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«Esta es la vida según el Evangelio de Jesucristo...

»
(RegNB Pról. 2)

800 años de la Regla no bulada.

Darío Mercado OFM


Marcos Quesada OFMConv
Bernardo Molina OFMCap

Roma, 2020
INDICE
INTRODUCCIÓN .................................................................................................................. 1
SIGLAS Y ABREVIATURAS .............................................................................................. 5
I. «LA REGLA Y VIDA DE ESTOS HERMANOS ES ÉSTA…» (REGNB I,1)
INTRODUCCIÓN HISTÓRICA ........................................................................................... 7
II. «LA SEMILLA ES LA PALABRA DE DIOS» (REGNB XXII,11). EL REINO DE
DIOS COMO PROYECTO DE VIDA DE LOS HERMANOS MENORES ...................... 14
III. SEGUIR LAS HUELLAS DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO (REGNB I,1) ....... 22
IV. «Y HAGÁMOSLE SIEMPRE ALLÍ HABITACIÓN Y MORADA» (REGNB XXII,27)
LA VIDA EN EL ESPÍRITU ............................................................................................... 29
V. «SERVIR AL SEÑOR DIOS DENTRO DE LA SANTA IGLESIA» (REGNB XXIII,7).
LA DIMENSIÓN ECLESIAL DE LOS HERMANOS MENORES ................................... 38
VI. «Y CADA UNO AME Y CUIDE A SU HERMANO…» (REGNB IX,10). LA
DIMENSIÓN FRATERNA DE LOS HERMANOS MENORES ....................................... 45
VII. «SEAN MENORES Y SÚBDITOS DE TODOS» (REGNB VII,2). LA MINORIDAD
EN LA REGNB ..................................................................................................................... 54
VIII. «Y TODOS LOS HERMANOS PREDIQUEN CON LAS OBRAS» (REGNB
XVII,3). LA DIMENSIÓN EVANGELIZADORA DE LOS HERMANOS MENORES .. 67
IX. «Y EL QUE PERSEVERE HASTA EL FIN, ESTE SERÁ SALVO» (REGNB
XVI,21). LA DIMENSIÓN ESCATOLÓGICA DE LOS HERMANOS MENORES ........ 78
CONCLUSIÓN .................................................................................................................... 85
BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................. 89
INTRODUCCIÓN

La Regla no bulada es una fuente carismática común para toda la familia


franciscana. Ella representa un momento importante de la codificación y legislación
del carisma. En este sentido existe una relación intrínseca entre la proto-Regla (1209),
RegNB (1221), RegB (1223) y el Test (1226); estos textos permiten conocer las
intuiciones principales de la inspiración carismática de Francisco de Asís. La RegNB
tuvo un proceso formativo: es una norma «de» y «para» la vida de los Hermanos
Menores, cuyo texto legislativo nació del encuentro, del discernimiento y de la
confrontación de los hermanos en los capítulos y en otras instancias. El texto presenta
una dimensión espiritual y práctica que, a su vez, establece una relación indisoluble
entre letra y espíritu; regla y vida; evangelio y testimonio.

Los 800 años de composición de la RegNB es una ocasión para volver al texto:
leerlo, analizarlo, meditarlo y confrontarlo con la realidad actual. La RegNB tuvo un
íter histórico que representa la evolución de la primera fraternidad, en el cual los
hermanos tuvieron un rol importante en torno al hermano Francisco y de cara al
carisma que Dios le reveló:

Y después que el Señor me dio hermanos, nadie me enseñaba qué debería hacer, sino
que el Altísimo mismo me reveló que debería vivir según la forma del santo
Evangelio. Y yo hice que se escribiera en pocas palabras y sencillamente, y el señor
Papa me lo confirmó1.

Es un nuevo signo de los tiempos que, luego de 800 años, la RegNB pueda ser
leída en comunión y participación de la gran familia franciscana: un texto de
inspiración carismática que aún hoy puede ayudar a diseñar el futuro de la vida
evangélica en el mundo y en la Iglesia. En el marco de la celebración de los 800 años
de la RegNB, el presente texto que ofrecemos es el fruto de la reflexión de tres

1
Test 14-15.

1
hermanos pertenecientes a las tres obediencias de la primera Orden: Hermanos
Menores, Hermanos Menores Conventuales y Hermanos Menores Capuchinos.

Este trabajo consiste fundamentalmente en una lectura temática diacrónica de


la RegNB, a partir de la cual individuamos nueve núcleos temáticos, que presentamos
bajo los siguientes títulos:

1. «La regla y vida de estos hermanos es ésta…» (RegNB I,1).

2. «La semilla es la Palabra de Dios» (RegNB XXII,11). El Reino de Dios como


proyecto de vida de los Hermanos Menores.

3. Seguir las huellas de nuestro Señor Jesucristo (RegNB I,1).

4. «Y hagámosle siempre allí habitación y morada» (RegNB XXII,27). La vida


en el Espíritu.

5. «Servir al Señor Dios dentro de la santa Iglesia» (RegNB XXIII,7). La


dimensión eclesial de los Hermanos Menores.

6. «Y cada uno ame y cuide a su hermano…» (RegNB IX,10). La dimensión


fraterna de los Hermanos Menores.

7. «Sean menores y súbditos de todos» (RegNB VII,2). La minoridad en la


RegNB.

8. «Y todos los hermanos prediquen con las obras» (RegNB XVII,3). La


dimensión evangelizadora de los Hermanos Menores.

9. «Y el que persevere hasta el fin, este será salvo» (RegNB XVI,21). La


dimensión escatológica de los Hermanos Menores.

Los nueve temas presentan un esquema único: en primer lugar, una


fundamentación sistemática de los elementos esenciales que están presente en el texto
y que han sido individuados en los núcleos ya dichos; en segundo lugar, algunas
sugerencias para la relectura, que son básicamente una invitación a establecer un

2
diálogo hermenéutico entre el texto de la RegNB y la realidad actual de la Orden o
congregación, de la fraternidad, de la persona, etc. Por último, unas sugerencias para
celebrar nuestra vocación como hermanos desde la perspectiva de los diferentes
matices de nuestros carismas; cada celebración sugiere o presenta un signo que
interpela y anima a vivir nuestra vocación en el presente. Con esto queremos ofrecer
un simple y práctico instrumento que acompañe y motive fundamentalmente la lectura
del texto de la RegNB y, por la gracia de Dios, despierte el deseo de ponerla en
práctica.

Conviene señalar finalmente algunos aspectos de orden metodológico: los


textos de los Escritos de san Francisco son tomados de la última edición crítica, cuya
traducción en español puede leerse en FRANCISCI ASSISIENSIS Scripta, critice
edidit Carolus Paolazzi OFM, Hispanicam versionem Scriptorum S. Francisci curavit
Isidorus Rodríguez Herrera OFM (†). Hispanicam versionem ex lingua Italica ac
totius operis revisionem curavit Raphael Sanz Valdivieso OFM, Collegii S.
Bonaventurae ad Claras Aquas, Grottaferrata (Roma) 2014. Los textos de las
hagiografías están citados según la nomenclatura propuesta por la BAC en San
Francisco de Asís. Escritos, biografías y documentos de la época, edición preparada
por J. A. Guerra. Nueva edición corregida y actualizada, Madrid, 2013; sin embargo,
en algunos casos hemos cambiado la sigla según su nueva nomenclatura2. Por último,
las reglas metodológicas utilizadas corresponden a las normas de la Pontificia
Universidad Antonianum3.

Este esfuerzo común no pretende un carácter de oficial, solo busca proponer


un instrumento de lectura, que permita ir del texto a la vida y de la vida al texto, lo
cual permitirá redescubrir la riqueza y la problemática de un escrito que, después de
ocho siglos de historia, sigue mostrando su dinamismo vital y su actualidad; por ende,

2
Ver tabla de abreviaturas.
3
Se pueden consultar en: http://antonianum.eu/pdf/14.pdf

3
se presenta también como una lectura oportuna y meritoria en medio del deseo actual
por buscar la renovación integral de la vida religiosa.

Para nosotros sentarnos repetidas veces a discutir un texto en el que nos


reconocemos como familia franciscana, trabajar con un mismo método de estudio y
esforzarnos por llegar a conclusiones compartidas significó, sin duda, un espacio
precioso de encuentro fraterno y crecimiento personal. Queremos cerrar esta
introducción invitándoles a la misma experiencia: leer este aporte que ponemos en sus
manos, cuyo sentido y comprensión plenos serán posibles solo si se ha leído y
saboreado primero el texto que le da origen, la Regla no bulada: expresión inestimable
del pensamiento y de la aventura evangélica de Francisco de Asís y de sus primeros
hermanos.

Agradecemos la fraterna colaboración en la revisión del texto a Elena Coelho,


Jesús Torrecilla OFMCap y Edvin David Díaz OFMCap.

4
SIGLAS Y ABREVIATURAS
a. Bíblicas

Dn Daniel.
Mc Evangelio según san Marcos.
Mt Evangelio según san Mateo.
Lc Evangelio según san Lucas.
Jn Evangelio según san Juan.
Ga Carta a los Gálatas.
Rom Carta a los Romanos.
Hb Carta a los Hebreos.
Sant Carta de Santiago.
1Jn Primera carta de san Juan.
1Pe Primera carta de Pedro.

b. Escritos de san Francisco de Asís

Adm (Admonitiones) Admoniciones.


BenL (Benedictio fratri Leoni data) Bendición al hermano León.
Cánt (Canticum fratris Solis) Cántico de las criaturas.
CtaAnt (Epistola ad sanctum Antonium) Carta a san Antonio.
1CtaCler (Epistola ad Clericos) Carta a los clérigos (1ª redacción).
2CtaCler (Epistola ad Clericos) Carta a los clérigos (2ª redacción).
1CtaCus (Epistola ad Custodes 1) Carta a los custodios (1ª redacción).
2CtaCus (Epistola ad Custodes 2) Carta a los custodios (2ª redacción)
1CtaF (Epistola ad Fideles 1) Carta a los fieles (1ª redacción).
2CtaF (Epistola ad Fideles 2) Carta a los fieles (2ª redacción).
CtaL (Epistola ad fratrem Leonem) Carta al hermano León.
CtaM (Epistola ad Ministrum) Carta a un ministro.
CtaO (Epistola toti Ordini missa) Carta a toda la Orden.

5
CtaA (Epistola ad populorum rectores) Carta a las autoridades de los
pueblos.
ExhAD (Exhortatio ad Laudem Dei) Exhortación a la alabanza de Dios.
ParPN (Expositio in Pater Noster) Paráfrasis del Padre Nuestro.
Fragm (Fragmenta alterius RegNB) Fragmentos de la otra Regla no
bulada.
AlD (Laudes Dei Altissimi) Alabanzas al Dios Altísimo.
AlHor (Laudes ad omnes horas dicendae) Alabanzas para todas las
horas.
OrSD (Oratio ante Crucifixum dicta) Oración ante el crucifijo de S.
Damián.
OfP (Officium Passionis Domini) Oficio de la Pasión del Señor.
RegB (Regula bullata) Regla bulada.
RegEr (Regula pro eremitoriis data) Regla para los eremitorios.
RegNB (Regula non bullata) Regla no bulada.
SalBMV (Salutatio Beatae Mariae Virginis) Saludo a la Bienaventurada
Virgen María.
SalVirt (Salutatio virtutum) Saludo a las virtudes.
Test (Testamentum) Testamento.
TestS (Testamentum Senis Factum) Testamento de Siena
UltVol (Ultima voluntas S. Clarae scripta) Ultima voluntad para santa
Clara.
VerAl (De vera et perfecta letitia) La verdadera alegría.

c. Hagiografías de san Francisco de Asís

VbF Vida del Beato Francisco.


Mem Memorial.
CompAss Compilación de Asís.

6
I. «La regla y vida de estos hermanos es ésta…» (RegNB I,1)
Introducción histórica

El texto que nos proponemos estudiar constituye la fuente más importante


sobre los orígenes franciscanos4. La Regla no bulada, que tiene como punto de partida
el encuentro decisivo de Francisco con el Evangelio de Jesucristo5, es un texto
complejo, vital y fundamental: complejo, porque es fruto de un proceso histórico
intrincado, no llano ni armónico, un proceso jalonado por tensiones de todo tipo; vital,
porque fue pensado y ofrecido como una «forma de vida», no como un rígido
ordenamiento jurídico, sino más bien, como una concretización dinámica del
Evangelio; finalmente, la RegNB es un texto fundamental, porque conserva, con
claridad incontaminada, muchas de las intuiciones originarias que Francisco entendió
como iluminación divina, y que determinaron su aventura evangélica y la de sus
primeros hermanos; fueron intuiciones, por lo tanto, que condujeron también a la
fraternidad hacia su institucionalización.

Para acercarnos a los orígenes de la Orden Franciscana y a la normativa


evangélica en torno a la cual se estructuró, resulta elemental conocer la Regla de 1221
y las circunstancias que rodearon su génesis. Para esto, nos detendremos brevemente
en dos puntos: los antecedentes históricos y la evolución y estructura del texto.

1. Antecedentes: la proto-Regla

La conversión de Francisco y el proyecto evangélico que él inició con los


primeros hermanos, tienen como contexto las coyunturas históricas de los dos
primeros decenios del siglo XIII, ellas influyeron en la configuración literaria de la

4
Cf. D. DOZZI, Il Vangelo nella Regola non bollata di Francesco d’Assisi, Roma, 1989, p. 31. La
cursiva es nuestra.
5 Este encuentro fue primeramente personal (cf. VbF IX, 22; TSoc XXV,1-7; LegM III,1), y en un

segundo momento fue comunitario: Francisco consulta el Evangelio junto a sus dos primeros
discípulos, Bernardo de Quintavalle y Pedro Cattaneo (VbF XXIV,5-8; De Inceptione 10-11; TSoc
XXVIII, 6-29; Mem XV,2-10; LegM III,3). Los textos hagiográficos fueron consultados en: San
Francisco de Asís. Escritos, biografías y documentos de la época, edición preparada por J. A. Guerra.
Nueva edición corregida y actualizada, Madrid, 2003.

7
RegNB. Debemos aclarar que, antes del 1221, el término «regla» aún no estaba
definido oficialmente en la Orden6; no obstante, sabemos que sí existía un texto base,
un Propositum vitae, estructurado a partir de textos bíblicos que Francisco presentó
al Papa Inocencio III para su aprobación. De esta proto-Regla lamentablemente no
tenemos ningún testimonio documental directo, sabemos solo que su primera
redacción coincide con la incorporación de los primeros hermanos. En RegNB,
empero, podemos encontrar varios fragmentos que con mucha probabilidad formaban
parte de este Propositum vitae inicial7.

La existencia de una tal proto-Regla o Propositum vitae está en plena


coherencia con lo que el mismo Pobrecillo escribe en su Testamento: «El mismo
Altísimo me reveló que debería vivir según la forma del santo Evangelio. Y yo hice
que fuera escrita en pocas palabras y sencillamente, y el Señor Papa me la confirmó»8.
El primer biógrafo, Tomás de Celano, confirma este hecho y nos permite conocer al
respecto otros detalles, al referir que:

Viendo el bienaventurado Francisco que el Señor Dios le aumentaba de día a día el


número de seguidores, escribió para sí y sus hermanos, presentes y futuros, con
sencillez y en pocas palabras, una forma de vida y regla, sirviéndose, sobre todo, de
textos del santo Evangelio, cuya perfección solamente deseaba. Añadió, con todo,
algunas pocas cosas más, absolutamente necesarias para poder vivir santamente9.

6
Como no estaba tampoco oficialmente definido el nombre de “Orden de Hermanos Menores”.
7
Principalmente aquellos pasajes evangélicos que fueron un referente vocacional para el Pobrecillo
(Mt 10,7-12; 16,24; 19,21; Lc 9,3), lo mismo que los textos bíblicos incluidos en el cap. XIV. Otro
elemento significativo es que en el prólogo de RegNB, Francisco promete obediencia al papa
Inocencio III, aunque este había muerto el 16 de julio de 1216. Una indicación de este tipo tuvo que
ser incluida en RegNB antes del 1216, porque la obediencia canónica no puede ser prometida a una
persona muerta; estaríamos, entonces, frente a otro resabio del Propositum vitae. Cf. FRANCISCI
ASSISIENSIS Scripta, critice edidit Carolus Paolazzi OFM, Hispanicam versionem Scriptorum S.
Francisci curavit Isidorus Rodríguez Herrera OFM (†). Hispanicam versionem ex lingua Italica ac
totius operis revisionem curavit Raphael Sanz Valdivieso OFM, Collegii S. Bonaventurae ad Claras
Aquas, Grottaferrata (Roma), 2014, p. 228.
8
Test 15.
9
VbF 32. Se ve claramente que el hagiógrafo toma las palabras reportadas en el Testamento: «…yo
hice que fuera escrita en pocas palabras y sencillamente».

8
La RegNB tiene, pues, sus orígenes en esta «forma de vida y regla» presentada
a Inocencio III en el 1209. Durante los años siguientes, el documento se enriqueció,
se desarrolló y se discernió a la luz de tres factores decisivos10: a) las experiencias
fraternas y pastorales de los hermanos, b) las enseñanzas y vivencias del mismo
Francisco, c) la doctrina de la Iglesia, especialmente los decretos del IV Concilio de
Letrán11.

La proto-Regla pronto se mostró insuficiente para un grupo que crecía


exponencialmente y que conquistaba espacios cada vez más importantes en la Iglesia
y en la sociedad. Esto provocaba en el grupo12 una necesidad constante de
autodefinición; lo cual obligaba también a la consolidación de una regla más
elaborada, es decir, que no fuera solo un tejido de textos evangélicos, y que
respondiera de mejor manera a las nuevas circunstancias. Es así como los frailes que,
por ejemplo, llegaron a París en 1219 llevaban consigo una Regla13, cuyo contenido
tenía que ser muy cercano al texto que ahora estudiamos.

2. Evolución del texto y estructura interna

El proceso de formación de RegNB abarca aproximadamente un período de 12


años. El estadio final lo constituyó el Capítulo de Pentecostés de 1221, el último en el
que se reunieron todos los hermanos. Estos capítulos anuales demostraron ser una

10
Cf. Francis of Assisi, the Saint. Early Documents, edited by J. Armstrong – J.A. Hellmann – W.J.
Short, volume I, New York, 1999, p. 63.
11
Convocado y precedido por Inocencio III, el Cuarto Concilio Lateranense (celebrado del 11 al 30
de noviembre de 1215) es considerado el más determinante de los concilios medievales. En varias
secciones de RegNB, p. e., en el capítulo XX, es evidente que Francisco acata las indicaciones
emanadas de este concilio, sobre todo los cánones I, XX y XXI.
12
El término «orden» (ordo), en sentido de «orden religiosa», no aparece en RegNB. Respecto a como
se dio la evolución de una fraternidad evangélica a una orden institucionalizada, las soluciones de los
estudiosos son variadas y, en algunos casos, extremistas: desde los que sostienen que Francisco quiso
solo una fraternidad laical; hasta los que proponen que desde el inicio el Asisiate pretendió fundar
una orden religiosa nueva. Entre estas dos posturas antagónicas, está la vía intermedia, que nos parece
la más razonable: el paso de fraternidad a orden se dio mediante una evolución gradual, que no fue
ni traumática ni malévolamente tergiversada por la Curia Romana. Cf. DOZZI, Il Vangelo nella Regola
non bollata, 37.
13
Cf. D. FLOOD – W. VAN DIJK – T. MATURA, La nascita de un carisma, Milano, 1976, p. 46.

9
excelente oportunidad para releer y reformular los textos normativos que debían
definir las líneas de acción de la nueva «Religión». Algunas de las hagiografías
franciscanas primitivas14 y también algunos escritos del mismo Francisco15, aportan
noticias de cómo, efectivamente, la Regla se sometía a discusión y reelaboración
durante los capítulos. Estas normas comunitarias, redactadas en los encuentros
anuales, eran presentadas a la Sede Apostólica para su correspondiente aprobación,
como lo testimonia un historiador del siglo XIII16. Exactamente eso fue lo que
hicieron, fray Francisco y el Capítulo General de 1221: someter el texto completo de
la Regla al papa Honorio III, quien «la concedió y confirmó»17, aunque sin una bula
escrita: de aquí viene el nombre de Regla no bulada18.

El texto completo de la RegNB, tal como lo conocemos hoy, es posterior a


setiembre de 122019. A pesar de los avances en la investigación, aún no podemos
responder todas las preguntas respecto a la transmisión textual, datación, desarrollo y
variantes textuales; estos continúan siendo problemas abiertos y no son de fácil
solución. Al menos se confirma un dato seguro: para llegar a su estado actual, la
RegNB tuvo que pasar por un largo proceso evolutivo y de consolidación, que no
necesariamente coincide con la estructura interna con que la conocemos hoy: un
prólogo introductorio, 23 capítulos y una conclusión general, que constituye el cap.
XXIV.

Al tratarse de un proceso, cuyo núcleo originario se remonta al 1209, es normal


que en el transcurso de los años el texto se revisase y se enriqueciese progresivamente,

14
Cf. Tsoc XIV, 57.
15
Cf. EpMin13.
16
Cf. JACOBO DE VITRY, Carta primera, en San Francisco de Asís. Escritos, biografías y documentos
de la época, 956-957.
17
Cf. RegNB, pról.
18
Que en la conclusión de RegNB Francisco hable «de parte Dios Omnipotente y del Señor Papa»,
para ordenar firmemente la observancia de este texto jurídico es un indicador de que la Regla había
sido confirmada por la Sede Apostólica. Cf. FRANCISCI ASSISIENSIS Scripta, 235-234.
19
Esta fecha tope (post quem) se deduce del hecho que en el cap. II (vv. 8-12) la Regla acata la
normativa de la Cum secundum consilium, una bula papal que Honorio III promulgó para los
Hermanos Menores el 22 de setiembre de 1220.

10
algunas secciones sufriesen cambios y otras no. Por eso, algunos capítulos son
posteriores a otros e, incluso, dentro de ellos, pequeñas secciones fueron incluidas o
modificadas en una época posterior. Encontramos también repeticiones y algunos
títulos que no se corresponden plenamente con el contenido de los capítulos, etc.

