un ejemplo hipotético que pone un autor en un
libro sobre este tema y que se ajusta adecuadamente
al proceso de nuestra salvación; dice este autor:
"Supongamos que una persona no sabe nadar y cae
en un río, mientras lucha en vano por salvarse y al
darse cuenta cuán desesperado es su caso, clama de
lo más profundo de su corazón: -Auxilio, auxilio,
sálvenme, sálvenme-, esto es oración, el clamor de
un alma consciente de su necesidad. Luego de
clamar aparece un caballero bien vestido que sin
dudarlo ni por un segundo se tira al agua para
rescatar a ese pobre hombre, poniendo en riesgo su
propia vida; la respuesta de la persona salvada es
inmediata, llena a su salvador de alabanza y exclama:
¿Cómo podré jamás expresar mi gratitud por usted,
por su acto de arrojo, por salvar mi vida? Gracias,
diez mil veces gracias; esto es alabanza, y esto es lo
que experimenta el creyente por nuestro Salvador
Jesucristo.
Supongamos que el caballero que ha salvado a este
hombre no conforme con lo que ha hecho, ahora lo
invita a su casa con el propósito de entablar un
amistad con él, al otro día el hombre se dirige hacia la
dirección indicada y para su asombro se da cuenta
que quien le salvó vive en la parte más rica de la
ciudad y que su casa es la mansión más
extraordinaria, más hermosa del sector, pero su
sorpresa es aún mayor cuando comienza a conversar
y a conocer a este hombre, queda profundamente
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impresionado por su nobleza de carácter, su bondad,
inteligencia, su hospitalidad, su sabiduría, su
humildad, en otras palabras, dice el autor, ahora
aquel hombre aprecia su excelencia moral y el valor
intrínseco del carácter de su anfitrión,
independientemente de lo que él hizo para salvarlo y,
aunque no olvida por un sólo momento que su
anfitrión es su salvador, no obstante su gratitud por lo
que hizo por él es ahora superada por la admiración y
el aprecio por lo que él es en sí mismo, ya no es
simplemente gratitud por lo que él hizo al salvarlo de
ahogarse, es admiración por lo que esa persona es y
como siguen desarrollando esa amistad, mientras
más le conoce, más le admira, eso es adoración".

Los cristianos, como el pueblo de Israel en la época


de los profetas, tienen la tendencia a igualar los actos
de adoración con la adoración misma, pero no son lo
mismo; los actos sin la adoración de corazón no son
nada y llegan a ser abominación a Dios. Por eso para
adorar debemos prepararnos haciendo un recorrido
similar al descrito en nuestro ejemplo, de lo contrario
nuestros cantos y otros actos de adoración serán
abominables para Dios, leamos Amós 5:21-23:
“Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me
complaceré en vuestras asambleas. 22 Y si me
ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas,
no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de
vuestros animales engordados. 23 Quita de mí la
multitud de tus cantares, pues no escucharé las
salmodias de tus instrumentos”.

Es pues muy importante entender esta diferencia


entre adoración y actos de adoración.
La adoración es algo que ocurre esencialmente en el
corazón, no se trata de llevar a cabo un ritual sino de
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algo que envuelve todo nuestro ser interior, nuestro
intelecto, nuestra voluntad, nuestras emociones, la
verdadera adoración implica un verdadero
reconocimiento de la grandeza y majestad de Dios,
así como un corazón maravillado y postrado ante esa
grandeza. Además tiene como punto de partida no lo
que nosotros hacemos por Dios, sino que el punto de
partida es lo que Dios hizo por nosotros; Él se reveló
a nosotros, Él tomo la iniciativa y diseñó un plan de
salvación para que nosotros pudiéramos
reconciliarnos con Él y acercarnos a Él por medio de
la vida, muerte y resurrección de Su Hijo, nuestro
Señor Jesús. Él es santo y nosotros somos
pecadores, de aquí el énfasis en las Escrituras de la
necesidad que nosotros tenemos de que nuestros
pecados sean expiados, sean perdonados antes de
que nosotros podamos acercarnos a Dios en
adoración, de lo contrario no tenemos acceso a su
presencia. Pero una vez que ese pecador conoce a
Dios y se reconcilia con Él, su corazón se llena de
adoración y su boca de alabanza al venir a la
presencia de un ser tan hermoso, tan majestuoso, tan
glorioso, y al mismo tiempo tan compasivo y lleno de
gracia. Es por eso que la adoración del pueblo de
Dios es descrita en la Escritura, sobre todo en el
Antiguo Testamento, como una fiesta solemne.

Y esto nos introduce en nuestro segundo punto,


¿Cuáles son las dos actitudes necesarias en el
corazón de los que adoran a Dios?

2. Dos actitudes necesarias para la correcta


adoración.
Algunos piensan, si la adoración es una fiesta
entonces no puede ser solemne, y si la adoración es
solemne entonces no puede ser una fiesta; pero la
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Biblia la describe como una fiesta solemne, conjuga
estos dos elementos perfectamente entrelazados
entre sí, dependiendo uno del otro. Adoramos a un
gran Dios, digno de reverencia y de temor, pero al
mismo tiempo adoramos a un padre, que tiene
misericordia por nosotros y ha establecido un plan de
salvación para que podamos acercarnos a Él con
confianza, ambas realidades deben estar en nuestro
corazón cuando venimos a adorar a Dios.

a. La primera actitud es la reverencia: Vamos a


Isaías 6:1 al 8: “En el año en que murió el rey Uzías vi
yo al Señor sentado…”, aquí notamos el impacto que
tuvo en Isaías la visión de la gloria de Dios. Este
profeta nos dice que tuvo esta visión en el año en que
murió el rey Uzías, quien había sido rey en Judá por
52 años y fue uno de los más grandes líderes en la
historia del pueblo de Israel. Debemos suponer que la
muerte de este hombre que había reinado por tantos
años y había traído tanta prosperidad a la nación,
causó un impacto tremendo, pero ese mismo año
Dios abrió los ojos de Isaías para que pudiera mirar
más allá del panorama político, un destello de la
gloria y majestad de Dios. Esa visión actuó como un
foco potente que hizo ver al profeta, no sólo la gloria
de Dios, sino también su propia bajeza; si los mismos
serafines, seres angelicales de un rango tan alto y
que están alrededor del trono, con dos alas se cubren
el rostro porque no pueden ver a cara descubierta a
ese Dios, tres veces santo, ¿Cómo puede un hombre
mortal, lleno de pecado estar de pie delante de Él?
Es esa perspectiva de la santidad que lleva a Isaías a
exclamar en el versículo cinco: “Ay de mí que soy
muerto”, y la palabra hebrea significa literalmente:
“Soy deshecho”, “…porque siendo hombre inmundo
de labios y habitando en medio de pueblo que tiene
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labios inmundos han visto mis ojos al Rey Jehová de
los ejércitos”.

Aquí es donde entran la misericordia y la compasión


de Dios, versículo seis: “Y voló hacia mí uno de los
serafines teniendo en su mano un carbón encendido
tomado del altar con unas tenazas y tocando con el
sobre mi boca dijo: He aquí que esto tocó tus labios y
es quitada tu culpa y limpio mi pecado”. Esta es una
versión antiguo testamentaria de 1Juan 1:9 “Si
confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda
maldad”. Esta experiencia del perdón divino levantó
al profeta de su postración, para hacer de él un
instrumento útil en las manos de Dios, por eso
cuando Dios pregunta en el versículo ocho “¿A quién
enviaré y quién ira por nosotros?” Isaías responde:
“Heme aquí, envíame a mí”, 6:8, así que la visión
produjo asombro por la majestad de Dios, pero al
mismo tiempo convicción de pecado, la convicción
llevo a la confesión, la confección al perdón y de ese
modo el profeta fue equipado para adorar y servir a
Dios como Él merece ser adorado y ser servido, en
otras palabras Isaías fue deshecho para ser rehecho.

¿Saben por qué hay personas que sufren de vana


gloria, ese virus mortal? Porque sólo se comparan
con otros seres tan insignificantes como ellos; no,
compárate con Dios y verás que esa gloria que tienes
es una vana gloria. Y eso fue lo que Isaías entendió y
eso contribuyó por contraste a una visión más clara
de la majestad y gloria de nuestro Dios. Ante Dios no
debemos venir con vanagloria, sino humillados ante
su gloria.

Aunque los creyentes del Nuevo Pacto tenemos más


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libertad que los del Antiguo, para acceder a la
presencia de Dios, porque Cristo es mediador de un
mejor Pacto, fundamentado en mejores promesas,
como dice la epístola a los Hebreos, eso no quiere
decir que nuestra adoración pueda ser menos
solemne y menos reverente, todo lo contrario, con la
luz que nos brinda el Nuevo Testamento nosotros
podemos ver más claramente la santidad de Dios, y
lo horrendo de nuestro pecado, y esto nos prepara
para darle a Dios una adoración más gozosa pero
también más reverente.

En el pasaje que leímos al comienzo, Hebreos 12:18


al 24, podemos entender que nuestro culto en el
nuevo pacto debe continuar siendo reverente, pues
nosotros vemos más de la santidad de Dios que lo
que vieron los santos del Antiguo Testamento.
Cuando nosotros nos acercamos a Dios cada
domingo nos acercamos a algo más grandioso que a
lo que se acercaron los Israelitas en el monte Sinaí,
eso enseña el texto. Por lo tanto, si en el Sinaí hubo
reverencia, tanto más en la iglesia cada domingo
debe haber reverencia. Comentando acerca de este
pasaje, un autor dice: “A menudo pensamos que esto
significa que mientras Dios era temible en el Antiguo
Testamento, es un Dios bueno y amigable en el
Nuevo Testamento, así que ya no necesitamos sentir
temor”. Pero ésta no es la argumentación del autor de
la carta de Hebreos, su punto es que aunque la
adoración en la temprana historia de Israel era tan
temible, que aún Moisés estaba atemorizado, la
realidad es aún más gloriosa que lo que Moisés pudo
percibir y, por lo tanto, debería provocar un
reverencia mayor. En otro lugar dice este mismo
autor “Nuestra adoración a Dios, y por lo tanto la
música de la adoración, deben exhibir una reverencia
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de gozosa adoración como lo declaran las escrituras
y ahora el cita los versículos 28 y 29 de este mismo
pasaje “Así que recibiendo nosotros…sirvamos con
temor y reverencia, porque nuestro Dios es fuego
consumidor.”

Obviamente la palabra temor no se refiere al terror


que sentimos ante un peligro sino debe ser el temor
que produce la presencia de alguien tan grande y tan
diferente a nosotros como es nuestro Dios

El hecho de que algunas personas vengan y se


comporten irreverentemente y Dios no los fulmine con
un rayo, simplemente nos habla de la paciencia de
Dios, todo aquel que en algún momento fue
irreverente en el culto de adoración donde Dios hace
su Presencia va a pagar por ello, tarde que temprano,
a menos de que sea perdonado en la cruz del
calvario, pero el autor de los Hebreos nos está
diciendo: Mucho cuidado, el pueblo de Israel se
acercó a la sombra, ustedes se han acercado a la
realidad, adoren a Dios con temor y reverencia,
porque nuestro Dios es fuego consumidor, con Él no
se juega, cuidado con jugar con Dios, debe ser un
temor sobrecogedor ante la presencia de un Dios tan
grande, como dijo una vez otro autor: “La adoración
en el Nuevo Pacto debería estar llena de reverencia y
un profundo temor sobrecogedor porque ahora
conocemos más claramente la santidad de aquel a
quien adoramos al entender la profundidad de lo que
se requirió para nuestra redención, ¿Qué tan santo es
Dios y tanto odia Él nuestro pecado? ¿quieres
saberlo? Mira a Jesús en la cruz del calvario, ningún
judío del Antiguo Testamento, ni uno pudo tener una
visión tan clara de la santidad de Dios de la que
nosotros tenemos hoy, fue la vida del Hijo de Dios, de
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la Segunda Persona de la Trinidad, la que tuvo que
ser expuesta a causa de nuestro pecado, ¿Qué tan
Santo es Dios? ¿Qué tan digno es él de nuestra
reverencia y de nuestra adoración? De ahí la
advertencia del autor de la epístola a los Hebreos 12:
25, ¿Qué dice el autor? “Mirad que no desechéis al
que habla, porque si no escaparon aquellos…” Y es
a la luz de esa realidad que aun el autor de la epístola
a los hebreos dice: “Así que recibiendo nosotros un
reino inconmovible tengamos gratitud y mediante ella
sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia
porque nuestro Dios es fuego consumidor”.

Los creyentes del Nuevo Pacto poseen una


percepción más clara de la santidad de Dios, que la
que poseían los santos del Antiguo Testamento,
Nosotros sabemos que por causa de nuestros
pecados Dios envió a su Hijo a derramar su sangre
en la cruz, pues de otro modo nadie hubiese podido
ser salvo, consecuentemente los creyentes del Nuevo
Pacto deberían experimentar una reverencia más
profunda cuando se acercan a ese Dios en adoración.

b. La segunda actitud es gozo: La adoración del


cristiano también debe estar llena de gran gozo,
porque tenemos un perfecto mediador entre nosotros
y ese temible Dios, versículo 24 de Hebreos 12. La
verdadera adoración está llena de gozo,
precisamente porque esta apercibida de cuán temible
es aquel a quien adoramos y cuán grande es el
privilegio que se nos ha dado al permitírsenos
acercarnos a Él; el que cree que Dios es poca cosa
no vendrá con tanto gozo a adorar a Dios, pero
cuando uno entiende a través de El Calvario quién es
Dios, esto nos llena de reverencia y de gozo, ¡Qué
lindo es que se nos permite acercarnos a ese Dios
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como un hijo se acerca a un padre! La verdadera
adoración gozosa permanece siempre apercibida del
Dios terrible, temible, admirable y santo que es fuego
consumidor; el verdadero gozo en la adoración sólo
es posible cuando nos damos cuenta de cuán enorme
e inconcebible provisión Dios nos ha dado para estar
parados delante de Él, por lo tanto, qué privilegio
indescriptible tenemos de estar en la presencia de
ese fuego consumidor ahora, sin sufrir daño alguno,
sino para recibir su amor.
Guardando las debidas proporciones, supóngase que
usted puede acercarse a un león salvaje y acariciarlo
y estar muy cerca de él y montar en su lomo, y hasta
ser acariciado por él, esa sería una experiencia de
mucho gozo a pesar de que el león es meramente un
animal; sin embargo, mientras goza del contacto con
el león no se olvida que podría partirlo en dos si
quisiera, está seguro de que no lo hará pero no olvida
la fuerza y fiereza de ese poderoso animal. Mucho
más es con Dios cuando nos acercamos para
adorarlo, hay un gozo mezclado con respeto, temor y
reverencia por la grandeza de nuestro Dios.

Si la adoración a Dios en el antiguo pacto fue descrita


como una fiesta solemne, más razón tenemos
nosotros en verla de ese modo, nosotros que vivimos
del otro lado de la cruz; es solemne porque estamos
en la presencia de un gran Dios, que es fuego
consumidor, ante quien somos criaturas del polvo
llenas de pecado; pero es festiva, gozosa, porque ese
gran Dios se ha compadecido de nosotros y ha
diseñado un plan de redención que hace posible que
nos acerquemos a Él libremente a través de su Hijo
Jesucristo.

De la misma manera en que el creyente adquiere una


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mejor comprensión de la justicia y santidad de ese
Dios, que ha sido profundamente ofendido por
nuestro pecado, también de su poder que puede
llevar a cabo sus promesas y sus advertencias, de su
omnisciencia que conoce nuestra vida hasta el más
mínimo detalle, y de tal amor que hizo provisión en
Jesucristo; en la medida en que el creyente entienda
todas esas cosas, mejor equipado estará para darle a
Dios una adoración de que sea digna de Él.

Concluimos:
1. ¿Qué es entonces la adoración? ¿Cómo
podríamos definirla? La adoración es el homenaje
reverente y gozoso que la criatura admirada rinde a
Dios de corazón al contemplar, por la fe, su santidad,
su grandeza, su majestad, y su valor superlativo en
contraste con la bajeza, pequeñez y pecaminosidad
propias, ahora hechos cercanos por la obra de la
cruz.

2. Debemos pedir a Dios que mejore la adoración de


nuestra iglesia desde nuestro corazón mismo, no
tanto en los actos de adoración, sino del corazón de
cada uno de los miembros para que lleguemos aquí
cada domingo más conscientes de lo que es adorar a
nuestro Dios.

3. Debemos preguntar a los que aún no han


entregado sus vidas a Cristo para adorar al Padre por
medio de Él: ¿A quién estás adorando? Muchos se
adoran a sí mismos, adoran su vida en este mundo,
adoran su familia, pero no a Dios. Nadie puede
adorar correctamente si no se ha rendido a los pies
de Cristo, ¡Ven a Cristo reconociendo tu necesidad de
perdón y serás trasformado en un verdadero
adorador!
20

Que Dios nos dé el darle una mejor adoración, y que


muchos, que aún no lo son, sean convertidos en
verdaderos adoradores.
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2. LA ADORACIÓN Y LA ALABANZA A
DIOS EN EL CULTO PÚBLICO II
No existe ninguna actividad que nosotros llevemos a
cabo como iglesia que sea más importante que
nuestra adoración pública a Dios. Cada creyente que
se encuentra en el templo fue salvado y creado para
adorar a Dios, y Dios nos ha traído a formar parte de
una Iglesia local con el propósito primario de que
juntos, como un cuerpo, podamos adorarle. Así que la
adoración es nuestra razón de ser como criaturas,
como redimidos y como Iglesia; nada es más
importante que nosotros tributemos a Dios adoración,
ni siquiera el evangelismo o la obra misionera.
El propósito principal del evangelismo, que es
también el propósito final de las misiones, es traer a
pecadores enemistados con Dios a reconciliarse con
Él, por medio de la fe, a través de su Hijo Jesucristo,
de modo que ellos vengan a ser adoradores. El
evangelismo es un medio para lograr un fin, pero la
adoración es un fin es sí misma; adoramos a Dios
no para alcanzar un logro mayor, lo adoramos
simplemente porque Él es digno de ser adorado, y
porque al adorarle cumplimos el propósito de nuestra
existencia, que es GLORIFICAR A DIOS Y GOZAR
DE ÉL POR SIEMPRE. De aquí la importancia de
esta serie de sermones que hemos empezado sobre
la adoración.

Como se dijo en el sermón anterior, se trata de la


adoración que como iglesia tributamos a Dios en el
culto público en el Día del Señor; y luego de que esto
sea establecido en estos sermones, pasaremos a
22
considerar el tipo de alabanza que se adecua a la
adoración que nuestro Dios merece, y la que Él
demanda en Su Palabra.

En el sermón pasado consideramos la esencia de la


adoración, y sólo nos detuvimos a considerar la
pregunta ¿Qué es la adoración? La adoración es el
homenaje reverente y gozoso que la criatura
admirada rinde a Dios de corazón al contemplar por
la fe su santidad, su grandeza, su majestad, y su
valor superlativo en contraste con la bajeza,
pequeñez y pecaminosidad propias, ahora hechos
cercanos por la obra de la cruz. Lo segundo que
vimos en el mensaje anterior son las actitudes
necesarias para la correcta adoración, las cuales son
reverencia y gozo, por lo que definimos la adoración
como una fiesta solemne.

Hoy veremos cuáles son los elementos


indispensables de la verdadera adoración. Y
cuando hablamos de los elementos indispensables,
nos referimos al mínimo irreducible y necesario de la
verdadera adoración, a los elementos que, de faltar
uno de ellos, ya es imposible hablar de adoración en
el verdadero sentido de esa palabra. Esto es lo que
estaremos considerando en este sermón, a la luz del
Nuevo Testamento, en un pasaje clave sobre la
adoración, que es Juan 4.
Aquí tenemos el encuentro de nuestro Señor
Jesucristo con una mujer samaritana, en la ciudad de
Sicar, junto al pozo de Jacob. En este pasaje vemos
dos cosas, primero, El Señor guía a esta mujer
para que se convierta en una verdadera
adoradora, y segundo, El Señor le explica cómo
es la verdadera adoración.
23
En ese recorrido aprenderemos nuestro tema de hoy,
los elementos indispensables de la verdadera
adoración. Leamos Juan 4:1 al 24.

Trasfondo histórico:
Para entender este relato debemos saber algo del
trasfondo histórico y religioso de los samaritanos.
Ellos eran el resultado de una raza híbrida, por la
mezcla entre judíos y paganos que poblaron ese
territorio cuando las diez tribus del norte de Israel
cayeron en las manos del rey de Asiria, en el siglo
VIII antes de Cristo; la mayoría de estos judíos fueron
llevados en cautiverio a Asiria, y como la tierra fue
repoblada por habitantes de otras naciones que
también estaban bajo el poder de este reino pagano,
los pocos judíos que se quedaron allí se mezclaron
con las gentes de esta nación, produciendo no solo
una raza híbrida sino también una religión híbrida.
Vamos por un momento al segundo libro de Reyes,
capítulo 17, donde se nos habla de la caída de Israel,
el reino del norte, y de la situación que considerando
aquí; dice el versículo 19: “Pero cada nación se hizo
sus dioses…”.
Ellos decían que temían al Señor, pero
evidentemente eso no era así; éstos eran los
samaritanos, personas que pretendían adorar al Dios
de Israel, pero a través de un sincretismo (mezcla)
religioso, a través de una mezcla de verdad y error.
Más adelante los samaritanos construyeron su propio
templo en lo alto del monte Gerizim, que rivalizaba
con el del templo de Salomón, y ellos aceptaban
como inspirados sólo los cinco primeros libros de la
Biblia, y rechazaban el resto del Antiguo Testamento.
Esto provocó una fuerte enemistad entre judíos y
samaritanos, que se fue agudizando con el tiempo, y
era tal el odio que existía entre estos dos pueblos, en
24
los tiempos de Jesucristo, que algunos judíos
preferían cruzar el río Jordán cuando ellos iban de
Jerusalén a Galilea o viceversa, con tal de no pasar
por Samaria, que era el camino más corto. Es por
eso que la mujer samaritana se sorprende cuando
Cristo le pide de beber, ver el versículo 4.

El Señor pudo haber atravesado el Jordán como lo


hacían los otros judíos y evitar a los samaritanos,
pero Cristo no tenía esa clase de prejuicios raciales, y
allí en Samaria había una mujer pecadora que
necesitaba su perdón. Y es precisamente a esta
mujer samaritana a quien Cristo imparte una de sus
enseñanzas más profundas que encontramos en el
Nuevo Testamento acerca de la verdadera adoración.
Esto es algo que no podemos pasar por alto, el Señor
no escogió hablar de la adoración en un retiro
espiritual en lo alto de una montaña, o a un grupo de
personas escapistas tendientes al misticismo; aquí lo
encontramos sediento, en un territorio enemigo y
hostil, hablando con una mujer inmoral sobre la
verdadera adoración.
¿Saben qué es lo que nos enseña esto hermanos y
amigos? La adoración a Dios es algo que tiene que
ver con la vida real, se desarrolla en medio de
necesidades físicas como las que Cristo tenía en ese
momento, en un mundo donde existen los conflictos
raciales, donde hay personas adúlteras como esta
mujer; no se trata de algo místico y etéreo, o que
ocurre únicamente en un contexto particular, o en un
edificio diseñado simplemente para esos fines y en
medio de una serie de elementos cuidadosamente
escogidos para producir en nosotros un éxtasis
religioso. No. La adoración a Dios es algo que tiene
que ver con tu vida y con mi vida, tal como la vida es
en verdad. El Señor escogió a una mujer de mala
25
reputación para hablarle de la verdadera adoración, y
toma como punto de partida para su instrucción una
necesidad física y la petición de un favor: “Dame de
beber”. Así comenzó el Señor un proceso de
enseñanza a través del cual irá llevando a esta mujer
a convertirse en una verdadera adoradora, y después
le hará entender la verdadera adoración. Sigamos el
proceso del Señor.

1. El Señor conduce a la mujer a ser una


verdadera adoradora:
El primer punto es ver lo que sorprende a esta
mujer, que Cristo se dirija a ella y le pida un favor:
”Dame de beber”, porque en esos día los hombres no
solían hablar con una mujer en la calle, y para colmo
de males este no era un hombre cualquiera, era un
judío, versículo 9; es como si ella estuviera diciendo: -
Yo tengo dos cosas en contra mía, soy mujer y soy
samaritana-; pero en vez de responder a su pregunta,
el Señor la lleva a un nivel más profundo, versículo
10, “Respondió Jesús “Si conocieras el don de Dios y
quién es el que te dice: Dame de beber…”, “Lo
sorprendente no es que yo te pida a ti sino que tu no
me lo pidas a mí, si tú supieras quién soy yo y el don
divino que he venido a ofrecer, los papeles se habrían
invertido, tú me pedirías a mí de beber y yo te daría
agua viva”.
En esos momentos la mujer aún no entiende lo que
Jesús quiere decirle, versículos 11 y 12. Esta mujer
se sorprende por la oferta, porque el Señor no tenía
un cántaro para sacar agua del pozo, pero Cristo le
hace ver que lo sorprendente de su oferta no
radicaba en el hecho de que Él no tuviera un cántaro,
sino que el agua que Él le ofrecía quitaba la sed para
siempre, “El que bebiere del agua que yo le daré, no
tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré
26
será en él una fuente de agua que salte para vida
eterna”. En otras palabras, te daré una fuente que te
sacie a ti, y te convertirás al mismo tiempo en una
fuente en la que otros podrán beber.
Y nos preguntamos, ¿De qué agua habla el Señor
aquí? Él lo responderá más adelante, en Juan 7:37
(Leámoslo). Aquí se está celebrando la fiesta de los
tabernáculos, y esa fiesta terminaba cuando los
judíos iban al estanque de Siloé, esa palabra Siloé
significa “El enviado”, y estos judíos iban con un
cántaro en una procesión, tomaban agua del
estanque de Siloé y la vaciaban a los pies del altar
como una especie de recordatorio de esa promesa
que Dios les dio en el Antiguo Testamento, de que
algún día vendría uno, el Mesías, que habría de darle
a Israel una fuente de agua viva; y dice en Juan 7:37
que precisamente en ese día, en el último y gran día
de esa fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz
diciendo: “Si alguno tiene sed venga a mí y beba”. En
otras palabras, la sed de vuestras almas no se va a
calmar practicando un ritual, esa agua del estanque
de Siloé simboliza el agua que yo le daré a aquellos
que crean en mí.
Y en Juan 7:38 afirma: “El que cree en mí, como dice
la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva;
esto dijo del Espíritu que habrían de recibir los que
creyesen en Él, pues aún no había venido el Espíritu
Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”.
¿Qué simboliza esa fuente de agua viva? No es otra
cosa que la presencia permanente del Espíritu Santo
obrando en los que creen, es el Espíritu de Dios el
que nos convence de pecado para guiarnos a Cristo,
es el mismo Espíritu el que abre nuestros ojos para
que veamos a Cristo como el único que puede salvar
nuestras almas, el que hace viva la Palabra de Dios
en nosotros, el que aplica oportunamente sus
27
advertencias y sus promesas, el que nos ayuda a
orar, el que nos mueve a la comunión con Dios, el
que revela en el corazón del cristiano una imagen
cada vez más clara y más dulce de Cristo y de Su
gloria, de modo que nosotros podamos encontrar en
Cristo, y sólo en Cristo, un deleite cada vez mayor.
Ese es el agua viva que satisface plenamente y
permanentemente nuestra sed, y era esa agua la que
Cristo ofrecía a la mujer samaritana. Pero esta pobre
mujer todavía no entiende el punto, ella sigue sin
comprender el alcance de la oferta, así que,
irreflexivamente, pide al Señor que le dé de esa agua.
Volvemos a Juan 4:15: “La mujer le dijo: Señor dame
de esa agua para que yo no tenga sed…”.
Tristemente es así como muchos ven al Señor y al
Evangelio, como una especie de remedio mágico
para las tensiones y dificultades de la vida, y algunos
predicadores afianzan esa errónea creencia: “Tienes
problemas matrimoniales, con un hijo rebelde,
dificultades de salud…acércate a Jesús y Él te hará
feliz”.
Ciertamente nuestro Señor Jesucristo tomará
nuestras cargas, ciertamente nuestro Señor
Jesucristo nos consuela en medio de la aflicción, pero
no debemos ir adonde nuestro Señor Jesucristo como
si Él fuese una especie de psiquiatra, todo poderoso;
la razón primordial por la que tú debes acercarte a
Jesús es otra muy diferente. Notemos como nuestro
Señor responde a la petición de esta mujer
conduciéndola por el verdadero camino para
convertirla en una adoradora, versículo 16: Jesús le
dijo: ¿Tú quieres de esa agua?, “Ve y llama a tu
marido”, versículo 17: “Respondió la mujer y dijo: No
tengo marido”, hasta ese momento la mujer
samaritana había sido muy conversadora, ahora se
torna callada; Jesús le dijo: “Bien has dicho, no tengo
28
marido, porque cinco maridos has tenido y el que
tienes ahora no es tu marido, esto has dicho con
verdad”.
El Señor había tocado una fibra sensible en el
corazón de la vida de esta mujer, expuso ante sus
ojos su pecado, y nos preguntamos, ¿Por qué el
Señor hizo esto? Porque era necesario que esta
mujer entendiera la naturaleza de lo que Cristo vino a
ofrecer, ella quería librarse de un inconveniente:
Tener que ir cada día al pozo de Jacob, Cristo en
cambio quería librarla de la atadura del pecado, de
ese pecado que le impedía abrazar la verdad de todo
corazón. No olvidemos que lo que Cristo está
tratando de hacer es guiar a esta mujer a ser una
verdadera adoradora, y era imposible alcanzar esta
meta hasta tanto ella no tratara responsablemente
con el problema del pecado. Tu vida de pecado se
interpone entre tú y el agua que yo te ofrezco, así que
si quieres saciar permanentemente tu sed en mí, lo
primero que tienes que hacer es enfrentar el
problema de tu pecado con honestidad. La mujer
samaritana comienza a darse cuenta de que este
hombre sabe más de su vida, más de lo que a ella le
era conveniente, así que, en vez de dar su brazo a
torcer, prefiere desviar la conversación, versículos 19
y 20 (leamos). En otras palabras, ¿Cuál es la
adoración verdadera? Porque yo estoy confundida,
¿Es correcto adorar en el monte Gerizim como
hacemos nosotros los samaritanos o debemos adorar
en el monte de Salomón como hacen ustedes los
judíos?
Esta es una reacción típica de los pecadores cuando
se exponen al mensaje del Evangelio, tan pronto
sienten la daga punzante en su conciencia, cuando
son expuestos y desnudos a la realidad de que han
pecado contra Dios, a la realidad de que algún día
29
tendrán que enfrentarse al Juicio de Dios, de
inmediato les entra una inquietud por los indígenas
que nunca oyeron el Evangelio, si hay vidas en otros
planetas o con quién se casó Caín, por otros asuntos
que no vienen al caso. Pero nuestro Señor no puede
ser fácilmente evadido, Cristo toma esta misma
pregunta para llevarla al punto donde él quería
llevarla desde el principio. La preocupación de esta
mujer se centraba en el lugar de la adoración,
¿Dónde debemos adorar a Dios?, ¿Dónde es el sitio
correcto? A lo que Cristo le responde que lo
importante de la adoración NO ES EL DÓNDE, sino
el CÓMO Y A QUIÉN, versículo 21, “Jesús le dijo:
Mujer créeme que la hora viene…”, le dice algo así
como que: Mujer, no es el lugar lo que importa,
versículo 22: “Vosotros adoráis lo que no sabéis,
nosotros…”.
Como para ellos sólo era válido el Pentateuco, y
rechazaban los otros libros del Antiguo Testamento,
tenían un conocimiento deficiente de la persona de
Dios y de los caminos de Dios, y como consecuencia
su adoración era deficiente también, porque la
verdadera adoración descansa en una correcta
percepción de la Persona de Dios, y esa percepción
sólo se obtiene en la medida en que nosotros nos
exponemos a toda la Escritura, no a una parte de ella.
Esto nos lleva al segundo punto en este recorrido
que el Señor hace con esta mujer; Él le explica los
dos elementos indispensables de la verdadera
adoración, el mínimo irreducible de la verdadera
adoración, versículos 23 y 24: “Más la hora viene, y
ahora es, cuando los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad…Dios es
Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad
es necesario que adoren”.
30
2. El Señor le explica cómo es la verdadera
adoración.
Todo lo que vamos a decir acerca de la adoración, a
partir de este momento en esta serie de sermones,
girará en torno de esta declaración de nuestro Señor
Jesucristo, y esto es crucial; he aquí estos dos
elementos esenciales de la verdadera adoración,
debemos adorar al Padre en Espíritu y en Verdad.

Ahora, antes de pasar a decir lo que esto significa,


notemos que la base para determinar el tipo de
adoración que agrada a Dios, el tipo de adoración
que nosotros como Iglesia debemos rendirle a
Dios radica en la Naturaleza de Dios mismo. ¿Qué
dice Cristo? Dios es Espíritu, y los que adoran a ese
Dios, que es Espíritu, que no es un ídolo como el que
hacen otras religiones, como ese Dios es Espíritu,
entonces, los que le adoran es necesario que adoren
en espíritu y en verdad. Esto no es opcional, porque
Él es Espíritu es necesario que los adoradores le
adoren en Espíritu y en verdad, cualquier otro tipo de
adoración es inaceptable en la presencia de Dios;
Dios debe ser adorado de cierta manera porque Él es
Espíritu, como bien señala un teólogo del pasado: “La
espiritualidad de Dios es el fundamento de toda
adoración religiosa”.
Ahora bien, ¿Qué significa el hecho de que Dios es
Espíritu? En primer lugar significa que Dios no es
un ser físico o un ser corpóreo como nosotros que
tenemos un cuerpo, Dios no es un ser material; las
propiedades que nosotros le atribuimos a la materia,
no se le pueden atribuir a Dios, como por ejemplo
extensión en el espacio, peso, partes, masa, forma,
color, sabor, olor, etc. No, ¡Dios es Espíritu!
Sabemos que otros nos aman, pero alguna vez
¿Hemos saboreado el amor?, ¿Hemos olido el amor?
31
No, porque el amor no es algo físico, no es algo
material pero es algo real, que está en el espíritu de
los que nos aman; así como tenemos un cuerpo,
también tenemos un alma, un espíritu y nuestro Dios
es un espíritu sin cuerpo. Cuando Cristo se apareció
a los discípulos después de la resurrección ellos se
espantaron y creyeron que estaban viendo un
espíritu, ¿Qué les dice Cristo? “Pon aquí tu dedo, y
mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi
costado”, Juan 20:27; o sea, miren mis manos,
ustedes me pueden palpar, un espíritu no tiene carne
ni huesos como veis que yo tengo; así que el espíritu
es un ser que no tiene cuerpo.
La razón que Dios le da a su pueblo en
Deuteronomio 4: 9 para la prohibición de adorar
imágenes es que ellos nunca vieron una imagen de
Dios cuando Él descendió al Monte Sinaí para darles
la Ley, si ellos adoraban una imagen física,
entonces no estaban adorando al Dios verdadero,
porque Dios es Espíritu y eso, considerándolo
negativamente, quiere decir que Él no tiene un
cuerpo, no es material. Ahora positivamente, y en
segundo lugar, ¿Qué significa el hecho de que Dios
es Espíritu? Significa que Dios es un ser personal,
cuando la Biblia habla de un espíritu se refiere a un
ser que tiene los atributos de la personalidad,
intelecto, voluntad, emociones, autoconciencia, el
hombre tiene autoconciencia, los animales no.
Dios es una persona que tiene intelecto, tiene
voluntad, que tiene emociones, y autoconciencia, así
que nosotros debemos adorar a Dios de esta manera,
primero tomando en cuenta que Él no es un ser
corpóreo y que Él es una persona; Él no es una cosa,
no es una fuerza impersonal, no es algo misterioso,
que de alguna manera incide en este mundo material.
No. Él es un ser perfecto, que posee un intelecto
32
perfecto, voluntad y emociones perfectas, por eso
dice Cristo que debemos adorarle en espíritu y en
verdad.
Y eso, ¿Qué significa? No olvidemos el contexto en
que ocurre esta declaración, la conversación de
Jesús con una mujer de Samaria sobre el lugar
apropiado para una verdadera adoración, ¿Cuál es el
lugar Señor? En vez de responder a esta mujer sobre
el lugar de la adoración, el Señor le hace ver a esta
mujer que su venida, la venida de Cristo, trajo
consigo un cambio radical tocante a este punto,
ya que a partir de ahora el lugar no tendría la
importancia que una vez si tuvo. ”Mujer créeme
que la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos
adoradores adoraran al Padre en espíritu y en
verdad”. En el Antiguo Testamento el pueblo de
Israel tenía que tomar en cuenta muchos elementos
externos en cuanto a su adoración a Dios, incluso
hasta dónde estaba ubicada la ciudad de Jerusalén;
recordemos como oraba Daniel en Babilonia, con su
rostro dirigido hacia Jerusalén; ellos tenían que tomar
en cuenta el templo, el altar, los sacrificios, la
vestimenta de los sacerdotes, etc. ¿Todas esas
cosas externas, físicas, de la adoración
antiguotestamentaria, qué simbolizaban, que
tipificaban? La venida del Mesías; todas esas cosas
señalaban a Cristo. Una vez venido Cristo se da el
cumplimento de esos tipos y de todas esas
simbologías, toda esa ceremonia quedó abolida.
Incluso las personas que creen que viajando a
Jerusalén rinden una adoración especial, están muy
equivocadas.

