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CAPITULO I: INEFICACIA DE LOS ACTOS PROCESALES

(CURSO DE DERECHO PROCESAL CIVIL – ALEJANDRO ROMERO

SOLO PARA FINES DEL CURSO FDP II-2020/UCN)

1. EXPLICACIÓN GENERAL

El acto procesal puede ser eficaz o ineficaz, según si produce o no los efectos
que son propios a su naturaleza. Para tal efecto, el ordenamiento jurídico considera
una amplia gama de sanciones que permiten desconocer o restar valor a los actos
procesales ejecutados imperfecta o irregularmente, privándolos de sus
consecuencias jurídicas61.

Como el proceso conforma una relación autónoma, las ineficacias que allí surgen
son independientes de las que pueden afectar a los actos o contratos vinculados al
derecho material que es discutido en el objeto del proceso. Como lo ha expuesto la
Corte de Apelaciones de Santiago, en sentencia de 6 de mayo de 1983, "la relación
procesal se vicia por el fallo de los presupuestos procesales, como la jurisdicción,
competencia absoluta, capacidad procesal o por algún defecto que anule el
procedimiento, pero no sufre daño por algún vicio que pudiere tener la relación
jurídica sustancial, que es autónoma de la primera"62.

Como se explicará, los actos procesales afectados por alguna imperfección o


irregularidad permiten una declaración judicial de ineficacia, cuyas consecuencias
jurídicas pueden afectar a las partes, al juez y eventualmente a los terceros que
intervienen en la relación procesal63.

La ineficacia supone aplicar sanciones que pueden estar consideradas dentro de


un sistema general o también de uno particular; en este último evento sólo afectan
a ciertos actos procesales. Por ejemplo, el embargo sobre bienes raíces, para que
produzca efectos en relación a terceros, debe ser inscrito (art. 453 CPC); la
ejecución de algunos actos para que sean eficaces requieren prestar un juramento
(arts. 62 y 363 CPC), etc.

En lo que sigue se describe el contenido esencial de las principales sanciones


que actúan en el campo procesal, las que se vinculan a la inexistencia jurídica, a la
nulidad procesal, a la inadmisibilidad, a la caducidad y a la inoponibilidad.
2. LA INEXISTENCIA PROCESAL

2.1. Descripción general

La doctrina de la inexistencia jurídica ha sido explicada y defendida por diversos


teóricos del derecho, tomando como punto de partida la distinción entre los
requisitos de existencia y los de validez en los actos o negocios jurídicos64.

La inexistencia surgiría cuando no está presente uno de los requisitos que permite
que el acto nazca a la vida del derecho. Esa ausencia autoriza a declarar que ese
acto es aparente, que no llegó a existir jurídicamente. En cambio, si se trata de los
requisitos de validez, el acto nace al derecho, pero con un vicio que permite su
declaración de nulidad.

En el ámbito procesal, la ley no señala cuáles son los requisitos de existencia. De


hecho, el CPC no considera explícitamente a la inexistencia como una ineficacia
procesal de aplicación general. Esto se aprecia en la forma en que se resuelve la
falta de emplazamiento del demandado. Aunque la carencia de ese presupuesto
procesal no permite postular que la relación jurídica haya nacido a la vida del
derecho para el demandado, la ley reconduce esa irregularidad a la declaración de
nulidad de todo lo obrado, fijando incluso un límite temporal para su alegación, bajo
la sanción de convalidar el defecto (art. 80 CPC). Ratifica su tratamiento como un
vicio de nulidad su señalamiento como trámite o diligencia esencial en el recurso de
casación en la forma (arts. 768 Nº 9 y 795 Nº 1 CPC).

2.2. Recepción en la legislación y jurisprudencia

En nuestro derecho se admite la sanción de la inexistencia en los siguientes


casos:

a) En la infracción a las reglas de competencia judicial internacional, cuando no


se ha respetado el límite impuesto por las normas de ius cogens que impiden que
un Estado sea juzgado por otro Estado.

En nuestra jurisprudencia se aplicó esta ineficacia en los autos laborales


"Marchant con Gobierno de China Nacionalista". Dicho proceso concluyó con una
condena al Estado chino en un proceso tramitado en su rebeldía. Una vez que
quedó firme la sentencia, el gobierno chino reclamó, por vía diplomática, la
infracción a una inmunidad de jurisdicción. El Ministerio de Relaciones Exteriores
remitió la presentación del embajador a la Corte Suprema, con el objeto de que se
adoptaran las medidas que considerara procedentes. La referida comunicación
cumplió su objetivo, obteniendo que el pleno de ese tribunal "anulara todo lo
obrado", fundado en haber carecido ese juzgado de jurisdicción para conocer del
pleito65.
La misma solución se aplicó en "Senerman con República de Cuba". En este caso
el actor demandó a la República de Cuba la nulidad de un contrato de compraventa
por lesión enorme. Después de haber quedado firme el fallo se reclamó la infracción
a la inmunidad de jurisdicción mediante una presentación del presidente del Consejo
de Defensa del Estado, que culminó con la declaración de la "nulidad de todo lo
obrado" por la Corte Suprema66.

Aunque en las decisiones antes referidas se utiliza la expresión "nulidad de todo


lo obrado", en rigor, la ineficacia aplicada es la constatación de la inexistencia, al
tratarse de actos judiciales que habían producido una cosa juzgada aparente.

b) En la constitución del mandato judicial. La ley sobre comparecencia en juicio


dispone que, cuando no se autoriza el poder o su delegación dentro del plazo de
tres días, contados desde que el tribunal ordena su constitución, "se tendrá la
solicitud por no presentada para todos los efectos legales" (art. 2º. inc. 4º y 5º ley
Nº 18.120). Se ha resuelto que, para la aplicación de esta sanción, es necesario el
requerimiento judicial o apercibimiento del juez 67.

c) En la declaración de un séptimo testigo sobre un mismo punto de prueba


(art. 372 CPC). Al tratarse de un acto realizado prescindiendo de la limitación legal
de presentar seis testigos por punto de prueba, el juez optó por no ponderar esa
declaración, lo que equivale a aplicar la consecuencia propia de la inexistencia 68.

