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CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1053

Las críticas a estas decisiones no se hicieron esperar pues fallos de este tipo
ponen en peligro la independencia de la justicia arbitral; de generalizarse, las
partes podrían solicitar la suspensión del proceso arbitral mientras los jueces
estatales, únicos competentes para hacerlo, resuelven los temas de la validez del
contrato principal o del convenio arbitral2024.

E) Orden de la Fiscalía colombiana de que una institución arbitral se abstenga


de tramitar un procedimiento arbitral

784. La práctica colombiana, a través de la Sentencia de la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Penal, de 27 de marzo de 2001 ha puesto de relieve no
sólo la excepcionalidad de una medida anti proceso arbitral, sino de que esté
bien fundamentada en Derecho, se interponga en el momento procesal oportuno
y sea adoptada por el órgano competente. El 24 de agosto de 1997 se realizó un
contrato de promesa de venta de acciones del Banco de Colombia entre el Banco
Industrial Colombiano como comprador y otros vendedores por el cual estos
últimos se obligaron a indemnizar a los compradores por inexactitudes que cau-
saran disminución patrimonial y otros factores. El 1 de diciembre de 2000 Ban-
colombia presentó demanda contra uno de los vendedores ante el Centro de Ar-
bitraje y Conciliación de la Cámara de Comercio de Bogotá, para efectos de
exigir las mencionadas indemnizaciones y obtener el reconocimiento de recla-
maciones formuladas por los compradores a los vendedores. Iniciados los trámi-
tes del arbitraje, la Cámara de Comercio recibió un oficio de la Fiscalía en el
cual le solicitaba se abstuviera de tramitar cualquier procedimiento arbitral en el
referido asunto por estar pendiente una investigación adelantada por ella, así
como que se dirimiera la competencia internacional con relación a procesos que
por estos mismos hechos se estaban sustanciando en EE UU. La Cámara cum-
plió con la medida absteniéndose de dar curso a la demanda arbitral lo que pro-
vocó una acción judicial contra la actuación de la Fiscalía sustentada en que la
suspensión de un proceso sólo puede ser ordenada por un juez civil y que la Fis-
calía se había extralimitado en sus funciones y violado el derecho de acceso a la
administración de justicia y ha desconocido que los procesos adelantados en
Estados Unidos no se surten por los mismos hechos. El Tribunal Superior de
Bogotá acogió estos argumentos y decidió amparar el derecho al debido proceso
de Bancolombia y este fallo fue confirmado por la Corte Suprema de Justicia.

II. Impugnación jurisdiccional del laudo arbitral

1. Alcance e instrumentación de las acciones de impugnación

2024 E. Silva Romero, “Breves observaciones sobre la ‘modernidad’...”, loc. cit., pp. 19-20.
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A) Carácter irrecurrible del laudo como regla de base

785. En líneas generales, la competencia de los árbitros concluye al pronun-


ciar el laudo2025. A lo largo del procedimiento arbitral los árbitros disfrutan de
plena y absoluta competencia para conocer y resolver las controversias someti-
das al fuero arbitral, sobre materias de carácter disponible, con independencia
jurisdiccional y, por tanto, sin intervención de ninguna autoridad, administrativa
o judicial ordinaria, salvo en los supuestos anteriormente reseñados. El control
judicial, conforme a la ley, debe ser ejercido ex post mediante las acciones o,
eventualmente, ante los recursos que cada legislación establezca, incluyendo en
ocasiones el control constitucional cuando se vulnere el derecho a la tutela pro-
cesal efectiva o se advierta un incumplimiento, por parte de los propios árbitros,
de los preceptos constitucionales.
Siguiendo el espíritu de lo dispuesto en el art. 33 LMU2026 las leyes estatales
sobre arbitraje permiten a los árbitros modificar el laudo, aunque dicha modifi-
cación está limitada a corregir errores de forma como, según parece, errores en
el cálculo de cifras o errores de descripción; no obstante, los árbitros no pueden
volver a examinar los fundamentos del laudo ni efectuar cambios sustantivos en
su decisión. Es cierto que, como se verá a continuación, una de las partes puede
impugnar lo acordado por los árbitros ante los tribunales ordinarios con el pro-
pósito de esclarecer, modificar o anular un laudo pero, al margen de esta situa-
ción, las normativas de arbitraje ni admiten a las pruebas exhibidas con posterio-
ridad al laudo arbitral como causa de anulación del laudo, ni consideran que el
árbitro sea llamado a testificar, ni se permite pruebas en un proceso iniciado para
impugnar el laudo. Si un juez solicita al árbitro que presente una declaración
jurada o si se le cursa cualquier tipo de notificación para testificar es aconseja-
ble, caso de encontrarnos ante un arbitraje institucional, que solicite el apoyo de
la correspondiente institución administradora.
Por tanto el laudo arbitral es irrecurrible2027 en principio, salvo que las partes
hayan pactado lo contrario, no considerándose como recurso propiamente dicho
la aclaración que se solicita al tribunal arbitral en un periodo muy breve de tiem-
po tras la publicación del laudo. Desde ciertos círculos pro-arbitrales incluso se
ha barajado la idea de privar al laudo arbitral de cualquier tipo de injerencia ju-
dicial, limitando el órgano jurisdiccional a proceder a la ejecución del laudo.
Mas tal idea no puede ser esgrimida con el mínimo rigor toda vez que la inter-
vención de la autoridad jurisdiccional es fundamental para garantizar la seguri-
dad del laudo; de ahí que se confiera a un órgano jurisdiccional la facultad de

2025Vid. supra, nº 571.


2026Vid. supra, nº 572.
2027 N.A. Paloni, “Irrecorribilidade das sentenças arbitrais”, Revista de Direito Bancário, do

Mercado de Capitais e da Arbitragem (São Paulo), vol. 3, nº 10, 2000, pp. 375-390.
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controlar a posteriori la actuación de los árbitros, respecto de la regularidad


procesal de la causa o, si se quiere, un control efectuado por autoridad jurisdic-
cional de la actuación del los árbitros in procedendo. La jurisprudencia mexica-
na ha precisado, con razón, que aunque las partes renuncien a un eventual recur-
so contra el laudo arbitral “dicha renuncia no puede trascender al acuerdo de
homologación ni a los actos dictados con posterioridad por el juez natural, pues
éstos son dictados dentro del procedimiento judicial en el cual se prohíbe que las
partes renuncien a los recursos” (Sexto Tribunal Colegiado en Materia Civil del
Primer Circuito, 22 de noviembre 1990: Sánchez de Armella, Y.).
Esta es la razón de la cautela que muestra el art. 28.6º Regl. CCI que tras sen-
tar que la aceptación del Reglamento supone que las partes “han renunciado a
cualesquiera vías de recurso” matiza en el sentido de que éstas “puedan renun-
ciar válidamente” a tales vías.

B) Necesidad del control judicial del laudo

786. La práctica generalizada en los tratados internacionales y en las leyes de


arbitraje insertan dispositivos por medio de los cuales se concede la posibilidad
de impugnación judicial del laudo. Existe una relación directa entre la liberaliza-
ción de la arbitrabilidad en la fase negocial y la preocupación de los árbitros por
las cuestiones relativas al orden público que acontecen en la etapa del control
judicial. Dicho con otras palabras, el control post-arbitral no es otra cosa que una
consecuencia de la actitud aperturista que mantienen los tribunales estatales en
torno a la arbitrabilidad de la controversia. Por añadidura, la inexistencia de di-
cho control abriría las puertas de la ejecución de numerosos contratos concer-
nientes a negocios jurídicos ilícitos o fraudulentos2028.
Los usuarios del arbitraje desean, ciertamente, que el laudo ponga punto final
a la controversia, pero también desean que dicha decisión sea susceptible de
control jurisdiccional si no ha sido respetada la regularidad del proceso arbitral.
La preferencia a dicho control se demuestra por la tendencia a elegir sedes de
arbitraje donde la intervención del juez sea eficaz sin perjuicio de la mayor o
menor vinculación de las partes con dicho sistema. El control, empero, debe
tener un contenido limitado para ser compatible con el desarrollo de la institu-
ción arbitral; si tuviera un carácter exhaustivo se correría el riesgo de desnatura-
lizarla. Resulta ilustrativo que en ciertos sistemas donde es frecuente la realiza-
ción del arbitraje y que, por tanto, acostumbran a conocer de numerosos recursos
contra el laudo, exista una marcada disposición a sancionar los recursos que se
presentan de una manera temeraria. La consecuencia son decisiones muy severas
contra lo que se considera un intolerable abuso de la vía jurisdiccional, que acos-

2028 Ph. Fouchard, E. Gaillard y B. Goldman, Traité de l’arbitrage..., op. cit. pp. 939 ss.
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tumbran a establecer fuertes sanciones pecuniarias, dentro de lo que se califica


como una manifestación de l'ire du juge2029.
La intervención judicial en los asuntos sometidos a arbitraje no comporta el
conocimiento y la decisión en torno a la concreta controversia de fondo existente
entre las partes previamente a la presentación del convenio arbitral, sino que ha
de limitarse a los procedimientos de apoyo y control expresamente previstos en
cada sistema estatal, partiendo de la base de que los motivos de anulación del
laudo han de ser tasados y no han de permitir, como regla general, una revisión
del fondo de la decisión de los árbitros. Ahora bien, de admitirse un control judi-
cial amplio acerca de la validez del laudo, se puede frustrar la eficacia de dos de
los elementos consustanciales al arbitraje: el carácter de cosa juzgada del laudo y
su fuerza ejecutiva. Por eso las Leyes de Arbitraje suelen fijar mecanismos efi-
caces para minimizar el eventual el abuso, tanto a través de la acción (en algunos
sistemas, recurso) de anulación, como proscribiendo expresamente el abuso,
fraude o mala fe dentro del proceso. Con independencia de que volvamos más
adelante sobre esta cuestión, los referidos supuestos de abuso arbitral pueden
solucionarse a través de una serie de cauces. En primer lugar, el arbitraje sobre
materias no arbitrables es absolutamente ineficaz, pues el pretendido laudo que
pueda dictarse es jurídicamente inexistente; por eso, al margen de que pueda
denunciarse dicha ineficacia durante el proceso arbitral e, incluso, mediante la
acción de anulación del laudo, es irrelevante a efectos de su ejecución, pues la
inexistencia jurídica del mismo obliga al juez a denegar la ejecución. En segun-
do lugar, el laudo dictado bajo una presunta parcialidad del árbitro es susceptible
de controlarse por vía de la acción de anulación y si el motivo de parcialidad se
descubre con posterioridad al plazo para interponer la acción de anulación podrá
intentarse la rescisión del laudo por la vía de la acción de revisión, en los siste-
mas que la contemplen. En tercer lugar, el laudo dictado bajo la infracción de
alguna garantía procesal es susceptible de controlarse por la vía de la acción de
anulación2030.

787. El control judicial de los fallos responde a una necesidad que surge de
objetivos constitucionalmente asumidos, como el de “promover la justicia” y
también de las garantías de la defensa en juicio y de la propiedad y de la ejecuto-
riedad equivalente a la de una sentencia judicial que el Estado dispensa, satisfe-
chos ciertos requisitos, a los laudos arbitrales; así lo afirmaron en Argentina los
Jueces J.S. Nazareno y A. Boggiano en la Sentencia Meller. Cosa distinta es la
mala utilización que de esa manifestación del control judicial pueda efectuarse

2029 En relación con el sistema francés vid. H. Lecuyer, “Exercice abusif des voies de recours
contre les sentences arbitrales: de quelques manifestations de l'ire du juge judiciaire”, Rev. arb.,
2006, pp. 573-589.
2030 Cf. J. Picó i Junoy, “El abuso del arbitraje por parte de ciertas instituciones arbitrales”, La

Ley, 2005.2, D-48, p. 1436.


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en determinados sistemas jurídicos y que, a la postre, afecta a la institución arbi-


tral en su conjunto. La aceptación sistemática a cargo de la jurisdicción estatal
de los argumentos esgrimidos por la parte que pretende la anulación del laudo
constituye un serio obstáculo para la eficacia de lo pactado por las partes como
fundamento de la decisión que luego se impugna2031. Por esa razón no resultan
de recibo ni una legislación restrictiva del arbitraje por una excesiva intromisión
del Poder Judicial, ni otra que prescinda por completo del ineludible control de
éste de lo actuado por los árbitros.
Estos dispositivos se encuentran circunscritos a situaciones limitadas y extra-
ordinarias, atendiendo a una serie de criterios: que el sometimiento a la vía arbi-
tral, conlleva una renuncia a interponer los recursos que ordinariamente son ad-
misibles contra una decisión emanada por los tribunales ordinarios; que, siendo
las partes quienes designan a sus árbitros o encomiendan esta función a una ins-
titución, debe presumirse que éstos deben gozar de su confianza; que la justicia
arbitral carece de un superior jerárquico ante quien se pueda pedir una nueva
revisión; por último, que la materia que se impugna es reducida, esto es, que
únicamente pueden interponerse aquellos recursos o remedios previstos en el
ordenamiento positivo, sin que quepa la eventualidad de que las partes encar-
guen un dispositivo distinto2032.

788. Más allá de su talante excepcional o no excepcional, ningún sistema jurí-


dico puede prescindir, en efecto, del referido control jurisdiccional contándose
para ello con un cauce casi exclusivo: la acción de anulación que es el medio de
impugnación característico y específico del juicio arbitral, existente en la genera-
lidad de legislaciones y conformador de una figura sui generis fundamentalmen-
te distinta de las impugnaciones del proceso ordinario y sin parangón con las
utilizadas contra las sentencias de los jueces. Los procesos de unificación inter-
nacional han intentado desde antiguo configurar la acción de anulación, instru-
mentada o no en un recurso, como único medio de anulación, con exclusión de
los otros recursos. Tal eventualidad promovida por en el Derecho convencional
confiere al tribunal que lo conoce un control extrínseco sobre la validez del lau-
do y sobre la contrariedad de las normas de orden público, excluyendo la revi-
sión de asuntos relativos a los hechos o derechos juzgados. Asimismo, desde
esta acción unificadora las causales para impugnar el laudo por el cauce de la
anulación en el marco de la sede donde se ha desarrollado el arbitraje coinciden
esencialmente con las causales para denegar un laudo extranjero y están referi-
2031 Como afirma C.R. Dinamarco, “A prevalecer essa facilidade para a invalidação de sen-
tenças arbitrais, poder-se-ia perguntar, como perguntou um juiz da Corte d’Apello de Gênova:
‘mas por que as partes recorrem à arbitragem, se sempre voltam a nós?’”(Cf. “Limites da Sen-
tença Arbitral e de seu Controle Jurisdiccional”, Reflexões sobre arbitragem, São Paulo, 2000, p.
341).
2032 En la doctrina peruana Vid. A.Mª Arrarte Arisnabarreta, “Apuntes sobre la necesaria rela-

ción entre el arbitraje y el proceso judicial”, loc. cit.


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das, básicamente, a aspectos relativos a la validez extrínseca del laudo, a la ma-


nera como se condujo el procedimiento arbitral, al nombramiento de los árbitros,
a las notificaciones, al derecho a la defensa, a la congruencia del contenido del
laudo con lo pedido por las partes y a la no contradicción del orden público.

C) Imposibilidad de una intervención revisora en cuanto al fondo: excepcio-


nes

789. La regla de base es la imposibilidad de una intervención revisora del lau-


do por parte de la autoridad judicial en cuanto al fondo (meritum causae) y res-
pecto a los eventuales errores in indicando; las decisiones de los árbitros están
exentas de una censura ulterior en lo concerniente a la manera de apreciar los
hechos o las pruebas, a la interpretación del Derecho material o a los extremos
que han conducido a un determinado razonamiento jurídico. La singularidad que
reviste obedece al hecho de que el juez no revisa las cuestiones de fondo que
contenga el laudo, sino únicamente procede al control sobre la legalidad de las
formas predispuestas. Así se expresa de manera contundente el art. 18 LA Br:
“O árbitro é juiz de fato o de direito, e a sentença que proferir não fica sujeita a
recurso ou homologação pero Poder Judiciário”. Por eso se ha llegado a afirmar
que el sometimiento al arbitraje por las partes “es un riesgo que merece la pena
correr”2033. Consecuentemente, las consideraciones efectuadas por los árbitros en
orden a la valoración de los hechos materia de la controversia, la interpretación
de las normas aplicables o las conclusiones jurídicas que produzca son inamovi-
bles, por más equivocadas que puedan aparecer.
Precisamente la confianza en la institución arbitral reposa en dos elementos
esenciales. De un lado el respeto a la prohibición de la revisión del fondo del
laudo arbitral por los órganos jurisdiccionales estatales y, de otro, la verificación
equilibrada de la no vulneración del orden público que a dichos órganos corres-
ponde.
Expresada esta idea en otros términos, el Tribunal que entienda de la nulidad
debe limitarse a revisar la forma y abstenerse de realizar cualquier consideración
sobre el fondo del asunto, aun cuando tengan la convicción de que los árbitros
han incurrido en errores de apreciación de los hechos, han aplicado erróneamen-
te el Derecho, o han realizado una deficiente práctica de la prueba, No puede en
ningún caso modificar lo decidido en el laudo porque dicha función, quiérase o
no, fue asignada libremente por las partes de manera exclusiva a los árbitros; tal
afirmación categórica encentra su apoyo en el propio convenio arbitral2034. La
Corte Superior de Lima, en su resolución de 21 de diciembre de 2001 (Ián Perú

2033
S. La China, L'arbitrato..., op. cit., p. xv.
2034Vid. A.Mª Arrarte Arisnabarreta, “Apuntes sobre la necesaria relación entre el arbitraje y el
proceso judicial”, loc. cit.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1059

S.A.C. / Agrícola Yaurilla, S.A.) fue sumamente elocuente en este sentido2035. Y


también resulta expresiva de la situación que examinamos la Sentencia de la
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica, de 16 de
marzo de 2005 (Dafnis, S.A.) que resolvió una acción de inconstitucionalidad
contra la interpretación judicial reiterada por Sala Primera de la misma Corte, en
el sentido que el examen realizado por ese tribunal de los laudos arbitrales se
limitaba a cuestiones de orden formal, excluyendo la revisión de la fundamenta-
ción de la sentencia y de la valoración de la prueba quebrantaba el derecho de
acceso a la jurisdicción o la tutela judicial efectiva previsto en el art. 41 de la
Constitución, el debido proceso y el principio de igualdad ante la ley. La Sala
Constitucional declaró no haber lugar a la acción toda vez que “el recurso de
nulidad no debe transformarse en una herramienta para corregir el fundamento
del laudo, el proceso de formación intelectivo o la apreciación del acerbo proba-
torio, dado que, con ello, la anulación desnaturalizaría el arbitraje de la fisono-
mía pacificadora que reviste, haciendo nugatoria su flexibilidad intrínseca”.
Dentro de los precedentes que dieron lugar a la interpretación impugnada cabe
referirse a la Sentencia de la Sala Primera, nº 484-F-2003, de 12 de agosto de
2003, según la cual el examen de la nulidad en materia arbitral: “no autoriza ni
permite una ponderación minuciosa del acierto o no de las razones dadas por los
árbitros. Lo contrario, implicaría una revisión en alzada de las probanzas y su
valoración respecto de lo dispuesto. No incumbe por tanto a esta Sala, el examen
del contenido o no de un documento, de una declaración o de una pericia”2036.

790. No existe, pues, una “segunda instancia” en el sentido de que un órgano


se superior jerarquía pueda pronunciar una nueva decisión en la que se altere lo
acordado por los árbitros; el recurso de anulación no da lugar a la intervención
del Poder Judicial como una segunda instancia por lo que posee un contenido
radicalmente diverso del recurso de apelación2037. La consecuencia es que la
actuación del juez nunca podrá entrañar implicar un análisis del contenido del
laudo; es decir, no cabe la eventualidad de pronunciar una decisión en sentido
diverso al establecido en la vía arbitral por lo que no podrá examinar de nuevo
los argumentos sustentados por cada una de las partes, los medios probatorios, el
sustento de la decisión, la aplicación del Derecho, la corrección del procedimien-
to, es decir, todo lo actuado en la vía arbitral. Como pusiera de relieve en Pana-
má la Sentencia de la Corte Suprema de Justicia, Sala Cuarta de Negocios Gene-
rales, de 23 de noviembre de 2005 (Colgate-Palmolive –Central América–, Inc. /
Importadora y Distribuidora Nacional, S.A. –Crusal–) el recurso de anulación
“no es una segunda instancia del proceso arbitral, las determinaciones del árbitro

2035 Vid. infra, nº 860.


2036 Vid. en el mismo sentido, Sentencia de la Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia,
475-F-2005, de 9 de junio de 2004 (Beate Feuchtner, M. / Vitrapal Corporation, S.A.).
2037 Vid. infra, nº 824.
1060 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

tanto en cuanto a los hechos materia de la controversia como a la interpretación


que haga del Derecho aplicable y las conclusiones jurídicas a las que llegue, por
más erradas que éstas pudieran estar, son inamovibles.”
La interpretación de las normas relacionadas con la anulación son indicativas
de la defensa y la preservación de la autonomía de la voluntad, en cuanto que se
impide al magistrado de la jurisdicción ordinaria, entrar al fondo de la cuestión
controvertida que ha sido sometida a decisión arbitral; por eso las causales que la
generalidad de las legislaciones establecen son muy precisas y se refieren bási-
camente a aspectos formales. La finalidad última del arbitraje, que no es otra que
la de alcanzar la pronta solución extrajudicial de un conflicto, se vería inevita-
blemente desnaturalizada, ante la eventualidad de que la decisión arbitral pudiera
ser objeto de revisión en cuanto al fondo. Una revisión del fondo por parte de los
tribunales estatales atentaría contra el principio a la eficacia de la justicia arbitral y,
si se tratase de un arbitraje internacional, iría en contra de lo dispuesto en las
convenciones internacionales del arbitraje comercial vinculantes para el Estado
en cuestión. Dando esto por sentado, la revisión del laudo por el cauce de la
acción de anulación es una actividad absolutamente desgajada de los actos que le
dan origen, porque si las partes encomiendan su problema a la decisión de otros
en quienes confían, esa pérdida de fe no puede fundarse en la contingencia de
una decisión que les resulta hipotéticamente desfavorable2038. La interpretación
del contrato es facultad exclusiva del tribunal arbitral, sin que a través de la ac-
ción de anulación se pueda entrar a valorar lo acordado por éste salvo que el
razonamiento efectuado fuera absurdo, arbitrario, ilógico o ilegal.
Sin perjuicio de las reglas generales fijadas, la posibilidad de impugnar un
laudo posee tratamientos, en ocasiones bastante diversos, en las distintos siste-
mas estatales de arbitraje pues, a tenor de lo previsto en el art. V CNY 1958 y 9
CG 1961 (los principales textos internacionales en la materia), el régimen de
recursos depende del lugar donde se dicte el laudo. Según parece, mientras que
en muchos Estados, la impugnación se encuentra restringida, incluso por la ley;
en el caso de ciertos ordenamientos como el argentino o el uruguayo, la norma
deja en libertad a las partes para que determinen sobre la posibilidad de recurrir
el laudo, de este modo si éstas no lo prohíben expresamente, se entenderá que
resulta procedente la interposición de cualquier recurso posible de ser planteado
contra las sentencias dictadas por el juez2039.

791. La impugnación por nulidad, como hemos indicado, es distinta e inde-


pendiente de la revisión por apelación que pudiese fijarse contra el laudo. En la
nulidad se intenta ni más ni menos que revocar el pronunciamiento arbitral por
carecer de los requisitos que la legislación impone, y como es lógico, los medios

2038 C.R. Dinamarco “Limites da sentença arbitral e de seu control jurisdiccional”, Estudos em
Arbitragem, Mediação e Negociação, vol. 2, 2003, pp. 19-33.
2039 A. Pucci, Arbitraje en los Países del Mercosur, Buenos Aires, 1997, pp. 199 ss.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1061

de impugnación no resultan disponibles por las partes al fundarse en cuestiones


de orden público; por el contrario, en la apelación lo que se pretende es que el
órgano superior revise lo decidido por los árbitros en el laudo, con facultades
para confirmarlo, modificarlo o revocarlo entrando directamente en el fondo del
asunto2040. Debe quedar, dentro de la jurisprudencia mexicana, como un prece-
dente aislado y sin ningún valor de generalidad la insólita2041 tesis mantenida por
los Tribunales Colegiados en Materia Civil Quinto y Octavo del Primer Circuito
que, resolviendo en tesis paralelas, concedieron el amparo contra la homologa-
ción de un laudo por haberse demostrado que era violatorio de las garantías indi-
viduales compeliendo al Juez a negar su ejecución y devolviese “los autos al
árbitro de origen, para que éste deje insubsistente el citado laudo y resuelva lo
que en Derecho proceda” (Tribunales Colegiados en Materia Civil Quinto y
Octavo del Primer Circuito, 10 de agosto de 1995, Amparo en Revisión Civil nº
116/95: Motores Automotrices y Accesorios Diesel, S.A. de C.V.).
El cometido de la jurisdicción ordinaria queda limitado, pues, a emitir un jui-
cio externo acerca de la observancia de las formalidades esenciales y someti-
miento de los árbitros a los límites de lo convenido, dejando sin efecto en este
punto lo que constituya exceso en el laudo, pero sin entrar en la mayor o menor
fundamentación de lo decidido por el árbitro; esto es debe incidir esencialmente
en errores in procedendo, de suerte que la cuestión de fondo o, mejor, su moti-
vación sólo podrá ser impugnada de manera indirecta en función de una eventual
anulación de contenido en todo caso garantista o en función de la inobservancia
de las garantías de la instancia arbitral, puesto que la impugnación por violación
de las reglas de Derecho sólo es consentida a través de la propia inobservancia
de la garantías que en la emisión del laudo deben observar los árbitros en cuanto
al respeto al orden público. La acción de nulidad, que en ciertos sistemas se con-
figura como un auténtico recurso jurisdiccional, da lugar a un juicio de control a
posteriori sobre la presencia de los presupuestos y de los caracteres funcionales
y formales que la ley exige para la eficacia y validez de los procedimientos y de
las decisiones arbitrales, presenta ciertas inflexiones en las legislaciones de
América Latina y a veces coexiste con algunas figuras.
Quede bien claro que la revisión no podrá corregir las eventuales deficiencias
que pueda entrañar la decisión de los árbitros, ni interferir en el proceso de su
elaboración; por tal motivo no son de recibo las consideraciones de las partes en
torno a la ausencia de justicia del laudo o a las deficiencias de lo razonado para
alcanzar el fallo. Como pusiera de releve la Sentencia de la Corte Superior de
Lima, Primera Sala Civil Subsespecialidad Comercial, de 15 de noviembre de
2005 (Repsol Comercial, S.A. / Compañía Minera e Industral Sagitario, S.A.)

2040 R.J. Caivano, “Los laudos arbitrales y su impugnación por nulidad”, Jurisprudencia Argen-
tina, nº 5869, 23 de febrero de 1994, p. 10; 1994-I-845.
2041 Cf. J.L. Siqueiros, “El arbitraje y los órganos jurisdiccionales”, loc. cit., p. 124.
1062 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

“... el recurso de anulación tiene por objeto revisar únicamente la validez del laudo... esto es
que el Juez se encuentra limitado a revisar la forma mas no el fondo de la materia sometida a
arbitraje. A diferencia del recurso de apelación, cuyo objeto consiste -siempre y cuando se haya
pactado... la posibilidad de su admisión- en la revisión de la apreciación de los fundamentos de
las partes, de la prueba y, en su caso, de la aplicación e interpretación del Derecho, conforme lo
disciplina el art. 60 de la glosada Ley de arbitraje...”2042

792. En algunos países y en ciertos sistemas internacionales de arreglo de


controversias existen serias reticencias a que la anulación sea desempeñada por
el poder judicial ofreciéndose ciertas alternativas2043.
La primera consiste en adoptar el modelo del CIADI, en el arbitraje de inver-
siones, que determina que toda solicitud de aclaración, revisión o anulación de
un laudo será presentada por escrito al Secretario General del Centro y, en caso
de registrarse una solicitud de anulación de un laudo, el Secretario General pedi-
rá de inmediato al Presidente del Consejo Administrativo que nombre un Comité
ad hoc de conformidad. A este efecto el art. 52.3º del Convenio de Washington
establece que se procederá a la inmediata constitución de una Comisión ad hoc
integrada por tres personas seleccionadas de la Lista de Árbitros. Ninguno de los
miembros de la Comisión podrá haber pertenecido al Tribunal que dictó el lau-
do, ni ser de la misma nacionalidad que cualquiera de los miembros de dicho
Tribunal; no podrá tener la nacionalidad del Estado que sea parte en la diferencia
ni la del Estado a que pertenezca el nacional que también sea parte en ella, ni
haber sido designado para integrar la Lista de Árbitros por cualquiera de aque-
llos Estados ni haber actuado como conciliador en la misma diferencia. Esta
Comisión tendrá facultad para resolver sobre la anulación total o parcial del lau-
do por alguna de las causas enumeradas en el apartado 52.1º del Convenio. Por
así decirlo, es el mismo CIADI a través del Comité por él designado y no un
juez, el que revisa la validez del fallo; incluso si el tribunal ad-hoc anulara el
laudo, a solicitud de cualquiera de las partes, la controversia podría someterse a
un nuevo arbitraje ante el CIADI, no teniendo las partes que discutir dicha con-
troversia en la vía judicial, salvo que difícilmente acuerden algo distinto.
Otra alternativa posible es evitar, pura y simplemente, que la parte perdedora
pueda impugnar el laudo en el país donde se ha dictado si dicho laudo debe eje-
cutarse en el extranjero. Es una solución que, para quienes la propugnan, traería
consigo un importante aumento de arbitrajes internacionales alejando para ello a
los tribunales de justicia en la revisión el laudo arbitral. Las justificaciones a la
negativa a que los Tribunales ordinarios de la sede procedan al control del laudo
son variadas y van desde los inconvenientes derivados del idioma, del procedi-

2042 F. Cantuarias Salaverry, “La motivación del laudo arbitral”, loc. cit. pp. 67-68.
2043 E. Barboza Beraún, “Reflexiones en torno al recurso de anulación de laudos”, Laudo (Pe-
rú), nº 3, 2003.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1063

miento judicial y de la aplicación de leyes extranjeras2044, hasta la insistencia en


asegurar a los operadores comerciales internacionales un proceso arbitral libre
de cualquier ingerencia interna2045. La opción, hoy por hoy, resulta muy discuti-
ble de conformidad con los postulados de la CNY, aunque cuenta con una co-
rriente jurisprudencial favorable a desconocer el resultado del control efectuado
por el Tribunal de la sede2046.
La reticencia al control de los Tribunales locales los laudos cuando estos de-
ban ejecutarse en un tercer Estado figura en la nueva LA Pe. Contrariamente a lo
dispuesto en el art. 196 de la antigua LGA (Decreto Ley nº 25935), conforme al
cual contra “un laudo arbitral internacional sólo procede imponer recurso de
anulación ante la Corte Superior del lugar de la sede del arbitraje” de acuerdo
con las causales previstas en la Ley, el art.126 de la nueva LGA de 1998 prevé la
posibilidad de renuncia al recurso de anulación al disponer que “Cuando ninguna
de las partes en el arbitraje sea de nacionalidad peruana o tenga su domicilio o
residencia habitual en el Perú, se podrá acordar expresamente en el convenio
arbitral o en un documento escrito posterior, la renuncia a interponer el recurso
de anulación o la limitación de dicho recurso a uno o más de las causales dis-
puestas en el art. 123”. El precepto añade que si se ha efectuado la renuncia pero
el laudo se pretende ejecutar en el Perú serán de aplicación las normas relativas
al exequátur de laudos arbitrales extranjeras”.

2. Causales de la anulación

A) Paralelismo entre la lista incorporada a la LMU y la del art. V CNY

793. En términos generales las modernas reglamentaciones han dejado de


asimilar los laudos a las decisiones judiciales en lo que concierne a las acciones
o de recursos contra los laudos, reduciendo los plazos, con frecuencia muy dila-
tados, para realizar la impugnación y las extensas listas de motivos que diferían
ampliamente de uno a otro ordenamiento jurídico2047. La razón de esta situación,
sobre la que se ha insistido y se insistirá en la presente obra, es la exclusión del
control del fondo del laudo y de su firmeza desde el momento en que se pronun-
cia. Al hilo de esto la LMU ha tenido la virtud de mejorar esa situación de parti-
cularismo legislativo que continúa siendo motivo de grave preocupación para los
operadores del arbitraje comercial. La primera medida de mejora consiste en
admitir solamente un tipo de recurso, con exclusión de cualesquiera otros esta-
2044 Aunque no ve posible esta opción, Vid. W.L. Craig, “Uses and Abuses of Appeal fron
Awards”, Arb. Int’l, vol. 4, nº 3, 1988, pp. 192-195.
2045 Cf. F.Cantuarias Salaverry, “Comentario acerca de algunas disposiciones sobre arbitraje in-

ternacional contenidas en la Ley General de Arbitraje”, Ius et Veritas, V, nº 8, 1994, pp. 73-74.
2046 Vid. infra, nos 877-880.
2047 Vid. en el sistema suizo J.F. Poudret, “Les voies de recours en matière d’arbitrage interna-

tional en Suisse selon le concordat et la nouvelle loi fédérale”, Rev. arb., 1988, pp. 595-628.
1064 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

blecidos en otra ley procesal del Estado de que se trate2048. La segunda medida
de perfeccionamiento introducido por esta disposición es el establecimiento de
una lista taxativa de motivos por los que el laudo puede ser anulado por el juez
nacional; en dicha lista cabe apreciar una huella de la tradicional distinción entre
vicios in iudicando y vicios in procedendo, pues aunque son éstos los que ocu-
pan un papel protagonista no cabe duda que la invocación al orden público in-
cluye, si bien con un carácter muy restringido, a los primeros. La anulación se
configura así como un juicio externo en el que la resolución a que da lugar de-
niega la impugnación o se limita a anular el laudo que ha infringido los supues-
tos legales de su configuración o el sometimiento del árbitro a los límites de lo
convenido, pero en ningún caso la decisión sustancial.
Al efecto el art. 34.2º LMU establece dos tipos de causales. Las primeras de-
ben ser probadas por la parte que interpone el recurso, a saber

“i) que una de las partes en el acuerdo de arbitraje a que se refiere el art. 7 estaba afectada
por alguna incapacidad, o que dicho acuerdo no es válido en virtud de la ley a que las partes lo
han sometido, o si nada se hubiera indicado a este respecto, en virtud de la ley de este Estado; o
ii) que no ha sido debidamente notificada de la designación de un árbitro o de las actuacio-
nes arbitrales o no ha podido, por cualquier otra razón, hacer valer sus derechos; o
iii) que el laudo se refiere a una controversia no prevista en el acuerdo de arbitraje o contie-
ne decisiones que exceden los términos del acuerdo de arbitraje; no obstante, si las disposicio-
nes del laudo que se refieren a las cuestiones sometidas al arbitraje pueden separarse de las que
no lo están, sólo se podrán anular estas últimas; o
iv) que la composición del tribunal arbitral o el procedimiento arbitral no se han ajustado al
acuerdo entre las partes, salvo que dicho acuerdo estuviera en conflicto con una disposición de
esta Ley de la que las partes no pudieran apartarse o, a falta de dicho acuerdo, que no se han
ajustado a esta Ley”.