A Dios ahora se le adora en espíritu, ¿Entonces?, eso


implica al menos dos cosas: Por un lado, que
debemos dar a Dios una adoración de corazón, que
33
involucre todo nuestro ser interior, ¿Por qué? Porque
Dios es una persona, la adoración es una
comunicación entre dos personas, mi persona
adorando la Persona de Dios, porque Él es un ser
personal; si mi corazón no está involucrado en la
adoración, puedo decir que mi persona no está
involucrada y por lo tanto ahí no hay adoración. De
ahí la reprensión de Dios a su pueblo por medio del
profeta Isaías, y de la que Cristo se hace eco en el
Nuevo Testamento cuando le dice a los fariseos:
“Hipócritas, bien profetizo bien de vosotros Isaías
cuando dijo: Este pueblo de labios me honra más su
corazón está lejos de mí”. Es en el corazón donde
radica nuestra personalidad, cuando mi corazón no
está involucrado, mi persona no lo está.
Por otro lado, adorar a Dios en Espíritu implica
también una adoración sencilla y espiritual, a
diferencia de la adoración del Antiguo Testamento
donde se hizo uso de muchos elementos simbólicos
que apuntaban hacia la persona y la obra de Cristo; al
venir Cristo todo eso quedó abolido, de eso es lo que
trata la epístola a los Hebreos, sobre todos entre los
capítulos siete al diez.
Nosotros no necesitamos ninguna cosa física,
ninguna cosa material, para adorar a ese Dios que es
Espíritu; “Dios es Espíritu, y los que le adoran en
espíritu y en verdad es necesario que adoren”, es a
eso a lo que se refiere el apóstol Pablo en Efesios
3:3: “Porque nosotros somos la circuncisión. Los que
en espíritu servimos a Dios”, ¿Dónde se hace la
circuncisión? En la carne, y Pablo está diciendo que
esa circuncisión física ya pasó, ahora es una
circuncisión espiritual, nosotros somos la verdadera
circuncisión, en otras palabras nosotros somos el
verdadero Israel, los que en espíritu servimos a Dios.
34
Lo único indispensable para adorar a Dios es un
corazón dispuesto y su verdad. Elementos como un
lugar amplio, con buena acústica, bancos cómodos,
instrumentos musicales, etc., todo esto puede ser de
mucha ayuda para el desenvolvimiento del culto
público pero ninguno de estos elementos es
indispensable para adorar a Dios en espíritu y en
verdad.

Lo que Dios quiere cuando vengamos a adorarle es


que lo hagamos con nuestros espíritus, con nuestro
ser interior, con toda nuestra personalidad
involucrada: Nuestro intelecto, emociones y voluntad.

Pero no solo debemos adorar a Dios en espíritu sino


también en verdad, y eso significa, en primer lugar,
que debemos adorar a Dios tal como él lo ha dejado
establecido en su revelación escrita. Todos los reyes
tienen su protocolo, el nuestro tiene el suyo, y Él lo ha
revelado en Su Palabra. ¿Por qué la adoración de los
samaritanos era inadecuada? Porque ellos no tenían
consigo toda la verdad, ellos aceptaban únicamente
una parte del Antiguo Testamento y por lo tanto ellos
adoraban a un Dios mutilado, y un Dios mutilado no
es digno de toda nuestra adoración, automáticamente
deja de ser el Dios de gloria, para venir a ser un ídolo
más; es la verdad revelada en las Escrituras la que
nos provee de una perspectiva correcta, completa y
adecuada de Dios, y esa perspectiva es la que nos
mueve a adorarle apropiadamente. El intelecto va
adelante, cuando las emociones van por delante el
intelecto es suprimido, y cuando el intelecto es
suprimido ya no podemos entender la verdad,
estamos dándole a Dios una adoración pagana, en
palabras más simples, sin verdad no hay adoración y
la verdad se entiende con la razón, por la cabeza.
35
¿Qué dice Pablo en Romanos 12:1?: “Así que
hermanos os ruego por las misericordias de Dios que
presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo… que
es vuestro culto racional”. ¿Saben cuál es la palabra
griega que se usa allí? Vuestro culto lógico, es un
culto lógico. Pero también nuestras emociones deben
estar involucradas en la adoración a Dios, y eso será
algo que nunca será sobre enfatizado, verdad sin
emoción produce una ortodoxia muerta; pero esa
emoción debe ser levantada por la comprensión de
la verdad y sus implicaciones. En Samaria había
pasión pero no había luz, en Israel había luz, ellos
tenían la Biblia, pero no había pasión, la verdadera
adoración tiene luz y tiene pasión, tiene una cabeza
razonando y entendiendo y un corazón sintiendo esa
verdad en lo más profundo de nuestro ser, eso es
adoración.
Es por ello que adorar en verdad no sólo implica
adorar a Dios como Él lo ha mandado en Su Palabra,
sino que también implica que la verdadera adoración
gira en torno a la verdad revelada; es por ello que el
centro del culto de adoración no son los himnos que
cantamos a Dios, y no estamos minimizando en
absoluto los himnos, pero el centro del culto de la
adoración es la predicación de la Palabra de Dios,
porque de esa exposición de la Palabra que alumbra
el entendimiento es que el corazón se nutre para
poder cantar himnos de alabanza a Dios con
entendimiento y con el corazón. La adoración genuina
descansa en la verdad, proclama la verdad, ¿Qué le
dice Pablo a Timoteo en su primera carta? “Esto te
escribo…para que si tardo, sepas cómo debes
conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del
Dios viviente, columna y baluarte de la verdad”, 3:14
y 15. Eso es la Iglesia, “columna y baluarte de la
verdad” y en el culto público debemos leer la Palabra,
36
predicar la Palabra, cantar la Palabra, orar la Palabra
y administrar la Palabra visible en la Santa Cena, la
Palabra, la Palabra, la Palabra. Nunca entenderemos
cómo una persona puede dejar una iglesia donde se
predica la Palabra de Dios e irse a otra, simplemente
porque le gusta como cantan en esa otra Iglesia, esto
es inexplicable. Es a través de Su Palabra que
nosotros podemos conocer a Dios, conocer su
voluntad, y la verdadera adoración no es otra cosa
que una respuesta del creyente a ese conocimiento
de Dios a través de su Palabra. En otro sermón
hablaremos de los himnos que se deben usar en los
cultos de adoración, aún de la música que se debe
emplear en la adoración.

Notemos lo que dice Pablo en Colosenses 3:16,


leámoslo. Pablo dice aquí que los himnos que se
cantan en el culto de adoración deben de estar llenos
de enseñanza, deben estar llenos de exhortación,
deben servir de vehículo para que la Palabra de
Cristo more en abundancia en nosotros. Un himno
puede levantar las emociones porque la letra es
emotiva, lo mismo que su música, y no hay nada
malo en eso; pero si no es por las verdades que ese
himno enseña y expresa, entonces no estamos
adorando realmente, porque falta uno de los
elementos indispensables de la adoración: LA
VERDAD. NOSOTROS NO VENIMOS A LA IGLESIA
A SENTIR QUE ADORAMOS, NOSOTROS
VENIMOS A LA IGLESIA A ADORAR, son cosas muy
diferentes. El que verdaderamente adora lo siente,
pero no todo el que siente está adorando, es posible
hacer uso de ciertos elementos que son
completamente ajenos a la verdadera adoración, y
aun así producir en muchos la sensación de que
están adorando.
37
John MacArthur dice al respecto: “La música y la
liturgia pueden ayudar o servir de medio de expresión
de un corazón adorador, pero ellas no pueden que un
corazón no adorador se convierta en uno que adora;
la música y los himnos ayudan al adorador a expresar
su adoración, pero no pueden hacer que una persona
que no adora los siete días de la semana de repente
venga al culto y cinco minutos antes se convierta en
un adorador”, y sigue diciendo: “”El peligro es que
éstas cosas pueden darle a un corazón no adorador
el sentimiento de que está adorando. La verdadera
adoración es en espíritu y en verdad; las voces más
potentes y armoniosas, y la letras que más
profundamente pueden tocar las fibras de nuestro ser
no son agradables a la Persona de Dios cuando no
está involucrado el corazón de los que adoran, o
cuando su verdad revelada no es el centro de esa
adoración.”
Dice la escritura “A ese miraré, al que es humilde de
espíritu, y al que tiembla a mi Palabra”. “Dios es
Espíritu y los que le adoran, en Espíritu y en verdad
es necesario que adoren”.

Concluimos:
Dos preguntas a los que reciben hoy este mensaje:
¿Has sido tú conducido a ser un verdadero
adorador?, ¿Has visto la realidad de tu pecado, que
te impide ser adorador y has venido a Cristo pidiendo
perdón y suplicando que te dé esa agua viva que te
salva y te limpia de tu pecado? Si no lo has hecho,
hazlo ahora.

Entendiendo ahora lo que es la verdadera adoración,


¿Puedes decir que has tenido el suficiente cuidado de
adorar a Dios en espíritu y en verdad cada que vas a
la iglesia cada domingo?
38

Quiera el Señor concedernos una visión cada vez


más clara de su gloria a través de un mejor
entendimiento de lo que Él ha revelado de sí mismo
en Su Palabra, y que esa visión de la gloria de Dios
atrape nuestros corazones para que podamos
tributarle, como individuos y como iglesia, una
adoración que sea digna de Él. Oremos.
39

3. La Adoración y la alabanza en el culto


público III
Hay tres cosas muy importante en la enseñanza y
son: la repetición, la repetición y la repetición; así que
repetiremos la definición de la adoración con el fin de
que aún nuestros niños puedan entender con
palabras precisas, pero sencillas, lo que es la
adoración. Adorar es rendir honor a un ser superior,
puede tratarse de un ídolo falso o puede ser el Dios
vivo y verdadero; pero la esencia de la adoración es
rendir tributo, honor, reverencia, respeto, alabanza y
gloria a un ser superior.
Para nosotros los cristianos, que creemos que existe
un Dios vivo y verdadero, que se ha revelado al
hombre a través de su creación y de su Palabra, un
Dios que ha diseñado un plan de salvación a través
de la encarnación, muerte y resurrección de nuestro
Señor Jesucristo, adorar es rendir tributo, honor,
reverencia, respeto, alabanza y gloria a ese único
Dios vivo y verdadero.
Ahora bien, aún en el plano terrenal, cuando nos
acercamos a un ser que por alguna razón es superior
a nosotros, un rey, un presidente o un primer ministro,
no podemos hacerlo como a nosotros nos parezca
más conveniente, sino según el protocolo establecido.
Leyendo el libro de Ester encontramos que ni siquiera
la esposa del rey Azuero podía presentarse delante
de él sin haber sido previamente llamada; violar este
protocolo podía costarle la vida, a menos que el rey
Azuero le extendiera su cetro real como señal de
misericordia.
Pues la Biblia nos enseña que el Rey del universo ha
establecido también un protocolo que los hombres
40
deben seguir al acercarse a Él, un protocolo que
debemos observar cuidadosamente y que los
teólogos del pasado le han llamado: "Principio
regulativo de la adoración". Lo que este principio
declara es que Dios ha regulado su adoración tanto
en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, de
manera que los hombres no deben tomarse la libertad
de adorarle como a ellos les parezca más
conveniente, sino como Él lo ha establecido en su
Palabra.
Así que el Principio regulativo de la adoración
descansa sobre un trípode que lo sostiene, primero:
Dios, no el hombre, ha de ser el centro de nuestra
adoración; segundo: Él es el único que puede
establecer el modo apropiado de adorarle y tercero:
Él nos ha revelado su voluntad con respecto a su
adoración en su Palabra. Yo estoy seguro que la
mayoría de los creyentes están de acuerdo con estas
tres premisas, sin embargo, eso es más fácil de decir
que llevarlo a la práctica; es muy fácil decir: "Somos
bíblicos en nuestra adoración", pero no es fácil
llevarlo a la práctica.

EL SUBJETIVISMO

A la hora de lidiar con asuntos prácticos


concernientes a la adoración, debemos reconocer
que existe el peligro de extraviarnos por causa de dos
enemigos mortales del Principio regulativo de la
adoración: el Subjetivismo y el Pragmatismo.
El subjetivismo toma al hombre y a sus experiencias
como la base del conocimiento humano; lo que yo
siento, lo que me agrada, lo que me gusta, aquello
para lo cual me inclino, eso es lo que está bien. El
sujeto es la base del conocimiento. En el subjetivismo
no existe autoridad alguna fuera de nosotros mismos,
41
ni siquiera la voluntad de Dios expresada en su
Palabra. Debemos decir, con tristeza, que el
subjetivismo tiene una influencia cada vez mayor en
la iglesia contemporánea, sobre todo en lo que
respecta en la alabanza a Dios en un culto público.
Cada vez es más ampliamente aceptado el
pensamiento, la idea, de que la música es
moralmente neutra, que lo importante es lo que se
canta, la letra, que la música no tiene importancia
porque la música es moralmente neutra; por lo tanto,
la alabanza en nuestros cultos de adoración
dependerá básicamente de nuestros gustos, o de
nuestras preferencias personales, o de nuestra
cultura alrededor. Por eso, si alguien tiene la osadía
de levantar su voz en contra de cierto tipo de
alabanza en la iglesia, muchas personas cerrarán sus
oídos y no escucharán ninguno de sus argumentos,
porque ya está presuponiendo, de plano, que esta
persona está tratando de imponer sus gustos
personales en el culto de adoración. Esa es su
referencia, yo tengo la mía propia.
Y ciertamente es posible que una persona sea
movida subjetivamente a oponerse a ciertas cosas
porque simplemente no van de acuerdo con sus
gustos o preferencias personales, eso es posible.
Pero así como debemos cuidarnos de ser subjetivos,
también debemos cuidarnos de acusar a otros
falsamente de subjetividad. No debemos presuponer
sin haber oído y ponderado sus argumentos; no
debemos suponer que si alguien se opone a cierto
tipo de alabanza en la iglesia, por ejemplo, está
descansando subjetivamente en sus gustos o
preferencias culturales. Puede ser que esa persona
tenga alguna razón, pero si partimos de la premisa
que está tratando de meternos en una camisa de
fuerza e imponernos sus gustos, entonces nosotros
42
ya no vamos a considerar sus argumentos.

EL PRAGMATISMO

Pero, así como debemos cuidarnos del subjetivismo,


también debemos cuidarnos del pragmatismo. Y el
pragmatismo consiste en usar los resultados
aparentes como tabla de evaluación; es válido lo que
"funciona", está bien lo que "parece exitoso". Por
ejemplo, diría el pragmático: "La iglesia canta con
más entusiasmo cuando empleamos tal o cual estilo
musical", o "Esta forma de adoración parece llegarle
más a la nueva generación", o "Los himnos
tradicionales alejan a los incrédulos de la iglesia, y
sobre todo a los jóvenes".
¿Hay algo de malo en que nosotros queramos que la
iglesia cante con entusiasmo? Por supuesto que no, y
ciertamente hay unos himnos que pueden matar el
espíritu de adoración.
Ciertamente es nuestro deseo atraer a las personas
al culto de adoración, ciertamente es nuestro deseo
predicar de tal manera que podamos llegarle a los
jóvenes y a los niños de nuestra iglesia y a la nueva
generación. No hay problema con eso. El problema
está en usar esos criterios como tabla de evaluación,
en decidir lo que vamos a hacer o lo que no vamos a
hacer en el culto usando lo que funciona o lo exitoso
como nuestro argumento.
Si nosotros usáramos ese mismo criterio para evaluar
la predicación de la Palabra no podríamos predicar
como Pablo "...todo el consejo de Dios", porque hay
muchas cosas, muchos temas espinosos en la Biblia
que no resultan atractivos para mucha gente.
Por eso cuando Pablo fue a los corintios dice: "Así
que, hermanos, cuando yo fui a vosotros para
anunciaros el misterio de Dios, no fui con excelencia
43
de palabras o de sabiduría", 1 Corintios 2:1; a los
griegos les fascinaba la oratoria, y Pablo dice que no
fue a Corinto a hacer un despliegue de oratoria, para
decir palabras rimbombantes que nadie iba a
entender; y no porque no tuviera la capacidad, Pablo
era un hombre bien instruido pero no usaba la
predicación como un instrumento para llamar la
atención sobre sí mismo por su capacidad y estilo. Y
sigue diciendo: "Porque me propuse no saber nada
entre vosotros, sino a Jesucristo, y a él crucificado. 3
Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor
y temblor", versículos 2 a 3, -Voy a usar dos o tres
historias tristes para conmover a la gente, voy a decir
que levante su mano y a pedirle que venga al frente
para que hagan una decisión por Cristo-, No, "...y ni
mi palabra ni mi predicación fue con palabras
persuasivas de humana sabiduría, sino con
demostración del Espíritu y de poder, 5 para que
vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los
hombres, sino en el poder de Dios", versículos 4 a 5.
Pablo conocía muy bien la cultura griega, él sabía
que el método de Dios no era potable, aceptable,
para los griegos, como no era potable para los judíos,
como no era potable para los romanos; pero él sabía
también que si claudicaba y les daba lo que ellos
querían oír, lo que apelara humanamente a sus
sentidos, la fe de los corintios tendría un fundamento
equivocado.
De la misma manera Dios ha establecido su
protocolo, y para que nos acerquemos a Él en
adoración, es ese protocolo el que debemos usar; no
lo que produce resultados aparentes, no lo que apele
a la mayoría, no lo que encaje con nuestros gustos o
preferencias personales.

ARGUMENTOS BÍBLICOS DEL PRINCIPIO


44
REGULATIVO DE LA ADORACIÓN

1. Es prerrogativa de Dios, y no de sus criaturas,


determinar la manera correcta de acercarnos a Él
en adoración, y esto no por la autoridad que Dios
posee, por el hecho de ser Dios, sino también porque
la adoración no es otra cosa que la respuesta que el
hombre da a la revelación que Dios nos provee de Él
mismo en las Escrituras. Dios tiene ese derecho
porque es Dios. Nosotros no podríamos conocer
absolutamente nada acerca de Dios a menos que Él
hubiese tomado la iniciativa de revelarse.
En Mateo 11:27 dice: "Todas las cosas me fueron
entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino
el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y
aquel a quien el Hijo lo quiera revelar". Y hablando de
la revelación divina dice Pablo en 1 Corintios 2:11:
"Porque ¿Quién de los hombres sabe las cosas del
hombre, sino el espíritu del hombre que está en él?
Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el
Espíritu de Dios". Esto es muy elemental, sólo Dios
se conoce a sí mismo. Imagínese que alguien llega y
le dice: -Yo sé lo que usted está pensando-, ¿Cómo
que usted sabe lo que yo estoy pensando? -Te lo veo
en la cara-, No, un momento, usted no puede saber lo
que yo estoy pensando, porque nadie conoce las
cosas del hombre sino el espíritu del hombre que está
en él. Pues, de la misma manera, nadie conoció a
Dios sino el Espíritu de Dios, y Él tomó la iniciativa de
darse a conocer al hombre a través de su creación, y
a través de su Palabra.
Ahora, el punto es que eso que Dios ha revelado de
sí mismo en Las Escrituras es lo que debe gobernar
nuestra adoración; en otras palabras, su naturaleza
determina cómo debemos adorarle nosotros. Ese es
45
el principio primario de Las Escrituras, que
encontramos tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento. "Guardad, pues, mucho vuestras almas;
pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló
con vosotros de en medio del fuego; 16 para que no
os corrompáis y hagáis para vosotros escultura,
imagen de figura alguna, efigie de varón o hembra, 17
figura de animal alguno que está en la tierra, figura de
ave alguna alada que vuele por el aire, 18 figura de
ningún animal que se arrastre sobre la tierra, figura
de pez alguno que haya en el agua debajo de la
tierra. 19 No sea que alces tus ojos al cielo, y viendo
el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del
cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas;
porque Jehová tu Dios los ha concedido a todos los
pueblos debajo de todos los cielos. ", Deuteronomio
4:15 a 19; la razón que se le da al pueblo de Israel
para prohibir el uso de imágenes en la adoración a
Dios es el hecho de que ellos no vieron ninguna
imagen, ninguna figura de Dios cuando Él vino al
monte Sinaí para darles la Ley.

En la casa de mis abuelos cuando yo estaba pequeño


había una imagen del ojo que todo lo ve, era un
triángulo con un ojo para simbolizar la Trinidad y la
omnisciencia de Dios. Ese cuadro daba pavor, pero
ninguna figura puede representar adecuadamente a
Dios. Si nosotros tratamos de representar a Dios a
través de alguna figura física, seguramente lo vamos
a representar erróneamente, ¿Por qué? Porque Dios
es espíritu. Ese es el argumento que usaría nuestro
Señor Jesucristo cientos de años más tarde al tratar
el tema de la adoración con la mujer samaritana.
"Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en
verdad es necesario que adoren", Juan 4:24.

Sea lo que sea adorar a Dios en espíritu una cosa es


46
clara, la naturaleza de Dios es lo que determina el
modo cómo debemos adorarle. Pero, como sólo Dios
se conoce a sí mismo, Él es el único que puede
determinar cuál es el tipo de adoración que mejor
representa a quien es Él.

¿Por qué nosotros utilizamos el púlpito y este método


para predicar la Palabra de Dios?, ¿No sería más
adecuado hacerlo de una manera más moderna, tal
vez que el predicador se mueva por entre las
personas y comience a preguntarles por lo que
piensan acerca de tal o cual asunto?, ¿No sería mejor
así? O tal vez para hacerlo más entretenido, y no
estoy siendo irreverente sino que estoy dando un
ejemplo de lo que pasa hoy en algunas iglesias, ¿Por
qué en vez de predicar la Palabra de Dios no traemos
un mensaje a ritmo de rap? Eso seguramente atraería
mucho la atención. ¿Por qué este formato? Porque
ese es el formato establecido por Dios en su Palabra,
porque nosotros somos embajadores del rey del cielo
y hemos venido como sus embajadores a traer de su
parte un mensaje a los hombres.
¿Ustedes se imaginan que en la próxima toma de
posesión del Presidente de la República venga y dé
su discurso en tono de rap? Eso rebajaría
completamente la dignidad de la toma de posesión.
Pues la razón por la que Dios determinó que fuera la
predicación que se usara en su iglesia es teológica,
no es cultural. Yo estoy aquí como un heraldo del
cielo comisionado por Él para decirle a los hombres el
mensaje de su Palabra, este es el mejor formato para
representar adecuadamente a Dios.
Ligon Duncan tiene un comentario sumamente
adecuado acerca de esto, dice él: "Si adoras a Dios a
través del uso de imágenes, eso cambiará tu visión
47
de Dios, ¿Sabes por qué? Porque la forma impacta
el contenido; los medios de la adoración influencian
a los adoradores en su comprensión de Dios". En
palabras más sencillas, así como la naturaleza de
Dios determina la forma cómo debemos adorarle, la
forma cómo lo adoremos afecta nuestro
entendimiento que tenemos de Dios. Quién es Él
determina la adoración, y la forma cómo lo adoramos
dice algo de lo que nosotros pensamos que es Él.
Una adoración superficial y ligera sólo puede ser el
producto de ideas superficiales y ligeras acerca de
Dios; y esa ligereza en la adoración contribuirá a que
otras personas tengan opiniones ligeras acerca de
Dios. La forma impacta el contenido. Esto es algo que
mucha gente no entiende en el día de hoy, piensan
que no importa la forma sino lo que dice, NO, sino
que importa también cómo lo dices.
Nosotros pudiéramos adorar a Dios en nuestra iglesia
a ritmo de merengue, eso es una posibilidad. La
pregunta que debemos hacernos es, ¿Adorar a Dios
a ritmo de merengue realmente conllevaría -esta
forma musical-, es consonante con el mensaje que
estamos trayendo? Esa es la pregunta. Yo no la voy a
responder ahora, simplemente estamos tratando de
sentar la base de lo que es la adoración, porque lo
que es la adoración determina el tipo de alabanza
que nosotros le estamos dando a Dios.
Más adelante Ligon Duncan dice:
"Consecuentemente, el cómo de la adoración es
vital para nuestro crecimiento en gracia y en el
conocimiento del único Dios verdadero, porque
contribuye a la comprensión del Dios verdadero".
La forma cómo adoramos implica una comprensión
del Dios verdadero, por lo tanto la forma cómo
adoramos va a determinar si esta es una iglesia que
va a crecer en gracia, o si va a ser una iglesia enana
48
con el paso del tiempo, porque ninguna iglesia es
más grande que su comprensión de Dios. Y si
nuestra adoración rebaja la majestad, la gloria del
Dios excelso y del Dios Altísimo, esto provocará
enanismo en nuestro corazón, eso nos afectará como
adoradores.
De ahí la importancia que Dios le da a la forma como
Él quiere que le adoremos, sino que le adoremos tal
cual Él mismo lo dice en su Palabra; "Y habló Dios
todas estas palabras, diciendo: 2 Yo soy Jehová tu
Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de
servidumbre. 3 No tendrás dioses ajenos delante de
mí. 4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo
que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en
las aguas debajo de la tierra. 5 No te inclinarás a
ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu
Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los
padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta
generación de los que me aborrecen, 6 y hago
misericordia a millares, a los que me aman y guardan
mis mandamientos", Éxodo 20:2 a 6, no adore ningún
otro Dios fuera del único Dios vivo y verdadero, y no
se haga ninguna imagen de Él.
¿Si no podemos hacernos ninguna imagen de Dios,
cuál es la idea que debemos tener de Él cuando nos
acercamos a adorarle? La respuesta es evidente, lo
que Él ha revelado de sí mismo en su Palabra, de lo
que Él, eso debe gobernar nuestra adoración, que es
lo mismo que decir que la adoración debe ser
gobernada por la Palabra.
Jesucristo dice: "...los que le adoran, en espíritu y en
verdad es necesario que adoren", Juan 4:24, y adorar
en verdad no sólo implica adorar como Dios lo ha
mandado en su Palabra, sino que la adoración debe
girar en torno a la verdad revelada. ¿Qué es lo que
Dios ha ordenado claramente que su iglesia haga en
49
el culto público de adoración en el día del Señor?
Cantar, orar, leer y predicar la Palabra, ofrendar y
celebrar los sacramentos del bautismo y la santa
cena. Ya no podemos inventar de ahí nada más.
Esos son los seis elementos establecidos por Dios
para el culto de adoración. ¿Y por qué no hacemos
danza sagrada? Porque eso no está en la Biblia. Dios
dice: Cantar, orar, leer y predicar la Palabra, ofrendar
y celebrar los sacramentos como palabra visible a
través del bautismo y de la santa cena.
Pero como dice Terry Johnson, todo eso gira en torno
a la Palabra de Dios, cantar la Palabra, orar la
Palabra, leer la Palabra, predicar la Palabra y
administrar la Palabra visible; La Palabra, la Palabra,
la Palabra. Cuando nos apartamos de su Palabra
estamos adorando a un dios de nuestra propia
imaginación y, por lo tanto, estamos violando el
primero y el segundo mandamientos de su Ley Moral.
Su naturaleza determina nuestra adoración, y nuestra
adoración dice algo del Dios al cual adoramos.

Noten como Pablo aplica este principio en el Nuevo


Testamento durante una discusión sobre los dones
extraordinarios, "...pero hágase todo decentemente y
con orden", 1 Corintios 14:40, en el contexto habla
de: "...los profetas hablen dos o tres, y los demás
juzguen...los espíritus de los profetas están sujetos a
los profetas", versículos 29, 32, dando instrucciones a
la iglesia para que no salga uno pos ahí y diga: -No,
yo tengo una revelación y no la puedo callar-, no, es
en orden y es por turnos, y Pablo da la razón: "pues
Dios no es Dios de confusión, sino de paz...Así que,
hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar
lenguas; pero hágase todo decentemente y con
orden", versículos 33, 39 y 40. Aquí no estamos
hablando de la permanencia o no permanencia de los
50
dones extraordinarios, pero hay algo que está muy
claro en estos pasajes y es que las directrices que
Pablo da para que se haga un uso de los dones en la
iglesia, de una manera organizada, de una manera
ordenada, son las directrices que están enraizadas en
la naturaleza de Dios. Por cuanto Dios no es un Dios
de confusión y, además, Dios no se contradice a sí
mismo, Dios no es un Dios al que no podemos
entender, si va para el norte o va para el sur, no; Dios
es muy claro, no es un Dios de confusión sino de paz;
por eso los cultos que la iglesia celebra para adorarle
deben reflejar orden, armonía y sobriedad. En la
iglesia todo debe hacerse decentemente y con orden.

Si ahora, de repente, unos hermanos comienzan a


adorar al mismo tiempo, otros comienzan a orar al
mismo tiempo, y más allá otros deciden coger para el
baño o hacer tal o cual cosa, ¿Qué va a parecer esta
iglesia? Un manicomio, pero un manicomio no
representa adecuadamente al Dios a quien
adoramos. Por eso decía Pablo que si entra a la
iglesia un incrédulo y todos están orando al mismo
tiempo, adorando al mismo tiempo, ¿Qué dice Pablo?
Va a pensar que están locos. Eso lo dice Pablo, no lo
digo yo. Ese tipo de culto no representa a Dios. Así
que la naturaleza de Dios determina el tipo de
adoración.

2. No sólo somos criaturas de Dios, sino que,


además de eso, también somos pecadores;
consecuentemente no tenemos el derecho ni la
capacidad de establecer los términos en los que nos
vamos a acercar a Él. Cuando los súbditos de una
nación se rebelan y tratan de echar por tierra a su
monarca, no son los súbditos sino el monarca el que
debe decidir si renovará con ellos la relación que
tenía anteriormente; y es el monarca el que debe
51
decidir cuáles son los términos de esa relación.
Cuánto más cuando se trata de una rebelión contra el
rey soberano del universo. El hombre no puede
determinar por sí mismo cómo acercarse a Dios y
adorarle; Dios no nos ha concedido ese derecho. Una
vez esa senda de acceso a Dios quedó cerrada por
causa del pecado, sólo Dios podía abrirla de nuevo, y
sólo Dios podía determinar las condiciones y la
manera cómo el hombre pudiera acercarse otra vez a
Él.
Pero, no sólo no tenemos ese derecho, sino que
tampoco tenemos esa capacidad; Efesios nos dice
cuál es la condición del hombre en su pecado:
"...teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos
de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay,
por la dureza de su corazón", 4:18; nuestro
entendimiento quedó severamente dañado por causa
de nuestro pecado, y ese entendimiento dañado del
hombre es una fábrica de idolatría. Pablo en
Romanos, 1:18 en adelante, dice que "...la ira de Dios
se revela desde el cielo contra toda impiedad e
injusticia de los hombres que detienen con injusticia
la verdad". Así comienza el asunto, frenando con
injusticia la verdad. ¿Pero, saben qué sucede? Que el
hombre es un ser esencialmente religioso porque
Dios nos hizo para su gloria, y si no adoramos al Dios
vivo y verdadero vamos a inventar a un Dios al cual
adorar; el hombre es una fábrica de ídolos.

El asunto termina como en el versículo 25: "...ya que


cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando
y dando culto a las criaturas antes que al Creador".
Dejado a su propia inclinación; el hombre nunca
podrá adorar adecuadamente al único Dios vivo y
verdadero, nunca. Se fabricará un ídolo conforme a
su propia imaginación.
52
3. La Biblia condena expresamente todo tipo de
adoración que no haya sido ordenada por Dios.
Dice en Deuteronomio 4:2: "...No añadiréis a la
palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para
que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro
Dios que yo os ordene", y más adelante dice en el
versículo 12:32: "Cuidarás de hacer todo lo que yo te
mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás".
Fíjense, ni debemos añadir ni debemos quitar,
cualquiera de esas dos acciones se consideraría un
acto de rebelión que no puede ser tolerado.

Y el Espíritu Santo llevó a los autores de Las


Escrituras a dejar en el registro bíblico algunas de las
consecuencias funestas de tomar en poco estas
advertencias de Dios. ¿Recuerdan el caso de Nadab
y Abiú? Fueron castigados con la muerte por
encender en el tabernáculo de reunión un fuego
extraño que Dios no había mandado, Levítico 10:1 y
3. Ahora, noten en este pasaje que ellos no
encendieron un fuego que Dios había prohibido. Hay
algunas iglesias evangélicas en el día de hoy que
dicen: -No importa que nosotros introduzcamos otros
elementos en la adoración que pudieran ser más
atractivos, claro, siempre y cuando Dios no lo haya
prohibido-. Pero, lo que nosotros estamos diciendo no
es eso. Lo que estamos diciendo es que en la iglesia
no debemos hacer nada, a menos que Dios lo haya
mandado. Ese fuego que Nadab y Abiú encendieron
en el tabernáculo no era un fuego prohibido, pero
Dios tampoco lo había mandado como parte del ritual
en el tabernáculo; fueron castigados por su
temeridad.

¿Recuerdan el caso de Uza en 2 Samuel 6? Cuando


Israel recuperó el arca de manos de los filisteos David
decidió transportarla a Jerusalén en un carro nuevo
53
tirado por reyes, versículo 13. Ahora, noten algo, esta
era una forma muy práctica de llevar el arca, una
carreta tirada por bueyes, ¿No era práctico? Si era
práctico, el problema es que esa no era la manera
establecida por Dios para transportar el contenido de
las cosas sagradas del tabernáculo, ¿Y saben qué
pasó? Que esa innovación pragmática de David le
costó la vida a Uza porque cuando los bueyes
comenzaron a tropezar Uza, que no era levita, le
metió la mano al arca para sostenerla y ahí mismo
fue fulminado. Cuando intentó transportar el arca por
segunda vez, "Entonces dijo David: El arca de Dios
no debe ser llevada sino por los levitas; porque a
ellos ha elegido Jehová para que lleven el arca de
Jehová, y le sirvan perpetuamente", 1 Crónicas 15:2,
tuvo mucho cuidado en hacerlo como Dios lo había
mandado, eligió no ser pragmático sino obediente.

Otro ejemplo se observa cuando Saúl quiso ofrecer


sacrificios pasando por alto el mandato de Dios.
Samuel le dijo: "... ¿Se complace Jehová tanto en los
holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a
las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es
mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la
grosura de los carneros", 1 Samuel 15:22, ¿En qué
se complace Dios, en que le traigamos sacrificio o en
que le obedezcamos?

-Bueno pastor, pero mire, eso era en el Antiguo


Testamento, ya en el Nuevo Pacto las cosas son
diferentes-. Pero, el celo que Dios mostró por su
adoración en el Antiguo Pacto es el mismo que
encontramos en el Nuevo Pacto. Cristo acusó a los
fariseos de acusar a Dios en vano al enseñar como
doctrinas mandamientos de hombres. -Ah, pero usted
no puede juzgar nuestra sinceridad-, es que este no
es un asunto de sinceridad, ustedes están adorando
54
a Dios en vano, les dice Cristo, porque no están
siguiendo la Palabra de Dios, están siguiendo
mandamientos de hombres.

Y recuerden que a la mujer samaritana Cristo le hizo


saber que la adoración de los samaritanos era
inaceptable, ¿Recuerdan? Porque ellos no tomaban
en cuenta toda la revelación de Dios. Dios debe ser
adorado en espíritu pero también debe ser adorado
en verdad. "Pues si habéis muerto con Cristo en
cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como
si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos -
que no están en la Biblia- 21 tales como: No manejes,
ni gustes, ni aun toques 22 (en conformidad a
mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que
todas se destruyen con el uso? 23 Tales cosas tienen
a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto
voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo;
pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la
carne", Colosenses 2:20 a 23; Pablo estaba hablando
aquí de algunos maestros ascetas que se habían
infiltrado a la iglesia de Colosas; la expresión que
llama la atención es "culto voluntario", esta es una
sola palabra griega que quiere decir "culto elegido por
uno mismo", o "adoración autoimpuesta". Pablo dice
que ese tipo de adoración inventada por uno mismo
acarrea cierta reputación de sabiduría.

Algunas personas se sienten atraídas por todo lo que


produzca en ellos una especie de éxtasis religioso,
independientemente de si esas prácticas son
sancionadas o no por Las Escrituras. Y algunos
dicen: -Mira, yo no sé si eso es bíblico o no, yo sólo
sé que ese tipo de culto eleva mi espíritu-.
Yo no me cansaré de repetir hasta que me muera que
nosotros no venimos a la iglesia a "sentir" que
55
adoramos, sino a adorar. Adorar es como Dios dice
en su Palabra. -Hay pero que yo me siento...-,
pragmatismo, subjetivismo. Eso es lo que dice la
Palabra de Dios porque nosotros no venimos a la
iglesia a sentir que adoramos, nosotros venimos a
adorar. La única adoración que es aceptable en la
presencia de Dios es aquella que ella ha establecido
en su Palabra, ya sea por precepto o por ejemplo.
4. La iglesia es la casa de Dios, y no la nuestra.
Por lo tanto, debemos conducirnos allí como el dueño
ha dispuesto, no como a nosotros nos parece o como
nosotros deseamos. Esa es la razón por la que Pablo
da instrucciones tan precisas a Timoteo en cuanto a
la forma de adorar: "Esto te escribo, aunque tengo la
esperanza de ir pronto a verte, 15 para que si tardo,
sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que
es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de
la verdad", 1 Timoteo 3:14 y 15.

Por favor, si hay alguna feminista no se moleste con


lo que voy a decir, moléstese con el Señor: Unos
versículos antes de Pablo decir que la iglesia es la
casa del Dios viviente, columna y baluarte de la
verdad, Pablo dice que: "La mujer aprenda en
silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la
mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre,
sino estar en silencio". Y resulta que en el día de hoy
hay mujeres que son pastoras, hay mujeres que son
predicadoras, y alguno responderá: -Pues mire
pastor, es mucho lo que Dios usa a esas mujeres,
hay gente que se ha convertido por la predicación de
esa mujer-, pragmatismo. La pregunta es, ¿Qué dice
Dios en su Palabra? Y Dios dice en su Palabra que
una mujer no debe ser pastora, que una mujer no
debe ser predicadora y, por lo tanto, cualquiera que lo
haga con la mejor intención de su corazón, está
56
violando la voluntad expresa de Dios revelada en su
Palabra.
¿Quién era Timoteo? Uno de los hombres de
confianza del apóstol Pablo, tanto así que cuando
Pablo escribe su carta a los filipenses dice: "...a
ninguno tengo del mismo ánimo y que tan
sinceramente se interese por vosotros"; sabía que
Timoteo amaba a la iglesia y que su interés por los
hermanos era genuino, y ¿Qué le dice? -Timoteo, aun
así no te estoy dejando a tus propias expensas para
que tu decidas qué hacer en la iglesia; te estoy
escribiendo esta carta para que sepas cómo debes
conducirte en la casa de Dios, porque es la iglesia del
Dios viviente, columna y baluarte de la verdad; -
Timoteo, la iglesia no es tu casa, la iglesia no es la
casa de los hermanos, en la iglesia no se debe hacer
simplemente lo que los pastores digan; en el culto de
adoración no se debe hacer lo que los hermanos
piensan, porque es la casa de Dios; es lo que diga el
dueño y nada más. No olvides, Timoteo, la función de
la iglesia es ser columna y baluarte de la verdad-. La
iglesia defiende y proclama la verdad. Y surge una
pregunta: ¿Cómo podrá la iglesia de Cristo proclamar
y defender la verdad de Cristo si estamos
introduciendo en nuestros cultos prácticas extra
bíblicas que no están contenidas en esta verdad
revelada?
5. Cuando añadimos prácticas extra bíblicas para
hacer la adoración más atractiva, o para aumentar
la devoción del pueblo de Dios, estamos
poniendo en duda la sabiduría de Cristo y la
suficiencia de su Palabra. ¿Por qué? Porque
estamos implicando que hay cosas útiles para
nosotros que Cristo no mandó en su Palabra
inspirada. ¡Qué pena que a Cristo se le olvidó incluir
57
en su Palabra algunas cosas que hubieran sido tan
buenas en el culto de adoración! Eso contradice
abiertamente lo que la Biblia dice de sí misma: "Toda
la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar,
para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,
a fin de que el hombre de Dios -el pastor- sea
perfecto -maduro-, enteramente preparado para toda
buena obra", 2 Timoteo 3:16 y 17. ¿Es la adoración a
Dios parte de la obra del ministerio? Ah, pues la Biblia
es suficiente para regularla, porque la Biblia es la
Palabra de Cristo,

Pablo dice que en Cristo: "...están escondidos todos


los tesoros de la sabiduría y del conocimiento",
Colosenses, ¿Y qué es este libro? La Palabra de
Dios; no tenemos que añadirle nada, no tenemos que
restarle nada, esta Palabra es todo lo que
necesitamos para adorar a Dios en una forma que
sea agradable a Él y beneficiosa para nosotros. Por
eso aprecio el hecho de que los autores de nuestra
Confesión de Fe lo expresaron en el capítulo 22,
párrafo 1, cuando dice: "El modo aceptable de adorar
al verdadero Dios está instituido por Él mismo y está
de tal manera limitado por su propia voluntad
revelada, que no se debe adorar a Dios conforme a
las imaginaciones y a las invenciones de los hombres
o las sugerencias de Satanás, ni bajo ninguna
representación visible, ni en ningún otro modo no
prescrito en las Sagradas Escrituras".