3. LA INADMISIBILIDAD

3.1. Descripción de la ineficacia

La inadmisibilidad es la sanción que se aplica por sentencia judicial al acto


procesal realizado, sin observar las exigencias formales o de fondo que lo hacen
procedente.

Desde el punto de vista cuantitativo, ésta es la ineficacia con mayor aplicación en


el proceso, atendido que en el desenvolvimiento de la relación procesal el juez o
tribunal debe pronunciarse sobre la procedencia de los diversos tipos de actos
procesales, verificando el cumplimiento de los requisitos de forma o de fondo.

En términos generales, todo acto procesal debe cumplir con requisitos relativos a
la aptitud de los sujetos, a la declaración de voluntad, al objeto del acto, al lugar,
tiempo y a la forma del acto.

La aptitud de los sujetos apunta a la cualidad subjetiva que debe concurrir en el


que ejecuta el acto procesal.
La voluntad, como se explicó, se trata de una exigencia común a todo acto jurídico
que puede tener por objeto una o más cosas que se trata de dar, hacer o no hacer,
además de ser física y moralmente posible. La admisibilidad se decreta
normalmente por el juez de manera implícita, al autorizar el trámite o diligencia
solicitada. En cambio, la inadmisibilidad supone una expresión de voluntad en la
que se alude directamente a esa ineficacia o mediando otras expresiones. Las más
frecuentes son "pídase lo que en derecho corresponda", "ocúrrase ante quien
corresponda", "para proveer, cúmplase lo ordenado en el plazo indicado, bajo
apercibimiento de tenerse por no presentado", entre otras.

3.2. Inadmisibilidad de forma o de fondo

Según el vicio que la genera, la inadmisibilidad puede ser de forma o de fondo.

La inadmisibilidad de forma se produce cuando la petición para ejecutar el acto


procesal no cumple con los requisitos externos para autorizar su procedencia.

La inadmisibilidad de fondo, en cambio, surge por la inobservancia de algún


elemento sustantivo previsto para la realización de un acto procesal.

Como la casuística en este tema es prácticamente inabordable, centraremos


nuestra atención en algunas situaciones que ilustran la diferencia entre la
inadmisibilidad de forma y la de fondo.

Para la admisión a trámite del acto procesal de demanda existen distintos


modelos. Según lo defina el legislador, se puede optar por establecer un control de
requisitos formales o introducir en ese examen alguna exigencia de fondo,
facultando al juez para rechazar a trámite el libelo manifiestamente infundado o
improponible69.

En el CPC, el juez detenta el poder de dirección para controlar los aspectos


formales de la demanda, pero no puede declarar que no la admite a trámite, aunque
de su lectura preliminar aparezca ostensiblemente que carece de los fundamentos
necesarios para ser acogida cuando dicte la sentencia sobre el fondo (art. 256
CPC).

Una solución diversa de la anterior se encuentra en el procedimiento de familia,


en el que se permite que el juez decrete la inadmisibilidad si de su examen concluye
que la demanda "es manifiestamente improcedente", debiendo expresar los
fundamentos de su decisión70.

También en materia de recursos se contemplan estudios de admisibilidad para


controlar aspectos formales o exigencias de fondo para su procedencia. Es un
ejemplo de lo primero la regulación prevista en el recurso de apelación, donde se
realiza un examen de requisitos formales, como son el plazo de interposición, la
naturaleza jurídica de la resolución recurrida y al patrocinio de abogado (art. 213
CPC), los que, de estar presentes, obligan a conceder el recurso para que sea
conocido por el tribunal de alzada. En cambio, en el recurso de casación en el fondo,
junto a cuestiones adjetivas, como el plazo, la naturaleza jurídica de la resolución
recurrida y patrocinio de abogado, la ley autoriza a la sala respectiva de la Corte
Suprema para declarar en el segundo estudio de admisibilidad su improcedencia
por "manifiesta falta de fundamentos", calificación que obligatoriamente supone
realizar un pronunciamiento sobre el fondo del recurso deducido (art. 782 CPC).

3.3. La forma en que se decreta la admisibilidad de los actos procesales

La admisibilidad de los actos procesales se decreta por el juez utilizando formas


rituales en las que, con mayor o menor expedición, se autoriza la ejecución del acto
procesal respectivo, a la vez que se reconocen los derechos que puede ejercer la
contraparte para instar por la inadmisibilidad del acto o actuación, en los términos
que se pasa a explicar.

El CPC diferencia en el art. 69 las siguientes formas de decretar un acto procesal


o actuación judicial:

a) Con citación. "Siempre que se ordene o autorice una diligencia con citación se
entenderá que no puede llevarse a efecto sino pasado tres días después de la
notificación de la parte contraria, la cual tendrá el derecho de oponerse o deducir
observaciones dentro de dicho plazo, suspendiéndose en tal caso la diligencia hasta
que no se resuelva el incidente". Cuando se decreta una actuación judicial bajo esta
modalidad, lo que hace el tribunal es acceder de inmediato a ella, salvo que la parte
se oponga dentro de tercero día71.

b) Con conocimiento. "Cuando se mande proceder con conocimiento o valiéndose


de otras expresiones análogas, se podrá llevar a efecto la diligencia desde que se
ponga en noticia de la contraparte lo resuelto". En este caso, la diligencia concedida
por el tribunal con conocimiento se puede llevar a efecto en cuanto se notifique a la
contraparte de dicha resolución72.

c) Con audiencia. Esta forma de proceder es una manifestación del principio de la


bilateralidad, atendido que concede a la contraparte la posibilidad de ser oída antes
de que el tribunal resuelva, pronunciándose sobre la admisibilidad o inadmisibilidad
del acto procesal cuya ejecución se solicita. Procediendo de esta forma, conforme
al lenguaje forense, el tribunal proveerá a la presentación de una parte utilizando la
expresión "traslado". El plazo para que la contraparte señale lo que estime
pertinente es de tres días. Una vez transcurrido dicho término, el juez resolverá
sobre la petición, conforme a la regla de los incidentes73.
3.4. La inadmisibilidad subsanable o insubsanable

La inadmisibilidad puede ser calificada como subsanable o insubsanable, según


el defecto que la genera.