El segundo bloque de causales produce efectos cuando el tribunal competente


para supervisar el laudo determine

“i) que, según la ley de este Estado, el objeto de la controversia no es susceptible de arbitra-
je; o
ii) que el laudo es contrario al orden público de este Estado”

Siguiendo los favorables resultados de la práctica internacional la lista de mo-


tivos de anulación establecida en la LMU se ha incorporado a la mayor parte de
las legislaciones de América Latina. Dicha lista es muy similar a la que figura el
art. V CNY: que las partes estén afectadas por alguna incapacidad para celebrar
el acuerdo de arbitraje o éste no sea válido; que no se haya notificado a una de
las partes la designación de un árbitro o las actuaciones arbitrales o que no haya
podido hacer valer sus derechos; que el laudo se refiera a cuestiones no someti-
das al arbitraje; que la composición del tribunal arbitral o el procedimiento arbi-

2048 Sobre la limitación de recursos en el ordenamiento francés, Ph. Fouchard, E. Gaillard y B.

Goldman, Traité de l’arbitrage..., op. cit., pp. 930 ss.


CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1065

tral no se hayan ajustado al acuerdo celebrado entre las partes, o en defecto de


tal acuerdo, a la Ley y que el objeto de la controversia no sea susceptible de
arbitraje o que el laudo sea contrario al orden público, supuesto que abarca tam-
bién el caso de desviaciones graves de los principios fundamentales de justicia
procesal2049. La involucración es claramente patente en la jurisprudencia urugua-
ya donde las causales de anulación previstas en el art. 499 sólo afectan al arbitra-
je interno. Alegada la nulidad de un laudo pronunciado en Chile en un arbitraje
internacional, entre otros motivos, por que no habían sido salvaguardadas las
garantías del debido proceso, la Sentencia nº 161/03 del Tribunal de Apelaciones
en lo Civil del Segundo Turno, de 18 de junio de 2003 (Enersis, S.A. y otros /
Pecom Energía, S.A. y otra) determinó que en el proceso si se habían ejercitado
los derechos de defensa por ambas partes; y, en tal sentido

“Tales conclusiones conllevan imperativa y necesariamente a establecer que el orden públi-


co internacional del Estado uruguayo (ni la regla verdaderamente internacional fijada en el tex-
to convencional aplicable...) no fue afectado en grado alguno y menos aún con las característi-
cas requeridas de grave y manifiesta violación requerida para en su caso amparar la pretensión
de nulidad que ocurre a postularse [...].
Uruguay como país sede del arbitraje dictado en el marco institucional de la Corte Interna-
cional de Arbitraje de la Cámara de Comercio Internacional conceptúa que se ha asegurado la
debida defensa de las partes y se ha respetado, sin la más mínima duda, su (el) orden público in-
ternacional en el decurso de toda actividad cumplida”.

794. Este paralelismo de los motivos de nulidad con los establecidos en el art.
V CNY para la denegación del reconocimiento y la ejecución ya se había adop-
tado en la CG 1961. A tenor de su art. 9, la decisión de un tribunal extranjero de
anular un laudo por un motivo distinto de los establecidos en su texto no consti-
tuirá una causa para denegar su ejecución, de acuerdo con lo previsto en el art. V
CNY. La LMU lleva ese principio algo más lejos y limita directamente los moti-
vos de nulidad.
Pese a esta coincidencia, se presentan algunas diferencias técnicas entre las
causales establecidas en la LMU y en el art. V CNY, pues no debe olvidarse que
este último texto está redactado para la ejecución de sentencias arbitrales extran-
jeras. En primer lugar, los motivos relacionados con el orden público, incluido el
hecho de que el objeto de la controversia no sea susceptible de arbitraje, pueden
diferir en cuanto al fondo, según el Estado de que se trate, por ejemplo el Estado
en el que se declara la nulidad o Estado de la ejecución. En segundo lugar, y lo
que es más significativo, los motivos para denegar el reconocimiento o la ejecu-
ción de un laudo sólo son válidos y eficaces en el Estado (o Estados) en los que
la parte vencedora pretenda su reconocimiento y ejecución, en tanto que los mo-
tivos de nulidad tienen repercusiones diferentes: la anulación de un laudo en el

2049 I. Fadlallah, “L’ordre public dans les sentences arbitrales”, loc. cit., 369-430.
1066 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

país en que haya sido dictado impide, prima facie2050, su ejecución en todos los
demás países, conforme al inciso e) del párrafo 1) del art. V CNY y al ap. v) del
inciso a) del párrafo 1) del art. 36 LMU. La anulación, de esta suerte, tiene con-
secuencias frente a todos. En el arbitraje comercial internacional existe, además,
una diferencia sustancial del contenido del control cuando se efectúa en la sede
de la anulación o cuando se hace en la sede del reconocimiento: el juez en el
primer caso posee una vocación de que su resolución sea susceptible de ejecu-
ción más allá de sus fronteras, en tanto que la función del juez del exequátur
tiene un cariz estrictamente nacional2051.

B) Regulación en los sistemas de América Latina

795. El control que el juez ejerce sobre el laudo arbitral en el recurso de anu-
lación es, en el fondo, una retrospectiva sobre la historia de un arbitraje. Crono-
lógicamente, la revisión comienza en el inicio mismo del proceso: el convenio
arbitral, la capacidad de las partes para celebrarlo y su puesta en marcha. Segui-
damente, se aprecia la regularidad del nombramiento del tribunal arbitral2052 y de
las notificaciones de demanda y reconvención, si la hubiere. A continuación, el
interés se centra en la adecuación a los principios esenciales que deben regir, en
todo caso, el procedimiento arbitral; señaladamente de los principios de igual-
dad, audiencia y contradicción, teniendo en cuenta que no toda infracción del
procedimiento arbitral es susceptible de entrañar la anulación del laudo, sino
únicamente aquella que implique contravención a los referidos principios. Poste-
riormente, la atención recae sobre el laudo arbitral ya dictado, que debe ser cohe-
rente con las peticiones planteadas por las partes; firme en el sentido expuesto de
no anulado ni recurrido2053 y no contrario al orden público. El otro aspecto en
que los árbitros encuentran una limitación es en lo referente al plazo con que
cuentan para dictar el laudo, toda vez que no pueden excederse del que las partes
hayan señalado en el acuerdo arbitral, o en su defecto el que determine el juez o
el que surja de las disposiciones legales supletorias. Bien entendido que la clasi-

2050 Vid. infra, nº 877.


2051 V. Cuartero Rubio, El recurso de anulación contra el laudo arbitral en el arbitraje comer-
cial internacional, Madrid, 1997, pp. 26 y 133-146.
2052 La Federal Arbitration Act de 1925 norteamericana, que es la lex arbitri federal de EE UU,

dicha norma establecía que un laudo puede ser anulado cuando exista ‘parcialidad evidente’ en un
árbitro”. Se cita como precedente más importante el caso de Commonwealth Coatings Corp. /
Continental Casualty Co. en el cual el Tribunal Supremo anuló un laudo en el cual el tercer árbi-
tro, escogido por los árbitros de parte, no divulgó la existencia de ciertos nexos con una de las
partes del arbitraje. De acuerdo con el Tribunal “cualquier duda acerca de la necesidad de divulgar
alguna circunstancia o nexo debe ser resuelta en favor de la revelación, por más endeble o cuestio-
nable que sea” (The United States Court of Appeals for the First Circuit, nº 14, 1968).
2053 Es la perspectiva del art. 34 LMU, que establece un control riguroso pero adaptado a la

realidad del arbitraje como procedimiento. Vid. en general, A. Broches, Commentary on the Un-
citral Model Law..., op. cit., pp. 234 ss.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1067

ficación de las causales en cada sistema posee el carácter de numerus clausus2054


y éstas deben ser interpretadas restrictivamente. Por esta razón los laudos sólo
podrán ser anulados en los casos expresamente previstos en cada concreto siste-
ma de arbitraje y cuando se intenta invocando una causa distinta a las taxativa-
mente previstas se está desconociendo el efecto de la cosa juzgada que cada
sistema confiere al laudo.
Así se refleja en el art. 34.1º LMU (art. 34.1º LA Cl, art. 1457 Ccom Mx), y
en la generalidad de las legislaciones de América Latina2055: “El recurso “... debe
fundamentarse y basarse exclusivamente en las causales señaladas en el siguiente
artículo” (art. 62 LA Bo); “Unicamente podrá ser declarado nulo el laudo cuan-
do...” (art. 67 LA Cr); “Las únicas causales del recurso de nulidad del laudo son
las siguientes...” (art. 68 LA Sv); “El laudo arbitral sólo podrá ser revisado...” (art.
43.2º LA Gt); “Las únicas causas de nulidad del laudo son las siguientes...” (art.
74 LA Ho); “El laudo arbitral sólo podrá ser anulado...” (art. 61 LA Ni); “Contra
el laudo arbitral sólo podrá interponerse el recurso de anulación, por los siguientes
motivos tasados” (art. 34 LA Pa); “Los laudos arbitrales sólo podrán ser anulados
cuando...” (art. 40 LA Py); “El laudo arbitral sólo podrá ser anulado por las causa-
les siguientes...” (art. 73 LA Pe -arbitraje interno-); “... sólo procede interponer
recurso de anulación (...) cuando la parte que interpone la petición pruebe...” (art.
123 LA Pe –arbitraje internacional–); y “El Tribunal Superior no admitirá el re-
curso de nulidad (...) cuando las causales no se correspondan con las señaladas
en esta Ley (art. 45 LA Ve). Los sistemas que se limitan a enumerar las cláusu-
las son una excepción: art. 32 LA Br, art. 163 LA Co, art. 31 LA Ec y art. 499
CGP Uy).
Dentro de la abundante jurisprudencia que existe en la materia cabe referirse,
entre otras muchas, a las siguientes decisiones: Sentencia de la Corte Suprema
de Justicia de Panamá, Sala Cuarta de Negocios Generales, de 22 de diciembre
de 2000 (Construcciones Universales, S.A. / Condor Enterprises, S.A.) “el recur-
so de anulación es un recurso extraordinario y como tal sólo se debe invocar
excepcionalmente en especiales circunstancias, taxativamente determinadas por
la ley”. Sentencia de la Corte Superior de Lima, Cuarta Sala Civil, Exp. 723-01,
de 18 de abril de 2002 (Texas Petroleum Co., Sucursal del Perú / Servicio Au-
tomotriz Sala Luis, S.A.): “... en vía de interpretación de la norma no es viable
crear nuevas causales de anulación, pues los dispositivos legales acotados lo
prohíben”. Sentencia de la Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia, de Cos-
ta Rica, de 5 de mayo de 2006 (Cantieri Costruzioni Cemento, S.P.A. / Instituto
Costarricense de Acueductos y Alcantarillados)

2054 Federal Court of Canada, Trial Division, de 7 de abril de 1988 (D. Frampton & Co. Ltd. /
Sylvio Thibeault and Navigation Harvey & Frères Inc.): “Cuando se solicita la anulación de un
laudo arbitral, el tribunal sólo está facultado para examinar el laudo sobre la base de las disposi-
ciones restrictivas del art. 34 de la Ley Modelo, que figuran en el Commercial arbitration Code...”.
2055 Vid., por todos, J. Cantuarias Salaverry, El arbitraje comercial..., op. cit., pp. 457-553.
1068 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

“... el cargo formulado no acusa una violación al debido proceso por lo que de seguido se indi-
ca. El alegato de la parte recurrente redunda en el fondo en un vicio de denegatoria de prueba
admisible. Para que este yerro tenga lugar, deben concurrir dos requisitos: uno, que la prueba
sea admisible según las leyes y, dos, que haya podido producir indefensión. Este vicio tiene
fundamento en un mal uso de los poderes del juzgador que en materia de prueba le confiere la
ley, por lo cual, solo incurre en el yerro la autoridad que arbitrariamente la desestima. (...). En
la especie, este tipo de vicio no forma parte del catálogo dispuesto por el canon 67 de la Ley
RAC, el que dispone, bajo un sistema numerus clausus, los motivos de nulidad que abren la
competencia de esta Sala, con lo cual, su examen le está vedado”

796. El fundamento de este numerus clausus reposa en el contenido rescisorio


que posee la acción de anulación; en consecuencia no puede establecerse de
manera abstracta el carácter rescisorio de la cosa juzgada inherente al laudo arbi-
tral, pues se crearía una inequívoca situación de inseguridad jurídica2056 Dicho
en otros términos, la impugnación del laudo pronunciado no puede basarse en
cualquier causa a la que, a criterio el recurrente, quepa anudar consecuencias
invalidatorias de lo actuado parajurisdiccionalmente, sino que habrá de descan-
sar de modo necesario en alguno de los supuestos que se ennumeran en cada Ley
de arbitraje. Por tanto, sólo podrán ser anulados en los casos expresamente pre-
vistos en la Ley cuando el recurso es presentado dentro del plazo establecido;
cuando este efecto se produce por causa distinta a las taxativamente previstas se
está desconociendo el efecto de la cosa juzgada que la Ley otorga al laudo arbi-
tral y la tutela judicial efectiva del beneficiado por él. De lo contrario, se vulne-
raría, además, el efecto de cosa juzgada del laudo, constitucionalmente recono-
cido. El derecho a la tutela judicial efectiva requiere que tanto las decisiones
judiciales firmes como los laudos se cumplan, no pudiendo los órganos judicia-
les dejar sin efecto estos o aquellas, fuera de los cauces taxativamente previstos
por las leyes de arbitraje. Ciertos sistemas, como el colombiano reconocen el
postulado expresado; según el art. 164.1º LA Co: “El Tribunal Superior rechaza-
rá de plano el recurso de anulación cuando aparezca manifiesto que su interposi-
ción es extemporánea o cuando las causales no corresponden a ninguna de las
señaladas en el artículo anterior”.
Desde otro punto de vista las causales que se repiten en la generalidad de las
leyes de arbitraje pueden clasificarse en dos grupos: de un lado, los que se vincu-
lar directamente al contenido del convenio de arbitral –inexistencia o invalidez
del convenio e inarbitrabilidad de la materia litigiosa resuelta por los árbitros–; y
de otro lado, los que suponen una infracción de las reglas esenciales del proce-
dimiento arbitral-indebida notificación de la designación de un árbitro o de las
actuaciones arbitrales, resolución por los árbitros de cuestiones no sometidas a

2056 S. Barona Vilar, “Art. 41”, en S. Barona Vilar, coord., Comentarios a la Ley de arbitraje...,

op. cit., p. 1.366.


CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1069

su decisión, designación de los árbitros o desarrollo del procedimiento arbitral


sin ajustarse al acuerdo de las partes o, en su defecto, a la Ley.

3. Estudio individualizado de las causales

A) Convenio arbitral inexistente o inválido

797. Hemos hecho referencia con reiteración a que el arbitraje descansa en la


autonomía de las partes y que dicha autonomía se plasma en el convenio arbitral,
que constituye el instrumento más evidente de su canalización2057. De aquí se
sigue que si la parte que interpone la acción de anulación prueba que tal conve-
nio nunca existió o que es inválido conseguirla la anulación del laudo. En el
primer caso, debe demostrar que el convenio carece de alguno de los presupues-
tos necesarios que determinan su existencia no siendo de recibo alegaciones tales
como que desconocía la existencia de él por insertarse en un contrato tipo; en el
segundo caso es menester que acredite la existencia de determinados vicios en el
convenio arbitral que justifican una medida sancionadora de tamaña trascenden-
cia. La acreditación de los extremos anteriores está sujeta en principio a un lími-
te temporal toda vez que el art. 4 LMU y las leyes que incorporan este precepto
regula la renuncia al derecho a objetar si la parte prosigue el arbitraje conocien-
do que no se ha cumplido algún requisito del acuerdo de arbitraje y “no exprese
su objeción a tal incumplimiento sin demora injustificada”.
El tenor del art. 34.2.a.i LMU exige que la parte que interpone la nulidad del
laudo pruebe “que una de las partes en el acuerdo de arbitraje (...) estaba afecta-
da por alguna incapacidad, o que dicho acuerdo no es válido en virtud de la ley a
que las partes lo han sometido, o si nada se hubiera indicado a este respecto, en
virtud de la ley de este Estado”. Se reproduce en: art. 34.2.a.i LA Cl, art.
43.2.a.ii LA Gt, art. 92.1º a y b LA Hn, art. 1457.1.a Ccom Mx, art. 61.2.1.a LA
Ni, art. 41.1.a) LA Pa y art. 46.a.1 LA Py. Otros sistemas introducen variantes
en la configuración de esta causal: art. 63.II.1 LA Bo (“Existencia de los casos
de nulidad o anulabilidad del convenio arbitral, conforme a las normas del Códi-
go civil”), art. 163.1º LA Co (“La nulidad absoluta del pacto arbitral proveniente
de objeto o causa lícita”), art. 68.1º LA Sv (“La nulidad absoluta del convenio
arbitral proveniente de objeto o causa ilícitos”), art. 73.1º LA Pe (“La nulidad
del convenio arbitral, siempre que quien lo pida lo hubiese reclamado conforme
al art. 39 [facultad de los árbitros para decidir acerca de su competencia]”) y art.
44 a) LA Ve (“Cuando la parte contra la cual se invoca demuestre que una de las
partes estaba afectada por alguna incapacidad al momento de celebrarse el
acuerdo de arbitraje”).

2057 E. Artuch Iriberri, El convenio arbitral..., op. cit., p. 98.


1070 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

La inexistencia del convenio arbitral se refiere a aquellos supuestos en los que


falta alguno de los elementos esenciales de todo contrato: consentimiento, objeto
y causa. Aunque el convenio arbitral reúna los requisitos formales de todo nego-
cio jurídico, no será válido si resulta contrario a una norma legal imperativa o de
orden público, traspase los límites de la autonomía privada, esté viciado de causa
ilícita, ha sido suscrito por personas físicas que no gozan de capacidad suficiente
para suscribir el convenio arbitral o éste último haya sido otorgado por represen-
tante que carezca del debido poder2058. Asimismo, deberá verificarse la capaci-
dad o incapacidad de las partes para suscribir el convenio y los vicios del con-
sentimiento 2059.

798. Precisamente sobre el alcance del poder del representante debemos refe-
rirnos a un importante asunto considerado por la jurisprudencia venezolana: la
Sentencia de Tribunal Supremo de Justicia, Sala Político Administrativa, de 4 de
abril de 2006 (Elettronica Industriale S.P.A. / Venezolana de Televisión, C.A.)
que suscitó un problema recurrente en las acciones de anulación: si los adminis-
tradores de una sociedad son órganos de la misma a través de los cuales fluye
directamente la capacidad de las mismas, o si deben ser considerados unos sim-
ples mandatarios sometidos en cuanto a la representación del mandante a los
términos previstos para ellos en el Cc y el Ccom. En el presente asunto el Tribu-
nal Supremo utilizó la teoría del mandato con el objeto de requerir, para la vali-
dez de una cláusula compromisoria, que la persona física que hubiese suscrito
dicha cláusula en representación de otra persona natural o jurídica, bien fuese
como órgano de la persona jurídica o bien como mandatario, debía tener faculta-
des expresas para comprometer a la entidad a un procedimiento arbitral. En opi-
nión de este órgano jurisdiccional no es suficiente para comprometer a un juicio
de árbitros que la Asamblea General de la Sociedad haya aprobado de manera
general el contrato que contiene la cláusula arbitral, sino que tendría que aludir
de manera expresa al conferimiento de la facultad de suscribir la cláusula com-
promisoria. De acuerdo con esta decisión
“… debe entenderse que si el Presidente está autorizado sólo para suscribir contratos para el
normal desenvolvimiento de la empresa, hasta por siete millones de bolívares, luego no puede
estarlo para suscribir contratos que excedan de la gestión normal de los negocios; en este caso,
no podía él sólo firmar un contrato de estas características, cuyo monto es de veinte millones de
dólares de los Estados Unidos de América (US $ 20.000.000,00).
En tal sentido debe concluirse, que si le está prohibido al Presidente suscribir contratos por
encima de siete millones de bolívares (Bs. 7.000.000,00) porque se entiende que se trata de
contratos que no son de la gestión normal de la empresa, con mayor razón estará prohibida la

2058 A. Bullard González, “Buscándole tres pies al gato: las facultades del gerente general para
someter a la sociedad a arbitraje”, Estudios de Derecho societario: libro homenaje a Enrique Elías
Laroza, Trujillo (Perú), 2005.
2059 P. Devaud, “La convention d’arbitrage signée par le représentant sans pouvoirs”, loc. cit.,

pp. 2-21.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1071

suscripción de cláusulas compromisorias que no son necesarias para la gestión normal de la


empresa y mucho menos suscribirlas en contratos que exceden el monto fijado por el órgano
superior, Asamblea de Accionistas, para la referida gestión normal.
Observa la Sala igualmente, una errónea aplicación del argumento a contrario, ya que los ár-
bitros sostienen que como no está prohibida la suscripción de cláusulas arbitrales, por argumen-
to a contrario, está permitida mientras la Ley o el estatuto no establezca algo diferente, y como
la ley o los estatutos no establecen nada al respecto, entonces podía hacerlo el Presidente de
manera individual.
Con respecto a ello conviene señalar, que en estos casos no puede aplicarse el argumento a
contrario de manera tal que conduzca a interpretaciones literales o restrictivas, ya que, además
de la ley y los estatutos, debe tomarse en cuenta si el comprometer en árbitros es una actividad
necesaria que puede realizar la Junta Directiva o sólo el Presidente para la gestión normal de la
empresa.
Por otra parte, los árbitros en el desarrollo del argumento incurren en una contradicción, la
cual consiste en lo siguiente: los árbitros sostienen que los administradores no son mandatarios
de la empresa y que en tal sentido no puede enumerarse las facultades, porque ellos al ser órga-
nos pueden hacer todo aquello relacionado con el objeto social, y como dentro de las prohibi-
ciones no están enumeradas las cláusulas arbitrales entonces podían suscribirla; por otra parte,
parecieran afirmar que deben enumerarse las prohibiciones, y que como dentro de las prohibi-
ciones del Presidente no se enumeró el suscribir las cláusulas arbitrales, el Presidente indivi-
dualmente podía hacerlo.
Luego, si el argumento para rechazar la teoría del mandato es que no puede caerse en un ca-
suismo en el primer supuesto, tampoco debe aplicarse dicho casuismo al caso de las prohibicio-
nes a fin de sostener la teoría del órgano, especialmente en empresas como VTV cuyo régimen
preponderante de Derecho Público es evidente, lo cual quedo demostrado de las pruebas de au-
tos”.

Con tal razonamiento cabe considerar que nunca se de por sentado que los admi-
nistradores de una empresa o cualquier otra persona jurídica pueden suscribir
validamente una cláusula de arbitraje por el simple hecho de que el contrato que
contiene dicha cláusula haya sido autorizado por otros órganos.

799. La verificación de los presupuestos anteriores determinan que el conve-


nio arbitral nunca ha existido; sin embargo, si alguno de ellos se encuentra vi-
ciado nos hallamos ante un convenio no válido. La validez del laudo requiere la
validez del convenio arbitral, por lo que este podrá ser anulado cuando la parte
que la solicite alegue y pruebe que el convenio arbitral o no es válido lo cual es
congruente con la referida la autonomía de la voluntad de las partes, plasmada
en el convenio arbitral, que es el pilar fundamental del arbitraje y la fuente de la
jurisdicción de los árbitros. En la determinación de la validez deben tenerse en
cuenta de manera separada los elementos subjetivos, objetivos y formales del
convenio arbitral. En el primer caso, es conveniente considerar que junto a la
firma de las partes del convenio o el empleo de determinadas fórmulas tipo ocu-
pa un lugar prioritario la prueba de la voluntad inequívoca de las partes de some-
ter la controversia a arbitraje2060; asimismo cabría valorar aquí los supuestos de
error, dolo o intimidación y los convenios pactados en contratos de adhesión. En

2060 Vid. supra, nos 418-419.


1072 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

el segundo, que la materia objeto del convenio sea arbitrable, lo que nos conduce
a la determinación de esta materia tan compleja2061; esto es, el control se extien-
de a que los árbitros hayan resuelto sobre cuestiones no susceptibles de arbitraje.
En el tercero, la nota dominante es el antiformalismo, toda vez que la voluntad
de las partes se superpone a los requisitos de forma, pero no debe olvidarse que
algunos ordenamientos no mantienen por entero esta línea de suerte que la au-
sencia de algún requisito formal puede invalidar la eficacia misma del convenio.

B) Ausencia de notificación de la designación del árbitro o de las actuaciones


arbitrales

800. El art. 34.2º.a).ii) LMU dispone que procede la anulación del laudo arbi-
tral, cuando la parte que interpone la petición pruebe que “... no ha sido debida-
mente notificada de la designación de un árbitro o de las actuaciones arbitrales o
no ha podido, por cualquier razón, hacer valer sus derechos...”. En la misma
línea se pronuncian no sólo los preceptos de los sistemas que han incorporado la
LMU, sino otros muchos: art. 34.2.a.ii LA Cl, art. 42.2.a.iii LA Gt, art. 92.1º c)
LA Hn, art. 1457.I.b) Ccom Mx, art. 61.1.b LA Ni, art. 41.1º.b) LA Pa, art. 73.2º
LA Pe, art.40.a.2 LA Py y art. 44. b) LA Ve. Y con redacciones más o menos
similares: art. 63.II.2 LA Bo (“Falta de notificación con la designación de un
árbitro o con las actuaciones arbitrales”), art. 163.3º LA Co (“No haberse hecho
las notificaciones en la forma prevista en este decreto, salvo que la actuación
procesal se deduzca que el interesado conoció o debió conocer la providencia”),
art. 31 a) LA Ec (“No se haya citado legalmente con la demanda y el juicio se ha
seguido y terminado en rebeldía. Será preciso que la falta de citación haya impe-
dido que el demandado deduzca sus excepciones o haga valer sus derechos y,
además, que el demandado reclame por tal omisión al tiempo de intervenir en la
controversia”) y art. 68.3º LA Sv (“No haberse hecho las notificaciones en la
forma prevista en esta ley, salvo que de la actuación procesal se deduzca que el
interesado conoció o debió conocer la providencia”).
Esta es una causal tiene por objeto la salvaguardia del debido proceso y el de-
recho de defensa de las partes. Respecto a la ley que establecerá los criterios
mínimos que deberán ser observados para apreciar la violación de las reglas del
debido proceso, deberá estarse, en principio, a la lex fori si se trata de arbitrajes
internos y a la ley elegida por las partes o los del lugar donde se dictó el laudo
arbitral, si se trata de un arbitraje internacional. Se dedica, pues, una previsión
separada y específica a los problemas o irregularidades de las notificaciones
confiriendo una amplia formulación a la indefensión (“por cualquier otra razón”)
como motivo de anulación del laudo.

2061 Vid. supra, nos 620 ss.


CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1073

Pero, en cualquier caso, para que el precepto despliegue su eficacia es menes-


ter que se pruebe de manera fehaciente, que no se ha notificado la instalación de
un tribunal arbitral o no se ha dado oportunidad para ejercer adecuadamente el
derecho de defensa y ello porque que lo que se garantiza con esta causal no es la
protección de un interés de carácter procedimental, sino la de ciertos derechos
subjetivos constitucionales, cuyo contenido mínimo o esencial es inviolable en
cualquier ámbito jurídico. La notificación de la designación de un árbitro permi-
te a las partes poner en marcha el oportuno procedimiento de recusación
La práctica pone de relieve, además, que no toda situación de rebeldía puede
ser causa de indefensión, terreno que nos conduce al de la “rebeldía estratégica”
que en ningún caso deberá ser admitida por el tribunal que realiza el control del
laudo.

C) Violación por los árbitros de reglas de procedimiento y perjuicio manifies-


to de los derechos de defensa

801. Al lado de la cuestión de la notificación deficiente se halla la acredita-


ción por parte de quien pretende la anulación del laudo de que los árbitros han
vulnerado los principios esenciales de audiencia, contradicción e igualdad de las
partes; esto es que se ha producido indefensión privándose a la parte de la posi-
bilidad para realizar alegaciones o proponer pruebas. De acuerdo con la Senten-
cia de la Corte Suprema de Justicia de Panamá, Sala Cuarta de Negocios Gene-
rales, 29 de junio de 2001 (Central de Fianzas, S.A. / Bridgefarmer Panamá,
S.A.), nos hallamos ante una figura que tiene un carácter instrumental

“.... en virtud de la cual debe asegurarse a las partes en todo proceso legalmente establecido,
que se desarrolle sin dilaciones injustificadas; oportunidad razonable de ser oídas por un tribu-
nal competente; de pronunciarse respecto de las pretensiones y manifestaciones de la parte con-
traria; de aportar pruebas lícitas relacionadas con el objeto del proceso y de contradecir las de la
contraparte; de modo que los sujetos procesales puedan defender efectivamente sus derechos”.

Como hemos visto, muchas legislaciones incluyen esta causal junto a la ante-
rior pero existen otras que resaltan su autonomía: art. 63.II.3 LA Bo, art. 32.VIII
LA Br (refiriéndose al necesario respeto de los principios de contradicción y de
igualdad de las partes), art. 163.4º LA Co (“Cuando sin fundamento legal se
dejaren de decretar pruebas oportunamente solicitadas o se hayan dejado de
practicar las diligencias necesarias para evacuarlas, siempre que tales omisiones
tengan incidencia en la decisión y el interesado las hubiera reclamado en la for-
ma y tiempo debidos”), art. 31 c) LA Ec (“Cuando no se hubiere convocado, no
se hubiere notificado la convocatoria, luego de convocada no se hubiere practi-
cado las pruebas, a pesar de la existencia de hechos que deban justificarse”), art.
68.4º LA Sv (“Cuando sin fundamento legal se dejaren de decretar pruebas opor-
tunamente solicitadas o se hayan dejado de practicar las diligencias necesarias
1074 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

para evacuarlas, siempre que tales omisiones tengan incidencia en la decisión y


el interesado las hubiere reclamado en la forma y tiempo debidos, salvo el caso
contemplado en el art. 55 inciso quinto de esta ley [posibilidad de los árbitros de
prescindir motivadamente de pruebas no evacuadas]”), texto reproducido en el
art. 74.4º LA Hn y art. 499.4º CGP Uy (“Por haberse negado a los árbitros a
recibir alguna prueba esencial y determinante”).
La impugnación examinada precisa la demostración, también de manera
inequívoca que los árbitros han cometido un flagrante abuso de sus prerrogati-
vas: no admitir la presentación de una determinada prueba, elegir un idioma
desconocido por una de las partes o por ambas y que no sea en del lugar donde
se desarrollan las actuaciones arbitrales, impedir a una de las partes efectuar
determinadas contra-alegaciones, no conceder a las partes un cauce adecuado
para ser oídas y presentar las pruebas pertinentes, etc... Por ejemplo, el hecho de
que no se haya practicado una determinada diligencia probatoria no entraña, en
si mismo, una violación del derecho a la prueba. De acuerdo con la Sentencia de
la Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica, de 2 de octubre
de 2002 (Incisa Compañía Constructora, S.A. / Instituto Tecnológico de Costa
Rica), “la nulidad por violación al debido proceso exige exponer y probar la
existencia de una irregularidad formal tan grave que haya afectado seriamente
los derechos de petición, contradicción y defensa de la parte afectada con ella”;
o, como consideró la Sentencia de la misma Sala, nº 616-F-2005, de 25 de agos-
to de 2005 (Alterra Partners Costa Rica, S.A. / Consejo Técnico de Aviación Ci-
vil). “la incorrección procesal debe llegar al extremo de provocarle a la parte que
la invoca, una situación perjudicial generada por el yerro”. Y en ello abunda la
Sentencia de la Corte Suprema de Justicia de Panamá, Sala Cuarta de Negocios
Generales, de 6 de enero de 2003 (Spur Enterprises, Inc. / Cable & Wireless
Panamá, S.A.),al considerar que: “la violación de garantías constitucionales del
debido proceso e inadmisibilidad de pruebas, únicamente pueden alegarse en
circunstancias específicas en las que el procedimiento no se cumple a cabalidad
y según los parámetros procesales establecidos, al punto de impedirle a una de
las partes la oportunidad de probar y contraprobar con clara violación a su dere-
cho de defensa”; y también lo confirma la Sentencia de la Corte Superior de
Lima, Segunda Sala Civil, Exp. 265-2003, de 2 de agosto de 2004 (Mota &
Compahia, S.A., Transportes Lei, S.A. y Engil Sociedade de Construçao Civil,
S.A. / T & T Ingeniería y Construcción, S.A y otro) que, refiriéndose a la causal
que estamos examinando, inserta en el art. 73.2º LA Pe, afirmó que “solamente
puede ampararse una demanda de nulidad de laudo sosteniéndose en esta causal
cuando existe una evidente vulneración del derecho de defensa de la actora que
haya impedido una defensa adecuada”.

802. Para que se de tal circunstancia la prueba tiene que haber sido previa-
mente pedida por una de las partes, pues el derecho a servirse de la prueba, no es
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1075

ilimitado, y sólo puede plantearse en el seno de un procedimiento arbitral ya


iniciado en los momentos procesales pertinentes. Por eso no resulta procedente
la acción de nulidad si la parte que la reclama no solicitó en su día su correspon-
diente práctica: en fase de anulación no puede alegar que la falta de práctica de
esa prueba de causa indefensión, pues si en un primer momento consideró que
no se trataba de una prueba necesaria o pertinente, no puede ahora volverse so-
bre el planteamiento inicial y reclamar su pertinencia. Y tampoco atenta contra
en principio de contradicción el rechazo por el tribunal arbitral de pruebas im-
pertinentes y desvinculadas de las cuestiones objeto de la concreta controversia.
Hemos tenido ocasión de poner de relieve al estudiar el procedimiento arbitral
que la autonomía de la voluntad permite a las partes convenir libremente el pro-
cedimiento al que se han de ajustar los árbitros en sus actuaciones. Es cierto que
las Leyes de arbitraje acostumbran a precisar una serie de normas de procedi-
miento de contenido dispositivo, pero en ocasiones fijan reglas imperativas que
deben ser observadas por las partes y el tribunal arbitral prescindiendo del
acuerdo que hayan adoptado las partes sobre las mismas. Por esa razón, y de
manera correlativa, la eficacia de la acción de anulación contra el laudo implica
necesariamente que se hayan infringido las referidas reglas, con independencia
de que se haya respetado escrupulosamente las reglas de procedimiento acorda-
das por las partes. Recuérdese al efecto la Sentencia de la Quinta Sala Civil de la
Corte Superior de Lima, de 26 de agosto de 2002 que declaró no haber lugar a la
anulación de un laudo arbitral por considerar que ambas partes habían sido noti-
ficadas simultáneamente de la resolución del tribunal arbitral que estableció las
reglas del respectivo procedimiento, sin merecer observación alguna por parte de
las aseguradoras, se concluye que estas estuvieron plenamente de acuerdo con el
trámite a seguir2062. Del mismo tenor es la decisión de la Sala Cuarta Sala Civil
del mismo órgano jurisdiccional, de 30 de abril de 2002 (Noranda Explotación
Perú, S.A. / Minas Solimana, S.A.) rechazó una solicitud de anulación sustentada
en que se habían violado los derechos de defensa y el derecho al debido proceso
pues el árbitro había prescindido de oficio a una pericia contable y ello porque el
solicitante no había efectuado en su momento su reclamación contra tal proce-
der.

D) Exceso o defecto en la resolución de la materia sometida a arbitraje

803. Frente a la función judicial, el árbitro está limitado en la tarea de resolver


el litigio a lo solicitado por las partes: las pretensiones que deben resolverse en
el laudo han de coincidir plenamente con las que se suscitaron originariamente
por las partes y se discutieron a lo largo del procedimiento arbitral2063. Se exige

2062Vid. supra, nº 496.