Hace unos años me invitaron hablar con alguien que


estaba metido en esos cultos que hay ahora, y que
allí había una pastora que profetizaba a través de
danzas, un movimiento significaba una cosa, otro
movimiento significaba otra cosa; a veces ella llegaba
y decía: "Dios me reveló que hoy pongamos todas las
sillas mirando para allá". Es triste, muy triste que
58
haya personas en el día de hoy en ese oscurantismo
evangélico, porque eso no es más que oscurantismo,
no es otra cosa.

CONCLUSIONES
Hemos visto, primero, que Dios ha de ser el centro de
nuestra adoración, no nosotros, Dios.

Segundo, Dios es el único que puede establecer el


modo apropiado de adorarle,
Tercero, que Él nos ha revelado su voluntad al
respecto en su Palabra.

La contraparte del subjetivismo y del pragmatismo no


es el tradicionalismo, porque esos son dos peligros
de la adoración, -Ah, pero es que nuestra tradición...-,
no, no. La contraparte del pragmatismo y del
subjetivismo no es el tradicionalismo, sino un apego
irrestricto a la Palabra de Dios, tanto en lo que se
refiere al contenido como a la forma de la adoración.
Si queremos que nuestra iglesia continúe siendo una
iglesia fiel hasta la venida de nuestro Señor,
adorando en espíritu y en verdad al Dios vivo y
verdadero, tendremos que resistir las presiones que
vendrán, estas presiones han venido, vienen y
seguirán viniendo de dentro y de fuera para que
echemos a un lado el principio regulativo de la
adoración e introduzcamos en nuestros cultos
elementos más entretenidos, elementos más
atractivos, elementos que apelen a la mayoría o que
encajen con nuestros gustos y preferencia, pero que
no fueron ordenados por Dios y que no son de su
agrado, porque si hubiesen sido de su agrado, Él lo
habría ordenado en su Palabra.
59
Nunca olvidemos que la forma impacta el contenido,
la naturaleza de Dios determina el modo de adorarle,
y el modo como le adoramos afectará nuestra visión
de Dios para bien o para mal.
El Señor nos preserve en su Palabra como iglesia, sin
apartarnos ni a derecha ni a izquierda, porque sólo
así funcionaremos como lo que somos, casa del Dios
viviente, columna y baluarte de la verdad. Que Dios
nos ayude.
60

4. Canto congregacional 1.
Una de las cosas que nosotros hacemos cada
domingo como parte de nuestra adoración corporativa
es cantar alabanzas a Dios. Esa es una práctica que
es común a casi todas las iglesias de Jesucristo
alrededor del mundo, a no ser en aquellos lugares
donde el cristianismo está prohibido y donde los
creyentes deben reunirse en secreto. Casi todas las
iglesias cristianas del mundo tienen esta práctica en
común, la alabanza a Dios expresada en el canto.

Pero, ¿Por qué nosotros cantamos en nuestro culto


de adoración?, ¿Lo hacemos por una mera
costumbre eclesiástica?, ¿O porque tenemos
garantías explícitas de que Dios quiere que su pueblo
le cante alabanzas como parte de su adoración
corporativa?, y ¿Qué lugar debe ocupar este aspecto
del culto en relación con otros aspectos tales como la
predicación, la lectura de la Palabra, la oración?, ¿Es
el canto un aspecto sin importancia en el culto, algo
así como una especie de relleno mientras esperamos
la parte importante de la adoración que es la
predicación de la Palabra?, ¿O en cambio tiene una
importancia capital mayor que la predicación misma?

Por otra parte, ¿Cuál es el propósito que debemos


tratar de alcanzar con nuestros himnos en la
adoración?, ¿Qué características deben tener los
himnos que cantamos con miras a alcanzar este
propósito?, ¿Cómo podemos distinguir cuál himno es
apropiado para alabar a Dios y uno que no lo es?, y lo
que es todavía más complejo y controversial, ¿Cuál
61
es el estilo musical que debemos emplear en los
cultos de adoración?, ¿Cómo debe ser la música que
acompañe los himnos que usamos en el canto
congregacional?, ¿Es la música en sí misma un
asunto neutral que debe ser determinado por la
preferencia de cada uno o por la cultura a nuestro
alrededor?, ¿O nos ha dejado Dios en su Palabra
algunas enseñanzas y principios de guía?, ¿Y qué de
los instrumentos musicales que podemos emplear
como acompañamiento en el culto de adoración?
Tomando en cuenta que muchos de los instrumentos
que usamos ni siquiera existían en los tiempos
bíblicos, ¿Cómo discriminamos entre un instrumento
y otro en su uso en la iglesia?, ¿O debemos llegar a
la conclusión de que todos los instrumentos
musicales son apropiados para la alabanza a Dios en
el culto público?

Que el Señor nos conceda como iglesia un espíritu


como el de los bereanos al escuchar estas cosas,
porque algunos de los temas que consideraremos
son, hoy por hoy, motivo de mucha controversia en el
pueblo de Dios. Dicen Las Escrituras en Hechos
17:10 a 11: “Inmediatamente, los hermanos enviaron
de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos,
habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los
judíos. Y éstos eran más nobles que los que estaban
en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda
solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para
ver si estas cosas eran así”, su apego a Las
Escrituras les permitió no reaccionar airados a la
predicación de Pablo, más bien estudiaban cada día
Las Escrituras, les permitió vencer todos sus
prejuicios religiosos y recibir la verdad revelada de
Dios con un corazón abierto.
Quiera el Señor concedernos como iglesia esa misma
62
disposición de espíritu, de tal manera que podamos
elevarnos por encima de nuestras preferencias y
gustos, por encima de la cultura evangélica a nuestro
alrededor y afianzar nuestras convicciones en nuestra
infalible, inerrante y todo suficiente Palabra de Dios.

Alguien dijo una vez que ser bíblico es: “Hablar donde
la Biblia habla y callar donde la Biblia calla”. Y
nosotros debemos asegurarnos de que no nos
estamos extralimitando en nuestro ministerio de
enseñanza imponiendo nuestras opiniones y
preferencias personales por encima de las Sagradas
Escrituras. Pero, al mismo tiempo debemos
asegurarnos de que no nos estamos quedando cortos
al traspasar ese estándar divino, de manera que
nosotros podamos decir con una limpia conciencia,
como dice el apóstol Pablo en Hechos 20:27:
“…porque no he rehuido anunciaros todo el consejo
de Dios”.
Y, como esperamos poder demostrar, a partir de
ahora, en ese consejo divino revelado en Las
Sagradas Escrituras, encontramos mucha
información acerca del tipo de adoración que
debemos tributar a Dios como creyentes y como
iglesia; y aún acerca de la forma como esa alabanza
debe ser presentada.

Dentro de este vasto tema del canto y la música en la


adoración vamos a responder tres preguntas
básicas acerca del uso del canto en el culto de
adoración: En primer lugar, ¿Por qué cantamos?,
¿Cuál es la razón de esa práctica en la iglesia? En
segundo lugar, ¿Para qué cantamos?, ¿Par
alcanzar qué propósitos?, y finalmente,
¿Cuál es el tipo de himnos que nosotros
63
deberíamos cantar en nuestros cultos de
adoración?, ¿Qué características indispensables
deben tener esos himnos? Hoy nos limitaremos a la
primera pregunta, dejando las otras dos para los
próximos domingos, si el Señor lo permite.

Veamos entonces, ¿Por qué cantar?, ¿Cuál es la


razón de esta práctica en la iglesia?:
Puede ser que algunos se extrañen al escuchar esta
pregunta, estamos tan acostumbrados a cantar en
nuestros cultos que es posible que algunos nunca se
hayan preguntado ¿Por qué?, ¿Cantamos por
tradición, o tal vez por preferencia, porque nos gusta
cantar?, ¿O lo hacemos por obediencia a la voluntad
explícita de Dios revelada en su Palabra?

Veremos tres razones por las cuales cantamos en la


iglesia:
1a.Porque Dios nos ha ordenado cantar.
2a.Porque Dios se deleita en nuestros cantos.
3a.Porque al cantar recibimos muchos beneficios.
4a.Porque somos los seres humanos que más
razones tenemos para cantar.

1o. Cantamos porque Dios nos lo ha ordenado:

Si hay algo obvio en Las Escrituras es que Dios


quiere que su pueblo redimido le cante. En Las
Sagradas Escrituras el Espíritu Santo nos invita una y
otra vez a que expresemos nuestras alabanzas a
Dios cantando.
Citemos algunos pasajes para ver esto: Los Salmos
9:11, por ejemplo: “Cantad a Jehová, que habita en
Sion; Publicad entre los pueblos sus obras”, ; “Cantad
a Jehová, vosotros sus santos, Y celebrad la memoria
de su santidad”, 30:4; “Alegraos en Jehová y gozaos,
64
justos; Y cantad con júbilo todos vosotros los rectos
de corazón”, 32:11; “Alegraos, oh justos, en Jehová;
En los íntegros es hermosa la alabanza. "Aclamad a
Jehová con arpa; Cantadle con salterio y decacordio.
Cantadle cántico nuevo; Hacedlo bien, tañendo con
júbilo”, 33:1 a 3; “Canten y alégrense los que están a
favor de mi justa causa, Y digan siempre: Sea
exaltado Jehová, que ama la paz de su siervo. Y mi
lengua hablará de tu justicia Y de tu alabanza todo el
día”, 35:27 y 28. Nosotros pudiéramos multiplicar los
textos, citar salmo tras salmo, y también en el resto
de Las Escrituras donde el pueblo de Dios es
exhortado a expresar sus alabanzas, de manera
particular, a través del canto.

Nosotros podemos alabar a Dios en nuestras


oraciones, en la predicación de la Palabra, pero Dios
nos invita de manera explícita a que le alabemos a
través de nuestros cantos.

Y cuando llegamos al Nuevo Testamento vemos que


Dios espera lo mismo de su pueblo en el nuevo
pacto, “Porque si yo oro en lengua desconocida, mi
espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto.
¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré
también con el entendimiento; cantaré con el espíritu,
pero cantaré también con el entendimiento”, 1
Corintios 14:14 y 15, hablando de los dones
espirituales, así como Pablo presupone que se ora en
el culto de adoración, de igual forma presupone que
en el culto de adoración del pueblo de Dios en el
nuevo pacto también se canta.
Otro pasaje muy relevante en el Nuevo Testamento,
en cuanto al lugar que debe ocupar el canto en la
vida del creyente como individuo y como parte de un
cuerpo, es Efesios 5:18 y 19, el apóstol Pablo
65
presenta allí el canto como una manifestación visible
de la presencia del Espíritu Santo: “No os
embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes
bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros
con salmos, con himnos y cánticos espirituales,
cantando y alabando al Señor en vuestros
corazones”, la Biblia dice que de la abundancia del
corazón habla la boca. Es obvio que el apóstol Pablo
está haciendo un contraste aquí entre la embriaguez
y la llenura del Espíritu; un hombre embriagado es un
hombre controlado por el alcohol, por eso se
comporta y actúa de cierto modo, pues de una
manera similar el hombre lleno del Espíritu es guiado
y controlado por el Espíritu de Dios. Su mente, sus
emociones, su voluntad evidencian un control cada
vez mayor del Espíritu Santo.
Aunque debemos aclarar aquí que la similitud entre la
embriaguez y la llenura es limitada porque un hombre
embriagado no tiene control de sí mismo, mientras
que una de las características de la llenura del
Espíritu es precisamente el dominio propio, el
autocontrol. Mientras más llenura, más control, no
menos, el fruto del Espíritu Santo es amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, mansedumbre y
templanza; la palabra “templanza” significa,
literalmente, dominio propio. No nos ha dado Dios
espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de
dominio propio.
Ahora bien, ¿Cómo podemos ser llenos del Espíritu
Santo?
“No os embriaguéis con vino, en lo cual hay
disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”; una
vez más la comparación del texto nos ayuda, para
embriagarse con vino hay que tomar mucho vino,
puede que una o dos copas de vino no sean
suficientes para que un adulto se emborrache; ahora,
66
obviamente, también el contraste tiene sus
limitaciones porque el Espíritu Santo es una persona,
no una sustancia. Pero si comparamos este texto con
el pasaje paralelo en Colosenses 3:16 veremos que
la llenura del Espíritu ocurre en una forma similar a la
embriaguez. Pablo dice: “La palabra de Cristo more
en abundancia en vosotros, enseñándoos y
exhortándoos unos a otros en toda sabiduría,
cantando con gracia en vuestros corazones al Señor
con salmos e himnos y cánticos espirituales”, ¿Qué
entendemos aquí? Las mismas manifestaciones
visibles que Pablo menciona en Efesios 5, asociadas
con la llenura del Espíritu, son las que Pablo
menciona en Colosenses 3:16 asociadas con la
llenura de La Palabra. ¿Cuál es la enseñanza? Que
en la misma medida en que leamos y meditemos en
Las Sagradas Escrituras inspiradas por el Espíritu de
Dios, en la misma medida en que esa Palabra
inspirada permee nuestro proceso de pensamiento,
en esa misma medida seremos controlados, seremos
guiados por el Espíritu de Dios, y en la medida en que
seamos controlados y guiados por el Espíritu de Dios,
algunas cosas sucederán en nuestra vida que
evidenciarán ese control.
“No os embriaguéis con vino, en lo cual hay
disolución”, el borracho se conoce por la forma como
habla, por las cosas que dice, por las cosas que
hace; Pablo dice que el hombre lleno por el Espíritu
Santo se conoce muy bien, “…antes bien sed llenos
del Espíritu”, ¿Y qué sucederá? “…hablando entre
vosotros con salmos, con himnos y cánticos
espirituales, cantando y alabando al Señor en
vuestros corazones”, “…de la abundancia del corazón
habla la boca”, dice la Biblia. ¿De qué hablará un
hombre lleno de la Palabra de Dios? De la Palabra de
Dios; y no nos referimos al hecho de que un hombre
67
lleno del Espíritu será una maquinita repetidora de
versículos bíblicos, no. El punto es que el lenguaje de
este hombre y las ideas que expresa tendrán un
aroma y un sabor distintivamente bíblico; así como el
agua que pasa a través del polvo del café en la
cafetera huele a café, parece café y sabe a café
porque es café, así el hombre lleno de la palabra de
Cristo, en una forma muy natural manifestará ese
grato olor de Cristo, ese aroma de su palabra donde
quiera que ese hombre vaya, donde quiera que ese
hombre abra la boca.
Noten algo importante, Pablo en Efesios 5 no se
limita a decir que los hombres y las mujeres que
están llenos del Espíritu se edifican unos a otros, a
través de comunicarse la Palabra de Dios, lo que
Pablo dice es que ellos lo hacen de una manera
específica, “…hablando entre vosotros con salmos,
con himnos y cánticos espirituales, cantando y
alabando al Señor en vuestros corazones”, y lo
mismo vemos en Colosenses 3:16, “La palabra de
Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos
y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría,
cantando con gracia en vuestros corazones al Señor
con salmos e himnos y cánticos espirituales”.
Debemos aclarar que eso no quiere decir que el
creyente habla cantando, porque ahora algunas
personas pueden pensar que lo que nosotros
tenemos que hacer es cantar mientras hablamos,
pero eso no es lo que el texto está diciendo.

En otros textos de Las Escrituras a nosotros se nos


exhorta a edificarnos unos a otros, a amonestarnos
unos a otros, a alentarnos unos a otros en nuestras
conversaciones ordinarias. Pero, tanto en Efesios
5:19 como en Colosenses 3:16 Pablo menciona el
canto como una forma particular en que los creyentes
68
llenos del Espíritu alaban a Dios y se edifican unos a
otros.

Y la pregunta que queremos responder ahora es,


¿Por qué el Espíritu Santo nos impulsa a cantar?,
¿Qué característica tiene el canto, la letra expresada
musicalmente como vehículo de expresión que lo
distingue del hablar ordinario, del hablar en prosa?
Ahora estamos hablando en prosa, no estamos
hablando poéticamente, ¿Qué diferencia hay?, ¿Qué
es lo que diferencia al canto del hablar en prosa?, la
diferencia es que el canto permite expresiones más
profundas de lo que creemos y sentimos y esto nos
introduce en nuestro segundo punto: Cantamos a
Dios porque Dios se deleita en nuestros cantos, en
esas expresiones más altas de nuestra fe y nuestro
amor.

2o.Cantamos porque Dios se deleita en nuestros


cantos.

La música es un invento de Dios, no del hombre.


Todo lo que el hombre ha hecho en su historia es
descubrir los patrones musicales creados por Dios y
reproducirlos a través de la voz humana o a través de
instrumentos musicales, pero la música es de origen
divino; y a juzgar por el lugar tan prominente que Dios
le ha dado a la música, tanto en su creación –la
revelación general-, como en su Palabra –la
revelación especial-, tal parece que tenemos razones
suficientes para llegar a la conclusión de que Dios
ama la música. Él no sólo llenó su creación de
música, sino que ha dado al hombre una capacidad
sorprendente, extraordinaria de producir y de crear
música. De hecho, la voz humana sigue siendo el
instrumento musical más versátil que existe.
69

Dios ha organizado maravillosamente la voz humana,


hasta el punto que en la garganta y los pulmones hay
catorce músculos directos que pueden emitir hasta
16.000 sonidos diferentes y, además, hay otros 30
músculos indirectos, de los cuales se ha calculado
que pueden emitir más de 173 millones de sonidos.
De hecho muchas veces nosotros bromeamos con
los mexicanos, los portorriqueños, los cubanos,
porque decimos que ellos tienen un cantadito. Todos
los lenguajes son musicales, y todos los seres
humanos cantan cuando hablan. Lo que pasa es que
nosotros estamos acostumbrados a nuestro canto,
pero aún el lenguaje humano es musical, la voz
humana sigue siendo el instrumento musical más
versátil que existe. Dios le dio a usted la capacidad
de cantar porque Él quiere expresamente que le
alabemos cantando, Él se deleita cuando su pueblo le
canta, pero no meramente por un placer estético,
como el que nosotros podemos tener al ir a un gran
teatro y oír un buen concierto musical. No, Dios se
deleita en el canto de su pueblo porque en este canto
reflejamos su imagen en nosotros, proclamamos su
gloria y nos relacionamos con Él en una dimensión
más plena de amor y comunión íntima.

La tendencia que el hombre tiene a expresar sus


emociones a través del canto no es más que un
reflejo de la imagen y semejanza de Dios en
nosotros. Nuestro Dios no sólo creó la música sino
que se revela a sí mismo en su Palabra como un ser
que también expresa sus emociones cantando. Dice
en Sofonías 3:17: “Jehová está en medio de ti,
poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría,
callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos”,
la Biblia de Las Américas traduce esta línea: “Jehová
70
se regocijará por ti con cantos de júbilo”; nuestro Dios
canta, y nosotros como criaturas creadas a su
imagen, más aún, como hombres y mujeres
redimidos para la alabanza de la gloria de su gracia,
como dice Pablo en Efesios 1, y para disfrutar con Él
una comunión deleitosa debemos darle expresión a
nuestros sentimientos dichosos a través del canto.
Dios pide de nosotros que le amemos con todo
nuestro corazón, con toda nuestra alma, con todas
nuestras fuerzas; es decir, todas nuestras facultades
como hombres deben estar involucradas en nuestra
relación con Él, y lo que estamos diciendo es que el
canto es un vehículo a través del cual podemos
manifestar, expresar, una dimensión de ese amor, de
esa confianza en Dios que difícilmente puede ser
expresado con la misma intensidad a través de la
prosa, a través de nuestro lenguaje ordinario.

Alguien ha dicho: “La razón por la que nosotros


cantamos es porque existen profundidades y alturas e
intensidades y tipos de emociones que no podrían ser
expresadas satisfactoriamente por la prosa, o aún por
la lectura poética. No es lo mismo hablar en prosa
que hablar en poesía y no es lo mismo leer una
poesía que cantar". Dice este autor: “Existen
realidades que demandan movernos de la prosa a la
poesía y algunas demandan que la poesía sea
llevada más lejos y convertida en canción”.

¿Usted sabe por qué Dios se deleita cuando sus hijos


le alaban cantando? Porque este cántico es una
manifestación tangible de la obra del Espíritu de Dios
en nuestro ser interior, implantando en nosotros
aquellas verdades que Él quiere que nosotros
conozcamos y creamos. Dios no está oyendo el
timbre de nuestra voz, Dios está viendo nuestra fe. El
71
canto del creyente es una respuesta de fe a la
revelación divina. Es por eso que el cristiano puede
cantar alabanzas a Dios, aun cuando se encuentra en
medio de situaciones muy difíciles. De hecho,
muchas veces los himnos que nosotros cantamos
adquieren un sabor muy diferente y mucho más
profundo cuando estamos en medio del horno de la
aflicción.
Cuando Pablo y Silas fueron golpeados y
encarcelados en Filipos dice en Hechos 16:25 que:
“…a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban
himnos a Dios”. Por más terribles que sean nuestras
circunstancias Dios sigue sentado en su trono, Él
sigue siendo sabio, bueno misericordioso, amante
fiel. Y cuando un creyente eleva su voz en alabanza,
independientemente de las dificultades que tenga a
su alrededor, está proclamando su confianza
inquebrantable en que Dios es bueno y en que para
siempre es su misericordia.

Algunos creyentes se rehúsan a cantar porque su voz


no es hermosa, estos deben saber que el Señor
recibe sus alabanzas por medio de Cristo
independientemente de su voz. Hermanos, Pablo no
dice en Efesios 5:18 a 19 que: “…antes bien sed
llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con
salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando
– ¿sólo los que tienen buena voz? - y alabando al
Señor en vuestros corazones”; allí dice simplemente
que una de las manifestaciones visibles del control
del Espíritu en nuestras vidas es que cantemos
alabanzas.
Pero alguno protestará citando, ¿Y qué de
Colosenses 3:16 porque allí dice que debemos cantar
con gracia? Sí, pero eso no se refiere a la gracia que
algunos tienen de cantar bien, sino que el texto dice
72
que cantando con gracia en vuestros corazones al
Señor. Ya que la gracia de Dios operó en vuestros
corazones, ahora alábenle por esa gracia. Todos los
que han sido salvados por gracia, por esa misma
gracia ahora pueden cantar alabanzas a Dios.
Cantemos entonces porque no hay que tener la voz
de Plácido Domingo para deleitar los oídos de Dios;
todo lo que se necesita es un corazón creyente y una
garganta dispuesta a darle a Dios la gloria debida a
su nombre. Esto es todo lo que usted necesita.

A pesar de que Él conoce nuestras debilidades, y


sabe que muchas veces tenemos que luchar contra
nosotros mismos para cantar de corazón y no como
un mero ejercicio de labios.
Algo muy importante es que hay una diferencia
abismal entre el hipócrita que se conforma con su
adoración externa y el creyente que está en el campo
de batalla trayendo una y otra vez sus pensamientos
cautivos a la obediencia a Cristo, hay una diferencia;
algún día todos los creyentes tributaremos a Dios un
canto de alabanza perfecto, sin distracciones, pero
eso será cuando estemos en su presencia, libres por
completo de la actividad del pecado en nuestras
vidas. Mientras tanto podemos y debemos seguir
trayendo nuestros sacrificios de alabanza, frutos de
labios que confiesan su nombre sabiendo que esos
sacrificios son aceptables a Dios por medio de
Jesucristo, 1 Pedro 2:5. La sangre de Cristo, que nos
limpia de todo pecado, también purifica nuestras
alabanzas para que suban como olor fragante delante
de Dios y sea un deleite para su corazón de Padre.
Ahora veamos la tercera razón por la cual cantamos
en nuestros cultos.

3a.Cantamos porque al cantar recibimos muchos


73
beneficios.

Hay otra dimensión del canto que no debemos pasar


por alto, y es el beneficio que nosotros derivamos y
producimos al cantar. Ya hemos hablado de cómo
Dios se deleita con nuestro canto. De lo que estamos
hablando es del beneficio que usted y yo estamos
derivamos y producimos al cantar. Noten en el texto
de Efesios 5:18 y 19: “No os embriaguéis con vino, en
lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del
Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con
himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando
al Señor en vuestros corazones”. ¿A quién es que
debemos dirigirnos al cantar cuando participamos en
el culto de adoración?, ¿Al Señor o a los demás
miembros de la iglesia? Nosotros no debemos elegir
entre dos públicos, Pablo dice: “hablando entre
vosotros con salmos, con himnos y cánticos
espirituales, cantando y alabando al Señor en
vuestros corazones”. Pero los cantos
congregacionales poseen una dimensión vertical y
una dimensión horizontal que actúan juntamente.
Cuando nosotros cantamos al Señor nos enseñamos
y exhortamos unos a otros a la vez que fortalecemos
la unidad de la iglesia.

Alguien dijo, muy sabiamente, “Cantar juntos el


evangelio como iglesia forja una unidad alrededor de
nuestras doctrinas y prácticas distintivamente
cristianas. Nuestros cantos congregacionales
funcionan como credos devocionales, nos proveen un
lenguaje y una oportunidad de alentarnos
mutuamente en la Palabra y llamarnos unos a otros a
alabar a nuestro común Salvador”. Una de las
funciones más importantes del canto congregacional
es que éste resalta la naturaleza corporativa de la
74
iglesia y el ministerio mutuo que nos edifica en
unidad. Nosotros somos miembros de la iglesia y
estamos llamados a ministrarnos unos a otros, y una
de las formas más deleitosas en las que nosotros
hacemos eso es a través del canto.
Finalmente hay una cuarta razón por la cual
cantamos delante de Dios.

4a.Cantamos porque somos los seres humanos


que más razones tenemos para cantar.

Volviendo al tema de la llenura del Espíritu. ¿Cuál es


la obra que hace el Espíritu de Dios en nuestros
corazones para traernos eficazmente a Cristo en
arrepentimiento y fe?, ¿Qué es lo que hace el Espíritu
de Dios? Iluminar el entendimiento para conocer
ciertas verdades en una forma salvadora, las grandes
verdades del evangelio, y transformar nuestros
corazones para responder apropiadamente a esta
verdad revelada. No se trata de un mero
entendimiento intelectual del contenido de ciertas
doctrinas, sino de una certeza inconmovible de la
realidad de lo que esas doctrinas enseñan.
Nosotros sabemos que el Dios que hizo los cielos y la
tierra nos escogió desde antes de la fundación del
mundo para hacernos partícipes de la salvación que
es en Cristo Jesús; nosotros lo sabemos tan cierto
como que estamos parados aquí.
Nosotros sabemos que todos nuestros pecados
fueron perdonados en Él, y que por su gracia se nos
ha concedido el don de la vida eterna.
Nosotros sabemos que nuestro Dios es un Dios fiel,
inmutable, todopoderoso, perfecto en justicia, amor,
santidad y bondad, y que ese Dios ha hecho un pacto
con su pueblo de no volverse atrás de hacernos bien.
Nosotros sabemos que fuimos librados de la
75
condenación del infierno y que en Cristo tenemos una
herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible,
reservada en los cielos para nosotros.
El Espíritu Santo no sólo nos ha hecho entender
estas verdades, sino que las ha hecho reales en
nuestra mente, en nuestros afectos y en nuestra
voluntad. Y eso es lo que hace que el creyente lleno
del Espíritu cante, porque tiene razones para cantar.

Nosotros sabemos que ningún ser humano en este


mundo tiene más razones objetivas para cantar,
porque una persona puede creer que tiene razones
para cantar, “Yo estoy enamorado de la mujer más
maravillosa del mundo, de la más hermosa, la más
extraordinaria”, eso es lo que esta persona cree y le
canta a la persona a quien ama, pero nosotros
sabemos que probablemente esa mujer no es la más
hermosa del mundo, ni es la más extraordinaria, ni es
la mejor. Ahora, nosotros los hijos de Dios somos en
este mundo las personas que tenemos más razones
objetivas para cantar, porque nadie ha hecho
partícipes de verdades más gloriosas, realidades que
difícilmente pueden ser expresadas en toda su
dimensión a través de nuestro hablar ordinario.

CONCLUSIÓN

Amados hermanos, nosotros sabemos que en el tema


del canto y de la música en la iglesia se han
convertido en un verdadero campo de batalla en las
últimas décadas y esto nos entristece sobre manera.
Pero vemos que los cantantes cristianos hoy en día y
las letras que se cantan parecen más un concierto de
Rock que un canto de adoración a Dios.
Eso es lo que está pasando a nuestro alrededor, y es
76
muy triste. Y nosotros debemos plantear claramente
nuestra posición al respecto a la luz de Las
Escrituras. No podemos, ni debemos obviar la
controversia porque hay muchas cosas
trascendentales en juego.
Sigamos cantando porque nuestro Dios nos ha
ordenado cantar, porque el ama nuestros cantos,
porque nos edificamos al cantar y porque tenemos
muchas razones de peso para cantar y cantemos de
la manera en que hemos entendido que nuestros
cantos son verdaderamente agradables a Dios, no
porque hay una controversia con otros cristianos
debemos renunciar a nuestro discernimiento y
dejarnos arrastrar por la opinión de otros, que sea la
Biblia la que nos dirija sobre nuestro cantar para Dios.

Llenémonos de la Palabra de Dios, llenemos nuestras


mentes de lo que Él ha revelado acerca de su
persona, de lo que Él ha revelado acerca de sus
obras, de lo que Él ha revelado acerca de sus
promesas, y cantemos esas cosas; que nunca nos
falte el deseo de cantar, ni el entendimiento para
cantar lo que Dios quiere que cantemos, que nunca
nos falte el deseo de abrir la boca para cantar las
maravillas de nuestro Dios.
77

5. Canto congregacional 2
¿Por qué cantamos?, ¿Por qué existe esta práctica
entre nosotros? Esa pregunta la respondimos en el
anterior sermón, pero veamos hoy algo más sobre
esto, veamos Salmos 22.
Este es un reconocido salmo mesiánico, escrito unos
mil años antes del nacimiento de Cristo, en el cual
David describe, proféticamente, no sólo los
padecimientos de Cristo, el Mesías, en la cruz del
Calvario, sino algunos de sus pensamientos más
íntimos durante la crucifixión. Como es sabido por
muchos, este salmo comienza con estas conocidas
palabras del Señor Jesucristo: "Dios mío, Dios mío,
¿Por qué me has desamparado?", para luego
describir con asombrosos detalles sobre algunas de
las circunstancias que rodearon la muerte del Señor;
la burla y el escarnio de los que estaban al pie de la
cruz, versículos 6 al 8; sus padecimientos físicos y su
sed, versículos 14 y 15, sus manos y pies horadados,
versículo 16; el hecho de que serían repartidos sus
vestidos, versículo 18.
Pero, a partir del versículo 22 el tono del salmo
cambia drásticamente, en vez de concluir con una
nota de derrota termina con una nota de victoria,
dando a entender que la muerte de Mesías en la cruz
no habría de ser el final de la historia: "Anunciaré tu
nombre a mis hermanos; En medio de la
congregación te alabaré. 23 Los que teméis a
Jehová, alabadle; Glorificadle, descendencia toda de
Jacob, Y temedle vosotros, descendencia toda de
Israel", versículos 22 y 23. "De ti será mi alabanza en
la gran congregación; Mis votos pagaré delante de los
que le temen. 26 Comerán los humildes, y serán
78
saciados; Alabarán a Jehová los que le buscan; Vivirá
vuestro corazón para siempre", versículos 25 y 26;
"Comerán y adorarán todos los poderosos de la
tierra; Se postrarán delante de él todos los que
descienden al polvo, Aún el que no puede conservar
la vida a su propia alma. 30 La posteridad le servirá;
Esto será contado de Jehová hasta la postrera
generación. 31 Vendrán, y anunciarán su justicia; A
pueblo no nacido aún, anunciarán que él hizo esto",
versículos 29 a 31.

Es de nosotros, su iglesia, que el Espíritu de Cristo


habla en este salmo por medio de David; nosotros
somos esa gran congregación que se describe en el
versículo 22, en medio de la cual Cristo mismo,
porque es Él quien habla aquí por boca de David,
promete anunciar el nombre de Dios en medio de la
gran congregación, a la que a su vez Él invita a que
eleve, junto a Él, sus alabanzas al Padre.
Noten como el autor de la carta a los Hebreos aplica
estas palabras de Salmos 22 al pueblo de Dios en el
nuevo pacto, Hebreos 2:10: "Porque convenía a
aquel -Cristo- por cuya causa son todas las cosas, y
por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de
llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por
aflicciones al autor -Cristo- de la salvación de ellos.
11 Porque el que santifica -Cristo- y los que son
santificados -nosotros-, de uno -Dios- son todos; por
lo cual no se avergüenza -Cristo- de llamarlos
hermanos". Cristo no se avergüenza de llamarnos a
usted y a mí: Hermanos. Salmos 22 es el texto que
cita el autor de Hebreos, "Anunciaré tu nombre a mis
hermanos; En medio de la congregación -iglesia- te
alabaré", el texto literal dice: "…en medio de la iglesia
te cantaré himnos y alabanzas".
79
El Señor Jesucristo no sólo prometió hacerse
presente cuando dos o más se congregan en su
nombre, Mateo 18:20, sino que habitando en nosotros
por su Espíritu, no sólo nos revela al Padre, eso es lo
que significa: "Anunciaré tu nombre…", Cristo le dice
al Padre: -Yo anunciaré tu nombre delante de mis
hermanos-; Él por su Espíritu nos revela al Padre,
sino que también, junto a nosotros, Él eleva sus
alabanzas a Dios: "En medio de la congregación te
alabaré". Y de inmediato invita en el versículo 23:
"Los que teméis a Jehová, alabadle; Glorificadle,
descendencia toda de Jacob, Y temedle vosotros,
descendencia toda de Israel".

Edmund Clouny dice al respecto: "Por la presencia de


su Espíritu el Señor mismo está presente en su
congregación mientras adoramos; en la congregación
Jesús mismo canta las alabanzas al Padre". Más
adelante añade este autor: "En el espíritu nosotros
adoramos en el cielo en la gran asamblea donde está
Jesús". ¿No es esa la enseñanza de Hebreos 12:18
en adelante? "Porque no os habéis acercado al
monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la
oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, 19 al
sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual
los que la oyeron rogaron que no se les hablase más,
20 porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si
aún una bestia tocare el monte, será apedreada, o
pasada con dardo; 21 y tan terrible era lo que se veía,
que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando; 22
sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la
ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la
compañía de muchos millares de ángeles, 23 a la
congregación de los primogénitos que están inscritos
en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus
de los justos hechos perfectos, 24 a Jesús el
80
Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que
habla mejor que la de Abel". Esa es la enseñanza,
nosotros adoramos en el cielo cuando estamos aquí.
¿Saben por qué? Porque nosotros estamos unidos a
Jesús, ¿Y dónde está Jesús? Jesús está en el cielo.
Clouny dice: "Pues de la misma manera, en el
espíritu, Jesús adora en la tierra, en la congregación
donde nosotros estamos". Cuando participamos del
culto de adoración nosotros tenemos que elevarnos
por encima de las realidades físicas que nuestros
ojos ven, a las realidades espirituales que sólo
podemos contemplar con los ojos de la fe. El Señor
Jesucristo está en medio nuestro cuando nos
congregamos en su nombre, Él nos mueve, por su
espíritu, a cantar nuestras alabanzas y Él se une
junto a nosotros cuando alabamos.
Es por eso que Pablo dice en Efesios 5:19:
"…hablando entre vosotros con salmos, con himnos y
cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor
en vuestros corazones" y Colosenses 3:16, "La
palabra de Cristo more en abundancia en vosotros,
enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda
sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones
al Señor con salmos e himnos y cánticos
espirituales", que el hombre lleno del espíritu de
Cristo y lleno de la palabra de Cristo lo evidencia
cantando. El mismo Cristo que mora en nosotros, por
su Espíritu, no sólo nos mueve a cantar, sino que
también se une a nosotros en nuestros cantos
cuando de corazón elevamos nuestras alabanzas a
Dios.

Comentando acerca del texto de Hebreos 12 citado,


Juan Calvino dice: "Tan pronto como Dios se da a
conocer a nosotros sus infinitas alabanzas
conmueven nuestros corazones y deleitan nuestros
81
oídos; y al mismo tiempo nos anima con su propio
ejemplo a celebrar esas alabanzas públicamente, con
el fin de que sean escuchadas por tantos como sea
posible…Cuando escuchamos que Cristo dirige
nuestros cantos y que es Él quien inspira nuestros
himnos contamos con un poderoso incentivo que nos
anima a rendir alabanzas más fervientes".

He ahí la razón por la cual cantamos en nuestro culto


de adoración, no cantamos por una mera tradición
evangélica, ni por un asunto de preferencia personal,
como vimos en el sermón anterior; cantamos porque
Dios quiere que le cantemos, porque Él se deleita
cuando su pueblo responde con fe a la verdad
revelada que su espíritu nos hace entender y nos
hace creer en esta dimensión de adoración que sólo
el canto puede expresar apropiadamente.