A nivel de estructura y contenido, queda claro que la RegNB rechaza cualquier


clasificación casuístico-canónica, porque no es un severo código disciplinario, es una
«Regla y vida»; compuesta no por un experto jurista, sino por un hombre de corazón
libre y puro, que quiso siempre vivir y contagiar el Evangelio.

La historia de la RegNB muestra de forma privilegiada el modo en que


Francisco leyó el Evangelio y cómo, en discernimiento comunitario con los hermanos,
lo transformó paulatinamente en un programa de vida. El texto legislativo de los
Hermanos Menores continuó su desarrollo y evolución hasta el año 1223. La Regla
de 1221 refleja con gran viveza este camino identitario realizado por una fraternidad
evangélica que buscaba autodefinirse, cuestionarse y darse una fisonomía propia
dentro de la Iglesia y la sociedad.

Esto nos ayuda a entender que la RegNB no se trata de un texto cerrado, a modo
de una ley canónica ya fijada de manera definitiva, sino que más bien refleja la
evolución de la Orden20: un «escrito vivo» vinculado directamente a los desafíos y a
los ideales de aquella fraternidad evangélica, que se reflejaba y apoyaba en esta Regla,
en la cual, texto y vida se afectan mutuamente.

Sugerencias para la relectura

- La riqueza de la RegNB se evidencia en que, si bien es de carácter legislativo,


escapa a todo legalismo jurídico. En su interior encontramos grandes secciones
de hondo contenido espiritual y laudatorio21, que, por una parte, nos hablan de
la indudable originalidad y autenticidad del texto y, por otra, nos introducen en

20
Cf. FLOOD, La nascita de un carisma, 48
21
Ejemplo sublime son los caps. XXII y XXIII.

11
la profundidad del corazón del hermano Francisco. También hoy, todos los que
nos sentimos y estamos vinculados a la herencia carismática del Pobrecillo de
Asís, debemos construir, asumir y vivenciar nuestras normas jurídicas internas
con ese mismo espíritu de libertad, gozo y agradecimiento que caracterizaron
desde el inicio la experiencia cristiana de los Hermanos Menores.

- La importancia de hacer una adecuada relectura de la propia historia personal,


fundacional y comunitaria, se muestra un recurso necesario ya para redescubrir
y valorar las raíces que dan sustento a lo que hoy somos, ya para saber
responder a los signos de los tiempos presentes con opciones actualizadas y
evangélicas, que sean coherentes con la propia identidad carismática. Salta
aquí la centralidad de los capítulos (locales, custodiales, provinciales): ricos
espacios de discernimiento fraterno, que deben coadyuvar a la maduración de
nuestras opciones comunitarias y a la toma de conciencia del ideal cristiano y
franciscano que nos hermana e identifica.

Sugerencias para la celebración

En un contexto de encuentro comunitario, y en clima de oración, les invitamos


a reflexionar y responder lo siguiente: teniendo en cuenta que la Regla es un texto que
no solo busca ser obedecido jurídicamente, sino ser acogido de un modo mucho más
generoso e integral, como «Regla y vida»:

1. ¿Somos una comunidad franciscana que construye ambientes comunes y


saludables en los que nos sentimos libres y espontáneos, o más bien, una
fraternidad legalista, donde las normas se vuelven tiranas?

2. ¿Son nuestras constituciones un medio que permite a nuestra fraternidad


narrarse a sí misma, vivir con alegría el Evangelio y traducir fielmente el
espíritu de la Regla de san Francisco a nuestros desafíos actuales?

3. ¿Nuestras normas y estructuras dejan espacio a la intervención de Dios y a la


creatividad personal en nuestra vida individual y comunitaria?

12
4. Se cierra el momento celebrativo con la lectura de Adm VII:

Dice el Apóstol: La letra mata, pero el espíritu vivifica (2 Cor 3,6). Son
matados por la letra aquellos que únicamente desean saber las palabras solas,
para ser tenidos por más sabios entre los otros y poder adquirir grandes riquezas
que dar a consanguíneos y amigos. Y mueren por la letra aquellos religiosos
que no quieren seguir el espíritu de la divina letra, sino que desean más bien
saber únicamente las palabras e interpretarlas para los otros. Y son vivificados
por el espíritu de la divina letra aquellos que no atribuyen al cuerpo toda la letra
que saben y desean saber, sino que, con la palabra y el ejemplo, la devuelven
al altísimo Señor Dios, de quien es todo bien.

13
II. «La semilla es la Palabra de Dios» (RegNB XXII,11). El Reino de Dios como
proyecto de vida de los Hermanos Menores

El principio que alimenta y el sustrato que sostiene y construye el pensamiento


de Francisco con respecto al Reino de Dios es la Sagrada Escritura. La meditación y
contemplación constante de la Palabra de Dios, leída en el seno de la Iglesia, le
permitió entrar en una sintonía auténtica y profunda con Jesucristo y, a su vez, captar
las líneas fundamentales del anuncio de la Buena Noticia: «El tiempo se ha cumplido
y el Reino de Dios está cerca; conviértanse y crean en la Buena Nueva»22. La RegNB
remite en primer lugar al Evangelio como forma y norma de vida: es el punto de
partida y de llegada de la forma de vida de los Hermanos Menores23.

En el texto se pueden identificar algunos núcleos narrativos que concentran el


radicalismo de ciertos temas esenciales del Evangelio del Reino que pasan a formar
parte del ideal carismático de Francisco: el seguimiento, el proyecto del Reino, etc24.
El Reino de Dios es una idea transversal y fundamental para Francisco de Asís. Jesús
llamó a sus oyentes al arrepentimiento y a la fe. Estas son las actitudes exigidas a
aquellos que quieren seguir al Hijo de Dios25. Francisco captó y entró en esta misma
dinámica. La radicalidad de esta experiencia fundamenta y orienta la vida de los
Hermanos Menores ya desde el ingreso en la Orden: «Nadie que pone la mano en el
arado y mira atrás es apto para el Reino de Dios» 26.

1. El Reino de Dios como programa de vida

El Reino de Dios es un programa de vida terreno, que exige ciertas aptitudes


que hacen posible la pertenencia y participación en él, y, al mismo tiempo, una

22
Mc 1,15.
23
Cf. RegNB Prol, 2.
24
Cf. RegNB 1, 1-5; 9,1-4.7-10; RegNB 2, 14; 7, 15; 11, 10-11; 16, 12-15. 21; 22, 1-4; RegNB 11, 7-
10; 14, 1-6.
25
Cf. DUNN J. D. G., El cristianismo en sus comienzos, Jesús recordado, vol. I, traducción de S.
Fernández Martínez, Estella, 2009, p. 571-576.
26
RegNB II,10.

14
promesa futura para los que viven de acuerdo con la lógica del anuncio de Jesús, así
lo señala la RegNB: «Y, aunque se les llame hipócritas, no cesen, sin embargo, de
obrar bien, y no busquen vestidos caros en este siglo, para que puedan tener unas
vestiduras en el reino de los cielos»27 . La dimensión presente y futura sitúan el Reino
como un programa de vida evangélico que atraviesa toda la experiencia cristiana de
Francisco y de la primera fraternidad28. Acoger el Reino, significa un compromiso
primordial y vital, que involucra toda la vida del Hermano Menor, especialmente la
vigilancia y la observancia de la pobreza de espíritu, que se opone a todo tipo de
posesión y dominio: «Guardémonos, por lo tanto, los que lo dejamos todo (Cf. Mt
19,27), no sea que perdamos por tan poca cosa el reino de los cielos»29. Francisco
descubre que el Evangelio y el Reino de Dios no son ideas abstractas, sino que se
sintetizan e identifican en la persona de Jesús y en el plan de la salvación.

El Reino es un modo de ser, de vivir y de situarse frente a Dios, a sí mismo, a


los hermanos, a la Iglesia y al mundo. Es un modo determinado de seguir y de anunciar
a Jesús. Este tipo de proclamación es caracterizada por la minoridad:

El otro modo es que, cuando vieran que agrada a Dios, anuncien la palabra de Dios,
para que crean en Dios omnipotente, Padre e Hijo y Espíritu Santo, creador de todas
las cosas, en el Hijo, redentor y salvador, y para que se bauticen y hagan cristianos,
porque el que no volviere a nacer del agua y del Espíritu Santo, no puede entrar en
el Reino de Dios (Cf. Jn 3,5)30.

Francisco re-propone el sentido y el alcance que tiene el Reino de Dios en un


periodo en el que la comprensión mayoritaria era la identificación del Reino de Dios
con la realeza de Cristo. Empero, él inmerso en la Palabra de Dios, especialmente a
través del ritmo de la liturgia, elabora mediante su experiencia cristiana personal y

27
RegNB II,15.
28
«El Evangelio es todo para los frailes: estilo de vida, forma de ser y forma de actuar; en una palabra:
la Regla de los frailes. El sentido de su existencia es ùnicamente esto: vivir el alegre anuncio de la
Nueva Aleanza». Cf. K. ESSER, Origini e valori autentici dell’Ordine dei Frati Minori, Milano, 1972,
p. 259.
29
RegNB VIII, 5.
30
RegNB XVI, 7.

15
fraterna como también social y eclesial, una fresca y actual comprensión del núcleo
de la predicación de Jesús: «hacer penitencia y dar frutos de penitencia»
(conversión)31. El Reino de Dios es una dimensión trascendente, no sujeta a las
estructuras terrenas, pero que se instaura y crece en la historia del mundo32. Es un
compromiso y una promesa. Francisco re-propone la dimensión futura del Reino, pero
sin olvidar la situación y condición presente: «Bienaventurados los que mueren en
penitencia, porque estarán en el reino de los cielos»33. La opción por el Reino y su
justicia implica la perseverancia y la fidelidad a la Buena Noticia y a la renovación de
las estructuras que no lo transparentan, por eso la RegNB enfatiza: «Bienaventurados
los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos
(Mt 5,10)»34. La forma de vida de los Hermanos Menores está estrechamente unida al
misterio pascual, como manifestación y proclamación del Reino de Dios.

2. El Reino de Dios: corazón del Evangelio y de la Regla

El Reino de Dios es el corazón del Evangelio y el Evangelio es, a su vez, el


corazón de la Regla. Así se define la forma de vida de los Hermanos Menores: «La
Regla y vida de estos hermanos es ésta: vivir en obediencia, en castidad y sin nada
propio, y seguir la doctrina y las huellas de nuestro Señor Jesucristo»35. La Regla,
como forma de vida, está inserta en el gran plan de salvación y asumida en la historia
personal de quien la profesa. La Regla es la vida de los Hermanos Menores, y lo será
en la medida en que su contenido esencial, la observancia del Evangelio, entre a
formar parte del plan salvífico de cada uno36, es decir, en la medida que cada uno
logre una personalización del proyecto de vida evangélico.

31
Cf. RegNB XVII, 1-19; 21,1-9.
32
Cf. B. MOLINA, El Reino de Dios en los Escritos de san Francisco de Asís, en Laurentianum 61
(2020) p. 158ss.
33
RegNB XXI, 7.
34
RegNB XVI, 12; RegB X, 11.
35
RegNB I, 1.
36
Cf. F. URIBE, La Regla de san Francisco, Letra y espíritu, Murcia, 2006, p. 56.

16
El Evangelio es una línea transversal y característica en los escritos de
Francisco y, por lo mismo, en su experiencia cristiana37. El Pobrecillo de Asís
desencadenó un proceso encarnatorio (kenótico) de la Palabra de Dios. Él leía el
Evangelio para vivirlo; para hacer carne la Palabra que es Cristo. La relación con el
Evangelio es la relación con una Persona: Cristo (Palabra de Dios); desde esta
perspectiva se entiende el radicalismo del seguimiento de Cristo, lo cual exige una
vida vocacional38.

La relación que Francisco tiene con la Palabra es una relación viva y eficaz con
la persona de Jesús. Como toda relación (diálogo) auténtica involucra toda la persona.
Sólo cuando la persona se involucra en sus dimensiones fundamentales, entonces se
puede dar el proceso «encarnatorio» de la Palabra (trans-formación). Estas
dimensiones son: intelecto, afecto y práctica. La RegNB, a la luz de la parábola del
sembrador, ofrece un verdadero programa de vida espiritual que tiene como finalidad
acoger, hacer crecer y dar frutos de la «Palabra del Reino»39: La Palabra del Reino
puede ser acogida por cuatro tipos de terrenos: el que está junto al camino, el que es
pedregoso, el que está lleno de cardos y el bueno y óptimo. Francisco, sin embargo,
advierte tajantemente de evitar cualesquiera de los tres primeros tipos de terreno, que
son el prototipo de la no acogida de la Palabra del Reino. La atención debe estar
focalizada en ser el cuarto tipo de terreno, «corazón bueno y óptimo», que es el
modelo positivo porque permite la acogida, la germinación y la producción de los
frutos. Cada uno de estos pasos comporta una acción determinada:

37 Para confirmar esta realidad basta hacer un pequeño recorrido por algunos de los escritos: El Test
(1226-1209), RegNB (1221) y RegB (1223), etc. Francisco conoció los textos de la Sagrada Escritura,
especialmente los del NT, a través de la liturgia (oficio divino), que comprendía la Eucaristía y el
Breviario (Liturgia de las Horas). Los escritos revelan un notable conocimiento del NT y del AT,
específicamente del libro de los Salmos.
38
Cf. RegNB 1, 1; 22, 9-18; RegNB 2, 1-15.
39
Cf. RegNB XXII,9-17.

17
a. El terreno junto al camino: escuchar y no entender la Palabra del Reino. La
importancia de la Palabra comprendida: entender (comprender) el sentido de
la Palabra y penetrar en su misterio (leer dentro). Esto culmina en el acto de fe.

b. El terreno rocoso: escuchar y no perseverar en la Palabra del Reino. La


importancia de la Palabra amada: solo se permanece en aquello que se ama, lo
cual requiere establecer una relación afectiva con la Palabra, a fin de
permanecer y obedecerla.

c. El terreno espinoso: escuchar y sofocar la Palabra del Reino. La importancia


de la Palabra vivida: es el acto final que se verifica en los frutos, expresados
en la vida y en la germinación de la Palabra dentro del corazón del cristiano.

d. El terreno bueno: escuchar y comprender la Palabra del Reino. La unidad e


integridad de la persona. La semilla que es plantada en un buen terreno, que es
el corazón del hombre «óptimo y perfecto», permite escuchar, comprender y
permanecer en la Palabra de Dios. Francisco invita a los hermanos a tener un
corazón habitado por el Espíritu del Señor, un corazón limpio y puro.

De esta manera es posible salir del círculo de la ignorancia, de la inconstancia


y del egocentrismo, porque la Palabra del Reino necesita ser comprendida, amada y
practicada, escuchada y comprendida, para así poder creer en ella y producir frutos.
La relación con la Palabra de Dios no es una relación literaria, es decir, con un texto
construido, sino con el misterio de una presencia viva y transformante. Esta verdad
permite establecer un diálogo con lo que el texto revela. En definitiva con el
protagonista, Cristo. El misterio de Dios no es algo para ser admirado curiosamente,
sino que debe ser interiorizado y recreado.

La Palabra de Dios que es viva y eficaz no alcanzará su cumplimiento real y su


pleno significado (signum) mientras no opere una transformación en aquel que la
recibe. Es el paso de la in-formación a la trans-formación, según «la forma» de la
Palabra (Logos), es decir, el paso de discípulo (seguidor) a testigo (configurado). Para

18
Francisco, la verdad del Evangelio no es una realidad que se ha de conocer (nivel
teórico), sino un encuentro con una persona viva, a quien debemos seguir40: «Padre,
los que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para
que vean tu claridad (Jn 17,24) en tu reino (Mt 20,21)»41.

La promesa de participar del Reino de los cielos abre la perspectiva humana a


una dimensión de esperanza que ilumina todo el camino del discípulo42. La
evangelización es una derivación lógica del seguimiento de Cristo y de la instauración
del Reino de Dios. Esto mismo lleva a plantear la idea de una Iglesia menos
preocupada de las cosas terrenas, lo que no significa que sea alienada o espiritualista;
sino más espiritual, es decir, capaz de proponer una visión esperanzadora que
conduzca a los creyentes a mirar el futuro con un sentido escatológico:

Y te damos gracias porque el mismo Hijo tuyo vendrá de nuevo en la gloria de su


majestad a enviar al fuego eterno a los malditos, que no hicieron penitencia y no te
conocieron, y a decir a todos los que te conocieron y adoraron y te sirvieron en la
penitencia: “Venid, benditos de mi Padre, recibid el reino que os está
preparado desde el origen del mundo (Cf. Mt 25,34)”43.

En este sentido, la intuición teológica del Pobrecillo lleva a la Iglesia y a la


Orden a una dimensión mucho más amplia y fundamental: el Reino de Dios y su
justicia.

Sugerencias para la relectura

- El Reino de Dios para Francisco de Asís es una realidad integral y activa que
posee una dinámica reveladora que parte de la gratuidad del amor del Padre,
como don, entra en el corazón del hombre y crece y se hace fecundo en el
mundo y será pleno en el Reino eterno, del cual los hermanos serán «herederos

40
Para una mayor profundización remitimos a D. DOZZI, “Así dice el Señor”, El Evangelio en los
escritos de san Francisco, Oñati-Guipúzcoa, 2003, p. 21-22.
41
RegNB XXII, 55; 1CtaF 19; 2CtaF 60.
42
Cf. F. URIBE – B. MOLINA, El canto del hombre pobre. Lectura y actualización de las admoniciones
de san Francisco de Asís, Madrid, 2017, p. 83-92.
43
RegNB XXIII, 4.

19
y reyes»44. De este modo, el Reino de Dios es un proyecto y una promesa que
se concretiza en la vida y en la vocación del hermano menor. Es importante
que cada uno pueda llegar a una adecuada personalización e identificación con
el proyecto del Reino, que se concretiza en la profesión y la vivencia de la
Regla, la cual es la concretización y la síntesis del Evangelio.

- Para Francisco el punto de partida fueron las personas. Νo comenzó haciendo la


Iglesia o la sociedad fraterna y menor, sino que a hombres y a mujeres
concretos les propuso vivir como hermanos y menores. Así cortó los círculos
negativos y originó y promocionó comportamientos positivos en la Iglesia y en
la sociedad. De este modo logró crear ambientes renovados y confiables porque
partió de sí mismo, generando una propuesta nueva, ya que propagó una
verdadera novedad. En este sentido podemos decir que la espiritualidad
franciscana es profundamente positiva y propositiva, es decir, creadora y
promocionadora de esperanza, aún en medio de un ambiente pesimista,
pecaminoso, adverso, etc. Más aún, este ambiente, aquí y ahora, es el lugar
propicio para hacer presente y despertar el anhelo del Reino de Dios. Esto
requiere una mínima capacidad de adaptación y un compromiso vital y creativo
con la sociedad y la Iglesia.

- Acoger y vivir el Reino de Dios implica una seria revisión de nuestra coherencia
evangélica que se expresa en nuestra relación con los pobres y marginados. El
Reino no tiene fronteras y en él hay espacio para todos. Podremos anticipar la
promesa de la vida eterna en la medida que nuestra vida y nuestras estructuras
sean una manifestación diáfana de fraternidad y minoridad, es decir, del Reino
de Dios.
- Francisco tuvo una clara y consciente convicción de la dimensión futura del
Reino de Dios. Sin embargo, no descuidó su compromiso con la sociedad y el

44
RegB VI, 4.

20
presente. Tener claro el horizonte o la meta final permite hacer opciones
coherentes y fieles al proyecto de Reino «aquí y ahora»: la coherencia engendra
felicidad y una de las características del Reino es la alegría. Es conveniente
preguntarse ¿Vivo alegremente mi vocación de Hermano Menor?

Sugerencias para la celebración

Encender un cirio, abrir el Nuevo Testamento y leer Mc 1,15. Luego de un


momento de silencio invitar a los presentes a realizar el siguiente signo:

1. Pensar en un versículo, expresión o palabra del Evangelio que sea significativa


en mi vida.

2. Luego de un momento de silencio se comparte en alta voz la expresión,


versículo o palabra, mientras un secretario la escribe en una hoja.

3. Cuando todos la han compartido, se realiza la proclamación en el siguiente


modo: canto «aleluya», una persona proclama el texto, comenzando con el
siguiente enunciado: «les anuncio la buena noticia de nuestro Salvador
Jesucristo…», al final se dice: «Palabra del Señor», todos responden: «Gloria
y honor a ti Señor Jesús».

4. Se finaliza con una oración compartida, invitando a nombrar a todos los


preferidos del Reino que hoy sufren: pobres, marginados, enfermos, niños, etc.

5. Padre nuestro.

21
III. Seguir las huellas de nuestro Señor Jesucristo (RegNB I,1)

«Seguir» significa ponerse en camino tras las huellas del Maestro y esto fue lo
que hizo Francisco de Asís, cuando descubrió la persona apasionante de Jesús que lo
llamaba. Fue tan fuerte esta experiencia en su vida que así lo comunicó a sus
hermanos, aquellos que el Señor le regaló y así lo consignó en la mayoría de sus
Escritos45. Seguir a Jesús se convirtió en su razón de ser y es la invitación que nos
hace continuamente a nosotros. En el capítulo primero de la RegNB, Francisco
especifica en qué consiste la «Regla y vida» de los hermanos y señala dos elementos
fundamentales46:

a. Vivir en obediencia, en castidad y sin propio.


b. Seguir la doctrina y las huellas de nuestro Señor Jesucristo.

1. El seguimiento de Jesús y los consejos evangélicos

Después del binomio «Regla y vida», con el cual se le da identidad al


documento, se mencionan los destinatarios: «estos hermanos». Es posible que cuando
fueron escritas las palabras iniciales de este capítulo, todavía no se utilizaba el nombre
específico para identificar los destinatarios de la «Regla y vida», como lo
encontraremos en el encabezamiento de la Regla de 1223, dirigida explícitamente a
los Hermanos Menores.

