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Las críticas a estas decisiones no se hicieron esperar pues fallos de este tipo
ponen en peligro la independencia de la justicia arbitral; de generalizarse, las
partes podrían solicitar la suspensión del proceso arbitral mientras los jueces
estatales, únicos competentes para hacerlo, resuelven los temas de la validez del
contrato principal o del convenio arbitral2024.
2024 E. Silva Romero, “Breves observaciones sobre la ‘modernidad’...”, loc. cit., pp. 19-20.
1054 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
Mercado de Capitais e da Arbitragem (São Paulo), vol. 3, nº 10, 2000, pp. 375-390.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1055
2028 Ph. Fouchard, E. Gaillard y B. Goldman, Traité de l’arbitrage..., op. cit. pp. 939 ss.
1056 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
787. El control judicial de los fallos responde a una necesidad que surge de
objetivos constitucionalmente asumidos, como el de “promover la justicia” y
también de las garantías de la defensa en juicio y de la propiedad y de la ejecuto-
riedad equivalente a la de una sentencia judicial que el Estado dispensa, satisfe-
chos ciertos requisitos, a los laudos arbitrales; así lo afirmaron en Argentina los
Jueces J.S. Nazareno y A. Boggiano en la Sentencia Meller. Cosa distinta es la
mala utilización que de esa manifestación del control judicial pueda efectuarse
2029 En relación con el sistema francés vid. H. Lecuyer, “Exercice abusif des voies de recours
contre les sentences arbitrales: de quelques manifestations de l'ire du juge judiciaire”, Rev. arb.,
2006, pp. 573-589.
2030 Cf. J. Picó i Junoy, “El abuso del arbitraje por parte de ciertas instituciones arbitrales”, La
2033
S. La China, L'arbitrato..., op. cit., p. xv.
2034Vid. A.Mª Arrarte Arisnabarreta, “Apuntes sobre la necesaria relación entre el arbitraje y el
proceso judicial”, loc. cit.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1059
2038 C.R. Dinamarco “Limites da sentença arbitral e de seu control jurisdiccional”, Estudos em
Arbitragem, Mediação e Negociação, vol. 2, 2003, pp. 19-33.
2039 A. Pucci, Arbitraje en los Países del Mercosur, Buenos Aires, 1997, pp. 199 ss.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1061
2040 R.J. Caivano, “Los laudos arbitrales y su impugnación por nulidad”, Jurisprudencia Argen-
tina, nº 5869, 23 de febrero de 1994, p. 10; 1994-I-845.
2041 Cf. J.L. Siqueiros, “El arbitraje y los órganos jurisdiccionales”, loc. cit., p. 124.
1062 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
“... el recurso de anulación tiene por objeto revisar únicamente la validez del laudo... esto es
que el Juez se encuentra limitado a revisar la forma mas no el fondo de la materia sometida a
arbitraje. A diferencia del recurso de apelación, cuyo objeto consiste -siempre y cuando se haya
pactado... la posibilidad de su admisión- en la revisión de la apreciación de los fundamentos de
las partes, de la prueba y, en su caso, de la aplicación e interpretación del Derecho, conforme lo
disciplina el art. 60 de la glosada Ley de arbitraje...”2042
2042 F. Cantuarias Salaverry, “La motivación del laudo arbitral”, loc. cit. pp. 67-68.
2043 E. Barboza Beraún, “Reflexiones en torno al recurso de anulación de laudos”, Laudo (Pe-
rú), nº 3, 2003.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1063
2. Causales de la anulación
ternacional contenidas en la Ley General de Arbitraje”, Ius et Veritas, V, nº 8, 1994, pp. 73-74.
2046 Vid. infra, nos 877-880.
2047 Vid. en el sistema suizo J.F. Poudret, “Les voies de recours en matière d’arbitrage interna-
tional en Suisse selon le concordat et la nouvelle loi fédérale”, Rev. arb., 1988, pp. 595-628.
1064 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
blecidos en otra ley procesal del Estado de que se trate2048. La segunda medida
de perfeccionamiento introducido por esta disposición es el establecimiento de
una lista taxativa de motivos por los que el laudo puede ser anulado por el juez
nacional; en dicha lista cabe apreciar una huella de la tradicional distinción entre
vicios in iudicando y vicios in procedendo, pues aunque son éstos los que ocu-
pan un papel protagonista no cabe duda que la invocación al orden público in-
cluye, si bien con un carácter muy restringido, a los primeros. La anulación se
configura así como un juicio externo en el que la resolución a que da lugar de-
niega la impugnación o se limita a anular el laudo que ha infringido los supues-
tos legales de su configuración o el sometimiento del árbitro a los límites de lo
convenido, pero en ningún caso la decisión sustancial.
Al efecto el art. 34.2º LMU establece dos tipos de causales. Las primeras de-
ben ser probadas por la parte que interpone el recurso, a saber
“i) que una de las partes en el acuerdo de arbitraje a que se refiere el art. 7 estaba afectada
por alguna incapacidad, o que dicho acuerdo no es válido en virtud de la ley a que las partes lo
han sometido, o si nada se hubiera indicado a este respecto, en virtud de la ley de este Estado; o
ii) que no ha sido debidamente notificada de la designación de un árbitro o de las actuacio-
nes arbitrales o no ha podido, por cualquier otra razón, hacer valer sus derechos; o
iii) que el laudo se refiere a una controversia no prevista en el acuerdo de arbitraje o contie-
ne decisiones que exceden los términos del acuerdo de arbitraje; no obstante, si las disposicio-
nes del laudo que se refieren a las cuestiones sometidas al arbitraje pueden separarse de las que
no lo están, sólo se podrán anular estas últimas; o
iv) que la composición del tribunal arbitral o el procedimiento arbitral no se han ajustado al
acuerdo entre las partes, salvo que dicho acuerdo estuviera en conflicto con una disposición de
esta Ley de la que las partes no pudieran apartarse o, a falta de dicho acuerdo, que no se han
ajustado a esta Ley”.
“i) que, según la ley de este Estado, el objeto de la controversia no es susceptible de arbitra-
je; o
ii) que el laudo es contrario al orden público de este Estado”
794. Este paralelismo de los motivos de nulidad con los establecidos en el art.
V CNY para la denegación del reconocimiento y la ejecución ya se había adop-
tado en la CG 1961. A tenor de su art. 9, la decisión de un tribunal extranjero de
anular un laudo por un motivo distinto de los establecidos en su texto no consti-
tuirá una causa para denegar su ejecución, de acuerdo con lo previsto en el art. V
CNY. La LMU lleva ese principio algo más lejos y limita directamente los moti-
vos de nulidad.
Pese a esta coincidencia, se presentan algunas diferencias técnicas entre las
causales establecidas en la LMU y en el art. V CNY, pues no debe olvidarse que
este último texto está redactado para la ejecución de sentencias arbitrales extran-
jeras. En primer lugar, los motivos relacionados con el orden público, incluido el
hecho de que el objeto de la controversia no sea susceptible de arbitraje, pueden
diferir en cuanto al fondo, según el Estado de que se trate, por ejemplo el Estado
en el que se declara la nulidad o Estado de la ejecución. En segundo lugar, y lo
que es más significativo, los motivos para denegar el reconocimiento o la ejecu-
ción de un laudo sólo son válidos y eficaces en el Estado (o Estados) en los que
la parte vencedora pretenda su reconocimiento y ejecución, en tanto que los mo-
tivos de nulidad tienen repercusiones diferentes: la anulación de un laudo en el
2049 I. Fadlallah, “L’ordre public dans les sentences arbitrales”, loc. cit., 369-430.
1066 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
país en que haya sido dictado impide, prima facie2050, su ejecución en todos los
demás países, conforme al inciso e) del párrafo 1) del art. V CNY y al ap. v) del
inciso a) del párrafo 1) del art. 36 LMU. La anulación, de esta suerte, tiene con-
secuencias frente a todos. En el arbitraje comercial internacional existe, además,
una diferencia sustancial del contenido del control cuando se efectúa en la sede
de la anulación o cuando se hace en la sede del reconocimiento: el juez en el
primer caso posee una vocación de que su resolución sea susceptible de ejecu-
ción más allá de sus fronteras, en tanto que la función del juez del exequátur
tiene un cariz estrictamente nacional2051.
795. El control que el juez ejerce sobre el laudo arbitral en el recurso de anu-
lación es, en el fondo, una retrospectiva sobre la historia de un arbitraje. Crono-
lógicamente, la revisión comienza en el inicio mismo del proceso: el convenio
arbitral, la capacidad de las partes para celebrarlo y su puesta en marcha. Segui-
damente, se aprecia la regularidad del nombramiento del tribunal arbitral2052 y de
las notificaciones de demanda y reconvención, si la hubiere. A continuación, el
interés se centra en la adecuación a los principios esenciales que deben regir, en
todo caso, el procedimiento arbitral; señaladamente de los principios de igual-
dad, audiencia y contradicción, teniendo en cuenta que no toda infracción del
procedimiento arbitral es susceptible de entrañar la anulación del laudo, sino
únicamente aquella que implique contravención a los referidos principios. Poste-
riormente, la atención recae sobre el laudo arbitral ya dictado, que debe ser cohe-
rente con las peticiones planteadas por las partes; firme en el sentido expuesto de
no anulado ni recurrido2053 y no contrario al orden público. El otro aspecto en
que los árbitros encuentran una limitación es en lo referente al plazo con que
cuentan para dictar el laudo, toda vez que no pueden excederse del que las partes
hayan señalado en el acuerdo arbitral, o en su defecto el que determine el juez o
el que surja de las disposiciones legales supletorias. Bien entendido que la clasi-
dicha norma establecía que un laudo puede ser anulado cuando exista ‘parcialidad evidente’ en un
árbitro”. Se cita como precedente más importante el caso de Commonwealth Coatings Corp. /
Continental Casualty Co. en el cual el Tribunal Supremo anuló un laudo en el cual el tercer árbi-
tro, escogido por los árbitros de parte, no divulgó la existencia de ciertos nexos con una de las
partes del arbitraje. De acuerdo con el Tribunal “cualquier duda acerca de la necesidad de divulgar
alguna circunstancia o nexo debe ser resuelta en favor de la revelación, por más endeble o cuestio-
nable que sea” (The United States Court of Appeals for the First Circuit, nº 14, 1968).
2053 Es la perspectiva del art. 34 LMU, que establece un control riguroso pero adaptado a la
realidad del arbitraje como procedimiento. Vid. en general, A. Broches, Commentary on the Un-
citral Model Law..., op. cit., pp. 234 ss.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1067
2054 Federal Court of Canada, Trial Division, de 7 de abril de 1988 (D. Frampton & Co. Ltd. /
Sylvio Thibeault and Navigation Harvey & Frères Inc.): “Cuando se solicita la anulación de un
laudo arbitral, el tribunal sólo está facultado para examinar el laudo sobre la base de las disposi-
ciones restrictivas del art. 34 de la Ley Modelo, que figuran en el Commercial arbitration Code...”.
2055 Vid., por todos, J. Cantuarias Salaverry, El arbitraje comercial..., op. cit., pp. 457-553.
1068 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
“... el cargo formulado no acusa una violación al debido proceso por lo que de seguido se indi-
ca. El alegato de la parte recurrente redunda en el fondo en un vicio de denegatoria de prueba
admisible. Para que este yerro tenga lugar, deben concurrir dos requisitos: uno, que la prueba
sea admisible según las leyes y, dos, que haya podido producir indefensión. Este vicio tiene
fundamento en un mal uso de los poderes del juzgador que en materia de prueba le confiere la
ley, por lo cual, solo incurre en el yerro la autoridad que arbitrariamente la desestima. (...). En
la especie, este tipo de vicio no forma parte del catálogo dispuesto por el canon 67 de la Ley
RAC, el que dispone, bajo un sistema numerus clausus, los motivos de nulidad que abren la
competencia de esta Sala, con lo cual, su examen le está vedado”
2056 S. Barona Vilar, “Art. 41”, en S. Barona Vilar, coord., Comentarios a la Ley de arbitraje...,
798. Precisamente sobre el alcance del poder del representante debemos refe-
rirnos a un importante asunto considerado por la jurisprudencia venezolana: la
Sentencia de Tribunal Supremo de Justicia, Sala Político Administrativa, de 4 de
abril de 2006 (Elettronica Industriale S.P.A. / Venezolana de Televisión, C.A.)
que suscitó un problema recurrente en las acciones de anulación: si los adminis-
tradores de una sociedad son órganos de la misma a través de los cuales fluye
directamente la capacidad de las mismas, o si deben ser considerados unos sim-
ples mandatarios sometidos en cuanto a la representación del mandante a los
términos previstos para ellos en el Cc y el Ccom. En el presente asunto el Tribu-
nal Supremo utilizó la teoría del mandato con el objeto de requerir, para la vali-
dez de una cláusula compromisoria, que la persona física que hubiese suscrito
dicha cláusula en representación de otra persona natural o jurídica, bien fuese
como órgano de la persona jurídica o bien como mandatario, debía tener faculta-
des expresas para comprometer a la entidad a un procedimiento arbitral. En opi-
nión de este órgano jurisdiccional no es suficiente para comprometer a un juicio
de árbitros que la Asamblea General de la Sociedad haya aprobado de manera
general el contrato que contiene la cláusula arbitral, sino que tendría que aludir
de manera expresa al conferimiento de la facultad de suscribir la cláusula com-
promisoria. De acuerdo con esta decisión
“… debe entenderse que si el Presidente está autorizado sólo para suscribir contratos para el
normal desenvolvimiento de la empresa, hasta por siete millones de bolívares, luego no puede
estarlo para suscribir contratos que excedan de la gestión normal de los negocios; en este caso,
no podía él sólo firmar un contrato de estas características, cuyo monto es de veinte millones de
dólares de los Estados Unidos de América (US $ 20.000.000,00).