2063T. Giovannini, “Qui contrôle les pouvoirs des arbitres: les parties, l'arbitre ou la Cour d'ar-
bitrage?”, Les arbitres internationaux, op. cit., pp. 135-144.
1076 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

al árbitro el cumplimiento del postulado de congruencia, directamente derivado


del principio dispositivo, según el cual el contenido del laudo deberá responder
directamente a los puntos controvertidos y admitidos en el proceso o, si se quie-
re, la necesaria identidad entre lo solicitado y debatido y lo que se resuelva en el
proceso2064. El laudo es congruente cuando se ajusta a las pretensiones de las
partes, tanto del actor como del demandado, independientemente de si es acerta-
do o erróneo; por esta razón el árbitro no podrá extralimitarse en su poder de
juzgar, tanto por exceso como por defecto.
Conforme al art. 34.2.a.iii LMU (art. 34.2.a.iii LA Cl, art. 43.2.a.iv LA Gt, art.
1457.I.c Ccom Mx, art. 61.2.1.c LA Ni y art. 40.2.a.3 LA Py) procede la anula-
ción del laudo si éste “... se refiere a una diferencia no prevista en el compromi-
so o no comprendida en las disposiciones de la cláusula compromisario, o con-
tiene decisiones que exceden de los términos del compromiso o de la cláusula
compromisoria”. Similar contenido se adopta en otros sistemas: art. 63.II.4 LA
Bo (“Referencia del laudo a una controversia no prevista en el convenio arbitral
o inclusión en el mismo de decisiones y materias que excedan el referido conve-
nio”), art. 32.IV y V LA Br (“for proferida fora dos limites da convenção de
arbitragem” y “não decidir todo o litigio submetido à arbitragem”), art. 163.7º,
8º y 9º LA Co (“Contener la parte resolutiva del laudo errores aritméticos o dis-
posiciones contradictorias, siempre que se hayan alegado oportunamente ante el
tribunal de arbitramento”; “Haberse recaído el laudo sobre puntos no sujetos a la
decisión de los árbitros o haberse concedido más de lo pedido” y “No haberse
decidido sobre cuestiones sujetas a arbitramento”), art. 67.b y c LA Cr (“Se haya
omitido pronunciamiento sobre asuntos sometidos al arbitraje, sin cuya resolu-
ción resulte imposible la eficacia y validez de lo resuelto” y “Se haya resuelto
sobre asuntos no sometidos a arbitraje”), art. 31.d) LA Ec (“El laudo se refiera a
cuestiones no sometidas al arbitraje o conceda más allá de lo reclamado”), art.
68.7º, 8º y 9º LA Sv (“Contener la parte resolutiva del laudo errores aritmeticos
o disposiciones contradictorias, siempre que se hayan alegado oportunamente
ante el tribunal arbitral y no hubieren sido corregidas”, “Haberse recaído el lau-
do sobre puntos no sujetos a la decisión de los árbitros o haberse concedido más
de lo pedido” y “No haberse decidido sobre cuestiones sujetas al arbitramento”),
texto reproducido en el art. 74, 7º, 8º y 9º LA Hn, art. 41.1º c) LA Pa (“Que el
laudo se refiere a una controversia no prevista en el convenio arbitral o no com-
prendidas en las disposiciones de la cláusula compromisoria, o contiene decisio-
nes que exceden de los términos del compromiso o de la cláusula compromiso-
ria”), art. 73.6º LA Pe (“Que se ha laudado sobre materias no sometidas expresa
o implícitamente a la decisión de los árbitros”), art. 499.2º y 3º CGP Uy (“Por
haberse expedido sobre puntos no comprometidos” y “Por no haberse expedido
sobre puntos comprometidos”) y art. 44.d) LA Ve (“Cuando el laudo se refiera a

2064 M.J. Molina Caballero, La congruencia en los laudos arbitrales, Málaga, 2002.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1077

una controversia no prevista en el acuerdo de arbitraje, o contiene decisiones que


exceden del acuerdo mismo”).
Para evaluar la existencia de incongruencia debe estarse a lo que las partes de-
terminaron en el momento de pactar el arbitraje. Esta causal amerita un trata-
miento especial en función de la frecuencia con la que es alegada por quienes
pretenden la anulación del laudo; y ello porque es una puerta abierta para que los
Tribunales de justicia penetren en algo cuyo conocimiento tienen vedado: la
revisión del fondo del asunto. Debe dejarse por tanto bien sentado que el ámbito
de la causal debe ceñirse, estrictamente, al eventual exceso del laudo respecto de
lo solicitado por las partes y jamás puede extenderse a corregir las posibles defi-
ciencias u omisiones cometidas por los árbitros en su pronunciamiento2065. Así lo
puso de relieve la Corte Superior de Justicia de Lima, Sala Quinta Civil (Exp.
462-2002) de 16 de septiembre de 2002 al determinar que “no es función de este
órgano jurisdiccional entrar en el fondo de la controversia, según lo dispone el
art. 61 de la LGA”2066.

804. El requisito de la congruencia presenta dos exigencias: la exhaustividad


en el pronunciamiento, cuya infracción da lugar a la incongruencia por omisión
de pronunciamiento y el deber de no exceder en el pronunciamiento de los lími-
tes que derivan de la pretensión procesal y de otras peticiones y alegaciones de
las partes. La congruencia sujeta la decisión del árbitro sobre los hechos contro-
vertidos por las partes sin omitir pronunciarse sobre alguno de ellos, lo que da
lugar a la incongruencia negativa; ello implica que el árbitro no puede obviar
pronunciarse sobre aspectos infra petita pues, como otra derivación de la con-
gruencia se encuentra el principio de la exhaustividad, esto es, la prohibición de
omitir decisión sobre ninguno de los pedimentos formulados por las partes. Por
esta razón un laudo incurre en incongruencia negativa, cuando el árbitro omite el
debido pronunciamiento sobre alguno de los términos del problema sometido a
su juicio y, más concretamente, cuando deja de resolver sobre algo pedido u
excepcionado (citra petita). Dicha incongruencia, también denominada omisiva,
se produce, cabe abundar en ello, cuando el árbitro deja sin contestar alguna de
las pretensiones sometidas a su consideración por las partes en momento proce-
sal oportuno o sobre términos esenciales en que aparezca planteado el debate
procesal, siempre que su silencio no pueda razonablemente interpretarse como
una desestimación tácita, cuya motivación pueda inducirse del conjunto de los
razonamientos contenidos en la resolución. El vicio de incongruencia negativa se
configura cuando el árbitro omite pronunciarse respecto a los presupuestos de
hecho que forman el problema judicial debatido, conforme con los términos en
que se explanó la pretensión y la contradicción. La incongruencia omisiva, ade-

2065Cf. W.W. Park, “Judicial Controls…”, loc. cit., p. 251.


2066F. Cantuarias Salaverry, “Anulación de un laudo arbitral por la causal de exceso en la reso-
lución de la materia sometida a arbitraje”, Ius et Veritas, XV, nº 30, 2005, pp. 205.
1078 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

más de consistir en una falta de respuesta de las pretensiones de las partes, está
relacionada, por extensión, con el derecho a una motivación razonada y suficien-
te de dichas resoluciones, pudiendo por tanto suponer una vulneración del dere-
cho a la tutela judicial efectiva, por cuanto entre las exigencias de este derecho
se encuentra la de dar una respuesta motivada y fundada de las cuestiones susci-
tadas por las partes durante el proceso, y cuando dicha respuesta no se produce
puede provocarse la indefensión de la parte afectada.

805. Por el contrario al árbitro no le es dable entrar a juzgar sobre otras pre-
tensiones ultra petita. La causal que estamos examinando insiste en estos extre-
mos desde la perspectiva de una eventual anulación del laudo. Para determinar el
laudo es nulo por incongruencia ultra petita, debe establecerse si se acordó en él
más de lo que las partes pidieron o, con otras palabras, que los árbitros se pro-
nunciaron sobre aspectos no previstos en la demanda. Como es obvio, la refe-
rencia obligada es el convenio arbitral, en el cual debe constar claramente los
asuntos sometidos a arbitraje y sobre los cuales han de decidir los árbitros, o sea,
la identidad jurídica entre lo resuelto y las pretensiones. La Sentencia de la
Sala Primera de la Corte Suprema de Costa Rica, de 19 de enero de 2001 es
muy ilustrativa a este respecto:

“Los árbitros deben pronunciarse sobre todos y sólo sobre los asuntos sometidos al arbitraje,
debiendo existir coincidencia entre la controversia y lo laudado. Para acreditar la extralimita-
ción de los árbitros se debe llevar a cabo un proceso comparativo entre los términos del com-
promiso y los pronunciamientos de la parte dispositiva del laudo, aceptándose generalmente,
una interpretación amplia de las cláusulas de compromiso arbitral. Por regla general, la incon-
gruencia arbitral ha de ser alegada por la parte, porque no opera la anulación oficiosa. La extra-
limitación en la resolución no produce necesariamente la nulidad de todo el laudo, pudiendo
declararse parcialmente nulo si los puntos no sometidos a la decisión arbitral tienen sustantivi-
dad propia y no están ligados indisolublemente al asunto principal, de lo contrario, si estuvieran
intrínsecamente ligados a la cuestión principal, el laudo sería totalmente nulo. También opera la
nulidad de todo el laudo si la relación entre los asuntos decididos y los no sometidos a arbitraje
hacen imposible la conservación del laudo. En cuanto a la nulidad de las cuestiones accesorias,
procede cuando la nulidad sea declarada respecto de lo principal. Si, por el contrario, los puntos
no sometidos vician aspectos secundarios, se puede declarar la nulidad parcial”.

Por su parte, la Sentencia de la misma Sala de 29 de octubre de 2003 afir-


mó que:

“La incongruencia estriba en la falta de relación entre lo pedido por las partes, no a lo largo
del proceso, sino en sus escritos de demanda o contrademanda como en sus respectivas contes-
taciones, y lo resuelto en el fallo ; no porque en éste se decida algo diferente a lo querido por
los litigantes, sino porque se omite pronunciamiento sobre algún extremo sometido a debate, o
se otorga más de lo pedido, o porque lo resuelto no guarda correspondencia con lo pedido, o
porque contiene disposiciones contradictorias”
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1079

Por último, el mismo órgano jurisdiccional, de 23 de diciembre de 2005


(Aterra Partners Costa Rica, S.A. / Consejo Técnico de Aviación Civil) redon-
deó esta cuestión al mantener que

“... se impone el deber ineludible de justificar de forma razonable la decisión adoptada. La omi-
sión de estas exigencias produce indefensión a las partes, de cara al ejercicio de sus derechos de
defensa y contradictorio, lo que devendría atentatorio del debido proceso y con ello, un laudo
que presente estas irregularidades, podría ser declarado nulo. En este sentido, este detalle es
elemental, dentro del debido proceso, ya que solamente conociendo las causas que motivaron la
decisión, podrán atacarse esos criterios de forma debida; caso contrario, se coloca a las partes
en limbo de incerteza e incertidumbre, en el que se desconoce la razón para llegar al criterio fi-
nal, lo que lesiona de forma directa sus derechos dentro del proceso. Así visto, la expresión de
razones no es suficiente para cumplir con el deber de motivación, es necesario que se haga un
análisis particular del caso, estableciendo los motivos que en la situación particular, llevaron a
adoptar el criterio contenido en el laudo. Lo contrario deja a las partes en estado de indefensión,
y en la imposibilidad de saber las razones del laudo, cercenando de manera relativa su derecho
de recurrir”.

Muchas veces el deslinde no resulta una tarea fácil existiendo situaciones en


las que el árbitro no tiene otro remedio que pronunciarse sobre cuestiones acce-
sorias al objeto del litigio y esta circunstancia no tiene por qué entrañar un exce-
so de poder que conduzca a la anulación de lo actuado; es cierto que, como se ha
apuntado, el deber de congruencia en el arbitraje exige la armonía entre el fallo
dictado y las pretensiones de las partes, pero no lo es menos que dicha armonía
no implica necesariamente una sumisión a la literalidad de lo suplicado, pues,
dicho esto, lo que subyace a la idea de congruencia es la prohibición por parte
del tercero llamado a resolver el litigio de alterar los términos del debate proce-
sal, sustrayendo a las partes el verdadero debate contradictorio propuesto por
ellas, con merma de sus posibilidades y derecho de defensa. La evidencia de tal
dificultad se percibe con nitidez en el pronunciamiento de los árbitros acerca de
los intereses de demora en los supuestos de incumplimiento contractual cuando
tal extremo no está previsto en el convenio arbitral2067, o cuando los árbitros han
de pronunciarse acerca de un mecanismo de fijación de precios2068. Por eso el
deber del árbitro debe centrarse en hacer todo lo posible por respectar lo acorda-
do por las partes y la carga de la prueba a la hora de impugnar su mandato co-
rresponde a la parte que se opone a la eficacia del laudo.

806. El referido art. 34.2.a.iii LMU (y el precepto correspondiente de las nor-


mativas que incorporan su tenor) continúa con el siguiente tenor: “; no obstante,
si las disposiciones de la sentencia que se refieren a las cuestiones sometidas al
arbitraje pueden separarse de las que no han sido sometidas al arbitraje, se podrá
2067 Y. Derains, “Intérêts moratoires, dommages-intérêts compensatoires et dommages primitifs

devant l’arbitre international”, Études offertes à Pierre Bellet, París, 1991, pp. 101-123.
2068 British Columbia Court of Appeal, 24 de octubre de 1990 (Quintette Coal Ltd. / Nippon

Corp.).
1080 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

dar reconocimiento y ejecución a las primeras” (art. 34.2º.iii LA Cl –arbitraje


internacional–, art. 92.1º.d) LA Hn, art. 43.2º.a.iv LA Gt, art. 1462.1º.c) Ccom
Mx, art. 61.1º.c) LA Ni, art. 411º.c) LA Pa y art. 46.a.3º LA Py Y en idéntico
sentido se inclinan otros ordenamientos: art. 64.II.4 LA Bo (“... previa separa-
ción de las cuestiones sometidas a arbitraje y no sancionadas con anulación”),
art. 67, c) LA Cr (“la nulidad se decretará en cuanto a los puntos resueltos que
no habían sido sometidos a arbitraje y se preservará lo resuelto, si fuere posi-
ble”) y art. 73.6º LA Pe (“En estos casos, la anulación afectará sólo a los puntos
no sometidos a decisión o no susceptibles de ser arbitrados, siempre que los
mismos tengan sustantividad propia y no aparezcan inseparablemente unidos a la
cuestión principal”). Se toma en consideración una situación ultra petita de ca-
rácter no intencional donde la divergencia de interpretación no conlleva mala fe
o negligencia por parte del árbitro. Éste se pronuncia sobre aspectos que no
constan en el convenio pero, en este caso el laudo podrá ser parcialmente nulo en
la parte en que se extralimitó el árbitro afectando la nulidad exclusivamente a los
puntos no sometidos a decisión del árbitro, y al todo el laudo en su totalidad.
Asimilado esto, el juez del control que deba de pronunciarse acerca de la even-
tual nulidad deberá limitarse a dejar sin efecto lo que constituye extralimitación
del árbitro en el laudo, aunque para ello es menester que esta parte posea sustan-
tividad propia y que por lo tanto no aparezca indisolublemente vinculada a la
cuestión principal. Como expresó la Sentencia de la Sala Primera de la Corte
Suprema de Costa Rica, de 4 de diciembre de 2006 (CCC Cantieri Costruzioni
Cemento, spa / Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados) “La
extralimitación en la resolución no produce necesariamente la nulidad de todo el
laudo, pudiendo declararse de forma parcial si los puntos no sometidos a la deci-
sión arbitral tienen sustantividad propia y no están ligados de manera indisoluble
al asunto principal, de lo contrario, si lo estuvieran sería nulo en su totalidad”.
Esta causal también debería prosperar cuando el laudo arbitral resuelva sobre
aspectos que no puedan ser objeto de arbitraje, por no ser susceptibles de
transacción de acuerdo con la ley. La ratio de la norma radica, evidentemente,
en un principio de conservación del laudo, y presupuesto de su aplicación será la
presencia de una pluralidad de pronunciamientos que sean separables entre sí.

807. El contenido del laudo está delimitado por los puntos litigiosos que las
partes sometieron a los árbitros; la consecuencia es que éstos deben pronunciarse
sobre todas las cuestiones previamente establecidas, sin poder extenderse a otras
que las partes no han consentido en someterles. Ahora bien, la ausencia de reso-
lución por el árbitro de cuestiones planteadas en el arbitraje no anula el mismo;
caso contrario sería la incongruencia extra y ultra petita. El fundamento de esta
limitación reside en el origen voluntario de la jurisdicción de los árbitros: si las
partes convinieron el arbitraje para resolver determinadas controversias, los árbi-
tros deben ejercer su ámbito de actuación dentro de los límites marcados por
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1081

ellas. Sin embargo puede ocurrir que la delimitación de la materia objeto del
arbitraje no sea tan nítida toda vez que la resolución de la cuestión principal
puede exigir el pronunciamiento inexorable de una serie de cuestiones de índole
accidental cuestionando el pronunciamiento sobre tales cuestiones los límites de
la competencia de los árbitros, por ejemplo el reajuste del valor de la obligación
en función de un proceso inflacionario2069. La necesidad de una congruencia
absoluta del laudo con la cuestión suscitada por las partes no debe ser considera-
da como una circunstancia inexorable que limite a los árbitros en el ejercicio de
su función decisoria o a la hora de interpretar las cuestiones a decidir sin cuyo
concurso el laudo no pudiera estar suficientemente motivado: una cosa es que
los árbitros deban moverse dentro de los límites trazados por el acuerdo arbitral
y otra muy distinta que se vean compelidos a realizar una interpretación tan
aséptica que pueda apartarlos de su misión originaria.

808. Para evitar tales peligros algunas legislaciones de arbitraje adelantan so-
luciones preventivas como la contenida en el art. 954.2º CPCCN argentino (“Se
entenderá que han quedado también comprometidas las cuestiones meramente
accesorias...”) o la incluida en el art. 44 LA Pe: “Los árbitros son competentes
para conocer y resolver todas las cuestiones subsidiarias, accesorias o incidenta-
les que se promuevan durante el proceso, inclusive las relativas a la validez o
eficacia del convenio, como aquéllas cuya sustanciación en sede arbitral hayan
sido consentidas por las partes en el proceso”. El resultado de todo esto conduce
a que únicamente procederá la anulación cuando los puntos no sometidos a la
decisión de los árbitros posean entidad propia y no figuren íntimamente vincula-
dos a la cuestión principal.
Teniendo en cuenta las reservas anteriormente efectuadas, un laudo arbitral
que recaiga sobre materias no previstas entraña un atentado hacia lo pactado por
de las partes, dando a la renuncia a los jueces del Estado una extensión no
deseada. La existencia o no de incongruencia extra petita presupone la verifica-
ción de si la parte dispositiva del laudo recae sobre una cuestión incluida en las
pretensiones de las partes, de tal suerte que se haya impedido a las partes la po-
sibilidad de formular alegaciones en defensa de sus intereses relacionados con lo
decidido, provocando su indefensión. Resulta expresiva, a este respecto, la afir-
mación de la Sentencia del Consejo de Estado de Colombia 15 de mayo de 1992
“En el trámite arbitral la competencia de los árbitros y los límites dentro de los cuales pue-
den actuar válidamente, han de ser señalados de manera expresa, clara y taxativa por las partes.
Son las partes quienes habrán de señalar las estrictas materias que constituyen el objeto del ar-
bitramento. Si los árbitros hacen extensivo su poder jurisdiccional transitorio a temas exógenos
a los queridos por las partes, atentarán contra el principio de congruencia, puesto que estarán
decidiendo por fuera de concreto tema arbitral”.

2069 Sentencia de la Corte Suprema del Perú, Sala Civil Transitoria de 15 de abril de 2002, F.

Cantuarias Salaverry, “Anulación de un laudo arbitral por la causal de exceso ...”, loc. cit., p. 206.
1082 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

Por su parte la Sentencia del mismo Consejo de Estado colombiano de 23 de


agosto de 2001 (World Parking, S.A. / Instituto de Desarrollo Urbano) tuvo el
mérito de precisar que una cosa es omitir decisión sobre puntos sobre los cuales
debió decidir y otra, muy distinta, haber negado esas súplicas procesales:
“En efecto, sobre el punto, cabe destacar que el recurrente al invocar la causal, y en sus pro-
pios términos, se refirió al estudio del Tribunal de Arbitramento frente a cada una de sus peti-
ciones; criticó los argumentos esgrimidos en el laudo, de denegatoria de sus peticiones procesa-
les.
Por lo tanto ante tal situación de hecho y de Derecho, la Sala reitera que no es dable aceptar
que por la vía del recurso de anulación se pretenda modificar una declaración judicial de los ár-
bitros, porque la causal de anulación, en comento, no está referida a la revisión de la decisión
por parte del Juzgador, sino que está prevista por el legislador, expresamente, para cuando el
laudo no decidió ‘sobre cuestiones sujetas al arbitramento’”.

E) Laudo fuera de plazo

809. Es motivo de nulidad haber dictado el laudo arbitral fuera de plazo. Este
extremo, no recogido en la LMU, figura en la generalidad de las legislaciones en
presencia y está ratificado jurisprudencialmente2070: art. 63.II.7 LA Bo, art.
32.VII LA Br, art. 163.5º LA Co, art. 67.a) LA Cr, art. 68.5º LA Sv, art. 74.51
LA Hn, art. 73.5º LA Pe y art. 499.1º CGP Uy. El plazo debe ser respetado en
modo inexorable, esto es, el laudo debe dictarse dentro del tiempo, porque es el
lapso durante el cual las partes, voluntariamente, renuncian al ejercicio jurisdic-
cional de sus diferencias y dotan de facultades decisorias al árbitro. Pasado el
plazo, los árbitros carecen de ellas. Como precisase la Sentencia de la Sala Pri-
mera de la Corte Suprema de Costa Rica, nº 806-F-01, de 10 de octubre de 2001,
“Una de las características fundamentales de la “competencia exclusiva” de los
Tribunales Arbitrales (...). Este elemento está dotado de una importancia radical,
al punto de constituir, precisamente, una de las causales de nulidad de los laudos
(art. 67 inciso a ibídem.). Cualquier actuación del Tribunal, realizada fuera del
plazo fijado por las partes, deviene en nula por ausencia de competencia”2071.
Las hipótesis en que un laudo puede llegar a dictarse fuera de laudo, al margen
de que se halla dictado transcurrido el plazo fijado por las partes pueden ser
otras: si las partes han guardado silencio al respecto o si se dicta con posteriori-
dad al plazo de prórroga establecido válidamente por las partes.
Cabe, pues, la posibilidad de prórroga pero ésta ha de solicitarse, en todo ca-
so, con anterioridad a la extinción del plazo fijado como periodo de renuncia a la

2070 Según la Sentencia de la Corte Suprema de Argentina de 1923 (Provincia de Buenos Aires /
Franke, O y Cía.”): “El transcurso inútil del término fijado a los árbitros para pronunciar el laudo,
hace cesar los efectos jurídicos del compromiso”.
2071 Vid. asimismo, la Sentencia de la misma Sala, nº 996-F-2005, de 21 de diciembre de 2005

(Martí Volio, G. / Mercurio de San José, S.A.).


CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1083

jurisdicción. La inexistencia en un determinado sistema nacional de ese específi-


co motivo no significa que el laudo extemporáneo no pueda ser anulado, pues
esta circunstancia puede subsumirse en la causal relativa a irregularidades pro-
cedimientales; esta es la reforma que justificó que el legislador español suprimir-
se en la LA de 2003 esta causal que figuraba en el art. 45.3º LA/1988. En defini-
tiva, extemporáneo sigue siendo anulable que el incumplimiento del plazo para
emitir y notificar la decisión constituye una inequívoca infracción de procedi-
miento.

810. La autonomía de la voluntad de las partes a la hora del establecimiento


del plazo o de la fijación de una eventual prórroga no está exenta de problemas
que quedan reflejados en la abundante jurisprudencia que existe en todos los
sistemas en torno a la valoración de la causal. En Costa Rica, por ejemplo, en-
contramos decisiones en las que la Corte Suprema de Justicia justificó que no
había lugar a la anulación del laudo por exceso del plazo fijado en función a que
las partes habían establecido un plazo tan limitado que no era factible para los
árbitros cumplir con los plazos mínimos para realizar el procedimiento. Así, el la
Sentencia de la Sala Primera, nº 89-C-03, de 19 de febrero de 2003 admitió en
razonamiento efectuado por el tribunal arbitral de que el plazo de 15 días fijado
por las partes era totalmente insuficiente e iba en contra del art. 39 LA Cr (libre
elección del procedimiento):

“Es imposible incluir el plazo de los 15 días dentro de un trámite inexistente, sobre todo
porque el numeral 43 de esa ley fija el inicio del procedimiento arbitral desde la fecha en que
una de las partes comunica a la otra, mediante requerimiento, la solicitud de someter la contro-
versia a arbitraje. Pensar en un plazo tan corto para tramitar y laudar atenta con los principios
del debido proceso, el derecho de defensa y el de contradicción mencionados en el párrafo pri-
mero del art. 39. Incluso, esa disposición autoriza al tribunal arbitral a modificar el procedi-
miento seleccionado que no se ajuste a tales principios, con el objeto de propiciar un equilibrio
procesal entre las partes y la búsqueda de la verdad real. Es evidente que el plazo de 15 días es
insuficiente para desarrollar todos los actos que conllevan un proceso, por breve y simple que
sea. Estos criterios rectores obligan a mantener la interpretación esgrimida en la resolución re-
currida, la que se confirma sin más consideraciones por innecesario”2072.

810 bis. Dentro del sistema chileno se alegó la causal del art. 768.1º CPC de
incompetencia del árbitro por haber dictado éste el laudo excediendo de los dos
años fijados por el art. 235.3º COT. La Sentencia de la Corte Suprema, Primera
Sala, de 24 de enero de 2005 (Pineda / La Chilena Consolidada), rechazó la
pretensión entendiendo que dicho plazo es efectivo sin perjuicio de lo que pue-
dan acordar las partes sobre el particular y que en el asunto en cuestión las partes
habían convenido someterse a los trámites del juicio ordinario, estableciendo que

2072
Esta doctrina fue reiterada por la Sentencia de la misma Sala, 900-F-04, de 20 de octubre de
2004 y de 31 de octubre de 2006 (Cordero y Cordero Hermanos, S.R.L. / Ideas Internacionales de
Costa Rica, S.A.).
1084 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

no se considerarán días hábiles los sábados, domingos y festivos, incluyendo el


feriado judicial. La verdad es que

“... debe entenderse que los litigantes, autorizados por la norma legal citada, han convenido en
un plazo que se pudo extender más allá de dos años, a través del descuento de los feriados. Con
todo, habiéndose dictado la sentencia (...), antes de cumplirse el plazo pactado, que eran los dos
años que establece la norma legal citada descontados los sábados, domingos y festivos y el fe-
riado judicial, debe concluirse que fue pronunciada por un tribunal competente y, por lo mismo,
el recurso de casación formal debe desestimarse.

810 ter. Un razonamiento similar se mantiene en la resolución de la Corte Su-


perior de Justicia de Lima, Primera Sala Civil con Sub-especialidad comercial de
22 de julio de 2005 (Gobierno Regional de Piura / Construction Corporation,
S.A.C.) que entendió que para la procedencia de la causal 5ª del art. 73 LA Pe
(“laudo fuera de plazo, siempre que la parte que invoque esta causal lo hubiere
manifestado por escrito a los árbitros antes de ser notificada con el laudo”)

“... no basta la simple alegación en el procedimiento arbitral de que el plazo para laudar ha ven-
cido, sino que el mismo deberá efectuarse de manera oportuna y en correspondencia con las re-
glas del proceso acordadas, para lo cual se deberá tener en cuenta las incidencias procesales
surgidas al interior del proceso arbitral dentro de un margen de razonabilidad, lo cual no ha sido
observado en el presente caso...”

810 quater. La jurisprudencia boliviana también apunta precedentes en torno a


la causal que estamos examinando en la Sentencia del Tribunal Constitucional,
de 28 de noviembre de 2006 (Cooperativa de Teléfonos Automáticos La Paz -
Cotel, Ltda.). En este caso en el proceso arbitral impugnado los árbitros se ha-
bían excedido en el plazo, no obstante se había producido una sustitución de
árbitro, por lo que, conforme al art. 55.I LA Bo debía iniciarse un nuevo plazo
de ciento ochenta días; además dicho plazo se había visto afectado por suspen-
siones administrativas dispuestas por la Comisión de Arbitraje y Conciliación de
la Cámara Nacional de Comercio. El Tribunal Constitucional declaró infundado
el recurso de apelación, teniendo en cuenta el tenor de los arts. 55, 61 y 63.I7ª
LA Bo, afirmando que

“Del marco normativo citado se establece con claridad que ni el art. 55 (...) ni ninguna de las
normas citadas u otras contenidas en ese cuerpo legal prevén la pérdida de competencia del
Tribunal Arbitral para el caso de no dictar el Laudo Arbitral dentro del plazo señalado en el art.
55 (...), pues únicamente determinan que de darse esa situación, la parte afectada podrá impug-
narla a través del recurso de anulación previa protesta de esa causal durante el procedimiento
arbitral, impugnación que en su caso las partes deben hacerla dentro de los términos estableci-
dos en la ley ante la autoridad judicial competente, no ante la justicia constitucional”.

F) Irregularidades en la designación de los árbitros y supuestos que dieren lu-


gar a la recusación de los árbitros
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1085

811. La LMU no recoge esta causal de manera autónoma y si bien no es infre-


cuente que figure en algunos sistemas estatales, puede subsumirse tanto en la
causal de los perjuicios manifiestos al derecho de defensa que ya hemos exami-
nado, pues, por ejemplo, si los árbitros desatienden su obligación de informar las
circunstancias que dieran lugar a dudas justificadas, acerca de su imparcialidad o
independencia, están violando las reglas mínimas del debido proceso y en la
excepción de orden público. Esta autonomía se observa en el art. 41.1º.d) LA
española de 2003: “Que la designación de los árbitros o el procedimiento arbitral
no se han ajustado al acuerdo entre las partes, salvo que dicho acuerdo fuera
contrario a una norma imperativa de esta Ley, o, a falta de dicho acuerdo, que no
se han ajustado a esta ley” y en ciertas causales de los sistemas de América Lati-
na. Este es el caso del art. 32.VI LA Br, que admite la pertinencia de la causal
cuando se compruebe que el laudo fue pronunciado con prevaricación o corrup-
ción de los árbitros; y también lo es del supuesto inserto en los arts. 68.2º LA Sv
y 74.2º LA Hn (“No haberse constituido el tribunal arbitral en forma legal,
siempre que esta causal haya sido alegada de modo expreso desde la iniciación
del trámite arbitral”), el art. 41.1º d) LA Pa (“Que la constitución del tribunal
arbitral o el procedimiento arbitral no se han ajustado al convenio celebrado
entre las partes o, en su defecto, no se han ajustado a la ley del país donde se ha
celebrado el arbitraje”) y el art. 73.3º LA Pe (“Que la composición del tribunal
arbitral no se ha ajustado al convenio de las partes, salvo que dicho convenio
estuviera en conflicto con una disposición legal de la que las partes no pudieran
apartarse o, a falta de convenio, que no se han ajustado a dicho disposición,
siempre que la omisión haya sido objeto de reclamo expreso en su momento por
la parte que se considere afectada, sin ser subsanado oportunamente”).
Este motivo de oposición al laudo se configura cuando existen irregularidades
en el procedimiento de designación de árbitros, cuando éste no se ha ajustado al
acuerdo entre las partes, por ejemplo, si se pactan tres árbitros y sólo conoce el
litigio un árbitro, o los designados no tienen las condiciones requeridas, por
ejemplo, una determinada cualificación profesional (v.gr., abogado en ejercicio,
jurista especializado en telecomunicaciones...). Y también se produce cuando en
los árbitros que han pronunciado el laudo concurran circunstancias que en su
momento pudieran dar lugar a la recusación y que las partes no conocieron a lo
largo de las actuaciones arbitrales porque los designados no lo hicieron saber en
su declaración de independencia. La práctica en este sector es muy variada y es
muy frecuente encontrarnos con su presencia cuando existe una relación profe-
sional entre el árbitro y la representación de una de las partes. Es muy elocuente
en la jurisprudencia española la Sentencia de la Audiencia Provincial de Nava-
rra, de 21 de febrero de 2000

“... dada la relación profesional que debe deducirse del hecho de haber compartido despacho
profesional durante más de 6 años, al menos, el Sr. Letrado de una de las partes y la Sra. Letra-
1086 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

da que... fue designada como árbitro en dicho proceso,... no permite situar a la Sra. árbitro en
condiciones objetivas, al menos de garantizar que su decisión pueda merecer la exigible con-
fianza de los terceros y de las partes, en el sentido de que resulte ser fruto de una decisión ple-
namente interesada e imparcial”

Más cuestionable es la mera relación académica. A este respecto la Sala Pri-


mera de la Corte Suprema de Justicia Costa Rica, de 3 de mayo de 2002 (Scott
Paper Company, S.A. / Dario Express R. Castro e hijos, S.A.) rechazó la causal de
que unos profesores de la Escuela Libre de Derecho que tenían un patrono co-
mún y eran compañeros de trabajo por entender que

“... la condición de profesores universitarios que pueden compartir dos abogados dentro de una
misma casa de estudios, no es un motivo que necesariamente deba generar dudas sobre la im-
parcialidad de los funcionarios llamados a resolver la controversia. Por las particularidades que
este especial tipo de relación de subordinación presenta, en virtud del principio de libertad de
cátedra (...), se considera que esta situación está muy alejada de las relaciones de compañerismo
y amistad”

812. Dentro de esta causal cabe insertar la omisión por parte del árbitro del
deber de información con carácter previo a las partes de los elementos constitu-
tivos de la función del árbitro: independencia, imparcialidad y disponibilidad.
Por ejemplo la Sentencia de Tribunal de Apelación del Noveno Circuito de los
EE UU de 4 de septiembre de 2007 (New Regency Productions, Inc. / Nippon
Herald Films, Inc.) anuló el laudo de un árbitro que no reveló sus negociaciones
laborales y posterior obtención de empleo con la filial de una de las empresas
involucradas en el arbitraje mientras actuaba como árbitro2073. La omisión de ese
deber no puede prosperar si el tribunal arbitral resolvió conforme a Derecho en
su momento el incidente de recusación del árbitro por este motivo; así lo puso de
relieve en Panamá la Sentencia de la Corte Suprema de Justicia, Sala Cuarta de
Negocios Generales, 29 de junio de 2001 (Central de Fianzas, S.A. / Bridgefar-
mer Panamá, S.A.).