La de tipo subsanable es la que permite corregir el acto procesal ejecutado


defectuosamente. Una vez que se remueve el vicio que motivó declarar la
inadmisibilidad, el juez debe autorizar la ejecución del acto como si él se hubiese
solicitado eficazmente.

La inadmisibilidad insubsanable, en cambio, es la que impide ejecutar


nuevamente el acto procesal al contener éste un defecto que no admite corrección.

Aunque la posibilidad de subsanar los actos procesales no es una materia ajena


a nuestro sistema legal, se debe advertir que ella no cuenta con una regulación
sistemática. A falta de norma legal que resuelva si un defecto es subsanable o
insubsanable, el juez deberá calificar la situación, tratando de conciliar una serie de
elementos en una tarea que es compleja, por una serie de razones que se pasa a
reseñar.

El estatuto para la ejecución de los actos procesales tiene su base en el principio


de la legalidad, mediante el cual se garantiza al peticionario la admisibilidad del acto
que cumple con las exigencias legales para él previstas.

El acto procesal no depende de la mera voluntad o capricho del juez, que pueda
arbitrariamente imponer requisitos de admisibilidad diferentes a los previstos en la
fuente jurídica que regula el acto procesal. Por ejemplo, si a un determinado
magistrado le resulta tedioso participar en las audiencias de prueba testimonial, ello
no es una razón para privar a la parte de ese medio de prueba cuando fue solicitado
en forma oportuna y cumpliendo con las exigencias legales. De igual forma, un juez
no puede decretar la exhibición de documentos que revistan el carácter de secretos
o confidenciales, aunque su ánimo de fiscalización sea su defecto dominante
(art. 349 CPC).

La comisión de errores en la petición o en la ejecución de los actos procesales


normalmente da lugar a que la contraparte se oponga a su práctica, solicitando su
inadmisibilidad. Esto se hace notorio con las equivocaciones en que se incurre al
deducir un recurso o al pedir una diligencia de prueba; en tales casos, si la
contraparte impide la subsanación, logrará dejar firme la resolución recurrida o
privará a su contraria de producir un medio de prueba, mejorando su situación
jurídica en la resolución final del conflicto.

El estudio de la jurisprudencia revela que los jueces cumplen con un rol relevante
en la interpretación de las exigencias procesales para declarar admisible o
desestimar una determinada actuación. Así, a modo de ejemplo, en lo que dice
relación con la minuta exigida para el interrogatorio de los testigos (art. 320 CPC),
durante una época su carencia no podía ser suplida interrogando al testigo al tenor
de los puntos fijados en el auto de prueba. Después de años se produjo un cambio
de interpretación, pasando a ser un acto procesal admisible interrogar al testigo al
tenor del "auto de prueba", sin necesidad de acompañar la minuta señalada en la
ley74.

3.5. La subsanación por iniciativa del juez

Uno de los principales instrumentos para subsanar los actos procesales


imperfectamente ejecutados se contempla en el art. 84 del CPC, cuando dispone
que "el juez podrá corregir de oficio los errores que observe en la tramitación del
proceso. Podrá asimismo tomar las medidas que tiendan a evitar la nulidad de los
actos de procedimiento. No podrá, sin embargo, subsanar las actuaciones viciadas
en razón de haberse realizado éstas fuera de plazo fatal indicado por la ley" 75.

En otros casos, estas facultades de corrección permiten la regularización de


ciertos actos procesales, como acontece, por ejemplo, con el control del oficio de la
demanda que no contiene los tres primeros requisitos formales, defecto que debe
ser subsanado para admitirla a trámite (arts. 254 y 256 CPC); también con la
facultad que tienen los jueces para complementar la sentencia en aquellos casos
en que han dejado sin resolver alguna acción o excepción (arts. 768 inc. final y 775
inc. 2º).

4. LA NULIDAD PROCESAL

4.1. Explicación general

La nulidad es una sanción aplicable a los actos procesales por la inobservancia


de los requisitos de validez o por la omisión de algún presupuesto procesal 76.

La Corte Suprema ha sintetizado el contenido de esta ineficacia en la sentencia


de 3 de septiembre de 2012, puntualizando que "(...) debe recordarse que la voz
'nulidad' deriva de la palabra nulo, vocablo cuyo origen etimológico proviene
de nullus que debe entenderse como falta de valor y fuerza para obligar o tener
efecto, por ser contrario a las leyes o por carecer de las solemnidades que se
requieren en su sustanciación o en su modo (...)". La misma resolución reseña
algunas aportaciones de la doctrina, señalando que "entre las definiciones clásicas
podemos citar al procesalista Hugo Alsina, para quien la nulidad 'es la sanción por
la cual la ley priva a un acto jurídico procesal de sus efectos normales, cuando en
su ejecución no se han guardado las formas prescritas para ello' (Alsina Hugo,
Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial, Editorial Justicia,
Buenos Aires, Argentina, 1963). Por su parte, Eduardo J. Couture afirma que 'la
nulidad consiste en el apartamiento de las formas necesarias establecidas por la
ley' (Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Cuarta Edición Póstuma, Buenos
Aires. Euros Editores 2002). Luego, según Víctor Santa Cruz Serrano la nulidad
procesal 'consiste en tener al acto como no otorgado, como que nunca ha tenido
existencia jurídica y jamás ha producido efectos jurídicos...', 'La nulidad, es pues, la
negación absoluta de todos los efectos que el acto viciado estaría llamado a producir
"Quod nullum est nullum producit effectum", decían los romanos' (Las Nulidades
Procesales en el Código de Procedimiento Civil Chileno, p. 7)"77.

En cuanto a su finalidad, el fallo recién referido indica que la nulidad busca


"restarle valor a la actuación viciada, destruirla, tenerla como no sucedida, ya que
no constituye el medio idóneo destinado a cumplir el objetivo para el que fue prevista
por el legislador. Su fundamento no es otro que proteger el ordenamiento jurídico
que rige el proceso, lograr el respeto de las normas procesales y se busca, por
medio de ella, resguardar la garantía constitucional del debido proceso"78.

