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8.

La escuela impresionista
Con el fin de la primera guerra mundial, la demolición de la cultura artística tal y
como la conocíamos, del terrorismo artístico. Sería Dada que, en 1916 desde la neutral
Suiza, quien levantaría la veda. Paris, convertida en el ombligo artístico del mundo, se
llenó de una jungla de ismos que serían el campo de cultivo de experimentos que
asombrarían al hombre burgués. Sin embargo, el cine francés sufría una gran anemia,
cuatro años de dura guerra habían anquilosado el aparato productivo, permitiendo al
cine americano adueñarse del negocio. Haría falta un titán para levantar la industria y
ese sería Louis Delluc. Delluc como todo buen escritor en sus comienzos, había odiado
el cine, sin embargo, su mujer y sus amigos consiguieron que este visionara alguna que
otras películas, obrándose en el milagro. Desde entonces se transformó en su ardiente
defensor, crítico y productor, que se dejaría su fortuna y su vida en el cine. El mismo
acuño el termino cine-club y fundo el primero de la historia en 1920. Mediante su
crítica y sus ensayos, acuño la palabra fotogenia en su concepción actual. Considero
que los elementos que componen el cine son el decorado, la máscara o actores y la
iluminación. A partir de 1920, empezó la producción de sus siete películas, de las
cuales la mayoría están perdidas, salvo dos que destacan su talento poco común Fievre
y La femme de nulle part. La primera de ellas muestra un fiel reflejo de la admiración
que Delluc siente por el cine americano. La acción trascurre en una taberna de Marsella.
De los marineros que acuden al bar, la patrona reconoce a un antiguo amante que
aparece por allí casado con una joven oriental. Estalla una pelea y el marido de la
patrona mata al marinero amante de su mujer. La femme de nulle part es uno de los
primeros intentos de cine psicológico que, influido por los realizadores suecos, describe
con todo lujo e detalles una joven que con 20 años abandono su vida acomodada de
burguesa para seguir a su amante, pero que regresa a su antiguo hogar, rememorando
viejos recuerdos. La obra se ajusta al esquema de teatro antiguo francés, pero en ella
podemos adivinar un relato de gran finura psicológica.
Como se puede ver, Delluc intenta orientar, como anteriormente lo había
intentado el cine d´art, hacia temas más intelectuales y nobles, pero claro, estos tiempos
no son los mismos del cine d´art pues la gramática del arte se encuentra ahora mucho
más asentada y el cine ya si, empieza a dominar su propio lenguaje. Entorno a Delluc,
se rodearon un grupo de hombres que la historia a catalogado como Escuela
impresionista, para destacarlos del expresionismo alemán, del que les separa su
simplismo estilístico y el refinamiento de sus temas. Este equipo de impresionista era la
2nueva ola” del momento, con su confesada voluntad de vanguardia. De todos ellos
destacó Marcel L´Herbier, que fue un poeta simbolista y autor teatral, antes de
descubrir el cine. Se vino a España a rodar El dorado (1921) un melodrama en el que se
narra los amores de un pintor escandinavo y una bailarina española. En su buceo dentro
de la personalidad de los personajes, este hizo uso de un recurso de imágenes
empañadas o flu, que evocaba a los maestros del impresionismo pictórico. Con Don
Juan (1923) y La inhumana (1924) introdujo el cubismo en los decorados de ambas
películas. Su última producción, en los albores ya del cine sonoro fue Dinero que
trasladaba la novela de Zola a la época moderna
Abel Gance se convirtió en el profeta y visionario del cine francés, que al grito
de “el tiempo de la imagen ha llegado” se convirtió en el más puro alquimista del cine
francés. Fueron notables sus experimentos lumínicos, con imágenes distorsionadas y
deformes, parecidas a los de los espejos de los parques de atracciones. En su película
Yo acuso (1919) el espectador asiste a la macabra escena de la resurrección de
cadáveres de un campo de batalla y la tragedia lirica de la Rueda (1921). Narra la
historia de un atormentado maquinista de tren, que pierde la cabeza enamorada de su
hija adoptiva, el cual acabara perdiendo la vista y la razón. Es de reconocer que, a pesar
de su uso desenfrenado del mal gusto, de la cultura clásica y los melodramas ismo, fue
el máximo explorador junto a Griffith de las posibilidades del lenguaje del cine. Su obra
más ambiciosa fue Napoleón, donde pretendía hacer una gran biografía donde aplicaría
todos sus experimentos. Se ideo utilizar un tríptico para desplegar las más grandiosas
escenas en tres pantallas, adelantándose al Cinerama. También uso unas cámaras muy
ligeras, accionadas con mecanismos de cuerda, que permitían subirlas a caballos para
rodar galopes.
Tal vez la personalidad más madura de esta escuela fue Epstein, de origen
polaco. Con su Coeur Fidele (1923) causo sensación, no tanto por la trama de la
película en sí, un obrero y un chulo que compiten por el amor de una mujer, sino por su
estilo, en especial la escena antológica de la feria con su tiovivo, columpios, autómatas,
etc.; primeros planos, montajes cortos, encuadres oblicuos…Todo un manifiesto y
aplicación del nuevo arte visual. Mientras que Hollywood prefería ambientes lujosos,
frívolos y decadentes, el cine francés, y especialmente el impresionista, se decantaban
por lugares más humanos y mudadnos como la taberna, el suburbio, la plaza; Epstein no
será la excepción. En su obra Finis Terrae llevara el naturalismo a su extremo, con
protagonista y actores que era marineros auténticos. También tuvo sus coqueteos con el
expresionismo alemán, cuando este estaba ya bastante pasado de moda. Con El
hundimiento de la casa Usher desquiciado relato de Alan Poe, se valió del ralentí, para
crear un clima irreal y fantasmagórico a lo largo de toda la obra. Se trataba de violentar
el tiempo real, esa era un de las ambiciones de Epstein, que en sus escritos exalta el
valor de lo sobrenatural, del cine especialmente.

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