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Las etapas en las que está estructurado el proceso evangelizador son: la acción
misionera para los no creyentes y para los que viven en la indiferencia religiosa; la
acción catequético-iniciatoria para los que optan por el Evangelio y para los que
necesitan completar o reestructurar su iniciación; y la acción pastoral para los fieles
cristianos ya maduros, en el seno de la comunidad cristiana. Estos momentos, sin
embargo, no son etapas cerradas: se reiteran siempre que sea necesario, ya que tratan de
dar el alimento evangélico más adecuado al crecimiento espiritual de cada persona o de
la misma comunidad.
4. (Nº26) ¿Por qué el catecismo debe ser un mensaje significativo para la persona
humana? ¿De qué manera se puede lograr en la catequesis?
“Fides qua” indica el acto mismo con que el creyente, bajo la acción de la gracia,
confía en Dios que se revela y asume el contenido de la revelación como verdadero.
“Fides quae” indica el contenido de la fe que es aceptado por el creyente, las diversas
verdades de fe que son acogidas o creídas como una sola cosa, en un solo acto.
8. (Nº36) ¿Qué significa que la catequesis debe ser “fiel a Dios” y “fiel al hombre”?
Jesucristo constituye la viva y perfecta relación de Dios con el hombre y del hombre
con Dios. De Él recibe la pedagogía de la fe «una ley fundamental para toda la vida de
la Iglesia (y por tanto para la catequesis): la fidelidad a Dios y al hombre, en una misma
actitud de amor». Por eso, será auténtica aquella catequesis que ayude a percibir la
acción de Dios a lo largo de todo el camino educativo, favoreciendo un clima de
escucha, de acción de gracias y de oración, y que a la vez propicie la respuesta libre de
las personas, promoviendo la participación activa de los catequizandos.
9. (Nº39) ¿Cuáles son las características más importantes que debe tener el
catequista?
Entre los criterios que aseguran de modo eficaz una catequesis de adultos, auténtica y
eficaz, hay que recordar: la atención a los destinatarios en cuanto adultos; la atención a
la condición laical de los adultos, llamados a la santidad; la atención por despertar el
interés de la comunidad; y la atención a un proyecto orgánico de pastoral de los adultos
en el que la catequesis se integra con la formación litúrgica y con el servicio de la
caridad.
La formación trata de capacitar a los catequistas para transmitir el Evangelio a los que
desean seguir a Jesucristo. La finalidad de la formación busca, por tanto, que el
catequista sea lo más apto posible para realizar un acto de comunicación: «La cima y el
centro de la formación de catequistas es la aptitud y habilidad de comunicar el mensaje
evangélico». Lo que ésta persigue, en efecto, no es otra cosa que lograr que el catequista
pueda animar eficazmente un itinerario catequético en el que, mediante las necesarias
etapas: anuncie a Jesucristo; dé a conocer su vida, enmarcándola en el conjunto de la
Historia de la salvación; explique su misterio de Hijo de Dios, hecho hombre por
nosotros; y ayude, finalmente, al catecúmeno o al catequizando a identificarse con
Jesucristo en los sacramentos de iniciación. En la catequesis permanente, el catequista
no hace sino ahondar en estos aspectos básicos. «La unidad y armonía del catequista se
deben leer desde esta perspectiva cristocéntrica, y han de construirse en base a una
familiaridad profunda con Cristo y con el Padre en el Espíritu».
Las características que deben tener los catequistas son en primer lugar una suficiente
madurez humana, cristiana y apostólica, ser maestro que enseña la fe conociendo el
mensaje cristiano bíblico-teológico, suficiente conocimiento del hombre y de la realidad
en la que vive gracias al conocimiento de las ciencias humanas, y ser un educador que
pueda facilitar la maduración de la fe que el catecúmeno o el catequizando realiza con la
ayuda del Espíritu Santo.
15. (Nº68) Según el DGC, ¿Cómo debe ser la educación cristiana en la familia?
Los padres de familia son los primeros educadores en la fe. Todos los componentes de
la familia tienen una intervención activa en orden a la educación de los miembros más
jóvenes. La familia ha sido definida como una «Iglesia doméstica», lo que significa que
en cada familia cristiana deben reflejarse los diversos aspectos o funciones de la vida de
la Iglesia entera. La familia, en efecto, al igual que la Iglesia, «es un espacio donde el
Evangelio es transmitido y desde donde éste se irradia». La familia como «lugar» de
catequesis tiene un carácter único: transmite el Evangelio enraizándolo en el contexto de
profundos valores humanos. Sobre esta base humana es más honda la iniciación en la
vida cristiana: el despertar al sentido de Dios, los primeros pasos en la oración, la
educación de la conciencia moral y la formación en el sentido cristiano del amor
humano, concebido como reflejo del amor de Dios Creador y Padre. Se trata, en suma,
de una educación cristiana más testimonial que de la instrucción, más ocasional que
sistemática, más permanente y cotidiana que estructurada en períodos. En esta
catequesis familiar resulta siempre muy importante la aportación de los abuelos.
16. (Nº72) ¿Por qué las comunidades eclesiales de base son un buen lugar para la
realización de la catequesis?
En las comunidades eclesiales de base puede desarrollarse una catequesis muy fecunda:
El clima fraterno de que se ven dotadas es lugar adecuado para una acción
catequizadora integral, siempre que se sepa respetar la naturaleza y el carácter propio de
la catequesis. Por otra parte, la catequesis da hondura a la vida comunitaria, ya que
asegura los fundamentos de la vida cristiana de los fieles. Sin ella las comunidades
eclesiales de base difícilmente tendrán solidez. Finalmente, la pequeña comunidad es
meta adecuada para acoger a los que han terminado un proceso de catequización.