El ámbito de aplicación de esta ineficacia incluye los actos procesales ejecutados


por el juez, por las partes y también de los auxiliares de la administración de justicia,
siempre que no corresponda aplicar a la irregularidad o defecto otra sanción.

4.2. La autonomía de la nulidad procesal

En el derecho patrio el estatuto de autonomía de la nulidad procesal tiene como


hito una de las Leyes Marianas de 1837, específicamente, la que se ocupó del
recurso de nulidad.

Aunque el Código de Procedimiento Civil de 1902 no contempló una regulación


general y sistemática para la nulidad procesal, la jurisprudencia y la doctrina fueron
desarrollando gradualmente sus principios informativos", cuya positivación se
realizó en las reformas introducidas por las leyes Nºs. 7.760, de 1944, y 18.705, de
1988.

El desarrollo teórico en esta materia se debe al aporte precursor de Santa Cruz


Serrano, en su Ensayo sobre la teoría de las nulidades procesales en el Código de
Procedimiento Civil chileno (Santiago, Editorial Imprenta Chile, 1936). A lo anterior
se suma la difundida monografía de Salas Vivaldi, titulada Los incidentes y en
especial el de nulidad procesal, que cuenta a la fecha con varias ediciones. A lo
indicado se debe adicionar en la década de los noventa del siglo pasado los estudios
de Tavolari Oliveros y, en una fecha más reciente, el aporte de Carrasco Poblete,
entre otros79.

La separación entre nulidad civil y nulidad procesal se comienza a perfilar en los


fallos que limitaron toda posibilidad de anular un juicio, cualquiera que sea su
naturaleza, por medio de otro juicio ordinario80. Constituye un hito en este tema la
sentencia de la Corte Suprema de 30 de julio de 1924, al enfatizar el cambio de
orientación con la solución aplicada en el derecho histórico 81. Con posterioridad ha
reiterado la doctrina referida la sentencia del mismo tribunal, de 28 de enero de
2011, al señalar "que, cabe distinguir también, entre la nulidad civil y la nulidad
procesal. De acuerdo al artículo 1681 del Código Civil 'es nulo todo acto o contrato
a que falte alguno de los requisitos que la ley prescribe para el valor del mismo acto
o contrato, según su especie y la calidad o estado de las partes. La nulidad puede
ser absoluta o relativa'. En tanto, se ha definido la nulidad procesal como la sanción
de ineficacia respecto de los actos jurídicos del proceso por el incumplimiento de
algunos de los requisitos que la ley prescribe para su validez" 82.

La nulidad procesal también se diferencia de la denominada "nulidad de derecho


público", consagrada como la base elemental para garantizar el principio de la
juridicidad, contemplado en los arts. 6º y 7º CPR. Para lo que interesa destacar en
este punto, dicha ineficacia no se aplica en el ámbito procesal, al ser inconciliable
con institución de la preclusión y con el efecto de cosa juzgada, que impiden reabrir
etapas procesales extinguidas o procesos fenecidos83.

En la jurisprudencia, ha rechazado la aplicación de la nulidad de derecho público


al campo procesal, entre otras, la sentencia de la Corte Suprema de 10 de julio de
2001, sosteniendo que "la anulación de los actos que llevan a cabo los tribunales
en ejercicio de la potestad jurisdiccional del Estado, debe perseguirse a través de l
os medios que franquea la ley procesal y que, sustancialmente, consisten en la de
claración de nulidad de oficio o a petición de parte, que contemplan los artículos 8
3, 84 y 85 del Código de Procedimiento Civil, así como en los recursos de casació
n y revisión que regulan, respectivamente, los Títulos XIX y XX del Libro III del mis
mo texto y las normas pertinentes del Código de Enjuiciamiento Penal, o bien, exc
epcionalmente, por medio del ejercicio de las facultades disciplinarias de los Tribu
nales Superiores, conforme el artículo 545 del Código Orgánico de Tribunales". El
mismo fallo agrega que "(...) la nulidad de los actos jurisdiccionales pronunciados c
on infracción del artículo 7º de la Constitución vigente, no podría reclamarse, en su
caso, sino por las vías que contemplan dichas normas procesales, pues el sistem
a jurídico nacional no establece otros medios de impugnar los defectos de que pue
den adolecer los procedimientos judiciales y los vicios de forma o de orden sustant
ivo que pueden afectar las resoluciones de los tribunales"84.

4.3. Sistemas para aplicar la nulidad procesal

La aplicación de la nulidad procesal puede ser organizada de diversas maneras a


través de causales específicas o mediante cláusulas genéricas85. En el plano
teórico, también se ha propuesto diferenciar entre vicios extrínsecos e intrínsecos;
los primeros atañen al quebrantamiento de las formalidades procesales. Los
defectos intrínsecos, en cambio, se refieren a los vicios del consentimiento, como la
simulación o el fraude procesal, entre otros86.

En nuestro proceso civil se contemplan diversas opciones técnicas para impetrar


y aplicar la nulidad, tal como se aprecia del siguiente esquema general:

a) El incidente ordinario de nulidad procesal. El art. 83 del CPC dispone que


"la nulidad procesal podrá ser declarada, de oficio o a petición de parte, en los
casos que la ley expresamente lo disponga y en todos aquellos en que exista un
vicio que irrogue a alguna de las partes un perjuicio reparable sólo con la
declaración de nulidad".
El plazo para solicitarla, conforme al precepto indicado, es "dentro de cinco días,
contados desde que aparezca o se acredite que quien deba reclamar de
la nulidad tuvo conocimiento del vicio, a menos que se trate de la incompetencia
absoluta del tribunal". Asimismo, la jurisprudencia ha precisado que el sujeto
legitimado es el que tiene la calidad de parte como legítimo contradictor, siempre
que tenga interés en la objeción del acto procesal que considera lesivo y no haya
convalidado el defecto causante del vicio de nulidad87. En cuanto a la oportunidad,
la petición de nulidad debe ser promovida tan pronto llegue al conocimiento del
afectado, para evitar la mala fe88; si la parte legitimada no pide la nulidad dentro de
la oportunidad legal, se produce una renuncia al derecho a solicitarla y, con tal
renuncia, los vicios quedan saneados89.

