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«ESPIRITUALIDAD PREVENTIVA
DE LA VIOLENCIA»
ARITA LÓPEZ PÉREZ / ELÍAS LÓPEZ PÉREZ, SJ*
Resumen
Debemos liderar sociedades pacíficas desde su futuro, focalizando el trabajo en
la siguiente generación, previniendo la violencia con el desarrollo de la sensibi-
lidad espiritual que los niños y jóvenes llevan dentro. La educación debe incluir
el desarrollo de competencias intrapersonales que ayuden al autoconocimiento de
los niños y jóvenes, a ponerse en contacto con su ser interior y las fuentes de vida
que le transcienden, al desarrollo de la espiritualidad por medio de la medita-
ción y la conciencia plena, llevando la atención al silencio. La administración
debería incorporar en todos los colegios unidades de meditación en su currícu-
lum educativo como clave del desarrollo de habilidades para la convivencia
pacífica, como estrategia de prevención contra la violencia.
PALABRAS CLAVE: reconocimiento, no-violencia, meditación, silencio,
pedagogía.
* Los autores de este artículo son hermanos, y ambos trabajan en temas de resolución
de conflictos en distintos ámbitos, Arita (pedagoga especializada en casos conflictivos
en familias), especialmente en el ámbito escolar; y Elías (psicólogo y teólogo especia-
lizado en temas de reconciliación y paz), en el ámbito de conflictos armados.
Abstract
Looking to the future, we must strive to create peaceful societies, focusing our efforts
on the generations to come, preventing violence by nurturing the spiritual sensi-
bility that is alive in all children and young people. Our education system should
include the development of intrapersonal skills that encourage children and young
people to become more self-aware, to connect with their inner selves and the sources
of life that transcend us all, and to advance their spiritual development through
meditation and complete awareness, drawing on the power of silent contempla-
tion. The education authorities should introduce meditation into the curriculum
for all schools as a key means of developing the skills required for peaceful cohabi-
tation, and as a preventative strategy against violence.
KEY WORDS: recognition, non-violence, meditation, silence, teaching methods.
–––––––––––––––
Introducción
Nuestro amigo Pedro nos contó que una pandilla de jóvenes golpeó a su
hijo de veintidós años hasta dejarlo inconsciente en el suelo1. Y que, ya
abatido y completamente indefenso, le propinaron una patada en la cara
que literalmente se la partieron en dos. Su hijo pasaba casualmente por
allí. Quiso separar a dos que se estaban peleando en la calle... y «cobró».
Este es un caso cercano a nosotros de una víctima de la violencia juvenil
en una de las grandes ciudades de España. Los jóvenes de las pandillas
callejeras desarrollan su conducta violenta desde la infancia, como en el
caso de Juan.
Juan es un niño que intentó tirarse por el hueco de la escalera en su cole-
gio. Provocando a sus educadores durante cuatro meses seguidos, ese
intento fue lo más llamativo entre otros actos violentos: permanente-
tos no violentos en los jóvenes con políticas preventivas, más que repre-
sivas y punitivas? La apuesta que proponemos es una pedagogía de la
«no-violencia» desde el desarrollo espiritual en los niños y jóvenes.
Como veremos, se trataría de una propuesta de espiritualidad amplia que
les ponga en contacto con el silencio interior para abrirlos a la experien-
cia de la trascendencia como fuente de actitudes y comportamientos no
violentos. Presentamos lo que llamamos una «espiritualidad preventiva»
de la violencia en cuatro pasos: 1) partimos de una reflexión sobre la
naturaleza de la violencia vivida por los jóvenes, para luego 2) formular
algunos elementos de una pedagogía de la no-violencia, entre ellos 3) la
conexión con el silencio interior, puerta que nos abre a 4) la espirituali-
dad como vacuna contra la violencia.
1. Violencia y juventud
Más de cuatro siglos antes de Cristo, ya decía Sócrates que los jóvenes hoy
en día son unos tiranos que contradicen a sus padres, devoran su comida y le
faltan al respeto a sus maestros. Cuando a Juan se le ponen límites en el
colegio, y para ello se le pregunta quién manda en el aula, Juan respon-
de que él. La violencia tiene que ver con el uso del poder tiránico, trans-
grediendo los límites del respeto y reconocimiento en las relaciones. El
uso violento del poder es una forma de autoafirmación negativa que no
acierta a afirmarse de forma apreciativa y positiva, reconociendo al otro.