Seguidamente, se define «la Vida y Regla» de los hermanos como «vivir en


obediencia, en castidad y sin propio», que son los tres consejos evangélicos que le dan

45 Adm 6,2; 2CtaF 13; CtaL 3; CtaO 51; Frag 1,1; Frag 1, 73; RegNB 1,1; RegNB 1,2; RegNB 1,3;
RegNB 9,1; RegNB 22,2; UltVol 1; RegNB 22,9; Frag 1,6; OfP 7,8; 15,13; OfP 5,14.
46
RegNB I, 1-5: La Regla y vida de estos hermanos es esta, a saber, vivir en obediencia, en castidad
y sin propio, y seguir la doctrina y las huellas de nuestro Señor Jesucristo, que dice: Si quieres ser
perfecto, ve y vende todo (Cf. Lc 18,22) lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el
cielo; y ven, sígueme (Mt 19,21). Y: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome
su cruz y sígame (Mt 16,24). Asimismo: Si alguno quiere venir a mí y no odia padre y madre y mujer
e hijos y hermanos y hermanas, y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío (Lc 14,26). Y:
Todo el que haya dejado padre o madre, hermanos o hermanas, mujer o hijos, casas o campos por mí,
recibirá cien veces más y poseerá la vida eterna (Cf. Mt 19,29; Mc 10.29; Lc 18,29).

22
al seguimiento de Cristo de los hermanos, la índole específica de la «vida religiosa».
Hoy se acepta que la doctrina de los tres consejos como elementos constitutivos de la
vida religiosa, llámese «Orden o Religión», se gesta en el siglo XII. Los encontramos
como una triada por primera vez en el Concilio Lateranense II (1139), que los impuso
como preceptos, aún no como votos, a las Ordenes de Canónigos47. Teniendo en
cuenta que al inicio del siglo XIII los tres consejos fueron adquiriendo un grado de
exigencia canónica para la vida religiosa, se podría suponer que esta mención en la
RegNB haya sido una disposición de parte del Papa Inocencio III48. Es importante
destacar que los textos evangélicos mencionados en los versículos 2-5, en cierto modo
desarrollan los tres consejos evangélicos y son puestos en relación directa con el
seguimiento de Cristo.

Haciendo un análisis cuidadoso de los pasajes evangélicos, notamos que los


dos primeros, están determinados por el verbo «seguir»49, es decir, desarrollan la
comprensión de seguimiento que tenía el Pobrecillo. El tercero utiliza la expresión
«venir a mí»50, puesta también en la perspectiva del seguimiento. La expresión
«poseerá la vida eterna» del cuarto texto51, es el punto más alto del seguimiento. Es
el cumplimiento de las promesas hechas a aquellos que decidieron dejarlo todo por
Jesús, la primera en este mundo: «recibirá cien veces más», y la otra con un carácter
escatológico: «poseerán la vida eterna».

La lectura de los textos nos permite descubrir también que están atravesados
por el tema de la desapropiación interior, elemento que constituye el corazón mismo
de la espiritualidad de Francisco52. Razón por la cual, podemos identificar la pobreza,

47
Cf. J. M. LOZANO, La sequela di Cristo. Teologia storico sistematica della vita religiosa, Milano,
1981, p. 137-138; DOZZI, Il Vangelo nella Regola non bollata, 61-62.
48
Cf. FLOOD, La nascita di un carisma, 73.
49
Cf. Lc 18,22; Mt 19,21.
50
Cf. Mt 16,24.
51
Cf. Mt 19,29.
52
F. URIBE, «Prolegómenos para el estudio de las Admoniciones de san Francisco de Asís. Ensayo
introductivo y bibliográfico», en Antonianum 84 (2009) p. 65-108.

23
desde su dimensión más profunda, como clave de lectura53. Veamos el siguiente
esquema:

Castidad: ordenamiento
de los afectos: “odiar
padre y madre…” (Lc
14,26)

Obediencia:
“negarse a sí
mismo” y “tomar
la cruz” (Mt
16,24)

sin propio:
"vender todo",
"darlo todo" (Lc
18,22)

Núcleo:
Pobreza
interior

El primer texto propone el seguimiento de Jesús desde la pobreza material,


expresada como «vender todo» y «darlo a los pobres». El segundo propone el
seguimiento desde la obediencia en sus niveles más profundos: «negarse a sí mismo»
y «tomar la cruz». El tercer texto se refiere a la castidad, entendida como el
ordenamiento de los afectos: «odiar padre y madre»54, y subordinarlos al seguimiento
de Jesús.

53
F. URIBE, La “pre-historia” de la Regla franciscana, Re-examen de las fuentes y propuestas en
Selecciones de Franciscanismo 39 (2010) p. 3-35.
54
Al comentar este primer capítulo de la RegNB escribe D. Dozzi: «Este tipo de análisis permite
captar un aspecto importante: vivir en obediencia, en castidad y "sine proprio" no es exactamente
sinónimo de la segunda parte de la definición (et Domini nostri Iesu Christi doctrinam et vestigia
sequi, qui dicit...) sino que presenta sólo el primero de los tres movimientos constitutivos de esta
"vida", el de "dejar" (las cosas propias: sine proprio; la propia voluntad: la obediencia; los propios
afectos familiares: la castidad)». Cf. DOZZI, Il Vangelo nella Regola non bollata, 135. La traducción
es nuestra.

24
2. Elementos cristológicos del seguimiento

En el conjunto de la RegNB encontramos cinco textos relacionados con el


seguimiento de Jesús, todos ellos con un sentido cristológico, es decir, presentan la
misma comprensión que tienen en los Evangelios sinópticos, en cuanto se refieren al
seguimiento de Cristo55. Uno de ellos muestra el seguimiento en relación directa con
la Pasión y la cruz56. La exhortación a seguir a Cristo significa asumir la misma actitud
redentora del amor que no excluye ni discrimina, incluso a los propios perseguidores.
En este caso el seguimiento supera lo que podríamos llamar «una actitud pasiva» e
implica la decisión activa de amar a los enemigos.

Hay otro pasaje de la Regla que usa el verbo «seguir» con referencia al
anonadamiento de Cristo; para ello utiliza el díptico «humildad y pobreza»57. A la luz
del texto podemos afirmar que el seguimiento de Cristo es un proceso Kenótico que
se enriquece con la pobreza, entendida esta tanto en sus dimensiones externas58 como
internas59. En consecuencia, el discípulo va por el mundo con un corazón
desapropiado.

Los hermanos se comprometieron ante todo a «seguir las huellas del Señor
Jesucristo», que exigía necesariamente una participación plena en la suerte de los
pobres. Precisamente porque en la marginación y en la pobreza se asumía de manera
más auténtica la condición de Cristo humillado y burlado y se realizaban plenamente

55
Cf. RegNB I,2; I,3; IX,1; XXII,1-2; XXII,9.
56
Cf. RegNB XXII, 1-2: «Atendamos todos los hermanos a lo que dice el Señor: Amad a vuestros
enemigos y haced el bien a los que os odian (Cf. Mt 5,44), porque nuestro Señor Jesucristo, cuyas
huellas debemos seguir (Cf. 1Pe 2,21), llamó amigo a su traidor y se ofreció espontáneamente a los
que lo crucificaron».
57
RegNB IX,1: «Todos los hermanos empéñense en seguir la humildad y pobreza de nuestro Señor
Jesucristo y recuerden que…».
58
RegNB I,2: «si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes… y ven, y sígueme»
59
RegNB I,3: «si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz y sígame»;
RegNB XXII, 9: «pero ahora, después de que dejamos el mundo, ninguna otra cosa tenemos que hacer,
sino seguir la voluntad del Señor y agradarle a él»

25
las exigencias de su seguimiento60. Esto es lo que más le importaba a Francisco, como
lo afirmó Tomás de Celano:

la suprema aspiración de Francisco, su más vivo deseo y su más elevado propósito,


era observar en todo y siempre el santo Evangelio y seguir la doctrina de nuestro
Señor Jesucristo y sus pasos con suma atención, con todo cuidado, con todo el anhelo
de su mente, con todo el fervor de su corazón. En asidua meditación recordaba sus
palabras y con agudísima consideración repasaba sus obras. Tenía tan presente en su
memoria la humildad de la encarnación y la caridad de la pasión, que difícilmente
quería pensar en otra cosa61.

Sugerencias para la relectura

- El Evangelio nos presenta que el llamado o vocación, es siempre una iniciativa


de parte del Maestro. Es Él quien llama y la decisión de seguirlo depende del
discípulo. La propuesta de Jesús es presentada con la expresión «si quieres»,
nunca se impone y ante la propuesta del Maestro, el discípulo es llamado a
responder con libertad. El deseo de descubrir qué significa el seguimiento hoy,
exige del cristiano reactualizar en cada momento de la historia la experiencia
de Jesús. Desde esta perspectiva, «seguir» significa hacer presente la vida de
Jesús en la historia de cada cristiano.

- Seguir a Jesús es una actitud dinámica que implica la experiencia del camino.
Es un itinerario que nunca termina, pero que requiere del discípulo un constante
discernimiento para seguir las huellas del Maestro en el acontecer de la historia.
Esto significa una tensión vital permanente entre nuestros propios quereres y
lo que quiere el Señor y supone entrar en las categorías de lo que Francisco
llama «la vida de penitencia».

- La RegNB establece una relación directa entre seguimiento de Cristo y consejos


evangélicos y presenta como raíz de ello la desapropiación interior. Esto

60
Cf. F. ACCROCCA – A. CICERI, Francesco e i suoi frati. Edizioni Biblioteca Francescana, Milano,
1998, p. 30.
61 Mem 84.

26
significa asumir para nuestras vidas una nueva escala de valores conforme al
Evangelio de Jesús. Es necesario discernir si dicha escala afecta todas las
dimensiones de nuestra existencia:

a) En cuanto a la relación con Dios: seguir a Jesús significa reconocer a Dios


como Padre humilde y que con su Hijo se ha anonadado. Es un Dios grande
que se hace pequeño en la pequeñez de su Unigénito. Esta convicción de
Francisco es también la invitación a entrar en un proceso de kénosis, que se
traduce en una continua desapropiación.

b) En cuanto a la relación con nosotros mismos: seguir a Jesús significa evitar


todo deseo de superioridad en el trato con los demás, pues debemos ser
conscientes de nuestra pequeñez confrontada con la grandeza de Dios.

c) En cuanto a la relación con los otros: seguir a Jesús significa establecer


relaciones que sean expresión de una vida evangélica y esto se concretiza en la
cotidianidad, ya sea en la necesidad, en la enfermedad, en las situaciones de
pecado, en la cercanía a los excluidos de la sociedad, en el lugar de los
empobrecidos, así como en el servicio de gobernar.

d) En cuanto a la relación con las cosas: seguir a Jesús significa tener un corazón
que prefiere las cosas celestiales y subordina a ellas los bienes de este mundo.
Por lo tanto, el discípulo es consciente del sentido profundo de la
desapropiación y, como consecuencia, libera su corazón de toda posesión que
sea obstáculo para ir detrás del Maestro, restituye a Dios lo que a Él le
pertenece, pues sabe que es el «todo Bien, Sumo Bien, Bien total»62.

62
AlHor 11.

27
Sugerencias para la celebración

Luego de haber meditado sobre el seguimiento de Jesús a la luz de la RegNB,


los invitamos a encender una luz (vela) y en silencio, revisar cómo ha sido mi
experiencia de seguimiento y reflexionar los siguientes elementos:

1. Francisco no nos dejó una teoría sobre el seguimiento, sino que nos comunicó
su experiencia de Jesús, a quien descubrió en sus dimensiones humanas.
¿Cuáles son las características más notorias que comporta el seguimiento de
Jesús para Francisco? De esas características ¿Cuáles aún deben ser
profundizadas en tu vida de franciscano?

2. ¿Qué actitudes de tu personalidad te impiden seguir a Jesús y cuáles requieren


ser iluminadas por el Evangelio?

3. Los invitamos a orar juntos:

Dios omnipotente, somos todos diferentes y reflejamos de manera diferente las


maravillas de tu creación. Nos acercamos a ti con diferentes actitudes: quién
deseoso, quién renuente, quién entendiendo bien, quién entendiendo mal... En
tu misericordia nos has dado a Jesús para que te encontremos en alguien como
nosotros. Trátanos según nuestras diferencias, nuestras fuerzas y nuestras
debilidades, para que podamos llegar a conocerte en Él63. Amén.

63
Cf. R. BROWN, Para que tengáis vida, a solas con Juan Evangelista, Bilbao, 1998, p. 55.

28
IV. «Y hagámosle siempre allí habitación y morada» (RegNB XXII,27)
La vida en el Espíritu

En la RegNB, la vida de los hermanos es puesta en relación no solo con el


Evangelio y con Jesucristo, sino también con el Espíritu. Por lo tanto, para
comprender la experiencia espiritual de Francisco de Asís, es fundamental conocer el
rol determinante que tiene en ella el Espíritu Santo como motor del seguimiento de
Jesús. En la presente reflexión abordaremos la vida en el Espíritu. Con ello nos
referimos al proceso de conversión, de transformación, de santificación que hace el
hermano menor.

La RegNB presenta treinta y cinco textos en los cuales hace uso del término
«Espíritu»64. Éstos a su vez pueden ser clasificados en tres grupos65. En el primero
encontramos catorce textos, referidos claramente a la Tercera Persona de la Trinidad,
que es identificada la mayoría de las veces como «Espíritu Santo», pero en ocasiones
también como «Espíritu Paráclito» o «Espíritu del Señor»66. En el segundo,
encontramos cuatro textos de difícil clasificación, pues no siempre se sabe si deben
ser escritos con mayúscula para referirlos directamente al Espíritu Santo, o si en
cambio se refieren a su acción o reflejan sus efectos, como «espíritu y vida», «caridad
de espíritu», «paz del espíritu», «espíritu y verdad»67. El tercer grupo, conformado
por diecisiete textos, reúne los usos del término referidos a una dimensión peculiar
del ser humano o a una actitud del alma: como el «espíritu interior», «espíritu de
compunción»68, o al «espíritu de la carne»69, o a los seres espirituales, o a los espíritus

64
En el conjunto de los Escritos de Francisco, la palabra se encuentra 95 veces. Vale la pena destacar
el alto porcentaje de dicho término en la RegNB.
65
Para esta clasificación del término, nos hemos basado en la presentada por F. URIBE, Núcleos del
carisma de san Francisco de Asís. La identidad franciscana, Oñati, 2017, p. 60-61.
66
Cf. RegNB XVII,14; XXII,27; XXII,31; XV,7; XXI,2; 0,1; XII,6; XVII,16; XXIII,11; XXIV,5;
XVI,7; XXIII,1; XXIII,5; XXIII,6.
67
Cf. RegNB XXII,39; V,14; XVII,15; XXII,31.
68
Cf. RegNB X,3; XVII,12.
69
Cf. RegNB XVII,11.

29
inmundos70. Dentro de este último grupo proponemos también el adjetivo
«espiritual»71 y el adverbio «espiritualmente»72.

Los textos identificados nos permiten comprender tanto la visión que del
Espíritu Santo tenía el Pobrecillo, como su importancia en el seguimiento de Jesús y
las implicaciones que tiene para la vida de los hermanos, como lo veremos a
continuación.

1. Visión del Espíritu Santo

Francisco comprende la acción del Espíritu Santo a lo largo de toda la historia


de la salvación. De hecho, el Padre crea los seres espirituales y corporales por su
«unigénito Hijo con el Espíritu Santo»73. El paráclito, junto al Hijo, es el cantor
principal de la doxología eucarística dirigida al Padre74; habita en el corazón de los
fieles y hace de ellos miembros de su templo75. El Espíritu de adopción concede al
creyente la posibilidad de «adorar al Padre en espíritu y verdad»76 y al mismo tiempo
es comprendido como «espíritu y vida»77 que hace activa y eficaz la Palabra de Dios.
Gracias a él puede ser entendida, adquiere un sentido y nos conduce a la confesión de
la divinidad de Cristo, puesto que ninguno puede confesar que Jesús es el Señor si no
es en el Espíritu Santo78.

70
Cf. RegNB XXII,21; XVII,6; XXII,24.
71
Cf. RegNB II,11; XII,3; XII,4; XXII,1.
72
Cf. RegNB II,4, IV,2; V,4; V,5; V,8; VII,15; XVI,5; de los cuales, parece ser que sólo dos tengan
un significado teológico, se trata de V,4: «y si vieren que alguno de ellos camina según la carne y no
espiritualmente, de acuerdo con la rectitud de nuestra vida» y V,5: «Mas si entre los frailes, donde
quiera que estén, hubiera algún fraile que quiere caminar carnalmente y no espiritualmente…».
73
RegNB XXIII,1.
74
Cf. RegNB XXIII, 5-6.
75
Cf. RegNB XXIII,6.
76
RegNB XXII, 31.
77
RegNB XXII,39.
78
Cf. 1Cor 12,3.

30
2. Misión del Espíritu Santo en el seguimiento de Jesús

Cuando los hermanos se proponen seguir a Jesucristo, se deben identificar con


su persona, su mensaje y su misión. Dios se ha entregado a sí mismo en la persona de
su Hijo mediante la acción del Espíritu Santo. Esta donación-misión es comunión de
Dios con el ser humano y con el mundo. Se trata de una convicción que se encuentra
a la raíz de la fe franciscana, o sea de quien quiere hacer el seguimiento radical de
Jesús79. Por esta razón, la vida de los hermanos es «el seguimiento de Jesucristo» o
«la vida en el Espíritu». Sin embargo, la RegNB V, 4-5, nos advierte que se puede
vivir esta vida en dos modos: «carnalmente» o «espiritualmente». El modo adecuado
de vivirla es seguir a Jesús, pero en el Espíritu.

La persona del Espíritu Santo es presentada en varias ocasiones en la RegNB


(diez veces) en el vínculo trinitario. Así mismo, el Cristo encontrado por Francisco en
el Evangelio es el Hijo del Padre Altísimo, que lo introduce en una comprensión
profundamente trinitaria del misterio de Dios. En consecuencia, Dios se comunica
donándonos el Espíritu; el Espíritu y la vida de Dios son donados por medio de las
palabras de Jesús. La tarea del Espíritu es revelarnos y comunicarnos la vida de Dios,
pero éste cumple su tarea sirviéndose de las palabras de Jesús, del Evangelio80.

Dios Espíritu Evangelio Nosotros

Ahora bien, cuando Dios nos ha alcanzado81, el Espíritu suscita en nosotros la


fe y la progresiva renovación de la vida cristiana a través del bautismo; solo así se
entra en el Reino de Dios, se conoce y se participa de su vida. Renacer en el Espíritu

79
F. URIBE, Modo franciscano de Evangelizar. La Evangelización en las fuentes franciscanas,
Medellín, 2015, p. 105.
80
Cf. DOZZI, Il vangelo nella Regola non Bollata, 369.
81
RegNB XVI,7: «Porque el que no volviere a nacer del agua y del Espíritu Santo, no puede entrar en
el Reino de Dios (Cf. Jn 3,5)».

31
es un camino progresivo de fe que hace entrar siempre más profundamente en el Reino
de Dios, es decir, en un pleno conocimiento y comunión con Cristo.

3. La acción del Espíritu Santo en la vida de los hermanos

La RegNB XVII,14-16 resume en pocas líneas eso que Francisco percibe como
acción del Espíritu Santo en la vida de sus hermanos; para ello utiliza la expresión
«Espíritu del Señor». ¿Qué acciones, movimientos o actitudes suscitan la presencia
del Espíritu en el corazón de los hermanos?

14
A. Consciencia Por el contrario, el espíritu del Señor quiere que la carne
del proprio «Yo» sea mortificada y despreciada, vil y abyecta.

15
B. Se empeña y Y se aplica con empeño a la humildad y la paciencia y
conduce a la pura y simple y verdadera paz del espíritu.

16
Y siempre desea, sobre todas las cosas, el temor divino y la
C. Elección de un sabiduría divina y el amor divino del Padre y del Hijo y del
camino de verdad Espíritu Santo.

En el texto, el Espíritu del Señor es presentado en oposición al pasaje


inmediatamente precedente: «espíritu de la carne»82. Su acción es identificada como
un movimiento propio del alma debido a una potencia divina que es el Espíritu Santo.
El primer fruto de este Espíritu, es la toma de conciencia de la dimensión carnal de sí,
manifestada en egoísmo y autosuficiencia que rechazan a Dios y al prójimo. Este «yo»
debe morir, como indican los cuatro vocablos: mortificada, despreciada, vil y abyecta.
Como consecuencia de lo anterior, el Espíritu se empeña y conduce a vivir algunos
valores fundamentales: humildad como conocimiento del propio yo y su aceptación
total; paciencia entendida en el sentido de saber resistir y continuar; pura simplicidad,

82
RegNB XVII, 11-13.

32
es decir, un corazón vaciado de si y centrado en Dios y sus promesas; verdadera paz
del Espíritu, esto es, una cierta calma interior sólidamente fundada sobre la esperanza.

A la cima de todo, después de rechazar el mal y la elección de un camino de


verdad sobre si, se perfila la realidad propiamente divina. El Espíritu quiere la muerte
de la carne, se empeña en crear algunas actitudes, pero sobre todo se identifica con un
deseo ardiente83 del temor y de la reverencia, del sabor y gusto del amor donados de
la unión con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo84. En tal sentido, la posesión
del Espíritu del Señor determina el paso de la vida carnal a la vida espiritual, de los
vicios a las virtudes. Esta es la verdadera clave de la vida espiritual: el Espíritu suscita
en aquel que realiza el seguimiento un proceso que lo transforma en hermano y menor.