b) Incidentes especiales para declarar la nulidad. Se trata de regulaciones


especiales previstas para promover la petición de nulidad, como acontece en el caso
de la falta del presupuesto procesal del emplazamiento o por la privación del
ejercicio de los derechos procesales por fuerza mayor (arts. 79 y 80 CPC).

c) Mediante la declaración de oficio. La ley admite que, bajo ciertos supuestos,


esta sanción también sea declarada de oficio por los tribunales, esto es, sin mediar
una petición de las partes. El principal instrumento en tal sentido proviene de la
facultad prevista en el art. 84 inc. final del CPC, al disponer que "el juez podrá
corregir de oficio los errores que observe en la tramitación del proceso". La
aplicación preferente en la práctica forense ha sido declarar la nulidad por falta de
emplazamiento, pero gradualmente se ha extendido a otros defectos o vicios.

También admite esta actuación de oficio el art. 775 del CPC, autorizando al
tribunal ad quem para llamar a los abogados a alegar sobre posibles vicios de
nulidad justificante de la casación en la forma, cuando conocen de un asunto en la
vista de un recurso, en el trámite de la consulta o en alguna incidencia.

No obstante lo anterior, la jurisprudencia ha establecido límites para la anulación


de oficio. Entre otros pronunciamientos es interesante la doctrina sentada por la
Corte Suprema en fallo de 22 septiembre de 1999, al disponer que "(...) el juez que
actúa de oficio tiene una limitación importante en el ejercicio de esa facultad, que lo
obliga no sólo a actuar con prudencia, sino con sujeción estricta de lo que le permite
la ley, porque esa facultad no es aplicable a todo acto o trámite del proceso, sino
sólo a aquellos que miran al orden público, como son aquellos que conforman la
relación procesal y los denominados presupuestos procesales, que garantizan su
validez, quedando al margen de su actividad oficiosa los establecidos en beneficio
del interés privado de los litigantes (...)"90.

Reitera estos límites la sentencia de la Corte Suprema de 13 de enero de 2014,


al señalar que "(...) en cuanto a la oportunidad en que pueda hacerse la declaración
de nulidad de oficio, en principio, el tribunal puede ejercitar su facultad en cualquier
estado de la causa, toda vez que la ley no le ha señalado ninguna oportunidad dada
y si las partes pueden reclamar esta nulidad en cualquier oportunidad del juicio, con
mayor razón puede hacerlo el tribunal". "No obstante, la regla anterior tiene algunas
limitaciones, siendo la primera de ellas, de carácter general, de acuerdo a la cual
sólo puede producirse 'in limine litis', vale decir, dentro del juicio y antes de que éste
haya terminado definitivamente por quedar ejecutoriada la sentencia final. Lo
anterior toda vez que aquélla produce el efecto de cosa juzgada que impide el
desconocimiento o modificación de lo fallado. Así, se ha señalado por la
jurisprudencia '(...) tal facultad (del tribunal) se proyecta sólo al futuro de los actos
de procedimiento, como medida preventiva, a cuyo nombre no es ilícito tampoco
destruir o enervar las consecuencias de las resoluciones firmes de los tribunales de
justicia, que de conformidad con el artículo 175 de ese mismo Código [Código de
Procedimiento Civil] producen la acción o la excepción de cosa juzgada' (C.
Suprema, 3 de noviembre de 1959, RDJ, t. 56, sec. 1ª, p. 373)".

"Seguidamente, cesa también la facultad del tribunal para declarar la nulidad de


oficio desde que la sentencia definitiva o interlocutoria es notificada a alguna de las
partes, toda vez que hecho lo anterior se produce el fenómeno procesal denominado
'desasimiento del tribunal', en virtud del cual este último pierde toda autoridad o
injerencia en el proceso, no pudiendo alterar o modificar en forma alguna la
sentencia ni las actuaciones anteriores, al tenor de lo que prevé el artículo 182 del
Código de Procedimiento Civil. Esta prohibición, evidentemente, impide al tribunal
anular de oficio el fallo o cualquier actuación anterior del juicio, porque esas
anulaciones se traducirían en modificaciones de la decisión adoptada. Por ende,
notificada la sentencia a alguna de las partes, el juez no puede retrotraer el proceso
declarando la nulidad del mismo, pues, corresponderá a las partes denunciar los
supuestos vicios a través de los medios de impugnación que la ley indica, o en su
caso, que el tribunal ad quem perciba el defecto susceptible de ser anulado de
oficio".

"En este sentido se ha expresado por la jurisprudencia que 'El tribunal, por su
parte, puede declarar de propia iniciativa la nulidad de estos actos esenciales del
proceso que, miran al orden público, cuando el vicio aparece manifiesto en autos.
Está habilitado para hacerlo hasta que se produzca el desasimiento, lo que ocurre
con la notificación de la sentencia a alguno de los litigantes' (C. Santiago, 4 de
diciembre de 1985, RDJ, t. 82, sec. 2ª, p. 119)"91.

d) Por la vía de las acciones o recursos que contemplan las causales de nulidad,
diferenciando entre errores in judicando y errores in procedendo, cuyo desarrollo se
hará al estudiar los actos procesales de impugnación.

4.4. Principios informativos de la nulidad procesal

La declaración de la nulidad procesal considera la aplicación de cuatro principios


informativos cuya función es lograr una recta utilización de esta ineficacia jurídica.
Tales principios son el de especificidad, el de la trascendencia, el de la
convalidación y el de la extensión92.

1º) El principio de la especificidad


El principio de la especificidad determina que no hay nulidad sin texto expreso de
ley. En explicación de la Corte Suprema, de 8 de septiembre de 2011: "al tenor del
principio de la especificidad, no hay nulidad sin texto que la conmine. No hay nulidad
procesal sin ley específica que la establezca, en atención a que, siendo una sanción
excepcional, solamente puede decretarse en los casos expresamente señalados en
el Derecho positivo (...)"93.