El canto es un vehículo a través del cual podemos


manifestar una dimensión de nuestro amor y de
nuestra confianza en Dios, que difícilmente puede ser
expresada con la misma intensidad a través de la
prosa o del lenguaje ordinario. John MacArthur dice al
respecto: "La vida llena del espíritu produce música",
y él no habla en el contexto de que un hombre lleno
del espíritu necesariamente tiene que tocar algún
instrumento musical; la música de la que él habla es
la que emana de nuestro corazón a través de nuestra
voz; y continúa: "…el hombre lleno del Espíritu canta,
bien sea que tenga buena voz o que no pueda
memorizar una tonada". El cristiano lleno del Espíritu
es un cristiano que canta, no existe un mayor indicio
de una vida satisfecha de un alma contenta y de un
corazón alegre que la expresión del canto. Y luego
añade: "La primera consecuencia de la vida llena del
Espíritu, mencionada por Pablo, no fue tener una fe
82
que mueve montañas, o algún tipo de experiencia de
éxtasis espiritual, o capacidad para hablar con
dinamismo u otra cosa semejante, fue simplemente
tener un corazón que canta. Cuando el creyente anda
en el Espíritu tiene un gozo interno que se manifiesta
con música. Dios pone música en las almas y luego
en los labios de sus hijos que andan en obediencia".

¿PARA QUÉ CANTAMOS?, ¿PARA ALCANZAR


QUÉ PROPÓSITOS?
Ya vimos ¿Por qué cantamos?, ¿Cuál es la razón de
esa práctica en la iglesia? Ahora queremos responder
¿Para qué cantamos?, ¿Cuáles son los propósitos
que pretendemos alcanzar con nuestros cantos en el
culto de adoración? Luego que estas dos preguntas
hayan sido debidamente respondidas, entonces
estaremos listos para considerar cuáles son los
himnos que debemos cantar en nuestros cultos.
¿Qué características deben tener nuestros cantos
congregacionales si de veras queremos cumplir el
propósito por el cual cantamos?
Usted ha venido aquí hoy y cuando la persona que
dirigía las alabanzas comenzó a cantar, usted se unió
con ella y con la iglesia en el canto de alabanza. La
pregunta es: ¿Para qué cantamos?, ¿Cuáles son los
propósitos que queremos alcanzar con los himnos
que entonamos en nuestros cultos de adoración?
Esta es una pregunta fundamental; si no sabemos
qué queremos lograr con nuestros cantos no
tendremos un criterio objetivo para decir cuáles son
los himnos que debemos cantar en la iglesia.

ASPECTOS NEGATIVOS
Debido a la confusión reinante con respecto a este
asunto, primero enfoquémoslo desde una perspectiva
negativa, he aquí algunos propósitos que no
83
deseamos alcanzar con nuestros cantos
congregacionales:

1. Nosotros no cantamos para entretener, esto


debería ser obvio para todo aquel que conoce la
naturaleza y misión de la iglesia pero,
lamentablemente, vivimos en medio de una
generación donde el entretenimiento, el pasatiempo,
la diversión ocupan un lugar preponderante, y la
iglesia no es inmune a esa cultura del
entretenimiento. Vivimos en una época tendiente a lo
superficial, a lo ligero, a lo intrascendente, a lo que
satisface en el momento, donde "sentirse bien" es
más importante que ser bueno, donde verse bien y
pasarla bien es mil veces más importante que el
cultivo de todo aquello que es necesario para vivir
bien. Esa es la época en la cual vivimos.
Y cuando esa forma de pensar comienza a penetrar
en la iglesia, ¿Saben lo que ocurre? Que de
inmediato se inicia en la iglesia lo que hemos llamado
"un proceso de trivialización", las cosas
trascendentes, las cosas importantes, la gloria de
Dios, la obra de Cristo, el llamado del evangelio a la
fe y al arrepentimiento comienzan a ser trivializados,
comienzan a ser tratados con ligereza para que la
gente se sienta "bien" en medio nuestro.
¿Y saben cuál es el área donde primero suele
manifestarse esa tendencia? En el canto
congregacional y en la música de la adoración.
Algunas personas no parecen entender que una
adoración ligera y superficial es tan dañina y tan
contraproducente como una predicación ligera y
superficial. El canto es un medio de instrucción, y si
no debemos tolerar que la predicación se torne en
mera distracción, tampoco debemos tolerarlo en
nuestras alabanzas porque tan seria es una cosa
84
como la otra.

¿Cómo reaccionarían como iglesia si en vez de tomar


este tiempo para exponer y aplicar el significado de
Las Escrituras uno de sus pastores decide tomar el
tiempo de predicación para contar unas cuantas
historias, relatar algunas anécdotas y hacer algunos
chistes?, ¿Cómo se sentirían ustedes? la pregunta
es: ¿Permitiríamos como iglesia que alguien viniera
aquí a cantar canciones religiosas insulsas,
intrascendentes, sin sustancia, divertidas, pero sin
contenido bíblico y teológico?, ¿Si no lo permitimos
en la adoración, por qué lo vamos a permitir en la
alabanza?

Hay coritos que son solamente entretenidos pero que


carecen de sustancia teológica, por ejemplo el corito
llamado
las Tres Palmas", que dice: "Si Jesús te satisface da
tres palmas, da tres palmas, otra vez", muy divertido.
La pregunta es: ¿Qué propósito aparte de divertir
cumple eso en la iglesia?, ¿Ese es el tipo de cosas
que pensaríamos que el Espíritu de Cristo, que habita
en nosotros, quiere que cantemos? Ya nosotros
vimos que Cristo, por su Espíritu, es el que obra en
nuestros corazones, el que abre nuestra boca para
alabar a Dios.

La pregunta es: ¿Cuál es el tipo de himnos que


nosotros esperamos que Cristo cante junto con
nosotros? Esa pregunta no es difícil de responder, la
respuesta es: Aquellos que cumplan el propósito para
el cual Él se encarnó y para el cual Él dio su vida. En
Efesios 5:25 dice claramente: "Maridos, amad a
vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y
se entregó a sí mismo por ella" ¿Para qué?, ¿Para
85
que no se aburra en la iglesia?, ¿Para que se divierta
en los cultos congregacionales?, No, "…para
santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del
agua por la palabra".
Aunque debemos aclarar que lo que se opone a la
cultura del entretenimiento no es la cultura del
aburrimiento, es la cultura de la trascendencia. Que
nadie piense que estamos abogando por un culto
pesado y aburrido, no; ningún aspecto de la
adoración debería ser un somnífero, pero tampoco
están supuestos a ser meros pasatiempos, ni la
predicación, ni la oración, ni la lectura de la Palabra,
ni los cantos de alabanza. Nosotros no venimos a la
iglesia a divertirnos ni a entretenernos un rato, sino a
tener comunión con el Dios que hizo los cielos y la
tierra, para encontrarnos con Cristo nuestro Salvador,
para contemplar su gloria, para escuchar su Palabra,
para renovar nuestro compromiso, someternos a su
voluntad y exhortar a otros a hacer lo mismo, y
ninguna de esas cosas puede ser tornadas en mero
pasatiempo.

Como dice John MacArthur, hablando acerca del


canto en la iglesia: "Nunca se debe permitir abaratar
lo que no tiene precio, ni trivializar lo que es
insondable y profundo", y nada hay más preciado e
insondable que las verdades que Dios ha revelado en
su Palabra, y que nosotros debemos proclamar con
nuestros himnos y con nuestra predicación. Cantar en
la iglesia para entretener y convertir nuestro culto en
un espectáculo no es otra cosa que una profanación
de lo sagrado y una ofensa al Dios que nos llama a
adorarle con temor y reverencia. Y eso no está en el
Antiguo Testamento, eso está en el Nuevo
Testamento, Hebreos 12:28: "Así que, recibiendo
nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y
86
mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor
y reverencia". No cantemos para entretener.

2. Tampoco cantamos para evangelizar, y esta


declaración puede resultar chocante para algunos,
pero lo cierto es que en ningún lugar del Nuevo
Testamento se presenta el canto congregacional
primariamente como un medio para salvar a los
perdidos. Con esto no negamos que Dios puede usar
las verdades de su palabra expresadas a través de
un himno para salvar a un pecador. Hay personas
que dan testimonio de que fueron alcanzadas, o al
menos inicialmente despertadas a su condición
espiritual y a su necesidad de un Salvador,
escuchando la letra de un himno; pero eso no elimina
la realidad de que el canto congregacional no tiene
como propósito específico venir a ser un vehículo
evangelístico.

Tanto en Efesios 5:19 como en Colosenses 3:16


Pablo dice que los creyentes se enseñan y exhortan
unos a otros mientras cantan al Señor. ¿A quién
dirigimos nuestros himnos primariamente? Al Señor y
a los hermanos de la iglesia, allí no dice nada de
hablarle al incrédulo a través del canto, para eso está
la locura de la predicación, 1a Corintios 1:21: "Pues
ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció
a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a
los creyentes por la locura de la predicación"; si el
Espíritu Santo quiere puede usar esas verdades
cantadas para obrar en el corazón de un pecador,
pero el canto congregacional no va dirigido a ellos
primariamente.

Y cuando esa verdad elemental es pasada por alto,


¿Saben qué es lo próximo que suele suceder? Que la
87
letra y la música de los himnos comienzan a ser
adaptadas para que sean más potables al gusto y a la
mentalidad del hombre incrédulo, a la vez que se
comienzan a tomar prestados algunos estilos que el
mundo usa.
Ese es el argumento que muchos dan hoy día para el
uso de cierto tipo de música en la iglesia: "Si nosotros
queremos alcanzar a los perdidos tenemos que
hablarles en el lenguaje al que ellos están
acostumbrados, ¿Lo que ellos escuchan es
merengue? Entonces vamos a predicarles a ritmo de
merengue, o a ritmo de bachata, o a ritmo de rock, o
de balada pop, porque ese es el estilo al que ellos
están acostumbrados".
Y algunos piensan que tienen apoyo bíblico para esa
"filosofía" evangelística, este es un texto clave para
aquellos que abogan por el uso de ciertos ritmos y
estilos musicales contemporáneos en la iglesia, 1
Corintios 9:19 al 23: "Por lo cual, siendo libre de
todos, me he hecho siervo de todos para ganar a
mayor número. 20 Me he hecho a los judíos como
judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos
a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como
sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la
ley; 21 a los que están sin ley, como si yo estuviera
sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley
de Cristo), para ganar a los que están sin ley –los
gentiles-. 22 Me he hecho débil a los débiles, para
ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo,
para que de todos modos salve a algunos. 23 Y esto
hago por causa del evangelio, para hacerme
copartícipe de él", ¿Significa esto que nosotros
debemos adoptar el estilo del mundo para ganar al
mundo? No, eso fue precisamente lo que Pablo se
negó a hacer cuando fue a Corinto a predicar el
evangelio, 1 Corintios 2:1 a 5: "Así que, hermanos,
88
cuando yo fui a vosotros para anunciaros el misterio
de Dios, no fui con excelencia de palabras o de
sabiduría", en la época de Pablo estaban de moda en
Grecia unos filósofos llamados sofistas, que no
estaban interesados en descubrir la verdad, a pesar
de que la palabra "filosofía" significa amor a la
sabiduría, los sofistas eran simplemente maestros
ambulantes que enseñaban a las personas, por paga,
el arte de la argumentación, eran personas que
sabían hablar bien, los griegos apreciaban la oratoria;
lo que Pablo está diciendo aquí es que él sabía lo que
le agradaba a esos corintios, les fascinaba, lo que
ellos querían oír era a un buen orador, pero el apóstol
no fue a hacer un despliegue de retórica, un
despliegue de oratoria, porque de haberlo hecho
hubiese sido un mundano.

¿Qué sigue diciendo Pablo? "…no fui con excelencia


de palabras o de sabiduría", eso no quiere decir que
era un mal predicador, sino que no fue a Corinto
haciendo de la oratoria un fin en sí mismo. "Porque
me propuse no saber nada entre vosotros, sino a
Jesucristo, y a él crucificado. 3 Y estuve entre
vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; 4 y
ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras
persuasivas de humana sabiduría, sino con
demostración del Espíritu y de poder, 5 para que
vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los
hombres, sino en el poder de Dios". No, el apóstol
Pablo no era un pragmático, y no nos está diciendo
en 1 Corintios 9 que tenemos que hacernos
mundanos para ganarnos a la gente del mundo.
Como dijo Spurgeon en cierta ocasión: "No debemos
colocar la pólvora de Dios en los cañones del diablo".
Eso no es lo que Pablo nos está diciendo allí.
¿Qué significa, entonces, la enseñanza de Pablo en 1
89
Corintios 9? Esto no es sino una ampliación del tema
que trató en el capítulo 8, y que luego seguirá
tratando en el capítulo 10, acerca de la libertad
cristiana, versículos 31 a 33: "Si, pues, coméis o
bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria
de Dios. 32 No seáis tropiezo ni a judíos, ni a
gentiles, ni a la iglesia de Dios; 33 como también yo
en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi
propio beneficio, sino el de muchos, para que sean
salvos". Pablo dice que todo le es lícito pero que no
va a hacer nada que pueda ser de tropiezo al judío ni
al gentil, ni a la iglesia de Dios. La recomendación de
Pablo no es que nos comportemos como la gente del
mundo para ganar al mundo. Lo que él recomienda
es que hagamos todo lo contrario, que restrinjamos
nuestra libertad en aquellas cosas que pueden serle
de tropiezo a otros para que ellos escuchen el
evangelio sin prejuicio; es todo lo opuesto a lo que
muchos estás diciendo a la luz de este pasaje. Es
que restrinjamos nuestra libertad.

Cuando Pablo estaba entre los judíos él restringía su


libertad de comer carne de puerco; aunque él sabía
que del Señor es la tierra y su plenitud, que todos los
alimentos eran limpios, él sabía que nosotros
podemos comer de todo sin tener problema de
conciencia, también sabía que de sentarse en un
lugar con un plato de carne de cerdo iba a ser un
tropiezo para el judío incrédulo, iba a cerrar sus oídos
al evangelio, "Me he hecho a los judíos como judío,
para ganar a los judíos", Pablo dice que no le va a
poner un tropiezo innecesario; ahora, cuando él está
delante de los gentiles hace a un lado esas leyes
dietéticas porque al gentil eso no le importa,
entonces, actúa con ellos como si no tuviera ley, ley
ceremonial, por eso es que él dice entre paréntesis:
90
"(no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de
Cristo)"; no es que Pablo sea un inmoral, sino que en
aquellas cosas dietéticas ceremoniales que los judíos
guardaban ya delante de los gentiles pasaban a un
segundo plano. Un pedazo de carne no era tan
importante como para anular su testimonio delante de
los judíos incrédulos.
Es en ese sentido que Pablo se hacía de todos para
que de todos modos salve a algunos. Pero en este
texto no tiene nada que ver adoptar un estilo
mundano para ganar a la gente del mundo, ni mucho
menos rebajar el contenido doctrinal de nuestros
himnos, y aguarlos un poco o demasiado, para que el
incrédulo no tenga problemas al oírlo.

En el mismo instante en que los himnos comenzaron


a ser usados como un vehículo evangelístico, y eso
sucedió a finales del siglo XIX y principios del siglo
XX, desde que eso se comenzó a hacer, ya se
comenzó a notar un cambio doctrinal en la letra de los
himnos; los himnos comenzaron a enfocar cada vez
más la experiencia de la vida cristiana antes que a la
persona de Dios y a las grandes doctrinas del
evangelio. De inmediato comenzaron a ser cada vez
más sentimentales y cada vez menos objetivos. No
tenemos problemas con los himnos que hablan de la
experiencia de la vida cristiana, tampoco estamos
opuestos a los himnos por los que podemos
desplegar delante de Dios lo que son nuestros
sentimientos de alegría, de gratitud, de gozo y aún de
tristeza. No, no tenemos problema con eso; pero,
ciertamente cuando vamos al libro de Los Salmos y
vemos el contenido general, la alabanza y la gloria de
Dios, no mi experiencia, no mis sentimientos.
Estamos hablando aquí de una tendencia que
comenzó a manifestarse en la época citada, no de
91
que todos los himnos compuestos en los últimos cien
años tienen ese problema. Los himnos no se aprecian
por su añejamiento sino por su contenido, pero es
indudable que a través de la historia de la iglesia
hubo épocas más oscuras que otras, más
superficiales que otras, y eso se refleja en los himnos
que esas épocas han producido, y lo cierto es que
esta época que nos ha tocado vivir no se caracteriza
por ser una de las más profundas, eso es una
realidad.

ASPECTOS POSITIVOS
Pasando al aspecto positivo, y si no cantamos para
entretener y tampoco para evangelizar, ¿Entonces,
para qué cantamos?, ¿Cuáles son los propósitos que
si debemos alcanzar con nuestros himnos? En cierto
modo ya hemos respondido esa pregunta; hay dos
propósitos básicos que queremos alcanzar con
nuestros cantos:

1. Para darle gloria a Dios y deleitarlo a Él , Él y


nadie más ha de ser el objeto primario de atención
mientras cantamos, es a Él a quien dirigimos nuestra
alabanza, y es su gloria la que procuramos cantar,
Salmos 9:11: "Cantad a Jehová, que habita en Sion;
Publicad entre los pueblos sus obras"; 13:6: "Cantaré
a Jehová, Porque me ha hecho bien"; 21:13:
"Engrandécete, oh Jehová, en tu poder; Cantaremos
y alabaremos tu poderío"; 27:6: "Luego levantará mi
cabeza sobre mis enemigos que me rodean, Y yo
sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo;
cantaré y entonaré alabanzas a Jehová"; 29:1 a 3:
"Tributad a Jehová, oh hijos de los poderosos, Dad a
Jehová la gloria y el poder. 2 Dad a Jehová la gloria
92
debida a su nombre; Adorad a Jehová en la
hermosura de la santidad. 3 Voz de Jehová sobre las
aguas; Truena el Dios de gloria, Jehová sobre las
muchas aguas"; la insistencia es clara: "Dad a
Jehová", "Adorad a Jehová", "Alabad a Jehová",
"Atribuidle a Él".

A propósito, cuando haya una tempestad y usted se


encuentre con niños pequeños léales el salmo 29,
porque muy probablemente fue escrito en medio de
una gran tormenta y el salmista describe allí la voz
del trueno, las aguas que caen, cómo retumba el
desierto, cómo los árboles se caen y son arrancados
de la tierra, truena el Dios de gloria. Salmos 30:4 y
12: "Cantad a Jehová, vosotros sus santos, Y
celebrad la memoria de su santidad… Por tanto, a ti
cantaré, gloria mía, y no estaré callado. Jehová Dios
mío, te alabaré para siempre".
Nuestro Dios es el oyente y destinatario principal de
nuestro canto, a quien nosotros debemos agradar y
glorificar mientras cantamos. ¿A la luz de esta
realidad, cuáles son los himnos que debemos entonar
en nuestro culto para el mayor deleite y gloria de
Dios?
Esa pregunta debe ser respondida con otra pregunta,
¿Cómo es que Dios se glorifica a sí mismo delante de
nosotros sus criaturas? Revelándose a través de su
creación y a través de su Palabra, Salmos 19:1 y 7:
"Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento
anuncia la obra de sus manos… La ley de Jehová es
perfecta, que convierte el alma; El testimonio de
Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo", ¿La
creación de Dios hace esto? No, en la Palabra de
Dios. En la misma medida en que nuestros himnos
reflejen lo que Dios ha revelado de su persona, de
sus obras, de sus propósitos, de sus promesas, en
93
esa misma medida Él será agradado y Él será
glorificado.

Podemos tener aquí un intérprete profesional que


cante con una voz hermosa un himno insulso, sin
contenido, y hay otro hermano que desafina
tremendamente al cantar un himno lleno de la
Palabra de Cristo, y les aseguro por el testimonio de
La Palabra de Dios que el Señor está más deleitado
con éste que desafina que con el otro que canta lindo.
Porque Dios no es como usted o como yo, para Dios
el placer estético no está por encima de la
trascendencia y de la sustancia.
Nuestros himnos tienen una dimensión horizontal;
nosotros cantamos al Señor para su gloria, para su
deleite, pero también:

2. Para edificarnos unos a otros, para exhortarnos


unos a otros. Alguien decía que los hermanos no
deberíamos cerrar nuestros ojos para cantar, lo cual
es muy difícil, pero al entender lo que está detrás de
esta afirmación no estaba dando una regla, sino que
buscaba hacernos conscientes de que cuando
estamos cantando en la iglesia estamos "hablando
entre nosotros", nos estamos diciendo algo acerca de
Dios para edificarnos, para enseñarnos, "La palabra
de Cristo more en abundancia en vosotros,
enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda
sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones
al Señor con salmos e himnos y cánticos
espirituales", Colosenses 3:16.
Estos dos propósitos están tan interconectados que
no podemos concebir el uno sin el otro. Cuando Dios
es debidamente exaltado y su Palabra es
proclamada, entonces los creyentes son edificados, y
la edificación no es otra cosa que el crecimiento en
94
gracia, y ese crecimiento espiritual sólo es posible en
la medida en que nosotros crecemos en el
entendimiento de quién es Dios, en su entendimiento
de sus tratos para con nosotros y eso a su vez nos
prepara para una adoración más profunda y más
deleitosa.

Podemos describir este proceso como una especie


de espiral ascendente: Edificación, crecimiento
espiritual, una adoración más profunda, más
edificación, mayor crecimiento espiritual, una
adoración todavía más profunda, y así
sucesivamente. Por eso es que Pablo insiste en 1
Corintios 14:13 a 17: "Por lo cual, el que habla en
lengua extraña, pida en oración poder interpretarla.
14 Porque si yo oro en lengua desconocida, mi
espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. 15
¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré
también con el entendimiento; cantaré con el espíritu,
pero cantaré también con el entendimiento. 16
Porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa
lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu
acción de gracias? pues no sabe lo que has dicho. 17
Porque tú, a la verdad, bien das gracias; pero el otro
no es edificado".

Cuando estamos cantando de ninguna manera


debemos apagar nuestra mente, no ponerla en
neutro, porque cantar alabanzas a Dios exige un gran
esfuerzo mental. Los himnos que mejor cumplen este
propósito son aquellos que tienen una letra más rica
en verdades bíblicas y una melodía que sirva de
vehículo apropiado para esas verdades que son
proclamadas a través del canto.
Nosotros debemos cantar la Palabra, debemos cantar
95
la verdad de Dios revelada en Las Escrituras, ¿Por
qué? Porque es la verdad la que santifica,
"Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad",
Juan 1:17. ¿Debemos cantar para edificarnos unos a
otros? Cantemos La Palabra. Si vamos a ceñirnos a
la adoración diseñada y requerida por Dios, entonces
debemos enseñarnos y exhortarnos en toda sabiduría
a través de salmos, himnos y cánticos espirituales en
los que abunde la Palabra de Dios. Nosotros
debemos decir como el Salmos 119: "Profieran mis
labios alabanzas pues tú me enseñas tus
estatutos…Hablará mi lengua tus dichos, Porque
todos tus mandamientos son justicia…Anhelo tu
salvación y tu ley es mi deleite…viva mi alma para
alabarte y que tus ordenanzas me ayuden". Vamos a
cantar La Palabra.

APLICACIONES
1. Es evidente por las cosas que hemos dicho que no
todos los himnos son apropiados para el culto
público. A quienes dirigen himnos, es algo bien serio
cuando hay que planificar delante de Dios los himnos
que vamos a cantar, así como es serio predicar la
Palabra de Dios. Esto es algo que no podemos hacer
con ligereza, nosotros no podemos montarnos sin
pensarlo en el tren del evangelicalismo moderno;
nosotros tenemos que considerar seriamente lo que
vamos a cantar en los cultos de adoración, de tal
manera que Dios sea glorificado y que nuestros
hermanos sean edificados.

2. Es evidente por las cosas que hemos dicho que


debemos prepararnos adecuadamente para poder
alabar como es debido. Nuestra mente juega un
papel muy importante en el momento en que estamos
cantando; si nosotros le vamos a dar a Dios la gloria
96
debida a su nombre, nosotros debemos estar
contemplando la gloria de Dios, y eso no ocurre de la
noche a la mañana, y no ocurre cuando antes de
empezar el culto estamos allá afuera hablando
superficialidades con alguien y luego cambiamos de
canal para entrar al culto. Eso no ocurre así, el alma
debe ser preparada debidamente para darle a Dios la
gloria debida a su nombre.

3. Hemos hablado del canto congregacional porque


estamos tratando el tema de la adoración y la
alabanza a Dios en el culto público, pero de ninguna
manera queremos dar la impresión de que el culto
público es el único lugar donde los cristianos deben
cantar. De hecho, nadie puede alabar
apropiadamente a Dios si no es un adorador durante
toda la semana, "Bendeciré a Jehová en todo tiempo;
Su alabanza estará de continuo en mi boca", Salmos
34:1.

Cantemos las alabanzas a nuestro Dios porque "En


los íntegros es hermosa la alabanza".
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6. Canto congregacional 3.
¿Cuál es el tipo de himnos que nosotros deberíamos
cantar en nuestros cultos de adoración?, ¿Qué
características indispensables deben tener esos
himnos?
En la serie de sermones sobre el canto
congregacional hemos respondido las preguntas
¿Por qué? Y ¿Para qué cantamos en el culto de
adoración? Hoy vamos a concentrarnos en el Qué.
¿Qué debemos cantar?, ¿Cuáles son las
características indispensables que deben tener
nuestros himnos de modo que cumplan los propósitos
por los cuales cantamos? Ya vimos que no cantamos
en la iglesia para entretener ni tampoco para
evangelizar; nosotros cantamos para la gloria de Dios
y para la gloria de nuestros hermanos en la fe. La
pregunta que queremos responder en esta tarde es:
¿Cuáles son los himnos que cumplen mejor ambos
propósitos?, ¿Cuáles son los criterios que debemos
usar en la selección de nuestros himnos
congregacionales, de tal manera que nuestro Dios
sea más glorificado y nuestros hermanos sean más
glorificados?
Leamos Efesios 5:18 al 19: "No os embriaguéis con
vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos
del Espíritu, 19 hablando entre vosotros con salmos,
con himnos y cánticos espirituales, cantando y
alabando al Señor en vuestros corazones"; y
Colosenses 3:16: "La palabra de Cristo more en
abundancia en vosotros, enseñándoos y
exhortándoos unos a otros en toda sabiduría,
cantando con gracia en vuestros corazones al Señor
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con salmos e himnos y cánticos espirituales".
A la luz de estos textos, de acuerdo con estos dos
pasajes de Las Escrituras, si nosotros queremos
glorificar a Dios y edificarnos mutuamente, debemos
comunicarnos unos con otros a través de salmos,
himnos y cánticos espirituales. Pero, ¿Qué significan
estos términos?, ¿Qué tipos de composiciones caben
en esas tres categorías?, ¿O qué diferencia hay entre
un salmo, un himno, o un cántico espiritual?
Se han dado varias respuestas a estas preguntas
pero algunas de ellas, lamentablemente, han
exportado hacia la Biblia algunas definiciones
modernas que, más bien, oscurecen el sentido del
texto. Una de las reglas que debemos aplicar en
nuestro estudio de la Biblia es que la Biblia se
interpreta a sí misma. Y aunque estos datos que
vamos a dar ahora pueden resultar un poco técnicos
para algunos, son indispensables para determinar
qué tipo de cánticos son los que Dios quiere en su
iglesia, de acuerdo con la enseñanzas de Pablo en
estos dos pasajes que hemos citado.
La palabra "salmos" que usa Pablo en estos dos
textos significa simplemente "canción de alabanza", y
aparece 87 veces en La Septuaginta -versión griega
del Antiguo Testamento que tanto Cristo como los
apóstoles usaron en sus días- que Pablo usa en
Efesios 5 y en Colosenses 3; 68 de esas veces la
palabra "salmos" aparece en el libro de Los Salmo, y
de esas 68, 67 veces aparece en los títulos de Los
Salmos. Esta palabra aparece 7 veces en el Nuevo
Testamento, en tres ocasiones citando directamente
el libro de Los Salmos, del Antiguo Testamento.
Entonces, de las 87 veces en el total que aparece
esta palabra en la Septuaginta, y de las siete que
aparece en el Nuevo Testamento, por lo menos 70
veces la palabra "salmos" se usa como referencia
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directa a los salmos inspirados del salterio; y en los
otros pasajes en que esta palabra es usada, la
mayoría de las veces aparece en textos donde
exhorta a cantar salmos o donde alguien expresa su
determinación de cantar salmos.
Así que no cabe ninguna duda de que esa palabra se
refiere primariamente, aunque no únicamente, a los
salmos inspirados que encontramos en Las Sagradas
Escrituras.
En cuanto a la palabra "himnos" ocurre 17 veces en
la Septuaginta, 13 de ellas en el libro de Los Salmos,
y de esas 13 hay 6 como parte del título de algunos
salmos. Mientras que en el Nuevo Testamento la
palabra "himnos" aparece sólo dos veces, en los
pasajes que estamos considerando de Efesios 5 y
Colosenses 3. Aunque es interesante notar que esta
palabra griega que Pablo usa se encuentra en varias
ocasiones en la Septuaginta para traducir la palabra
hebrea "tegila", que es la que usaban los hebreos
para designar el libro de Los Salmos.
La tercera palabra que Pablo usa es "cánticos ",
"…hablando entre vosotros con salmos, con himnos y
cánticos espirituales"; esta palabra es usada 80
veces en la Septuaginta, 45 de ellas en el libro de Los
Salmos, y de esas 45 se encuentran 36 veces en el
título de algunos de Los Salmos. Mientras que en el
Nuevo Testamento esta palabra aparece en los dos
pasajes de Efesios 5 y Colosenses 3, así como cuatro
veces más en el libro de Apocalipsis.
De manera que los tres términos que Pablo usa, se
encuentran en la Septuaginta y en el Nuevo
Testamento para designar composiciones inspiradas
que nosotros encontramos en el salterio. Algunas de
ellas son señaladas como salmos, como himnos y
otras como cánticos. Y aún tenemos e caso de que
algunos de los salmos parecen encajar en más de
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una categoría a la vez, ya que algunos salmos son
designados en sus títulos como salmos y como
cánticos al mismo tiempo; o sea que una composición
puede ser un salmo, puede ser un himno o un cántico
al mismo tiempo.
Es por eso que, particularmente, yo no me siento
preparado para definir con precisión el significado de
cada una de estas palabras y cómo se diferencian o
se distinguen entre sí. De lo que no tenemos ninguna
duda es que estos términos que aparecen en Efesios
5 y en Colosenses 3 son usados en Las Escrituras
para designar las condiciones poéticas que
encontramos en el libro de Los Salmos.
También es por eso que muy buenos creyentes,
apegados al principio regulativo de la adoración, que
Dios regula su adoración en la Biblia y no ha dejado
eso en manos de cualquiera porque es su adoración,
y Él como rey del universo tiene derecho a establecer
su protocolo, entienden que la iglesia no tiene
ninguna garantía bíblica para cantar otra cosa en sus
cultos excepto los salmos inspirados por el Espíritu
de Dios.
Es indudable que siempre será mucho más edificante
cantar solamente salmos que entonar algunas de las
canciones que hoy se cantan en muchas iglesias; sin
embargo, nuestra convicción es que la iglesia de
Cristo no tiene que limitarse a cantar salmos en sus
cultos, y eso por varias razones; por un lado, la Biblia
misma no parece limitar las alabanzas de ese modo,
ni en el Antiguo Testamento, ni en el Nuevo
Testamento. Nosotros encontramos algunas
canciones de alabanza que son anteriores a los
salmos y que no fueron incorporadas luego en el libro
de Los Salmos, como es el caso de Éxodo 15, Jueces
5, o Deuteronomio 32; y cuando llegamos al Nuevo
Testamento encontramos algunos textos poéticos que
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muchos estudiosos de Las Escrituras entienden que
son fragmentos de himnos nuevotestamentarios,
compuestos en la época del Nuevo Testamento. En
nuestra traducción al español no se ve, pero cuando
uno lee la Biblia en el idioma original, en el griego, se
da cuenta que estos pasajes están escritos como
poesía, no como prosa; este es el caso de Juan 1:1 al
5, Filipenses 2:5 al 11 y Colosenses 1:15 al 20.
Ahora, aún si alguien argumentara que no podemos
decir con seguridad que esos pasajes sean
fragmentos de himnos que se cantaban en la iglesia
primitiva, encontramos en el libro de Apocalipsis al
pueblo de Dios glorificado en los cielos cantando
himnos de alabanza que no se encuentran en Los
Salmos; es el caso de Apocalipsis 5:9 en adelante, o
Apocalipsis 15:3 al 4. Por otra parte, a través de la
historia de la redención vemos que la alabanza a Dios
no ha sido estática sino que ha ido progresando junto
con el progreso de la revelación. Cuando Dios libró al
pueblo de Israel del ejército de faraón en su paso a
través del Mar Rojo, ¿Qué hicieron ellos? Celebraron
cantando un himno alusivo al evento, Éxodo 15. Lo
mismo vemos en Números 21:17, cuando Dios le dio
al pueblo de Israel agua en el desierto, ellos cantaron
de ese pozo; o en Jueces 5 cuando fueron librados
de Jabín, rey de Canaán, en tiempos de Débora y
Balac; lo vemos en el "Magnificat" de María, Lucas
1:46 en adelante. En cada nueva etapa surge un
nuevo canto. La pregunta es, ¿No deberíamos
nosotros conocer en nuestras alabanzas el progreso
de nuestra revelación divina y la etapa de la historia
de la redención en que nos encontramos en este
momento?, ¿No deberían aludir nuestros cantos a
esa gran obra de salvación que Dios llevó a cabo a
través de la encarnación, muerte y resurrección de
nuestro Señor Jesucristo?
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Algunos dirán que los salmos testifican del Mesías; si,
nosotros podemos cantar en la iglesia acerca de la
obra de salvación sólo cantando salmos, y es verdad,
nosotros vemos claramente en el Nuevo Testamento
que varios de los salmos hablan de Cristo y de su
obra redentora proféticamente; esos salmos se
encuentran en ese período de sombra, como dice
Pablo en Colosenses 2:16 al 17, "Por tanto, nadie os
juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de
fiesta, luna nueva o días de reposo, 17 todo lo cual es
sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de
Cristo"; los salmos se 4encuentran en ese período de
sombra que anticipaba lo que habría de venir pero
que no había llegado. De hecho, nunca
mencionaríamos el nombre de Jesús en nuestras
alabanzas si nos limitáramos a cantar literalmente los
salmos del salterio.
Alguien ha dicho al respecto, "La consumación de la
redención en Cristo requiere todo un nuevo lenguaje
de alabanza acerca de Jesús, el Dios hombre, su
expiación definitiva, su resurrección por nuestra
justificación y nuestra unión con Él por la fe, como el
pueblo de Dios".
Nosotros somos creyentes del nuevo pacto, tenemos
en nuestras manos una revelación completa ahora,
somos los beneficiarios de una obra de redención que
ya fue consumada, una vez y para siempre en la cruz
de El Calvario. Si a través de nuestros cantos hemos
de instruirnos unos a otros en sabiduría, de modo que
la Palabra de Cristo more en abundancia en nosotros,
de ninguna manera deberíamos obviar en nuestros
himnos de alabanza esa realidad de la que ahora
somos partícipes.
Un detalle interesante en esta discusión es que los
que abogan por el uso exclusivo del salterio en sus
cultos se ven obligados a adaptar la letra de los
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salmos, tanto en su rima como en su métrica, de
modo que podamos cantarlos en nuestro propio
idioma. Por ejemplo, en nuestro himnario bautista el
himno 267 en donde tenemos una versión métrica del
salmo 67, y noten cómo dice: "Oh Dios, ten
misericordia, pedimos bendición; has que
resplandezca tu rostro sobre Sion; que en todas las
naciones y en todo corazón sea conocido el gran
camino de tu salvación"; nosotros podemos cantar
ese himno con esta métrica y con esta rima: no sería
lo mismo si tratamos de cantar la letra exactamente
como aparece en el salmo 67. Yo no estoy diciendo
que tengamos problemas con este tipo de
adaptación, todo lo contrario; nosotros damos
muchas gracias al Señor por el trabajo de muchos
hombres y mujeres capaces que han hecho posible
que hoy nosotros podamos cantar algunos de los
salmos en nuestro idioma, con una rima y una métrica
apropiada.
Pero, no podemos perder de perspectiva que lo que
estamos cantando ya no son los salmos, tal como
fueron inspirados. Lo que estamos cantando es una
traducción y una adaptación del contenido de los
salmos. La pregunta es, ¿Cuál es el problema
entonces si nosotros adaptamos el contenido de otros
pasajes de Las Escrituras?, ¿No podemos hacer lo
mismo?
Un ejemplo lo encontramos en el himno 376, ¿Qué
tenemos allí? Algunas de las verdades de Romanos
8: "Del amor divino ¿Quién me apartará?, escondido
en Cristo, ¿Quién me tocará?, si Dios justifica,
¿Quién condenará?, Cristo por mi aboga, ¿Quién me
acusará?, A los que a Dios aman todo ayuda a bien,
esto es mi consuelo, esto es mi sostén".
Por otra parte, ya hemos visto en la iglesia que el
canto es un medio de instrucción, como lo es también
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la predicación. A través de la predicación nosotros
usamos nuestras propias palabras para proclamar y
enseñar las doctrinas de La Biblia, la pregunta es, ¿Y
por qué no podemos hacer lo mismo con nuestros
cantos?, ¿Por qué tenemos que limitarnos a la letra
de los salmos?
Lo que hace un buen compositor de himnos no es
más que plasmar poéticamente, y en sus propias
palabras, el mensaje de Las Escrituras, si es un buen
compositor de himnos. Él está plasmando con sus
propias palabras, en forma poética, el contenido de la
Palabra de Dios, la pregunta es, ¿Por qué eso es
lícito para el predicador y no para el compositor? El
punto no es que cantemos exclusivamente la letra de
los salmos, pero a la luz de las palabras que Pablo
usa en Efesios 5:19 y en Colosenses 3:16, es
indudable que hay una estrecha relación entre los
himnos que debemos cantar en la iglesia y los salmo
que el Espíritu Santo inspiró. Nosotros no podemos
traer o exportar el significado moderno que algunos le
dan a las palabras "salmos", "himnos" y "cánticos" y
exportarlo a La Biblia.
Nosotros tenemos que interpretar La Biblia con La
Biblia misma; y ya nosotros hemos visto que las
palabras "salmos", "himnos" y "cánticos espirituales",
hacen una referencia a los salmos del Antiguo
Testamento. Eso es un mandato bíblico, nosotros
debemos cantar salmos, pero debemos procurar
también que nuestros himnos reflejen en la mayor
medida posible ese modelo bíblico, de lo contrario ya
no son salmos, himnos y cánticos espirituales como
Pablo tenía en mente. El mismo Espíritu Santo que
nos mueve a cantar es el mismo Espíritu que inspiró
los salmos de la Biblia. En la misma medida en que
nosotros sigamos ese modelo bíblico, en esa misma
medida estaremos caminando sobre un terreno
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seguro, si queremos realmente glorificar a Dios y
edificarnos unos a otros.
Como dice Peter Master, el actual pastor del
Tabernáculo Metropolitano, la famosa iglesia que
Spurgeon pastoreó por 37 años, "El primer estándar
de un himno que sea digno de ese nombre es que
refleje el ejemplo y la metodología de los salmos". Y
otro autor cristiano, Ferry Jonson, escribe: ¿Qué es lo
que hace que una canción de adoración cristiana
luzca como tal? La respuesta es: "Que se parezca a
un salmo". Y más adelante añade, "…los salmos
proveen un modelo para la himnodia cristiana".