En tal sentido debe concluirse, que si le está prohibido al Presidente suscribir contratos por
encima de siete millones de bolívares (Bs. 7.000.000,00) porque se entiende que se trata de
contratos que no son de la gestión normal de la empresa, con mayor razón estará prohibida la
2058 A. Bullard González, “Buscándole tres pies al gato: las facultades del gerente general para
someter a la sociedad a arbitraje”, Estudios de Derecho societario: libro homenaje a Enrique Elías
Laroza, Trujillo (Perú), 2005.
2059 P. Devaud, “La convention d’arbitrage signée par le représentant sans pouvoirs”, loc. cit.,
pp. 2-21.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1071
Con tal razonamiento cabe considerar que nunca se de por sentado que los admi-
nistradores de una empresa o cualquier otra persona jurídica pueden suscribir
validamente una cláusula de arbitraje por el simple hecho de que el contrato que
contiene dicha cláusula haya sido autorizado por otros órganos.
el segundo, que la materia objeto del convenio sea arbitrable, lo que nos conduce
a la determinación de esta materia tan compleja2061; esto es, el control se extien-
de a que los árbitros hayan resuelto sobre cuestiones no susceptibles de arbitraje.
En el tercero, la nota dominante es el antiformalismo, toda vez que la voluntad
de las partes se superpone a los requisitos de forma, pero no debe olvidarse que
algunos ordenamientos no mantienen por entero esta línea de suerte que la au-
sencia de algún requisito formal puede invalidar la eficacia misma del convenio.
800. El art. 34.2º.a).ii) LMU dispone que procede la anulación del laudo arbi-
tral, cuando la parte que interpone la petición pruebe que “... no ha sido debida-
mente notificada de la designación de un árbitro o de las actuaciones arbitrales o
no ha podido, por cualquier razón, hacer valer sus derechos...”. En la misma
línea se pronuncian no sólo los preceptos de los sistemas que han incorporado la
LMU, sino otros muchos: art. 34.2.a.ii LA Cl, art. 42.2.a.iii LA Gt, art. 92.1º c)
LA Hn, art. 1457.I.b) Ccom Mx, art. 61.1.b LA Ni, art. 41.1º.b) LA Pa, art. 73.2º
LA Pe, art.40.a.2 LA Py y art. 44. b) LA Ve. Y con redacciones más o menos
similares: art. 63.II.2 LA Bo (“Falta de notificación con la designación de un
árbitro o con las actuaciones arbitrales”), art. 163.3º LA Co (“No haberse hecho
las notificaciones en la forma prevista en este decreto, salvo que la actuación
procesal se deduzca que el interesado conoció o debió conocer la providencia”),
art. 31 a) LA Ec (“No se haya citado legalmente con la demanda y el juicio se ha
seguido y terminado en rebeldía. Será preciso que la falta de citación haya impe-
dido que el demandado deduzca sus excepciones o haga valer sus derechos y,
además, que el demandado reclame por tal omisión al tiempo de intervenir en la
controversia”) y art. 68.3º LA Sv (“No haberse hecho las notificaciones en la
forma prevista en esta ley, salvo que de la actuación procesal se deduzca que el
interesado conoció o debió conocer la providencia”).
Esta es una causal tiene por objeto la salvaguardia del debido proceso y el de-
recho de defensa de las partes. Respecto a la ley que establecerá los criterios
mínimos que deberán ser observados para apreciar la violación de las reglas del
debido proceso, deberá estarse, en principio, a la lex fori si se trata de arbitrajes
internos y a la ley elegida por las partes o los del lugar donde se dictó el laudo
arbitral, si se trata de un arbitraje internacional. Se dedica, pues, una previsión
separada y específica a los problemas o irregularidades de las notificaciones
confiriendo una amplia formulación a la indefensión (“por cualquier otra razón”)
como motivo de anulación del laudo.
“.... en virtud de la cual debe asegurarse a las partes en todo proceso legalmente establecido,
que se desarrolle sin dilaciones injustificadas; oportunidad razonable de ser oídas por un tribu-
nal competente; de pronunciarse respecto de las pretensiones y manifestaciones de la parte con-
traria; de aportar pruebas lícitas relacionadas con el objeto del proceso y de contradecir las de la
contraparte; de modo que los sujetos procesales puedan defender efectivamente sus derechos”.
Como hemos visto, muchas legislaciones incluyen esta causal junto a la ante-
rior pero existen otras que resaltan su autonomía: art. 63.II.3 LA Bo, art. 32.VIII
LA Br (refiriéndose al necesario respeto de los principios de contradicción y de
igualdad de las partes), art. 163.4º LA Co (“Cuando sin fundamento legal se
dejaren de decretar pruebas oportunamente solicitadas o se hayan dejado de
practicar las diligencias necesarias para evacuarlas, siempre que tales omisiones
tengan incidencia en la decisión y el interesado las hubiera reclamado en la for-
ma y tiempo debidos”), art. 31 c) LA Ec (“Cuando no se hubiere convocado, no
se hubiere notificado la convocatoria, luego de convocada no se hubiere practi-
cado las pruebas, a pesar de la existencia de hechos que deban justificarse”), art.
68.4º LA Sv (“Cuando sin fundamento legal se dejaren de decretar pruebas opor-
tunamente solicitadas o se hayan dejado de practicar las diligencias necesarias
1074 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
802. Para que se de tal circunstancia la prueba tiene que haber sido previa-
mente pedida por una de las partes, pues el derecho a servirse de la prueba, no es
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1075
2064 M.J. Molina Caballero, La congruencia en los laudos arbitrales, Málaga, 2002.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1077
más de consistir en una falta de respuesta de las pretensiones de las partes, está
relacionada, por extensión, con el derecho a una motivación razonada y suficien-
te de dichas resoluciones, pudiendo por tanto suponer una vulneración del dere-
cho a la tutela judicial efectiva, por cuanto entre las exigencias de este derecho
se encuentra la de dar una respuesta motivada y fundada de las cuestiones susci-
tadas por las partes durante el proceso, y cuando dicha respuesta no se produce
puede provocarse la indefensión de la parte afectada.
805. Por el contrario al árbitro no le es dable entrar a juzgar sobre otras pre-
tensiones ultra petita. La causal que estamos examinando insiste en estos extre-
mos desde la perspectiva de una eventual anulación del laudo. Para determinar el
laudo es nulo por incongruencia ultra petita, debe establecerse si se acordó en él
más de lo que las partes pidieron o, con otras palabras, que los árbitros se pro-
nunciaron sobre aspectos no previstos en la demanda. Como es obvio, la refe-
rencia obligada es el convenio arbitral, en el cual debe constar claramente los
asuntos sometidos a arbitraje y sobre los cuales han de decidir los árbitros, o sea,
la identidad jurídica entre lo resuelto y las pretensiones. La Sentencia de la
Sala Primera de la Corte Suprema de Costa Rica, de 19 de enero de 2001 es
muy ilustrativa a este respecto:
“Los árbitros deben pronunciarse sobre todos y sólo sobre los asuntos sometidos al arbitraje,
debiendo existir coincidencia entre la controversia y lo laudado. Para acreditar la extralimita-
ción de los árbitros se debe llevar a cabo un proceso comparativo entre los términos del com-
promiso y los pronunciamientos de la parte dispositiva del laudo, aceptándose generalmente,
una interpretación amplia de las cláusulas de compromiso arbitral. Por regla general, la incon-
gruencia arbitral ha de ser alegada por la parte, porque no opera la anulación oficiosa. La extra-
limitación en la resolución no produce necesariamente la nulidad de todo el laudo, pudiendo
declararse parcialmente nulo si los puntos no sometidos a la decisión arbitral tienen sustantivi-
dad propia y no están ligados indisolublemente al asunto principal, de lo contrario, si estuvieran
intrínsecamente ligados a la cuestión principal, el laudo sería totalmente nulo. También opera la
nulidad de todo el laudo si la relación entre los asuntos decididos y los no sometidos a arbitraje
hacen imposible la conservación del laudo. En cuanto a la nulidad de las cuestiones accesorias,
procede cuando la nulidad sea declarada respecto de lo principal. Si, por el contrario, los puntos
no sometidos vician aspectos secundarios, se puede declarar la nulidad parcial”.
“La incongruencia estriba en la falta de relación entre lo pedido por las partes, no a lo largo
del proceso, sino en sus escritos de demanda o contrademanda como en sus respectivas contes-
taciones, y lo resuelto en el fallo ; no porque en éste se decida algo diferente a lo querido por
los litigantes, sino porque se omite pronunciamiento sobre algún extremo sometido a debate, o
se otorga más de lo pedido, o porque lo resuelto no guarda correspondencia con lo pedido, o
porque contiene disposiciones contradictorias”
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1079
“... se impone el deber ineludible de justificar de forma razonable la decisión adoptada. La omi-
sión de estas exigencias produce indefensión a las partes, de cara al ejercicio de sus derechos de
defensa y contradictorio, lo que devendría atentatorio del debido proceso y con ello, un laudo
que presente estas irregularidades, podría ser declarado nulo. En este sentido, este detalle es
elemental, dentro del debido proceso, ya que solamente conociendo las causas que motivaron la
decisión, podrán atacarse esos criterios de forma debida; caso contrario, se coloca a las partes
en limbo de incerteza e incertidumbre, en el que se desconoce la razón para llegar al criterio fi-
nal, lo que lesiona de forma directa sus derechos dentro del proceso. Así visto, la expresión de
razones no es suficiente para cumplir con el deber de motivación, es necesario que se haga un
análisis particular del caso, estableciendo los motivos que en la situación particular, llevaron a
adoptar el criterio contenido en el laudo. Lo contrario deja a las partes en estado de indefensión,
y en la imposibilidad de saber las razones del laudo, cercenando de manera relativa su derecho
de recurrir”.
devant l’arbitre international”, Études offertes à Pierre Bellet, París, 1991, pp. 101-123.
2068 British Columbia Court of Appeal, 24 de octubre de 1990 (Quintette Coal Ltd. / Nippon
Corp.).
1080 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
807. El contenido del laudo está delimitado por los puntos litigiosos que las
partes sometieron a los árbitros; la consecuencia es que éstos deben pronunciarse
sobre todas las cuestiones previamente establecidas, sin poder extenderse a otras
que las partes no han consentido en someterles. Ahora bien, la ausencia de reso-
lución por el árbitro de cuestiones planteadas en el arbitraje no anula el mismo;
caso contrario sería la incongruencia extra y ultra petita. El fundamento de esta
limitación reside en el origen voluntario de la jurisdicción de los árbitros: si las
partes convinieron el arbitraje para resolver determinadas controversias, los árbi-
tros deben ejercer su ámbito de actuación dentro de los límites marcados por
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1081
ellas. Sin embargo puede ocurrir que la delimitación de la materia objeto del
arbitraje no sea tan nítida toda vez que la resolución de la cuestión principal
puede exigir el pronunciamiento inexorable de una serie de cuestiones de índole
accidental cuestionando el pronunciamiento sobre tales cuestiones los límites de
la competencia de los árbitros, por ejemplo el reajuste del valor de la obligación
en función de un proceso inflacionario2069. La necesidad de una congruencia
absoluta del laudo con la cuestión suscitada por las partes no debe ser considera-
da como una circunstancia inexorable que limite a los árbitros en el ejercicio de
su función decisoria o a la hora de interpretar las cuestiones a decidir sin cuyo
concurso el laudo no pudiera estar suficientemente motivado: una cosa es que
los árbitros deban moverse dentro de los límites trazados por el acuerdo arbitral
y otra muy distinta que se vean compelidos a realizar una interpretación tan
aséptica que pueda apartarlos de su misión originaria.