2º) El principio de la trascendencia

El principio de la trascendencia determina que la nulidad sea declarada sólo


cuando exista una necesidad jurídica que justifique su aplicación; en su formulación
más tradicional, el contenido de este principio se traduce en la fórmula "no hay
nulidad sin perjuicio".

Una forma concreta de determinar la existencia de este elemento proviene de


examinar si el vicio que permitiría declarar la nulidad ha provocado una indefensión
procesal, esto es, en definición de la Corte Suprema, "(...) una situación en que se
coloca a quien se impide o se limita indebidamente la defensa de su derecho en un
procedimiento administrativo o judicial"94.

La concurrencia del perjuicio es consagrada a través de diversas fórmulas. El


art. 83 inc. 1º del CPC indica que la nulidad procede en todos aquellos casos "en
que exista un vicio que irrogue a alguna de las partes un perjuicio reparable sólo
con la declaración de nulidad"; en el recurso de casación se repite la misma
exigencia, al señalar que el tribunal que conoce de la casación en la forma puede
desestimar el recurso "si de los antecedentes aparece de manifiesto que el
recurrente no ha sufrido un perjuicio reparable sólo con la invalidación del fallo o
cuando el vicio no ha influido en lo dispositivo del mismo" (art. 768 inc. 3º del CPC).

Como lo ha sintetizado la Corte Suprema, en sentencia de 8 de septiembre de


2011: "(...) procede la nulidad de un acto del proceso cuando la irregularidad que le
sirva de antecedente corrompe su sustancia y le impide cumplir el fin para que fue
establecido en la ley. El vicio debe 'irrogar a alguna de las partes un perjuicio
reparable sólo con la declaración de nulidad'. Lo que se anota guarda relación con
el hecho de que únicamente pueden invocar la nulidad de que se trata las partes
del pleito, siempre que sean agraviadas con la irregularidad del acto, y que no sean
causantes de ella. Lo que se dice, sin perjuicio de las atribuciones oficiosas del
tribunal, cuando la irregularidad involucra una alteración grave en el ordenamiento
jurídico cuya protección interesa a la sociedad. En suma, los tribunales no pueden
declarar la nulidad por la nulidad, esto es, para amparar preciosismos jurídicos, sino
sólo cuando el acto irregular afecta particularmente a las partes o al orden
público"95.

3º) El principio de la convalidación

El principio de la convalidación busca facilitar la subsistencia del acto a través de


la admisión de la subsanación del defecto que justificaría la declaración de nulidad.
La subsanación en materia de nulidad se refiere a la actividad de las partes o del
juez que permite remediar el defecto para evitar la declaración de nulidad.

En la práctica la subsanación se puede producir de diversas formas. La más


común es la preclusión del plazo para impetrar la nulidad. (arts. 83 y 770 del CPC).

También puede operar mediante la actuación expresa o tácita de las partes, que
confirman o convalidan la actuación viciada.

De un modo específico, en materia de recursos, se contempla como forma de


subsanación la denominada "falta de preparación del recurso", ocasionada por la
falta de alegación oportuna del defecto que era motivo de la nulidad (art. 769 del
CPC).

Asimismo, se convalida el vicio mediante la producción del efecto de cosa


juzgada, atendido que la nulidad sólo puede ser impetrada mientras exista juicio
pendiente (in limine litis). Lo anterior no se debe confundir con las hipótesis de cosa
juzgada aparente, en las que se declara la inexistencia procesal, en los términos
antes explicados.

La Corte Suprema, en sentencia de 8 de septiembre de 2011, siguiendo a Salas


Vivaldi ha señalado que "(...) 'la nulidad de algún acto del proceso sólo puede
alegarse y declararse en determinadas oportunidades durante el transcurso del
juicio, y en todo caso 'in limine litis'. Terminado el proceso por resolución
ejecutoriada, nace el efecto de cosa juzgada que impide volver a discutir entre las
mismas partes lo allí resuelto, ni menos cuestionar la corrección de las actuaciones
verificadas. El procedimiento queda saneado con el fin del juicio, pues la ley
procesal propende a mantener la inmutabilidad de lo obrado y declarado por los
tribunales como verdades inamovibles y exactas'. Más adelante añade: 'Hoy día
nadie pone en duda la convalidación del proceso irregular o de actos de él una vez
producidos los efectos propios de la cosa juzgada (...)'"96.

4º) El principio de la extensión

El principio de la extensión determina que la sentencia que declara la nulidad


precise las consecuencias que esta sanción produce en la relación procesal o en
actos procesales ejecutados en el proceso. El reconocimiento positivo de este
principio, entre otros preceptos, consta en los arts. 83, 786 inc. 1º y 815 inc. 2º del
CPC.

La sentencia de la Corte Suprema de 8 de septiembre de 2011, tantas veces


citada, sintetiza este tema indicando que "el principio de la extensión está referido
a que la nulidad de un acto del proceso tiene efectos extensivos a otras actuaciones
del mismo y tiene su origen en el carácter complejo y unitario del proceso que, como
sabemos, se compone de un conjunto de actos que, aunque distintos, están
íntimamente ligados, de manera que algunos descansan o se edifican sobre otros.
Esto a pesar que nadie desconoce que existen actos aislados del proceso que por
su naturaleza no sirven de base a otros, en cuyo caso su ineficacia se circunscribe
a ellos y no se extiende a actuaciones posteriores (Julio Salas Vivaldi, 'Los
Incidentes y en especial el de Nulidad Procesal', Quinta Edición Actualizada,
Editorial Jurídica de Chile, página 81)" 97.

A modo ilustrativo, si la nulidad fuese declarada por la falta de emplazamiento, el


efecto anulatorio necesariamente se extiende a todo lo obrado en el proceso; en
cambio, si la ineficacia fue de una diligencia de prueba testimonial por no haber sido
autorizada por el ministro de fe, ello alcanzará a esa actuación, sin que pueda
extenderse a otras diligencias.

5. LA CADUCIDAD PROCESAL

5.1. Descripción de la ineficacia

La caducidad es una sanción que provoca un efecto extintivo para ejecutar actos
procesales por la consumación de un plazo.