CARACTERÍSTICAS DE LOS HIMNOS


CONGREGACIONALES

Para las características que deben tenerlos himnos


congregacionales que puedan llenar ese estándar de
Las Escrituras, si los salmos son el modelo, ¿Cómo
deberían ser nuestros himnos?
1. Deberían ser ricos en contenido bíblico,
Colosenses 3:16: "La palabra de Cristo more en
abundancia -ricamente- en vosotros, enseñándoos y
exhortándoos unos a otros en toda sabiduría,
cantando con gracia en vuestros corazones al Señor
con salmos e himnos y cánticos espirituales", Dios
quiere que sus hijos atesoren un abundante arsenal
de su Palabra. Como dice un comentarista, "No se
trata únicamente de que los santos, los creyentes, se
rindan a La Palabra, sino que deben tener un buen
conocimiento de ella". El Espíritu Santo usa la
Palabra de Dios que conocemos para hablarnos y
guiar nuestra vida, el Espíritu Santo nos habla a
través de la Palabra de Dios que conocemos; y sigue
diciendo este autor: "…puede hablarnos
eficientemente en la medida en que conocemos su
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Palabra, ese es el lenguaje que Él usa".
Y uno de los medios que Dios quiere que usemos
para cumplir este cometido son nuestros cantos
congregacionales; que la Palabra de Cristo more
abundantemente en nosotros, que nos exhortemos y
amonestemos cantando.
Es interesante notar que Pablo usa prácticamente
estas mismas palabras en Colosenses 1:24 al 28
para describir su ministerio: "Ahora me gozo en lo
que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo
que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo,
que es la iglesia; 25 de la cual fui hecho ministro,
según la administración de Dios que me fue dada
para con vosotros, para que anuncie cumplidamente
la palabra de Dios, 26 el misterio que había estado
oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha
sido manifestado a sus santos, 27 a quienes Dios
quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este
misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros,
la esperanza de gloria, 28 a quien anunciamos,
amonestando a todo hombre, y enseñando a todo
hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto
en Cristo Jesús a todo hombre", ¿Cuál era el
ministerio de Pablo? Anunciar cumplidamente la
Palabra de Dios, el misterio que fue revelado en La
Biblia; ¿Qué es lo que debemos hacer en la iglesia
para que la Palabra de Cristo more en abundancia en
nosotros? Amonestarnos y enseñarnos en oda
sabiduría cantando; Pablo dice aquí que él hace lo
mismo, predicando, para poder llevar su ministerio.
Así como debemos cantar para llenarnos de la
Palabra de Cristo, Pablo dice que eso es lo que él
hace para llenar de la Palabra de Cristo, del misterio
que fue revelado, predicar la Palabra.
Nosotros no podemos tener un doble estándar en la
iglesia, si nosotros exigimos que la predicación tenga
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un buen contenido bíblico, ¿Por qué exigiremos algo
distinto en nuestros cantos congregacionales, si tanto
una cosa como la otra están dispuestas para lograr el
mismo objetivo? Eso es lo que Pablo dice aquí. El
hecho de que la letra de un himno no sea herética no
significa que pueda ser cantado en nuestro culto de
adoración. –Ah, pero este himno no tiene nada de
malo-, es que esa no es la pregunta, sino, ¿Qué tiene
de bueno? El problema de algunos himnos que se
usan hoy en varias iglesias no es que digan algo
malo, es que prácticamente no dicen nada, repiten
una misma idea una y otra vez, una y otra vez, como
una especie de “mantra” –invocaciones repetitivas-
evangélico. Pero eso no es lo que encontramos en el
libro de Los Salmos; cito una vez más a Ferry
Jonson: "Si las canciones que cantamos en la
adoración se parecen a los salmos, éstas
desarrollarán un tema, muchas líneas, con un mínimo
de repetición, ser1<n ricas en contenido teológico y
experimental, nos dirán mucho acerca de Dios, del
hombre y del pecado, de la salvación y de la vida
cristiana y expresarán el amplio espectro de las
emociones humanas", si es que se parecen a los
salmos.
Una de las cosas que alegan los que están a favor de
los coritos y en contra de los himnos tradicionales, es
el hecho de que los himnos son "muy largos" y "muy
densos" en su contenido, mientras que los coritos
tienen la ventaja de que contienen pocas verdades
que pueden fijarse mejor en nuestra memoria y en el
corazón, sobre todo tomando en cuenta el hecho real
de que nosotros vivimos en una época en que las
personas no están acostumbradas al esfuerzo
mental. Recuerden, los salmos son nuestro modelo.
Es interesante notar que en los tiempos del Antiguo
Testamento los israelitas eran iletrados
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probablemente en un 95 por ciento, sin embargo,
todos los 150 salmos poseen suficiente material como
para ser convertidos en himnos de cinco estrofas o
más, calcúlenlo, con la única excepción de los
Salmos 117, 123, 131, 133 y 134. Es decir que sólo el
tres por ciento de los salmos son himnos breves; el
resto son himnos de cinco estrofas o más.
La verdadera adoración demanda un esfuerzo
mental, y esto no se aplica únicamente a la
predicación, sino también a la alabanza; Pablo dice
en 1 Corintios 14:15: "¿Qué, pues? Oraré con el
espíritu, pero oraré también con el entendimiento;
cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el
entendimiento", Pablo está presuponiendo que
nuestros cantos deben tener algo que entender.
¿Qué es lo primero que debe tener un himno apto
para cantar en la congregación? Que sea rico en
contenido bíblico, mientras más rico es mejor el
himno. Obviamente no todos los himnos serán
igualmente ricos, no todos los himnos tendrán la
misma cantidad de contenido bíblico, no estamos
presentando un parámetro de himnos para ver si vale
la pena o no, no; lo que decimos es que a más
contenido, mejor.
2. Si los salmos son nuestro modelo, entonces los
himnos que cantamos en nuestros cultos deben
ser teológica y bíblicamente sanos. Eso se
desprende de todo lo que hemos visto hasta ahora
con respecto a la adoración y al canto
congregacional; sólo con la verdad podemos exaltar
al Dios de verdad, sólo con la verdad nosotros
podemos edificar, fortalecer, consolar, instruir a este
pueblo que ha sido llamado de las tinieblas a la luz de
la verdad revelada de Dios.
Recientemente el Pastor Marcos Peña me compartió
la letra de una canción cristiana que ilustra por
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contraste lo que estamos hablando, y por supuesto
un contenido con el que no estamos de acuerdo, y
aclaro que no tenemos la intención de juzgar al autor
de esta letra, no estamos juzgando aquí si es un
verdadero creyente o no, no estamos juzgando aquí
su verdadero amor por el Señor, no estamos
juzgando aquí el deseo que pueda tener este
hermano de beneficiar al pueblo de Dios con sus
canciones; pero nosotros tenemos que aprender a
discernir el error de la verdad, aun cuando viene en
un envoltorio poético; y la letra de este canto dice:
"Esperar en ti difícil sé que es, mi mente dice no, no
es posible, pero mi corazón confiado está en ti, y
esperaré pacientemente en ti, aunque la duda me
atormente yo no confío con la mente, lo hago con el
corazón". ¿Qué le parece? "aunque la duda me
atormente yo no confío con la mente, lo hago con el
corazón". El autor de esta canción contrapone la
mente y el corazón dando a entender que la fe no es
algo que se piensa sino que se siente. Pero ese no es
el concepto bíblico de la fe; la fe bíblica nace de
entendimiento y de la aceptación de algunas
verdades reveladas por Dios que nos permiten confiar
en Él aún por encima de nuestros sentimientos.
¿Acaso no es cierto que muchas veces el creyente
"siente" que Dios no está a su lado?, ¿Acaso no es
verdad que muchas veces el creyente "siente" que
Dios no está oyendo sus oraciones?, ¿No es verdad
que muchas el creyente "siente" que ya Dios no lo
ama? Ah, pero aún en esos momentos podemos
descansar en aquellas verdades que Dios nos ha
revelado en su Palabra y que nosotros entendemos
con nuestra mente, aun cuando no nos sintamos así.
¡Qué bueno que el hecho de que Dios escucha
nuestra oración no depende de que nosotros lo
"sintamos", que sólo depende de su promesa! Y a
110
veces uno viene a orar y dice: -Señor, ¿Dónde estás
tú?, Señor, yo no te siento a mi lado, yo no siento que
tú estás escuchando mi oración-. Pero, qué bueno
que Él escucha independientemente de que nosotros
lo sintamos a Él o no. Mi amado hermano, mi amada
hermana, lo peor que puede hacer un cristiano es
vivir por lo que "siente", en vez de vivir por lo que
sabe. Nosotros "sabemos" que a los que aman a Dios
todas las cosas les obran para bien. –Ah, pero yo no
me "siento" así-, es que no importa cómo usted se
"sienta", nosotros "sabemos" eso porque Dios lo ha
dicho en su Palabra; la Biblia dice en Jeremías 17:9:
"Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y
perverso; ¿quién lo conocerá?"; es con la "mente"
que se cree, en con la "mente" que se confía, ¡Ah!,
pero de allí emana ese "sentimiento" de seguridad
que el creyente tiene, no estoy anulando el
sentimiento, que nadie me malentienda, lo que digo
es que el sentimiento no puede ser el vagón que
mueva el tren, el sentimiento viene detrás de lo que
yo sé, viene detrás de lo que yo he entendido con mi
mente con esa facultad del alma que Dios me ha
dado.
Por eso es que el creyente puede sentirse seguro,
porque se sabe amado por Dios, aunque no lo sienta
en ocasiones; se sabe amado por Dios con un amor
eterno e inalterable.
3. Los himnos deben ser teológicamente precisos,
además de ser ricos en contenido bíblico, y teológica
y bíblicamente sanos. Su letra debe expresar
claramente las doctrinas evangélicas que profesamos
creer. Dice Peter Master: "No deja de ser significativo
que las canciones más conocidas de la nueva
adoración son inmensamente populares entre los
teólogos liberales así como en las congregaciones
católicas en todo el mundo". ¿Ustedes no se han
111
dado cuenta de ese fenómeno que ahora de repente
en las iglesias católicas están cantando muchos de
los coritos que cantan las iglesias evangélicas?
Mientras más preciso sea un himno, más difícil será
que se vuelva popular entre aquellos que no aman la
verdad. De hecho, ahora se está dando el fenómeno
de canciones cristianas que son populares en la
radio. Uno dirá: -Ah, pero eso es bueno porque quiere
decir que la verdad se está expandiendo-, pero la
pregunta que me hago es, ¿Por qué las personas del
mundo pueden sentir tanto agrado oyendo esas
canciones?
La primera vez que escuché el corito "Una mirada de
fe" fue en la iglesia católica, antes de yo ser cristiano,
"Una mirada de fe, una mirada de amor, es la que
puede salvar al pecador, y si tú miras a Cristo Jesús
Él te perdonará; porque una mirada de fe es la que
puede salvar al pecador", no hay ninguna herejía en
esa letra, ciertamente una mirada de fe es la que
puede salvar al pecador. Más adelante es que me di
cuenta que es un corito evangélico.
Ahora, quiero hacerles una pregunta, ¿Pudiera un
católico romano cantar con entendimiento y
convicción, "Roca de la eternidad" –himno 560 de los
himnarios "Celebremos su Gloria"- así como canta
"Una mirada de fe"? "Roca de la eternidad, fuiste
abierta tú por mí; sé mi escondedero fiel, sólo
encuentro paz en ti. Rico, limpio manantial en el cual
lavado fui. Aunque sea siempre fiel, aunque llore sin
cesar, del pecado no podré justificación lograr", no
importa las obras que haga, no importa las
penitencias que haga, "...sólo en ti teniendo fe deuda
tal podré pagar. Mientras haya de vivir, y al instante
de expirar, cuando vaya a responder en tu augusto
tribunal, sé mi escondedero fiel Roca de la
Eternidad". Es indudable que una letra es más
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precisa que la otra, a pesar de que no hay una herejía
en el corito "Una mirada de fe". Y mientras más
teológicamente preciso sea un himno, más instructivo
será, le hará más beneficio al pueblo de Dios.
Recientemente leí un artículo del Pastor John
MacArthur donde él trataba de responder la pregunta:
¿Cuál es el mayor problema con la adoración en la
iglesia contemporánea? Y en este artículo él
comienza diciendo que: "Debe ser claro, para
cualquiera que examina cuidadosamente este asunto
de la música contemporánea en la iglesia, que como
regla general la adoración contemporánea es mucho
más inferior que los himnos clásicos que fueron
escritos 200 años atrás. El mayor problema de esas
canciones contemporáneas no está en la música –
como él ve-, sino en la lírica", en la letra de las
canciones que se cantan hoy; "Antes de la mitad del
siglo XIX los himnos eran maravillosos instrumentos
didácticos, llenos de Escritura y de sana doctrina", un
medio para enseñarnos y amonestarnos unos a otros,
tal como se nos manda hacer en Colosenses 3:16,
"La mayoría de los himnos eran escritos, no por
adolescentes con guitarra sino por pastores y
teólogos, Charles Wesley, Augusto Toplady, el autor
de "Roca de la Eternidad", Isaac Watts". Y él
entonces como ejemplo la letra de ese famoso himno
acerca de los atributos de Dios, compuesto por
Walter C. Smith alrededor del año 1800, y traducido
por el hermano Arturo Pérez: "Al inmortal, Dios
invisible y fiel, al que mora en inaccesible fulgor,
Anciano de días, glorioso Señor, al Rey de victorias
por siempre loor. Eterno, inmutable, justísimo Dios,
perfecto y santo, tan lleno de amor; verdad y
bondades adornan tu ser, paciente nos brindas de
perdón y fe. Gran Padre de gloria que moras en luz,
tus ángeles cubren su faz en temor; queremos
113
cantarte: Ayuda Señor a ver hoy la gloria de tu
esplendor".
Sigue diciendo MacArthur: "Sin embargo, alrededor
del comienzo del siglo XX la música de la iglesia tomó
otra dirección; músicos y cantantes sin un
entrenamiento pastoral y teológico formal vinieron a
ser los compositores dominantes en la iglesia y la
letra de los himnos comenzó a ser más ligera, más
subjetiva, más enfocada al sentimiento y experiencia
del adorador, y cada vez más imprecisa también", el
problema que tenemos hoy con la alabanza no es
nuevo, y él cita un himno muy familiar escrito en 1912
por C. Austin Miles titulado "En el huerto", del que
tenemos la letra en español pero traté de apegarme
lo más posible a la letra en el inglés para que veamos
el punto que MacArthur quiere destacar aquí, el
himno dice: "A solas al huerto yo voy mientras el
rocío aún permanece en las rosas, y la voz que
escucho cayendo en mis oídos, el Hijo de Dios revela;
fiel camina conmigo, y habla conmigo y me dice: El
gozo que comparto mientras permanecemos ahí
ningún otro lo ha conocido jamás. Él habla y el sonido
de su voz es tan dulce que las aves callan su canto, y
las melodías que Él me dio resuenan en mi corazón.
Él conmigo está…Yo estaría con Él en el huerto
aunque la noche caiga sobre mí, pero me ordena ir a
través de la voz del lamento y su voz me está
llamando". Noten como ahora la letra es más vaga,
es más emotiva, es menos doctrinal, y a medida que
seguimos avanzando en el tiempo el problema se
agudiza cada vez más.
Yo no digo con eso que no se pueda cantar ningún
himno contemporáneo; "Majestad", que nosotros
cantamos en nuestros cultos de adoración, fue escrito
en la década de 1980; lo que digo es una realidad de
la comparación entre la mayoría de los himnos
114
contemporáneos, escritos por personas que no son
teólogas en muchos de los casos, y los himnos
compuestos por hombres como Toplady, Isaac Watts,
John Newton, Charles Wesley, hay una diferencia.
El artículo de MacArthur concluye con estas palabras:
"Estamos en peligro de perder una rica herencia en la
medida en la medida en que los mejores himnos de
nuestra fe son descuidados y olvidados, siendo
reemplazados con líricas vanas acompañadas de
música pegajosa. Estamos en una crisis y la iglesia
está sufriendo espiritualmente, tanto pastores como
músicos eclesiásticos necesitan ver la severidad de la
crisis y trabajar diligentemente por una reforma". Esa
es una necesidad.
En estos días me enviaron la letra de una canción
que refleja lo que está sucediendo con unos
cantantes cristianos que, cuando uno los oye cantar,
no se sabe si se están refiriendo al Señor o a una
mujer, porque no definen claramente de qué tipo de
amor están hablando, y hablan del amor a Cristo en
categorías que no son categorías bíblicas:
"Enamórame Señor"; es que el amor bíblico no es
ese tipo de enamoramiento que nosotros tenemos
entre los seres humanos, la Biblia dice claramente:
"El que me ama, mi palabra guardará", Juan 14:23, y
eso es muy diferente. "Oh Cristo, yo te amo, que mío
eres sé, ya todo pecado por ti dejaré", esa es la
categoría bíblica, el amor bíblico; "Oh Cristo precioso
por ti salvo soy; Jesús, si te amaba, yo te amo más
hoy", está expresando un sentimiento pero en
categoría bíblica, No es "Enamórame Señor".
Escuchen esta letra: "Por cada vez que me viste aquí,
por la verdad que me hiciste ver, por todo el gozo que
has traído a mí, por el bien que trajiste a mi mal, por
cada sueño hecho realidad, por el amor que
encuentro en ti, por siempre te agradeceré. Tú me
115
sustentas cual pilar, nunca me caeré. Eres vigilante
fiel hasta el fin, eres mi fortaleza en la debilidad, mi
voz en tiempos de inmovilidad, mis ojos dentro de la
oscuridad…soy todo lo que soy porque me amaste".
¿Saben una cosa? Esa hubiera podido ser una
canción cristiana en el día de hoy, pero es una
canción de Celine Dion; ya no hay diferencia, esta
hubiera podido ser una canción cristiana evangélica
pero es una canción secular, de Celine Dion. Ya no
hay diferencia.
¿Dónde están esos himnos que de una manera
distintiva plantean una doctrina bíblica evangélica?
Porque eso es lo que nuestras iglesias necesitan. Así
son los salmos.
4. Los cantos congregacionales deben ser
accesibles y claros en su expresión. Tenemos que
reconocer que uno de los problemas de los himnos es
que a veces tienen melodías que son anacrónicas y
se les dificulta a los hermanos cantar, pero a veces la
letra también es difícil. Como dice Peter Master:
"Como los salmos, los himnos serán profundos pero,
al mismo tiempo, accesibles al entendimiento de
todos"; ese es el estándar de los salmos, nunca muy
alto pero nunca muy bajo. Algunas personas dicen: -
Pastor, pero es que los himnos a veces son tan
difíciles, sobre todo para los niños y los jóvenes-;
bueno, una de las cosas que podemos hacer es
cantar esos himnos en casa y explicarles a nuestros
hijos el significado de algunas cosas, ¿Acaso
nosotros no les pedimos a nuestros hijos que lean la
Biblia desde pequeñitos?, ¿Y no se van a encontrar
en la Biblia con cosas que ellos no van a entender
desde la primera lectura?, Pero, ¿Qué hacemos
nosotros? Estamos allí para influirlos.
Creo que si nosotros cantáramos más himnos en
nuestras casas, y explicáramos más el sentido,
116
nuestros hijos, jóvenes y aún niños, pudieran cantar
con más entendimiento. Ahora, es indudable que hay
algunos himnos que necesitan una edición, hay
ciertas palabras que ya no se usan, son anacrónicas,
son obsoletas; bueno, podemos editarlo, pero no por
eso tomemos todos los himnos y pongámoslos en el
olvido.
En cuanto al estilo poético vamos a entrar en teoría
literaria pero es necesario porque los himnos son
poesía. Ahora, no todas las poesías pueden ser
himnos. Es indudable que un himno puede tener valor
poético, pero resulta que la poesía, en sentido
general, usa figuras, metáforas para crear una
sensación, no necesariamente para hablar con
precisión sino para contar una historia. Hay que
recordar la poesía del "Romancero gitano", de García
Lorca, que comienza diciendo: "Verde que te quiero
verde, verde viento, verdes ramas, el barco sobre la
mar y el caballo en la montaña"; ¿De qué habla ese
poema? Resulta que es la historia de un individuo
que estaba lejos, y que ha regresado al hogar con la
ilusión de encontrarse con la mujer que ama, pero en
el camino es asaltado, golpeado, pero cuando llega al
sitio resulta que la mujer se murió; es una historia
muy triste, muy trágica. Cuando usted lee el poema
no lo va a ver tan claramente porque el poeta quiere
impresionarlo con el uso de sus palabras, él quiere
crear una impresión en usted; de esta frase dice
Pablo Neruda, hablando de García Lorca, que era su
amigo, dice: "Por él pintan de azul los hospitales", ¿Y
qué es lo que quiere decir Neruda con esto? Cuando
le preguntaron al respecto dijo: "Es que yo escribí eso
sin pensar porque esas palabras que me chocaron a
nivel emocional". Si yo tuviera que dar una
explicación diría que los hospitales son lugares
tristes, generalmente se pintan de gris, pero García
117
Lorca era un hombre tan alegre que por él se pintan
de azul los hospitales. Eso es poesía.
Sin embargo, cuando vamos a los himnos tenemos
que entender que es una poesía que cumple un
cometido; el arte debe servir para lo que ese arte fue
diseñado. En la pintura tenemos un ejemplo, en la
época medieval no existía la fotografía y cuando un
rey se iba a casar con su prometida él quería saber
cómo era ella, ¿Y qué hacían? Buscaban a un pintor
de la corte que pintara a esta mujer y le llevaban el
cuadro al rey, o al príncipe.
¿Quiénes de ustedes conocen el arte cubista? El arte
cubista no pretende, de ninguna manera, plasmar la
realidad tal como es, Picasso introdujo este
movimiento en la pintura, descompuso la figura; usted
ve a una mujer pintada por Picasso con una oreja
abajo, la boca fuera de su lugar, la nariz en un lugar
extraño. Entonces, imagínense que en la Edad Media
hubiese existido un pintor cubista, y un rey le pide a
este pintor que le haga un cuadro de su prometida,
¿Ustedes creen que este rey podría tener una idea de
cómo era esa mujer?, Ah, ¿Pero estamos diciendo
que el arte cubista es malo, o es un arte mediocre?
De ninguna manera, no estamos diciendo eso; lo que
decimos es que el arte cubista cumple un cometido
pero no se puede usar para esto otro que es
mostrarle al rey o al príncipe cómo es la mujer.
Bueno, pues de igual manera, últimamente hemos
escuchado canciones cristianas que no hacen un uso
adecuado de la poesía para poder plasmar en
contenido de Las Escrituras.
Cuando Augusto Toplady dice: "Roca de la Eternidad,
fuiste abierta tú por mí; sé mi escondedero fiel, sólo
encuentro paz en ti. Rico, limpio manantial en el cual
lavado fui", eso es poesía; él usa metáforas, él usa
hipérboles, pero el mensaje es muy claro, es muy
118
concreto.
Ahora, de repente, aparece un cantante cristiano que
dice cosas que nos llevan a preguntarnos, ¿Qué es lo
que está diciendo? "Señor, tú eres mi azul", cosas
que usted no puede entender.
Los himnos deben ser precisos y claros en su
expresión. El mensaje no puede ser dilucidado
después de horas y horas de estudio. Eso es parte de
la postmodernidad que estamos viviendo donde todo
es relativo, y esa relatividad se ha metido en la
poesía.
5. Por último, los himnos deben ser también
apropiados para el canto congregacional; no todos
los himnos, aún buenos himnos, son apropiados para
cantarse en la iglesia. Los creyentes antiguos
recordarán el himno "A la imagen de Dios": "Nos creó
el Señor con el fin divinal de su gloria mostrar, mas
por sendas del mal escogimos andar despreciando el
amor del divino Señor". ¿Cuál es el problema con ese
himno? Que para cantarlo hay que ser tenor, ese
himno no lo puede cantar cualquiera, es un himno
con un registro vocal demasiado alto, hay que llegar a
notas muy agudas, no es un himno congregacional,
aunque es un himno precioso, aunque la letra es
apropiada, aunque es un himno con contenido, no es
un himno para ser cantado en la congregación.
Me llamó mucho la atención la siguiente definición de
himno que encontré: "Un himno cristiano es un
poema lírico concebido reverentemente y diseñado
para ser cantado, que expresa la actitud del adorador
hacia los propósitos de Dios en la vida humana. El
himno debe tener una forma métrica simple, ser
genuinamente emocional, poético y literario en estilo,
y una idea tan directa y aparente que unifique a una
congregación mientras lo canta". Así debe ser el
himno.
119
En conclusión, por lo que hemos visto hoy, no
cualquiera está preparado para escribir un buen
himno. A través de la historia de la iglesia han
existido muy pocos hombres que tienen la capacidad
de escribir un himno teológico y poéticamente
apropiado; eso no es sencillo. Aún hombres como
Charles Spurgeon, que fue un gran predicador, y que,
indudablemente la poesía la tenía a flor de piel, y
quien escribió muchos himnos, sin embargo, ¿Saben
qué? Los himnos de Spurgeon no tienen la calidad de
su predicación. No es cualquiera el que escribe un
himno.
Algunos se quejan de que por el hecho de cantar los
himnos tradicionales tenemos que cantar siempre los
mismos himnos, y esa queja es lo que trae muchas
veces que se deseche esa rica herencia del pasado
por cosas novedosas que no tienen el mismo
contenido. El pueblo de Dios en el Antiguo
Testamento cantó los mismos salmos. Y tomen en
cuenta, primero, que los 150 salmos no se cantaban,
eso es un error; segundo, no todos los salmos se
cantaban en el templo, algunos salmos fueron
diseñados para procesiones abiertas como es el caso
de los cánticos graduales que los judíos cantaban
cuando iban en procesión hacia Jerusalén a la fiesta
de la Pascua, de los Tabernáculos, de las Gavillas,
entre otras fiestas, desde el salmo 120 en adelante,
eran salmos que los peregrinos cantaban en espacio
abierto, no se cantaban en el templo de Jerusalén, los
mismos himnos, pero, la misma letra cantada en una
condición puede hacer algo por su alma que en otra
condición va a hacer otra cosa también por su alma.
Los himnos que tienen contenido siempre sirven. Es
como la Biblia que, leída completa una y otra vez, no
cansa. ¿Van a comenzar ahora a leer el Corán? No,
siempre la misma Biblia, las mismas historias; pero,
120
de acuerdo con la condición en la que esté el alma de
uno cada vez lee la Biblia con otros ojos y con otra
intención. Eso pasa con los himnos, guardando la
distancia en el hecho de que la Biblia es inspirada por
Dios y los himnos no.
Hay una realidad, los himnos que nosotros cantamos,
y que en su mayoría son traducciones, no son himnos
que fueron escritos directamente en nuestro idioma,
eso es una limitante, y por esa realidad nosotros
debemos orar, así como lo hacemos para que Dios
levante pastores, para que en el medio nuestro, en
América Latina y en el mundo hispanoparlante surjan
cada vez más hombres con capacidad poética, pero
al mismo tiempo, con una buena teología, que
puedan seguir brindándonos un caudal de himnos
semejantes a esta rica herencia que nos han legado
hombres del pasado y que, lamentablemente,
muchas iglesias en el día de hoy han desterrado de
su culto.
121

7. La música en la adoración 1
Dos de los libros que más han impactado al mundo
evangélico en años recientes han sido “Una vida con
propósito” y “Una iglesia con propósito”, del Pastor
Rick Warren, dos obras que han sido traducidas a
decenas de idiomas y que han vendido millones de
copias. Warren fue catalogado en el año 2005 como
uno de los 25 evangélicos más influyentes del
evangelicalismo norteamericano. Y en ese mismo año
la revista Time lo colocó entre las cien personas más
influyentes del mundo; eso quiere decir que su
teología y práctica ministerial han sido ampliamente
difundidas en el mundo entero, influenciando a
cientos de miles que han abrazado sus enseñanzas.
La intención en este sermón es hacer alusión a
algunas declaraciones suyas sobre el uso de la
música en la iglesia, las cuales sospecho que
representan la mentalidad de muchos de los
evangélicos en el día de hoy.
En su libro “Una iglesia con propósito” el Pastor
Warren dice: “La música cristiana no existe como tal,
sólo hay música con letra cristiana. Lo que convierte
una canción en sagrada son las palabras, no la
melodía; no hay melodías espirituales”. Y en otro
lugar añadió: “Dios ama todos los estilos musicales
porque Él los inventó, los movidos y los lentos, los
fuertes y los suaves, los clásicos y los nuevos,
pueden no gustarle a usted todos, pero a Dios sí. Los
cristianos suelen no ponerse de acuerdo con el estilo
de música a usarse en la adoración, y defienden con
pasión su estilo preferido como el más bíblico o digno
para Dios, pero no existe un estilo bíblico”.
122
En uno de sus seminarios sobre estrategia de
crecimiento Rick Warren explica cómo llegó a la
conclusión de que debían cambiar el estilo de música
que usaban en sus cultos, y cito una vez más: “Pasé
una tarjeta de 3 por 5 centímetros a todos en la
iglesia y dije: -Escriban las iniciales de la estación de
radio que escuchan-; ni siquiera les estaba
preguntando a no creyentes, sino que le estaba
preguntando a gente de la iglesia qué tipo de música
escucha. Cuando recogí las tarjetas ninguna persona
me dijo que escuchaba música de órgano, ni una, no
hubo ni siquiera una persona que dijera: -Escucho
grandes coros en la radio-, ni una. De hecho, e
resultado señaló de un 96 a un 97 por ciento de
música pop contemporánea de la que se escucha en
la calle. Así que tomamos una decisión estratégica, la
de ser una iglesia con música contemporánea”.
Ahora fíjense, esa no fue una decisión basada en
principios bíblicos, esa fue una decisión tomada por
consenso, porque se asume que la Biblia no nos
provee ninguna información que nos ayude a
discriminar entre estilos musicales; más aún, se
asume que Dios ama todos los estilos de música
porque se supone que Él es el inventor de todos y
cada uno de ellos.
Pero me pregunto, ¿Es esto realmente así?, ¿La
Biblia enseña que Dios es el creador de todos los
estilos musicales?, ¿Y que todos son agradables para
Él y apropiados para la adoración? Si no es así,
¿Cómo trazamos la línea que separa un estilo
musical aceptable de uno que no lo es?, ¿Este
asunto depende enteramente del gusto o preferencia
de cada cual o de la cultura a nuestro alrededor?, ¿O
tenemos parámetros objetivos de evaluación que nos
sirvan de guía para decidir tal cosa?
Este es el asunto que queremos considerar hoy, en
123
esta serie que llevamos sobre la adoración y la
alabanza. Vamos a establecer algunas enseñanzas
fundamentales de la Biblia con respecto a la música
en general para luego pasar a considerar algunos
principios bíblicos que nos ayude a evaluar, de
manera particular, la música de la adoración. Lo más
fundamental de todo es:

¿CUÁL ES EL ORÍGEN DE LA MÚSICA?