808. Para evitar tales peligros algunas legislaciones de arbitraje adelantan so-
luciones preventivas como la contenida en el art. 954.2º CPCCN argentino (“Se
entenderá que han quedado también comprometidas las cuestiones meramente
accesorias...”) o la incluida en el art. 44 LA Pe: “Los árbitros son competentes
para conocer y resolver todas las cuestiones subsidiarias, accesorias o incidenta-
les que se promuevan durante el proceso, inclusive las relativas a la validez o
eficacia del convenio, como aquéllas cuya sustanciación en sede arbitral hayan
sido consentidas por las partes en el proceso”. El resultado de todo esto conduce
a que únicamente procederá la anulación cuando los puntos no sometidos a la
decisión de los árbitros posean entidad propia y no figuren íntimamente vincula-
dos a la cuestión principal.
Teniendo en cuenta las reservas anteriormente efectuadas, un laudo arbitral
que recaiga sobre materias no previstas entraña un atentado hacia lo pactado por
de las partes, dando a la renuncia a los jueces del Estado una extensión no
deseada. La existencia o no de incongruencia extra petita presupone la verifica-
ción de si la parte dispositiva del laudo recae sobre una cuestión incluida en las
pretensiones de las partes, de tal suerte que se haya impedido a las partes la po-
sibilidad de formular alegaciones en defensa de sus intereses relacionados con lo
decidido, provocando su indefensión. Resulta expresiva, a este respecto, la afir-
mación de la Sentencia del Consejo de Estado de Colombia 15 de mayo de 1992
“En el trámite arbitral la competencia de los árbitros y los límites dentro de los cuales pue-
den actuar válidamente, han de ser señalados de manera expresa, clara y taxativa por las partes.
Son las partes quienes habrán de señalar las estrictas materias que constituyen el objeto del ar-
bitramento. Si los árbitros hacen extensivo su poder jurisdiccional transitorio a temas exógenos
a los queridos por las partes, atentarán contra el principio de congruencia, puesto que estarán
decidiendo por fuera de concreto tema arbitral”.
2069 Sentencia de la Corte Suprema del Perú, Sala Civil Transitoria de 15 de abril de 2002, F.
Cantuarias Salaverry, “Anulación de un laudo arbitral por la causal de exceso ...”, loc. cit., p. 206.
1082 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
809. Es motivo de nulidad haber dictado el laudo arbitral fuera de plazo. Este
extremo, no recogido en la LMU, figura en la generalidad de las legislaciones en
presencia y está ratificado jurisprudencialmente2070: art. 63.II.7 LA Bo, art.
32.VII LA Br, art. 163.5º LA Co, art. 67.a) LA Cr, art. 68.5º LA Sv, art. 74.51
LA Hn, art. 73.5º LA Pe y art. 499.1º CGP Uy. El plazo debe ser respetado en
modo inexorable, esto es, el laudo debe dictarse dentro del tiempo, porque es el
lapso durante el cual las partes, voluntariamente, renuncian al ejercicio jurisdic-
cional de sus diferencias y dotan de facultades decisorias al árbitro. Pasado el
plazo, los árbitros carecen de ellas. Como precisase la Sentencia de la Sala Pri-
mera de la Corte Suprema de Costa Rica, nº 806-F-01, de 10 de octubre de 2001,
“Una de las características fundamentales de la “competencia exclusiva” de los
Tribunales Arbitrales (...). Este elemento está dotado de una importancia radical,
al punto de constituir, precisamente, una de las causales de nulidad de los laudos
(art. 67 inciso a ibídem.). Cualquier actuación del Tribunal, realizada fuera del
plazo fijado por las partes, deviene en nula por ausencia de competencia”2071.
Las hipótesis en que un laudo puede llegar a dictarse fuera de laudo, al margen
de que se halla dictado transcurrido el plazo fijado por las partes pueden ser
otras: si las partes han guardado silencio al respecto o si se dicta con posteriori-
dad al plazo de prórroga establecido válidamente por las partes.
Cabe, pues, la posibilidad de prórroga pero ésta ha de solicitarse, en todo ca-
so, con anterioridad a la extinción del plazo fijado como periodo de renuncia a la
2070 Según la Sentencia de la Corte Suprema de Argentina de 1923 (Provincia de Buenos Aires /
Franke, O y Cía.”): “El transcurso inútil del término fijado a los árbitros para pronunciar el laudo,
hace cesar los efectos jurídicos del compromiso”.
2071 Vid. asimismo, la Sentencia de la misma Sala, nº 996-F-2005, de 21 de diciembre de 2005
“Es imposible incluir el plazo de los 15 días dentro de un trámite inexistente, sobre todo
porque el numeral 43 de esa ley fija el inicio del procedimiento arbitral desde la fecha en que
una de las partes comunica a la otra, mediante requerimiento, la solicitud de someter la contro-
versia a arbitraje. Pensar en un plazo tan corto para tramitar y laudar atenta con los principios
del debido proceso, el derecho de defensa y el de contradicción mencionados en el párrafo pri-
mero del art. 39. Incluso, esa disposición autoriza al tribunal arbitral a modificar el procedi-
miento seleccionado que no se ajuste a tales principios, con el objeto de propiciar un equilibrio
procesal entre las partes y la búsqueda de la verdad real. Es evidente que el plazo de 15 días es
insuficiente para desarrollar todos los actos que conllevan un proceso, por breve y simple que
sea. Estos criterios rectores obligan a mantener la interpretación esgrimida en la resolución re-
currida, la que se confirma sin más consideraciones por innecesario”2072.
810 bis. Dentro del sistema chileno se alegó la causal del art. 768.1º CPC de
incompetencia del árbitro por haber dictado éste el laudo excediendo de los dos
años fijados por el art. 235.3º COT. La Sentencia de la Corte Suprema, Primera
Sala, de 24 de enero de 2005 (Pineda / La Chilena Consolidada), rechazó la
pretensión entendiendo que dicho plazo es efectivo sin perjuicio de lo que pue-
dan acordar las partes sobre el particular y que en el asunto en cuestión las partes
habían convenido someterse a los trámites del juicio ordinario, estableciendo que
2072
Esta doctrina fue reiterada por la Sentencia de la misma Sala, 900-F-04, de 20 de octubre de
2004 y de 31 de octubre de 2006 (Cordero y Cordero Hermanos, S.R.L. / Ideas Internacionales de
Costa Rica, S.A.).
1084 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
“... debe entenderse que los litigantes, autorizados por la norma legal citada, han convenido en
un plazo que se pudo extender más allá de dos años, a través del descuento de los feriados. Con
todo, habiéndose dictado la sentencia (...), antes de cumplirse el plazo pactado, que eran los dos
años que establece la norma legal citada descontados los sábados, domingos y festivos y el fe-
riado judicial, debe concluirse que fue pronunciada por un tribunal competente y, por lo mismo,
el recurso de casación formal debe desestimarse.
“... no basta la simple alegación en el procedimiento arbitral de que el plazo para laudar ha ven-
cido, sino que el mismo deberá efectuarse de manera oportuna y en correspondencia con las re-
glas del proceso acordadas, para lo cual se deberá tener en cuenta las incidencias procesales
surgidas al interior del proceso arbitral dentro de un margen de razonabilidad, lo cual no ha sido
observado en el presente caso...”
“Del marco normativo citado se establece con claridad que ni el art. 55 (...) ni ninguna de las
normas citadas u otras contenidas en ese cuerpo legal prevén la pérdida de competencia del
Tribunal Arbitral para el caso de no dictar el Laudo Arbitral dentro del plazo señalado en el art.
55 (...), pues únicamente determinan que de darse esa situación, la parte afectada podrá impug-
narla a través del recurso de anulación previa protesta de esa causal durante el procedimiento
arbitral, impugnación que en su caso las partes deben hacerla dentro de los términos estableci-
dos en la ley ante la autoridad judicial competente, no ante la justicia constitucional”.
“... dada la relación profesional que debe deducirse del hecho de haber compartido despacho
profesional durante más de 6 años, al menos, el Sr. Letrado de una de las partes y la Sra. Letra-
1086 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
da que... fue designada como árbitro en dicho proceso,... no permite situar a la Sra. árbitro en
condiciones objetivas, al menos de garantizar que su decisión pueda merecer la exigible con-
fianza de los terceros y de las partes, en el sentido de que resulte ser fruto de una decisión ple-
namente interesada e imparcial”
“... la condición de profesores universitarios que pueden compartir dos abogados dentro de una
misma casa de estudios, no es un motivo que necesariamente deba generar dudas sobre la im-
parcialidad de los funcionarios llamados a resolver la controversia. Por las particularidades que
este especial tipo de relación de subordinación presenta, en virtud del principio de libertad de
cátedra (...), se considera que esta situación está muy alejada de las relaciones de compañerismo
y amistad”
812. Dentro de esta causal cabe insertar la omisión por parte del árbitro del
deber de información con carácter previo a las partes de los elementos constitu-
tivos de la función del árbitro: independencia, imparcialidad y disponibilidad.
Por ejemplo la Sentencia de Tribunal de Apelación del Noveno Circuito de los
EE UU de 4 de septiembre de 2007 (New Regency Productions, Inc. / Nippon
Herald Films, Inc.) anuló el laudo de un árbitro que no reveló sus negociaciones
laborales y posterior obtención de empleo con la filial de una de las empresas
involucradas en el arbitraje mientras actuaba como árbitro2073. La omisión de ese
deber no puede prosperar si el tribunal arbitral resolvió conforme a Derecho en
su momento el incidente de recusación del árbitro por este motivo; así lo puso de
relieve en Panamá la Sentencia de la Corte Suprema de Justicia, Sala Cuarta de
Negocios Generales, 29 de junio de 2001 (Central de Fianzas, S.A. / Bridgefar-
mer Panamá, S.A.).
2073 C.T. Salomon y Q.C. Smith, “Arbitrators Have Duty to Investigate Possible Conflicts Aris-
sino en otros muchos ordenamientos con un tenor muy similar: art. 63.I.1 LA Bo,
art. 163.8º LA Co, art. 67.f) LA Cr, art. 41.2º b) LA Pa y art. 44.f) LA Ve.
La referida vinculación a los efectos de la nulidad del laudo arbitral se evi-
dencia en la Sentencia de la Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia de
Costa Rica de 19 de enero de 2002 al entender que esta causal puede interpretar-
se de dos maneras: “por un lado, la violación al orden público sólo se produciría
cuando se sometan a arbitraje materias excluidas, por su propia naturaleza jurí-
dica de derechos indisponibles, pero por otra parte, también podría interpretarse,
admitiendo la impugnación de laudos en base a fundamentos excluidos por el
legislador”.
814. Con todo, existe una causa de anulación del laudo que merece una consi-
deración específica. Nos referimos a la que se basa en la vulneración del orden
público. Esta forma de proceder se justifica de una parte, en razón de la doble
manifestación, sustantiva y procedimental, que define dicho concepto; y de otra,
en el riesgo que supone la inclusión de un concepto jurídico indeterminado en
sede de anulación de la decisión arbitral. Existe una enorme coincidencia entre
los diversos sistemas estatales en advertir que la situación del orden público en
la anulación es muy similar a la que acontece en el ámbito del reconocimiento y
la ejecución2075. Ya pusimos de relieve2076 que al discutirse en el seno de la Unci-
tral la redacción de los arts. 34.2.b.ii y 36.1.b.2 LMU, algunos de los comisiona-
dos sugirieron que se excluyera la expresión “orden público” por ser demasiado
vago y no constituir un motivo justificado; no obstante al final se convino que el
concepto no debía identificarse con una posición política interna o internacional
del Estado, sino que abarcaba los conceptos y principios fundamentales de justi-
cia, tanto sustantivos como de procedimiento. Algunas legislaciones internas
refuerzan esta acepción al incluir entre las causales de anulación la constitución
y composición irregular del tribunal arbitral (art. 63.II.5 LA Bo, art. 32.II LA Br,
art. 163.2º LA Co), el desarrollo viciado “del procedimiento, que vulnere lo pac-
tado, lo establecido en el reglamento adoptado o lo previsto en la presente ley”
(art. 63.II.6 LA Bo) o el incumplimiento de los requisitos impuestos al laudo
arbitral (art. 32.III LA Br).
La causal que figura en el texto final del art. 34.2.b.ii LMU determina que el
tribunal ante el que se suscita la petición de nulidad compruebe que “el laudo es
contrario al orden público de ese Estado y en un tenor similar se pronuncian los
sistemas que han adoptado la LMU: art. 34.2.b.ii LA Cl –arbitraje internacional–,
art. 43.2.b.ii LA Gt, art. 1457.II, in fine Ccom Mx, art. 61.2.2.b LA Ni y art. 46.b,
in fine LA Py.
