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Sandra Gacha Naucil

El nacimiento de la biopolítica
Michel Foucault nació en Francia en 1926. Estudió filosofía occidental y psicología en la Escuela
Normal Superior. Durante la década de los 60 estuvo al tanto de los departamentos de filosofía de
las Universidades de Clermont-Ferrand y Vincennes. Una década después, fue profesor de
“Historia de los Sistemas de Pensamiento”, en el College de France, cátedra que dictó hasta su
muerte en 1984. Décadas anteriores, su reputación como académico creció gracias a las
numerosas conferencias y cursos que dictó en el mundo y a su importante obra publicada,
mayoritariamente, por Siglo XXI Editores1.

Las clases de las que se ocupa este texto tuvieron lugar de enero y abril en el College de France
de 1979. Están antecedidas por el curso del año anterior: Seguridad, territorio y población. Las
exigencias del College de France en cuanto a la enseñanza, son muy particulares: exige
anualmente una renovación constante del contenido de su enseñanza. Se dictaban en forma de
seminarios libres, en donde participaban distintos tipos de público sin estar sujetos a la
inscripción previa. Esa modalidad fue cuestionada por Foucault porque no representó ser un
trabajo colectivo. Una de las cuestiones más interesantes de sus cursos, siempre estuvieron en
función de las conjeturas del momento.

Clase del 17 de enero de 1979


Foucault inicia el texto queriendo afinar la hipótesis sobre el nuevo arte de gobernar que empezó
a formarse a mediados del siglo XVIII. Su principal característica: la introducción de mecanismos
internos, los cuáles, limitan desde adentro el ejercicio del poder de gobernar. No implica una
supresión de la anterior forma de Estado. La práctica de gobierno es la razón de Estado, mientas
que la economía política, es el régimen de verdad.

El “gobierno frugal”, iniciado en el siglo XVIII, plantea la cuestión de la frugalidad del gobierno
es la cuestión del liberalismo. El principio regulador de un gobierno frugal se formó a partir de lo
que podía llamarse la conexión con la razón de Estado, vinculado al régimen de verdad, la
economía política. En los siglos XVI- XVII, e incluso en la Edad Media, la práctica
gubernamental de la vigilancia y las intervenciones del gobierno. De ese lugar, desde el siglo
XVIII, la práctica gubernamental va a poner su verdad y ponerla como regla en relación con el
mercado.

Antes de ese periodo, el mercado era enunciado como un lugar de “justicia”, y estaba sujeto a
reglamentaciones estrictas: desde su comercialización, hasta su origen y fabricación, etc. Estaba
intercedido por su noción de “justo”. Lo justo, de acuerdo con las necesidades de los
comerciantes y las posibilidades de los consumidores, evitando dar lugar al fraude. Eso
posibilitaba que el mercado funcionara como un lugar de jurisdicción. En el siglo XVIII el
mercado perdió ese lugar, empezó a entenderse como algo que obedecía mecanismos “naturales”,
que trae consigo el “buen precio”, sin cargar nociones de justicia sino de verdad.

La teoría económica debe revelar algo semejante a una verdad. En ese sentido, ya no se trata de
precios justos o falsos, sino en la forma en la que se ajustan a los mecanismos naturales del
1
Esta información es obtenida de la contraportada dedicada a Foucault en las ediciones de Siglo XXI, de sus textos.
1
mercado formando patrones de verdad. La economía política se constituyó como algo relevante
porque indicó dónde el gobierno debía buscar el principio de verdad de su propia práctica
gubernamental.

Cuando Foucault se refiere a lo anterior, es decir, a la relación entre cierto régimen de verdad y
una nueva razón gubernamental, no se refiere a que se haya producido, por un lado, el discurso
científico/teórico, y, por el otro, una seducción hacia los gobernantes. Más bien, se refiere a que
el mercado, que ha sido privilegiado de la práctica gubernamental desde hace tiempo, bajo el
régimen de razón de estado, hizo del comercio uno de los principales instrumentos del poder de
Estado, constituido, ahora, como lugar de veridicción.

