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Silencio desde la
mente
Prácticas de meditación
Index
INTRODUCCIÓN
1. El gran invento de la vida: el habla........................................................................ 10
2. El rasgo más fundamental del mundo construido: la dualidad.............................. 11
3. La enseñanza fundamental de todos los maestros del silencio desde la mente ........ 13
4. Cómo proceder para silenciar la construcción y acceder a “eso no-dual” ................ 13
5. Métodos capitales de silenciamiento........................................................................ 14
6. Observaciones importantes para el silenciamiento desde la mente........................... 15
7. Lo que se aprende de las Upanishad........................................................................ 16
8. Breve reflexión introductoria sobre ¿quién soy yo?............................................ 17
9. Introducción a las prácticas de silencio desde la mente............................................ 18
PRÁCTICAS
Primera serie.................................................................................................................. 21
Aclaraciones sobre el método de silenciamiento desde la mente (Jñana)................ 63
Segunda serie.................................................................................................................. 65
Tercera serie................................................................................................................ 107
Cuarta serie................................................................................................................ 135
Sexta serie................................................................................................................ 202
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Marià Corbí
Silencio desde la
mente
Prácticas de meditación
INTRODUCCIÓN
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El mundo para cada viviente es correlato a sus necesidades al cuadro de
acciones que requiere desplegar para sobrevivir.
Cada especie tiene su mundo, y los humanos estamos sometidos a esa
férrea ley.
Los hombres de las diversas culturas estamos sometidos a estas leyes
básicas y generales de los vivientes. Las culturas, seriamente diferenciadas,
son equivalente a las diferentes especies animales: tienen mundos correlatos
diferentes.
Los hombres nos vivimos y experimentamos como sujetos de necesidades,
en un mundo de objetos, con los que nos satisfacemos
La causa de nuestros sufrimientos es la identificación con ese paquete de
necesidades, con ese sujeto de necesidades que somos, y la identificación con la
dependencia de los objetos deseados.
Identificarse con unas necesidades es identificarse con unas interpretacio-
nes y valoraciones de la realidad. Identificarse con un sujeto de necesidades,
por consiguiente, quiere decir quedar enclaustrados en unos cuadros de inter-
pretación y valoración y, por tanto, de acción.
Los humanos nos diferenciamos de las restantes especies animales en que
somos “animales, vivientes, culturales”. Veamos lo que quiere decir eso.
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El mundo para cada viviente es correlato a sus necesidades al cuadro de
acciones que requiere desplegar para sobrevivir.
Cada especie tiene su mundo, y los humanos estamos sometidos a esa
férrea ley.
Los hombres de las diversas culturas estamos sometidos a estas leyes
básicas y generales de los vivientes. Las culturas, seriamente diferenciadas,
son equivalente a las diferentes especies animales: tienen mundos correlatos
diferentes.
Los hombres nos vivimos y experimentamos como sujetos de necesidades,
en un mundo de objetos, con los que nos satisfacemos
La causa de nuestros sufrimientos es la identificación con ese paquete de
necesidades, con ese sujeto de necesidades que somos, y la identificación con la
dependencia de los objetos deseados.
Identificarse con unas necesidades es identificarse con unas interpretacio-
nes y valoraciones de la realidad. Identificarse con un sujeto de necesidades,
por consiguiente, quiere decir quedar enclaustrados en unos cuadros de inter-
pretación y valoración y, por tanto, de acción.
Los humanos nos diferenciamos de las restantes especies animales en que
somos “animales, vivientes, culturales”. Veamos lo que quiere decir eso.
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impotente, temeroso o, de una u otra forma, enredado en el ego. Puede funcio-
nar sin Dios cuando está tranquilo, cuando trabaja con lucidez, cuando siente
el impacto de la cultura actual ni creyente ni teísta, cuando la comprensión y el
sentir se conjuntan.
Muestran con toda claridad que los grandes textos son revelación. Y eso
no porque uno crea en un Dios que habla al hombre, sino porque verifica esa
revelación por sí mismo en la comprensión del texto. Ve en el texto luz y más
luz. El texto le genera certeza.
Muestran lo que es el poder de la mente para hacer el camino interior y para
arrastrar en pos de sí al sentir. La mente como razón y como intuición.
En mí aparecen unos rasgos poco frecuentes del universo, pero que son
suyos y de nadie más. Mi hablar, mi sentir y pensar son rasgos suyos. Nadie hay
frente a él que pueda decir “esto es mío”. Mi cerebro, con su capacidad de hablar,
sentir y pensar, es suyo. El lo construyó, él lo desplegó, él lo mantiene en funcio-
namiento. Incluso él es el testigo de ese funcionamiento. Él escribe estas líneas.
No hay nadie en el universo que pueda atribuirse nada, ni decir “yo soy”.
Todos los “yo”, son él, como todas las olas del mar son sólo el mar y nada más
que el mar.
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Puesto que las cosas son así, puedo observar en mí (él observa en sí) los
rasgos esenciales de ese universo de cúmulos de galaxias, de pluralidad de uni-
versos: es, y es al modo de la conciencia. Aunque no sea propiamente una con-
ciencia porque “conciencia” es un término antropomorfo.
“Eso que es” lo veo en la intimidad de mi conciencia; y lo que veo no son
los rasgos de la conciencia y del sentir de un sujeto, sino que lo que veo es la
conciencia y el sentir del universo, de “lo que es”.