En cualquier caso, esta causal para anular un laudo arbitral ante la jurisdicción
estatal es taxativa y ha de ser interpretada de manera restrictiva y debe ser expre-
2075 H. Arfazadeh, “L’ordre public du fond et l’annulation...”, loc. cit., p. 228.
2076 Vid. supra, nº 633.
1088 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
“El concepto jurídico de orden público es indeterminado, flexible, dinámico y de difícil de-
finición. No obstante, puede entenderse como el conjunto de principios inspiradores de un or-
denamiento jurídico reflejo de los valores esenciales de una sociedad en un momento dado.
Existen varias clases de orden público. La clasificación más importante distingue entre orden
público interno y orden público internacional. El primero puede dar lugar a la anulación del
laudo. Otra clasificación importante sería la relativa al orden público material, orden público
procesal y orden público constitucional. Dentro del proceso arbitral se prevé la nulidad del lau-
do infractor del orden público, y en tal caso, la causal podría ser alegada por la parte, pudiendo
originar una nulidad total del laudo”.
“El orden público constituye el instrumento del que se vale el Ordenamiento Jurídico para
garantizar, mediante una limitación a la autonomía de la voluntad, la vigencia de los intereses
generales de la sociedad, que es lo que constituye su objeto, de ahí que, siempre predominen
sobre los particulares. Para lograr su resguardo y preservación, se dota de imperatividad a las
normas, se declaran irrenunciables los derechos, se posibilita que en ciertos casos se apliquen
de oficio y se invalidan los actos que los conculquen. Desde esta perspectiva, las normas impe-
rativas se caracterizan por ser de aplicación obligatoria, no pueden ser sustituidas ni alteradas,
imponiéndose de modo absoluto a la voluntad particular. En consecuencia, se yerguen como
una barrera infranqueable a su capacidad de disposición, de ahí, la necesidad o interés general
de que estén sobre la decisión individual”.
2077F. Cantuarias S., “Anulación de un laudo arbitral por la causal de nulidad del convenio arbi-
tral”, Revista Iberoamericana de Arbitraje (http://www.servilex.com.pe/arbitraje/ colaboracio-
nes/anullaudo.html).
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1089
816. Para proponer alguna causal, una gran parte de legislaciones arbitrales
exigen que previamente el interesado haya planteado sus observaciones ante el
tribunal arbitral, posibilitando de esa manera que se pueda corregir algún error
significativo y, además, que se litigue de buena fe2078. El incumplimiento de este
requisito será sancionado con la improcedencia de plantear las causales ante el
poder judicial.
En ese sentido se pronuncia el art. 758 CPCCN Ar al establecer que los recur-
sos contra el laudo, que son idénticos a los admisibles contra las sentencias judi-
ciales (art. 758) se interpondran ante el propio tribunal arbitral y sólo en caso de
ser denegados se pondrá en marcha el mecanismo de los arts. 282 y 283, esto es
la parte que se considere agraviada podrá recurrir directamente en queja ante la
cámara, pidiendo que se le otorgue el recurso denegado y se ordene la remisión
del expediente. Con el mismo tenor se inclina el art. 64 LA Bo, debiendo el tri-
bunal arbitral dar traslado del recurso a la parte contraria, que deberá responder
en un plazo de diez días vencido el cual tribunal arbitral, con o sin respuesta del
traslado corrido, concederá el recurso disponiendo el envío del expediente ante
el juez de partido de turno en lo civil del correspondiente Distrito Judicial; pero
el Tribunal deberá rechazar el recurso si se presenta fuera de plazo o si no se
encuentre fundada en las causales señaladas en el art. 63. Asimismo, el recurso
de anulación deberá interponerse en Colombia, para el arbitraje interno, ante el
2078F. Cantuarias Salaverry, “Algunas cuestiones preliminares referidas a las causales de anula-
ción de los laudos arbitrales dictados en el Perú y a las de no reconocimiento y ejecución de los
laudos arbitrales dictados en el extranjero”, Laudo (Perú), nº 2, 2002.
1090 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
818. La fecha de recepción del laudo por las partes pone en marcha el plazo
para su impugnación ante la jurisdicción ordinaria; el art. 34 LMU precisa el
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1091
límite en tres meses contados a partir de dicha fecha, salvo que a modo previo se
haya solicitado la correspondiente corrección o interpretación del laudo, en cuyo
caso el plazo de los tres meses comienza a correr desde la fecha en que el tribu-
nal arbitral halla resuelto dichos extremos. El plazo de los tres meses de la LMU,
seguido puntualmente en el art. 1458 Ccom Mx, es considerado excesivo por la
generalidad de las legislaciones de América Latina, inclinándose éstas por el
establecimiento de un periodo de tiempo sensiblemente más reducido. Incluso
los Estados que se han incorporado a dicho instrumento disminuyen sensible-
mente los plazos: un mes contado (art. 43.3º LA Gt).
Como tuvimos ocasión de exponer, en muchos sistemas se ha suscitado la
cuestión de si el cómputo del plazo se efectúa con arreglo a los criterios del De-
recho civil o del Derecho procesal que suelen variar por excluir este último los
días inhábiles2079. Los partidarios de la primera posición argumentan que esta-
mos en materia de carácter sustantivo pues se trata de un plazo para el ejercicio
de una acción que deriva directamente de una acción extrajudicial; los defenso-
res de la segunda aducen que la actuación controvertida implica la interposición
de un recurso ante la jurisdicción ordinaria. Nuevamente las tesis en torno a la
naturaleza jurídica del arbitraje condicionan la respuesta. Pero, a la vez, la op-
ción civilista está justificada en que acción de anulación no pone en marcha una
segunda instancia al arbitraje y en cuanto estamos ante una pretensión nueva que
pone en marcha un nuevo proceso; no puede considerarse, por tanto, como un
plazo procesal2080.
Es recurrente en la generalidad de las legislaciones de América Latina, si-
guiendo el tenor de la LMU, que en caso de que se produzca ante el tribunal
arbitral una petición de corrección o de interpretaciones el plazo para interponer
el recurso comience a contar después de que tal petición haya sido resuelta por el
tribunal arbitral. Así lo dispone, entre otras normativas arbitrales en art. 71 LA
Pe para los supuestos de arbitraje interno: “Cuando se hubiere solicitado la co-
rrección, integración o aclaración del laudo, el recurso de anulación deberá in-
terponerse dentro de los diez (10) días de notificada la resolución correspondien-
te”. Sobre este punto insistió la Sentencia del Tribunal Constitucional peruano,
de 22 de enero de 2001 (Corporación de Productos Alimenticios Nacionales
PYC, S.A.), que declaró fundada una acción de amparo y en consecuencia nula
una sentencia de la Corte Superior de Justicia de Lima que había denegado por
extemporáneo un recurso de apelación contra un laudo arbitral desconociendo
que el término de diez días para la interposición del recurso de anulación corre a
partir del día siguiente hábil de notificada esta última resolución, en aplicación
de la parte final del art. 71 LA Pe.
821. Resulta, en efecto, muy complejo acreditar esta circunstancia si las partes
no formularon en su momento su oposición; y a ello debe agregarse que en los
arbitrajes administrados que cuentan con la existencia de un Acta de Misión se
ratifican y complementan a partir de la misma los términos fijados en el acuerdo
arbitral; por tanto su redacción es un momento adecuado para corregir el requisi-
to originario que no ha sido cumplido; no en vano, el Acta de Misión debe pre-
valecer sobre el acuerdo arbitral original. El asunto Grupo Radio Centro suscita-
do ante la jurisdicción mexicana2081 es sumamente explícito de la cuestión que
estamos examinando. Como se recordará en el acuerdo arbitral las partes habían
establecido que los árbitros debían ser expertos en el ámbito de la información y
cuando se nombraron los árbitros no se efectuó objeción alguna y tampoco esta
cuestión fue objetada cuando se realizó el Acta de Misión (recuérdese que esta-
mos ante el arbitraje CCI nº 12138/KGA). Resulta incomprensible que el Juzga-
do mexicano donde existe una norma expresa en la materia (art. 1420 Ccom)
anulara el laudo con fundamento en que los árbitros no eran especialistas acredi-
tados en Derecho mediático. En rigor, no es factible la anulación de un laudo
con el simple apoyo en que la integración del tribunal o el procedimiento arbitral
no se adecuaron al acuerdo arbitral cuando las partes se apartaron consciente-
mente del acuerdo arbitral y tanto más cuando se suscribió un Acta de Misión
donde no constan estos extremos; ésta debe prevalecer, en todo caso, sobre lo
pactado en el referido acuerdo arbitral.
Para concluir este análisis puede afirmarse que, si alguna parte no objeta de
plano u oportunamente una presunta desviación de los requisitos del acuerdo
arbitral al integrar el tribunal arbitral, un juzgado no debiera anular el laudo con
fundamento en que la integración del tribunal arbitral o el procedimiento arbitral
no se adecuó a ese acuerdo.
“... la invalidez de toda renuncia anticipada a esta acción de nulidad porque renunciar por ade-
lantado es paraficable a renunciar a prevalecerse o fundarse en supuestos que no son conocidos,
a nulidades de una eventual decisión a producirse, lo que colide con elementales principios de
razonabilidad, con el sentido común ya que nadie puede renunciar por ejemplo a no reclamar
por violaciones que atenten contra su propio derecho de defensa”.
2082 J.L. Anaya, “Recursos contra los laudos arbitrales”, loc. cit., nº 7, p. 525.
2083 G.J. Bidart Campos, Tratado elemental de Derecho constitucional argentino, t. I-A, Bue-
nos Aires, 2000, p. 764.
1096 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
2085 Vid. sobre esta cuestión M. Artacho Martín-Lagos, “La controvertida firmeza del laudo”,
ceso por la que se solicita el nuevo examen de la cuestión fáctica o jurídica sobre
la que ha recaído ya una resolución que le resulta perjudicial para que se sustitu-
ya por otra que le favorezca, tal acepción no sería predicable al arbitraje; y ello
porque éste, no admite grados funcionales ni jerarquías jurisdiccionales porque
la unidad es consustancial a su naturaleza, de ahí que el recurso de anulación no
se conceptúe como una instancia ad quem ordinaria y propia de una apelación
civil: en consecuencia no cabe hablar de recuso, sino de una acción autónoma de
impugnación de la cosa juzgada2088. En sentido contrario a estas posiciones se
arguye el carácter de cosa juzgada del laudo tiene una naturaleza jurídico-
pública que desborda el poder dispositivo de los particulares y, por tal motivo se
considera que estamos ante un auténtico recurso, si bien de cariz especial y por
motivos tasados.
“Los defectos predicables del laudo arbitral en equidad no involucran la equivocada aplica-
ción de normas positivas ni la inobservancia de las exigencias propias del decreto, práctica y
2088 S. Barona Vilar, S. Barona Vilar, “Art. 40”, en S. Barona Vilar, coord., Comentarios a la
Ley de arbitraje..., op. cit., p. 1.351 ss.; J. Garberí Llobregat, “Art. 40”, Comentarios a la Ley
60/2003, de 23 de diciembre de arbitraje, (J. Garberí Llobregat, coord.), Barcelona, 2004, pp. 957-
958. Para este autor estamos ante una acción sui generis “... de carácter eminentemente procesal,
cuyo ejercicio no ocasiona la instauración de ningún proceso declarativo sino la revisión judicial
de lo ya enjuiciado en el arbitraje”.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1099
apreciación de las pruebas, ya que no se trata aquí de una decisión en derecho que deba cumplir
estricta y rigurosamente con normas jurídicas. No se puede calificar a un laudo de haber incu-
rrido en un defecto fáctico por falta de apreciación de las pruebas, ni de ostentar un defecto sus-
tantivo por no estar sustentado en normas legales”.
2089 Por ejemplo, la Ley General de Arbitraje peruana, regula el tema de las causales de anula-
ción de los laudos arbitrales dictados en el Perú y de las causales de no reconocimiento y ejecución
de laudos arbitrales emitidos en el extranjero, en los arts. 73 (para laudos nacionales), 123 (para
laudos internacionales) y 128-129 (para laudos extranjeros). Estas causales son prácticamente
idénticas a las contenidas en la LMU, las que, a su vez, son similares a las establecidas en el art. V
de la Convención de Nueva York de 1958). De esta manera, las causales para anular un laudo
nacional o internacional dictado en el Perú, o para no reconocer y ejecutar un laudo extranjero, son
prácticamente las mismas.
2090 Desde una perspectiva favorable a la labor del árbitro destaca en Perú la resolución de 21
de diciembre de 2001 de la Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de Lima (Ian Perú S.A.C. /
Agrícola Yaurilla, S.A.) entiende que la pretensión de anulación debe limitarse “... al cuestiona-
miento sobre la estructuración del razonamiento jurídico empleado por el árbitro en la construc-
ción del laudo” y que “... los fundamentos de hecho y de Derecho que sustentan el laudo arbitral
son inatacables e irreversibles”.