G) Controversia no susceptible de arbitraje y vulneración del orden público

813. Al estudiar la arbitrabilidad y en concreto, su vinculación con el orden


público, ya hicimos referencia a esta causal, que debe ser apreciada por el tribu-
nal, figurando en el art. 34.2.b.i LMU, por lo que nos remitimos a las considera-
ciones que efectuamos en su momento2074. Debe recordarse, no obstante que la
causal figura no sólo en los sistemas que han adoptado la LMU (art. 34.2.b.i LA
Cl, art. 47.b.i LA Gt, art. 1457.II Ccom Mx, art. 61.2.2.a LA Ni y art. 46.b LA Py),

2073 C.T. Salomon y Q.C. Smith, “Arbitrators Have Duty to Investigate Possible Conflicts Aris-

ing from New Employment”, DLA Piper, 5 noviembre 2007,


http://www.dlapiper.com/arbitrators_have_duty_to_investigate/.
2074 Vid. supra, nos 612-614.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1087

sino en otros muchos ordenamientos con un tenor muy similar: art. 63.I.1 LA Bo,
art. 163.8º LA Co, art. 67.f) LA Cr, art. 41.2º b) LA Pa y art. 44.f) LA Ve.
La referida vinculación a los efectos de la nulidad del laudo arbitral se evi-
dencia en la Sentencia de la Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia de
Costa Rica de 19 de enero de 2002 al entender que esta causal puede interpretar-
se de dos maneras: “por un lado, la violación al orden público sólo se produciría
cuando se sometan a arbitraje materias excluidas, por su propia naturaleza jurí-
dica de derechos indisponibles, pero por otra parte, también podría interpretarse,
admitiendo la impugnación de laudos en base a fundamentos excluidos por el
legislador”.

814. Con todo, existe una causa de anulación del laudo que merece una consi-
deración específica. Nos referimos a la que se basa en la vulneración del orden
público. Esta forma de proceder se justifica de una parte, en razón de la doble
manifestación, sustantiva y procedimental, que define dicho concepto; y de otra,
en el riesgo que supone la inclusión de un concepto jurídico indeterminado en
sede de anulación de la decisión arbitral. Existe una enorme coincidencia entre
los diversos sistemas estatales en advertir que la situación del orden público en
la anulación es muy similar a la que acontece en el ámbito del reconocimiento y
la ejecución2075. Ya pusimos de relieve2076 que al discutirse en el seno de la Unci-
tral la redacción de los arts. 34.2.b.ii y 36.1.b.2 LMU, algunos de los comisiona-
dos sugirieron que se excluyera la expresión “orden público” por ser demasiado
vago y no constituir un motivo justificado; no obstante al final se convino que el
concepto no debía identificarse con una posición política interna o internacional
del Estado, sino que abarcaba los conceptos y principios fundamentales de justi-
cia, tanto sustantivos como de procedimiento. Algunas legislaciones internas
refuerzan esta acepción al incluir entre las causales de anulación la constitución
y composición irregular del tribunal arbitral (art. 63.II.5 LA Bo, art. 32.II LA Br,
art. 163.2º LA Co), el desarrollo viciado “del procedimiento, que vulnere lo pac-
tado, lo establecido en el reglamento adoptado o lo previsto en la presente ley”
(art. 63.II.6 LA Bo) o el incumplimiento de los requisitos impuestos al laudo
arbitral (art. 32.III LA Br).
La causal que figura en el texto final del art. 34.2.b.ii LMU determina que el
tribunal ante el que se suscita la petición de nulidad compruebe que “el laudo es
contrario al orden público de ese Estado y en un tenor similar se pronuncian los
sistemas que han adoptado la LMU: art. 34.2.b.ii LA Cl –arbitraje internacional–,
art. 43.2.b.ii LA Gt, art. 1457.II, in fine Ccom Mx, art. 61.2.2.b LA Ni y art. 46.b,
in fine LA Py.
En cualquier caso, esta causal para anular un laudo arbitral ante la jurisdicción
estatal es taxativa y ha de ser interpretada de manera restrictiva y debe ser expre-
2075 H. Arfazadeh, “L’ordre public du fond et l’annulation...”, loc. cit., p. 228.
2076 Vid. supra, nº 633.
1088 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

samente alegada y probada por quien interpone la acción, según corresponda,


salvo cuando la ley autorice expresamente al poder judicial a aplicar de oficio
alguna causal2077. Para que el laudo sea contrario al orden público debe infringir
los principios básicos y esenciales del ordenamiento jurídico, lo que incluye
preferentemente la vulneración de los derechos fundamentales y libertades pú-
blicas garantizadas constitucionalmente, tanto en lo que concierne a las garantías
jurídicas, como a las garantías y principios esenciales de procedimiento. La ju-
risprudencia de América Latina es pródiga en respecto a la determinadión del
orden público en la materia que nos ocupa. Baste referirse a un obiter dictum,
pronunciado por la Sentencia de la Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia
de Costa Rica de 19 de enero de 2002:

“El concepto jurídico de orden público es indeterminado, flexible, dinámico y de difícil de-
finición. No obstante, puede entenderse como el conjunto de principios inspiradores de un or-
denamiento jurídico reflejo de los valores esenciales de una sociedad en un momento dado.
Existen varias clases de orden público. La clasificación más importante distingue entre orden
público interno y orden público internacional. El primero puede dar lugar a la anulación del
laudo. Otra clasificación importante sería la relativa al orden público material, orden público
procesal y orden público constitucional. Dentro del proceso arbitral se prevé la nulidad del lau-
do infractor del orden público, y en tal caso, la causal podría ser alegada por la parte, pudiendo
originar una nulidad total del laudo”.

Añadiendo la Sentencia de la misma Sala de 6 de septiembre de 2007 (Inproin-


mobiliaria, S.A. / Prismapac, S.A.) que

“El orden público constituye el instrumento del que se vale el Ordenamiento Jurídico para
garantizar, mediante una limitación a la autonomía de la voluntad, la vigencia de los intereses
generales de la sociedad, que es lo que constituye su objeto, de ahí que, siempre predominen
sobre los particulares. Para lograr su resguardo y preservación, se dota de imperatividad a las
normas, se declaran irrenunciables los derechos, se posibilita que en ciertos casos se apliquen
de oficio y se invalidan los actos que los conculquen. Desde esta perspectiva, las normas impe-
rativas se caracterizan por ser de aplicación obligatoria, no pueden ser sustituidas ni alteradas,
imponiéndose de modo absoluto a la voluntad particular. En consecuencia, se yerguen como
una barrera infranqueable a su capacidad de disposición, de ahí, la necesidad o interés general
de que estén sobre la decisión individual”.

815. Para que la impugnación prospere la contrariedad debe ser alegada de


manera fehaciente por el recurrente, lo que no ocurre cuando la impugnación se
limita a meras apreciaciones subjetivas de los contratos y de su desarrollo, califi-
cación y valoración de las relaciones que fueron sometidas a la decisión arbitral.
Un punto de vista material conduce a la consideración de que el contrato de
arbitraje será inválido o nulo de pleno Derecho si no se ha formalizado volunta-
riamente por las partes del conflicto, si no existe entre ambas una cuestión liti-

2077F. Cantuarias S., “Anulación de un laudo arbitral por la causal de nulidad del convenio arbi-
tral”, Revista Iberoamericana de Arbitraje (http://www.servilex.com.pe/arbitraje/ colaboracio-
nes/anullaudo.html).
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1089

giosa o, en fin, si no se tiene de él constancia documental de su celebración;


asimismo, el laudo podrá ser anulado en el caso en que los árbitros hubieren
resuelto sobre cuestiones no susceptibles de arbitraje. Desde el punto de vista
procesal es motivo de anulación la acreditación de un parte perjudicada de que
no ha sido debidamente notificada de la designación de un árbitro o de las actua-
ciones arbitrales o no ha podido, por cualquier otra razón, hacer valer sus dere-
chos; también son motivo de anulación que los árbitros se hayan pronunciado
sobre cuestiones no sometidas a su decisión, o que la designación de los árbitros
y del procedimiento arbitral no se haya ajustado a lo acordado por las partes o,
en su defecto por la Ley. La corrupción, por ejemplo, afecta al orden público de
tal manera que si una parte alega como defensa la existencia de corrupción por la
otra parte, y el tribunal decide no entrar a conocer sobre los actos de corrupción
alegados, la parte contra la que se pretenda posteriormente ejecutar el laudo po-
drá oponerse alegando la excepción de orden público.

3. Formalización de la impugnación del laudo

A) Órgano ante el que debe interponerse el oportuno recurso

816. Para proponer alguna causal, una gran parte de legislaciones arbitrales
exigen que previamente el interesado haya planteado sus observaciones ante el
tribunal arbitral, posibilitando de esa manera que se pueda corregir algún error
significativo y, además, que se litigue de buena fe2078. El incumplimiento de este
requisito será sancionado con la improcedencia de plantear las causales ante el
poder judicial.
En ese sentido se pronuncia el art. 758 CPCCN Ar al establecer que los recur-
sos contra el laudo, que son idénticos a los admisibles contra las sentencias judi-
ciales (art. 758) se interpondran ante el propio tribunal arbitral y sólo en caso de
ser denegados se pondrá en marcha el mecanismo de los arts. 282 y 283, esto es
la parte que se considere agraviada podrá recurrir directamente en queja ante la
cámara, pidiendo que se le otorgue el recurso denegado y se ordene la remisión
del expediente. Con el mismo tenor se inclina el art. 64 LA Bo, debiendo el tri-
bunal arbitral dar traslado del recurso a la parte contraria, que deberá responder
en un plazo de diez días vencido el cual tribunal arbitral, con o sin respuesta del
traslado corrido, concederá el recurso disponiendo el envío del expediente ante
el juez de partido de turno en lo civil del correspondiente Distrito Judicial; pero
el Tribunal deberá rechazar el recurso si se presenta fuera de plazo o si no se
encuentre fundada en las causales señaladas en el art. 63. Asimismo, el recurso
de anulación deberá interponerse en Colombia, para el arbitraje interno, ante el

2078F. Cantuarias Salaverry, “Algunas cuestiones preliminares referidas a las causales de anula-
ción de los laudos arbitrales dictados en el Perú y a las de no reconocimiento y ejecución de los
laudos arbitrales dictados en el extranjero”, Laudo (Perú), nº 2, 2002.
1090 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

presidente del tribunal de arbitramento y se surtirá ante el Tribunal Superior del


Distrito Judicial que corresponda a la sede de aquél (art. 155 LA Co); en Ecua-
dor ante el tribunal que conoció la causa que, sin pronunciarse sobre la proce-
dencia o improcedencia de él, remitirá el expediente al Presidente de la Corte
Superior del Distrito del lugar del que conozca el arbitraje (art. 31 LA Ec); en
Honduras ante el tribunal arbitral y su trámite corresponderá a la corte de apela-
ciones de la jurisdicción del lugar donde se dictó el laudo (art. 73 LA Hn); en el
Perú si se trata de un laudo arbitral dictado dentro de la República ante la Corte
Superior del lugar de la sede del arbitraje competente en el momento de presen-
tar el recurso (art. 123 LA Pe)

817. Por el contrario otro bloque de legislaciones se inclina a formular la im-


pugnación directamente ante la jurisdicción ordinaria, siguiendo el tenor del art.
34.1º LMU (art. 1457 Ccom Mx). Así se recoge en el art. 33 LA Br añadiendo
que en su tramitación se seguirá en procedimiento común establecido en el Có-
digo de Proceso Civil; y es lógico que la misma respuesta se produzca en el sis-
tema chileno de arbitraje interno en función de la naturaleza esencialmente juris-
diccional del juicio de árbitros, en concreto, es factible interponer los recursos
“ante el tribunal que habría conocido de ellos si se hubieran interpuesto en juicio
ordinario”, salvo supuestos de renuncia (art. 239 COT Cl). Costa Rica sigue esta
orientación y centraliza la interposición del recurso de nulidad en la Sala Prime-
ra de la Corte Suprema de Justicia (art. 65 LA Cr), mientras que El Salvador
establece que el trámite competerá a la Cámara de Segunda Instancia de lo Civil
de la jurisdicción del lugar donde se dictó el laudo aunque se admite que “las
partes, a su costa, podrán estipular desde el convenio arbitral, que el recurso se
tramitará y decidirá ante un nuevo tribunal arbitral, regulando en el mismo el
trámite respectivo” (art. 67 LA Sv); por su parte Guatemala reserva tal función,
en su caso del único “recurso de revisión” a la Sala de la Corte de Apelaciones
con competencia territorial sobre el lugar donde se hubiere dictado el laudo” (art.
43.1º LA Gt), Nicaragua a la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia (art. 61
LA Ni), Panamá a la Sala Cuarta de Negocios Generales de la Corte Suprema de
Justicia (art. 35 LA Pa), Paraguay al Tribunal de Apelaciones en lo Civil y Co-
mercial con competencia territorial sobre el lugar donde se hubiera dictado el
laudo (art. 40.1º LA Py), Uruguay, ante el tribunal a quien hubiere correspondi-
do entender en segunda instancia en el asunto, si no hubiere mediado compromi-
so (art. 501.1º CGP Uy) y Venezuela ante el Tribunal Superior competente del
lugar en que hubiere dictado el laudo (art. 43 LA Ve).

B) Plazo para formular la petición de nulidad

818. La fecha de recepción del laudo por las partes pone en marcha el plazo
para su impugnación ante la jurisdicción ordinaria; el art. 34 LMU precisa el
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1091

límite en tres meses contados a partir de dicha fecha, salvo que a modo previo se
haya solicitado la correspondiente corrección o interpretación del laudo, en cuyo
caso el plazo de los tres meses comienza a correr desde la fecha en que el tribu-
nal arbitral halla resuelto dichos extremos. El plazo de los tres meses de la LMU,
seguido puntualmente en el art. 1458 Ccom Mx, es considerado excesivo por la
generalidad de las legislaciones de América Latina, inclinándose éstas por el
establecimiento de un periodo de tiempo sensiblemente más reducido. Incluso
los Estados que se han incorporado a dicho instrumento disminuyen sensible-
mente los plazos: un mes contado (art. 43.3º LA Gt).
Como tuvimos ocasión de exponer, en muchos sistemas se ha suscitado la
cuestión de si el cómputo del plazo se efectúa con arreglo a los criterios del De-
recho civil o del Derecho procesal que suelen variar por excluir este último los
días inhábiles2079. Los partidarios de la primera posición argumentan que esta-
mos en materia de carácter sustantivo pues se trata de un plazo para el ejercicio
de una acción que deriva directamente de una acción extrajudicial; los defenso-
res de la segunda aducen que la actuación controvertida implica la interposición
de un recurso ante la jurisdicción ordinaria. Nuevamente las tesis en torno a la
naturaleza jurídica del arbitraje condicionan la respuesta. Pero, a la vez, la op-
ción civilista está justificada en que acción de anulación no pone en marcha una
segunda instancia al arbitraje y en cuanto estamos ante una pretensión nueva que
pone en marcha un nuevo proceso; no puede considerarse, por tanto, como un
plazo procesal2080.
Es recurrente en la generalidad de las legislaciones de América Latina, si-
guiendo el tenor de la LMU, que en caso de que se produzca ante el tribunal
arbitral una petición de corrección o de interpretaciones el plazo para interponer
el recurso comience a contar después de que tal petición haya sido resuelta por el
tribunal arbitral. Así lo dispone, entre otras normativas arbitrales en art. 71 LA
Pe para los supuestos de arbitraje interno: “Cuando se hubiere solicitado la co-
rrección, integración o aclaración del laudo, el recurso de anulación deberá in-
terponerse dentro de los diez (10) días de notificada la resolución correspondien-
te”. Sobre este punto insistió la Sentencia del Tribunal Constitucional peruano,
de 22 de enero de 2001 (Corporación de Productos Alimenticios Nacionales
PYC, S.A.), que declaró fundada una acción de amparo y en consecuencia nula
una sentencia de la Corte Superior de Justicia de Lima que había denegado por
extemporáneo un recurso de apelación contra un laudo arbitral desconociendo
que el término de diez días para la interposición del recurso de anulación corre a
partir del día siguiente hábil de notificada esta última resolución, en aplicación
de la parte final del art. 71 LA Pe.

2079 Vid. supra, nº 524.


2080 S. Barona Vilar, “Art. 41”, en S. Barona Vilar, coord., Comentarios a la Ley de arbitraje...,
op. cit., pp. 1.444-1.448.
1092 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

819. En Argentina, sin embargo, parece dominar la solución contraria por la


asimilación del laudo, a efectos de recurso, con las sentencias judiciales y el
plazo es mucho más breve pues hay cinco días para interponer los recursos ante
el propio tribunal arbitral (art. 759 CPCCN) y, en caso que fueran denegados,
únicamente podrá efectuarse el correspondiente recurso de queja ante la jurisdic-
ción en un nuevo plazo de cinco días, con la ampliación que corresponda por
razón de la distancia, de acuerdo con lo dispuesto en el art. 158 (art. 282).
En Bolivia según el art. 64 LA el recurso de anulación se interpondrá ante el
tribunal arbitral que pronunció el laudo fundamentando el agravio sufrido, en el
plazo de diez días computables a partir de la fecha de notificación con el laudo
o, en su caso, de la fecha de notificación con la enmienda, complementación o
aclaración; concedido el recurso el tribunal arbitral remitirá el expediente a la
jurisdicción dentro del plazo de veinticuatro horas de su concesión del recurso,
sin embargo, rechazará sin mayor trámite cualquier recurso de anulación que
fuere presentada fuera del plazo establecido. En Colombia deberá interponerse
ante el presidente del tribunal de arbitramento dentro de los cinco días siguientes
a la notificación del laudo o de la providencia que lo corrija, aclare o comple-
mente y se surtirá ante el Tribunal Superior del Distrito Judicial (art. 161 LA
Co); dicho Tribunal rechazará el recurso cuando aparezca manifiesto que su
interposición es extemporánea (art. 164.1º LA Co). En Ecuador los plazos res-
pectivos son 10 días desde la notificación del laudo y tres días para la remisión
del expediente por el tribunal arbitral a la Corte Superior del Distrito (art. 31 LA
Ec); en Honduras el plazo de reduce a siete días (art. 73 LA Hn).
La impugnación directa ante el Poder Judicial debe efectuarse en Brasil en el
plazo de noventa días tras la recepción de la notificación del laudo arbitral o, en
su caso, de su aclaración (art. 33), periodo que se reduce a quince días en el art.
65 LA Cr, en el art. 61 LA Ni, en el art. 35.2º LA Pa, en el art. 41 LA Py y en el
art. 124 LA Pe (laudo internacional dictado en Perú), a diez días en el art. 71 LA
Pe (arbitraje interno), a 7 días en el art. 67 LA Sv y a cinco días en el art. 501.1º
CGP Uy y en el art. 43 LA Ve.

4. Renuncia al derecho a objetar y a la interposición del recurso de anulación

A) Consecuencias de la inexistencia de la objeción oportuna en el curso del


procedimiento arbitral

820. La facultad de objetar oportunamente a lo largo del procedimiento arbi-


tral se fundamenta en las consideraciones más básicas de equidad y procedi-
miento ordenado; en concreto, la posibilidad de que una parte pueda establecer
objeción a las cualificaciones de un árbitro o alguna otra objeción procesal, espe-
rar el resultado del arbitraje y entonces, de no estar conforme con el resultado,
interponer la objeción como fundamento para sobreseer el laudo socavaría tanto
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1093

la equidad como la eficacia del procedimiento arbitral. No resulta de recibo la


concesión de un sobreseimiento con fundamento en una irregularidad procesal
en circunstancias en las que no sólo la parte no presentó su objeción oportuna-
mente en el curso del procedimiento arbitral sino que también se abstuvo de
invocar la irregularidad presunta como fundamento del sobreseimiento. A partir
de lo dispuesto en el art. 4 LMU “Se considerará que la parte que prosiga el arbi-
traje conociendo que no se ha cumplido alguna disposición de la presente Ley de
la que las partes puedan apartarse o algún requisito del acuerdo de arbitraje y no
exprese su objeción a tal incumplimiento sin demora injustificada o, si se prevé
un plazo para hacerlo, dentro de ese plazo, ha enunciado a su derecho a objetar”.
La norma transcrita tiene su complemento en el art. 30 RAU (=art. 30 Regl.
CIAC): “Se considerará que la parte que siga adelante con el arbitraje sabiendo
que no se ha cumplido alguna disposición o requisito del presente Reglamento,
sin expresar prontamente su objeción a tal incumplimiento, renuncia a su dere-
cho de objetar”. Dichos preceptos confieren a las partes un gran margen de ac-
tuación que puede proyectarse en la objeción al nombramiento de un árbitro que
no cumpla algunos requisitos establecidos en el acuerdo arbitral para el desem-
peño de su función. Un margen que tiene como objeto un cauce impugnatorio al
margen de las causales de anulación que dejan muy escaso margen a la parte que
pretende actuarla. Los sistemas nacionales que siguen de la LMU reflejan el
tenor apuntado: art. 4 LA Cl –arbitraje internacional–, art. 7 LA Gt; art. 1420
Ccom Mx, art. 26 LA Ni, art. 7 LA Py; aconteciendo lo mismo con en la mayo-
ría de los ordenamientos de América Latina: art. 63.III LA Bo (“La parte recu-
rrente que durante el procedimiento arbitral omitiere plantear una protesta res-
pecto a las causales señaladas, no podrán invocar la misma causal en el recurso
de anulación”), art. 163.1º LA Co (salvo nulidad absoluta del pacto arbitral, los
“demás motivos de nulidad absoluta o relativa sólo podrán invocarse cuando
hayan sido alegados en el proceso arbitral y no se hayan saneado o convalidado
en el transcurso del mismo”. Y también se refleja en los Reglamentos de arbitra-
je: art. 33 Regl. CCI (“Se presumirá que una parte que proceda con el arbitraje
sin oponer reparo al incumplimiento de cualquiera de las disposiciones del Re-
glamento, de cualesquiera otras normas aplicables al procedimiento, de cualquier
instrucción del Tribunal Arbitral o de cualquier estipulación contenida en el
acuerdo de arbitraje relacionadas con la constitución del Tribunal Arbitral o con
el desarrollo del proceso, ha desistido de su derecho a objetar”), art. 25 Regl.
AAA (“Se considerará que la parte que siga adelante con el arbitraje sabiendo
que no se ha cumplido alguna disposición o requisito de este Reglamento, sin
expresar prontamente su objeción por escrito a tal incumplimiento, se considera-
rá que ha renunciado a su derecho de objetar”), art. 25 LCIA o art. 13 Regl.
CCANI.
Como puede observarse el elemento esencial de estas disposiciones es la de-
nuncia previa y oportuna de la infracción advertida para que pueda ser subsana-
1094 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

da y el arbitraje continúe con su desarrollo normal. Y si tal denuncia tiene lugar


y no se corrige la infracción procederá en su momento el ejercicio de la corres-
pondiente acción de anulación. Al fin y al cabo si la parte perjudicada no denun-
cia la infracción su propia inactividad conlleva arrastrar hasta el final del arbitra-
je esa circunstancia. Una parte no puede permanecer inactiva sin presentan nin-
guna objeción durante el desarrollo del arbitraje y cuando se ha dictado un laudo
adverso a sus intereses, impugnarlo alegando que desde el inicio del procedi-
miento no tenía conocimiento de la situación.

821. Resulta, en efecto, muy complejo acreditar esta circunstancia si las partes
no formularon en su momento su oposición; y a ello debe agregarse que en los
arbitrajes administrados que cuentan con la existencia de un Acta de Misión se
ratifican y complementan a partir de la misma los términos fijados en el acuerdo
arbitral; por tanto su redacción es un momento adecuado para corregir el requisi-
to originario que no ha sido cumplido; no en vano, el Acta de Misión debe pre-
valecer sobre el acuerdo arbitral original. El asunto Grupo Radio Centro suscita-
do ante la jurisdicción mexicana2081 es sumamente explícito de la cuestión que
estamos examinando. Como se recordará en el acuerdo arbitral las partes habían
establecido que los árbitros debían ser expertos en el ámbito de la información y
cuando se nombraron los árbitros no se efectuó objeción alguna y tampoco esta
cuestión fue objetada cuando se realizó el Acta de Misión (recuérdese que esta-
mos ante el arbitraje CCI nº 12138/KGA). Resulta incomprensible que el Juzga-
do mexicano donde existe una norma expresa en la materia (art. 1420 Ccom)
anulara el laudo con fundamento en que los árbitros no eran especialistas acredi-
tados en Derecho mediático. En rigor, no es factible la anulación de un laudo
con el simple apoyo en que la integración del tribunal o el procedimiento arbitral
no se adecuaron al acuerdo arbitral cuando las partes se apartaron consciente-
mente del acuerdo arbitral y tanto más cuando se suscribió un Acta de Misión
donde no constan estos extremos; ésta debe prevalecer, en todo caso, sobre lo
pactado en el referido acuerdo arbitral.
Para concluir este análisis puede afirmarse que, si alguna parte no objeta de
plano u oportunamente una presunta desviación de los requisitos del acuerdo
arbitral al integrar el tribunal arbitral, un juzgado no debiera anular el laudo con
fundamento en que la integración del tribunal arbitral o el procedimiento arbitral
no se adecuó a ese acuerdo.

B) Ámbito de la renuncia anticipada al ejercicio de la acción de nulidad

822. Ciertos círculos proarbitrales insisten en que la autonomía de la voluntad


que caracteriza al arbitraje debe posibilitar a las partes la decisión de si quieren o

2081 Vid. supra, nos 253-254.


CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1095

no estar protegidas por el instrumento de control que ofrece la anulación. Como


fácilmente puede apreciarse el laudo quedaría eximido del control judicial en la
fase post-arbitral. Bien entendido que una cosa es conceder a las partes la posibi-
lidad de decidir libremente su renuncian a una eventual acción de anulación y
otra muy distinta imponer la renuncia sin la existencia de un acuerdo previo
entre ellas.
La renuncia a interponer en su día una acción de anulación contra el laudo ar-
bitral está prevista en ciertas legislaciones. Así, el art. 36 LA Pa establece que
“Si el arbitraje es comercial internacional de conformidad el presente Decreto
Ley, las partes podrán pactar, o el reglamento de arbitraje establecer, la renuncia
al recurso de anulación...”. Sin embargo, es una cuestión debatida pues nos mo-
vemos dentro del complejo alcance de los derechos renunciables y para ello se
aduce que el contenido del convenio arbitral nunca puede implicar renuncia de
las partes al derecho fundamental de la tutela judicial efectiva. Así lo puso de
relieve, en Uruguay, la Sentencia nº 161/03 del Tribunal de Apelaciones en lo
Civil del Segundo Turno, de 18 de junio de 2003 (Enersis, S.A. y otros / Pecom
Energía, S.A. y otra) entendiendo que debía proclamarse sin vacilación alguna

“... la invalidez de toda renuncia anticipada a esta acción de nulidad porque renunciar por ade-
lantado es paraficable a renunciar a prevalecerse o fundarse en supuestos que no son conocidos,
a nulidades de una eventual decisión a producirse, lo que colide con elementales principios de
razonabilidad, con el sentido común ya que nadie puede renunciar por ejemplo a no reclamar
por violaciones que atenten contra su propio derecho de defensa”.

823. En Argentina el CPCCN determina que los recursos de aclaratoria y nu-


lidad son irrenunciables para las partes (art. 760), mientras que pueden acordar
la renuncia al de apelación (art. 758) y también el recurso extraordinario ante la
Corte Suprema de la Nación es renunciable sin que por ello se produzca mengua
alguna de la garantía de defensa en juicio ni de otras garantías constituciona-
les2082. La jurisprudencia ha puesto de manifiesto que el titular del derecho cons-
titucional puede, ante todo, renunciar a él y que ello es factible en materia de
derechos patrimoniales; se presume la renuncia si el titular del derecho no pone
en marcha la cuestión de constitucionalidad en defensa de su derecho presunta-
mente agraviado”2083. Como es lógico, no resulta procedente la impugnación de
un laudo arbitral de Derecho en aquellos supuestos en que las partes han pactado
que la decisión es irrecurrible; sin embargo, este principio general tiene algunos
límites establecidos por una serie de normas de orden público que para la ley
argentina son inderogables.
Como está generalizado en la práctica comparada el compromiso arbitral de-
limita en forma definitiva el objeto del proceso arbitral siendo requisito esencial

2082 J.L. Anaya, “Recursos contra los laudos arbitrales”, loc. cit., nº 7, p. 525.
2083 G.J. Bidart Campos, Tratado elemental de Derecho constitucional argentino, t. I-A, Bue-
nos Aires, 2000, p. 764.
1096 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

del laudo su estricta adecuación a las cuestiones incluidas en el compromiso (art.


754.1º CPCCN) bajo pena de nulidad. Por esta razón la Sentencia de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación de 24 de agosto de 2006 (Cacchione, R.C. /
Urbaser Argentina, S.A.), rechazó un recurso de queja interpuesto directamente
contra una decisión adoptada por un tribunal arbitral cuya competencia para
intervenir en la controversia había sido libremente convenida por las partes, que,
además, habían renunciado expresamente a interponer recursos judiciales. En
tales condiciones, para la CSJN sólo resulta legalmente admisible la intervención
de los jueces mediante la vía prevista en el art. 760.2º CPCCN. No obstante la
renuncia a apelar una decisión arbitral posee en este sistema una limitación de
más, como puso de relieve la sentencia Cartellone2084: no abarca los casos en
que el laudo contraríe el orden público, pues no es lógico prever, al formular esa
renuncia, que los árbitros adoptarán una decisión que incurra en ese vicio; en
estos casos, aunque el recurso de apelación haya sido renunciado, el laudo podrá
impugnarse judicialmente cuando sea inconstitucional, ilegal o irrazonable.

III. Proceso de impugnación de la validez del laudo

1. Inexistencia de una segunda instancia

824. Si bien las partes actúan bajo el principio de la autonomía de la voluntad,


lo cual es reconocido por el propio Estado cuando permite excluir del conoci-
miento de los tribunales ciertos casos que no revisten interés público, derivándo-
los hacia los órganos incidentales de la función jurisdiccional, cuando las resolu-
ciones de aquéllos pueden causar perjuicios a los particulares en su persona,
bienes y derechos, deben confirmarse por otro órgano jurisdiccional, pero éste
dependiente del Poder Judicial lo cual se logra mediante la participación del juez
civil ante quien se homologa el laudo arbitral con el fin de proceder a su ejecu-
ción. Dicha homologación supone un control de lo actuado por los árbitros, esto
es, si éstos han actuado con fiel cumplimiento de los presupuestos procesales y
materiales legalmente establecidos, sin alteración del contenido del laudo. Con
ello se intenta reparar por vía jurisdiccional los perjuicios que han podido sufrir
las partes en el arbitraje en virtud de actuaciones o resoluciones arbitrales ilega-
les. Ahora bien, este tipo de intervención debe entenderse como inusitada, toda
vez que la decisión que recae en un proceso arbitral no es, en principio, suscep-
tible de impugnación: no se concede al recurrente una libertad indiscriminada
para la motivación de su impugnación. No guarda paralelismo con la generalidad
de los recursos que resuelven habitualmente los órganos jurisdiccionales. Por esa
razón el denominado “recurso de apelación” no es consustancial al arbitraje.

2084 Vid. supra, nosº 245-246.


CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1097

Todo lo contrario, es un mecanismo excepcional, y sólo opera en la medida que


exista un pacto expreso en este sentido, o que se encuentre previsto en el regla-
mento arbitral al que las partes se han sometido; este recurso implicaría una nue-
va revisión, por parte del Poder Judicial de lo resuelto en la vía arbitral tanto en
los aspectos de fondo como en los de forma. Existe pues una importante limita-
ción de la competencia funcional de la jurisdicción ordinaria para adentrarse en
la valoración del laudo, en lo que, ineludiblemente, se deberán atender los lími-
tes de la acción de anulación, y preservar las garantías de la decisión arbitral.
El laudo arbitral es título que motiva ejecución. No obstante respecto a la con-
sideración de su firmeza existe posiciones diversas, desde las que sostienen que
debe considerarse firme después de que dicta, con independencia de su posterior
impugnación por vía de la acción de anulación, hasta las que afirman que es
precisamente la desestimación de esta última la que dota al laudo de su firmeza.
Nos hallamos ante una resolución a la que adornan las notas inimpugnabilidad,
inmutabilidad y coercibilidad.

2. Ámbito de la acción de anulación

825. Aunque muchos sistemas sigan empleando la expresión “recurso”, un


punto de vista procesalista debería conducir a concebir la impugnación de los
laudos como una acción y no propiamente como un recurso pues lo contrario iría
en contra de la función esencial del convenio arbitral cual es el desplazamiento
de la jurisdicción2085; técnicamente el recurso exige la presentación previa de una
relación jurídica procesal, esto es, de un acto procesal contra el que se interpone
el recurso lo que en modo alguno concurre en el laudo en función de su naturale-
za extraprocesal. La acción así concebida, se dirige a la autoridad judicial, para
que declare o haga efectivo el derecho violado, configurándose como el derecho
de solicitar en justicia lo que es nuestro o se nos debe por otro. Ahora bien, de
nuevo aquí vuelve a proyectarse la clásica polémica doctrinal en torno a la natu-
raleza jurídica del arbitraje2086. Desde una posición contractualista se afirma que
la anulación del laudo se articula como una auténtica acción de impugnación de
un negocio jurídico privado y que la acción así concebida no persigue el derecho
a obtener un laudo dictado correctamente in procedendo, sino el derecho de arbi-
traje en sí, por eso no debe hablarse de “recursos” contra el laudo arbitral sino
del ejercicio de una acción, solicitando la nulidad del laudo cuando concurren las
causas previstas legalmente2087. Mas las tesis partidarias de la utilización del
término acción vienen también del propio campo del Derecho procesal en el
sentido de que si entendemos por recurso la petición de quien es parte en el pro-

2085 Vid. sobre esta cuestión M. Artacho Martín-Lagos, “La controvertida firmeza del laudo”,

La Ley, nº 6673, 2007, pp. 1-7.


2086 Vid. supra, nos 46 ss.
2087 F. Reglero Campos, El arbitraje, Madrid, Montecorvo, Madrid, 1991, p. 226.
1098 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

ceso por la que se solicita el nuevo examen de la cuestión fáctica o jurídica sobre
la que ha recaído ya una resolución que le resulta perjudicial para que se sustitu-
ya por otra que le favorezca, tal acepción no sería predicable al arbitraje; y ello
porque éste, no admite grados funcionales ni jerarquías jurisdiccionales porque
la unidad es consustancial a su naturaleza, de ahí que el recurso de anulación no
se conceptúe como una instancia ad quem ordinaria y propia de una apelación
civil: en consecuencia no cabe hablar de recuso, sino de una acción autónoma de
impugnación de la cosa juzgada2088. En sentido contrario a estas posiciones se
arguye el carácter de cosa juzgada del laudo tiene una naturaleza jurídico-
pública que desborda el poder dispositivo de los particulares y, por tal motivo se
considera que estamos ante un auténtico recurso, si bien de cariz especial y por
motivos tasados.