Soy el lugar donde se hace patente el ser y algo así como conciencia de que
están tramados los universos, sus formaciones estelares y planetarias, la historia
de la tierra y de la vida, cada uno de los vivientes, árboles, arbustos, plantas,
flores, animales y hombres.
No soy una conciencia y una inteligencia venida a este mundo. Soy la con-
ciencia y la inteligencia de este mundo. Soy el testigo de que todo está tramado
de ser y de inteligencia. Y el testigo de ese Ser-Conciencia de todo, no es nadie
sino el mismo Ser-Conciencia.
En mí, insignificante ola de los mundos, “lo que es” se reconoce como “lo
que es”: Ser-Conciencia.
En todo lo que veo, veo mi propio ser. Y mi propio ser sólo es otra manera de
ser de todo lo que veo. Yo soy todo eso. Y fuera de todo eso, no hay ningún yo.
Entre la inmensidad y yo no hay ninguna frontera, porque soy la inmensidad.
Entre mi cerebro, mi conciencia y esta inmensidad, no hay ninguna fron-
tera, porque mi cerebro y mi conciencia son de esta inmensidad y son esta
inmensidad.
Nadie viene a este mundo y nadie se va de él, porque todo es sólo él.
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de ejercicios no es exclusivo de los hindúes, los budistas también lo practican
y los cristianos y musulmanes también, cada cual a su manera, aunque en unas
tradiciones espirituales tiene más desarrollo que en otras.
Se traba desde la mente, pero ese trabajo termina arrastrando al sentir y a la
acción. Es decir, la comprensión-intuición mental que logra salirse, mediante la
meditación, de la relación dual interesada de Sujeto-Objeto (S-O), y así silencia
toda interpretación y toda imagen.
Esa meditación con la mente silencia, como consecuencia, el sentir, porque
la nueva comprensión de “lo que es”, de la “no-dualidad” de lo real, calla el sentir
regido por los estímulos y los deseos que despiertan los objetos y lo sitúan más
allá de la dualidad interesada de la relación S-O, que por interesada está llena
de deseos/temores, recuerdos y expectativas.
El silencio de la mente y del sentir arrastran a una acción que ya no parte
del yo y que, consecuentemente, es desegocentrada, desinteresada; una acción
que no busca los frutos de la acción porque ya ha comprendido y sentido que
no hay nada que lograr, nada que conseguir, nada que ganar.
Como hemos dicho, quien trabaja intensamente y a fondo desde una facul-
tad, arrastra a las demás facultades al silencio.
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Puesto que las cosas son así, puedo observar en mí (él observa en sí) los
rasgos esenciales de ese universo de cúmulos de galaxias, de pluralidad de uni-
versos: es, y es al modo de la conciencia. Aunque no sea propiamente una con-
ciencia porque “conciencia” es un término antropomorfo.
“Eso que es” lo veo en la intimidad de mi conciencia; y lo que veo no son
los rasgos de la conciencia y del sentir de un sujeto, sino que lo que veo es la
conciencia y el sentir del universo, de “lo que es”.
Soy el lugar donde se hace patente el ser y algo así como conciencia de que
están tramados los universos, sus formaciones estelares y planetarias, la historia
de la tierra y de la vida, cada uno de los vivientes, árboles, arbustos, plantas,
flores, animales y hombres.
No soy una conciencia y una inteligencia venida a este mundo. Soy la con-
ciencia y la inteligencia de este mundo. Soy el testigo de que todo está tramado
de ser y de inteligencia. Y el testigo de ese Ser-Conciencia de todo, no es nadie
sino el mismo Ser-Conciencia.
En mí, insignificante ola de los mundos, “lo que es” se reconoce como “lo
que es”: Ser-Conciencia.
En todo lo que veo, veo mi propio ser. Y mi propio ser sólo es otra manera de
ser de todo lo que veo. Yo soy todo eso. Y fuera de todo eso, no hay ningún yo.
Entre la inmensidad y yo no hay ninguna frontera, porque soy la inmensidad.
Entre mi cerebro, mi conciencia y esta inmensidad, no hay ninguna fron-
tera, porque mi cerebro y mi conciencia son de esta inmensidad y son esta
inmensidad.
Nadie viene a este mundo y nadie se va de él, porque todo es sólo él.
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de ejercicios no es exclusivo de los hindúes, los budistas también lo practican
y los cristianos y musulmanes también, cada cual a su manera, aunque en unas
tradiciones espirituales tiene más desarrollo que en otras.
Se traba desde la mente, pero ese trabajo termina arrastrando al sentir y a la
acción. Es decir, la comprensión-intuición mental que logra salirse, mediante la
meditación, de la relación dual interesada de Sujeto-Objeto (S-O), y así silencia
toda interpretación y toda imagen.
Esa meditación con la mente silencia, como consecuencia, el sentir, porque
la nueva comprensión de “lo que es”, de la “no-dualidad” de lo real, calla el sentir
regido por los estímulos y los deseos que despiertan los objetos y lo sitúan más
allá de la dualidad interesada de la relación S-O, que por interesada está llena
de deseos/temores, recuerdos y expectativas.
El silencio de la mente y del sentir arrastran a una acción que ya no parte
del yo y que, consecuentemente, es desegocentrada, desinteresada; una acción
que no busca los frutos de la acción porque ya ha comprendido y sentido que
no hay nada que lograr, nada que conseguir, nada que ganar.
Como hemos dicho, quien trabaja intensamente y a fondo desde una facul-
tad, arrastra a las demás facultades al silencio.
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