4. Habitados por el Espíritu del Señor

Francisco usa frecuentemente el adverbio «espiritualmente», que debe ser


entendido en su sentido más profundo, es decir, con referencia a la acción del Espíritu
Santo, que reposa sobre sus fieles y estos deben hacerle «habitación y morada»85. Esta
inhabitación significa, en primer lugar, que los hermanos no son guiados por el
espíritu de la carne86, ni actúan según los impulsos del egoísmo, de los caprichos, de
la curiosidad, de las evasiones, de las conveniencias personales o de otros motivos,
sino que, guiados por el Espíritu del Señor, llegan a ser verdaderos seguidores de

83
«y siempre sobre todas las cosas desea…» (RegNB XVII,16).
84
Cf. T. MATURA, Francesco, un altro volto, Edizioni Biblioteca Francescana, Paris, 1996, p. 96-97.
La traducción es nuestra.
85
RegNB XXII,27: Y hagámosle siempre allí habitación y morada (Cf. Jn14,23) a aquél que es Señor
Dios omnipotente, Padre e Hijo y Espíritu Santo, que dice: Vigilad, pues, orando en todo tiempo,
para que seáis considerados dignos de huir de todos los males que han de venir, y de estar en pie
ante el Hijo de Dios del Hombre (Lc 21,36).
86
En efecto, el adverbio spiritualiter se opone a carnal o al temporal y los Escritos lo presentan del
modo siguiente: el postulante puede espiritualmente vender sus cosas y darlas a los pobres (Cf. RegNB
II,4); se contempla la posibilidad de los hermanos que no puedan observar espiritualmente la Regla
(Cf. RegB X,4) o que caminen carnal y no espiritualmente (Cf. RegNB 5,4-5); los hermanos se deben
comportar entre sí espiritual y amorosamente (Cf. RegNB VII,15) y cuando van entre sarracenos y
otros infieles se pueden comportar espiritualmente de dos modos (Cf. RegNB XVI,5). Lo mismo
sucede con el adjetivo spiritualis (Cf. RegNB II,11; XII,3.4; XXIII,1).

33
Jesús87. De hecho, los hermanos que deciden seguir sus huellas en esta forma de vida
lo hacen movidos por «divina inspiración», es decir, es el Espíritu Santo quien los
habilita y los ayuda a discernir verdaderamente sus motivaciones. Es así como pueden
darlo todo por el Señor88.

De igual modo, la acción misionera, es ante todo el desarrollo de la vida según


el Espíritu y no una conquista, ni una colonización, ni una acción proselitista. Es por
ello, que los hermanos deben rechazar radicalmente la violencia y el poder, escoger
los puestos en la sociedad en los cuales no están en una posición de mando y así
socavar las estructuras jerárquicas a través de la obediencia y sumisión. De hecho, el
propósito de la obediencia y la sumisión es la fraternidad: un nuevo modo de tratar
con las personas y con la creación, no con la violencia y el poder, sino con el espíritu
de amor y dulzura89.

Sugerencias para la relectura

- La vida de los hermanos es el fruto y la condición del encuentro entre la Palabra


y el Espíritu, un encuentro que da la vida en Cristo, da vida al Evangelio y
permite a Cristo vivir en ellos hasta el final90. Es importante preguntarnos hoy
¿Qué significa para nuestra vida de seguidores de Jesús estar habitados por el
Espíritu del Señor?

- Tener el Espíritu del Señor significa poner en práctica en nosotros los mismos
sentimientos de los que surgió la santa operación de la Kénosis, cuando en
Cristo Dios asumió la condición de siervo poniéndose al servicio de todos,
incluso de aquellos que se habían convertido en sus enemigos91. Implica para

87
Cf. URIBE, Modo franciscano de Evangelizar, 105.
88
Cf. RegNB II,4.
89
L. LEHMANN, Inter-esse come testimonianza francescana, en In Dialogo. Metodo scientifico e stile
di vita, a cura de L. Bianchi e R. Di Muro, EDB, Bologna, 2020, p. 191-218.
90
Cf. DOZZI, Il vangelo nella Regola non Bollata di san Francesco, 369.
91
Cf. P. MARANESI, Le relazioni tra fratelli, en La Regola di frate Francesco. Eredità e sfida, a cura
di P. Maranesi e F. Accrocca, Milano, 2012, p. 530.

34
el creyente vivir su vida teniendo como absoluto el Reino de Dios, es decir,
será su proyecto de vida. En su condición de hombre del Reino, tendrá la
capacidad de interpretar su historia, así como lo hizo Francisco que se dejó
guiar por la moción del Espíritu, que lo condujo, lo transformó y lo hizo
experimentar los sentimientos del Padre en Jesús.
- Por la acción del Espíritu del Señor, el creyente descubre el rostro del Dios del
Reino, que en su libre ofrecerse al hombre desciende a su nivel de existencia
privándose del esplendor, de la gloria, del poder divino. En concreto,
renunciando a todo instrumento de presión para llegar solo con su desnudez
directo a su corazón y conquistarlo únicamente con la fuerza de su persuasión.
Al mismo tiempo donando al hombre, por tal vía, un modelo de existencia a
seguir porque se realiza en su humanidad según los valores humanos más
verdaderos y profundos92.
- Tener el Espíritu del Señor significa vivir una espiritualidad encarnada e
histórica, que brota principalmente de fundamentar la propia vida en una nueva
lógica que no es la del «hacer» o del «tener», sino la del «ser». que hace
emerger de la persona lo mejor que hay en ella, para ponerlo al servicio de los
demás. Implica también vivir en la esperanza, de modo que los demás crean
que otro mundo es posible. Por ello el creyente reconoce en el prójimo a su
hermano y sabe que su lugar es cerca de los más débiles, al lado de los nuevos
leprosos, a quienes también considera destinatarios del Reino.

- Tener el Espíritu del Señor es testimoniar con la vida el signo trinitario de la


fraternidad, que se expresa reconociendo en cada hombre el don de Dios, en la
relación de cuidado, que implica la protección de la casa común y la
preservación de la vida en todas su manifestaciones, porque todo es obra de un

92
Cf. G. IAMMARRONE, Gesù Cristo volto del Padre e modello dell’uomo. L’apporto della visione
francescana, Edizione Messaggero, Padova, 2004, p. 134.

35
único Creador, así como lo descubrió y celebró Francisco: «loado seas, mi
Señor, con todas tus criaturas»93.

- Tener el Espíritu del Señor es señalar al Padre como meta futura y trascendente,
al cual se llega por el único camino que es Cristo, pues «el Reino comienza a
crecer en el corazón del hombre, se manifiesta en las relaciones nuevas y
evangélicas con los demás y culmina con la visión de Dios»94.

Sugerencias para la celebración:

Los invitamos a realizar un encuentro de oración fraterno, teniendo en cuenta


los siguientes momentos:

1. Preparar el lugar con algunos cirios encendidos y signos referidos al Espíritu


Santo.

2. Invocamos la presencia del Señor, escuchando y cantando «Veni creator


Spiritus».

3. Ahora, cada uno meditará en silencio la RegNB XXIII,11:

En todas partes, en todo lugar, a toda hora y en todo tiempo, diariamente y de


continuo, todos nosotros creamos verdadera y humildemente, y tengamos en el
corazón y amemos, honremos, adoremos, sirvamos, alabemos y bendigamos,
glorifiquemos y ensalcemos sobremanera, magnifiquemos y demos gracias al
altísimo y sumo Dios eterno, Trinidad y Unidad, Padre e Hijo y Espíritu Santo,
creador de todas las cosas y salvador de todos los que creen y esperan en él y
lo aman a él, que es sin principio y sin fin, inmutable, invisible, inenarrable,
inefable, incomprensible, inescrutable (Cf. Rom 11,33), bendito, laudable,
glorioso, ensalzado sobremanera (Cf. Dan 3,52), sublime, excelso, suave,
amable, deleitable y todo entero sobre todas las cosas deseable por los siglos.
Amén.

93
Cánt 5.
94MOLINA, El Reino de Dios en el pensamiento eclesiológico y escatológico de san Francisco de
Asís, p. 377.

36
4. Los invitamos a orar por las principales oscuridades de la vida personal que,
crees y sientes, deben ser iluminadas por el Espíritu Santo.

5. Los invitamos a hacer públicas sus peticiones por las realidades de la vida
fraterna que requieren ser iluminadas por el Espíritu Santo, considerado por el
hermano Francisco, el «Ministro General de la Orden de los hermanos
menores»95.

6. Finalizamos con la Oración ante el Crucifijo de san Damián.

95
Cf. Mem 193.

37
V. «Servir al Señor Dios dentro de la santa Iglesia» (RegNB XXIII,7). La
dimensión eclesial de los Hermanos Menores

En el Bajo Medioevo, finales del s. XII e inicios del s. XIII, existía un ambiente
de ideales encontrados: de una parte una gran desilusión, frustración y desencanto de
las estructuras imperantes, es decir, el régimen social y eclesial; por otra parte la
búsqueda de grandes ideales que se iban perfilando, representados especialmente por
el movimiento del despertar evangélico96. Si miramos con atención, el común
denominador del sistema social y eclesial era el ejercicio del poder, el liderazgo y la
autoridad moral. Las confianzas estaban rotas por la acción y el comportamiento de
los líderes: emperadores, reyes, papas, clero, etc. que hicieron colapsar el sistema,
junto con otros factores. Lo cual creó un ambiente de ideas encontradas, privilegiando
el pesimismo, la descalificación, los prejuicios y la indiferencia. Por este hecho es tan
sorprendente que Francisco sitúa a sus seguidores como hermanos (fraternidad) y
siervos (menores); antagonismos del ejercicio equivocado del poder. Francisco fue
capaz de originar un cambio y un cambio positivo: le devuelve a la Iglesia su identidad
de servidora, pues ella había adquirido una connotación diferente acentuando
especialmente el carácter jerárquico y el dominio universal a partir de la realeza de
Cristo. Veamos dos aspectos eclesiológicos importantes que subraya la Regla no
Bulada:

1. Una visión renovada de la Iglesia

La fe de Francisco confiesa que el Hijo de Dios vive en la Iglesia: «todos los


hermanos sean católicos, vivan y hablen católicamente. Pero, si alguno se apartara, de
palabra o con las obras, de la fe y vida católicas, y no se enmendara, sea expulsado de
nuestra fraternidad»97. Ella tiene la gran misión de anunciar y manifestar el Reino de
Dios a los hombres porque es la transmisora del plan de la salvación, del cual los

96
Cf. A. VAUCHEZ, La spiritualità dell’Occidente medioevale, Introduzione di G. Cracco, 3ª ed.,
Milano, 2006, p. 67-127.
97
RegNB XIX, 1-2.

38
hermanos forman parte: «cuando los hermanos van por el mundo, no lleven nada para
el camino: ni bolsa, ni alforja, ni pan, ni pecunia, ni bastón (Cf. Lc 9,3; 10,4; Mt 10,10).
Y en toda casa en la que entren digan primero: paz a esta casa (Cf. Lc 10,5)» 98. Él
vivió su vocación evangélica dentro de la Iglesia y enmarca la vida en penitencia
dentro de ella99; efectivamente pasa de la fe individual a la fe en la comunidad eclesial,
es decir, una fe que se madura y que se nutre dentro del seno de la comunidad de los
creyentes: «el hermano Francisco y todo aquel que sea cabeza de esta Religión,
prometa obediencia y reverencia al señor papa Inocencio y a sus sucesores»100. La fe
de Francisco en la Iglesia es una fe concreta, porque la estructura y la sacramentalidad
de ella tiene como objetivo transparentar (anunciar) y actualizar el misterio de la
salvación:

Y así, contritos y confesados, reciban el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo


con gran humildad y veneración, recordando lo que dice el Señor: El que come mi
carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna (Cf. Jn 6,54); y: Haced esto en
conmemoración mía (Lc 22,19)101.

El texto subraya la dimensión ministerial (servicio), sacramental y


evangelizadora de la Iglesia102; en este sentido ella es la mediadora y servidora del
Reino. Ella tiene como tarea prolongar y actualizar la salvación en todos los hombres.
La experiencia evangélica de Francisco, vivida en el interior de la Iglesia, le permite
poner de relieve su identidad más profunda: servidora del Reino de Dios. En este
sentido, la figura y ejemplo de la Virgen María juega un papel importante; ella es la
«Virgen hecha Iglesia»103, que colaboró en el plan de la salvación y por eso es modelo
y ejemplo de la Iglesia servidora.

98
RegNB XIV, 1-2.
99
Cf. P. MESSA, Le fonti patristiche negli scritti di Francesco di Assisi, Assisi, 1999, p. 337.
100
RegNB, Pról. 3.
101
RegNB XX, 5-6.
102
El vínculo entre estas dimensiones se descubre especialmente en los textos de la RegNB 23, 7 y de
la 1-2CtaF.
103 SalVM 1.

39
Existe un vínculo estrecho entre la Iglesia y la Orden que se fundamenta en un
proyecto común que es el Reino de Dios. Este es el vínculo indisoluble de comunión,
pertenencia y participación en la misión e identidad de la Iglesia y de la Orden. La
Iglesia es la asamblea de «los que quieren servir al Señor»104, ellos se han incorporado
explícita y conscientemente en su reinado. La Iglesia tiene como misión acoger a
todos y, al mismo tiempo, ofrecer el lugar en donde todos pueden encontrar un espacio
para realizar y vivir la propia identidad filial y fraterna. Francisco tiene una visión
amplia de la Iglesia, es decir, como el pueblo de Dios reunido en torno a Cristo105. El
reinado de Dios y el pueblo de Dios están constitutivamente vinculados el uno al otro.
La Iglesia es una comunidad de hermanos caracterizada por la igualdad y reciprocidad
fraterna de aquellos que solamente tienen a Dios por Rey, cuyo modo de gobernar es
actualizado en el plan de la salvación106:

y a todas las naciones y a todos los hombres de todos los lugares de la tierra, que son
y serán, humildemente les rogamos y suplicamos todos nosotros, los Hermanos
Menores, siervos inútiles (Lc 17,10), que perseveremos todos en la verdadera fe y en
la penitencia porque de otro modo nadie se puede salvar107.

2. Una propuesta eclesial nueva

La propuesta eclesial de Francisco introduce una inversión de la lógica del


poder, es decir: una inversión de la organización estructural-piramidal, ya que pone
en primer lugar a los siervos y en el último a los señores. El santo introduce la lógica
del Evangelio: «los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos»108.
Por esto llama a la fraternidad: «Orden de Hermanos Menores»109. Francisco

104
RegNB XXIII,7.
105
Cf. L. IRIARTE, Vocazione Francescana, Sintesi degli ideali di san Francesco e di santa Chiara,
4ª ed. a cura di T. Jansen – W. Block, Bologna, 2006, p. 86.
106
El tema sobre la realeza de Cristo y la Iglesia ha sido bien desarrollado por S. VERHEY, Der Mensch
unter der Herrschaft Gottes. Versuch einer Theologie des Menschen nach dem hl. Franziskus von
Assisi, Düsseldorf, 1960, p. 168-170.
107
RegNB XXIII,7.
108
Mt 19,30.
109
Cf. RegB 1,1; VbF 38,3.

40
descubrió en el Evangelio la imagen y el modo de obrar de Dios. Cristo, el Hijo y el
enviado del Padre, se situó en la historia humana y entre los humanos como el que
sirve. Él fue el menor, siendo «el mayor de muchos hermanos»110. Seguir a Cristo
significa recrear este mismo movimiento, es decir, situarse en la vida como «un
servidor».

En la visión eclesial de Francisco no se encuentra ningún elemento de la


teología imperial, que sostenía la importancia y la misión del rey cristiano en este
período de la baja Edad Media. Por el contrario, como bien lo señala la RegNB XXIII,
7, en ella tienen una preeminencia los menos favorecidos sobre los grandes y los
señores. Los Hermanos Menores también forman parte de este gran pueblo de Dios,
en el que todos están invitados a participar, pero ellos son los últimos de los
mencionados en la lista, porque éste es el lugar y la condición que ocupan dentro de
la Iglesia, como bien los califica la expresión: «sean menores»111. En la comunidad
eclesial, que es servidora, los menores son siervos de los siervos112. Ellos forman parte
de una única comunidad; de este modo se actualiza el sueño de Dios que Juan lo
expresa en el capítulo 17, 11 con las siguientes palabras y que Francisco cita tres
veces: «para que ellos sean uno como también nosotros»113. No existe ninguna
identificación en el orden estructural y jerárquico entre la Iglesia y el Reino. Ella por
el contrario es la que sirve a la unidad y al crecimiento del pueblo de Dios. En este
sentido, Francisco supera, anticipadamente, la identificación de la Iglesia con el
Reino, que acompañó por mucho tiempo la historia de la teología y que sólo fue
superada definitivamente en la Lumen gentium y en la Gaudium et spes del Concilio
Vaticano II.

110
Rm 8,29.
111
RegNB 6,2.
112
Cf. M. A. LAVILLA, La imagen del siervo en el pensamiento de san Francisco de Asís, según sus
Escritos, Valencia 1995, p. 234.
113
RegNB 22, 45; 1CtaF 18; 2CtaF 59.

41
Sugerencias para la relectura

- La visión de la RegNB sobre la identidad y misión de la Iglesia es una ocasión


apropiada para reflexionar sobre la dimensión eclesial de nuestra vida: nuestra
presencia y misión en la Iglesia. En principio, ningún tipo de servicio o lugar
dentro de la comunidad eclesial es prohibido a los hermanos porque toda
ocasión puede transformarse en un momento propicio para practicar la
fraternidad y la minoridad. Sin embargo, existen lugares preferenciales, que
ayudan a vivir con mayor radicalidad y transparencia nuestra identidad: «la
Iglesia de la periferia». Sería una buena ocasión para responder a la pregunta:
¿Dónde están ubicadas hoy nuestras fraternidades (conventos)? ¿Cuáles son
las características que definen nuestro servicio pastoral dentro de la Iglesia?

- Francisco elaboró una imagen clara y precisa sobre la identidad y la misión de


la Iglesia. Sería bueno preguntarnos: ¿Cuál es la imagen que tenemos hoy de
la Iglesia? ¿Cuál es nuestra idea sobre la misión que ella tiene en el mundo de
hoy? El Concilio Vaticano II dio un nuevo giro a la eclesiología y el Papa
Francisco está invitando a todos los bautizados a manifestar el rostro materno
de la madre Iglesia: «Una Iglesia en salida y de puertas abiertas».

- El vínculo que Francisco de Asís estableció con la Iglesia fue una alianza de
comunión y obediencia no solo con la comunidad eclesial, sino también con
sus representantes. Aunque en los escritos nunca menciona una crítica explicita
a la Iglesia, su propuesta de vida evangélica fue, en cierta medida, una crítica
implícita; sin embargo, no se quedó en los puntos negativos o en los obstáculos,
por el contrario, propuso una alternativa de renovación. La obediencia de
Francisco fue una «obediencia creativa», que nosotros estamos llamados a
vivir.

42
Sugerencias para la celebración

Luego de haber reflexionado sobre la dimensión eclesial en la RegNB les


invitamos a celebrar la comunión y participación en la comunidad de los creyentes: el
nuevo pueblo de Dios.

1. Encender un cirio y abrir el Evangelio. Canto inicial.

2. 1º signo: Les invitamos a recordar el día de nuestro bautismo, de la profesión


perpetua y de la ordenación sacerdotal (según sea el caso de los participantes).
En ese momento inició la pertenencia a la Iglesia y de la participación en su
misión evangelizadora y salvífica. Cada uno hace una breve oración en voz
alta, al final, los demás responden: «como hijos y miembros de la Iglesia, te
damos gracias Señor».

3. 2º signo: Francisco de Asís entendió que la Iglesia es una madre. Ella está
invitada a acoger y a encontrar a todas las personas, porque la salvación es un
don universal. Les invitamos a escuchar la RegNB XXIII, 7. Francisco enumera
a todos aquellos que forman parte de la comunidad de «los que sirven al
Señor». Cuando el lector llegue a la expresión «y a todas las naciones y a todos
los hombres de todos los lugares de la tierra, que son y que serán,…» se deja
un espacio para que los participantes sigan enumerando a las personas,
ambientes, realidades, etc. que hoy deberían formar parte de la Iglesia o a los
cuales ella debería acoger. Luego se concluye la lectura del texto.

4. Texto. Lector:

Y a todos los que quieren servir al Señor Dios dentro de la santa Iglesia católica
y apostólica, y a todos los órdenes siguientes: sacerdotes, diáconos,
subdiáconos, acólitos, exorcistas, lectores, ostiarios y todos los clérigos, todos
los religiosos y religiosas, todos los donados y postulantes, pobres y
necesitados, reyes y príncipes, trabajadores y agricultores, siervos y señores,
todas las vírgenes y continentes y casadas, laicos, varones y mujeres, todos los
niños, adolescentes, jóvenes y ancianos, sanos y enfermos, todos los pequeños
y grandes, y todos los pueblos, gentes, tribus y lenguas, y todas las naciones y

43
todos los hombres en cualquier lugar de la tierra, que son y que serán,:…..» (se
enumeran las personas, realidades, ambientes)

5. Texto. «Todos»:

«humildemente les rogamos y suplicamos todos nosotros, los Hermanos


Menores, siervos inútiles, que todos perseveremos en la verdadera fe y
penitencia, porque de otra manera ninguno puede salvarse».

6. Canto final y bendición.

44
VI. «Y cada uno ame y cuide a su hermano…» (RegNB IX,10). La dimensión
fraterna de los Hermanos Menores

San Francisco fue un hombre eminentemente práctico; no procedía de manera


teórica, así que difícilmente encontraremos en sus escritos una definición conceptual
de fraternidad. La RegNB, sin embargo, aún no siendo una exposición sistemática ni
orgánica del pensamiento de su autor, exprime con mucha claridad una determinada
visión del hombre en su aspecto personal y fraterno.

Cuando Francisco discurre sobre el tema de la fraternidad evangélica en RegNB


usa expresiones sobrias para definirla: «esta vida», «nuestra vida», «obediencia»114;
explícitamente, la palabra «fraternidad» aparece tres veces115, siempre como sinónimo
de Orden o Religión116, es decir, con un sentido más de institución o agrupación que
de valor evangélico. El término «hermano», de las 107 veces que recurre en RegNB,
en solo dos ocasiones es calificado con el adjetivo menores117; sin embargo, de un
análisis global del texto emerge de modo evidente que la fraternidad evangélica está
íntimamente ligada a la minoridad.

Más allá de una simple constatación de los vocablos «hermano-fraternidad»,


nuestro tentativo será escrutar dos de las raíces profundas en las que Francisco funda
su proyecto fraterno (la dimensión relacional y la minorítica), y cómo tal proyecto se
concretiza en la vida cotidiana de la comunidad.