826. Prescindiendo de si la acción de anulación sea o no un auténtico recurso,


en función del ordenamiento jurídico ante el que nos situemos, comparte un
elemento común con éste en el sentido de que solo es factible acudir a esta vía
cuando el laudo arbitral sea definitivo, perdiendo tal virtualidad cuando devenga
firme por el transcurso del tiempo. Pero debe quedar bien sentado que la acción
de anulación no es en ningún caso una segunda instancia donde sean factibles
cuestiones tales como la valoración de la prueba o la interpretación y aplicación
de las normas jurídicas, materias que son de la exclusiva competencia del árbi-
tro. Y tampoco es dable en esta sede discutir la motivación o el mayor o menor
acierto de los árbitros a la hora de elaborar el laudo siempre que se actuar no
haya rebasado los límites del convenio arbitral. Cuestión distinta es que la moti-
vación no convenza a la parte que ejercita la acción de anulación. La jurispru-
dencia Colombiana es muy clara a este respecto a juzgar por la Sentencia de la
Corte Suprema de Justicia, Sala Civil, de 13 de junio de 1990 por considerar que
no estamos ante un recurso “para revisar o replantear lo que ya fue objeto de
decisión mediante arbitramento, como que en tal caso, entre otras cosas, muy
fácil quedaría desnaturalizar la teleología de acudir a este tipo de administración
de justicia. Si tal se permitiese, cuentamente en nada habrían avanzado las par-
tes”. Y en ese misma sistema colombiano ha llegado aún más lejos, en relación
con la impugnación de los laudos de equidad, al disponer la sentencia de la Corte
Constitucional de 30 de enero de 2002 (Fundación Abood Shaio y otros) que

“Los defectos predicables del laudo arbitral en equidad no involucran la equivocada aplica-
ción de normas positivas ni la inobservancia de las exigencias propias del decreto, práctica y

2088 S. Barona Vilar, S. Barona Vilar, “Art. 40”, en S. Barona Vilar, coord., Comentarios a la

Ley de arbitraje..., op. cit., p. 1.351 ss.; J. Garberí Llobregat, “Art. 40”, Comentarios a la Ley
60/2003, de 23 de diciembre de arbitraje, (J. Garberí Llobregat, coord.), Barcelona, 2004, pp. 957-
958. Para este autor estamos ante una acción sui generis “... de carácter eminentemente procesal,
cuyo ejercicio no ocasiona la instauración de ningún proceso declarativo sino la revisión judicial
de lo ya enjuiciado en el arbitraje”.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1099

apreciación de las pruebas, ya que no se trata aquí de una decisión en derecho que deba cumplir
estricta y rigurosamente con normas jurídicas. No se puede calificar a un laudo de haber incu-
rrido en un defecto fáctico por falta de apreciación de las pruebas, ni de ostentar un defecto sus-
tantivo por no estar sustentado en normas legales”.

827. Existe una tendencia hacia la distinción entre el ámbito jurisdiccional de


la controversia y el ámbito arbitral, puesta de relieve en las maniobras tendentes
a la impugnación de los laudos arbitrales por medio de la jurisdicción ordinaria.
Es cierto que las legislaciones del hemisferio suelen establecer causales muy
similares dentro del único procedimiento jurisdiccional contra el laudo arbi-
tral2089, que es el recurso de anulación, pero la determinación de su alcance en
extraordinariamente variable en una visión comparada de la práctica2090 que en
ocasiones cuestionan la naturaleza de numerus clausus de las causales de anula-
ción legalmente previstas permitiendo una indeseable injerencia de los Tribuna-
les estatales en su función controladora que debe tener un contenido de excep-
cionalidad. Para la formulación del recurso de anulación algunos sistemas de
arbitraje, requieren que previamente el interesado haya planteado sus observa-
ciones ante el tribunal arbitral, posibilitando de esa manera que se pueda corregir
algún error significativo y, además, que se litigue de buena fe. El incumplimien-
to de este requisito es sancionado con la improcedencia de plantear las causales
ante el poder judicial. Así de decantan en América Latina las normativas de
Guatemala y el Perú. En el primero de estos sistema se establece el “recurso de
revisión”, equivalente por las causales que considera al de anulación de otras
legislaciones, como único contra el laudo arbitral, que se interpondrá ante la Sala
de la Corte de Apelaciones con competencia territorial sobre el lugar donde se
hubiere dictado el laudo y el auto que esta dicte “no será susceptible de ser im-
pugnado mediante ningún tipo de recurso o remedio procesal alguno” (art. 43.1º
LA Gt). Pues bien si la parte recurrente omitiere durante el procedimiento arbi-
tral omitiere plantear una protesta u objeción oportuna respecto de las causales
señaladas para la revisión, no podrá invocar posteriormente la misma causal en
la tramitación de dicho recurso (art. 42.4º LA Gt). La misma tónica se registra en

2089 Por ejemplo, la Ley General de Arbitraje peruana, regula el tema de las causales de anula-

ción de los laudos arbitrales dictados en el Perú y de las causales de no reconocimiento y ejecución
de laudos arbitrales emitidos en el extranjero, en los arts. 73 (para laudos nacionales), 123 (para
laudos internacionales) y 128-129 (para laudos extranjeros). Estas causales son prácticamente
idénticas a las contenidas en la LMU, las que, a su vez, son similares a las establecidas en el art. V
de la Convención de Nueva York de 1958). De esta manera, las causales para anular un laudo
nacional o internacional dictado en el Perú, o para no reconocer y ejecutar un laudo extranjero, son
prácticamente las mismas.
2090 Desde una perspectiva favorable a la labor del árbitro destaca en Perú la resolución de 21

de diciembre de 2001 de la Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de Lima (Ian Perú S.A.C. /
Agrícola Yaurilla, S.A.) entiende que la pretensión de anulación debe limitarse “... al cuestiona-
miento sobre la estructuración del razonamiento jurídico empleado por el árbitro en la construc-
ción del laudo” y que “... los fundamentos de hecho y de Derecho que sustentan el laudo arbitral
son inatacables e irreversibles”.
1100 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

Perú donde se entiende que renuncia a su derecho a objetar el arbitraje la parte


que prosiga el procedimiento arbitral conociendo que se ha vulnerado alguna de
las causas que motivan la nulidad del laudo o algún requisito del convenio arbi-
tral “y no exprese su objeción a tal incumplimiento sin demora injustificada o
dentro de un plazo pactado” (art. 95 LA Pe).

3. Efectos

828. La acción de nulidad del laudo es la idónea para reclamar al juez el reco-
nocimiento y reparación del derecho conculcado que es el de obtener un laudo
conforme a las reglas establecidas en el concreto sistema en que se ha pronun-
ciado, configurándose como un mecanismo en virtud del cual se solicita a la
justicia ordinaria que controle la actuación del árbitro que emite un fallo violato-
rio de normas legales y garantías procesales de las partes; pidiendo que se decla-
re la nulidad de tal fallo, cuando se presentan las causales determinadas en la
ley. La desestimación de la acción de anulación llevara aparejada la confirma-
ción de la validez del laudo y la declaración de su firmeza: si el laudo versa so-
bre el fondo producirá efecto de cosa juzgada material. Se exceptúan en aquellos
ordenamientos en los que se contemple un sistema de recursos contra el laudo de
carácter extraordinario. De por sí, dicha desestimación produce los mismos efec-
tos que en el caso de que las partes no hayan ejercitado la acción de anulación en
el plazo legalmente establecido para ello o cuando el recurrente desista de la
acción interpuesta; transcurrido el dicho plazo, en efecto, no resulta factible que
la jurisdicción ordinaria pueda revisar el contenido del laudo por múltiples y
graves que sean las causas que pudiera aducir quien pretende la impugnación
fuera de plazo
Ahora bien, en caso de que el juez aprecie la procedencia de la acción de anu-
lación se procede a la nulidad del laudo. No obstante, con el propósito de garan-
tizar hasta sus últimas consecuencias la labor efectuada por los árbitros, dicha
nulidad afectará, en principio, únicamente a los pronunciamientos del laudo so-
bre cuestiones no sometidas a la decisión de los árbitros o no susceptibles de
arbitraje, siempre que puedan separarse de las demás. El art. 34.2º.iii) LMU
establece, al efecto, una excepción a la anulación del laudo cuando contenga
decisiones que excedan de los términos del acuerdo de arbitraje entendiendo que
“si las disposiciones del laudo que se refieren a las cuestiones sometidas a arbi-
traje pueden separarse de las que no están, sólo se podrán anular estas últimas”.
Gráficamente la declaración de nulidad conduce a una situación similar a la que
se hubiera producido sino hubiera habido arbitraje. Dicho claramente las partes
podrán optar por celebrar un nuevo convenio arbitral o por decidirse a utilizar la
vía judicial

4. Problemas específicos suscitados en el proceso de impugnación del laudo


CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1101

A) Exigencia de caución para la interposición de la acción de anulación

829. En algunos sistemas se establece una seria cortapisa al ejercicio de la ac-


ción de anulación. Concretamente, la LA Ve establece que “En el auto por me-
dio del cual el Tribunal Superior admite el recurso se determinará la caución que
el recurrente deberá dar en garantía del resultado del proceso. El término para
otorgar la caución será de diez (10) días hábiles a partir de dictado dicho auto”.
Añadiendo que “Si no se presta la caución o no se sustenta el recurso, el tribunal
lo declarará sin lugar”. Precisamente esta exigencia dio lugar a un importante
pronunciamiento en de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia
de 22 de junio de 2005 (Latinoamericana de Confites C.A. / Distribuidora Punto
Fuerte D.P.F., C.A.). El 15 de marzo de 2000, la sociedad de comercio Latinoa-
mericana de Confites C.A., acudió ante la Cámara de Comercio de Caracas, a los
fines de instaurar un procedimiento arbitral dirigido a trabar una ejecución de
hipoteca inmobiliaria contra Distribuidora Punto Fuerte D.P.F. C.A. Por decisión
de 5 de diciembre de 2000 concluyó el procedimiento arbitral por laudo, en el
que condenó a pagar a Distribuidora Punto Fuerte D.P.F. C.A., una cantidad de
dinero expresada en dólares USA y a la ejecución forzosa hipotecaria. Contra el
laudo arbitral la parte actora ejerció recurso de nulidad ante el Juzgado Superior
Séptimo en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del
Área Metropolitana de Caracas, fundado en las causales previstas en el art. 44
LA Ve fijando dicho juzgado la correspondiente a los fines de responder de los
eventuales perjuicios que causaría el rechazo del recurso y con fundamento en el
art. 45 LA Ve. Contra el auto antes mencionado, la parte actora reclamó, advir-
tiendo de la gratuidad de la justicia y el acceso a la jurisdicción colisionaban con
el caucionamiento para el ejercicio del derecho a la defensa y de impugnación,
pero el juzgado, declaró sin lugar el recurso de nulidad incoado contra el laudo
arbitral, por falta de consignación de la caución exigida dentro del plazo conce-
dido al efecto. A su juicio la caución exigida no lo era

“...en beneficio del Tribunal sino una garantía como presupuesto para la tramitación del recur-
so, por lo que en ningún momento viola la garantía constitucional, debido a que en tal supuesto
hay dos intereses contrapuestos igualmente legítimos: el vencedor que tiene interés en la ejecu-
ción del laudo y el vencido que alega su nulidad, por lo que, al existir tal conflicto de intereses
es lógico que el legislador prefiera dar la protección de la parte a quien favorece el fallo, (…)
pues, debe tenerse presente quien, también la parte favorecida por el laudo, tiene derecho cons-
titucional a una justicia expedita y sin dilaciones indebidas, motivo que da lugar a que se tenga
que exigir caución para garantizar a la parte contra quien obre eventual reparación de daños y
perjuicios, y con el objeto de evitar la interposición maliciosa de recurso de nulidad (...). Siendo
que, se desprende de autos que, el recurrente no cumplió con la consignación de la caución exi-
gida dentro del tiempo establecido, es forzoso para quien decide declarar sin lugar el recurso de
nulidad ejercido, ello de conformidad con lo establecido en la Ley de Arbitraje Comercial, en
su art. 45”.
1102 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

Ante esta situación Distribuidora Punto Fuerte D.P.F. C.A., ejerció acción de
amparo constitucional alegando la violación del derecho a la defensa, al debido
proceso, al juez natural y al acceso a la justicia, sancionados en los arts. 26 y 49
de la Constitución de Venezuela pues, en su opinión el acceso a la jurisdicción
no debe estar subordinado a un pago o tarifa. Para la recurrente si el laudo goza
de ejecutoria, independientemente de la interposición del recurso de nulidad y,
solamente es suspendible tal ejecución previa constitución de garantía, a satis-
facción del órgano judicial, ello denotaba una limitación inconstitucional y con-
traría los principios de acceso a la jurisdicción y de tutela judicial efectiva que
inspiran nuestros tiempos en todas las latitudes, la necesaria constitución de una
caución para poder demandar la nulidad de un laudo arbitral, distinta de aquella
para suspender la ejecución. Dicho planteamiento fue aceptado por el Tribunal
Supremo de Justicia que admitió el de amparo y se restableció la situación jurí-
dica infringida por la referida sentencia y el proceso que le dio origen.

B) Suspensión cautelar de la ejecución mientras se tramita la acción de anula-


ción

830. El argumento a determinar es si un juez puede rechazar la solicitud de


suspensión de la ejecutoriedad de un laudo arbitral mientras tramita el proceso
judicial de nulidad del mismo laudo. Habitualmente, la ejecución del laudo no se
suspende por la interposición de una acción o un recurso, existiendo únicamente
efecto devolutivo. Dicho efecto denota que aunque se presente una acción de
nulidad contra el laudo arbitral, el fallo debe ejecutarse una vez que se ejecuto-
ríe. Se trata de admitir si el juez puede decretar la suspensión de los efectos del
laudo arbitral hasta tanto se resuelva el proceso judicial de nulidad. Para conse-
guir una mayor eficacia del laudo arbitral las modernas legislaciones establecen
el principio del carácter no suspensivo de la acción de anulación. Como vemos
la parte interesada puede solicitar del juez la ejecución forzosa del laudo antes de
que éste se pronuncie acerca de su eventual anulación. Los argumentos favora-
bles a rechazar la suspensión se justifican en que la decisión arbitral no debe
invalidarse ni perder ejecutoriedad por la mera interposición de la demanda judi-
cial de nulidad2091, y debe mantener su validez y eficacia hasta que lo contrario
sea declarado judicialmente, y en que el objeto de la medida precautoria intenta-
da no puede confundirse con el objeto de la demanda de nulidad, pues de esta
manera se estaría adelantando el resultado del pleito por una vía no deseada. Por
estas consideraciones, existe una posición favorable al rechazó de la suspensión

2091 J. Ortscheidt, “L’execution provisoire des sentences arbitrales”, Rev. arb., 2004, pp. 9 ss.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1103

cautelar de los efectos del laudo y al reconocimiento de la eficacia y ejecutorie-


dad de él mientras se sustancie el proceso judicial de nulidad2092.
Esta regla general tiene la correspondiente excepción lo que nos conduce al
terreno de la justicia cautelar constituyendo en este caso la caución un medio de
protección de los intereses del justiciable vencido a fin de evitar la variación de
su situación jurídica, mientras la jurisdicción ordinaria no emita un pronuncia-
miento definitivo. Como vemos el ejecutado podrá solicitar la suspensión de la
ejecución del en tanto se resuelva la acción de nulidad siempre que ofrezca la
correspondiente caución tanto en lo que concierne al valor de la condena como a
los eventuales daños y perjuicios que pudieren derivarse de la demora en la eje-
cución del laudo.

831. No obstante lo afirmado con anterioridad, ciertos sistemas disponen que


la ejecución del laudo se suspenderá si aún no ha sido resuelto el recurso de anu-
lación siempre que se acredite documentalmente esta circunstancia en el escrito
de oposición a la petición de ejecución (art. 70.II LA Bo, art. 48.3º LA Gt). En
Ecuador, la solicitud de fijación de la caución y consiguiente suspensión de la
ejecución del laudo, debe realizarse en el escrito de interposición de la acción de
nulidad. Si la parte recurrente no solicita estas medidas en ese momento, su de-
recho a que se suspenda la ejecución del fallo precluye. La solicitud de suspen-
sión, que tiene carácter facultativo, debe presentarse dentro del escrito de inter-
posición de la acción ante los árbitros o tribunal que dictó el laudo. De acuerdo
con el art. 31, 4º, 5º y 6º LA Ec
“Quien interponga el recurso de nulidad, podrá solicitar a los árbitros que se suspenda la
ejecución del laudo, rindiendo caución suficiente sobre los perjuicios estimados que la demora
en la ejecución del laudo pueda causar a la otra parte.
Los árbitros, en el término de tres días, deberán fijar el monto de la caución, disponiendo la
suspensión de la ejecución del laudo.
La caución deberá constituirse dentro del término de tres días, contados a partir de esta noti-
ficación”.

Con ello se favorece la interposición arbitraria del recurso de anulación por el


ejecutado para prolongar en el tiempo el cumplimiento del laudo condenatorio y
se impide la auténtica ejecución procesal que debe librarse inaudita parte debi-
toris y a través de vía de apremio2093.

832. Existen, sin embargo, otros sistemas que mantienen una actitud contraria.
Por ejemplo, el art. 43.2º LA Ve establece que

2092En Argentina, Vid. en tal sentido la Sentencia de Cámara Nacional de Apelaciones en lo


Comercial de 17 de febrero de 2005.
2093 C. Senés Motilla, “La ejecución forzosa de los laudos arbitrales”, La Ley, 1990-4, p. 920.
1104 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

“La interposición del recurso de nulidad no suspende la ejecución de lo dispuesto en el lau-


do arbitral a menos que, a solicitud del recurrente, el Tribunal Superior así lo ordene previa
constitución por el recurrente de una caución que garantice la ejecución del laudo y los perjui-
cios eventuales en el caso que el recurso fuere rechazado”

El funcionamiento práctico de este precepto puede comprobarse en el asunto


Valores Venafin, S.A. Esta entidad intentó demanda de cumplimiento de contrato
contra Operaciones FF C.A. ante un tribunal arbitral del Centro de Arbitraje de
la Cámara de Comercio de Caracas, y contra el laudo arbitral que puso fin a ese
proceso se interpuso recurso de nulidad, que fue conocido inicialmente por un
Juzgado Superior de Caracas, el cual procedió a admitirlo y a decretar la suspen-
sión de los efectos del laudo arbitral, mediante sentencia de 31 de marzo de
2003. Posteriormente, otro Juzgado Superior de Caracas procedió a revocar par-
cialmente el auto de admisión del recurso de nulidad, y declaró con lugar la opo-
sición formulada por Valores Venafin, S.A., concediendo un lapso de diez días
para que su representada procediera a prestar caución suficiente que garantizara
las resultas del proceso y la eventual ejecución del laudo. Así las cosas el recurso
de nulidad siguió su curso, y el 25 de septiembre de 2003, se dictó sentencia
donde se fue rechazado, interponiéndose contra el mismo recurso de casación.
Por su parte Valores Venafin, S.A. interpuso solicitud de ejecución del laudo
arbitral, ante un Juzgado de Primera Instancia de Caracas sin notificar al Tribu-
nal la existencia del procedimiento de nulidad del referido laudo arbitral, ni de la
medida de suspensión de los efectos del laudo que había sido decretada. Dicho
Juzgado admitió la solicitud de ejecución, decretó la ejecución forzosa del laudo
arbitral solicitando la parte ejecutante que se decretara medida de embargo eje-
cutivo sobre bienes propiedad de su representada para cubrir las cantidades con-
denadas en la decisión del tribunal arbitral, más las costas.

C) Participación del árbitro en el proceso de impugnación del laudo

833. La regla general es en el momento de dictar el laudo definitivo los árbi-


tros cesan en sus funciones. De conformidad con el art. 32.1º LMU “Las actua-
ciones arbitrales terminan con el laudo definitivo o por una orden del tribunal
arbitral de conformidad con el párrafo 2º del presente artículo”. Es una cuestión
sobre la que existen notables discrepancias pues de un lado se sostiene que si el
árbitro es llamado a juicio puede alegar a favor del laudo, ya que la nulidad de
éste lo perjudica, pero, de otro lado, se mantiene que el árbitro no tiene interés
jurídico, por lo que no debe ser llamado a juicio. Evidentemente si el árbitro es
llamado al juicio de nulidad deberá ser muy cuidadoso en cuanto a su conducta
procesal.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1105

La práctica mexicana ofrece supuestos de nulidad de laudos arbitrales donde


fueron emplazados ante el juez los árbitros. Dicho asunto ha sido narrado por
uno de los árbitros intervinientes2094.

833 bis. Asimismo, la jurisprudencia venezolana da muestra de que la compa-


recencia de los árbitros en los procesos de anulación del laudo arbitral no es algo
infrecuente. Baste atender a la ya referida Sentencia de Tribunal Supremo de
Justicia, Sala Político Administrativa, de 4 de abril de 2006 (Elettronica Indus-
triale S.P.A. / Venezolana de Televisión, C.A.)2095 donde se ordenó la compare-
cencia de los miembros de un Tribunal Arbitral, CCI administrado por tres árbi-
tros colombianos con el fin de que cada uno de ellos expusiera los alegatos y
defensas que tuviere a bien hacer, respecto de la nulidad demandada por Vene-
zolana de Televisión del laudo arbitral dictado por ellos, el 29 de enero de 2001.
No obstante esta comparecencia los árbitros se opusieron firmemente a la misma
en un escrito que, en esencia, barajaba varios argumentos dignos de considera-
ción: Que los árbitros, conforme a la LA Ve, no tienen la cualidad de partes del
proceso, y en muchas de las normas de esa ley, se distingue claramente entre
éstas y el Tribunal arbitral, siendo totalmente distintos los derechos y obligacio-
nes de las partes y de los árbitros; que la función arbitral tiene como finalidad,
según dispone el art. 29 de dicha Ley, culminar con un laudo y que este hecho
no convierte al árbitro en parte del litigio que fue sometido a arbitraje; y, que si
alguna de las partes en el proceso alega algún incumplimiento por parte de los
árbitros de las obligaciones que, de acuerdo con la ley, les corresponde cumplir,
el mecanismo para reclamar, debe ser planteado en un procedimiento diferente,
en el cual las partes sean el reclamante como demandante y el árbitro como de-
mandado, y el objeto de la controversia verse sobre el cumplimiento de sus obli-
gaciones por parte del árbitro. Ante tales alegaciones la Sala dio una respuesta
tan contundente como sorprendente:

“... en el caso sub júdice se demanda la nulidad del laudo, dictado con el voto favorable de dos
árbitros y, siguiendo las premisas antes enunciadas, en virtud de que el Tribunal Arbitral no tie-
ne la estructura jerárquica que existe en el Poder Judicial, debido a que fueron ellos quienes
declararon la validez del compromiso arbitral, tramitaron un arbitraje y dictaron un laudo cuya
nulidad por vicios en su constitución se discute en este proceso, contestaron la demanda de nu-
lidad y promovieron pruebas; se debe entender que todos los árbitros integran el contradictorio,
no como parte demandada propiamente dicha, ya que la pretensión en este caso se concreta a la
nulidad del laudo, pero si deben concurrir a este proceso, a los fines de que se puedan verificar
y controlar las razones que los motivó a declarar la validez de la cláusula arbitral y, en conse-
cuencia, a dictar el laudo con un voto salvado. Así se establece.
Por otra parte, estima esta Sala que la integración de los árbitros al proceso es necesaria, ya
que al no poseer la indicada estructura jerárquica existente en el Poder Judicial, tienen la posibi-

2094 “El árbitro ante un procedimiento de nulidad del árbitro”, www.camex.com.mx/nl17-


cont.pdf.
2095 Vid. supra, nos 258 y 798.
1106 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

lidad de dictar decisiones con fuerza vinculante para las partes, al igual que los jueces en el Po-
der Judicial, sin el expreso control al cual están sometidos los actos de éstos y sin aparente res-
ponsabilidad en el ejercicio de la actividad pública jurisdiccional delegada que les concede el
Texto Fundamental. Así se establece.
Conviene precisar que en este caso no se discute, como señalan los árbitros, una acción de
responsabilidad directa, si bien la parte actora indica que ellos causaron un daño y pide que
sean condenados en costas; la pretensión procesal en definitiva se concreta a la nulidad del lau-
do dictado, y en todo caso debe destacarse que, como bien señalan los árbitros, la acción por
responsabilidad contra ellos en el ejercicio de su función, debe ser objeto de una demanda espe-
cial distinta a ésta. En este orden de ideas, como fueron ellos quienes establecieron la legalidad
de la cláusula arbitral y dictaron el correspondiente laudo con voto salvado, son ellos quienes
junto a la mencionada empresa Elettronica Industriale S.P.A., al ejercer dicha función, deben
integrar el contradictorio sobre la nulidad demandada; todo lo cual, además, fue verificado en el
presente caso, ya que tanto los árbitros como la indicada empresa defendieron el laudo y pro-
movieron pruebas en este procedimiento”

Por su parte la Sentencia de la misma Sala de 4 de mayo de 2006 en el asunto


PDVSA GAS, S.A. / Siderúrgica del Orinoco, C.A. que en la tramitación de un
recurso de nulidad contra un laudo arbitral, decretó citar a los árbitros y ordenó
al juzgado de sustanciación a fijar la caución a la que se refiere el art. 43 LA Ve.
Dicha decisión ha sido objeto de crítica por dos motivos. En primer lugar, por-
que la Sala Político Administrativa no es, en los términos de la LA, el tribunal
estatal competente para conocer el recurso de nulidad contra un laudo arbitral; el
referido art. 43 habla simplemente del “Tribunal Superior” competente del lugar
donde se hubiere dictado el laudo. Y, en segundo lugar porque los árbitros no
tienen por qué ser citados en los juicios de nulidad del laudo arbitral al no ser
partes ni terceros, sino las personas que fueron designadas por el correspondien-
te Centro de Arbitraje o de mutuo acuerdo por las partes; no debe olvidarse que
la misión del árbitro culmina con la emisión del laudo, por lo que a partir de la
misma carece de cualquier cualidad para comparecer en un proceso de anula-
ción2096.

D) Supuestos especiales de anulación judicial en los contenciosos en materia


de inversiones extranjeras

834. Distinto es, aunque muy destacado a efectos prácticos, que se deba tener
en cuenta la competencia judicial asociada a la elección de un arbitraje. Si es
cierto, como comienza este epígrafe, que donde hay acuerdo de las partes, el
juez no es necesario, la importancia de su competencia residual es enorme. Qui-
zá el ejemplo más ilustrativo sea la estructura de resolución de controversias
creada en los Tratados bilaterales de promoción y protección recíproca de inver-
siones, celebrados entre dos Estados con la finalidad de crear un marco jurídico
seguro para la inversión privada en otro Estado. Pues bien, en estos Tratados la
2096 Vid. las observaciones de A. de Jesús O., Boletín del Comité Venezolano de Arbitraje, nº

17, 2006.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1107

creación del entorno propicio para la inversión termina ineludiblemente en la


concreción del método de resolución de controversias. Aunque veremos más
adelante las cuestiones que plantea ésta técnica como inicio de un arbitraje, el
medio preferido de solución en los Tratados es el arbitraje CIRDI, de acuerdo
con el Convenio de Washington de 1965. Pero no es la única posibilidad, seña-
ladamente en todos aquellos casos en que el Estado receptor de la inversión no
es parte de dicho Convenio. Se abren entonces otras posibilidades, como la utili-
zación del llamado Mecanismo Complementario del Convenio (Addictional
Facilities) que permite su utilización parcial y con correcciones. Pues bien, esta
opción, abierta entre otras, permite una intervención judicial del juez del lugar
del arbitraje que no es posible en el procedimiento CIRDI usual. Es exactamente
lo que ocurrió en el asunto Metalclad en el que, a instancias de la parte deman-
dada en el arbitraje el juez norteamericano ordenó la sustitución imperativa de
uno de los árbitros, decisión confirmada recientemente por el Tribunal Supre-
mo2097. Sirva este supuesto de concreción de una realidad: el entramado de nor-
mas, convencionales o legales, nacionales o internacionales, en las que se basa
un arbitraje puede tener una relevancia inmediata en el desarrollo del mismo y
en su eficacia final. Como en los demás sectores de la litigación internacional se
impone prudencia y por la vía de la prevención: no puede afirmarse tajantemente
que la elección del arbitraje como medio de solución de controversias en las
relaciones comerciales internacionales termine con todas las cuestiones relacio-
nadas con la competencia judicial residual de las jurisdicciones nacionales. En
ese sentido, es imprescindible prever las posibles intervenciones y su efectividad
en cada caso concreto.

IV. Soluciones para la impugnación del laudo en América Latina

1. Sistemas que establecen exclusivamente las acciones de anulación

A) Brasil

835. La LA Br ha equipara en su art. 31 el laudo arbitral a la sentencia judi-


cial, sin embargo no está sujeto a recurso de apelación, no siendo ineludible, por
lo tanto, renunciar a ese recurso en la cláusula compromisoria2098. Las partes
únicamente pueden solicitar de los árbitros la corrección de errores material o el
esclarecimiento de algún punto oscuro de su decisión (art. 30). Incluso las posi-

2097 Vid. Metalclad Corp. C. EE UU Mexicanos, Caso nº. ARB (AF)/97/1, laudo de 30 de agos-
to de 2000, ILM, vol. 40, 2001, pp. 36 ss y Supreme Court of British Columbia de 2 de mayo de
2001, WTAM, vol. 13, 2001, pp. 47 ss.
2098 E. Grebler, “Controle Judicial da sentença arbitral”, Revista Brasileira de Arbitragem, nº 5,

2005, pp. 52-60.


1108 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

bilidades de anulación del laudo, que deben ser solicitadas al juez son también es
bastante limitada debiéndose seguir en su trámite el procedimiento común pre-
visto en el Código de Procedimiento Civil (art. 33). Las causales previstas en el
art. 32 son las siguientes: nulidad del compromiso arbitral; decisión que traspasa
los límites de la convención de arbitraje o que no decide todo el litigio; incapa-
cidad del árbitro; ausencia de los requisitos formales del laudo determinados en
el art. 26; laudo declarado fuera del plazo, incumplimiento a los principios de
contradicción, de la igualdad de las partes, de la imparcialidad del árbitro o de su
libre convencimiento. Aun cuando, como se señalo, la LA Br no establece el
carácter restrictivo de las causales este extremo ha sido puesto de relieve por la
Sentencia del Tribunal de Justicia de Rio Grande del Sur, apelación civil, nº, de
14 de diciembre de 2004 (Descovi, Jr., I.A.). De acuerdo con esta decisión

“Na firmatura do termo de compromisso arbitral o segundo compromitente ja alegava sua ilegi-
timidade passiva quanto ao pleito do primeiro compromitente (...), materia, portanto, submetida
ao exame do tribunal de medicáo e juizado arbitral, como preliminar. Decisáo acerca do mérito so
poderia ser proferida caso superada essa invocacáo da empresa compromitente.
Nao verifico nulidade da sentenca arbitral, por nenhum dos incisos do art. 32 da Lei 9307/96 men-
cionados na peticáo inicial. Nao é nulo o compromisso (inciso I) pois firmado por partes capazes
(art. 1°) e atendidas as formalidades legáis (art. 9°, parágrafo 2° e 10).
Também nao deixou de decidir o litigio o tribunal (inciso V) pois, repete-se, a questáo da legitimi-
dade passiva fora posta no compromisso para ser analisada, e, obviamente, como materia previa a
ser enfrentada, tal como sucede no processo judicial. Deve ser ressaltado que o compromisso
arbitral é assuncáo concreta e atual da arbitragem como meio de resolucáo de confuto existente entre
os compromitentes, e suas alegacóes deverao ser alvo da decisáo, aínda que urna das teses (no caso o
da ilegitimidade passiva) revele-se prejudicial ao exame das demais, tal como ocorreu.
Posto isso, voto pelo improvimento da apelacáo”2099.

B) Ecuador

836. El art. 30 LA Ec es congruente con el postulado de inapelabilidad e


inimpugnabilidad de los laudos arbitrales. De conformidad con este precepto
“Los laudos arbitrales dictados por los tribunales de arbitraje son inapelables, pero podrán
aclararse o ampliarse a petición de parte, antes de que el laudo se ejecutoríe, en el término de
tres días después de que ha sido notificado a las partes. Dentro de éste mismo término los árbi-
tros podrán corregir errores numéricos, de cálculo, tipográficos o de naturaleza similar. Las pe-
ticiones presentadas conforme a lo establecido en este artículo serán resueltas en el término de
diez días contados a partir de su presentación.
Los laudos arbitrales no serán susceptibles de ningún otro recurso que no establezca la pre-
sente Ley”.

Al efecto, el art. 31 establece la acción de nulidad de laudos arbitrales, confi-


gurada como recurso, como medio para garantizar que el nacimiento, desarrollo
y conclusión del procedimiento arbitral se ajusten a lo establecido en la ley. Di-
2099 L. Rigueira Rennó Lima, “A legitimidade passiva em ação ordinária de nulidade de sen-

tença arbitral”, Revista Brasileira de Arbitragem, nº 6, 2005, pp. 91 ss.


CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1109

cha configuración plantea ciertos problemas porque la Ley de Arbitraje no con-


cibe recursos ordinarios de apelación ni de impugnación por ser contrarios a la
naturaleza misma del arbitraje; de ahí que sea preferible el empleo del término
“acción”. El precepto establece las siguientes causales

“a) No se haya citado legalmente con la demanda y el juicio se ha seguido y terminado en


rebeldía. Será preciso que la falta de citación haya impedido que el demandado deduzca sus ex-
cepciones o haga valer sus derechos y, además, que el demandado reclame por tal omisión al
tiempo de intervenir en la controversia; o,
b) no se haya notificado a una de las partes con las providencias del tribunal y este hecho
impida o limite el derecho de defensa de la parte; o,
c) cuando no se hubiere convocado, no se hubiere notificado la convocatoria, luego de con-
vocada no se hubiere practicado las pruebas, a pesar de la existencia de hechos que deban justi-
ficarse;
d) El laudo se refiera a cuestiones no sometidas al arbitraje o conceda mas allá de lo recla-
mado”.

Como es habitual en muchos sistemas de América Latina el recurso se inter-


pondrá ante el tribunal arbitral quien sin pronunciarse sobre la procedencia o
improcedencia del mismo, remitirá el proceso al Presidente de la Corte Superior
del Distrito del lugar del arbitraje para que conozca el recurso, dentro del tér-
mino de tres días después de interpuesto. La parte que interpone el recurso podrá
solicitar a los árbitros que se suspenda la ejecución del laudo, rindiendo caución
suficiente sobre los perjuicios estimados que la demora en la ejecución del laudo
pueda causar a la otra parte.

C) Panamá

837. En Panamá contra los laudos arbitrales cabe únicamente el recurso extra-
ordinario de anulación. La jurisprudencia de este país se ha mostrado contunden-
te a la hora de considerar las impugnaciones contra lo decidido por los árbitros
siendo expresiva de tal actitud la Sentencia de la Corte Suprema de Justicia, Sala
Cuarta de Negocios Generales, de 14 de febrero de 2005 (Greenhow Associates
Ltd. / Refinería Panamá, S.A.), que no tuvo reparo alguno en afirmar que

“... en la jurisdicción arbitral, el procedimiento en principio está sometido a la voluntad de las


partes; sin embargo, usualmente las partes al no emitir un reglamento arbitral se acogen al re-
glamento establecido por el Centro de Arbitraje donde se constituyó el Tribunal Arbitral; lo que
ocurre en el caso en examen.
Al llevarse el procedimiento de forma oral, la única forma de ventilar una oposición a la de-
cisión de los árbitros, las cuales son vertidas ipso-facto, sería en el momento y apelando a la
buena voluntad de éstos para que escuchen un alegato de reconsideración, de lo contrario su de-
cisión es final y definitiva.
Es importante señalar que los principios generales del derecho procesal resaltados en líneas
anteriores deben estar presente en las decisiones de todo juzgador, ya bien sea Magistrado, Juez
o Árbitro; y al establecer el legislador patrio la imposibilidad de convertir el proceso judicial en
un mar de recursos por la práctica antiética de los malos juristas que con dilatar el proceso ob-
1110 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

nubilan al cliente so pretexto de estar interponiendo los recursos necesarios para una adecuada
defensa, cuando en realidad prolongan un resultado que no va ser beneficioso para nadie; ni pa-
ra el sistema, ni para las partes, ni para el abogado. Lo que da pie a señalar, como tantas veces
se dice, justicia tardía no es justicia”.