La primera declaración que nos encontramos al abrir


la Biblia en el libro de Génesis 1:1 es: “En el principio
creó Dios los cielos y la tierra”, ese es el punto de
partida de la Biblia, Dios como el creador original del
universo y de todo lo que hay en él; en palabras del
apóstol Pablo, en Romanos 11:36: “Porque de él, y
por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la
gloria por los siglos. Amén”. Ahora bien, ¿Debemos
incluir la música en este grupo de cosas que Pablo
menciona en Romanos 11:36?, Y si es así, ¿En qué
momento de la creación fue dada la música?
Para responder esta pregunta debemos recordar que
la música consiste, básicamente, en sonidos y
silencios arreglados melódica y rítmicamente. Un
diccionario define la música como “El arte de
organizar sensiblemente una combinación coherente
de sonidos y silencios, utilizando los principios
fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo”.
Así que la música es sonora, pero no todo sonido es
musical. El ruido también es sonoro, pero casi todos
nosotros podemos distinguir lo que es una sonoridad
organizada, como la que encontramos en la música,
del sonido confuso e irregular al que nosotros
llamamos ruido.
Ahora bien, el sonido es una creación de Dios, pero
no como un ente independiente sino como algo
124
producido por otras cosas creadas. ¿Qué es el
sonido? En el mismo artículo que citamos hace un
momento se define el sonido como: “La sensación
percibida por el oído producido gracias al movimiento
vibratorio de los cuerpos sonoros”. El sonido es una
forma de energía producida por las vibraciones de la
materia que viaja a través de ondas, las cuales son
percibidas por nuestros nervios auditivos que
transmiten esa percepción al cerebro, el cual se
encarga de interpretarlo como sonido. Golpeamos la
materia y usted oye un golpe, es porque al golpear la
materia ésta comenzó a producir vibraciones que se
transmiten por el aire a través de ondas, esas ondas
son captadas por sus nervios auditivos que, a su vez,
lo transmiten al cerebro que, a su vez, lo interpreta
como sonido.
Si alguien pregunta, entonces, cuándo creó Dios el
sonido, debemos responder: -Desde el principio de la
creación, cuando Dios hizo cosas que producen
sonidos-. Por ejemplo, en Levítico 26:36: “Y a los que
queden de vosotros infundiré en sus corazones tal
cobardía, en la tierra de sus enemigos, que el sonido
de una hoja que se mueva los perseguirá, y huirán
como ante la espada, y caerán sin que nadie los
persiga”, se menciona “el sonido de una hoja”, algo
que todos hemos escuchado aquí es el sonido de las
hojas cuando son movidas por el viento, pues de la
misma manera, la creación de Dios está llena de
elementos sonoros, algunos de los cuales son
imperceptibles al oído humano.
Por ejemplo, ¿Yo no sé cuántos aquí se han
preguntado alguna vez cómo es que las arañas
producen telarañas que atrapan su comida, porque
son pegajosas, pero ellas mismas se trasladan por la
red sin quedar atrapadas en ella?, ¿Cómo es eso?
Cuando la araña hace su tela cubre toda la hebra con
125
un líquido pegajoso, entonces la araña se arroja con
toda la fuerza en la red haciendo que todas las
cuerdas vibren; esas vibraciones producen ondas, de
las que hablábamos hace un momento, y esas ondas
hacen que la sustancia pegajosa se separen en
gotitas que quedan arregladas en intervalos
perfectamente iguales, a perfecta distancia, a todo lo
largo y ancho de la telaraña. Ese fenómeno es
conocido como física de las cuerdas y es el
fundamento para el estudio de la teoría musical.
Cuando nosotros escuchamos música percibimos una
combinación de notas musicales: Do, Re, Mi, Fa, Sol,
La, Si, pero los sonidos que identificamos como notas
no son más que vibraciones que se dividen
aritméticamente, porque la música es matemática.
Por ejemplo, en el piano hay varias notas que se
llaman “Do”, y cada una está separada de la otra por
ocho notas; las notas del piano van en “octavas”. Uno
de esos “Do” se llama el “Do bajo”, no es el “Do” más
bajo del piano, pero aun así se le llama el “Do bajo”;
cuando el pianista toca ese Do produce 66
vibraciones. Ahora, noten algo interesante, cuando se
toca el otro Do una octava más arriba se liberan 132
vibraciones, exactamente el doble, y el de la otra
octava más arriba tiene 234, exactamente el doble del
anterior.
Esto es algo que Pitágoras, el filósofo griego,
descubrió en el siglo VI antes de Cristo, y cito: “…que
los acordes que suenan agradables al oído
corresponden a divisiones exactas de la cuerda entre
números enteros”. El punto no es explicarlo ahora,
sino que esto demuestra que la música tiene un
patrón matemático; de modo que es Dios y no el
hombre quien tiene la patente de ese fenómeno que
llamamos música.
Ahora, Dios creó al hombre con la habilidad de
126
producir sonidos a través de las cosas creadas,
incluyendo sonidos musicales. Por ejemplo, en
Levítico 25:9 el Señor le dice a Moisés: ” Entonces
harás tocar fuertemente la trompeta –en la versión de
Las Américas dice “el cuerno de carnero”, según la
traducción literal de la palabra hebrea- en el mes
séptimo a los diez días del mes; el día de la expiación
haréis tocar la trompeta por toda vuestra tierra”. ¿Qué
tenemos allí? Bueno, en este caso el instrumento
musical es algo ya creado con otra finalidad, el
cuerno de un carnero, pero que puede producir un
sonido musical.
En el capítulo 10 del libro de Números encontramos
algo un poco más complejo, ¿Cómo el hombre puede
transformar un elemento creado para producir un
elemento musical? En los versículos 1 y 2 dice:
“Jehová habló a Moisés, diciendo: 2 Hazte dos
trompetas de plata; de obra de martillo las harás, las
cuales te servirán para convocar la congregación, y
para hacer mover los campamentos”. En el caso de
Levítico era tomar un cuerno de carnero y tocarlo
como una trompeta; en este caso es “Hazte dos
trompetas de plata”.
Volviendo, entonces, a la pregunta que formulamos al
principio sobre el origen de la música, podemos decir
lo siguiente, y aquí voy a citar un estudio excelente
que aún no ha sido publicado, pero cuyo autor,
gentilmente, me ha compartido el borrador y que me
ha sido de mucha ayuda, sobre el propio
entendimiento de la música y cómo opera la música
en el alma humana. Si el Señor lo permite, cuando
esta obra sea publicada tendrá como título: “Una
perspectiva cristiana de la música”, escrito por un
miembro de la iglesia de Nortburgen, una persona
con una vasta experiencia de varias décadas en el
campo de la música, conjugado con un gran
127
conocimiento de Las Escrituras. Su comentario con
respecto al origen de la música es el siguiente: “Dios
creó la música, pero no como una entidad simple y
separada”, por ejemplo, en Génesis 1:3 vemos que
Dios creó la luz, pero crea la luz como una entidad
separada; luego crea los cuerpos que producen luz.
En el caso de la música no es así, Dios no crea la
música como una entidad separada sino como un
componente de toda su creación; Él dio la habilidad
de producir sonidos, entre ellos sonidos musicales a
muchos elementos de su creación. ¿Cuántos han
tomado un caracol de la playa y se lo han puesto en
el oído y escuchan sonidos? Dios creó a los seres
humanos con la capacidad de adaptar y modificar
elementos de su creación para formar instrumentos
con los cuales producir sonidos, que podríamos
llamar musicales.
Aún más, Él diseñó los oídos y los cerebros humanos
con la capacidad de recibir y procesar estos sonidos;
igualmente diseñó los espíritus humanos, nuestra
alma, para que unidos a los cuerpos humanos tengan
la capacidad de ser afectados con tales sonidos
musicales. Dios creó la música a través de las cosas
que Él creó y que producen sonidos, entre ellos
sonidos musicales, pero también le ha dado al
hombre la habilidad de transformar las cosas creadas
y producir instrumentos musicales, y más aún, nos ha
dado oídos para que nosotros podamos captar esos
sonidos; nos ha dado un espíritu que puede ser
afectado por esos sonidos. Es parte de la imagen de
Dios en nosotros el hecho de que tengamos la
capacidad de apreciar la belleza, así como todas las
demás habilidades que el hombre posee y que lo
distingue radicalmente de los demás seres vivos que
pueblan este planeta.
John Makullina, a quien vamos a citar mucho en este
128
sermón, dice al respecto: “La habilidad de razonar
desde lo general hasta lo específico, la habilidad de
concebir ideas, la habilidad de apreciar la belleza no
se encuentran ni aún en las más elevadas formas del
mundo animal, pero son conspicuamente -
sobresalientes- características de la imagen de Dios
en el hombre”. Dios posee esas mismas capacidades,
sólo que Él las posee en un grado infinito y no
derivadas de nadie, Él es autosuficiente y, por lo
tanto, Él no necesita de ningún estándar superior que
lo ayude a determinar qué es lo correcto o qué es lo
incorrecto.
Esto es crucial, en el caso del hombre, cuyas
capacidades son finitas, y son derivadas del hecho
que fuimos creados a la imagen de Dios, es que el
hombre debe depender enteramente de Dios para
saber cómo hacer uso de esas capacidades. El
hombre no puede ejercer esas facultades, ni siquiera
su facultad estética, actuando como un ente
autónomo, sino bajo la guía de Dios y de su
revelación.
Sigue diciendo Makullina: “El hecho de que la
dotación estética del hombre sea un atributo de Dios,
no sólo nos obliga a buscar los estándares estéticos
en Dios, sino que también minimiza el relativismo y la
incertidumbre en la empresa estética”. ¿Qué es lo
que este hombre dice? Que no es verdad que la
belleza depende del ojo que la mira; hay un estándar
de belleza que es objetivo; el gusto varía, pero
cuando una cosa es bella, es bella aunque ningún
hombre la aprecie. Jesucristo es hermoso aunque los
impíos lo encuentren horrible; eso no depende de lo
que el hombre piense, ni del gusto de cada cual, eso
depende de Dios que es absoluto y que le ha dado al
hombre la capacidad de apreciar la estética.
Y continúa Makullina: “Dios es absoluto, no relativo;
129
Él crea cosas con un propósito, de acuerdo con su
divino consejo y sabiduría. Él ha instituido las artes y
la música dentro de la cultura humana, no para ser
desarrolladas de acuerdo con las fluctuantes
pasiones humanas sino, analógicamente, como una
expresión de facto de su naturaleza gloriosa”. Estos
conceptos tan complejos recuerdan a una persona
que le pidió a un físico que le explicara la teoría de la
relatividad, le explicó pero no entendió nada; el físico
la sintetizó, se la explicó de nuevo y la persona le
replicó que todavía no entendía nada. Finalmente el
científico la puso lo más simple posible y le volvió a
explicar, a lo que esta persona respondió que ya
entendía, pero el físico le dijo: -Si, pero ya no es la
teoría de la relatividad-. El punto es que las cosas
que estamos explicando aquí no se pueden exponer
muy sencillamente, y si no las explicamos lo
suficiente, entonces no vamos a tener caso.
Muchas veces hemos escuchado la frase: “La belleza
se encuentra en el ojo del observador”, y lo que eso
significa, simplemente, es que la belleza es relativa,
algo que cada cual debe decidir por sí mismo, de
acuerdo con sus gustos y preferencias personales,
¿Pero, es realmente así?
No, nosotros vemos en Las Escrituras algunos textos
que nos hablan de la hermosura en otros términos,
Salmos 27:4: “Una cosa he demandado a Jehová,
ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová
todos los días de mi vida, Para contemplar la
hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo”.
Nosotros sabemos que Dios es Espíritu, eso quiere
decir que no tiene forma, sin embargo el salmista
hace referencia a la hermosura de Dios, ¿Qué quiere
decir con esto?, ¿Qué es lo que hace a nuestro Dios
un ser hermoso y glorioso?, ¿Saben qué es? La
armonía de sus atributos.
130
¿Ustedes se imaginan a un Dios que sea todo amor y
no sea justo, no sea santo?, ¿O ustedes se imaginan
a un Dios Todopoderoso que no sea bueno ni
compasivo, ni misericordioso? Sería un monstruo.
¿Qué es lo que hace que nuestro Dios sea
catalogado como “hermoso” en La Escritura? La
armonía de sus atributos, Salmos 29:1 y 2: “Tributad
a Jehová, oh hijos de los poderosos, Dad a Jehová la
gloria y el poder. 2 Dad a Jehová la gloria debida a
su nombre; Adorad a Jehová en la hermosura de la
santidad”; Dios es hermoso porque Él es santo.
Salmos 96:1 al 9: “Cantad a Jehová cántico nuevo;
Cantad a Jehová, toda la tierra. 2 Cantad a Jehová,
bendecid su nombre; Anunciad de día en día su
salvación. 3 Proclamad entre las naciones su gloria,
En todos los pueblos sus maravillas. 4 Porque grande
es Jehová, y digno de suprema alabanza; Temible
sobre todos los dioses. 5 Porque todos los dioses de
los pueblos son ídolos; Pero Jehová hizo los cielos. 6
Alabanza y magnificencia delante de él; Poder y
gloria en su santuario. 7 Tributad a Jehová, oh
familias de los pueblos, Dad a Jehová la gloria y el
poder. 8 Dad a Jehová la honra debida a su nombre;
Traed ofrendas, y venid a sus atrios. 9 Adorad a
Jehová en la hermosura de la santidad; Temed
delante de él, toda la tierra”. La hermosura de Dios es
la que nos provee el parámetro necesario para
nuestro propio concepto de hermosura, y si el
concepto de hermosura que usted tiene no encaja
con el de Dios, el que está equivocado es usted.
John Makullina dice: “Los atributos divinos, tales
como la justicia, el amor, la santidad, la pureza, la
majestad, el orden, la razón, la armonía, el balance y
la bondad deben gobernar nuestra evaluación y
producción de la música. Es innegable que la
variedad y creatividad son características de Dios, sin
131
embargo, independientemente de cualquier variedad
o creatividad que ejerzamos en las artes, nuestra
habilidad artesanal debe reflejar las cualidades
divinas si éstas van a ser para la gloria de Dios”.
No olvidemos ni por un instante que el hombre es un
ser caído, radicalmente depravado, y uso la palabra
“radical” en su acepción correcta, del latín “radik” que
significa: “De la raíz”. El hombre no es todo lo malo
que pudiera llegar a ser, pero todas las facultades del
hombre fueron afectadas, fueron dañadas por el
pecado, su intelecto, su voluntad, sus emociones.
Cuando ese hombre caído es dejado a sus propias
expensas para definir las cosas, descansando
únicamente en su entendimiento autónomo, con toda
probabilidad ese hombre se extraviará y eso incluye
sus manifestaciones artísticas.
En el año 1952 John Cage estrenó su famosa obra,
no sé si llamarle “obra”, titulada “433”, todo el mundo
fue a teatro a ver el estreno, un pianista entra al
escenario, hay un piano en el medio, él se sienta,
cierra la tapa del teclado y espera 4 minutos y 33
segundos, sin hacer absolutamente nada, por eso se
llama “433”. ¿Cuál es la música? Lo mismo que se
está oyendo aquí, una persona que tose por allí, otra
se mueve en la silla, alguien se ríe por allá, esa fue la
fiesta. Ahora, John Cage es un músico real, es un
músico con preparación académica, y él declaró lo
siguiente: “Todo ruido me parece a mí que tiene el
potencial de venir a ser música”. “Todo ruido me
parece a mí que tiene el potencial de venir a ser
música”, simplemente si se le permite aparecer en
una obra musical, aunque sea tirar una silla en el
escenario, eso es música. Ahora entendemos por qué
existe el reggaetón y esa serie de cosas.
Si nosotros creemos realmente en la doctrina de la
depravación humana, debemos creer también que la
132
capacidad del hombre para discernir lo bueno, lo
verdadero, lo hermoso, también ha sido seriamente
distorsionada. Hace unos meses atrás me invitaron a
participar en un seminario sobre arte, durante casi
una semana, y se formaron varias discusiones con el
profesor porque las cosas que él presentaba allí y
llamaba “arte”, le decía yo: -Profesor, excúseme, es
que yo no veo cuál es el “arte”-; un individuo toma
una silla se cuero, que usted encuentra en cualquier
lugar, con un pedazo de grasa encima amarrada con
un alambre, y lo increíble es que la gente va y dice: -
¡Qué interesante!-. Yo a veces sospecho que es por
el miedo a que encuentre algo allí que las personas
no entiendan, y dicen eso, por si acaso.
El hombre es un ser caído, eso no quiere decir que
los hombres no regenerados sean incapaces de crear
y apreciar la hermosura en el arte, no; a través de la
gracia común el Señor estimula aún a hombres
impíos para que puedan producir obras artísticas
realmente hermosas, obras que testifiquen de la obra
de Dios, aunque el compositor ni haya estado
pensando en eso.
Lo que sí quiere decir es que Dios no ha dejado al
hombre a sus propias expensas para definir lo que es
hermoso y apropiado como arte. No, Dios no ha
dejado al hombre descansando únicamente en sus
gustos, únicamente en sus preferencias, únicamente
en la cultura a su alrededor, no; el hombre es incapaz
de hacer eso por sí mismo. Primero, porque es una
criatura finita, y segundo, porque es una criatura
caída. Nosotros tenemos que preguntarle a Dios
cómo es que Él define las cosas y, conforme a su
definición, modificar las nuestras.
133
¿CÓMO NOS AFECTA LA MÚSICA?

O planteándolo de otra manera, ¿Cómo opera la


música en nosotros?, ¿Qué es lo que la música
produce, o está supuesta a producir, en aquellos que
se exponen a ella?
Puesto de una manera sencilla, nosotros podemos
decir que la música expresa emoción y genera una
respuesta emocional. Cuando yo hablo de música
no me refiero a una canción, yo hablo de la música,
sin palabras. La música en sí misma genera nuestras
emociones, toca directamente nuestros afectos sin la
necesidad de ser procesada conscientemente por
nuestro intelecto; es por eso que la música es tan
eficaz, porque no necesita de un código previamente
aprendido para apreciarla. Si le digo a usted: ¿Quelle
heure est il?, ¿Qué significa eso? En francés
significa: ¿Qué hora es? El punto es que, sea lo que
signifique, usted no va a interpretar esas palabras si
no sabe cuál es el significado. La música no necesita
eso.
No estamos negando el papel que juega la cultura, o
incluso la educación musical, para una mejor
apreciación de la música, eso es otra cosa. La mirada
se educa, el oído también. Se puede educar a una
persona para apreciar más la obra de arte; sin
embargo, como bien señala John Makullina, “La
música posee un aspecto universal ya que expresa, a
menudo, emociones y sentimientos que son comunes
a toda la humanidad.
John Huspers lo explica de esta manera: “Cuando las
personas se sienten tristes exhiben cierta clase de
comportamiento, en general se mueven lentamente,
tienden a hablar en tonos bajos, sus movimientos no
son bruscos ni abruptos. De igual modo se puede
decir que una música es triste cuando exhibe estas
134
mismas propiedades; la música triste es normalmente
lenta, los intervalos entre los tonos son pequeños, los
tonos no son estridentes sino con poca intensidad y
suaves. De la obra de arte se puede decir que posee
una propiedad emocional específica cuando éstas
poseen rasgos que los seres humanos sienten
cuando tienen la misma emoción o una similar”. Si
esa música es alegre, ¿Cómo la define usted?
Bueno, pues se parece al tipo de sensaciones que
usted mismo siente cuando está alegre. Un ejemplo
de esto lo podemos ver al comparar dos piezas
musicales, por ejemplo “Adagio” de Tomás Albinoni, y
el primer movimiento de la Pequeña Serenata
Nocturna de Mozart; esas dos piezas evocan
respuestas emocionales muy distintas, no importa si
las escucha un chino o si las escucha un
neozelandés, ¿Saben por qué? Porque las personas
de todas las razas y culturas, generalmente hablando,
poseen emociones similares.
Un autor dice: “Los niños alrededor del mundo
sienten las mismas sensaciones físicas y
emocionales cuando lloran; de igual modo, las
personas de todo tipo expresan temor, en un sentido
ideológico, de una misma manera: Cambio del ritmo
cardíaco, aumento del flujo de adrenalina, aumentan
la presión sanguínea y la tensión muscular, incluso
hasta la expresión facial”. Un chino triste se parece
mucho a un francés triste, porque todos fuimos
creados a la imagen del mismo Dios. Lo mismo
podemos decir de muchos otros estados de ánimo,
de gozo, ira, ansiedad; y esas emociones pueden
expresarse claramente a través de la música.
Lo interesante de esto es que las emociones son
contagiosas. Usted enciende el televisor y de repente
sale una escena y hay una persona que está llorando,
usted no sabe por qué, pero indudablemente hay algo
135
que comienza a conmoverlo a usted. Y la música
tiene la capacidad de contagiar con su expresión
emocional, si es una música bien hecha. Por ejemplo,
en el libro de Job 30:31 dice en su lamento: “Se ha
cambiado mi arpa en luto, Y mi flauta en voz de
lamentadores”, literalmente esa frase puede ser
traducida como “Mi arpa reproduce el sonido del
duelo”. Una idea similar la encontramos en Jeremías
48:36: “Por tanto, mi corazón resonará como flautas
por causa de Moab, asimismo resonará mi corazón a
modo de flautas por los hombres de Kir-hares; porque
perecieron las riquezas que habían hecho”. Hablando
del juicio de Dios sobre las naciones dice Isaías 24:8:
“Cesó el regocijo de los panderos, se acabó el
estruendo de los que se alegran, cesó la alegría del
arpa”, este texto se encuentra en un contexto de
juicio pero reconoce implícitamente que esos
instrumentos reproducían un sonido alegre que
repentinamente cesó al llegar el juicio de Dios. La
música trasmite emociones y estados de ánimo sin
necesidad de letras.
Cuando Isaías habla de la alegría que cesó cuando
llegó el juicio de Dios no solamente menciona al
pandero, que es un instrumento musical que muchos
rápidamente asocian con una música alegre; él
menciona también el arpa, el mismo instrumento que
en Job 30:31 producía un sonido de lamento. Con
esto queda claro que con el mismo instrumento,
dependiendo de la forma como se toque y
dependiendo hasta del tono en que se toque,
podemos expresar dos estados de ánimo
completamente distintos.
Precisamente por esa capacidad que posee la
música, de comunicar emociones e influir en nuestro
estado de ánimo, es que viene a ser un elemento
importante en la formación de nuestro carácter. No es
136
el único, nuestra vida está formada por muchos
elementos, somos el resultado de muchas influencias,
pero la música es un elemento que influye en nuestro
carácter y la razón es evidente cuando entendemos
cómo interactúan nuestras emociones con nuestro
entendimiento y con nuestra voluntad.
Jonathan Edwards, en su obra clásica del
cristianismo experimental “Los afectos religiosos”,
dice: “Dios ha dado al alma humana dos capacidades
centrales, la primera es el entendimiento, a través del
cual examinamos y juzgamos las cosas; la segunda
capacidad nos permite observar las cosas, pero no
como espectadores indiferentes, sino como quienes
agradados o no agradados, gustando o no gustando,
aprobamos o rechazamos”. El hombre no es un
observador indiferente, él tiene entendimiento pero
también tiene afectos. Por eso otra persona ha dicho
que nuestras emociones parecen ser una especie de
termómetro que revela la manera y el grado en que
un concepto le importa.
De paso, padres y esposos, la ira es uno de esos
termómetros; cuando usted se aíra por algo es
porque esa cosa le está importando más de la
cuenta, sino, no se airaría, por eso usted ve que un
papá está sentado tranquilo y los niños están
haciendo un desorden y él no se mete, pero si le
impiden ver su programa de televisión entonces se
enoja, porque a él le importa más su tranquilidad en
este tiempo de descanso que la educación de sus
hijos. La ira es un indicador de que algo me está
importando demasiado. Cuando el asunto nos es
indiferente nuestras emociones son débiles y muy
poco efectivas para mover nuestra voluntad. Pero
cuando somos atrapados por el asunto, nuestras
emociones suelen poner en movimiento nuestra
capacidad de acción, las emociones intensifican
137
nuestras decisiones y elecciones jugando un papel
muy importante en el movimiento de nuestra
voluntad. Y precisamente por eso, debemos estar
atentos a todo aquello que nos impacta
emocionalmente, incluyendo la música porque de un
modo o de otro incidirá en nuestro carácter.
La música que le gusta a la persona es la ventana
para ver un poco de su alma, para ver de su carácter;
la música incide en el carácter.
A través de la historia los musicólogos, pensadores y
filósofos han reconocido la relación entre la música y
el carácter. El filósofo griego Platón dice en “La
República”, una de sus obras más importantes, que la
música puede mejorar o empeorar a los ciudadanos,
y él recomienda que en su república ideal, porque él
diseñó una república ideal, se desterraran algunos
artistas que con sus obras estimulan la inmoralidad; y
Platón ni hubiera soñado con las cosas que suenan
hoy. Confucio, refiriéndose al mismo asunto dijo: “La
música debe ser considerada como uno de los
elementos básicos de la educación, y su pérdida o su
corrupción es el signo más evidente de la decadencia
de los imperios”; y termina diciendo: “¿Queremos
saber si un reino está bien gobernado, o si las
costumbres de sus habitantes son buenas o malas?,
Examinemos la música vigente”.
La razón por la que estamos haciendo hincapié en
este asunto es por el hecho de que muchos que
abogan por el uso de cualquier estilo musical en la
adoración niegan ese hecho; nos dicen que la
influencia que la música ejerce sobre nosotros viene
condicionada por la cultura o por nuestras
experiencias en la vida, tanto buenas como malas.
Por ejemplo, si antes de conocer al Señor una
persona solía drogarse escuchando música rock, la
dificultad que tiene ahora para adorar con esa música
138
no se refiere al hecho de que la música sea
inapropiada en sí misma, sino más bien a la
asociación que él hace en su mente debido a su
experiencia anterior. Siguiendo ese mismo proceso
de razonamiento lo mismo ocurriría si la persona
acostumbraba drogarse escuchando música de Bach,
o música de Beethoven, o música de Mozart.
Si bien es cierto que una experiencia personal puede
influir en la reacción de un individuo a cierta clase de
música, o a alguna pieza en particular, esto no niega
la realidad de que la música posee características
inherentes que evocan emociones y sentimientos
específicos más universales.
Phillip Dag nos da el siguiente ejemplo: “Ninguna
canción de cuna sería efectiva si diera alaridos
bruscos a un ritmo rápido”, ¿Ustedes se imaginan
eso? “DUÉRMETE NIÑO, DUÉRMETE YA”, no, uno
no puede dormirse así, ni que sea chino, dominicano,
africano. Sigue diciendo Dag: “La canción de cuna
tiene ciertas características; ninguna marcha de
guerra surtiría el efecto deseado si fuera una
cadencia meliflua a paso de caracol”, ya perderían la
guerra.
Cada tipo de música posee un carácter particular y
pretende evocar una respuesta emocional particular.
Eso no depende primariamente del contexto cultural
en que una persona haya crecido, depende del
carácter mismo de la música. John Huspers dice: “Si
alguien nos dijera que el último movimiento de la
Novena Sinfonía de Beethoven, el cual tomamos
como una expresión de gozo o alegría, es
quejumbrosa, severa, depresiva, probablemente
desestimaríamos su afirmación como absurda, y
aseguraríamos con completa confianza que esa
persona ni siquiera ha escuchado esa música”.
¿Cómo uno puede decir que el último movimiento de
139
la Novena Sinfonía de Beethoven es una música
depresiva? Es el carácter de la música.
Permítame poner un ejemplo relacionado con la
sensualidad de la música, para aquellos que dicen: -
No, eso es cultural, eso depende de las experiencias,
no hay música mala en sí misma para la adoración-.
Me llama poderosamente la atención como en el libro
de Proverbios se nos advierte en más de una ocasión
que nos cuidemos de la forma de hablar de la mujer
ramera, constantemente el padre dice al hijo que se
cuide, “Porque los labios de la mujer extraña destilan
miel, y su paladar es más blando que el aceite”, 5:3;
“Para que te guarden de la mala mujer, de la blandura
de la lengua de la mujer extraña”, 6:24; “Para que te
guarden de la mujer ajena, y de la extraña que
ablanda sus palabras”, 7:5; “Lo rindió con la suavidad
de sus muchas palabras, le obligó con la zalamería
de sus labios”, 7:21, la palabra hebrea que la versión
Reina Valera traduce como “zalamería” puede
traducirse también como deslizadero, así aparece
traducida en Salmos 73:18: “Ciertamente los has
puesto en deslizaderos”. Esta mujer ramera,
seductora, sensual, ella sabe qué palabra decir y
cómo decirla, ella las desliza suavemente para que
sean insinuantes y provocadoras.
Yo he puesto este ejemplo antes hablando en privado
con algunos hermanos, pero no encuentro otro mejor,
Imagínese que usted y su esposo van a un centro
comercial, y en un momento dado su esposo se aleja
de la esposa, se pone a ver una vitrina, la esposa se
aleja de él, pero la esposa escucha que una mujer
viene a su esposo y le dice: -¡Fulano, qué hay de tu
vida, cómo estás, hace cuánto tiempo que no te veía!-
, la esposa rápidamente entendería que debe ser una
amiga del esposo y que hace mucho tiempo no lo ve,
y simplemente la esposa se voltearía para ser
140
presentada. Ahora, ¿Qué pasaría si el tono fuera
diferente? Y entonces usted escucha que le dice: -
Hooola Fulanoooo-, y salta la esposa diciendo ¿Qué
es esto? Esa zalamería, esa dulzura, ese deslizadero
dice algo, ¿Y saben qué? Esa misma zalamería se
puede usar en la música, se puede usar en el estilo
en que se canta produciendo exactamente el mismo
efecto.
Muy interesante en Isaías 23:15: “…cantará Tiro
canción como de ramera”; las rameras no sólo hablan
como rameras, sino que también cantan como
rameras; la misma suavidad que escuchamos en el
hablar sensual de este tipo de mujer es la que muy
probablemente escucharemos en la música sensual.
Si usted está viendo una película en televisión y
presentan una habitación y la cámara comienza a
girar con una música como de terror, usted puede
estar seguro que alguien va a salir asesinado o algo
va a pasar; pero si lo que sale es una música tocada
muy suavemente, con ese deslizadero coja el control
rápido porque muy probablemente la siguiente
escena va a ser aprobada. Y todos nosotros sabemos
eso muy bien; si a eso añadimos una voz susurrante
y aireada el efecto es más potente.
Me llamó la atención algo que leí, escrito por Charles
Brown en un libro que se llama “El arte del rock and
roll”, y habla allí de los trucos vocales que usaba Elvis
Presley: “Al suavizar la voz en ciertos pasajes él
podía crear un efecto personal que hacía que las
mujeres del auditorio sintieran que él les estaba
cantando directamente a ellas”, y de ese modo Elvis
Presley invadía lo que algunos sicólogos llaman “la
zona íntima” de sus oyentes. Estudios sociológicos
que se han hecho reconocen que hay al menos tres
zonas en las que se dan lugar nuestras interacciones
sociales: La Zona Social es a un brazo de distancia,
141
que es la más común en nuestras conversaciones; La
Zona Personal es más cercana y ya no sería
apropiada para nadie fuera del círculo de nuestras
amistades y familiares; y luego está La Zona Íntima,
que es un espacio de una o dos pulgadas en la que
sólo admitimos a un grupo muy selecto de personas.
Esa zona puede ser invadida por la voz si se usa en
una forma sensual e insinuante.
Alguien ha dicho:”El sonido de la voz da la sensación
de que el oyente y el cantante están a una sola
pulgada de distancia”, en la Zona Íntima. Eso no pudo
ser posible sino en el siglo XX por la invención del
amplificador electrónico; el uso de un amplificador
permite al cantante susurrar sus canciones y aun así
ser oído como si estuviesen a nuestro lado.
Hace unos dos o tres años leí un artículo muy
interesante donde el autor explica la transformación
que se produjo en el estilo de cantar con la aparición
del micrófono; antes para un cantante poder cantar
tenía que estar en un lugar con buena acústica y
tener buenos pulmones, ahí no se podía dar lugar a
mucha sensualidad y no era fácil para que un público
mayoritario te oyera; pero dice este autor: “La
utilización del micrófono como medio para amplificar y
proyectar la voz produjo importantes
transformaciones en la forma de cantar y en nuestra
propia concepción estética del canto. Para un
cantante que se iniciaba en su arte podía no ser
necesario llevar la voz a un alto grado de rendimiento,
en cuanto a su expansión pulmonar, presión y flujo de
aire, tonificación y relajación de los músculos
intercostales y faciales, y otras técnicas del canto
lírico, no era necesario eso, bastaba con acercar sus
labios al micrófono y susurrar la letra de la canción”.
Ese estilo fue popularizado por los cantantes de
boleros y de baladas que explotaron esa nueva
142
sensualidad en el canto. Por ejemplo, Juan Arvizu,
cantante famoso de boleros hace una década, él fue
conocido como “La voz de seda y terciopelo”, eso
dice algo. O Pedro Vargas, de quien se dice que tenía
una forma particular, discreta y dulce, de “decir” las
canciones, no era cantarlas; Leo Marini, le llamaban
“La voz que acaricia”.
Y esto no es un chiste porque entristece el corazón,
pero esa sensualidad es totalmente inapropiada en la
adoración de un pueblo santo, dirigida a un Dios
santo. Eso no es apropiado.
Es interesante que muchos, que se llaman cantantes
cristianos, usen ésta misma técnica. Es como dice
alguien: “Con la letra le dicen a las personas: Ven a
Jesús, y con la música y el estilo musical le dicen:
Ven, baila conmigo”. Algunos cristianos creen,
inocentemente, que si la letra del himno está
apropiada, todo está bien, sin darse cuenta que el
impacto emocional de la música puede ser más
poderoso que el mensaje de las palabras. De hecho,
el estilo musical condiciona el significado de las
palabras; y eso no solamente pasa cantando, eso
pasa hablando. El tono en que usted dice una palabra
le da un significado diferente. El lenguaje que usamos
diariamente es musical y el tono en que decimos las
palabras puede cambiar el significado de una oración.
¿Qué puede ser más inocente, más neutral que esa
cancioncilla que nosotros usamos en el cumpleaños
de nuestros hijos: “Happy birthday to you”?, Pero,
¿Saben qué? Esta canción infantil, familiar, se
convirtió en algo casi pornográfico, en algo
puramente sensual cuando la cantó Marilyn Monroe
celebrando el cumpleaños del presidente Kennedy,
¿Por qué? Porque su estilo de cantar, el estilo
musical que ella usó como vehículo de transmisión de
esas palabras transformaron el mensaje.
143
Y lo mismo está sucediendo hoy en el pueblo
cristiano por abrirle la puerta a cuanto estilo musical
esté siendo producido por el mundo, asumiendo que
todos tienen el mismo valor o que todos pueden ser
igualmente útiles, dependiendo del contexto. No, no
todos los estilos musicales son apropiados para
proclamar la gloria de Dios o, incluso, para manifestar
el gozo de nuestra salvación.
La música posee un carácter intrínseco que debe ser
coherente con la letra que cantamos. El punto no es
si esa música fue compuesta hace más de 200 años
porque la edad de una composición no la santifica,
puede haber sido compuesta ayer y ser más
apropiada que la música tradicional de hace más de
200 años. De hecho hay himnos tradicionales que
tienen música que, pienso yo, no tienen la letra más
apropiada. Así que yo no estoy defendiendo aquí la
edad del himno. De lo que debemos asegurarnos es
que nuestra música sea el vehículo apropiado para el
mensaje que estamos proclamando, o de lo contrario
estaremos presentando la verdad con serias
distorsiones.
144

8. La música en la adoración 2
Hemos considerado antes el tema de la música en
general para aplicar este conocimiento al tema de la
música en la adoración corporativa, de manera
particular. Algunos de los fundamentos que hemos
visto nos ayudarán a determinar qué tipo de música
es la apropiada para adorar en la iglesia.
La música de la adoración se ha convertido en un
verdadero campo de batalla en muchas iglesias hoy
día y, aunque no deseo sobre simplificar un problema
complejo, creo que el meollo del asunto se encuentra
en la definición que asumamos tanto de la adoración
como de la música.