1. Dimensión relacional de la fraternidad

El tema de la fraternidad condiciona transversalmente toda la experiencia


cristiana y carismática de Francisco. La persona humana, en su relación con Dios, con
los otros y con lo otro, ocupa un lugar central en su pensamiento y en su

114
RegNB II,1. 2. 3. 9. 10., respectivamente.
115
RegNB V,4; XVIII,2; XIX,2.
116
En este estudio no nos detendremos a establecer las diferencias y relaciones entre los términos
«fraternitas, religio, ordo».
117
RegNB VI,3; XXIII,7.

45
espiritualidad118. La RegNB nos constata que para Francisco la fraternidad encuentra
su origen, primeramente, en esta dimensión personal de la fe y de la vida que él rescata
con tanto empeño, pero que no absolutiza. Es fácil percibir la insistencia con la que
exhorta a los hermanos, incluyéndose él, a salir de sí mismos y a situarse en Dios,
Creador, Redentor y Salvador de todas las creaturas corporales y espirituales: único
que concentra en Sí el pleno bien y el bien total119. Por consiguiente, a la fraternidad
se ingresa «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo», como queda
definido desde el primer renglón del documento120.

Francisco siempre contempla al hombre en relación con este Dios Trino y Uno121
que crea, que redime y salva, que hace maravillas122, y con quien se entra en una
estrecha relación como hijo, madre, hermano y esposo123. De esta primera y
fundamental relación del hombre con la Unidad y Trinidad de Dios, emerge una
fraternidad que supone un tipo de relaciones nuevas ad intra y ad extra en los
miembros que la componen124. La relación de Padre e hijo permite que el hombre se
convierta en hermano porque principalmente es hijo de Dios: el que ama a otro como
hermano, ama a Dios como Padre y cumple así toda la ley cristiana125. La fraternidad
franciscana se presenta, entonces, como la revelación histórica del amor-comunión
del Trino y Uno y, a raíz de esto, se presenta también como un testimonio ante el
mundo de la «universal paternidad» de Dios y de la «universal fraternidad» de todos
los hombres126. Por tal motivo, los que forman parte de la Religión son denominados
bajo un único nombre común: frailes y hermanos.

118
Aunque el vocablo «persona» no aparece en ninguno de sus escritos.
119
RegNB XXIII,1.9. Cf. G. IAMMARRONE, Temi teologici francescani, Roma, 2011, p. 123.
120
RegNB, Prol. 1.
121
RegNB XXI,2; XXIII,11; XXIV,2.
122
AlD 1-6.
123
1CtaF 1,7; 2CtaF 50.
124
RegNB XII y XIII.
125
Cf. Mc 12,32-33; Mt 22,36-40; Jn 13,35; 14,21; Rom 13,10; Ga 5,14.
126
A. BONI, Fraternità, en Dizionario Francescano, a cura di E. Caroli, Padova, 1995, p. 716-717.

46
Esta fraternidad franciscana se construye sobre un inconmovible fundamento
bíblico-evangélico: el Padre, en el Hijo, nos hace hijos suyos y, por tanto, nos hace a
todos hermanos127. Insertos en el misterio del Hijo encarnado, los Hermanos Menores
deben ubicarse unos frente a los otros como siervos. Sabemos por RegNB que esta
idea de fraternidad tiene como punto de referencia el Cristo kenótico, que se hace todo
para todos, especialmente para los más desfavorecidos. La de los menores es una
fraternidad evangélica en la que sus miembros practican el mismo despojo de Cristo,
viven en escucha de la voluntad de Dios y estructuran su vida comunitaria a partir de
un proyecto evangélico en común, cuya dinámica interna nivela todas las relaciones,
incluso en su apariencia más externa128. La fraternidad, para que sea evangélica, debe
constituirse en un ámbito de acogida129: todos deben recibirse como hermanos130.
Deben ser desterradas la irritación, la ira, la turbación y la murmuración, que
estropean las sanas relaciones fraternas131, cuyo fundamento es la «Regla de oro
evangélica»: tratar al otro como cada uno quiere ser tratado132.

La vida en fraternidad, la misma que el señor Papa concedió y confirmó a


Francisco, consiste en la vivencia del Evangelio de Jesucristo, el cual no es otra cosa
que una invitación a vivir en el amor mutuo y la desapropiación. La Regla de 1221 no
hace excepción al indicar que todos los hermanos son comunitariamente responsables
de conducirse mutuamente con familiaridad y manifestarse en confianza las propias
necesidades entre sí, allí donde se encuentren, y nutrirse amorosamente unos a
otros133. Esta familiaridad generosa y efectiva será la característica fundamental que
distinguirá las relaciones entre los miembros del grupo.

127
Cf. Jn 1,12; Ga 3,26; 4,1-7; Rm 8,15; 1Jn 3,1-2; 5,1; 1Pe 1,23.
128
RegNB II,14.
129
RegNB II,1.3.
130
RegNB VII,14.
131
RegNB V,7. 13; XI,4.
132
RegNB 4,4. 6, 2. 10,1.
133
RegNB IX,10-11.

47
El cap. XI de la RegNB es una de las descripciones más claras de cómo Francisco
quiere que sus hermanos se comporten fuera y dentro de la fraternidad. Se trata del
perfil del auténtico Hermano Menor, invitado a presentarse como un siervo inútil,
pequeño, uno que no se ensalza nunca134, porque sabe que la soberbia y la vanagloria
arruinan la convivencia fraterna135. Esto nos entronca con el punto siguiente.

2. Dimensión minorítica de la fraternidad

El proyecto fraterno en la RegNB parte de una imagen concreta de hombre: el


«hombre-Dios», Jesucristo, siervo sufriente, manifestación sublime de la presencia
viva y humilde de Dios en la historia. Así como el Verbo se hace humanidad para
donarse al mundo, el hombre debe hacerse fraternidad para donarse a Dios y a sus
congéneres. Para Francisco, esta fraternidad es don solo en cuanto se perfila como una
fraternitas de hermanos. Aunque suene redundante, la aclaración sirve para
distinguirla de una fraternitas jerárquica que, si bien no tiene nada de negativo en sí
misma, no coincide con la idea de fraternidad que Francisco recibió como revelación,
en la cual «ninguno sea llamado prior, sino que todos universalmente sean llamados
frailes menores»136.

Esto significa que un elemento nuclear de la vida fraterna es la minoridad. Se es


fraterno solo si se es menor. Los caps. VIII, IX y X de RegNB, ligados por una
continuidad temática, exponen de modo claro, esta relación simbiótica entre
fraternidad-minoridad. Del cap. VIII tenemos que la opción por la minoridad es
realizable solo en el marco de una vida fraterna; la expropiación total la puede realizar
solo aquel que se sabe sostenido por sus hermanos. Del cap. IX extraemos que
manifestar la necesidad al hermano, es decir, pedirle limosna, no es solo pedir algo
material, sino ponerse en una condición de indigencia ante el otro. Aquí el pedir
limosna, que es una actitud minorítica, se une a la actitud fraterna de saber responder

134
RegNB XI,3; XVII,5.
135
RegNB XVII,9.
136
RegNB VI.

48
a la necesidad del hermano como una madre responde a la de su hijo. Se habla casi de
un proceso de sustitución: yo tomo el lugar del otro, para conocer qué es lo que
necesita y suministrárselo; es una actitud que va mucho más allá de la empatía. Por
último, el cap. X presenta otro cruce entre fraternidad-minoridad al abordar el tema
de los enfermos: ¿cómo se debe comportar la fraternidad con los enfermos y cómo se
debe comportar el enfermo en la fraternidad y consigo mismo? Frente a este desafío,
Francisco pide a los hermanos sanos el compromiso fraterno de no abandonar al fraile
enfermo, mientras a este pide la actitud menor de no turbarse por sus padecimientos,
sino más bien agradecer humildemente a Dios por ellos137.

Aparte de la enfermedad, otra de las fragilidades manifiestas al interno de la


fraternidad es la del pecado; por ejemplo, el cap. V responde a las preguntas: ¿cómo
se deben comportar el ministro y los demás frailes cuando vean que un hermano peca?
¿Cómo debe comportarse el fraile pecador en relación con el ministro? Cualquiera sea
el caso, se impone a todos la actitud fraterna y menor de no turbarse o airarse por el
pecado ajeno, sino más bien ayudar «espiritualmente, como mejor puedan» al que
pecó138.

La fraternidad franciscana tiene sus bases en la vocación a la vida minorítica, o


sea, la vocación de Hermanos Menores es la que funda la vivencia fraterna, la cual, a
su vez, se cimienta sobre el seguimiento de Jesús. La fraternidad está conformada por
Hermanos Menores que desean ser seguidores de Jesucristo pobre, obediente y
crucificado. La RegNB encuadra siempre el programa de minoridad y fraternidad en
esta perspectiva del seguimiento, como indica desde el inicio el cap. I que, aunque
breve, reporta tres veces el verbo «seguir», siempre en función del «seguimiento de
Cristo», que para Francisco no se trata simplemente de seguir a Jesús, sino de seguir

137
Cf. C. VAIANI, Storia e teologia dell’esperienza spirituale di Francesco d’Assisi, Milano, 2015, p.
122.
138
RegNB V,7-8.

49
en concreto su doctrina y sus huellas139. La minoridad y fraternidad del ser hermanos
significa, en primer lugar, ayudarnos unos a otros a seguir a Jesús y a vivir su
Evangelio dentro de la Iglesia140. Es una fraternidad católica141, pero que sabe entrar
en diálogo pacífico con los que piensan diferente.

Una de las características centrales del fraile menor, como lo sugiere el cap. XVI,
es su voluntad de ir pacífico y dialogante entre los que son distintos y hostiles. La
preposición «entre» presenta una importante carga semántica en la RegNB142: solo en
el cap. V la encontramos 5 veces y siempre en referencia a la minoridad y a los
comportamientos fraternos. Un bellísimo ejemplo lo leemos además en IX,2: «Y
deben gozarse [los frailes] cuando conviven con (inter) personas de baja condición y
despreciadas, con (inter) pobres y débiles y enfermos y leprosos y los mendigos de
los caminos». Los Hermanos Menores no solo deben contentarse con estar cercanos
a los despreciables, sino que deben vivir en medio de ellos y mostrarse felices de
poder hacerlo.

Se hace evidente que fraternidad y minoridad son dos elementos que van
intrínsecamente unidos en el pensamiento y en la praxis de Francisco. El ámbito del
ejercicio de la autoridad no es la excepción: los que ejercen el servicio de gobernar
deben realizarlo con espíritu menor y sin ínfulas de potestad sobre ninguno143. El
ministro de la fraternidad debe ser un hermano acompañante, no un jefe
administrador, por lo mismo es llamado «ministro y siervo»144. Francisco es tajante al
definir que en su fraternidad, todos deben servirse y obedecerse mutuamente, en una
suerte de intercambio horizontal y vertical; aunque es obvio que algunos sean elegidos

139
RegNB I,1. Cf. L. LEHMANN, Caritas et Sapientia. Raccolta di studi francescani, Bologna, 2019,
p. 136-137.
140 RegNB IX,1; XXII,1. 25-27.
141
RegNB XIX.
142
Para un análisis completo de la preposición inter en los escritos de Francisco, Cf. L. LEHMANN,
Inter-esse come testimonianza francescana, en In dialogo. Metodo scientifico e stile di vita, a cura di
L. Bianchi – R. Di Muro, Bologna, 2020, p. 191-218.
143
RegNB V, 9.
144
RegNB 5,3. 7.

50
para desempeñar, por un período establecido, el gobierno y la animación. No obstante,
la estructura de autoridad en la fraternidad se asienta sobre el hecho de que el servicio
no compete solo a los ministros, como la obediencia no compete solo a los súbditos145.
En unos y en otros, el vivir fraterno debe ser por igual la expresión más acabada de
minoridad auténtica, de pobreza evangélica y de amor mutuo.

Sugerencias para la relectura

- Insertos en sociedades en las que los individuos se agrupan solo con fines
económicos, ideológicos o lúdicos, la fraternidad soñada por Francisco de Asís
constituye un signo profético para nosotros, porque nos muestra una manera
distinta de vivir juntos: desde la reciprocidad que nos permite valorar al otro
por lo que es y sentirnos responsables de él.

- La fraternidad franciscana es una alternativa eficaz y urgente a la escalada de


racismo y violencia que sufrimos hoy. Los franciscanos debemos meter
hombro en la construcción de una humanidad más reconciliada y menos herida
por las desigualdades. Vivir en fraternidad es más que una utopía evangélica,
implica en concreto un cambio de paradigma político, cultural y económico
que haga posible y efectivo un verdadero encuentro fraternal.

- Hoy nuestras relaciones fraternas corren el riesgo de ser solo funcionales a una
estructura institucional: profesamos una misma regla, vivimos juntos en un
mismo convento, compartimos un apostolado, vestimos un mismo hábito…,
pero no nos sentimos –ni nos comportamos como– hermanos de verdad. Quizá
debamos redescubrir nuevamente la común y universal paternidad del Dios
Creador, y la común y universal fraternidad del hombre creatura. Tomar
conciencia de la dignidad trascendente del otro es la única vía que nos permitirá

145
RegNB V,20.

51
acogernos como don mutuo en un clima saludable y maduro, que permita la
promoción integral de cada uno y de todos.

- En muchos casos concretos, la experiencia de vida estampada en el texto de la


RegNB arroja luces para nuestro quehacer fraterno cotidiano. Uno de estos
casos son los hermanos enfermos, que representan un desafío a la fraternidad.
Hoy se vuelve problema el hecho de que, en ocasiones, el hermano enfermo o
anciano tiene, quizás, todas las atenciones médicas adecuadas, pero carece de
la cercanía afectiva y de los buenos detalles de sus otros hermanos. Debemos
volver la mirada a Francisco, que da a la enfermedad un carácter escatológico
y pedagógico que no solo compete a los enfermos, sino por igual a los que
comparten la vida con ellos; de manera que la enfermedad se transforme en un
espacio de crecimiento para el hermano aquejado y para la fraternidad que le
acompaña. Se trata, pues, de entender y ejercer los deberes fraternos en modo
gozoso y solidario, y desde el principio de subsidiariedad.

Sugerencias para la celebración

Visto que la vida fraterna se desenvuelve en dos esferas que se tocan y


condicionan mutuamente: la fraternidad institucional (local, provincial, etc.) y la
fraternidad en mi vida personal, los invitamos a leer el cap. XI de la RegNB, teniendo
como base la «Regla de oro» de Mt 7,12. En un primer momento, hacer una lectura-
reflexión en modo individual, cotejando mis opciones personales, mis
comportamientos, mi desenvolverme cotidiano en la comunidad a la que pertenezco,
y a la luz de esto preguntarme: ¿qué tan fraterno es el estilo de vida que conduzco a
nivel personal?.

En un segundo momento, hacer el mismo ejercicio, pero esta vez discerniendo


comunitariamente: ¿cuáles son los presupuestos teológicos y franciscanos que deben
sustentar una auténtica experiencia fraterna?, ¿cuáles de esos presupuestos no están
presentes o lo están de un modo parcial, en nuestras fraternidades locales y

52
provinciales? Por último, ¿qué iniciativas concretas podríamos implementar para
fortalecer una animación fraterna más evangélica y franciscana?

53
VII. «Sean menores y súbditos de todos» (RegNB VII,2). La minoridad en la
RegNB

Dentro del amplio abanico de valores que conforman y definen el carisma


franciscano, la minoridad ocupa un lugar determinante, porque es el valor que hace
que todos los demás sean también valores franciscanos. Es (podríamos decir), el valor
original que desde los inicios identificó la experiencia cristiana de Francisco y sus
primeros hermanos, permeándola de una particularidad única. A pesar de su central
importancia, sin embargo, no es fácil conceptualizarla; comúnmente se le confunde
con la humildad, la simplicidad, la pobreza, el servicio, la pequeñez, quizá porque es
una voz que no pertenece a nuestra jerga común146.

Francisco de Asís habla de «ser menores», es decir, una forma concreta de


ubicarse ante los demás y en la sociedad. Sin embargo, el sustantivo minoridad no
aparece directamente en sus escritos. Será varios decenios después de su muerte que
san Buenaventura lo usará por primera vez en un sermón que le dedica al santo de
Asís147. Por consiguiente, la Regla no bulada desconoce también la palabra minoridad;
pero la expone en cambio de un modo prolijo como praxis de vida. Esta dimensión es
la que nos interesa comprender, profundizar y recuperar, porque en ella se esconde la
fascinación, la novedad y la fuerza transformadora que la minoridad tuvo en el
franciscanismo de la primera hora.

146
Cf. J. MICÓ, Minoridad, en Dizionario Francescano, 1115.
147
Mitis est homo per effectum fraternitatis; humilis per effectum inferioritatis, sive minoritatis
(«Manso es el hombre por efecto de la fraternidad; humilde por efecto de la inferioridad, o
minoridad»). Cf. S. BUENAVENTURA, Sermo V de S. Patre Francisco, Opera Omnia, IX, Ad Claras
Aquas [Quaracchi], 1901, p. 594; obra citada en URIBE, Núcleos del carisma, 329.

54
1. La minoridad como nombre y como estilo de vida148

Fue Francisco mismo el que quiso que la Orden fundada por él se llamara de los
Hermanos Menores, es decir, de aquellos que hacen la opción definitiva de vivir como
menores. Tomás de Celano, en la primera hagiografía que escribió sobre el santo de
Asís, por los años 1228-1229, cuenta que:

Fue él [Francisco] efectivamente quien fundó la Orden de los Hermanos Menores y


quien le impuso ese nombre en las circunstancias que a continuación se refieren: se
decía en la Regla: “Y sean menores”; al escuchar esas palabras, en aquel preciso
momento exclamó: “Quiero que esta fraternidad se llame Orden de Hermanos
Menores”149.

Nos interesa subrayar que, con toda probabilidad, la expresión «se decía en la
Regla: “Y sean menores”», con la que Tomás introduce las palabras de Francisco,
alude a un capítulo de la Regla no bulada, que podría ser el sexto o el séptimo: sea en
uno o en otro, se pide a los frailes comportarse sin excepción como «menores y
súbditos de todos…»150. Para escrutar el fundamento de la minoridad debemos
preguntarnos de dónde toma Francisco el nombre de «menores», vocablo que deriva
de la voz latina minor, cuyo significado exacto en la época del Pobrecillo es difícil
precisar, porque presenta acepciones diversas según los casos o los ambientes en que
se usaba.

Más allá de la carga semántica que pueda presentar el término en el Medioevo,


muchos explican la opción de Francisco por la minoridad recurriendo a la lucha de
clases que dividía y enfrentaba a la sociedad de Asís de aquel tiempo, los Mayores y
los Menores, como dos fuerzas antagónicas: los primeros eran los señores feudales,
los segundos representaban al pueblo, que buscaba liberarse del vasallaje feudal. El

148
Para confrontar esta sección referimos a: L. LEHMANN, Vivir la pobreza en la perspectiva de
minoridad, en SelFranc, 95 (2003) p. 200-212; F. URIBE, “Todos sean llamados hermanos menores”
(RegNB 6,3). Hacia una identificación de la minoridad a partir de los escritos de s. Francisco de
Asís, en Verdad y Vida, 61 (2003) p. 63-104; URIBE, Núcleos del carisma, 329-338; MICÓ, Minoridad,
p. 1115-1120.
149
VbF 38,3; cf. también CompAss 101c-e.
150 Cf. RegNB VI,3; VII,2.

55
rencor acumulado de una parte y de la otra desencadenó una guerra en 1198, mediante
la cual los Menores expulsaron de Asís a los Mayores, que debieron huir hacia
Perugia. Tras varios intentos para disminuir la tensión sociopolítica, ambos bandos
firmaron un tratado de paz definitivo en 1210.

Decir que Francisco opta por la minoridad para solidarizarse con la facción de
los Menores de Asís, como se continúa diciendo hoy, es, por un lado, haber entendido
mal a Francisco y, por otro, no haber entendido nada de la historia de su ciudad;
porque los Menores y los Mayores eran por igual grupos de poder; no eran, unos
señores y otros siervos, ambos bandos luchaban por la conquista de sus propios
intereses económicos y sociales; una y otra facción eran fuerzas con ideas políticas
contrapuestas. A todas luces, por consiguiente, resulta desacertado vincular el nombre
de «Hermanos Menores» con los menores de la ciudad de Asís, que detentaban una
específica clase social y que eran en realidad un partido político.

La Regla de 1221, sin embargo, nos recuerda el dato importantísimo de que en


la ciudad de Asís existía una «tercera clase social», compuesta por la gente de baja
condición y despreciada: los pobres y débiles, los enfermos y leprosos, los mendigos
tirados en los caminos151; es decir, todos aquellos que no son considerados
ciudadanos, que no tienen la posibilidad de exigir un mínimo derecho o de pelear por
su liberación, porque ni siquiera aparecían registrados en los archivos de su ciudad.
Estos pobres excluidos de todo, sin poder, sin nombre, sin un soporte básico y sin
lugar social, son los verdaderos «menores» con los cuales los frailes deben sentirse
contentos de convivir.

La opción por la minoridad, según lo que leemos en la RegNB, se expresa en el


servicio fraterno y caritativo a estos sin ciudadanía, a los frágiles y a los despreciados:
los enfermos y leprosos152; los moralmente débiles153; los que sufren carencias

151
RegNB IX,2.
152
RegNB X,1-34.
153
RegNB V,1-8.

56
materiales o espirituales154; los tachados de indeseables y los adversarios155. Los
hermanos deben habitar entre estos miserables como menores entre menores, porque
antes que servir a los pobres con amor evangélico, la minoridad significa ser y estar
con ellos. Partiendo de los datos que nos brindan los escritos, podemos afirmar que la
minoridad que Francisco asume como estilo de vida no se fundamenta en el deseo de
colocarse en las filas de una clase social específica (lo cual implicaría un rechazo de
la clase social opuesta: los Mayores, en este caso). La RegNB nos lo confirma de
varios modos; mencionamos como ejemplo un pasaje en el que, usando una citación
directa de Mt 20,25-27, Francisco recuerda a sus hermanos:

Los príncipes de las naciones las dominan, y los que son mayores ejercen el poder en
ellos; no será así entre los frailes; sino que el que quisiere hacerse mayor entre ellos,
sea su ministro y siervo156.