De conformidad con el art. 33.5º LA Pa el laudo “produce efecto de cosa juz-


gada y no cabrá contra él recurso alguno, salvo el de anulación...” que se sustan-
ciará ante la Sala Cuarta de Negocios Generales de la Corte Suprema de Justicia.
La formulación de dicho recurso queda reducido a las causales que de establecen
en el art. 34.
“1. Cuando la parte que interpone el recurso pruebe:
a) Que el convenio arbitral estaba viciado por alguna de las causales de nulidad consagradas
en el Código Civil y las causales contenidas en los convenios internacionales que la República
de Panamá haya ratificado sobre la materia.
b) Que la constitución del tribunal arbitral, el desarrollo del procedimiento arbitral o la emi-
sión del laudo, no se ha ajustado al acuerdo celebrado entre las partes o de conformidad con lo
establecido en el presente Decreto Ley, o no haya sido una de las partes notificadas en debida
forma de la iniciación del arbitraje o de cualquier trámite del procedimiento.
c) Que el laudo se refiere a una controversia no contenida en el convenio arbitral, o que con-
tiene decisiones que exceden de su ámbito o alcance.
d) Si el laudo se hubiere obtenido en virtud de violencia, cohecho o prevaricato.
Parágrafo: La anulación afectará únicamente a las cuestiones a que se refiere los párrafos an-
teriores que se puedan separar de las demás contenidas en el laudo.
2. Que el tribunal compruebe que el objeto de la controversia no es arbitral conforme a la ley
panameña, o que el laudo es contrario al orden público panameño”.

838. Respecto de las referidas causales la Sentencia de la Corte Suprema de


Justicia, Sala Cuarta de Negocios Generales, de 7 de octubre de 2005 (Fomento
de Construcciones y Contratas, S.A. –FFC– / Colon Container Terminar, S.A. –
CCT–), afirmó que : “sería improcedente avocarse al examen del proceso arbitral
como si la Sala Cuarta de la Corte fuese un tribunal revisor de segunda instancia,
toda vez que su función es el examen concreto del laudo arbitral en concordancia
con las causales que expresamente establece la Ley”.Con ello desaparece una
práctica arbitral anterior, objeto de numerosas críticas, derivada del art. 1411 del
Código judicial de 1987 que consideraba únicamente la anulación “por causa de
prevaricación y recurso de casación en la forma”; y, lo que resulta altamente
positivo, se eliminan los incidentes dilatorios y los recursos contra los laudos, se
uniforma el concepto de fallos o sentencias bajo el apelativo de “laudo arbitral”
y se reduce la posibilidad de impugnarlo2100. En esencia, la Sala Cuarta se limita
a examinar lo acontecido en el proceso arbitral para verificar si dentro del mismo
se han seguido las reglas arbitrales por las cuales se sujetaría el proceso arbitral
y si los árbitros han fallado en estricta observancia de las disposiciones estable-
cidas en la Ley 5 de 1999 y en el reglamento de la institución arbitral (Sentencia

2100 U. Pitti, “La anulación del laudo arbitral en la legislación panameña”, Revista del Colegio

de Abogados de Puerto Rico, vol. 62, nº 3-4, 2001, p. 263.


CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1111

de la Corte Suprema de Justicia, de 9 de octubre de 2001: Grand Park Hotel,


Inc. / Alta Cordillera, S.A.).

839. La práctica de la anulación está íntimamente vinculada a las decisiones


arbitrales emanadas del Centro de Conciliación y Arbitraje de Panamá y en los
primeros años de vigencia de la Ley no prosperó ningún recurso suscitado ante
la Corte Suprema de Justicia2101. El primer precedente de recurso de anulación,
interpuesto contra un laudo arbitral dictado bajo el amparo de la LA Pa se inició
en los tribunales ordinarios antes que entrara en vigencia el Decreto Ley nº 5 de
8 de julio de 1999, lo que le permitió a las partes acogerse al mismo para poner
en marcha el arbitraje2102. La nueva legislación arbitral eliminó el recurso de
casación en contra del laudo arbitral. A cambio de ello, se permite el recurso de
anulación, que conoce la Sala Cuarta de Negocios Generales de la Corte Supre-
ma, pero sobre causales muy concretas que se establecen, como vimos, en el art.
LA Pa. La decisión de la Corte Suprema de Justicia, Sala Cuarta de Negocios
Generales, 16 de marzo de 2001 (Telephone & Technologies, S.A. / Cable &
Wireless Panamá, S.A.), indicó que la “Corte no puede constituirse en un tribu-
nal de segunda instancia, ante la impugnación sistemática de un laudo arbitral,
sin el debido sustento” y añadió que: “Todo pronunciamiento o laudo dado por
árbitro, legalmente constituido, que le ponga término a un conflicto, lleva apare-
jada tanto la posibilidad de recurrir por las partes contra la decisión, cuando ésta
no se ajuste al procedimiento acordado, como la aceptación del fallo”
Ante todo la anulación del laudo queda circunscrita a los laudos internos, pues
si el arbitraje es comercial internacional, de conformidad con el art. 5, “las partes
pueden pactar, o el reglamento de arbitraje establecer, la renuncia” al referido
cauce jurisdiccional (art. 36). Y si bien para los laudos interno e internacionales
la Ley de arbitraje les dota de idéntica validez y eficacia que las sentencias pro-
nunciadas por la justicia la justicia ordinaria, la ejecución del laudo arbitral in-
terno compete a los jueces o autoridades ordinarias, según la naturaleza del ne-
gocio y la cuantía; en cambio, en lo que respecta a los laudos extranjeros, éstos
reconocen y ejecutan en Panamá, de conformidad con los Tratados y Convenios
ratificados por este país por el procedimiento de exequátur ante la Sala Cuarta de
Negocios Generales de la Corte Suprema de Justicia2103.

D) Uruguay

840. Como apuntamos al estudiar la regulación del arbitraje en el CGP de


Uruguay, el único recurso que se admite contra el laudo es el de nulidad, fiján-
dose un reducido número de causales en su art. 499 limitando, en consecuencia,

2101 U. Pitti, “La anulación del laudo arbitral...”, loc. cit., p. 274.
2102 Ibid., pp. 274-276-
2103 Vid. infra, nº 924.
1112 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

las facultades de la parte recurrente para interponer el recurso, que deberá efec-
tuarse dentro de los cinco siguientes a la notificación del laudo, sustanciándose
en la forma prevista para los incidentes pudiendo el tribunal en cualquier mo-
mento, requerir informes de los árbitros, ya sea conjunta o separadamente. Du-
rante la tramitación del recurso, la ejecución del laudo quedará en suspenso y la
sentencia que se pronunciare sobre la nulidad, cuyo alcance total o parcial se
detalla en el art. 500 en función de las causales alegadas por el impugnante, sólo
será susceptible de los recursos de aclaración y ampliación (art. 501).
La regulación apuntada está prevista, en principio, para los arbitrajes internos
que se sustancien en este país, no obstante, en caso de un arbitraje internacional
que fije su sede, por ejemplo, en Montevideo, será esta plaza en foro internacio-
nalmente competente ante el que procederá sustanciar, si procede, el correspon-
diente recurso de anulación de conformidad con la legislación procesal uruguaya
y ello sin perjuicio de la ley que rija el fondo del arbitraje. Esta afirmación en-
cuentra apoyo en el art. 13 CGP que establece la aplicación de la ley procesal en
el espacio, sin perjuicio de lo dispuesto en los tratados internacionales. Por ello,
en el supuesto que nos ocupa deberá estarse a las causales previstas en el referi-
do art. 499 lo que “no excluye otros motivos de anulación como la falta de pre-
supuestos procesales, o sea, los requisitos necesarios para la existencia jurídica y
validez formal del proceso”2104; y para ello se ha llegado a construir un curioso
razonamiento que propugna la aplicación de las causales de nulidad previstas en
el art. 22 del Acuerdo sobre Arbitraje Comercial de Mercosur de 1998, pues
“aunque no se encuentre técnicamente vigente como tratado internacional por no
haber sido aún ratificado, no implica que sus disposiciones no sean pasibles de
aplicación por vía analógica o en carácter de doctrina más recibida por el juez
uruguayo, conforme al art. 16 del Título Preliminar del Código Civil”2105.
Esta última cuestión sugiere una especial reflexión en el concreto sistema ju-
rídico que estamos examinando, pues el art. 477 exige que el “compromiso de-
berá consignarse, bajo pena de nulidad en acta o escrito judicial o en escritura
pública. La aceptación de los árbitros se recabará por el tribunal o por el escri-
bano que autorizó la escritura”. Tratándose de un arbitraje internacional, por
ejemplo, un arbitraje administrado por la CCI, puede cuestionarse muy seria-
mente, y así se ha pronunciado el Ministerio Público para proponer la proceden-
cia de la nulidad, el “Acta de Misión” no reuniría los requisitos del art. 477, que
se considera norma imperativa, si no está formalizada en escritura pública. Y
aunque este argumento no ha sido aceptado por la jurisprudencia uruguaya sigue
siendo un instrumento perturbador en el desarrollo del arbitraje en Montevideo
que, en función de su cualidad de Capital de Mercosur, comienza a ser elegida
como sede para numerosos arbitrajes que se desarrollan en esta zona.

2104 Dictamen de la Fiscal Nacional Civil G.V. González López en relación con el recurso de
nulidad en el asunto (Enersis, S.A.) de 28 de marzo de 2003.
2105 Ibid.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1113

841. Al respecto la práctica apunta una tendencia favorable a la confirmación


del laudo y consiguiente rechazo al recurso. Un señalado precedente se recoge
en la Sentencia nº 161/03 del Tribunal de Apelaciones en lo Civil del Segundo
Turno, de 18 de junio de 2003 (Enersis, S.A. y otros / Pecom Energía, S.A. y
otra) a propósito de la nulidad de un laudo CCI pronunciado en Montevideo en
un asunto relativo a la validez de un pacto de sindicación que oponía a empresas
chilenas y argentinas. El Tribunal de Apelaciones tuvo que pronunciarse acerca
de la eventual violación de las garantías al debido proceso por no haberse tenido
en cuenta en el laudo una argumentación incorporada por la contraparte en la
última audiencia del arbitraje según la cual no tuvo oportunidad de defensa. En
esta destacada sentencia el referido Tribunal rechazó la impugnación por enten-
der que se trataba de un arbitraje internacional y que al mismo era de aplicación
la normativa internacional suscrita por Uruguay con preferencia de interna y que
en el supuesto controvertido no se había vulnerado el orden público internacio-
nal. Se puso, pues, el acento en la autonomía del Derecho internacional privado
y sobre la obligatoria independencia de sus mecanismos interpretativos e inte-
gradores con referencia al Derecho privado2106 negándose el Tribunal a extender
analógicamente el sistema de recursos contra los laudos arbitrales nacionales
previstos en nuestro CGP al laudo internacional en cuestión, distinguiendo per-
fectamente las hipótesis del Derecho internacional privado y las del Derecho
interno2107.

2. Sistemas que establecen una pluralidad de recursos

A) Argentina

842. Ya tuvimos ocasión de apuntar que es una cuestión muy discutida en la


doctrina argentina si corresponde o no la interposición de los recursos extraordi-
narios de inconstitucionalidad y arbitrariedad contra los laudos ante la Corte
Suprema de Justicia de la Nación y que existían posiciones favorables a su viabi-
lidad, en dos supuestos concretos: que se haya vulnerado el orden público o que
el laudo resulte manifiestamente “inconstitucional, ilegal o irrazonable”2108. Con
independencia de la corrección de la doctrina que se manifiesta en sentido con-
trario, y de la especialidad de la materia abordada, el tenor de la jurisprudencia
aconseja situar a Argentina en este apartado. Es cierto que partir de la sentencias

2106 Cf. J. Tálice, “Interpretación e integración del Derecho internacional privado”, Revista

Uruguaya de Derecho Internacional (Montevideo), vol. 2, 1979, pp. 115 ss.


2107 Vid. P. Arrighi, “Un fallo de gran trascendencia nacional e internacional en materia de arbi-

traje”, Tribuna del Abogado (Colegio de Abogados del Uruguay), nº 134, agosto-septiembre de
2003, pp. 8 ss.
2108 Vid. supra, nos 243-245.
1114 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

de la Corte Suprema de 7 de julio de 1993 (Fibraca Constructora S.C.A. / Comi-


sión Técnica Mixta de Salto Grande) y de 17 de noviembre de 1994 (Color, S.A.
/ Max Factor Argentina ) se había sostenido que el procedimiento arbitral de
instancia única no era inconstitucional, ya que en todos los casos las partes con-
taban con la posibilidad de acudir a través de acciones o recursos de nulidad a la
revisión judicial del laudo y que tal facultad era absolutamente irrenunciable con
lo que quedaba garantizada suficientemente la tutela judicial efectiva. Sin em-
bargo, esta orientación fue alterada a propósito de otra decisión de la Corte en el
asunto Meller. Recuérdese que planteaba una reclamación administrativa de un
particular por cobro de dinero en cumplimiento de un contrato con Entel estatal
pero ante objeciones de la procuración y la sindicatura respecto a la procedencia
del monto adeudado se decidió suspender su propia resolución alegando entre
otras cosas o que Meller había firmado un acuerdo transaccional por el que re-
nunciaba a todo reclamo posterior. Ante esta situación Meller llevó el caso al
Tribunal Arbitral de Obras Públicas, que dictó un laudo a su favor y así las cosas
Entel interpuso recurso extraordinario que le fue denegado y entonces ocurrió en
queja a la Corte Suprema que consideró por mayoría que el referido arbitraje era
un régimen opcional y la elección del procedimiento administrativo implicaba la
renuncia del recurso a la justicia. Debe dejarse constancia, sin embargo del voto
disidente los Dres. J.S. Nazareno y A. Boggiano:

“La mayor o menor amplitud de aquel control depende de la misma voluntad que dio origen
al arbitraje: de máxima extensión, si las partes cuentan con el recurso de apelación por no haber
renunciado a él en oportunidad de pactar el arbitraje, en cuyo caso el tribunal interviniente ten-
drá jurisdicción para volver sobre el fondo de la cuestión; o limitado a ciertos ámbitos eminen-
temente formales, en el supuesto de que, con el objeto de optimizar la rapidez y eficacia en la
solución de sus conflictos, los contratantes hayan renunciado aquella apelación y sólo dispon-
gan del recurso de nulidad del laudo arbitral, el cual suele circunscribirse a errores de procedi-
miento. En ese marco, al juez le corresponde respetar esas renuncias –a la jurisdicción natural,
en general, y a la posterior revisión por los jueces del Estado, en particular– sin atender a las
posteriores retractaciones que solapadamente puedan intentar las partes como consecuencia de
una resolución adversa, so pena de desnaturalizar el instituto del arbitraje privándolo de sus
más preciosos beneficios. En consecuencia, el laudo es revisable cuando las objeciones pro-
puestas ponen de manifiesto una seria lesión a los derechos de defensa y propiedad2109“.

También la sentencia Mellerꞏinfluyó decisivamente, como vimos, en la deci-


sión que la Corte Suprema dio en el asunto José Cartellone Construcciones Civi-
les S.A. / Hidroeléctrica Norpatagónica, S.A. y en Hidronor, S.A. s/proceso de
conocimiento, alejándose esta jurisprudencia de la tendencia que preside la gene-
ralidad de los sistemas de arbitraje que se orienta a considerar a los laudos arbi-
trales como definitivos e irrecurribles. No sólo admitió el recurso de apelación
en un procedimiento donde se cuestionaba un laudo de un tribunal arbitral,
2109 Corte Suprema de Justicia de la Nación, 5 de noviembre de 2002 (Meller Comunicaciones
S.A. U.T.E. / Empresa Nacional de Telecomunicaciones) Considerando 10 del voto de los Docto-
res J.S. Nazareno y A Boggiano.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1115

cuando las partes habían renunciado a apelarlo, sino que, además, entendió que
los jueces estaban facultados para analizar el fondo del laudo y evaluar si el
mismo era contrario al orden público, inconstitucional, ilegal o irrazonable.

843. Con independencia de la polémica acerca de si la jurisdicción arbitral de


instancia única es o no inconstitucional, las partes cuentan con la posibilidad de
procurar, por vía de acciones o recursos de nulidad irrenunciables, la revisión
judicial del laudo. De conformidad con el art. 758 CPCCN, “Contra la sentencia
arbitral podrán interponerse los recursos admisibles respecto de las sentencias de
los jueces, si no hubiesen sido renunciados en el compromiso”2110. Si se trata de
un arbitraje de Derecho el recurso de nulidad interpone directamente ante los
árbitros para que resuelva el Superior que es la Cámara de Apelaciones en la
materia del lugar del arbitraje estableciéndose la posibilidad de ir en queja a la
misma en caso de denegatoria; caso contrario; su sentencia es definitiva y contra
ésta es factible interponer el recurso extraordinario. Por ejemplo, en la sentencia
de la Sala E de la Cámara de Apelaciones de 19 de abril de 2005 (Patrón Costas,
M.D. y otros / International Outdoor Advertising Hildings Co. y otros) estimó
que la denegatoria del recurso de nulidad no era ajustada a Derecho en virtud de
que las partes no habían renunciado expresamente a ese recurso en el acuerdo
arbitral, ni había cláusula alguna del acuerdo que hubieran podido inferirla. De
esta suerte consideró procedente la interposición del recurso resaltando la dife-
rencia entre los recursos ordinarios y los que caben contra los laudos arbitrales al
establecer, que si bien en los derechos procesales internos se suele considerar al
recurso de nulidad comprendido dentro del de apelación, no es lo que ocurre en
el arbitraje, ya que se le acuerda al recurso de nulidad autonomía respecto de
otros recursos (art. 760 CPCCN)2111.
Se produce, a grandes rasgos, un vínculo entre el arbitraje y la jurisdicción y
la decisión a la que llegue la referida Cámara es la vía de acceso al recurso ex-
traordinario en la Corte Suprema2112. Este trámite reposa en la exigencia consti-
tucional de “promover la justicia” y de las garantías de la defensa en juicio, si
bien la mayor o menor amplitud del control jurisdiccional en Argentina está en
función de la propia voluntad que puso en marcha el arbitraje quedando limitado
a ciertos ámbitos eminentemente formales en el supuesto de que, con el objeto
de optimizar la rapidez y eficacia en la solución de sus conflictos, los contratan-
tes hayan renunciado a la apelación y únicamente del recurso de nulidad del
laudo arbitral, el cual suele circunscribirse a errores de procedimiento. La re-
nuncia del derecho a apelar es válida, pero no es absoluta, contiene los lími-

2110 Vid. supra, nº 823.


2111 Vid. nota de Mª B. Noodt Taquela,
http://www.noodttaquela.com.ar/08%2014%20novedades.htm.
2112 A.M. Morello, “El arbitraje en la encrucijada”, Jurisprudencia Argentina, Diario del 18 de

agosto de 2004.
1116 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

tes de los arts. 760 y 761 y el recurso extraordinario sólo será procedente en
caso de manifiesta arbitrariedad y violación de garantías, salvo si viene pre-
cedido de una declaración de nulidad y la naturaleza del arbitraje exige la
libre elección de los árbitros.
Al margen de lo anterior debe dejarse constancia que la jurisprudencia argen-
tina ha considerado que el arbitraje obligatorio tiene un tratamiento especial,
desde el punto de vista de los recursos que pueden imponerse contra el laudo
ante la jurisdicción ordinaria, que lo diferencia del arbitraje voluntario. Recor-
demos que el arbitraje puede ser voluntario cuando las partes libremente se so-
meten a él, mediante una cláusula compromisoria o compromiso arbitral, o for-
zoso cuando es impuesto por la ley como procedimiento ineludible para dirimir
determinada clase de conflictos2113.

844. Aunque se prevé la impugnación del laudo por vía del recurso de nuli-
dad, dicho recurso, como es habitual en el Derecho comparado, no habilita a las
partes a solicitar una revisión de aquél en cuanto al fondo de lo decidido, sino
que el juez debe limitarse a controlar el efectivo cumplimiento de los recaudos
que la legislación ha considerado indispensables para una buena administración
de justicia, pues de lo contrario quedaría desnaturalizado el instituto del arbitra-
je. Las causas que de acuerdo a los arts. 760 y 761 CPCCN autorizan la impug-
nación por nulidad son, en principio, cuatro pues este último recepto establece la
aplicación subsidiaria de las disposiciones sobre nulidades previstas en dicho
Código. En primer lugar, errores esenciales en el procedimiento. En segundo
lugar, fallo de los árbitros fuera del plazo pactado. En tercer lugar, lugar decisión
de los árbitros sobre puntos no comprometidos. Por último, la inclusión de dis-
posiciones incompatibles entre sí en la parte dispositiva del laudo, aunque la
Corte Suprema ha resaltado en una sentencia de 1961 (Ortega, F. / Gómez Fer-
nández, V. y otros) que “la falta de parte dispositiva en un laudo arbitral no cons-
tituye un defecto que lo convierta en un acto procesal inexistente”. La jurispru-
dencia ha tenido la virtud de aumentar el número de causales admitiendo la nuli-
dad cuando un laudo infringe normas de orden público o cuando el árbitro omite
pronunciarse acerca de puntos”comprometidos” en el compromiso arbitral. Un
buen ejemplo de lo primero lo ofrece la Sentencia de la Corte Suprema de Justi-
cia de la Nación de 1 de junio de 2004 (José Cartellone Construcciones Civiles
S.A. / Hidroeléctrica Norpatagónica S.A. o Hidronor S.A. s/ proceso de conoci-
miento), cuya razonamiento ya fue estudiado, así como el debate que produjo en
la doctrina argentina2114. Y un ejemplo de lo segundo último es la Sentencia de la
Cámara Nacional de Apelaciones, Sala C, de 3 de junio de 2003 (Calles, Ricar-
do y otros / General Motors Corporation) que decidió admitir parcialmente la
2113 Vid. sobre la distinción, A. Briguglio, “Gli arbitrato obbligatori e arbitrato da legge”, Riv.
trim. dr. proc. civ., vol. 57, 2003, pp. 81-107.
2114 Vid. supra, nos 245-246.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1117

nulidad impetrada por entender que “...en la decisión atacada se laudaron puntos
no comprometidos por las partes y, por el contrario, se omitió dar tratamiento a
cuestiones específica y temporáneamente sometidas a su juzgamiento”; téngase
en cuenta que el art. 754 determina que los árbitros tienen la obligación de resol-
ver todas las cuestiones sometidas a su decisión entendiéndose que aunque tal
circunstancia no figure en el CPCCN como una causal de impugnación puede
esgrimirse con éxito. A partir de la lectura efectuada del referido art. 754 los
puntos acordados en el compromiso deben ser resueltos con la finalidad de poner
fin a la incertidumbre jurídica que llevó a las partes a pactar el arbitraje, por eso
si el laudo que no resuelve tal incertidumbre no cumple con los presupuestos
mínimos que subyacen al acuerdo en que las partes2115.

B) Bolivia

845. Hemos tenido oportunidad de apuntar que en Bolivia el recurso de anula-


ción del laudo presente ciertas peculiaridades en su tramitación y también en las
causales para declararla. En relación a las primeras, la nota distintiva esencial es
que el recurso se tramita ante el propio tribunal arbitral fundamentando el agra-
vio sufrido y dando audiencia a la otra parte en unos plazos muy breves acaba-
dos los cuales el Tribunal “con o sin respuesta del traslado corrido” puede el
recurso disponiendo su envío el Juez de Partido (art. 64); en caso contrario, esto
es, si el recurso es rechazado se abre la posibilidad de un “recurso de compulsa”
ante el Juez de Partido (art. 65), cuyos trámites se regulan en el art. 65, no admi-
tiéndose recurso alguno contra la resolución de vista que decida acerca de la
anulación.
Las causales de la anulación se establecen en el art. 63 y se agrupan en aqué-
llas cuya verificación corresponde a la autoridad judicial, esto es, materia no
arbitrable y laudo arbitral contrario al orden público y aquéllas que corresponde
probar a la parte recurrente: 1) Existencia de los casos de nulidad o anulabilidad
del convenio arbitral, conforme a normas del Código Civil. 2) Falta de notifica-
ción con la designación de un árbitro o con las actuaciones arbitrales. 3) Imposi-
bilidad de ejercer el derecho de defensa. 4) Referencia del laudo a una contro-
versia no prevista en el convenio arbitral o inclusión en el mismo de decisiones y
materias que exceden el referido convenio arbitral, previa separación de las
cuestiones sometidas a arbitraje y no sancionadas con anulación. 5) Composi-
ción irregular del tribunal arbitral. 6) Desarrollo viciado del procedimiento, que
vulneren lo pactado, lo establecido en el reglamento adoptado o lo prescrito en la
presente ley. 7) Emisión del laudo fuera del plazo.

2115 A. Waisman, “Impugnación de un laudo que omite pronunciarse sobre puntos incluidos en

el compromiso arbitral”, La Ley (Buenos Aires), 2 de junio de 2006 (2006-C-1308).


1118 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

846. Pese a la amplitud de las causales señaladas y a que el art. 62 LA Bo


afirma tajantemente que contra el laudo arbitral “solo podrá interponerse recurso
de anulación”, insistiendo en que este recurso “constituye la única vía de impug-
nación del laudo arbitral”, la práctica boliviana registra un cauce distinto para
llegar a la nulidad del laudo mediante recurso directo de nulidad establecido en
el art. 79 de la Ley del Tribunal Constitucional de 1998, que es también utiliza-
do, como hemos tenido ocasión de apuntar2116, para establecer las medidas anti-
proceso. Si bien en el asunto Hubair Corp. / Sanzatenea Dimoff, objeto de la
Sentencia del Tribunal Constitucional de 4 de julio de 2000, se afirmó que “el
recurso directo de nulidad previsto por los arts. 120.6º de la Constitución Política
del Estado y 79 de la Ley nº 1836, consagrados en resguardo del art. 31 de la
Constitución Política del Estado, procede contra los actos de los que usurpen
funciones que no les competen y de los que ejerzan jurisdicción y potestad que
no emane de la Ley, situación que en el caso de autos no se presenta, dado que el
tribunal arbitral actuó dentro del marco del Convenio Arbitral y la Ley nº 1770
de Conciliación y Arbitraje...”

C) Colombia

847. Es una cuestión pacífica en Colombia que el procedimiento arbitral es de


instancia única, por eso cuando se hacer referencia a la anulación de un laudo se
excluye por definición la posibilidad de una segunda instancia, porque no se
trata de examinar la cuestión de fondo, sino la regularidad formal a través de las
causales. El recurso de anulación de laudos arbitrales busca impugnar la decisión
arbitral por errores de procedimiento en que haya podido incurrir el tribunal de
arbitramento, y excepcionalmente, por errores en la aplicación del Derecho sus-
tancial. La presencia de un régimen especial de arbitraje para las controversias
derivadas de la contratación entre particulares y entidades de la Administración
pública incluye un régimen específico de anulación que examinaremos más ade-
lante. Por el momento nos detendremos en el examen del régimen general. La
Ley de Arbitraje colombiana parte del presupuesto de que el arbitraje es un pro-
ceso de instancia única y esa idea se refuerza con la redacción de su art. 161
cuando afirma que “Contra el laudo arbitral procede el recurso de anulación”.
Dicho recurso deberá presentarse ante el presidente el tribunal arbitral que debe-
rá remitirlo al Tribunal Superior del Distrito Judicial que corresponda a la sede
del arbitraje, sin tomar decisión alguna, entre otras razones porque el tribunal
arbitral ya ha concluido con su misión. Compete, pues, al Juez del recurso re-
suelve si éste procede o no y naturalmente sin posibilidad de acudir a la queja.
Las reglas procesales de tramitación del recurso se recogen en los arts. 164 a 165
y se da la circunstancia, a la que ya hicimos referencia, de que si el laudo es

2116 Vid. supra, nos 780-782.


CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1119

anulado por determinadas causales, los árbitros no tendrán derecho a la segunda


mitad de los honorarios. En recurso deberá presentarse dentro de los cinco días
siguientes a la notificación del laudo o de la providencia que lo corrija, aclare o
complemente. Al respecto la decisión del Tribunal Superior de Bogotá, Sala
Civil de Decisión, de 1 de junio de 2007 (Albatros Ltda. / Reforeestación y Par-
ques, S.A.) de ha precisado que “el término de ejecutoria de un laudo arbitral
vence al fenecer el lapso de cinco días siguientes a la notificación de tal provi-
dencia, o, en caso de que ella sea aclarada, corregida o adicionada, al vencimiento
del mismo espacio de tiempo contado desde el día siguiente a la notificación del
proveído aclaratorio, correctivo o complementario”.
Como regla general, la sentencia que resuelve un recurso de anulación no es
susceptible a su vez de recurso alguno, como lo ha reconocido el Auto de la Cor-
te Suprema de Justicia, Sala Civil, de 2 de noviembre de 1993, a excepción del
recurso de revisión. En efecto, el “laudo arbitral y la Sentencia del Tribunal en
su caso”, son susceptibles de recurso extraordinario de revisión por los motivos
señalados en el Código de Procedimiento Civil. La competencia para este recur-
so de revisión contra el laudo arbitral es el Tribunal Superior del Distrito Judicial
del lugar de la sede del arbitraje y contra la sentencia que decida el recurso de
anulación la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia (art. 166).

848. En términos generales el recurso de anulación respecto de laudos arbitra-


les, es de naturaleza extraordinaria; tiene por objeto controvertir la decisión arbi-
tral por errores taxativos de procedimiento (in procedendo) en que haya podido
incurrir el tribunal de arbitramento, y por errores substantivos precisos (in iudi-
cando). Por regla general, la mayoría de las causales del mencionado recurso,
contenidas en la LA Co, están referidas a los errores in procedendo, no in iudi-
cando. En sentencia del Consejo de Estado de 25 de febrero de 1999, la Sala
precisó sobre la naturaleza jurídica del recurso de anulación lo siguiente:

“Permitir a la jurisdicción administrativa revisar el fondo del asunto litigioso, sería atentar
contra algunos de los principios que informan el proceso arbitral, entre los cuales se mencionan
los siguientes: a) La voluntad de las partes de sustraer del conocimiento de la jurisdicción, la
decisión de sus conflictos; b) La celeridad; c) La especialización; d) La descongestión de la jus-
ticia ordinaria; e) La confiabilidad.
El juez de anulación no es superior jerárquico del Tribunal de Arbitramento, ha manifestado
la Sala en reiteradas ocasiones, y con todo, no puede entrar a juzgar el tema de fondo, cambian-
do las decisiones tomadas por los árbitros, no puede revocar determinaciones basadas en razo-
namientos o conceptos vinculados con la aplicación de la ley material”.

La misma Sala manifestó en su sentencia de 8 de junio de 2000, que el recurso


de anulación es un instrumento previsto por la ley, dirigido al control en vía
jurisdiccional de la decisión proferida por la justicia arbitral, pero sólo en lo
relacionado con determinadas conductas de los árbitros; indicó asimismo que la
1120 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

naturaleza restringida del recurso, se concreta entre otros aspectos en el carácter


taxativo de las causales de anulación del laudo arbitral, previstas por la ley.
Ahora bien, el Auto de la Sección Tercera del Consejo de Estado de 7 de fe-
brero de 2002 (World Parking S.A. / Instituto de Desarrollo Urbano-IUD) con-
firmó el auto apelado que fue dictado por el Tribunal Administrativo de Cundi-
namarca el 8 de marzo de 2001, en el proceso ejecutivo de. Dicho auto en cues-
tión se aparta de la jurisprudencia y la doctrina que unánimemente califican la
anulación como recurso extraordinario considerando que “es de naturaleza sui
generis, es especial, y si de calificarse se trata, podría decirse que constituye una
apelación restringida”. Al efecto parte de la base de que los recursos se dividen
en ordinarios: reposición, apelación, queja y súplica- y extraordinarios: casación,
revisión y súplica en el contencioso administrativo, distinción que se funda en la
consideración de que los ordinarios se esgrimen contra providencias no ejecuto-
riadas y los extraordinarios proceden contra sentencia ejecutoriada, pero se niega
a encasillar el recurso de anulación “por sus peculiarisimas características” en
una u otra categoría, para dejarlo en ese limbo de constituir un recurso “espe-
cial”, si bien según su criterio más parecido a una apelación que a 1os recursos
extraordinarios.
Por lo demás el recurso de anulación contra el laudo arbitral se configura co-
mo un medio de impugnación de índole especial que procede contra el laudo
arbitral con fundamento en causales señaladas por el legislador en el art. art. 163
LA que tienen el carácter de numerus clausus:
“Son causales de anulación del laudo las siguientes:
1. La nulidad absoluta del pacto arbitral proveniente de objeto o causa ilícita. Los demás
motivos de nulidad absoluta o relativa sólo podrán invocarse cuando hayan sido alegados en el
proceso arbitral y no se hayan saneado o convalidado en el transcurso del mismo.
2. No haberse constituido el Tribunal de Arbitramento en forma legal, siempre que esta cau-
sal haya sido alegada de modo expreso en la primera audiencia de trámite.
3. No haberse hecho las notificaciones en la forma prevista en este decreto, salvo que la ac-
tuación procesal se deduzca que el interesado conoció o debió conocer la providencia.
4. Cuando sin fundamento legal se dejaren de decretar pruebas oportunamente solicitadas o
se hayan dejado de practicar las diligencias necesarias para evacuarlas, siempre que tales omi-
siones tengan incidencia en la decisión y el interesado las hubiere reclamado en la forma y
tiempo debidos.
5. Haberse proferido el laudo después del vencimiento del término fijado para el proceso ar-
bitral o su prórroga.
6. Haberse fallado en conciencia debiendo ser en derecho, siempre que esta circunstancia
aparezca manifiesta en el laudo.
7. Contener la parte resolutiva del laudo errores aritméticos o disposiciones contradictorias,
siempre que se hayan alegado oportunamente ante el tribunal de arbitramento.
8. Haberse recaído el laudo sobre puntos no sujetos a la decisión de los árbitros o haberse
concedido más de lo pedido y
9. No haberse decidido sobre cuestiones sujetas al arbitramento”.

La alegación de una causal distinta a las consideradas da lugar al rechazo del


mismo. La ley es inequívoca en señalar que sólo cuando proceda la aceptación
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1121

de una causal es pertinente la nulidad del laudo; por el contrario la no prosperi-


dad de los hechos invocados por el impugnante conduce a la declaratoria de
infundado del recurso (art. 165). En función del cariz restrictivo del recurso de
anulación el juez está limitado al conocimiento exclusivamente de los hechos
alegados por el recurrente y siempre que éstos coincidan con las precisas causa-
les que prevé el legislador.

849. Pasando al régimen especial de anulación para las controversias deriva-


das de la contratación entre particulares y entidades de la Administración públi-
ca, la competencia para resolver el recurso de anulación será del Consejo de
Estado en única instancia y contra la sentencia que resuelva el asunto sólo pro-
cederá el recurso de revisión (art. 162 LA Co). Los presupuestos de procedibili-
dad del recurso de anulación ante dicho órgano son dos: que el laudo arbitral
dirima conflictos derivados de un control estatal y que se interponga dentro del
término legal ante el secretario del tribunal de arbitramento. La cuantía sólo
determina que el proceso arbitral sea de mayor o de mejor cuantía, lo cual define
que el tribunal sea colegiado o unipersonal y que las partes deban concurrir con
o sin apoderado judicial. Por eso la cuantía no es requisito de procedibilidad del
recurso de anulación de un laudo arbitral2117. El art. 72 Ley 80 de 1993, deter-
mina que contra el laudo arbitral procede el recurso de anulación, que deberá
interponerse por escrito presentado ante el tribunal de arbitramento dentro de los
cinco días siguientes a la notificación del laudo o de la providencia que lo corri-
ja, aclare o complemente. Dicho recurso se sustanciará ante la Sección Tercera
de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado. Las causales
para anular un laudo de este tipo están, por regla general, referidas a los errores
in procedendo, no in iudicando y son las siguientes:

“1º) Cuando sin fundamento legal no se decretaren pruebas oportunamente solicitadas, o se


hayan dejado de practicar las diligencias necesarias para evacuarlas, siempre que tales omisio-
nes tengan incidencia en la decisión y el interesado las hubiere reclamado en la forma y tiempo
debidos.
2º) Haberse fallado en conciencia debiendo ser en derecho, siempre que esta circunstancia
aparezca manifiesta en el laudo.
3º) Contener la parte resolutiva del laudo errores aritméticos o disposiciones contradictorias,
siempre que se hayan alegado oportunamente ante el tribunal de arbitramento.
4º) Haber recaído el laudo sobre puntos no sujetos a la decisión de los árbitros o haberse
concedido más de lo pedido.
5º) No haberse decidido sobre cuestiones sujetas al arbitramento”.

