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APUNTE 4
TELEDETECCIÓ
N

PRINCIPIOS DE TELEDETECCIÓN

¿Qué es la teledetección?

La teledetección es un modo de obtener información acerca de objetos tomando y analizando


datos sin que los instrumentos empleados para adquirir los datos estén en contacto directo con
el objeto.

Por ejemplo, si tomas una foto de tu casa y ves que en la foto la casa se compone de tejado,
paredes y ventanas, todos de distintos colores, eso sería teledetección.

En teledetección hay tres elementos esenciales. Éstos son:

1 - una plataforma para sostener el instrumento.

2 - un objeto que se va a observar.

3 - un instrumento o sensor para observar el objetivo.

Por ejemplo, cuando tomas una foto de tu casa, tú eres la plataforma, la cámara es el sensor y
la casa es el objeto. Otro elemento importante es:

4 - la información que se obtiene con los datos de la imagen y cómo se emplea y


almacena esta información.  

En el ejemplo de la foto de tu casa, la información obtenida es todo lo que puedes identificar en


la foto acerca de tu casa (por ejemplo: el color de las persianas, un agujero en el techo, una
ventana abierta).

Otro ejemplo de la vida cotidiana que sirve para dar cuenta de lo que estamos hablando lo
constituye el microscopio. En este caso (considerando el microscopio), la plataforma la
constituye la mesa; el objeto de estudio son las células observadas; el sensor es el microscopio;
y la información es todo lo que vemos e interpretamos.

Cuando los científicos hablan de teledetección, el objeto que se observa es la superficie de la


Tierra o bien su atmósfera. Para ellos, la teledetección es un intento de medir a distancia las
propiedades de los objetos presentes en la superficie de la Tierra.

Para los científicos, las plataformas son los medios de estar “a distancia” de la superficie de la
Tierra (por ejemplo, aviones y satélites). El objetivo es el mismo planeta, los sensores son todos
los instrumentos empleados para observar la Tierra (cámara, escáneres, radares, etc.) y la
información obtenida al final es todo aquello que amplía nuestro conocimiento sobre nuestro
planeta (la nubosidad sobre una región determinada, la evolución del agujero de ozono, el
avance de los desiertos, el progreso de la deforestación y otras muchas cosas más). Nota: de
ahora en adelante, cuando empleemos el término teledetección será en el sentido científico. La
teledetección es una ciencia que principalmente pretende descubrir y observar qué pasa en la
superficie de la Tierra.

Como decíamos, la teledetección es la medición de un objeto a distancia, sin necesidad de


contacto físico con él. Por ejemplo, la vista es un modo de teledetección. Cuando el ojo ve un
objeto, registra la radiación electromagnética (la luz reflejada) de la superficie del objeto. La
radiación contiene información sobre la superficie, y vemos el color y la forma. Un escáner en
un satélite también registra radiación electromagnética.

Una superficie blanca refleja cantidades iguales de radiación de todas las longitudes de onda de
luz visible, mientras que una hoja verde refleja menos radiación en las partes roja y azul del
espectro y más en la parte verde.

Ello ofrece un exceso de luz verde (en comparación con la azul y la roja), por lo que la hoja
parece verde. La composición de la reflexión electromagnética, la firma espectral, nos ofrece
información sobre la superficie que emite o refleja la radiación.

La capacidad de los satélites de distinguir entre varias firmas espectrales es vital para su uso en
cartografía, donde es esencial la distinción entre los distintos tipos de superficie y de área.

El ojo humano sólo puede percibir radiaciones de una gama limitada del espectro
electromagnético. Por eso, los instrumentos para teledetección fuera de las longitudes de onda
visibles representan realmente una extensión de nuestro campo visual y proporcionan acceso a
información adicional sobre el mundo físico que nos rodea.

La radiación electromagnética de una superficie es una reflexión (luz reflejada) o una emisión
(radiación emitida desde la misma superficie). La luz solar reflejada sólo puede ser medida,
obviamente, durante el día, mientras que la emisión puede medirse en cualquier momento.

La temperatura de la superficie es un factor clave de la emisión. El sol tiene una temperatura


superficial de 6.000 grados Kelvin (K) y una emisión máxima de la gama de luz visible. Una
superficie con una temperatura de unos 1.000 °K, por ejemplo, un incendio en el Amazonas,
tiene su emisión máxima en el espectro infrarrojo medio. La temperatura superficial de la Tierra
es de unos 290 °K y tiene una emisión máxima de unos 14 micrómetros, también llamada gama
térmica de infrarrojos.

Existe una correlación directa entre la temperatura superficial y el grado de emisiones de una
longitud de onda determinada.