Foucault cree que es complejo encontrar la causa de la constitución del mercado como instancia
de veridicción. En su lugar, se podría mostrar en qué condiciones fue posible. Asimismo, los
cruces entre lo jurisdiccional y luego lo veridiccional. En virtud de esas cuestiones, Foucault
organiza una serie de problemas: la psiquiatría, las instituciones penales y de la sexualidad. De
manera conjunta, lo que le interesa de cada uno de estos problemas, es como estuvieron ligadas a
prácticas jurisdiccionales y se adhirieron a prácticas veridiccionales.

Para lo anterior, propone la crítica política del saber que consiste en determinar en qué
condiciones y con qué efectos se ejerce una veridicción. Eso la aleja de asegurar “que opresiva es
la psiquiatría, puesto que es falsa” o “vean que opresiva es, puesto que es verdadera” (Foucault,
1979, 54), sino destacar el régimen que soporta lo verdadero o lo falso. Esa formulación del
problema y en ese análisis histórico, para Foucault, se puede tener alcance político.

En virtud de eso, se pregunta por el régimen de verdad con la gubernamentalidad. Habla del
Estado policía, originado a finales del siglo XVIII y cuya función es principalmente
administrativa y con objetivos limitados y externos. La gubernamentalidad no había tenido
exactamente un límite sino un contrapeso en la existencia de instituciones judiciales, magistrados
y discursos jurídicos referidos a saber cuál es el derecho del soberano al ejercer su poder y dentro
de que limites puede inscribirse su acción. En el nuevo sistema gubernamental del siglo XVIII, la
economía política surge como la autolimitación interna. Eso trae un cuestionamiento ¿Si se tiene
la economía política, qué pasa con el derecho público?

El problema del derecho público no será como en los siglos XVII y XVIII que se preocupa por
las condiciones del soberano para ser legítimo, sino cómo poner límites jurídicos al ejercicio de
un poder público. De ahí se propusieron dos caminos a finales del XVIII y principio del XX, por
un lado, el camino rousseauniano, consiste en partir de los derechos del hombre 2 para llegar a la
delimitación de la gubernamentalidad. Por el otro lado, el camino radical, desde la propia practica
gubernamental, partir de ella. analizar el gobierno, los límites del hecho y sus límites deseables,
y, sobre todo preguntarse por la utilidad.

Cada uno de estos caminos implican concepciones de la ley y libertad. En el primero de los casos,
la ley se expresa como la expresión de una voluntad colectiva y la libertad matizada por los
derechos del hombre. El segundo, la ley como el efecto de una transacción que separa la esfera de
2
Ser humano.
2
intervención del poder público y la esfera de independencia de los individuos y la libertad sobre
la base de la independencia de los gobernados.

Aunque heterogéneos, su heterogeneidad no implica incompatibilidad, exclusión ni coexistencia.


Para romper con esas formas de análisis, propone la lógica estratégica, que se contrapone a la
lógica dialéctica al establecer que se trata de buscar conexiones posibles entre términos dispares.

De acuerdo con los caminos, el que se mantuvo fue el radical, que es el que va a caracterizar la
historia del liberalismo europeo, la historia del poder público en Occidente, y, eventualmente, el
problema de la utilidad. Desde el siglo XIX ingresamos en una era en el que el problema de la
utilidad engloba todos los problemas tradicionales del derecho. Va a verse intercambio por el
lado del mercado y utilidad por el lado del poder público. La razón gubernamental funciona con
el interés.

En sistemas como con el monarca había un influjo directo del gobierno sobre las cosas y sobre las
personas. Con la nueva razón gubernamental, el gobierno ya no tiene influjo directo ni puede
tenerlo. Se ocupa de fenómenos de la política que son los intereses individuales o colectivos.
Frente a eso, Foucault afirma que ahora el gobierno se ejerce sobre lo que podríamos llamar
república fenoménica de los intereses. Para finalizar, plantea una pregunta importante: ¿Cuál es
el valor de utilidad del gobierno y de todas sus acciones en una sociedad donde lo que determina
el verdadero valor de las cosas es el intercambio?

Clase 31 de enero de 1979


Foucault se sitúa frente a la fobia al Estado. La fobia se nutrió de diversas experiencias como la
soviética desde la década de 1920, la experiencia alemana del nazismo, la planificación inglesa de
la posguerra, etc. La fobia es uno de los grandes signos de esas crisis de gubernamentalidad.