Esta enumeración permite inferir, como puso de relieve la resolución del Conse-
jo de Estado de 9 de agosto de 2001 (Municipio de Sahagún / Unión Temporal
MB -Máquinas- Carlos Ernesto Bula Solano), que por medio de éste recurso no
le está permitido al juez entrar a revisar el fondo de la decisión impugnada, ni si
2117 Sentencia Exp. 12910 Consejo de Estado Sección Tercera de 9 de septiembre de 1999.
1122 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

se sujetaron los árbitros al ordenamiento jurídico, ni si las pruebas recepcionadas


se practicaron válidamente, salvo en los eventos de las causales 4ª y 5ª del art. 72
de la mencionada ley.
La especialidad de las causales precisadas en el art. 72 de la Ley 80 de 1993 y
la interpretación otorgada por la Sección Tercera de la Sala Contencioso Admi-
nistrativa del Consejo de Estado colombiano, aconseja un estudio autónomo de
las mismas. Por lo que se refiere a nulidad por falta práctica de pruebas, la reso-
lución de 27 de agosto de 2000 (Sociedad Molinares Limitada / Universidad de
La Guajira), declaró la nulidad de un laudo en vista de que el Tribunal de arbi-
tramento se negó a decretar las pruebas oportunamente solicitadas por una de las
partes, con el pretexto de haberlo hecho de forma extemporánea; para la Sala la
entidad pública convocada no contó con un término real ni para contestar la de-
manda ni para solicitar la práctica de pruebas o para proponer excepciones y, en
estas circunstancias, no pudo ejercer su derecho de contradicción previsto en el
art. 29 de la Constitución. De acuerdo con esta resolución, para que prospere la
primera causal del art. 72 es menester que
“... dichas pruebas tengan incidencia en la decisión de tal manera que sean determinantes en la
resolución del laudo arbitral y se hayan reclamado en la forma y tiempo debidos. Debe ser tal la
eficacia de las pruebas pedidas, que logren configurar la estructura de la sentencia, pues, en úl-
timas el objeto de la prueba es demostrar la existencia de un hecho litigado que de origen a un
derecho”.

La segunda causal fue esgrimida en un asunto fallado por el Consejo de Esta-


do en la referida resolución de 9 de agosto de 2001. La parte opositora aludió a
que los árbitros habían fallado en conciencia, no obstante el Consejo de Estado
rechazó esta causal considerando que los árbitros en el laudo habían citado y
aplicado normas jurídicas vigentes para ese momento e realizado interpretacio-
nes jurídicas para llegar al fallo. Para la Sala el eventual error de los árbitros en
esta interpretación, “no era un hecho constitutivo de causal para atacar, en la
jurisdicción de lo contencioso administrativa, un laudo arbitral proferido en rela-
ción con diferencias transigibles en contratos estatales”. Las causales tercera y
cuarta fueron esgrimidas sin éxito en la Sentencia del Consejo de Estado, Sala
Contenciosa Administrativo, Sección Tercera, 23 de agosto de 2001 (World
Parking, S.A. / Instituto de Desarrollo Urbano).

850. Como hemos tenido ocasión de comprobar2118, el Consejo de Estado co-


lombiano ha negado la autonomía de la voluntad privada en materia de arbitraje
por medio del asunto conocido como el caso Termorío anulando ex officio un
laudo arbitral que profiriera un tribunal arbitral constituido bajo los auspicios de

2118 Vid. supra, nº 495.


CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1123

la CCI. El Consejo de Estado declaró que el acuerdo arbitral de las partes modi-
ficatorio de la cláusula compromisoria originalmente pactada en el contrato,
“... se encuentra viciado de objeto ilícito y, por lo tanto, afectado de nulidad absoluta, por cuan-
to, a términos de la legislación vigente a la fecha en que fue suscrito dicho pacto arbitral, si bien
aquéllas podían acordar someter las diferencias derivadas del contrato a un tribunal de arbitra-
mento, bien sea que fuera institucional o independiente, por expresa disposición del art. 92 de la
ley 23 de 1991, debía surtirse o tramitarse, en uno u otro caso, con arreglo a las normas de pro-
cedimiento preestablecidas en esa ley y en el decreto-ley 2279 de 1989, la cuales, dado su ca-
rácter de orden público, son de obligatorio y estricto cumplimiento.
Sin embargo, con desconocimiento de ese preciso mandato legal, Electranta y Termorío es-
tipularon que el proceso se desarrollara con arreglo a las normas del reglamento de conciliación
y arbitraje de la CCI, para lo cual, carecían de autorización legal, y menos Electranta en su con-
dición de entidad estatal.
Por consiguiente, el convenio por ellas celebrado en tales condiciones, resulta violatorio de
la normatividad que estaban obligadas a respetar, dado que no podían, por convenio, derogar
las normas procesales legalmente preestablecidas, situación que pone en evidencia la clara e in-
sanable violación de los preceptos contenidos en los arts. 6, 16, 1519 y 1523 del Código Civil y
6° del Código de Procedimiento Civil, dado que aquellas disposiciones de orden procesal del
decreto 2279 de 1989 y de la ley 23 de 1991 son de orden público, en cuanto corresponden a
reglas de procedimiento judicial, reguladoras precisamente de la habilitación a particulares para
que cumplan la función pública de administrar justicia, investidura y actuación que, en manera
alguna, por expreso mandato constitucional, puede ejercerse por fuera de los términos señala-
dos en la ley (artículo 116). En otros términos, ni los particulares, como tampoco las entidades
estatales, pueden válidamente investir de función jurisdiccional a particulares en la condición
de árbitros por fuera de los límites y exigencias que para tal fin establecen la Constitución y la
ley, toda vez que, ni aquéllos ni ellas pueden abolir por convención las normas de derecho pú-
blico, como lo son, entre otras, las que regulan el arbitramento como forma alternativa de ad-
ministración de justicia.

La construcción del Consejo de Estado colombiano parte que se trataba de un


arbitraje interno olvidando que el contrato en cuestión afectaba directa e inequí-
vocamente los intereses del comercio internacional y que la CCI no podía, según
la legislación colombiana, administrar arbitrajes nacionales colombianos.

D) Costa Rica

351. Contra el laudo dictado en proceso arbitral caben los recursos de nulidad
y de revisión. El derecho de interponer ambos recursos tiene carácter irrenuncia-
ble (art. 64.1º). El recuso de revisión se regula conforme a las normas generales
que para este recurso establece el Código Procesal Civil. Dicho recurso sólo es
admisible contra aquellos pronunciamientos firmes con autoridad de cosa juzga-
da material, y únicamente en los casos taxativos que prevé el art. 619 CPC, que no
pueden ampliarse por paridad de razón o de circunstancias, toda vez que éstas ope-
ran a su vez como requisitos de admisibilidad, pues si el recurso no está compren-
dido en alguna de ellas, se debe disponer su inadmisión, conforme lo ordena el art.
1124 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

6242119 (Sentencia de la Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia, de 25 de


febrero de 2005).

852. El recurso de anulación, cuya presentación no suspende el cumplimiento


del laudo (art. 66.2º), se interpone ante la Sala Primera de la Corte Suprema de
Justicia dentro de los quince días siguientes a la notificación del laudo o la reso-
lución que aclare o adicione la resolución, no estará sujeto a formalidad alguna
aunque deberá indicar la causa de nulidad en que se funda (art. 65). En relación
con este último cauce la Sentencia de la Sala Primera de la Corte Suprema de
Justicia, nº 076-F-01, de 19 de enero de 2001, aclaró que

“En el proceso arbitral el recurso de nulidad dictado contra los laudos de los Tribunales arbi-
trales, de conformidad con la Ley n° 7727 del 9 de diciembre de 1999, es de conocimiento de la
Sala de Casación, como el más alto Tribunal del país por estar ubicado en la cúspide de los de-
más órganos jurisdiccionales. Se otorga para combatir los fundamentos, motivos o argumentos
sustentados por los laudos en cuanto resulten desfavorables al recurrente, por haber infringido
alguna de las causales específicamente establecidas por la ley. La Sala juzga los laudos y no
juzga casos. Cuando encuentra el yerro endilgado lo declara y dispone la nulidad del laudo, o lo
reenvía solo en casos muy calificados (arts. 616 Y 617 del Código Procesal Civil, no derogados
por la Ley n° 7727), o cuando encuentra la nulidad parcial del mismo así lo declara, dejando in-
cólume el resto del laudo. La competencia de la Sala está limitada a los reproches o reparos
opuestos por el recurrente al laudo. No puede rebasar ese límite porque precisamente la compe-
tencia se la otorga el recurso en las cuestiones planteadas”.

En orden, precisamente, a las formalidades la Sentencia de la Sala Primera de


la Corte Suprema de Justicia, de 18 de junio de 2003, ha considerado que
“... amén de lo preceptuado por la Ley de RAC en su art. 65, al señalar que el recurso no estará
sujeto a formalidad alguna, salvo la indicación de la causa de nulidad en la que se funda, preci-
samente, en atención de esto último y, en aras de asegurar una debida comprensión de los moti-
vos invocados por la parte recurrente, lo cual conlleva una protección al derecho de defensa y,
en general, el del debido proceso, sí es pertinente pedir un mínimo de exigencias razonables, no
sólo para facilitar su estudio por la parte contraria, sino su resolución por parte de este Tribunal.
En tal sentido, es imprescindible que las causales invocadas para sustentar la nulidad estén mo-
tivadas en forma clara y precisa, además, en aquéllas donde así se imponga, deben indicarse
cuáles son las normas alegadas como conculcadas”.

Las causales están consignadas en el art. 67

“Únicamente podrá ser declarado nulo el laudo cuando:


a) Haya sido dictado fuera del plazo, salvo si las partes lo han ampliado.
b) Se haya omitido pronunciamiento sobre asuntos sometidos al arbitraje, sin cuya resolu-
ción resulte imposible la eficacia y validez de lo resuelto.
c) Se haya resuelto sobre asuntos no sometidos a arbitraje; la nulidad se decretará en cuanto
a los puntos resueltos que no habían sido sometidos al arbitraje y se preservará lo resuelto, si
fuere posible.

2119 Vid. en el mismo sentido, Sentencia de la Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia, de 7

de junio de 2006 (Club de Yates Gaviota y otros).


CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1125

d) La controversia resuelta no era susceptible de someterse a arbitraje.


e) Se haya violado el principio del debido proceso.
f) Se haya resuelto en contra de normas imperativas o de orden público.
g) El tribunal carecía de competencia para resolver la controversia.”

La ausencia de una indicación clara de la causa de nulidad invocada determina el


rechazo del recurso de nulidad; al respecto la Sentencia de la Sala Primera de la
Corte Suprema de Justicia, de 14 de abril de 2004 (Grupo Familia Garita Alva-
rado, S.A. y otros / Urbanizaciones y Lastrados, S.A. y otras)

“Es notorio cómo los agravios van orientados a cuestionar la apreciación probatoria efectua-
da por el señor árbitro, lo cual desborda el radio de acción de la Sala, llamada a conocer, úni-
camente, por vía de excepción, de las irregularidades presentes en el fallo, que tipifiquen en al-
guna de las causales definidas, en forma taxativa, en el ya citado artículo 67 y a ello debe res-
tringirse su examen. Por lo demás, e l ordinal 65, in fine, del citado cuerpo de leyes, obliga al
recurrente a “... indicar la causa de nulidad en que se funda”, lo cual impone claridad y preci-
sión. En este particular, el presente recurso se caracteriza por ser ambigüo e impreciso en la ex-
posición de las censuras, obligando, en reiteradas ocasiones, a hacer transcripciones parciales
por resultar de difícil o imposible interpretación, o bien, por tratarse de manifestaciones de re-
proche carentes de una adecuada técnica, que se debe observar para lograr establecer el nexo de
tipicidad entre el pronunciamiento contenido en el laudo y el motivo de nulidad específico.

La tramitación del recurso es muy simple. La Sala requerirá al presidente del


tribunal o, en su caso, al árbitro, el expediente y procederá a resolverlo, tanto en
lo que concierne a su admisibilidad como al fondo sin dilación ni trámite alguno
(art. 66.1º). La jurisprudencia en la materia es muy abundante y mayoritariamen-
te deniega el recurso de nulidad; la consideración de este último ha contado con
una curiosa apreciación por parte de la Sentencia de la Corte Suprema de Justi-
cia, Sala Primera de 18 de agosto de 2000 (Caja Costarricense de Seguro Social /
La Esmeralda Metropolitana, S.A.), según la cual

“En el proceso arbitral el recurso de nulidad en términos generales corresponde al recurso de


casación previsto en el Código Procesal Civil. Precisamente el resultado del recurso por la for-
ma es la nulidad. Además sigue los mismos principios procesales y se desarrolla prácticamente
con los mismos procedimientos. Se diferencia del recurso de casación clásico porque no se
concede por violación de las normas de fondo sino solamente por infracción de las normas de
procedimiento. Al igual que en el recurso por razones procesales cualquier infracción a las
normas del proceso no implica necesariamente la nulidad del fallo, sino solamente cuando esté
presente algunas de las causales expresamente establecidas por la ley. En la conocida normativa
de solución alternativa de conflictos, como Ley nº 7727 las causales establecidas (...), son pre-
cisas y específicas, y difieren de las contempladas en el numeral 594 del Código Procesal Civil.
En algunos casos son prácticamente las mismas, como podría ser quizá el de la incongruencia,
aún cuando contenga otra forma de redacción, y hay algunas otras definitivamente no contem-
pladas en la nulidad de los laudos por ser propias de la materia general”.

Dicha apreciación se justifica, a juicio de la Corte, porque la Ley nº 7727 derogó


únicamente los arts. 75 a 78 y 507 a 509 Código Procesal Civi, dejando vigentes
los arts. 616 sobre “nulidad en arbitrajes de derecho” y 617 sobre “nulidad en
1126 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

arbitrajes de equidad”. Y el primero de estos preceptos establece que “Si se tra-


tare del laudo dictado por árbitros de Derecho y se interpusiere recurso de nuli-
dad, se observarán las mismas reglas de tramitación especificadas para el recurso
de casación contra sentencias dictadas en proceso ordinario”. Por consiguiente si
lo que se impugna en el recurso es la infracción de normas procesales lo proce-
dente, siempre a juicio de la Corte, sería anular el laudo y remitir el expediente
al tribunal arbitral para que proceda a subsanar el vicio y posteriormente dictar
un nuevo laudo ajustado a Derecho.

E) México

853. La jurisprudencia mexicana refuerza expresamente los poderes del tribu-


nal arbitral para la resolución de la controversia insistiendo en que su decisión
no puede ser objeto de revisión constitucional. Este último control únicamente
puede afectar a la decisión homologadora del órgano jurisdiccional dentro del
ámbito establecido por el Código de comercio. La acción de nulidad de un laudo
arbitral no es un recurso contra el laudo, sino que constituye un juicio diverso en
que el juzgador debe limitarse a verificar si concurren las causas que dan origen
a la referida nulidad2120. Las causales se detallan en el art. 1457 Ccom reprodu-
ciendo el sistema de la LMU y la petición deberá efectuarse dentro de un plazo
de tres meses contados a partir de la fecha de notificación del laudo y el proce-
dimiento a seguir es el del art. 360 del Código General de Procedimientos Civi-
les (art. 1460) y la resolución que dicte en juez en sentido favorable o desfavora-
ble a la declaración de nulidad no será objeto de recurso alguno, lo que no con-
cierne al recurso de amparo. Con mayor precisión, la resolución mediante la cual
el juez homologa un laudo arbitral es el acto que constituye el requisito indis-
pensable para su ejecución, por carecer los árbitros de imperio para ejecutar sus
propias resoluciones. La jurisprudencia mexicana ha precisado que en contra de
dicho acto procede el juicio de amparo indirecto (Tercera Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, Tesis jurisprudencial 32/93, 15 de noviembre de
1993), ya que el árbitro carece del carácter de autoridad para tales efectos: “El
laudo una vez que se homologa, se eleva a la categoría de acto jurisdiccional, y a
partir de ese momento puede impugnarse ante los tribunales de la federación”
(Segundo Tribunal Colegiado den Materia Civil del Primer Circuito, 31 de mayo
de 1990: Sepúlveda Paz, R. y González Becerra de Sepúlveda, Mª C.), decidién-
dose por medio del amparo indirecto “en el cual se decidirá si dicho proveído
que despacha la ejecución cumple con las formalidades legales necesarias, pre-
vistas en la ley adjetiva” (Tercer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer
Circuito, 28 de septiembre de 1989, Amparo en revisión 1153/89: Torres, Mª del
C., tesis aislada).

2120 Vid. asunto Radio Centro, supra, nº 253 y 254.


CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1127

854. Para que proceda la acción de amparo en México es indispensable que


quien la promueva acredite fehacientemente ante el juzgador federal que la ac-
tuación de la autoridad responsable le causa directamente perjuicios en su perso-
na, derechos, bienes o posesiones, para que ipso facto se analice la posible viola-
ción de garantías. En materia de arbitraje la sentencia del Décimo Tribunal Co-
legiado en Materia Civil del Primer Circuito, 17 de febrero de 2004 (390/2003)
ha dejado bien sentado que la legitimación para solicitar el amparo corresponde
exclusivamente a las partes y que esta situación no acontece

“... cuando los quejosos son los integrantes de un tribunal arbitral porque si lo que se reclama es
el laudo emitido por éstos y se declara su nulidad los efectos del acto reclamado, en sí mismos,
no producen afectación a algún derecho real o material en contra de los integrantes del tribunal
arbitral, susceptible de apreciarse en forma objetiva para que se pueda constituir un perjuicio
que les agravie de manera directa y personal, como sí sería que en la propia resolución recla-
mada el Juez responsable, al declarar la nulidad del laudo que emitieron, les haya impuesto una
sanción pecuniaria o hubiese determinado que no tenían derecho al cobro de honorarios. En
otras palabras, si de la resolución que constituye el acto reclamado, no se advierte que los árbi-
tros quejosos resienten directamente un perjuicio en su patrimonio o persona, teniendo en cuen-
ta que éste debe acreditarse en forma fehaciente y no inferirse a base de presunciones, no se ac-
tualiza la existencia de una afectación a su interés jurídico que haga procedente el juicio de am-
paro; de ahí surge la actualización de la causa de improcedencia prevista en la fracción V del
art. 73 de la Ley de Aparo”.

Aunque tiene la vía expedita para reclamar en amparo ante el Juez de Distrito
(Tercer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito, 19 de
noviembre de 1982: Banco del Pequeño Comercio del Distrito Federal, S.A. de
C.V.), tampoco puede reclamar en amparo directo la Procuraduría Federal del
Consumidor pues, pese a ser un organismo descentralizado de servicio social,
con personalidad jurídica y patrimonio propio, esto es, una autoridad administra-
tiva que tiene a su cargo promover y proteger los derechos e intereses del con-
sumidor y procurar equidad y seguridad jurídica en las relaciones entre provee-
dores y consumidores, no puede otorgársele la cualidad de tribunal administrati-
vo. De acuerdo con la Sentencia del Segundo Tribunal Colegiado del Décimo
Séptimo Circuito, 24 de febrero de 2000 (568/99)

“... a pesar de que su función la realice, entre otras, al pronunciar laudos arbitrales, cuando las
partes se someten a ese procedimiento, ya que es consustancial de los tribunales administrativos
dirimir conflictos que se susciten entre la administración pública y los particulares, lo que no
sucede en tales casos, por lo que tales laudos arbitrales, al ser emitidos por un órgano que no
puede considerarse como un tribunal administrativo, no son susceptibles de reclamarse en am-
paro directo, en términos del art. 44 de la Ley de Amparo, sino en la vía indirecta, atendiendo a
lo dispuesto en el numeral 114.II, del citado ordenamiento, por tratarse de un acto que no pro-
viene de un tribunal administrativo, judicial o del trabajo, emanado de un procedimiento segui-
do en forma de juicio”.
1128 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

855. El ámbito del juicio de garantías para la impugnación del procedimiento


de nulidad de un laudo arbitral tiene, sin embargo, ciertas limitaciones, pues el
art. 158 de la Ley de Amparo establece que el referido juicio en la vía directa
procede exclusivamente contra sentencias definitivas o laudos y resoluciones
que pongan fin al juicio, dictados por tribunales judiciales, administrativos o del
trabajo, respecto de los cuales no proceda recurso ordinario por el que puedan
ser revocados; y se entiende por sentencias definitivas (art. 46 de la referida Ley)
aquellas que deciden el juicio en lo principal y respecto de las cuales las leyes
comunes no concedan ningún recurso ordinario por virtud del cual puedan ser
modificadas o revocadas. Por esta razón, como puso de relieve la sentencia del
Segundo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Sexto Circuito, 21 de febrero
de 2002 (Construcciones Rosete, S.A. de C.V. y otros).una resolución judicial
que confirmó la declaración de incompetencia de un juez para conocer de un
incidente de nulidad contra un laudo arbitral

“... no debe estimarse como sentencia o laudo porque no decidió juicio alguno en lo principal,
habida cuenta que esa resolución no es en sí el laudo que puso fin al juicio arbitral, el cual,
además, no fue dictado por tribunal alguno, por lo que no participa de la naturaleza de las cita-
das resoluciones; tampoco es una resolución que le haya puesto fin al juicio, pues si bien el in-
cidente de nulidad promovido contra el laudo dictado en el procedimiento arbitral instruido ante
un corredor público ha de ser resuelto por un tribunal judicial, y su trámite se sujetará a lo pre-
visto por el art. 360 CFPC que establece una dilación probatoria y una audiencia de alegatos,
dicho incidente no puede considerarse como un verdadero juicio, entendido este último como el
procedimiento que tiene por objeto la satisfacción del interés legalmente tutelado a través de
una decisión judicial”.

856. Los laudos pronunciados en México no requieren de la aprobación judi-


cial para que puedan ser ejecutados; por lo pronto, el laudo es ejecutable por
virtud del acto jurisdiccional, que sólo es el complemento preciso para ejecutar
lo resuelto por el árbitro, ya que el laudo por si mismo constituye título que mo-
tiva ejecución ante el Juez competente que debe prestar los medios procesales
necesarios para que se concrete lo resuelto en el laudo. Por así decirlo, los laudos
pronunciados por los árbitros deben ser ejecutados por los Jueces ordinarios, sin
necesidad de que éstos les otorguen, antes de ordenar la ejecución, una previa
aprobación u homologación; esto es, los laudos arbitrales firmes tienen la cali-
dad de cosa juzgada, aun cuando deban ser ejecutados ante una autoridad juris-
diccional, puesto que éstos tienen el rasgo esencial de inmutabilidad, es decir,
que no puede cuestionarse su eficacia jurídica. Como dispone el art. 632 CPCDF
una vez notificado el laudo se pasarán los autos al Juez ordinario para su ejecu-
ción, a no ser que las partes pidan aclaración de sentencia (Tribunal Colegiado
en Materia Civil del Primer Circuito, 22 de febrero de 2002: Koblenz Eléctrica,
S.A. de C.V.). Adornan así al laudo arbitral las notas de inimpugnabilidad, inmu-
tabilidad y coercibilidad, si bien la eficacia y realización concreta de lo conde-
nado queda siempre a la decisión Juez competente. No obstante, en opinión de la
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1129

sentencia del Tercer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, 8
de marzo de 2001 (Constructora Aboumrad Amodio Berho, S.A. de C.V.):

“El árbitro carece de la facultad de hacer cumplir, ante sí, el laudo que emitió, porque no
tiene la potestad o imperium, que es uno de los atributos de la jurisdicción y que es inherente a
los órganos jurisdiccionales del Estado. Ello implica que el árbitro carece de la fuerza del Esta-
do para hacer efectiva la condena, pero el laudo en sí mismo no está despojado de los atributos
de la cosa juzgada, puesto que la facultad de decidir la controversia es una delegación hecha
por el Estado a través de la norma jurídica, y sólo se reserva la facultad de ejecutar”.

Si de una interpretación sistemática de las normas que rigen la materia mer-


cantil y, en especial, del contenido de los arts. 1334, 1336 y 1341 Ccom es posi-
ble afirmar que, por regla general, todas las resoluciones que dictan los juzgado-
res de primera instancia pueden ser impugnables conforme a un medio de defen-
sa legal, le es dable al legislador establecer excepciones a esa regla; y dentro de
estas excepciones se halla incidente de homologación o ejecución de laudo arbi-
tral, la cual es irrecurrible por virtud de lo dispuesto en el art. 1463.2º Ccom
(Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Distrito, 23 de agosto de 2002:
Cabo Urbano, S.A. de C.V). De acuerdo con la sentencia del Tribunal Colegiado
del Decimoquinto Circuito, 28 de mayo de 2002 (Mecalux, México, S.A. de
C.V.):

“Un laudo arbitral es la decisión de un órgano no estatal, así convenida por las partes, para
resolver una contienda, ya sea presente o futura; así, para efectos de la instancia ordinaria queda
a la exclusiva potestad de la decisión del tribunal de arbitraje y pasa a ser una extensión de esa
voluntad, que por ser un acto de particulares, en cuanto a su sentido, no se encuentra sujeto a
revisión constitucional; sin embargo, tal revisión constitucional sí se puede dar respecto a la re-
solución de homologación emitida por un órgano judicial estatal, la que, desde luego, se limita-
rá al resultado del análisis de la debida composición del tribunal de arbitraje, del debido proce-
dimiento, de la manifestación de voluntad de las partes de someterse al arbitraje, de la materia
del mismo y de los demás supuestos contemplados en el art. 1462 Ccom, supuestos que, como
se advierte, contemplan únicamente cuestiones de forma y no de fondo, y, una vez dada La ho-
mologación, de los actos de ejecución con que el Juez auxilia al cumplimiento del laudo; por lo
que en la vía de amparo únicamente se podrán alegar esas cuestiones y no las relativas al fondo
y sentido del laudo”.

Más concretamente, los Jueces no están autorizados para revisar los laudos en su
integridad y, desde luego, no pueden revisar en fondo a los efectos de una even-
tual anulación y una vez decretado judicialmente su cumplimiento se eleva a la
categoría de acto jurisdiccional. Únicamente a partir de este momento puede el
condenado acudir a los tribunales de la Federación en demanda de amparo, que
deberá tramitarse en la vía de doble instancia (Tercera Sala de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación, de 15 noviembre de 1993).
1130 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

857. Las causales de la anulación, que son las mismas de la LMU, se recogen
en el art. 1462 Ccom: La jurisprudencia anterior a su entrada en vigor muestra
una disposición sustancialmente respetuosa con la labor de los árbitros, aunque
también excesivamente proclive a considerar que cualquier incorrección proce-
sal por parte de éstos era subsumible dentro del concepto de orden público2121.
Esta tendencia fue mantenida, por ejemplo, en el asunto Etla, S.A. donde el Tri-
bunal Colegiado de Distrito entendió en 1977 que
“... aunque los jueces del orden común carecen de facultades para revisar la legalidad del laudo
arbitral en cuanto al fondo lo que es propio de la apelación en el supuesto de que tal recurso no
haya sido renunciado por las partes sí pueden en cambio rehusar la ejecución del laudo cuando
adviertan que el árbitro se ha apartado ostensiblemente de los requisitos procesales estipulados
en el respectivo compromiso o cláusula compromisoria con evidente violación a las normas
esenciales de todo juicio que son de orden público”.

El recurso al orden público también figura en fallos posteriores a la nueva re-


glamentación de arbitraje, aunque referidos a supuestos suscitados con anteriori-
dad a la misma, como acredita el asunto Constructora Aboumrad Amodio Berho,
S.A. de C.V. sustanciado en 2001 ante el Tercer Tribunal Colegiado en Materia
Civil del Primer Distrito, que insistió en el

“El Juez ante quien se pide la ejecución de un laudo dictado por un árbitro, para decretar el
requerimiento de pago, únicamente debe y puede constatar la existencia del laudo, como una
resolución que ha establecido una conducta concreta, inimpugnable e inmutable y que, por en-
de, debe provenir de un procedimiento en el que se hayan respetado las formalidades esenciales
del procedimiento, y que no sea contrario a una materia de orden público”

Ya hemos tenido ocasión de apuntar que el asunto Grupo Carce S.A. de C.V. /
Pipetronix S.A. de C.V., también es ilustrativo de esta tendencia restrictiva. La
sentencia del Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito
de 6 de diciembre de 2001 entendió que la autoridad jurisdiccional únicamente
debe limitarse al estudio de las causas de nulidad del laudo arbitral y que la par-
cialidad del árbitro no constituiría alguno de los supuestos previstos en el artícu-
lo del Código de comercio; más concretamente, que el juicio de nulidad no pue-
de ser considerado como una segunda instancia en donde pueda ser estudiada la
legalidad de la condena en costas realizada por el tribunal arbitral ya que su ob-
jeto se encuentra limitado a estudiar si se actualizan los supuestos para poder
anular el laudo arbitral según lo previsto en el art. 1457 Ccom. A grandes rasgos,
en el juicio de nulidad la autoridad debe pronunciarse únicamente respecto de las
causas por las que se solicita la anulación del laudo arbitral y no así respecto de
la renuncia los recursos pactados por las partes.

2121
Vid. la crítica de J.L. Siqueiros, “El orden público como motivo para denegar el reconoci-
miento y la ejecución de laudos arbitrales internacionales”, Jurídica, Revista del Departamento de
Derecho de la Universidad Iberoamericana, nº 32, 2002, p. 57.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1131

F) Perú

858. La circunstancia de que en Perú se siga un régimen dual en la regulación


del arbitraje propicia la existencia de un sistema especial de recursos, así como
una doble regulación, en función de que el arbitraje sea interno o internacional.
Respecto a la primera de estas cuestiones, la Sentencia del Tribunal Constitucio-
nal de 28 de febrero de 2006 (Fernando Cantuarias Salaverry) dispone que

“Este Tribunal reconoce la jurisdicción del arbitraje y su plena y absoluta competencia para
conocer y resolver las controversias sometidas al fuero arbitral, sobre materias de carácter dis-
ponible (art. 1º de la Ley General de Arbitraje), con independencia jurisdiccional y, por tanto,
sin intervención de ninguna autoridad, administrativa o judicial ordinaria. El control judicial,
conforme a la ley, debe ser ejercido ex post, es decir, a posteriori, mediante los recursos de ape-
lación y anulación del laudo previsto en la Ley General de Arbitraje. Por su parte, el control
constitucional deberá ser canalizado conforme a las reglas establecidas en el Código Procesal
Constitucional; vale decir que tratándose de materias de su competencia, de conformidad con el
art. 5°, numeral 4 del precitado código, no proceden los procesos constitucionales cuando no se
hayan agotado las vías previas. En ese sentido, si lo que se cuestiona es un laudo arbitral que
verse sobre derechos de carácter disponible, de manera previa a la interposición de un proceso
constitucional, el presunto agraviado deberá haber agotado los recursos que la Ley General de
Arbitraje prevé para impugnar dicho laudo”.

Procede el recurso de apelación, de conformidad con el art. 60 LGA, ante el


Poder Judicial o ante una segunda instancia arbitral cuando se hubiere pactado
su admisibilidad en el convenio arbitral o está previsto en el reglamento arbitral
de la institución a la que las partes sometieron su controversia. Si el recurso de
apelación fue interpuesto ante el Poder Judicial, ya no cabe la interposición del
recurso de anulación, puesto que no son compatibles (art. 70 LGA); asimilado
esto, el presunto agraviado estará habilitado para recurrir al juez constitucional.
Si el recurso de apelación fue interpuesto ante una segunda instancia arbitral,
deberá interponerse el recurso de anulación de laudo arbitral, previsto en el art.
61 LGA, ante el Poder Judicial. Se permite el recurso de apelación ante una se-
gunda instancia arbitral o ante el propio Poder Judicial contra un laudo arbitral
dictado dentro del territorio peruano. Dicho recurso tiene por objeto, según el
art. 60 LGA, que un tribunal arbitral de segunda instancia revise el laudo respec-
to de la apreciación de los fundamentos de las partes, de la prueba y, en su caso,
aplicando e interpretando el Derecho y la resolución confirmanda o revoca total
o parcialmente el laudo. Pero no termina aquí el ámbito de este procedimiento,
toda vez que los arts. 63 a 70 regulan el recurso de apelación ante la autoridad
judicial, en concreto, ante la Sala Civil de la Corte Superior del lugar de la sede
del arbitraje competente al momento de presentar la apelación. Para que proceda
dicho recurso, las partes deberán haber pactado su admisibilidad o estar previsto
en el reglamento de la institución arbitral, aunque a falta “de acuerdo expreso o
en caso de duda”, se entiende que éstas han aceptado esta vía de impugnación.
1132 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

Concluye con una sentencia, que confirma su modificación total o parcial del
laudo. La apelación del aludo es cuestión disponible por los litigantes, estos
pueden formular un sistema arbitral de sentencia única o establecer un recurso
de apelación, pudiendo en este ultimo caso disponer libremente ante quien se
sustanciara el mismo y las condiciones bajo las cuales precederá. La facultad de
las partes es poder implementar una apelación ante una segunda instancia arbi-
tral. Se interpreta que en caso de silencio o duda, el recurso se tramita ante árbi-
tros diferentes de los que distaron el aludo, que integran un Tribunal de tres árbi-
tros elegidos en al misma forma que se eligieron a los árbitros de primera instan-
cia, o en su defecto de acuerdo con las disposiciones supletorias de la ley (art.
62.2º).
Asimismo procederá la interposición del recurso de anulación contra los lau-
dos arbitrales internacionales dictados dentro del territorio de la República ante
la Corte Superior del lugar de la sede del arbitraje competente al momento de
presentar el recurso, cuando la parte que interpone la petición pruebe una serie
de causales previstas en el art. 123 y que no son otras que las que se incluyen en
el art. 24 LMU2122.

859. El recurso de anulación procede contra laudos pronunciados en arbitrajes


nacionales (art. 61) y contra laudos internacionales dictados en Perú (art. 123).
Debe plantearse dentro de los diez días hábiles de notificado el laudo de primera
o de segunda instancia directamente ante la Sala Civil de la Corte Superior de la
sede del lugar del arbitraje (art. 71) anulando el recurso la Sala requerida por
oficio las actuaciones de los árbitros. Recibido el expediente se pronunciara so-
bre la admisibilidad del recurso, concediéndolo o denegándolo. De concederse
se correrá traslado a las partes por cinco días para expresar lo conveniente a su
derecho y ofrecer pruebas. De admitirse las pruebas se actuaran en un plazo de
diez días (arts. 74, 75, 76). La decisión de la instancia judicial puede ser favora-
ble o desfavorable en este último caso, el laudo arbitral deviene en firme con
posibilidad de promover judicialmente su ejecución.
En cuanto a la tramitación, el recurso de anulación sólo podrá formularse den-
tro de los 15 días contados desde la fecha de la recepción del laudo o, si la peti-
ción se ha hecho tras una corrección, integración o aclaración del laudo, desde la
fecha en que esa petición haya sido resuelta por el tribunal arbitral. Los requisi-
tos de admisibilidad establecidos en el art. 72, no obstante, si los documentos
exigidos no estuvieran redactados en castellano, la parte deberá presentar una
traducción a ese idioma de dichos documentos que deberán estar legalizados de
conformidad con lo dispuesto en el art. 96. La tramitación es similar a la de la
anulación de los laudos nacionales, incluyendo el recurso de casación previsto
en el art. 77 cuando el laudo arbitral hubiera sido anulado total o parcialmente.