1100 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
3. Efectos
828. La acción de nulidad del laudo es la idónea para reclamar al juez el reco-
nocimiento y reparación del derecho conculcado que es el de obtener un laudo
conforme a las reglas establecidas en el concreto sistema en que se ha pronun-
ciado, configurándose como un mecanismo en virtud del cual se solicita a la
justicia ordinaria que controle la actuación del árbitro que emite un fallo violato-
rio de normas legales y garantías procesales de las partes; pidiendo que se decla-
re la nulidad de tal fallo, cuando se presentan las causales determinadas en la
ley. La desestimación de la acción de anulación llevara aparejada la confirma-
ción de la validez del laudo y la declaración de su firmeza: si el laudo versa so-
bre el fondo producirá efecto de cosa juzgada material. Se exceptúan en aquellos
ordenamientos en los que se contemple un sistema de recursos contra el laudo de
carácter extraordinario. De por sí, dicha desestimación produce los mismos efec-
tos que en el caso de que las partes no hayan ejercitado la acción de anulación en
el plazo legalmente establecido para ello o cuando el recurrente desista de la
acción interpuesta; transcurrido el dicho plazo, en efecto, no resulta factible que
la jurisdicción ordinaria pueda revisar el contenido del laudo por múltiples y
graves que sean las causas que pudiera aducir quien pretende la impugnación
fuera de plazo
Ahora bien, en caso de que el juez aprecie la procedencia de la acción de anu-
lación se procede a la nulidad del laudo. No obstante, con el propósito de garan-
tizar hasta sus últimas consecuencias la labor efectuada por los árbitros, dicha
nulidad afectará, en principio, únicamente a los pronunciamientos del laudo so-
bre cuestiones no sometidas a la decisión de los árbitros o no susceptibles de
arbitraje, siempre que puedan separarse de las demás. El art. 34.2º.iii) LMU
establece, al efecto, una excepción a la anulación del laudo cuando contenga
decisiones que excedan de los términos del acuerdo de arbitraje entendiendo que
“si las disposiciones del laudo que se refieren a las cuestiones sometidas a arbi-
traje pueden separarse de las que no están, sólo se podrán anular estas últimas”.
Gráficamente la declaración de nulidad conduce a una situación similar a la que
se hubiera producido sino hubiera habido arbitraje. Dicho claramente las partes
podrán optar por celebrar un nuevo convenio arbitral o por decidirse a utilizar la
vía judicial
“...en beneficio del Tribunal sino una garantía como presupuesto para la tramitación del recur-
so, por lo que en ningún momento viola la garantía constitucional, debido a que en tal supuesto
hay dos intereses contrapuestos igualmente legítimos: el vencedor que tiene interés en la ejecu-
ción del laudo y el vencido que alega su nulidad, por lo que, al existir tal conflicto de intereses
es lógico que el legislador prefiera dar la protección de la parte a quien favorece el fallo, (…)
pues, debe tenerse presente quien, también la parte favorecida por el laudo, tiene derecho cons-
titucional a una justicia expedita y sin dilaciones indebidas, motivo que da lugar a que se tenga
que exigir caución para garantizar a la parte contra quien obre eventual reparación de daños y
perjuicios, y con el objeto de evitar la interposición maliciosa de recurso de nulidad (...). Siendo
que, se desprende de autos que, el recurrente no cumplió con la consignación de la caución exi-
gida dentro del tiempo establecido, es forzoso para quien decide declarar sin lugar el recurso de
nulidad ejercido, ello de conformidad con lo establecido en la Ley de Arbitraje Comercial, en
su art. 45”.
1102 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
Ante esta situación Distribuidora Punto Fuerte D.P.F. C.A., ejerció acción de
amparo constitucional alegando la violación del derecho a la defensa, al debido
proceso, al juez natural y al acceso a la justicia, sancionados en los arts. 26 y 49
de la Constitución de Venezuela pues, en su opinión el acceso a la jurisdicción
no debe estar subordinado a un pago o tarifa. Para la recurrente si el laudo goza
de ejecutoria, independientemente de la interposición del recurso de nulidad y,
solamente es suspendible tal ejecución previa constitución de garantía, a satis-
facción del órgano judicial, ello denotaba una limitación inconstitucional y con-
traría los principios de acceso a la jurisdicción y de tutela judicial efectiva que
inspiran nuestros tiempos en todas las latitudes, la necesaria constitución de una
caución para poder demandar la nulidad de un laudo arbitral, distinta de aquella
para suspender la ejecución. Dicho planteamiento fue aceptado por el Tribunal
Supremo de Justicia que admitió el de amparo y se restableció la situación jurí-
dica infringida por la referida sentencia y el proceso que le dio origen.
2091 J. Ortscheidt, “L’execution provisoire des sentences arbitrales”, Rev. arb., 2004, pp. 9 ss.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1103
832. Existen, sin embargo, otros sistemas que mantienen una actitud contraria.
Por ejemplo, el art. 43.2º LA Ve establece que
“... en el caso sub júdice se demanda la nulidad del laudo, dictado con el voto favorable de dos
árbitros y, siguiendo las premisas antes enunciadas, en virtud de que el Tribunal Arbitral no tie-
ne la estructura jerárquica que existe en el Poder Judicial, debido a que fueron ellos quienes
declararon la validez del compromiso arbitral, tramitaron un arbitraje y dictaron un laudo cuya
nulidad por vicios en su constitución se discute en este proceso, contestaron la demanda de nu-
lidad y promovieron pruebas; se debe entender que todos los árbitros integran el contradictorio,
no como parte demandada propiamente dicha, ya que la pretensión en este caso se concreta a la
nulidad del laudo, pero si deben concurrir a este proceso, a los fines de que se puedan verificar
y controlar las razones que los motivó a declarar la validez de la cláusula arbitral y, en conse-
cuencia, a dictar el laudo con un voto salvado. Así se establece.
Por otra parte, estima esta Sala que la integración de los árbitros al proceso es necesaria, ya
que al no poseer la indicada estructura jerárquica existente en el Poder Judicial, tienen la posibi-
lidad de dictar decisiones con fuerza vinculante para las partes, al igual que los jueces en el Po-
der Judicial, sin el expreso control al cual están sometidos los actos de éstos y sin aparente res-
ponsabilidad en el ejercicio de la actividad pública jurisdiccional delegada que les concede el
Texto Fundamental. Así se establece.
Conviene precisar que en este caso no se discute, como señalan los árbitros, una acción de
responsabilidad directa, si bien la parte actora indica que ellos causaron un daño y pide que
sean condenados en costas; la pretensión procesal en definitiva se concreta a la nulidad del lau-
do dictado, y en todo caso debe destacarse que, como bien señalan los árbitros, la acción por
responsabilidad contra ellos en el ejercicio de su función, debe ser objeto de una demanda espe-
cial distinta a ésta. En este orden de ideas, como fueron ellos quienes establecieron la legalidad
de la cláusula arbitral y dictaron el correspondiente laudo con voto salvado, son ellos quienes
junto a la mencionada empresa Elettronica Industriale S.P.A., al ejercer dicha función, deben
integrar el contradictorio sobre la nulidad demandada; todo lo cual, además, fue verificado en el
presente caso, ya que tanto los árbitros como la indicada empresa defendieron el laudo y pro-
movieron pruebas en este procedimiento”
834. Distinto es, aunque muy destacado a efectos prácticos, que se deba tener
en cuenta la competencia judicial asociada a la elección de un arbitraje. Si es
cierto, como comienza este epígrafe, que donde hay acuerdo de las partes, el
juez no es necesario, la importancia de su competencia residual es enorme. Qui-
zá el ejemplo más ilustrativo sea la estructura de resolución de controversias
creada en los Tratados bilaterales de promoción y protección recíproca de inver-
siones, celebrados entre dos Estados con la finalidad de crear un marco jurídico
seguro para la inversión privada en otro Estado. Pues bien, en estos Tratados la
2096 Vid. las observaciones de A. de Jesús O., Boletín del Comité Venezolano de Arbitraje, nº
17, 2006.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1107
A) Brasil
2097 Vid. Metalclad Corp. C. EE UU Mexicanos, Caso nº. ARB (AF)/97/1, laudo de 30 de agos-
to de 2000, ILM, vol. 40, 2001, pp. 36 ss y Supreme Court of British Columbia de 2 de mayo de
2001, WTAM, vol. 13, 2001, pp. 47 ss.
2098 E. Grebler, “Controle Judicial da sentença arbitral”, Revista Brasileira de Arbitragem, nº 5,
bilidades de anulación del laudo, que deben ser solicitadas al juez son también es
bastante limitada debiéndose seguir en su trámite el procedimiento común pre-
visto en el Código de Procedimiento Civil (art. 33). Las causales previstas en el
art. 32 son las siguientes: nulidad del compromiso arbitral; decisión que traspasa
los límites de la convención de arbitraje o que no decide todo el litigio; incapa-
cidad del árbitro; ausencia de los requisitos formales del laudo determinados en
el art. 26; laudo declarado fuera del plazo, incumplimiento a los principios de
contradicción, de la igualdad de las partes, de la imparcialidad del árbitro o de su
libre convencimiento. Aun cuando, como se señalo, la LA Br no establece el
carácter restrictivo de las causales este extremo ha sido puesto de relieve por la
Sentencia del Tribunal de Justicia de Rio Grande del Sur, apelación civil, nº, de
14 de diciembre de 2004 (Descovi, Jr., I.A.). De acuerdo con esta decisión
“Na firmatura do termo de compromisso arbitral o segundo compromitente ja alegava sua ilegi-
timidade passiva quanto ao pleito do primeiro compromitente (...), materia, portanto, submetida
ao exame do tribunal de medicáo e juizado arbitral, como preliminar. Decisáo acerca do mérito so
poderia ser proferida caso superada essa invocacáo da empresa compromitente.
Nao verifico nulidade da sentenca arbitral, por nenhum dos incisos do art. 32 da Lei 9307/96 men-
cionados na peticáo inicial. Nao é nulo o compromisso (inciso I) pois firmado por partes capazes
(art. 1°) e atendidas as formalidades legáis (art. 9°, parágrafo 2° e 10).
Também nao deixou de decidir o litigio o tribunal (inciso V) pois, repete-se, a questáo da legitimi-
dade passiva fora posta no compromisso para ser analisada, e, obviamente, como materia previa a
ser enfrentada, tal como sucede no processo judicial. Deve ser ressaltado que o compromisso
arbitral é assuncáo concreta e atual da arbitragem como meio de resolucáo de confuto existente entre
os compromitentes, e suas alegacóes deverao ser alvo da decisáo, aínda que urna das teses (no caso o
da ilegitimidade passiva) revele-se prejudicial ao exame das demais, tal como ocorreu.
Posto isso, voto pelo improvimento da apelacáo”2099.
B) Ecuador
C) Panamá
837. En Panamá contra los laudos arbitrales cabe únicamente el recurso extra-
ordinario de anulación. La jurisprudencia de este país se ha mostrado contunden-
te a la hora de considerar las impugnaciones contra lo decidido por los árbitros
siendo expresiva de tal actitud la Sentencia de la Corte Suprema de Justicia, Sala
Cuarta de Negocios Generales, de 14 de febrero de 2005 (Greenhow Associates
Ltd. / Refinería Panamá, S.A.), que no tuvo reparo alguno en afirmar que
nubilan al cliente so pretexto de estar interponiendo los recursos necesarios para una adecuada
defensa, cuando en realidad prolongan un resultado que no va ser beneficioso para nadie; ni pa-
ra el sistema, ni para las partes, ni para el abogado. Lo que da pie a señalar, como tantas veces
se dice, justicia tardía no es justicia”.
2100 U. Pitti, “La anulación del laudo arbitral en la legislación panameña”, Revista del Colegio
D) Uruguay
2101 U. Pitti, “La anulación del laudo arbitral...”, loc. cit., p. 274.
2102 Ibid., pp. 274-276-
2103 Vid. infra, nº 924.
1112 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
las facultades de la parte recurrente para interponer el recurso, que deberá efec-
tuarse dentro de los cinco siguientes a la notificación del laudo, sustanciándose
en la forma prevista para los incidentes pudiendo el tribunal en cualquier mo-
mento, requerir informes de los árbitros, ya sea conjunta o separadamente. Du-
rante la tramitación del recurso, la ejecución del laudo quedará en suspenso y la
sentencia que se pronunciare sobre la nulidad, cuyo alcance total o parcial se
detalla en el art. 500 en función de las causales alegadas por el impugnante, sólo
será susceptible de los recursos de aclaración y ampliación (art. 501).