Afirma que quiere ahorrarse la teoría de estado, así como se debe ahorrar una comida indigesta.
Frente a esa negativa, y a los comentarios que se refieren a que él pretende borrar los efectos de
los mecanismos estatales, explica que esas afirmaciones son equivocadas porque ya sea de la
locura, de la constitución de esa categoría, de la enfermedad mental, de la integración de los
mecanismos y tecnologías disciplinarias dentro del sistema penal. Esos elementos -y otros-, han
generado la estatización progresiva, que involucra una serie de prácticas y gubernamentalidades.

Una de las cuestiones más relevantes, en relación con el recelo de hacer “una teoría del Estado”,
es debido a que él no intenta deducir el conjunto de prácticas de lo que pueda ser la esencia del
Estado en sí misma y por sí misma. Dice que debe evitarse porque la historia no es deductiva y el
estado no tiene esencia ni es universal, no es en sí mismo una fuente autónoma de poder. Además
porque el Estado no es mas que el efecto de un régimen de gubernamentalidades múltiples
(Foucault, 2007, 96). Por ello propone, analizar la fobia de Estado e investigar el problema del
Estado a partir de las prácticas de gubernamentalidad.

En virtud de lo anterior, ofrece profundizar en tres temas: biopolítica y el problema de la vida, ley
y orden y Estado y sociedad civil y política de la vida3. Para empezar, el autor afirma que la
3
Esas son las pretensiones que tiene para el curso, por eso, no desarrolla completamente esos puntos.
3
programación liberal y la neoliberal están articuladas a puntos históricos distintos. La
programación liberal está articulada a la República de Weimar, la crisis del 29, el desarrollo del
nazismo y le reconstrucción de la posguerra. Por su parte, el neoliberal, vinculada al anclaje
norteamericano, a la política del New Deal, a la política de Roosevelt. Entre ambas muchos
puentes y teniendo como principal adversario a Jhon Keynes.

Foucault se centra en el neoliberalismo alemán, de 1948, con tres exigencias: la exigencia de


reconstrucción, vinculado a la reconversión de una economía de guerra por una del paz, del
potencial económico destruido, integración de nuevos elementos tecnológicos, etc.; la exigencia
de planificación, requerida por necesidades internas y también a causa del peso representado por
Estados Unidos y el Plan Marshall; la exigencia de objetivos sociales, políticamente
indispensables para evitar la repetición de lo que había ocurrido. Las tres exigencias implicaban
una política de intervención y estaban situadas en plena política keynesiana. Esta última,
cuestionada por el Consejo Científico que afirmaba que la función de dirección del proceso
económico debía quedar mayoritariamente posible en manos de mecanismos de los precios. En
términos generales, del principio de libertad del precios y demanda de liberación inmediata.

Al respecto, dice Foucault, que Ludwig Erhard en un discurso, va a plantear el principio de la


libertad de precios y demanda. En relación con lo anterior, el liberalismo económico, se basó en
el respeto de la economía de mercado que había formulado el Consejo Científico, un lineamiento
en el que se debería limitar, las intervenciones del Estado.

La liberación de la economía para evitar la anarquía y el Estado termita, según Foucault, debe ser
interpretada en dos dimensiones: el primero, una a nivel trivial, que se refiere a que un estado no
puede desempeñarse con legitimidad si viola la libertad de los individuos; el segundo,
puntualizado en el caso alemán, afirma que por la violación de este primer punto, no había hecho
un ejercicio legítimo de su soberanía.

Sin embargo, al discurso al que Foucault se refiere, formulaba algo que iba a permanecer de 1948
hasta nuestros días. Dice que durante ese tiempo no debe considerarse que la actividad económica
haya sido solo una de las ramas de la actividad de la nación. En la Alemania contemporánea, la
economía, el desarrollo económico, producen soberanía política gracias a las instituciones y el
juego institucional. Es decir, la economía productora de legitimidad para el estado y como
creadora de derecho público.

Esa institución económica produce, además, consenso permanente en los que se involucran
distintos agentes: inversores, obreros, empleadores, sindicatos. Todos socios de la economía en el
sentido que aceptan el juego económico de la libertad, produciendo un consenso que es de
carácter político.