Los niños como los jóvenes, tanto en el ámbito familiar como escolar,
pueden llegar a vivir las normas, horarios y obligaciones como una
imposición de límites que es hostil y hay que combatir. Esa conducta
combativa la pueden entender como ejercicio de la libertad propia y
autoafirmación, pero realmente acaba siendo un individualismo violen-
to: búsqueda de satisfacción de los intereses personales, sin escuchar y
buscar la satisfacción de los intereses de otras personas en el grupo. Es
difícil aceptar que vivir es vivir en interdependencia de intereses indivi-
duales entre miembros de un grupo y en interdependencia de intereses
colectivos entre distintos grupos dentro de sociedades complejas. Una
baja tolerancia a la frustración de esos intereses particulares acaba en lo
2. Pedagogía de la no-violencia
3. Manuel SEGURA, SJ, Convivencia Escolar y Formación del Profesorado; ver: www.qua-
dernsdigitals.net/
Einstein decía que ningún problema puede ser resuelto en el mismo estado
de conciencia en que se ha creado. En el silencio meditativo buscamos una
puerta interior de entrada a un nuevo estado de conciencia que se detie-
ne a escuchar hondamente, y así no reacciona ante estímulos agresivos.
Con el silencio buscamos transculturarnos elevándonos por encima de la
cultura científico-técnica y de libre mercado, que busca reactivamente
conocer más para producir más, y producir más para consumir más. Esa
cultura está entretejida con la cultura competitiva, agresiva y violenta en
que estamos inmersos. La pedagogía de la no-violencia incluye atender
al silencio interior para adquirir plena conciencia, la sabiduría que nos
hace libres y transculturales.
Para el Zen, la «conciencia plena» es vaciar la mente de pensamientos lle-
vando la atención al silencio. No se trata de caminar descerebrado (sin
pensamientos) o descorazonado (sin emociones), sino de llevar la aten-
ción al silencio, para que en ese estado de calma podamos discernir y
discriminar los pensamientos, emociones y acciones más adaptados y
beneficiosos dentro de las circunstancias. Se trata de ser señores de la
atención para no ser esclavos reactivos a mil estímulos que nos bombar-
dean. Que la violencia es una conducta reactiva se expresa en el dicho
popular ojo por ojo y diente por diente. La ley del talión quiere poner lími-
te a la tendencia a reaccionar de forma excesivamente violenta a la vio-
lencia de otros. Pero la atención al silencio profundo intenta ser libre
frente a toda acción y reacción violenta, ya sea limitada o ilimitada.
Atender al silencio para vaciarnos de distracciones y ruidos reactivos no
es para quedarse evadidos ahí, desafectados de todo. Atender al silencio
interior es solo una etapa dentro del proceso de ganar conciencia y luci-
dez, seguridad y calma, ecuanimidad y libertad para la elección de con-
ductas pacíficas en lo ctidiano.
Buscamos en el silencio la puerta de entrada a la espiritualidad como
nuevo estado de conciencia. Podemos recurrir a la sabiduría y pedagogía
del silencio profundo que las distintas escuelas espirituales de Oriente y
de Occidente han acumulado a lo largo de años de meditación y con-
templación, para así adentrarnos a nivel metodológico y práctico, paso a
paso, por la puerta del «silencio» que nos abre a la espiritualidad, al espa-
cio que nos conecta con las fuentes de vida.
Conclusión
Cada tradición espiritual busca conectarnos con sus fuentes de vida por
caminos, lenguajes y prácticas diversos. Son esas fuentes espirituales que
encontramos en la experiencia de trascendencia (llámesele «Dios» o no,
ya sea un ser personal o no) las que hacen a niños, jóvenes y adultos
capaces de prevenir la violencia y establecer relaciones justas con uno
mismo, con el otro, con la naturaleza y con la Trascendencia.
Si realmente queremos una generación futura pacífica, la administración
debería incorporar en todas las escuelas programas de meditación que
nos conecten con las múltiples fuentes de vida que hay en los niños y
jóvenes. Debería ser una asignatura más práctica que teórica a incluir en
el currículum educativo como clave del desarrollo de habilidades para la
convivencia pacífica. La educación debe garantizar el desarrollo de com-
petencias intrapersonales que ayuden al autoconocimiento de los niños
y jóvenes, a ponerse en contacto con su ser interior y fuentes de vida que
le transcienden, al desarrollo de la espiritualidad por medio de la medi-
tación y la conciencia plena, llevando la atención al silencio. Debemos
liderar sociedades pacíficas desde su futuro, focalizando el trabajo en la
siguiente generación, desarrollando en los niños y jóvenes la sensibilidad
espiritual que llevan dentro. Esto es lo que hemos llamado «espirituali-
dad preventiva» de la violencia.
136 págs.
P.V.P.: 9,50 €