La regulación apuntada está prevista, en principio, para los arbitrajes internos
que se sustancien en este país, no obstante, en caso de un arbitraje internacional
que fije su sede, por ejemplo, en Montevideo, será esta plaza en foro internacio-
nalmente competente ante el que procederá sustanciar, si procede, el correspon-
diente recurso de anulación de conformidad con la legislación procesal uruguaya
y ello sin perjuicio de la ley que rija el fondo del arbitraje. Esta afirmación en-
cuentra apoyo en el art. 13 CGP que establece la aplicación de la ley procesal en
el espacio, sin perjuicio de lo dispuesto en los tratados internacionales. Por ello,
en el supuesto que nos ocupa deberá estarse a las causales previstas en el referi-
do art. 499 lo que “no excluye otros motivos de anulación como la falta de pre-
supuestos procesales, o sea, los requisitos necesarios para la existencia jurídica y
validez formal del proceso”2104; y para ello se ha llegado a construir un curioso
razonamiento que propugna la aplicación de las causales de nulidad previstas en
el art. 22 del Acuerdo sobre Arbitraje Comercial de Mercosur de 1998, pues
“aunque no se encuentre técnicamente vigente como tratado internacional por no
haber sido aún ratificado, no implica que sus disposiciones no sean pasibles de
aplicación por vía analógica o en carácter de doctrina más recibida por el juez
uruguayo, conforme al art. 16 del Título Preliminar del Código Civil”2105.
Esta última cuestión sugiere una especial reflexión en el concreto sistema ju-
rídico que estamos examinando, pues el art. 477 exige que el “compromiso de-
berá consignarse, bajo pena de nulidad en acta o escrito judicial o en escritura
pública. La aceptación de los árbitros se recabará por el tribunal o por el escri-
bano que autorizó la escritura”. Tratándose de un arbitraje internacional, por
ejemplo, un arbitraje administrado por la CCI, puede cuestionarse muy seria-
mente, y así se ha pronunciado el Ministerio Público para proponer la proceden-
cia de la nulidad, el “Acta de Misión” no reuniría los requisitos del art. 477, que
se considera norma imperativa, si no está formalizada en escritura pública. Y
aunque este argumento no ha sido aceptado por la jurisprudencia uruguaya sigue
siendo un instrumento perturbador en el desarrollo del arbitraje en Montevideo
que, en función de su cualidad de Capital de Mercosur, comienza a ser elegida
como sede para numerosos arbitrajes que se desarrollan en esta zona.
2104 Dictamen de la Fiscal Nacional Civil G.V. González López en relación con el recurso de
nulidad en el asunto (Enersis, S.A.) de 28 de marzo de 2003.
2105 Ibid.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1113
A) Argentina
2106 Cf. J. Tálice, “Interpretación e integración del Derecho internacional privado”, Revista
traje”, Tribuna del Abogado (Colegio de Abogados del Uruguay), nº 134, agosto-septiembre de
2003, pp. 8 ss.
2108 Vid. supra, nos 243-245.
1114 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
“La mayor o menor amplitud de aquel control depende de la misma voluntad que dio origen
al arbitraje: de máxima extensión, si las partes cuentan con el recurso de apelación por no haber
renunciado a él en oportunidad de pactar el arbitraje, en cuyo caso el tribunal interviniente ten-
drá jurisdicción para volver sobre el fondo de la cuestión; o limitado a ciertos ámbitos eminen-
temente formales, en el supuesto de que, con el objeto de optimizar la rapidez y eficacia en la
solución de sus conflictos, los contratantes hayan renunciado aquella apelación y sólo dispon-
gan del recurso de nulidad del laudo arbitral, el cual suele circunscribirse a errores de procedi-
miento. En ese marco, al juez le corresponde respetar esas renuncias –a la jurisdicción natural,
en general, y a la posterior revisión por los jueces del Estado, en particular– sin atender a las
posteriores retractaciones que solapadamente puedan intentar las partes como consecuencia de
una resolución adversa, so pena de desnaturalizar el instituto del arbitraje privándolo de sus
más preciosos beneficios. En consecuencia, el laudo es revisable cuando las objeciones pro-
puestas ponen de manifiesto una seria lesión a los derechos de defensa y propiedad2109“.
cuando las partes habían renunciado a apelarlo, sino que, además, entendió que
los jueces estaban facultados para analizar el fondo del laudo y evaluar si el
mismo era contrario al orden público, inconstitucional, ilegal o irrazonable.
agosto de 2004.
1116 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
tes de los arts. 760 y 761 y el recurso extraordinario sólo será procedente en
caso de manifiesta arbitrariedad y violación de garantías, salvo si viene pre-
cedido de una declaración de nulidad y la naturaleza del arbitraje exige la
libre elección de los árbitros.
Al margen de lo anterior debe dejarse constancia que la jurisprudencia argen-
tina ha considerado que el arbitraje obligatorio tiene un tratamiento especial,
desde el punto de vista de los recursos que pueden imponerse contra el laudo
ante la jurisdicción ordinaria, que lo diferencia del arbitraje voluntario. Recor-
demos que el arbitraje puede ser voluntario cuando las partes libremente se so-
meten a él, mediante una cláusula compromisoria o compromiso arbitral, o for-
zoso cuando es impuesto por la ley como procedimiento ineludible para dirimir
determinada clase de conflictos2113.
844. Aunque se prevé la impugnación del laudo por vía del recurso de nuli-
dad, dicho recurso, como es habitual en el Derecho comparado, no habilita a las
partes a solicitar una revisión de aquél en cuanto al fondo de lo decidido, sino
que el juez debe limitarse a controlar el efectivo cumplimiento de los recaudos
que la legislación ha considerado indispensables para una buena administración
de justicia, pues de lo contrario quedaría desnaturalizado el instituto del arbitra-
je. Las causas que de acuerdo a los arts. 760 y 761 CPCCN autorizan la impug-
nación por nulidad son, en principio, cuatro pues este último recepto establece la
aplicación subsidiaria de las disposiciones sobre nulidades previstas en dicho
Código. En primer lugar, errores esenciales en el procedimiento. En segundo
lugar, fallo de los árbitros fuera del plazo pactado. En tercer lugar, lugar decisión
de los árbitros sobre puntos no comprometidos. Por último, la inclusión de dis-
posiciones incompatibles entre sí en la parte dispositiva del laudo, aunque la
Corte Suprema ha resaltado en una sentencia de 1961 (Ortega, F. / Gómez Fer-
nández, V. y otros) que “la falta de parte dispositiva en un laudo arbitral no cons-
tituye un defecto que lo convierta en un acto procesal inexistente”. La jurispru-
dencia ha tenido la virtud de aumentar el número de causales admitiendo la nuli-
dad cuando un laudo infringe normas de orden público o cuando el árbitro omite
pronunciarse acerca de puntos”comprometidos” en el compromiso arbitral. Un
buen ejemplo de lo primero lo ofrece la Sentencia de la Corte Suprema de Justi-
cia de la Nación de 1 de junio de 2004 (José Cartellone Construcciones Civiles
S.A. / Hidroeléctrica Norpatagónica S.A. o Hidronor S.A. s/ proceso de conoci-
miento), cuya razonamiento ya fue estudiado, así como el debate que produjo en
la doctrina argentina2114. Y un ejemplo de lo segundo último es la Sentencia de la
Cámara Nacional de Apelaciones, Sala C, de 3 de junio de 2003 (Calles, Ricar-
do y otros / General Motors Corporation) que decidió admitir parcialmente la
2113 Vid. sobre la distinción, A. Briguglio, “Gli arbitrato obbligatori e arbitrato da legge”, Riv.
trim. dr. proc. civ., vol. 57, 2003, pp. 81-107.
2114 Vid. supra, nos 245-246.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1117
nulidad impetrada por entender que “...en la decisión atacada se laudaron puntos
no comprometidos por las partes y, por el contrario, se omitió dar tratamiento a
cuestiones específica y temporáneamente sometidas a su juzgamiento”; téngase
en cuenta que el art. 754 determina que los árbitros tienen la obligación de resol-
ver todas las cuestiones sometidas a su decisión entendiéndose que aunque tal
circunstancia no figure en el CPCCN como una causal de impugnación puede
esgrimirse con éxito. A partir de la lectura efectuada del referido art. 754 los
puntos acordados en el compromiso deben ser resueltos con la finalidad de poner
fin a la incertidumbre jurídica que llevó a las partes a pactar el arbitraje, por eso
si el laudo que no resuelve tal incertidumbre no cumple con los presupuestos
mínimos que subyacen al acuerdo en que las partes2115.
B) Bolivia
2115 A. Waisman, “Impugnación de un laudo que omite pronunciarse sobre puntos incluidos en
C) Colombia
“Permitir a la jurisdicción administrativa revisar el fondo del asunto litigioso, sería atentar
contra algunos de los principios que informan el proceso arbitral, entre los cuales se mencionan
los siguientes: a) La voluntad de las partes de sustraer del conocimiento de la jurisdicción, la
decisión de sus conflictos; b) La celeridad; c) La especialización; d) La descongestión de la jus-
ticia ordinaria; e) La confiabilidad.
El juez de anulación no es superior jerárquico del Tribunal de Arbitramento, ha manifestado
la Sala en reiteradas ocasiones, y con todo, no puede entrar a juzgar el tema de fondo, cambian-
do las decisiones tomadas por los árbitros, no puede revocar determinaciones basadas en razo-
namientos o conceptos vinculados con la aplicación de la ley material”.
Esta enumeración permite inferir, como puso de relieve la resolución del Conse-
jo de Estado de 9 de agosto de 2001 (Municipio de Sahagún / Unión Temporal
MB -Máquinas- Carlos Ernesto Bula Solano), que por medio de éste recurso no
le está permitido al juez entrar a revisar el fondo de la decisión impugnada, ni si
2117 Sentencia Exp. 12910 Consejo de Estado Sección Tercera de 9 de septiembre de 1999.
1122 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
la CCI. El Consejo de Estado declaró que el acuerdo arbitral de las partes modi-
ficatorio de la cláusula compromisoria originalmente pactada en el contrato,
“... se encuentra viciado de objeto ilícito y, por lo tanto, afectado de nulidad absoluta, por cuan-
to, a términos de la legislación vigente a la fecha en que fue suscrito dicho pacto arbitral, si bien
aquéllas podían acordar someter las diferencias derivadas del contrato a un tribunal de arbitra-
mento, bien sea que fuera institucional o independiente, por expresa disposición del art. 92 de la
ley 23 de 1991, debía surtirse o tramitarse, en uno u otro caso, con arreglo a las normas de pro-
cedimiento preestablecidas en esa ley y en el decreto-ley 2279 de 1989, la cuales, dado su ca-
rácter de orden público, son de obligatorio y estricto cumplimiento.
Sin embargo, con desconocimiento de ese preciso mandato legal, Electranta y Termorío es-
tipularon que el proceso se desarrollara con arreglo a las normas del reglamento de conciliación
y arbitraje de la CCI, para lo cual, carecían de autorización legal, y menos Electranta en su con-
dición de entidad estatal.
Por consiguiente, el convenio por ellas celebrado en tales condiciones, resulta violatorio de
la normatividad que estaban obligadas a respetar, dado que no podían, por convenio, derogar
las normas procesales legalmente preestablecidas, situación que pone en evidencia la clara e in-
sanable violación de los preceptos contenidos en los arts. 6, 16, 1519 y 1523 del Código Civil y
6° del Código de Procedimiento Civil, dado que aquellas disposiciones de orden procesal del
decreto 2279 de 1989 y de la ley 23 de 1991 son de orden público, en cuanto corresponden a
reglas de procedimiento judicial, reguladoras precisamente de la habilitación a particulares para
que cumplan la función pública de administrar justicia, investidura y actuación que, en manera
alguna, por expreso mandato constitucional, puede ejercerse por fuera de los términos señala-
dos en la ley (artículo 116). En otros términos, ni los particulares, como tampoco las entidades
estatales, pueden válidamente investir de función jurisdiccional a particulares en la condición
de árbitros por fuera de los límites y exigencias que para tal fin establecen la Constitución y la
ley, toda vez que, ni aquéllos ni ellas pueden abolir por convención las normas de derecho pú-
blico, como lo son, entre otras, las que regulan el arbitramento como forma alternativa de ad-
ministración de justicia.