En este país, los efectos de un buen gobierno tienen como resultado un marco alemán firme y un
índice de crecimiento satisfactorio. A pesar de que la historia alemana le haga contrapeso “La
historia había dicho “no” al Estado Alemán”, (Foucault, 2007, 108). En ese sentido, la economía
será la que le permitirá afirmarse. En dichos términos, se puede calificar el estado alemán como
4
radicalmente económico. “La condición de Alemania no se trata de buscar la forma de limitar y
asegurarse de las acciones del Estado para hacer lugar a la libertad económica, sino de plantearse
el problema contrario, en cómo hacer existir al estado a partir del espacio no estatal de la libertad
económica” (Foucault, 200, 109).

En la política de liberación, sostenida en cierta medida por Norteamérica, generó desconfianza


esencialmente en los ingleses y hubo algunas resistencias en Alemania. Sin embargo, fue
relevante la adhesión de otros sectores: la democracia cristiana, sindicatos, y la socialdemocracia,
que habían sido fieles a los principios del socialismo de inspiración marxista desde fines del siglo
XIX.

En 1959, en el Congreso Bad Godesberg, la socialdemocracia alemana renunció al principio de la


socialización de los medios de producción y reconoció la propiedad privada de esos medios de
producción. Esas afirmaciones, son herejías para alguien que piensa en términos marxistas, y “el
orden social equitativo” termina siendo una hipocresía. Todo lo anterior, constituyó una forma de
adhesión a un tipo de gubernamentalidad.

Dicho partido, el cual se enunciaba como lejano al régimen económico, termina integrándose a
ese juego político. Eso implicó que la socialdemocracia adhiriera a las tesis económicas,
científicas o teóricas en cuando a práctica gubernamental del neoliberalismo. Lo que condujo a la
ruptura total con la teoría marxista, representó la aceptación de lo que empezaba a funcionar
como el consenso económico político del liberalismo alemán.

Después de esto, Foucault nuevamente hace énfasis en la innecesaria insistencia a una teoría de
Estado. Sobre el marxismo, Foucault afirma que no tiene una teoría de estado 4, y tampoco le
hace falta, lo que es necesario es una razón gubernamental. El socialismo propone una
racionalidad histórica y económica, e incluso, administrativa. Sin embargo, Foucault no cree que
se pueda hablar de una gubernamentalidad socialista autónoma. De hecho, su ejecución solo es
posible mediante la interconexión de diversos tipos de gubernamentalidad.

Al respecto, Foucault se pregunta ¿Cual podría ser, en verdad, la gubernamentalidad adecuada al


socialismo? ¿Hay una gubernamentalizad adecuada al socialismo? ¿Que gubernamentalidad es
posible como gubernamentalidad estrictica, intrínseca, autónomamente socialista?

Para cerrar, vuelve al neoliberalismo alemán, afirmando que se trata de una programación de la
gubernamentalidad liberal. Y el ejercicio sería preguntarle a la economía y no al estado, por cómo
podrá su libertad tener una función y un papel de estatización, en cuando eso permita fundar la
legitimidad de un Estado.

Clase del 14 de febrero de 1979


En esta clase, Foucault vuelve a la discusión sobre el neoliberalismo alemán. Teniendo como
pregunta central: ¿Qué es el neoliberalismo? Para dar una respuesta general, la aborda desde tres
puntos de vista; el económico, que se refiere a la reactivación de viejas teorías económicas; el
4
Aunque los marxistas son quienes tienen que decidirlo.
5
sociológico, que es el elemento que pasa la instauración de relaciones estrictamente mercantiles
en la sociedad; desde el político, como cobertura para intervención generalizada y administrativa
del Estado. Desde esas tres dimensiones afirma que el neoliberalismo no es nada en absoluto o
siempre es de lo mismo, lo mismo para peor.  

Toma a Adam Smith, Marx, Solzhenitsyn, y otros, para poner sobre la mesa distintas matices
analíticas y críticas con la que se ha abordado el problema del neoliberalismo. A pesar de las
particularidades de cada una de ellas, afirma que no permiten hacer nada con él.

A pesar de lo anterior, Foucault manifiesta, que sin duda el neoliberalismo es algo y lo que quiere
aprehender es su singularidad. Antes advierte que hacer análisis históricos no lleva a la
afirmación de que lo que era entonces es lo de hoy, consiste en dejar actuar el saber del pasado
sobre la experiencia y la práctica del presente. En neoliberalismo se enuncia a partir de matrices
históricas. Entonces ¿Qué es? en primera instancia, el problema del neoliberalismo pasa por saber
cómo se puede ajustar el ejercicio global del poder político a los principios de una economía de
mercado. 