No se trata, entonces, de una opción por la lucha de clases, sino


fundamentalmente de una opción evangélica, que implica (esto sí) una necesaria
colocación en un campo social determinado. La minoridad empuja al descenso, nunca
al ascenso ni a la conquista de ningún tipo de poder o auto-reivindicación. Eso ubicaría
a los menores en el mismo plano de «los príncipes de las naciones»157. Hermano
Menor, por lo contrario, es el último, el que voluntariamente se coloca en el mismo
campo de los insignificantes, de los que no cuentan para nada y para nadie.

No podemos negar que el ambiente cultural y sociopolítico de Asís en el siglo


XIII haya tenido naturalmente su influjo en las opciones hechas por Francisco, pero
no en el sentido de fundamentar principalmente tales opciones, sino más bien porque
aquel contexto sociohistórico le permitió descubrir el verdadero sentido de la
minoridad evangélica que él quería vivir. El nombre «menores», como el sustantivo

154
RegNB IX, 10-11.
155
RegNB VII,14.
156
RegNB V,10-11.
157
Al respecto, Francisco siempre alerta a los ministros, a los predicadores y a los intelectuales,
porque son los tres campos en los que, con más facilidad, se pone en riesgo la vocación a la vida
minorítica.

57
«minoridad», no logran explicarse a cabalidad desde un punto de vista puramente
sociológico; ambos tienen que ver, en primer lugar y fundamentalmente, con la
kénosis de la encarnación y la kénosis de la cruz.

2. Menores como Jesucristo

El nombre que Francisco escogió para su Orden no es resultado de una elección


banal; es un nombre programático, es decir, contiene y expresa un programa de vida.
Aún así, no siempre se logra percibir con acierto cuál es la precedencia, la relación y
la interacción interna entre los dos términos del binomio: hermano y menor158. Cuando
estudiamos el tema de la fraternidad, vimos que solo quien es hermano puede ser
auténtico menor. Veremos ahora, estudiando las bases evangélico-teológicas de la
minoridad, porqué solo el menor, el expropiado de sí, puede ser auténtico hermano.

En la Regla de 1221 el adjetivo calificativo «menor» aparece solo cuatro


veces159; no obstante, a pesar de su escaso uso, es un término de gran alcance al estar
directamente relacionado con la vocación de Francisco y sus hermanos, que quieren
ser servidores de Dios y de los hombres, como Cristo. En la RegNB, el término aparece
por primera vez en V,12: «Y el que es mayor entre ellos, hágase como el menor»160.
Se trata de una cita de Lc 22,26, que es necesario contextualizar para comprender el
peso semántico del concepto en este pasaje lucano: estamos en el contexto de la
institución de la Eucaristía y de la íntima despedida de Jesús a sus discípulos el Jueves
Santo por la noche. Esto nos indica, de entrada, que Francisco buscó el nombre que

158
La relación entre ambos términos puede cotejarse en: A. QUAGLIA, La regola francescana. Lettura
storico-esegetica, Asís, 1987, p. 89.
159
RegNB V,12; VI,3; VII,2 y XXIII,7 (aquí incluimos el plural minores).
160
La nueva edición crítica de los Escritos, escoge la traducción: «…y el que es mayor entre ellos,
hágase como el más joven»; esto porque el editor Paolazzi se decanta por la locución latina sicut
junior, en lugar de sicut minor, como lo hacía la edición precedente de Esser, que en este particular
parecería encajar más con el vocabulario y la espiritualidad del «Pobrecillo»; por este motivo usamos
aquí la expresión «como el menor»”.

58
deseaba dar a sus hermanos en la profundidad del corazón de Jesús, el Siervo
sufriente, el amigo y maestro, que abre la hondura de su intimidad a los suyos161.

Confirma lo anterior la segunda citación, RegNB VI,3: «Y ninguno sea llamado


prior, sino todos universalmente sean llamados frailes menores», a la cual le sigue
inmediatamente una referencia a Jn 13,14: «Y el uno lave los pies del otro»; un
mandato que nos ubica otra vez en la Última cena. Nos encontramos allí con un
hombre arrodillado que lava los pies a sus hermanos. Esa es la imagen que el Maestro
quiere dejar grabada en la memoria y en el corazón de sus discípulos, como un
«testamento espiritual»; es el resumen perfecto de la vocación al servicio humilde y
menor que Jesús quiere instituir. Se trata del núcleo mismo de su misterio kenótico y
cristológico: el Verbo que desciende y se anonada para hacerse servidor de sus
hermanos162.

Francisco comprendió perfectamente que la minoridad es la mejor forma de


seguir las huellas de Cristo, el Siervo sufriente, despojado y manso, que se entrega
por entero en la cruz:

Finalmente, ¿qué es la minoridad sino el misterio del anonadamiento de Cristo, del


Creador que se sumerge en la finitud, del Hombre convertido en un cuerpo roto
pendiente de una cruz atroz, irrisoria, despojado de todo su poder aparente?163

Desde los comienzos de su vida en penitencia, el «Pobrecillo» intuyó que lo suyo


era seguir a Cristo en el misterio de su anonadamiento redentor164. Así, en la figura de
Jesús como siervo humilde y humillado, encontró el fundamento teológico de su
opción por la minoridad. La esencia del Evangelio de Jesús, y del Reino por él
anunciado, refieren a esta minoridad que se hace servicio y oblación de amor, como
lo expresa la parábola viviente del lavatorio de los pies. En la conclusión de la RegNB,
Francisco prolonga este gesto de Jesús, mostrándose dispuesto no solo a lavar, sino a

161
Cf. I-E. MOTTE, Se llamarán «hermanos menores», en SelFranc, 12 (1975) p. 274-277.
162
Cf. MOTTE, Se llamarán «hermanos menores», 278-280.
163
M. HUBAUT, La minoridad según san Francisco, en SelFranc 20 (1991) p. 461.
164
RegNB IX,1. 4-5; XXII,2.

59
besar los pies de sus frailes165. Con esto se circunscribe en primera persona dentro de
la «kénosis fraterna»: la autoridad que él posee como fundador no parte de una
prerrogativa jurídica, sino de una voluntad concreta de ser siervo y súbdito a los pies
de sus hermanos.

Si hermano es el menor, menor es el que sirve; en consecuencia, el Hermano


Menor por antonomasia es Jesús, que no vino a ser servido, sino a servir; como recalca
la RegNB IV,6 en una citación directa de Mt 20,28, que Francisco aplica a los
«ministros y siervos» encargados de gobernar la fraternidad. La RegNB esboza
además un modelo «menor» del ejercicio de la autoridad, fundamentado también en
la imagen bíblico-teológica del Jesús de la kénosis, erigido por Francisco como
modelo para quienes han sido colocados en el oficio de la prelatura. La minoridad que
los hermanos viven como proyecto de vida excluye por principio un gobierno que no
sea el servicio y anonadamiento.

Como veíamos, según el capítulo sexto de la RegNB, las relaciones internas de


la fraternidad no deben estar regidas jerárquicamente («ninguno sea llamado prior»),
sino desde una horizontalidad fraterna («todos sean llamados frailes menores») y
kenótica («el uno lave los pies del otro»)166. Jn 13,14 recuerda a los hermanos
posicionarse como menores en medio de una sociedad dominada por quienes se
definen mayores. El tenor de vida de Jesús será el punto de referencia invariable para
aquellos que tendrán como única gloria el servicio humilde y alegre a los demás.

Con estas líneas precisas, la minoridad franciscana introduce un elemento de


particular novedad respecto a la visión jerárquica del antiguo monacato, del cual se
distancia: en la estructura monástica la autoridad del abad se fundamenta en la figura
del Padre omnipotente; en la fraternidad minorítica, en cambio, el punto de partida y

165
RegNB XXIV,3.
166
RegNB VI,3.

60
de llegada será siempre la kénosis del Hijo167. Esta imagen pone las bases para una
concepción de la minoridad que descarta todo sistema de poder o dominación168,
implícito o explícito, e instaura relaciones horizontales de mutua acogida169.

Aparte de lo ya dicho, la minoridad se alimenta igualmente de la constatación y


aceptación gozosas de la propia pobreza y pequeñez existencial. Menor es el que se
regocija contemplando su nada y su finitud delante al misterio de Dios: el Bien sumo
y total a quien deben ser restituidos todos los demás bienes. Esta actitud de no
apropiación170 se traduce necesariamente en un modo particular de entender la vida y
de vivir la relación con Dios, con la creación, con los demás y consigo mismo. De
este modo, la minoridad nos hace «siervos» en primer lugar de Dios171, después los
unos de los otros por amor a Cristo172, y por último de toda humana creatura173.

La minoridad es una opción que tiene como punto de partida el corazón del
hombre, pero que no queda reducida a esa interioridad. De hecho, ella es la que
equilibra las relaciones en el interior de la fraternidad evangélica, y la que empuja a
esa misma fraternidad a traducir su opción en formas concretas de comportamiento y
compromiso hacia lo exterior174. El punto de apoyo y la inspiración serán siempre de
carácter evangélico-cristológico; sin embargo, el «ser menor» conlleva
ineludiblemente la colocación en un campo social preciso: el de los marginados y
excluidos. Esta solidaridad social e histórica se asienta a su vez en la voluntad del no

167
Cf. CHIARELLO, M., Elementi per un’antropologia: le Ammonizioni di san Francesco d’Assisi di,
en Fides Quaerens, 1-2 (2013) p. 30-31; A. CICERI, Le Ammonizioni, en Le origini del
francescanesimo negli Scritti di Francesco d’Assisi, Atti della settimana di francescanesimo (Palermo
- Baida, 28 agosto - 2 settembre 2006), Messina, 2007, p. 71-174.
168
RegNB V,9.
169
RegNB II,1.3; VII,14; IX,11.
170
RegNB VII,13.
171
RegNB XXII,26.
172
RegNB V,14.
173
RegNB XVI,6. La minoridad afecta de forma especial la manera de hacer misión, de entrar en
contacto con personas y culturas distintas. El ir por el mundo debe estar moderado por un espíritu de
mansedumbre, de reconciliación y por una actitud pacificadora y fraterna, evitando siempre las
contiendas, como lo expresa también RegNB XI,3.
174
RegNB VII,1-2.

61
poseer y el no dominar, que el hermano Francisco practicó y pregonó sin cansancio.
El siguiente fragmento de la RegNB IX,1-2 ilustra de modo manifiesto cómo la
minoridad franciscana va de lo cristológico a lo sociológico, de lo teológico a lo
histórico, de lo interno a lo externo:

Empéñense todos los hermanos en seguir la humildad y pobreza de nuestro Señor


Jesucristo y recuerden que nada hemos de tener en este mundo, sino que, como dice el
Apóstol, estamos contentos teniendo qué comer y con qué vestirnos. Y deben gozarse
cuando conviven con gente de baja condición y despreciada, con los pobres y débiles,
y con los enfermos y leprosos, y con los mendigos de los caminos.

Francisco quiso que sus hermanos no solo se llamaran, sino que fueran Menores;
es decir, que se colocaran en el último puesto y sirvieran generosos a los otros pobres,
y los convirtieran en su referente175. Esta minoridad, que tiene su fuente de inspiración
en la persona de Jesucristo, es el fermento para un mundo nuevo, basado sobre una
jerarquía invertida en la que el pobre y el pequeño son dignos del mejor servicio. Se
trata de entender que si Dios es infinitamente más grande cuando sirve, entonces el
hombre se parecerá a su Creador cuando se arrodilla voluntariamente para servir,
porque en el servicio humilde y gozoso radica la nobleza de los menores176. El
hermano menor, entonces, es aquel que predica con su vida que el verdadero poder y
la auténtica grandeza se esconden en el amor fraterno y servicial, como lo enseñó
Jesús cuando lavó los pies a sus discípulos.

Sugerencias para la relectura

- La vocación a la minoridad no queda reducida solo a los Hermanos Menores;


es más bien una invitación a todos los cristianos, porque todos sin excepción
debemos reforzar nuestro espíritu de servicio humilde, de obediencia mutua,
de humildad sincera. Solo de esta manera podremos desterrar la voluntad de
poder y de dominio que tanto daño causan. Los que quieran ser menores tienen

175
RegNB II,7; VII,8.
176
Cf. HUBAUT, La minoridad según san Francisco, 455 y 461.

62
la tarea de optar por la paz, la desapropiación y la reconciliación en medio de
un mundo que se decanta por los medios violentos, por la promoción del
materialismo consumista y por la manipulación ideológica de las conciencias.

- Espiritualizar la minoridad sería una flagrante traición a la vida evangélica,


porque la minoridad no puede ser reducida a una mera virtud interior, sino que
empuja hacia un modo específico de colocarnos en el mundo. ¿En qué parte de
la sociedad nos ubicamos, cómo nos comportamos y con quién compartimos?
Son preguntas claves a la hora de sopesar cuán minoríticos son los estilos de
vida que asumimos. Pero no solo nuestros comportamientos, sino también
nuestras ocupaciones, nuestras casas, nuestra proyección externa, deben estar
en línea de coherencia con la opción evangélica profesada.

- Debemos ser menores también en los medios y en las formas que usamos para
presentarnos ante los demás o, incluso, para realizar nuestro apostolado;
teniendo siempre en cuenta que no son los medios, ni siquiera las formas o los
contenidos, lo más importante en la evangelización, sino el testimonio locuaz
de una vida personal y comunitaria congruente con el Evangelio y con la Regla,
que son nuestros dos paradigmas de acción. De la Regla aprendimos que, desde
las casas que se construyen, hasta la ropa que se usa, los alimentos que se
ingieren o el trabajo que se desempeña, todo debe pasarlo el hermano menor
por el filtro de la minoridad evangélica.

- Los herederos del carisma franciscano deberíamos optar siempre por estilos de
vida austeros, caracterizados por un uso moderado y eficiente de las cosas
materiales y de las propias cualidades, siempre abiertos a compartir
solidariamente lo que tenemos, sabemos y somos. Con igual compromiso
deberíamos ocuparnos de tomar una clara posición en favor de las clases
sociales menores, sin que eso signifique una toma de postura en contra de las
otras clases. Esto nos permitirá estar cercanos a todos fraterna y alegremente,
como siervos.

63
- Esta minoridad que nos hace siervos, empero, no nos hace serviles, como
aquellos que para mantener contentos a sus superiores se les someten siempre
de un modo ciego. El que es auténticamente un hermano menor está muy lejos
de comportarse como ignorante y/o agazapado; de hecho, en la RegNB, siervos
son primeramente los superiores, que deben estar dispuestos a dejarse corregir
por los súbditos. Al respecto, un escenario precioso en el que se debe hacer
patente la opción minorítica es el del ejercicio de la autoridad. Francisco
resignifica totalmente este campo mediante la imagen del lavatorio de los pies,
ubicando el ejercicio del gobierno en el mismo ámbito del servicio menor. La
minoridad no elimina la autoridad, pero sí pide reinterpretarla: en nuestras
fraternidades franciscanas, la autoridad debe ejercerse desde la reciprocidad.

- En fin, en todo tiempo y lugar, la minoridad de los franciscanos se debe vivir


con alegría contagiante, porque tiene como fondo la certeza de que Dios, en el
Cristo-Siervo, no vaciló humillarse al asumir nuestra condición caída para
salvarnos. Delante de Él, que es el único Grande, todos los demás seremos
siempre menores.

Sugerencias para la celebración

Una de las cualidades más hermosas que caracteriza al que vive la minoridad es
su actitud agradecida ante el Dios de la vida y su deseo constante de restituir a Él todo
lo bueno y lo bello. La desapropiación interior del hermano menor se manifiesta en
una constante acción de gracias a «la caridad que es Dios». Celebremos, pues, la
minoridad haciéndonos eco del triple agradecimiento con el que, de manera preciosa,
el hermano Francisco introduce el extenso capítulo XXIII de la Regla no bulada.
1
Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo Dios, Padre santo y
justo, Señor rey del cielo y de la tierra, por ti mismo te damos gracias, porque,
por tu santa voluntad y por tu unigénito Hijo con el Espíritu Santo, creaste todas
las cosas espirituales y corporales, y a nosotros, hechos a tu imagen y
semejanza, nos pusiste en el paraíso. 2Y nosotros caímos por nuestra culpa. 3Y
te damos gracias porque, así como por tu Hijo nos creaste, así, por tu santo

64
amor con el que nos amaste, hiciste que él, verdadero Dios y verdadero
hombre, naciera de la gloriosa siempre Virgen, la beatísima santa María, y
quisiste que nosotros, cautivos, fuéramos redimidos por su cruz y sangre y
muerte. 4Y te damos gracias porque el mismo Hijo tuyo vendrá en la gloria de
su majestad a enviar al fuego eterno a los malditos, que no hicieron penitencia
y no te conocieron, y a decir a todos los que te conocieron y adoraron y te
sirvieron en penitencia: Vengan, benditos de mi Padre, reciban el reino que les
está preparado desde el origen del mundo.

Siguiendo el modelo que proponemos, les invitamos a meditar cada una de las
tres acciones de gracias que el Pobrecillo dirige al altísimo y sumo Dios: Creador,
Redentor y Salvador.

Primera acción de gracias (v. 1):


«Todos»
Te damos gracias, Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo
Dios, Padre santo y justo, Señor rey del cielo y de la tierra.
«Lector»
• Motivo del agradecimiento: la creación.
- por Ti mismo te damos gracias,
- porque creaste todas las cosas espirituales y corporales,
- porque pusiste al hombre, creado a tu imagen y semejanza, en el paraíso.
(Silencio)
Segunda acción de gracias (v. 3):
«Todos»
Te damos gracias: Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo
Dios, Padre santo y justo, Señor rey del cielo y de la tierra.
«Lector»
• Motivo del agradecimiento: la redención
- porque nos creó por su Hijo,
- porque hiciste que Él naciera de la gloriosa Virgen,
- porque quisiste que fuéramos redimidos por su cruz, sangre y muerte.

65
(Silencio)
Tercera acción de gracias (v. 4):
«Todos»
Te damos gracias: Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo
Dios, Padre santo y justo, Señor rey del cielo y de la tierra.
«Lector»
• Motivo del agradecimiento: la salvación universal.
- porque su Hijo vendrá de nuevo en la majestad de su gloria
- porque enviará al fuego eterno a los malditos.
- porque llamará benditos a todos los que lo conocieron, lo adoraron y lo
sirvieron en penitencia.

Cerramos leyendo la parte conclusiva del mismo cap. XXIII de la RegNB:

Ninguna otra, por tanto, cosa deseemos, ninguna otra queramos, ninguna otra
nos plazca y deleite, sino nuestro Creador y Redentor y Salvador, el solo
verdadero Dios, que es pleno bien, todo bien, total bien, verdadero y sumo bien,
que es el solo bueno, piadoso, manso, suave y dulce, que es el solo santo, justo,
verdadero y recto; el solo que es benigno, inocente, puro; de quien y por quien
y en quien es todo el perdón, toda la gracia, toda la gloria de todos los
penitentes y de todos justos, de todos los bienaventurados que gozan juntos en
los cielos. Amén.

Entonar el Cántico de las creaturas.

66
VIII. «Y todos los hermanos prediquen con las obras» (RegNB XVII,3). La
dimensión evangelizadora de los Hermanos Menores

El anuncio del Evangelio ha sido y es una de las tareas fundamentales de los


hermanos menores a lo largo de su historia. De ello nos dan cuenta algunas fuentes
externas. Vale la pena destacar entre ellas, el testimonio de Jacobo de Vitry, quien en
su Historia Occidentalis datada aproximadamente del 1220, dice que los hermanos
menores son también Orden de predicadores. En el mismo sentido las crónicas de
Rogelio de Wendover utilizan el título Orden de Hermanos Predicadores para referirse
a estos177. De igual modo, las fuentes internas a la Orden, nos permiten comprender
la vocación evangélica y evangelizadora de Francisco y los motivos por los cuales
esta entró como una exigencia del proyecto evangélico que el Señor le había inspirado
a él y a sus hermanos.

En la literatura monástica, comúnmente, la palabra «siglo», que nosotros


traducimos por «mundo», tenía una connotación negativa: indicaba la muerte, la
fragilidad y la debilidad de los seres humanos y de la creación. Incluso, era utilizada
para referirse al reino del mal o del pecado en oposición al cielo, a la gracia, a la vida
monástica o eclesiástica178. En virtud de lo anterior, la vida religiosa del tiempo
(eremitas, cenobitas, monjes) practicaban la «huida del mundo» (fuga mundi) como
proceso ascético-místico a través del cual se rechaza cuanto el mundo implica, o en

177
Cf. L. LEMMENS, Testimonia minora saeculi XIII de S. Francisco Assisiensis, 30 y 81
respectivamente; para la Historia occidentalis Cf. también San Francisco de Asís. Escritos y
biografías y documentos de la época, 958.
178
Bastaría mirar algunos de los muchos títulos de dicha literatura para darse cuenta de la importancia
que tenía esta temática en el ambiente monástico: Carmen de contemptu mundi de Rogelio de Caen,
discípulo de Anselmo de Aosta (Cf. PL 158, 705-708); Poema de contemptu mundi de Bernardo de
Cluny (Cf. Anglo-Latin Satirical Poets of the Twelfth Century, Ed. Th. Wright, t. 2, Londres 1872, 3-
102); el opúsculo Apologeticum de contemptu saeculi de Pedro Damiani y la carta De fluxa mundi
gloria et saeculi despectione del mismo autor (PL 145, respectivamente 251-292; 8-7-820); el tratado
De vanitate mundi et rerum transeuntium usu de Hugo de Saint Victor (Cf. PL 176, 703-740) que
tuvo tanta influencia en las décadas siguientes. A dichos títulos se podría agregar la obra inconclusa
de Lotario de Segni, el futuro Inocencio III, De Miseria humanae conditionis (ed. M. Maccarrone,
Locarno, 1955).

67
palabras de san Cipriano: «atravesar el mundo sin contaminarse del mundo»179. En
esa misma realidad, a Francisco se le revela una forma distinta de vivir la perfección
evangélica que es precisamente vivir en el mundo. De hecho, en la RegNB la vida de
los hermanos es presentada como «ir por el mundo»180.