ESENCIA DE LA ADORACIÓN

¿En qué consiste adorar a Dios? Las dos palabras


que más comúnmente se usan en Las Escrituras para
referirse a la adoración, tanto en el Antiguo como en
el Nuevo Testamento, conllevan la idea de
“congregarse”, “postrarse”, “reverenciar”. Adorar
implica el reconocimiento de la grandeza de aquel
que es adorado, el cual se traduce en un homenaje
reverente. Noten de los términos que usa el salmista
en el salmo 29, de manera particular en los versículos
1 y 2, en su convocatoria a la adoración: “Tributad a
Jehová, oh hijos de los poderosos, Dad a Jehová la
gloria y el poder. 2 Dad a Jehová la gloria debida a su
nombre; Adorad a Jehová en la hermosura de la
santidad”. Tributarle gloria a Dios no significa darle
algo que a Él le falta; nuestro Dios posee en sí mismo
toda gloria y toda hermosura, sea que el hombre lo
145
reconozca o no. Por eso es que la invitación del
salmista es dar a Dios “…la gloria debida a su
nombre”; sus criaturas son llamadas a reconocer su
gloria, son llamadas a reaccionar adecuadamente a la
gloria de Dios. Eso puede ser hecho a través de la
alabanza, pero no necesariamente nosotros podemos
adorar a Dios en nuestro corazón sin expresar
audiblemente absolutamente nada.
En Éxodo 34:8, luego de que Dios hiciera pasar su
gloria sobre Moisés, en una proclamación de sus
atributos, luego de que Moisés dice: “¡Jehová!
¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para
la ira, y grande en misericordia y verdad”, versículo 6,
entonces: “…Moisés, apresurándose, bajó la cabeza
hacia el suelo y adoró”. Noten que allí no dice nada
de que Moisés cantara un canto de alabanza, pero su
respuesta reverente a la revelación que Dios le dio de
sí mismo, no fue otra cosa que una actitud de
adoración.
Así que adorar no es sinónimo de cantar, como
tampoco cantar es sinónimo de adorar; una persona
aquí puede cantar en la iglesia sin estar realmente
adorando. En Mateo 15:8 Cristo acusó a los fariseos
de adorar en vano, ¿Por qué? Porque honraban a
Dios con sus bocas, pero no con sus corazones.
La adoración es algo que ocurre, primordialmente, en
el corazón. Podemos definirla como “El Homenaje
que la criatura admirada rinde al Creador, de corazón,
al contemplarle por la fe, tal como Él se ha revelado
en su Palabra”. Por eso es que alguien ha dicho que:
“La adoración es la ocupación del alma con Dios
mismo”, puede producir alabanzas, acciones de
gracias, un oído atento a la Palabra leída, o a la
Palabra predicada”, pero la esencia de todo reside en
la admiración de Dios.
Esto es algo que muchos parecen haber perdido de
146
vista hoy, están tan preocupados por la música de la
adoración que parecen haber perdido de vista al Dios
que supuestamente pretenden adorar con la música.
Leí recientemente algo terrible que pasó en California
hace un tiempo atrás, unos pastores invitaron a un
grupo de amigos para celebrar la llegada de su bebé.
Comenzaron a llegar los invitados y todos ponían el
abrigo en la cama de la pareja, porque era época de
frío; al poco tiempo cuando comenzaron a buscar al
bebé, estaba metido bajo todos los abrigos y se había
ahogado.
John MacArthur usó esta historia para ilustrar a
muchas iglesias en la adoración actualmente, y decía:
“Yo me temo que en muchas iglesias la adoración
está sepultada debajo de muchos abrigos”. La gente
viene supuestamente a adorar pero están haciendo
tantas otras cosas que están perdiendo de vista al
Dios a quien, supuestamente, están adorando.
Donald Carlson dice algo muy pertinente al respecto:
“Aunque hay ciertas cosas que podemos hacer para
mejorar la adoración, hay un profundo sentido en que
la adoración excelente no puede ser obtenida
meramente por ir detrás de la adoración excelente.
En la misma forma en que, de acuerdo con Jesús,
usted no puede encontrarse a sí mismo hasta que se
pierda a sí mismo, usted no puede encontrar una
adoración corporativa excelente hasta que deje de
buscar una adoración corporativa excelente y vaya
detrás de Dios mismo. A pesar de las protestas uno
se pregunta si no estaremos comenzando a adorar la
adoración antes que adorar a Dios. Es algo así como
aquellos que comienzan admirando la puesta del sol
y pronto comienzan a admirarse a ellos mismos
admirando la puesta del sol”. Ya no estoy admirando
la puesta del sol, ya estoy concentrado mi persona.
Y en este punto Carlson pone como ejemplo el corito
147
que dice: “Olvidemos nuestro ser y alabemos al
Señor con el corazón”; y entonces añade Carlson: “El
problema es que después que usted ha cantado
repetidamente este corito, tres o cuatro veces, no
pasa de ahí”. La forma en que usted se olvida de
usted mismo enfocándose en Dios, es decir, no
cantando acerca de olvidarse de usted mismo sino
haciéndolo. El punto es que uno diga: -Voy a
olvidarme de mí mismo, voy a olvidarme de mí
mismo…-, no, es que se olvide de usted mismo.
Por ejemplo, un himno como “Santo, Santo, Santo”,
tradicional, le va a ayudar si lo canta de corazón y
poniendo énfasis y pensamiento en la letra que usted
está cantando, le va a ayudar a olvidarse de usted
mismo y alabar a Dios de corazón.
Sigue diciendo Carlson: “Si deseas profundizar la
adoración del pueblo de Dios, entonces, por encima
de todo profundice en el entendimiento de ese pueblo
acerca de la majestad inefable de la persona y de las
obras de Dios”. Así se adora a Dios, concentrando
nuestra atención en la persona de Dios.
Como hemos dicho en varias ocasiones a lo largo de
esta serie, nosotros no venimos a la iglesia a “sentir”
que adoramos, nosotros venimos a la iglesia a
adorar, venimos a rendir un homenaje, un tributo a
Dios, teniendo como meta su gloria, teniendo como
meta su deleite, no el nuestro.
Evidentemente una persona que ama a Dios, una
persona que se goza en Dios, una persona que se
deleita en Dios se deleitará en el deleite de Dios;
pero, nosotros estamos aquí para: “Dad a Jehová la
gloria debida a su nombre –no al nuestro-”, Salmo
29:2; “No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino
a tu nombre da gloria”, Salmo 115:1.
Eso nos lleva de la mano a otro aspecto de la
adoración, ¿Cuáles son los elementos indispensables
148
que deben estar presentes para que haya verdadera
adoración? El Señor Jesucristo responde esta
pregunta en Juan 4:23 a 24: “Mas la hora viene, y
ahora es, cuando los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque
también el Padre tales adoradores busca que le
adoren. 24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en
espíritu y en verdad es necesario que adoren”. En su
conversación con la mujer samaritana, y en el
contexto de la pregunta que esta mujer le hace a
Cristo, acerca del lugar apropiado para la adoración,
Cristo le dice en el versículo 23: “Mas la hora viene, y
ahora es, cuando los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque
también el Padre tales adoradores busca que le
adoren”, Hay adoradores verdaderos y adoradores
falsos, y los adoradores verdaderos adorarán al
Padre “…en espíritu y en verdad”. Debemos adorar al
Padre en espíritu y en verdad. ¿Y esto qué significa?
Como hemos visto ya en uno de los sermones
anteriores, adorar “en espíritu” implica dos cosas al
menos; en primer lugar debemos dar a Dios una
adoración de corazón, una adoración que involucre
nuestro espíritu, que involucre nuestro ser interior,
porque la adoración es la comunicación entre dos
personas, es nuestra persona rindiéndole un
homenaje a la persona de Dios. En ese sentido, la
adoración y la alabanza son diferentes, porque
nosotros alabamos a Dios delante de los hombres, y
proclamamos la gloria de Dios delante de los
hombres. Pero la adoración es una comunicación
entre Dios y yo, mi persona está rindiendo un
homenaje a la persona de Dios. Si nuestro corazón
no está involucrado, nuestra persona no lo está. De
ahí la reprensión de Jesucristo a los fariseos que
citamos, Mateo 15:7 a 8: “Hipócritas, bien profetizó de
149
vosotros Isaías, cuando dijo: 8 Este pueblo de labios
me honra; Mas su corazón está lejos de mí”.
Pero, por otro lado, adorar a Dios en espíritu
implica también una adoración simple y espiritual,
a diferencia de la adoración en el Antiguo
Testamento, donde se hizo uso de muchos elementos
físicos que simbolizaban la persona y la obra de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Una vez venido
Cristo, todos esos elementos físicos de la adoración
perdieron vigencia. Eso es a lo que se refiere Pablo
cuando habla a los Filipenses 3:3: “Porque nosotros
somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a
Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo
confianza en la carne”.
La verdadera adoración no requiere de nada físico
para que pueda llevarse a cabo. Si la adoración es el
homenaje que nuestro espíritu le rinde a Dios, que es
Espíritu, no se requiere de absolutamente nada físico
para hacer ese homenaje. Elementos como un
edificio amplio, bien iluminado y ventilado, con una
buena acústica, sillas cómodas, o instrumentos
musicales bien ejecutados, todo eso puede ser de
ayuda para el culto público, pero ninguno de esos
elementos es imprescindible para adorar a Dios en
Espíritu y en verdad.
La adoración debe ser sincera y simple, eso es lo que
significa adorar en espíritu; pero también debemos
adorar en verdad, y eso significa que la adoración
genuina gira en torno a la verdad revelada. Es la
verdad de Dios revelada en su Palabra la que nos
provee una perspectiva correcta de sí mismo, de su
voluntad para con nosotros; y es que esa perspectiva
la que nos permite adorarle apropiadamente.
Es por eso que en la adoración el intelecto debe ir
delante y las emociones detrás, no pueden ser al
revés. ¿Qué sucede cuando las emociones van
150
delante? Que el intelecto es, generalmente,
suprimido, yo ya estoy manejado por mis emociones.
Y cuando el intelecto es suprimido, anulado, ya no
podemos recibir la verdad. En palabras más simples:
Sin verdad no hay adoración, y la verdad sólo se
entiende con la cabeza.
Eso no quiere decir que nuestras emociones deben
ser dejadas a un lado en nuestra adoración. No
estamos diciendo eso, es imposible. Verdad sin
emoción produce una ortodoxia muerta. Pero esa
emoción debe ser levantada por la comprensión de la
verdad y sus implicaciones, y no a través de una
manipulación emocional.
El apóstol Pedro, en su primera carta, 1:8, nos arroja
mucha luz en cuanto al sano despertar de nuestras
emociones, y hablando de nuestro Señor Jesucristo
dice: “…a quien amáis sin haberle visto”. ¿Qué nos
está diciendo Pedro aquí? Que los cristianos aman a
Cristo y se gozan en Cristo; este es uno de los
distintivos esenciales del cristianismo. Los cristianos
aman a su Salvador y, sin haberle visto, se alegran
en Él con un gozo inefable y glorioso. Así que este
gozo y esta alegría, distintivamente cristianas,
emanan de la fe. No se trata de algo creado
artificialmente, a través de ciertos elementos,
incluyendo entre ellos los instrumentos musicales, no;
es un elemento que se produce en el creer: “…en
quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis
con gozo inefable y glorioso”. La música, y sobre todo
la instrumental, posee un poder tan fuerte que yo
puedo poner a una persona en un lugar a gozar con
la música aunque sea incrédula, y sale de la iglesia
creyendo que adoró. El gozo distintivamente cristiano
no se manipula artificialmente, es un gozo en el creer,
es un gozo que se produce por la fe.
Y eso nos lleva una vez más a la centralidad de Las
151
Escrituras en la verdadera adoración; esos afectos
verdaderos que emanan de la fe sólo pueden ser
producidos por la obra del Espíritu en el corazón de
los creyentes. Y ¿A través de qué obra el Espíritu en
el corazón de los creyentes? A través de La Palabra
que la inspiró, la Biblia es la espada del Espíritu.
Todo lo demás no es otra cosa que manipulación y
emocionalismo.
Robert Godsfree, hablando de esa obra del Espíritu
en los creyentes, dice: “El Espíritu no puede ser
manipulado; Él es soberano en las bendiciones que
derrama en los adoradores y en el grado de ésta”.
Dios es soberano y hay momentos en que Él decide,
soberanamente, derramar una bendición particular en
un culto de adoración, y no necesariamente eso va a
pasar en el culto siguiente. Dios es soberano,
nosotros no podemos manipularlo con un piano, con
un violín, Dios es soberano. Y sigue diciendo
Godsfree: “…pero Él puede ser esperado y
encontrado en las formas que Él ha establecido para
la adoración, y la adoración en el espíritu siempre es
conforme a la verdad. Estamos proclamando la
verdad, estamos obedeciendo la verdad, estamos
predicando la verdad, podemos esperar la bendición
del Espíritu”.
Otro aspecto fundamental es el canto de alabanza
como uno de los elementos constitutivos del culto
ordenado por Dios. ¿Por qué cantamos en nuestros
cultos de adoración? Porque Dios lo ha mandado
expresamente, tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento; dice en el Salmo 149:1: “Cantad a
Jehová cántico nuevo; Su alabanza sea en la
congregación de los santos”, y en Efesios 5:19 Pablo
dice que uno de los frutos del Espíritu Santo, es
precisamente, “…hablando entre vosotros con
salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando
152
y alabando al Señor en vuestros corazones”, Dios
quiere que sus hijos le canten a nivel individual y a
nivel corporativo, cuando nos reunimos como iglesia
a celebrar nuestros cultos de adoración.
Pero, ¿Qué debemos perseguir con nuestros cantos
congregacionales? No entretenimiento, ni siquiera
evangelismo, sino básicamente dos cosas, exaltar a
Dios y edificar a nuestros hermanos en la fe,
“…hablando entre vosotros con salmos, con himnos y
cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor
en vuestros corazones”, ¿Ven la dimensión horizontal
y la dimensión vertical? De ahí la importancia de que
nuestros himnos congregacionales sean ricos en
contenido bíblico, y que sean sanos y precisos
teológicamente; de lo contrario, ni podremos exaltar a
Dios, una herejía nunca exaltará a Dios, un himno sin
contenido bíblico nunca exaltará a Dios, ni tampoco
podremos edificar a nuestros hermanos con esos
cantos espirituales.
Pablo dice, en Colosenses 3:16: “La palabra de Cristo
more en abundancia en vosotros, enseñándoos y
exhortándoos unos a otros en toda sabiduría,
cantando con gracia en vuestros corazones al Señor
con salmos e himnos y cánticos espirituales”. Y no
olviden que el apóstol Pablo usa esta misma
fraseología para describir su ministerio en
Colosenses 1:24: “Ahora me gozo en lo que padezco
por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las
aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia;
25 de la cual fui hecho ministro, según la
administración de Dios que me fue dada para con
vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra
de Dios, 26 el misterio que había estado oculto desde
los siglos y edades, pero que ahora ha sido
manifestado a sus santos, 27 a quienes Dios quiso
dar a conocer las riquezas de la gloria de este
153
misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros,
la esperanza de gloria, 28 a quien anunciamos,
amonestando a todo hombre, y enseñando a todo
hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto
en Cristo Jesús a todo hombre”. ¿Cuál es el punto?
El punto es que lo que nosotros perseguimos con
la predicación es lo mismo que perseguimos con
el canto en la iglesia. No podemos tener un doble
estándar. Si nosotros no permitimos que una persona
venga al culto y nos cuente tres historias tristes y
cuatro chistes, y llamarle a eso “predicación”,
tampoco podemos permitir que venga a cantar cosas
ligeras en el culto de adoración. La predicación y el
canto en la iglesia persiguen el mismo fin: La
exaltación de Dios y la edificación del pueblo de
Cristo.
He ahí algunos de los aspectos que hemos
considerado en esta serie de sermones sobre la
adoración y la alabanza en el culto público. La
pregunta que debemos hacernos ahora es, ¿Cómo
impactan estas enseñanzas fundamentales sobre la
adoración, la música que usamos en la iglesia? Eso
es lo que veremos en lo que sigue.
En lo que hemos visto sobre la adoración,
anteriormente, podemos deducir algo sobre el uso de
la música en la iglesia y es que en la adoración la
música debe ser sierva de la letra, no al revés. ¿Y
eso qué quiere decir? Quiere decir que la música en
la iglesia no es un fin en sí misma; debe servir como
un vehículo apropiado de expresión de la letra que
cantamos, porque la música en sí misma no edifica.
Yo puedo pedirles a los hermanos músicos: -Toca un
acorde en La Mayor-, y ellos hacerlo sonar, pero
nadie puede decir: -Oh, ahora yo amo más a Dios-; la
música en sí misma no tiene ese poder.
La Biblia enseña, claramente, que sólo la verdad,
154
comprensiblemente articulada, puede ser de
edificación al creyente, orando al Padre por los
discípulos Cristo dice: “Santifícalos en tu verdad; tu
palabra es verdad”, Juan 17:17; es la verdad revelada
en la Palabra lo que santifica, no los acordes de un
piano, ni las notas de un violín.
“Ciertamente las cosas inanimadas que producen
sonidos, como la flauta o la cítara, si no dieren
distinción de voces, ¿Cómo se sabrá lo que se toca
con la flauta o con la cítara? 8 Y si la trompeta diere
sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla? 9
Así también vosotros, si por la lengua no diereis
palabra bien comprensible, ¿Cómo se entenderá lo
que decís? Porque hablaréis al aire. 10 Tantas clases
de idiomas hay, seguramente, en el mundo, y
ninguno de ellos carece de significado. 11 Pero si yo
ignoro el valor de las palabras, seré como extranjero
para el que habla, y el que habla será como
extranjero para mí. 12 Así también vosotros; pues
que anheláis dones espirituales, procurad abundar en
ellos para edificación de la iglesia. 13 Por lo cual, el
que habla en lengua extraña, pida en oración poder
interpretarla. 14 Porque si yo oro en lengua
desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento
queda sin fruto. 15 ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu,
pero oraré también con el entendimiento; cantaré con
el espíritu, pero cantaré también con el
entendimiento. 16 Porque si bendices sólo con el
espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿Cómo
dirá el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe lo
que has dicho”, 1 Corintios 14:7 al 16; en este
capítulo el apóstol Pablo instruye a la iglesia de
Corinto en cuanto al uso correcto de los dones, en un
tiempo en que el don de lenguas estaba vigente, pero
este no es el tema que trataremos. Lo importante
ahora es saber que este don, el de lenguas, la
155
glosolalia, consistía en la capacidad de hablar en un
idioma desconocido para el individuo que hablaba un
idioma que no había sido aprendido de una manera
natural, como nosotros vemos en Hechos 2:5 en
adelante, cuando los discípulos estaban reunidos en
Pentecostés, que vino el Espíritu de Dios y estos
discípulos comenzaron a hablar en los idiomas de las
personas que se habían congregado para la fiesta
judía de Pentecostés; es en este contexto que habla
Pablo. ¿Cuál es el punto de Pablo aquí? Que es el
entendimiento de la verdad lo que edifica, aún en el
caso de que una persona pueda hablar en lenguas,
bajo el poder del Espíritu Santo; Pablo doce que ese
sonido producido por una persona que está hablando
en lenguas no edificará a nadie en la iglesia si las
personas que están allí no entienden lo que dice ese
individuo. Y si esto ocurre con lo que dicen las
personas, mucho menos edificará el acorde de un
piano o la nota de un violín.
¿Qué debemos procurar, entonces, en nuestros
cultos de adoración para que sean edificantes?
Debemos procurar que la verdad revelada de Dios
pueda ser claramente articulada, claramente
expuesta al predicar, al orar, al leer la Biblia y al
cantar. La música que empleemos para nuestros
cantos, tanto la música vocal como la música
instrumental, debe servir al cumplimiento de ese
propósito. Hablo de música vocal porque no toda
música es instrumental; cuando nosotros cantamos,
aún sin instrumentos, estamos produciendo música.
De hecho, las cuerdas vocales que Dios nos dio son
el instrumento musical más versátil que existe. Pero
sea vocal o instrumental, la música debe servir al
propósito de edificar a través de la letra del canto. Es
en ese sentido que decimos que la música debe ser
sierva de la letra.
156
Y de este principio general vamos a derivar algunas
aplicaciones particulares o específicas. La primera es
que la música no debe opacar a la letra. Si las
palabras que cantamos son las que primariamente
exaltan a Dios y edifican a los santos, entonces de
nada sirve que nosotros tengamos un hermoso
sonido musical si suena a un volumen tan alto que
impide que el canto sea escuchado.
John Blanchard dice al respecto: “Es evidente que no
hay evangelio en la música”. Yo puedo proclamar el
evangelio con música, pero no hay evangelio en la
música. Dios nos dio el evangelio en palabras, ¿Qué
dice Pablo escribiendo su primera carta a los
tesalonicenses, 1:2 y 5? “Damos siempre gracias a
Dios…pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en
palabras solamente, sino también en poder”; el
evangelio son palabras.
Y sigue diciendo Blanchard: “Dios nos dio el
evangelio en palabras y nada en la música debe
distorsionar u oscurecer, o en modo alguno relegar al
trasfondo, lo que la Biblia llama “La palabra verdadera
del evangelio”, en Colosenses 1:5. Si el volumen o
disonancia de la música son tales que las palabras no
se pueden oír claramente, entonces toda la actuación
es un ejercicio absurdo”.
“Y Sucedió que cuando los sacerdotes salieron del
santuario (porque todos los sacerdotes que se
hallaban presentes se Habían santificado, sin
Distinción de sus grupos); 12 cuando todos los
Músicos levitas (Asaf, Hemán y Jedutún, con sus
hijos y sus hermanos) vestidos de lino fino y portando
Címbalos, liras y arpas, estaban de pie al este del
altar, y con ellos 120 sacerdotes que tocaban las
trompetas; 13 cuando los que tocaban las trompetas
y los que cantaban hicieron Oír su voz al Unísono
alabando y dando gracias a Jehová; cuando elevaron
157
la voz junto con las trompetas, los Címbalos y otros
instrumentos de Música; y cuando alababan a Jehová
diciendo: "Porque él es bueno, porque para siempre
es su misericordia", entonces la casa se Llenó con
una nube, la casa de Jehová”, 2 Crónicas 5: 11 a 13,
el autor sagrado nos relata lo que sucedió el día en
que el templo de Salomón fue inaugurado y hay 120
sacerdotes tocando las trompetas, y levitas cantores
con címbalos, arpas y salterios. En 1 Crónicas 23:5
nos dice: “Además, cuatro mil porteros, y cuatro mil
para alabar a Jehová, dijo David, con los
instrumentos que he hecho para tributar alabanzas”, y
esa cantidad de levitas fue el número que David dejó
instituido antes de su muerte; 120 trompetas y 4.000
tocando címbalos, salterios y arpas.
Por otra parte Flavio Josefa, el historiador judío, nos
dice que había 200 mil cantores alabando al Señor en
aquel día. Ahora, nosotros sabemos hoy que a Flavio
Josefa le gustaba exagerar, ya eso es comprobado,
vamos a reducir la cifra a la mitad y digamos que sólo
habían 100 mil cantores, como quiera, la escena es
impresionante, 120 trompetas y 4.000 tocando
címbalos, salterios y arpas, y 100 mil cantantes, un
coro de 100 mil voces. Ahora, noten algo muy
importante, por más alto que haya sonado la orquesta
en aquel día, el sonido de los instrumentos tuvo que
ser modesto en comparación con el sonido de las
voces, ¿Por qué? Primero, porque los salterios y las
arpas son instrumentos de cuerda, y los címbalos son
platillos que sonaban, más 120 trompetas; pero
debemos tomar en cuenta que el volumen de los
instrumentos musicales, cuando son tocados sin
amplificación electrónica, en esos casos el sonido no
aumenta aritméticamente. ¿Qué quiero decir con
eso? Que 10 trompetas sonando al mismo tiempo no
multiplican por 10 el sonido de una trompeta. Pueden
158
ir a la sede de la Orquesta Sinfónica Nacional y
escuchar alguna interpretación sin amplificación
electrónica, solamente con la acústica del lugar, allí
hay por lo menos 80 músicos tocando, y usted puede
sentarse a oírlos sin problemas; nunca un
instrumento musical tocado sin amplificación le va a
hacer daño al oído porque no se aumenta
aritméticamente; eran 120 trompetas pero el aumento
en el sonido era mínimo en realidad. Así que las
trompetas y los instrumentos de cuerda guiaban el
canto pero no lo apabullaban, no apabullaban a 100
mil cantantes, pero eso mismo no ocurre hoy en
muchas iglesias donde las bandas de música cuentan
con unos potentes amplificadores de sonido y unas
bocinas de tal manera que no dejan oír la voz de los
adoradores.
En algunos lugares me ha pasado que uno siente que
se le van a reventar los huesos, ¿Qué edifica eso? La
música nunca debe opacar la letra, porque es el
mensaje predicado el que edifica.
En segundo lugar, la música no debe distraernos
de la letra; la música, que es sierva de la letra, no
llama la atención de los adoradores sobre sí misma
sino que sirve de vehículo al mensaje que proclama.
Cuando la música toma la preeminencia, no sólo se
convierte en un estorbo sino que puede crear en los
oyentes una sensación engañosa de adoración que
no es otra cosa que un deleite estético. Todos
nosotros somos susceptibles de confundir una
respuesta meramente estética con la verdadera
emoción que se produce en el creyente cuando sabe
que se encuentra ante la presencia de un Dios
majestuoso y digno de temor reverente. Hasta un
impío se emociona, si tiene sensibilidad, oyendo “El
Mesías”, de Handel, no hay que ser un creyente para
eso; pero es una emoción puramente estética en el
159
caso de un impío.
Por eso cuando nos reunimos como iglesia debemos
evitar todo aquello que pueda venir a ser una
distracción del propósito supremo por el cual nos
hemos congregado, “Una cosa he demandado a
Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de
Jehová todos los días de mi vida…”, Salmos 27:4,
¿Estar en la casa de Jehová para escuchar la
música? No, “…para contemplar la hermosura de
Jehová, y para inquirir en su templo”, y yo solamente
puedo contemplar la hermosura de Jehová cuando
tengo mi oído abierto y mi corazón expectante para
escuchar y recibir lo que la Palabra de Dios me dice
acerca de la gloria de Dios.
John Blanchard dice al respecto, y esta cita puede
parecerle rara a algunos: “Aunque parezca extraño es
posible que la música sea demasiado buena para
utilizarla en el culto cristiano, porque aleja la atención
de las palabras en lugar de atraerla a las mismas;
cualquiera que sea su estilo o forma la música
siempre debe ser sierva de la Palabra de Dios, nunca
su ama”. Lo que debe tener preeminencia es la letra
de los himnos que cantamos porque eso es lo que
edifica. Juan Calvino advierte: “Debemos
precavernos, no sea que nuestros oídos tengan más
interés en la música que nuestras mentes en el
significado espiritual de las palabras”.
Si nuestros cultos de adoración son un anticipo de la
adoración celestial, entonces el foco de nuestra
atención aquí en la tierra ha de ser la gloria del Señor
Jesucristo que ahora vemos “como por un espejo”,
como dice Pablo en 2 Corintios 3:18. ¿Saben lo que
es el contexto ese espejo? La Palabra de Dios.
Nosotros no podemos ver a Cristo, nosotros no
podemos ver la gloria del Salvador, nosotros sólo
podemos ver a través de este espejo. Ninguna otra
160
cosa debe levantar nuestros afectos en la iglesia
como ese Cordero inmolado que ahora está a la
diestra de Dios, que es el Rey del universo, Él es
Señor de Señores, lleno de hermosura, lleno de
majestad, al cual nuestras almas deben adorar en
postrada admiración.
Ann Rose Cousin expresó muy hermosamente esta
verdad en un himno muy conocido en el habla
inglesa, aunque no está traducido al español, se
llama “El Cordero es toda la gloria”, y se hace eco de
la enseñanza de Juan en Apocalipsis 21:23: “Y las
naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz
de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y
honor a ella”; este himno traduce, aunque pierde
mucho de su poesía, en su última estrofa: “Los ojos
de la esposa no observan sus vestidos sino, más
bien, al rostro de su amado esposo; no mirarán hacia
la gloria sino hacia la gracia del Rey; no hacia la
corona que Él le ha obsequiado sino a sus manos
traspasadas; el Cordero es toda la gloria en la tierra
de Emanuel”. ¿Y saben quién es toda la gloria en
cada culto de adoración? Es el mismo Cordero.
En tercer lugar, la música debe ser coherente con
el mensaje que la letra expresa. Aquí es pertinente
que volvamos a subrayar el hecho de que el mensaje
puede ser distorsionado o puede ser fortalecido por el
medio de expresión que usemos para proclamarlo.
De ahí la advertencia del Señor a su pueblo, tanto en
el Antiguo como en el Nuevo Testamento; en
Deuteronomio 4:15 y 16: “Guardad, pues, mucho
vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que
Jehová habló con vosotros de en medio del fuego; 16
para que no os corrompáis y hagáis para vosotros
escultura, imagen de figura alguna…” ¿Por qué?
Porque cualquier figura que ellos quisieran de Dios ya
era una distorsión de la persona de Dios, porque Dios
161
es espíritu. En este caso el medio iba a distorsionar el
mensaje.
Ese es el problema que hay con muchos de los
cuadros que se pintan de Jesús, en esos cuadros del
Renacimiento pintan un Jesús afeminado. ¿Cómo
podemos captar en un cuadro al verdadero
Jesucristo, con toda la hermosura de sus atributos,
con toda la armonía de lo que Él es, un ser santo,
amoroso, que se aíra por el pecado, justo,
compasivo?, ¿Cómo se puede plasmar eso en una
imagen o cuadro?, ¿Es eso posible? Eso es
imposible. ¿Qué dice Dios? No hacer imágenes ni
ninguna semejanza de Él, lo que queramos saber de
Él lo debemos buscar en la Palabra, porque el medio
puede distorsionar el mensaje. Eso es lo que dice el
Señor en Juan 4:23: “…los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque
también el Padre tales adoradores busca que le
adoren”. Es la naturaleza de Dios lo que determina el
modo en que nosotros debemos adorarle, ¿Por qué?
Porque la forma cómo adoramos afecta nuestro
entendimiento que quién es Él y de cómo es Él. La
forma impacta el contenido. Una adoración superficial
y ligera sólo puede ser el producto de ideas
superficiales y ligeras sobre el ser de Dios. Y cuando
nosotros usamos un medio ligero para hablar de Dios,
¿Saben lo que estamos haciendo? Estamos haciendo
que las personas que nos escuchan tengan opiniones
ligeras acerca de Él.
Traigo aquí dos ejemplos relacionados con la
predicación, y debo hacer la salvedad que no es mi
propósito, tratando un tema tan serio, y Dios me es
testigo, comenzar a bromear en el púlpito. Una vez el
Pastor Martyn dijo: “No se puede ser profeta y payaso
al mismo tiempo”, no quiero hacer el papel de
payaso, pero, permítanme ilustrarles lo que estamos
162
diciendo aquí. ¿Sería apropiado que un predicador
hable acerca de la condenación que los impíos
sufrirán en el infierno, por los siglos de los siglos, con
una sonrisa y una carcajada en el rostro, en un tono
casual y superficial? –Mi amigo impío, es para el
infierno que usted va-. ¿Sabe lo que va a pensar la
persona que está oyendo? –Este está de relajo,
¿Cómo me va a hablar de esa manera acerca de una
cosa tan seria?-. ¿O sería apropiado que un
predicador proclame el amor y la misericordia de Dios
con los perdidos dando alaridos desde el púlpito? –
DIOS ES AMOR-, y el oyente puede responder: -Pero
no me lo diga así-, porque la forma está afectando
para entender el contenido. No, no sería apropiado.
Hay personas que dicen: -No, esto es cultural, por
ejemplo en New Orleáns la música de un funeral es
muy peculiar-. No, eso no es cultural. Vamos a
suponer que, por un lado, tengo una iglesia
acostumbrada a que el predicador comienza gritando,
sigue todo el sermón gritando y termina gritando, y
por otro lado tenemos una iglesia de ingleses, en
donde hay que predicar con mucha calma, y si el
predicador que mencionada hace un momento pega
ese alarido en esa iglesia los hermanos quizás no se
espanten tanto, como se van a espantar estos
ingleses. En ese sentido hay una diferencia. Ahora, la
pregunta es, olvidando el contexto cultural, ¿En sí
mismo, es apropiado que un predicador proclame el
amor, la bondad, la misericordia de Dios para con los
perdidos, dando gritos de furia desde el púlpito? No,
no es apropiado, independientemente de que a esta
congregación no le afecte tanto.
Bueno, de la misma manera la música de la
adoración debe ser coherente con el mensaje al que
sirve de vehículo. Y cuando hablamos de coherencia
me refiero a dos cosas, debe ser coherente con la
163
cosmovisión bíblica en general y debe ser coherente
con la naturaleza de mensaje en el himno que
estamos cantando.
He leído un artículo de prensa que decía: “La iglesia
de Cristo está compuesta por personas de todo
pueblo, tribu, lengua y nación, por lo tanto, la música
de la adoración debe reflejar este amplio abanico
cultural; de lo contrario, estaríamos cometiendo una
especie de terrorismo cultural porque estamos
imponiendo una cultura foránea en un grupo de
personas”. Eso suena muy bien, muy democrático,
pero, ¿Saben que eso no es así? El arte de una
nación reflejará en alguna medida su cosmovisión y
mientras más alejada esté una cosmovisión de la
influencia de la cosmovisión judeocristiana, es más
probable que sus manifestaciones artísticas sean
más inadecuadas para expresar los mensajes de la
Biblia.
Esa es la postmodernidad que se ha metido en la
iglesia. ¿Y qué nos dice la postmodernidad? Que
todas las culturas son iguales, todas las culturas son
valiosas, todas las culturas son igualmente
relevantes. No, nosotros tenemos una cosmovisión
bíblica y nosotros tenemos que filtran la cosmovisión
por lo que dice la Palabra de Dios.
John McArthur dice al respecto: “Los ritmos pulsátiles
de la música aborigen de África imitan las pasiones
incansables y supersticiosas de su cultura y de su
religión animista. La música de oriente es disonante
y carece de resolución armónica, va con desatino de
un lado al otro, sin conexión ni destino, sin principio ni
fin, porque así son sus religiones que van de un ciclo
a otro de repeticiones interminables, de existencias
carentes de significado, y su música, al igual que su
destino, carece de solución”. Si de pronto va un
misionero a un país oriental y escucha esa música,
164
¿Cómo podrá usar esa música para adorar a Dios si
es una música que no llega a ningún sitio, porque es
una música que refleja la cosmovisión de esas
personas y es una cosmovisión completamente
alejada de la Palabra de Dios? Eso no es terrorismo
cultural, eso es sentido común.
La música de la adoración debe reflejar orden:
“…pero hágase todo decentemente y con orden”, 1
Corintios 14:40. La música de la adoración debe
reflejar armonía; nuestro Dios es hermoso aunque Él
es espíritu por la armonía de sus atributos; yo no
puedo, de ninguna manera, proclamar la gloria de
Dios, la belleza de Dios, con una música que no es
armónica. La música de la adoración debe reflejar
reverencia; la música de la adoración debe reflejar
sobriedad, debe reflejar gozo, debe reflejar
esperanza, debe reflejar destino, ¿Por qué? Porque
sólo así debe reflejar destino al mensaje de las
Sagradas Escrituras. La música puede silenciar la
letra o puede di; mientras distorsionar su significado;
mientras que la música adecuada subraya el
significado de la letra. El carácter de la música debe
ser coherente con el carácter del mensaje. De igual
manera, debe ser coherente con el mensaje particular
del himno que estamos cantando.
Un ejemplo muy claro es el himno titulado: “La tumba
lo encerró” cuya música comienza muy queda, muy
tenue: “La tumba lo encerró, Cristo, mi Cristo; el alba
allí esperó Cristo el Señor”. Y luego cuando habla de
la resurrección cómo cambia de tono: “Cristo la
tumba venció (la venció) y con gran poder
resucitó; de sepulcro y muerte Cristo es
vencedor, vive para siempre nuestro Salvador; /
¡Gloria a Dios! (¡Gloria a Dios!)/ El Señor
resucitó”. Yo no puedo cantar de la misma manera
acerca de la muerte de Cristo, del entierro de Cristo,
165
de los sufrimientos de Cristo, que al cantar de la
resurrección de Cristo. La música debe ser
coherente. Alguien debe estarse preguntando: ¿Y
qué determina eso?, ¿Qué determina el carácter de la
música?, ¿Esto es puramente subjetivo?
Escuchen esta cita de Howard Hansen, quizás ese
nombre no les va a decir nada a muchos de aquí,
pero ese hombre era director de la escuela de música
de Eastman, muy reconocida: “La música es un arte
curioso, sutil, que posee innumerables y diversas
connotaciones emocionales, está compuesta por
muchos ingredientes, y según las proporciones de
estos ingredientes puede ser sedante o vigorizante,
ennoblecedor o degradante, filosófico u orgiástico;
tiene poderes tanto para lo malo como para lo
bueno”. Eso no lo está diciendo un cristiano, eso lo
dice una persona que conoce muy bien el carácter de
la música; según la forma como yo use los
componentes de la música, la melodía, la armonía, el
ritmo, los tonos, puedo hacer una música
melancólica, y escuchando la melodía puedo hacer
una música melancólica, o esa música es triste. Tal
vez usted y yo no podemos explicar académicamente
por qué esa música hace un efecto u otro en la
persona, y los conocedores pueden explicar que un
tono mayor hace un efecto en la persona y un tono
mayor hace otro efecto también. Ellos pueden
explicarlo, pero usted y yo entendemos
perfectamente, sin tener un conocimiento académico,
lo que esa música está produciendo en el alma.
¿Qué es la melodía en una pieza musical? La
melodía es lo que cantamos, es una sucesión de
sonidos que tienen una forma musical reconocible.
Pero también esta música tiene un ritmo, que es el
aspecto de la música que se relaciona con la
distribución de la acentuación y el tiempo de las
166
notas; la palabra ritmo viene del griego “reo” que
significa fluir o pulsar. El ritmo es el pulso de la
música; sin el ritmo no fluye la música, no progresa,
no llega a ningún lado. ¿Qué sucedería si usted tiene
200 pulsaciones por minuto? Yo le recomendaría que
vaya urgentemente a una clínica, que se ve mal de
salud. Ahora, si le toman el pulso y solamente tiene
10 pulsaciones por minuto, usted se está muriendo;
en un caso el cuerpo está enfermo, y en el otro caso
se está muriendo. Así mismo es con la música; una
música eminentemente rítmica va a tener un efecto
en usted y no va a estar atento a la melodía, que es
lo que usted canta, porque cuando una música es
eminentemente rítmica, su cuerpo tiene un dispositivo
que le dice: -Yo lo que quiero es bailar-.
Hay un médico famoso que ha investigado mucho el
efecto de la música en el hombre y escribió un libro
que dice todo en el título: “El cuerpo no miente”.
Usted puede decir todo lo que quiera, pero el cuerpo
no miente; cuando escucha una música de marcha,
entonces usted quiere marchar, y eso no es una
condición cultural, es que esa música está diseñada
para que sus pies se muevan así. Cuando usted
escucha un merengue, o cuando oye una música
“disco” su cuerpo quiere hacer otra cosa. El cuerpo
no miente.
El punto para resaltar es que los buenos músicos
saben cómo mezclar esos ingredientes para crear un
efecto en los oyentes que no debe de contradecir el
mensaje que están tratando de proclamar. ¿Saben
cuál es el problema? Que quienes han estado
componiendo música para la iglesia, en sentido
general, ni son buenos teólogos, pero tampoco son
músicos académicos en el mejor sentido de la
palabra. Eso nunca fue así en toda la historia de la
iglesia.
167
En 1 Crónicas 25 muestra que los 4.000 músicos
levitas que se mencionan en Las Escrituras provenían
sólo de tres grandes familias: de Asaf, Hemán y de
Jedutún; de esas familias salieron 288 músicos
talentosos que constituyeron el liderazgo instructor de
los otros 3.712 músicos levitas. Esos 288 levitas eran
expertos en teología, porque eran levitas, y al mismo
tiempo eran músicos y oigan lo que se dice de ellos:
“Y el número de ellos, con sus hermanos, instruidos
en el canto para Jehová, todos los aptos, fue
doscientos ochenta y ocho”, 1 Crónicas 25:7; “Y
Quena nías, principal de los levitas en la música, fue
puesto para dirigir el canto, porque era entendido en
ello”, 1 Crónicas 15:22.
Pero, ¿Qué es lo que pasa hoy? Escuchen lo que
dice Leonard Patton: “Tan extrema es la situación que
cualquiera que conozca media docena de acordes en
una guitarra y pueda producir rimas en una tarjeta de
especificaciones, de 13 por 15 centímetros, se le
considera calificado para ejercer este componente del
ministerio de la Palabra, dirigir a la congregación en
la alabanza, sin que tenga entrenamiento teológico”.
Para componer música para la iglesia hay que saber
teología, porque esa música va a decir algo, o va a
ser coherente con el mensaje, lo va a contradecir o lo
va a opacar, o va a decir que el evangelio es un relajo
y que Dios no es digno de reverencia, ni digno de
temor y que el gozo del evangelio es muy similar al
del “happy hour”. Y son muy diferentes.
No todo tipo de música es apropiada para la
proclamación del evangelio y para la exaltación del
Todopoderoso y tres veces santo. El que nos
sintamos bien con algún tipo de música en particular
no quiere decir que esté bien. Así como la música
puede comunicar intensas emociones que elevan el
espíritu, así también puede apelar abiertamente a
168
nuestra carne, o atraerla del modo más sutil a la
mundanalidad y a la sensualidad, y claro que todo el
mundo se va a ir bien contento a su casa esa noche.
El peligro es tan latente que nosotros no debemos
cesar de orar por nosotros con el mismo celo y el
mismo temor que Pablo mostró por los hermanos de
Corinto cuando dijo: “Porque os celo con celo de
Dios; pues os he desposado con un solo esposo,
para presentaros como una virgen pura a Cristo. 3
Pero temo que como la serpiente con su astucia
engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna
manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo”,
2 Corintios 11:2 y 3.
Que el Señor nunca permita que esta iglesia sea
extraviada de ese modo porque lo que está pasando
en muchas iglesias evangélicas en el día de hoy, en
el nombre de la adoración es para llorar. Que Dios
tenga misericordia de nosotros.
169

9. La música en la adoración 3
En la serie sobre la adoración y la alabanza a Dios en
el culto público llegamos al último aspecto que vamos
a tratar: Los instrumentos musicales en la adoración.
Luego de considerar algunos aspectos fundamentales
sobre el papel que juega la música en el culto, ahora
nos preguntamos, ¿Nos provee la Biblia alguna
instrucción que nos sirva de guía en el uso de los
instrumentos musicales en la adoración?, ¿Debemos
asumir que todos los instrumentos son igualmente
adecuados para este fin? Después de todo en Las
Escrituras se mencionan una variedad de
instrumentos musicales asociados con la alabanza a
Dios. ¿No debería ser eso suficiente para que
tengamos en la iglesia una banda de música,
tomando en cuenta que nuestro Dios es el mismo
ayer, hoy y por los siglos?, ¿O cuál es el problema de
que integremos en los cultos algunos instrumentos
más contemporáneos, como la batería, por ejemplo, o
más autóctonos como la güira, la tambora y el
acordeón?, ¿O será que el piano y el órgano son
instrumentos más santos que los demás?