2122 J. Cantuarias Salaverry, El arbitraje comercial..., op. cit., pp. 373-419.


CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1133

El examen de la abundante jurisprudencia en la materia pone de relieve que el


recurrente en casación acostumbra a alegar la causal prevista por el inciso 2 del
art. 386 CPC, relativa a la inaplicación de una norma de Derecho material y la
contenida en el inciso 3 del mismo precepto, relativa a la contravención de las
normas que garantizan el derecho a un debido proceso.
La autoridad judicial, cuando se le solicite la anulación de un laudo, podrá
suspender las actuaciones cuando corresponda y cuando así lo solicite una de las
partes, por un plazo que determine, el cual no podrá ser mayor a 30 días, a fin de
dar al tribunal arbitral la oportunidad de reanudar las actuaciones arbitrales o de
adoptar cualquier otra medida que a juicio del tribunal arbitral elimine los moti-
vos para la petición de anulación (art. 124).
Sin perjuicio de ello, existe la posibilidad de que se emitan laudos arbitrales
en procesos que resulte lesivos del derecho a la tutela procesal efectiva de
alguna de las partes, en cuyo caso, quien se considere afectado en su derecho
podrá interponer un proceso constitucional, siempre que, de manera previa a la
interposición de dicho proceso, el presunto agraviado haya agotado los recursos
que la Ley General de Arbitraje prevé para impugnar el laudo arbitral que dice
afectarlo. Así lo dispone el art. 5.4º del Código Procesal Constitucional, que
señala: “No proceden los procesos constitucionales cuando: (...) 4) No se hayan
agotado las vías previas, salvo en los casos previstos en este Código y en el
proceso de hábeas corpus”. Precisamente, en el caso del proceso de arbitraje, la
LGA establece que los laudos arbitrales son definitivos y contra ellos sólo
proceden los recursos de apelación y anulación.

860. El recurso de anulación se formula contra un laudo con el objeto de revi-


sar el eventual error in procedendo de lo juzgado por los árbitros para confirmar-
lo o revocarlo2123. Dicho recurso tiene el alcance general de los sistemas del en-
torno geográfico por lo que no constituye, stricto sensu, un nuevo proceso judi-
cial, sino parte integrante y residual del proceso arbitral seguido inicialmente
ante el Tribunal arbitral de Derecho y tiende a invalidar el pronunciamiento arbi-
tral, por carecer de los requisitos que impone la legislación, por ello los medios
de impugnación no resultan disponibles por las partes al sustentarse en cuestio-
nes de orden público. De conformidad con el art. 61 LA Pe el recurso de anula-
ción ante el Poder Judicial procede por las causales taxativamente establecidas
en el art. 73 y su objeto es la revisión de la validez del laudo dictado en instancia
única o del laudo arbitral de segunda instancia, sin entrar en ningún caso en el
fondo del asunto2124, por más erradas que estén las actuaciones arbitrales en
cuanto a la determinación de los hechos como de la interpretación del Derecho

2123J. Santistevan de Noriega, “Arbitraje y jurisdicción...”, loc. cit., p. 48.


2124F. Cantuarias Salaverry, “Cuestiones generales aplicables a las causales de anulación de
laudos arbitrrales dictados en el foro y a las causales para no reconocer y ejecutar laudos arbitrales
dictados en el extranjero”, Thémis. Revista Jurídica (Perú), nº 50, 1965-2005, p. 91.
1134 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

aplicado2125; y se resuelve declarando su validez o su nulidad. Como pusiera de


releve la Sentencia de la Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de Lima de 21 de
diciembre de 2001 (Expediente 176-2001) (Ian Perú, S.A.C. / Agrícola Yaurilla
S.A.)

“... la pretensión de anulación (...) se circunscribe al cuestionamiento sobre la estructuración del


razonamiento jurídico empleado por el árbitro en la construcción del laudo; que en este contex-
to, los fundamentos de hecho y de Derecho que sustentan el laudo arbitral son inatacables e
irreversibles; no pudiendo ser objeto de análisis, bajo los argumentos alegados por el peticio-
nante desde que incidir sobre la construcción legal del Laudo para determinar si la motivación
es la debida y si responde o tiene correspondencia con la prueba actuada, en la medida que el
cuestionamiento en esencia compromete el razonamiento jurídico empleado por los árbitros,
implica necesariamente analizar la justicia de la decisión, situación que la mencionada ley [Ge-
neral de Arbitraje] no lo permite a través del recurso de anulación”.

Y en apartado afín cabe situar a la Sentencia en Casación de la Sala Civil


Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República de 5 de mayo de
2003, Expediente Casación 3590-02, (Compañía Importadora y Exportadora del
Perú, S.A. CIMEX / Corporación de Productos Alimenticios Nacionales PYC
S.A.), al considerar la improcedencia de la anulación de un laudo por la Sala
Superior porque no se sujetaba al mérito de lo actuado con lo cual había entrado
a considerar el fondo del asunto:

“...pues considera que no se ha acreditado el incumplimiento de las obligaciones por parte de la


empresa CIMEX por no haberse tenido a la vista todos los contratos de cesión de posición con-
tractual de todos los terceros adquirientes, cuando lo que correspondía era establecer si se le
habla perjudicado de manera manifiesta el derecho de defensa de la empresa PYC Sociedad
Anónima, al sustentarse su recurso de anulación en la causal prevista en el inciso segundo del
art. 73 de la Ley nº 2572”

Por citar dos precedente más, nos referiremos a la resolución de la Corte Supe-
rior de Justicia de Lima, Quinta Sala Civil, de 13 de junio de 2005 (Planta de
Reparación de Aeronaves de Ula-Ude, Motores Vladimir Klimov-Motor Sich,
Oscar Avia Gruop y Pacific Aeroespace Holdings, Ltd. / Ministerio de Defen-
sa)que declaró la validez de un laudo arbitral aprovechando para reiterar que el
recurso de anulación procede únicamente por las causales taxativamente enume-
radas en el art. 73 LA Pe, y que la Corte no puede entrar a revisar el fondo de la
controversia. Y también resolución de la Corte Superior de Justicia de Lima
Primera Sala Civil con Sub-especialidad comercial, de 10 de abril de 2006
(J.R.C. Minería y Construcción, S.A.C. / Compañía Minera Antamina, S.A.) que
rechazó un recurso de anulación fundado en numerosas causales (falta de moti-

2125 B. Boza Dibós, “Reconocimiento y ejecución en el Perú de laudos arbitrales extranjeros”,

Thémis. Revista de Derecho, nº 16, 1990, p. 63.


CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1135

vación, pronunciamiento extra petita y abuso del Derecho) que la Corte se con-
sideró que no concurrían en la decisión de los árbitros

861. El recurso se interpone ante el Poder Judicial, por las causales estableci-
das, como hemos apuntado, en el referido art. 73 LA Pe. De acuerdo con la Sen-
tencia de la Corte Superior de Lima, Sala Primera Civil, de 18 de octubre de
2002 (Hica Inversiones, S.A. / Electroperú, S.A. y Fonafe), Exp. 1440-02, que
entendió de la anulación de un laudo en un proceso administrado por el Centro
de Conciliación y Arbitraje Nacional e Internacional de la Cámara de Comercio
de Lima que, al parecer, no estaba suficientemente motivado. Según la Corte “...
las alegaciones de nulidad del laudo derivadas de presuntas deficiencias en la
motivación del fallo arbitral, deben desestimarse de plano (...) por cuanto los
mecanismos de protección previstos en la Ley de la materia (...) no lo toma en
consideración dentro de su expreso tenor y porque, además, importa un nuevo
examen de la prueba actuada...”. Una vez agotado este proceso judicial, quien se
sienta afectado en su derecho podrá recurrir al proceso de amparo. Las causales
de anulación son:
“1. La nulidad del convenio arbitral, siempre que quien lo pida lo hubiese reclamado con-
forme al artículo 39º.
2. Que no ha sido debidamente notificada de la designación de un árbitro o de las actuacio-
nes arbitrales o no ha podido, por cualquier otra razón, hacer valer sus derechos, siempre y
cuando se haya perjudicado de manera manifiesta el derecho de defensa, habiendo sido el in-
cumplimiento u omisión objeto de reclamo expreso en su momento por la parte que se conside-
re afectada, sin ser subsanado oportunamente.
3. Que la composición del tribunal arbitral no se ha ajustado al convenio de las partes, salvo
que dicho convenio estuviera en conflicto con una disposición legal de la que las partes no pu-
dieran apartarse o, a falta de convenio, que no se han ajustado a dicho disposición, siempre que
la omisión haya sido objeto de reclamo expreso en su momento por la parte que se considere
afectada, sin ser subsanado oportunamente.
4. Que se ha laudado sin las mayorías requeridas.
5. Que se ha expedido el laudo fuera del plazo, siempre que la parte que invoque esta causal
lo hubiera manifestado por escrito a los árbitros antes de ser notificada con el laudo.
6. Que se ha laudado sobre materia no sometida expresa o implícitamente a la decisión de
los árbitros. En estos casos, la anulación afectará sólo a los puntos no sometidos a decisión o no
susceptibles de ser arbitrados, siempre que los mismos tengan sustantividad propia y no aparez-
can inseparablemente unidos a la cuestión principal.
7. No obstante lo establecido en los incisos anteriores, el juez que conoce del recurso de
anulación podrá anular de oficio el laudo, total o parcialmente, si resultara que la materia some-
tida a la decisión de los árbitros no pudiera ser, manifiestamente, objeto de arbitraje de confor-
midad con lo dispuesto en el art. 1º. La anulación parcial procederá sólo en el caso de que la
parte anulada sea separable del conjunto del laudo”.

La razonabilidad del agotamiento de la vía previa, como requisito de proce-


dencia del proceso de amparo, se sustenta en la independencia jurisdiccional con
que cuenta el arbitraje y en la efectiva posibilidad de que, ante la existencia de
un acto infractor, este sea cuestionado y corregido de conformidad con los prin-
1136 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

cipios y garantías jurisdiccionales establecidos en el art. 139 de la Constitución;


desarrollados para tal efecto por la LGA. El órgano del Poder Judicial encargado
de conocer resolver los recursos de anulación contra los laudos arbitrales inter-
nos e internacionales dictados dentro del territorio de la República de conformi-
dad con el art. 71 y 123 LAG es la Sala Civil con Sub-especialidad comercial del
Distrito Judicial de Lima y de aquellos Distritos Judiciales con más de una Sala
Civil (Disp. complementaria 8ª LGA y Resolución Administrativa nº 006-2004-
SP-CS).

862. La sentencia judicial es irrecurrible quedando así agotada la sanción ju-


dicial contra el laudo; en concreto, el art. 77 establece que “Contra lo resuelto
por la Corte Superior sólo procede recurso de casación cuando el laudo hubiera
sido anulado total o parcialmente”. El recurso de casación se instrumenta en las
causales previstas en los incisos 1º y 3º del art. 386 CPC.
La Sentencia de la Corte Suprema de Justicia, Sala Civil Transitoria, de 19 de
septiembre de 2005 (H.O.B. Consultores y Ejecutores, S.A. /Provías Nacional)
muestra cual es el alcance del recurso de casación contra la sentencia que decla-
ró nulo un laudo arbitral de Derecho por no considerar que la mayoría del tribu-
nal arbitral había laudado sobre materia no sometida expresa ni tácitamente a la
decisión de los árbitros. La Corte Suprema declaró fundado el recurso de casa-
ción interpuesto por Provías y, por tanto, nula la sentencia de la Quinta Sala
Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima de 2 de marzo de 2003, por el
hecho de que los vocales de dicha Corte hicieron una revisión del fondo del lau-
do arbitral. Según la Corte Suprema de Justicia

“... en relación a la causal por vicios in procedendo, se aprecia que en el considerando quinto de
la sentencia impugnada, la Sala de mérito ha considerado que al contrato de servicios de con-
sultoría celebrado entre las partes, le resulta de aplicación las normas señaladas en la Cláusula
14ª de dicho contrato -esto es la Ley de Servicios de Consultoría y su Reglamento-; lo cual
constituye un pronunciamiento sobre la controversia planteada en sede arbitral, extremo que no
le correspondía analizar al Colegiado Superior sino determinar únicamente si el pronunciamien-
to de los árbitros era una materia no sometida a arbitraje o si en todo caso era una facultad de
los mismos aplicar la norma correspondiente al caso al tratarse de un arbitraje de Derecho;
Que, en consecuencia, en la sentencia impugnada se ha contravenido lo dispuesto en el art.
51 LGA, en cuanto establece que el recurso de anulación del laudo arbitral tiene por objeto la
revisión de su validez, sin entrar al fondo de la controversia; incurriéndose en infracción de la
citada norma de carácter adjetiva, así como de lo dispuesto CE el inciso tercero del art. 122
CPC, modificado por la Ley nº 27.524, que establece que sus resoluciones judiciales deben su-
jetarse a mérito de lo actuado;
Que, en tal virtud, corresponde amparar el recurso de casación únicamente por la causal por
vicios in procedendo prevista en el inciso tercero del art. 386 CPC...”

G) Puerto Rico
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1137

863. Las reglas establecidas por el Tribunal Supremo de Puerto Rico en torno
a la revisión judicial de laudos de arbitraje se ha caracterizado por una marcada
deferencia hacia éstos. Con mayor precisión, un laudo que reposa en la sumisión
voluntaria de las partes está sujeto a revisión judicial sólo si éstas convienen que
la controversia sometida al árbitro sea resuelta conforme a Derecho2126. No obs-
tante, aún en estos casos, los tribunales no deben inclinarse a decretar la nulidad
del laudo a menos que efectivamente el mismo no haya resuelto la controversia
con arreglo a Derecho2127.

H) Venezuela

864. En contraste entre los razonamientos favorables al arbitraje comercial


que ya hemos puesto de relieve y la posición de la Sala Constitucional del Tri-
bunal Supremo de Justicia en relación con el control judicial de los laudos, se ha
admitido la posibilidad del control constitucional del laudo y, con ello, la viabi-
lidad de una revisión del fondo del mismo y, lo que es más grave, es factible los
laudos sean susceptibles de un recurso de amparo constitucional (Sentencia de
23 de mayo 2001: Banco de Inversión / Grupo Inmensa, C.A.), aunque se obser-
ven decisiones recientes que parecen corregir este planteamiento2128. En cual-
quier caso, el sistema venezolano del control judicial del laudo arbitral conforma
un correcto equilibrio entre los principios esenciales del arbitraje comercial y la
protección de las garantías inherentes a todo proceso2129. Dicho control es ejerci-
do por los Tribunales Superiores del lugar del arbitraje a través del recurso de
nulidad contra el laudo arbitral (art. 43 LA Ve.) o por los Tribunales de Primera
Instancia ante el cual se solicite el reconocimiento y ejecución si el laudo proviene
del extranjero (art. 48). El control judicial del laudo arbitral se limita a un examen
formal que no se extiende a los problemas de fondo; siguiendo el espíritu de la
LMU, el juez de control del arbitraje puede anular o no un laudo arbitral o
reconocer o denegar su reconocimiento, pero nunca podrá modificar la decisión
de los árbitros. La jurisprudencia venezolana es particularmente precisa en torno
al alcance de los recursos ante la jurisdicción respecto de los laudos arbitrales.
Destaca, a este respecto, la Sentencia de la Sala de Casación Civil del Tribunal

2126 Sentencia del Tribunal Supremo de Puerto Rico de 13 de agosto de 1998 Unión Indepen-
diente de Empleados de la Autoridad de Edificios Públicos Recurridos / Autoridad de Edificios
Públicos Peticionario (CC-95-115).
2127 Vid. Universidad Católica de P.R. / Triangle Engineering Corp., Op. de 18 de mayo de

1994, 94 J.T.S. 72; Febus /. Marpe, Op. de 25 de febrero de 1994, 94 J.T.S. 19; J.B.T. v. Corp. de
Crédito, 124 D.P.R. 846 (1989); Rivera / Samaritano & Co., Inc., 108 D.P.R. 604 (1979).
2128 Vid. supra, nº 257.
2129 F. Hung Vaillant, “Principios orientadores del arbitraje en la Ley de Arbitraje Comercial y

los recursos contra el laudo arbitral”, Los medios alternativos de resolución de conflictos. XXVI
Jornadas J.M. Domínguez Escovar, 2ª ed, Barquisimeto, Colegio de Abogados del Estado Lara,
2001, pp. 107 ss.
1138 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

Supremo de Justicia de 9 de noviembre de 2004 (Operaciones, F.F., C.A. / Valo-


res Venafin, S.A.) por su correcto razonamiento

“Al resolver las partes someter su controversia ante los tribunales de arbitraje, lo hacen
con sujeción a las disposiciones legales que rigen la materia de arbitraje, como lo es la Ley
de Arbitraje Comercial, en la cual se excluye la posibilidad de que contra las decisiones ema-
nadas de los Centros de Arbitraje, se ejerzan los recursos ordinarios y extraordinarios previs-
tos en la ley adjetiva, en tales juicios sólo se prevé la posibilidad de ejercer únicamente el re-
curso de nulidad ante los tribunales superiores de la jurisdicción, a los fines de verificar la le-
galidad del laudo, tal como se señala en la decisión de esta Sala, anteriormente transcrita; en
estos casos, de ser permisible la posibilidad de ejercer los recursos ordinarios y extraordina-
rios contra las decisiones de los Centros de Arbitraje, evidentemente se desvirtuaría la inten-
ción del legislador de impedir que la sentencia o laudo que haya de recaer en el procedimien-
to de arbitraje sea revisado en casación, por cuanto contraría los principios de celeridad y de
simplicidad que caracterizan a este tipo de procedimientos, así como la eficacia del medio al-
ternativo para la resolución del conflicto.
Con base en las consideraciones anteriormente señaladas, contra las decisiones proferidas
por los tribunales de arbitraje comercial, no procede el recurso ordinario de apelación, lo que
hace inadmisible el recurso de casación propuesto por la demandante”.

Recuérdese que en la Sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, de 16 de octu-


bre de 2001 (Venezolana de Televisión, C.A. / Elettronica Industriale SPA) la
Sala Constitucional había declarado inadmisible un recurso de amparo contra el
Acta de Misión de un arbitraje CCI que oponía a una empresa italiana y a una
empresa venezolana propiedad del Estado2130. Pues bien finalizado el arbitraje
esta última solicitó la nulidad del laudo ante la Sala Político Administrativa del
mismo Tribunal que se había declarado competente (Sentencia de 18 de diciem-
bre de 2001) admitiendo dicha nulidad por considerar que el acuerdo de arbitraje
era nulo por tres razones: porque dicho acuerdo no había sido autorizado por el
Ministro de la Secretaria de la Presidencia, porque ni el Presidente ni la Junta
Directiva de VTV tenían capacidad para celebrar un acuerdo de arbitraje, y por-
que al tratarse de un contrato de interés público nacional se trataba de una mate-
ria inarbitrable. Estos argumentos, sin embargo, en ningún debieron haberse
admitido, advirtiéndose en el razonamiento argumentos muy contrarios al juicio
de árbitros en su dimensión internacional2131.

865. Con contundencia la jurisprudencia venezolana ha excluido expresamen-


te las acciones de anulación del ámbito del recurso de casación. La sentencia del
Tribunal Supremo de Justicia, Sala de Casación Civil, de 18 de febrero de 2002
(Hanover P.G.N. Compressor, C.A. /COSA) y CONVECA) puso de relieve que

“… en el caso concreto la sentencia recurrida fue dictada en el procedimiento previsto en los

2130Vid. supra, nos 258-798.


2131Vid. las observaciones de A. de Jesús O., Boletín del Comité Venezolano de Arbitraje, nº
17, 2006.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1139

arts. 608 ss CPC, para el reconocimiento de la existencia y validez de la cláusula compromiso-


ria. La sentencia que se dicte sobre ese particular es apelable, pero no es admisible contra el fa-
llo de última instancia el recurso de casación, y sólo si fuese establecida la validez de la cláusu-
la de compromiso arbitral, debe cumplirse el trámite con arreglo a lo dispuesto en la ley, y el
laudo que ponga fin al procedimiento de arbitraje, si fuere de derecho, será inapelable, salvo
pacto en contrario.
Estas normas ponen de manifiesto la intención del legislador de impedir que la sentencia o
laudo que haya de recaer en el procedimiento de arbitraje sea revisado en casación, pues ello
contraría los principios de celeridad y de simplicidad que caracterizan este tipo de procedimien-
tos.
En efecto, el recurso de casación constituye un medio de impugnación que sólo procede por
defecto de actividad o quebrantamientos de ley. En el primer caso, el efecto que produce la de-
claratoria con lugar de dicho recurso es la reposición de la causa, y en el segundo, la nulidad de
la sentencia y el reenvío para que ésta sea sustituida, salvo que la Sala case sin reenvío, de con-
formidad con lo previsto en el art. 320 CPC. En ambos casos los resultados son fatales en el
proceso, porque ello implica la realización de nuevos actos que deben ser sufragados por los
particulares, y la dilación en la decisión del asunto controvertido, con el agravante de que la ley
permite el ejercicio del recurso de casación y nulidad contra la nueva sentencia que se produzca
con motivo del reenvío o de la reposición decretada.
Esta circunstancia es más palpable en el caso concreto, pues en la cláusula compromisoria,
de forma determinante, ambas partes acordaron que contra el laudo no procedería el recurso de
apelación y, por consiguiente, tampoco es admisible el de casación.
Estas consideraciones permiten concluir que por voluntad de la ley y de las partes, la senten-
cia que se dicte en el procedimiento previo relacionado con la existencia y validez del com-
promiso arbitral, así como el laudo arbitral que se pronuncie, si fuese establecida la validez del
acuerdo de arbitraje, no son revisables en casación.
Asimismo, la Sala establece que la sentencia recurrida no causa gravamen irreparable, por-
que el interesado puede acudir ante el organismo competente para solicitar el reconocimiento y
validez del compromiso arbitral, e incluso, para defenderse en el juicio ya iniciado, mediante la
alegación de que existe un acuerdo arbitral que excluye la jurisdicción ordinaria e impide a las
partes discutir el asunto controvertido ante jueces, pues ello debe ser tramitado y decidido por
un Tribunal Arbitral. Así se establece...”.

Y este mismo planteamiento fue seguido por la sentencia del Tribunal Supremo
de Justicia, Sala de Casación Civil, de 13 de agosto de 2004 (Promotora EP
1.697, C.A. / Asociación Civil el Carrao) que añadió alas consideraciones ante-
riores que “de ser permisible la posibilidad de ejercer los recursos ordinarios y
extraordinarios contra las decisiones de los Centros de Arbitraje, evidentemente
se desvirtuaría la intención del legislador de impedir que la sentencia o laudo
que haya de recaer en el procedimiento de arbitraje sea revisado en casación, por
cuanto contraría los principios de celeridad y de simplicidad que caracterizan a
este tipo de procedimientos, así como la eficacia del medio alternativo para la
resolución del conflicto”.

3. Situaciones particulares

A) Chile
1140 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

866. La naturaleza jurisdiccional del arbitraje interno en Chile repercute en el


sistema de recursos ante los tribunales de justicia, no en vano se considera que el
árbitro es un juez nombrado por las partes para conocer de determinados asuntos
expresamente entregados a su decisión (art. 222 COT); recuérdese que en el
sistema chileno debe distinguirse entre árbitros de Derecho, arbitradores o mix-
tos2132. En este sistema ha sido tradicional que la impugnación de la sentencia
arbitral se someta un amplio régimen de recursos, dependiendo su extensión si es
arbitraje de derecho, mixto o de un árbitro arbitrador; sólo en esta última hipóte-
sis se presentan especialidades procesales en materia de recursos, por cuanto se
conserva allí el recurso de queja como recurso contra el fondo y no meramente
disciplinario, siendo además el recurso de apelación accidental2133.
Contra las sentencias de los árbitros en Derecho y mixtos se pueden interpo-
ner recursos de apelación2134 y de casación ante el tribunal que habría conocido
de ellos si el caso se hubiera interpuesto ante un juez ordinario. La apelación de
la sentencia de un árbitro arbitrador solo procede ante otros árbitros del mismo
carácter designados para estos efectos en el compromiso arbitral, lo que no suele
pactarse en la práctica; de acuerdo con la Sentencia de la Corte de Apelaciones
de Santiago de 9 de agosto de 1900, “en el juicio seguido ante árbitro arbitrador,
la sentencia definitiva que éste dicte sólo será susceptible de impugnación por
vía de apelación cuando (...) las partes así lo hayan acordado en el acto constitu-
tivo del compromiso, reservándose dicho recurso para ante otros árbitros del
mismo carácter, designados en ese mismo acto, para desempeñarse como tribu-
nal superior”. Así es que los arbitrajes de arbitradores son en única instancia
pues las partes renuncian de antemano a todo recurso. Ahora bien, el enunciado
anterior, que pudiera ser recogido como una regla general, no está exento de
inflexiones como la que evidencia la Sentencia de la Corte Suprema de 13 de
mayo de 1992 al entender que la voluntad de las partes “... al someter sus con-
troversias a árbitros arbitradores ha sido la de establecer un procedimiento de
única instancia, el que no sólo está referido a la sentencia definitiva sino también
a toda otra cuestión que se suscite en el procedimiento, de manera que no es
procedente, el presenta caso, el recurso de apelación”.
En el caso excepcional de considerarse alguna segunda instancia, habrá que
cuidar bien su estructuración y que recursos proceden. Es obvio, tal como lo
dispone el art. 239 COT, que nunca tendrá cabida la casación de fondo en contra
de una sentencia de amigable componedor, dada su propia naturaleza, pero nada
impide que se prevea una segunda instancia también de arbitrador. Por el mismo
motivo, tampoco procede un recurso de inaplicabilidad. La renuncia genérica a

2132 Vid. supra, nº 152.


2133 E. Mereminskaya, “Arbitraje doméstico e internacional en Chile: en búsqueda de la armo-
nía”, Arbitraje y mediación en Las Américas”, Santiago, 2006, pp. 102-103.
2134 R.L. Núñez Ávila, “Problemas del juez ecléctico con el recurso de apelación”, Estudios de

arbitraje. Libro homenaje al profesor Patricio Aylwin Azócar, op. cit., p. 174.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1141

todos los recursos, no implica suprimir los de reposición, interpretación y rectifi-


cación o enmienda, pues, a menos de haber sido también excluidos en forma
específica, caen plenamente dentro de la competencia del amigable compone-
dor2135. La renuncia a todo recurso, por muy categórica que sea, general y/o
enumerativa, tampoco parece excluir la casación de forma por incompetencia y
por ultrapetita, ni el recurso de queja. Este último suscita, sin embargo, proble-
mas.

867. En el caso de las sentencias definitivas de arbitradores el recurso de que-


ja procede siempre, y de conformidad a lo dispuesto por el art. 545.2º COT “En
ningún caso podrá modificar, enmendar o invalidar resoluciones judiciales res-
pecto de las cuales la ley contempla recursos jurisdiccionales ordinarios o extra-
ordinarios, salvo que se trate de un recurso de queja interpuesto contra sentencia
definitiva de primera o única instancia dictado por árbitros arbitradores”. De
conformidad con lo dispuesto en dicho precepto, el recurso de queja tiene por
exclusiva finalidad corregir las faltas o abusos graves cometidos en la elabora-
ción de resoluciones de índole jurisdiccional, y los errores u omisiones manifies-
tas y graves constitutivos de tales faltas o abusos.
El alcance de los mecanismos impugnatorios fue determinado por la Sentencia
de la Corte de Apelaciones de Santiago de 1 de diciembre de 1999 que hizo suya
la Sentencia de la Corte Suprema (Rol 280-00), de 13 de marzo de 2000 (Solar
Solar, J. / Rojas Abud, N.):

“El recurso de queja constituye un arbitrio extraordinario, cuya procedencia ha sido explíci-
tamente limitada por el legislador a situaciones límite, reveladoras, en el caso de los jueces ár-
bitros, de arbitrariedad o manifiesta iniquidad, en perjuicio de alguno de los litigantes. No basta
para configurar tales extremos con la eventual comisión de infracciones de naturaleza formal o
relacionadas con la ponderación de los medios de prueba, si éstas no revisten una particular
gravedad, con mayor razón si, como en estos autos, el juez especial recurrido fue expresamente
dotado por las mismas partes de amplia discrecionalidad para apreciar la prueba en conciencia
Sin embargo, en relación con la última de las faltas o abusos imputados al recurrido, esto es
la fijación en la sentencia de sus honorarios y los de la actuaria, aunque los honorarios sean cos-
tas del juicio arbitral, los compromisarios carecen de competencia para regular su monto puesto
que tienen la calidad de partes y nadie puede ser juez en causa propia, por lo que la indicada
decisión debe ser dejada sin efecto”.

Tratándose de las sentencias interlocutorias se requiere, además, que no sean


susceptibles de recurso alguno, ordinario o extraordinario. Así lo estimó la Sen-
tencia de la Cote de Apelaciones de Santiago de 20 de julio de 2000, mediante la
cual dispuso acoger un recurso de queja interpuesto en contra de un árbitro arbi-
trador que había negado lugar al recurso de casación en la forma interpuesto en
contra de la sentencia definitiva, considerando que: “la resolución respecto de la
cual se recurre de queja es una sentencia interlocutoria de aquellas que ponen

2135 P. Aylwin, El Juicio arbitral, Santiago, p. 524.


1142 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA

término al juicio o hacen imposible su continuación, lo que hace procedente el


recurso de queja interpuesto”. (Gaceta, nº 241, p. 95)

868. En los últimos tiempos, ha adquirido cierta relevancia el recurso de pro-


tección, acreditado en el art. 20 de la Constitución Política para garantizar la
protección de los derechos fundamentales ante los actos u omisiones arbitrarias o
ilegales. Aun cuando exista una copiosa jurisprudencia en la materia no existen
decisiones a partir de las cuales pueda afirmarse de manera categórica en torno a
la admisibilidad de este recurso cuando se interpone a pesar de la existencia de
una cláusula arbitral, o en contra una sentencia arbitral. En efecto, la Corte Su-
prema, en virtud de las facultades que le otorgan el art. 86 (actual 82) de la
Constitución Política y los arts., 540 y 541 COT, puede conocer de quejas dedu-
cidas en contra de sentencias dictadas por arbitradores, aun cuando estén renun-
ciados todos los recursos e incluso si en esa renuncia se mencionara expresa-
mente la queja.

869. En caso de arbitraje internacional, según el art. 34 LA Cl, el único recur-


so que procede contra un laudo dictado en Chile, lo constituye la acción de nuli-
dad cuya resolución posee un carácter prioritario. No en vano, una de las conta-
das modificaciones respecto de la LMU hace referencia a esta cuestión al incor-
porar el precepto citado un párrafo 5º a cuyo tenor “Las Cortes de Apelaciones
colocarán las peticiones de nulidad de inmediato en tabla y gozarán de preferen-
cia para su vista y fallo”. Sin embargo, como consecuencia de la polémica con
respecto al art. 5º de la Ley, ésta fue aprobada con la observación del Tribunal
Constitucional que la Corte Suprema mantendría las “facultades que a aquella
otorga el art. 79 de la Constitución Política de ejercer la superintendencia direc-
tiva, correccional y económica de todos los tribunales de la nación, e igualmente
el conocimiento del recurso de inaplicabilidad por inconstitucionalidad de las
leyes que le confiere el art. 80 de la Carta Fundamental”( Sentencia del Tribunal
Constitucional de 25 de agosto de 2004 (Rol nº 420). Por esta razón, el recurso
de queja podría ser operativo en el ámbito del arbitraje internacional; ahora bien
contra este escenario sustancialmente negativo, las primeras sentencias pronun-
ciadas en el marco de la LA Cl de 2004 han reconocido la autonomía del nuevo
régimen normativo. Concretamente la Sentencia de la Corte de Apelaciones de
Santiago, de 3 de mayo de 2006 (Rol Nº 88-2006) desestimó el recurso y afirmó
que tanto el árbitro como el recurrido no hicieron sino aplicar una ley que ya
regía en Chile, pues:

“... las partes acordaron someter sus disputas, controversias o diferencias a arbitraje de acuerdo
con las reglas del Centro de Arbitraje de la Cámara de Comercio de Santiago, y esta aplica la
Ley 19.971 en los casos de arbitrajes comerciales nacionales, ya que es una garantía de certeza
jurídica a las partes y demuestra, a la comunidad internacional, el funcionamiento adecuado e
imparcial de la institucionalidad de nuestro país”.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1143

Por su parte, la Sentencia de Primera Sala de la Corte de Apelaciones de San-


tiago de 25 de mayo de 2006 (Rol nº 865-2006), rechazó un recurso presentado con
el argumento que, dado que el contrato entre las partes se había suscrito con
anterioridad a la entrada en vigor de la Ley 19.971, el procedimiento arbitral se
sometía a las normas aplicables a los arbitrajes internos, admitiendo que el re-
curso se regulaba por la nueva ley.2136.

B) República Dominicana

870. El caso la República Dominicana es radicalmente contrario. De confor-


midad con el art. 1 de la Ley sobre Procedimiento de Casación, la Suprema Cor-
te de Justicia decide como Corte de Casación, si la ley ha sido bien o mal aplica-
da en los fallos en última o única instancia de los tribunales del orden judicial,
admite o desestima los medios en que se basa el recurso, pero sin conocer en
ningún caso del fondo del asunto. Por este motivo, para que las decisiones de un
Tribunal arbitral puedan ser susceptibles del recurso de casación es preciso que
una ley especial así lo establezca. Y resulta que la Ley nº 50 de 4 de junio de
1987 sobre Cámaras de Comercio y Producción que crea el Consejo de Conci-
liación y Arbitraje de Santo Domingo ni tampoco su Reglamento, disponen que
las decisiones arbitrales sean susceptibles del recurso de casación; más cabal-
mente, el art. 36.3º de este último, establece el carácter definitivo e inapelable
del laudo arbitral. Así lo ha confirmado la Sentencia de la Suprema Corte de
Justicia, 11 de enero de 2006 (Proactiva Medio Ambiente, S.A. / Ayala Porto-
rreal, A.) al considerar que

“... que por ser el fallo impugnado un laudo arbitral emitido (...) por el Consejo de Conciliación
y Arbitraje de la Cámara de Comercio y Producción de Santo Domingo, y no emanar de un tri-
bunal del orden judicial, no puede ser impugnado por medio del recurso extraordinario de la ca-
sación, en razón de que este tipo de decisiones, como se ha dicho, provienen de un órgano no
judicial, ni existe disposición legal alguna que así lo determine; que, en consecuencia, el pre-
sente recurso resulta inadmisible, lo que hace innecesario ponderar los medios de casación pro-
puestos”

2136 E. Mereminskaya, “Arbitraje doméstico e internacional en Chile...”, loc. cit., pp. 110-111.

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