La RegNB no presenta una exposición orgánica de la temática que estamos


tratando, pero sí encontramos una especial concentración entre los capítulos XIV-
XVII. Por otro lado, conviene recordar que el término «evangelización» no se
encuentra en sus Escritos y tampoco era empleado en el contexto Medieval.
Considerando lo anteriormente expuesto, haremos uso, no de la palabra sino del
concepto evangelización en un sentido amplio. Es por ello que, dirigiremos nuestra
atención a algunos términos relacionados con dicho concepto: «predicar»181,
«anunciar»182, «enviar»183, «ir»184. A partir de los conceptos mencionados y teniendo
en cuenta su significado y alcance en los Escritos, los podemos sistematizar en los
siguientes núcleos temáticos.

1. Fundamentación cristológica de la evangelización franciscana

La opción evangélica de ir por el mundo tiene un fundamento cristológico, como


se intuye a partir de la apropiación que hace de la oración sacerdotal de Jesús según

179
«per saeculum sine saeculi contagione transitis», Cf. S. CYPRIANI, De habitu virginum, 22, en
Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum, 3, Viena, 1868, p. 203.
180 RegNB XIV,1: Cuando los frailes van por el mundo. El sustantivo mundus aparece 52 veces en

los Escritos, pero no siempre es empleado en un mismo sentido. En su conjunto se pueden distinguir
cuatro significados. En ocasiones adquiere un sentido espacial, es decir, como un lugar equivalente
al planeta tierra con todas las cosas que lo componen y sus riquezas, p. ej. RegNB IX,11. A veces es
presentado con un sentido temporal, entendido como la historia o el acontecer humano, p. ej. RegNB
XXII,46. También asume un sentido social, en cuanto hace referencia a la sociedad o al conjunto de
los seres humanos; se encuentra especialmente en frases tomadas del capítulo 17 del evangelio de san
Juan, p. ej. RegNB XXII,47. Finalmente, hay frases en las que tiene un sentido moral, como condición
teológica sinónima de pecado, p. ej. RegNB XVII,10. Para esta clasificación del término nos hemos
valido de URIBE, Núcleos del Carisma, 156.
181
Cf. Praedicator : RegNB XVII,4 ; Praedicatores: RegNB XVII,5; Praedicatoribus: RegNB
XVII,1; Praedicationis: RegNB XVII,4; Praedicet: RegNB XVII,1.
182
Cf. Annuntient: RegNB XVI,7; Annuntiare: RegNB XXI,1.
183
Cf. Mitto: RegNB XVI,1; RegNB XXII,51; RegNB XXII,5.
184
Cf. Vadit: RegNB VIII,3; Vadunt: RegNB XIV,1; Vadunt: RegNB XVI,5.

68
el Evangelio de san Juan en el capítulo 17, citada explícitamente en la RegNB XXII,
41-55185. El texto de San Juan no es presentado en toda su integridad. En algunos
casos suprime expresiones, precisamente aquellas referidas a la figura divina de Cristo
en su relación con el Padre. Esto revela la intención de Francisco de hablar en nombre
propio con las palabras de Cristo y de subrayar ciertos temas de la así llamada oración
sacerdotal. En cuanto se refiere al contenido, a pesar de que la temática de la oración
sea compleja, un simple análisis de los verbos usados en el texto escogido pone en
resalto el tema de la misión. Cristo «manifestó» el nombre de Dios a los doce; estos
reconocieron la palabra que el Padre «dio a Cristo» y que Él les «dio a ellos» y
creyeron que era el «enviado» del Padre. Cristo les dio a ellos su palabra y el mundo
los odia; no obstante, como el Padre envió a Cristo, así este «envía» a sus discípulos
al mundo. Él no ora solamente por ellos sino por aquellos que creerán en sus palabras.
Cristo les hará conocer el nombre del Padre. Considerando estas ideas, tenemos el
siguiente esquema:

PADRE HIJO DISCÍPULOS

• Da misión • Envía a • continúan la


reveladora misión

Fundamento de la misión de los hermanos menores

El Hijo recibió del Padre una misión reveladora, derivada de su nacimiento en


el amor y la cumplió. Como enviado del Padre, también él envía sus íntimos
colaboradores como propagadores de la revelación, que es el mismo Cristo, Verbo del

185
Para una mayor comprensión del tema, léase: W. VIVIANI, L'ermeneutica di Francesco d'Assisi.
Indagine alla luce di Gv. 13-17 nei suoi scritti, Roma, 1983, p. 226 ss.

69
Padre. A este propósito son consagrados en la verdad, con la finalidad de que la
difundan en el mundo. El apostolado de los discípulos es, entonces, continuar la
misión de Cristo. Como se ve, el tema de la misión es como un hilo conductor que
une todos los temas: palabra, verdad, unidad, glorificación, consagración, mundo, que
aparecen también con mucha frecuencia en el parágrafo186.

El hecho de que un texto tan importante como es la oración sacerdotal sea


consignado en la RegNB con las características señaladas, es ya de por sí un indicio
claro que el «seguimiento de Jesús» para el Hermano Menor encuentra una
cualificación eminentemente evangélica en la misión de los doce discípulos.
Considerando lo anteriormente expuesto, para Francisco el seguimiento de Jesús tiene
como consecuencia directa la misión de los hermanos de predicar el Reino, la cual a
su vez tiene la propia razón de ser en la misión de Cristo, suprema revelación del
Padre.

2. El alma de la evangelización es el Espíritu del Señor

Según la RegNB, es Jesucristo quien dijo a los hermanos: «nada lleven por el
camino»187, «yo os envío como ovejas en medio de lobos»188, «no os gocéis en esto,
que los espíritus se os someten»189, «mientras que el Espíritu del Señor quiere la carne
abyecta que busca la paciencia, que desea el divino amor»190. El Espíritu del Señor
asume los mandamientos del Señor y, actuando en la interioridad de los hermanos, los
actualiza y les permite observarlos, por lo tanto, la fuente interior de la eficacia
apostólica es el Espíritu Santo.

La misión de los hermanos no se expresa tanto en palabras y exterioridad como


en dejar espacio a la acción del Espíritu del Señor. El «espíritu de la carne» busca la

186
Cf. F. URIBE, Strutture e specificità della vita religiosa secondo la regola de S. Benedetto e gli
opusculi di S. Francesco D’Assisi, Roma, 1979, p. 326-327.
187
RegNB XIV, 1.
188
RegNB XVI, 1.
189
RegNB XVII,6.
190
Cf. RegNB XVII, 14-16.

70
relación con la exterioridad, mientras que el Espíritu del Señor busca la relación con
la presencia y la acción interior de Dios, que es el único que puede integrar en el
hermano ambas dimensiones. El Espíritu del Señor rechaza la exterioridad por sí
misma, la sabiduría de este mundo, la prudencia de la carne, y privilegia todo lo que
permite al Espíritu actuar en nosotros con su fuerza y sus modalidades. En tal sentido,
la predicación oral y el ir en sentido geográfico-espacial son relegados a un segundo
plano.

En los textos evangélicos de la misión elegidos por Francisco, siempre omite los
«poderes» extraordinarios que Jesús confiere a sus enviados, sino que más bien
siempre se subrayan tres ideas: «nada lleven por el camino», «yo os envío como ovejas
en medio de lobos» y «no os gocéis en esto, que los espíritus se os someten»191. De
estas tres ideas depende toda la misión evangelizadora de los hermanos y en ellas se
evidencian las normas que se refieren a la interioridad, es decir, la acción del Espíritu.
«Nada lleven por el camino», es una forma de evangelización porque esta actitud
permite a los hermanos hacer espacio al Espíritu del Señor, que es nuestro único
evangelizador.

3. El testimonio, la forma privilegiada de Evangelizar

Existe una relación directa y recíproca entre el ser y la misión del hermano
menor, esto quiere decir que por sus fundamentos más profundos el hermano menor
es evangelizador y esta no puede ser entendida como un conjunto de actividades
cotidianas específicas, sino que reviste todas las dimensiones de su persona. Por ello,
exhorta Francisco: «todos los hermanos prediquen con las obras»192. Predicar con las
obras es una expresión que indica el anunciar el Evangelio con la propia vida: la vida
es un anuncio evangelizador.

191
Los captítulos XIV-XVII de la RegNB son considerados «la carta magna» del apostolado; Cf.
DOZZI, Il Vangelo nella Regola non bollata, 205ss.
192
RegNB XVII,3.

71
4. Disposiciones sobre la forma específica en que los hermanos menores deben
realizar su misión

Francisco es consciente de que el sustrato de la misión de los hermanos es la


vida evangélica. En tal sentido, les deja un texto que recoge las disposiciones en
cuanto al modo como ellos deben ir por el mundo. Veamos el siguiente esquema:

a. La persona • nada lleven para el camino, ni (Lc 9,3) bolsa (Cf. Lc


10,4), “ni alforja, ni pan, ni pecunia” (Lc 9,3), ni
del bastón” (Cf. Mt 10,10). 2. Y en cada casa en que
evangelizador entraren, digan primero: “Paz a esta casa” (Lc 10,5). 3.
Y, permaneciendo en la misma casa, coman y beban lo
que hay en ella” (Lc 10,7).

• “No resistan al malvado, sino que al que les pegare en


una mejilla, preséntenle también la otra (Cf. Mt 5,39; Lc
b. Normas de 6,29). 5. “Y al que les quita la capa, no le prohíban
comportamiento también la túnica” (Lc 6,29). 6. Den a todo el que les pida;
y a quien les quita sus cosas, no se las reclamen (Cf. Lc
6,30)”

a) La persona del evangelizador: en la primera sección, el Pobrecillo presenta


elementos del discurso del envío misionero de los discípulos. Francisco
destaca especialmente dos: el primero, la pobreza del evangelizador,
expresada en la manera de vestir, el uso pobre de los medios para evangelizar
y la no preocupación por la comida; el segundo, la condición de portadores
de la paz. Él pone el énfasis en la persona del evangelizador en cuanto su
aspecto externo y su mensaje constituyen una mediación evangelizadora a
través del testimonio de la pobreza, de la simplicidad y de la paz.

b) Normas de comportamiento: esta sección contiene cinco normas tomadas del


contexto de las bienaventuranzas193 presentadas como pautas de
comportamiento para los hermanos cuando van por el mundo y en la RegNB
adquieren también el carácter de pautas para comportarse cuando ellos van a

193
No resistan al malvado, presenten la otra mejilla, no les impidan tomar también la túnica, den al
que les pida, no le reclamen a quien les quite las cosas.

72
la misión. Según ellas, el discípulo de Cristo no debe hacer justicia por sí
mismo y frente a la injusticia no debe oponer resistencia.

A la luz del texto podemos comprender que ir por el mundo no se reduce a una
categoría geográfico-espacial, sino que tiene ante todo una connotación socio-
teológica194. Lo cual quiere decir que la esencia de la evangelización no consiste tanto
en los desplazamientos, ni en las palabras, ni en las estructuras de pastoral, cuanto en
la vida misma. Desde este punto de vista, se podría decir que cuando Francisco habla
de evangelización, su interés predominante se centra más en los evangelizadores que
en los evangelizados.

5. Del modo de realizar la misión entre los no creyentes

Francisco también indica otra forma de «ir por el mundo» que es la de ir entre
los pueblos que profesan una religión diferente de la cristiana, llamados en el
medioevo «infieles» o «sarracenos», cuando se refiriere a los que profesan el
islamismo. A este respecto, el capítulo XVI de la RegNB presenta dos textos del
discurso misionero, según Mt 10,16. Dichas palabras son dirigidas a los hermanos con
la autoridad de Jesús: «Dice el Señor». El criterio principal que debe guiar a los
hermanos en esta misión es la simplicidad195 (simplices) antes que la predicación
propiamente dicha.

Los hermanos son enviados atendiendo a un criterio especial, la «divina


inspiración», es decir, no es un capricho personal sino una obra del Espíritu del Señor
que conduce al hermano a estar entre (inter), preposición utilizada por Francisco y
que se inspira en la Encarnación de Cristo quien puso su tienda entre nosotros196.
Según esto, «ir entre sarracenos» significa hacer vida estable entre ellos, y no
simplemente visitas esporádicas. Otro elemento importante del texto es que los

194
Cf. DOZZI, Il Vangelo nella Regola non bollata, 207.
195
Cf. RegNB XVI,1: Sed, pues, prudentes como las serpientes y sencillos (simplices) como las
palomas.
196 Cf. Jn 1,14.

73
hermanos deben «conducirse espiritualmente»197, que significa no estar guiados por
el espíritu de la carne, es decir, no actuar por intereses protagónicos y egoístas, sino
guiados por el Espíritu del Señor. Por ello, los hermanos deben tener el discernimiento
para anunciar solo cuando «vieren que agrada al Señor» y en consecuencia, deben
evitar litigios y contiendas, es decir, discusiones ideológicas o doctrinales, a causa, tal
vez de la religión diferente de los infieles. Francisco prefiere que los hermanos
orienten su comportamiento atendiendo al principio de minoridad y opta por utilizar
el verbo «anunciar» en vez de «predicar», lo cual supone que la predicación misionera
de los hermanos tenía una modalidad kerigmática. De hecho, el contenido de tal
anuncio es la invitación a que crean en el Dios omnipotente y Trino y a que se
bauticen.

Sugerencias para la relectura

- El «ir por el mundo», tiene para Francisco una comprensión claramente


evangelizadora. Esto significa que en primer lugar predomina el «ser» sobre el
«hacer» y, en segundo lugar, que el «ser» es instrumento de evangelización.
En virtud de ello es comprensible la invitación a que «prediquen con las obras».
Esto plantea serios interrogantes a nuestra manera de ser. ¿Podemos decir
realmente que estamos predicando con las obras? ¿Cuáles serían los aspectos
de nuestro «ser» que aparecen con más evidencia como positivos? ¿Cuáles son
los más vulnerables? ¿Qué podríamos hacer para superar los aspectos
negativos?

- Una de las características de la evangelización «cuando se va por el mundo»,


típica de los hermanos menores, es el desapego a los lugares, casas y obras
apostólicas. ¿Hasta qué punto el posible apego a las obras apostólicas podría
estar impidiendo nuestra específica misión en el mundo a través del
testimonio?

197
Cf. RegNB XVII,5.

74
- La concepción de la vida como un «ir por el mundo» tiene una profunda
motivación cristológica, en cuanto es la forma específica de seguir a Jesucristo,
quien es don del Padre enviado al mundo, el cual vino en pobreza y humildad
a servir a todos. Nuestra misión de evangelizadores «entre» la gente nos
interpela sobre la manera como estamos tratando de que el Evangelio llegue
realmente a inculturarse en el mundo donde vivimos. Inculturar quiere decir
hablar el mismo lenguaje, cercanía, compartir, pero no transigir. ¿Cómo lograr
que por nuestro medio el Evangelio llegue a inculturarse, permaneciendo
siempre nosotros como auténticos hombres evangélicos?

Sugerencias para la celebración

1. Ambientación: se puede arreglar el lugar con el nombre de los lugares y de las


misiones en las que los hermanos prestan su servicio.

2. En fraternidad entonar un canto referido a la misión, podría ser, «nos envías


por el mundo», «alma misionera», etc.

3. Lector 1:

Dice el Señor: Mirad, yo os envío como ovejas en medio de lobos. 2Sed,


pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas (Mt 10,16). 3Por
eso, cualquier hermano que quiera ir entre sarracenos y otros infieles, vaya
con la licencia de su ministro y siervo. 4Y el ministro les dé la licencia y no
se oponga, si los ve idóneos para ser enviados; pues tendrá que dar cuenta
al Señor (Cf. Lc 16,2), si en esto o en otras cosas procediera sin
discernimiento. 5Y los hermanos que van, pueden conducirse
espiritualmente entre ellos de dos modos. 6Un modo consiste en que no
entablen litigios ni contiendas, sino que estén sometidos a toda humana
criatura por Dios (1 Pe 2,13) y confiesen que son cristianos (RegNB XVI,
1-6).

4. Meditación personal: un criterio que debe guiar a los hermanos al ejecutar su


tarea evangelizadora cuando van por el mundo, «guiados por divina
inspiración», esto quiere decir, por una parte, no seguir el propio capricho ni
guiarse por motivaciones egoístas y, por otra, mantenerse en un continuo

75
ejercicio del discernimiento hecho en el seno de la fraternidad, a fin de que su
vida sea guiada realmente por el Espíritu del Señor. ¿Se puede decir que las
obras apostólicas y los demás trabajos que realizan los hermanos de nuestra
Provincia o grupo franciscano responden a este principio?

5. Lector 2:

Y todos los hermanos, dondequiera que estén, recuerden que ellos se dieron
y que cedieron sus cuerpos al Señor Jesucristo. 11Y por su amor deben
exponerse a los enemigos, tanto visibles como invisibles; porque dice el
Señor: El que pierda su alma por mi causa, la salvará (Cf. Lc 9,24) para la
vida eterna (Mt 25,46). 12Bienaventurados los que padecen persecución por
la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5,10). 13Si me
persiguieron a mí, también a vosotros os perseguirán (Jn 15,20). 14Y: Si os
persiguen en una ciudad, huid a otra (Cf. Mt 10,23). 15Bienaventurados
vosotros cuando os odien los hombres y os maldigan y os perseguirán y os
expulsen y os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, y
cuando digan mintiendo toda clase de mal contra vosotros por mi causa (Mt
5,11; Lc 6,22). 16Alegraos aquel día y saltad de gozo (Lc 6,23), porque
vuestra recompensa es mucha en los cielos (Cf. Mt 5,12). 17Y yo os digo a
vosotros, amigos míos: no os aterroricéis por ellos (Cf. Lc 12,4), 18y no
temáis a aquellos que matan el cuerpo (Mt 10,28) y después de esto no
tienen más que hacer (Lc 12,4). 19Mirad que no os turbéis (Mt
24,6). 20Pues en vuestra paciencia poseeréis vuestras almas (Lc
21,19); 21y el que persevere hasta el fin, éste será salvo (Mt 10,22; 24,13)
(RegNB XVI, 10-21).

6. Meditación fraterna: La condición para que el «ser», es decir, la vida de los


hermanos, tenga una función evangelizadora es que parta de un profundo
sentido de minoridad, practiquen el espíritu de fraternidad entre sí y con todos
los seres humanos, sean portadores de paz a partir de un corazón pacificado y
observen la pobreza evangélica tanto en su persona como en los medios que
usan.

En este mundo dominado por la violencia armada e institucionalizada, por los


odios y rencores, ¿cómo estamos realizando nuestra vocación específica de
hombres pacíficos? ¿Podemos decir que nuestra forma de «ir por el mundo»

76
constituye un testimonio de no violencia activa? Los invitamos a compartir la
reflexión a nivel fraterno.

7. Oración final:

En todas partes, en todo lugar, a toda hora y en todo tiempo, diariamente y


de continuo, todos nosotros creamos verdadera y humildemente, y
tengamos en el corazón y amemos, honremos, adoremos, sirvamos,
alabemos y bendigamos, glorifiquemos y ensalcemos sobremanera,
magnifiquemos y demos gracias al altísimo y sumo Dios eterno, Trinidad y
Unidad, Padre e Hijo y Espíritu Santo, creador de todas las cosas y salvador
de todos los que creen y esperan en él y lo aman a él, que es sin principio y
sin fin, inmutable, invisible, inenarrable, inefable, incomprensible,
inescrutable (Cf. Rom 11,33), bendito, laudable, glorioso, ensalzado
sobremanera (Cf. Dan 3,52), sublime, excelso, suave, amable, deleitable y
todo entero sobre todas las cosas deseable por los siglos. Amén. (RegNB
XXIII, 11).

77
IX. «Y el que persevere hasta el fin, este será salvo» (RegNB XVI,21). La
dimensión escatológica de los Hermanos Menores

La vida en penitencia es la síntesis de la vida cristiana y es una respuesta al


amor infinito de Dios198:

Bienaventurados los que mueren en penitencia, porque estarán en el Reino de los


cielos. ¡Ay de aquellos que no mueren en penitencia, porque serán hijos del diablo,
cuyas obras hacen e irán al fuego eterno! Guardaos y absteneos de todo mal y
perseverad hasta el fin en el bien199.

El germen escatológico constituye una característica esencial de la forma de


vida de los Hermanos Menores. En efecto, la RegNB es una clara expresión del
horizonte futuro y del compromiso actual. Esta síntesis teológica, que nos ofrece
Francisco, considera algunos elementos importantes, como pueden ser: la itinerancia,
la pobreza, la esperanza y la perseverancia. Veamos con mayor detalle estas
características que componen la fisonomía de la esperanza futura.

1. La Itinerancia

La condición existencial de los Hermanos Menores en el mundo es de


peregrinos y forasteros:

Todos los hermanos empéñense en seguir la humildad y pobreza de nuestro Señor


Jesucristo y recuerden que ninguna otra cosa del mundo entero debemos tener, sino
que, como dice el Apóstol: teniendo alimentos y con qué cubrirnos,
estamos contentos con eso (Cf. 1 Tim 6,8)200.

Ellos proclaman el verdadero señorío de Dios, la restitución final de la


condición de igualdad de los Hijos de Dios y la plenitud de la esperanza en el Reino

198
Para una mayor profundización véase el estudio todavía válido de K. ESSER – E. GRAU, Respuesta
al amor. El camino franciscano hacia Dios, Santiago de Chile, 1981.
199
RegNB XXI, 8-9.
200
RegNB IX, 1.

78
de los cielos: «Padre, los que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos
estén conmigo, para que vean tu gloria (Jn 17,24) en tu reino (Mt 20,21). Amén»201.

La itinerancia, que se fundamenta en la des-apropiación, es como una bisagra


que une el presente y el futuro: la vida en penitencia se desenvuelve en el tiempo
presente, pero sin perder el horizonte final, que da consistencia y plenitud al peregrinar
del cristiano. Los Hermanos Menores, al tener una meta fija hacia la cual caminan,
«la tierra de los vivientes»202, realizan opciones que les permitan anticipar y alcanzar
la vida eterna: «Por lo tanto, son amigos nuestros todos aquellos que injustamente nos
acarrean tribulaciones y angustias, afrentas e injurias, dolores y tormentos, martirio y
muerte; 4a los cuales debemos amar mucho, porque, por lo que nos acarrean, tenemos
la vida eterna»203.