USO DE LOS INSTRUMENTOS MUSICALES EN LA


BIBLIA

Estos son algunos de los interrogantes que queremos


abordar, y comenzaremos, en primer lugar, con el uso
de los instrumentos musicales en la Biblia.
Uno de los errores más comunes que se cometen al
estudiar las Escrituras es tomar diversos textos que
170
no pertenecen al mismo contexto, mezclarlos entre sí
y llegar a la conclusión de que La Biblia enseña algo
que realmente no enseña.
Y creo que muchos han cometido ese desliz con el
tema de los instrumentos musicales en la iglesia.
Debido a que la Biblia menciona en el Antiguo
Testamento una variedad de instrumentos musicales,
muchos asumen que en el templo de Salomón había
una banda, similar a la que tenemos en muchas
iglesias en el día de hoy, y que tenemos carta blanca
para usar en la adoración corporativa cualquier
instrumento que se nos ocurra.
La evidencia bíblica de si realmente estas cosas son
así, necesita mucho cuidado al considerar cada texto
en su contexto. El primer lugar de adoración del
pueblo de Israel fue el Tabernáculo, y en ese lugar
sagrado sólo podía ser usado un instrumento musical
por orden expresa de Dios, Números 10:1 al 2:
“Jehová habló a Moisés, diciendo: 2 Hazte dos
trompetas de plata; de obra de martillo las harás, las
cuales te servirán para convocar la congregación, y
para hacer mover los campamentos”. Este pasaje nos
enseña que Dios reguló de manera particular el uso
de los instrumentos en el Tabernáculo, y esto en lo
que se refiere a varios aspectos:
En primer lugar Dios reguló el instrumento en sí,
sólo la trompeta era permitida. En segundo lugar,
Dios reguló el número de instrumentos que
debían usarse; Dios claramente le dijo a Moisés que
hiciera dos trompetas de plata, no una, ni tres, no
veinticinco, sólo dos. En tercer lugar, Dios reguló
quiénes debían tocar la trompeta, “Y los hijos de
Aarón, los sacerdotes, tocarán las trompetas…”,
versículo 8. En cuarto lugar, Dios también reguló las
ocasiones en que estas trompetas debían ser
tocadas, y con qué fin; en el versículo 2 dice: “…las
171
cuales te servirán para convocar la congregación, y
para hacer mover los campamentos”, ni siquiera son
para acompañar el canto, y en el versículo 10: “Y en
el día de vuestra alegría, y en vuestras solemnidades,
y en los principios de vuestros meses, tocaréis las
trompetas sobre vuestros holocaustos, y sobre los
sacrificios de paz, y os serán por memoria delante de
vuestro Dios. Yo Jehová vuestro Dios”.
Así que Dios no dejó a Moisés en libertad para que Él
decidiera cuáles instrumentos usar en el lugar de la
adoración, ni tampoco le ordenó que tuviera una
banda de música en el Tabernáculo, sólo eran
permitidas dos trompetas, tocadas sólo por los
sacerdotes, y sólo en las ocasiones requeridas por
Dios mismo.
Nosotros sabemos que los israelitas tenían otros
instrumentos musicales, instrumentos que les era
lícito usar en otros contextos. Por ejemplo, en Éxodo
capítulo 15, versículo 20 leemos: “Y María la
profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su
mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con
panderos y danzas”, y así celebraron la victoria de
Dios sobre el ejército de faraón, cantando con
panderos y danzando. Lo mismo vemos en Jueces
11:34 cuando la hija de Jefté salió a recibir a su padre
cuando venía de la guerra. En esos contextos era
perfectamente legítimo el uso de otros instrumentos,
pero no en el Tabernáculo.
Por otra parte, algo interesante que señala John Price
es el hecho de que en aquellos días los egipcios, y no
olviden que el pueblo de Israel había sido esclavo en
Egipto por más de 400 años, eran reconocidos no
sólo por la gran variedad de instrumentos musicales
que usaban, sino también por la calidad de sus
músicos. El uso de instrumentos musicales ocupaba
un lugar importante en la adoración de los dioses
172
egipcios. Y eso es algo de lo que Moisés tenía que
estar muy familiarizado pues dice en Hechos 7:21:
“…la hija de Faraón le recogió y le crió como a hijo
suyo”, Moisés recibió la mejor educación que había
disponible en Egipto en aquellos días.
Sin embargo, ninguno de esos instrumentos usados
por los egipcios en sus cultos fue incluido en la
adoración del Tabernáculo. De hecho, aún las
trompetas que el Señor le ordenó a Moisés hacer, en
Números 10, eran distintas a las que usaban
comúnmente los egipcios en sus cultos idolátricos; las
que Dios diseñó eran trompetas alargadas, de plata,
labradas a martillo, dice el texto, similares a las
trompetas que nosotros usamos hoy, mientras que
las de los egipcios eran trompetas curvadas.
Un comentarista dice al respecto lo siguiente: “Estas
trompetas, las que Dios le ordenó a Moisés, eran de
forma alargada, distintas a las trompetas egipcias con
las cuales la gente había convenido adorar a Osiris”.
Así que las trompetas eran diferentes, los
instrumentos musicales que los egipcios usaban en
sus cultos idolátricos no fueron introducidos en el
Tabernáculo, tenía que ser exactamente el
instrumento musical ordenado por Dios.
No fue sino hasta 500 años después de Moisés, en
los días del rey David, cuando otros instrumentos
musicales fueron incluidos en la adoración, “Siendo,
pues, David ya viejo y lleno de días, hizo a Salomón
su hijo rey sobre Israel. 2 Y juntando a todos los
principales de Israel, y a los sacerdotes y levitas, 3
fueron contados los levitas de treinta años arriba; y
fue el número de ellos por sus cabezas, contados uno
por uno, treinta y ocho mil. 4 De estos, veinticuatro
mil para dirigir la obra de la casa de Jehová, y seis mil
para gobernadores y jueces. 5 Además, cuatro mil
porteros, y cuatro mil para alabar a Jehová, dijo
173
David, con los instrumentos que he hecho para
tributar alabanzas”, 1 Crónicas 23:1 a 5. Es muy
importante que sus mentes estén atentas a los textos
bíblicos, queremos estar seguros que lo que decimos
es lo que La Escritura enseña. Recuerden que a
David no se le permitió construir el templo, él tuvo
que esperar la venida de su hijo, pero hizo provisión
para el templo que sería construido más tarde.
Muchos años después el profeta Amós nos dirá:
“…inventan instrumentos musicales, como David”,
6:5, esos instrumentos no existían tal como David los
inventó.
“Porque David dijo: Jehová Dios de Israel ha dado
paz a su pueblo Israel, y él habitará en Jerusalén
para siempre. 26 Y también los levitas no tendrán que
llevar más el tabernáculo y todos los utensilios para
su ministerio”, 1 Crónicas 23:25 y 26, el punto aquí es
que el pueblo de Israel estaba disfrutando de paz, los
levitas ya no tenían que cargar los utensilios del
tabernáculo de un lugar a otro, de manera que ahora
podían ocuparse en otras labores, incluyendo el canto
y la música instrumental. Hay varias cosas que
nosotros debemos observar en cuanto al uso de
estos instrumentos musicales, a partir del reinado de
David:
1. Lo primero es que en la adoración del templo de
Salomón no se usaban todas las clases de
instrumentos que los israelitas si usaban en sus
festivales y procesiones al aire libre.
Lamentablemente este es un aspecto que muchos
pasan por alto al considerar este asunto, creen que
todos los instrumentos que aparecen en el Antiguo
Testamento se usaban para la adoración en el templo
de Salomón, por tanto, nosotros podemos tener una
banda de música en la iglesia, pero, La Biblia no
enseña esto. “Y David y toda la casa de Israel
174
danzaban delante de Jehová con toda clase de
instrumentos de madera de haya; con arpas,
salterios, panderos, flautas y címbalos”, 2 Samuel
6:5, leemos del primer intento de David de traer el
arca a Jerusalén, y nos dice La Escritura que esta
procesión festiva fue dramáticamente interrumpida
por la muerte de Uza, por lo que un tiempo después
David hace un segundo intento de trasportar el arca,
esta vez exitosamente. Y una vez más vemos en 1
Crónicas 15 que la procesión era guiada por una
variedad de instrumentos musicales.
Sin embargo, en 1 Crónicas 25:1 al 6, vemos que el
mismo David reduce el número de instrumentos que
habrían de ser permitidos en la casa de Dios. Una
cosa es un festival en la calle, otra cosa es la
adoración formal y directa a Dios en su templo, en
este lugar donde Dios ha permitido traer su gloriosa
presencia; y ese uso restringido de instrumentos
habría de ser la norma a todo lo largo del Antiguo
Testamento, “Asimismo David y los jefes del ejército
apartaron para el ministerio a los hijos de Asaf, de
Hemán y de Jedutún, para que profetizasen con
arpas, salterios y címbalos; y el número de ellos,
hombres idóneos para la obra de su ministerio, fue: 2
De los hijos de Asaf: Zacur, José, Netanías y Asarela,
hijos de Asaf, bajo la dirección de Asaf, el cual
profetizaba bajo las órdenes del rey. 3 De los hijos de
Jedutún: Gedalías, Zeri, Jesaías, Hasabías, Matatías
y Simei; seis, bajo la dirección de su padre Jedutún,
el cual profetizaba con arpa, para aclamar y alabar a
Jehová. 4 De los hijos de Hemán: Buquías, Matanías,
Uziel, Sebuel, Jeremot, Hananías, Hanani, Eliata,
Gidalti, Romanti-ezer, Josbecasa, Maloti, Hotir y
Mahaziot. 5 Todos éstos fueron hijos de Hemán,
vidente del rey en las cosas de Dios, para exaltar su
poder; y Dios dio a Hemán catorce hijos y tres hijas. 6
175
Y todos éstos estaban bajo la dirección de su padre
en la música, en la casa de Jehová, con címbalos,
salterios y arpas, para el ministerio del templo de
Dios. Asaf, Jedutún y Hemán estaban por disposición
del rey”.
“Y sucedió que cuando los sacerdotes salieron del
santuario (porque todos los sacerdotes que se
hallaban presentes se habían santificado, sin
distinción de sus grupos); 12 cuando todos los
músicos levitas (Asaf, Hemán y Jedutún, con sus
hijos y sus hermanos) vestidos de lino fino y portando
címbalos, liras y arpas, estaban de pie al este del
altar, y con ellos 120 sacerdotes que tocaban las
trompetas; 13 cuando los que tocaban las trompetas
y los que cantaban hicieron oír su voz al unísono
alabando y dando gracias a Jehová; cuando elevaron
la voz junto con las trompetas, los címbalos y otros
instrumentos de música; y cuando alababan a Jehová
diciendo: "Porque él es bueno, porque para siempre
es su misericordia", entonces la casa se llenó con
una nube, la casa de Jehová”, 2 Crónicas 5:11 al 13,
vemos que en la inauguración del templo de
Salomón, su hijo, se usaron estos mismos
instrumentos que David había dispuesto antes de
morir.
Muchos años más adelante, 270 años más tarde, en
tiempos del rey Ezequías, en 2 Crónicas 29:25 al 28,
encontramos los mismos instrumentos para la
alabanza en el templo: “También puso a los levitas en
la casa de Jehová, con címbalos, liras y arpas,
conforme al mandato de David, de Gad, vidente del
rey, y del profeta Natán; porque éste fue el
mandamiento de Jehová por medio de sus profetas.
26 Así que los levitas estuvieron de pie con los
instrumentos de David, y los sacerdotes con las
trompetas. 27 Entonces Ezequías mandó que se
176
ofreciera el holocausto sobre el altar. Y cuando el
holocausto empezó a ser ofrecido, comenzó el canto
a Jehová con las trompetas y los instrumentos de
David, rey de Israel. 28 Toda la Congregación
adoraba mientras resonaba el canto y sonaban las
trompetas, todo hasta acabarse el holocausto”.
Luego que los judíos regresaron del exilio, en los días
de Esdras y Nehemías, nos encontramos
exactamente con los mismos instrumentos musicales,
“Para la dedicación del muro de Jerusalén, buscaron
a los levitas de todos sus lugares para traerlos a
Jerusalén, para hacer la dedicación y la fiesta con
alabanzas y con cánticos, con címbalos, salterios y
cítaras”, Nehemías 12:27. La versión Reina Valera
cambió la palabra “cítara”, que es la misma palabra
hebrea que aparece en los otros textos traducida
como “arpa”, y en el versículo 36 dice: “…con los
instrumentos musicales de David varón de Dios”.
Lejos de enseñar que en el templo de Jerusalén se
usaban toda clase de instrumentos de música, el
Antiguo Testamento nos enseña que sólo ciertos
instrumentos fueron permitidos en la casa de Dios.
Alfred Quen, un teólogo europeo dice al respecto:
“Debemos recordar que de los ocho grupos de
instrumentos mencionados en el Antiguo Testamento,
sólo la mitad tenía acceso al templo, sólo los
descendientes de Leví tenían derecho de tocar en el
santuario y debían hacerlo de una manera
determinada, apropiada para el culto. Esto nos
enseña que habían ciertos criterios establecidos por
Dios, en lo referente a la utilización de instrumentos
musicales, y que no estaba permitido que cada uno
hiciera lo que mejor le pareciera para honrar a Dios”.
Peter Masters, actual pastor del Tabernáculo
Metropolitano en Londres, iglesia que Spurgeon
pastoreó por 37 años en el siglo XIX, dice: “El Antiguo
177
Testamento habla al menos de ocho tipos de
instrumentos, lo mismo que dice Quen, que eran del
uso común por el pueblo de aquellos días, en su vida
privada y cívica, pero sólo cuatro eran permitidos en
la casa de Dios”. Dios, por alguna razón, restringió el
uso de ciertos instrumentos musicales en la
adoración formal en su templo.
2. Nosotros aprendemos del Antiguo Testamento que
los instrumentos que se usaron en el templo, al
igual que los que se usaron en el Tabernáculo,
fueron seleccionados por Dios mismo, “También
puso a los levitas en la casa de Jehová, con
Címbalos, liras y arpas, conforme al mandato de
David, de Gad, vidente del rey, y del profeta Natán;
porque éste fue el mandamiento de Jehová por medio
de sus profetas”, 2 Crónicas 29:25. Los hombres del
Antiguo Testamento, incluyendo al rey David que era
conforme al corazón de Dios, no iba a introducir en el
templo un instrumento musical simplemente porque a
él le parecía más bonito; es que Dios a través de sus
profetas, en una forma muy particular, le dijo a David
que esos eran los instrumentos que Él quería en su
adoración en el templo, címbalos, salterios, arpas y
las trompetas que ya Dios había ordenado en el
tiempo de Moisés, 500 años atrás.
Es interesante notar cómo se le llama en algunos
textos bíblicos a esos instrumentos que se usaron en
el templo, “Con ellos a Hemán y a Jedutún con
trompetas y címbalos para los que tocaban, y con
otros instrumentos de música de Dios”, 1 Crónicas
16:42, miren cómo le llaman aquí: “instrumentos de
música de Dios”. “Los sacerdotes estaban de pie en
sus puestos de servicio, y los levitas tenían los
instrumentos de música de Jehová, que el rey David
hiciera para dar gracias a Jehová…”, 2 Crónicas 7:6.
Hay una enseñanza muy clara en Las Escrituras y es
178
que Dios hizo una diferencia entre la música
instrumental que los israelitas podían escuchar en
privado o en sus festividades religiosas al aire libre,
de la que se podía usar al acompañar el canto en el
templo.
Nosotros debemos suponer que desde los días del
rey David hasta los días de Nehemías, unos 570 años
después, los instrumentos musicales habían sufrido
cambios importantes en la cultura hebrea, sobre todo
tomando en cuenta que estas personas estuvieron 70
años cautivos en Babilonia y, sin embargo, aún
después del cautiverio estos hombres buscaron
acomodarse a la cultura de la época y continuaron
adorando en el templo, como dice Nehemías 12:36:
“…con los instrumentos musicales de David varón de
Dios”.

3. También aprendemos de estos textos que los


instrumentos de cuerda, en este caso el salterio y
el arpa, predominaban en la adoración del templo.
Los instrumentos de cuerda, de hecho en los títulos
de algunos salmos de señala explícitamente que
deben ser cantados sobre nehinot, eso significa: Con
instrumentos de cuerda, como se traduce en la
versión de Las Américas. Otros dicen: “Sobre
Seminit”, que en la versión de Las Américas se
traduce: Sobre una lira de ocho cuerdas, eso pueden
verlo en los salmos 4, 6, 54, 55, 61, 67 y 76.
Los otros dos instrumentos, el címbalo y la trompeta,
generalmente no eran parte del acompañamiento de
la música en el templo. En el caso del címbalo eran
dos platillos de bronce que el sacerdote sonaba como
señal para que comenzara el canto con el coro de los
levitas; y las trompetas servían mayormente para
convocar al pueblo, como vimos en el texto del libro
de Números, capítulo 10.
179
Aquí quiero citar a un erudito cristiano de
ascendencia judía, llamado Alfred Edelsheim, cuyo
conocimiento del templo y su adoración es muy útil; y
él dice acerca de la música en el templo: “La melodía
era simple y dulce, cantada al unísono, con el
acompañamiento de música instrumental…era
principalmente apoyada por el arpa y por el
laúd…Sólo se permitía el empleo de un par de
címbalos, pero este bronce que resuena y címbalo
que retiñe no formaba parte de la música misma del
templo y servía sólo como señal para comenzar
aquella parte del servicio”.
¿Qué podemos decir, entonces? Todos esos salmos,
donde se menciona una variedad más amplia de
instrumentos musicales, se refieren a los festivales
civiles y religiosos que el pueblo de Israel celebraba
al aire libre como nación teocrática. Israel era una
nación peculiar porque era el pueblo escogido por
Dios, de tal manera que aún sus festivales públicos
tenían una connotación religiosa. Recientemente en
nuestro país, República Dominicana, se estaba
celebrando el carnaval, y sólo hay que ver las fotos
de los periódicos para darse cuenta que el carnaval
no tiene nada que ver absolutamente con el
cristianismo. En Israel todo lo que ellos hacían, aún
sus festivales al aire libre, tenían una connotación
religiosa.
Dice Peter Masters: “Nunca debemos olvidar que los
israelitas eran una nación estado y también eran una
iglesia como nación. Habían muchas cosas que le
era permitido hacer como estado, las cuales no
tenían lugar en su adoración formal y directa, la que
se realizaba en el templo, por ejemplo las
procesiones especiales, los desfiles de victoria, los
días de acción de gracias al aire libre, actividades
cívicas organizadas por el pueblo de Dios en su
180
capacidad como estado. Las muchachas jóvenes
podían guiar esas procesiones danzando y agitando
sus panderos, pero estos panderos nunca fueron
permitidos en el tabernáculo o en el templo. Un acto
directo de adoración era algo muy diferente a una
celebración cívica de aniversario”. Un ejemplo, dice
en el salmo 68:25: “Los cantores iban delante, los
músicos detrás; en medio las doncellas con
panderos”. ¿Qué es lo que el salmista está
describiendo? Obviamente una procesión al aire libre.
Algo similar vemos en el salmo 81 donde el contenido
del salmo nos revela que se trata de un llamado a
participar en la fiesta de los tabernáculos.
Otros dos salmos que causan mucha confusión en
ese sentido son el 149 y el 150. En el salmo 149:3
encontramos un llamado a alabar a Dios con danza,
con pandero y con arpa, pero luego en el versículo 5
se invita al pueblo de Dios a cantar aún en sus
camas. Que yo sepa nadie llevaba su litera al templo.
Y en los versículos 6 a 8, “Exalten a Dios con sus
gargantas, Y espadas de dos filos en sus manos, 7
Para ejecutar venganza entre las naciones, Y castigo
entre los pueblos; 8 Para aprisionar a sus reyes con
grillos, Y a sus nobles con cadenas de hierro”,
obviamente el salmista no habla aquí de la adoración
en el templo. Bien pudiéramos resumir este salmo
parafraseando las palabras de Pablo en 1 Corintios
10:31, “Cuando pues os vayáis a la cama a
descansar, o cuando vayáis a hacer la guerra,
hacedlo todo para la gloria de Dios”; en la cama y con
espada de dos filos en las manos, todo debía ser
hecho para la gloria y la alabanza de Dios.
En cuanto al salmo 150, este comienza con una
invitación a alabar a Dios en su santuario, e
inmediatamente señala: “Alabadle en la magnificencia
de su firmamento”; algunos estudiosos entienden que
181
el santuario del que se habla ahí no es el templo de
Salomón sino el universo completo. En los salmos se
usaba una rima de ideas, es una invitación al
universo entero a adorar a Dios, pero aún si
interpretara el “santuario” de la primera parte del
versículo 1 como refiriéndose al templo terrenal, y la
“magnificencia de su firmamento” como su santuario
celestial, el punto del salmo sigue siendo el mismo,
es una invitación universal a todas las criaturas
pensantes de Dios en la tierra y en el cielo a rendirle
gloria y adoración en el amplio espectro de nuestras
vidas tanto en lo religioso como en lo civil y en lo
social, alaba a Dios en todo lo que hagas y con todo
lo que tengas, eso es lo que el salmo nos está
diciendo aquí.
Pero eso no elimina lo que dice el resto del Antiguo
Testamento sobre el uso de los instrumentos
musicales en la adoración directa y formal en el
templo. En el templo no se danzaba, en el templo no
se tocaba la bocina, que era una especie de órgano
hecho con tubos de bambú; en el templo no se usaba
la flauta por la razón que sea; yo no sé cuál es la
razón, simplemente estoy dando un dato que la Biblia
nos da. Hay instrumentos musicales mencionados en
el salmo 150 que Dios, de manera expresa, no
permitió en la adoración en el templo.
Cuando llegamos al Nuevo Testamento nos topamos
con un problema y es que en este testamento hay un
silencio total en lo que se refiere al uso de
instrumentos musicales en la adoración excepto por
las menciones que hace Juan en el Apocalipsis sobre
la adoración celestial y uno pudiera decir que son
textos que no se pueden tomar literalmente; y
excepto, posiblemente, por el uso de la palabra
“salmo” en Efesios 5:19: “…hablando entre vosotros
con salmos, con himnos y cánticos espirituales,
182
cantando y alabando al Señor en vuestros
corazones”, y en Colosenses 3:16, porque esta
palabra fue usada por mucho tiempo para señalar un
canto sagrado acompañado con un instrumento de
cuerda. El problema es que esa palabra luego vino a
significar simplemente “cantar una canción sagrada”,
por lo que tampoco podemos ser dogmáticos en
cuanto a esto.
Y hay al menos dos razones que nos podemos
aventurar a dar para explicar este silencio en el
Nuevo Testamento.
La primera es que la iglesia del primer siglo adoptó
muchos elementos del culto de las sinagogas, y allí
no se usaba ningún acompañamiento instrumental
para el canto, la sinagoga por siglos adoró “a
capella”, es decir, sin instrumento musical.
La segunda razón es que en esos primeros años la
iglesia no pudo adorar abierta y libremente, lo que
dificultó el acompañamiento de instrumentos
musicales en la adoración; no obstante, lo cierto es
que la mayoría, por no decir prácticamente todos,
aunque no conozco ni uno, pero la mayoría de los
padres de la iglesia post apostólica se opusieron
rotundamente al uso de instrumentos musicales en la
adoración, de hecho, el primer instrumento musical
que apareció en una iglesia fue en el siglo VII; una
oposición radical, ¿Por qué? Por un lado, para
diferenciarse de las ceremonias judías llevadas a
cabo en el templo del Antiguo Testamento, los
cristianos querían diferenciarse de eso y, por el otro
lado, para alejarse lo más posible de los cultos
paganos y de las prácticas inmorales asociadas con
los instrumentos musicales en el mundo
grecorromano. Muchos siglos tuvieron que pasar para
que la iglesia en sentido general aceptara los
instrumentos musicales en su culto.
183
La expresión “a capella”, que señala los cantos sin
acompañamiento instrumental significa,
precisamente, como se canta en la capilla, porque era
generalmente reconocido que en la iglesia no se
usaban instrumentos. Nosotros creemos que el uso
de instrumentos en la iglesia es parte de las
circunstancias que acompañan la adoración, así
como el edificio, las luces, el sonido y, por lo tanto, su
uso no constituye una violación del principio
regulativo que ya explicamos en un sermón anterior.
Lo que declara el principio regulativo de la adoración
es que nosotros no tenemos derecho a incluir en la
adoración ningún elemento que no haya sido
expresamente ordenado por Dios en su Palabra, y
nuestra iglesia se suscribe a ese principio regulativo.
Como señala el capítulo 1, párrafo 6, de nuestra
Confesión de Fe, hay algunas circunstancias, con
respecto al culto de Dios y al gobierno de la iglesia,
comunes a las acciones y sociedades humanas que
deben arreglarse de acuerdo con la luz de la
naturaleza y de la prudencia cristiana, pero
guardándose siempre las reglas generales de la
Palabra de Dios.
Nosotros no creemos que un piano sea un elemento
de la adoración como es la predicación de la Palabra,
como es el canto, como es la oración, como es la
lectura de Las Escrituras, es simplemente una
circunstancia que nosotros podemos usar, o no
podemos usar. La Biblia no nos dice a qué hora debe
comenzar el culto la Biblia no nos dice si debemos
usar sillas o debemos usar bancos, la Biblia no nos
dice si nosotros debemos colocar las sillas como
están ubicadas aquí. Como dice nuestra Confesión,
hay circunstancias, con respecto al culto de Dios y al
gobierno de la iglesia, comunes a las acciones y
sociedades humanas. Ahora, aún esas cosas deben
184
arreglarse a la luz de la naturaleza y de la prudencia
cristiana, sabiamente pero guardándose siempre las
reglas generales de la Palabra.
Por eso debemos preguntarnos, ¿Cuáles son esas
reglas o principios generales que deben tomarse en
cuenta con respecto al uso de instrumentos
musicales en la iglesia?
4. Algunos principios para el uso de instrumentos
musicales en la iglesia: El primero es que los
instrumentos musicales no son imprescindibles para
la adoración. Si aceptamos como buena y válida la
definición de adoración que hemos dado en los
sermones anteriores, entonces no podemos llegar a
otra conclusión, los instrumentos musicales no son
necesarios para que los hijos de Dios eleven sus
alabanzas al Altísimo, para que los hijos de Dios
experimenten las emociones que deben generarse en
sus corazones por las verdades que están cantando.
Dios es Espíritu y los que le adoran deben adorarle
en espíritu y en verdad; no necesitamos ningún
elemento físico para adorar a Dios como Él merece, y
tan pronto nosotros necesitamos un instrumento
estamos añadiéndole a nuestra adoración algo que
Dios no ha mandado como algo esencial. Dios es
Espíritu y los que le adoran deben adorarle en
espíritu y en verdad con su corazón, con su ser
interior, a capella y con toda nuestra emoción
nosotros podemos cantar “Cuán grande es Él”,
nosotros podemos cantar “Hermoso Salvador”,
porque la falta de instrumentos musicales no le resta
nada a la grandeza de Dios, no le resta nada a la
hermosura de Jesucristo.
Los santos del Antiguo Testamento no siempre tenían
a la mano un instrumento musical, ¿Pero qué dice la
Escritura? Que ellos debían alabar a Dios hasta en
sus camas, Salmos 149:5. Y como vimos hace un
185
momento con la experiencia que vivió la iglesia en
sus primeros años, muchas de ellas no tenían
instrumentos musicales, y aun así podían alabar al
Señor con gozo en sus corazones, como dice Efesios
5:19.
Nosotros somos adictos a la música instrumental.
Hace 100 años para escuchar música debía buscar
una banda o tocar uno mismo. Nosotros tenemos
música en todas partes, nos montamos en el carro y
colocamos música, entramos a un centro comercial y
hay música, vamos al médico y hay música, música,
música, música instrumental. Nosotros nos estamos
volviendo perezosos para cantar a Dios con nuestro
corazón y con nuestras gargantas, con nuestras
cuerdas vocales nos estamos haciendo una
generación músico dependiente, y tenemos que
librarnos de eso.
Es probable que a través de los siglos hayan sido
más abundantes las épocas en que los creyentes han
cantado a capella que las que han cantado con
acompañamiento de instrumentos musicales. ¿Se
hubiese justificado que nuestros hermanos en la fe
hubiesen cantado sin gozo o que nunca
experimentaran el sentido de adoración porque
carecían de tales instrumentos?
Por el otro lado, también existe el peligro de que una
iglesia posea tal acompañamiento musical que
provoque en la congregación una sensación
engañosa de sensibilidad espiritual, cuando se trata
más bien de una experiencia estética e incluso
carnal. La música apela mucho a las emociones, no
necesariamente porque se está observando la
hermosura del Señor.
Dios nos dio una mente para entender sus verdades,
Dios nos dio un corazón para sentirlas y un
instrumento muy versátil para cantar nuestras
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alabanzas, nuestras cuerdas vocales, esos elementos
son suficientes para que podamos dar a Dios una
alabanza que sea digna de Él y realmente seamos
verdaderos adoradores.
Cuando una congregación posee un espíritu pobre de
adoración no debemos achacarlo a la falta de
instrumentos musicales, porque la adoración
comienza en el corazón. Eso sería muy parecido al
esposo que contrata una banda de música y la lleva a
su casa para salvar su matrimonio, -No me estoy
llevando bien con mi esposa, el generador emocional
se ha caído, lo que yo necesito es escuchar música
instrumental para ponerme romántico-. No amigo, lo
que usted necesita urgentemente es tomar la decisión
de amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia,
porque ni una compañía de violines podrá encender
su corazón si esa actitud no está ahí. Yo sé que usted
puede ponerse romántico con un violín, pero todos
nosotros sabemos que eso dura más que una
cucaracha en un gallinero; no son los violines los que
me van a llevar a amar a mi esposa como Cristo amó
a la iglesia, no es la música de DiBlasio, no es llevar
a la orquesta sinfónica a la casa para sentirse
romántico las 24 horas del día. Lo mismo podemos
decir de la adoración en la iglesia, lo que debe
levantar nuestros afectos en la adoración corporativa
es la gloriosa presencia de Dios, que Él ha prometido
cuando dos o tres están congregados en su nombre,
no un mero deleite musical.
“Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré;
Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de
mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová…”,
Salmos 27:4. Me llamó mucho la atención el salmo
45, que es eminentemente mesiánico, y el Nuevo
Testamento lo cita así, es decir que allí se habla de
nuestro Señor Jesucristo, aunque David, el salmista,
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no lo haya entendido plenamente. Nosotros sabemos
por el Nuevo Testamento que los santos del Antiguo
Testamento escribieron cosas por inspiración divina
que ellos no entendieron del todo, y dice: “Rebosa mi
corazón palabra buena”, versículo 1; la palabra aquí
es “ebulle”, este hombre está en ebullición; “…Dirijo al
rey mi canto; Mi lengua es pluma de escribiente muy
ligero. 2 Eres el más hermoso de los hijos de los
hombres; La gracia se derramó en tus labios”,
versículos 1b y 2, un canto dirigido al rey. ¿De qué
hermosura habla el salmista? Es el carácter de este
rey. Versículo 4: “En tu gloria sé prosperado; Cabalga
sobre palabra de verdad, de humildad y de justicia”,
¿Dónde reside la hermosura de este rey? En su
carácter; y es la contemplación de este carácter lo
que produce en este hombre que su corazón
comience a ebullir. Sin embargo, puede suceder que
la música instrumental en la iglesia sea tan, y tan, y
tan emotiva, y tan, y tan, y tan atractiva que produzca
en el corazón una emoción semejante pero que no
tenga absolutamente nada que ver con el carácter de
nuestro bendito Señor y Salvador Jesucristo.
Así que lo primero que nosotros aprendemos en la
Biblia y en la historia de la iglesia es que los
instrumentos musicales no son imprescindibles para
adorar a Dios en espíritu y en verdad.
En segundo lugar, aprendemos que debemos
escoger los instrumentos musicales que sean más
apropiados para acompañar nuestros cantos de
adoración. Yo no creo que debamos atarnos al uso
exclusivo de los instrumentos que los israelitas
usaban en el templo en el antiguo pacto, no, nosotros
estamos en otra época, en otra cultura; pero es obvio
que hay allí un principio de restricción que nosotros
debemos tomar en cuenta. No todos los instrumentos
son apropiados para todo estilo de música o para
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todo propósito. Dios permitió que su pueblo usara
ciertos instrumentos en sus festivales al aire libre,
pero dijo: En el templo no, allí solamente estos
instrumentos.
Los instrumentos musicales son determinados por el
tipo de música que se toca con ellos Algunos
preguntan: ¿Es el piano más santo?, ¿Es el violín
más santo?, ¿Es la guitarra más santa?, ¿Cuáles son
los instrumentos santos? Que yo sepa, ninguno, pero
es que la pregunta está mal formulada, la pregunta
que debemos hacernos es: ¿A la luz de todo lo que
hemos definido como adoración, del canto en la
iglesia, cuáles son los instrumentos apropiados para
acompañar esos cantos?
No es por casualidad que un “Perico ripiao” tenga
tambora, güira, bajo y acordeón. El carácter de la
música determina cuáles son los instrumentos más
apropiados para ejecutarla. Nosotros podemos
ejecutar una pieza típica de “Perico ripiao” con violín,
con chello, con un piano, pero, ¿Saben qué? Ya
perdió su carácter. Las bandas de rock usan los
instrumentos que usan porque son los que mejor se
adaptan a esa música eminentemente rítmica. Pues
de la misma manera nosotros debemos escoger
aquellos instrumentos que se adaptan mejor al estilo
musical que es propio de la adoración que debemos
dar a Dios, así como el propósito primordial de la
instrumentalización en la iglesia que es ayudarnos a
cantar todos juntos melódica, armónica y
rítmicamente, es decir que vayamos todos al mismo
paso.
Yo no creo que el piano sea más santo que la
tambora, o que un saxofón, sin embargo, no creo que
fue por casualidad que este instrumento tuvo tanta
aceptación en muchas iglesias para acompañar la
alabanza, no fue por casualidad; el piano fue un
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instrumento de percusión polifónico muy versátil que
puede ser de gran ayuda para acompañar las voces
del canto. Con eso no estoy insinuando que el piano
sea el único instrumento que se deba usar en la
iglesia; lo que sí creo es que necesitemos un sentido
común santificado a la hora de añadir otros
instrumentos, tomando en cuenta tanto el carácter del
sonido que produce como la asociación que evoca.
No todos los instrumentos musicales son apropiados
para la adoración.
En tercer lugar, el sonido de los instrumentos no debe
opacar las voces humanas. Es con las palabras que
cantamos que nosotros exaltamos a Dios y
edificamos a los santos, eso ya lo vimos antes; por lo
tanto, de nada sirve que tengamos un hermoso
sonido instrumental a un volumen tan alto que impida
que los cantos sean escuchados, eso no sirve de
nada.
Cuarto, el carácter de la música instrumental no debe
distorsionar el mensaje. La forma en que el músico
ejecute una pieza musical puede variar
significativamente el carácter de la misma. Hubo un
conjunto de rock que tomó la Quinta Sinfonía de
Beethoven, y la hizo apropiada para bailarla en una
discoteca pero no para oírla en un concierto
internacional o en cierto contexto, ellos tomaron la
pieza y le cambiaron el carácter, los músicos saben
hacer eso. Aunque sabemos que hay iglesias que no
tienen esa bendición, sabemos que es apropiado que
los músicos que acompañen el canto en la iglesia
posean una sana teología de la adoración, además
de conocimiento musical, para que puedan ayudar al
pueblo de Dios en sus alabanzas. En el Antiguo
Testamento sólo los levitas podían acompañar el
canto en el templo, sabían teología pero también
sabían música. Un músico que no sabe ni conoce al
190
Dios que están adorando, o que tiene una visión
distorsionada de Dios, indudablemente puede hacer
daño en la forma como ejecuta el instrumento.
En 1 Crónicas 25:7 se dice que estos levitas eran
instruidos en el canto para Jehová, todos aptos no
eran cualquiera. Y en 1 Crónicas 15:22 dice: “Y
Quenanías, principal de los levitas en la música, fue
puesto para dirigir el canto, porque era entendido en
ello”.
Finalmente, los músicos no deben usar el
acompañamiento instrumental en la iglesia como un
pretexto para lucirse incurriendo así en el grave
pecado de querer robar a Dios la gloria que es debida
sólo a su nombre. Se dice del jazz que es la música
de los músicos porque el jazzista tiene la oportunidad
de improvisar y mostrar allí sus habilidades
musicales, bien, no hay problema con eso pero en el
Teatro Nacional, no en la iglesia. Nuestros amados
hermanos están aquí para ayudarnos a cantar, no
para lucírsela.

Alfred Quen dice: “Hacer algo para la gloria de Dios


significa que deseamos que Él reciba todo el honor,
toda la alabanza que proviene de nuestra acción de
gracias, que Él sea mejor conocido, amado y servido
por un mayor número de adoradores; por tanto,
renunciamos a la gloria personal de la que
hubiéramos podido disfrutar”. Eso es lo que hace un
músico cristiano. Y más adelante añade: “En un culto
centrado en la alabanza y en la adoración a Dios no
se puede concebir que se aplauda al organista o a
cualquier otro solista. La música es ofrecida a Dios,
igual que lo son las oraciones de los fieles”. ¿Ustedes
se imaginan a un pastor orando y al final uno de los
fieles terminen aplaudiendo y diciendo: -¡Ah, qué
buena oración!-? No tiene sentido, ¿Por qué los
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vamos a aplaudir a ellos?, Ellos no están haciendo
aquí una ejecución artística, ellos nos están
ayudando a adorar a Dios, y están adorando a Dios
igual que todos los demás.
Sigue diciendo Quen: “La música es ofrecida a Dios
igual que son las oraciones de los fieles, los que
escuchan se suman a esta ofrenda musical, el primer
objetivo de su presencia en el culto no es disfrutar de
la música o intentar apreciar su mayor o menor
calidad y manifestar su aprobación”. Nosotros
estamos aquí para adorar a Dios.
Nosotros venimos a la iglesia a rendirle un homenaje
al Altísimo en nuestros corazones y alabarle y
proclamarle con nuestros labios. Él debe ser el centro
de nuestros cultos y es su gloria y su deleite la que
procuramos prioritariamente. Aquí no venimos a
entretener a nadie, no venimos a sentirnos de cierta
manera, aquí venimos a que Dios se sienta de cierta
manera. Nosotros venimos a darle gloria a Él,
nosotros venimos a deleitarlo a Él con lo que a Él le
agrada, no con lo que a nosotros nos agrada. Todo lo
demás en el culto es secundario, incluyendo nuestra
edificación. Cuando digo que es secundario, no digo
que es sin importancia, lo que pasa es que una cosa
depende de la otra, para que nosotros podamos ser
edificados en la iglesia Dios tiene que ser exaltado,
porque es la exaltación de Dios la que alimenta tu
alma y la mía. Así que hasta la edificación del pueblo
de Dios depende de que Dios, con todos los
elementos de la adoración, sea exaltado, su gloria
sea proclamada, claramente visible su hermosura.
No olviden que una adoración excelente sólo puede
ser alcanzada cuando dejamos de ir detrás de una
adoración excelente y nos vamos detrás de Dios
mismo. Ningún acorde de piano, ni la música más
sublime de una orquesta sinfónica, puede hacer que
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un corazón desapasionado por la gloria de Dios,
desapasionado por la hermosura del Salvador,
desapasionado por la obra redentora en la cruz de El
Calvario, pueda tomar a un corazón sin pasión y
convertirlo en un verdadero adorador.
Lo que sí es posible es que una persona sin pasión
sea movida por la música y se vaya de la iglesia
creyendo que adoró cuando en realidad fue
completamente engañado y seducido.
Permítame para concluir hacer un ejercicio mental –
No se asusten, no voy a hacer nada de meditación-, y
lo que voy a decir no está en Las Escrituras, pero aun
así imagínese por un momento el domingo a las
10:15, va a comenzar la clase de escuela dominical,
usted decidió venir temprano, y en vez de quedarse
hablando con los hermanos vino a su silla para
prepararse para el culto de adoración, y
repentinamente eres arrebatado como Juan, por el
Espíritu y es llevado al infierno, quince minutos antes
del culto, y en una visión usted contempla todos los
horrores del infierno siente en su cuerpo la agonía de
los impíos allí por cinco minutos, cinco minutos en el
infierno escuchando el grito de los condenados, cinco
minutos en el infierno percibiendo a su alrededor
todos los demonios y todos los seres caídos que
estarán con quienes se pierdan en el infierno por toda
la eternidad, y de repente cinco minutos después
usted es llevado dos mil años atrás a la escena de la
crucifixión, y por cinco minutos está al pie de la cruz
viendo a nuestro Señor con sus manos traspasadas,
con su costado traspasado, coronado de espinas,
cinco minutos, oyendo la burla de los soldados,
viendo lo que sucedió allí en ese terrible día, cinco
minutos al pie de la cruz; y luego el Señor te lleva
cinco minutos al cielo, y allí usted contempla lo que
experimentaremos en la presencia de Dios, y ve a su
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Salvador y entiende por qué la Biblia habla de su
amor cuando contempla su rostro y ve todo lo que
será el cielo para nosotros, y a las 10:30 se despierta
en el culto de adoración. Déjeme hacerle una
pregunta, ¿Usted cantaría igual “Maravillosa gracia
vino Jesús a dar”?, ¿Usted cantaría igual “Cordero de
gloria, Cristo tanto me amó que en la cruz su vida dio,
y todos mis pecados perdonó, ¡Oh, al Cordero
gloria!”?
Ahora yo me pregunto, ¿Necesitamos nosotros ser
arrebatados? No, nosotros tenemos Las Escrituras;
Dios nos ha dado una mente para pensar y para
meditar pero debemos preparar nuestros corazones
para poder darle a Dios la gloria debida a su nombre.
Nosotros no podemos cantarle la letra de un himno
sin meditar en ella, sin pensar en las gloriosas
verdades que estamos cantando. Ningún acorde de
guitarra, ninguna orquesta sinfónica, ningún acorde
de violines puede hacer por nosotros lo que la verdad
de la Palabra de Dios puede hacer para prepararnos
en meditación, para poderle dar a Dios la gloria
debida a su nombre.
Oh Padre bueno, ¿Quiénes somos nosotros para que
tu santo Hijo Jesús, la segunda persona de la
Trinidad haya asumido una naturaleza humana
semejante en todo a la nuestra pero sin pecado, y
haya ido a la cruz para pagar el precio de nuestras
trasgresiones?, ¿Quiénes somos nosotros para haber
recibido de gracia el perdón de nuestros pecados y el
perdón de la vida eterna?
¡Alabado sea tu nombre, Señor!, ¡Cuán grande eres
tu Señor!, ¡Cuán digno de suprema alabanza!, ¡Oh
que a ti, sólo a ti sea toda la gloria y al Cordero por
los siglos de los siglos!, en su nombre, Amén.
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