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• Universidad del Claustro de Sor Juana • Colegio de Psicología • Psicología clínica y de la salud

Grupo 1B • Mtro. Fernando Eseverri • Periodo 20-1 • Paulina Lazo de la Vega • 12 de


noviembre de 2019 •

Reporte de la ponencia “Cuando no hay donde refugiarse: violencia en la ciudad, en la


familia y en la psique” por la Dra. Noemi Guzik Glantz

En esta ponencia, la Dra. Guzik nos presenta un modelo de trabajo con adolescentes que se

encuentran muy presionados por la situación que vivimos actualmente en la Ciudad de México.

Este modelo pretende, desde un punto de vista psicoanalítico y psicodinámico, apoyar al

adolescente para que pueda usar los recursos de adaptación que ya posee, reflejárselos de manera

puntual y ayudarlo a comprenderlos. Como primera instancia nos presenta la gravedad de la

normalización de la violencia, que tiene diversos efectos en la estructura en formación de los

jóvenes, ya que una persona que está viviendo el proceso de la adolescencia debe fraguar una

identidad de persona adulta para poder lidiar con la cantidad de agresividad que se visualiza día

con día.

La violencia se presenta con diversos rostros: en las pláticas cotidianas con sus compañeros y

amigos, que utilizan lenguaje agresivo para referirse los unos a los otros, y que cada uno en su

medio interno debe recapitular repetidas veces para tratar de entender los significados más sutiles

que pueden contener estas expresiones; la vive en los medios de comunicación o en carne propia,

con personas de su edad que salen a fiestas, a sus colegios o a sus trabajos y nunca regresan; en

su medio familiar, con problemas entre hermanos, alcoholismo, infidelidades, ausencia de los

padres, lucha por atención, conductas maltratadoras entre miembros de la familia, sumado a la

percepción de sufrimiento de un padre y/o madre carentes, con problemas de salud, cansados,

desempleados, descuidados, ocupados, exigentes o tristes; en sus charlas vía mensaje de texto,

rápidas y condensadas conversaciones gratificantes con emoticones y risas, seguidas de ausencias

y silencios, que anulan esta gratificación y provocan una casi nula tolerancia a la frustración.

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• Universidad del Claustro de Sor Juana • Colegio de Psicología • Psicología clínica y de la salud
Grupo 1B • Mtro. Fernando Eseverri • Periodo 20-1 • Paulina Lazo de la Vega • 12 de
noviembre de 2019 •

Todo lo anterior, aunado a diversas necesidades características de esta etapa, sobre todo la

aclaración de la urgencia amorosa y afectiva, la necesidad imperante de contacto por la cantidad

masiva de hormonas producidas y cambios físicos rápidos, llevan al sujeto a un desequilibrio y

una contradicción con su necesidad de emanciparse del hogar y explorar el mundo. Pero esto no

acaba ahí, ya que la estructura psíquica, el medio que nos permite procesar la información del

exterior con la interior para después tomar decisiones y funcionar, también tiene sus propios

demonios que lo atormentan, como la autopersecución del superyó, los mandatos introyectados,

los errores de daño o de dañar a otros, el temor a no ser suficientes, las torturas de los

pensamientos repetitivos y las melancolías de los duelos, las idealizaciones, las explicaciones

confabuladoras de la realidad, por mencionar algunos. Por lo tanto podemos observar que hay un

trabajo brutal tanto fuera como dentro del sujeto.

Como conclusión, la Dra. Guzik nos menciona que nuestro trabajo como psicoterapeutas y

psicólogos es acompañar al adolescente cuando nos platica sus peripecias, escucharlo con suma

atención y empatía y tratar de entender cómo hizo para sobrevivir a todo esto; y con eso que

entendimos acerca de los medios que utilizó, que son sus propios recursos, ayudarlo a que los

vea, ponerlos en palabras para que así se puedan usar y se creen nuevos. No le enseñamos

adaptarse, sino a afinar la percepción de sus actos, aunque para él parezcan sumamente cotidianos

o sin importancia. Si el adolescente comprende que todo el tiempo está realizando acciones para

salvarse y sobrevivir, se dotará de confianza, seguridad y valores positivos que logren conservar

su homeostasis. Debe entender que la vida se trata de ir compensando y adaptándose a este medio

tan caótico.

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