Por lo anterior, Foucault quiere mostrar que, para lograr hacer esa operación, los neoliberales
sometieron el liberalismo clásico a algunas transformaciones. La primera de ellas, la disociación
entre economía de mercado; el segundo, principio económico del mercado, y; el tercero, el
político del laissez-Faire. Para el autor, esa transición, en parte, se logró cuando expusieron la
teoría de competencia pura.

En virtud de lo anterior, Foucault se refiere al “Coloquio Walter Lippmann”, libro que presenta
tanto temas del liberalismo clásico como algunos elementos del neoliberalismo. En esas
reuniones, se definían las propuestas específicas y propias del neoliberalismo. En una de esas
reuniones hablan de “liberalismo interventor”. En relación con eso, Ropke afirma: “la libertad de
mercado necesita una política activa y extremadamente vigente. (Foucault, 2007, 1962). A partir
de esas afirmaciones, el autor señala que la naturaleza de dichas intervenciones, van perfilando el
estilo gubernamental.

Pone tres ejemplos para ejemplificar lo anterior: la cuestión del monopolio, que considera como
una consecuencia a medias natural y a medias necesaria. El estado neoliberal se impone la tarea
de favorecer la libre competencia y de impedir los fenómenos de monopolio. Lo que resulta
perturbador del fenómeno, con respecto al juego de la economía, es que actúa sobre los precios,
es decir, sobre el mecanismo regulador de la economía. Si el monopolio quiere conservar su
poder, debe aplicar no el precio monopólico sino el precio competitivo.

Frente al segundo, las acciones conformes, Eucken afirma que el gobierno liberal debe asegurar
una vigilancia y actividad permanente, debe hacerlo por medio acciones regulares y ordenadoras.
En las acciones reguladoras están especialmente preocupadas por la estabilidad de los precios, y,
por consiguiente, el control de la inflación. Esta se va a preocupar por una política crediticia,
creación de tasa de descuentos, el comercio exterior mendicante la reducción de saldo acreedor,
etc. Las acciones ordenadoras, así, se refiere a intervenir sobre cuestiones del mercado más
estructurales y generales. Foucault afirma que es en la cumbre donde se conforma una suerte de
6
mecanismo fino y seguro, para que todo funcione bien y nada se perturbe. Se debe intervenir en
los ordoliberales llaman “marco”, datos que no tienen un carácter económico directo, se
relacionan, más bien, con población, en la tecnificación, en el régimen jurídico -en particular
leyes de herencia- y modificar la distribución de los suelos y la exploración de las tierras
disponibles. El interrogante detrás de eso es cómo modificar ese maco para que aparezca la
economía de mercado. Por ello, todo eso se ve acompañado de conocimiento tecnificado.

Por último, con respecto a la política social, que se puede asociar como economía de bienestar y,
desde determinado punto de vista, a la distribución equitativa en el acceso de los bienes
consumibles. Lo anterior representan ser medidas de contrapeso a procesos económicos salvajes
que tienen como efecto la desigualdad. Es decir que su principal instrumento es la socialización
de ciertos elementos de consumo como el cultural o el médico.

El ordoliberalismo puso en duda esos lineamientos y afirman que una política social con esa
característica solo puede ser antieconómica. Más bien, debe dejar actuar la desigualdad. Por su
parte, se propone una política social vinculada a la privatización, en la que cada individuo tenga
ingresos suficientes para poder auto asegurarse. Afirma Foucault que ese fenómeno es lo que los
alemanes llaman: política social individual, que se construye como opuesta a la política social
socialista.

Así pues, la racionalidad política tiene como fin último, que el mercado sea posible. No obstante,
lo que se procura tener, no es un sociedad sometida al efecto mercancía, sino sometida a la
dinámica competitiva. El homo economicus es el hombre de la empresa y la producción. Por lo
tanto, el objetivo de la política neoliberal es la multiplicación de la empresa dentro del cuerpo
social.

Para finalizar, Foucault afirma que el arte de gobernar programado hacia la década de 1930 por
los ordoliberales se convirtió en la programación de la mayoría de los gobiernos en los países
capitalistas.

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