La temperatura superficial puede calcularse sobre la base de teledetección de emisiones


térmicas de infrarrojos.
Radiación y temperatura
 
Las superficies de distintas temperaturas tienen sus emisiones máximas a diferentes longitudes
de onda.

La emisión máxima del sol está en la longitud de onda de 0,483 micrómetros, mientras que la
de la tierra está en 14 micrómetros.

La emisión de una superficie está en función de su temperatura superficial, lo que significa que
la temperatura superficial puede calcularse en base de la teledetección de la emisión.

Como la Tierra sólo irradia pequeñas cantidades de energía en luz visible, sólo puede verse
porque refleja la luz visible del sol. Los rayos del sol que inciden sobre la Tierra pueden ser
absorbidos, y así contribuir al calentamiento del planeta, o ser reflejados, y ser vistos por el ojo
humano o detectados por un satélite.

Cartografía y datos de satélite

Durante muchos años, los mapas se han basado en la fotografía aérea. Las imágenes reveladas
podían servir de mapas inmediatamente. Sin embargo, en la actualidad es cada vez más
generalizado el uso de escáneres en aviones y satélites para medir la cantidad de radiación
electromagnética procedente de la superficie de pequeñas unidades de área (pixels en la
imagen).

Cada área de escaneado recibe un número que se corresponde con la cantidad de radiación. Al
conocerse también las coordenadas geográficas de cada área, se produce una matriz
corológica. La matriz puede someterse a cálculos con el fin de que se asemeje a un mapa. En
esta operación, las posiciones nuevas de las filas y las columnas tienen que ser calculadas, asi
como también deben ser asignados los valores correspondientes a cada pixel. Llegado este
momento, esos valores deben ser interpolados, y por lo tanto, sensiblemente modificados.

El mapa puede así manipularse constantemente, añadiendo, restando, multiplicando y


dividiendo otros mapas o fuentes de datos. Estas técnicas se llaman “procesado de imagen
digital” y se emplean en la manipulación de grandes matrices corológicas resultantes de la
teledetección mediante satélites.

En la actualidad, este tipo de datos es una fuente cartográfica esencial. La teledetección y el


procesado de imágenes digital son técnicas rápidas y económicas que ayudan a conseguir los
mapas más actualizados, y son herramientas necesarias para obtener mapas globales y locales
de los cambios ambientales en tiempo real.

Situación previa a la irrupción de los satélites.


Durante la primera Guerra Mundial, aviones de reconocimiento volaban sobre las fuerzas
enemigas para observar el movimiento de las tropas. Con el empleo de cámaras convencionales
montadas en los aviones, se desarrollaron los precursores de los modernos sistemas de
teledetección. Examinando las fotografías se podía observar la posición y la dotación de las
fuerzas enemigas.

Durante la segunda Guerra Mundial, la técnica se desarrolló todavía más. Como parte de los
preparativos del Desembarco de Normandía (el Día D) se usaron fotografías aéreas para
confeccionar el mapa de las condiciones de la costa para identificar los lugares de desembarco
más adecuados. Midiendo las olas cercanas a la costa se pudo determinar la longitud de onda y
así calcular las profundidades del agua. Además se empleó película infrarroja para identificar la
vegetación verde y distinguirla de las redes de camuflaje.

La década de los 60 presenció el desarrollo de la película sensible a distintas longitudes de


onda, que podían utilizarse para representar cartográficamente aspectos como los distintos
tipos de vegetación.

El desarrollo de otras tecnologías de teledetección siguió a buen ritmo. Se realizaron


experimentos de cartografía con sistemas de radar aerotransportados. TIROS 1, el primer
satélite meteorológico, fue puesto en órbita en 1960. Este satélite proporcionaba a la US
Weather Bureau imágenes diarias de las formaciones de nubes y supuso un hito en la
predicción meteorológica.

El desarrollo de la tecnología de teledetección no fotográfica avanzó rápidamente a partir de la


puesta en órbita del primer satélite cartográfico, el LANDSAT1, en 1972. Estaba equipado con
un nuevo tipo de sensor, un escáner multiespectral scanner (MSS). Con esta nueva tecnología,
los datos se producían en forma de matrices corológicas, lo que supuso un avance considerable
en el procesado de las imágenes.

Escáneres multiespectrales.

En la actualidad, el escáner es un instrumento muy importante para la teledetección. Se emplea


sobre la tierra, en aviones o a bordo de satélites. Los detectores de cada escáner están
designados para recibir radiaciones de canales específicos. El número de canales, su longitud y
situación en el espectro electromagnético varía para cada sensor, con lo que se obtienen
características distintas de resolución espectral y espacial. Estas combinaciones de factores
determinan los usos para los cuales las imágenes del sensor van a ser más adecuadas.