En definición de la Corte Suprema, la caducidad es la falta de validez de los actos


que se ejecutan fuera del plazo que la ley señala98. Se ha fallado que "el no ejercicio
de un derecho que sólo puede hacerse valer legalmente dentro de un plazo fatal
importa una verdadera renuncia tácita y la caducidad de ese derecho" 99.

La base legal genérica de esta sanción se consagra en el art. 64 del CPC para los
plazos fatales contemplados para la actividad procesal de las partes, sin perjuicio
de reglas especiales para aplicar la misma sanción100.

Una manifestación especial de esta sanción es el incidente especial de abandono


del procedimiento, cuyo contenido pasamos a examinar.

5.2. El abandono del procedimiento

5.2.1. Requisitos para su procedencia

Conforme al art. 152 del CPC, "el procedimiento se entiende abandonado cuando
todas las partes que figuran en el juicio han cesado en su prosecución durante seis
meses, contados desde la fecha de la última resolución recaída en alguna gestión
útil para dar curso progresivo a los autos"101.
La existencia de esta ineficacia busca impedir que el proceso contencioso se
paralice en forma indefinida, sancionando la falta de diligencia del actor en la
realización de los actos procesales tendientes a dar curso a los autos.

Las exigencias para declarar esta sanción son: 1º) la inactividad de las partes; 2º)
el transcurso del tiempo establecido en la ley; 3º) la petición del demandado, y 4º)
que el demandado no haya realizado algún acto que implique la renuncia a alegar
esta caducidad.

La Corte Suprema, en sentencia de 22 de octubre de 2015, ha sintetizado los


requisitos de procedencia de esta forma anormal de poner término a un juicio,
señalando que "(...) el abandono del procedimiento es una institución de carácter
procesal, que tiene lugar cuando todas las partes que figuran en el juicio han cesado
en su prosecución durante el tiempo que la ley señala. Constituye una sanción para
el litigante que, por su negligencia, ha provocado la detención del curso del pleito,
dilatando con su inercia e inacción en forma arbitraria la continuidad del
procedimiento, teniendo presente que por efecto de su declaración, las partes
pierden el derecho de seguir adelante el procedimiento incoado y de hacer valer sus
efectos en un nuevo juicio, sin que se extingan sus acciones y excepciones, como
resulta de lo dispuesto en los artículos 152 y 156 del Código
de Procedimiento Civil"102.

5.2.2. Algunas cuestiones debatidas

En su aplicación práctica, el abandono de procedimiento ha promovido varios


problemas, cuyo contenido pasamos a sintetizar103.

a) Si la inactividad se debe al juez. El problema ha surgido en la tramitación de


procesos donde corresponde al juez dictar alguna resolución para la marcha del
juicio, dejando transcurrir el término del abandono del procedimiento. Por ejemplo,
cuando retarda dictar el auto de prueba o no dicta la sentencia estando la causa en
ese estado procesal104.

La jurisprudencia estima que, estando impedido el actor de realizar actuaciones,


no se le puede imputar negligencia y, por ende, no procede el abandono del
procedimiento por la inactividad del juez105. Distinta es la situación si la sentencia
ya fue dictada, atendido que en ese caso al actor le surge como carga procesal
hacerla notificar por cédula.

Como lo expone la Corte Suprema, en sentencia de 22 de octubre de 2015, "(...)


el instituto del abandono del procedimiento sólo recibe aplicación en aquellas fases
o estadios del juicio donde les corresponda a las partes la carga de dar curso
progresivo a los autos hasta quedar en situación que el juez emita su veredicto,
dado que la institución en análisis constituye una especie de castigo a la inactividad
procesal de las partes, que pugna con el interés social existente en orden a que los
juicios no se mantengan por largo tiempo paralizados. Semejante inercia tiene
necesariamente que obedecer a un comportamiento negligente de los litigantes,
condición que no se cumple si en ello han mediado impedimentos no removibles a
su voluntad o cuando el procedimiento se encuentre suspendido, en los casos que
se dispone en la ley o cuando se conviniere por las partes". Acto seguido, el fallo
referido concluye que "(...) en aquellas etapas del juicio donde el impulso del
proceso no constituye carga de los litigantes sino que ésta gravita exclusivamente
sobre el juez, a quien le corresponde la iniciativa sobre la materia, no cabe sancionar
a aquéllas con abandono del procedimiento, porque, en un estado semejante del
proceso, ninguna actividad útil para dinamizar su curso les resulta legalmente
exigible"106.

También clarifica este tema la sentencia de la Corte Suprema de 7 de abril de


2014, al señalar que "existen etapas del proceso en que indiscutiblemente el
impulso procesal se encuentra exclusivamente radicado en el tribunal, siendo el juez
quien debe velar por que éste llegue prontamente a su término. El artículo 433 del
Código de Procedimiento Civil es el ejemplo más nítido respecto de esta hipótesis,
puesto que establece que una vez citadas las partes a oír sentencia no se admitirán
escritos, ni prueba de ningún género. Es decir, resta a las partes, de un modo
absoluto, el impulso del proceso. En consecuencia, cualquiera que sea el plazo de
inactividad, ellas no podrán ser sancionadas con el abandono del procedimiento" 107.

b) La tramitación del procedimiento en varios cuadernos. El problema se presenta


cuando el debate considera otros cuadernos distintos del principal, específicamente
si la tramitación en otros cuadernos interrumpe el plazo del abandono. El tema se
debe resolver considerando si en ese debate está presente o no un incidente o
previo y especial pronunciamiento, para verificar si es imputable o no la paralización.

c) El concepto de "diligencia útil". La Corte Suprema ha señalado que "diligencia


útil", para estos efectos, "es aquella que tiene por objeto que produzca el efecto
procesal de dar curso progresivo a los autos o que esté dirigida realmente a obtener
el cumplimiento forzado de la obligación, de suerte que no revestirán ese carácter
aquello que no ha podido surgir ningún efecto para dichas finalidades, como lo es
la simple presentación de escritos que se soliciten diligencias inocuas o que
pudiendo teóricamente servir a la finalidad del procedimiento en la práctica resultan
inoficiosas"108.