2. La pobreza

Jesús prometió el Reino de los cielos a los pobres de espíritu. Francisco


descubre que la herencia prometida es el mismo Dios y la condición previa para
alcanzarla es la pobreza en su sentido evangélico. Ella juega un papel importante ya
que prepara y otorga la participación futura en el Reino de Dios. El Reino de Dios
tiene como destinatarios privilegiados a los pobres: «Y deben gozarse cuando
conviven con personas de baja condición y despreciadas, con pobres y débiles y
enfermos y leprosos y los mendigos de los caminos»204. Es la promesa hecha por Jesús
en el discurso de la montaña: «felices los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino
de los cielos». Francisco explica que los pobres de espíritu son aquellos que se odian
a sí mismos y aman a los que los persiguen:

Hay muchos que, perseverando en oraciones y oficios, hacen muchas abstinencias y


mortificaciones corporales, 3pero, por una sola palabra que les parezca injuriosa para
sus cuerpos o por alguna cosa que se les quite, escandalizados enseguida se

201
RegNB XXII, 55.
202
RegB VI, 5.
203
RegNB XXII, 1.
204
RegNB IX, 2.

79
perturban. 4Estos no son pobres de espíritu, porque quien es de verdad pobre de
espíritu, se odia a sí mismo y ama a aquellos que lo golpean en la mejilla (Cf. Mt
5,39)205.

El ser pobre de espíritu va en estrecha relación con la desapropiación entendida


como un despojarse de todo, sea de tipo material, como también de tipo espiritual,
teniendo siempre como referencia la kénosis de Jesucristo:

y cuando sea necesario, vayan por limosna. 4Y no se avergüencen, sino más bien
recuerden que nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios vivo (Jn 11,27)
omnipotente, puso su faz como roca durísima (Is 50,7), y no se avergonzó. 5Y fue
pobre y huésped y vivió de limosna él y la bienaventurada Virgen y sus discípulos206.

El momento culmen y la verificación de la desapropiación es la llegada y


acogida de la hermana muerte, «bienaventurados aquellos que encontrará en Tu
santísima voluntad»207. La desapropiación concluye con la restitución, es decir, todo
vuelve a su origen y originante que es Dios:

Y devolvamos todos los bienes al Señor Dios altísimo y sumo, y reconozcamos que
todos los bienes son de él, y démosle gracias por todos a él, de quien proceden todos
los bienes. 18Y el mismo altísimo y sumo, solo Dios verdadero, tenga y a él se le
tributen y él reciba todos los honores y reverencias, todas las alabanzas y
bendiciones, todas las gracias y gloria, de quien es todo bien, solo el cual es bueno
(Cf. Lc 18,19)208.

3. La esperanza y la perseverancia

El sustantivo «esperanza» y el verbo «esperar» tienen una especial importancia


en la RegNB. La esperanza pertenece a la triada de las virtudes teologales que califican
al cristiano en su modo de ser y de operar209. Dios es el fundamento y el objetivo de
la esperanza del hombre; Jesús, por la encarnación y el misterio pascual, cumple
definitivamente la esperanza y el anhelo del ser humano:

205
Adm XIV, 4.
206
RegNB IX, 3-5.
207
Cánt 30.
208
RegNB XVII, 17.
209
Cf. M. CONTI, Dio speranza dell’uomo nelle preghiere di san Francesco, en La Speranza, vol. 2.
Studi biblico-teologici e apporti del pensiero francescano, Roma,1984, p. 419.

80
Y te damos gracias porque, así como por tu Hijo nos creaste, así, por tu santo
amor con el que nos amaste (Cf. Jn 17,26), hiciste que él, verdadero Dios y verdadero
hombre, naciera de la gloriosa siempre Virgen, la beatísima santa María, y quisiste
que nosotros, cautivos, fuéramos redimidos por su cruz y sangre y muerte210.

La esperanza abraza el pasado, el presente y el futuro del hombre porque en


Dios está la fuente de la salvación. El juicio final no es la aniquilación de la historia,
sino el culmen de los que hacen o no hacen penitencia, incluso de la creación entera
que espera y anhela la realización final de la acción amorosa de Dios, que es el
«misericordioso salvador»211:

Y te damos gracias porque ese mismo Hijo tuyo vendrá en la gloria de su majestad
a enviar al fuego eterno a los malditos, que no hicieron penitencia y no te
conocieron, y a decir a todos los que te conocieron y adoraron y te sirvieron en
penitencia: Venid, benditos de mi Padre, recibid el reino que os está
preparado desde el origen del mundo (Cf. Mt 25,34)212.

Sin embargo, en esta tensión, entre presente y futuro, Francisco señala que la
esperanza es sostenida por la perseverancia y por la paciencia que se enraízan en el
amor, pues solo se permanece en lo que se ama: «y el que persevere hasta el fin, ese
se salvará (Mt 10,22; 24,13)»213. La constancia en la observancia de la vida evangélica
afianza las raíces de la fe y la espera paciente origina alegría y confianza, aún en las
tribulaciones y sufrimientos de la vida presente. De este modo el tiempo presente,
incluso la misión y la evangelización, se abre y proyecta hacia un futuro:

Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el


reino de los cielos (Mt 5,10). 13Si me persiguieron a mí, también a vosotros os
perseguirán (Jn 15,20). 14Y: Si os persiguen en una ciudad, huid a otra (Cf. Mt
10,23). 15Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres y os maldigan y os
perseguirán y os expulsen y os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, y
cuando digan mintiendo toda clase de mal contra vosotros por mi causa (Mt 5,11; Lc
6,22). 16Alegraos aquel día y saltad de gozo (Lc 6,23), porque vuestra recompensa
es mucha en los cielos (Cf. Mt 5,12)214.

210
RegNB XXIII,3.
211
AlD 7.
212
RegNB XXIII, 4.
213
RegNB XVI, 21.
214
RegNB XVI, 12-16.

81
Lo opuesto a la desapropiación y, por lo tanto, a la itinerancia, a la pobreza y a
la esperanza es la apropiación: «Guárdense los hermanos, dondequiera que estén, en
eremitorios o en otros lugares, de apropiarse ningún lugar ni de defenderlo contra
nadie»215. Francisco denuncia este peligro advirtiendo a los hermanos a guardarse de
«toda soberbia y vanagloria. Y protejámonos de la sabiduría de este mundo y de la
prudencia de la carne (Rom 8,6)»216. Estos conceptos, en la mayoría de los casos, son
usados en sentido negativo para indicar la excesiva preocupación interior por las cosas
de este siglo, la cual se traduce en la agitación o la desazón interior que roba la paz
del espíritu217. Esta ansiedad desmedida genera en el corazón del creyente el apego a
las realidades de este mundo que desemboca generalmente en la tristeza y en la
angustia ante la imposibilidad de tener o de perder los bienes. El que se apropia está
imposibilitado a entrar en la dinámica de la restitución y, por ende, en la nueva lógica
del Reino:

Y, como dice el Señor, no consideren los pecados mínimos de los otros (Cf. Mt 7,3;
Lc 6,41); 12al contrario, recapaciten más bien en los suyos propios con amargura de
su alma (Is 38,15). 13Y esfuércense en entrar por la puerta angosta (Lc 13,24),
porque dice el Señor: Angosta es la puerta y estrecho el camino que conduce a la
vida; y pocos son los que lo encuentran (Mt 7,14)218.

Francisco sin despreciar la vida presente tiene la mirada orientada en el Reino


de los cielos como una situación futura, consumada y plena. Él mira y pide la
intercesión de la Iglesia triunfante cuyos miembros han alcanzado la manifestación
gloriosa y la realización manifiesta de la fraternidad219. En conclusión, esta
perspectiva no saca a los hermanos de la realidad actual, ellos viven como pobres y
peregrinos en el mundo y de esta manera alimentan la esperanza de una vida nueva a
la cual todos debemos aspirar.

215
RegNB VII, 13.
216
RegNB XVII,9-10.
217
Cf. URIBE, La Regla de San Francisco, 292-293.
218
RegNB XI, 13.
219
Cf. RegNB 23,6.

82
Sugerencias para la relectura
- La intuición escatológica que Francisco presenta en la RegNB está en relación
directa con la formulación que hizo el Concilio Vaticano II sobre la Vida
Consagrada como anticipo del Reino de los cielos. Hacer evidente en la
sociedad actual la esperanza de la vida futura es una tarea noble y desafiante,
especialmente porque nuestro testimonio de radicalidad evangélica, de relación
fraterna y de alegría pascual deberían provocar y suscitar en los hombres y
mujeres un deseo y anhelo de justicia, fraternidad y libertad.

- La conciencia de la dimensión futura de nuestra vida no significa una


desatención o falta de compromiso con la realidad actual, caer en esta tentación
es alienación. Tener claro el horizonte, hacia dónde vamos, nos ayuda a ser
más conscientes y comprometidos con el momento y la realidad presente: un
sano anhelo de trabajar y construir un mundo mejor.

- Los cristianos católicos y todos aquellos que han profesado los consejos
evangélicos estamos invitados a renovar e impulsar nuestra vida y nuestras
estructuras. Mirar el futuro, confiados en Dios, significa adquirir un serio y
hondo sentido de responsabilidad. Tenemos una herencia carismática hermosa:
¿cuáles son nuestras opciones carismáticas actuales: personales, fraternas e
institucionales? Lo que hoy elijamos vivir configurará el escenario carismático
de las futuras generaciones de cristianos y de consagrados.

Sugerencias para la celebración

Luego de haber reflexionado y dialogado sobre la dimensión escatológica de


nuestra vida les invitamos a concluir con un momento de oración fraterna:

1. Encender un cirio y abrir el Evangelio. Canto inicial.


2. Se propone la siguiente pregunta: ¿cuáles son las virtudes (acciones,
características) que manifiestan el Reino de Dios? (pobreza, fraternidad,

83
alegría, minoridad, esperanza, perseverancia, confianza, etc.). Se dice la
respuesta en alta voz y se deja un momento en silencio.

3. Se invita a realizar una petición común de la siguiente manera: «Vamos a pedir


que el Señor nos regale aquellas características que hacen presente entre
nosotros el Reino y nosotros nos vamos a comprometer para que así sea». Uno
dice en voz alta: «Señor te pedimos»: la fraternidad, etc. A cada invocación,
todos responden: «Venga tu reino Señor». Se repite cuantas veces sea
necesario, de acuerdo con las características que se han enumerado.

4. Oración. El guía dice: «Retengamos, por consiguiente, las palabras, la vida y


la doctrina y el santo evangelio de aquel que se dignó rogar por nosotros a su
Padre y manifestarnos su nombre diciendo»:

5. «Todos juntos»

Padre, glorifica tu nombre (Jn 12,28), y glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te
glorifique a ti (Jn 17,1). 42Padre, manifesté tu nombre a los hombres que me
diste (Jn 17,6); porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos; y ellos
las han recibido, y han reconocido que salí de ti, y han creído que tú me has
enviado. 43Yo ruego por ellos, no por el mundo, 44sino por éstos que me diste,
porque tuyos son y todas mis cosas tuyas son (Jn 17,8-10). 45Padre santo, guarda
en tu nombre a los que me diste, para que ellos sean uno como también
nosotros (Jn 17,11). 46Hablo estas cosas en el mundo para que tengan gozo en sí
mismos. 47Yo les he dado tu palabra; y el mundo los ha odiado, porque no son del
mundo, como tampoco yo soy del mundo. 48No te ruego que los saques del mundo,
sino que los guardes del maligno (Jn 17,13-15). 49Glorifícalos en la verdad. 50Tu
palabra es verdad. 51Como tú me enviaste al mundo, también yo los envié al
mundo. 52Y por éstos me santifico a mí mismo, para que sean ellos santificados en
la verdad. 53No ruego solamente por éstos, sino por aquellos que han de creer en
mí por medio de su palabra (Cf. Jn 17,17-20), para que sean consumados en la
unidad, y conozca el mundo que tú me enviaste y los amaste como me amaste a
mí (Jn 17,23). 54Y les haré conocer tu nombre, para que el amor con que me
amaste esté en ellos y yo en ellos (Cf. Jn 17,26). 55Padre, los que me has dado,
quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que
vean tu gloria (Jn 17,24) en tu reino (Mt 20,21). Amén220.

220
RegNB XXII, 41-55.

84
CONCLUSIÓN

La RegNB es un texto carismático de gran riqueza y profundidad que puede


ayudar a los hijos e hijas de Francisco de Asís a leer la realidad y proyectar la vitalidad
y actualidad de la vida evangélica. Estamos invitados y desafiados a dar una respuesta
a las preguntas y necesidades de nuestro mundo desde la pertenencia y la radicalidad
de nuestra forma de vida en la Iglesia y en la sociedad. Desde esta perspectiva,
podemos evidenciar que el texto que hemos leído, meditado y celebrado nos ofrece
algunas claves hermenéuticas importantes, que las sintetizamos en los siguientes
puntos:

Dimensión histórica: El esbozo breve de los elementos históricos que


rodearon la génesis de la RegNB nos permite proyectar ciertos puntos de central
importancia. En primer lugar, es un escrito que no debería ser reducido a lo puramente
espiritual ni tampoco solamente a lo jurídico. Las lecturas espiritualistas y canonistas
no lograrán llegar al corazón de un texto que engloba la forma de vida (el ser y el
hacer) de la fraternidad franciscana. En segundo lugar, la Regla de 1221 se consolida
sobre dos fundamentos que hacen de columna: la vocación a la vida evangélica que
Francisco recibió como don y carisma; y la aprobación eclesiástica otorgada por la
Iglesia.

En nuestro continuo mirar hacia el futuro no podemos obviar este doble


fundamento de nuestros orígenes remotos: la gracia del Altísimo y la mediación
institucional. En este sentido, es el documento que mejor refleja la identidad que la
fraternidad evangélica tenía de sí misma y de su propia misión en la Iglesia y en el
mundo.

Dimensión evangélica: La Regla remite en primer lugar al Evangelio como


forma y norma de vida: es el punto de partida y de llegada de la forma de vida de los
Hermanos Menores. En el texto se pueden identificar algunos núcleos narrativos que
concentran el radicalismo de ciertos temas esenciales del Evangelio que pasan a

85
formar parte del ideal carismático de Francisco y deberían constituir «nuestro propio
ideal de vida»: el seguimiento, la minoridad y fraternidad, el proyecto del Reino, la
vida en el Espíritu, etc. La relación con el Evangelio es la relación con una Persona:
Cristo, «Palabra del Padre». Desde esta perspectiva se puede abordar el radicalismo
del seguimiento de Cristo, el cual exige una vida y una experiencia vocacional
gozosas.

Dimensión del Seguimiento de Cristo: Francisco de Asís fue un hombre


profundamente apasionado por Jesús, el cual se convirtió en el punto de referencia de
todos sus actos. En el conjunto de las exigencias hechas por Jesús a sus discípulos,
hay tres que calaron profundamente en el corazón del Pobrecillo y que tenían para él
un significado especial: la primera concerniente a la desapropiación de las cosas
materiales, la segunda referida a la renuncia al propio yo entendido como la tendencia
egocéntrica que condiciona la existencia de cada uno y la tercera que implica ordenar
los afectos en Cristo, poniéndolo a él en el punto más alto de una nueva escala de
valores. El seguimiento de Cristo, a la luz de la RegNB, aparece como un proceso
continuo, como una invitación dirigida al discípulo, que lo conduce a hacer un camino
de purificación del corazón, por lo cual debe ser comprendido como una respuesta
personal, libre y responsable, sin dejarse condicionar por patrones preestablecidos.

La dimensión espiritual: La vida en el Espíritu es uno de los elementos


centrales en la experiencia de Francisco de Asís. Esto nos permite afirmar que el
Espíritu del Señor y su santa operación es el punto de partida del carisma franciscano,
es el eje articulador de la vida del seguidor de Jesús y al mismo tiempo de cualquier
proyecto, ya sea personal, local, provincial o general. La acción del Espíritu Santo se
manifiesta en sus frutos: humildad, paciencia, paz, alegría, pureza, perseverancia, etc.;
estos valores pueden ser considerados como signos o expresiones que garantizan y
manifiestan su presencia en la vida del Hermano Menor.

Dimensión eclesial: La comunión eclesial es una de las características


esenciales de la forma de vida evangélica. La Iglesia es el lugar y el criterio de la

86
verdadera fe católica y de la conversión; es el lugar de la celebración de los
sacramentos, donde se ofrece a los creyentes la presencia y la gracia sacramental de
Cristo, su cuerpo y sangre, el perdón de los pecados y la escucha fiel de la Palabra. Y,
por lo mismo, el espacio del seguimiento fiel de Cristo Siervo. En este sentido existe
una relación entre obediencia y creatividad evangélica, entre fidelidad a la propia
vocación y obediencia a la autoridad eclesiástica. Esta síntesis se podría resumir como
obediencia evangélica creativa.

Dimensión fraterna: El proyecto de vida fraterno en Francisco encuentra el


punto fontal en su convicción profunda de configurarse con Cristo, Hijo de Dios y
Hermano de los hombres. Francisco descubre en su propia humanidad, y en la de
todos, esta doble dimensión: la filiación con Dios y la fraternidad con los demás
hombres y creaturas. El Pobrecillo realiza primordialmente esta doble experiencia en
sí mismo: se hace él fraternidad para que todos sus hermanos puedan experimentar –
como lo experimentó él– el gozo de saberse acogidos en igual medida por la
paternidad de Dios. Nos corresponde a nosotros, herederos de este carisma, encarnar
esta maravillosa experiencia de sentirnos hijos en el Padre, hermanos en el Hijo y en
el Espíritu.

Dimensión minorítica: La minoridad, entendida como un modo de colocarse


en el mundo, es una temática que teje y jalona todo el entramado de la RegNB, que la
enfoca desde dos grandes escenarios: la minoridad hacia lo externo (las relaciones de
los hermanos con el mundo) y hacia lo interno (la minoridad que marca y distingue
las relaciones dentro de la fraternidad). En nuestros contextos particulares y
cotidianos, la minoridad debería también marcar determinantemente nuestro mundo
de relaciones internas y externas. Ella, al ser un componente central de la pobreza
evangélica que Francisco abrazó sin reparos y por la que siempre luchó, se coloca en
el corazón mismo de nuestra forma de vida y constituye parte fundamental de nuestra
herencia e identidad.

87
Dimensión evangelizadora: el concepto franciscano de evangelización está
íntimamente ligado al testimonio de vida. Es por ello que lo esencial no está en las
palabras pronunciadas sino en la capacidad de experimentar en la propia vida el
mensaje que se quiere anunciar. La vocación evangélica de los hermanos tiene su
fundamento cristológico en el envío que el Padre hace al Hijo y este a su vez prolonga
su misión enviando a sus discípulos, del mismo modo, Francisco envía a sus hermanos
a ir por el mundo. Es importante reflexionar hoy si verdaderamente nuestras formas
de evangelización trasparentan o hacen presente el proyecto del Padre que es el Reino
de Dios y que se evidencia en valores como la conversión, minoridad, fraternidad y
paz.

Dimensión escatológica: El radicalismo y la dinámica de la pobreza es la


desapropiación y la restitución de todos los bienes. Por eso, ella es el camino
privilegiado para el seguimiento de Cristo pobre, que une la dimensión presente y
futura. La itinerancia es, a su vez, la actualización y la forma de la pobreza. Según la
RegNB, la praxis de la pobreza conlleva: la no-apropiación; la renuncia personal a los
bienes; el trabajo como forma de presencia, servicio y medio de subsistencia; la
austeridad de vida: opción por la esencialidad; el compartir los bienes con los pobres;
la reserva frente al dinero y el vivir con alegría en medio de los pobres y marginados.
Todos estos valores y actitudes testimonian y anticipan el Reino de Dios y la plenitud
de la historia.

El carisma regalado por Dios a Francisco de Asís es una fuente viva y dinámica
que después de 800 años estimula y desafía a la sociedad y a la Iglesia. Tenemos un
futuro que proyectar y diseñar con las opciones que hoy estamos haciendo, pues no
somos herederos de una ideología, sino de una forma de vida, que está orientada a la
vivencia y radicalidad del Evangelio. La RegNB es un punto de partida para todos
aquellos que quieran vivir como «hermanos» y «menores».

88
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–– Modo franciscano de Evangelizar. La Evangelización en las fuentes franciscanas,
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–– Núcleos del carisma de san Francisco de Asís. La identidad franciscana, Oñati,
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VERHEY S., Der Mensch unter der Herrschaft Gottes. Versuch einer Theologie des
Menschen nach dem hl. Franziskus von Assisi, Düsseldorf, 1960.
VIVIANI W., L'ermeneutica di Francesco d'Assisi. Indagine alla luce di Gv. 13-17 nei
suoi scritti, Roma, 1983.

4. Obras patrísticas

BERNARDO DE CLUNY, Poema de contemptu mundi, en Anglo-Latin Satirical Poets of


the Twelfth Century, t. 2, Londres 1872.
HUGO DE SAINT VICTOR, De vanitate mundi et rerum transeuntium usu, en PL: 176,
703-740.
INOCENCIO III, De Miseria humanae conditionis, Locarno, 1955.
PEDRO DAMIANI, Apologeticum de contemptu saeculi, en PL: 145, 251-292.
–– De fluxa mundi gloria et saeculi despectione, en PL: 145, 8-7-820.

ROGELIO DE CAEN, Carmen de contemptu mundi, en PL: 158, 705-708.


S. CYPRIANI, De habitu virginum, 22, en Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum
Latinorum, 3, Viena 1868.

5. Otras obras
A. VAUCHEZ, La spiritualità dell’Occidente medioevale, Introduzione di G. Cracco,
3ª ed., Milano 2006.
DUNN J. D. G., El cristianismo en sus comienzos, Jesús recordado, vol. I, traducción
de S. Fernández Martínez, Estella, 2009.
BROWN R., Para que tengáis vida, a solas con Juan Evangelista, Bilbao, 1998.

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