La radiación del área escaneada de la Tierra incide en un espejo, desde el que pasa a un filtro
óptico que separa las distintas longitudes de onda. La radiación filtrada incide en varios
detectores, cada uno de los cuales mide la cantidad de radiación de su sensibilidad particular
(canal). El resultado de esta medición es un número que cuantifica la cantidad de radiación de
cada canal, lo que significa que el escáner registra datos digitales. En cada área escaneada se da
un número a cada canal, con lo que se obtiene una matriz corológica. Si todos los números de
todos los canales se consideran en conjunto representan una firma espectral del área
escaneada.

El espejo refleja la radiación de un área cuadrada de la superficie de la Tierra. Tanto el tamaño


del área escaneada como la resolución espacial dependen de las características ópticas del
satélite.

El satélite gira y avanza al mismo tiempo por su órbita. Cada vez que gira, escanea una nueva
línea sobre la Tierra. Como el satélite se mueve sobre su rumbo, un mecanismo de apertura
asegura que la luz se admita y se excluya siguiendo un patrón determinado, por lo que las líneas
escaneadas se dividen en dos áreas de escaneado. De esta manera se recopilan los datos para
realizar una matriz corológica. Los números de la matriz, los datos digitales, se transmiten a
estaciones terrestres mediante radiocomunicación ordinaria.

En el escaneado de empuje (pushbroom), un grupo de detectores dispuestos en línea se orienta


perpendicularmente a la dirección del movimiento. Los satélites que emplean el escaneado de
empuje no giran y, por tanto, el grupo de detectores detecta la matriz corológica al desplazarse
el satélite por su trayectoria.

Los satélites militares más avanzados pueden escanear áreas de 10 cm por 10 cm o menores. La
resolución espacial verdadera se mantiene en secreto, aunque es suficiente para detectar
detalles muy pequeños, como personas, vehículos y pequeñas instalaciones.

El satélite meteorológico Meteosat tiene una resolución de 5 por 5 km. Se ven menos detalles,
aunque se puede obtener un estudio completo de un hemisferio con una sola imagen.

Sensores de radar.

Un sistema de sensor de radar emite la radiación que acaba por registrarse, por lo que se
clasifica como sensor activo. Los sensores pasivos, por otra parte, dependen de la recepción de
la luz del sol reflejada o de emisiones térmicas de infrarrojos. Un ejemplo de estos sistemas
pasivos serían los sensores multiespectrales mencionados en la sección anterior.

Básicamente, el sensor de radar envía pulsos de energía hacia la superficie de la Tierra. Parte de
la energía se refleja y regresa como si fuera un eco. La fuerza del 'eco' devuelto dependerá de la
rugosidad y del contenido de humedad de la superficie y del grado / orientación de la
pendiente con relación al rayo del radar. La demora del 'eco' revela la distancia a la superficie
reflejada.

La emisión de pulsos de radar requiere un consumo energético importante por parte del
satélite, por lo que este proceso resulta muy caro y complicado. Sin embargo, el potencial de la
tecnología de radar es tan grande que se están realizando cuantiosas inversiones para
continuar su desarrollo.
Los sensores de radar emplean energía emitida a longitudes de onda más largas que pueden
penetrar eficazmente en las nubes y la bruma y obtener imágenes de noche. Esto constituye
una considerable ventaja para los sensores de radar frente a los satélites pasivos, que quedan
obstaculizados por las nubes y precisan de la luz del sol para obtener imágenes detalladas.

Los sistemas de sensor de radar se usan tanto en aviones como en satélites. Sus imágenes
pueden revelar detalles topográficos. Si una misma área se explora desde dos ángulos distintos,
se puede calcular la distancia del objeto al satélite, deduciéndose su altura sobre el nivel del
mar (interferometría). Estos datos pueden usarse para confeccionar mapas en tres
dimensiones. Los modelos de terreno obtenidos se emplean, por ejemplo, en el sistema de
control de misiles que pueden encontrar solos sus objetivos. El sistema de control de misiles
puede comparar el paisaje sobre el que pasa con el modelo de terreno instalado y navegar
automáticamente hasta su objetivo. Con los datos también se pueden realizar modelos para
otros muchos usos, por ejemplo, para evaluar el impacto de inundaciones.

Las órbitas de los satélites / Introducción

Un satélite puede permanecer en la misma órbita durante un largo periodo de tiempo ya que la
tracción gravitatoria de la Tierra contrarresta a la fuerza centrífuga. Como los satélites tienen su
órbita fuera de la atmósfera, no les afecta la resistencia del aire, por lo que, de acuerdo con la
ley de la inercia, la velocidad del satélite es constante. De esta manera pueden girar alrededor
de la Tierra durante muchos años.