La jurisprudencia, que es abundante, ha estimado como diligencias inútiles las


siguientes: las providencias de orden económico dictadas por el tribunal (por
ejemplo, una nueva foliación, que se forme otro tomo, etc.); la petición que ordena
la custodia de documentos o que se remitan los autos a otro tribunal; la que ordena
el desarchivo; la que ordena agregar un exhorto; las solicitudes de copias; la petición
de certificaciones; la fijación de un nuevo domicilio.

d) La inactividad en un litisconsorcio cuando no están todos emplazados. También


es controvertida la forma en que se debe aplicar esta sanción en el litisconsorcio,
cuando varios demandan o varios han sido demandados en forma conjunta 109. El
problema más recurrente en este punto es si acaso procede aplicar el abandono si
no están todos notificados. Reconociendo que se trata de una materia opinable, ha
sintetizado la discusión la sentencia de la Corte Suprema de 18 de mayo de 2016,
estableciendo que, si no se notifica a todos, no se puede aplicar esta sanción 110.

e) La naturaleza de la resolución que resuelve el incidente. También ha sido


objeto de controversia la naturaleza de la resolución que falla este incidente
especial. La jurisprudencia mayoritaria ha resuelto que la resolución que lo acoge
es una interlocutoria que establece derechos permanentes a favor de las partes. En
cambio, si se rechaza la petición de abandono sería un auto, al haber resuelto sobre
un incidente que no califica dentro los elementos que definen las sentencias
interlocutorias. La relevancia de esta diferenciación importa para la procedencia del
recurso de apelación y del de casación (arts. 187, 188 y 766 CPC).

5.2.3. Efectos del abandono del procedimiento

Esta sanción afecta sólo al procedimiento como realidad física o material.


Conforme al art. 156 del CPC, "no se entienden extinguidas por el abandono las
acciones o excepciones de las partes; lo que se extingue es el derecho de continuar
el procedimiento abandonado y de hacerlo valer en un nuevo juicio". Luego agrega
la norma que "subsistirán, sin embargo, con todo su valor, los actos y contratos de
que resulten derechos definitivamente constituidos".

6. LA INOPONIBILIDAD

6.1. Descripción general

La inoponibilidad es una ineficacia jurídica desarrollada fundamentalmente en la


doctrina de derecho civil para la protección de los terceros frente a la celebración
de actos o contratos, a los que se les puede privar de sus efectos por sentencia
judicial.

Dentro de las varias definiciones, Abeliuk señala que "la inoponibilidad es la


sanción de ineficacia jurídica respecto de terceros ajenos al acto o contrato, y en
cuya virtud se les permite desconocer los derechos emanados de ellos" 111.

Para su aplicación, la doctrina diferencia entre inoponibilidad de forma y de fondo.


La primera surge cuando se omiten actos de publicidad que habrían permitido al
tercero enterarse de la existencia del acto o contrato que puede afectarlo. En
cambio, la inoponibilidad de fondo se configura por la falta de concurrencia de una
persona al otorgamiento de un acto en que debió participar o por fraude.
6.2. Algunas hipótesis admitidas en el proceso civil

En el ámbito procesal la inoponibilidad es una ineficacia con un campo reducido


de aplicación. Esto se explica porque en materia procesal rige, como regla general,
la máxima de que al tercero "ni le perjudica ni le aprovecha la cosa juzgada", de la
cual se desprende que lo obrado dentro del proceso, en principio, no tendría que
afectar a los terceros112.

De un modo excepcional el legislador y la jurisprudencia admiten algunas


hipótesis en los que se autoriza la declaración de inoponibilidad para dejar sin efecto
actos o contratos celebrados dentro de un proceso en perjuicio de terceros,
conforme se pasa a explicar.

a) El tercero independiente. Esta forma de intervención está regulada en el art. 23


del CPC, disponiendo que "si el interés invocado por el tercero es independiente del
que corresponde en el juicio a las dos partes", se permitirá su ingreso al proceso.
En la jurisprudencia esta forma de intervención ha permitido que un acreedor
hipotecario se haga parte para solicitar al juez de la causa que declare inoponible el
usufructo constituido para pagar una pensión de alimentos; es evidente que esa
resolución judicial afectaba directamente al interviniente en el contenido de su
derecho real, ocasionándole un perjuicio jurídico y económico 113.

b) En la infracción al litisconsorcio necesario. También la inobservancia del


litisconsorcio necesario, en una determinada relación procesal, ha sido corregida
mediante la declaración de inoponibilidad. Así, se ha declarado que "no vale una
sentencia contra el que no fue parte en el juicio"114.

c) La oposición del tercero a la cosa juzgada115. El art. 234 inc. 2º del CPC dispone
que "el tercero en contra de quien se pida el cumplimiento del fallo podrá deducir,
además, la excepción de no empecerle la sentencia y deberá formular su oposición
dentro del plazo de diez días". Esta figura no existía en el primitivo texto del Código
de Procedimiento; su incorporación se debe a la ley Nº 7.760, publicada el 5 de
febrero de 1944. Por esta vía, el tercero preterido de una relación procesal podrá
formular su resistencia al efecto directo de la sentencia, denunciando —
fundamentalmente— que el fallo cuya ejecución se ha solicitado no le vincula. En
principio, la causa de esta inoponibilidad se debe buscar en una indebida
configuración de la relación procesal, que determinó el pronunciamiento de una
sentencia sin estar todos los sujetos legitimados, esto es, se infringió el denominado
litisconsorcio necesario116. El efecto normal que se debe conseguir con esta forma
de protección jurídica es desvincular al tercero de los efectos de una sentencia,
puesto que, si ella no le provoca un perjuicio al tercero, sería inoficioso contemplar
este mecanismo de defensa o derecho de oposición.

d) Las tercerías de dominio y posesión también constituyen un mecanismo para


que terceros puedan intervenir en un juicio ejecutivo alegando la inoponibilidad del
acto de embargo trabado en bienes que no son del ejecutado (art. 518 CPC).

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