D) Costa Rica
351. Contra el laudo dictado en proceso arbitral caben los recursos de nulidad
y de revisión. El derecho de interponer ambos recursos tiene carácter irrenuncia-
ble (art. 64.1º). El recuso de revisión se regula conforme a las normas generales
que para este recurso establece el Código Procesal Civil. Dicho recurso sólo es
admisible contra aquellos pronunciamientos firmes con autoridad de cosa juzga-
da material, y únicamente en los casos taxativos que prevé el art. 619 CPC, que no
pueden ampliarse por paridad de razón o de circunstancias, toda vez que éstas ope-
ran a su vez como requisitos de admisibilidad, pues si el recurso no está compren-
dido en alguna de ellas, se debe disponer su inadmisión, conforme lo ordena el art.
1124 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
“En el proceso arbitral el recurso de nulidad dictado contra los laudos de los Tribunales arbi-
trales, de conformidad con la Ley n° 7727 del 9 de diciembre de 1999, es de conocimiento de la
Sala de Casación, como el más alto Tribunal del país por estar ubicado en la cúspide de los de-
más órganos jurisdiccionales. Se otorga para combatir los fundamentos, motivos o argumentos
sustentados por los laudos en cuanto resulten desfavorables al recurrente, por haber infringido
alguna de las causales específicamente establecidas por la ley. La Sala juzga los laudos y no
juzga casos. Cuando encuentra el yerro endilgado lo declara y dispone la nulidad del laudo, o lo
reenvía solo en casos muy calificados (arts. 616 Y 617 del Código Procesal Civil, no derogados
por la Ley n° 7727), o cuando encuentra la nulidad parcial del mismo así lo declara, dejando in-
cólume el resto del laudo. La competencia de la Sala está limitada a los reproches o reparos
opuestos por el recurrente al laudo. No puede rebasar ese límite porque precisamente la compe-
tencia se la otorga el recurso en las cuestiones planteadas”.
2119 Vid. en el mismo sentido, Sentencia de la Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia, de 7
“Es notorio cómo los agravios van orientados a cuestionar la apreciación probatoria efectua-
da por el señor árbitro, lo cual desborda el radio de acción de la Sala, llamada a conocer, úni-
camente, por vía de excepción, de las irregularidades presentes en el fallo, que tipifiquen en al-
guna de las causales definidas, en forma taxativa, en el ya citado artículo 67 y a ello debe res-
tringirse su examen. Por lo demás, e l ordinal 65, in fine, del citado cuerpo de leyes, obliga al
recurrente a “... indicar la causa de nulidad en que se funda”, lo cual impone claridad y preci-
sión. En este particular, el presente recurso se caracteriza por ser ambigüo e impreciso en la ex-
posición de las censuras, obligando, en reiteradas ocasiones, a hacer transcripciones parciales
por resultar de difícil o imposible interpretación, o bien, por tratarse de manifestaciones de re-
proche carentes de una adecuada técnica, que se debe observar para lograr establecer el nexo de
tipicidad entre el pronunciamiento contenido en el laudo y el motivo de nulidad específico.
E) México
“... cuando los quejosos son los integrantes de un tribunal arbitral porque si lo que se reclama es
el laudo emitido por éstos y se declara su nulidad los efectos del acto reclamado, en sí mismos,
no producen afectación a algún derecho real o material en contra de los integrantes del tribunal
arbitral, susceptible de apreciarse en forma objetiva para que se pueda constituir un perjuicio
que les agravie de manera directa y personal, como sí sería que en la propia resolución recla-
mada el Juez responsable, al declarar la nulidad del laudo que emitieron, les haya impuesto una
sanción pecuniaria o hubiese determinado que no tenían derecho al cobro de honorarios. En
otras palabras, si de la resolución que constituye el acto reclamado, no se advierte que los árbi-
tros quejosos resienten directamente un perjuicio en su patrimonio o persona, teniendo en cuen-
ta que éste debe acreditarse en forma fehaciente y no inferirse a base de presunciones, no se ac-
tualiza la existencia de una afectación a su interés jurídico que haga procedente el juicio de am-
paro; de ahí surge la actualización de la causa de improcedencia prevista en la fracción V del
art. 73 de la Ley de Aparo”.
Aunque tiene la vía expedita para reclamar en amparo ante el Juez de Distrito
(Tercer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito, 19 de
noviembre de 1982: Banco del Pequeño Comercio del Distrito Federal, S.A. de
C.V.), tampoco puede reclamar en amparo directo la Procuraduría Federal del
Consumidor pues, pese a ser un organismo descentralizado de servicio social,
con personalidad jurídica y patrimonio propio, esto es, una autoridad administra-
tiva que tiene a su cargo promover y proteger los derechos e intereses del con-
sumidor y procurar equidad y seguridad jurídica en las relaciones entre provee-
dores y consumidores, no puede otorgársele la cualidad de tribunal administrati-
vo. De acuerdo con la Sentencia del Segundo Tribunal Colegiado del Décimo
Séptimo Circuito, 24 de febrero de 2000 (568/99)
“... a pesar de que su función la realice, entre otras, al pronunciar laudos arbitrales, cuando las
partes se someten a ese procedimiento, ya que es consustancial de los tribunales administrativos
dirimir conflictos que se susciten entre la administración pública y los particulares, lo que no
sucede en tales casos, por lo que tales laudos arbitrales, al ser emitidos por un órgano que no
puede considerarse como un tribunal administrativo, no son susceptibles de reclamarse en am-
paro directo, en términos del art. 44 de la Ley de Amparo, sino en la vía indirecta, atendiendo a
lo dispuesto en el numeral 114.II, del citado ordenamiento, por tratarse de un acto que no pro-
viene de un tribunal administrativo, judicial o del trabajo, emanado de un procedimiento segui-
do en forma de juicio”.
1128 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
“... no debe estimarse como sentencia o laudo porque no decidió juicio alguno en lo principal,
habida cuenta que esa resolución no es en sí el laudo que puso fin al juicio arbitral, el cual,
además, no fue dictado por tribunal alguno, por lo que no participa de la naturaleza de las cita-
das resoluciones; tampoco es una resolución que le haya puesto fin al juicio, pues si bien el in-
cidente de nulidad promovido contra el laudo dictado en el procedimiento arbitral instruido ante
un corredor público ha de ser resuelto por un tribunal judicial, y su trámite se sujetará a lo pre-
visto por el art. 360 CFPC que establece una dilación probatoria y una audiencia de alegatos,
dicho incidente no puede considerarse como un verdadero juicio, entendido este último como el
procedimiento que tiene por objeto la satisfacción del interés legalmente tutelado a través de
una decisión judicial”.
sentencia del Tercer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, 8
de marzo de 2001 (Constructora Aboumrad Amodio Berho, S.A. de C.V.):
“El árbitro carece de la facultad de hacer cumplir, ante sí, el laudo que emitió, porque no
tiene la potestad o imperium, que es uno de los atributos de la jurisdicción y que es inherente a
los órganos jurisdiccionales del Estado. Ello implica que el árbitro carece de la fuerza del Esta-
do para hacer efectiva la condena, pero el laudo en sí mismo no está despojado de los atributos
de la cosa juzgada, puesto que la facultad de decidir la controversia es una delegación hecha
por el Estado a través de la norma jurídica, y sólo se reserva la facultad de ejecutar”.
“Un laudo arbitral es la decisión de un órgano no estatal, así convenida por las partes, para
resolver una contienda, ya sea presente o futura; así, para efectos de la instancia ordinaria queda
a la exclusiva potestad de la decisión del tribunal de arbitraje y pasa a ser una extensión de esa
voluntad, que por ser un acto de particulares, en cuanto a su sentido, no se encuentra sujeto a
revisión constitucional; sin embargo, tal revisión constitucional sí se puede dar respecto a la re-
solución de homologación emitida por un órgano judicial estatal, la que, desde luego, se limita-
rá al resultado del análisis de la debida composición del tribunal de arbitraje, del debido proce-
dimiento, de la manifestación de voluntad de las partes de someterse al arbitraje, de la materia
del mismo y de los demás supuestos contemplados en el art. 1462 Ccom, supuestos que, como
se advierte, contemplan únicamente cuestiones de forma y no de fondo, y, una vez dada La ho-
mologación, de los actos de ejecución con que el Juez auxilia al cumplimiento del laudo; por lo
que en la vía de amparo únicamente se podrán alegar esas cuestiones y no las relativas al fondo
y sentido del laudo”.
Más concretamente, los Jueces no están autorizados para revisar los laudos en su
integridad y, desde luego, no pueden revisar en fondo a los efectos de una even-
tual anulación y una vez decretado judicialmente su cumplimiento se eleva a la
categoría de acto jurisdiccional. Únicamente a partir de este momento puede el
condenado acudir a los tribunales de la Federación en demanda de amparo, que
deberá tramitarse en la vía de doble instancia (Tercera Sala de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación, de 15 noviembre de 1993).
1130 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
857. Las causales de la anulación, que son las mismas de la LMU, se recogen
en el art. 1462 Ccom: La jurisprudencia anterior a su entrada en vigor muestra
una disposición sustancialmente respetuosa con la labor de los árbitros, aunque
también excesivamente proclive a considerar que cualquier incorrección proce-
sal por parte de éstos era subsumible dentro del concepto de orden público2121.
Esta tendencia fue mantenida, por ejemplo, en el asunto Etla, S.A. donde el Tri-
bunal Colegiado de Distrito entendió en 1977 que
“... aunque los jueces del orden común carecen de facultades para revisar la legalidad del laudo
arbitral en cuanto al fondo lo que es propio de la apelación en el supuesto de que tal recurso no
haya sido renunciado por las partes sí pueden en cambio rehusar la ejecución del laudo cuando
adviertan que el árbitro se ha apartado ostensiblemente de los requisitos procesales estipulados
en el respectivo compromiso o cláusula compromisoria con evidente violación a las normas
esenciales de todo juicio que son de orden público”.
“El Juez ante quien se pide la ejecución de un laudo dictado por un árbitro, para decretar el
requerimiento de pago, únicamente debe y puede constatar la existencia del laudo, como una
resolución que ha establecido una conducta concreta, inimpugnable e inmutable y que, por en-
de, debe provenir de un procedimiento en el que se hayan respetado las formalidades esenciales
del procedimiento, y que no sea contrario a una materia de orden público”
Ya hemos tenido ocasión de apuntar que el asunto Grupo Carce S.A. de C.V. /
Pipetronix S.A. de C.V., también es ilustrativo de esta tendencia restrictiva. La
sentencia del Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito
de 6 de diciembre de 2001 entendió que la autoridad jurisdiccional únicamente
debe limitarse al estudio de las causas de nulidad del laudo arbitral y que la par-
cialidad del árbitro no constituiría alguno de los supuestos previstos en el artícu-
lo del Código de comercio; más concretamente, que el juicio de nulidad no pue-
de ser considerado como una segunda instancia en donde pueda ser estudiada la
legalidad de la condena en costas realizada por el tribunal arbitral ya que su ob-
jeto se encuentra limitado a estudiar si se actualizan los supuestos para poder
anular el laudo arbitral según lo previsto en el art. 1457 Ccom. A grandes rasgos,
en el juicio de nulidad la autoridad debe pronunciarse únicamente respecto de las
causas por las que se solicita la anulación del laudo arbitral y no así respecto de
la renuncia los recursos pactados por las partes.
2121
Vid. la crítica de J.L. Siqueiros, “El orden público como motivo para denegar el reconoci-
miento y la ejecución de laudos arbitrales internacionales”, Jurídica, Revista del Departamento de
Derecho de la Universidad Iberoamericana, nº 32, 2002, p. 57.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1131
F) Perú
“Este Tribunal reconoce la jurisdicción del arbitraje y su plena y absoluta competencia para
conocer y resolver las controversias sometidas al fuero arbitral, sobre materias de carácter dis-
ponible (art. 1º de la Ley General de Arbitraje), con independencia jurisdiccional y, por tanto,
sin intervención de ninguna autoridad, administrativa o judicial ordinaria. El control judicial,
conforme a la ley, debe ser ejercido ex post, es decir, a posteriori, mediante los recursos de ape-
lación y anulación del laudo previsto en la Ley General de Arbitraje. Por su parte, el control
constitucional deberá ser canalizado conforme a las reglas establecidas en el Código Procesal
Constitucional; vale decir que tratándose de materias de su competencia, de conformidad con el
art. 5°, numeral 4 del precitado código, no proceden los procesos constitucionales cuando no se
hayan agotado las vías previas. En ese sentido, si lo que se cuestiona es un laudo arbitral que
verse sobre derechos de carácter disponible, de manera previa a la interposición de un proceso
constitucional, el presunto agraviado deberá haber agotado los recursos que la Ley General de
Arbitraje prevé para impugnar dicho laudo”.
