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Esquema.
1. El seguimiento de Pedro.
a) llamada y vocación.
2. Pedro conducido al martirio.
Introducción
la experiencia del amor que llama a una entrega totalizante hasta dar la vida, es la
experiencia de un Dios encarnado que por amor a los hombres se entrega así mismo para su
salvación, llamando a otros para implicarlos en el plan salvífico de la humanidad,
haciéndolos testigos de la verdad. La verdad que es revelada en Cristo.
Cristo, el testigo (mártir) veraz, avanza toda su vida por un camino que conduce a la
Cruz, donde consuma nuestra salvación. Y nosotros, si queremos ser discípulos suyos, hemos
de ser también mártires, llevando su Cruz cada día hasta nuestra muerte. El Maestro nos lo
enseña claramente:
«Si alguno quiere venir detrás de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, y quien perdiere su vida por mi causa y por el
Evangelio, la salvará» (Mc 8,34-35)
el seguimiento de Cristo que nos conduce a corresponder a un amor totalizante,
convirtiéndonos en testigos, del evangelio, hasta dar y entregar la vida en la cotidianidad
hasta la prueba de la muerte, comienza por un seguimiento discipular de la persona de Jesús,
hasta compartir su misma suerte de entregar la vida en la cruz. Este fue el camino discipular
de Pedro, luego apóstol y piedra donde se edifica la iglesia.
1. El seguimiento de Pedro
El seguimiento de Pedro es un camino, donde las fragilidades humanas se ven
sostenidas por la gracia de Aquél que nos llama seguir sus pasos, porque confiarnos en
nuestras propias fuerzas de lo que somos o creemos ser sería en vano, pues es Cristo quien
cuenta con nuestra fragilidad para hacer su obra. Esta fue también la experiencia de San
Pablo cuando el Señor le dice: "«Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la
flaqueza». Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para
que habite en mí la fuerza de Cristo." (2Co12,9)
En el seguimiento de Jesús en Pedro, hay un proceso de maduración en su fe y en su
persona, que solo pudo ser posible caminando detrás del Maestro y no delante de él como al
comienzo de su ministerio. Ya que por personalidad propia se le conoce en los evangelios
como el prepotente que siempre quería salir al paso llevando la delantera, pero es también
aquel en quien Jesús fijó su mirada. Mirada que compromete, que puede ver más allá de lo
que hay delante de sus ojos, es la mirada del amor que llama a una nueva vida, por eso en el
cuarto evangelio describe el encuentro “fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón, el
hijo de Juan; tú te llamarás Cefas» - que quiere decir, "Piedra''.”(Jn 1, 42).
a) La vocación de Pedro
La vocación de Pedro se desarrolla en los evangelios sinópticos a la orilla del mar de
Galilea, donde Jesús le llama a ser pescador de hombres, en cambio en el evangelio según san
Juan la persona de Pedro entra directamente en escena cuando su hermano Andrés le lleva a
conocer al mesías, y es allí donde “Jesús fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón,
el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas» - que quiere decir, "Piedra"”. En ambos escenarios
tanto el encuentro con su hermano que lo lleva ante Jesús, cómo a la orilla del mar hay un
encuentro personal entre Pedro y Jesús. Encuentro que marca el inicio de una transformación
interior, acompañada de una nueva misión que le da sentido a la vida de Pedro.
“Te llamas- te llamarás. El cambio de nombre designa una vocación e invita a mirar
no a lo que somos, si no a lo que podemos llegar a ser. Dios mismo es quien cambia el
nombre para detonar el comienzo de una nueva existencia”2
b) la confesión de Pedro
Finalizando el ministerio de Jesús hubo una fuerte crisis entre sus discípulos “llamada
la crisis Galilea”, donde muchos de sus discípulos le abandonaron. Sabiendo Jesús que ir en
1 Personajes del Evangelio. Universidad de Comillas. Madrid 2002. autor. Martín Moreno, Juan Manuel
S.J. página 223
2 Personajes del evangelio. universidad de comilla, Madrid.2002. Aut.: Martín-moreno, Juan Manuel. Pág,
205.
su seguimiento implica una respuesta radical donde la libertad se entrega y se compromete, le
pregunta a los doce ¿y vosotros también queréis marcharos? (Jn. 6, 67).
El corazón que ha sido marcado e iluminado por el amor, es capaz de conocer lo que
verdaderamente llena el alma y por eso no puede dejar de decir y defender lo que ha visto y
conocido. Este corazón es capaz de entregar su libertad ante la propuesta de Jesús de tomar la
cruz y seguirle, por ello ante la pregunta de Jesús, Pedro ejerce un protagonismo dentro del
grupo, confesando su fidelidad diciendo: “<<Señor, ¿dónde vamos a ir? Tú tienes palabras de
vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.»”(Jn, 6, 69).
La Fidelidad que declara al reconocer al Santo de Dios, es porque el mismos Dios se
lo que ha querido dar a conocer (Mt 16, 17). Pedro aunque confesando fidelidad ésta será
probada hasta el final de su vida, porque aún ésta se encuentra aferrada a su propia voluntad.
De modo que aunque su fidelidad queda herida por sus tres negaciones, queda nuevamente
restablecida al encontrarse con el Resucitado, cuando este le pregunta por tres veces que si le
ama. Solo una respuesta que condensa toda su experiencia en el seguimiento de Jesús:
«Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.»
4 Berzosa Martínez, Raul, “Mártires que interpelan nuestra conducta.¿Qué significa existencialmente una
Iglesia martirial? En González Rodríguez, Mª Encarnación (Ed.), Mártires del siglo XX en España. Don y
desafío. EDICE, Madrid, 2008. pp.47-75.
5 creer. invitación a la fe católica para las mujeres y los hombres del siglo XXI Bernard sesboüe