La tracción gravitatoria disminuye al alejarnos de la Tierra, mientras que la fuerza centrífuga


aumenta al incrementarse la velocidad orbital. Por lo tanto, un satélite en una órbita baja,
típicamente de unos 800 km de la Tierra se expone a una inmensa tracción gravitacional y debe
moverse a una velocidad considerable para generar una fuerza centrífuga correspondiente.
Existe una conexión directa entre la distancia a la Tierra y la velocidad orbital del satélite. A una
distancia de 36000 km, el tiempo que se tarda en realizar una órbita es de 24 horas, lo que
corresponde al tiempo de rotación de la Tierra. A esta distancia, un satélite sobre el ecuador
está estacionario con respecto a la Tierra.
Un satélite estacionario aporta a la teledetección la ventaja de que siempre ve la Tierra desde la
misma perspectiva, lo que significa que puede registrar la misma imagen a breves intervalos.
Esto es particularmente útil para observar las condiciones meteorológicas.

Un inconveniente de las órbitas geoestacionarias es la gran distancia a la Tierra, que reduce la


resolución espacial que se puede lograr. Existen varios satélites meteorológicos distribuidos
regularmente sobre la órbita geoestacionaria, cubriendo todo el mundo y proporcionando una
visión global.

Órbitas heliosincrónicas

Muchos satélites que giran alrededor de la Tierra están equipados con sistemas de sensores
pasivos que dependen de la iluminación solar. Al ir midiendo la reflexión de la luz solar
procedente de la Tierra se deben ajustar sus órbitas al ritmo del día y de la noche. Esto es
importante para poder comparar imágenes registradas a lo largo de un periodo de tiempo. Si se
van a utilizar para realizar comparaciones, las condiciones de luz deben ser idénticas. Los
registros deben tener lugar a la misma hora local del día para que la altitud del Sol sobre el
horizonte sea la misma, y el plano de la órbita del satélite debe permanecer a un ángulo
constante a la luz del Sol. Estos prerrequisitos pueden cumplirse situando el satélite en una
órbita polar.

Al girar el satélite en su órbita, la Tierra gira sobre su eje. Cada vez que el satélite completa una
vuelta se escanea una nueva franja de la superficie de la Tierra y, pasado un cierto número de
vueltas, se habrá obtenido toda la superficie de la Tierra. Algunos satélites escanean una franja
ancha cada vez y pueden de este modo cubrir la totalidad de la superficie de la Tierra en unas
pocas vueltas. Por contra, los satélites de alta resolución que escanean sólo tiras finas tardan
varios días en completar la cobertura de la Tierra.

Satélites de observación de la Tierra.

Los satélites de observación terrestre varían en función del tipo de órbita que describen, la
carga útil que lleven a bordo y, en cuanto a los instrumentos de generación de imágenes, la
resolución espacial, las características espectrales y la amplitud de franja de los sensores. Todos
esos parámetros se definen al principio de la misión, dependiendo de la aplicación a la que se
vaya a destinar el satélite.

Para monitorear la meteorología a gran escala y alta frecuencia, es conveniente que el satélite
se sitúe en una órbita geoestacionaria. En esa órbita, el satélite tiene una visión constante de
casi un hemisferio entero. Sin embargo, si la órbita es muy alta (de unos 36.000 km sobre la
Tierra), es difícil obtener una elevada resolución espacial. Por otra parte, para aplicaciones
como el seguimiento de nubes sobre los continentes, no se requiere una resolución espacial
elevada.

En las aplicaciones que requieren imágenes de alta resolución de una zona específica, como la
monitorización del lago de un glaciar o la captación de los edificios destruidos por un
terremoto, es necesario utilizar un sensor de alta resolución. Normalmente, un sensor de ese
tipo capta una franja estrecha y se encuentra en un satélite de órbita terrestre baja (LEO, Low
Earth Orbit), por ejemplo, a unos 600 km de la Tierra, como en el caso del satélite QuickBird.
Desde esa órbita no se puede monitorizar continuamente la misma zona, debido al movimiento
relativo del satélite respecto a la Tierra: sólo se pueden captar imágenes de una zona
determinada cuando el satélite pasa sobre ella.

CRÉDITOS: ESA (Agencia Espacial Europea)


Eduspace.

INTEGRACIÓN

1) ¿Qué es la teledetección?.
2) ¿Cuáles son los elementos de la teledetección?.
3) ¿Por qué es importante extenderse más allá del sector del visible en el espectro
electromagnético?.
4) Básicamente: ¿cómo funciona un sistema RADAR y cuáles son sus ventajas?.
5) ¿Cuáles son las ventajas y cuáles, las desventajas de los satélites geoestacionarios?.
6) ¿Qué características generales tienen los satélites de observación de la Tierra?.

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