Concluye con una sentencia, que confirma su modificación total o parcial del
laudo. La apelación del aludo es cuestión disponible por los litigantes, estos
pueden formular un sistema arbitral de sentencia única o establecer un recurso
de apelación, pudiendo en este ultimo caso disponer libremente ante quien se
sustanciara el mismo y las condiciones bajo las cuales precederá. La facultad de
las partes es poder implementar una apelación ante una segunda instancia arbi-
tral. Se interpreta que en caso de silencio o duda, el recurso se tramita ante árbi-
tros diferentes de los que distaron el aludo, que integran un Tribunal de tres árbi-
tros elegidos en al misma forma que se eligieron a los árbitros de primera instan-
cia, o en su defecto de acuerdo con las disposiciones supletorias de la ley (art.
62.2º).
Asimismo procederá la interposición del recurso de anulación contra los lau-
dos arbitrales internacionales dictados dentro del territorio de la República ante
la Corte Superior del lugar de la sede del arbitraje competente al momento de
presentar el recurso, cuando la parte que interpone la petición pruebe una serie
de causales previstas en el art. 123 y que no son otras que las que se incluyen en
el art. 24 LMU2122.
Por citar dos precedente más, nos referiremos a la resolución de la Corte Supe-
rior de Justicia de Lima, Quinta Sala Civil, de 13 de junio de 2005 (Planta de
Reparación de Aeronaves de Ula-Ude, Motores Vladimir Klimov-Motor Sich,
Oscar Avia Gruop y Pacific Aeroespace Holdings, Ltd. / Ministerio de Defen-
sa)que declaró la validez de un laudo arbitral aprovechando para reiterar que el
recurso de anulación procede únicamente por las causales taxativamente enume-
radas en el art. 73 LA Pe, y que la Corte no puede entrar a revisar el fondo de la
controversia. Y también resolución de la Corte Superior de Justicia de Lima
Primera Sala Civil con Sub-especialidad comercial, de 10 de abril de 2006
(J.R.C. Minería y Construcción, S.A.C. / Compañía Minera Antamina, S.A.) que
rechazó un recurso de anulación fundado en numerosas causales (falta de moti-
vación, pronunciamiento extra petita y abuso del Derecho) que la Corte se con-
sideró que no concurrían en la decisión de los árbitros
861. El recurso se interpone ante el Poder Judicial, por las causales estableci-
das, como hemos apuntado, en el referido art. 73 LA Pe. De acuerdo con la Sen-
tencia de la Corte Superior de Lima, Sala Primera Civil, de 18 de octubre de
2002 (Hica Inversiones, S.A. / Electroperú, S.A. y Fonafe), Exp. 1440-02, que
entendió de la anulación de un laudo en un proceso administrado por el Centro
de Conciliación y Arbitraje Nacional e Internacional de la Cámara de Comercio
de Lima que, al parecer, no estaba suficientemente motivado. Según la Corte “...
las alegaciones de nulidad del laudo derivadas de presuntas deficiencias en la
motivación del fallo arbitral, deben desestimarse de plano (...) por cuanto los
mecanismos de protección previstos en la Ley de la materia (...) no lo toma en
consideración dentro de su expreso tenor y porque, además, importa un nuevo
examen de la prueba actuada...”. Una vez agotado este proceso judicial, quien se
sienta afectado en su derecho podrá recurrir al proceso de amparo. Las causales
de anulación son:
“1. La nulidad del convenio arbitral, siempre que quien lo pida lo hubiese reclamado con-
forme al artículo 39º.
2. Que no ha sido debidamente notificada de la designación de un árbitro o de las actuacio-
nes arbitrales o no ha podido, por cualquier otra razón, hacer valer sus derechos, siempre y
cuando se haya perjudicado de manera manifiesta el derecho de defensa, habiendo sido el in-
cumplimiento u omisión objeto de reclamo expreso en su momento por la parte que se conside-
re afectada, sin ser subsanado oportunamente.
3. Que la composición del tribunal arbitral no se ha ajustado al convenio de las partes, salvo
que dicho convenio estuviera en conflicto con una disposición legal de la que las partes no pu-
dieran apartarse o, a falta de convenio, que no se han ajustado a dicho disposición, siempre que
la omisión haya sido objeto de reclamo expreso en su momento por la parte que se considere
afectada, sin ser subsanado oportunamente.
4. Que se ha laudado sin las mayorías requeridas.
5. Que se ha expedido el laudo fuera del plazo, siempre que la parte que invoque esta causal
lo hubiera manifestado por escrito a los árbitros antes de ser notificada con el laudo.
6. Que se ha laudado sobre materia no sometida expresa o implícitamente a la decisión de
los árbitros. En estos casos, la anulación afectará sólo a los puntos no sometidos a decisión o no
susceptibles de ser arbitrados, siempre que los mismos tengan sustantividad propia y no aparez-
can inseparablemente unidos a la cuestión principal.
7. No obstante lo establecido en los incisos anteriores, el juez que conoce del recurso de
anulación podrá anular de oficio el laudo, total o parcialmente, si resultara que la materia some-
tida a la decisión de los árbitros no pudiera ser, manifiestamente, objeto de arbitraje de confor-
midad con lo dispuesto en el art. 1º. La anulación parcial procederá sólo en el caso de que la
parte anulada sea separable del conjunto del laudo”.
“... en relación a la causal por vicios in procedendo, se aprecia que en el considerando quinto de
la sentencia impugnada, la Sala de mérito ha considerado que al contrato de servicios de con-
sultoría celebrado entre las partes, le resulta de aplicación las normas señaladas en la Cláusula
14ª de dicho contrato -esto es la Ley de Servicios de Consultoría y su Reglamento-; lo cual
constituye un pronunciamiento sobre la controversia planteada en sede arbitral, extremo que no
le correspondía analizar al Colegiado Superior sino determinar únicamente si el pronunciamien-
to de los árbitros era una materia no sometida a arbitraje o si en todo caso era una facultad de
los mismos aplicar la norma correspondiente al caso al tratarse de un arbitraje de Derecho;
Que, en consecuencia, en la sentencia impugnada se ha contravenido lo dispuesto en el art.
51 LGA, en cuanto establece que el recurso de anulación del laudo arbitral tiene por objeto la
revisión de su validez, sin entrar al fondo de la controversia; incurriéndose en infracción de la
citada norma de carácter adjetiva, así como de lo dispuesto CE el inciso tercero del art. 122
CPC, modificado por la Ley nº 27.524, que establece que sus resoluciones judiciales deben su-
jetarse a mérito de lo actuado;
Que, en tal virtud, corresponde amparar el recurso de casación únicamente por la causal por
vicios in procedendo prevista en el inciso tercero del art. 386 CPC...”
G) Puerto Rico
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1137
863. Las reglas establecidas por el Tribunal Supremo de Puerto Rico en torno
a la revisión judicial de laudos de arbitraje se ha caracterizado por una marcada
deferencia hacia éstos. Con mayor precisión, un laudo que reposa en la sumisión
voluntaria de las partes está sujeto a revisión judicial sólo si éstas convienen que
la controversia sometida al árbitro sea resuelta conforme a Derecho2126. No obs-
tante, aún en estos casos, los tribunales no deben inclinarse a decretar la nulidad
del laudo a menos que efectivamente el mismo no haya resuelto la controversia
con arreglo a Derecho2127.
H) Venezuela
2126 Sentencia del Tribunal Supremo de Puerto Rico de 13 de agosto de 1998 Unión Indepen-
diente de Empleados de la Autoridad de Edificios Públicos Recurridos / Autoridad de Edificios
Públicos Peticionario (CC-95-115).
2127 Vid. Universidad Católica de P.R. / Triangle Engineering Corp., Op. de 18 de mayo de
1994, 94 J.T.S. 72; Febus /. Marpe, Op. de 25 de febrero de 1994, 94 J.T.S. 19; J.B.T. v. Corp. de
Crédito, 124 D.P.R. 846 (1989); Rivera / Samaritano & Co., Inc., 108 D.P.R. 604 (1979).
2128 Vid. supra, nº 257.
2129 F. Hung Vaillant, “Principios orientadores del arbitraje en la Ley de Arbitraje Comercial y
los recursos contra el laudo arbitral”, Los medios alternativos de resolución de conflictos. XXVI
Jornadas J.M. Domínguez Escovar, 2ª ed, Barquisimeto, Colegio de Abogados del Estado Lara,
2001, pp. 107 ss.
1138 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
“Al resolver las partes someter su controversia ante los tribunales de arbitraje, lo hacen
con sujeción a las disposiciones legales que rigen la materia de arbitraje, como lo es la Ley
de Arbitraje Comercial, en la cual se excluye la posibilidad de que contra las decisiones ema-
nadas de los Centros de Arbitraje, se ejerzan los recursos ordinarios y extraordinarios previs-
tos en la ley adjetiva, en tales juicios sólo se prevé la posibilidad de ejercer únicamente el re-
curso de nulidad ante los tribunales superiores de la jurisdicción, a los fines de verificar la le-
galidad del laudo, tal como se señala en la decisión de esta Sala, anteriormente transcrita; en
estos casos, de ser permisible la posibilidad de ejercer los recursos ordinarios y extraordina-
rios contra las decisiones de los Centros de Arbitraje, evidentemente se desvirtuaría la inten-
ción del legislador de impedir que la sentencia o laudo que haya de recaer en el procedimien-
to de arbitraje sea revisado en casación, por cuanto contraría los principios de celeridad y de
simplicidad que caracterizan a este tipo de procedimientos, así como la eficacia del medio al-
ternativo para la resolución del conflicto.
Con base en las consideraciones anteriormente señaladas, contra las decisiones proferidas
por los tribunales de arbitraje comercial, no procede el recurso ordinario de apelación, lo que
hace inadmisible el recurso de casación propuesto por la demandante”.
Y este mismo planteamiento fue seguido por la sentencia del Tribunal Supremo
de Justicia, Sala de Casación Civil, de 13 de agosto de 2004 (Promotora EP
1.697, C.A. / Asociación Civil el Carrao) que añadió alas consideraciones ante-
riores que “de ser permisible la posibilidad de ejercer los recursos ordinarios y
extraordinarios contra las decisiones de los Centros de Arbitraje, evidentemente
se desvirtuaría la intención del legislador de impedir que la sentencia o laudo
que haya de recaer en el procedimiento de arbitraje sea revisado en casación, por
cuanto contraría los principios de celeridad y de simplicidad que caracterizan a
este tipo de procedimientos, así como la eficacia del medio alternativo para la
resolución del conflicto”.
3. Situaciones particulares
A) Chile
1140 TEORÍA Y PRÁCTICA DEL ARBITRAJE COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA
arbitraje. Libro homenaje al profesor Patricio Aylwin Azócar, op. cit., p. 174.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1141
“El recurso de queja constituye un arbitrio extraordinario, cuya procedencia ha sido explíci-
tamente limitada por el legislador a situaciones límite, reveladoras, en el caso de los jueces ár-
bitros, de arbitrariedad o manifiesta iniquidad, en perjuicio de alguno de los litigantes. No basta
para configurar tales extremos con la eventual comisión de infracciones de naturaleza formal o
relacionadas con la ponderación de los medios de prueba, si éstas no revisten una particular
gravedad, con mayor razón si, como en estos autos, el juez especial recurrido fue expresamente
dotado por las mismas partes de amplia discrecionalidad para apreciar la prueba en conciencia
Sin embargo, en relación con la última de las faltas o abusos imputados al recurrido, esto es
la fijación en la sentencia de sus honorarios y los de la actuaria, aunque los honorarios sean cos-
tas del juicio arbitral, los compromisarios carecen de competencia para regular su monto puesto
que tienen la calidad de partes y nadie puede ser juez en causa propia, por lo que la indicada
decisión debe ser dejada sin efecto”.
“... las partes acordaron someter sus disputas, controversias o diferencias a arbitraje de acuerdo
con las reglas del Centro de Arbitraje de la Cámara de Comercio de Santiago, y esta aplica la
Ley 19.971 en los casos de arbitrajes comerciales nacionales, ya que es una garantía de certeza
jurídica a las partes y demuestra, a la comunidad internacional, el funcionamiento adecuado e
imparcial de la institucionalidad de nuestro país”.
CONTROL JURISDICCIONAL DEL ARBITRAJE 1143
B) República Dominicana
“... que por ser el fallo impugnado un laudo arbitral emitido (...) por el Consejo de Conciliación
y Arbitraje de la Cámara de Comercio y Producción de Santo Domingo, y no emanar de un tri-
bunal del orden judicial, no puede ser impugnado por medio del recurso extraordinario de la ca-
sación, en razón de que este tipo de decisiones, como se ha dicho, provienen de un órgano no
judicial, ni existe disposición legal alguna que así lo determine; que, en consecuencia, el pre-
sente recurso resulta inadmisible, lo que hace innecesario ponderar los medios de casación pro-
puestos”
2136 E. Mereminskaya, “Arbitraje doméstico e internacional en Chile...”, loc. cit., pp. 110-111.